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Comentario de 1 Corintios 4:5 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de 1 Corintios 4:5 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Así que, no juzguéis nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor, quien a la vez sacará a la luz las cosas ocultas de las tinieblas y hará evidentes las intenciones de los corazones. Entonces tendrá cada uno la alabanza de parte de Dios.

4:5

— Así que — Ahora entra la conclusión práctica del asunto ya expuesto.

— no juzguéis nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor — Tales investigaciones hechas por los corintios, en base a su propia sabiduría y conceptos humanos, con referencia a la posición de importancia de ciertos evangelistas, no tenían por qué hacerse, ni pertenecían a ese tiempo. El tiempo para la aprobación o desaprobación del obrero del Señor es todavía futuro (1:7; 3:13), y tal obra pertenece a otro; a saber, a Cristo el Señor, el único examinador competente. Por eso, debemos procurar agradarle a él en todo (Gál 1:10).

Claro es que Pablo no condena el juicio necesario en casos de pecado en la iglesia local, o en la persona (1Co 5:4-13; Rom 16:17-18; 1Ti 1:20; Tit 3:10). Solamente trata aquí la cuestión de decidir sobre el valor verdadero de otros, al juzgarles según su propia sabiduría, e involucrando ese juicio los motivos del corazón de otros, cosa que hacían algunos corintios.

— el cual aclarará también lo oculto de las tinieblas, y manifestará las intenciones de los corazones — ¡Solamente Dios puede hacer esto! Compárense Apo 1:11-20; capítulo 2 y 3. Por eso eran incompetentes las investigaciones y conclusiones de los corintios con referencia a la importancia, aprobación o desaprobación de los evangelistas. Por eso también la misma conciencia de uno es incompetente para esto. El hombre puede ver las obras del corazón, pero no puede discernir las intenciones de él. Dios sí lo puede hacer, y lo hará. Sus investigaciones justas servirán para el juicio justo en el día final.

Por no poseer el hombre el poder de leer el corazón de otro, a veces aprueba al que Dios condena (Hch 5:1-11), y ve las buenas obras pero no las malas motivaciones (Flp 1:16). Pero Dios es capaz de ver el intento mismo del corazón.

Los corintios, al decir, “soy de Pablo”, etcétera, hacían investigaciones y llegaban a conclusiones, sin contar con la capacidad necesaria para hacerlo, y así se ocupaban en algo que no les pertenecía. La base de sus juicios fue su propio concepto de lo que es la grandeza en el predicador. ¡Cómo se equivocaban, y cómo usurpaban el papel de juez! Pablo les manda desistir de hacerlo. Sus disposiciones y conducta, al glorificar a ciertos predicadores, eran malas.

— y entonces cada uno recibirá su alabanza de Dios — El énfasis cae en la palabra “entonces”. El tiempo para la alabanza de la persona no es ahora, sino en el día del Señor. Los corintios alababan a ciertos hombres, haciendo de ellos líderes de partidos, pero los alababan antes del tiempo (y el alabarles no les tocaba a ellos).

El amo del administrador o servidor es la persona a quien le toca alabar (o condenar, según el caso). No le toca al hombre hacer esto.

Los corintios no son los únicos que han sido culpables de actuar mal en este asunto. Hasta la fecha hay quienes elevan a ciertos predicadores por encima de otros, gloriándose en sus logros impresionantes en la vida secular, en sus puestos oficiales en la academia, o en la elocuencia de sus palabras. Se glorían en ellos, alabándoles y asociándose con ellos mientras menosprecian a otros que no cumplen con tales requisitos juzgados como sobresalientes. Pero se debe desistir de todo eso, y dejar que Dios dé la alabanza al servidor fiel, porque solamente él puede aclarar lo oculto de las tinieblas (hechos hipócritas no obvios) y manifestar las intenciones de los corazones (motivaciones). Nadie de entre los hombres tiene tal capacidad.

En el tiempo apropiado, y por conducto del único que tiene la capacidad necesaria para la obra, el administrador y servidor fiel recibirá su alabanza, aunque en esta vida los “sabios” no se la hubieran conferido, sino a otros indignos de ella.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

no juzguéis nada. Mat 7:1, Mat 7:2; Luc 6:37; Rom 2:1, Rom 2:16; Rom 14:4, Rom 14:10-13; Stg 4:11.

hasta que venga el Señor. 1Co 1:7; 1Co 11:26; 1Co 15:23; Mat 24:30, Mat 24:46; 1Ts 5:2; Stg 5:7; 2Pe 3:4, 2Pe 3:12; Jud 1:14; Apo 1:7.

el cual aclarará. 1Co 3:13; Ecl 11:9; Ecl 12:14; Mal 3:18; Luc 12:1-3; Rom 2:16; 2Co 4:2; Heb 4:13; Apo 20:12.

su alabanza de Dios. Mat 25:21, Mat 25:23; Jua 5:44; Rom 2:7, Rom 2:29; 2Co 5:10; 2Co 10:18; 1Pe 1:7; 1Pe 5:4.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

MANIFESTARÁ LAS INTENCIONES DE LOS CORAZONES. Dios sacará a la luz las actividades secretas de cada persona y revelará sus verdaderos pensamientos y motivos, tanto los buenos como los malos (Mat 6:3; Mat 6:6; 1Ti 5:24-25; véase el ARTÍCULO EL JUICIO DE LOS CREYENTES, P. 1650. [2Co 5:10]). En otras palabras, se revelará exactamente como fue la vida de cada uno; no quedará nada oculto (Mar 4:22; Luc 12:2-3; Rom 2:16).

Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena

lo oculto de las tinieblas … las intenciones de los corazones. Referencia a los motivos, pensamientos y actitudes interiores que solo Dios puede conocer. Puesto que las recompensas finales no solo dependerán del servicio exterior, sino de la devoción interna (cp. 1Co 10:31), Dios es el único que puede dar la alabanza que cada uno merece. Vea las notas sobre 1Co 3:12-14.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

4:5 — Así que — Ahora entra la conclusión práctica del asunto ya expuesto.
— no juzguéis nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor — Tales investigaciones hechas por los corintios, en base a su propia sabiduría y conceptos humanos, con referencia a la posición de importancia de ciertos evangelistas, no tenían por qué hacerse, ni pertenecían a ese tiempo. El tiempo para la aprobación o desaprobación del obrero del Señor es todavía futuro (1:7; 3:13), y tal obra pertenece a otro; a saber, a Cristo el Señor, el único examinador competente. Por eso, debemos procurar agradarle a él en todo (Gál 1:10).
Claro es que Pablo no condena el juicio necesario en casos de pecado en la iglesia local, o en la persona (1Co 5:4-13; Rom 16:17-18; 1Ti 1:20; Tit 3:10). Solamente trata aquí la cuestión de decidir sobre el valor verdadero de otros, al juzgarles según su propia sabiduría, e involucrando ese juicio los motivos del corazón de otros, cosa que hacían algunos corintios.
— el cual aclarará también lo oculto de las tinieblas, y manifestará las intenciones de los corazones — ¡Solamente Dios puede hacer esto! Compárense Apo 1:11-20; capítulo 2 y 3. Por eso eran incompetentes las investigaciones y conclusiones de los corintios con referencia a la importancia, aprobación o desaprobación de los evangelistas. Por eso también la misma conciencia de uno es incompetente para esto. El hombre puede ver las obras del corazón, pero no puede discernir las intenciones de él. Dios sí lo puede hacer, y lo hará. Sus investigaciones justas servirán para el juicio justo en el día final.
Por no poseer el hombre el poder de leer el corazón de otro, a veces aprueba al que Dios condena (Hch 5:1-11), y ve las buenas obras pero no las malas motivaciones (Flp 1:16). Pero Dios es capaz de ver el intento mismo del corazón.
Los corintios, al decir, “soy de Pablo”, etcétera, hacían investigaciones y llegaban a conclusiones, sin contar con la capacidad necesaria para hacerlo, y así se ocupaban en algo que no les pertenecía. La base de sus juicios fue su propio concepto de lo que es la grandeza en el predicador. ¡Cómo se equivocaban, y cómo usurpaban el papel de juez! Pablo les manda desistir de hacerlo. Sus disposiciones y conducta, al glorificar a ciertos predicadores, eran malas.
— y entonces cada uno recibirá su alabanza de Dios — El énfasis cae en la palabra “entonces”. El tiempo para la alabanza de la persona no es ahora, sino en el día del Señor. Los corintios alababan a ciertos hombres, haciendo de ellos líderes de partidos, pero los alababan antes del tiempo (y el alabarles no les tocaba a ellos).
El amo del administrador o servidor es la persona a quien le toca alabar (o condenar, según el caso). No le toca al hombre hacer esto.
Los corintios no son los únicos que han sido culpables de actuar mal en este asunto. Hasta la fecha hay quienes elevan a ciertos predicadores por encima de otros, gloriándose en sus logros impresionantes en la vida secular, en sus puestos oficiales en la academia, o en la elocuencia de sus palabras. Se glorían en ellos, alabándoles y asociándose con ellos mientras menosprecian a otros que no cumplen con tales requisitos juzgados como sobresalientes. Pero se debe desistir de todo eso, y dejar que Dios dé la alabanza al servidor fiel, porque solamente él puede aclarar lo oculto de las tinieblas (hechos hipócritas no obvios) y manifestar las intenciones de los corazones (motivaciones). Nadie de entre los hombres tiene tal capacidad.
En el tiempo apropiado, y por conducto del único que tiene la capacidad necesaria para la obra, el administrador y servidor fiel recibirá su alabanza, aunque en esta vida los “sabios” no se la hubieran conferido, sino a otros indignos de ella.

Fuente: Notas Reeves-Partain

Rom 2:16.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

NOTAS

(1) O: “su alabanza le vendrá a cada uno”.

REFERENCIAS CRUZADAS

i 162 Mat 7:1

j 163 Mal 3:2; Mat 24:3; Rev 1:10

k 164 Pro 10:9; Mat 10:26; Luc 8:17; 1Ti 5:24

l 165 Luc 2:35; 1Ts 2:4

m 166 Jua 5:44; Rom 2:29; 2Co 10:18

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

5 super (1) O, condenéis.

5 super (2) Es decir, antes del día del Señor (3:13).

Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro

R757 Ὁ ἔπαινος significa: la alabanza que corresponde a cada uno (el artículo hace resaltar esta connotación).

M144 Ὥστε se usa como una partícula de inferencia, y significa: así que, por consiguiente.

TGr131 y sig. ¿Qué era exactamente lo que Pablo pensaba que Dios algún día sacaría a la luz? ¿Se refería a las cosas que las tinieblas esconden, o más bien a las mismas tinieblas que las encubren? Si seguimos de cerca, su razonamiento es el siguiente: En un mundo en que se toman decisiones con criterios prejuiciados, y donde los motivos están mezclados, es imposible juzgar justamente a causa de la ignorancia y prejuicio que conducen a la ceguera. No es simplemente que el hombre carece de omnisciencia, o que algunos hechos se escondan de él cuando toma una decisión, sino que la situación es peor. Hay unas tinieblas reales que envenenan y desorientan la mente, que sólo pueden ser quitadas por el esplendor de la parusía del Señor, y no por la sola adquisición de mejores conocimientos. Así que lo que Pablo estaba sugiriendo era que Cristo desvanecerá las mismas tinieblas que encubren. El estaba siendo juzgado en Corinto por su mayordomía, y pensaba que, si sus acusadores sólo carecían de hechos que aclararan la verdad, eso podría arreglarse pronto. No se necesitaba la parusía para sacar a la luz nuevos hechos; sin embargo, sólo la parusía, nada menos, podría desvanecer el prejuicio, que es lo que contribuye con las tinieblas que encubren la verdad deliberadamente (v. 6).

Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego

Lit., no sigáis juzgando nada

Fuente: La Biblia de las Américas