Biblia

Comentario de 2 Corintios 1:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de 2 Corintios 1:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Pablo, apóstol de Cristo Jesús por la voluntad de Dios, y el hermano Timoteo; a la iglesia de Dios que está en Corinto, juntamente con todos los santos que están en toda Acaya:

1:1 — «Pablo, apóstol… voluntad de Dios». La palabra «apóstol» significa uno enviado en comisión. Dadas las circunstancias en Corinto, Pablo tuvo que defender su apostolado. Se insinuaba que no tenía cartas de recomendación de principales en Jerusalén (3:1). No las necesitaba, pues su apostolado vino de Dios. Véase Gál 1:1. Cristo le comisionó (Hch 9:15-16; Hch 22:14-15; Hch 26:16-18).

— «y el hermano Timoteo». Timoteo tuvo parte en el establecimiento de la iglesia en Corinto (Hch 18:5), y ahora participa en la salutación de esta carta.

— «a la iglesia… en toda Acaya». Aunque la carta fue dirigida a la iglesia de Dios en Corinto, la capital de Acaya, la salutación incluía a los cristianos (santos) de otras partes de la provincia. Sabemos que había iglesias en Atenas (Hch 17:34) y en Cencreas (Rom 16:1). El contacto normal entre las iglesias de la región garantizaba que el saludo les llegaría.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

Pablo, apóstol de Jesucristo. Rom 1:1-5; 1Co 1:1; 1Ti 1:1; 2Ti 1:1.

y Timoteo el hermano. Hch 16:1; Rom 16:21; 1Co 16:10; Flp 1:1; Flp 2:19-22; Col 1:1, Col 1:2; 1Ts 1:1; 2Ts 1:1; Heb 13:23.

a la iglesia de Dios. Hch 18:1-11; 1Co 1:2.

con todos los santos. 1Co 6:11; Efe 1:1.

que están por toda Acaya. 2Co 9:2; 2Co 11:10; Hch 18:12; Rom 15:26; Rom 16:5; 1Co 16:15; 1Ts 1:7, 1Ts 1:8.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

RESUMEN DE SEGUNDA DE CORINTIOS

La circunstancia más notable en esta Epístola, observa el Sr. Scott, es la confianza del Apóstol en la bondad de su causa, y en el poder de Dios para llevarlo a cabo en ella. Opuesto como estaba por un partido poderoso y sagaz, cuya autoridad, reputación e interés estaban profundamente preocupados, y que estaba dispuesto a aprovechar todo lo que pudiera desacreditarlo, es maravilloso escucharlo insistir tan firmemente en su autoridad apostólica, y así apelar sin reservas al poder milagroso que él ha ejercido y conferido en Corinto. Lejos de retraerse de la contienda, por miedo a que se haga un descubrimiento, desfavorable para él y la causa común, él, con gran modestia y mansedumbre, pero con la misma audacia y decisión, declara expresamente que sus oponentes y despreciadores eran los ministros de Satanás, y los amenaza con juicios milagrosos, cuando tantos de sus oyentes engañados habían sido llevados al arrepentimiento y reestablecidos en la fe, como podrían ser los medios adecuados en un tiempo razonable. Es inconcebible que pueda existir un testimonio interno más fuerte, no solo de integridad, sino de inspiración divina. Si hubo algo de impostura entre los cristianos, fue casi imposible, pero tal conducta debió haber ocasionado su divulgación. De los efectos producidos por esta última epístola no tenemos ninguna explicación circunstancial; porque el viaje que San Pablo llevó a Corinto, después de haberlo escrito, es mencionado por San Lucas solo en pocas palabras (Hch 20:2, Hch 20:3). Sin embargo, sabemos que San Pablo estaba allí después de haber escrito esta epístola; que las contribuciones para los hermanos pobres en Jerusalén le fueron traídas de diferentes partes a esa ciudad (Rom 15:26); y que, después de permanecer allí varios meses, envió saludos de algunos de los principales miembros de esa iglesia, por quienes debe haber sido muy respetado, a la iglesia de Roma (Rom 16:22, Rom 16:23). Desde este momento no escuchamos más del falso maestro y su grupo; y cuando Clemente de Roma escribió su epístola a los corintios, San Pablo fue considerado por ellos como un apóstol divino, a cuya autoridad podía apelar sin temor a la contradicción. El falso maestro, por lo tanto, debe haber sido silenciado por San Pablo, en virtud de sus poderes apostólicos, y por un acto de severidad que había amenazado (2Co 13:2, 2Co 13:3); o este adversario del apóstol había abandonado voluntariamente el lugar en ese momento. Cualquiera sea la causa, el efecto producido debe operar como una confirmación de nuestra fe y como una prueba de la misión divina de San Pablo.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Pablo saluda a los corintios, 2Co 1:1, 2Co 1:2;

los anima en sus tribulaciones, por los consuelos y liberaciones que Dios le ha dado en todas sus angustias, 2Co 1:3-7,

particularmente en sus últimos peligros en Asia, 2Co 1:8-11.

E invocando a su propia conciencia y la de ellos, para testificar de su manera sencilla de predicar la inmutable verdad del evangelio, 2Co 1:12-14,

se excusa de no venir a ellos, como no procediendo con liviandad, sino de su indulgencia para con ellos. 2Co 1:15-24.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

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LA SEGUNDA EPÍSTOLA A LOS CORINTIOS ES LA MÁS AUTOBIOGRÁFICA de las cartas de Pablo y quizás la más difícil que le correspondió escribir. En su correspondencia anterior, Pablo exhortó a la iglesia de Corinto que corrigieran los abusos que ocurrían en la congregación. Sin embargo, algunos falsos maestros en la iglesia reaccionaron en contra ante la reprensión de Pablo y rechazaron sus advertencias. Como resultado, ante las acusaciones calumniosas, en esta carta Pablo se vio forzado a defender su carácter, y más importante, su autoridad apostólica. Más que cualquier otro libro de la Biblia, su defensa revela las pruebas y tribulaciones, los problemas y las presiones de su ministerio itinerante. Sin embargo, como el resto de las epístolas de Pablo, 2 Corintios apunta más allá del sudor y las lágrimas de Pablo al poder que hay tras sus hechos y palabras: el Señor Jesucristo.

En Primera de Corintios, Pablo dio instrucciones a los creyentes de Corinto de disciplinar a un miembro incestuoso (1Co 5:1-13), y de reunir una ofrenda para los santos pobres de Jerusalén (1Co 16:1-4). Tito dio a Pablo un informe que en general fue alentador (1Co 2:14; 1Co 7:5-7). Los corintios reaccionaron adecuadamente a la primera epístola. Llevaron a cabo fielmente la disciplina necesaria (2Co 2:5-11). Pero Además, Tito informó a Pablo de la presencia de «falsos apóstoles» (2Co 11:13) que acusaban a Pablo de andar según la carne (2Co 1:12, 2Co 1:17; 2Co 10:2), de ser engañoso (2Co 2:17; 2Co 4:2; 2Co 12:16), de intimidar a la iglesia con sus cartas (2Co 10:9, 2Co 10:10), de maltratar injustamente a alguien al punto de arruinar a esa persona (2Co 7:2), y de defraudar a la gente (2Co 7:2). Estos falsos maestros probablemente indicaban que Pablo no regresó como prometió y usaban esto como evidencia para su duplicidad (2Co 1:15-17, 2Co 1:23, 2Co 1:24). Trataron aun de desacreditar a Pablo, y le acusaron de hacer ofrendas para enriquecerse (2Co 7:2; 2Co 8:16-23). Inevitablemente estas acusaciones suscitaban dudas en el pensamiento de los corintios acerca de la integridad del apóstol Pablo.

Pablo escribe la segunda carta a los corintios debido a su preocupación por la iglesia de Corinto (2Co 7:12). Quería ofrecer a la iglesia algunas instrucciones adicionales acerca del ofensor arrepentido (2Co 2:5-11) y acerca de la ofrenda para los santos pobres de Jerusalén (2Co 9:1-5). Sin embargo, el propósito principal de Pablo era defender su ministerio. Los opositores de Pablo en Corinto lo atacaron implacablemente. Escribió su carta para probar que su ministerio era sincero y genuino, y para reafirmar su autoridad como apóstol de Cristo.

La segunda epístola a los Corintios es principalmente una carta personal, que defiende el ministerio de Pablo entre los corintios y llama a las facciones a reconciliarse entre sí. Sin embargo, Pablo aun usa la doctrina para enfrentar los problemas de la iglesia. Habla de las doctrinas fundamentales de la fe cristiana: la Trinidad (2Co 1:21, 2Co 1:22; 2Co 13:14), y la divinidad (2Co 1:12, 2Co 1:19; 2Co 4:5), humanidad (2Co 8:9), muerte (2Co 5:19, 2Co 5:21) y resurrección de Cristo (2Co 5:15). Pablo reafirma que todos los creyentes fueron sellados por el Espíritu Santo (2Co 1:22) y se les dio el Espíritu como un depósito (2Co 1:22; 2Co 5:5). Los creyentes corintios están en Cristo (2Co 5:7) y Cristo en ellos (2Co 13:3, 2Co 13:4). Resucitarán (2Co 4:14; 2Co 5:1-8) y se evaluarán en el tribunal de Cristo (2Co 5:10), donde serán avergonzados (2Co 5:3) o recompensados (2Co 5:9, 2Co 5:10). Pablo señala que parte de la razón para las dificultades de los corintios y sus divisiones era la oposición de Satanás a la iglesia. Ciega a los incrédulos en relación con la verdad (2Co 4:4) y usa cada oportunidad para dividir a los creyentes (2Co 2:11). Por esto Pablo exhorta a los corintios a que lleven vidas santas, a que se arrepientan de los pecados del pasado, y se reconcilien entre sí. Así, en esta carta personal que defiende su ministerio y autoridad, Pablo también entreteje la doctrina en la trama de su discusión. Para Pablo, la esencia de la fe cristiana toca cada faceta de la vida, y no tiene que ver sólo con divisiones y controversias como las que perturbaban a la iglesia de Corinto.

Esta epístola comienza con la identificación del autor como Pablo (2Co 1:1; 2Co 2:1). El estilo de la carta confirma la autoría paulina, al igual que el testimonio de la iglesia primitiva. Algunos críticos teorizan que los capítulos 2Co 10:1-18; 2Co 11:1-33; 2Co 12:1-21; 2Co 13:1-14 no eran parte de la epístola original, porque el tono es diferente en los capítulos 2Co 1:1-24; 2Co 2:1-17; 2Co 3:1-18; 2Co 4:1-18; 2Co 5:1-21; 2Co 6:1-18; 2Co 7:1-16; 2Co 8:1-24; 2Co 9:1-15. El espíritu de los primeros nueve capítulos es de alegría y júbilo, mientras el espíritu de los últimos cuatro es de tristeza y severidad. Muchos de esos críticos pretenden que los capítulos 2Co 10:1-18; 2Co 11:1-33; 2Co 12:1-21; 2Co 13:1-14 eran parte de una carta perdida a la que se alude en 2Co 2:4. Sin embargo, los capítulos finales de 2 Corintios son firmes, no «tristes». Además no se pueden citar manuscritos ni autores antiguos que apoyen tal teoría. Se puede explicar la diferencia en tono por el cambio del tema en aquellos capítulos.

Pablo escribe 1 Corintios durante su último año de ministerio en Éfeso, en el tercer viaje misionero, probablemente al principio de la primavera del año 56 d.C. La segunda epístola a los corintios fue escrita muy poco tiempo después de la primera. En consecuencia, la fecha de 2 Corintios probablemente sea el otoño del año 56 d.C. Para entender el propósito de esta epístola, uno debe conocer el trasfondo de la misma, esto es, lo que ocurrió entre la escritura de 1 Corintios y esta carta. Pero la reconstrucción de tales antecedentes es complicada.

Los problemas son:

(1) ¿Cuántas visitas hizo Pablo a Corinto antes de escribir 2 Corintios (2Co 2:12Co 12:14)?

(2) ¿Cuántas cartas escribió (2Co 2:3-42Co 2:9; 2Co 7:12)?

(3) ¿Quién era el que «cometió el agravio» (2Co 2:52Co 7:12)? Hay dos formas básicas de reconstruir la vida y las cartas de Pablo para explicar estas referencias. El punto de vista tradicional considera que las referencias de 2 Corintios a una carta previa son a 1 Corintios. En este caso el autor del agravio es la persona incestuosa de 1Co 5:1-13. Una interpretación más reciente pretende que los datos de 2 Corintios no se corresponden con 1 Corintios; en consecuencia, tiene que haber otra carta escrita por Pablo a los corintios entre la primera y la segunda. Dicha carta se perdió, o está en los capítulos 2Co 10:1-18; 2Co 11:1-33; 2Co 12:1-21; 2Co 13:1-14 de 2 Corintios. Los que mantienen esta teoría generalmente sostienen que Pablo debió visitar Corinto brevemente entre la redacción de 1 y 2 Corintios, basándose en las palabras «otra vez» en 2Co 2:1. A veces se le llama la «visita con tristeza». Según esta opinión, el del «agravio» no fue el incestuoso de 1Co 5:1-13, sino el líder de una facción opuesta a Pablo.

El punto de vista tradicional afirma que los datos de 2 Corintios corresponden a los de 1 Corintios. En consecuencia la «carta previa» es 1 Corintios y el del «agravio» es el miembro incestuoso. Según este punto de vista, no hubo «visita con tristeza», porque las palabras «otra vez» en 2Co 2:1 no significan necesariamente que Pablo hizo una visita entre las dos epístolas. Sencillamente significa que no quería volver «con tristeza». La referencia en 2Co 12:14 y 2Co 13:1, 2Co 13:2 a una «tercera vez» no significa que Pablo venía por tercera vez; simplemente que estaba dispuesto a ir por una tercera vez. Tenía planes de venir (1Co 16:5-9), evidentemente estaba listo para ir (2Co 12:14), y luego no pudo hacer efectivo el viaje (2Co 1:15-17, 2Co 1:23).

De modo que los antecedentes de 2 Corintios se pueden coordinar de la siguiente manera: Pablo fundó la iglesia de Corinto (Hch 18:1-17; 1Co 3:6, 1Co 3:10). Después de 18 meses se fue de Corinto y escribió una carta que ahora estaría perdida (1Co 5:9). Entonces Pablo conversó con algunos de la casa de Cloé sobre algunas contiendas en la iglesia de Corinto (1Co 1:11). Es posible que en este punto Pablo enviara a Timoteo en un viaje que incluyó Corinto (1Co 4:17; 1Co 16:10). Luego una comisión llegó de Corinto con preguntas para Pablo (1Co 7:1; 1Co 16:7). Entonces Pablo escribió el libro que ahora se llama 1 Corintios a fin de corregir los desórdenes y responder las preguntas de la iglesia allí. Probablemente Pablo enviara a Tito a Corinto con 1 Corintios. Después de enviarla, Pablo quedó profundamente preocupado sobre el modo que los corintios responderían a lo que había escrito. Los había llamado carnales (1Co 3:1) y envanecidos (1Co 4:18). Entre tanto, surgieron dificultades en Éfeso, de modo que se fue antes de lo programado (Hch 20:1). Se detuvo en Troas para predicar el evangelio (2Co 2:12). Pero como no encontró a Tito allí, y se sintió más ansioso por saber de los corintios, partió hacia Macedonia (2Co 2:13). Allí Pablo se encontró con Tito. Según una antigua tradición, Pablo escribió 2 Corintios desde Filipos.

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Bosquejo

I. Saludos y acción de gracias 2Co 1:1-11

II. Consolación: consuelo en el ministerio 2Co 1:12-24; 2Co 2:1-17; 2Co 3:1-18; 2Co 4:1-18; 2Co 5:1-21; 2Co 6:1-18; 2Co 7:1-16

A. La conducta de Pablo 2Co 1:12-24; 2Co 2:1-11

1. Explicación de pablo por no haber regresado 2Co 1:12-24; 2Co 2:1-5

2. Instrucción de Pablo sobre la persona disciplinada 2Co 2:6-11

B. Carácter del ministerio paulino del evangelio 2Co 2:12-17; 2Co 3:1-18; 2Co 4:1-18; 2Co 5:1-21; 2Co 6:1-10

1. Triunfo en el ministerio 2Co 2:12-17

2. Credenciales para el ministerio 2Co 3:1-3

3. Privilegio del ministerio 2Co 3:4-18

4. Honestidad en el ministerio 2Co 4:1-6

5. Presiones en el ministerio 2Co 4:7-15

6. Desaliento en el ministerio 2Co 4:16-18; 2Co 5:1-10

7. Motivaciones para el ministerio 2Co 5:11-21

8. Conducta en el ministerio 2Co 6:1-10

C. Llamado a los corintios 2Co 6:11-18; 2Co 7:1-4

1. Llamado por simpatía 2Co 6:11-13

2. Llamado a ser apartados para el Señor 2Co 6:14-18; 2Co 7:1

3. Segundo llamado por simpatía 2Co 7:2-4

D. Consuelo en el ministerio 2Co 7:5-16

1. La obediencia de los creyentes 2Co 7:5-12

2. El amor de los creyentes 2Co 7:13-16

III. La ofrenda: el ministerio de dar 2Co 8:1-24; 2Co 9:1-15

A. Arreglos para la ofrenda 2Co 8:1-24

B. Argumentos para la ofrenda 2Co 9:1-15

IV. Corrección: vindicación del ministerio de Pablo 2Co 10:1-18; 2Co 11:1-33; 2Co 12:1-21; 2Co 13:1-10

A. Posición de Pablo 2Co 10:1-18; 2Co 11:1-33; 2Co 12:1-18

1. Autoridad de Pablo 2Co 10:1-18

2. Pablo se gloría por su sustento 2Co 11:1-15

3. Pablo se gloría por su servicio 2Co 11:16-33

4. Pablo se gloría en su debilidad 2Co 12:1-10

B. El propósito de Pablo 2Co 12:11-21; 2Co 13:1-10

1. Ambición de Pablo: su servicio 2Co 12:11-18

2. Propósito de Pablo: la edificación de los corintios 2Co 12:19-21; 2Co 13:1-10

V. Amonestación, saludos personales, y bendición 2Co 13:11-14

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

La segunda epístola a los corintios se inicia a la manera de la mayoría de las cartas antiguas: Salutación, autor, destinatarios y saludos. El autor fue Pablo, apóstol. Su identificación con Jesucristo es especialmente importante en esta carta a causa de los falsos apóstoles (2Co 11:12-151Co 4:14-16) que le hacían oposición en Corinto y provocaban confusión en la iglesia.

Timoteo aparece como coautor. Este compañero de Pablo no se menciona en la introducción a 1 Corintios, presumiblemente porque a Timoteo se le envió a Corinto anteriormente (1Co 4:171Co 16:10). El hecho de aparecer aquí indica que ya se reunió con el apóstol, entregó su informe acerca de los problemas en Corinto y viajó con él a Macedonia. Pablo y Timoteo escribieron esta carta a la iglesia que está en Corinto y a todos los creyentes en Acaya, que en la actualidad es el sur de Grecia.

Gracia y paz a vosotros era el saludo normal de Pablo. Con esto expresa su oración de que los corintios gocen del favor de Dios y el gozo que resulta de mantener una relación adecuada con el Señor.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

Introducción a 2 Corintios

Bosquejo

Introducción (2Co 1:1-11)

I. Defensa de Pablo de la causa de la mayoría fiel (2Co 1:12-24; 2Co 2:1-17; 2Co 3:1-18; 2Co 4:1-18; 2Co 5:1-21; 2Co 6:1-18; 2Co 7:1-16)

A. Niega que él haya sido inconstante (2Co 1:12-22)

B. Explicación de su cambio de planes de viaje (2Co 1:23-24; 2Co 2:1-17)

C. Clarificación respecto al carácter de su ministerio (2Co 3:1-18; 2Co 4:1-18; 2Co 5:1-21; 2Co 6:1-10)

1. Al servicio de un nuevo pacto (2Co 3:1-18)

2. Al descubierto y en verdad (2Co 4:1-6)

3. Con sufrimiento personal (2Co 4:7-18; 2Co 5:1-10)

4. Con dedicación compasiva (2Co 5:11-21; 2Co 6:1-10)

D. Apelación a los corintios y su trato afectuoso de ellos (2Co 6:11-18; 2Co 7:1-16)

II. La ofrenda para los creyentes necesitados de Jerusalén (2Co 8:1-24; 2Co 9:1-15)

A. La gracia de la generosidad de los creyentes (2Co 8:1-15)

B. Tito encabeza la organización de la ofrenda (2Co 8:16-24)

C. Solicitud de una pronta respuesta (2Co 9:1-5)

D. Solicitud de una respuesta generosa (2Co 9:6-15)

III. Réplica de Pablo a la minoría rebelde (2Co 10:1-18; 2Co 11:1-33; 2Co 12:1-21; 2Co 13:1-10)

A. Respuesta a los cargos de cobardía y debilidad (2Co 10:1-18)

B. Autodefensa forzada de su apostolado (2Co 11:1-33; 2Co 12:1-18)

1. Se disculpa por el tono jactancioso (2Co 11:1-15)

2. Afirma que no es inferior a los judaizantes (2Co 11:16-33; 2Co 12:1-10)

3. Derecho legítimo al apostolado (2Co 12:11-18)

C. Anuncia la tercera visita como advertencia (2Co 12:19-21; 2Co 13:1-10)

1. Preocupación por los corintios (2Co 12:19-21)

2. Determinación de ser firme (2Co 13:1-10)

Conclusión (2Co 13:11-14)

Autor: Pablo

Tema : La gloria mediante el sufrimiento Fecha: 55-56 d.C.

Trasfondo

Pablo escribió esta epístola a la iglesia de Corinto y a los creyentes de Acaya (2Co 1:1) y menciona su nombre dos veces (2Co 1:1; 2Co 10:1). Después de fundar la iglesia de Corinto durante su segundo viaje misionero, Pablo y los corintios habían tenido comunicación frecuente debido a los problemas de la iglesia (véase introducción a 1 Corintios).

La secuencia de esos contactos y el escenario en que se escribió la Segunda Epístola a los Corintios son:

(1) Después de algunos contactos iniciales y correspondencia entre Pablo y la iglesia (e.g., 1Co 1:11; 1Co 5:9; 1Co 7:1), Pablo envió 1 Corintios desde Éfeso (primavera del 55 o del 56 d.C.).

(2) Luego Pablo hizo un viaje a través del mar Egeo a Corinto para tratar otros problemas de la iglesia. Esta visita entre 1 y 2Corintios (cf. 2Co 13:1-2) fue dolorosa para Pablo y la congregación (2Co 2:1-2).

(3) Después de esa visita, le llegaron informes a Pablo en Efeso que los antagonistas todavía lo atacaban a él y su autoridad apostólica en Corinto, con la esperanza de persuadir a una parte de la iglesia a rechazar a Pablo.

(4) En respuesta a ese informe, Pablo escribió 2 Corintios en Macedonia (otoño del 55 o del 56 d.C.).

(5) Poco después Pablo viajó a Corinto de nuevo (2Co 13:1), donde permaneció unos tres meses (cf. Hch 20:1-3 a), y allí escribió Romanos.

Propósito

Pablo dirigió esta epístola a tres clases de personas de Corinto. Escribió para

(1) alentar a la mayoría de Corinto que le seguía fiel como padre espiritual;

(2) desafiar y poner al descubierto a los falsos apóstoles que seguían hablando mal de él, con la esperanza de socavar su autoridad y apostolado y tergiversar su mensaje; y

(3) reprender a la minoría de la iglesia que estaban bajo la influencia de los adversarios de Pablo y resistían su autoridad y corrección. Pablo reafirmó su integridad y su autoridad apostólica, esclareció sus motivos y les advirtió contra más rebeldía. 2 Corintios sirvió para preparar a toda la iglesia para su visita inminente.

Visión panorámica

2 Corintios tiene tres divisiones principales:

(1) En los caps. 2Co 1:1-24; 2Co 2:1-17; 2Co 3:1-18; 2Co 4:1-18; 2Co 5:1-21; 2Co 6:1-18; 2Co 7:1-16 Pablo comienza dando gracias a Dios por su consuelo en medio de los sufrimientos por el evangelio, encomia a los corintios por disciplinar al que había cometido una falta grave, y defiende su integridad en el cambio de sus planes de viaje. En 2Co 3:1-18; 2Co 4:1-18; 2Co 5:1-21; 2Co 6:1-10 Pablo presenta la información más extensa del NT sobre el verdadero carácter del ministerio cristiano. Él subraya la importancia de la separación del mundo (2Co 6:11-18; 2Co 7:1) y expresa alegría al enterarse por medio de Tito del arrepentimiento de muchos de la iglesia de Corinto que se habían rebelado antes contra su autoridad (cap. 2Co 7:1-16).

(2) En los caps. 2Co 8:1-24 y 2Co 9:1-15, Pablo exhorta a los corintios a igualar la generosidad cristiana, de todo corazón, de los macedonios al contribuir a la ofrenda que él estaba recogiendo para los creyentes pobres de Jerusalén.

(3) El tono de la epístola cambia en los caps. 2Co 10:1-18; 2Co 11:1-33; 2Co 12:1-21; 2Co 13:1-14. Aquí Pablo defiende su apostolado al presentar su llamado, experiencia y sufrimientos como un verdadero apóstol. Con eso Pablo espera que los corintios reconozcan a los falsos apóstoles que hay entre ellos y eviten así más disciplina cuando llegue. Pablo concluye 2 Corintios con la única bendición trinitaria del NT (2Co 13:14).

Características especiales

Cuatro aspectos principales caracterizan esta epístola:

(1) Es la más autobiográfica de las epístolas de Pablo. Sus muchas referencias personales se hacen con humildad transparente, disculpa y aun vergüenza, pero por necesidad debido a la situación de Corinto.

(2) Sobrepasa a todas las otras epístolas de Pablo en la revelación de la intensidad y la profundidad del amor y del interés de Pablo por sus hijos espirituales.

(3) Contiene la más completa teología del NT sobre el sufrimiento de los creyentes (2Co 1:3-11; 2Co 4:7-18; 2Co 6:3-10; 2Co 11:23-30; 2Co 12:1-10) y las ofrendas (caps. 2Co 8:1-24 y 2Co 9:1-15).

(4) Las palabras clave como debilidad, aflicción, lágrimas, peligro, angustia, sufrimiento, consuelo, presunción, verdad, ministerio y gloria, recalcan el carácter extraordinario de esta epístola.

Tablas

LA OBRA DEL ESPÍRITU SANTO

A. El Espíritu Santo con relación a la creación y a la revelación
OBRA REFERENCIAS
1. Estuvo activo en la creación Gén 1:2; Job 33:4
2. Imparte vida a las criaturas de Dios Gén 2:7; Job 33:4; Sal 104:30
3. Inspiró a los profetas y a los apóstoles Núm 11:29; Isa 59:21; Miq 3:8; Zac 7:12; 2Ti 3:16; 2Pe 1:21
4. Habla mediante la Palabra 2Sa 23:1-2; Hch 1:16-20; Efe 6:17; Heb 3:7-11; Heb 9:8; Heb 10:15
B. El Espíritu Santo con relación a Jesucristo
OBRA REFERENCIAS
1. Jesús fue concebido en María por el Espíritu Mat 1:18; Mat 1:20-23; Luc 1:34-35
2. Fue lleno del Espíritu Mat 3:16-17; Mar 1:12-13; Luc 3:21-22; Luc 4:1
3. Predicó en el Espíritu Isa 11:2-4; Isa 61:1-2; Luc 4:16-27
4. Hizo milagros mediante el poder del Espíritu Isa 61:1; Mat 12:28; Luc 11:20; Hch 10:38
5. Bautizará a los creyentes en el Espíritu Santo Mat 3:11; Mar 1:8; Luc 3:16; Jua 1:33; Hch 1:4-5; Hch 11:16
6. Promete el Espíritu Santo como el Consolador Jua 14:16-18; Jua 14:25-26; Jua 15:26-27; Jua 16:7-15
7. Promete que el ministerio del Espíritu Santo fluirá a los creyentes Jua 7:37-39
8. Es revelado por el Espíritu a los creyentes Jua 16:13-15
9. Se entregó en la cruz por medio del Espíritu Heb 9:14
10. Fue resucitado por el Espíritu Rom 1:3-4; Rom 8:11
11. Recibió del Padre el Espíritu Jua 16:5-14; Hch 2:33
12. Derramó el Espíritu sobre los creyentes Hch 2:33; Hch 2:38-39
13. Es glorificado por el Espíritu Jua 16:13-14
14. El Espíritu ora por su regreso Apo 22:17
C. El Espíritu Santo con relación a la iglesia
OBRA REFERENCIAS
1. Vive en la iglesia como su templo 1Co 3:16; Efe 2:22; cf. Hag 2:5
2. Se derrama como lluvia sobre la iglesia Hch 1:5; Hch 2:1-4; Hch 2:16-21; cf. Isa 32:15; Isa 44:3; Ose 6:3; Joe 2:23-32
3. Lc habla a la iglesia Apo 2:7; Apo 2:11; Apo 2:17; Apo 2:27; Apo 3:6; Apo 3:13; Apo 3:22
4. Crea la comunión en la iglesia 2Co 13:14; Flp 2:1
5. Une a la iglesia 1Co 12:13; Efe 4:4
6. Da dones a la iglesia Rom 12:6-8; Efe 4:11; véase el diagrama LOS DONES DEL ESPÍRITU SANTO, p. 1605
7. Fortalece a la iglesia con manifestaciones sobrenaturales Hch 4:30-33; 1Co 12:7-13; 1Co 14:1-33
8. Nombra dirigentes para la iglesia Hch 20:28; Efe 4:11; véase el diagrama LOS DONES DEL ESPÍRITU SANTO, p. 1605
9. Obra por medio de personas llenas del Espíritu Hch 6:3; Hch 6:5; Hch 6:8; Hch 8:6-12; Hch 15:28; Hch 15:32; cf. Núm 27:18; Jue 6:34; 1Sa 16:13; Zac 4:6
10. Da poder a los predicadores 1Co 2:4
11. Comisiona al pueblo de Dios Hch 13:2-4
12. Dirige la obra misionera Hch 8:29; Hch 8:39; Hch 16:6-7; Hch 20:23
13. Protege a la iglesia contra el error 2Ti 1:14
14. Advierte a la iglesia contra la apostasía 1Ti 4:1; cf. Neh 9:30
15. Prepara a la iglesia para la lucha espiritual Efe 6:10-18
16. Glorifica a Cristo Jua 16:13-15
17. Promueve la justicia Rom 14:17; Efe 2:21-22; Efe 3:16-21; 1Ts 4:7-8
D. El Espíritu Santo con relación a los creyentes
OBRA REFERENCIAS
1. Vive en cada creyente Rom 8:11; 1Co 6:15-20; 2Co 3:3; Efe 1:13; Heb 6:4; 1Jn 3:24; 1Jn 4:13
2. Convence de culpa en cuanto a pecado Jua 16:7-11; Hch 2:37
3. Regenera Jua 3:5-6; Jua 14:17; Jua 20:22; Rom 8:9; 2Co 3:6; Tit 3:5
4. Imparte el amor de Dios Rom 5:5
5. Da a conocer a Dios como Padre Rom 8:14-16; Gál 4:6
6. Capacita al creyente para llamar a Jesús «Señor» 1Co 12:3
7. Revela a Cristo Jua 15:26; Jua 16:14-15; 1Co 2:10-11
8. Revela la verdad de Dios Neh 9:20; Jua 14:16-17; Jua 14:26; Jua 16:13-14; 1Co 2:9-16
9. Capacita para distinguir entre la verdad y el error 1Jn 4:1-3
10. Incorpora a los creyentes a la iglesia 1Co 12:13
11. Es dado a todo el que lo pide Luc 11:13
12. Bautiza al creyente para que forme parte del cuerpo de Cristo 1Co 12:13
13. Es Aquel en el cual Cristo bautiza Mat 3:11; Mar 1:8; Luc 3:16; Jua 1:33; Hch 1:4-5; Hch 11:16
14. Llena a los creyentes Luc 1:15; Luc 1:41; Luc 1:67; Hch 2:4; Hch 4:8; Hch 4:31; Hch 6:3-5; Hch 7:55; Hch 11:24; Hch 13:9; Hch 13:52; Efe 5:18; cf. Éxo 31:3; Jue 14:19; 1Sa 10:10
15. Da poder y valor para testificar Luc 1:15-17; Luc 24:47-49; Hch 1:8; Hch 4:31; Hch 6:9-10; Hch 19:6; Rom 9:1-3
16. Da dones especiales Mar 16:17-18; 1Co 1:7; 1Co 12:7-11; 1Pe 4:10-11; véase el diagrama

LOS DONES DEL ESPÍRITU SANTO, p. 1605

17. Da visiones y profecías Joe 2:28-29; Hch 2:17-18; Hch 10:9-22; 1Co 14:1-5; 1Co 14:21-25
18. Desarrolla su fruto en los creyentes Rom 14:17; 1Co 13:1-13; Gál 5:22-23; 1Ts 1:6
19. Da el poder para vivir en santidad Sal 51:10-12; Sal 143:10; Eze 11:19-20; Eze 37:26;

Rom 8:4-10; Rom 15:16; Gál 5:16-18; Gál 5:25; Flp 2:12-13; 2Ts 2:13; 1Pe 1:2.

20. Libera del poder del pecado Rom 8:2; Efe 3:16
21. Da el poder para atacar a Satanás con la Palabra Efe 6:17
22. Da el poder para hablar en momentos difíciles Mat 10:17-20; Mar 13:11; Luc 12:11-12
23. Da consuelo y ánimo Jua 14:17-18; Jua 14:26-27; Hch 9:31
24. Ayuda en la oración Hch 4:23-24; Rom 8:26; Efe 6:18; Jud 1:20
25. Da al creyente la capacidad para adorar Jua 4:23-24; Hch 10:46; Efe 5:18-19; Flp 3:3
26. Se entristece por causa del pecado del creyente Gén 6:3; Efe 4:30; cf. Mat 12:31-32
27. Es la promesa de la redención final 2Co 1:22; 2Co 5:5; Efe 1:13-14
28. Hace que el creyente anhele el regreso de Cristo Rom 8:23; Apo 22:20
29. Da vida al cuerpo mortal Rom 8:11
E. El Espíritu santo con relación a los pecadores
1. Convence de culpa en cuanto a pecado, justicia y juicio Jua 16:7-11
2. Comisiona a los creyentes para que proclamen el evangelio a los incrédulos Hch 1:8; Hch 2:17; Hch 2:21; Hch 4:31; Hch 11:12-18; Hch 13:1-4
3. Revela la verdad salvadora del evangelio Luc 4:18-19; Jua 15:26-27; Hch 4:8; Hch 11:15-18; Hch 14:3; 1Co 2:4; 1Co 2:12; 1Ts 1:5

Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena

Introducción, 1:1-1:1.

Salado epistolar, 1:1-2.
1 Pablo, por la voluntad de Dios apóstol de Jesucristo, y el hermano Timoteo, a la iglesia de Dios en Corinto, con todos los santos de toda la Acaya: 2 sea con vosotros la gracia y la paz de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.

Es el saludo corriente en las cartas de San Pablo, cuyas expresiones más características ya examinamos al comentar Rom y 1 Cor.
El nombre de Timoteo, unido al de Pablo, era bien conocido en Corinto. Era uno de los más íntimos colaboradores del Apóstol, y le había acompañado en la evangelización de la ciudad (cf. 1:19; Hec 18:5). No hacía aún mucho había visitado Corinto (cf. 1Co 4:17; Hec 16:10); pero se ve que ahora se encontraba en Macedonia, que es desde donde San Pablo escribe la carta.
La carta va dirigida no sólo a la iglesia de Corinto, sino también a los fieles de “toda la Acaya,” es decir, a los grupos cristianos que, con centro en Corinto, la capital, se habían ido formando en toda la provincia. Indirectamente al menos, todos esos grupos eran también fundación de Pablo.

Acción de gracias,Hec 1:3-11.
3 Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de las misericordias y Dios de todo consuelo, 4 que nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos consolar nosotros a todos los atribulados con el consuelo con que nosotros mismos somos consolados por Dios. 5 Porque, así como abundan en nosotros los padecimientos de Cristo, así por Cristo abunda nuestra consolación. 6 Pues si somos atribulados, es para vuestro consuelo y salud; si somos consolados, es por vuestro consuelo, que se muestra eficaz en la tolerancia de los mismos trabajos que nosotros padecemos; 7 y es firme nuestra esperanza en vosotros, sabiendo que así como participáis en nuestros padecimientos, así también participaréis en los consuelos. 8 No queremos, hermanos, que ignoréis la tribulación que nos sobrevino en Asia, pues fue muy sobre nuestras fuerzas, tanto que desesperábamos ya de salir con vida. 9 Aún más, temimos como cierta la sentencia de muerte, para que no confiásemos en nosotros mismos, sino en Dios, que resucita a los muertos, 10 que nos sacó de tan mortal peligro y nos sacará. En El tenemos puesta la esperanza de que seguirá sacándonos, n cooperando vosotros con la oración a favor nuestro, a fin de que la gracia que por las plegarias de muchos se nos concedió sea de muchos agradecida por nosotros.

San Pablo, antes de entrar en materia, antepone la acostumbrada acción de gracias a Dios. El motivo, más que los beneficios concedidos a los destinatarios, que es el habitual de otras cartas (cf. Rom 1:8; 1Co 1:4; Flp 1:3; Col 1:3; 1Te 1:2), son aquí los consuelos con que Dios le favorece en medio de tantas tribulaciones, para que él a su vez pueda consolar a los corintios (v.3-7). A su mente acude sobre todo la idea de una gravísima “tribulación” reciente, de la que le libró el Señor y confía que le seguirá librando, para lo que pide la ayuda de las oraciones de los corintios (v.8-11).
La fórmula “bendito sea el Dios.” (v.3; cf. Efe 1:3), distinta de la que el Apóstol suele emplear en otras cartas (cf. Rom 1:8; 1Co 1:4), es muy corriente en el Antiguo Testamento (cf. Gen 9:26; Gen 24:27; 1Sa 25:39; 1Re 1:48). Ni debe extrañarnos la expresión “Dios. de Jesucristo” (v.3), pues el mismo Salvador llamó al Padre con ese nombre (Jua 20:17; cf. 1Co 8:6). Es en Dios Padre, primera persona de la Santísima Trinidad, donde el Apóstol coloca el origen o raíz de toda consolación, la cual debemos a su misericordia: “Padre de las misericordias y Dios de todo consuelo” (v.3).
Cuando el Apóstol habla de que Dios “nos consuela.” (v.4), ese pronombre “nos,” aunque es plural, está refiriéndose, en este contexto, directamente a él, Pablo, cuyos padecimientos y cuyos consuelos quiere hacer resaltar. Claro que sus afirmaciones (v.4-7) valdrían igual respecto de los padecimientos y consuelos de los otros predicadores evangélicos. La idea que aquí quiere inculcar, en sustancia, es la misma que había expresado ya en 1Co 3:22, es, a saber, que todo cuanto sucede a los apóstoles o en torno a ellos, de triste o de alegre, está ordenado al bien de los fieles. A esas tribulaciones, soportadas por motivos de apostolado (cf. 4:8-18), llama San Pablo “padecimientos de Cristo” (v.5), bien porque se sufren a imitación de Cristo, bien porque son como continuación de los que Cristo, nuestra cabeza, comenzó a sufrir en el desempeño de su función redentora (cf. Gal 6:17; Flp 3:10; Col 1:24). El cristiano entra por el bautismo en las dos fases de la vida de Cristo, vida de sufrimiento y vida de gloria, como luego dirá el mismo San Pablo (Col 4:10; cf. Rom 6:3-11). Los apóstoles son como intermediarios, a través de los cuales Dios ha determinado “consolar y salvar” a los fieles (v.6). San Pablo no explica en qué forma se realiza ese influjo “consolatorio” del Apóstol en los fieles; pero se ve claro, atendido el conjunto del pasaje, que, aparte el influjo externo con el ejemplo y con la predicación, en el fondo del pensamiento paulino late la doctrina de la comunión de los santos, que es la que hace posible el intercambio de bienes entre uno y otros. De ahí que pida a los corintios que le ayuden con sus oraciones (v.11); mientras que él, a su vez, hace llegar a ellos la fuerza divina para soportar con constancia “los mismos trabajos que él padece” (v.6). No creemos que haya aquí alusión a pruebas particulares de la comunidad de Corinto, sino simplemente a las generales inherentes a la vida cristiana (cf. 1Co 15:19; 1Te 3:3; 2Ti 3:12; Hec 14:22; Jua 15:20). San Pablo manifiesta su firme esperanza en los corintios, sabiendo que, al igual que participan de sus trabajos, participarán también de sus consuelos (v.7). Son las dos fases de la vida del cristiano, ambas esenciales, que fueron también de la de Cristo: vida de sufrimiento y vida de gloria. Sin unirnos a Cristo paciente, no podremos unirnos a Cristo glorioso (cf. Rom 6:3-11).
A continuación, el Apóstol alude a una gravísima “tribulación” () que le sobrevino en Asia, tan grave que daba ya por cierta su muerte; cosa, dice, que Dios permitió para que no confiase en mí mismo, sino en El, cuyo poder es capaz incluso de resucitar de la muerte (v.8-9). No sabemos cuál fuera esa “tribulación” tan grave de la que el Apóstol manifiesta a los corintios que Dios le libró y confía que le seguirá librando en adelante, cooperando ellos con sus oraciones (v.10-11). La opinión más corriente entre los expositores es la de que se trata de las graves persecuciones que hubo de sufrir en Efeso y que culminaron en el alboroto promovido por el platero Demetrio (cf. Hec 19:23-31). Sin embargo, otros autores, como el P. Alio, creen que el Apóstol alude a algún recrudecimiento de la enfermedad crónica a que se referirá luego en 12:7-9, y que, probablemente, es la misma de que habla en Gal 4:13-14. Las palabras del Apóstol, cuando dice que confía en que Dios “le seguirá librando de tan mortal peligro” (v.10), parecen favorecer esta última interpretación; con todo, pueden también entenderse de los peligros inherentes, en general, al ministerio apostólico. Creemos que no es posible, por falta de datos, responder taxativamente a esta cuestión.
Es muy digna de notarse la importancia que San Pablo concede a la oración de unos por otros, que solicita de los corintios: las oraciones de muchos, al ser escuchadas, aunque sean sólo a favor de uno, terminan en abundancia de acciones de gracias (v.11).

I. Apología de Pablo y de su Apostolado, 1:12-7:16.

No hay doblez en lo que enseña, 1:12-14.
12 Pues ésta es nuestra gloria, el testimonio de nuestra conciencia. Que no en sabiduría carnal, sino en la santidad y sinceridad de Dios, en la gracia de Dios, hemos vivido en el mundo, y más especialmente entre vosotros. 13 No os escribimos sino lo que leéis y conocéis, y espero que hasta el fin lo conoceréis, 14 así como nos habéis ya en parte conocido que somos vuestra gloria, como sois vosotros la nuestra, en el día de nuestro Señor Jesucristo.

Después del saludo y acción de gracias (1:1-11), San Pablo entra en materia. La primera parte de su carta (1:12-7:16) estará dedicada a justificar su conducta respecto de la iglesia de Corinto, deshaciendo las calumnias que contra él habían propalado sus adversarios.
En la presente narración (1:12-14), que sirve como de pórtico a su defensa, asegura a los corintios la absoluta lealtad con que siempre ha procedido, sin disimulo ni doblez de ninguna clase, lo mismo en su actuación (v.12) que cuando escribe (v.13). Los autores antiguos solían interpretar ese “escribimos” (γράφομεν ) del v.13, como alusivo a la presente carta; sin embargo, parece claro, dado el contexto, que San Pablo está refiriéndose a cartas anteriores a la presente, que algunos debían comentar desfavorablemente cual si contuviesen no sé qué ideas recónditas o insinuaciones entre líneas. Añade el Apóstol que esa su lealtad era ya reconocida por los corintios “en parte” (οστό μέρους ), confiando en que lo fuese “hasta el fin” (έως τέλους ) en el futuro (v.13-14). No está claro qué quiera significar con las expresiones “en parte” y “hasta el fin,” que ciertamente parecen estar en contraposición. Lo más probable es que se refiera, no a que entre los corintios han reconocido su recto modo de proceder solamente algunos, no todos, sino a que ese conocimiento que tienen de él, del que le ha informado Tito (cf. 7:7), todavía no es total, y conviene que lo lleven hasta el fin, como espera que sucederá pronto (cf. 6:11-13).
La alusión a la parusía o “día del Señor” (v.14) es corriente en las cartas del Apóstol (cf. 1Co 1:7-8; Rom 13:11-14). Es entonces cuando todo quedará al descubierto, y los corintios podrán gloriarse de Pablo como de su genuino maestro y predicador, y Pablo a su vez podrá gloriarse de los corintios.

Por qué no ha ido a Corinto,Rom 1:15-24.
15 En esta confianza quise ir primero a veros, para que tuvieseis una segunda gracia, 16 y pasando por vosotros ir a Macedonia, y de nuevo desde Macedonia volver por ahí y ser por vosotros encaminado hacia Judea. 17 Al proponerme esto, ¿obré a la ligera? O lo que yo me he propuesto, ¿me lo propuse llevado de sentimientos humanos, de manera que haya en mí sí y no? 18 Dios me es fiel testigo de que nuestra palabra con vosotros no es sí y no.19 Porque el Hijo de Dios, Cristo Jesús, que os hemos predicado, yo, Silvano y Timoteo, no ha sido sí y no, antes ha sido sí. 2° Cuantas promesas hay de Dios, son en El sí; y por El decimos amén para gloria de Dios en nosotros. 21 Es Dios quien a nosotros y a vosotros nos confirma en Cristo, nos ha ungido, 22 nos ha sellado y ha depositado las arras del Espíritu en nuestros corazones. 23 Pongo a Dios por testigo sobre mi alma de que por amor vuestro no he ido todavía a Corinto. 24 No porque pretendamos dominar sobre vuestra fe, sino porque queremos contribuir a vuestro gozo, pues en la fe os mantenéis firmes.

Alude aquí el Apóstol a un proyectado viaje a Corinto que luego no realizó, siendo ello causa de que algunos le acusaran de hombre inconstante y falto de palabra, un juguete del sí y del no. El Apóstol trata de defenderse, y da la razón de por qué no realizó ese viaje.
El viaje proyectado (v. 15-16) presenta un itinerario distinto del de 1Co 16:5-6, donde se preveía la visita primero a Macedonia y luego a Corinto, mientras que aquí se prevé primero la visita a Corinto y luego a Macedonia, volviendo de allí a Corinto, para, finalmente, dirigirse a Judea. ¿Cuándo había prometido el Apóstol a los corintios hacer ese viaje? Tenemos que movernos entre conjeturas. Lo más probable es que fuera a raíz de la rápida visita que les hizo entre la primera y la segunda carta, como ya explicamos poco ha en la introducción a esta segunda. El Apóstol habla de “segunda gracia” (v.15), pues con ese nuevo viaje repetía la prueba de estima y afecto hacia los corintios, con la consiguiente efusión de gracias divinas que sus visitas apostólicas llevaban consigo.
El que prometiera esa visita y luego no la realizara, no es, dice el Apóstol, porque obrara a la ligera o se dejara llevar de “sentimientos humanos,” mirando a la propia comodidad (v.17). Y con una especie de juramento, invocando la fidelidad de Dios, protesta de haber siempre obrado con constancia y lealtad (ν . 18); cosa, añade, que es simple consecuencia de que predicamos a Cristo, y Cristo no ha sido “sí y no,” sino que en El todo es “sí” (v. 19-20). Esas “promesas divinas” de que habla el Apóstol (v.20), son las promesas mesiánicas, que se han cumplido en Cristo y deben hacer felices a los hombres (cf. 7:1; Rom 9:4; Rom 15:8; Gal 3:16; Heb 6:12); gracias a El, estamos seguros de haberse ya cumplido y pronunciamos el litúrgico “amén” (=asi es) al final de las oraciones públicas (cf. 1Co 14:16), adhiriéndonos a ellas firmemente por la fe, para gloria de Dios. El “Silvano” aludido en el v.19 es el “Silas” de los Hechos, que había acompañado al Apóstol en la evangelización de Corinto (cf. Hec 18:5).
Todavía no se contenta San Pablo con lo dicho. Recalcando la misma idea de constancia y lealtad, afirma que es Dios mismo quien “a él y a los corintios los mantiene firmes en Cristo” (v.21). ¿Cómo y cuándo les ha concedido Dios esa firmeza en la fe? El Apóstol responde con tres imágenes, hoy familiares en el vocabulario cristiano: “nos ha ungido., sellado., dado las arras del Espíritu” (v.22). Parece claro que alude aquí el Apóstol, no precisamente a la vocación al apostolado, como fue opinión común entre los expositores antiguos, sino más bien al sacramento del bautismo, y probablemente también al de la confirmación, dos sacramentos íntimamente relacionados (cf. Hec 2:38; Hec 8:17-18). Lo de “ungidos” sería un eco del nombre mismo de “Cristo,” palabra griega que equivale a Ungido (cf. Hec 4:26-27), y significaría la unción espiritual que recibimos en el bautismo mediante la gracia, quedando incorporados a Cristo y constituidos hijos de Dios y herederos del cielo (cf. Rom 6:4; Rom 8:17). Por esa nuestra incorporación a Cristo quedamos como “sellados,” es decir, marcados con el distintivo de que somos propiedad de otro y ya no nos pertenecemos (cf. 1Co 1:13; 1Co 3:23). En cuanto a “las arras del Espíritu” que Dios pone en nuestros corazones, podría ser también una alusión al bautismo, donde ciertamente se nos concede el Espíritu; pero juzgamos más probable que haya una alusión a la confirmación (cf. 1Co 12:13), que incluso quizás late ya antes en la palabra “sellados” (cf. Efe 1:13-14). El término “arras” (άρραβών ) indica que la presencia del Espíritu en los cristianos es como un anticipo o primera entrega de la vida bienaventurada futura.
Por fin, San Pablo da la razón de por qué abandonó su proyectada visita a los corintios. Dice, y lo afirma con juramento, que fue “por miramiento” a ellos (v.23); o, como declara más poco después, para no tener que volver “en tristeza” (Efe 2:1). Alude aquí el Apóstol a su rápida y todavía reciente visita, llena de tan amargos recuerdos. Por misericordia hacia ellos no quiso hacer otra igual, pues se habría visto obligado a tener que tomar severas medidas. Y que sepan que “no pretende dominar sobre su fe,” imponiéndola por la fuerza, como tratan de hacer algunos pseudoapóstoles (cf. 11:20), sino sólo y únicamente ayudarles a conseguir esa alegría que es consecuencia de la fe, en la que ellos se mantienen firmes (v.24; cf. Rom 15:13; Gal 5:22; Flp 1:25).

Fuente: Biblia Comentada

La Segunda Epístola de Pablo a los Corintios

Título

Esta es la segunda epístola del NT que el apóstol Pablo escribió a los cristianos en la ciudad de Corinto (vea la Introducción a Primera Corintios).

Autor y fecha

El hecho de que el apóstol Pablo escribió Segunda Corintios no es cuestionado; la falta de cualquier motivo para que un farsante escribiera esta altamente personal y biográfica epístola, ha llevado aún a los eruditos más críticos a afirmar a Pablo como su autor.

Varias consideraciones establecen una fecha pertinente para la escritura de esta carta. Fuentes extrabíblicas indican que julio 51 d.C. es la fecha más probable para el inicio del proconsulado de Galión (cp. Hch 18:12). El juicio de Pablo ante él en Corinto (Hch 18:12-17) probablemente se llevó a cabo poco tiempo después de que Galión asumiera la posición. Dejando Corinto (probablemente en el 52 d.C.), Pablo navegó a Palestina (Hch 18:18), y de esta manera concluyó su segundo viaje misionero. Regresando a Éfeso en su tercer viaje misionero (probablemente en el 52 d.C.), Pablo ministró ahí por unos dos y medio años (Hch 19:8; Hch 19:10). El apóstol escribió 1 Corintios desde Éfeso hacia el término de ese período (1Co 16:8), con mucha probabilidad en el 55 d.C. Debido a que Pablo pensó quedarse en Éfeso hasta la siguiente primavera (cp. la referencia a Pentecostés en 1Co 16:8), y 2 de Corintios fue escrita después de que dejó Éfeso (vea el Contexto histórico), la fecha más probable para 2 de Corintios es a finales del 55 o a principios del 56 d.C.

Contexto histórico

La asociación de Pablo con la importante ciudad comercial de Corinto (vea la Introducción a 1 Corintios: Título) comenzó en su segundo viaje misionero (Hch 18:1-18), cuando él pasó dieciocho meses (Hch 18:11) ministrando ahí. Después de dejar Corinto, Pablo oyó de inmoralidad en la iglesia corintia y escribió una carta (desde ese entonces perdida) para confrontar ese pecado, a la cual se hace referencia en 1Co 5:9. Durante su ministerio en Éfeso, él recibió más reportes de problemas en la iglesia corintia en la forma de divisiones entre ellos (1Co 1:11). Además, los corintios le escribieron a Pablo una carta (1Co 7:1) pidiéndole aclaración en algunos asuntos. Pablo respondió escribiendo la carta conocida como 1 de Corintios. Planificando permanecer en Éfeso por un poco más de tiempo (1Co 16:8-9), Pablo envió a Timoteo hacia Corinto (1Co 4:17; 1Co 16:10-11). Noticias molestas llegaron al apóstol (posiblemente de Timoteo) de más dificultades en Corinto, incluyendo la llegada de los falsos apóstoles autoestilizados (2Co 11:13; vea la nota sobre el 2Co 11:4).

Para crear la plataforma para enseñar su falso evangelio, comenzaron atacando la persona de Pablo. Tenían que convencer a las personas de que se volvieran de Pablo si es que iban a tener éxito en predicar doctrina de demonios. Dejando temporalmente la obra en Éfeso, Pablo fue inmediatamente a Corinto. La visita (conocida como «la visita dolorosa», 2Co 2:1) no tuvo éxito desde la perspectiva de Pablo; alguien en la iglesia corintia (posiblemente uno de los falsos apóstoles) aún abiertamente lo insultó (2Co 2:5-8; 2Co 2:10; 2Co 7:12). Entristecido por la falta de lealtad para defenderlo por parte de los corintios, buscando librarlos de más reprensión (cp. 2Co 1:23), y quizás esperando que el tiempo los hiciera volver en sí, Pablo regresó a Éfeso. Desde Éfeso, Pablo escribió lo que se conoce como la «carta severa» (2Co 2:4) y la envió con Tito a Corinto (2Co 7:5-16). Dejando Éfeso después de la revuelta iniciada por Demetrio (Hch 19:23-41; Hch 20:1), Pablo fue a Troas para reunirse con Tito (2Co 2:12-13). Pero Pablo estaba tan ansioso de escuchar noticias de como los corintios habían respondido a la «carta severa» que no podía ministrar ahí aunque el Señor le había abierto la puerta (2Co 2:12; cp. 2Co 7:5). Entonces partió para Macedonia para buscar a Tito (2Co 2:13). Para el inmenso alivio y gozo de Pablo, Tito lo recibió con las noticias de que la mayoría de los corintios se habían arrepentido de su rebelión en contra de Pablo (2Co 7:7). Siendo lo suficientemente sabio como para saber que algunas actitudes rebeldes aún se encontraban latentes bajo la superficie, y podrían volver a estallar, Pablo escribió (posiblemente desde Filipos, cp. 2Co 11:9 con Flp 4:15; también, algunos de los primeros manuscritos enlistan a Filipos como el lugar en donde se escribió) a los Corintios la carta llamada 2 de Corintios. En esta carta, aunque el apóstol expresó su alivio y gozo por su arrepentimiento (2Co 7:8-16), su principal preocupación fue defender su apostolado (caps. 2Co 1:1-24; 2Co 2:1-17; 2Co 3:1-18; 2Co 4:1-18; 2Co 5:1-21; 2Co 6:1-18; 2Co 7:1-16), exhortar a los corintios a reiniciar las preparaciones de la colecta para los pobres en Jerusalén (caps. 2Co 8:1-24; 2Co 9:1-15), y confrontar a los falsos apóstoles de frente (caps. 2Co 10:1-18; 2Co 11:1-33; 2Co 12:1-21; 2Co 13:1-14). Él entonces fue a Corinto, como había escrito (2Co 12:14; 2Co 13:1-2). La participación de los corintios en la ofrenda de Jerusalén (Rom 15:26) implica que la tercera visita de Pablo a esa iglesia tuvo éxito.

Temas históricos y teológicos

Segunda Corintios complementa el registro histórico del trato de Pablo con la iglesia corintia registrado en Hechos y en 1 Corintios. También contiene información biográfica importante de Pablo a lo largo de la epístola.

Aunque es una carta intensamente personal, escrita por el apóstol en medio de la batalla en contra de aquellos que estaban atacando su credibilidad, 2 Corintios contiene varios temas teológicos importantes. Muestra a Dios el Padre como un consolador misericordioso (2Co 1:3; 2Co 7:6), el Creador (2Co 4:6), el que resucitó a Jesús de los muertos (2Co 4:14; cp. 2Co 13:4), y quien también resucitará a los creyentes (2Co 1:9). Jesucristo es el que sufrió (2Co 1:5), quien cumplió las promesas de Dios (2Co 1:20), quien fue el Señor proclamado (2Co 4:5), quien manifestó la gloria de Dios (2Co 4:6), y el que en su encarnación se volvió pobre por los creyentes (2Co 8:9; cp. Flp 2:5-8). La carta muestra al Espíritu Santo como Dios (2Co 3:17-18) y la garantía de la salvación de los creyentes (2Co 1:22; 2Co 5:5). Satanás es identificado como el «dios de este siglo» (2Co 4:4; cp. 1Jn 5:19), un engañador (2Co 11:14), y el líder de los engañadores humanos y angélicos (2Co 11:15). Los últimos tiempos incluyen tanto la glorificación del creyente (2Co 4:16-18; 2Co 5:1-8) como su juicio (2Co 5:10). La verdad gloriosa de la soberanía de Dios en la salvación es el tema del 2Co 5:14-21, mientras que el 2Co 7:9-10 establece la respuesta del hombre a la oferta de salvación de Dios, arrepentimiento genuino. Segunda Corintios también presenta el resumen más claro, más conciso en toda las Escrituras de la expiación sustituta de Cristo (2Co 5:21; cp. Isa 53:1-12) y define la misión de la iglesia de proclamar la reconciliación (2Co 5:18-20). Finalmente, la naturaleza del nuevo pacto recibe su exposición más completa fuera de la carta a los hebreos (2Co 3:6-16).

Retos de interpretación

El principal reto que confronta al intérprete es la relación de los caps. 2Co 10:1-18; 2Co 11:1-33; 2Co 12:1-21; 2Co 13:1-14 con los caps. 2Co 1:1-24; 2Co 2:1-17; 2Co 3:1-18; 2Co 4:1-18; 2Co 5:1-21; 2Co 6:1-18; 2Co 7:1-16; 2Co 8:1-24; 2Co 9:1-15 (vea la nota sobre el 2Co 10:1-18; 2Co 11:1-33; 2Co 12:1-21; 2Co 13:1-14). La identidad de los oponentes de Pablo en Corinto ha producido varias interpretaciones, como también la identidad del hermano que acompañó a Tito a Corinto (2Co 8:18; 2Co 8:22). Sea que el ofensor mencionado en el 2Co 2:5-8 es el hombre incestuoso de 1Co 5:1-13 también es incierto. Es difícil explicar la visión de Pablo (2Co 12:1-5) e identificar específicamente su «aguijón en la carne», el «mensajero de Satanás [enviado para abofetearlo]» (2Co 12:7). Estos y otros problemas de interpretación serán explicados en las notas de los pasajes apropiados.

Bosquejo

I) El Saludo de Pablo (2Co 1:1-11)

II) El ministerio de Pablo (2Co 1:12-24; 2Co 2:1-17; 2Co 3:1-18; 2Co 4:1-18; 2Co 5:1-21; 2Co 6:1-18; 2Co 7:1-16)

A) Los planes de Pablo (2Co 1:12-24; 2Co 2:1-4)

B) El castigo del ofensor (2Co 2:5-11)

C) La ausencia de Tito (2Co 2:12-13)

D) La naturaleza del ministerio (2Co 2:14-17; 2Co 3:1-18; 2Co 4:1-18; 2Co 5:1-21; 2Co 6:1-10)

1. El triunfo del ministerio (2Co 2:14-17)

2. La felicitación del ministerio (2Co 3:1-6)

3. La base del ministerio (2Co 3:7-18)

4. El tema del ministerio (2Co 4:1-7)

5. Las pruebas del ministerio (2Co 4:8-18)

6. La motivación del ministerio (2Co 5:1-10)

7. El mensaje del ministerio (2Co 5:11-21)

8. La conducta del ministerio (2Co 6:1-10)

E) Los corintios exhortados (2Co 6:11-18; 2Co 7:1-16)

1. A abrir el corazón de cada uno de ellos Pablo (2Co 6:11-13)

2. A separarse a sí mismos de los incrédulos (2Co 6:14-18; 2Co 7:1)

3. A estar seguros del amor de Pablo (2Co 7:2-16)

III) La colecta de Pablo (2Co 8:1-24; 2Co 9:1-15)

A) Los patrones de la ofrenda (2Co 8:1-9)

1. Los macedonios (2Co 8:1-7)

2. Jesucristo (2Co 8:8-9)

B) El propósito de la ofrenda (2Co 8:10-15)

C) Los procedimientos de la ofrenda (2Co 8:16-24; 2Co 9:1-5)

D) La promesa de la ofrenda (2Co 9:6-15)

IV) El apostolado de Pablo (2Co 10:1-18; 2Co 11:1-33; 2Co 12:1-13)

A) Autoridad apostólica (2Co 10:1-18)

B) Conducta apostólica (2Co 11:1-15)

C) Sufrimiento apostólico (2Co 11:16-33)

D) Credenciales apostólicas (2Co 12:1-13)

V) La visita de Pablo (2Co 12:14-21; 2Co 13:1-14)

A) La carencia de egoísmo de Pablo (2Co 12:14-18)

B) Las advertencias de Pablo (2Co 12:19-21; 2Co 13:1-10)

C) La bendición de Pablo (2Co 13:11-14)

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

apóstol. Esto se refiere a la posición oficial de Pablo como un mensajero enviado por Cristo (vea la nota sobre Rom 1:1; vea la Introducción a Primera Corintios: Autor y fecha). por la voluntad de Dios. La misión de Pablo no era algo que él mismo se hubiera asignado por nombramiento propio y tampoco se basaba en sus propios logros. Más bien, sus credenciales eran resultado de una designación divina y su carta no reflejaba su propio mensaje, sino las palabras de Cristo (vea la Introducción a Romanos: Autor y fecha; cp. Hch 26:15-18). el hermano Timoteo. El hijo amado de Pablo en la fe y una persona importante en la vida y el ministerio de Pablo (vea la Introducción a Primera Timoteo: Contexto histórico; vea la nota sobre 1Ti 1:2). Pablo probablemente se encontró por primera vez con Timoteo en Derbe y Listra, en su primer viaje misionero (vea Hch 14:1-28; cp. Hch 16:1-4). Timoteo estuvo con él durante la fundación de la iglesia en Corinto (Hch 18:1-5), que junto a la mención que Pablo hizo de Timoteo en (1Co 4:17; 1Co 16:10-11), indicaba que los corintios conocían a Timoteo. Quizá Pablo lo mencionó aquí para recordarles que Timoteo era un hermano en la fe, y así suavizar cualquier sentimiento encontrado tras su visita reciente (vea las notas sobre 1Co 16:10).

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

1:1 — «Pablo, apóstol… voluntad de Dios». La palabra «apóstol» significa uno enviado en comisión. Dadas las circunstancias en Corinto, Pablo tuvo que defender su apostolado. Se insinuaba que no tenía cartas de recomendación de principales en Jerusalén (3:1). No las necesitaba, pues su apostolado vino de Dios. Véase Gál 1:1. Cristo le comisionó (Hch 9:15-16; Hch 22:14-15; Hch 26:16-18).
–«y el hermano Timoteo». Timoteo tuvo parte en el establecimiento de la iglesia en Corinto (Hch 18:5), y ahora participa en la salutación de esta carta.
–«a la iglesia… en toda Acaya». Aunque la carta fue dirigida a la iglesia de Dios en Corinto, la capital de Acaya, la salutación incluía a los cristianos (santos) de otras partes de la provincia. Sabemos que había iglesias en Atenas (Hch 17:34) y en Cencreas (Rom 16:1). El contacto normal entre las iglesias de la región garantizaba que el saludo les llegaría.

Fuente: Notas Reeves-Partain

CONFORTADO PARA CONFORTAR

2 Corintios 1:1-7

Pablo, apóstol de Jesucristo por voluntad de Dios, y Timoteo, el hermano que todos conocéis, enviamos esta carta a la iglesia de Dios que hay en Corinto, y a todo el pueblo consagrado a Dios que hay por toda Acaya:

¡Que la gracia y la paz de nuestro Padre Dios y de nuestro Señor Jesucristo estén siempre con vosotros!

¡Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, el Padre siempre compasivo y el Dios que manda toda confortación, que nos conforta en todas nuestras aflicciones para que podamos confortar a los que estén en cualquier tipo de pruebas por medio de la confortación con que Dios nos conforta! Porque, si los padecimientos que nos alcanzan son los que rebosan de los que Cristo padeció, también la confortación que os podemos comunicar nos llega rebosando de Cristo. Si pasamos tribulación es para poder confortaros mejor y aporta-ros salvación. Si somos confortados, es para poder comunicaros mejor esa confortación cuya efectividad se demuestra en vuestra capacidad para sufrir victoriosamente los experiencias duras por las que nosotros también estamos pasando. Así que nuestra esperanza en relación con vosotros está bien fundada; porque sabemos que, así como participáis en los sufrimientos que pasamos nosotros, también participáis de la fuente de confortación que nosotros poseemos.

Detrás de este pasaje se esconde todo un sumario de la vida cristiana.
(i) Pablo escribe a los que están pasando pruebas como hombre experimentado en pruebas. La palabra que usa para aflicción es thlípsis. En griego corriente esta palabra describe siempre la presión física que tiene que soportar una persona. R. C. Trench escribe: «Cuando, según la antigua ley de Inglaterra, a los que se negaban a confesar se les colocaban grandes pesos en el pecho hasta el punto de morir aplastados, eso era literalmente thlípsis.»
A veces cae sobre el espíritu de una persona la carga y el misterio de este mundo ininteligible. En los primeros años del Cristianismo, los que se hacían cristianos se exponían a toda clase de pruebas. Podría sucederles que los abandonaran sus propios familiares, que los rechazaran sus vecinos paganos y que los persiguieran los poderes públicos. Samuel Rutherford le escribió a uno de sus amigos: «Dios te ha llamado al lado de Cristo, y la tempestad sopla ahora sobre el rostro de Cristo en esta tierra; y, puesto que estás con Él, no puedes esperar estar al socaire o en la ladera soleada del cerro.» Siempre es costoso ser cristiano de verdad, porque no hay Cristianismo sin Cruz.
(ii) La respuesta a este sufrimiento está en la resistencia. La palabra griega para resistencia o aguante es hypomoné. La clave de hypomoné no está en la ceñuda, hosca aceptación de la dificultad, sino en la victoria. Describe el espíritu que puede, no sólo aceptar el sufrimiento, sino triunfar sobre él. Alguien le dijo a uno que estaba sufriendo: «El dolor le pone color a la vida, ¿verdad?» «Sí -respondió el sufriente-, pero yo me reservo elegir el color.» Como la plata sale del fuego más pura, así el cristiano surge más real y fuerte de los días aciagos. El cristiano es un atleta de Dios cuyos músculos espirituales se fortalecen con la disciplina de la dificultad.

(iii) Pero no se nos deja arrostrar esta prueba ni aportar el aguante por nosotros mismos. Viene en nuestra ayuda la confortación de Dios. Entre los versículos 3 y 7, el nombre confortación o el verbo confortar aparecen no menos que nueve veces. Con confortación el Nuevo Testamento siempre quiere decir mucho más que lástima. Esta palabra es fiel a su etimología: deriva de la raíz latina fortis, que quiere decir valeroso. La confortación cristiana es la que infunde valor, y le permite a una persona resistir o asumir lo que sea. Pablo estaba seguro de que Dios no le envía a nadie una misión que no vaya acompañada del poder para realizarla.

Aun aparte de eso, hay siempre una cierta inspiración en cualquier sufrimiento al que le conduzca a uno su fe; porque tal sufrimiento, como dice Pablo, es lo que nos llega del rebosamiento de los sufrimientos de Cristo. Es una participación en los padecimientos de Cristo. En los tiempos de la caballería andante, los caballeros llegaban solicitando alguna tarea especialmente difícil mediante la cual pudieran demostrar su devoción a su dama. Sufrir por Cristo es un privilegio. Cuando llega la adversidad, el cristiano puede decir lo que dijo Policarpo, el anciano obispo de Esmirna, cuando le estaban atando al patíbulo: «Te doy gracias porque me has juzgado digno de esta hora.»
(iv) El resultado supremo de todo esto es que obtenemos la capacidad de confortar a otros que estén pasando pruebas. Pablo afirma que las cosas que le han sucedido y la confortación que ha recibido le han capacitado para ser una fuente de confortación para otros. Barrie, el creador de Peter Pan, nos cuenta que su madre perdió un hijito muy querido, y luego nos dice: «Así es como mi madre obtuvo sus ojos tiernos, y por lo que otras madres acudían a ella cuando perdían un hijo.» Se nos dice de Jesús: «Porque, en cuanto Él mismo fue tentado y sufrió, puede ayudar a los que están pasando pruebas» He 2:18 ). Vale la pena experimentar el sufrimiento y el dolor si esa experiencia nos capacita para ayudar a otros cuando sean combatidos por las tempestades de la vida.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento

CAPÍTULO 1

Introducción

EL APÓSTOL Y SU MINISTERIO

1. En la primavera del año 50 -las fechas de la vida del apóstol Pablo sólo tienen una exactitud aproximada- abandonaba Pablo Jerusalén y emprendía su segundo viaje misional. Recorrió primero el Asia Menor, donde visitó algunas de las comunidades fundadas en su primer viaje. Movido por una visión, en la que un macedonio le pedía que fuera allí, Pablo se decidió a pasar a Europa (,10). Predicó en Filipos y Tesalónica (Hec 16:1117, Hec 16:9) y luego prosiguió su viaje hasta Atenas y después hasta Corinto (Hec 17:10-18, 17). Sobre su viaje a Corinto dice él mismo: «Y me presenté ante vosotros débil, tímido y muy tembloroso» (1Co 2:3).

Pablo llegó debilitado. Era un hombre enfermo, bajo el peso de un agobio corporal. Era pobre y carecía de recursos. Se creía en la obligación de ganar el sustento con sus manos, para no ser gravoso a nadie (1Co 11:7-11). Se alegró, pues, de hallar en Corinto al matrimonio Aquila y Priscila, en cuyo taller se puso a trabajar en la fabricación de tiendas (Hec 18:2s). Además de esto, recaía sobre él la preocupación por todas las comunidades que había fundado y que tanto necesitaban todavía de sus cuidados. No podía quedarse personalmente en todas ellas sino, a lo más, procurarles ayuda con mensajes y cartas (Hec 11:28). Pablo llegó, además, tímido y muy tembloroso. En Atenas apenas había conseguido nada (Hec 17:34). ¿Encontraría el Evangelio oyentes en Corinto? Corinto era la capital de la provincia romana de Acaya, y, por lo mismo, la sede de la administración romana y lugar de guarnición de las tropas de Roma. Corinto era también una gran metrópoli entre Oriente y Occidente. Situada sobre dos mares, el golfo de Corinto al Norte y el Sarónico al Sur, tenía dos puertos que desde luego, aunque no estaban unidos como hoy, por un canal, contaba con un deslizadero para transportar, de uno a otro punto, los barcos, relativamente pequeños. Corinto era, pues, en el mundo antiguo, punto de intercambio entre Oriente y Occidente. Aquí confluían y se acumulaban mercancías, hombres, culturas, ciencias y religiones, pero también vicios y pecados.

En la Acrópolis, sobre la ciudad, se levantaba el templo de Afrodita, con sus numerosas servidoras. Corinto era una ciudad de gran riqueza y opulencia, en sentido espiritual y material. Pero era también una ciudad con mucha miseria, material, espiritual y moral. Las dos cartas de Pablo a los corintios conservadas en el Nuevo Testamento permiten conocer esta situación de la ciudad. Los corintios deseaban que se les predicara el evangelio en una forma sabia y culta (1,12; ; 1Co 3:18-23) y con dominio de la palabra (1Co 10:10; 1Co 11:6). Siguiendo el camino de las antiguas escuelas filosóficas, se formaban también en la Iglesia diferentes partidos, que discutían entre sí. A Pablo le costó mucho esfuerzo restablecer la unidad de la Iglesia (1Co 10:1-18; 1Co 1:10-10-31; 1Co 3:1-23). La cena del Señor, en la que debía anunciarse la muerte de Cristo, corría el riesgo de perder en Corinto su sentido, a causa del lujo y el desenfreno (1Co 11:17-34). Por otra parte, en Corinto tuvo Pablo que enfrentarse con algunos casos de tan crasa inmoralidad como en parte alguna (1Co 12:21; 1Co 5:1-12; 1Co 6:12-20).

Y, a pesar de todo, Pablo consiguió, con gran esfuerzo, a lo largo de un trabajo misional de año y medio, reunir en Corinto una gran comunidad, cuya vida se desplegó con gran riqueza. La comunidad fundada por Pablo en Corinto se mantuvo y se mantiene inquebrantablemente hasta el día de hoy.

En el verano del 53, Pablo abandonó Corinto y se embarcó para éfeso, de donde pasó después a Palestina. En la primavera del 54 partía de Antioquía de Siria para su tercer viaje misional, que le llevó, a través de Asia Menor, hasta éfeso, donde permaneció por espacio de casi tres años (Hec 19:1-20, 1), separado de Corinto tan sólo por el mar Egeo. Entre Corinto y ét£eso existía un intercambio activo, a través del no muy ancho mar Egeo. También entre Pablo y la comunidad corintia iban y venían mensajeros y noticias. Un examen de los datos esparcidos acá y acullá demuestra que Pablo escribió en este tiempo, por lo menos, cuatro cartas a los corintios, que suelen designarse con las letras A, B. C, D. De ellas se han perdido la A y la C y han llegado hasta nosotros la B y la D, que aparecen en nuestro Nuevo Testamento como primera y segunda carta a los Corintios. Se discute, con todo, en este punto, la posibilidad de que se hayan insertado en la primera y segunda carta a los corintios algunas secciones de A y C.

Pablo escribió la primera carta a los Corintios para poner orden en una desagradable querella de partidos, suprimir una precaria situación moral y responder a una serie de preguntas que se le habían hecho por carta sobre el matrimonio y el celibato, la carne sacrificada a los ídolos, diversas cuestiones litúrgicas y la resurrección. La carta de Pablo fue llevada a Corinto por unos mensajeros.

Más tarde debieron ocurrir algunos hechos que estuvieron a punto de provocar una ruptura entre el apóstol y la comunidad. Hallamos algunas alusiones a esta situación en la segunda carta a los Corintios que, con todo, tiene puntos no muy claros para nosotros. Pablo podía dar por supuesto que los destinatarios de la carta le comprenderían, porque conocían los detalles particulares. Pero para nosotros algunas cosas son obscuras. A esto se debe que las interpretaciones de los expositores sean parcialmente divergentes. La mayoría admite hoy que Pablo recibió en éfeso noticias alarmantes sobre la llegada a la comunidad de Corinto de falsos misioneros, que querían apartar de su Apóstol fundador la comunidad (10,1-12,13). A consecuencia de ello, Pablo giró una visita, desde éfeso, a Corinto, entre la primera y la segunda carta a los Corintios. Los Hechos no dan cuenta de este viaje (véase sobre esto 2,1; 12,14; 13,1). Con todo, la visita no consiguió ningún resultado positivo. Los corintios no se separaron decididamente de los adversarios de Pablo, sino que siguieron dando oídos a las acusaciones y calumnias contra el Apóstol. Parece ser que en la discusión el mismo Pablo fue personalmente atacado y ofendido, sin que los corintios llamaran al orden y castigaran al culpable (2,5-11).

Pablo regresó a éfeso desalentado, preocupado y triste. Desde allí escribió una carta «en medio de muchas lágrimas» (2,3s) pidiendo enmienda y satisfacción. Envió la carta a Corinto por medio de Tito, quien consiguió reducir la comunidad a examen de conciencia y arrepentimiento (2,12s; 7,5-7). Esta carta (la C a los corintios) no ha llegado hasta nosotros (véase en 2,3).

Mientras tanto, Pablo, que había abandonado éfeso, se encontró con Tito, que regresaba de Corinto, en Macedonia, probablemente en Filipos, donde el apóstol solía detenerse con especial agrado (2,12s). Aquí recibió, pues, finalmente, las deseadas y favorables noticias de Tito, que pudo informarle de que la comunidad, al menos en su gran mayoría, estaba de su lado. Estas noticias llenaron al apóstol de alegría y consuelo (7,6). Pablo respondió a los corintios con una nueva c,arta, la carta D, que es justamente nuestra segunda a los Corintios.

2. Todas y cada una de las cartas del apóstol Pablo llegadas hasta nosotros tienen su propia peculiaridad y, por lo mismo, un valor especial para nosotros, Pablo tuvo que enfrentarse en Corinto con adversarios que desacreditaban tanto su persona como su modo de ejercer el ministerio y que afirmaban, incluso, que Pablo no era en realidad apóstol, porque Jesús no le había llamado, como a los otros doce, mientras vivía sobre la tierra. En su modo de desempeñar el ministerio se notaba, según ellos, falta de consciencia de su propio valer y carencia de vigor. Pablo se ve, pues, en la precisión de defender su ministerio de apóstol, y así lo hace en su segunda carta a los Corintios. Empujado por la necesidad, estructura Pablo toda una teología del ministerio apostólico. Describe tanto el peso como el esplendor, tanto la pobreza como la riqueza de este ministerio. Hace declaraciones vehementes y conmovedoras sobre las contradicciones que este ministerio encierra y que el tiene que soportar (4,1-18; 6,3-10; 11,16-12,10). En una lista casi inacabable enumera Pablo los trabajos de su ministerio. Fue levantado hasta el cielo, pero debe soportar, en un cuerpo enfermo, con la fuerza del Espíritu, el incesante e inaudito peso del sufrimiento (4,11; 12,7).

En ninguna otra carta tiene Pablo ocasión de hablar tanto de sí como en la segunda a los Corintios. Ninguna otra es tan personal y tan apasionada como ésta. Ello hace que este escrito sea para nosotros un testigo de las posibilidades que encerraba aquel hombre absolutamente excepcional. Con preocupación de padre se esfuerza por restablecer la paz con los corintios. El amor es más fuerte que las disensiones y que todos los agravios. Sabe ganarse a los débiles y amedrentados y animarlos con pastoral aliento. Pero también sabe presentar a sus adversarios, con afilada ironía, como apóstoles de la mentira y los derriba con duros golpes. Desde la claridad y profundidad de la fe, desde la comunión con el Señor en el Espíritu, puede juzgarlo todo, ordenarlo todo, estructurarlo y también soportarlo todo. Comprendemos por qué este hombre era tan encarnizado enemigo para sus muchos adversarios y por qué era capaz de agrupar en torno a sí a muchos hombres y a comunidades enteras.

Pablo batalla con extraordinaria energía, en su segunda carta a los Corintios, en pro de una comunidad unida. ¿Qué posee este apátrida, viajero de los anchos países mediterráneos? ¿Qué posee este pobre de solemnidad, fuera de las comunidades de hermanos que había fundado a voleo por doquier con su predicación del Evangelio? Su confianza, su amor, su fidelidad eran todo cuanto poseía en la tierra. En su servicio se había desgastado, entre peligros y fatigas indecibles. Un entorpecimiento a una quiebra en la confianza de sus comunidades debían causarle un vivo sufrimiento. Esto mismo demuestra la auténtica y honda humanidad del apóstol que, como todos los hombres verdaderamente grandes, amaba mucho.

Pero, a pesar de todo, Pablo no pretende vincular una comunidad a su persona. Asegura: «Estoy celoso de vosotros con celo de Dios, porque os desposé con un solo marido para presentaros, como virgen pura, a Cristo. Pero temo que, como la serpiente engañó a Eva con su astucia, también vuestros pensamientos se corrompan apartándose de la sencillez que debéis a Cristo» (11,2-3). Pablo no quiere ganar a la comunidad para sí, sino para Cristo. No la pierde él, sino Cristo. Y la comunidad no pierde a su apóstol Pablo. Pierde a su Señor, Cristo.

La segunda carta a los Corintios permite conjeturar mejor que ninguna otra la grandeza humana y espiritual del apóstol. Esta carta sitúa a su autor entre los más grandes hombres, los más grandes teólogos y los más grandes santos que han existido en la Iglesia.

3. Cada una de las cartas del apóstol Pablo presenta sus especiales dificultades de interpretación. La segunda carta a los Corintios presenta muchos puntos confusos y obscuros, derivados sobre todo del hecho de que Pablo se contenta, muchas veces, con simples alusiones a circunstancias complejas, que los corintios entendían, desde luego, pero que no están claras para nosotros. Así, no vemos bien quiénes eran exactamente los adversarios con los que Pablo contendía en su carta ni sobre qué versaba la vehemente oposición (véanse los capítulos 10-13).

Otro problema, muy discutido, que aquí sólo puede ser insinuado, pero es el referente a la unidad de la carta.

En 2,13 se dice que Pablo espera a Tito en Macedonia. Y en 7,5 prosigue la narración de la llegada de Tito. Se establece así una conexión -no sin algunas suturas- entre 2,13 y 7,5. Esto resulta extraño. Algunos expositores se preguntan si acaso 2,14-7,4 no será una adición posterior. La verdad es que apenas pueden aducirse razones en favor de esta suposición. Nuevos problemas surgen a propósito del carácter peculiar de 6,14-7,1. Los capítulos 8 y 9 tratan el tema de la colecta en favor de Jerusalén y dan la impresión de que no la presentan desde un punto de vista homogéneo y progresivo, sino desde una perspectiva doble, con dos opiniones parecidas entre sí. ¿Se trata de dos perícopas originariamente independientes, que fueron unidas más tarde? El problema más grave y más difícil es el de la conexión original mutua de las dos partes de la carta, capítulos 1-9 y 10-13. En 7,16 la paz entre Pablo y la comunidad de Corinto está ya restablecida. Pero en los capítulos 10-13 reaparecen las aceradas discusiones con los adversarios 2.

Frente a estos numerosos interrogantes, no pocos exegetas (tanto católicos como protestantes) admiten la posibilidad de que nuestra segunda carta a los Corintios haya adquirido su unidad actual sólo en una fecha posterior, por obra de los redactores de las cartas paulinas. Desde luego, Pablo no redactó sus cartas en forma de colección. Esto aconteció después, y fue obra de otras manos. Es evidente que, al principio, las Iglesias a que escribió Pablo conservaban las cartas recibidas. Después de la muerte del apóstol, se coleccionaron sus cartas, en la medida en que se pudieron tener a mano, porque se reconocía su valor imperecedero. Un cristiano, a quien se dio este encargo, publicó también las cartas conservadas en el archivo de la Iglesia de Corinto. Ahora bien, las cartas estaban escritas en rollos de papiro no muy largos, de modo que una carta ocupaba varios rollos. En algunos casos, el rollo se deterioraba, bien al principio, bien al fin. El editor tenía que reunir, uno tras otro, todos los rollos pertenecientes a una misma carta, pero a veces la adscripción era dudosa. Es posible que en nuestra actual segunda carta a los Corintios haya reunido -consciente o inconscientemente, por error o apoyado en algún motivo- varias cartas de Pablo de origen diverso, o varias secciones de diversas cartas.

Un comentario que se orienta hacia la lectura espiritual de la Escritura, puede prescindir, por lo demás, de estos problemas. La segunda carta a los Corintios ha sido escrita por Pablo, de una u otra forma. Y la Iglesia la ha conservado, porque reconoció que es, para siempre, una carta a la Iglesia. Así debemos interpretarla nosotros.

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2. Para cada tema concreto, cf. los comentarios a 6,14; 7,9; 9,1; 10,1.

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ENCABEZAMIENTO (1/01-02)

En todos los pueblos y en todos los tiempos se escriben cartas, que ofrecen siempre unas determinadas formas y fórmulas También por la época en que se escribieron las cartas del Nuevo Testamento poseía la antigüedad, desde hacia tiempo, unas determinadas fórmulas epistolares de uso general. De acuerdo con esta fórmula, en el encabezamiento se nombraba al remitente con sus títulos y luego a los destinatarios, con indicación del lugar donde se encontraban. Seguían unas palabras de saludo, que expresaban los buenos deseos del remitente a los destinatarios. Las introducciones de las cartas de Pablo son muy parecidas entre sí, debido a esta fórmula obligada. A veces son breves y concisas, a veces tienen mayor amplitud.

1. REMITENTES Y DESTINATARIOS (1,1).

1 Pablo, apóstol de Cristo Jesús por voluntad de Dios, y el hermano Timoteo, a la Iglesia de Dios que está en Corinto, y a todos los santos que están en Acaya entera.

Pablo se nombra a sí mismo como remitente de la carta, acentuando ya desde el principio -de completo acuerdo con el objetivo global de la epístola- su cargo y su misión de apóstol. No actúa por elección propia, sino como apóstol, es decir, como mensajero de Cristo, que fue en otro tiempo el hombre Jesús y ahora es el Señor resucitado. Como enviado de un tercero, el apóstol no debe anunciarse a sí mismo, sino a aquel otro. Debe anunciar el mensaje de su Señor, se le quiera escuchar o no. «Como enviados de Dios, hablamos ante Dios en Cristo» (2,17). Y para cumplirlo, Pablo puede verse obligado, como ocurre en esta misma carta, a discutir y batallar. De su misión se derivan tanto las limitaciones como la fuerza y el poder del apóstol.

Junto a sí, menciona Pablo, en unión cordial, y como hermano en el ministerio, a Timoteo, colaborador suyo, a quien conocemos tanto por los Hechos de los Apóstoles como por las cartas. Con todo, la carta no es una especie de trabajo en común de Pablo y Timoteo; es, con toda seguridad, desde el principia al fin, obra de Pablo. De hecho, a partir de aquí eI Apóstol habla siempre en primera persona. Es un acto de cortesía fraternal que Pablo mencione al principio, junto al suyo, el nombre de Timoteo.

La carta va destinada, en primer término, a la Iglesia de Dios que está en Corinto. Hay una sola Iglesia universal de Dios, que se manifiesta y se realiza en cada una de las diferentes comunidades. La Iglesia no es aquí la autoridad o el sacerdocio, sino toda la comunidad. Desbordando la ciudad de Corinto, la carta va enderezada a todos los fieles que están en Acaya entera. Acaya es el nombre de la provincia romana de aquel entonces. Comprendía el territorio de la actual Grecia central y la península del Peloponeso. Pablo había predicado ya en esta región, en Atenas, aunque sólo consiguió unas pocas conversiones (Hec 17:34). Con todo, había ciertamente otras comunidades, porque la fe y la Iglesia se difundían rápidamente, con su propia fuerza interna, como nos hacen saber numerosos ejemplos deI Nuevo Testamento. Todo cristiano era, a la vez, misionero. Cuando en la carta a los Romanos se cita, junto a la de Corinto, a la comunidad de Céncreas (Rom 16:1), debe tratarse de una comunidad ya crecida.

SANTO/QUIéN-ES: A todos los cristianos se les llama, en conjunto, santos. ¿Qué significa esta palabra? En los libros del Antiguo Testamento y del Nuevo, Dios es llamado desde el principio, siempre y originalmente, santo. En este caso, la voz significa propiamente (según el hebreo) que Dios está, en razón de su misma esencia, separado del mundo, que se distingue del mundo creado por él. Dios es el «enteramente otro». Así, el profeta Isaías ha contemplado a Dios como el único santo. Vio a Dios en un trono elevado, en torno al cual los serafines, cubriendo su rostro y toda su figura con alas, se gritaban el uno al otro: «Santo, santo, santo, Yahveh Sebaot: llena está toda la tierra de su gloria» (Isa 6:1-4). Todo lo que el Dios eternamente santo llama y acepta dentro de sus dominios y llena con su presencia, se hace también, por lo mismo, santo: los santos ángeles, la ciudad santa de Jerusalén, el pueblo elegido de Dios de la antigua alianza, la comunidad elegida de la nueva alianza, la Iglesia. Si a la Iglesia -y por tanto también a los cristianos- se la llama santa, esto no significa, originalmente, una especial preservación moral o una perfección rayana en la santidad, conseguida mediante el cumplimiento de los mandamientos de Dios. El título significa el llamamiento de los cristianos a la comunidad y a la propiedad de Dios. Esto incluye, desde luego, y exige el apartamiento del pecado, pues el pecado contradice la comunidad con el Dios santo. La conducta moral del hombre es una consecuencia del don de Dios, que es lo primero. Porque Dios ha santificado al hombre, puede el hombre esforzarse por llevar una vida santa.

Pablo tiene que reprender, a veces, con dureza, a sus comunidades a causa de sus flaquezas y sus pecados. Pero, al mismo tiempo, llama a sus miembros santos. La Iglesia es siempre Iglesia de los pecadores y, a la vez, también Iglesia de los santos. En la actualidad, el título de santo se reserva para unos pocos. En la Iglesia romana se le aplica al papa -santo padre- y, desde otra perspectiva, a los hombres perfectos canonizados por la Iglesia. En el Nuevo Testamento todos los cristianos son santos. A todos se atribuye el don de la santidad y a todos se impone también la obligación de desarrollarlo.

2. SALUDO (Isa 1:2).

2 Gracia y paz a vosotros de parte de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo.

En el saludo se le desea a la Iglesia gracia y paz. El inventor de esta fórmula de saludo, muy utilizada en el Nuevo Testamento, y más tarde en la Iglesia, ha sido, indudablemente, Pablo. Ningún apóstol ha reflexionado ni hablado tan profundamente como Pablo sobre la gracia como entrega de amor, de perdón y de nueva creación de Dios al hombre. Pablo incluye, por tanto, en su saludo, los consuelos y el aliento de la gracia.

El deseo: «la paz sea contigo» es, ya desde los tiempos de los patriarcas, el saludo del pueblo de Israel y sigue siendo, hasta hoy, la fórmula de saludo en Oriente. La palabra «paz» no significa sólo una disposición de ánimo tranquila y serena, sino paz y reconciliación con Dios y, por lo mismo, salvación y santificación del hombre. La paz es, para el hombre, un don de Dios, transmitido a los cristianos por Jesucristo, salvador y Señor. Consiguientemente, Pablo menciona a los dos, al Padre, como origen de la paz, y a Cristo, como dador y mediador de la paz y de la gracia.

Al Dios donador se le llama Padre. Esta expresión es conocida no sólo en el Nuevo Testamento y en la fe cristiana, sino también en el Antiguo Testamento. Hay asimismo algunas otras religiones que, ocasionalmente, llaman a Dios Padre. Con todo, en las fórmulas de oración judías a Dios se le llama, generalmente, rey y Señor, y muy raras veces Padre. Además, en ninguna religión se llama a Dios «Padre nuestro» con la seguridad e intimidad del Nuevo Testamento. Así, Jesús enseñó a sus discípulos a conocer y a poder invocar al Dios todopoderoso como Padre amado. La oración del padrenuestro es, pues, en realidad la señal distintiva de los discípulos y como la carta constitucional de la Iglesia de Jesucristo.

Parte primera

ACCIÓN DE GRACIAS (Isa 1:3-11)

El antiguo estilo epistolar pedía que el remitente añadiera al saludo una acción de gracias a la divinidad por la protección y bendiciones dispensadas al remitente o al destinatario 3. Pablo sigue con frecuencia esta costumbre en sus cartas, pero introduce en la fórmula tradicional la carga de sus verdaderos, auténticos y plenos sentimientos. En otras cartas, Pablo da gracias a Dios por los favores concedidos a la comunidad a la que escribe 4. Aquí la oración se demora primero en un sentimiento personal. Este hecho es característico en una carta cuyo contenido total gira casi íntegramente en torno a las profundas vivencias del Apóstol, con un sello personal que no se encuentra en ninguna de las restantes cartas de Pablo. Contra la normal costumbre de tomar pie de la historia y de la situación de la comunidad, aquí ocupa el primer término de la oración una emotiva experiencia personal.

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3. Las cartas que nos han llegado de la antigüedad ofrecen algunos ejemplos de ello. Así, una carta del marinero Apión a su padre, del siglo II después de Cristo. Obedeciendo una orden de movilización, Apión había partido, en barco, desde su patria, Egipto, al puerto militar de Miseno, cerca de Nápoles. Durante el viaje fue sorprendido por una tempestad. Después escribió una carta que empezaba así: «Doy gracias a mi divino Señor Serapis, que acaba de librarme». De parecida manera da gracias Pablo en 1,3-11 por haber sido salvado de un peligro mortal.

4. Así Rom 1:8; 1Co 1:4; Flp 1:3; 1Te 1:2; 2Te 1:3.

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1. EL CONSUELO DE DlOS (1/03-04).

3 ¡Bendito sea Dios Padre de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de las misericordias y Dios de todo consuelo!

Se alaba a Dios como Dios y Padre de Jesucristo. Es el Dios que ha enviado a Jesucristo y se ha revelado en él, el Dios que Jesús anunció y al que se dirigió en sus oraciones. Es el Padre de quien Jesús se supo y se reconoció Hijo y del cual hizo saber a los hombres que era su Padre. Dios es también Padre de las misericordias y Dios de todo consuelo. Esta es la esencia de Dios, ser el consolador, no el juez y condenador, sino el compasivo. Más aún, él es el creador y la fuente misma de toda misericordia, de la que brota todo consuelo. Toda la compasión, todo el consuelo que los hombres sienten, tiene su origen último en Dios, pues al recibir en sí mismos la compasión de Dios, pueden compadecerse de los otros.

4 él nos consuela en toda tribulación hasta el punto de que, mediante esa consolación con la que a nosotros mismos nos consuela Dios, podamos consolar a los que están en toda clase de tribulación.

De Dios, como fuente de consolación, brota el consuelo en la Iglesia. Dios consuela al apóstol, que puede ser, a su vez, portador de consuelo para toda la Iglesia. Desde luego, el apóstol es el servidor de todos, pero aquí aparece otro contenido esencial del ministerio apostólico: el apóstol es mediador entre Dios y la Iglesia, Dios consuela por medio del apóstol.

El consuelo ayuda de diversas maneras en la tribulación. La Biblia habla con frecuencia de muchas necesidades y apuros, tanto del pueblo de Dios, como del hombre justo y piadoso. Según el Nuevo Testamento, esto es algo inherente a la existencia cristiana en este tiempo y en este mundo. Los perfectos de Dios son siempre los que vienen de la gran tribulación (Rev 7:14). Todo se reduce, en definitiva, a la única gran necesidad del tiempo final, que ya ha comenzado y de la que nacerá la salvación definitiva de Dios. También el apóstol, y especialmente el apóstol, debe participar de la tribulación. En todas las necesidades que le sobrevienen se le muestra la necesidad final, la de la muerte 5. Pero esta necesidad es superada por el consuelo que Dios da (1,4) en la superabundante alegría del Espíritu Santo (8,2) y en la perspectiva de la gloria futura (4,17s).

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5. Cf. 1,8; 11,23.

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2. COMUNIÓN DE SUFRIMIENTOS Y DE SALVACIÓN CON CRISTO (1/05-07).

5 Porque, así como los padecimientos de Cristo rebosan en nosotros, así también, mediante Cristo, rebosa nuestra consolación.

En la comunión de la fe nadie está solo en la necesidad y, similarmente, nadie recibe consuelo sólo para sí. Todas las cosas acontecen tanto en la comunión con Cristo (1,5), como en la comunión con la Iglesia (1,6).

El Nuevo Testamento afirma repetidas veces la idea expresada aquí por el apóstol, a saber, que los su£rimientos del cristiano forman unidad con los sufrimientos de Cristo, que son una parte de ellos, que son, incluso, su complemento. Esta unidad de los sufrimientos de Cristo y de los cristianos se deduce de tres motivos, que van de fuera a dentro.

Las persecuciones, dolores y necesidades del discípulo de Cristo son, a su manera y modo visible, similares, iguales incluso, a los que Cristo hubo de soportar. Ya el mismo Cristo anunció a los discípulos que deberían beber el cáliz de dolor que él mismo tuvo que beber y que tendrían que ser bautizados con el bautismo de sufrimientos con que él fue bautizado (Mar 10:38s). También, en lo referente a dar testimonio con la propia sangre, tiene validez su palabra de que el discípulo debe experimentar las mismas cosas que su Maestro y Señor: «Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán» (Jua 15:20). De su cuerpo, marcado por Ios sufrimientos, y de su vida dice Pablo que lleva en su cuerpo «las marcas de Jesús» (Gal 6:17) y que lleva «siempre y por todas partes, en el cuerpo, el estado de muerte que llevó Jesús» (2Co 4:10).

Los sufrimientos sobrevinieron a los discípulos por el amor de Cristo. Son sufrimientos por causa de Cristo, y por fidelidad a Cristo son soportados. Por amor a Cristo, el apóstol pasa por nada a los ojos del mundo (1Co 4:10). Por amor a Jesús es entregado a la muerte (2Cbr 4,11). En calidad de testigos de la palabra de Dios y de Jesucristo los mártires entregan su vida (Rev 6:9; Rev 20:4).

Pero el discípulo tiene una razón aún más profunda para sufrir en comunión con Cristo y en cuanto miembro de Cristo. Cristo sufre en el cristiano y el cristiano sufre en Cristo. En la aparición de Damasco dice Cristo a Pablo, perseguidor de la Iglesia, que en la Iglesia persigue al mismo Señor, Cristo (Hec 9:4s). En la carta a los Romanos el apostó considera que la inmersión en el agua bautismal y la posterior emersión es una imagen del hundimiento de Jesús en la muerte y su posterior resurrección (Rom 6:3-11). En el bautismo se hacen presentes y se extienden al creyente, de misteriosa manera, la muerte y la resurrección. Los sufrimientos de Cristo y del cristiano forman una unidad tan íntima que Pablo puede llegar a decir que, según el plan salvífico de Dios, se ha determinado de antemano una medida de sufrimiento que es preciso llenar. Cristo ha aportado una parte; la otra deben aportarla los discípulos. «Ahora me alegro de mis padecimientos por vosotros, y completo en mi carne lo que falta a las tribulaciones de Cristo, en favor de su cuerpo, que es la Iglesia», (/Col/01/24).

En esta comunidad de sufrimientos se lleva a cabo el consuelo del sufrimiento. Esta comunión lleva a cabo también, finalmente, la comunión de la glorificación. «Es cierto que fue crucificado en razón de la debilidad; pero vive por el poder de Dios. Y así también nosotros participamos de su debilidad, pero viviremos con él por el poder de Dios para con vosotros» (2Co 13:4). Viviendo en comunión de sufrimientos con Cristo, se tiene la garantía de poder experimentar también la fuerza de su resurrección. Configurarse con su muerte significa experimentar también, con el, la resurrección de la muerte. Esta resurrección acontece ya ahora en la nueva vida de la fe y llegará a su plena realización en la resurrección del final de los tiempos. Y así, en la comunión de sufrimientos se realiza la comunión de vida con Cristo. «Vivo, pero no yo; es Cristo quien vive en mí. Y respecto del vivir ahora en carne, vivo en la fe del Hijo de Dios, que me amó y se entregó a sí mismo por mí» (Gal 2:20).

6 Y si pasamos tribulación, es por vuestro consuelo y salvación; si recibimos consuelo, es para vuestra consolación, la cual actúa eficazmente al hacernos soportar los mismos sufrimientos que padecemos nosotros.

Cuanto Pablo experimenta y sufre, es en favor de la Iglesia. La comunión con el único Cristo significa y realiza la comunión de los cristianos entre sí. Así, el apóstol soporta sus sufrimientos para el bien de la Iglesia. Y si recibe consuelos, es, asimismo, para que él -mediante la predicación, las cartas y el ejemplo de su vida- los transmita, de suerte que también los demás reciban consuelo y aquella salvación que es el término final del consuelo.

Los sufrimientos acompañan siempre tanto al apóstol como a la Iglesia. Son los mismos para ambos, son generales y son necesarios. Pero en medio de ellos da Dios su consuelo y la fuerza para soportarlos con paciencia. Al enumerar los sufrimientos Pablo piensa, por supuesto, en los ataques y amenazas procedentes de los enemigos de la fe, que han alcanzado a los cristianos de Corinto, lo mismo que han alcanzado a Pablo doquier ha ido (1Te 2:14). Puede pensar, también, en la insuficiencia, humana y espiritual, que él especialmente, como hombre enfermo, tiene que arrastrar (12,7.9), y contra cuyas limitaciones chocan también los demás hombres todos los días (Rom 8:38). Detrás de todo esto se ocultan los ataques del enemigo maligno, que lo mismo sale al encuentro del apóstol (Rom 2:11; 1Te 2:18) que tienta a todos los cristianos (1Co 10:13; Efe 6:11s). «Sin embargo, en todas estas cosas vencemos plenamente» (Rom 8:37).

7 Y nuestra esperanza respecto de vosotros está sólidamente fundada, pues sabemos que de la misma manera que tenéis parte en los padecimientos, así la tenéis también en el consuelo.

A través del consuelo consigue el cristiano la fortaleza de la paciencia, y de la paciencia pasa a la confianza de la esperanza inconmovible. Pablo lo ha experimentado en sí mismo y sabe, con certeza, que también lo experimentan los corintios. Sabe que los cristianos toman parte en su tribulación, tal como, por ejemplo, le ha contado Tito (Rom 7:6-7). Pero también podría haberle contado que la Iglesia no había vacilado. Saber lo que ahora ocurre encierra la seguridad de lo que siempre ocurrirá: que el sufrimiento y la tribulación alcanzan siempre consuelo y liberación, tal como se promete en las bienaventuranzas del Señor en el sermón de la montaña (Mat 5:3-12).

3. EL APÓSTOL HA SIDO SALVADO DE UN PELIGRO DE MUERTE (1/08-11)

8 Porque no queremos que ignoréis, hermanos, la tribulación que nos sobrevino en Asia: tan pesadamente y por encima de nuestras fuerzas nos abrumó, que llegamos a perder toda esperanza de vivir.

A las consideraciones generales sobre la influencia mutua entre tribulación y consuelo añade Pablo algunas alusiones a una experiencia personal concreta. Sabe bien que las experiencias de los corintios responden al principio general. Ahora bien, les corintios deben saber que el principio es verdadero también en la vida de Pablo. El apóstol tuvo una experiencia en este sentido no mucho tiempo antes, y de una manera especial, al ser liberado de un peligro de muerte. Pablo se limita a aludir al hecho, que no podemos aclarar y determinar con mayor precisión. Sólo sabemos que corrió un peligro amenazador y grave. No se ve claro si al emplear el nosotros habla sólo de sí mismo o, lo que parece más probable, habla también de otro u otros compañeros. Más que en el peligro, acusado pero breve, de un viaje, por ejemplo la travesía de un río o un naufragio, peligros que, por otra parte, Pablo experimentó con bastante frecuencia (11,25s), la indicación parece aludir, más bien, a un peligro grave y de larga duración. Probablemente, Pablo y su acompañante o acompañantes habían caído en poder de una chusma hostil y habían recibido malos tratos; o acaso habían sido encarcelados por una grave acusación.

En todo caso, la situación en que se encontraban los misioneros los abrumó «pesadamente y por encima de sus fuerzas». No veían ninguna solución y daban ya la vida por perdida.

Pablo llama a los cristianos hermanos, de acuerdo con todo el Nuevo Testamento, en que los cristianos se saben y se designan como hermanos. El Nuevo Testamento recoge así el uso lingüístico del pueblo judío, que se sentía a sí mismo como una gran familia, dentro de la unidad de sangre de sus padres. Jesús empleó esta palabra para referirse a la comunidad de sus discípulos. Sus discípulos debían saberse una hermandad (Mat 23:8). El mismo Jesús llamó a sus discípulos sus hermanos y hermanas (Mar 3:35). El Padre celestial es el Padre único de todos. «Porque todo eI que cumple la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre» (Mat 12:50).

Reunidos en una nueva comunidad de fe, la hermandad cristiana no era ya, como la de antes, la comunidad natural de sangre, sino una nueva creación.

El hombre y la expresión «hermano» y «hermana» llegó a desaparecer en la conversación normal de los cristianos, pero se ha conservado en las familias religiosas. También sigue en vigor la costumbre de llamar hermanos y hermanas a los miembros de estas familias incluso fuera de la vida del claustro. El hecho de que podamos llamar a unos extraños hermanos y hermanas es una resonancia lejana del lenguaje bíblico y del espíritu del Nuevo Testamento. Cuando hoy se da este título a las religiosas, se proclama algo que la historia sabe bien: que el humanitarismo de este mundo es hijo de la caridad cristiana.

9 Sin embargo, hemos tenido dentro de nosotros mismos la sentencia de muerte, para que no estemos confiados en nosotros mismos, sino en el Dios que resucita a los muertos. 10 El nos libró de una muerte tan segura y nos librará. En él hemos puesto nuestra esperanza y nos librará todavía.

La fe de Israel, y la de la Iglesia, conoce y confiesa a Dios como a aquel que resucita los muertos. En otro lugar, Pablo dice de Dios que «da vida a los muertos» (Rom 4:17). Parece ser que el apóstol emplea una antigua fórmula de oración judía. En la oración de las 18 peticiones, recitada todavía hoy en la sinagoga, se alaba a Dios: «Tú vives eternamente, resucitas a los muertos. Tienes cuidado de los vivientes y haces vivir a los muertos.» Así pues, al emplear esta fórmula, Pablo no estaría pensando en la resurrección de Jesús de entre los muertos, como podrá creerse a primera vista, sino en la resurrección universal que Dios llevará a cabo al final de los tiempos. Este Dios, vencedor de la muerte, ha salvado al apóstol de un peligro mortal.

San Pablo ha experimentado que allí donde, según los cálculos humanos, sólo había una amenaza extrema, era Dios quien lo disponía y dirigía todo. Pablo pudo reconocer en aquella ocasión, y de una vez para siempre, que Dios es siempre aquel que lleva desde la situación aparentemente insoluble a la libertad, de la muerte a la vida. Por eso a Dios se le llama el Salvador por antonomasia (Sal 18:3; Sal 70:6).

En realidad, todos los hombres estamos destinados a la muerte y a la ruina, junto con todo nuestro mundo. Cuando toda esperanza está perdida, la palabra de Dios nos llama a esperar en el milagro de Dios, por quien, mediante la vida, la muerte es y será vencida.

11 Ayudadnos vosotros también con la oración a favor nuestro, de suerte que el don concedido a nosotros en atención a muchas personas, sea agradecido por muchas en nombre nuestro.

Pablo se verá envuelto en nuevos peligros, de los que sólo la salvación de Dios podrá librarle. Por eso pide la ayuda de la oración de los cristianos. El apóstol sabe, con toda certeza, que la oración hecha en favor de una persona puede proporcionarle ayuda y protección. Aunque aquí Pablo habla sobre todo de la oración de súplica, vale también, y con mayor razón, de la oración de acción de gracias. En realidad, para el creyente toda oración es acción de gracias, porque siempre experimenta la gracia de Dios. Todo se convierte para él en «eucaristía». Por eso, la Iglesia, como una gran comunidad orante, o mejor, como un grandioso coro de acción de gracias, debe llevar ante Dios las preocupaciones del ministerio apostólico y de la misión.

Parte segunda

MISIÓN Y ORDEN EN LA IGLESIA (,13)

En la parte que sigue de la carta, Pablo somete a discusión algunas diferencias que habían surgido entre él y la Iglesia de Corinto que, ciertamente, arrancan de cuestiones personales, pero que, rebasándolas, afectan a la misión y al orden de la Iglesia. Esto nos permite lanzar una ojeada sobre el origen y la evolución de una comunidad apostó1ica y sobre la primitiva historia de la Iglesia, en general.

1. SERVICIO DESINTERESADO DE PABLO (1/12-14).

Después de una serie de afirmaciones sobre la unión entrañable, en las que se proclama la comunión de oración y de consuelo entre el apóstol y su comunidad, pasa Pablo a una discusión, ya inevitable, con los corintios, que reaparecerá una y otra vez a lo largo de toda la carta y que alcanzará finalmente, en los capítulos últimos (Sal 10:1-13, 10), una extremada vehemencia. Pablo comienza por defenderse de la acusación de que procede con astucia humana (Sal 1:12) y de que sus cartas son de mala fe (Sal 1:131) y afirma, por el contrario, el total desinterés de sus intenciones

a) La conducta de Pablo (Sal 1:12).

12 Porque ésta es nuestra gloria: el testimonio de nuestra conciencia de que hemos procedido en el mundo, y especialmente con vosotros, con la santidad y sinceridad de Dios, no con sabiduría carnal sino en gracia de Dios.

Pablo ha pedido a la Iglesia que ore y dé gracias con él y por él. Merece preces y gratitud, porque sus obras son desinteresadas. Puede incluso gloriarse de ello. Pablo lo declara así, aunque sabe y dice repetidas veces en sus cartas que es muy discutible que al hombre le esté permitido gloriarse. Pero es que hay una gloria falsa y otra auténtica. Es falsa aquella gloria que se apoya en sí misma y quiere gloriarse, frente a Dios, en la capacidad humana. De una gloria así declara Pablo categóricamente que queda «eliminada» (Rom 3:27). «No hay lugar para eI orgullo humano en la presencia de Dios» (1Co 1:29). Sólo es lícito gloriarse «en el Señor» (1Co 1:31) y «en la cruz de nuestro Señor» (Gal 6:14), gloriarse porque Dios ha salvado al hombre de la pérdida de su obra y de su vida, del mismo modo que ha llevado a Cristo a la vida a través de la muerte en la cruz. Esta es aquella gloria por la que el hombre prescinde de sí mismo, para contemplar el futuro que viene de Dios. En esta tensión entre la falsa y la auténtica gloria personal se hace posible aquella glorificación propia a la que Pablo se ve empujado, una y otra vez, en la carta a los Corintios, frente a la hostilidad de sus enemigos. Se gloría, como dice al fin, no de su fuerza, sino de su debilidad, a través de la cual actúa la fuerza de Dios 6, Pablo puede gloriarse, según el testimonio de su conciencia, de santidad y sinceridad; pero no de la suya propia, sino de la santidad y sinceridad de Dios. Pablo no ha conseguido estas virtudes con su propia industria, sino que las ha producido en él la gracia de Dios. La santidad del apóstol no es otra cosa que el amor con que Dios llama y obliga y es, por tanto, prerrogativa de todos los cristianos (véase en 1,1). Al igual que la santidad, también la sinceridad es, ante todo, una cualidad divina, pues sólo Dios es enteramente puro y recto.

Por la gracia de Dios puede Pablo afirmar que él no actúa según los principios de la sabiduría carnal, es decir, mundana. Ante todo el mundo, doquier ha trabajado, tiene Pablo conciencia de esta realidad. Pero son los corintios los que mejor deberían saberlo. Pablo estuvo en Corinto un año y medio, de tal suerte que tuvieron tiempo de conocerle a fondo. En las circunstancias particularmente difíciles de Corinto, de las que nos dan pruebas las dos cartas a los corintios llegadas hasta nosotros, el apóstol demostró y acreditó su resto proceder mejor que en parte alguna. También aquí puede pensar Pablo en algo que recuerda con frecuencia a los corintios (11,7; 1Co 9:6): a lo largo de toda su permanencia en la ciudad se ha ganado el sustento con sus propias manos, renunciando al derecho de todo misionero a ser mantenido por la comunidad. Era, pues, bien patente que, como misionero, no pretendía ganar nada para sí, sino sólo servir a la comunidad.

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6. Cf. 3,2s; 7,4; 9,2s; 10,18.

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b) Las cartas de Pablo (1,13-14).

13 Porque no os escribimos sino lo que leéis o incluso comprendéis, y espero que lo comprenderéis plenamente, 14 lo mismo que comprendisteis, en parte, que somos vuestro orgullo, como vosotros sois también el nuestro en el día del Señor Jesús.

Pablo fue acusado de sabiduría mundana precisamente a causa de sus cartas. Ya en la carta anterior tuvo que defenderse de las malas interpretaciones o tergiversaciones de sus misivas 7. Por el tenor de su defensa sabemos que se le reprochaba que sus cartas no eran sinceras, que lo que pensaba era distinto de lo que escribía y decía.

Pero Pablo sabe también que, a pesar de todo, los corintios le han comprendido bien, al menos en parte, y está convencido de que, al final, llegarán a comprenderle del todo. Y esto ocurrirá no sólo porque su conocimiento humano sea más perfecto. El apóstol piensa, más bien, en el cercano último día, en el que el Señor volverá de nuevo 8. A la clara luz del día del juicio aparecerá todo al descubierto. Entonces verá todo el mundo que la Iglesia de Corinto, que Pablo ha fundado con tanto esfuerzo y ha cuidado con tanto amor, es el título de gloria del apóstol. Y, a la inversa, que también Pablo será, aquel día, la gloria de la Iglesia de Corinto, que se sentirá orgullosa de su fundamento apostólico 9.

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7. Cf. 1Co 4:14; 1Co 5:9s; 1Co 14:37,

8. La alusión de Pablo al último día, en el que todo quedará al descubierto, tiene pleno sentido si se trata no de un día lejano, al final de los siglos, sino de un día próximo, que él mismo vivirá, junto con la comunidad ante la que se defiende. Como otras cartas (Rom 13:11s; 1Te 4:15), también la segunda a los Corintios permite deducir que Pablo esperaba y aguardaba la venida del Señor para dentro de poco. Véase el comentario a 11,2.

9. Pablo expresa esta seguridad de que sus comunidades serán su gloria en la venida de Cristo también respecto de las iglesias de Tesalónica (1Te 2:19) y Filipos (Flp 2:16).

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2. UNA VISITA PROYECTADA, PERO NO REALIZADA (,2).

Pablo tuvo que oír reprensiones y recriminaciones debido también a que había prometido una visita y no la cumplió, ya que tuvo que modificar más tarde sus planes de viaje. Cierto que modificó sus proyectos originales de hacer una segunda visita a Corinto. Pero nadie debe concluir de ahí una falta de formalidad. él sabe bien que, en Cristo, Dios ha pronunciado su claro «sí». Por lo mismo, también el apóstol, como mensajero de Dios, debe ser veraz y digno de fe (1,18s). Pablo suspendió en aquella ocasión la visita sólo por consideración a los corintios (1,23).

a) Plan del viaje (1/15-16).

15 Y con esta confianza quería ir primeramente a vosotros, para que tuvierais una segunda gracia 16 y pasar por vosotros a Macedonia, y de Macedonia regresar de nuevo a vosotros, para ser encaminado por vosotros a Judea.

Pablo había hecho sus planes de viaje dando por seguro que su persona y su obra hallarían comprensión y confianza. Así pues, su proyecto era hacer una segunda visita a Corinto, partir de allí para Macedonia, volver de nuevo a Corinto y, finalmente, acompañado de algunos corintios, marchar a Judea. En la primera carta a los Corintios expone Pablo sus proyectos de una manera algo diferente. En ella prometía, en concreto, a los corintios una estancia más prolongada entre ellos (lCo 16,5-9). De hecho, Pablo modificó sus planes, lo que provocó el disgusto de la comunidad.

Esta segunda visita debía haber sido una segunda gracia para los corintios. Pablo no habla de una gracia en el sentido en que suele llamarse muestra de gracia o benevolencia la visita de un gran señor. La visita del apóstol transmite a la Iglesia la gracia divina. El apóstol no es sólo maestro y predicador, es transmisor de la gracia y mediador entre Dios y los hombres. Su presencia en la comunidad abre las puertas a la acción de la gracia divina. Pablo testifica repetidas veces que tiene conciencia de esta faceta de su ministerio sacerdotal. Así, dice: «Y sé que, yendo a vosotros, iré con la plena bendición de Cristo» (Rom 15:29).

b) La veracidad del apóstol (1/17-18).

17 Al pretender, pues, esto, ¿procedí con ligereza? ¿O mis proyectos son puramente humanos, de suerte que en mí haya el «sí, sí» y el «no, no»? 18 Pero -Dios es fiel- nuestra palabra dirigida a vosotros no es «sí y no».

Pablo ha modificado sus proyectos de viaje. Esto motivó que en Corinto se le echara en cara que trazaba sus planes con ligereza y de un modo carnal (es decir, puramente humano y buscándose a sí mismo). Pablo diría sí y no con caprichosa veleidad.

¿Es que resultaba tan difícil comprender que Pablo hubiera podido tener alguna causa o precisión de modificar sus planes? A nosotros esto nos parece muy natural. Entonces, ¿están girando los reproches sobre nimiedades? ¿No se exterioriza en este escándalo de los corintios su mala voluntad y su afán de contradicción, al menos en aquello que recriminan a Pablo? Y, con todo, Pablo se muestra muy sensible a este reproche. Acomete con toda seriedad el tema de la obligación de ser veraces. Es extremadamente delicioso ver cómo, tomando pie de cuestiones al parecer triviales, sabe acudir, aquí y en otros muchos casos parecidos, a los principios fundamentales de la fe cristiana, para dar una respuesta desde ellos. Siguiendo el hilo de su pensamiento adquiriremos ciencia y conciencia de cuán profundo es el deber que tienen de ser veraces el predicador del Evangelio y todo cristiano.

Pablo no niega haber modificado sus planes y sus promesas; lo que niega con toda decisión es haber actuado con ligereza. Y pone a Dios por testigo. Dios es fiel. Por esta fidelidad divina, y por ser fiel a ella, se afana y se fatiga el apóstol, como siervo de Dios.

c) La veracidad de Dios, manifestada en Cristo (1/19-20).

19 Porque el Hijo de Dios, Cristo Jesús, proclamado entre vosotros por nosotros, por mí, por Silvano y por Timoteo, no fue «si y no», sino que en él se realizó el «sí».

Los apóstoles están obligados a ser veraces y sinceros también por razón de la figura y la obra del Hijo de Dios, en el cual el «sí» de Dios se manifestó a la historia y al mundo (1,20). Los apóstoles 10 continúan este «sí» mediante su predicación. Su palabra personal y su vida deben estar acordes con el Evangelio que predican. Y, lo mismo que la vida del Apóstol, también la vida de los cristianos está sometida al ejemplo obligatorio de Cristo Señor. La vida del discípulo debe ser imitación de Cristo. Y esto vige desde el momento en que Jesús ha llamado a sus discípulos para que vayan «en pos de él» (Mar 1:20).

20 Pues todas las promesas de Dios, en él se hicieron «sí». Por eso también, cuando damos gloria a Dios, decimos por medio de él nuestro «amén».

Cristo es la gran respuesta afirmativa de Dios, en este Cristo se han confirmado y cumplido maravillosamente todas las promesas de Dios. Es indudable que Pablo piensa, ante todo, en las promesas de salvación que Dios ha dado al pueblo de Israel, su pueblo elegido desde el principio. Las promesas de Dios afirman que él traerá, sobre su pueblo, y sobre todos los pueblos, su salvación y su magnífico reino; que suscitará en Israel el gran Maestro y Salvador, el Mesías; que Israel conseguirá aquello por lo que se ha fatigado a lo largo de muchas generaciones, cuando se esforzaba por cumplir la ley: la liberación de los pecados y la justificación ante Dios.

Las grandes promesas salvíficas de Dios han llegado a su plenitud en Cristo. Pero Dios considera cumplidos también muchos detalles concretos de la historia de la salvación. Así, él cree que los dos grandes sacramentos de la Iglesia, el bautismo y la eucaristía, estuvieron representados ya anticipadamente en la travesía del mar Rojo por Israel y en el sustento del maná en el desierto (1Co 10:1-4). La predicación del evangelio en todo el mundo la encuentra Pablo preanunciaba ya en el salmo: «Por toda la tierra se difundió su voz, y hasta los confines del mundo llegaron sus palabras» (Sal 19:5; véase Rom 10:18). Así, el Nuevo Testamento refiere el Antiguo a Cristo y a la Iglesia, en los que se han cumplido todas las promesas de Dios.

Con todo, Pablo está convencido de que tampoco en los tiempos pasados dejó Dios a los gentiles en tinieblas absolutas. También ante ellos dio testimonio de sí, tanto en la creación -que permite deducir la existencia del Creador (Rom 1:18-23)- como en la conciencia, ya que la ley de Dios está escrita en los corazones de los hombres (Rom 2:14s). También las esperanzas de salvación de los paganos se han cumplido en Cristo.

AMEN: La gran respuesta de Dios al mundo ha sido recibida por la Iglesia. Al igual que la Iglesia de hoy, también la comunidad de Pablo respondía a las súplicas y cantos de la asamblea con el sonoro amén de aquiescencia, que significa: «Sí, así es» 11. En su amén expresa la Iglesia su respuesta creyente y su convencimiento de que las palabras de Dios son verdaderas y se cumplen siempre. Es un sí al sí de Dios. También en Pablo, como miembro de la Iglesia, debe tener validez y eficacia el gran «sí» de Dios. No puede simultanear el «sí» y el «no». Y esta obligación se aplica a todos los que están en la lglesia

Este «sí» de la Iglesia resuena a través de Cristo, pues la oración es eficaz por Cristo. La oración auténtica no es nunca sólo mera actividad humana, sino que el Espíritu de Cristo, enviado al creyente y viviente en él, se expresa delante de Dios en la oración. Sólo en este Espíritu podemos clamar: «Abba!, ¡Padre!» (Rom 8:15). Y es Cristo mismo quien transmite al Padre la oración de la comunidad, como sumo y eterno sacerdote de su Iglesia (Heb 2:17). Por eso, hoy, como siempre, la Iglesia ora «por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios par los siglos de los siglos. Amén» (cf. Rom 1:18; 1Pe 4:11; Jud 1:25).

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10. Silvano (llamado también, en forma abreviada, Silas) y Timoteo fueron los dos colaboradores de Pablo en la fundación de la comunidad de Corinto (Hec 18:5).

11. La liturgia de la Iglesia (cf. también 1Co 14:16; Rev 1:7; Rev 5:14; Rev 22:20) ha tomado el amén de la sinagoga; cf. 1Re 1:36; 1Cr 16:36; Sal 41-14; 1Cr 72:19; 1Cr 89:53; 1Cr 106:48. En la sinagoga, la comunidad respondía con su amén a la oración y bendición del sacerdote.

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d) Dios, fundamento de la verdad en la Iglesia (1/21-22).

21 Y es Dios quien a nosotros, junto con vosotros, nos asegura en Cristo y nos ungió…

El fundamento más profundo de la verdad en la Iglesia es el Dios único y verdadero, en quien todos, tanto el apóstol como los corintios, están y viven. Dios da a su comunidad firmeza, consistencia y unidad. Pablo habla de cómo Dios ha fundado y creado la Iglesia, describiendo, evidentemente, la realidad bautismal. El bautismo nos otorga el Espíritu; se explica gráficamente este hecho como una unción con el Espíritu 12. Aquí se encuentra el temprano origen de la unción con aceite consagrado, que tiene lugar en la ceremonia de la administración del bautismo, tal como se sigue practicando todavía actualmente.

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12. Cf. Hec 10:28; 1Jn 2:20.

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22 …y también nos marcó con su sello y puso en nuestros corazones la fianza del Espíritu.

BAU/SELLO: También se acude a una metáfora cuando se describe el bautismo como una sigilación. Un sello es una señal de reconocimiento, de propiedad y protección, todo a la vez. Por el bautismo el hombre es arrancado de la zona de dominio del Malo, pasa a ser propiedad de Dios y es puesto bajo la protección divina 13. Tanto el Antiguo Testamento como el Nuevo describen con poderosas imágenes la salvación y la perfección de los elegidos y santos de Dios cuando son marcados con el sello de la salvación (Eze 9:4-6; Rev 7:2-8; Rev 14:1).

El bautismo transmite el Espíritu de Dios. Para el presente, la sigilación y la donación del Espíritu es prenda de Ia verdad y veracidad en la comunión de la Iglesia. Para el futuro, este Espíritu es la fianza, es decir, anticipo del don máximo y definitivo que Dios nos otorgará junto con la plenitud total. Esta fianza es una garantía de que la voluntad de Dios es dar, al fin, la plenitud. El Espíritu es una fianza porque ha sido depositado en el corazón del creyente, le permite ya desde ahora experimentar el mundo futuro y le abre al conocimiento de este mundo que ha de venir.

Nuestro texto menciona, en íntima conexión, a Cristo, a Dios Padre y al Espíritu, es decir, aquellos nombres que se contienen en la actual fórmula de confesión de la santísima Trinidad. No dice exactamente nuestras palabras: Padre, Hijo, Espíritu Santo, ni las enumera necesariamente según el orden acostumbrado entre nosotros. Pero Dios actúa sobre el mundo y en él como el Dios eterno que se revela en el Hijo y que está presente en el mundo en la fuerza del Espíritu 14.

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13. También en Efe 1:13 y 4,30 se alude al bautismo cuando se habla del sello con el Espíritu Santo.

14. Así pues, la posterior doctrina de la lglesia sobre la Santísima Trinidad se fundamenta en las enseñanzas de Pablo. El pasaje neotestamentario más claro sobre este tema es Mar 28:19. Para Pablo, cf. 3,3; 13,13; véase allí.

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e) Los apóstoles, colaboradores de Dios (1/23-24).

23 Y yo pongo a Dios por testigo -por mi vida- de que precisamente en consideración a vosotros no he ido todavía a Corinto.

Tras las solemnes afirmaciones y las aclaraciones fundamentales, Pablo menciona ahora la razón concreta que le movió a suspender su viaje a Corinto. Ante todo, invoca una vez más (1,18) a Dios como testigo, por su propia vida. El que así se expresa está pronto a perder la vida si no dice la verdad 15.

La razón, pues, de que Pablo -contra su promesa anterior- no fuera a Corinto, es que no quería herir a los corintios. De haber efectuado la visita, se hubiera visto obligado a impartir severas reprensiones.

24 No es que intentemos dominar con imperio en vuestra fe, sino que colaboramos con vuestra alegría, pues estáis cimentados en la fe.

Pablo hablaba consciente de su derecho a exigir y también a castigar. Pero temía que alguno pudiera interpretar mal o tergiversar sus palabras. De hecho, ya habían llegado a sus oídos algunas manifestaciones en este sentido (10,8; 13,10; 1Co 7:35). Pero aunque Pablo conocía su derecho, no podía recrearse, ni por un momento, en la posesión de este poder. Con una afirmación fundamental declara, acerca de su ministerio, que no es señor, sino servidor de la comunidad. Igualmente, en otro lugar: «Siendo libre respecto de todos, me hice esclavo de todos para ganar al mayor número posible» (1Co 9:19). Ya el mismo Señor había dicho a sus discípulos: «El que quiera ser grande entre vosotros, sea servidor vuestro, y el que quiera ser entre vosotros el primero, sea esclavo de todos» (Mar 10:43-44).

Por eso Pablo es servidor de la alegría de la comunidad. La alegría es un distintivo de los cristianos: «Gozaos siempre en el Señor; os lo repito: gozaos» (Flp 4:4). La alegría puede ser, incluso, una señal característica del estado cristiano, que es «justicia, paz y alegría en el Espíritu Santo» (Rom 14:17). Pablo colabora en esta alegría. Pero quien la causa realmente es otro, Dios. La soberanía de Dios está sobre todo. Pero que Pablo puede decir del apóstol que colabora en la obra de Dios es una afirmación realmente notabIe. Y Pablo lo afirma repetidamente: «Somos colaboradores con Dios, y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios» (1Co 3:9). Pablo llama a Timoteo «colaborador de Dios en el Evangelio» (1Te 3:2). Es Dios mismo quien ha fundado la comunidad de Corinto en su fe. Y porque cree, permanece firme la Iglesia. En la fe, la Iglesia se halla inmediatamente ante Dios. En esta inmediatez no puede interponerse ninguna criatura. La fe no admite como Señor a ningún hombre.

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15. En Pablo existen varias fórmulas de juramento. En el sermón de la montaña el Señor prohíbe terminantemente los juramentos, también el juramento sobre la propia cabeza, porque es algo de lo que el hombre no dispone (Mat 5:34-37). Evidentemente, Pablo no conocía la prohibición de este sermón de la montaña. Se atiene aquí, todavía, a una conducta paleotestamentaria, en la que los juramentos estaban permitidos.

Fuente: El Nuevo Testamento y su Mensaje

INTRODUCCIÓN

1. Pablo había organizado la iglesia de Corinto durante su segundo viaje misionero (Hch 18:1-8).

2. Volvió a visitar la iglesia durante su tercer viaje misionero (2Co 12:14; 2Co 13:1).

3. Envió a Tito a Corinto para que organizara la ofrenda de amor para los santos en necesidad de Jerusalén (1Co 16:1; 2Co 8:6; 2Co 8:10). Tito lo lleva a cabo y regresa con el apóstol.

4. Escribió una carta (que no se ha conservado) a la iglesia de los corintios (1Co 5:9). Debemos tener en mente que Dios no decidió inspirar todas las cartas que Pablo escribió, además de las que también escribieron otros líderes cristianos, sino sólo aquellas que encontramos en el Nuevo Testamento.

5. Pasado un tiempo Pablo escribe otra carta. Esta es la de 1 Corintios que tenemos en el Nuevo Testamento. Hubo varias razones importantes por las que él escribió esta epístola.

a. Para reprender a la iglesia. Pablo se había enterado de las divisiones que existían en la congregación por medio de los de la familia de Cloé que vivían en Corinto (1Co 1:11).

b. Para instruir a la iglesia. Mientras que estaba en Éfeso le visitó una delegación de tres miembros de la iglesia que le entregó una lista de preguntas que llevaban para él de parte de los hermanos (1Co 16:17; 1Co 7:1; 1Co 8:1; 1Co 12:1).

6. Envió entonces a Timoteo a Corinto con esta carta del Nuevo Testamento (1Co 4:17; 1Co 16:10-11).

7. Timoteo regresó después a Éfeso para quedarse allí con Pablo. Parece que este joven predicador no fue capaz de enderezar las cosas en Corinto (2Co 1:1).

8. Pablo desea visitar él mismo la iglesia en este tiempo, pero no le es posible hacerlo (2Co 1:15-17).

9. Pronto le llegan noticias de que su obra en Corinto está siendo socavada por unos judaizantes legalistas que acababan de llegar de Jerusalén (2Co 3:1; 2Co 10:12-18; 2Co 11:22-23).

10. Envía a Tito de nuevo a Corinto con el encargo de poner todo en orden y encontrarse más tarde con él en Troas (2Co 2:12-13; 2Co 7:6-7).

11. Pablo llega a Troas pero no encuentra allí a Tito. Después de un tiempo de inquietud, parte para Macedonia (2Co 2:12-13).

12. Aquí se encuentra con Tito, quien le informa favorablemente acerca de la obra en Corinto.

13. Con gran alivio Pablo escribe lo que conocemos como 2 Corintios (2Co 7:5-15).

14. El apóstol puede al fin visitar Corinto poco después durante tres meses. Estando allí escribe la epístola a los Romanos (Hch 20:3; Rom 15:22-29; Rom 16:1; Rom 16:23).

I. La consolación (2Co 1:1-7).

A. La fuente de consolación y confortación:

«Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación» (2Co 1:3).

La palabra «consolación», o «confortación» que también se usa (proceden ambas del mismo término griego), la encontramos diez veces en los primeros siete versículos. Pablo comienza la epístola con esta palabra (2Co 1:3) y termina con ella (2Co 13:11). Cada miembro de la bendita Trinidad es un confortador:

1. El Padre (2Co 1:3; Isa 49:13).

2. El Hijo (Jua 14:1; Isa 61:2; 2Ts 2:16).

3. El Espíritu Santo (Jua 14:16; Jua 14:26; Jua 15:26; Jua 16:7).

«Consolar» o confortar» proceden de dos palabras griegas: para (junto a) y Raleo (llamar). De forma que consolar a una persona significa «estar junto a ella» o «responder a su llamado» para caminar con ella, fortalecerla, guiarla y, en ocasiones, defenderla.

El término griego era usado frecuentemente en los tribunales griegos para referirse al representante legal o abogado defensor (véase 1Jn 2:1). Podemos decir sin duda alguna que Dios es la única fuente de auténtico confortamiento. La oración profética de Jesús en la cruz, como la hallamos en los Salmos (Sal 69:20), describe perfectamente a todos los seres humanos:

«El escarnio ha quebrantado mi corazón, y estoy acongojado. Esperé quien se compadeciese de mí, y no lo hubo; y consoladores, y ninguno hallé.»

B. La necesidad de consolación y confortación:

«… acerca de nuestra tribulación que nos sobrevino en Asia; pues fuimos abrumados sobremanera más allá de nuestras fuerzas, de tal modo que aun perdimos la esperanza de conservar la vida» (2Co 1:8).

Hay dos clases de personas que no necesitan ser consolados: el que no ha nacido y el que está muerto (véase Isa 40:1-2). C.H. Spurgeon dijo que el predicador que predica para los atribulados nunca le faltará quien le escuche.

C. El propósito de la consolación y confortación:

«El cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios. Porque de la manera que abundan en nosotros las aflicciones de Cristo, así abunda también por el mismo Cristo nuestra consolación» (2Co 1:4-5).

Hay una gran diferencia entre solidaridad y empatía. La primera puede solamente decir: «Siento mucho lo que te está pasando»; pero la segunda puede declarar: «Sé exactamente por lo que estás pasando.» Debido a que nuestro Señor Jesucristo pasó por toda nuestra experiencia humana, está en condiciones de consolarnos en forma completa (véanse Heb 2:14-18; Heb 4:14-16). El Salvador no sólo nos conforta, sino que también sufre con nosotros (Hch 9:4). Por tanto, la regla espiritual es: cuanto más sufrimos por Cristo, tanto más consuelo recibimos de él, y mayor capacidad desarrollamos para confortar a otros que sufren. De manera que el que ha sufrido mucho habla muchas lenguas.

II. La explicación (2Co 1:8-24; 2Co 2:1-13).

A. Acerca de su tribulación en Asia (2Co 1:8-14). Pablo escribe: «… fuimos abrumados sobremanera más allá de nuestras fuerzas, de tal modo que aun perdimos la esperanza de conservar la vida» (2Co 1:8). No sabemos qué es lo que padeció en esta ocasión.

Algunos han conectado esta epístola con el relato de Hch 19:23-41, pero parece que Pablo no sufrió personalmente en aquel momento. (Véase 1Co 15:32 para una posible pista.) En cualquier caso, fue tan severo que llegó incluso a pensar en que iba a morir.

«Pero tuvimos en nosotros mismos sentencia de muerte, para que no confiásemos en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos» (2Co 1:9).

La fe de Pablo aquí fue semejante a la Abrahame Isaac en el Antiguo Testamento (véanse Gén 22:1-18; Heb 11:17-19).

Veamos su testimonio acerca de la triple liberación de Dios (2Co 1:10):

1. «Nos libró.» Habla de la justificación.

2. «Nos libra.» Habla de la santificación.

3. «Aún nos librará.» Habla de la glorificación.

B. Acerca de su viaje a Macedonia (2Co 1:15-24; 2Co 2:1; 2Co 2:12-13).

1. Lo que pensaba hacer:

«Con esta confianza quise ir primero a vosotros, para que tuvieseis una segunda gracia, y por vosotros pasar a Macedonia, y desde Macedonia venir otra vez a vosotros, y ser encaminado por vosotros a Judea» (2Co 1:15-16).

2. Por qué no lo hizo:

«Esto, pues, determiné para conmigo, no ir otra vez a vosotros con tristeza» (2Co 2:1). (Véase también 2Co 1:23.) Pablo se dio cuenta de que se iba a meter en un avispero si los visitaba en ese momento, y se sintió dirigido a dejarlo para otro momento.

3. A dónde fue al fin:

«Cuando llegué a Troas para predicar el evangelio de Cristo, aunque se me abrió puerta en el Señor, no tuve reposo en mi espíritu, por no haber hallado a mi hermano Tito; así, despidiéndonos de ellos, partí para Macedonia» (2Co 2:12-13).

C. Acerca de sus lágrimas en Éfeso (2Co 2:2-11).

«Porque por la mucha tribulación y angustia del corazón os escribí con muchas lágrimas…» (2Co 2:4).

Parece que Pablo está refiriéndose aquí a su primera epístola a los Corintios.

1. Había llorado por el hecho de que la iglesia había rehusado reprender a aquel miembro que vivía en inmoralidad sin arrepentirse (1Co 5:1-13).

2. Ahora lloraba por el hecho de que la iglesia se negaba a restaurar a aquel hombre arrepentido. «Así que, al contrario, vosotros más bien debéis perdonarle y consolarle, para que no sea consumido de demasiada tristeza» (2Co 2:7).

La restauración debía llevarse a cabo inmediatamente:

«Para que Satanás no gane ventaja alguna sobre nosotros; pues no ignoramos sus maquinaciones» (2Co 2:11).

III. La demostración (de la naturaleza del ministerio) (2Co 2:14-17; 2Co 3:1-18; 2Co 4:1-18; 2Co 5:1-21; 2Co 6:1-18).

A. Es de triunfo (2Co 2:14-16).

«Mas a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús, y por medio de nosotros manifiesta en todo lugar el olor de su conocimiento» (2Co 2:14).

Dios nos da la seguridad de la victoria, de la victoria total:

1. Sin importar cuándo se presentan los problemas (siempre).

2. Independientemente de dónde aparecen los problemas (en todo lugar).

Para ilustrar esta promesa, Pablo compara el ministerio a un triunfal desfile romano en el que el general victorioso (en este caso Jesús) dirige tanto a los vencedores (los salvados) como a los cautivos (los inconversos) a sus respectivos destinos.

De entre los que marchan en el desfile sube un aroma fragante, producido por incienso quemado. Esto es:

«A éstos [los cautivos] ciertamente olor de muerte para muerte, y a aquéllos [los vencedores] olor de vida para vida…» (2Co 2:16).

En el Antiguo Testamento, la presencia de José fue de muerte para el panadero (Gén 40:16-19; Gén 40:22), pero de vida para el copero (Gén 40:9; Gén 40:13; Gén 40:21). De igual manera, en el Nuevo Testamento, la presencia de Cristo significó muerte para el ladrón impenitente (Luc 23:39), pero vida para el arrepentido (Lev 23:40-43).

B. Es de sinceridad.

«Pues no somos como muchos, que medran falsificando la palabra de Dios, sino que con sinceridad…» (2Co 2:17). (Véase también 2Pe 3:14-16.)

La palabra «falsificando» aquí es equivalente a la tarea del buhonero o revendedor de la Palabra de Dios. Todos los falsos profetas son culpables de este horrible pecado (véase Hch 8:18-23).

C. Es aprobada (por Dios mismo).

«… ¿O tenemos necesidad, como algunos, de cartas de recomendación para vosotros, o de recomendación de vosotros?» (2Co 3:1).

Los maestros judaizantes y legalistas que plagaron la obra misionera de Pablo llevaban consigo cartas impresionantes de recomendación de Jerusalén. El apóstol lo había hecho también antes de su conversión (Hch 9:2). Pero ahora todo había cambiado. Las cartas de Pablo eran:

1. Personales: «Nuestras cartas sois vosotros.»

2. Permanentes: «Escritas en nuestros corazones.»

3. Públicas: «Conocidas y leías por todos los hombres.»

D. Es dependiente (2Co 3:4-5).

«No que seamos competentes [suficientes] por nosotros mismos … sino que nuestra competencia proviene de Dios» (2Co 3:5; véase también Flp 4:13).

E. Es superior (2Co 3:6-18).

1. Su programa es superior. Pablo se refiere aquí a Éxo 34:29-35, cuando Moisés bajó del monte Sinaí después de recibir los Diez Mandamientos. En aquella ocasión su rostro brillaba de tal modo que se puso un velo para no atemorizar a los israelitas que esperaban abajo; pero en 2Co 3:13 Pablo explica que la verdadera razón del velo era prevenir que Israel se fijara en un resplandor que desaparecería pronto.

Pero el nuevo programa de Dios es superior al de Moisés, porque su gloria, dada por Cristo, nunca se desvanecerá. (Véanse también Mat 26:28; Heb 8:8; Heb 8:13.)

«… porque la letra [el programa de la ley en el Antiguo Testamento] mata, más el espíritu [el nuevo programa de gracia del Nuevo Testamento] vivifica» (2Co 3:6).

2. Su poder es superior.

«Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad» (2Co 3:17).

3. Su propósito es superior. El nuevo ministerio de Dios en Cristo tiene un propósito doble:

a. Acerca de Israel: quitar el velo de la incredulidad de sus ojos (2Co 3:16).

b. Acerca de la iglesia: transformar a los cristianos a la misma imagen de Cristo (2Co 3:18).

F. Es abierta (2Co 4:14)

1. Es el caminar: «Antes bien renunciamos a lo oculto y vergonzoso, no andando con astucia» (2Co 4:2).

2. En el hablar: «Ni adulterando la palabra de Dios, sino por la manifestación de la verdad recomendándonos a toda conciencia humana delante de Dios» (2Co 4:2). Esta apertura es vital, porque los pecadores ya están cegados por Satanás y no deberían sufrir el daño adicional causado por la vida de creyentes engañosos.

G. Honra a Cristo (2Co 4:5-7). El mensaje de Pablo destacaba tres cosas:

1. Quién es Cristo: es el Señor.

2. Qué ha hecho Cristo: «Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo» (2Co 4:6).

3. Por qué Cristo decidió usar a Pablo.

«Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros» (2Co 4:7).

H. Es de sufrimiento (2Co 4:8-18).

1. La naturaleza de este sufrimiento:

a. Con problemas por todas partes.

b. Preocupados.

c. Perseguidos.

d. Derribados.

e. El hombre exterior desgastado.

2. La victoria sobre el sufrimiento:

a. Atribulados, pero no angustiados.

b. En apuros, mas no desesperados.

c. Perseguidos, mas no desamparados.

d. Derribados, pero no destruidos.

e. Renovados en el hombre interior.

3. Los resultados de este sufrimiento. Bendiciones inmediatas:

a. El privilegio de llevar las marcas de Cristo (2Co 4:10-11; véanse también Rom 8:36; 1Co 15:31; Gál 6:17; Col 1:24).

b. El privilegio de compartir la gloria de Dios (2Co 4:15).

Bendiciones futuras:

c. La resurrección (2Co 4:14).

d. Las recompensas (2Co 4:17-18; véase también Mar 10:28-30)

I. Es de confianza (2Co 5:1-9).

1. Dios nos dará en el futuro: «… una casa no hecha de manos, eterna, en los cielos» (2Co 5:1).

2. Lo que Dios nos ha dado en el presente: «…Dios, quien nos ha dado las arras del Espíritu» (2Co 5:5).

Notemos la confianza suprema de Pablo como resultado de estos hechos: «Así que vivimos confiados siempre…» (2Co 5:6). La palabra «siempre» aparece muchas veces en los escritos de Pablo en relación con:

La oración (Rom 1:9).

La alabanza (1Co 1:4).

El trabajo (1Co 15:58).

La obediencia (Flp 2:12).

J. Es compulsiva (2Co 5:10-17). Había al menos cuatro factores apremiantes que hacían que Pablo trabajara día y noche en el ministerio.

1. El juicio de los santos (2Co 5:10). Notemos:

a. El plan: es necesario.

b. Las partes: todos.

c. La presencia: comparezcamos.

d. Lugar: ante el tribunal de Cristo.

e. El propósito: para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo.

Nota: La palabra «malo» aquí debería traducirse por «sin valor». (Cp. con 1Co 3:12.)

2. La necesidad de los pecadores (2Co 5:14).

«… pensando esto: que, si uno murió por todos, luego todos murieron.»

Pablo deseaba que sus convertidos pudieran dar una buena rendición de cuentas a Cristo en aquel día.

3. El «temor del Señor» (2Co 5:11). Pablo está hablando aquí del temor reverente que debe caracterizar a todo creyente. El temor del apóstol era que él pudiera desagradar a su glorioso Maestro.

4. El amor de Cristo (2Co 5:14). «Porque el amor de Cristo nos constriñe…»

5. El poder del evangelio (2Co 5:17).

«De modo que, si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.»

Por tanto, este glorioso evangelio nos asegura:

a. Que podemos vivir por medio de Cristo (1Jn 4:9).

b. Que podemos vivir con Cristo (1Ts 5:10).

c. Que podemos vivir para Cristo (2Co 5:15).

K. Es representativa (2Co 5:18-21).

«Así que, somos embajadores en nombre de Cristo.»

1. Un embajador debe ser ciudadano del país que representa (Flp 3:20; Col 3:1-2).

2. Es elegido (Jua 15:16).

3. Se le pide que regrese a su patria antes de que se declare la guerra (1Ts 1:10; 1Ts 5:1-10).

L. Es irreprensible (2Co 6:1-8).

«No damos a nadie ninguna ocasión de tropiezo, para que nuestro ministerio no sea vituperado; antes bien, nos recomendamos en todo como ministros de Dios…» (2Co 6:3-4).

La Biblia ha sufrido mucho por culpa de sus amigos.

M. Es paradójica (2Co 6:9-10). Una paradoja es una contradicción aparente, no real. La Biblia nos presenta un cierto número de paradojas. Tales como:

1. El que ama su vida, al final la perderá (Jua 12:25).

2. El que aborrece su vida, al final la ganará.

3. Como desconocidos, pero bien conocidos (2Co 6:9).

4. Como moribundos, más he aquí vivimos (2Co 6:9).

5. Como entristecidos, más siempre gozosos (2Co 6:10)

6. Muriendo, pero dando fruto (Jua 12:24).

7. Como pobres, más enriqueciendo a muchos (2Co 6:10).

8. Como no teniendo nada, más poseyéndolo todo (2Co 6:10).

9. Oyendo palabras que no pueden ser expresadas (2Co 12:4).

10. Siendo fuertes cuando somos débiles (2Co 12:10).

11. Conociendo el amor de Cristo que excede a todo conocimiento (Efe 3:19).

12. Viendo las cosas que no se ven (2Co 4:18).

Podemos concluir diciendo que la misma vida y el ministerio de nuestro bendito Salvador fue en sí una divina paradoja.

1. Tuvo hambre, más alimentó a las multitudes (Mat 4:2; Jua 6:1-71).

2. Tuvo sed y es el agua de vida (Jua 19:28; Jua 4:14).

3. Se fatigó y no obstante es nuestro reposo (Jua 4:6; Mat 11:29-30).

4. Pagó impuestos, y con todo es el Rey de reyes (Mat 17:27; Apo 19:16).

5. Oró, y Él es el que escucha nuestras oraciones (Mar 14:32-42; Jua 14:13-14).

6. Lloró, y no obstante Él es el que seca nuestras lágrimas (Jua 11:35; Apo 21:4).

7. Fue vendido por treinta piezas de plata, más Él es el Redentor del mundo (Mat 26:15; 1Pe 1:18-19).

8. Como cordero fue llevado al matadero, no obstante, Él es el Buen Pastor (Isa 53:7; Jua 10:11).

9. Lo colgaron de una cruz para que muriera, pero Él resucitó de los muertos (Jua 19:33).

N. Es de separación (2Co 6:11-18).

1. La naturaleza de esta separación.

«No os unáis en yugo desigual con los incrédulos…» (2Co 6:14).

Esta separación alcanzaría sin duda lazos humanos como:

a. El matrimonio.

b. Ciertas asociaciones de negocios.

c. Organizaciones eclesiásticas dudosas.

2. La lógica de la separación: «¿Qué compañerismo tiene…?»

a. La justicia con la injusticia.

b. La luz con las tinieblas.

c. Cristo con Belial.

d. El creyente con el incrédulo.

e. El templo de Dios y los ídolos.

3. Las recompensas de esta separación (2Co 6:17-18).

«Por lo cual, salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo inmundo; y yo os recibiré, y seré para vosotros por Padre, y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso.»

IV. El agradecimiento (cap. 2Co 7:1-16).

A. La gratitud de Pablo a Dios por ver a Tito (2Co 7:1-6). «Porque de cierto, cuando vinimos a Macedonia, ningún reposo tuvo nuestro cuerpo, sino que en todo fuimos atribulados; de fuera, conflictos; de dentro, temores. Pero Dios, que consuela a los humildes, nos consoló con la venida de Tito.»

B. La gratitud del apóstol a Dios por el informe de Tito (2Co 7:7-16). Tito le informó que había sido bien recibido por la iglesia en Corinto, y que la carta anterior de Pablo había producido los resultados deseados de dolor y arrepentimiento por sus varios pecados. Uno de ellos era el caso del pecado sexual de aquel hombre con su madrastra (1Co 5:1-13). Pablo exclama: «Porque la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación, de que no hay que arrepentirse; pero la tristeza del mundo produce muerte» (2Co 7:10).

V. La solicitación para los santos (caps. 2Co 8:1-24; 2Co 9:1-15).

A. Ejemplos de ofrendas:

1. Los macedonios (2Co 8:1-5).

a. Dieron mediante su entrega personal al Señor. «… sino que a sí mismos se dieron primeramente al Señor…» (2Co 8:5).

b. Dieron sometiéndose ellos mismos al apóstol. «… y luego a nosotros por la voluntad de Dios» (2Co 8:5).

c. Dieron compartiendo sus recursos con los santos en necesidad. «… el privilegio de participar en este servicio para los santos» (2Co 8:4).

2. El Hijo: «Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos» (2Co 8:9).

Es decir, que nuestro Señor se hizo lo que no era (pobre), a fin de que nosotros pudiéramos ser lo que no éramos (ricos). El santo Hijo de Dios se transformó en el Hijo del Hombre, para que los pecadores hijos de los hombres pudieran llegar a ser hijos de Dios.

3. El Padre: «¡Gracias a Dios por su don inefable!» (2Co 9:15).

B. El espíritu de dar: «Porque si primero hay la voluntad dispuesta, será acepta según lo que uno tiene, no según lo que no tiene» (2Co 8:12).

«Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre» (2Co 9:7).

C. La gracia del dar:

«Por tanto, como en todo abundáis, en fe, en palabra, en ciencia, en toda solicitud, y en vuestro amor para con nosotros, abundad también en esta gracia» (2Co 8:7).

Las palabras de Jesús al joven rico pueden aplicarse muy bien aquí (Mar 10:21).

D. Los resultados del dar:

1. Los hechos.

a. Dar será de bendición para el necesitado. «Porque la ministración de este servició … suple lo que a los santos falta…» (2Co 9:12).

b. Será también de bendición para el que da.

(1) El Señor proveerá para sus necesidades.

«Y poderosos es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra» (2Co 9:8).

«Y el que da semilla al que siembra, y pan al que come, proveerá y multiplicará vuestra sementera, y aumentará los frutos de vuestra justicia, para que estéis enriquecidos en todo para toda liberalidad, la cual produce por medio de vosotros acción de gracias a Dios» (2Co 9:10-11).

(2) Los necesitados orarán por él.

«Asimismo en la oración de ellos por vosotros, a quienes aman a causa de la superabundante gracia de Dios en vosotros» (2Co 9:14).

c. Será de bendición para Dios. «Porque la ministración de este servició no sólo suple con plenitud lo que falta a los santos, sino que también sobreabunda a través de muchas acciones de gracias a Dios. Por la prueba dada por esta ministración, glorificarán a Dios…» (2Co 9:12-13).

2. La prueba.

a. La prueba del mundo de Dios:

«Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará» (2Co 9:6). (Véanse también Pro 22:9; Gál 6:7; Gál 6:9.)

b. La prueba de la Palabra de Dios:

«Como está escrito: El que recogió mucho, no tuvo más, y el que poco, no tuvo menos» (2Co 8:15; véase también Éxo 16:18).

«Como está escrito: Repartió, dio a los pobres; su justicia permanece para siempre» (2Co 9:9; véase también Sal 112:9).

VI. La reivindicación (2Co 10:13). Pablo dedica estos últimos capítulos a la defensa de su apostolado. Tanto su buen nombre como su ministerio habían sido socavados por algunos celosos judaizantes que probablemente habían llegado a Corinto procedentes de Jerusalén para crear dificultades. Pablo demuestra en su excelente defensa que:

A. Sus métodos eran superiores a los de sus acusadores.

1. No usaba armas carnales en su lucha contra Satanás (2Co 10:3-5). «Porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas» (2Co 10:4) Para derrotar a Satanás no podemos emplear fuego contra fuego, sino que debemos usar la sangre (véase Apo 12:11).

2. No empleaba un sistema falso para medir (2Co 10:12; 2Co 10:17-18).

«Porque no nos atrevemos a contamos ni a compararnos con algunos que se alaban a sí mismos; pero ellos, midiéndose a sí mismos por sí mismos, y comparándose consigo mismos, no son juiciosos» (2Co 10:12). Muy frecuentemente, tanto los creyentes como los inconversos son culpables de este sistema falso de comparación.

a. El incrédulo puede encontrar generalmente a alguien que es peor que él, aliviando así su conciencia que lo acusa y llevándolo a la conclusión de que su «moralidad superior» es suficiente, aparte de Cristo.

b. A veces también los líderes cristianos caen víctimas de esta trampa al comparar su ministerio con el trabajo de otro creyente.

Esto puede llevar a la envidia (si su trabajo es más importante que el mío) o al orgullo (si ocurre lo opuesto). Pablo había evitado cuidadosamente caer en esta trampa. Notemos sus palabras: «Mas el que se gloría, gloríese en el Señor, porque no es aprobado el que se alaba a sí mismo, sino aquel a quien Dios alaba» (2Co 10:17-18).

3. No edificó sobre el fundamento de otros (2Co 10:13-16) El apóstol declaraba: «Miráis las cosas según la apariencia…» (2Co 10:7).

Aparentemente ellos lo habían hecho, porque sus enemigos decían de él: «… más la presencia corporal débil, y la palabra menospreciable» (2Co 10:10). Pablo les responde, diciendo: «Pues, aunque sea tosco en la palabra, no lo soy en el conocimiento…» (2Co 11:6). (Véase también 1Co 2:1-4.)

Tenemos una dificultad aquí, porque otro pasaje sugiere que Pablo era un orador elocuente y poderoso. (Véase Hch 14:9-18.) En cualquier caso, Pablo no se gloriaba en las cualidades físicas que pudiera tener. En esto estaba apoyado por la enseñanza del Antiguo y del Nuevo Testamentos.

a. 1Sa 16:6-7 : «Y aconteció que cuando ellos vinieron, él vio a Eliab, y dijo: De cierto delante de Jehová está su ungido. Y Jehová respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón.»

b. Jua 7:24 «No juzguéis según las apariencias, sino juzgad con justo juicio.»

B. Sus motivos eran superiores a los de sus acusadores.

1. Su celo por la iglesia (2Co 11:1-2).

«Porque os celo con celo de Dios; pues os he desposado con un solo esposo, para presentaros como una virgen pura a Cristo (2Co 11:2).» (Véase también Col 1:28.) Distingamos en este momento entre celo y envidia.

a. Celo: es el deseo de poseer lo que es nuestro. En contra de la opinión popular, esta es una tendencia natural y buena, siempre que se mantenga dentro de los límites correctos.

b. Envidia: el deseo de poseer lo que le pertenece a otra persona. Esto es siempre malo.

2. Su temor por la iglesia (2Co 11:3-6).

«Pero temo que como la serpiente con su astucia engañó a Eva, vuestros sentidos sean de alguna manera extraviados de la sincera fidelidad a Cristo. Porque si viene alguno predicando a otro Jesús que el que os hemos predicado, o si recibís otro espíritu que el que habéis recibido, u otro evangelio que el que habéis aceptado, bien lo toleráis» (2Co 11:3-4). (Véanse también Mat 24:4-5; Efe 4:14; Gál 1:6-8.)

3. Su generoso servicio a la iglesia (2Co 11:7-9).

«¿Pequé yo humillándome a mí mismo, para que vosotros fueseis enaltecidos, por cuanto os he predicado el evangelio de Dios de balde? He despojado a otras iglesias, recibiendo salario para serviros a vosotros. Y cuando estaba entre vosotros y tuve necesidad, a ninguno fui carga, pues lo que me faltaba, lo suplieron los hermanos que vinieron de Macedonia, y en todo me guardé y me guardaré de seros gravoso» (2Co 11:7-9). (Véase también Flp 4:15-16.)

4. Su advertencia a la iglesia. Pablo advierte a los creyentes corintios acerca de la verdadera naturaleza de sus enemigos.

«Porque estos son falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se disfrazan como apóstoles de Cristo. Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz. Así que, no es extraño si también sus ministros se disfrazan como ministros de justicia; cuyo fin será conforme a sus obras» (2Co 11:13-15).

Pablo menciona (2Co 11:20) al menos cinco ofensas que los falsos ministros cometen contra los verdaderos creyentes:

a. Los esclavizan.

b. Los devoran.

c. Se aprovechan de ellos.

d. Se enaltecen a costa de los demás,

e. Los abofetean (espiritualmente).

5. Sus sufrimientos por la iglesia.

«De los judíos cinco veces he recibido cuarenta azotes menos uno. Tres veces he sido azotado con varas; una vez apedreado; tres veces he padecido naufragio; una noche y un día he estado como náufrago en alta mar; en caminos muchas veces; en peligros de ríos, peligros de ladrones, peligros de los de mi nación, peligros de los gentiles, peligros en la ciudad, peligros en el desierto, peligros en el mar, peligros entre falsos hermanos; en trabajo y fatiga, en muchos desvelos, en hambre y sed, en muchos ayunos, en frío y en desnudez; y además de otras cosas, lo que sobre mí se agolpa cada día, la preocupación por todas las iglesias.

¿Quién enferma, y yo no enfermo? ¿A quién se le hace tropezar, y yo no me indigno? Si es necesario gloriarse, me gloriaré en lo que es de mi debilidad. El Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, quien es bendito por los siglos, sabe que no miento. En Damasco, el gobernador de la provincia del rey Aretas guardaba la ciudad de los damascenos para prenderme; y fui descolgado del muro en un canasto por una ventana, y escapé de sus manos» (2Co 11:24-33). (Notemos las otras muchas referencias de Pablo a sus sufrimientos en esta carta. Véanse 2Co 1:3-11; 2Co 4:8-11; 2Co 6:4; 2Co 6:8-10; 2Co 7:5; 2Co 12:7-10.)

C. Sus milagros fueron superiores a los de sus acusadores.

1. Su visión sobrenatural (2Co 12:1-6).

«Conozco a un hombre en Cristo, que hace catorce años (si en el cuerpo, no lo sé; si fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe) fue arrebatado hasta el tercer cielo. Y conozco al tal hombre (si en el cuerpo, o fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe) que fue arrebatado al paraíso, donde oyó palabras inefables que no le es dado al hombre expresar» (2Co 12:2-4). Nota: No podemos ni siquiera especular acerca de lo que Pablo realmente vio en esta ocasión. Tiempo después el apóstol Juan tuvo aparentemente una visión parecida. (Véase Apo 10:4.)

Algunos creen que Pablo realmente murió durante el apedreamiento que sufrió en Listra (Hch 14:19), y que durante ese tiempo experimentó la visión que nos indica aquí en 2Co 12:1-21 antes de ser resucitado por Dios.

2. Su fortaleza sobrenatural (2Co 12:7-10).

«Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera; respecto a la cual tres veces he rogado al Señor, que lo quite de mí. Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte» (2Co 12:7-10). Nota: Este pasaje contiene la quinta referencia que Pablo hace de Satanás en 2 Corintios. De estos versículos aprendemos:

a. Su título: el dios de este siglo (2Co 4:4).

b. Sus tácticas:

(1) Aprovecharse de los creyentes (2Co 2:11).

(2) Causar sufrimiento a los creyentes (2Co 12:7). (Véanse especialmente Job 1:1-22 y Job 2:1-13.)

(3) Cegar a los incrédulos (2Co 4:4).

c. Su falsedad: disfrazarse de ángel de luz (2Co 11:14).

d. Sus representantes: los falsos ministros (2Co 11:15).

¿Cuál era la naturaleza de su aguijón en la carne? Se han dado varias interpretaciones. La teoría principal es que sufría de una enfermedad de los ojos, que no era muy dolorosa pero que a veces era repulsiva. Parece que venía padeciendo de esta enfermedad desde catorce años antes de la fecha de esta epístola, lo que lo sitúa en el tiempo en que llegó a Galacia.

Probablemente fue ocasionado por alguna debilidad física. (Véanse también Gál 4:13-15; Gál 6:11.) Debemos recordar que estuvo ciego por un tiempo después de su conversión (Hch 9:9). Satanás podía estar intentando sacar partido de una debilidad natural.

3. Sus señales sobrenaturales:

«Con todo, las señales de apóstol han sido hechas entre vosotros en toda paciencia, por señales, prodigios y milagros» (2Co 12:12).

D. Su misión era superior a la de sus acusadores. Pablo planeaba llevar a cabo su tercera visita a los corintios.

«Esta es la tercera vez que voy a vosotros. Por boca de dos o de tres testigos se decidirá todo asunto» (2Co 13:1). (Véase también Deu 19:15.)

La misión que se proponía estaba basada sobre dos principios:

1. Era un padre amoroso.

«He aquí, por tercera vez estoy preparado para ir a vosotros; y no os seré gravoso, porque no busco lo vuestro, sino a vosotros, pues no deben atesorar los hijos para los padres, sino los padres para los hijos» (2Co 12:14).

2. Ellos eran hijos desobedientes.

«Pues me temo que cuando llegue, no os halle tales como quiero, y yo sea hallado de vosotros cual no queréis; que haya entre vosotros contiendas, envidias, iras, divisiones, maledicencias, murmuraciones, soberbias, desórdenes» (2Co 12:20).

E. Su Mesías era superior al de sus acusadores. Su maestro era Satanás (2Co 11:13-15) o su yo (2Co 12:20).

Pero no el de Pablo. «Pues buscáis una prueba de que habla Cristo en mí, el cual no es débil para con vosotros, sino que es poderoso en vosotros. Porque, aunque fue crucificado en debilidad, vive por el poder de Dos. Pues también nosotros somos débiles en él, pero viviremos con él por el poder de Dios para con vosotros» (2Co 13:3-4)

Fuente: Auxiliar Bíblico Portavoz

INTRODUCCIÓN

1. Pablo había organizado la iglesia de Corinto durante su segundo viaje misionero (Hch 18:1-8).

2. Volvió a visitar la iglesia durante su tercer viaje misionero (2Co 12:14; 2Co 13:1).

3. Envió a Tito a Corinto para que organizara la ofrenda de amor para los santos en necesidad de Jerusalén (1Co 16:1; 2Co 8:6; 2Co 8:10). Tito lo lleva a cabo y regresa con el apóstol.

4. Escribió una carta (que no se ha conservado) a la iglesia de los corintios (1Co 5:9). Debemos tener en mente que Dios no decidió inspirar todas las cartas que Pablo escribió, además de las que también escribieron otros líderes cristianos, sino sólo aquellas que encontramos en el Nuevo Testamento.

5. Pasado un tiempo Pablo escribe otra carta. Esta es la de 1 Corintios que tenemos en el Nuevo Testamento. Hubo varias razones importantes por las que él escribió esta epístola.

a. Para reprender a la iglesia. Pablo se había enterado de las divisiones que existían en la congregación por medio de los de la familia de Cloé que vivían en Corinto (1Co 1:11).

b. Para instruir a la iglesia. Mientras que estaba en Éfeso le visitó una delegación de tres miembros de la iglesia que le entregó una lista de preguntas que llevaban para él de parte de los hermanos (1Co 16:17; 1Co 7:1; 1Co 8:1; 1Co 12:1).

6. Envió entonces a Timoteo a Corinto con esta carta del Nuevo Testamento (1Co 4:17; 1Co 16:10-11).

7. Timoteo regresó después a Éfeso para quedarse allí con Pablo. Parece que este joven predicador no fue capaz de enderezar las cosas en Corinto (2Co 1:1).

8. Pablo desea visitar él mismo la iglesia en este tiempo, pero no le es posible hacerlo (2Co 1:15-17).

9. Pronto le llegan noticias de que su obra en Corinto está siendo socavada por unos judaizantes legalistas que acababan de llegar de Jerusalén (2Co 3:1; 2Co 10:12-18; 2Co 11:22-23).

10. Envía a Tito de nuevo a Corinto con el encargo de poner todo en orden y encontrarse más tarde con él en Troas (2Co 2:12-13; 2Co 7:6-7).

11. Pablo llega a Troas pero no encuentra allí a Tito. Después de un tiempo de inquietud, parte para Macedonia (2Co 2:12-13).

12. Aquí se encuentra con Tito, quien le informa favorablemente acerca de la obra en Corinto.

13. Con gran alivio Pablo escribe lo que conocemos como 2 Corintios (2Co 7:5-15).

14. El apóstol puede al fin visitar Corinto poco después durante tres meses. Estando allí escribe la epístola a los Romanos (Hch 20:3; Rom 15:22-29; Rom 16:1; Rom 16:23).

I. La consolación (2Co 1:1-7).

A. La fuente de consolación y confortación:

«Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación» (2Co 1:3).

La palabra «consolación», o «confortación» que también se usa (proceden ambas del mismo término griego), la encontramos diez veces en los primeros siete versículos. Pablo comienza la epístola con esta palabra (2Co 1:3) y termina con ella (2Co 13:11). Cada miembro de la bendita Trinidad es un confortador:

1. El Padre (2Co 1:3; Isa 49:13).

2. El Hijo (Jua 14:1; Isa 61:2; 2Ts 2:16).

3. El Espíritu Santo (Jua 14:16; Jua 14:26; Jua 15:26; Jua 16:7).

«Consolar» o confortar» proceden de dos palabras griegas: para (junto a) y Raleo (llamar). De forma que consolar a una persona significa «estar junto a ella» o «responder a su llamado» para caminar con ella, fortalecerla, guiarla y, en ocasiones, defenderla.

El término griego era usado frecuentemente en los tribunales griegos para referirse al representante legal o abogado defensor (véase 1Jn 2:1). Podemos decir sin duda alguna que Dios es la única fuente de auténtico confortamiento. La oración profética de Jesús en la cruz, como la hallamos en los Salmos (Sal 69:20), describe perfectamente a todos los seres humanos:

«El escarnio ha quebrantado mi corazón, y estoy acongojado. Esperé quien se compadeciese de mí, y no lo hubo; y consoladores, y ninguno hallé.»

B. La necesidad de consolación y confortación:

«… acerca de nuestra tribulación que nos sobrevino en Asia; pues fuimos abrumados sobremanera más allá de nuestras fuerzas, de tal modo que aun perdimos la esperanza de conservar la vida» (2Co 1:8).

Hay dos clases de personas que no necesitan ser consolados: el que no ha nacido y el que está muerto (véase Isa 40:1-2). C.H. Spurgeon dijo que el predicador que predica para los atribulados nunca le faltará quien le escuche.

C. El propósito de la consolación y confortación:

«El cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios. Porque de la manera que abundan en nosotros las aflicciones de Cristo, así abunda también por el mismo Cristo nuestra consolación» (2Co 1:4-5).

Hay una gran diferencia entre solidaridad y empatía. La primera puede solamente decir: «Siento mucho lo que te está pasando»; pero la segunda puede declarar: «Sé exactamente por lo que estás pasando.» Debido a que nuestro Señor Jesucristo pasó por toda nuestra experiencia humana, está en condiciones de consolarnos en forma completa (véanse Heb 2:14-18; Heb 4:14-16). El Salvador no sólo nos conforta, sino que también sufre con nosotros (Hch 9:4). Por tanto, la regla espiritual es: cuanto más sufrimos por Cristo, tanto más consuelo recibimos de él, y mayor capacidad desarrollamos para confortar a otros que sufren. De manera que el que ha sufrido mucho habla muchas lenguas.

II. La explicación (2Co 1:8-24; 2Co 2:1-13).

A. Acerca de su tribulación en Asia (2Co 1:8-14). Pablo escribe: «… fuimos abrumados sobremanera más allá de nuestras fuerzas, de tal modo que aun perdimos la esperanza de conservar la vida» (2Co 1:8). No sabemos qué es lo que padeció en esta ocasión.

Algunos han conectado esta epístola con el relato de Hch 19:23-41, pero parece que Pablo no sufrió personalmente en aquel momento. (Véase 1Co 15:32 para una posible pista.) En cualquier caso, fue tan severo que llegó incluso a pensar en que iba a morir.

«Pero tuvimos en nosotros mismos sentencia de muerte, para que no confiásemos en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos» (2Co 1:9).

La fe de Pablo aquí fue semejante a la Abrahame Isaac en el Antiguo Testamento (véanse Gén 22:1-18; Heb 11:17-19).

Veamos su testimonio acerca de la triple liberación de Dios (2Co 1:10):

1. «Nos libró.» Habla de la justificación.

2. «Nos libra.» Habla de la santificación.

3. «Aún nos librará.» Habla de la glorificación.

B. Acerca de su viaje a Macedonia (2Co 1:15-24; 2Co 2:1; 2Co 2:12-13).

1. Lo que pensaba hacer:

«Con esta confianza quise ir primero a vosotros, para que tuvieseis una segunda gracia, y por vosotros pasar a Macedonia, y desde Macedonia venir otra vez a vosotros, y ser encaminado por vosotros a Judea» (2Co 1:15-16).

2. Por qué no lo hizo:

«Esto, pues, determiné para conmigo, no ir otra vez a vosotros con tristeza» (2Co 2:1). (Véase también 2Co 1:23.) Pablo se dio cuenta de que se iba a meter en un avispero si los visitaba en ese momento, y se sintió dirigido a dejarlo para otro momento.

3. A dónde fue al fin:

«Cuando llegué a Troas para predicar el evangelio de Cristo, aunque se me abrió puerta en el Señor, no tuve reposo en mi espíritu, por no haber hallado a mi hermano Tito; así, despidiéndonos de ellos, partí para Macedonia» (2Co 2:12-13).

C. Acerca de sus lágrimas en Éfeso (2Co 2:2-11).

«Porque por la mucha tribulación y angustia del corazón os escribí con muchas lágrimas…» (2Co 2:4).

Parece que Pablo está refiriéndose aquí a su primera epístola a los Corintios.

1. Había llorado por el hecho de que la iglesia había rehusado reprender a aquel miembro que vivía en inmoralidad sin arrepentirse (1Co 5:1-13).

2. Ahora lloraba por el hecho de que la iglesia se negaba a restaurar a aquel hombre arrepentido. «Así que, al contrario, vosotros más bien debéis perdonarle y consolarle, para que no sea consumido de demasiada tristeza» (2Co 2:7).

La restauración debía llevarse a cabo inmediatamente:

«Para que Satanás no gane ventaja alguna sobre nosotros; pues no ignoramos sus maquinaciones» (2Co 2:11).

III. La demostración (de la naturaleza del ministerio) (2Co 2:14-17; 2Co 3:1-18; 2Co 4:1-18; 2Co 5:1-21; 2Co 6:1-18).

A. Es de triunfo (2Co 2:14-16).

«Mas a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús, y por medio de nosotros manifiesta en todo lugar el olor de su conocimiento» (2Co 2:14).

Dios nos da la seguridad de la victoria, de la victoria total:

1. Sin importar cuándo se presentan los problemas (siempre).

2. Independientemente de dónde aparecen los problemas (en todo lugar).

Para ilustrar esta promesa, Pablo compara el ministerio a un triunfal desfile romano en el que el general victorioso (en este caso Jesús) dirige tanto a los vencedores (los salvados) como a los cautivos (los inconversos) a sus respectivos destinos.

De entre los que marchan en el desfile sube un aroma fragante, producido por incienso quemado. Esto es:

«A éstos [los cautivos] ciertamente olor de muerte para muerte, y a aquéllos [los vencedores] olor de vida para vida…» (2Co 2:16).

En el Antiguo Testamento, la presencia de José fue de muerte para el panadero (Gén 40:16-19; Gén 40:22), pero de vida para el copero (Gén 40:9; Gén 40:13; Gén 40:21). De igual manera, en el Nuevo Testamento, la presencia de Cristo significó muerte para el ladrón impenitente (Luc 23:39), pero vida para el arrepentido (Lev 23:40-43).

B. Es de sinceridad.

«Pues no somos como muchos, que medran falsificando la palabra de Dios, sino que con sinceridad…» (2Co 2:17). (Véase también 2Pe 3:14-16.)

La palabra «falsificando» aquí es equivalente a la tarea del buhonero o revendedor de la Palabra de Dios. Todos los falsos profetas son culpables de este horrible pecado (véase Hch 8:18-23).

C. Es aprobada (por Dios mismo).

«… ¿O tenemos necesidad, como algunos, de cartas de recomendación para vosotros, o de recomendación de vosotros?» (2Co 3:1).

Los maestros judaizantes y legalistas que plagaron la obra misionera de Pablo llevaban consigo cartas impresionantes de recomendación de Jerusalén. El apóstol lo había hecho también antes de su conversión (Hch 9:2). Pero ahora todo había cambiado. Las cartas de Pablo eran:

1. Personales: «Nuestras cartas sois vosotros.»

2. Permanentes: «Escritas en nuestros corazones.»

3. Públicas: «Conocidas y leías por todos los hombres.»

D. Es dependiente (2Co 3:4-5).

«No que seamos competentes [suficientes] por nosotros mismos … sino que nuestra competencia proviene de Dios» (2Co 3:5; véase también Flp 4:13).

E. Es superior (2Co 3:6-18).

1. Su programa es superior. Pablo se refiere aquí a Éxo 34:29-35, cuando Moisés bajó del monte Sinaí después de recibir los Diez Mandamientos. En aquella ocasión su rostro brillaba de tal modo que se puso un velo para no atemorizar a los israelitas que esperaban abajo; pero en 2Co 3:13 Pablo explica que la verdadera razón del velo era prevenir que Israel se fijara en un resplandor que desaparecería pronto.

Pero el nuevo programa de Dios es superior al de Moisés, porque su gloria, dada por Cristo, nunca se desvanecerá. (Véanse también Mat 26:28; Heb 8:8; Heb 8:13.)

«… porque la letra [el programa de la ley en el Antiguo Testamento] mata, más el espíritu [el nuevo programa de gracia del Nuevo Testamento] vivifica» (2Co 3:6).

2. Su poder es superior.

«Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad» (2Co 3:17).

3. Su propósito es superior. El nuevo ministerio de Dios en Cristo tiene un propósito doble:

a. Acerca de Israel: quitar el velo de la incredulidad de sus ojos (2Co 3:16).

b. Acerca de la iglesia: transformar a los cristianos a la misma imagen de Cristo (2Co 3:18).

F. Es abierta (2Co 4:14)

1. Es el caminar: «Antes bien renunciamos a lo oculto y vergonzoso, no andando con astucia» (2Co 4:2).

2. En el hablar: «Ni adulterando la palabra de Dios, sino por la manifestación de la verdad recomendándonos a toda conciencia humana delante de Dios» (2Co 4:2). Esta apertura es vital, porque los pecadores ya están cegados por Satanás y no deberían sufrir el daño adicional causado por la vida de creyentes engañosos.

G. Honra a Cristo (2Co 4:5-7). El mensaje de Pablo destacaba tres cosas:

1. Quién es Cristo: es el Señor.

2. Qué ha hecho Cristo: «Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo» (2Co 4:6).

3. Por qué Cristo decidió usar a Pablo.

«Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros» (2Co 4:7).

H. Es de sufrimiento (2Co 4:8-18).

1. La naturaleza de este sufrimiento:

a. Con problemas por todas partes.

b. Preocupados.

c. Perseguidos.

d. Derribados.

e. El hombre exterior desgastado.

2. La victoria sobre el sufrimiento:

a. Atribulados, pero no angustiados.

b. En apuros, mas no desesperados.

c. Perseguidos, mas no desamparados.

d. Derribados, pero no destruidos.

e. Renovados en el hombre interior.

3. Los resultados de este sufrimiento. Bendiciones inmediatas:

a. El privilegio de llevar las marcas de Cristo (2Co 4:10-11; véanse también Rom 8:36; 1Co 15:31; Gál 6:17; Col 1:24).

b. El privilegio de compartir la gloria de Dios (2Co 4:15).

Bendiciones futuras:

c. La resurrección (2Co 4:14).

d. Las recompensas (2Co 4:17-18; véase también Mar 10:28-30)

I. Es de confianza (2Co 5:1-9).

1. Dios nos dará en el futuro: «… una casa no hecha de manos, eterna, en los cielos» (2Co 5:1).

2. Lo que Dios nos ha dado en el presente: «…Dios, quien nos ha dado las arras del Espíritu» (2Co 5:5).

Notemos la confianza suprema de Pablo como resultado de estos hechos: «Así que vivimos confiados siempre…» (2Co 5:6). La palabra «siempre» aparece muchas veces en los escritos de Pablo en relación con:

La oración (Rom 1:9).

La alabanza (1Co 1:4).

El trabajo (1Co 15:58).

La obediencia (Flp 2:12).

J. Es compulsiva (2Co 5:10-17). Había al menos cuatro factores apremiantes que hacían que Pablo trabajara día y noche en el ministerio.

1. El juicio de los santos (2Co 5:10). Notemos:

a. El plan: es necesario.

b. Las partes: todos.

c. La presencia: comparezcamos.

d. Lugar: ante el tribunal de Cristo.

e. El propósito: para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo.

Nota: La palabra «malo» aquí debería traducirse por «sin valor». (Cp. con 1Co 3:12.)

2. La necesidad de los pecadores (2Co 5:14).

«… pensando esto: que, si uno murió por todos, luego todos murieron.»

Pablo deseaba que sus convertidos pudieran dar una buena rendición de cuentas a Cristo en aquel día.

3. El «temor del Señor» (2Co 5:11). Pablo está hablando aquí del temor reverente que debe caracterizar a todo creyente. El temor del apóstol era que él pudiera desagradar a su glorioso Maestro.

4. El amor de Cristo (2Co 5:14). «Porque el amor de Cristo nos constriñe…»

5. El poder del evangelio (2Co 5:17).

«De modo que, si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.»

Por tanto, este glorioso evangelio nos asegura:

a. Que podemos vivir por medio de Cristo (1Jn 4:9).

b. Que podemos vivir con Cristo (1Ts 5:10).

c. Que podemos vivir para Cristo (2Co 5:15).

K. Es representativa (2Co 5:18-21).

«Así que, somos embajadores en nombre de Cristo.»

1. Un embajador debe ser ciudadano del país que representa (Flp 3:20; Col 3:1-2).

2. Es elegido (Jua 15:16).

3. Se le pide que regrese a su patria antes de que se declare la guerra (1Ts 1:10; 1Ts 5:1-10).

L. Es irreprensible (2Co 6:1-8).

«No damos a nadie ninguna ocasión de tropiezo, para que nuestro ministerio no sea vituperado; antes bien, nos recomendamos en todo como ministros de Dios…» (2Co 6:3-4).

La Biblia ha sufrido mucho por culpa de sus amigos.

M. Es paradójica (2Co 6:9-10). Una paradoja es una contradicción aparente, no real. La Biblia nos presenta un cierto número de paradojas. Tales como:

1. El que ama su vida, al final la perderá (Jua 12:25).

2. El que aborrece su vida, al final la ganará.

3. Como desconocidos, pero bien conocidos (2Co 6:9).

4. Como moribundos, más he aquí vivimos (2Co 6:9).

5. Como entristecidos, más siempre gozosos (2Co 6:10)

6. Muriendo, pero dando fruto (Jua 12:24).

7. Como pobres, más enriqueciendo a muchos (2Co 6:10).

8. Como no teniendo nada, más poseyéndolo todo (2Co 6:10).

9. Oyendo palabras que no pueden ser expresadas (2Co 12:4).

10. Siendo fuertes cuando somos débiles (2Co 12:10).

11. Conociendo el amor de Cristo que excede a todo conocimiento (Efe 3:19).

12. Viendo las cosas que no se ven (2Co 4:18).

Podemos concluir diciendo que la misma vida y el ministerio de nuestro bendito Salvador fue en sí una divina paradoja.

1. Tuvo hambre, más alimentó a las multitudes (Mat 4:2; Jua 6:1-71).

2. Tuvo sed y es el agua de vida (Jua 19:28; Jua 4:14).

3. Se fatigó y no obstante es nuestro reposo (Jua 4:6; Mat 11:29-30).

4. Pagó impuestos, y con todo es el Rey de reyes (Mat 17:27; Apo 19:16).

5. Oró, y Él es el que escucha nuestras oraciones (Mar 14:32-42; Jua 14:13-14).

6. Lloró, y no obstante Él es el que seca nuestras lágrimas (Jua 11:35; Apo 21:4).

7. Fue vendido por treinta piezas de plata, más Él es el Redentor del mundo (Mat 26:15; 1Pe 1:18-19).

8. Como cordero fue llevado al matadero, no obstante, Él es el Buen Pastor (Isa 53:7; Jua 10:11).

9. Lo colgaron de una cruz para que muriera, pero Él resucitó de los muertos (Jua 19:33).

N. Es de separación (2Co 6:11-18).

1. La naturaleza de esta separación.

«No os unáis en yugo desigual con los incrédulos…» (2Co 6:14).

Esta separación alcanzaría sin duda lazos humanos como:

a. El matrimonio.

b. Ciertas asociaciones de negocios.

c. Organizaciones eclesiásticas dudosas.

2. La lógica de la separación: «¿Qué compañerismo tiene…?»

a. La justicia con la injusticia.

b. La luz con las tinieblas.

c. Cristo con Belial.

d. El creyente con el incrédulo.

e. El templo de Dios y los ídolos.

3. Las recompensas de esta separación (2Co 6:17-18).

«Por lo cual, salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo inmundo; y yo os recibiré, y seré para vosotros por Padre, y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso.»

IV. El agradecimiento (cap. 2Co 7:1-16).

A. La gratitud de Pablo a Dios por ver a Tito (2Co 7:1-6). «Porque de cierto, cuando vinimos a Macedonia, ningún reposo tuvo nuestro cuerpo, sino que en todo fuimos atribulados; de fuera, conflictos; de dentro, temores. Pero Dios, que consuela a los humildes, nos consoló con la venida de Tito.»

B. La gratitud del apóstol a Dios por el informe de Tito (2Co 7:7-16). Tito le informó que había sido bien recibido por la iglesia en Corinto, y que la carta anterior de Pablo había producido los resultados deseados de dolor y arrepentimiento por sus varios pecados. Uno de ellos era el caso del pecado sexual de aquel hombre con su madrastra (1Co 5:1-13). Pablo exclama: «Porque la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación, de que no hay que arrepentirse; pero la tristeza del mundo produce muerte» (2Co 7:10).

V. La solicitación para los santos (caps. 2Co 8:1-24; 2Co 9:1-15).

A. Ejemplos de ofrendas:

1. Los macedonios (2Co 8:1-5).

a. Dieron mediante su entrega personal al Señor. «… sino que a sí mismos se dieron primeramente al Señor…» (2Co 8:5).

b. Dieron sometiéndose ellos mismos al apóstol. «… y luego a nosotros por la voluntad de Dios» (2Co 8:5).

c. Dieron compartiendo sus recursos con los santos en necesidad. «… el privilegio de participar en este servicio para los santos» (2Co 8:4).

2. El Hijo: «Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos» (2Co 8:9).

Es decir, que nuestro Señor se hizo lo que no era (pobre), a fin de que nosotros pudiéramos ser lo que no éramos (ricos). El santo Hijo de Dios se transformó en el Hijo del Hombre, para que los pecadores hijos de los hombres pudieran llegar a ser hijos de Dios.

3. El Padre: «¡Gracias a Dios por su don inefable!» (2Co 9:15).

B. El espíritu de dar: «Porque si primero hay la voluntad dispuesta, será acepta según lo que uno tiene, no según lo que no tiene» (2Co 8:12).

«Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre» (2Co 9:7).

C. La gracia del dar:

«Por tanto, como en todo abundáis, en fe, en palabra, en ciencia, en toda solicitud, y en vuestro amor para con nosotros, abundad también en esta gracia» (2Co 8:7).

Las palabras de Jesús al joven rico pueden aplicarse muy bien aquí (Mar 10:21).

D. Los resultados del dar:

1. Los hechos.

a. Dar será de bendición para el necesitado. «Porque la ministración de este servició … suple lo que a los santos falta…» (2Co 9:12).

b. Será también de bendición para el que da.

(1) El Señor proveerá para sus necesidades.

«Y poderosos es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra» (2Co 9:8).

«Y el que da semilla al que siembra, y pan al que come, proveerá y multiplicará vuestra sementera, y aumentará los frutos de vuestra justicia, para que estéis enriquecidos en todo para toda liberalidad, la cual produce por medio de vosotros acción de gracias a Dios» (2Co 9:10-11).

(2) Los necesitados orarán por él.

«Asimismo en la oración de ellos por vosotros, a quienes aman a causa de la superabundante gracia de Dios en vosotros» (2Co 9:14).

c. Será de bendición para Dios. «Porque la ministración de este servició no sólo suple con plenitud lo que falta a los santos, sino que también sobreabunda a través de muchas acciones de gracias a Dios. Por la prueba dada por esta ministración, glorificarán a Dios…» (2Co 9:12-13).

2. La prueba.

a. La prueba del mundo de Dios:

«Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará» (2Co 9:6). (Véanse también Pro 22:9; Gál 6:7; Gál 6:9.)

b. La prueba de la Palabra de Dios:

«Como está escrito: El que recogió mucho, no tuvo más, y el que poco, no tuvo menos» (2Co 8:15; véase también Éxo 16:18).

«Como está escrito: Repartió, dio a los pobres; su justicia permanece para siempre» (2Co 9:9; véase también Sal 112:9).

VI. La reivindicación (2Co 10:13). Pablo dedica estos últimos capítulos a la defensa de su apostolado. Tanto su buen nombre como su ministerio habían sido socavados por algunos celosos judaizantes que probablemente habían llegado a Corinto procedentes de Jerusalén para crear dificultades. Pablo demuestra en su excelente defensa que:

A. Sus métodos eran superiores a los de sus acusadores.

1. No usaba armas carnales en su lucha contra Satanás (2Co 10:3-5). «Porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas» (2Co 10:4) Para derrotar a Satanás no podemos emplear fuego contra fuego, sino que debemos usar la sangre (véase Apo 12:11).

2. No empleaba un sistema falso para medir (2Co 10:12; 2Co 10:17-18).

«Porque no nos atrevemos a contamos ni a compararnos con algunos que se alaban a sí mismos; pero ellos, midiéndose a sí mismos por sí mismos, y comparándose consigo mismos, no son juiciosos» (2Co 10:12). Muy frecuentemente, tanto los creyentes como los inconversos son culpables de este sistema falso de comparación.

a. El incrédulo puede encontrar generalmente a alguien que es peor que él, aliviando así su conciencia que lo acusa y llevándolo a la conclusión de que su «moralidad superior» es suficiente, aparte de Cristo.

b. A veces también los líderes cristianos caen víctimas de esta trampa al comparar su ministerio con el trabajo de otro creyente.

Esto puede llevar a la envidia (si su trabajo es más importante que el mío) o al orgullo (si ocurre lo opuesto). Pablo había evitado cuidadosamente caer en esta trampa. Notemos sus palabras: «Mas el que se gloría, gloríese en el Señor, porque no es aprobado el que se alaba a sí mismo, sino aquel a quien Dios alaba» (2Co 10:17-18).

3. No edificó sobre el fundamento de otros (2Co 10:13-16) El apóstol declaraba: «Miráis las cosas según la apariencia…» (2Co 10:7).

Aparentemente ellos lo habían hecho, porque sus enemigos decían de él: «… más la presencia corporal débil, y la palabra menospreciable» (2Co 10:10). Pablo les responde, diciendo: «Pues, aunque sea tosco en la palabra, no lo soy en el conocimiento…» (2Co 11:6). (Véase también 1Co 2:1-4.)

Tenemos una dificultad aquí, porque otro pasaje sugiere que Pablo era un orador elocuente y poderoso. (Véase Hch 14:9-18.) En cualquier caso, Pablo no se gloriaba en las cualidades físicas que pudiera tener. En esto estaba apoyado por la enseñanza del Antiguo y del Nuevo Testamentos.

a. 1Sa 16:6-7 : «Y aconteció que cuando ellos vinieron, él vio a Eliab, y dijo: De cierto delante de Jehová está su ungido. Y Jehová respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón.»

b. Jua 7:24 «No juzguéis según las apariencias, sino juzgad con justo juicio.»

B. Sus motivos eran superiores a los de sus acusadores.

1. Su celo por la iglesia (2Co 11:1-2).

«Porque os celo con celo de Dios; pues os he desposado con un solo esposo, para presentaros como una virgen pura a Cristo (2Co 11:2).» (Véase también Col 1:28.) Distingamos en este momento entre celo y envidia.

a. Celo: es el deseo de poseer lo que es nuestro. En contra de la opinión popular, esta es una tendencia natural y buena, siempre que se mantenga dentro de los límites correctos.

b. Envidia: el deseo de poseer lo que le pertenece a otra persona. Esto es siempre malo.

2. Su temor por la iglesia (2Co 11:3-6).

«Pero temo que como la serpiente con su astucia engañó a Eva, vuestros sentidos sean de alguna manera extraviados de la sincera fidelidad a Cristo. Porque si viene alguno predicando a otro Jesús que el que os hemos predicado, o si recibís otro espíritu que el que habéis recibido, u otro evangelio que el que habéis aceptado, bien lo toleráis» (2Co 11:3-4). (Véanse también Mat 24:4-5; Efe 4:14; Gál 1:6-8.)

3. Su generoso servicio a la iglesia (2Co 11:7-9).

«¿Pequé yo humillándome a mí mismo, para que vosotros fueseis enaltecidos, por cuanto os he predicado el evangelio de Dios de balde? He despojado a otras iglesias, recibiendo salario para serviros a vosotros. Y cuando estaba entre vosotros y tuve necesidad, a ninguno fui carga, pues lo que me faltaba, lo suplieron los hermanos que vinieron de Macedonia, y en todo me guardé y me guardaré de seros gravoso» (2Co 11:7-9). (Véase también Flp 4:15-16.)

4. Su advertencia a la iglesia. Pablo advierte a los creyentes corintios acerca de la verdadera naturaleza de sus enemigos.

«Porque estos son falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se disfrazan como apóstoles de Cristo. Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz. Así que, no es extraño si también sus ministros se disfrazan como ministros de justicia; cuyo fin será conforme a sus obras» (2Co 11:13-15).

Pablo menciona (2Co 11:20) al menos cinco ofensas que los falsos ministros cometen contra los verdaderos creyentes:

a. Los esclavizan.

b. Los devoran.

c. Se aprovechan de ellos.

d. Se enaltecen a costa de los demás,

e. Los abofetean (espiritualmente).

5. Sus sufrimientos por la iglesia.

«De los judíos cinco veces he recibido cuarenta azotes menos uno. Tres veces he sido azotado con varas; una vez apedreado; tres veces he padecido naufragio; una noche y un día he estado como náufrago en alta mar; en caminos muchas veces; en peligros de ríos, peligros de ladrones, peligros de los de mi nación, peligros de los gentiles, peligros en la ciudad, peligros en el desierto, peligros en el mar, peligros entre falsos hermanos; en trabajo y fatiga, en muchos desvelos, en hambre y sed, en muchos ayunos, en frío y en desnudez; y además de otras cosas, lo que sobre mí se agolpa cada día, la preocupación por todas las iglesias.

¿Quién enferma, y yo no enfermo? ¿A quién se le hace tropezar, y yo no me indigno? Si es necesario gloriarse, me gloriaré en lo que es de mi debilidad. El Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, quien es bendito por los siglos, sabe que no miento. En Damasco, el gobernador de la provincia del rey Aretas guardaba la ciudad de los damascenos para prenderme; y fui descolgado del muro en un canasto por una ventana, y escapé de sus manos» (2Co 11:24-33). (Notemos las otras muchas referencias de Pablo a sus sufrimientos en esta carta. Véanse 2Co 1:3-11; 2Co 4:8-11; 2Co 6:4; 2Co 6:8-10; 2Co 7:5; 2Co 12:7-10.)

C. Sus milagros fueron superiores a los de sus acusadores.

1. Su visión sobrenatural (2Co 12:1-6).

«Conozco a un hombre en Cristo, que hace catorce años (si en el cuerpo, no lo sé; si fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe) fue arrebatado hasta el tercer cielo. Y conozco al tal hombre (si en el cuerpo, o fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe) que fue arrebatado al paraíso, donde oyó palabras inefables que no le es dado al hombre expresar» (2Co 12:2-4). Nota: No podemos ni siquiera especular acerca de lo que Pablo realmente vio en esta ocasión. Tiempo después el apóstol Juan tuvo aparentemente una visión parecida. (Véase Apo 10:4.)

Algunos creen que Pablo realmente murió durante el apedreamiento que sufrió en Listra (Hch 14:19), y que durante ese tiempo experimentó la visión que nos indica aquí en 2Co 12:1-21 antes de ser resucitado por Dios.

2. Su fortaleza sobrenatural (2Co 12:7-10).

«Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera; respecto a la cual tres veces he rogado al Señor, que lo quite de mí. Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte» (2Co 12:7-10). Nota: Este pasaje contiene la quinta referencia que Pablo hace de Satanás en 2 Corintios. De estos versículos aprendemos:

a. Su título: el dios de este siglo (2Co 4:4).

b. Sus tácticas:

(1) Aprovecharse de los creyentes (2Co 2:11).

(2) Causar sufrimiento a los creyentes (2Co 12:7). (Véanse especialmente Job 1:1-22 y Job 2:1-13.)

(3) Cegar a los incrédulos (2Co 4:4).

c. Su falsedad: disfrazarse de ángel de luz (2Co 11:14).

d. Sus representantes: los falsos ministros (2Co 11:15).

¿Cuál era la naturaleza de su aguijón en la carne? Se han dado varias interpretaciones. La teoría principal es que sufría de una enfermedad de los ojos, que no era muy dolorosa pero que a veces era repulsiva. Parece que venía padeciendo de esta enfermedad desde catorce años antes de la fecha de esta epístola, lo que lo sitúa en el tiempo en que llegó a Galacia.

Probablemente fue ocasionado por alguna debilidad física. (Véanse también Gál 4:13-15; Gál 6:11.) Debemos recordar que estuvo ciego por un tiempo después de su conversión (Hch 9:9). Satanás podía estar intentando sacar partido de una debilidad natural.

3. Sus señales sobrenaturales:

«Con todo, las señales de apóstol han sido hechas entre vosotros en toda paciencia, por señales, prodigios y milagros» (2Co 12:12).

D. Su misión era superior a la de sus acusadores. Pablo planeaba llevar a cabo su tercera visita a los corintios.

«Esta es la tercera vez que voy a vosotros. Por boca de dos o de tres testigos se decidirá todo asunto» (2Co 13:1). (Véase también Deu 19:15.)

La misión que se proponía estaba basada sobre dos principios:

1. Era un padre amoroso.

«He aquí, por tercera vez estoy preparado para ir a vosotros; y no os seré gravoso, porque no busco lo vuestro, sino a vosotros, pues no deben atesorar los hijos para los padres, sino los padres para los hijos» (2Co 12:14).

2. Ellos eran hijos desobedientes.

«Pues me temo que cuando llegue, no os halle tales como quiero, y yo sea hallado de vosotros cual no queréis; que haya entre vosotros contiendas, envidias, iras, divisiones, maledicencias, murmuraciones, soberbias, desórdenes» (2Co 12:20).

E. Su Mesías era superior al de sus acusadores. Su maestro era Satanás (2Co 11:13-15) o su yo (2Co 12:20).

Pero no el de Pablo. «Pues buscáis una prueba de que habla Cristo en mí, el cual no es débil para con vosotros, sino que es poderoso en vosotros. Porque, aunque fue crucificado en debilidad, vive por el poder de Dos. Pues también nosotros somos débiles en él, pero viviremos con él por el poder de Dios para con vosotros» (2Co 13:3-4)

Fuente: Auxiliar Bíblico Portavoz

INTRODUCCIÓN

1. Contexto histórico de la carta

No es nada fácil precisar las circunstancias que rodearon la composición de esta llamada segunda carta a los Corintios (en adelante se utilizará preferentemente la abreviatura 2Co). Alguien ha escrito que es la más enigmática de las cartas paulinas. Y tal vez el enigma principal sea el siguiente: ¿se trata de una única carta escrita — o dictada — de un tirón por Pablo o es, más bien, el resultado de fundir una serie de cartas enviadas sucesivamente por el Apóstol a los corintios en el curso de unas relaciones que se volvieron por momentos difíciles y conflictivas?

En el primero de los supuestos apuntados — que ha sido sostenido acríticamente durante siglos por la inmensa mayoría de lectores y comentaristas de la carta — , Pablo haría recuento y balance final de lo sucedido entre él y la iglesia de Corinto durante los meses siguientes al envío de la primera carta. Eso habría ocurrido entre los años 54 y 56 d. C., según las distintas cronologías sobre la vida de Pablo. En el trascurso de esos meses, no sólo no se habrían resuelto los problemas existentes, sino que habrían surgido otros nuevos. Ciertos misioneros cristianos procedentes de Judea, y con un pretendido respaldo de los apóstoles de Jerusalén, habían llegado a Corinto donde comenzaron a minar la autoridad de Pablo poniendo en duda su condición de apóstol y anunciando un mensaje distinto, al menos en parte, al proclamado por Pablo (ver 2Co 11:4-5; 2Co 11:12-15). Parece que entonces Pablo realizó una breve visita (2Co 2:1) que no tuvo éxito; es más, durante esa visita el propio Pablo o uno de sus colaboradores debió ser objeto de una grave ofensa sin que la comunidad reaccionara (2Co 2:5). A raíz de esta infructuosa visita, Pablo les escribe una carta llena de emoción y severidad que el propio Apóstol dice haber escrito con el corazón lleno de angustia y anegado en lágrimas (2Co 2:4). Una carta que se habría perdido.

Esta carta y los buenos oficios de Tito, probable portador de ella, provocaron afortunadamente un cambio radical en la comunidad: se castiga al ofensor, se restablece la autoridad de Pablo, se recuperan las buenas relaciones. Las noticias del cambio llenan de alegría a Pablo que, a la vez gozoso y apasionado, escribe de nuevo a los corintios. La batalla ha sido dura y es preciso restañar heridas y apuntalar el edificio que ha quedado tambaleante. Este sería, en el supuesto de una única carta, el marco histórico de 2 Co.

Pero en los últimos tiempos se ha ido abriendo paso entre los estudiosos paulinos, cada vez con más fuerza, un segundo supuesto: a saber, 2 Co no sería una única carta, sino varias cartas reunidas por un redactor postpaulino bastantes años después de la muerte del Apóstol. Se habla de tres, de cuatro y hasta de cinco cartas fundidas en una sola. La primera, en orden cronológico, se conservaría en 2Co 2:142Co 7:4 y en ella Pablo sale en defensa de su ministerio apostólico, a la vez que se esfuerza en desenmascarar a los falsos apóstoles. La segunda estaría representada por 2Co 10:1-182Co 13:1-14 y según muchos autores habría que identificarla con la llamada “carta de las lágrimas”. La tercera sería la carta de reconciliación que Pablo escribe a los corintios una vez que ha recibido de Tito las buenas noticias sobre el cambio de actitud de la Iglesia de Corinto. Si no la carta completa, al menos sus pasajes más importantes se conservarían en 2Co 1:12Co 2:17 y 2Co 7:5-16. Finalmente, en 2Co 8:1-242Co 9:1-15 tendríamos al menos el núcleo de otras dos breves cartas de Pablo a los corintios con ocasión de la colecta a favor de las iglesias necesitadas de Judea. Algunos autores piensan que únicamente el capítulo 2Co 9:1-15 es una carta independiente; el capítulo 2Co 8:1-24 formaría en su origen parte de la llamada “carta de reconciliación”.

¿Qué decir de este segundo supuesto? ¿Cómo se desarrollaron realmente las cosas? No hay que descartar la hipótesis de varias cartas; al contrario, tiene grandes probabilidades de ser correcta en líneas generales. Sin embargo, no se ha dicho la última palabra sobre el tema; la cuestión sigue abierta y si la hipótesis de la unidad presenta dificultades, tampoco carece de ellas la de la fragmentación.

En cualquier caso, ya los más antiguos mss. nos transmiten la carta como un escrito unitario. Así la han leído los cristianos de todos los tiempos y así podemos seguir leyéndola hoy, habida cuenta de que los acontecimientos, los protagonistas y la enseñanza fundamental son los mismos, haya sido uno u otro su proceso de composición y formación.

2. Peculiaridades de la carta

2 Co es tal vez el escrito que mejor refleja la personalidad humana y apostólica de Pablo. Es también una fuente inestimable de datos acerca del Apóstol, de su vida azarosa y enamorada de Cristo. Por ella conocemos su colosal esfuerzo misionero repleto de fatigas y peligros, su amor apasionado a Cristo y a la Iglesia, la preocupación por las distintas iglesias cristianas fundadas por él (que era como un fuego que lo devoraba por dentro), las extraordinarias experiencias místicas con que fue agraciado, su enfermedad crónica cuya curación pedía insistentemente al Señor… y los inigualables contrastes de su personalidad excepcional: al mismo tiempo audaz y tímido, sereno y apasionado, prudente y arrebatado, activo y contemplativo, afectuoso y sarcástico, delicado y exigente.

Y en línea con las peculiaridades y circunstancias de la carta, está el estilo, que es directo, patético, apasionado. En ocasiones la pasión roba claridad al discurso. Nos encontramos con expresiones oscuras, con complicadas construcciones gramaticales, con interrupciones desconcertantes en el proceso del pensamiento. Pero 2 Co recompensa con creces el esfuerzo que exige su lectura, pues nos revela mejor que ninguna otra carta el carácter y el corazón de Pablo.

3. Contenido de la carta

Cualquiera que sea el proceso de composición de 2 Co — una o varias cartas — , hay un tema que, de una u otra forma, recorre casi todas las páginas del escrito: el del ministerio apostólico y la distinta manera que tienen de entenderlo, por una parte Pablo y por otra los misioneros que han arribado a Corinto procedentes de Judea. Primero en un tono cálido, paternal y persuasivo (ver 2Co 6:11-13; 2Co 7:2-4), y más adelante de forma áspera, agresiva y amenazante (2Co 10:1-182Co 13:1-14) — ¿ha cambiado la situación y se trata de una carta distinta? — , Pablo reflexiona y hace reflexionar a los corintios sobre cómo debe ser y desarrollarse la tarea misionera del verdadero apóstol de Cristo. Una tarea que está rodeada de grandezas y miserias, que lleva consigo riesgos y compensaciones, que puede causar tristezas y alegrías. Pablo lo resume magníficamente en una frase: se trata de un tesoro que guardamos en vasijas de barro (2Co 4:7), frase que encuentra a su vez el mejor comentario en 2Co 12:9 cuando Jesús le dice al Apóstol: mi fuerza se realiza plenamente en lo débil.

Por lo demás, tal como ha llegado hasta el presente, 2 Co se abre con una solemne acción de gracias y una serie de explicaciones de Pablo sobre sus proyectos apostólicos en relación con los corintios (2Co 1:12Co 2:13). Sigue una extensa reflexión sobre el ministerio apostólico, reflexión que puede considerarse la parte central de la carta (2Co 2:142Co 7:16). Vienen luego los dos capítulos dedicados a la colecta a favor de los creyentes necesitados de Judea (2Co 8:1-242Co 9:1-15). Y con un brusco cambio de tono (difícilmente explicable, por lo demás, dentro de la misma carta), Pablo pasa a redactar una vigorosa defensa de su autoridad y sus derechos de apóstol frente a los competidores que le han salido en Corinto y a los que califica irónicamente de “superapóstoles” (2Co 10:12Co 13:10). Una conclusión breve y de talante más bien frío cierra la carta (2Co 13:11-13).

4. Estructura de la carta

— Introducción (2Co 1:1-7)

I. — PABLO Y LA IGLESIA DE CORINTO (2Co 1:82Co 2:13)

II. — EL MINISTERIO APOSTÓLICO (2Co 2:142Co 7:16)

III. — COLECTA A FAVOR DE LOS CREYENTES DE JUDEA (2Co 8:1-242Co 9:1-15)

IV. — PABLO DEFIENDE SU MISIÓN APOSTÓLICA (2Co 10:12Co 13:10)

— Conclusión (2Co 13:11-13)

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

1Co 1:1-2.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

— en Corinto: Ver Introducción a 1 Co y nota a 1Co 1:2.

— creyentes: Lit. santos. Ver nota a Rom 1:7.

— Acaya: Ver nota a Rom 15:26.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

Saludo

1 En su saludo inicial a una iglesia en la cual se había cuestionado su autoridad apostólica, Pablo se define a sí mismo como un apóstol de Cristo Jesús. Para Pablo un apóstol era uno que había visto al Señor resucitado (1 Cor. 15:3-10; Gál. 1:15, 16), a quien el Señor le había confiado el evangelio (Gál. 1:11, 12; 2:7), y en cuyo ministerio del evangelio se hacía evidente la gracia de Dios (Rom. 1:5; 15:17-19; Gál. 2:8, 9). Fue en el camino a Damasco que Cristo comisionó a Pablo para que fuera un apóstol, y esa comisión era apoyada por la voluntad de Dios. Aquellos a quienes saluda son la iglesia de Dios que está en Corinto, lo cual refleja el hecho de que las iglesias no son solamente asambleas de individuos que piensan en forma similar, con un toque religioso, sino comunidades que pertenecen a Dios y disfrutan de una relación especial con él. Pablo incluye en el saludo a todos los santos que están en toda Acaya. Aquí la palabra santos no tiene connotación alguna de las ideas del siglo XX sobre la canonización, sino que en cambio refleja el hecho de que todos los creyentes son posesión especial de Dios. 2 Sobre todos estos Pablo invoca gracia … y paz. Por gracia él en tiende el cuidado o la ayuda de Dios; ayuda mostrada al enviar a su Hijo al mundo para nuestra salvación (cf. 8:9; Rom. 5:8) y en repetidos actos de amor, ayuda y provisión (cf. Rom. 8:32). La paz es esencialmente esa paz objetiva que Dios ganó por medio de la muerte de Cristo (cf. Ef. 2:13-18), el reconocimiento de la cual produce en nosotros la conciencia de estar bien.

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

1.1 Pablo visitó Corinto en su segundo viaje misionero y fundó una iglesia allí (Act 18:1ss). Más tarde escribió varias cartas a la iglesia en dicho lugar, dos de las cuales fueron incluidas en la Biblia. La primera carta de Pablo enviada a Corinto se perdió (1Co 5:9-11), su segunda carta es la que denominamos 1 Corintios, la tercera también se perdió (1Co 2:6-9; 1Co 7:12); y su cuarta carta es la que nos ocupa, es decir, 2 Corintios, que fue escrita cerca de un año después de 1 Corintios.Pablo escribió 1 Corintios a fin de enfrentar la división que se produjo en la iglesia. Como su consejo no fue considerado ni resueltos los problemas, visitó Corinto por segunda vez. Esta visita fue dolorosa tanto para él como para la iglesia (1Co 2:1). Luego planeó una tercera visita, pero la postergó y en su lugar escribió 2 Corintios. Después de escribirla, visitó Corinto una vez más (Act 20:2-3).1.1 Pablo tenía gran respeto por Timoteo (véanse Phi 2:19-20; 1Ti 1:2), uno de sus compañeros de travesía (Act 16:1-3). Acompañó a Pablo a Corinto en su segundo viaje misionero, y Pablo lo envió allí, poco después, a ministrar (1Co 4:17; 1Co 16:10). El informe de Timoteo a Pablo acerca de la crisis en la iglesia de Corinto motivó que el apóstol realizara una visita sin planificar para tratar el problema en persona (véase 2.1). Para mayor información acerca de Timoteo, véase su perfil en 1 Timoteo.1.1 Los romanos había hecho de Corinto la capital de Acaya (la parte sur de la Grecia actual). La ciudad era un centro comercial floreciente por ser puerto. Con los miles de marinos que desembarcaban allí cada año, Corinto llegó a tener la reputación de una de las ciudades más inmorales en el mundo antiguo. Muchos templos paganos se caracterizaban por sus formas de inmoralidad sexual y el culto a los ídolos. Más aún, la palabra griega empleada para la práctica de inmoralidad sexual fue «corintianizar». Una iglesia cristiana en esta ciudad tendría que enfrentar grandes presiones y conflictos. Para mayor información relacionada con Corinto, véase la primera nota en 1Co 1:2.1.3-5 Muchos piensan que cuando Dios nos consuela, nuestras aflicciones desaparecen; si así fuera siempre, mucha gente buscaría a Dios sólo para ser librada de las privaciones y no buscaría mostrar su amor por El. Debemos entender que consolar puede también significar recibir fortaleza, ánimo y esperanza para hacer frente a las aflicciones. Cuanto más sufrimos, más somos consolados por Dios (1.5). Si se está sintiendo abrumado, permita que Dios lo consuele tanto como El puede. Recuerde que cada problema que enfrente, luego se convertirá en una oportunidad para ministrar a otras personas que lleguen a padecer aflicciones similares.1.5 Las «aflicciones de Cristo» son aquellas que experimentamos cuando nos convertimos en ministros suyos. Al mismo tiempo, Cristo sufre con su pueblo desde que se une a El. En Act 9:4-5 Cristo le pregunta a Pablo por qué lo perseguía. Esto significa que Cristo sufrió con los primeros cristianos cuando fueron perseguidos.1.6, 7 Pablo explica que él y sus compañeros sufrieron mucho por traerles «consolación y salvación» a los corintios. Pero así como Dios consoló a Pablo, también consolaría a los creyentes corintios cuando sufrieran por su fe. El les daría la fortaleza que perdura.1.8-10 Pablo no dice qué es lo que le sucedió al enfrentar «tribulaciones» en Asia, aunque las narraciones de los tres viajes misioneros registran dificultades de toda índole que debieron enfrentar (Hechos 13.2-14.28; 15.40-21.17). El escribe que sintieron que perderían sus vidas y se dieron cuenta de que no podían hacer nada para salvarse, simplemente tuvieron que depender de Dios.1.8-10 Con frecuencia dependemos de nuestras técnicas y habilidades cuando la vida se nos presenta fácil, pero cuando sentimos impotencia para ayudarnos a nosotros mismos, buscamos a Dios. Depender de Dios es una manera de darnos cuenta de nuestra propia pobreza sin El y nuestra necesidad para que nos toque constantemente en nuestras vidas. Dios es nuestra fuente de verdad y poder y como resultado nos mantenemos en contacto con El. Con esta actitud, los problemas nos conducen a Dios en lugar de apartarnos. Aprenda a depender de Dios cada día.1.11 Pablo pidió oración por sí mismo y por sus colaboradores que viajaban para difundir el mensaje de Dios. Ore por los pastores, maestros, misioneros y otros que están en «la línea de batalla», ocupados en la difusión del evangelio. Cualquier persona que esté logrando algo diferente para Dios será desafiado por Satanás.1.12-14 Pablo sabía la importancia de la santidad y la sinceridad en palabra y acción, especialmente en una situación como la de Corinto en la que la crítica constructiva era necesaria. Así que no fue a ellos con un conocimiento humano impresionante (palabras de sabiduría). Dios quiere que seamos reales y transparentes en todas nuestras relaciones. Si no lo somos, motivaremos rumores, chismes e interpretaciones erróneas.1.15-17 Pablo había efectuado una visita breve y sorpresiva a Corinto, la que no fue muy agradable ni para él ni para la iglesia (véase 2.1). Después de esa visita, le dijo a la iglesia que regresaría, pero tuvo que cancelar sus planes de viaje originales. En lugar de navegar de Efeso a Corinto, antes de ir a Macedonia, viajó de Efeso directamente a Macedonia, lugar en el que escribió una carta a los corintios que le motivó gran angustia (7.8, 9). Sus planes originales se basaban en que la iglesia resolvería sus problemas por sí misma. Cuando llegó el momento en que Pablo debía decidir su viaje a Corinto, sin embargo, la crisis no había sido superada del todo (aunque se había logrado cierto progreso en algunas áreas, 7.11-16). Por lo que decidió escribir una carta en su lugar (2.3, 4; 7.8), pensando en que otra visita podría complicar aún más la situación. Por eso Pablo se mantuvo lejos de Corinto, le preocupaba ante todo la unidad de la iglesia, no porque fuera voluble.1.17-20 El cambio de planes de Pablo motivó que algunos de sus acusadores dijeran que no era confiable, esperando menoscabar su autoridad. Pablo les dijo que él no era el tipo de persona que decía «sí», cuando en realidad quería decir «no». También les explicó que no fue la indecisión, sino la preocupación por sus sentimientos, lo que le obligó a cambiar sus planes. La razón de su viaje: llevarles gozo (1.24), pudiera no lograrse debido a la crisis reinante. No quería visitarlos sólo para reprenderlos severamente (1.23). Así como los corintios podían confiar en Dios y en sus promesas, también podrían confiar en Pablo como representante de Dios. El todavía pensaba visitarlos, pero en un momento más apropiado.1.19, 20 Todas las promesas de Dios referentes al Mesías se cumplirían en Cristo («mas ha sido Sí en él»). Jesús fue completamente fiel en su ministerio y nunca pecó (1Pe 3:18), murió fielmente por nosotros (Heb 2:9) y ahora intercede por nosotros fielmente (Rom 8:34; Heb 4:14-15). Como Jesucristo es fiel, Pablo también quiso serlo en su ministerio.1.21, 22 Pablo menciona dos dones que Dios nos da cuando llegamos a ser cristianos: (1) un sello de propiedad para mostrar quién es nuestro maestro y (2) el Espíritu Santo como garantía de que le pertenecemos y recibiremos todos sus beneficios (Eph 1:13-14). El Espíritu Santo garantiza que la salvación es nuestra ahora y que recibiremos mucho más cuando Cristo regrese. El gran consuelo y poder del Espíritu Santo en esta vida es un anticipo o adelanto (depósito) de los beneficios de nuestra vida eterna en la presencia de Dios. Con el privilegio de pertenecer a Dios viene la responsabilidad de identificarnos como representantes fieles. No se avergüence al darse a conocer como su pertenencia.1.23 La iglesia de Corinto le escribió a Pablo planteándole preguntas relacionadas con su fe (véase 1Co 7:1). En respuesta, Pablo escribió 1 Corintios, pero no siguieron las instrucciones que les dio.Pablo tuvo que planear otra visita pero en vez de eso envió una carta que contristaba (1Co 7:8-9) a fin de darles una nueva oportunidad para que cambiaran su forma de actuar. No quería visitarlos y repetir los mismos consejos en cuanto a los mismos problemas. Les envió una carta emotiva para animarles, para que siguieran las instrucciones ya mencionadas en cartas y visitas anteriores. DIFERENCIAS ENTRE 1 y 2 CORINTIOSLas dos cartas a los Corintios, registradas en la Biblia, son muy distintas, con tonos y enfoques diferentes.1 Corintios

Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir

NOTAS

(1) La provincia romana de Grecia meridional, cuya capital era Corinto.

REFERENCIAS CRUZADAS

a 0 1Co 1:1; 1Ti 1:1

b 1 Hch 16:1; Flp 2:20

c 2 Col 1:2

d 3 1Ts 1:8

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

apóstol. Véase coment. en Ro 1:1. A lo largo de esta epístola Pablo tiene que defender su autoridad apostólica (cp. 1:21; 2:17; 4:5; 5:20; 10:8; 13:10).

Timoteo. En el primer viaje de Pablo a Corinto, Timoteo se unió a él (vers. 19; cp. Hch 18:1, 5). Timoteo regresó allí por lo menos una vez más (cp. 1 Co 4:17; 16:10– 11). Acompañó también al apóstol Pablo en el segundo (Hch 16:1– 5) y tercer viaje misionero (Hch 19:22; 20:4), y estuvo con él en su primer encarcelamiento en Roma (1:1; Col 1:1).

iglesia. Este término ocurre nueve veces en la carta, refiriéndose generalmente a una congregación local.

santos. Véase coment. en Ro 1:7.

Acaya. Esta provincia romana abarcaba todo el territorio de Grecia al sur de Macedonia; su capital era Corinto.

Fuente: La Biblia de las Américas

1 (1) Véase la nota 1 (2) de 1co 1.

1 (2) Véase la nota 2 (1) de 1co 1.

1 (3) Véase la nota 2 (2) de 1co 1.

1 (4) Véase la nota 2 (7) de 1co 1.

1 (5) Una provincia del Imperio Romano al sur de Macedonia. Formaba la mayor parte de lo que hoy es Grecia, donde está ubicada la ciudad de Corinto.

Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro

INTRODUCCIÓN A LA SEGUNDA EPÍSTOLA DE PABLO A LOS CORINTIOS

AUTOR: Pablo

FECHA: 57

Ocasión Después de escribir 1 Corintios, Pablo pensó que era necesario hacer una visita rápida y penosa a Corinto, puesto que los problemas que habían dado ocasión a la primera carta no habían sido resueltos (2Co 2:1; 2Co 12:14; 2Co 13:1-2). Después de esta visita, escribió a la iglesia una carta severa y apesadumbrada, a la que se refiere en 2Co 2:4, pero que se ha perdido. Tito entregó dicha carta. Pablo, incapaz de esperar a encontrarse con Tito a su regreso a Tróade, se apresuró a ir a Macedonia, donde Tito le refirió la buena noticia de que, por fin, la iglesia se había arrepentido de su rebeldía contra Pablo. Desde Macedonia, Pablo escribió 2 Corintios y, a continuación, les hizo la última visita de que tenemos mención (Hch 20:1-4).

Una teoría popularizada defiende que los capítulos 2Co 10:1-18 al 2Co 13:1-14 son parte de la perdida «carta de pesadumbre». Aunque algunas expresiones de dichos capítulos correspondan a lo que debió de ser el contenido de la carta que se perdió, el principal tema de dicha carta (el ofensor de 2Co 2:5) no se menciona en esos capítulos. Además, no hay evidencia que respalde tal partición de 2 Corintios.

Propósito El objetivo de esta carta es triple:

(1) Expresar el gozo por la favorable respuesta de la iglesia al ministerio de Pablo (caps. 2Co 1:1-24 al 2Co 7:1-16);

(2) recordar a los creyentes el compromiso que habían contraído de ofrendar para los cristianos en Judea (caps. 2Co 8:1-242Co 9:1-15) y

(3) defender la autoridad apostólica de Pablo (caps. 2Co 10:1-18 al 2Co 13:1-14).

Contenido La carta contiene muchos destellos personales y autobiográficos de la vida de Pablo (2Co 4:8-18; 2Co 11:22-33). La discusión más larga de todo el Nuevo Testamento acerca del ofrendar se encuentra en los capítulos 2Co 8:1-24 y 2Co 9:1-15 de esta carta. Versículos importantes son: 2Co 5:10; 2Co 5:20-21; 2Co 6:14; 2Co 8:9; 2Co 10:5; 2Co 11:14; 2Co 12:9 y 2Co 13:14.

BOSQUEJO DE 2 CORINTIOS

I) INTRODUCCIÓN, 2Co 1:1-11

A) Saludo, 2Co 1:1-2

B) Gratitud de Pablo por la bondad de Dios, 2Co 1:3-11

II) La conciliación del apóstol con respecto al problema en Corinto, 2Co 1:122Co 2:13

A) El cambio en los planes de Pablo, 2Co 1:122Co 2:4

B) El cambio en el castigo del ofensor, 2Co 2:5-11

C) El encuentro con Titus, 2Co 2:12-13

III) El ministerio apostólico, 2Co 2:142Co 6:10

A) La confianza del ministerio: victoria, 2Co 2:14-17

B) La recomendación del ministerio: vidas cambiadas, 2Co 3:1-3

C) El pacto para el ministerio: el nuevo pacto, 2Co 3:4-18

D) El carácter del ministerio: sobrenatural, 2Co 4:1-7

E) Las circunstancias del ministerio, 2Co 4:8-18

F) Las constricciones del ministerio, 2Co 5:1-21

1. La seguridad de la resurrección, 2Co 5:1-9

2. El tribunal de Cristo, 2Co 5:10-13

3. El amor de Cristo, 2Co 5:14-21

G) La conducta del ministerio, 2Co 6:1-10

IV) Las exhortaciones del apóstol a los Corintios, 2Co 6:112Co 7:16

A) Que se abran a Cristo, 2Co 6:11-13

B) Que se separen del mal, 2Co 6:142Co 7:1

C) Que estén seguros del gozo Suyo por el arrepentimiento de ellos, 2Co 7:2-16

V) La demanda del apóstol para la ofrenda por los santos de Judea, 2Co 8:12Co 9:15

A) Principios del ofrendar, 2Co 8:1-6

B) Objetivos del ofrendar, 2Co 8:7-15

C) Práctica del ofrendar, 2Co 8:162Co 9:5

D) Promesas para el ofrendar, 2Co 9:6-15

VI) La vindicación que el apóstol hace de sí mismo, 2Co 10:12Co 12:18

A) La autoridad de su apostolado, 2Co 10:1-18

B) Las credenciales de su apostolado, 2Co 11:12Co 12:18

1. La conducta de Pablo, 2Co 11:1-15

2. Los sufrimientos de Pablo, 2Co 11:16-33

3. La visión de Pablo, 2Co 12:1-10

4. La generosidad de Pablo, 2Co 12:11-18

VII) Observaciones finales, 2Co 12:192Co 13:14

A) Apelación al arrepentimiento, 2Co 12:19-21

B) Declaración de planes, 2Co 13:1-10

C) Saludos y bendición, 2Co 13:11-14

Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie

Acaya. La provincia romana que comprendía todo el S de Grecia por debajo de Macedonia, incluyendo Atenas y Corinto, la capital.

Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie

7 (I) Introducción: Saludo y bendición (1,1-11). 1-2. La dirección es estereotipada (Cartas del NT, 45:8A). Timoteo: Véase el comentario a 1 Cor 4,17. santos: Véase el comentario a 1 Cor 1,2. Acaya: Véase el comentario a 1 Cor 16,15. Nada se sabe de otras comunidades fuera de la de Corinto. 3-11. El uso de una bendición en lugar de la acción de gracias habitual (→ Cartas del NT, 45:8B) permite ver el reconocimiento por parte de Pablo de la bondad de Dios al salvarlo de un peligro mortal en Asia. 3. consuelo: Este nombre y su correspondiente vb. aparecen 25 veces en la Carta A. No supone consolación comprensiva, sino fortalecimiento activo para soportar la «tribulación», que se menciona 12 veces en la Carta A. 4. Pablo puede fortalecer a otros porque él mismo ha sido fortalecido. 5. los sufrimientos de Cristo: Los sufrimientos de la comunidad (Flp 3,10-11; Col 1,24), que es «Cristo» (véase el comentario a 1 Cor 6,15; 12,12) , reflejan los del Jesús histórico (véanse B. Ahern, CBQ 22 [1960] 1-32; C. M. Proudfoot, Int 17 [1963] 140-60). nuestro consuelo también abunda: Dios fortalece a Pablo en proporción a sus sufrimientos, los cuales dieron a luz a la comunidad y forman parte de ella. La tribulación no supone ignominia ni fracaso. 7. Quienes han compartido el dolor y el consuelo pueden afrontar el futuro con confianza pese a los problemas corrientes. 8-11. Pablo hace más concreto el tema de la fortaleza en la tribulación evocando una terrible experiencia personal en Asia. 8. no queremos que ignoréis: Esta fórmula de revelación (véase T. Y. Mullins, NovT 7 [1964] 44-50) introduce información nueva, tribulación sufrida en Asia: No se dan pormenores porque lo importante para Pablo era el significado. La formulación excluye una enfermedad seria (como en Gál 4,13) . Pablo había estado encarcelado en Éfeso (→ Filipenses, 48:5-6), capital de la provincia romana de Asia (actual Turquía occidental), pero esto es menos probable que un incidente violento como la revuelta de los plateros (Hch 19,23-20,1). hasta perdimos la esperanza de seguir viviendo: Parecía que la difícil situación no tenía salida. 9. sentencia de muerte: La formulación no alude tanto a una condena jurídica, cuanto a la convicción de Pablo de que sus días estaban contados, aprendimos a no confiar en nosotros mismos: La confianza en Dios se basa en la experiencia de su poder. 10. de tan mortales peligros: El incidente de Éfeso fue la última de las muchas amenazas que Pablo recibió contra su vida (4,11; 11,23).
La lectura pl. de P46 preferible al sg., comúnmente aceptado. 11. Hasta el momento, nadie ha conseguido desenmarañar la sintaxis de este versículo. Pablo tiene la esperanza de que la oración de intercesión de los corintios y la suya propia pidiendo una liberación futura se transformen en acción de gracias en virtud de un rescate consumado.
(Hofius, O., «‘‘Der Gott alien Trostes”: Paraklésis und parakalein in 2 Kor 1:3-7», TBei 14 [1983] 217-27. Watson, N. M., «“…to Make Us Rely not on Ourselves but on God Who Raises the Dead”: 2 Cor 1:9b as the Heart of Paul’s Theology», Die Mitte des Neuen Testaments [Fest. E. Schweizer, ed. U. Luz et al., Gotinga 1983] 384-98.)
8 (II) Parte primera: Una visita cancelada a Corinto (1,12-2,13). Los problemas de Pablo con la comunidad corintia se habían visto exacerbados por una promesa incumplida de visitarlos; sus enemigos habían distorsionado el hecho hasta convertirlo en prueba de que Pablo no merecía confianza.
(A) El plan de Pablo (1,12-22). 12-14. Pablo introduce el delicado tema haciendo un llamamiento a una lectura atenta y receptiva de esta carta. 12. el testimonio de nuestra conciencia: Pablo no tiene nada que reprocharse (véase el comentario a 1 Cor 4,4). con la sencillez y sinceridad que vienen de Dios: Pese a M. R. Thrall (Studies in NT Language and Text [Fest. G. D. Kilpatrick, ed. J. K. Elliott, NovTSup 44, Leiden 1976] 366-72), el contexto exige la lectura haplotéti (8,2; 9,11.13; cf. J. Amstutz, Haplotés [Theophaneia 19, Bonn 1968]). Pablo había sido acusado de falsedad, no con sabiduría camal, sino por gracia: Sus decisiones están enraizadas en su sentido de la misión, no en cálculos propios de la humanidad caída, en el mundo: Respecto a los no creyentes, como indica el contraste con «vosotros». 13. Los corintios deben prestar atención a lo que Pablo dice realmente y no leerlo mal (p.ej., 1 Cor 5,9-11) o encontrar ofensas donde no había intención alguna de ofender (p.ej., 1 Cor 4,14). 14. somos orgullo vuestro, lo mismo que vosotros nuestro: Sin Pablo, la Iglesia no habría nacido (1 Cor 3,5; 4,15); la existencia de ésta autentifica su ministerio (1 Cor 9,2; 2 Cor 3,2-3).
9 15. gracia: Charis significa en este caso el beneficio espiritual y humano de la presencia de Pablo, como en Flp 1,25-26 y Rom 1,11; 15,29. 16. que es: El kai inicial es explicativo (véase BDF 442.9), pues este versículo explica los crípticos «primero» y «segunda» del v. 15. Se alude a la visita intermedia (12,14; 13,1-2). Pablo había ido a Corinto por mar desde Éfeso y, durante su estancia allí, había informado a la comunidad de este plan de volver tras una visita a Macedonia (provincia romana del norte de Grecia), donde había Iglesias en Tesalónica (la capital) y Filipos. No llevó a cabo este proyecto (v. 23), que era ya una modificación del plan anunciado en 1 Cor 16,5-6. 17. Las preguntas retóricas expresan la reacción de los corintios ante tal supresión y cambio de planes; dicha reacción debió de ser comunicada a Pablo por Tito (7,7). sí, sí y no, no: Aunque recuerda Mt 5,37 y Sant 5,12, el significado es diferente. Pablo no decía «sí, sí» con entusiasmo cuando creía que sus lectores esperaban conformidad o «no, no» cuando éstos querían una respuesta negativa. Lo que decía lo decía sinceramente. 18-22. Digresión teológica. El Dios fiel, revelado en un Cristo totalmente entregado y en un evangelio inequívoco, no habría encomendado la misión a Pablo si éste no fuera completamente digno de confianza. 18. nuestra palabra; Alude principalmente a la predicación de Pablo (v. 19), pero en este contexto también a sus planes de viaje al servicio de ese evangelio. Lo primero participaba de la fiabilidad de lo segundo. 19. Hijo de Dios: Éste es el único lugar donde este título tradicional (Rom 1,4; Gál 2,20) se combina con el nombre de Jesucristo, que facilita la transición del v. 18 al v. 21. Silvano: Forma latinizada de Silas. Su presencia en Corinto está testimoniada por 1 Tes 1,1 y Hch 18,5; cf. Hch 15-17. Timoteo: Véase el comentario a 1 Cor 4,17. un sí permanente: El adj. saca su fuerza del perfecto gegonen. Cristo no vaciló en su entrega. El evangelio es igualmente inequívoco.
20. todas las promesas de Dios han tenido su sí en él: Cristo hizo realidad en la historia todas las diversas formas en que Dios había prometido la salvación. Él es la descendencia de Abrahán (Gál 3,16), el mesías davídico (Rom 1,4) , el último Adán (1 Cor 15,45), vida, sabiduría, justicia y santificación (1 Cor 1,30). el amén tradicional: El asentimiento litúrgico de la comunidad (1 Cor 14,16; cf. G. Delling, Worship in the New Testament [Filadelfia 1962] 71-75) prolonga el asentimiento del Hijo que proclama la fidelidad del Padre. 21. el que nos confirma juntamente con vosotros para Cristo: La constante comunicación que Dios realiza de su fidelidad hace a Pablo y a los corintios conformarse con Cristo, el fiel, nos ungió: Para poner de manifiesto el juego de palabras (chriein/Christos) habría que traducir «nos cristo». Los creyentes son otros cristos (4,10; Rom 8,29). Están ungidos por la fe. 22. nos marcó con su sello y nos dio la primera entrega: Se usa el lenguaje comercial para expresar el efecto del bautismo (Ef 1,13-14), que marca públicamente a los creyentes como pertenecientes a Cristo (1 Cor 3,23; 6,19) y les da el Espíritu (5,5) como promesa de cumplimiento futuro.
(Fee, G. D., «Charis in II Corinthians 1:15: Apostolic Parousia and Paul-Corinth Chronology», NTS 24 [1977-78] 533-38. Dinkler, E„ «Die Taufterminologie in 2 Kor l:21f.», Neotestamentica et patrística [Fest. O. Cullman, ed. W. C. van Unnik, NovTSup 6, Leiden 1962] 173-91. Hahn, F., «Das Ja des Paulus und das Ja Gottes», Neues Testament und christliche Existenz [Fest. H. Braun, ed. H. D. Betz et al., Tu­binga 1973] 229-39. Lampe, G. W. H., The Seal of the Spirit [Londres 1951]. Potterie, I. de la, «L’Onction du chrétien par la foi», Bib 40 [1959] 12-69. Unnik, W. C. van, «Reisepláne und Amen-sagen», Studia paulina [Fest. J. de Zwaan, ed. J. N. Sevenster et al., Haarlem 1953] 215-34.)
10 (B) Las consecuencias de un cambio de plan (1,23-2,13). Tras la digresión de 1,18-22, Pablo tiene que explicar por qué sustituyó la visita prevista por una carta. Es claro en lo que respecta a su reacción subjetiva, pero lo que realmente sucedió durante la visita intermedia (v. 16) se ha de deducir de las escasas alusiones presentes en 2,5-11 y 7,8-12. Al parecer fue insultado por un cristiano que estaba de visita, y los corintios no acudieron en su defensa, sino que adoptaron una postura neutral. Véase C. K. Barrett, «Ho Adikésas (2 Cor 7,12)», Verborum Ventas (Fest. G. Stahlín, ed. O. Bócher et al., Wuppertal 1970) 149-57. 23. La razón se da en 2,1. 24. Pablo entra en una nueva digresión por temor a ser mal entendido. «El poder de perdonar implica el poder de castigar, y esto parece implicar una pretensión de controlarlo todo. Él se apresura a asegurarles que no tiene semejante pretensión» (Plummer).

Fuente: Nuevo Comentario Biblico San Jeronimo

un apóstol…Rom 1:1; en Corinto…Hch 18:1; estáis… Nótese el plural de 2da persona.

Fuente: Biblia Textual IV Edición

g Rom 1:1.

1.1 g Hch 18:1.

1.1 Nótese que ou250?sin es plural de 2°. persona.

Fuente: La Biblia Textual III Edición

[8] Hech 19, 24.

Fuente: Notas Torres Amat

Biblia Peshitta 2006 Notas:

Escrita por el apóstol Pablo en Macedonia alrededor del 56 d.C.

Fuente: Peshitta en Español