Biblia

Comentario de 2 Corintios 2:12 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de 2 Corintios 2:12 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Cuando llegué a Troas para predicar el evangelio de Cristo, aunque se me había abierto puerta en el Señor,

2:12 — Pablo ahora vuelve al punto dejado en el ver. 4, donde hablaba de la angustia de corazón con que les escribió, determinando entonces enviarles más bien una carta que hacer un viaje personal.

— «Cuando llegué a Troas». Esta visita no es mencionada en Hechos. Estuvo allí en otros dos ocasiones (Hch 16:8-10; Hch 20:5-12). Se implica que Tito quedaba de encontrarse con Pablo en Troas, para traerle un reporte de la condición de la iglesia en Corinto.

— «para predicar el evangelio de Cristo». Pablo había cambiado se plan de ir de Efeso directamente a Corinto, por razones ya notadas. Su plan actual era ir predicando, llegando a Corinto después de haber pasado por Macedonia.

— «aunque se me abrió puerta en el Señor». Se le presentó en Troas una buena oportunidad de predicar el evangelio. Una expresión semejante se encuentra en 1Co 16:9.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

Cuando llegué a Troas. Hch 16:8; Hch 20:1-6, Hch 20:8.

se me abrió puerta en el Señor. Hch 14:27; 1Co 16:9; Col 4:3; Apo 3:7, Apo 3:8.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Troas era una ciudad de la costa del Mar Egeo, donde Pablo recibió su llamado para predicar el evangelio en Macedonia (Hch 16:8). Pablo no tuvo descanso porque estaba profundamente preocupado por los corintios y esperaba a Tito, que estaba en su camino de regreso de Corinto. Luego Pablo cruzó el Mar Egeo y llegó a Macedonia, probablemente a la ciudad de Filipos.

 PARA VIVIRLO

La responsabilidad en el Cuerpo de Cristo

La disciplina de un creyente de Corinto (2Co 2:6) indica una de las importantes funciones del Cuerpo de Cristo; considerar responsables a sus miembros de cómo ellos conducen sus vidas. En el caso que se menciona aquí, la censura de la iglesia causó al ofensor el arrepentimiento y un cambio en sus caminos, restauró su vida espiritual y trajo gozo a la iglesia.

Es fácil hablar de responsabilidad, pero es difícil de practicar. A nadie le gusta ser juzgado por los demás. En la sociedad moderna es fácil pensar que a nadie le debe importar la vida personal de uno. Pero un estudio de las Escrituras revela un número de principios importantes acerca de la responsabilidad:

(1) Como creyentes, somos responsables no sólo por nuestras acciones, sino también por nuestras actitudes. En el mundo del trabajo orientado hacia las realizaciones, las evaluaciones tienden a medir sólo los resultados. Ventas más grandes, mejores controles de costos, atención a mayor número de clientes. Todo es cuantitativo. Pero el Señor se preocupa más de lo más íntimo de nuestro corazón. Mira la calidad de nuestro carácter. Dios dijo a Samuel: «Porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón» (1Sa 16:7).

(2) La responsabilidad se apoya en la confianza. Ser responsables hacia los demás es confiar en sus juicios y creer que ellos están consagrados a las mismas verdades y valores que nosotros. También ayuda si podemos sentir que ellos tienen nuestro mejor interés en el corazón. Esa es la razón de por qué Pablo pide a los corintios dejar sus divisiones y «que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer» (1Co 1:10). Sin aquella unidad, nunca se someterían los unos a los otros.

(3) La responsabilidad está directamente relacionada con el principio de la sumisión. Cada persona debe luchar con la tendencia natural de rebelión contra Dios. La responsabilidad involucra permitir que los demás entren a luchar con nosotros. Pero eso significa ceder algunas veces ante el juicio u opinión de los demás, especialmente cuando nos desafían con la verdad clara de las Escrituras o de la experiencia personal. Pablo dijo a los efesios que parte de vivir en la voluntad de Dios comprende «someterse los unos a los otros en el temor de Dios» (Efe 5:21).

No es sorpresa que la participación en el Cuerpo de Cristo incluya la responsabilidad, porque todos tenemos responsabilidad en muchas esferas de la vida. Por ejemplo, el gobierno nos responsabiliza a obedecer la ley y pagar los impuestos. Asimismo, los oficiales gubernamentales son responsables de las decisiones de las personas. Los empleados son responsables ante los jefes por sus trabajos. Del mismo modo, los que laboran en corporaciones son responsables antes los accionistas de los resultados financieros trimestrales. En resumen, la responsabilidad nos afecta en el hogar, en el trabajo, en la iglesia y aún en el juego.

Pero nuestras actitudes hacia la responsabilidad en general por último reflejan nuestra actitud de responsabilidad ante el Señor. Si somos rebeldes hacia Él que nos creó y nos ama tanto, ¿cuán capaces seremos de someternos a los demás?

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

Cuando llegué a Troas. «Troas» era una ciudad portuaria en la provincia occidental del Asia Menor conocida como Misia (cp. Hch 16:7). Es probable que los alborotos en Éfeso hayan contribuido a la salida de Pablo hacia Troas, pero su razón principal para ir era encontrarse con Tito, quien venía de Corinto después de haber entregado la «carta severa» que produjo tristeza (v. 2Co 2:4), y para enterarse de cómo habían respondido los corintios a esa carta (vea la Introducción: Contexto histórico). se me abrió puerta. Dios proveyó en su soberanía una gran oportunidad evangelizadora para Pablo que pudo haber conllevado a la fundación de la iglesia en Troas (cp. Hch 20:5-12). Gracias al éxito de su predicación, Pablo estaba seguro de que esta oportunidad procedía de Dios (cp. 1Co 16:8-9).

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

2:12 — Pablo ahora vuelve al punto dejado en el ver. 4, donde hablaba de la angustia de corazón con que les escribió, determinando entonces enviarles más bien una carta que hacer un viaje personal.
— «Cuando llegué a Troas». Esta visita no es mencionada en Hechos. Estuvo allí en otros dos ocasiones (Hch 16:8-10; Hch 20:5-12). Se implica que Tito quedaba de encontrarse con Pablo en Troas, para traerle un reporte de la condición de la iglesia en Corinto.
–«para predicar el evangelio de Cristo». Pablo había cambiado se plan de ir de Efeso directamente a Corinto, por razones ya notadas. Su plan actual era ir predicando, llegando a Corinto después de haber pasado por Macedonia.
–«aunque se me abrió puerta en el Señor». Se le presentó en Troas una buena oportunidad de predicar el evangelio. Una expresión semejante se encuentra en 1Co 16:9.

Fuente: Notas Reeves-Partain

EN EL TRIUNFO DE CRISTO

2 Corintios 2:12-17

Desde que llegamos a Tróade para predicar las Buenas Nuevas de Cristo, aunque se nos había abierto una puerta de oportunidad en el Señor, yo no tuve descanso para mi espíritu por no encontrar allí a mi hermano Tito; así es que me despedí de los otros y me marché para Macedonia. Pero, ¡gracias a Dios, Que siempre nos conduce en el desfile triunfal de Cristo y Que, por medio de nosotros, difunde el aroma de Su conocimiento por todos sitios! Porque nosotros somos el aroma de Cristo en el plan de Dios, para los que llevan camino de salvarse y para los que de perderse. A los unos les olemos a muerte que anuncia la muerte, y a los otros les olemos a vida y les anunciamos la vida. ¿Y quién es idóneo para estas cosas? Nosotros no comerciamos con la Palabra de Dios, como hacen tantos; sino, con absoluta pureza de motivos, como de parte de Dios y en la presencia de Dios, hablamos de Cristo.

Pablo empieza diciendo que su ansiedad por saber lo que estaba pasando en Corinto le tenía tan inquieto que no le dejó quedarse en Tróade, aunque allí tenía una parcela fértil, y le impulsó a salir al encuentro de Tito, que no había vuelto todavía. Ahí pasa a un grito de alivio y de triunfo dando gracias a Dios, Que lo condujo todo a un final feliz.

Los versículos 14 al 16 nos resultan difíciles de entender; pero, cuando los colocamos en el trasfondo del pensamiento de Pablo nos presentan toda una escena simbólica. Pablo habla de ir en el cortejo del triunfo de Cristo; y luego pasa a hablar de ser el aroma de Cristo para la gente, que a unos les parece olor de muerte y a otros de vida.

Tiene en mente la imagen de un Triunfo romano, y de Cristo como el Conquistador universal. El máximo honor que se le podía otorgar a un general romano victorioso era un triunfo. Para que se le concediera tenía que cumplir ciertas condiciones. Tenía que haber sido el general en jefe del ejército. La campaña tenía que haberse terminado completamente, la región pacificada y la tropa haber vuelto victoriosa a la patria. Por lo menos cinco mil enemigos tenían que haber caído en el combate. Se tenía que haber conquistado algún nuevo territorio, y no meramente resistido algún desastre o repelido algún ‘ataque. Y la victoria tenía que haberse ganado contra un enemigo extranjero, no en una guerra civil.

En un triunfo, el desfile del general victorioso marchaba por las calles de Roma hasta el Capitolio. Primero iban los oficiales del estado y el senado; luego, la banda de trompetas; luego, el botín que se había tomado a la tierra conquistada. (Por ejemplo, cuando el general Tito conquistó Jerusalén, el candelabro de los siete brazos, la mesa de oro de los panes de la proposición, y las trompetas de oro se llevaron por las calles de Roma). Después venían cuadros pintados de la tierra conquistada y modelos de las ciudadelas y barcos. Luego iba el toro blanco para el sacrificio que se había de ofrecer. Luego iban los príncipes, gobernadores y generales cautivos encadenados, que eran conducidos a la cárcel o directamente a la ejecución. Luego iban los lictores portando sus varas, seguidos de los músicos con sus liras; luego, los sacerdotes turiferarios meciendo los incensarios. Después venía el general en persona, en una carroza tirada por cuatro corceles, vestido de una túnica de púrpura bordada en oro con hojas de palma sobre la que llevaba una toga purpúrea decorada con estrellas de oro. Llevaba en la mano un cetro de marfil coronado con el águila romana, y un esclavo sostendría sobre su cabeza la corona de Júpiter. Detrás de él marchaba toda su familia; y por último, todo su ejército con sus condecoraciones, gritando ¡lo triunphe!, su grito de victoria. Cuando un desfile avanzaba por las calles, todas decoradas y engalanadas, entre la multitud que aclamaba, aquello suponía un día tan singular que tal vez no se repitiera en toda una generación.

Ese era el cuadro que se representaba en la mente de Pablo: Ve a Cristo desfilando en triunfo por todo el mundo, y se ve a sí mismo en la comitiva victoriosa. Es un triunfo que Pablo estaba seguro de que nada ni nadie podía detener.
Ya hemos dicho que en el desfile irían los sacerdotes meciendo sus incensarios repletos. Para los vencedores, el perfume del incienso querría decir alegría, victoria y vida; pero para los miserables cautivos que iban por delante a corta distancia, aquel perfume representaba la derrota y la muerte, porque les anunciaba su pronta ejecución. Así es que Pablo piensa en sí mismo y en sus compañeros de apostolado predicando el Evangelio del triunfo de Cristo: para los que lo aceptaran traería el aroma de la vida, como a los vencedores; para los que lo rechazaran, era olor de muerte, lo mismo que para los derrotados.
De una cosa estaba seguro Pablo: Ni siquiera todo el mundo podría resistir a Cristo. No vivía en un ambiente de derrota, sino en el glorioso optimismo de reconocer la inconquistable majestad de Cristo.
Entonces, una vez más, resuena el eco triste. Había algunos que decían que Pablo no era apto para predicar el Evangelio. Y algunos que llegaban todavía más lejos: le acusaban de utilizar el Evangelio como una excusa para llenarse bien los bolsillos. De nuevo Pablo usa la palabra eilikrinía con el sentido de pureza. Sus motivaciones podían someterse a los penetrantes rayos del Sol; su Mensaje procedía de Dios, y podía resistir el mismísimo escrutinio del propio Jesucristo. Pablo nunca le tenía miedo a lo que pudiera decir la gente, porque su conciencia le decía que tenía el beneplácito de Dios y que el mismo Jesucristo le calificaba en Su gracia con un «¡Bien hecho, siervo mío!»

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento

Hch 14:27; Hch 16:8-11; Hch 20:5-12; 1Co 16:9.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

— Troas: Ciudad situada en la costa noroccidental de la península de Asia Menor; allí tuvo Pablo, según Hch 16:8-9, la célebre visión del macedonio que lo invitaba a evangelizar Europa.

— una magnífica oportunidad: Lit. se me abrió una puerta (ver Apo 3:8).

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

Esperando a Tito

Un tiempo después del regreso de Pablo a Efeso, luego de esa “dolorosa” visita y después de que enviara su carta “severa”, se dirigió a Troas, donde es peraba encontrarse con Tito y recibir noticias de él en cuanto a la situación en Corinto. Al llegar, encontró que se le había abierto puerta en el Señor, para predicar el evangelio. Pero dado que no encontró a Tito allí, dice: No tuve reposo en mi espíritu, por lo cual continuó hacia Macedonia donde esperaba interceptarlo. El hecho de que Pablo haya abandonado una puerta abierta para predicar subraya la ansiedad que sentía mientras esperaba noticias de Tito. El alivio que Pablo sintió al encontrarse con Tito en Macedonia se describe en 7:5-16, pero antes de contarles a sus lectores sobre esto, hace una larga digresión (2:14-7:4), en la cual ha bla sobre la naturaleza de su ministerio y cómo fue sostenido en tiempos de gran tribulación.

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

REFERENCIAS CRUZADAS

p 70 Hch 16:8; Hch 20:6

q 71 1Co 16:9

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

Troas. Puerto en el noroeste de Asia Menor, desde el cual se embarcaban viajeros hacia la provincia de Macedonia (vers. 13).

abrió una puerta. Es decir, una oportunidad para predicar el evangelio.

Fuente: La Biblia de las Américas

12 super (1) Además de lo mencionado en los vs.10-11, el apóstol les habló a los creyentes corintios de su preocupación por ellos. Aunque en Troas se le había abierto una puerta en el Señor, él no tuvo reposo en su espíritu cuando no halló a Tito, a quien anhelaba ver para recibir de él información acerca del efecto que su primera epístola había causado entre los corintios. Luego, partió de Troas para ir a Macedonia (v.13), queriendo encontrarse con Tito para obtener la información. Esto mostró su gran afecto por los corintios. Su preocupación por la iglesia era mucho más grande que su preocupación por la predicación del evangelio.

12 super (2) O, por; o sea, me fue abierta por el Señor; es decir, no por esfuerzos humanos.

Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro

para el evangelio… M↓ para predicar el evangelio.

Fuente: Biblia Textual IV Edición

R595 El segundo εἰς de este versículo sugiere el propósito de su llegada a Troas.

T171 Τρώας tiene artículo porque se refiere a 2Co 1:23, donde Troas estaba en mente: a Troas donde habíamos convenido reunirnos (comp. BD261[1]).

Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego

M i añaden predicar.

Fuente: La Biblia Textual III Edición