Así que, amados, ya que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda impureza de cuerpo y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios.
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
tenemos tales promesas. 2Co 1:20; 2Co 6:17, 2Co 6:18; Rom 5:20, Rom 5:21; Rom 6:1; Heb 4:1; 2Pe 1:4-8.
limpiémonos. Sal 51:10; Sal 119:9; Pro 20:9; Pro 30:12; Isa 1:16; Jer 13:27; Eze 18:30-32; Eze 36:25, Eze 36:26; Mat 5:8; Mat 12:33; Mat 23:25, Mat 23:26; Luc 11:39, Luc 11:40; Tit 2:11-14; Stg 4:8; 1Pe 1:22; 1Pe 2:11; 1Jn 1:7, 1Jn 1:9; 1Jn 3:3.
de toda inmundicia. Isa 55:7; Jer 4:14; 1Co 6:20; Efe 2:3; 1Ts 5:23.
perfeccionando la santidad. Mat 5:48; Efe 4:12, Efe 4:13; Flp 3:12-15; 1Ts 3:13; 1Ts 4:7; Heb 12:23; 1Pe 5:10.
en el temor de Dios. 2Cr 19:9; Sal 19:9; Pro 8:13; Pro 16:6; Hch 9:31; Heb 12:28.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Procede a exhortarlos a pureza de vida, 2Co 7:1;
y tener el mismo afecto que él tiene hacia ellos, 2Co 7:2.
Y si lo dudaran, les cuenta qué consuelo recibió en sus aflicciones por el informe que Tito dio de su contrición piadosa que su epístola anterior les había ocasionado, 2Co 7:3-12;
y de su respuesta afectiva, a su anterior elogio de ellos, 2Co 7:13-16.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Basado en las promesas de que Dios los recibiría con favor (2Co 6:17) y los sustentaría y protegería como un padre lo hace con sus hijos (2Co 6:18), Pablo exhortó a los corintios que se limpiaran de toda contaminación. En otras palabras, que se quitaran toda la suciedad tanto de su carne como de su espíritu, en el sentido de las acciones y actitudes que venían de tener falsos maestros en su medio (2Co 6:14). El sentido de limpiar es perfeccionar la santidad. Significa dedicarnos a Cristo y vivir justamente (Heb 6:1).
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
PUESTO QUE TENEMOS TALES PROMESAS. Pablo expone con toda claridad que no se pueden reclamar las generosas promesas de Dios en 2Co 6:16-18 sin llevar una vida separada y santa (véase el ARTÍCULO LA SEPARACIÓN ESPIRITUAL DE LOS CREYENTES, P. 1654. [2Co 6:17-18]). Por eso hay algunos que han perdido su alegría en Cristo (Jua 15:11), la protección divina (Jua 17:12; Jua 17:14-15), la respuesta a las oraciones (Jua 15:7; Jua 15:16) y la percepción de la presencia paternal de Dios (Jua 14:21; Jua 14:23). Entrar en componendas con el mundo es perder la presencia y las promesas de Dios.
Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena
LIMPIÉMONOS. Los creyentes deben apartarse por completo de toda forma de transigencia impía y resistir continuamente los deseos pecaminosos del cuerpo. Deben darle muerte a las obras pecaminosas, odiarlas cada vez más y huir de ellas (vv. 2Co 7:9-11; Rom 8:12-13; Gál 5:16).
Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena
Alegría por las buenas noticias que le dio Tito, 7:1-16.
1 Pues que tenemos estas promesas, carísimos, purifiquémonos de toda mancha de nuestra carne y nuestro espíritu, acabando la obra de la santificación en el temor de Dios. 2 Acogednos en vuestros corazones; a nadie hemos agraviado, a nadie hemos perjudicado, a nadie hemos explotado. 3 No lo digo para condenaros, que ya antes os he dicho cuan dentro de nuestro corazón estáis para vida y para muerte. 4 Tengo mucha confianza con vosotros; tengo en vosotros grande motivo de gloria, estoy lleno de consuelo, reboso de gozo en todas nuestras tribulaciones. 5 Pues aun llegados a Macedonia, no tuvo nuestra carne ningún reposo, sino que en todo fuimos atribulados, luchas por fuera, por dentro temores. 6 Pero Dios, que consuela a los humildes, nos consoló con la llegada de Tito: 7 y no sólo con su llegada, sino también con el consuelo que él tuvo por causa vuestra, al anunciarnos vuestra ansia, vuestro llanto y vuestro celo por mí, con lo que creció más mi gozo. 8 Porque si con la epístola os entristecí, no me pesa. Y si estaba pesaroso viendo que aquella carta, aunque por un momento, os había contristado, 9 ahora me alegro, no porque os entristecisteis, sino porque os entristecisteis para penitencia. Os contristasteis según Dios, para que no recibieseis daño alguno de nuestra parte. 10 Pues la tristeza según Dios es causa de penitencia saludable, de que jamás hay por qué arrepentirse; mientras que la tristeza según el mundo lleva a la muerte. 11 Ved cuánta solicitud os ha causado esa misma tristeza según Dios, y qué excusas, qué enojos, qué temores, qué deseos, qué celo y qué vindicaciones. Totalmente limpios os habéis mostrado en este asunto. 12 Pues si yo os escribí, no fue por el que cometió el agravio ni por el que lo recibió, sino para que se manifestase vuestra solicitud por nosotros delante de Dios. 13 Con esto nos hemos consolado. Y a este consuelo nuestro vino a unirse el extremado gozo de Tito, cuyo espíritu habéis todos confortado. 14 Que si en algo me glorié con él de vosotros, no he quedado confundido, sino que así como en todo os habíamos hablado verdad, así resultó también verdadero nuestro gloriarnos con Tito. 15 Y su cariño por vosotros se ha acrecentado viendo vuestra obediencia y el temor y temblor con que le recibisteis.16 Me alegró de poder en todo confiar en vosotros.
Los v.1-4, aunque los hemos puesto aquí para no entremezclar capítulos, pertenecen más bien a la perícopa precedente, a la que van ligados por la partícula “pues” (oüv). San Pablo dice a los corintíos (v.1) que no hagan inútiles las anteriores “promesas” divinas (cf. 6:16-18) con su adaptación al modo de vivir pagano, sino que vivan puros de cuerpo y alma, llevando hasta el final la obra de santificación comenzada en el bautismo (cf. Rom 6:12-13; 1Co 7:34; 1Te 5:23). Luego, continuando en la idea Deu 6:11-13, de nuevo pióle que correspondan a su amor (v.2-4). Probablemente al insistir hasta tres veces de que a nadie ha hecho daño (v.2), está aludiendo a las calumnias de sus adversarios de Corinto, que distingue muy bien del común de los fieles, a los que lleva muy “dentro del corazón” y en los que tiene plena “confianza” (v.3-4).
A partir del v.5 comienza San Pablo a describir la alegría que le produjo el encuentro con Tito en Macedonia por las buenas noticias que le traía de los corintios. Se reanuda, pues, la narración interrumpida en 2:13. Alude primeramente a su estado de angustia e intranquilidad antes de encontrar a Tito (v.5). Aunque no indica concretamente los motivos de esa angustia, pensemos que había tenido que salir precipitadamente de Efeso ante el motín promovido contra él por los plateros (cf. Hec 20:1); que de Jerusalén y de Galacia le llegaban noticias de hostilidad contra su obra (cf. Rom 15:31; Gal 1:7); que a Corinto había tenido que escribir una carta “en lágrimas,” dada la situación de aquella iglesia (cf. 2:4). Eran motivos más que suficientes, aparte de los generales inherentes siempre a toda labor apostólica. Las noticias que acerca de los corintios le dio Tito, le consolaron sobre manera (v.6-16).
La epístola a que alude el Apóstol (v.8) evidentemente es la carta “en lágrimas,” de que ya hablamos al comentar 2:1-11. Esa carta produjo un magnífico efecto en los corintios, según lo que aquí se nos indica. Se contristaron “según Dios” (v.10), es decir, con una tristeza saludable, motivada por el reconocimiento de no haber obrado como debían. Es lo contrario de la tristeza “según el mundo” (v. 10), nacida de motivos humanos y ambiciones personales contrariadas; ésta, más que al arrepentimiento, lleva al desánimo y a la desesperación. San Pablo recuerda a los corintios (v.12) que si les escribió en esa forma, no fue para vengarse del ofensor o para reparar el honor personal del ofendido, sino para que tuviesen ocasión de mostrar su obediencia y afecto hacia él en presencia de Dios, que mira complacido que haya buena inteligencia entre apóstol y fieles. Es una manera delicada de indicarles que tenía confianza en ellos y como tratando de quitar importancia al pecado ya pasado. Y aun les añade (v.13-16) que también con Tito había hablado favorablemente de ellos, alegrándose ahora de haber quedado en bien, pues los hechos le han dado la razón. La alabanza es general. Esto no excluye, claro está, que aún le quedaran enemigos en Corinto (cf. 10:2; 11:5; 12:11).
Fuente: Biblia Comentada
tales promesas. Las promesas del AT que Pablo citó en 2Co 6:16-18. Las Escrituras motivan con frecuencia a los creyentes a emprender acciones con base en las promesas de Dios (cp. Rom 12:1; 2Pe 1:3). limpiémonos. La forma de este verbo griego indica que es algo que todo cristiano debe hacer en su propia vida. contaminación. Esta palabra griega que solo aparece aquí en el NT, se empleó tres veces en el AT griego para aludir a contaminación ceremonial y a alianzas profanas con ídolos, banquetes idólatras, prostitución ritual, sacrificios y festivales paganos. de carne y de espíritu. La religión falsa complace los apetitos humanos identificados aquí como «carne y espíritu». Aunque es posible que por un tiempo algunos creyentes se las arreglen para evitar la caída en pecados carnales asociados con la religión falsa, el cristiano que expone su mente a enseñanzas falsas no puede evitar la contaminación de ideologías diabólicas y blasfemias que asaltan la pureza de la verdad divina y blasfeman el nombre de Dios. Vea la nota sobre 2Co 6:17. perfeccionando la santidad. La palabra griega que se traduce «perfeccionando» significa «llevar a término» o «completar» (cp. 2Co 8:6). «Santidad» se refiere a separación de todo lo que contamina tanto el cuerpo como la mente. Cristo fue el único que encarnó una santidad completa o perfecta, por eso los creyentes deben seguirlo a Él (cp. 2Co 3:18; Lev 20:26; Mat 5:48; Rom 8:29; Flp 3:12-14; 1Jn 3:2-3).
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
Fuente: Notas Reeves-Partain
QUITAOS DE EN MEDIO
2 Corintios 6:14-7:1
No os dejéis uncir a un yugo desigual con los no creyentes. ¿Qué camaradería puede haber entre la integridad y la ilegalidad? ¿Y qué asociación entre la oscuridad y la luz? ¿Y qué concordia entre Cristo y Belial? ¿Cómo van a ir a medias el creyente y el no creyente? ¿Qué pacto puede haber entre el templo de Dios y los ídolos?
Porque vosotros sois el templo del Dios viviente, como Él mismo ha dicho: «Habitaré en ellos y Me moveré en ellos, y seré su Dios y ellos serán Mi pueblo. » -Así que «Salíos y separaos de ellos», dice el Señor, «y no tengáis contacto con las cosas impuras, y Yo os recibiré y seré un Padre para vosotros, y vosotros seréis como Mis hijos e hijas,» dice el Señor, Que gobierna el universo.
Así que, ya que tenemos tales promesas, purifiquémonos de toda contaminación de carne o de espíritu, y mantengamos una completa santidad en el temor de Dios.
Llegamos ahora al pasaje que omitimos anteriormente. No cabe duda que no encaja debidamente donde se encuentra. La seriedad de su tono disiente del amor alegre y jubiloso de los versículos que lo preceden y siguen.
Ya vimos en la Introducción (página 22) que Pablo había escrito una carta anterior a 1″ Corintios. En 1Co 5:9 dice: «Os escribí en mi carta que no os asociarais con personas inmorales.» Esa carta puede que se haya perdido; pero puede que este pasaje formara parte de ella. Tal vez, cuando se coleccionaron las cartas de Pablo, una hoja se encontraba fuera de su sitio. Eso no sucedió hasta allá por el año 90 d C., y para entonces puede que ya nadie conociera el orden original. En esencia, este pasaje parece estar de acuerdo con el tema de la carta que se menciona en 1Co 5:9 .
Hay algunas figuras del Antiguo Testamento detrás de este pasaje. Pablo empieza exhortando a los corintios que no se unzan con los no creyentes en yugos extraños. Sin duda hay aquí un reflejo del antiguo mandamiento de Dt 22:10 : «No ararás con buey y con asno juntamente» (cp. Lv 19:19 ). La idea es que hay ciertas cosas que son incompatibles por naturaleza y no se pueden asociar provechosamente. Es imposible que la pureza cristiana y la inmoralidad pagana formen juntas una yunta.
En la pregunta: «¿Qué pacto puede haber entre el templo de Dios y los ídolos?», el pensamiento de Pablo se retrotrae a incidentes como el de Manasés trayendo una imagen de fundición al templo de Dios (2R 21:1-9 ), o, en tiempo posterior, Josías destruyendo cosas semejantes (2R 23:3 ss). O puede estar pensando en las abominaciones que se describen en Ez 8:3-18 . Se había intentado a veces asociar el templo de Dios con el culto a los ídolos, y las consecuencias habían sido siempre funestas.
Todo el pasaje es una llamada de atención para que no se tengan relaciones con los no creyentes. Es un desafío a los cristianos corintios para que se guarden de las contaminaciones del mundo. Se ha hecho notar que la misma esencia de la historia de Israel se resume en las palabras «¡Salid de ahí!» Esa fue la palabra del Señor que vino a Abraham: «¡Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre!» (Ge 12:1 ). Esa fue la advertencia que recibió Lot antes de la destrucción de Sodoma y Gomorra (Ge 19:12-14 ). Hay cosas en el mundo con las que los cristianos ni deben ni pueden asociarse.
Es difícil darse cuenta de cuántas separaciones conllevaba el Evangelio para los que lo aceptaban en aquel tiempo.
(i) A menudo quería decir que una persona tenía que abandonar su profesión. Supongamos que se trataba de un mampostero. ¿Qué le pasaría si a su empresa le salía un trabajo de construir un templo pagano? O supongamos que era sastre. ¿Qué le pasaría si se le contratara para hacer las vestiduras de sacerdotes paganos? 0 supongamos que fuera soldado. A la entrada de todos los cuarteles y campamentos ardía la llama del altar consagrado a la divinidad del césar. ¿Qué le pasaría cuando le correspondiera el servicio de quemar la pizquita de incienso en ese altar en señal de adoración? Una y otra vez en la Iglesia Primitiva le llegaba al cristiano la opción entre su permanencia en el empleo y su lealtad a Jesucristo. Se dice que vino uno a Tertuliano, le contó su problema y luego dijo: «Pero, después de todo, tengo que vivir.» «¿Estás seguro de que tienes que vivir?», le contestó Tertuliano.
En la Iglesia Primitiva, como en algunos otros lugares y tiempos, el hacerse cristiano suponía tener que dejar el trabajo. Uno de los ejemplos más famosos de los tiempos modernos fue F. W. Charrington. Era heredero de una fortuna amasada en destilerías de whisky. Pasaba por delante de la taberna una noche. Había una mujer esperando a la puerta. Un hombre, sin duda su marido, salió, y ella hizo todo lo posible para que no volviera a entrar. El hombre la tiró al suelo de un puñetazo. Charrington se adelantó y levantó la vista. El nombre que tenía la taberna era el suyo, y Charrington dijo: «Con aquel puñetazo, aquel hombre no sólo dejó fuera de combate a su mujer, sino me puso a mí fuera de aquel negocio para siempre.» Y entregó la fortuna que era legalmente suya, para no tocar más un dinero que se ganaba de aquella manera.
Nadie es el guardián de la conciencia de otro. Cada uno debe decidir por sí si puede llevar su negocio a Cristo y a Cristo a su negocio todos los días.
(ii) A menudo quería decir que una persona tenía que dejar su vida social. En el mundo antiguo, como vimos cuando estudiamos la sección dedicada a la carne ofrecida a los ídolos, muchas fiestas paganas se celebraban en el templo de algún dios. La invitación se hacía en estos términos: «Te invito a comer conmigo a la mesa del Señor Serapis.» Aunque no fuera siempre así, una fiesta pagana empezaba y terminaba con una libación, una copa de vino, que se derramaba como ofrenda a los dioses. ¿Podía un cristiano tomar parte en eso? ¿O tenía que despedirse para siempre de la sociedad de la que había formado parte y que tanto había representado para él?
(iii) A menudo quería decir que una persona tenía que renunciar a sus lazos familiares. Una de las cosas más dolorosas del Cristianismo en sus primeros años era la forma en que se dividían las familias. Si una esposa se hacía cristiana, su marido podía echarla de casa. Si un marido se hacía cristiano, su mujer le podía abandonar. Si se hacían cristianos los hijos e hijas, se les podían cerrar en la cara las puertas del hogar. Era literalmente cierto que Cristo no vino a traer la paz sobre la Tierra, sino una espada divisoria; y que los hombres y las mujeres tenían que estar preparados a amarle más que a sus seres más próximos y queridos. Tenían que estar dispuestos a verse excluidos hasta de sus propios hogares.
Por muy duro que parezca, siempre será verdad que hay ciertas cosas que una persona no puede tener o hacer y ser cristiana. Hay ciertas cosas de las que todo cristiano debe salirse.
Antes de acabar con este pasaje, hay un punto que no debemos pasar por alto. En él, Pablo cita las Escrituras, no literalmente, sino mezclando una serie de pasajes diversos: Lv 26:11-12 ; Isa 52:11 ; Ez 20:34 ; Ez 37:27 , y 2S 7:14 . Es un hecho que Pablo rara vez cita literalmente. ¿Por qué? Debemos tener presente que, en aquellos tiempos, los libros se escribían en rollos de papiro. Un libro del tamaño de Hechos requeriría un rollo de unos cien metros de largo, y sería muy poco manejable. No había divisiones de capítulos, que fue algo que introdujo Stephen Langton en el siglo XIII. Tampoco había divisiones de versículos, que fue Stephanus, el impresor de París, en el siglo XVI, quien las introdujo. Por último, no hubo nada semejante a nuestras concordancias hasta el siglo XVI. El resultado era que Pablo hacía lo que la mayor parte de los estudiosos: citar de memoria, conformándose con ser fiel al sentido aunque no lo fuera a las palabras. No era la letra de la Escritura lo que le importaba, sino su mensaje.
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
CAPÍTULO 7
1 Poseyendo, pues, queridos míos, tales promesas, purifiquémonos de todo lo que pueda manchar la carne o el espíritu, completando nuestra santificación en el temor de Dios.
Las afirmaciones de los profetas son aplicables a los cristianos. Pero éstos deben reconocer las obligaciones que de aquí se derivan. En concreto, nuestra carta deduce de Isa 52:11 la obligación citada en 6,17. Dios exige que los cristianos se guarden de todo lo que pueda manchar la carne o el espíritu. Al llamar y escoger a los elegidos, Dios los santificó. El bautismo es la realización visible de esta santificación, operada por Dios en el cristiano, pero que éste debe completar con pureza y santidad moral; para conseguirla, tiene que luchar sin descanso.
La carta exhorta al temor de Dios. Ahora bien, Pablo dice asimismo que los cristianos no han recibido un espíritu de esclavitud, para recaer en el temor, sino que, como hijos, son libres (Rom 8:15). Y 1Jn 4:18 explica: «No hay temor en el amor; sino que el amor perfecto echa fuera el temor.» La palabra «temor» encierra dos posibles significados: veneración ante una santidad excepcional y miedo ante un mal inquietante. Aunque el cristiano puede sentir, naturalmente, miedo y temor, no será dominado por el primero, sino que vivirá en el segundo, según la sentencia: «Trabajad con temor y temblor por vuestra propia salvación. Pues Dios es el que obra en vosotros» (/Flp/02/12-13).
c) En el corazón del apóstol (7/02-04).
2 Concededme más espacio en vuestro corazón. A nadie hemos perjudicado; a nadie hemos arruinado, a nadie hemos explotado.
Las frases 7,2-4 se eslabonan con 6,11-13. Pablo continúa aquí el coloquio cordial con los corintios. Utiliza una vez más la imagen de 6-13, pidiendo a los corintios que le den espacio.
Cuando Pablo se defiende afirmando que no ha perjudicado a nadie, no ha arruinado a nadie y no ha explotado a nadie, puede deducirse que eran éstas precisamente las acusaciones que los adversarios lanzaban contra el apóstoL más o menos abiertamente. Pablo no ha perjudicado a nadie. ¿Se refiere con esto a algunas disposiciones y determinaciones tomadas por él, como cuando expulsó de la comunidad a un incestuoso (1Co 5:1-13) o cuando exigió que se castigara a un culpable (2,5-ll)? No ha arruinado a nadie. Esto podría haber ocurrido en los casos citados, o en otros parecidos, debido a un extremado rigor, o acaso, al contrario, por haber tenido, a veces, demasiada blandura y laxitud. Pero Pablo no tiene conciencia de culpa. Tampoco ha explotado a nadie. Se alude, desde luego, a explotaciones y aprovechamientos de tipo financiero. Se ganaba el sustento con el trabajo de sus manos y se negaba a ser mantenido por la comunidad, para no dar pie a que se sospechara que pretendía enriquecerse con el ministerio apostólico 56.
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56. Cf. el comentario a 11,7-12; 12,14-18
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3 No lo digo en tono de condenación; pues os dije antes que estáis en nuestros corazones, para juntos morir y juntos vivir.
Pablo teme haber sido tan incisivo en su defensa que sus palabras puedan ser tomadas más como acusación que como defensa y sale al paso de esta posible mala interpretación. No quiere ni acusar ni condenar. Y para ello se remite a sus anteriores afirmaciones. Ya antes ha asegurado Pablo a los corintios que están en su corazón (6,11-13), que está ligado a la comunidad en vida y en muerte (1,6b; 4,12). Por lo demás, esta afirmación de estar unidos para vida y para muerte no es una fórmula desusada; la puede emplear cualquiera de las dos partes, sin que se dé mutua dependencia. Así, Itay asegura que está al servicio del rey David: «Donde el rey mi señor esté, muerto o vivo, allí estará su siervo» (2Sa 15:21). El buen pastor muere por las ovejas que se le han confiado (Jua 10:11).
4 Grande es mi franqueza con vosotros; muy orgulloso de vosotros estoy; lleno estoy de consuelo y me desbordo de alegría en toda clase de tribulación nuestra.
Pablo está seguro de que se ha restablecido la unión con la Iglesia de Corinto. Ahora, pues, le está permitido decirlo todo a los corintios, con plena franqueza. Sabe también que desde ahora ellos le comprenderán correctamente. Las relaciones se mantienen en un clima de total franqueza y de plena confianza. La comunidad es para el apóstol ocasión y motivo de orgullo. Aparece de nuevo esta palabra que expresa, con mayor plenitud aún, lo que se indicó al principio (Jua 1:14).
Demasiadas veces se ha visto precisado a decir el apóstol, en las cartas a los corintios, que piensa en aquella comunidad con preocupación, dolor y lágrimas. Pero ahora es totalmente diferente. A pesar de todas sus tribulaciones, rebosa consuelo y alegría. Y va a indicar inmediatamente por qué.
2. MIRADA RETROSPECTIVA SOBRE LA PASADA CONTIENDA (7/05-16).
El pasaje de 7,5, con la narración del viaje del apóstol, sigue a 2,13 57. Pablo relata ahora cómo, después de una larga espera, se reunió en Macedonia con Tito, que le traía buenas noticias de Corinto. Pablo dirige una mirada retrospectiva a los tiempos de ansiedad de la contienda con la Iglesia de Corinto. Explica una vez más su conducta, para hacer constar que su rigor de entonces se ve justificado ahora que los corintios han venido a mejor acuerdo y se han arrepentido. El fin de la tirantez y de la preocupación se manifiesta en el apóstol a través de un lenguaje casi torrencial, que repite una y otra vez las palabras «consuelo» (7,6ab.7ab.13) y «alegría» (7,72Re 13:16). Por otra parte, Pablo describe el cambio de actitud de la comunidad con numerosas palabras cuyo significado es similar (2Re 7:7.11)
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57. Por consiguiente, la exégesis admite, en parte, que 2,1-13 estuvo, al principio, directamente unido a 7,5-16 y que entre 2,13 y 7,5 se ha deslizado la apología y la teología del ministerio expuestas en 2,14-7,4. Con todo, entre 2,13 y 2,14, así como entre 7,4 y 7,5 existen, en nuestro texto actual, conexiones inteligibles y es difícil admitir unas supuestas puntadas de sutura posteriores. Por el contrario, entre 2,13 y 7,5 la línea de continuidad no es perfecta. 2,14-7,4 puede entenderse como un paréntesis al que el escritor Pablo se ha dejado arrastrar voluntariamente. Una carta no es un tratado doctrinal perfectamente ensamblado. Los problemas son difíciles y apenas es posible una decisión segura. La exposición puede mantenerse fiel al texto tal como ha sido transmitido.
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a) El viaje y las noticias de Tito (7,5-7).
5 Pues la verdad es que, cuando llegamos a Macedonia, nuestra carne no tuvo reposo; por el contrario, todo fueron tribulaciones: por fuera luchas, por dentro temores. 6 Pero Dios, que consuela a los abatidos, nos trajo el consuelo con la llegada de Tito.
Pablo se trasladó de Tróade (2,12s) a Macedonia por vía marítima. Es probable que se quedara en Filipos, capital de Macedonia, donde había una comunidad que le era muy adicta. Sus fuerzas corporales y su naturaleza humana -esto quiere decir la palabra carne- pedían descanso y distensión. Pero no pudo disfrutar de ello. Luchas y temores le atribulaban. Las luchas indican, sin duda, ataques de otras personas, de las que tuvo que defenderse 58. Los temores agobiaban a Pablo, debido a la preocupación por las numerosas comunidades (11,29), pero en aquellos días, debido seguramente, más en concreto, a la preocupación por la incierta situación de Corinto.
El apóstol fue salvado de su pesada tribulación con un consuelo sobreabundante. El consuelo le viene, en primer lugar, de los hombres (7,7). Pero, en realidad, el origen último de su consuelo es Dios. Así lo testifican los hombres piadosos de todos los tiempos, que experimentan a Dios como consolador. Dios levanta y ensalza, sobre todo, a los oprimidos. «Este es mi consuelo en mi miseria: que tu promesa me hace vivir» (Sal 119:50). «Yahveh ha consolado a su pueblo y de sus pobres se ha compadecido» (Isa 49:13).
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58. La segunda carta a los Corintios fue escrita probablemente en Filipos (cf. introducción, 1) . Así, podría acaso admitirse que Pablo, al redactar la carta, había tenido que sostener, en Filipos, idénticas luchas, que él menciona en la carta a los filipenses, 3,2s. También en aquella ciudad se produjeron duras controversias con los judaizantes (véase la nota 84).
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7 Y no sólo con su llegada, sino también con el consuelo con que él había sido consolado entre vosotros. El nos ha contado vuestro ardiente afecto, vuestro pesar y vuestro celo por mí, hasta el punto de alegrarme más.
Pablo experimentó el consuelo divino a través de dos hechos. Ya el encuentro con Tito fue, en sí, un consuelo. Pero, además, Tito era portador de consuelo, porque él mismo lo había recibido de los corintios. Podía narrar el ardiente afecto, el pesar y el celo de los corintios. El ardiente afecto, en cuanto deseo de volver a ver a Pablo, indica que los corintios deseaban estar en armonía y paz con el apóstol y querían darle la seguridad de que estaban unidos con él y agradecidos. El pesar que tiene la comunidad es un testimonio de su dolor por lo sucedido. Ha llegado a comprender, con remordimiento, la sinrazón de su anterior comportamiento y quiere dar satisfacción. El celo significa que reconoce desde ahora los deseos y las exigencias del apóstol y respeta sus servicios y sus derechos en la comunidad. Lo que antes se pasó por alto, debe recuperarse ahora.
Pablo no se avergüenza de poner al descubierto su sencilla y auténtica humanidad. Habla de sus depresiones, temores y tribulaciones. La solidaridad, la gratitud y la fidelidad de los hombres le consuela; y necesita estos consuelos. En los dones de los hombres y a través de ellos experimenta y recibe el don de Dios. Ansía pertenecer al grupo de los humillados, a los que Dios levanta. En su tiempo predominaba el ideal del modo de ser estoico, que no es afectado por ningún movimiento del alma y permanece imperturbado en todo momento. La visión paulina del hombre es distinta.
b) La carta anterior de Pablo y la conversión de los corintios (Isa 7:8-16).
8 Porque, aun cuando os entristecí con la carta, no me pesa, y aun cuando me pesaba -veo que aquella carta os entristeció, aunque fuera momentáneamente-…
Pablo retrocede a una carta anterior a los corintios, que les causó tristeza. Se trata de aquella carta de la que dijo que la había escrito con suma angustia de corazón y con muchas lágrimas (Isa 2:4). Pablo da la impresión de que le resulta difícil encontrar las palabras apropiadas. No quiere herir ni dar ocasión a malas interpretaciones nuevas. Cierto que dice al principio que ahora no le pesa haber entristecido a los corintios. Pero tiene que confesar que en algún momento le pesó. No quería, y no quiere ahora, entristecer a la comunidad. Uno de los temores que le asaltaban en Macedonia (Isa 7:5) era la aprehensión de que su carta -mal interpretada- hubiera causado en Corinto un efecto contraproducente. Pero ahora ya no le pesa, porque ve que la tristeza de los corintios fue de corta duración y consiguió que se arrepintieran. Ahora incluye también aquella carta entre los motivos de alegría de que se siente rebosar.
9…Ahora me alegro, no porque os entristecisteis, sino porque os entristecisteis para vuestra conversión. Porque os entristecisteis según Dios, de modo que no sufristeis ningún daño por nuestra parte.
Pablo sigue afanándose y preocupándose por evitar malas interpretaciones. Aunque vuelve a insistir (véase ya 7,7) en que ahora se alegra por la carta, añade inmediatamente la aclaración de que la alegría no es por la anterior congoja de los corintios, sino por los efectos de la congoja, ya que produjo su conversión. Desde luego, el apóstol tiene derecho a amonestar y castigar, pero tendría cargo de conciencia si fuera culpable de que algún miembro de la comunidad sufriera daño. El ministerio apostólico exige con harta frecuencia a los que le desempeñan decisiones no fáciles entre varios deberes. Para dar con la decisión acertada, debe esforzarse por conocer cuál es la voluntad de Dios.
10 Pues la tristeza que es según Dios produce una conversión saludable de la cual no hay que tener pesar; mientras que la tristeza del mundo produce la muerte.
Hay una tristeza según Dios y otra según el mundo. La primera tiene su fundamento y su medida en los mandamientos y la voluntad de Dios y saca del pecado una penitencia saludable, que no causa pesar. Pablo acuña, para expresar este hecho peculiar, una frase conscientemente antitética: Nunca hay que arrepentirse de un verdadero arrepentimiento. La auténtica conversión lleva a la salvación y a la vida, es decir, a la liberación en el juicio final. La tristeza según Dios permite al hombre llegar a descubrir que el mundo, en cuanto mundo pecador, es malo y está perdido. Siente, pues, que él mismo se ha perdido en este mundo. Y entonces, mediante la conversión, se vuelve del mundo a Dios. Pero la tristeza propia del mundo alejado de Dios entorpece al hombre o le retiene en el pecado. Esta tristeza del mundo es aquella en virtud de la cual el hombre reconoce como imposibles sus deseos y objetivos terrenos y carnales. Pero sigue entregado a ellos y acaba por experimentar, en la vana transitoriedad del mundo, su propia desgracia mortal 59.
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59. Del mismo modo deben entenderse afirmaciones como Rom 6:16.21; 1Co 6:9 s.
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11 Porque mirad: ¡cuánta solicitud produjo en vosotros ese mismo hecho de entristeceros según Dios! ¡Qué disculpas! ¡Qué indignación! ¡Qué temor! ¡Qué nostalgia! ¡Qué celo! ¡Qué deseo de justicia! En todo momento habéis demostrado ser inocentes en este asunto.
Una enumeración de siete frutos expone los beneficios de la tristeza según Dios y de la reflexión. Al mismo tiempo Pablo demuestra, una vez más, cuán justificada y acertada estuvo aquella carta con la que, al principio, se vio obligado a atribular a los corintios. El apóstol elogia la solicitud y el celo con que la comunidad respondió a sus deseos y atendió su petición de restablecimiento del buen orden. Los corintios reconocieron su culpa y procuraron justificar y explicar su conducta y alcanzar el perdón del apóstol. La indignación de la comunidad se dirigía contra los culpables. El temor que aquella carta provocó, pudo ser el tema a la ira justificada del apóstol y a los castigos que, por lo mismo, eran de esperar, pero también temor por las desdichadas consecuencias del suceso. Y así, los corintios sentían nostalgia y celo por el apóstol. Cuando tuvieron exacto conocimiento de lo sucedido y se formaron un juicio imparcial de las cosas, se despertó en ellos el deseo de aplicar un justo castigo. Por todo ello aparece bien patente que la comunidad no fue culpable de que no se hubiera exigido el castigo correspondiente.
12 Por lo tanto, aun cuando os escribí, no fue por causa del ofensor, ni por causa del ofendido, sino para que vuestro interés por nosotros se manifestara entre vosotros ante la presencia de Dios.
Una vez más insiste Pablo sobre su primera carta, a la que tantas vueltas dio y que tantas preocupaciones le proporcionó después de escrita. Asegura que la carta sólo tenía por objeto poner de manifiesto y comprobar el celo de la comunidad. De ninguna manera intentaba pedir satisfacción de tipo personal. Pablo se limita a insinuar lo que quiere decir y se discute cuál es su verdadero pensamiento. Lo más probable es que tuviera presente alguna injuria que hubo de soportar en su propia persona y de la que ya habló antes (1Co 2:5-11). Parece ser que la comunidad de Corinto no pidió cuentas inmediatas a los culpables, sino sólo después de la carta del apóstol (1Co 2:4; 1Co 7:8).
Pero, en todo caso, lo que el apóstol quiere no es que queden a salvo sus derechos, sino que la comunidad encuentre por sí misma lo que es justo. Cuando es necesario, el rigor del apóstol puede ser un buen servicio a la comunidad. Deben satisfacerse las exigencias de la justicia. Pero debe haber también un auténtico perdón.
Hay que llevar a la comunidad a la reflexión y la conversión. En todo momento debe estar la comunidad ante la presencia de Dios. Esto significa salvación o muerte. Pablo empuja siempre, a través de lo accidental y de lo que aparece en primer plano, a lo que es último y definitivo, a algo que es más que lo meramente justo y moral, a saber, a la presencia justificante y salvífica de Dios en la Iglesia. Esta es la verdadera cura pastoral.
13 Por eso hemos recibido tanto consuelo. Y nuestro consuelo se nos aumentó mucho más con la alegría de Tito, cuyo espíritu quedó tranquilo ante la actitud de todos vosotros.
Una vez más recuerda Pablo, agradecido, la ayuda que le proporcionó Tito para restablecer la paz entre la comunidad y Pablo. Tito llegó a Corinto como delegado del apóstol, portador de preocupaciones y recelos. Pero reconoció la buena voluntad y experimentó la solícita abnegación de los corintios, y esto le dio tranquilidad, alegría y consuelo. Pablo está ya consolado porque se ha restablecido el orden en la situación de Corinto y a esta alegría se añade ahora la alegría personal de Tito. Se evidencia así que, en los lazos humanos y fraternos de Pablo, la alegría y el consuelo de los demás son también su propio consuelo y alegría.
14 Y si ante él me había alabado algo acerca de vosotros, no he tenido de avergonzarme; al contrario, así como en todo os hablamos con verdad, así también resulta ser verdad nuestra alabanza ante Tito.
Antes de enviar su colaborador Tito a la ciudad de Corinto, con la misión de restablecer la paz entre él y la comunidad, Pablo había alabado a la comunidad de allí, a pesar de que se había hecho merecedora de censura. Es una característica de la bondad de Pablo, como hombre y como pastor de almas, que siempre sabe decir algo bueno de las demás personas, Pablo no tuvo que avergonzarse de sus colaboradores. Los corintios justifican las alabanzas que el apóstol hizo de ellos y la palabra de Pablo se muestra verdadera. Se remonta incluso hasta la afirmación de que en todo ha hablado con verdad y que ha acreditado ser digno de confianza. Se le había reprochado su falta de seriedad y este reproche molestaba tanto a Pablo que vuelve una y otra vez sobre el mismo (1,17s; 4,2).
15 Y su afecto entrañable hacia vosotros se ha redoblado, al recordar la sumisión de todos vosotros: de cómo lo recibisteis con temor y temblor. 16 Me alegro de poder contar para todo con vosotros.
Los de Corinto dispensaron a Tito una acogida extraordinariamente buena. Con esta conducta los corintios le dieron tranquilidad y alegría y se ganaron, además, el cordial afecto de Tito, que se renueva y profundiza cada vez que recuerda la acogida de que fue objeto en la ciudad. Ahora bien, aunque Pablo considera y siente la relación entre la comunidad y el apóstol como una unión cordial no olvida su ministerio y su autoridad que son, también, cosas reales. La comunidad debe obediencia al apóstol y es absolutamente normal que le reciba con temor y temblor. Este temor no es el miedo de un hombre ante el excesivo poder de otro hombre. Tito no tenía este poder respecto a los corintios. Sería, además, un temor incompatible con la virtud de la libertad (3,17). Se trata del temor y de la obediencia debida al ministerio apostólico, mediante el cual actúa Dios en la comunidad (5,19s).
Para concluir, asegura Pablo a la comunidad su alegría sin reservas por el restablecimiento de la paz. Sabe que puede confiar en los corintios para todo.
Fuente: El Nuevo Testamento y su Mensaje
— el cuerpo: Lit. carne. En este pasaje, la palabra “carne” no tiene el sentido peyorativo que con frecuencia le da Pablo en sus cartas (ver nota a Rom 7:5); ni el binomio cuerpo (carne)-espíritu tiene aquí significado antitético, sino que sirve para designar al ser humano en su totalidad.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
A la luz de estas promesas Pablo insta a sus lectores a dejar atrás todo lo que los contamina, y concentrarse en per feccionar la santidad en el temor de Dios (7:1). Este pasaje presenta problemas para el lector porque no es clara su conexión con lo que lo precede y le sigue, y es difícil de entender por qué Pablo lo insertó en este momento en la carta. Quizá sea que Pablo, profundamente preocupado por restablecer la comunión con los corintios, les estuviera recordando que esto podía lograrse únicamente si cesaban toda participación en los cultos paganos. O, podría ser que estuviera advirtiendo a sus lectores que si se unían a la oposición a él y su evangelio, eso sería lo mismo que ponerse del lado de Satanás o Belial. Por supuesto, es posible que Pablo haya saltado de un tema a otro, y que no haya conexión lógica. La mayoría de las personas, al escribir cartas, lo hace ocasionalmente, y deberíamos dar mar gen a la posibilidad de que Pablo lo haya hecho aquí.
2-4 Luego de la digresión de 6:14-7:1, Pablo renueva su llamado a una plena reconciliación entre él mismo y los corintios, instándolos a recibirlo: “¡Hágannos un lugar en su corazón!” (DHH), “Dadnos lugar en vuestros corazones” (BJ). Al hacerlo subraya que nada en su propio comportamiento para con ellos constituye un obstáculo para tal reconciliación: A nadie hemos agraviado; a na die hemos corrompido; a nadie hemos explotado. Además, para apoyar su pedido de una plena reconciliación, les asegura que él tiene un gran lugar para ellos en su corazón, que tiene gran confianza y orgullo de ellos (3, 4a) y que habiendo escuchado las buenas noticias de Tito en relación con la respuesta a su carta “severa”, sobreabundó de gozo. Aquí vemos a Pablo practicando, en su relación con los corintios, la reconciliación que les predicaba a los demás. Nuestra credibilidad como mensajeros de reconciliación depende en parte de si somos personas reconciliadoras en nuestras relaciones con los demás.
Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno
7.1 Nuestra limpieza comprende una acción doble: apartarnos del pecado y volvernos a Dios. «Perfeccionando la santidad» significaba que los corintios no tenían nada que hacer con el paganismo. Ellos hicieron un claro corte con el pasado y se entregaron sólo a Dios.7.5 Aquí Pablo resume la historia que había puesto a un lado en el 2.13, donde indica que fue a Macedonia a buscar a Tito. Pablo todavía pensaba que habían muchos problemas que enfrentar; pero encontró consuelo y gozo en el progreso del ministerio.7.8ss «La carta» se refiere a la tercera carta (aún extraviada) que Pablo escribió a los corintios. Aparentemente, es la que motivó el inicio del cambio en la gente. Para mayor explicación del orden cronológico de las cartas de Pablo a Corinto, véase la primer nota a 1.1.7.10 «Porque la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación» se refiere a la tristeza por nuestros pecados que producen un cambio en nuestra conducta. Mucha gente se entristece sólo por los efectos de sus pecados o por haber sido descubiertos («tristeza del mundo»). Compare el remordimiento de Pedro y su arrepentimiento con la amargura y suicidio de Judas. Ambos negaron a Cristo. Uno se arrepintió y fue restaurado a la fe y al servicio; el otro se quitó la vida.7.11 Es dificultoso ser confrontados por el pecado y mucho más lo es librarnos de él. Pablo felicita a los corintios por haber confrontado y resuelto los problemas que tuvieron (véase la nota a 2.5-11). ¿Tiende usted a adoptar una posición defensiva cuando es confrontado? No permita que el orgullo evite que reconozca su pecado. Acepte la confrontación como un medio para su crecimiento y haga todo lo que pueda a fin de corregir los problemas que lo afectan.
Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir
REFERENCIAS CRUZADAS
a 272 2Co 6:16; 2Pe 1:4
b 273 1Ti 3:9; 1Jn 3:3
c 274 Zac 13:2; Rom 12:1; 1Ti 1:5
d 275 2Co 1:12; Rev 14:7
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
perfeccionando la santidad. Aquí no se tiene en mente la perfección humana, sino la madurez y el crecimiento en Cristo (1 Ts 5:23; 1 P 1:16).
en el temor de Dios. O sea, la reverencia a Dios, que es un principio básico de la vida cristiana (cp. Sal 2:11; Pr 1:7).
Fuente: La Biblia de las Américas
1 (1) Esto indica que este versículo es la conclusión de la última parte del cap. 6, vs. 14-18.
1 (2) Las promesas mencionadas en 6:16-18.
1 (3) La contaminación de la carne está relacionada con ser contaminado por las cosas materiales; la contaminación del espíritu se relaciona con ser contaminado por las cosas del mundo espiritual, tales como los ídolos.
1 (4) La santidad consiste en estar apartado para Dios de todo lo que no sea El (véanse las notas 2 (3) de Ro 1 y 4 (3) de Ef 1). Perfeccionar la santidad es hacer que esta separación sea completa y perfecta, que todo nuestro ser espíritu, alma y cuerpo sea completa y perfectamente apartado y santificado, para Dios ( 1Ts_5:23). Esto significa ser completamente reconciliado con Dios.
1 (5) No atreverse a tocar lo que no pertenezca a Dios o no esté relacionado con El (6:17).
Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro
7,1. El imperativo conclusivo, cálidamente pastoral, se enraíza en el indicativo del v. 16b. 2a. Pablo vuelve sobre 6,13. 2b. Se rechazan las acusaciones de sus adversarios. 3. no para condenaros: Pablo parece distinguir entre la comunidad y sus oponentes (véase 3,1). he dicho antes: Probablemente algo como 2,4c. juntos morir y juntos vivir: Fórmula de amistad perdurable, cuyo orden tal vez fuera invertido por Pablo para darle un significado más profundo (Rom 6,8). 4. consuelo/tribulaciones: Véase el comentario a 1,3-7.
(Ker, R. E., «Fear or Love? A Textual Note», ExpTim 72 [1960-61] 195-96. Lambrecht, J., «“Om samen te sterven en samen te leven” uitleg von 2 Cor 7:3», Bijdr 37 [1976] 234-51. Olivier, F., «Synapothneské: D’un article de lexique á saint Paul, 2 Cor 7:3», RTP 17 [1929] 103-33. Stáhlin, G„ «»Um mitzusterben und mitzuleben”», Neues Testament und christliche Existenz [Fest. H. Braun, ed. H. D. Betz et al., Tubinga 1973] 503-21.)
30 (B) Los resultados de la misión de Tito (7,5-16). La mención del consuelo divino (v. 4) trae a la mente de Pablo el extraordinario y reciente ejemplo de benevolencia de Dios, las buenas noticias traídas por Tito en relación con los efectos de la carta de las lágrimas (2,4). No hay justificación alguna para considerar 7,5 la continuación de 2,13 (→ 1 supra). Esa conexión resulta gramaticalmente poco elegante (el cambio del sg. al pl.) y psicológicamente inverosímil. El aspecto de la situación tratado aquí (el arrepentimiento de los corintios) es lógicamente anterior al aspecto tratado en 2,5-11 (las medidas tomadas con respecto al culpable).
31 5. por fuera/por dentro: Podría hacer referencia a Pablo como tal o a las comunidades con las que trabajaba. 6. Tito: Véase el comentario a 2,13. 7. Si Pablo estaba encantado de ver a salvo a Tito, desbordaba de alegría por la reacción de los corintios ante la delicada misión de éste. 8. la carta: El artículo determinado la identifica con la de 2,4. La turbación y preocupación de Pablo se pueden entrever a través de la complicada sintaxis con que intenta expresar tanto pesar como alegría. 10. tristeza según Dios/según el mundo: La primera produce arrepentimiento (metanoia), que da vida (v. 11), mientras que la segunda produce resentimiento destructivo. 11. El repetido alia, «pero», da a la oración una tremenda fuerza retórica (BDF 448.6). qué disculpas: Se defendían (apología) poniendo de manifiesto que ellos ni habían secundado al culpable ni habían aprobado su ofensa, qué temor: Miedo y nerviosismo a propósito del resultado de todo aquel lamentable asunto (v. 15). qué escarmiento: Las medidas tomadas en 2,6. habéis mostrado que erais inocentes: Su arrepentimiento (vv. 9-10) no era por «un agravio que hubieran cometido ellos, sino por un agravio cometido por otro» (Barrett). 12. el agraviado: Ciertamente Pablo mismo. Timoteo tal vez sufriera también, pero fue su informe el que provocó la visita intermedia durante la cual tuvo lugar el incidente. A la sazón Timoteo estaba en Macedonia (Hch 19,22) sustituyendo a Pablo (1 Cor 16,5). el que hizo el agravio: La culpa recaía sobre una persona en concreto (2,5-8). La respuesta favorable de Pablo a la comunidad como un todo (v. 14) indica que el culpable no era un miembro permanente, pero esto es objeto de debate (Furnish).
32 13. el gozo de Tito: Los caps. 10-13 demuestran que uno de los dos, Pablo o Tito, pecaba de optimista. Había indicios de que Pablo seguía siendo blanco de algunas críticas (1,15-22). 14. me he gloriado de vosotros ante él: Esto supone que la misión de Tito fue su primer contacto con Corinto; en modo alguno indica que dicha misión (8,6) careciera totalmente de relación con el episodio de la carta de las lágrimas. En esta segunda hipótesis resulta inexplicable la preocupación de Pablo (2,13). 15. temor y temblor: El hecho de que Pablo no volviera según había planeado (1,16.23) provocó miedo y nerviosismo respecto a sus intenciones (¿los había abandonado para siempre?); ambos sentimientos quedaron mitigados con la llegada de su emisario. 16. confiar totalmente en vosotros: Resumen oportuno del presente estado de ánimo de Pablo, que prepara el camino para el llamamiento que sigue.
(Barrett, C. K., «Titus», Neotestamentica et Semítica [Fest. M. Black, ed. E. E. Ellis et al., Edimburgo 1969] 1-14; «Ho Adikésas (2 Cor 7:12)», Verborum Veritas [Fest. G. Stáhlin, ed. O. Bócher el al., Wuppertal 1970] 149-57.)
Fuente: Nuevo Comentario Biblico San Jeronimo
[3] Israel debe responder en obediencia a las leyes claras de pureza de la Torah para verdaderamente poder heredar las promesas de YHWH con respecto a la relación de hijo y la herencia en el reino.
[4] Esta carta de reprensión severa y continua, encontrada primero en Primera Corintios, abarcando muchas areas de mala conducta y error en la congregación Israelita.
[1] Los pecados de la carne y del espíritu son los que afectan la totalidad del hombre. Carne no está tomado en sentido peyorativo, sino como expresión del componente material del hombre.[16] Y de que sin temor de ofenderos, puedo corregiros y amonestaros en cuanto sea necesario.
Fuente: Escrituras del Nombre Verdadero
Fuente: Notas Torres Amat