Comentario de 2 Corintios 10:7 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

¡Miráis las cosas según las apariencias! Si alguien está convencido dentro de sí que es de Cristo, considere de nuevo que así como él es de Cristo, también nosotros lo somos.

10:7 — «Miráis las cosas según la apariencia». «¿Veis las cosas según la apariencia exterior?» (Ver. Biblia de las Américas, nota al pie de la página). Pablo se dirige, ahora que está para hacer defensa de su apostolado, a los hermanos corintios que simpatizaran con los judaizantes. Ellos miraban las cosas superficialmente. Debían haber visto lo que en realidad eran los judaizantes en profesión, actuación y motivo, pero Pablo siempre lo declara a ellos. Véase también 11:20-33. Los hermanos no siempre son objetivos en sus juicios; algunos se dejan llevar por la apariencia. Esto no es sabio.

— «Si alguno… somos de Cristo». Los que atacaban a Pablo reclamaban ser de Cristo. Pero, ¿cómo lo podían ser y al mismo tiempo desacreditar a uno que sin duda alguna era de Cristo? Desde su conversión Pablo se sometía a la voluntad de Cristo (Hch 22:10; Hch 26:19; Gál 2:20; Gál 6:17). Los corintios sabían esto. ¿Habían visto esto en los judaizantes venidos de Judea? Nadie podía con razón reclamar ser de Cristo sin reconocer al mismo tiempo que Pablo era de Dios. La prueba estaba en la conducta.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

Miráis las cosas según la apariencia. 2Co 10:1; 2Co 5:12; 1Sa 16:7; Mat 23:5; Luc 16:15; Jua 7:24; Rom 2:28, Rom 2:29.

Si alguno está persuadido, o tiene confianza. 1Co 3:23; 1Co 14:37; 1Co 15:23; Gál 3:29.

así también nosotros somos de Cristo. 2Co 5:12; 2Co 11:4, 2Co 11:18, 2Co 11:23; 2Co 12:11; 2Co 13:3; 1Co 9:1; Gál 1:11-13; Gál 2:5-9; 1Jn 4:6.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

En este contexto, ser de Cristo significa mucho más que pertenecer a Él. Significa ser siervo o discípulo (v. 2Co 10:8).

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

Miráis … según la apariencia. El verbo griego que se traduce «miráis» se traduce mejor como un mandato imperativo: «Miren lo obvio, enfrenten los hechos, consideren la evidencia». A la luz de lo que sabían acerca de él (cp. 1Co 9:1-2), ¿cómo era posible que algunos corintios creyeran que Pablo era un apóstol falso y que los maestros falsos eran apóstoles verdaderos? A diferencia de Pablo, los apóstoles falsos no habían fundado una sola iglesia ni sufrieron persecución por la causa de Cristo. Pablo podía llamar a sus acompañantes e incluso a Ananías como testigos de la realidad de su experiencia en el camino a Damasco. No hubo un solo testigo que pudiera verificar los supuestos encuentros de los apóstoles falsos con el Cristo resucitado y glorificado. Si alguno está persuadido … que es de Cristo. La afirmación de los apóstoles falsos de que pertenecían a Cristo puede entenderse de cuatro maneras: 1) que eran cristianos, 2) que habían conocido a Jesús durante su vida terrenal, 3) que habían recibido una comisión apostólica de Él, ó 4) que tenían un conocimiento elevado y secreto acerca de Él. Su insistencia en que todas o algunas de estas cosas eran ciertas implica que habían negado que fueran ciertas en el caso de Pablo. nosotros somos de Cristo. Para continuar el argumento, Pablo no negó en este punto las afirmaciones de los apóstoles falsos (como lo hizo más adelante en 2Co 11:13-15). Tan solo se limitó a señalar que él también afirma pertenecer a Cristo. Para determinar quién tenía la razón en sus reclamos personales, los corintios solo necesitaban considerar la evidencia objetiva, como les mandó que hicieran al principio del versículo.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

10:7 — «Miráis las cosas según la apariencia». «¿Veis las cosas según la apariencia exterior?» (Ver. Biblia de las Américas, nota al pie de la página). Pablo se dirige, ahora que está para hacer defensa de su apostolado, a los hermanos corintios que simpatizaran con los judaizantes. Ellos miraban las cosas superficialmente. Debían haber visto lo que en realidad eran los judaizantes en profesión, actuación y motivo, pero Pablo siempre lo declara a ellos. Véase también 11:20-33. Los hermanos no siempre son objetivos en sus juicios; algunos se dejan llevar por la apariencia. Esto no es sabio.
–«Si alguno… somos de Cristo». Los que atacaban a Pablo reclamaban ser de Cristo. Pero, ¿cómo lo podían ser y al mismo tiempo desacreditar a uno que sin duda alguna era de Cristo? Desde su conversión Pablo se sometía a la voluntad de Cristo (Hch 22:10; Hch 26:19; Gál 2:20; Gál 6:17). Los corintios sabían esto. ¿Habían visto esto en los judaizantes venidos de Judea? Nadie podía con razón reclamar ser de Cristo sin reconocer al mismo tiempo que Pablo era de Dios. La prueba estaba en la conducta.

Fuente: Notas Reeves-Partain

SIGUE LA DEFENSA DE PABLO

2 Corintios 10:7-18

Fijaos en lo que tenéis delante de las narices: el que crea a pie juntillas que pertenece a Cristo, que haga otra vez examen de conciencia; porque, si él pertenece a Cristo, nosotros también. Si hago lo que podría tomarse por exceso de autoridad, de esa autoridad que nos ha dado el Señor para edificaros y no para destruiros, no permitiré que se me avergüence. Y eso es precisamente lo que voy a hacer, para que no parezca, como si dijéramos, que me pongo a meteros miedo con una serie de cartas; porque, para citar a mis oponentes, » sus cartas son duras y pesadas, pero su aspecto es insignificante, y lo que dice no vale nada.»
Que el que ha hecho esas afirmaciones tome nota de que como nos expresamos por carta cuando estamos ausentes, así es como somos en realidad cuando estamos presentes.
¡Lejos esté de nosotros el incluirnos entre algunos que se alaban a sí mismos o el compararnos con ellos! Porque no son sensatos cuando no se aplican más que su propio baremo para medirse consigo mismos y cuando no se comparan más que con ellos mismos. Por lo que se refiere a nosotros, no vamos a presumir desmesuradamente, sino de acuerdo con el baremo que Dios nos ha puesto por norma, que os incluye a vosotros también.
Porque no nos hemos pasado, como si nuestra esfera no os incluyera a vosotros; porque no cabe duda que fuimos los primeros en llevaros el Evangelio de Cristo. No presumimos más de lo que nos corresponde, sino acariciamos la esperanza de que, conforme crezca vuestra fidelidad, recibiremos una mayor participación de honor entre vosotros, en la esfera que nos corresponde, lo que nos permitirá predicar el Evangelio en las regiones de más allá, y no para atribuirnos lo que ya se haya hecho en la esfera de otro.
El que quiera presumir de algo, ¡que presuma del Señor! Porque no es el que se alaba a sí mismo el que pasa todas las pruebas de calidad, sino aquel a quien alaba el Señor.

Pablo sigue respondiendo a sus críticos. Y nos encontramos con el mismo problema de antes: que no podemos oír nada más que un lado de la conversación, y tenemos que deducir las críticas por las respuestas que da Pablo.
(i) Parece claro que por lo menos algunos de los oponentes de Pablo afirmaban que él no pertenecía a Cristo de la misma manera que ellos. Tal vez estaban todavía echándole en cara el hecho de haber sido el archiperseguidor de la Iglesia. A lo mejor presumían de un conocimiento especial. Tal vez pretendían ser más santos que nadie. Por lo que fuera, miraban a Pablo por encima del hombro y presumían de la relación que ellos tenían con Cristo.
Cualquier religión que mueva a mirar por encima del hombro a los semejantes y a creerse mejor que nadie no tiene ningún parecido con el Cristianismo. Cuando hubo un avivamiento en las iglesias del Este de África no hace mucho, una de sus características fueron las confesiones públicas de pecados. Los nativos tomaban parte en aquellas confesiones de buena gana, mientras que los europeos se quedaban al margen, y uno de los misioneros escribió: «Se tiene el sentimiento de que el quedarse al margen es negarse a que se le identifique a uno con la compañía de los pecadores perdonados. A veces se acusa a los europeos de ser orgullosos y no estar dispuestos a compartir la comunión de esa manera.» No hay una definición mejor de la Iglesia que esta de la compañía de los pecadores perdonados. Cuando una persona se da cuenta de que es a esa compañía a la que pertenece, no le queda espacio para el orgullo. El problema de los cristianos arrogantes es que creen que Cristo les pertenece, y no que ellos Le pertenecen a Él.

(ii) Parecería que los corintios habían llegado tan bajo como para ridiculizar a Pablo por su apariencia personal. Su aspecto físico -bromeaban-, era flojo, y no era un gran orador.
Tal vez en parte tuvieran razón. Nos ha llegado una descripción de su figura en un libro antiguo que se llama Los Hechos de Pablo y Tecla, fechado hacia el año 200 d C. Es tan poco favorecedora que debe de ser verdad: describe a Pablo como «hombre de baja estatura, de poco pelo, de piernas torcidas, de buen tórax, con el entrecejo muy peludo, de nariz aguileña, agraciado, porque algunas veces parecía un hombre corriente y otras tenía cara de ángel.» Un hombre bajo, con entradas, estevado, con la nariz característica de los judíos y cejijunto… No era una figura impresionante, y es posible que los corintios, amantes como griegos de la belleza física, le tomaran a broma.

Haríamos bien en recordar que no es raro el que un gran espíritu se aloje en un cuerpo muy humilde. William Wilberforce fue el campeón de la liberación de los esclavos en el imperio británico. Era tan pequeño y debilucho que parecía que cualquier vientecillo podría acabar con él. Pero Boswell le oyó hablar en público una vez, y luego decía: «Vi a uno que parecía una gamba subirse a la mesa y, cuando empecé a escucharle, creció y creció hasta que se convirtió en una ballena.» Los corintios se rebajaron hasta la máxima descortesía e insensatez cuando se burlaron del aspecto personal de Pablo. También en la crítica que hacían de su oratoria se descubrían como griegos amantes de la forma.
(iii) Parece que acusaban a Pablo de presumir de una autoridad que no le correspondía. Probablemente dirían que Pablo trataba de hacerse el amo en otras iglesias, pero que en Corinto no tenía nada que hacer. Su respuesta fue que Corinto era parte de su esfera, porque él había sido el primero que les había traído el Evangelio de Cristo. Pablo era rabino, y puede que estuviera pensando en el derecho que se atribuían a veces los rabinos. Reclamaban y recibían un respeto muy especial. Pretendían ese respeto porque un maestro lo merecía aún más que un padre; porque decían, «un padre da a sus hijos la vida de este mundo, pero un maestro imparte a sus discípulos la vida del mundo venidero.» Sin duda no había nadie que tuviera más derecho a ejercer autoridad en la iglesia de Corinto que el hombre que, por la voluntad de Dios, había sido su fundador.
(iv) Aquí Pablo les hace una acusación. Irónicamente les dice que él no habría soñado nunca con compararse con los que no hacen más que blasonar de sus méritos; luego, con precisión infalible, pone el dedo en la llaga. Esas personas podían presumir solamente porque su único baremo eran ellos mismos. Tomaban, como hacen tantas personas, un falso término de comparación. Un estudiante de violín puede que se crea un gran violonista; pero si se compara con Yehudi Menuhin cambiará de parecer. Uno puede que se considere un gran jugador de ajedrez; pero si se compara con Kaspárov o Kárpov tendrá que cambiar de opinión. Uno puede que se considere un gran predicador; pero, si se compara con uno de los príncipes del púlpito que ha habido en muchos países, seguro que cambiará de opinión sobre sí mismo, y puede que pierda las ganas de subirse a un púlpito o abrir la boca en público otra vez.
Es fácil decir: «¡Soy tan bueno como cualquiera!» Y puede que sea verdad. Pero, ¿podemos decir que somos tan buenos como Jesús? Él es nuestro único modelo y término de comparación; y, cuando nos medimos con Él, se nos quitan las ganas de presumir. «El autobombo -decía Pablo- no trae ningún honor.» No es cuando nos decimos a nosotros mismos: «¡Bien hecho!» sino cuando nos lo dice el Señor cuando podemos considerar que hemos aprobado la prueba.
Antes de salirnos de este pasaje debemos fijarnos en una frase que es característica del corazón de Pablo. El quería dejar las cosas como Dios manda en Corinto porque quería tomarlo como punto de partida para alcanzar las regiones más allá a las que no había llegado todavía el mensaje de Cristo. W. M. Macgregor solía decir que Pablo sentía la fascinación de las regiones más allá. Nunca veía un navío anclado o amarrado en un puerto sin desear embarcarse para llevar la Buena Noticia a las regiones más allá. Nunca veía una cordillera, azul en la distancia, sin desear cruzarla para llevar la historia de la Cruz a las regiones más allá.

Kipling escribió un poema que se llama El explorador, que narra la historia de otro que estaba alucinado con las regiones más allá:

«No tiene ningún sentido intentar ir más allá; aquí termina la tierra que se puede cultivar.» Creí lo que me dijeron y no quise buscar más. Roturé y sembré mi campo y construí mi lagar, mis graneros y mis vallas hasta llegar al final de lo que verse podía entre los montes y el Marcos
Hasta que una voz inquieta de lejos sentí llamar, molesta cual la conciencia, repitiendo sin cesar: «Hay algo que está escondido que tú puedes encontrar, más allá de las colinas que se pueden vislumbrar; está perdido a lo lejos, pero esperándote está. No te baste lo que tienes. ¡Sal otra vez a buscar!»

Eso era lo que Pablo sentía en su corazón. Se ha dicho de un gran evangelista que, al pasearse por las calles de la ciudad,

no podía por menos de sentir la llamaba de los miles y miles y miles y miles que estaban todavía sin Cristo. El que ama a Cristo siempre sentirá la angustia de los millones que no han oído hablar nunca del Cristo que representa tanto para él.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento

Pablo responde a las críticas

7 Refiriéndose a sus opositores Pablo afirma que él es tan siervo de Cristo como ellos dicen ser (luego negará lo que aquí, en razón de su argumento, concede, es decir, que sus opositores sean verdaderos siervos de Cristo; cf. 11:13-15). 8-11 Pablo responde a aquellos que decían que se había jactado un poco más de nuestra autoridad, la cual el Señor nos ha dado, y que sus hechos negaban sus palabras cuando se encontraba presente entre ellos. Ellos decían que Pablo atemorizaba a las personas con cartas … duras y fuertes estando ausente y a una prudente distancia, pero que en persona era débil, y su palabra despreciable. Las alusiones hechas aquí son a su carta severa, por un lado, y a su actuación intrascendente mientras estuvo en Corinto, por otro. A aquellos que hacían tales críticas, Pablo les dice: Lo que somos en palabra por carta cuando estamos ausentes, lo mismo seremos también en hechos cuando estemos presentes. Esto no es sólo defensa, sino una advertencia de que en su próxima visita tomaría enérgicas medidas en contra de sus detractores (cf. 10:6; 13:1-4).

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

REFERENCIAS CRUZADAS

m 358 2Co 5:12

n 359 1Jn 4:6

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

7 super (1) Esto indica que ser de Cristo es un asunto importante. Es vital para la vida y el ministerio cristianos.

Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro

Mirad solamente, viene a decir Pablo, a lo que está delante de vuestros ojos. Yo pertenezco a Cristo tanto como ellos (v. 2Co 10:7). A decir verdad, yo podría reclamar mayor autoridad (v. 2Co 10:8), ¡pero eso podría asustaros (v. 2Co 10:9)!

Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie

nosotros… M↓ añaden somos de Cristo.

Fuente: Biblia Textual IV Edición

M58 La frase τὰ κατὰ πρόσωπον significa: lo que está frente a ustedes (comp. T15).

M137 El infinitivo εἶναι se usa como el objeto directo del verbo πέποιθεν: si alguno confia que.

Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego

O, Mirad, o, ¿Veis

Lit., lo que está delante del rostro

Fuente: La Biblia de las Américas

Lit. ser.

10.7 M i añaden somos de Cristo.

Fuente: La Biblia Textual III Edición