Biblia

Comentario de Gálatas 2:17 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de Gálatas 2:17 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Pero si es que nosotros, procurando ser justificados en Cristo, también hemos sido hallados pecadores, ¿será por eso Cristo servidor del pecado? ¡De ninguna manera!

2:17

— Y si buscando ser justificados en Cristo, — Nosotros (Pablo, Pedro, Bernabé) dejamos nuestra confianza en las obras de la ley de Moisés para obtener justificación y aceptamos el evangelio para ser justificados.

— también nosotros somos hallados pecadores, — «Nosotros, judíos de nacimiento, y no pecadores de entre los gentiles» (ver. 15), hemos dejado nuestra confianza en las obras de la ley (mayormente en la circuncisión) para justificación y, al hacerlo, «también nosotros» hemos llegado a ser

— según el concepto de los judaizantes — pecadores como los gentiles que no tienen nada que ver con la ley (están «sin ley», 1Co 9:21).

(Algunos dicen que la expresión «somos hallados pecadores» significa que el evangelio expone a todos como pecadores, pero aunque esto es cierto, no cabe en este contexto porque no hace que Cristo sea «ministro de pecado»).

— ¿es por eso Cristo ministro de pecado? — Cuando entendimos que «el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo, nosotros también (al igual que los gentiles) hemos creído en Jesucristo», porque habiendo dejado la ley somos como «los pecadores de entre los gentiles», necesitados de la justificación. Pero ahora la conducta de ustedes (Pedro, Bernabé, y otros) indica que el evangelio no sirve para justificar. ¿Dónde quedamos pues? ¡Somos pecadores como los gentiles! ¿Qué causó esta triste condición? Obviamente Cristo tiene la culpa, porque por el conocimiento del evangelio dejamos el judaísmo y «nosotros también» llegamos a ser pecadores. ¿Es esto lo que ustedes piensan de Cristo y el evangelio? ¿Que El es ministro de pecado, que solamente nos saca del judaísmo sin tener el poder para justificarnos del pecado y nos deja como «pecadores de entre los gentiles»?

Es importante tener presente que Pablo no condena la doctrina de estos hermanos judíos, sino su conducta. En realidad su conducta contradecía lo que habían enseñado sobre este tema, porque según su conducta las obras de la ley sí eran esenciales. Pablo no les acusa de abandonar la verdad del evangelio; más bien, les acusa de ser hipócritas.

— En ninguna manera. — Desde luego que no, pero así es la conclusión ineludible de la conducta de Pedro, Bernabé y los otros hermanos que dejaron de comer con los hermanos gentiles.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

y si buscando ser justificados. Rom 9:30-33; Rom 11:7.

somos hallados pecadores. Gál 2:11; Rom 6:1, Rom 6:2; 1Jn 3:8-10.

¿es por eso Cristo ministro de pecado? Mat 1:21; Rom 15:8; 2Co 3:7-9; Heb 7:24-28; Heb 8:2; 1Jn 3:5.

En ninguna manera. Rom 3:4, Rom 3:6.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Pablo rechaza vigorosamente la errónea conclusión de que ser justificados por la fe en Cristo hacía a los judíos pecadores, lo que presenta a Cristo como promotor del pecado. Los que intentan ser justificados por «las obras de la ley» son «malditos» (Gál 3:10). Si alguien pretende afirmar que las «obras de la ley» tienen parte en la justificación ante Dios, la ley misma condena a esa persona como transgresor (Gál 3:19-25). La Ley misma no es pecaminosa; su objetivo es convencer a los individuos de su personal muerte espiritual en pecado fuera de la fe en Cristo (Rom 7:7-13).

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

nosotros somos hallados pecadores. Si la doctrina de los judaizantes era correcta, Pablo, Pedro, Bernabé y los demás creyentes judíos volvían a quedar en la categoría de pecadores porque habían comido y fraternizado con gentiles, quienes en opinión de los judaizantes eran impuros. ministro de pecado. Si los judaizantes tenían razón, Cristo se había equivocado y había enseñado a las personas que pecaran pues dijo que la comida no contaminaba a las personas (Mar 7:19; cp. Hch 10:13-15). Él también declaró que todos los que le pertenecen son uno con Él y por eso hay unidad entre ellos (Jua 17:21-23). La lógica hermética de Pablo condenaba a Pedro porque con sus acciones había dado la impresión de que Cristo había mentido. Por supuesto, este es un pensamiento absurdo e inaceptable que motiva a Pablo a emplear la forma más contundente de negación en el griego («En ninguna manera»; cp. Gál 3:21; Rom 6:1-2; Rom 7:13).

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

2:17 — Y si buscando ser justificados en Cristo, — Nosotros (Pablo, Pedro, Bernabé) dejamos nuestra confianza en las obras de la ley de Moisés para obtener justificación y aceptamos el evangelio para ser justificados.
— también nosotros somos hallados pecadores, — «Nosotros, judíos de nacimiento, y no pecadores de entre los gentiles» (ver. 15), hemos dejado nuestra confianza en las obras de la ley (mayormente en la circuncisión) para justificación y, al hacerlo, «también nosotros» hemos llegado a ser — según el concepto de los judaizantes — pecadores como los gentiles que no tienen nada que ver con la ley (están «sin ley», 1Co 9:21).
(Algunos dicen que la expresión «somos hallados pecadores» significa que el evangelio expone a todos como pecadores, pero aunque esto es cierto, no cabe en este contexto porque no hace que Cristo sea «ministro de pecado»).
— ¿es por eso Cristo ministro de pecado? — Cuando entendimos que «el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo, nosotros también (al igual que los gentiles) hemos creído en Jesucristo», porque habiendo dejado la ley somos como «los pecadores de entre los gentiles», necesitados de la justificación. Pero ahora la conducta de ustedes (Pedro, Bernabé, y otros) indica que el evangelio no sirve para justificar. ¿Dónde quedamos pues? ¡Somos pecadores como los gentiles! ¿Qué causó esta triste condición? Obviamente Cristo tiene la culpa, porque por el conocimiento del evangelio dejamos el judaísmo y «nosotros también» llegamos a ser pecadores. ¿Es esto lo que ustedes piensan de Cristo y el evangelio? ¿Que El es ministro de pecado, que solamente nos saca del judaísmo sin tener el poder para justificarnos del pecado y nos deja como «pecadores de entre los gentiles»?
Es importante tener presente que Pablo no condena la doctrina de estos hermanos judíos, sino su conducta. En realidad su conducta contradecía lo que habían enseñado sobre este tema, porque según su conducta las obras de la ley sí eran esenciales. Pablo no les acusa de abandonar la verdad del evangelio; más bien, les acusa de ser hipócritas.
— En ninguna manera. — Desde luego que no, pero así es la conclusión ineludible de la conducta de Pedro, Bernabé y los otros hermanos que dejaron de comer con los hermanos gentiles.

Fuente: Notas Reeves-Partain

Este versículo presenta ciertas dificultades de traducción, pues el texto original tiene una estructura y una lógica complejas. Según parece, Pablo estaría respondiendo a una crítica de sus oponentes, quienes le reprochan que su mensaje aleja a la gente del cumplimiento de la ley, convirtiéndola en pecadora. Si, en efecto, Jesucristo aleja de la ley, el ministerio de Pablo estaría al servicio del pecado, según la lógica del judaísmo.

Las versiones mantienen el carácter de pregunta retórica del original, iniciando el argumento con la expresión ahora bien. Se puede recalcar que Pablo está respondiendo a un argumento de los oponentes: “Pero si como ustedes dicen [ ]”, “Pues bien, si fuera cierto el punto de vista de ustedes, de que [ ]”, “en referencia a lo que ustedes afirman [ ]”.

Al traducir este planteamiento de los oponentes que Pablo incluye, hay que tener cuidado de utilizar la misma terminología usada en todo este segmento (p.ej., la forma de traducir “justificación”, “gentiles”, etc.). La traducción del original: “Servidor del pecado”, también requiere atención. Las versiones siguen la estructura del original, con una frase condicional y una pregunta consecuente: Si buscando ser justificados en Cristo, también nosotros somos hallados pecadores, ¿es por eso Cristo ministro de pecado? «Si al buscar en Cristo la salvación hemos resultado también nosotros pecadores, ¿será que Cristo está al servicio del pecado?» (BA).

En este versículo Pablo trata de dejar muy claro que el acercarse a Cristo no significa en modo alguno entrar en el ámbito del pecado, a pesar de que la ley ya no se cumpla como anteriormente se hacía: “¿Así que ustedes opinan que el buscar ser puestos en buena relación con Dios por medio de Jesucristo, y no por cumplir la ley, significa que Cristo es un promotor del pecado?”

La respuesta que Pablo mismo ofrece a su pregunta encierra un tono de absurdidad, como si se tratara de algo completamente imposible: En ninguna manera, «¡Claro que no!» (TLA), «¡De ninguna manera!» (RV95), «¡De ningún modo!» (BJ), «¡Ni pensarlo!» (NBE).

Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción

REFERENCIAS CRUZADAS

t 94 Rom 5:1

u 95 1Jn 3:9

v 96 Rom 6:1

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

17 super (1) Uno que ministra pecado a la gente o que le sirve pecado.

17 super (2) Lit, ¡Nunca tal suceda! Y así también en toda la epístola.

Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro

nosotros mismos… Es decir, el referido grupo judío → vv. Gál 2:11-16; servidor… Gr. diákonos → §314.

Fuente: Biblia Textual IV Edición

B177 La expresión μὴ γένοιτο es un optativo de deseo que desaprueba fuertemente algo sugerido por una pregunta o afirmación anterior. Aquí, como muchas veces en otras partes, expresa la aversión del apóstol hacia una inferencia que él teme que pueda ser (falsamente) sacada de su argumentación.

B242 Aquí la protasis introducida por εἰ declara una suposición que se refiere a un caso particular en el presente, que no implica nada en cuanto a su cumplimiento: pero si ustedes son guiados por el Espíritu, no están bajo la ley.

M196 En los vv. 17 y sigs., es mejor leer ἄρα (no ἆρα) y estimar que hay una pausa completa (no un signo de interrogación), y asignar la expresión μὴ γένοιτο al (imaginado) Pedro. Luego Pablo continuará al efecto: Tú puedes rechazar la posición con un μὴ γένοιτο, pero esa es la posición en que lógicamente te colocaste mediante tu actuación; porque … (ἆρα, es probablemente correcto -R1176).

T330 Aquí el acento sería ἆρα, ya que en Pablo μὴ γένοιτο siempre responde a una pregunta; sin embargo, pudiera ser ἄρα, en caso de que la cláusula no sea interrogativa sino una declaración arguyente presentada para que un oponente imaginario conteste: entonces, en consecuencia. [Editor. Parece que no hay una razón decisiva para determinar si debe leerse ἆρα ο ἄρα. Ἆρα que es una partícula interrogativa, puede implicar una idea ilativa; mientras que ἄρα, una partícula ilativa, puede implicar un elemento de interrogación. Pero el hecho de que Pablo usa ἄρα 27 veces, y ἆρα sóla en este caso, pudiera indicar que aun esta vez debiera leerse ἄρα.]

Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego

?V. 17:? ?Y si buscando ser justificados en Cristo también nosotros somos hallados pecadores, ¿es por eso? ?Cristo ministro del pecado?64 En ninguna manera.?Con esto, el apóstol quiere indicar: «Ya dijimos que nosotros creemos en Cristo para ser justificados? ?por la fe de Cristo. Pero si ni así somos justificados, sino al contrario, todavía somos hallados pecadores? ?y carentes de justificación -ya que tú nos obligas a buscar nuestra justificación en obras de la ley?65? -resulta que la justificación por la fe es una vana ilusión, y por haber depositado nosotros nuestra fe en Cristo, él nos convirtió en pecadores a quienes les hace falta la justicia de la ley. Pero esto es el colmo de lo absurdo y significa abolir directamente a Cristo; porque de esta manera los servicios de Cristo nos habrían? ?llevado al pecado, que necesitaría de los servicios de la ley para ser quitado; y además, la ,justicia proveniente de la ley sería mejor que la justicia proveniente de Cristo.» En efecto: el apóstol, al argüir así, parte de lo imposible y absurdo, como si quisiera decir: «Si la ley sigue siendo necesaria para quienes buscamos ser justificados en Cristo, entonces, a pesar de haber sido justificados por medio de él, todavía seremos hallados pecadores y deudores de la ley. De ser así, Cristo por cierto no nos justificó, sino que solamente nos hizo pecadores, para que seamos justificados por medio de la ley, lo cual es imposible. Por lo tanto, digo, también esto es imposible: que la ley sea un factor necesario para la justificación, y que nosotros seamos justificados por las obras de la ley. Pues si hemos sido justificados en Cristo, no somos hallados pecadores sino justos, por cuanto Cristo es agente (iat. minister) no del pecado, sino de la justicia.» Así opina San Jerónimo; la opinión de San Agustín es ligeramente distinta, más bien forzada.?66? ?Ahora bien: para entender al apóstol, habrás de darte cuenta de que en forma sutil y velada está? ?haciendo una comparación entre Moisés y Cristo. Pues es una manera de hablar propia de Pablo llamar a la? ?ley «ocasión» y «poder» del pecado (?Ro. 7:8?, ?11?, ?1? Co. 15:56?). De ahí que se atreva también a llamar al? ?ministerio de la ley «ministerio de la muerte y del pecado», y Corintios 3 (v. 7): «Y si el ministerio de la? ?muerte grabado con letras, etc.» Y en ?Romanos 7? (v. 9 y sigtes.) el apóstol explica cómo el pecado «produjo en él la muerte». Por esto Pablo ve en Moisés, agente de la ley, al agente del pecado y de la muerte, dado que por la ley viene el pecado, y por el pecado la muerte, «porque» -dice en ?Romanos 4? (v. 15) donde no hay ley, tampoco hay trasgresión». Frente a este Moisés, Pablo coloca a Cristo como agente de la justicia que -cumplió aquello que Moisés exigía por medio de la ley. Este hecho se menciona claramente también en ?Juan 1? (v. 17): «La Ley por medio de Moisés fue dada» -dice allí- «pero la gracia, y la verdad vinieron por medio de Jesucristo», o sea, «la ley fue lo que vino por medio de Moisés, no la gracia ni la verdad; “así que por Moisés fueron dados más bien el pecado y la trasgresión”. Por lo tanto, Cristo no es el que dio la ley, sino el que la cumplió: todo dador de la ley es un agente del pecado, por cuanto mediante la ley da ocasión para el pecado. Esta la razón por qué Cristo ordenó la ley antigua no por sí mismo, sino por medio de ángeles (cap. 3:19); la nueva ley un cambio, es decir, la gracia, la dio por sí mismo, enviando al Espíritu Santo desde el cielo.?Pero aquí nuevamente me encuentro ante la miseria de la iglesia y del pueblo cristiano, cuando? ?pienso en las selvas, los desiertos, las nubes y los mares de leyes creadas por los de Roma, de las cuales en toda tu vida no alcanzarás a aprender ni siquiera los títulos. En su carta, el apóstol dice sin ningún rodeo? ?que las leyes son agencias?67? de los pecados. No obstante, nuestros Legisladores se vanaglorian de que con su infinidad de leyes, ellos combaten los pecados y los litigios. No se dan cuenta de que la experiencia? ?misma, que está a la vista de todos, demuestra que ese intento de ellos es una estupidez.?Y para jugar también alguna vez con alegorías: creo que las diez plagas de Egipto (Ex. cap. 7-12)? ?fueron símbolos no solo de la legislación del Talmud judío, sino también de la legislación eclesiástica. Pues como leemos que estas plagas fueron infligidas por ángeles malos, es innegable que con ellas se? ?apunta a las doctrinas y tradiciones de los hombres, puesto que ángel significa claramente un mensajero de? ?la palabra y maestro, como lo demuestran también aquellos ángeles del Apocalipsis (?Ap. 16:1? y sigtes.)? ?con sus plagas y copas del castigo. Las más de estas plagas quizás tengamos que soportarlas, a causa de? ?nuestros pecados: que nuestros recursos de agua sean convertidos en sangre; que nos saquen de quicio las ranas -es decir, glosas- con su incesante croar; que nos piquen los piojos y chupen todos nuestros bienes; que las moscas devoren lo que juntamos con sudor y duro trabajo; que sea degollado el ganado, la gente de corazón sencillo; que suframos hinchazones ulcerosas; que nos diezme y nos hiera cual granizo la violencia de los tiranos; que las langostas nos consuman hasta la médula -todas estas plagas, digo, quizás tengamos que soportarlas a causa de nuestros pecados. Pero que a esto se agreguen también los últimos males, que seamos cegados por tinieblas tan densas que se las puede palpar con las manos, y que finalmente perdamos también nuestra primogenitura, la gloria de la justicia y de la fe en Cristo, ¡ay! no hay lamentos suficientes para deplorarlo. Pero como ante tamaña desgracia la responsabilidad paternal de los pontífices permanece dormida, yo cumpliré al menos con mi responsabilidad fraternal, hasta donde me sea posible, advirtiendo y rogando que también nosotros clamemos al Señor, en la esperanza de que él descienda misericordiosamente desde lo alto y nos libre de ese horno de hierro y de esa casa de durísima servidumbre.?Ahora bien: estimo que a más de uno lo inquiete la pregunta de por qué el apóstol dice aquí que los? ?que creen en Cristo y son justificados, no son pecadores: ¿Acaso no testifica Pablo con sus propias palabras, en ?Romanos 7? (v. 14) y 8 (v. 2), que ningún hombre está exento de pecados, ni aun él mismo? A esto respondo: Todo aquel que cree en Cristo es justo; todavía no lo es plenamente en cuanto a los hechos, pero sí lo es en esperanza. Ha comenzado, en efecto, a ser justificado y sanado, como aquel hombre a quien abandonaron medio muerto.?68? Pero entretanto que es justificado y sanado, no le son imputados, a causa de Cristo, los pecados que todavía quedan en su carne. Esto es porque Cristo, que no tiene en sí ningún pecado, ahora se ha hecho uno con su cristiano e intercede por él ante el Padre (?Ro. 8:34?). Así, después de confesar que “la ley en sus miembros le lleva cautivo al pecado” (?Ro. 7:23?) , Pablo dice en ?Romanos 8? (v. 1): “Ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne”.?No dice que no hay “ningún pecado”; al contrario, todavía queda mucho de pecado, pero no le es imputado? ?al hombre como factor que conduzca a su condenación. A este misterio parece referirse la palabra “consumado es” que Cristo pronunció momentos antes de morir (?Jn. 19: 30?) . Por lo tanto, todas las declaraciones con que se ensalza el estado de los justos deben entenderse en este sentido: no que sean del todo perfectos en sí mismos, sino que lo son en Dios, porque Dios los considera así y les otorga su perdón por cuanto creen en su Hijo Jesucristo, el cual es nuestra propiciación (?Ro. 3:25?). Sobre esto se explaya extensamente San Agustín en su libro Acerca de la Naturaleza y la Gracia.?69? Quienes sostienen que los bautizados y penitentes ya no tienen ningún pecado y les atribuyen solamente una debilidad, una proclividad al pecado?70? y un estado enfermizo de la naturaleza, están en un pernicioso error y engañan en forma perniciosa, a otros, sobre todo cuando tratan de demostrar con profusión de palabras que el pecado en sí ya no existe. Lo que debieran decir en realidad es que (en los bautizados y penitentes) el pecado es inexistente sólo porque Dios lo considera inexistente y lo perdona.?

Fuente: Comentario de Gálatas por Martin Lutero

† La idea que se expresa aquí es que al renunciar a la observancia de la ley judía, nos convertimos en pecadores, y Cristo nos ha conducido al pecado, un concepto que Pablo rechaza enérgicamente.

Fuente: Versión Biblia Libre del NuevoTestamento