para que la bendición de Abraham llegara por Cristo Jesús a los gentiles, a fin de que recibamos la promesa del Espíritu por medio de la fe.
3:14 — para que en Cristo Jesús (2:14, 17; 3:14, 28; 5:6) la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles (todas las naciones). — Gén 12:3; Gén 13:15; Gén 17:8. Esto fue el propósito de Dios al dejar que Cristo fuera hecho maldición por nosotros. — a fin de que por la fe — Pablo usa la expresión «la fe» (con artículo definido) en este versículo y también en los vers. 23, 25, 26 para hablar del evangelio de Cristo. Es la fe objetiva, el objeto de la fe. Véase Jud 1:3.Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
la bendición de Abraham. Gál 3:6-9, Gál 3:29; Gén 12:2, Gén 12:3; Isa 41:8; Isa 51:2, Isa 51:3; Rom 4:3-17.
en Cristo Jesús. Gál 3:16; Gén 22:18; Isa 49:6; Isa 52:10; Luc 2:10, Luc 2:11; Hch 2:39; Hch 3:25, Hch 3:26; Hch 4:12; Rom 10:9-15; 1Ti 2:4-6.
recibamos la promesa del Espíritu. Gál 3:2, Gál 3:5; Gál 4:6; Isa 32:15; Isa 44:3, Isa 44:4; Isa 59:19-21; Jer 31:33; Jer 32:40; Eze 11:19; Eze 36:26, Eze 36:27; Eze 39:29; Joe 2:28, Joe 2:29; Zac 12:10; Luc 11:13; Luc 24:49; Jua 7:39; Hch 1:4, Hch 1:5; Hch 2:33, Hch 2:38; Hch 5:32; Hch 10:45-47; Hch 11:15, Hch 11:16; Rom 8:9-16, Rom 8:26; Rom 8:27; 1Co 12:13; 2Co 1:22; Efe 1:13, Efe 1:14; Efe 2:18, Efe 2:22; Efe 3:16; Efe 4:30; 1Pe 1:22; Jud 1:19, Jud 1:20.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
LA BENDICIÓN DE ABRAHAM. La promesa de Dios a Abraham (v. Gál 3:8) contiene «la promesa del Padre» (cf. Luc 24:49; Hch 1:4-5). Recibir el Espíritu es tener justicia, vida y todas las otras bendiciones espirituales (véanse v. Gál 3:5, nota; Gál 4:6, nota).
Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena
la bendición de Abraham. La fe en la promesa de salvación de Dios. Vea la nota sobre el v. Gál 3:9. la promesa del Espíritu. De Dios el Padre; (cp. Isa 32:15; Isa 44:3; Isa 59:19-21; Eze 36:26-27; Eze 37:14; Eze 39:29; Joe 2:28-29; Luc 11:13; Luc 24:49; Jua 7:37-39; Jua 14:16; Jua 14:26).
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
3:14 — para que en Cristo Jesús (2:14, 17; 3:14, 28; 5:6) la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles (todas las naciones). — Gén 12:3; Gén 13:15; Gén 17:8. Esto fue el propósito de Dios al dejar que Cristo fuera hecho maldición por nosotros.
— a fin de que por la fe — Pablo usa la expresión «la fe» (con artículo definido) en este versículo y también en los vers. 23, 25, 26 para hablar del evangelio de Cristo. Es la fe objetiva, el objeto de la fe. Véase Jud 1:3.
— recibiésemos la promesa del Espíritu. — La promesa hecha a Abraham fue «la promesa del Espíritu» (la promesa de salvación para todos los que creen a Cristo y le obedecen).
Fuente: Notas Reeves-Partain
Este versículo contiene la conclusión del argumento que Pablo viene desarrollando. La estructura gramatical del texto griego es compleja, lo cual significa que habrá que reorganizar los elementos de la oración para intentar comunicar la idea en español.
La idea teológica que se quiere comunicar es que la fe que Abraham depositó en la promesa que Dios le hizo es lo que abrió a los pueblos no judíos la oportunidad de convertirse en parte del pueblo de Dios. Sin embargo, esa pertenencia se logra por poner la fe Cristo, lo cual genera que Dios favorezca a los no judíos a través de otorgamiento del Espíritu. Según Pablo, la recepción del Espíritu hace de los gálatas personas libres. Por esa razón, el apóstol no entiende por qué ahora ellos quieren aferrarse al cumplimiento de la ley, algo que él ve como un retroceso a algo anterior, una caída en la esclavitud y, por tanto, un alejamiento de Cristo. Ver el comentario en Gál 4:8 sobre la frase en otro tiempo.
En el texto griego, este versículo está gramaticalmente unido al anterior, pero es mejor traducirlo como una oración independiente: «Por eso, la bendición que Dios prometió darle a Abraham es también para los que no son judíos» (TLA). También es posible traducir bendición como “favor” o “beneficio”.
La expresión por la fe puede entenderse mejor como “por poner la confianza en Dios”, o “por creer en lo que Dios dice”.
No es suficiente hablar del Espíritu; es necesario indicar claramente que se trata del “Espíritu de Dios” o el “Espíritu Santo”. De igual manera, la frase la promesa del Espíritu se entiende mejor si se la traduce como “el Espíritu prometido por Dios”, o “el Espíritu Santo, que Dios había dicho que enviaría”.
La segunda parte de la frase está planteada en forma paralela respecto de la primera: la bendición de Dios para Abraham es equiparada a la donación del Espíritu por medio de Cristo. En ambos casos la fe es el elemento indispensable. A fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu, «y para que por medio de la fe recibamos todos el Espíritu que Dios ha prometido» (DHH96). BL capta muy bien el sentido del texto original, al expresar la segunda oración como una consecuencia de la primera: «Y es así como recibimos por la fe el Espíritu que fue prometido». Esta relación se puede expresar aún con mayor fuerza: “De modo que gracias a Cristo Jesús, los grandes favores prometidos a Abraham llegaron también a los no judíos, y así recibimos ahora el Espíritu Santo que Dios prometió, por poner nuestra confianza en él como hizo Abraham en el pasado”.
Reflexión bíblica y pastoral
En el centro de la predicación paulina está el “Cristo crucificado”, quien, por medio de su entrega generosa, abre la posibilidad a todas las personas para participar de las bendiciones de Dios. Cristo crucificado no significa un Cristo derrotado, sino uno que enseña una dimensión diferente del poder, no fundada en el dominio sino en la autoentrega y la fidelidad a Dios. Bien podría Pablo haber enfatizado al Cristo resucitado y glorificado, pero eso hubiera significado desviar la atención hacia un aspecto que no era el principal en su concepción del Señor. El énfasis de Pablo en el Cristo crucificado es un buen correctivo para la imagen del Cristo milagrero que domina en algunas iglesias.
Pablo es claro cuando declara que el Espíritu se recibe por escuchar con fe el mensaje del Evangelio, lo cual implica también abrir la vida a su influencia y dirección. El Espíritu Santo no se recibe por cumplir con regímenes religiosos o con formalismos institucionales. Con frecuencia, las instituciones religiosas aprisionan la libertad del Espíritu, especialmente cuando el cumplimiento de los estatutos preocupa más que la práctica del amor fraterno.
Según el testimonio de Pablo, la presencia del Espíritu de Dios y los milagros fueron muy importantes en los orígenes de las comunidades cristianas de Galacia. Esta dimensión de la vida de las iglesias no debe perderse en ningún momento, a pesar de que corre un riesgo permanente como consecuencia de la secularización, que va en aumento.
Pablo afirma de manera reiterada que para ser hijo o hija de Dios es suficiente la fe en Cristo. Sin embargo, no se trata de una fe superficial, sino de una que se afirma aun en el riesgo de la duda, como la fe Abraham, quien creyó en Dios cuando las circunstancias no infundían mucha esperanza. Y así como Abraham fue considerado justo por Dios sin ser judío (pues en su época ni siquiera existía el pueblo judío), sólo por poner su fe en la promesa de Dios, así también toda persona puede ser considerada justa por Dios, independientemente de sus méritos personales, del cumplimiento de la ley o de su pertenencia a un pueblo determinado. Dios exhorta a construir la vida a partir de la confianza depositada en su Palabra.
Pablo consideraba la ley de Moisés como buena y santa, pero era consciente de que la misma podía convertirse en maldición si las personas se obsesionaban con su cumplimiento literal, olvidando su espíritu. En la actualidad podemos decir que la ley o las leyes se convierten en maldición cuando destruyen la vida en lugar de ayudar a cuidarla y promoverla. Cuando la ley, de cualquier tipo que sea, se convierte en un valor absoluto, al punto de exigir un cumplimiento ciego, llega a ser un instrumento de muerte. No obstante, según Pablo, gracias a Cristo podemos ser libres de la maldición de la ley y de las leyes y convertirnos en personas liberadas, herederas de la promesa de Abraham. ¡Podemos ser parte del pueblo de Dios, personas libres y dispuestas a vivir guiadas por el Espíritu de Dios!
Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción
NOTAS
(1) Lit.: “la promesa del espíritu”.
REFERENCIAS CRUZADAS
x 133 Rom 4:9; Efe 2:15
y 134 Hch 19:4; 1Pe 2:6
z 135 Joe 2:28
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
la bendición de Abraham. Es decir, la justificación por la fe (vers. 8, 9).
Fuente: La Biblia de las Américas
14 (1) La bendición prometida por Dios a Abraham ( Gén_12:3) para todas las naciones de la tierra. La promesa se cumplió y la bendición vino en Cristo a las naciones por medio de la redención que El realizó mediante la cruz.
14 (2) En el evangelio no sólo hemos recibido la bendición de ser perdonados, lavados y limpiados; aún más, hemos recibido la mayor bendición, la cual es el Dios Triuno el Padre, el Hijo y el Espíritu como el Espíritu procesado, todo-inclusivo y vivificante que mora en nosotros de una manera muy subjetiva para nuestro disfrute. ¡Oh, qué bendición poder disfrutar como nuestra porción diaria a Aquel que es todo-inclusivo!
14 (3) Este versículo indica que el Espíritu es la bendición que Dios prometió a Abraham para todas las naciones y que ha sido recibido por los creyentes por medio de la fe en Cristo. El Espíritu es el Espíritu compuesto, como se menciona en la nota 5 (2) , y en realidad es Dios mismo procesado en Su Trinidad a través de la encarnación, la crucifixión, la resurrección, la ascensión y el descenso, para que lo recibamos como nuestra vida y nuestro todo. Este es el enfoque del evangelio de Dios. El aspecto material de la bendición que Dios prometió a Abraham era la buena tierra ( Gén_12:7 ; 13:15; 17:8; 26:3-4), la cual tipificaba al Cristo todo-inclusivo (véase Col 1:12 y la nota 2). Puesto que Cristo finalmente es hecho real para nosotros como el Espíritu todo-inclusivo y vivificante ( 1Co_15:45 ; 2Co_3:17), la bendición del Espíritu prometido corresponde a la bendición de la tierra que fue prometida a Abraham. En realidad, el Espíritu, quien es Cristo hecho real en nuestra experiencia, es la buena tierra, la fuente del abundante suministro de Dios para que le disfrutemos.
Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro
M176 Τὴν ἐπαγγελίαν τοῦ πνεύματος equivale a el Espíritu prometido (y así, curiosamente, equivale a la frase contraria de Efe 1:13).
T253 La preposición εἰς puede aparecer aquí como un sustituto del dativo (o del genitivo), a menos que εἰς signifique: entre. [Editor. Generalmente cuando εἰς significa entre, aparece con verbos de movimiento, que resultan en movimiento o incluyen un movimiento del cuerpo. Aquí parece que tiene el significado: sobre, o a. La preposición εἰς pudo haber sido usada para representar la idea de meta.]