Pero antes que viniese la fe, estábamos custodiados bajo la ley, reservados para la fe que había de ser revelada.
3:23 — Pero antes que viniese la fe, — 3:14, 23, 25, 26. La palabra fe en este texto no significa la creencia de uno, sino el evangelio, la religión histórica de Cristo (véase el ver. 24, notas). Se presenta el contraste entre «la ley» y «la fe».Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
antes que viniese la fe. Gál 3:19, Gál 3:24, Gál 3:25; Gál 4:1-4; Heb 12:2.
guardados bajo la ley. Gál 4:4, Gál 4:5, Gál 4:21; Gál 5:18; Rom 3:19; Rom 6:14, Rom 6:15; 1Co 9:20, 1Co 9:21.
para aquella fe. Luc 10:23, Luc 10:24; Heb 11:13, Heb 11:39, Heb 11:40; 1Pe 1:11, 1Pe 1:12.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Pablo da dos diferentes ilustraciones acerca de la función de la ley antes que Cristo viniera (Gál 4:4, Gál 4:5). La Ley actuó como una celda, para tener confinados a los humanos, hasta que la fe en Cristo fuera revelada. Pero la Ley también sirvió como un ayo. En la antigua cultura griega un ayo acompañaba a los niños en su cuidado, y los instruía y disciplinaba cuando era necesario. La Ley fue como un ayo porque corregía e instruía a los israelitas en los caminos de Dios hasta que Cristo fue revelado, y ya no fue necesario un ayo (Gál 4:1, Gál 4:2).
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
antes que viniese la fe. Desde el punto de vista de la historia de la redención, así como en toda la historia humana en el área de la salvación individual (cp. los vv. Gál 3:19; Gál 3:24-25; Gál 4:1-4), la fe que salva es la única llave que abre la puerta de la prisión que mantiene subyugados a los hombres sin otra posibilidad de escape. confinados bajo la ley. Pablo personifica la ley como el carcelero que vigila muy de cerca a los pecadores condenados que están a la espera de recibir la pena de muerte bajo el juicio de Dios (Rom 6:23). aquella fe que iba a ser revelada. Pablo considera de nuevo la venida de Cristo en sentido histórico así como en el momento de la salvación de cada creyente, en sentido individual. La fe que se deposita solo en Cristo libera a las personas de la esclavitud a la ley, bien sea la ley mosaica o la ley escrita en el corazón de cada uno de los gentiles (Rom 2:14-16).
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
3:23 — Pero antes que viniese la fe, — 3:14, 23, 25, 26. La palabra fe en este texto no significa la creencia de uno, sino el evangelio, la religión histórica de Cristo (véase el ver. 24, notas). Se presenta el contraste entre «la ley» y «la fe».
— estábamos confinados bajo la ley, encerrados para aquella fe que iba a ser revelada. — Todos habían pecado, habían perdido su libertad y, por eso, necesitaban de liberación. La ley no solamente encerró a los israelitas sino también sirvió como guardia de ellos. La ley los tenía encerrados y confinados como «En Damasco, el gobernador de la provincia del rey Aretas guardaba la ciudad» (2Co 11:32). Estando en la cárcel los israelitas gemían, buscando libertad. «¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte? Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro» (Rom 7:24-25). «Porque Dios sujetó a todos en desobediencia, para tener misericordia de todos» (Rom 11:32).
Fuente: Notas Reeves-Partain
LA LLEGADA DE LA FE
Gálatas 3:23-29
Antes de que apareciera la fe, estábamos bajo vigilancia, bajo el poder de la Ley, encerrados y aguardando el día en que se revelara la fe. Así que la Ley fue realmente nuestro tutor, para conducirnos a Cristo, para que pudiéramos entrar en la debida relación con Dios mediante la fe. Pero ahora que la fe se ha presentado, ya no estamos bajo un tutor; porque todos vosotros sois hijos de Dios por medio de la fe en Jesucristo. Todos
vosotros, los que habéis sido bautizados en Cristo, os habéis revestido de Cristo. Ya no hay ninguna diferencia entre judíos y griegos, esclavos y libres, varones y hembras; porque todos vosotros sois una sola cosa en Cristo Jesús. Y si pertenecéis a Cristo, entonces sois la simiente de Abraham, y herederos de acuerdo con la promesa.
Pablo está pensando todavía en el papel esencial que representó la Ley en el plan de Dios. En el mundo griego había un siervo en la familia llamado el paidagogós. No era el maestro. Era a menudo un esclavo anciano y de confianza que llevaba mucho tiempo con la familia y tenía buen carácter. Estaba a cargo del bienestar moral del niño, y era su deber el comprobar que adquiriera las cualidades esenciales de la verdadera hombría. Tenía una obligación concreta: todos los días tenía que llevar al niño a la escuela, y luego recogerle y llevarle a casa. No intervenía de hecho en la enseñanza del niño; pero su deber era llevarle a salvo a la escuela y dejarle allí bajo la responsabilidad del maestro. Eso -decía Pablo- se parecía a la función de la Ley. Estaba para conducir a la persona a Cristo. No podía llevarle a la presencia de Cristo, pero podía llevarle a una posición desde la que pudiera entrar. Era la función de la Ley el conducir a la persona a Cristo, mostrándole que por sí misma era totalmente incapaz dé guardarla. Pero una vez que una persona había llegado a Cristo, ya no necesitaba la Ley, porque ya no dependía de la Ley sino de la Gracia.
«Todos vosotros -decía Pablo- que habéis sido bautizados en Cristo, os habéis revestido de Cristo.» Hay aquí dos alegorías.
El bautismo era un rito judío. Si un hombre quería aceptar la fe judía, tenía que hacer tres cosas: tenía que circuncidarse, que ofrecer sacrificio y que bautizarse. Un lavatorio ceremonial para limpiarse de la contaminación era muy corriente en las prácticas judías (cp. Levítico, 11-15).
Los detalles del bautismo judío eran los siguientes: el bautizando se cortaba el pelo y las uñas; se desnudaba totalmente; el baño bautismal tenía que contener 40 seahs, es decir, unos 300 litros de agua. El agua tenía que tocar todas las partes de su cuerpo. Hacía su confesión de fe ante tres hombres que eran sus padrinos. Mientras permanecía en el agua se le leían partes de la Ley, se le dirigían palabras de aliento y se le impartían bendiciones. Cuando surgía del agua era un miembro del pueblo judío; había entrado en la fe judía mediante el bautismo.
Mediante el bautismo cristiano, una persona entraba en Cristo. Los cristianos originales consideraban el bautismo como algo que producía una unión real con Cristo. Por supuesto, en una situación misionera en la que los hombres llegaban directamente del paganismo, el bautismo era, en la mayor parte de los casos, bautismo de adultos que habían tenido una experiencia que un bebé no podría tener. Pero tan realmente como un converso judío estaba unido a la fe judía, el converso cristiano estaba unido con Cristo (cp. Rm 6:3 ss; Col 2:12 ). El bautismo no era un mero rito externo; era una unión real con Cristo.
Pablo dice a continuación que habían quedado revestidos de Cristo. Aquí puede que haya una referencia a una costumbre que existió posteriormente. El bautizando estaba vestido con una túnica blanca, simbólica de la nueva vida en la que se introducía. Lo mismo que el iniciado se ponía una nueva ropa blanca; su vida quedaba revestida de Cristo.
El resultado era que en la Iglesia no había diferencias entre sus miembros; todos habían- llegado a ser hijos de Dios. En el versículo 28 Pablo dice que las distinciones entre judío y griego, esclavo y libre, varón y hembra, quedaban borradas. Hay aquí algo de gran interés. En la oración judía de la mañana, que Pablo habría usado en toda su vida precristiana, un judío daba gracias a Dios porque » Tú no me has hecho ni un gentil, ni un esclavo, ni una mujer.» Pablo toma esa oración, y le da la vuelta. Las viejas distinciones habían desaparecido en el tiempo del Nuevo Testamento: todos eran una sola cosa en Cristo.
Ya hemos visto (versículo 16) que Pablo interpreta las promesas hechas a Abraham como cumplidas especialmente en Cristo; y, si estamos incorporados en Cristo, nosotros también heredamos las promesas -y este gran privilegio no nos viene por un cumplimiento legalista de la Ley, sino por un acto de fe en la Gracia gratuita de Dios.
Sólo una cosa puede borrar las distinciones marcadamente aparentes y las separaciones entre una persona y otra; cuando todos estamos en deuda con la Gracia de Dios y estamos en Cristo, solamente entonces seremos todos realmente una sola cosa. No es la fuerza de la persona, sino el amor de Dios lo que puede unir definitivamente un mundo desunido.
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
El paso de la esclavitud a la libertad de los hijos e hijas de Dios (Gál 3:23-29; Gál 4:1-7)
Análisis de discurso
El análisis de este pasaje requiere considerar hasta Gál 4:7, aunque los versículos involucrados pertenezcan a capítulos diferentes. En efecto, el pensamiento de Gál 4:1-7 continúa el argumento iniciado en Gál 3:21, que contrasta la situación de las personas bajo el régimen de la ley con la de aquellas que ahora han puesto su fe en Cristo. Según Pablo, las primeras sufren dependencia y pérdida de libertad, mientras que las segundas gozan de libertad y de las bendiciones de Dios.
Para captar mejor el argumento de Pablo, se puede dividir este pasaje en tres secciones, de acuerdo con su contenido: Gál 3:1) la sección Gál 3:23-25, que describe la función de la ley como carcelero y pedagogo; 2) la sección Gál 3:26-29, que hace referencia a la transformación ocurrida al llegar la fe en Cristo, tanto en el nivel personal como en el comunitario; y 3) la sección Gál 4:1-7, que afirma la adopción de los creyentes como hijos e hijas de Dios y la donación del Espíritu, lo cual implica pasar de la minoría de edad al estado adulto de la fe.
Cuando Pablo compara la función de la ley con la del carcelero y la del pedagogo, está llevando su polémica a uno de los puntos más altos. Los judíos vivían en la convicción de ser libres, tal como Abraham lo había sido, y como más adelante lo sería todo el pueblo, a partir de sus orígenes con el éxodo de Egipto. El sólo escuchar que la ley los hacía esclavos nuevamente era mucho más que una provocación. La imagen del pedagogo, a su vez, contiene tres ideas que intentan ilustrar el efecto y el alcance de la ley: 1) su rol es temporalmente limitado, es decir, sólo es válido hasta que el niño llegue a su estado adulto; 2) su objetivo está fuera de sí mismo, no tiene razón de ser una vez cumplida su tarea; y 3) con su vigilancia excesiva le roba al niño la libertad. Por medio de estas metáforas, Pablo intenta darle más peso a su argumento: que los cristianos ya no son niños, sino adultos en la fe, lo cual significa que la ley ha perdido su función de pedagoga y ya no es necesaria.
En el resto del capítulo Gál 3:1-29, Pablo dirige su argumentación directamente a los hermanos y hermanas de Galacia, mediante el uso de la segunda persona plural. Así enfatiza las implicaciones de lo que ha estado diciendo para ellos y su problemática. El apóstol especifica que la nueva condición de hijos e hijas de Dios de los gálatas ha tenido lugar por el hecho de que ellos pusieron la fe en Cristo, haciendo pública su filiación por medio del bautismo. Aquí se menciona por primera vez el bautismo en la carta. El mismo adquiere en la discusión una importancia religiosa y social de grandes dimensiones, pues se aplica a hombres y mujeres, sin distinción, mientras que la circuncisión sólo involucraba a los hombres. De modo que, a partir de aquí, la filiación divina es una realidad que tiene consistencia teológica también para las mujeres, las cuales llegan a ser, en Cristo, “hijas de Dios”.
Pablo alude al bautismo como un “revestimiento” (v. Gál 3:27), lo cual generalmente incluye un significado escatológico (cf. 1Co 15:53.; 2Co 5:3); este lenguaje del revestimiento también es usado con frecuencia en expresiones éticas con sentido metafórico (cf. Rom 13:14; Rom 13:12; 1Ts 5:8). En Gálatas, dicho lenguaje quiere expresar que los creyentes reciben su nueva identidad de Cristo. Esa nueva identidad conduce a cambios profundos en todos los niveles, como a manera de síntesis se anuncia en Gál 3:28 : “Ya no importa el ser judío o griego, esclavo o libre, hombre o mujer”.
Es así también como los creyentes tienen una unidad vital en Cristo que los convierte en la descendencia de Abraham (v. Gál 3:29), así como Cristo es su descendiente. Y si son descendencia de Abraham, son también herederos de la promesa, la cual empiezan a recibir ahora por mediación del Espíritu. Este es el tiempo y los privilegios que Pablo describe en Gál 4:1-7.
Aquí, como en muchos otros pasajes a través de la Biblia, la introducción de un nuevo capítulo no indica un cambio en el discurso. Sabemos que la división de capítulos y versículos fue introducida por los editores muchos siglos después de que la Biblia fuera escrita. Esas divisiones, con frecuencia, no coinciden con los cambios de tema o de argumento del texto original.
En efecto, toda la sección Gál 4:1-7 continúa con el argumento iniciado en Gál 3:21, en el que se contrasta la situación de aquellos que están bajo la ley con la de aquellos que son hijos de Dios. Para Pablo, los primeros se caracterizan por la dependencia y la pérdida de libertad, mientras que los segundos, por la libertad y la comunicación confiada con Dios. Pablo llama a este período la “plenitud de los tiempos”. Es una expresión de origen apocalíptico que se refiere a la intervención de Dios en el tiempo que él ha determinado. Para Pablo, este tiempo ha llegado y se reconoce por el doble envío del Hijo y del Espíritu.
Gracias al Hijo y al Espíritu, los cristianos y las cristianas ahora gozan de la libertad y de la filiación, ya que se han convertido en adultos en la fe y han recibido por derecho propio la promesa hecha a Abraham. Han dejado se ser esclavos, o niños inmaduros, para convertirse en hijos e hijas de Dios. La prueba de ello es que Dios ha enviado a su vida el Espíritu, mediante el cual pueden dirigirse a Dios con toda confianza como “Abba, Padre querido”.
TÍTULO: Proponemos como título: “El paso de la esclavitud a la libertad de los hijos e hijas de Dios”, dado que recoge dos puntos centrales del pasaje. Por un lado, indica el paso de la esclavitud a la libertad, y por otro lado, pone énfasis en la inclusión de las “hijas”, algo que en el argumento de Pablo es muy importante y está presente en el bautismo y en las transformaciones mencionadas en Gál 3:28. La mayoría de las versiones se refieren solamente a los “hijos”, además de no aludir a los profundos cambios que destaca el pasaje: «Ahora somos hijos de Dios» (BL), «Hijos de Dios en Jesucristo» (BA), «Esclavos e hijos» (BP), «Hijos de Dios» (NVI).
Análisis textual y morfosintáctico
Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción
En los versículos Gál 3:23-25, Pablo expande el tema de la inferioridad de la ley respecto a la promesa. La existencia de las personas es descrita por medio de un “antes” y un “desde entonces”. El “antes” es para Pablo el tiempo anterior a la conversión de la gente en creyente en Cristo, cuando las personas aún se regían por la ley. Pablo concibe este tiempo como tiempo de esclavitud: Pero antes que viniese la fe, estábamos confinados bajo la ley, «la ley nos tenía presos» (DHH96), «estábamos custodiados por la Ley» (NBE), «éramos prisioneros, custodiados por la ley» (BP). TLA describe la ley como el lugar del confinamiento «La ley fue como una cárcel».
La fe aquí se refiere a lo que Pablo ha mencionado previamente como fe en Jesucristo (v. Gál 3:22).
El verbo que se utiliza aquí es el mismo que se utiliza en el versículo Gál 3:22 (“encerrar”, “aprisionar”), pero aquí está en participio presente, lo cual indica una acción continua, que puede ser traducida como “seguir siendo aprisionados”, “ser mantenidos bajo prisión”. Se puede explicitar la ley como “la ley dada por Moisés”.
La frase encerrados para aquella fe que iba a ser revelada puede ser difícil de traducir en algunos idiomas. Se la puede entender como “la confianza que la gente habría de depositar en Cristo” o como “la confianza en Jesús que habría de acontecer más tarde”. La voz pasiva del texto griego, “que habría de ser revelada”, puede ponerse en voz activa: “Hasta el tiempo en que Dios decidiera mostrar la fe en Cristo”.
La idea que se desea comunicar es que la ley protege, pero también quita la libertad. La función de la ley es temporal, lo mismo que un estado de privación de la libertad, y lo que provoca es un deseo de libertad. Según Pablo, esa libertad llega cuando Dios le muestra a la gente que tiene que poner su confianza en Cristo. Algunas versiones captan muy bien esta función temporal de la ley: «Estábamos encerrados bajo la vigilancia de la ley, en espera de la fe que debía manifestarse» (BJ), «donde estuvimos encerrados hasta que vimos que podíamos confiar en Cristo» (TLA). La frase podría ser más entendible como sigue: “El tiempo en que vivíamos bajo la guía de la ley era como estar en una cárcel con el único propósito de cumplir instrucciones, pero ese tiempo terminó cuando aprendimos a poner nuestra confianza en Cristo y así fuimos liberados de toda forma de prisión”.
Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción
REFERENCIAS CRUZADAS
v 158 Gál 4:4
w 159 Col 2:14
x 160 Rom 10:4
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
23 (1) Véanse las notas 23 (2) del cap.1 y 2 (3) del cap.3. Así también en el v. 25. La fe no fue revelada sino hasta la venida de Cristo (cfr. Jua_1:12 ; Jua_3:16 , Jua_3:18).
23 (2) Custodiados, mantenidos bajo vigilancia.
23 (3) Estar bajo la custodia de la ley al estar encerrados bajo la ley es como el encierro de ovejas en un redil ( Jua_10:1 , Jua_10:16). En la economía de Dios la ley servía de redil para guardar al pueblo escogido de Dios hasta que viniera Cristo (véase la nota 1 (2) de Jn 10). Puesto que Cristo ha venido, el pueblo de Dios ya no debe estar guardado bajo la ley (véase la nota 9 (2) de Jn 10).
23 (4) O, con miras a. Esto indica que el encierro tiene una meta, a saber, culminar en la fe, llevar al pueblo guardado a la fe.
Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro
M169 Tanto Rom 8:18 como G?l 3:23 muestran un orden curioso de palabras en cláusulas casi idénticas (donde uno esperaría: εἰς τὴν πίστιν τὴν μέλλουσαν: a la fe que estaba a punto de ser revelada).
Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego
?V. 23:? ?Pero antes que viniese la fe, estábamos confinados bajo la ley, encerrados para aquella fe que iba a? ?ser revelada.?Para todos los que están bajo la ley, antes de haber alcanzado la justificación por la fe, esta misma? ?ley constituye una especie de cárcel, dice el apóstol, en la cual están confinados y guardados, porque el? ?poder y el terror de la ley les cercena la libertad de pecar, por más que su concupiscencia desee otra cosa y se levante en rebelión: la concupiscencia, en efecto, encolerizada, odia la ley, su cárcel, mas pese a ello se ve obligada a desistir de practicar el pecado. Aquellos empero que han negado a conocer esta miseria,? ?suspiran, profundamente humillados, por la gracia, y ya no pueden fiarse de la justicia proveniente de la? ?ley, pues se dan cuenta de que por medio de la ley sienten aversión a la ley e inclinación hacia el pecado: de hecho, preferirían que la ley no existiera, para que se les permitiera dar rienda suelta impunemente a sus? ?malos deseos. Pero preferir tal cosa es odiar la ley. Odiar la ley es odiar la verdad, la justicia, la santidad. No sólo es carencia de justicia sino incluso odio hacía la justicia. Y así tenemos por fin que el pecado realmente es aumentado por medio de la ley. Es por eso que San Agustín observa respecto de este pasaje: «Si por medio de la ley los hombres son hallados transgresores de esta misma ley, este hecho redunda para los que han negado a la fe no en perdición sino en provecho; porque al mostrarles que su enfermedad es más grave de lo que ellos mismos se imaginaban, la ley hizo que desearan con más fuerza el médico, y le amaran con más ardor».?73? Pues «quien más perdón recibió, más ama» (?Lc. 7:47?); y análogamente, ?Romanos 5? (v. 20): «Cuando el pecado abundó, sobreabundó también la gracia». Por consiguiente: la ley no fue dada con el solo propósito de que revelara e incrementara el pecado (de otra manera habría sido mejor postergarla para el juicio postrero, para ahorrarnos el ser agobiados por una doble contribución),?74? sino para que mediante la revelación del pecado produjera humillación y nos impeliera hacia Cristo.?Con la frase «antes que viniese la fe» debe entenderse no sólo la fe que fue revelada después del? ?advenimiento de Cristo sino la fe en general de todos los justos. Porque es un hecho que a los padres de? ?antaño les vino la misma fe, puesto que la ley de Dios, revelada primero a ellos, los obligó también ellos a? ?buscar la gracia. Verdad es que en aquel entonces el mensaje de la fe aún no era predicado en esa forma tan general a través del orbe entero; sin embargo era predicado en privado, en las familias de los padres.?Además debes tener cuidado de no contextualizar las palabras «encerrados para aquella fe” en una forma? ?como si el apóstol hubiera querido decir que estamos «encerrados en la fe como en una cárcel». Este? ?encierro en la cárcel Pablo lo relaciona precisamente con la ley. Lo que se quiere decir aquí es: Estábamos? ?encerrados en la cárcel, la ley, y eso en vista de la fe, esto es, hasta que viniera la fe, o más claramente aún: en vista de que fuéramos liberados mediante la fe que había de venir – ya que la ley con su cárcel despertó en nosotros el deseo de ser liberados por medio de la fe. En el mismo sentido el apóstol había expresado ya (cap. 3:17): «El testamento ratificado por Dios con referencia a Cristo” es decir, el testamento habría de ser ratificado por el advenimiento de Cristo. Y en analogía con esto continúa ahora (cap. 3:24): «La ley ha sido nuestro ayo a Cristo (in Christum), vale decir, «hacia Cristo» (ad Christum).?