Comentario de Gálatas 4:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Digo, además, que entre tanto que el heredero es niño, en nada difiere del esclavo, aunque es señor de todo;

4:1 — Pero también digo: Entre tanto que el heredero es niño, en nada difiere del esclavo, aunque es señor de todo; — Pablo continúa la figura ya introducida (3:24); en esa cita él enfatiza el papel de la ley como ayo y ahora enfatiza el papel de los que estaban bajo la ley. Vemos en este capítulo que Pablo sigue dirigiendo «sucesivos golpes de ariete contra las fortificaciones del error entre las iglesias de Galacia» (Trenchard). Sigue explicando que la ley vino antes que el evangelio porque servía para entrenar y desarrollar al pueblo de Dios. Durante el tiempo de la ley los judíos eran herederos pero eran como niños y tuvieron que ser controlados como si fueran siervos. Por lo tanto, la ley de Moisés era una ley rudimentaria, temporal y provisional.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

que el heredero es niño. Gál 4:23, Gál 4:29; Gén 24:2, Gén 24:3; 2Re 10:1, 2Re 10:2; 2Re 11:12; 2Re 12:2.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Estuvimos bajo la ley hasta que vino Cristo, así como el heredero está bajo un tutor hasta tener la edad suficiente, Gál 4:1-4.

Pero Cristo nos libertó de la ley, Gál 4:5, Gál 4:6;

por tanto, ya no somos más siervos de la misma, Gál 4:7-13.

Pablo les recuerda la buena voluntad que ellos tuvieron hacia él, y la suya hacia ellos, Gál 4:14-21;

y muestra que somos los hijos de Abraham a través de la mujer libre, Gál 4:22-31.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Basado en la imagen del «ayo» y de los «herederos» de Gál 3:24-29, Pablo desarrolla la idea de lo que significa ser un hijo adoptado por Dios. En la sociedad antigua un niño debía esperar el momento apropiado antes de heredar lo que sería suyo. Pablo usó esto para explicar por qué Dios retrasó la llegada de Jesucristo y dejó al pueblo con su Ley como guía (Gál 3:23-25).

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

Las dos situaciones religiosas de la humanidad, 4:1-11.
1 Digo yo, pues: Mientras el heredero es menor, siendo el dueño de todo, no difiere del siervo, 2 sino que está bajo tutores y curadores hasta la fecha señalada por el padre. 3 De igual modo nosotros: mientras fuimos niños vivíamos en servidumbre bajo los elementos del mundo; 4 mas, al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la Ley, 5 para redimir a los que estaban bajo la Ley, para que recibiésemos la adopción filial. 6 Y por ser hijos, envió Dios a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que grita: ¡Abba, Padre! 7 De manera que ya no eres siervo, sino hijo, y si hijo, heredero por voluntad de Dios. 8 En otro tiempo no conocíais a Dios, y servísteis a los que no son realmente dioses. 9 Ahora que habéis conocido a Dios, o mejor, habéis sido de Dios conocidos, ¿cómo de nuevo os volvéis a los flacos y pobres elementos, a los cuales de nuevo queréis servir? 10 Observáis los días, los meses, las estaciones y los años, u Temo que hagáis vanos tantos afanes como entre vosotros pasé.

San Pablo sigue valiéndose de comparaciones tomadas de los usos jurídicos. Habló antes (3:15.24) de testamento (la promesa) y de pedagogo (la Ley); ahora presenta el caso del “heredero” de una gran hacienda, de la cual, sin embargo, no puede disponer, por ser aún menor de edad y hallarse bajo tutores y administradores hasta la fecha señalada por el padre (v.1-a). Discuten algunos exegetas si el Apóstol en su ejemplo, al hablar de “fecha señalada por el padre” y decir del heredero que “es dueño de todo,” supone ya difunto al padre o, no obstante esas expresiones, supone a éste todavía en vida. Es ésta una circunstancia que, para el asunto de que se trata, apenas tiene interés. Lo que San Pablo quiere hacer resaltar es el estado de tutela de quien, siendo heredero o “dueño de todo,” de hecho “en nada se diferencia del siervo” (v.1) hasta que llega la fecha prefijada para su emancipación o mayoría de edad. Esta fecha hoy, de ordinario, está ya determinada por la ley; pero antiguamente, según los usos de muchos pueblos, y también entre los romanos, la fecha exacta dependía, dentro de ciertos límites, de la voluntad del padre. San Pablo aprovecha este dato, pues le viene muy bien para la aplicación que hace luego al Padre celestial (v.4).
En el fondo, a lo largo de toda esta historia (v.1-11), late la misma idea básica que San Pablo había expresado ya anteriormente, al decir que hasta la venida de Cristo “estábamos bajo el pedagogo” (3:24-25), y luego, llegado Cristo, somos ya “hijos de Dios” y “herederos,” según la promesa (3:26-29). únicamente que ahora, modificada la imagen, completa la idea con nuevos matices que, en materia de tanta importancia, necesariamente han de resultar interesantes. Las dos épocas en que queda dividida la historia de la humanidad las caracteriza el Apóstol por “ser niños – -vivir en servidumbre – bajo los elementos del mundo” (v.3) y ser” hijos- – herederos por voluntad de Dios – conocidos de Dios” (v.6.y.9). El paso de una época a otra se debe, en última instancia, a la voluntad del Padre, quien, al llegar la fecha por El señalada, envía a su Hijo para realizar el cambio (v.4); es, pues, un contrasentido lo que ahora tratan de hacer los gálatas, queriendo volver a la época de servidumbre o minoría de edad (v.8-11).
Tal es el esquema de la narración . Interesa que nos detengamos a explicar algunas expresiones que no son del todo claras. Una de las más difíciles es la de “vivir en servidumbre bajo los elementos del mundo” (Οπό τα στοιχεία του κόσμου ), expresión con que el Apóstol caracteriza la época anterior a Cristo. Evidentemente, esos “elementos del mundo” (v.3) corresponden a los “tutores y administradores” de que se habla en el ejemplo ilustrativo (v.2); pero ¿qué entiende concretamente San Pablo bajo esa expresión? La respuesta no es fácil, y hay sobre el tema una abundante literatura, con interpretaciones a veces en extremo peregrinas y faltas de base. Comencemos afirmando que el término στοιχεία tiene en los autores griegos una gran amplitud de significado, aunque siempre en una de estas dos direcciones: la de primeros elementos o principios constitutivos de una cosa y la de planetas o cuerpos celestes como elementos sobresalientes del cosmos y sede de espíritus o potencias supraterrenas. ¿En cuál de estas direcciones usa el término San Pablo? Parece que eso nos lo debe decir el contexto. Pues bien, hay muchos autores que arguyen de esta manera: Los “elementos del mundo” del v.3 se corresponden con los “elementos flacos y pobres” (άσ 3ενή και πτωχά στοιχεία ) del v.9, y éstos los concreta luego el Apóstol en “observar los días, los meses, las estaciones y los años” (v.10), es decir, en la observancia de la Ley mosaica con todas sus prescripciones de sábados, novilunios, fiestas anuales.; sigúese, pues, que “elementos del mundo” viene a equivaler prácticamente a régimen de la Ley, con sus numerosas prescripciones, que fueron como los primeros rudimentos de la educación religiosa de la humanidad, elementos “flacos y pobres,” pues no daban la vida pujante de la gracia, manteniendo a los seres humanos en régimen de esclavitud (cf. 3:23; Rom 8:15), en espera de que llegasen los tiempos de mayoría de edad o filiación señalados por Dios. Al decir, pues, San Pablo en el v.5 que Jesucristo vino a “redimir a los que estaban bajo la Ley,” no haría sino dar otra expresión material a la idea de “sujeción a los elementos del mundo” de que habló en el v.3.
Es de notar, sin embargo, que esa misma expresión “elementos del mundo” usa también San Pablo en la carta a los Colosenses (Col 2:8.20), y es obvio suponer que le dé el mismo sentido. Pues bien, conforme explicamos ampliamente en la carta a los Colosenses, todo parece indicar, dada la clase de adversarios con que lucha, que el Apóstol está refiriéndose al mundo de los astros y fuerzas cósmicas, de tanta importancia en la vida religiosa de los antiguos, en cuanto que los consideraban regidos y como animados por potencias angélicas o supraterrestres. Ese, pues, sería también el sentido aquí. Ni deben extrañarnos las expresiones de sabor claramente judaizante que, lo mismo en Gálatas (Col 4:10) que en Colosenses (Col 2:16), parecen estar relacionando la Ley con esos “elementos del mundo”; pues los adversarios cuyas doctrinas ataca San Pablo eran de procedencia judía y seguían adictos a la Ley, pero su judaísmo no era el judaísmo rígido de las escuelas rabínicas de Jerusalén, sino otro más heterogéneo, al estilo del que muestran los documentos de Qumrán, fuertemente influido por doctrinas extrañas, particularmente por lo que se refiere a los ángeles, seres intermedios entre Dios y el mundo. Con esta explicación, que pudiéramos llamar cósmica, la misma expresión “elementos del mundo” adquiere un significado más obvio y natural. Referir esa expresión simplemente a la Ley mosaica con sus prescripciones, nos parece que es violentar bastante los términos.
Y pasamos a otra expresión, sumamente consoladora, con que el Apóstol caracteriza la segunda época de la humanidad: “recibiésemos la adopción filial” (την υιο 3εσίαν , ν .5). Este término de υιοθεσία , que San Pablo repite varias veces en sus cartas (cf. Rom 8:15-23; Rom 9:4; Efe 1:5), no indica simplemente, como en lo humano, título jurídico para una herencia, aunque esto también lo incluye (cf. v.7), sino realidad ontológica nueva, que adquirimos al sernos infundida la gracia santificante y hacerse presente en nosotros la persona del Espíritu (v.6). Esta presencia del Espíritu, tan puesta de manifiesto en la vida de las primitivas comunidades cristianas (cf. Hec 2:4; Hec 8:17; Hec 10:46; Hec 19:6), había sido experimentada también por los gálatas (cf. 3:2-5), y San Pablo lo explica con algo de más amplitud en Rom 8:12-17. Es de notar lo destacada que aparece la figura del Espíritu (v.6), enviado también de junto a Dios (έξ -οστό ), igual que el Hijo (v.4). Discuten los teólogos si es la presencia del Espíritu la que causa nuestra “filiación,” imprimiendo en nosotros la semejanza del Hijo natural de Dios, o es más bien el estado de “filiación,” mediante la infusión de la gracia santificante, el que trae como consecuencia la presencia en nosotros del Espíritu. La traducción que damos en el v.6: “y por ser hijos, envió Dios.” (ότι δε έστε υιοί , έξαττέστειλεν ¡ό Θεός ), sería una prueba clara de la segunda opinión. Sin embargo, hay bastantes autores que no dan a la partícula ότι valor causal, sino declarativo, y traducen: “que sois hijos (se ve por el hecho de que) envió Dios.,” con lo que el problema queda sin decidir. Desde luego, la frase original griega no es clara, y gramaticalmente ambas traducciones son posibles. Con todo juzgamos más probable la primera traducción, pues en la segunda resulta demasiado dura esa elipsis que es necesario presuponer 239.
Dice San Pablo que para que recibiésemos la “adopción filial,” Dios, al llegar “la plenitud de los tiempos (το πλήρωμα του χρόνου ), envió a su Hijo, nacido de mujer (γενόμενον εκ γυναικός ), nacido bajo la Ley” (γενόμενον υπό νόμον , v.4). Difícil sería, en tan breves frases, dar más riqueza de doctrina. Con razón este versículo fue de los más citados por los Santos Padres en las controversias cristológicas de los primeros siglos; la preexistencia de Jesucristo y su encarnación en el seno de una mujer no dejan aquí lugar a duda. Dios le envía de junto a sí (έξ -από -στέλλω ), lo que supone claramente que Pablo está pensando en la preexistencia del Hijo, existente ya con anterioridad a la encarnación. La “plenitud de los tiempos” no quiere decir otra cosa sino que se había como completado la suma de días y llegado la fecha fijada por el Padre para inaugurar el reino mesiánico y dar término a la minoría de edad de la humanidad (cf. Mar 1:15; Hec 1:7; Efe 1:10; Heb 9:26). En cuanto a las expresiones “nacido de mujer” y “nacido bajo la Ley,” son dos pinceladas con que el Apóstol nos presenta la inmensa humillación de Jesucristo, Hijo de Dios, que se hace hombre 240, y, aún más, bajo la Ley, al nacer miembro del pueblo hebreo, que estaba sujeto a la Ley. No olvidemos que en el actual orden de la Providencia es por la solidaridad, conforme explicamos al comentar 3:13-14, como había de efectuarse la redención: los judíos, solidarios de Cristo sujeto a la Ley, serán liberados de la Ley; y todos, judíos y gentiles, solidarios de Cristo hecho hombre, recibiremos la adopción filial (cf. v.3) Sólo nos queda ya aludir a una última expresión, que puede también ofrecer dificultad. Es aquella en que el Apóstol, al hacer aplicación a los gálatas de la doctrina que viene exponiendo, les dice que han sido “conocidos de Dios” (γνωσ 3έντες υπό Θεού , ν .9). Evidentemente no se trata de un conocimiento de tipo meramente intelectual, que Dios tiene de todo y de todos en virtud de su omnisciencia, sino de un conocimiento acompañado de amor o preferencia, que es el sentido que suele tener el verbo “conocer,” cuando se aplica a Dios (cf. Mat 7:23; 1Co 8:3; 2Ti 2:19). Así es como Dios ha “conocido” a los gálatas, llamándolos a la fe con preferencia a tantos otros (cf. Rom 8:29-30), y colmándolos luego de esos extraordinarios favores que lleva consigo la adopción filial (cf. v.5-7). Dada la construcción gramatical de la frase: “habéis conocido a Dios, o mejor, habéis sido de Dios conocidos,” se ve claro que la intención del Apóstol no es sólo afirmar el hecho de ese “conocimiento” por parte de Dios, sino también y sobre todo hacer resaltar que la conversión misma de los gálatas es obra de Dios, que los “conoció” primero.

Emotiva exhortación a los gálatas,Rom 4:12-20.
12 Hermanos, os suplico que os hagáis corno yo, pues que yo me hice como vosotros. En nada me habéis herido. 13 Bien sabéis que a causa de una enfermedad corporal os anuncié el Evangelio por primera vez, 14 y puestos a prueba por mi enfermedad, no me desdeñasteis ni me despreciasteis, antes me recibisteis como a un ángel de Dios, como a Cristo Jesús. 15 ¿Dónde está ahora aquel vuestro afecto? Pues yo mismo testifico que, de haberos sido posible, los ojos mismos os hubierais arrancado para dármelos. 16 ¿Me he hecho, pues, enemigo vuestro con deciros la verdad? 17 Os cortejan no para bien; lo que pretenden es apartaros de mí, para que luego vosotros los cortejéis a ellos. 18 Sin embargo, bien está ser querido para el bien siempre, y no sólo cuando estoy entre vosotros. 19 Hijos míos, por quienes sufro de nuevo dolores de parto hasta ver a Cristo formado en vosotros! 20 Querría hallarme a esta hora entre vosotros y hablaros en varios modos, porque no sé cómo voy a hacer con vosotros.

Al final de sus razonamientos, con que trataba de hacer ver a los gálatas lo insensato de su proceder, San Pablo había dejado escapar un grito de angustia: “temo que hagáis vanos tantos afanes como entre vosotros pasé” (v.11). Esto le trajo a la mente toda una serie de recuerdos, motivando este desahogo de su corazón, que constituye la actual historia (v. 12-20).
No es fácil precisar qué intenta decir concretamente San Pablo con ese “os hagáis como yo, pues yo me hice como vosotros” (v.12). Quizás la mejor explicación sea el texto de 1Co 9:20-21, cuando dice que se hizo judío con los judíos y gentil con los gentiles, para ganarlos a todos. Es Cristo, la entrega total a Cristo, lo que debe regular nuestra conducta; y eso pediría ahora a los gálatas. Por Cristo renunció Pablo a las observancias legales, haciéndose igual a los gálatas, como si estuviese sin Ley; pues como él fue a ellos, que vengan ahora ellos a él, dejando las observancias legales y no teniendo otro amor ni otro norte que a Cristo. Lo de “en nada me habéis herido” (v.12), es también bastante enigmático, sin que podamos precisar si está aludiendo a alguna ofensa personal, que por delicadeza tratara de disimular, o es simplemente una manera de afirmar que nada tiene que reprocharles en el comportamiento que han tenido siempre con él en el pasado.
Los v.13-15 son para nosotros de gran interés histórico por las noticias que nos dan acerca de San Pablo, que no teníamos por otras fuentes. El dato principal, del que San Lucas nada dice en los Hechos, es el de la “enfermedad corporal” (ασθένεια της σαρκός ) del Apóstol cuando evangelizó a los gálatas “por primera ver” (v.12 cf. Hec 16:6). No parece caber duda, no obstante la opinión contraria de algunos intérpretes, que se trata de enfermedad fisiológica, y no simplemente de persecuciones o del decaimiento moral producido por esas persecuciones. Así lo pide la expresión griega, que traducimos por “enfermedad corporal,” y así lo exigen los v.14-15. En cuanto a qué clase de enfermedad fuese, apenas podemos decir nada concreto. Se piensa principalmente en el paludismo o malaria que Pablo habría cogido atravesando las regiones de Asia Menor, donde abundan las marismas, particularmente en Panfilia; o también en la oftalmía, enfermedad muy extendida en Oriente, con lo que la expresión que viene luego: “los ojos mismos os hubierais arrancado.” (v.15), adquiere mayor vigor. Desde luego, no hay datos suficientes y nunca podremos salir del terreno de las conjeturas. Lo que sí parece claro es que se trataba de una enfermedad que ofrecía a la vista cierta repugnancia, pues el Apóstol alaba a los gálatas porque, a pesar de la enfermedad, no le despreciaron, sino que le recibieron “como a un ángel de Dios, como a Cristo Jesús” (v.14). Tampoco es posible saber si fue una enfermedad pasajera, que no dejó huellas, o, por el contrario, se convirtió en enfermedad crónica, aunque sin excluir ciertos períodos de calma, a los que seguirían otros de mayor exteriorización de la enfermedad. A esta última hipótesis se inclinan bastantes autores modernos, trayendo aquí a colación el texto de 2Co 12:7, que ya comentamos en su lugar.
Y una última observación todavía. Según la traducción que hemos dado en el texto: “a causa de una enfermedad corporal os anuncié el Evangelio.” (δι άσ -βένειαν της σαρκός εύηγγελισάμην Ομΐν ), sigúese claramente que habría sido la enfermedad la que dio ocasión a que San Pablo evangelizara a los gálatas, obligándole a detenerse en una región, por la que sólo pensaba cruzar de paso, probablemente camino de Bitinia (cf. Hec 16:6-7). Es la opinión que hoy defienden la inmensa mayoría de los autores (Lagrange, Prat, Bover, Ricciotti, Lyonnet), y que juzgamos más probable, dado el uso de la preposición δια , la cual, seguida de acusativo, como en el caso presente, tiene en griego sentido de causa. No negamos, sin embargo, la posibilidad de traducir de otra manera, dando a la preposición δια sentido temporal, no de causa, con lo que lo único que se afirmaría es que fue durante una enfermedad cuando San Pablo evangelizó por primera vez a los gálatas, sin aludir para nada a que la enfermedad hubiese sido la ocasión de evangelizarlos. Es así como interpretan el texto bíblico algunos autores (Amiot, Buzy), aunque es necesario reconocer que para este sentido temporal San Pablo suele usar δια con genitivo, que es lo propio, no con acusativo.
Después de la alusión a recuerdos de tiempos pasados, San Pablo pasa al tiempo presente, quejándose a los gálatas de que así hayan cambiado el comportamiento para con él, pues le consideran cual si fuese un enemigo, precisamente por decirles la verdad, en contra de lo que les predican los judaizantes (v.16). Es a éstos a quienes el Apóstol echa la culpa de todo, diciendo de ellos que el amor que muestran a los gálatas es del todo interesado, pues lo que pretenden es apartarlos de él para hacerlos partidarios suyos (v.17), Al celo egoísta de los judaizantes contrapone San Pablo el suyo, que fue siempre para el bien, de manera constante, tanto en presencia como en ausencia. Ese parece ser el sentido del v.18, que hemos de referir, dado el contexto, al amor de Pablo hacia los gálatas, no al amor de los gálatas hacia Pablo, no obstante que con esta interpretación parezca la construcción un poco violenta, particularmente a causa del último inciso.
Llegado aquí, San Pablo prorrumpe en esa expresión sublime de ternura: “hijos míos, por quienes sufro de nuevo dolores de parto” (v.1q), que demuestra toda la grandeza del amor de su corazón. Gusta el Apóstol de recordar a sus fieles esta su paternidad espiritual, al engendrarlos para el Evangelio (cf. 1Co 4:15; 1Ti 1:18), de modo que se hagan “nueva criatura” (cf. 2 Cor 5:17; Gal 6:15; Efe 4:24; Col 3:10), modelada conforme a la imagen de Jesucristo (cf. Rom 8:29; 2Co 3:18). Tanto es su amor a los gálatas que tiene miedo de no acertar a expresarse por carta, por lo que quisiera estar presente entre ellos, y así adaptarse mejor a las diversas situaciones y circunstancias, cambiando métodos y formas de expresión según los casos (v.20).

La alegoría de Agar y de Sara,2Co 4:21-31.
21 Decidme, los que queréis someteros a la Ley, ¿no habéis oído la Ley? 22 Porque está escrito que Abraham tuvo dos hijos, uno de la sierva y otro de la libre. 23 Pero el de la sierva nació según la carne; el de la libre, en virtud de la promesa. 24 Lo cual tiene un sentido alegórico. Esas dos mujeres representan dos alianzas: la una, que procede del monte Sinaí, engendra para la servidumbre. Esta es Agar. 25 El monte Sinaí se halla en Arabia y corresponde a la Jerusalén actual, que es, en efecto, esclava con sus hijos. 26 Pero la Jerusalén de arriba es libre, ésa es nuestra madre; 27 pues está escrito: “Alégrate, estéril que no pares; prorrumpe en gritos, tú que no conoces los dolores del parto, que más serán los hijos de la abandonada que los hijos de la que tiene marido.” 28 Y vosotros, hermanos, sois hijos de la promesa, a la manera de Isac. 29 Mas así como entonces el nacido según la carne perseguía al nacido según el espíritu, así también ahora. 30 Pero ¿qué dice la Escritura?: “Echa a la sierva y a su hijo, que no será heredero el hijo de la esclava con el hijo de la libre.” 31 En fin, hermanos, que no somos hijos de la esclava, sino de la Ubre.

Tras la breve efusión de afecto con que desahogó su corazón, San Pablo vuelve al hilo de sus razonamientos, tratando de hacer ver a los gálatas lo absurdo de su proceder, sometiéndose a las observancias de la Ley. Es la tesis que ha venido defendiendo desde el principio de la carta. Pero ahora, en esta narración, lo hace de manera bastante original, en forma un poco desconcertante para nuestra mentalidad y modos de expresión 241. En las dos esposas de Abraham, Agar la esclava y Sara la libre, de que nos habla la Escritura (cf. Gen 16:1-23:20), ve San Pablo representadas las dos alianzas: la del Sinaí o de la Ley, representada por Agar, y la de la promesa o del Evangelio, representada por Sara. A base de esta idea fundamental va luego desarrollando más en detalle el paralelismo entre la imagen o tipo y la cosa representada o antitipo, señalando toda una serie de afinidades que esquemáticamente podríamos ordenar así:

agar la esclava. la Jerusalén actual (sinagoga) esclava
da a luz según la carne. da a luz según L· Ley
un hijo esclavo. hijos esclavos
peregrinante por Arabia. con origen en el Sinaí
sara la libre. la Jerusalén celeste (Iglesia) libre
da a luz según la promesa. da a luz según el espíritu
un hijo libre. hijos libres
que es el heredero. que son los herederos.

La trayectoria, pues, del pensamiento de San Pablo es clara. Comienza el Apóstol haciendo notar a los gálatas que vean dónde se meten con esa sujeción a la Ley que quieren imponerse. Con ello, les dice, no hacen sino reproducir, en su sentido profundo, el caso de Agar y de Sara, de que nos habla la Ley o Torah, y que ellos, en las reuniones litúrgicas, han oído leer muchas veces (v.21). Ambas mujeres eran esposas de Abraham, y ambas tuvieron hijos de él; pero Agar era esclava, y lo mismo su hijo Ismael, nacido según las leyes ordinarias de la naturaleza, mientras que Sara era de condición libre, e igualmente su hijo Isaac, nacido “en virtud de la promesa,” con intervención especial de Dios (v.22-23). Sólo al hijo de Sara, a quien perseguía el de Agar (v.29; cf. Gen 21:9), quedó reservada la herencia, expulsando Abraham a éste y a su madre fuera del hogar paterno (v.30), los cuales habitaron en los desiertos de Arabia (cf. Gen 21:Gen 20:21; Gen 25:12-18; Sal 83:7).
Hasta aquí la historia. Pero San Pablo advierte que es necesario ir más lejos, pues “estas cosas están dichas en sentido alegórico” (άτινα εστίν άλληγορούμενα ), es decir, además de su sentido obvio como narración histórica, late en ellas otro sentido más profundo (v.24; cf. 1Co 10:11). Ese sentido, como ya indicamos antes, es el de que Agar y Sara representan dos alianzas o economías religiosas diferentes: la de la Ley y la del Evangelio, o dicho de otra manera, la de la Jerusalén actual o sinagoga y la de la Jerusalén de arriba o Iglesia (v.24-26; cf. 2Co 3:6-7). El que San Pablo llame “Jerusalén de arriba” (ή άνω Ίερουσαλέμ ) a la Iglesia (v.26; cf. Heb 12:22; Rev 3:12; Rev 21:2), no significa que ésta no tenga miembros en la tierra, sino que la llama así en contraposición a la Jerusalén terrena de los judíos, en cuanto que es en el cielo donde está la morada definitiva de los cristianos y donde está ya Jesucristo, nuestro jefe y cabeza, que allí nos espera (cf. Flp 3:20; Col 3:1-3).
Por lo que toca a la aplicación concreta de la correspondencia Agar-sinagoga y Sara-Iglesia, San Pablo hace notar varias afinidades: como Agar, también la sinagoga es madre de esclavos, sujetos al cerco de hierro de los preceptos de la Ley nacida en el Sinaí (v.24; cf. 3:23; Rom 3:14). Y nótese, añade San Pablo, que el Sinaí, desde donde se da la Ley que engendra esclavos, está en Arabia, la región precisamente que sirvió de morada a Agar y a sus descendientes; ni las cosas cambiaron después, pues el Sinaí “corresponde” (συστοι -χεΐ ) a la Jerusalén actual 242, que continúa siendo esclava en sus hijos, sometidos al yugo de la Ley (v.25). En cuanto a la Iglesia, ésta es libre, y no engendra sino hijos libres, nacidos según el espíritu, en el plano sobrenatural de la promesa y no según la Ley; como Sara, es “madre” fecunda de una numerosa descendencia, la de los cristianos, y su fecundidad había sido ya predicha en la Escritura (v.27). Aplica aquí San Pablo a la Iglesia lo que Isaías (Isa 54:1), bajo la imagen de Agar y Sara (cf. Isa 51:2-3), dice de la Jerusalén restaurada, privada de hijos durante la cautividad babilónica, pero que luego había de verse más poblada que antes, es decir, cuando había vivido como “casada” bajo la protección de Yahvé, su marido. Para ello no necesita forzar el texto bíblico, pues se trata de un texto mesiánico, aunque en la mente de Isaías la idea mesiánica parece estar íntimamente ligada al final de la cautividad, como es corriente en los profetas (cf. Hec 15:16-17).
Establecido el paralelismo entre Ismael y los judíos de un lado, e Isaac y los cristianos del otro, San Pablo hace notar que la animosidad contra los cristianos por parte de los judíos no es sino una repetición de lo hecho por Ismael contra Isaac (c.29), para concluir llevando la analogía hasta el final: “¿qué dice la Escritura? Echa a la sierva y a su hijo, que no será heredero el hijo de la esclava con el hijo de la libre” (v.30). Es ahí a donde el Apóstol quería llegar. No insiste más, dejando a los gálatas que saquen la terrible consecuencia. Si quieren sujetarse a la Ley y hacerse esclavos como Ismael, serán rechazados por Dios junto con la sinagoga y no tendrán parte en la herencia de Abraham. O dicho de otro modo: el verdadero hijo de Abraham y heredero de las promesas es el cristiano, no el judío, a pesar de su entronque carnal con el patriarca. Querer volver a las observancias de la Ley es renunciar a ese. privilegio y hacerse esclavo como Ismael.
Tal es, a grandes grados, la exégesis doctrinal de esta perícopa de San Pablo. Pero cabe preguntar: ¿estamos ante un caso de verdadero sentido típico o ante un simple ejemplo ilustrativo tomado de la Escritura? En otras palabras: ¿quería Dios, al inspirar el relato bíblico de la narración de Agar y Sara, mostrarnos a través de las dos esposas de Abraham el carácter diferente de ambas alianzas, la mosaica y la cristiana, o se trata simplemente de un ejemplo ilustrativo del que se vale San Pablo para mejor dar a entender el carácter diferente de ambas alianzas, que supone ser ya cosa demostrada por otras razones? La respuesta no es fácil. El Apóstol habla simplemente de que esas cosas “están dichas en sentido alegórico” (v.24), lo cual es bastante genérico. Probablemente, con esa referencia a la historia bíblica, San Pablo, siguiendo métodos frecuentemente aplicados en las escuelas rabínicas, no trata sino de declarar más claramente la tesis ya demostrada de que los verdaderos descendientes de Abraham son los que imitan su fe y no los que observan la Ley (cf. 3:6-29). Algo parecido a lo que dijimos al comentar 3:16.

Fuente: Biblia Comentada

niño. La palabra griega se refiere a un niño que ni siquiera puede hablar en público, un menor de edad que no tiene madurez espiritual e intelectual, y que no está preparado para los privilegios y las responsabilidades de la vida adulta.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

Pablo expande la analogía de un hijo que alcanza la mayoría de edad (Gál 3:24-26), para establecer un contraste entre la vida de los creyentes antes de la salvación (como infantes y siervos), y la vida de cada uno de ellos después de la salvación (como adultos e hijos). Tanto los lectores judíos como gentiles de Pablo podían entender bien esta imagen, ya que judíos, griegos y romanos tenían una ceremonia especial para señalar la entrada de un joven a la vida adulta.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

4:1 — Pero también digo: Entre tanto que el heredero es niño, en nada difiere del esclavo, aunque es señor de todo; — Pablo continúa la figura ya introducida (3:24); en esa cita él enfatiza el papel de la ley como ayo y ahora enfatiza el papel de los que estaban bajo la ley. Vemos en este capítulo que Pablo sigue dirigiendo «sucesivos golpes de ariete contra las fortificaciones del error entre las iglesias de Galacia» (Trenchard). Sigue explicando que la ley vino antes que el evangelio porque servía para entrenar y desarrollar al pueblo de Dios. Durante el tiempo de la ley los judíos eran herederos pero eran como niños y tuvieron que ser controlados como si fueran siervos. Por lo tanto, la ley de Moisés era una ley rudimentaria, temporal y provisional.

Fuente: Notas Reeves-Partain

LOS DÍAS DE LA NIÑEZ

Gálatas 4:1-7

Esto es lo que quiero decir: Mientras el heredero es un niño, no se diferencia en nada de un esclavo, aunque es el amo de todo; pero está bajo el control de mayordomos y supervisores hasta que llega el día que ha fijado su padre. Eso es lo que sucede con nosotros: Cuando éramos niños, estábamos sujetos al conocimiento elemental que este mundo puede proveer. Pero, cuando llegó la plenitud del tiempo, Dios envió a Su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la Ley, con el propósito de redimir a los que estábamos sujetos a la Ley, para que fuéramos adoptados como hijos. Porque sois hijos, Dios envió el Espíritu de Su Hijo a nuestros corazones, que clama: «¡Abba! ¡Padre!» Por consiguiente, ya no eres un esclavo, sino un hijo; y como hijo, heredero, que es lo que Dios te ha hecho.

En el mundo antiguo, el proceso del crecimiento estaba mucho más definido que ahora.
En el mundo judío, el primer sábado después de que un niño cumpliera los doce años, su padre le llevaba a la sinagoga, donde llegaba a ser un hijo de la Ley. El padre pronunciaba allí una bendición: » ¡Bendito seas, oh Dios, que me has relevado de la responsabilidad por este chico!» El chico hacía una oración en la que decía: » ¡Oh, mi Dios y Dios de mis padres! En este día solemne y santo, que marca mi paso de la niñez a la virilidad, yo elevo humildemente mis ojos a Ti, y declaro con sinceridad y verdad que, desde ahora en adelante guardaré Tus mandamientos, y asumo la responsabilidad de mis acciones ante Ti.» Había una clara línea divisoria en la vida de un joven; como de la noche a la mañana se hacía un hombre.

(ii) En Grecia, un chico estaba al cuidado de su padre desde los siete hasta los dieciocho años. Entonces llegaba a ser lo que se llamaba un efebos, que se podría traducir por joven, y estaba dos años bajo la supervisión del estado. Los atenienses estaban divididos en diez fratríai o clanes. Antes de que el muchacho llegara a ser un efebos, se le recibía en el clan en un festival llamado la apaturía; y en un acto ceremonial se le cortaba el pelo largo y se les ofrecía a los dioses. Una vez más, el crecimiento pasaba por un proceso totalmente definido.

(iii) Bajo la ley romana, el año en que un muchacho pasaba a ser un hombre no estaba fijado definitivamente, pero estaba siempre entre los 14 y los 17 años. En un festival sagrado para la familia que se llamaba la liberalia, se quitaba la toga praetexta, que era una toga con una estrecha banda púrpura por abajo, y se ponía la toga virilis, que era la toga corriente que llevaban los adultos. Entonces le llevaban sus amigos y parientes al foro, y le introducían formalmente a la vida pública. Era esencialmente una ceremonia religiosa. Y una vez más había un día totalmente definido en el que el muchacho alcanzaba la categoría de hombre. Había una costumbre romana según la cual el día que un chico o una chica alcanzaban la edad, el chico ofrecía su balón, y la chica su muñeco a Apolo para mostrar que prescindían de las cosas infantiles.

Cuando un chico era menor de edad a los ojos de la ley, podía ser el dueño de una propiedad considerable, pero no podía hacer ninguna decisión legal, ni estaba en control de su propia vida; todo se le hacía, y se le dirigía en todo; y, por tanto, para todos los efectos prácticos, no tenía más libertad que si hubiera sido un esclavo; pero cuando llegaba a ser un hombre, entraba en posesión de su herencia.

De la misma manera -sigue razonando Pablo-, en la infancia del mundo la Ley ejercía su dominio. Pero la Ley no era más que un conocimiento elemental. Para describir esto Pablo usa la palabra stoijeía. Un stoijeion (singular) era originalmente una línea de cosas; por ejemplo: se podía referir a una fila de soldados. Pero llegó a significar el abecedario, y por tanto cualquier conocimiento elemental.

Tiene otro significado que algunos sostienen que es el de aquí: los elementos de los que está formado el universo, y especialmente los cuerpos celestes. El mundo antiguo estaba asediado por la fe en la astrología. Si una persona nacía bajo una cierta estrella, su destino -eso creían- estaba decidido. Todo el mundo vivía bajo la tiranía de las estrellas y anhelaba liberarse. Algunos investigadores creen que Pablo está diciendo que hubo un tiempo en que los Galátatas habían vivido bajo la tiranía de esa fe en la inevitable influencia de las estrellas. Pero todo el mensaje parece más bien sugerir que el sentido en él de stoijeía es el de conocimiento rudimentario.

Pablo dice que cuando los Galátatas -e igualmente toda la humanidad- no eran más que niños, estaban bajo la tiranía de la Ley; entonces, cuando todo estuvo dispuesto, Cristo vino a liberar a la humanidad de esa tiranía. Así es que ahora las personas ya no son esclavas de la Ley; han llegado a ser hijos e hijas, y han llegado a poseer su herencia. La niñez que correspondía a la Ley había de pasar; la libertad de la humanidad ha llegado.
La prueba de que somos hijos se manifiesta en el clamor instintivo del corazón. El ser humano clama en su más profunda necesidad a Dios: » ¡Padre!» Pablo usa dos palabras:

«¡Abba! ¡Padre!» Abba es la palabra aramea para padre; o, más exactamente, papá. Debe de haber estado a menudo en labios de Jesús, y su sonido era tan sagrado para los que se lo oyeron pronunciar que lo transcribieron en Su lengua original. Este clamor instintivo del corazón humano, Pablo cree que es la expresión de la obra del Espíritu Santo. Si nuestros corazones claman así, sabemos que somos hijos, y que toda la herencia de la Gracia es nuestra.

Para Pablo, el que gobernara su vida por la esclavitud a la Ley era todavía un niño; el que había aprendido el camino de la Gracia había llegado a ser una persona madura en la fe cristiana.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento

CAPÍTULO 4

3. CRISTO RESCATO A LOS HEREDEROS, CONVIRTIéNDOLOS EN HIJOS DE DIOS (4,01-20).

La expresión «herederos de la promesa» sugiere a Pablo una nueva imagen. Después de haber comparado la promesa con un testamento (3,l5-18) y la ley con un ayo (3,19-25), emplea ahora la imagen del heredero menor de edad. El heredero, antes de llegar a la mayoría de edad, es semejante a un esclavo. Pero la mayoría de edad llegará. Aplicado a la humanidad, significa lo siguiente: con la venida de Cristo, Hijo de Dios, hemos quedado libres de la ley, hemos llegado a ser hijos de Dios mayores de edad. La época de la esclavitud y de la tutela ha pasado (4,1-7). ¿Cómo es posible que los cristianos quieran retornar a la esclavitud? Pablo se dirige de nuevo personalmente a los gálatas. Ya no pueden dar marcha atrás (4,8-11). Termina dirigiéndose a sus hijos con amor paternal rogándoles que escuchen a su padre, como hacían antes (4,1Z-20). .

Los versículos 1-20 no parecen constituir un argumento de Escritura; éste se reanuda sólo a partir de 4,21 ss, pero estos versículos (1,20) están iluminados por el argumento escriturístico anterior 43 y permiten apreciar cuánto apremia al Apóstol mostrar en seguida a los gálatas el significado que tiene para ellos, en su vida concreta, la prueba tomada de la Escritura.

a) Situación de los herederos antes de la venida de Cristo (4/01-03).

1 Volviendo, pues, a lo de antes, digo que, mientras el heredero es un niño, en nada se diferencia de un esclavo, siendo así que es dueño de todo. 2 Sino que está sometido a tutores y administradores hasta la fecha fijada por el padre.

En el versículo precedente (3,29) Pablo había mostrado que los que son de Cristo recibirán la herencia; ahora se esfuerza por mostrar qué significa para ellos la herencia. La imagen que usa para explicarlo procede del derecho civil. No hay que aplicar rigurosamente cada uno de los elementos de la imagen, pero conviene observar que, al aplicarla a la realidad, Pablo la agudiza. Se presupone un heredero cuyo padre ha muerto. Esto no se dice expresamente porque este rasgo de la parábola no tiene correspondencia en la realidad a la que se aplica. Lo que le interesa al Apóstol es sobre todo la minoría de edad del niño, que transforma su existencia en una especie de esclavitud. Está, además, el hecho importante de que este período de minoría de edad termina en la fecha que el padre ha fijado para que el hijo pase a poder disponer plenamente de la herencia.

Aún hay un tercer elemento que parece recalcarse con especial insistencia. Del niño que aún no posee la facultad de disponer de la herencia dice el Apóstol que es dueño de todo. Esto significa en primer lugar que el hijo menor de edad es propietario en sentido pleno. Si tenemos en cuenta la realidad que se quiere explicar con esta comparación, aparece claro que los tutores y administradores personifican los «elementos del mundo» (cf. 4,3). éstos han mantenido a los hombres en una esclavitud que no corresponde a la voluntad creadora de Dios, ya que el Creador ha dado al hombre dominio sobre las cosas del mundo (Gen 1:28). El salmista dice: «Le has cedido (al hombre) dominio sobre las obras de tus manos. Todo bajo sus pies lo has sometido» (Sal 8:7 s). Los elementos y la ley del mundo no están ahí para esclavizar a los hombres. Incluso el sábado, como dice Jesús, es para los hombres (Mar 2:27).

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46. «Es cierto que en la perícopa 4,1-20 no aparece ninguna cita de la Escritura, pero la Escritura se trans- parenta en ella con tal vigor que sin esa fuente de luz y de fuerza todo parecería obscuro y vacilante» (K. L. SCHMIDT).

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3 De la misma manera nosotros, cuando éramos niños, estábamos esclavizados bajo los elementos del mundo.

Como vimos, la descripción de la imagen estaba encaminada ya a su aplicación. Pablo la aplica a los herederos de la promesa. En el «nosotros» están incluidos Pablo y los gálatas, los judeocristianos y los etnicocristianos. Puesto que se dirige a los etnicocristianos de Galacia, el Apóstol insiste especialmente en su antiguo esclavizador: los elementos del mundo. Pero lo mismo podría decir el judeocristiano de la ley, que le impedía obrar libremente. Los elementos del mundo sometían a los hombres a una ley (cf. 4,9 ss). Y viceversa: el servicio a la ley del judío era un servicio a «este mundo malvado» del que Cristo nos ha librado (1,4).

¿Qué son esos elementos del mundo? Este término (stoikheia tou kosmou) designa, en primer lugar, los elementos del mundo, pero aquí se refiere a los espíritus elementales que, según la concepción de los círculos gentiles, representaban las fuerzas elementales del mundo, sobre todo los astros. Se les compara con seres personales, con tutores y administradores (4,2), que, en los tiempos anteriores al cristianismo, mantenían a los gálatas bajo el yugo de la esclavitud. Exigían la observancia de «días, lunas nuevas, festividades y años» 47. Los gálatas les sirvieron como a dioses sin que Io fueran en realidad (4,8). Son, más bien, «impotentes y pobres» (4,9). No son nada, igual que, según el juicio de la Biblia, los dioses de los gentiles. Pero los hombres querían asegurar su vida sirviendo a estos «elementos». Esta forma de proceder de los gentiles es un servicio a la ley, igual que la forma de proceder de los judíos, que querían alcanzar la justificación mediante la práctica de la ley. Judíos y gentiles, antes de la «plenitud de los tiempos», estaban sometidos a la ley (4,4 ss), eran menores de edad y estaban esclavizados.

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47. Cf. Col 2:16. Sobre el tema de los «elementos del mundo» debe verse, sobre todo, Col 2:8-22.

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b) Cristo rescató a los herederos (4/04-05).

4 Pero cuando llegó la plenitud del tiempo envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, …

El tiempo de la tutela, que era para los hombres como una esclavitud, debía terminar por voluntad de Dios en un momento concreto, que estaba prefijado. La fecha señalada tenía que llegar. Con el correr de los años se cumplió el plazo establecido y el tiempo de este mundo llegó a su fin. Ha llegado el tiempo del Mesías, que libera de la ley a los hombres y los coloca en la situación privilegiada de Hijos de Dios.

En la fecha señalada, Dios envió a su Hijo. En el mismo instante en que, por voluntad de Dios, llegó esa fecha, fue enviado el Hijo. El tiempo y el mundo mesiánicos acabaron con este tiempo y con el mundo actual. Al enviar a su Hijo, Dios da inicio al eón futuro. El texto griego dice literalmente que Dios «envió desde sí» a su Hijo. El Hijo, pues, estaba junto a Dios y tenía existencia divina antes de ser enviado 48. Fue enviado al mundo como legado plenipotenciario de Dios.

Nació de una mujer. No se limitó a aparecer en la tierra, a hacerse visible como una aparición celestial. Se hizo realmente hombre como nosotros. Juan expresa esto aún más gráficamente para evitar cualquier espiritualización del aspecto humano de la persona de Cristo: «El Logos se hizo carne» (/Jn/01/14). Pablo describe la encarnación como nacimiento de mujer. Lo que pretende con esto no es tanto insistir en el hecho de que Jesús, por intervención del Espíritu Santo, se hizo hombre en el seno de la Virgen María cuanto poner de relieve la bajeza y humanidad del hombre Jesús. Jesús se solidarizó con nosotros para liberarnos. «Por vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros por su pobreza os hagáis ricos» (2Co 8:9).

E1 Hijo de Dios estaba sometido a la ley. No sólo compartió con los hombres la naturaleza humana, sino incluso la situación histórica. Fue colocado bajo la misma ley que los hombres. Aunque era Hijo de Dios al ser enviado pasó a ser súbdito de la ley. Lo que hizo posible la liberación de los que eran esclavos fue el hecho de que el Hijo de Dios se hiciera igual a ellos en todo, excepto el pecado.

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48. Sobre la preexistencia de Cristo, cf. Rom 1:3 s; Rom 8:3.29.32; 1Co 8:6; 2Co 8:9; Flp 2:6-8; Col 1:15-18.

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… 5 para que liberase a los que estaban bajo la ley, y así pudiéramos recibir la adopción filial.

El objetivo de la misión del Hijo de Dios y de su solidaridad con los hombres es rescatar a la humanidad de la ley y, en último término, introducirla en la filiación divina. La obra del Hijo debía ser, pues, una obra de liberación. Todos los hombres estaban bajo el yugo de «tutores y administradores», igual que los judíos estaban bajo el yugo de la ley del Sinaí. Dios los ha rescatado. Son libres.

Más aún. Gracias a la misión de Cristo, Dios va a adoptarlos como hijos. Dios inmensamente rico va a adoptar a hombres pobres. Ser adoptado por una persona rica era, en la antigüedad, un honor altísimo, digno de todos los esfuerzos; ¡cuánto más ser adoptado por Dios!

Los versículos 4,1-3 hacían esperar que el discurso de Pablo desembocase en la mayoría de edad de los hombres, pero Pablo sabe que la realidad no coincide, en todos sus aspectos, con la imagen del heredero menor de edad. No somos hijos de Dios por naturaleza, como el Hijo de Dios. Recibimos la filiación por un acto gracioso de la voluntad de Dios. Nuestra situación de hijos la debemos únicamente a su gracia.

c) Los hijos de Dios recibieron el Espíritu (4/06-07).

6 Y prueba de que sois hijos es que Dios envió a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama: «Abba! ¡Padre!»

Pablo vuelve a dirigirse a los destinatarios de su carta personalmente; antes (v. 5: «pudiéramos»), se refería a los cristianos, a sí mismo y a los gálatas. La forma «sois» pasa al singular en el versículo siguiente (4,7).

La adopción filial constituye el motivo por el que Dios nos comunicó el Espíritu de su Hijo. El final de los tiempos no sólo trajo consigo la misión del Hijo al mundo; a aquellos que son hijos de Dios por la fe (3 26) les trajo también el bien prometido: han recibido el don escatológico del Espíritu. Así, la bendición de Abraham ha llegado incluso a los gentiles (3,14).

Dios envió el Espíritu de su Hijo a nuestros corazones. No sólo, pues, hemos sido colocados en la situación privilegiada de hijos de Dios, sino que en lo más íntimo de nuestro ser, en nuestro corazón, estamos poseídos por el Espíritu de Jesucristo. Y su Espíritu es «Espíritu de filiación» (Rom 8:14 ss); él es quien nos da la actitud que conviene al hijo frente al padre: la obediencia llena de fe. Este Espíritu viene en auxilio de nuestra debilidad (Rom 8:26). Transforma nuestro interior, da al hombre un corazón nuevo y un nuevo espíritu 49. Cuando Pablo recuerda esta nueva forma de existir, hace al mismo tiempo una llamada apremiante a todos los lectores para que pongan en práctica, en obediencia de fe, esta actitud filial.

El Espíritu clama al Padre: Abba!, ¡Padre! Se ha apoderado de nosotros con tanta fuerza que ya no es nuestro yo quien ora al Padre, sino el Espíritu del Hijo de Dios. Más tarde, Pablo dirá que nosotros clamamos «en» ese Espíritu: «Abba!, ¡Padre!» (/Rm/08/15). Es la fuerza creadora divina la que nos hace capaces de orar filialmente. Pablo no renuncia a la forma aramea del nombre de padre, tal como la usó Jesús dirigiéndose a su Padre (Mar 14:36). Es una fórmula íntima que corresponde más o menos a nuestro «papá». Así se dirigían los hijos a sus padres. Ningún judío se hubiera atrevido a dirigirse así a Dios. Sólo Cristo, como Hijo de Dios, pudo atreverse a dirigirse a Dios sin rodeos, como padre. Al hacerlo, no olvida que Dios es nuestro padre en los cielos (Mat 6:9).

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49. Cf. Eze 36:26 s; también Jer 31:33; Sal 51:12.

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7 Así que ya no eres esclavo, sino hijo, y si eres hijo, eres también heredero por voluntad de Dios.

El clamor del Espíritu de Dios que habita en nuestros corazones hace patente que ya no somos esclavos, sino hijos, pues el Espíritu testifica «que somos hijos de Dios» (Rom 8:16). Pablo usa la segunda persona del singular para que todos, individualmente, caigamos en la cuenta. En la filiación de cada individuo ha alcanzado la misión de Dios su objetivo último. Gracias a la misión de Cristo todos estamos capacitados fundamentalmente para pasar a ocupar el lugar de hijos de Dios (Rom 4:4 s). Por la infusión del Espíritu de Cristo en los corazones de los fieles, los «bautizados en Cristo», los verdaderos hijos de Dios (cf. 3,26-28), cada individuo en concreto llega a adquirir conciencia de su filiación divina. Ahora su tarea consiste en vivir lo que es, en mostrarse, a lo largo de su vida, como hijo de Dios: «los que se rigen por el Espíritu de Dios, ésos son hijos de Dios» (Rom 8:14). El niño se abandona con fe a la guía del padre, le mira con espíritu de filiación, no con miedo servil. Quien es hijo es también heredero. Quien por Cristo y por su Espíritu ha llegado a ser hijo de Dios es también heredero de la promesa. Ya no es esclavo, sino hijo que tiene derecho a la herencia. Ya no es un menor de edad sometido a un tutor, porque el tiempo se ha cumplido y la herencia está en su mano.

Es sólo Dios, su inclinación graciosa, quien nos da la herencia, no el obrar humano realizado como prestación. «En Cristo» tenemos asegurada la herencia. «Siendo hijos, somos también herederos: herederos de Dios y coherederos con Cristo, con tal, no obstante, que padezcamos con él, a fin de que seamos con él glorificados» (Rom 8:17). Al final de los tiempos, Dios revelará la gloria de su Hijo ante todo el mundo.

d) ¡No retornéis a la antigua esclavitud! (4/08-11).

8 Ahora bien, en otro tiempo, no conocíais a Dios, y erais esclavos de dioses que no Io son en realidad.

Antes, cuando eran gentiles, los gálatas no conocían a Dios en su verdadero ser. Servían a dioses que se presentaban ante ellos con exigencias; les servían esperando alcanzar seguridad para su vida. Andaban esclavizados.

Servían a seres que no eran lo que aparentaban ni aquello porque se les tenía. En realidad, no eran dioses. Pablo piensa de nuevo en las fuerzas naturales, en los elementos del mundo, a los que los paganos honraban como a dioses. ésta es, para el Apóstol, la esencia del error pagano: que «habían colocado la mentira en el lugar de la verdad de Dios, dando culto y sirviendo a las criaturas en lugar de adorar al Creador» (Rom 1:25). Quien no conoce al Dios creador en su divina omnipotencia no tiene más remedio que temer las poderosas leyes del mundo, los fenómenos naturales, el destino ciego. Pasa a ser esclavo de la naturaleza y de sus leyes. Se somete con temor a sus leyes para escapar a la ira de los dioses.

9 Pero ahora lo conocéis, o mejor, Dios os conoce a vosotros. ¿Cómo, pues, volvéis de nuevo a los elementos -impotentes y pobres- a los que de nuevo, como entonces, queréis esclavizaros?

Al «en otro tiempo» (v. 8) se opone el «ahora». Desde que la fe llegó al mundo (Rom 3:23), desde que los gálatas creyeron por la predicación del Apóstol, las tinieblas del desconocimiento de Dios y la esclavitud a los elementos naturales se han disipado. Los gálatas han conocido a Dios, le conocen actualmente. No se puede dar marcha atrás en un conocimiento, pero se le puede ignorar prácticamente, pasarlo por alto. Esto significaría recaer en la antigua esclavitud. Pero una cosa semejante -a eso tiende la pregunta exhortación del Apóstol- no la harán los gálatas sabiendo lo que saben. Han experimentado en sí mismos el paso de la esclavitud de «otro tiempo» a la libertad de los hijos de Dios, en la que «ahora» pueden vivir. Pablo descarta inmediatamente la idea de que el conocimiento de Dios dependa de los hombres. El conocimiento de Dios no es una obra humana. Hemos sido conocidos por Dios. Sin él, que eligió a los gálatas creyentes y que se manifestó a sí mismo en la predicación apostólica, el paso a la libertad de los hijos de Dios no se hubiera producido. Tal vez esta indicación es más apta para precaver la recaída de los antiguos gentiles que la alegría que experimentan por el nuevo conocimiento de Dios que han adquirido, pues saber que Dios nos ha conocido, elegido y amado hace ver el contraste entre la protección de que goza el creyente y la angustia existencial del gentil.

Quien ha conocido a Dios, no puede volver de nuevo a los elementos, impotentes y pobres. Quien sabe que ha sido conocido por Dios no puede querer escapar a esta elección. No puede querer volver a buscar refugio en los elementos naturales. Por fuertes e imponentes que sean esos elementos, son impotentes y pobres comparados con Dios. No pueden, en modo alguno, prestar la ayuda que de ellos se espera.

Volver a servir a los elementos sería volver a la esclavitud. ¿Quién puede ser tan irreflexivo que quiera cambiar la adopción y la filiación de Dios por Ia esclavitud? La nueva esclavitud sería peor que la antigua, pues habiendo sido hijo recordaría con dolor y con amargura su situación anterior.

10 ¡Observáis días, meses, estaciones y años!

La esclavitud de después de la recaída consistiría en el esfuerzo que el hombre realizaría, con pánico propio de esclavo y con dolorosa escrupulosidad, por adaptarse a las exigencias de los elementos naturales. Pablo menciona aquí las exigencias que son comunes a la gentilidad y al judaísmo. Puede hacerlo, porque los innovadores judeocristianos exigían a los gálatas que cumpliesen algunos preceptos de la ley judía, tales como la exacta observancia de las fiestas, junto con el consiguiente respeto a los cuerpos celestes 50. En este aspecto, el judaísmo coincidía parcialmente con la religiosidad pagana. Por eso, porque ambos caminos son igualmente equivocados Pablo puede describir la sumisión a la ley exigida por los judeocristianos, celadores de la ley, como una recaída en la esclavitud a la naturaleza. Ambas ponen las prestaciones humanas como algo necesario para la salvación, frente a las exigencias divinas. Tanto el camino pagano como el judío son caminos de la ley. La religiosidad pagana aparece como una esclavitud bajo la ley. Por esa misma razón el camino judío de la ley es, en el fondo, un servicio a la naturaleza. ¿Quién quiere cambiar la libertad que tenemos en la fe por esa esclavitud? El creyente está para siempre y por completo al servicio de Dios, no sólo en determinados días consagrados a él.

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50. Es cierto que los judíos sabían, por Gen 1:4, que las luminarias del cielo tienen una función que cumplir y que no son, por tanto dioses, como creía el paganismo; sirven a los hombres como «signos para las fiestas, los días y los años». Pero, debido al respeto pavoroso con que el judaísmo observaba los términos, estaba tan esclavizado a la ley como los paganos. Citemos a este propósito dos documentos: según el Libro de los jubileos apostatar de Dios significa abandonar la ley. Dice así: «No observarán la luna nueva, el sábado, las fiestas, los jubileos ni las reglas» (Gen 1:14). A los piadosos de la comunidad de Qumrán se les inculca en el canon de la secta: «No pasar por alto ninguna de las palabras de Dios en los períodos establecidos, no cambiar sus tiempos ni retrasarse en ninguno de sus términos» (Gen 1:13-15).

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11 De verdad que me hacéis temer que yo haya perdido el tiempo trabajando entre vosotros.

Pablo no puede por menos de manifestar su preocupación. ¿Todo, pues, fue tiempo perdido? Este temor del Apóstol debe servir de amonestación a los gálatas. La idea de que el trabajo misionero del Apóstol puede haber sido inútil debe servirles de revulsivo. Pensaban que siguiendo a los adversarios de Pablo llegaban a una existencia cristiana más plena. Pero no es cierto: siguiendo la ley no profundizan más en su cristianismo, sino que se apartan de aquel que les ha llamado a la gracia (Gen 1:6).

El Apóstol no teme por sí mismo; teme por las comunidades. Si los gálatas se rinden a las pretensiones de los agitadores, apostatan de la gracia y se precipitan hacia la perdición. Deben pensar en el trabajo generoso que el Apóstol realizó entre ellos. Esto contribuirá a apartarles de la apostasía inminente.

c) ¡Escuchad al Apóstol (4/12-20).

12 Haceos como yo, ya que yo me he hecho como vosotros; hermanos, por favor os lo pido. A mí no me habéis hecho agravio.

Al recordar la época en que trabajaba personalmente en medio de ellos, las exhortaciones de Pablo se hacen también más personales. Pablo pide por favor a los gálatas. Son sus hermanos; lo son todavía. Deben seguir viviendo en esa comunión fraterna. Esta hermandad en que han vivido debe servirles, a cada uno de ellos, de punto de apoyo.

Pablo no se avergüenza de ponerse a sí mismo como ejemplo. ¡Sed como yo! él, Pablo, abandonó el camino de las obras de la ley, por el que avanzaba como celoso fariseo. Los gálatas lo saben. El camino del que se preocupa por la ley no es el camino de Jesucristo. El Apóstol sigue el ejemplo de su Señor. Por eso puede escribir a los corintios: «Seguid mi ejemplo, como yo sigo el de Cristo» (1Co 11:1). Hay una razón muy sólida para que los gálatas tomen a pecho la imitación del Apóstol: que él se hizo como ellos. Se hizo sin ley para los sin ley, débil para los débiles; se hizo todo para todos, para salvarles (cf. 1Co 9:21 s). No fue una mera adaptación calculadora. Fue una auténtica decisión. Abandonó el camino judío de la ley y pasó a ser, a los ojos de los judíos, un renegado, un gentil.

Todo esto lo dice Pablo para que aparezca claramente la comunión fraterna. El agravio personal que los gálatas han hecho al Apóstol no afecta en nada a esta comunión. A él, no le han hecho agravio. No le han herido personalmente. Por eso Pablo no quiere tampoco mostrarse ofendido. Su exhortación no brota de resentimiento, de ira escondida. Es la importancia del asunto la que le lleva a exhortarlos. No es al Apóstol a quien hacen agravio los gálatas cuando prestan oído a los falsos maestros, sino al Evangelio de Dios.

13 Bien sabéis que fue una enfermedad mía la ocasión de evangelizaros la primera vez; 14 y ante esto, que era para vosotros una prueba -mi cuerpo enfermo-, no hicisteis gestos de desprecio ni de horror; sino que me acogisteis como a un ángel de Dios, como a Cristo Jesús.

Para mostrar a los gálatas que hasta ahora no le han hecho ningún agravio expone Pablo las relaciones cordiales que antes le unían con ellos. Recuerda los días en que les predicó el Evangelio por primera vez. Este recuerdo debe impedir que ahora le agravien. Deben tener presente -es fácil que con el correr de los años puedan haberlo olvidado- que recibieron con alegría la buena nueva del Evangelio. ¡Cuán fácilmente se acostumbra el cristiano al gozo del mensaje de Jesús y cuán fácilmente pasa a ser para él algo rutinario! Una enfermedad fue lo que le obligó entonces a detenerse entre ellos. En su segundo viaje misionero no contaba con detenerse en el «país gálata» (Hec 16:6). Cuando la enfermedad le obligó a hacer un alto en su camino, aprovechó su estancia para misionar. Aunque su enfermedad representaba una prueba para los gálatas gentiles, no sucumbieron a ella. Para los gentiles la grandeza del mensaje depende de la grandeza del predicador y del empuje con que lo proclama. Pablo no pudo comportarse así. Su «cuerpo enfermo» (literalmente, su «carne»), su aspecto externo, representaba una prueba seria para los oyentes. A pesar de eso, no le despreciaron. No le tomaron por un enfermo poseído por los demonios, al que uno se acerca con repulsión y a quien se escupe. Reconocieron en el mensaje del enfermo el mensaje de salvación y de alegría y le recibieron como un ángel de Dios, no como a un representante de poderes diabólicos. Superaron sus prejuicios paganos.

Sí, en el Apóstol reconocieron al Señor. Le acogieron como a Cristo Jesús. Quien recibe al enviado del Señor, le recibe a él mismo (Mat 10:40). Para aquel que ha comprendido algo de la buena nueva, la debilidad del mensajero de la fe, enfermo, no constituye piedra de escándalo. Al contrario, a través de él puede percibir mejor al Señor, que tomó sobre sí nuestra debilidad.

15 ¿Dónde está aquel venturoso entusiasmo? Pues yo os aseguro que, si hubiera sido posible, os habríais arrancado los ojos para dármelos. 16 Entonces, ¿es que, al ser sincero con vosotros, me he convertido en vuestro enemigo? 17 Su celo por vosotros no es bueno; lo que quieren es separaros, para que los sigáis a ellos.

Con tono cargado de reproches, pregunta Pablo qué ha sido del venturoso entusiasmo de entonces. En el entusiasmo del primer momento los gálatas habrían hecho cualquier cosa por el Apóstol de Cristo. Le habrían dado lo más valioso de su cuerpo: las niñas de sus ojos. ¿Qué ha sido de la alegre prontitud de entonces?

El hecho de que haya desaparecido aquella cordialidad hace sospechar que los gálatas ven ahora en Pablo a un enemigo. ¿Ha pasado Pablo a ser un enemigo porque les predica la verdad, porque les expone el Evangelio de la libertad de la ley en toda su fuerza y verdad?

No, no es ésa la razón. Los falsos maestros muestran su celo por las comunidades. Pero los gálatas saben que aquéllos son los culpables. Por eso no es necesario que Pablo los mencione nominalmente. Pero su celo no es un celo de Dios; más bien un celo egoísta. Quieren que se les siga a ellos, considerándolos como «supercristianos» que se someten incluso a la ley judía.

Su intención es separar a los gálatas. En su egoísmo, quieren ligárselos totalmente, quieren separarlos de su maestro Pablo, apartarlos de la gracia (Mat 1:6 s), hacerlos seguidores suyos (cf. 6,13). El predicador de Cristo, al contrario, no busca confirmar su personalidad creándose seguidores personales, sino servir a la salvación de sus oyentes en el Señor Jesús: «No nos proclamamos a nosotros mismos, sino que proclamamos a Cristo Jesús como Señor, y a nosotros como siervos vuestros por Jesús» (2Co 4:5).

18 Bueno es ser siempre objeto de vuestro celo en lo bueno, y no sólo mientras estoy presente entre vosotros. 19 Hijitos míos, de nuevo siento por vosotros dolores de parto hasta que Cristo sea formado en vosotros; 20 quisiera estar ahí en este momento para adaptar mi lenguaje, pues me tenéis perplejo.

Es bueno ser objeto de celo en lo bueno. Esto es lo que Pablo desea para sí. Deja que los que están libres de la ley le hagan objeto de su celo y desea también experimentar este celo por parte de los gálatas. Cuando estaba entre ellos le llevaban en palmas. Deben seguirle también ahora, aunque no esté entre ellos. A pesar de la distancia, debe aparecer patentemente que dependen de Pablo.

Los gálatas son hijos de Pablo. El Apóstol se dirige a ellos con insistencia paterna y suplicando. Su amor es el amor doloroso de una madre que da a luz a su hijo. Cristo debe ser formado en ellos. Esta es la razón de ser de los nuevos dolores de parto que Pablo sufre por su comunidad. Consisten en que hay que predicarles de nuevo la verdad del Evangelio. Hay que repetir el parto, en cierto modo, pues los gálatas están a punto de caer fuera de la gracia, de separarse de Cristo (2Co 5:4). Cuando recibieron el bautismo se revistieron de Cristo (2Co 3:27). Se hicieron uno en Cristo (2Co 3:28). Por eso ahora Cristo debe ser formado en ellos. Las comunidades deben aparecer ante el mundo como cuerpo de Cristo. Este es el objetivo final de la predicación de Pablo. Por razón de ese objetivo soporta Pablo los dolores, como una madre. Les dice la verdad, por doloroso que sea para él.

Si Pablo pudiera estar ahora en Galacia, su presencia aseguraría el éxito. Si pudiera adaptar su lenguaje, hablar con lenguas de ángeles (cf. 1Co 13:1), los gálatas no tendrían más remedio que escucharle. Pero no puede ser; Pablo está a varios cientos de kilómetros de distancia. En su carta ha tocado hasta ahora todos los registros del diálogo humano, desde la severidad hasta el amor materno, pasando por la exhortación insistente. ¿Qué más debe hacer? ¿Qué debe hacer para ganarlos de nuevo?

4. No SOIS HIJOS DE LA ESCLAVA, SINO DE LA LIBRE (4/21-31).

En medio de su perplejidad, Pablo acude de nuevo a la Escritura. Vuelve a argumentar apoyándose en la palabra de Dios. Una reflexión ulterior le ha llevado a esta argumentación complementaria, que saca también de la historia de Abraham. La ley misma da testimonio del carácter transitorio de la ley. Lo que Pablo expone ahora y ofrece a nuestra consideración se encuentra en la ley, en los cinco libros de Moisés entendidos como instrucción divina (torah). Para ser heredero de la promesa no basta, como creen los judíos (cf. Mat 3:9), ser hijo de Abraham. Hay que ser hijo de Abraham como Isaac, no como Ismael: hay que ser hijo de Abraham «en virtud de la promesa», no por generación «según la carne» (4,23). La verdadera filiación de Abraham no se recibe por generación «según la carne», sino por descendencia «según el Espíritu» (4,29). Los cristianos «como Isaac» son «hijos de la promesa» (4,28). A esta idea principal se subordinan otras. Ismael, el hijo de la esclava, se contrapone a Isaac, el hijo de Sara, la libre (4,22). Igual que entonces Ismael persiguió al hijo de la libre, los verdaderos hijos de Abraham, los libres, son perseguidos hoy por aquellos que sólo son hijos según la carne (4,29-30).

a) Los dos hijos de Abraham (4,21-23).

21 Decidme vosotros, los que os empeñáis en estar bajo la ley, ¿es que no comprendéis la ley? 22 Escrito está, en efecto, que Abraham tuvo dos hijos: uno, de la esclava: y otro, de la libre. 23 Ahora bien, el de la esclava fue engendrado según la carne; pero el de la libre, en virtud de la promesa.

Pablo pide a los gálatas una respuesta, como si estuviera presente. La deferencia con que tratan a los adversarios del Apóstol muestra que quieren estar bajo la ley (4,9). Quisieran tomar la ley como camino para conseguir la herencia de Abraham. Pero quien entiende rectamente la ley, que es el núcleo de la Sagrada Escritura judía, no puede querer eso.

Pablo resume lo que el Génesis dice de los hijos del patriarca (Gen 16:15; Gen 21:1-21), mostrando que la Escritura habla de dos hijos de Abraham, que se distinguen esencialmente por su origen. Uno, Ismael, es hijo de Agar, la esclava que Abraham había tomado como concubina; el otro es Isaac, el hijo de Sara, la esposa libre. No sólo las madres de ambos son esencialmente diversas. También la forma en que nacen y viven es fundamentalmente distinta. Ismael fue llamado a la vida por el camino natural de la generación; Isaac, en virtud de la promesa.

No debe su existencia al acontecer natural solamente, sino a la promesa divina 51.

……………

51. Cf. a este respecto Gen 15:4; Gen 17:16.19.

……………

b) Agar engendró para esclavitud (Gen 4:24-25).

24 El sentido de este relato está más allá de la misma letra: estas mujeres son dos alianzas; una, que partiendo del monte Sinaí, engendra para un estado de esclavitud. Es Agar 25 (pues el monte Sinaí está en Arabia) y corresponde a la Jerusalén actual, que de hecho continúa en estado de esclavitud, juntamente con sus hijos.

Pablo pasa ahora a explicar lo que la Escritura quiere decir al hablar de las dos mujeres y de sus hijos. El Apóstol ve en ello un significado que va más allá de sus personas históricas. La Escritura le habla simbólicamente, en «alegoría»; significa e indica algo más. Las dos mujeres de la historia del Antiguo Testamento son figuras de realidades nuevas del Nuevo Testamento. Se refieren simbólicamente a dos Testamentos que rivalizan entre sí. Son, expresados simbólicamente, dos órdenes distintos decretados por Dios. El de la mujer que dio a luz primero es la alianza del monte Sinaí, la «antigua alianza», desde el punto de vista de la nueva. Esta mujer, que representa la alianza del Sinaí, cuyo contenido esencial era la ley, engendra para un estado de esclavitud. Agar, la esclava, no puede dar a luz un ser libre; tampoco el Testamento que ella significa puede dar a luz hijos libres. Quien está sometido a él vive en esclavitud, en servidumbre.

Pablo expone a continuación las razones por las que Agar simboliza la alianza del Sinaí. El nombre de Agar es, probablemente, de origen árabe. Se la consideraba madre de los ismaelitas, que vivían como nómadas y comerciantes en las estepas situadas a oriente del Jordán y en el norte de Arabia (cf. Gen 21:21). Agar, pues, hace referencia a Arabia, donde se encuentra el monte Sinaí.

Pero el testamento del Sinaí, la antigua alianza, se vive hoy, en tiempos de Pablo, en Jerusalén. El judaísmo está sometido a la esclavitud de la ley del Sinaí. Agar, la esclava que ha engendrado para la esclavitud, pertenece por esencia a la Jerusalén actual. Coincide con ella, puesto que también Jerusalén, con sus hijos, vive en esclavitud.

c) Nosotros somos hijos de la libre (Gen 4:26-31).

26 Pero la Jerusalén de arriba es libre; es nuestra madre.

Pablo, sin terminar del todo el paralelo de Sara, pasa al verdadero objetivo de su argumentación: la libre es nuestra madre. No alude expresamente a la idea de que Sara -el nombre significa «princesa»- representa el decreto de Dios que engendra para la libertad, simboliza la nueva alianza que ha comenzado con Cristo y con la llegada de la fe. Esta nueva alianza de la libertad no se asienta en una ciudad terrena.

Su lugar es la Jerusalén de arriba. Para oídos judíos, comparar la ciudad santa del templo de Dios con Agar, que fue rechazada, debe parecer una blasfemia. Pero también en el judaísmo existía la idea de una Jerusalén celestial, opuesta a la Jerusalén de este mundo. La Jerusalén de arriba está en el mundo celestial de Dios. Si, pues, somos hijos de esta ciudad, ciudadanos de ella (Flp 3:20), ya no pertenecemos a la época antigua, sino a la nueva creación que Dios ha llamado a la vida. Nosotros, los cristianos, recibimos de esa Jerusalén celestial nuestra vida y la forma de nuestra vida: la libertad. En la Iglesia es ya actual el mundo nuevo. Como hijos de la libre debemos vivir libres de la ley.

27 Pues está escrito: «Alégrate, estéril, que no pares; rompe en gritos de júbilo, tú que no tienes dolores de parto, pues numerosos son los hijos de la desahuciada, más numerosos aún que los de la que tenía un esposo» (Isa 54:1).

Si la frase anterior nos hacía percibir ya el júbilo del Apóstol al referirse a «nuestra madre», la cita de Isaías muestra ahora, con toda evidencia, cuán grande es la alegría que llena a PabIo. Lo que el profeta del exilio de Israel dijo sobre la nueva alianza de gracia se cumple ahora. La mujer estéril debe prorrumpir en gritos de júbilo, porque le ha sido dada una fecundidad infinita.

¿Hasta qué grado puede aplicarse la palabra profética a la Jerusalén de arriba, a la libre Sara? Pablo la entiende como fundamento de la nueva libertad de los cristianos (Isa 4:26). En el libro de Isaías se representa a Sión-Jerusalén como una mujer (p. ej. 49,14-21). En tiempo de la cautividad de Babilonia Sión ha sido abandonada por su esposo y está sola. Sión ya no tiene perspectivas de fecundidad. El pueblo parece condenado a perecer. En medio de esta situación desconsoladora de soledad, el profeta alza su voz jubilosa anunciando el retorno del Señor junto a Sión, su «esposa». Jerusalén será bendecida de nuevo con descendencia. También Sara era estéril y estaba desahuciada, pero la intervención maravillosa de Dios hizo de ella madre de un gran pueblo. Mediante la palabra profética sobre Jerusalén, que recuerda a Sara, Dios muestra lo que ha de hacer en su día. Ahora se ha cumplido ya el plazo y Sara, la Jerusalén de arriba, ha sido bendecida con muchedumbre de hijos. La alegría de participar en la gran maravilla obrada por Dios, en la plenitud, ¿hará que los gálatas cambien de idea?

28 Por tanto, vosotros, hermanos, como Isaac sois hijos de la promesa.

Pablo llega al final de su argumento escriturístico. Una exclamación de alegría ha interrumpido el hilo de su discurso. Si la Jerusalén de arriba, la libre, es nuestra madre, los gálatas, a quienes el Apóstol vuelve a dirigirse directamente, son hijos de la promesa, como Isaac. No suspirarán, pues, por la esclavitud, encarnada en Agar y su hijo.

29 Pero como entonces el engendrado según la carne perseguía al engendrado según el Espíritu, así también ahora. 30 Mas ¿qué dice la Escritura? «Echa a la esclava y a su hijo; pues el hijo de la esclava no participará de la herencia con el hijo de la libre.»

Como si quisiera salir al paso a una objeción, Pablo añade un punto más a su argumento. Habla de cómo Isaac era perseguido por Ismael, cuando -así entendía el judaísmo la indicación de Gén 21,9- jugueteaba con el hijo de Sara, la libre. El hijo engendrado «según la carne» perseguía a su hermano, nacido «según el Espíritu», como a un rival. Pablo no se refiere ahora a Isaac llamándole hijo engendrado «en virtud de la promesa»; elige la expresi6n (engendrado) «según el Espíritu». Está aplicando ya a la situación actual lo que sucedió entonces. Por el Espíritu de Dios, son los cristianos hijos de Dios y de la Jerusalén celestial. Lo que sucedió entre Ismael e Isaac continúa sucediendo en tiempos del Apóstol. Los hijos de la Jerusalén terrena, de la esclavizada bajo la ley, persiguen a los hijos de la Jerusalén de arriba, la Iglesia. Externamente pueden parecer más fuertes que los hijos de la libre, y esto constituye una tentaci6n para los gálatas, pero, en realidad, la persecución demuestra ya que los herederos de la promesa son los hijos libres.

Esto lo confirma la Escritura. Dios no quiere que haya dos herederos, pues la herencia sólo puede corresponder a uno. La orden que da Sara de expulsar a la sierva está de acuerdo con la voluntad de Dios (Gen 21:12). El judaísmo legal no puede heredar lo que Dios ha prometido. Igual sucederá a todos aquellos que han recibido o viven su vida «según la carne». Nótese que la intimación a expulsar a la sierva no se dirige a los gálatas. No se les conmina a expulsar de la comunidad de Dios a los perseguidores; el Apóstol no alude a ellos, ni siquiera indirectamente. Tampoco en la cita recae esa intimación sobre Sara o Isaac, que son figuras de los hijos libres. Los gálatas deben tener confianza, a pesar de la persecución de que la sinagoga hace objeto a la Iglesia, pues la herencia, por voluntad de Dios, pertenece a los perseguidos.

31 En una palabra, hermanos, no somos hijos de la esclava, sino de la libre.

Pablo pone por segunda y última vez punto final a su argumento escriturístico. Apela de nuevo a la comunión que existe entre él y los gálatas. Se dirige a sus hermanos usando la primera persona: nosotros. Si piensan en que han sido engendrados espiritualmente, querrán vivir la nueva vida «según el Espíritu». No querrán edificar sobre la carne.

No somos hijos de una esclava. Los cristianos somos hijos de la libre. Esta es la consecuencia de la alegoría de Agar y Sara. Puesto que los rasgos de la figura alegórica de Isaac convienen a los escritos, ellos son los verdaderos hijos de Abraham, los herederos de la promesa, los hijos de la libre. Han recibido su nueva existencia «en virtud de la promesa», en virtud del Espíritu de Dios. Por eso están libres de la carga de la ley.

Fuente: El Nuevo Testamento y su Mensaje

Sección Teológica y Argumentativa (Gál 3:1-29; Gál 4:1-31; Gál 5:1-12)

Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción

El paso de la esclavitud a la libertad de los hijos e hijas de Dios (Gál 3:23-29; Gál 4:1-7)

Análisis de discurso

El análisis de este pasaje requiere considerar hasta Gál 4:7, aunque los versículos involucrados pertenezcan a capítulos diferentes. En efecto, el pensamiento de Gál 4:1-7 continúa el argumento iniciado en Gál 3:21, que contrasta la situación de las personas bajo el régimen de la ley con la de aquellas que ahora han puesto su fe en Cristo. Según Pablo, las primeras sufren dependencia y pérdida de libertad, mientras que las segundas gozan de libertad y de las bendiciones de Dios.

Para captar mejor el argumento de Pablo, se puede dividir este pasaje en tres secciones, de acuerdo con su contenido: Gál 3:1) la sección Gál 3:23-25, que describe la función de la ley como carcelero y pedagogo; 2) la sección Gál 3:26-29, que hace referencia a la transformación ocurrida al llegar la fe en Cristo, tanto en el nivel personal como en el comunitario; y 3) la sección Gál 4:1-7, que afirma la adopción de los creyentes como hijos e hijas de Dios y la donación del Espíritu, lo cual implica pasar de la minoría de edad al estado adulto de la fe.

Cuando Pablo compara la función de la ley con la del carcelero y la del pedagogo, está llevando su polémica a uno de los puntos más altos. Los judíos vivían en la convicción de ser libres, tal como Abraham lo había sido, y como más adelante lo sería todo el pueblo, a partir de sus orígenes con el éxodo de Egipto. El sólo escuchar que la ley los hacía esclavos nuevamente era mucho más que una provocación. La imagen del pedagogo, a su vez, contiene tres ideas que intentan ilustrar el efecto y el alcance de la ley: 1) su rol es temporalmente limitado, es decir, sólo es válido hasta que el niño llegue a su estado adulto; 2) su objetivo está fuera de sí mismo, no tiene razón de ser una vez cumplida su tarea; y 3) con su vigilancia excesiva le roba al niño la libertad. Por medio de estas metáforas, Pablo intenta darle más peso a su argumento: que los cristianos ya no son niños, sino adultos en la fe, lo cual significa que la ley ha perdido su función de pedagoga y ya no es necesaria.

En el resto del capítulo Gál 3:1-29, Pablo dirige su argumentación directamente a los hermanos y hermanas de Galacia, mediante el uso de la segunda persona plural. Así enfatiza las implicaciones de lo que ha estado diciendo para ellos y su problemática. El apóstol especifica que la nueva condición de hijos e hijas de Dios de los gálatas ha tenido lugar por el hecho de que ellos pusieron la fe en Cristo, haciendo pública su filiación por medio del bautismo. Aquí se menciona por primera vez el bautismo en la carta. El mismo adquiere en la discusión una importancia religiosa y social de grandes dimensiones, pues se aplica a hombres y mujeres, sin distinción, mientras que la circuncisión sólo involucraba a los hombres. De modo que, a partir de aquí, la filiación divina es una realidad que tiene consistencia teológica también para las mujeres, las cuales llegan a ser, en Cristo, “hijas de Dios”.

Pablo alude al bautismo como un “revestimiento” (v. Gál 3:27), lo cual generalmente incluye un significado escatológico (cf. 1Co 15:53.; 2Co 5:3); este lenguaje del revestimiento también es usado con frecuencia en expresiones éticas con sentido metafórico (cf. Rom 13:14; Rom 13:12; 1Ts 5:8). En Gálatas, dicho lenguaje quiere expresar que los creyentes reciben su nueva identidad de Cristo. Esa nueva identidad conduce a cambios profundos en todos los niveles, como a manera de síntesis se anuncia en Gál 3:28 : “Ya no importa el ser judío o griego, esclavo o libre, hombre o mujer”.

Es así también como los creyentes tienen una unidad vital en Cristo que los convierte en la descendencia de Abraham (v. Gál 3:29), así como Cristo es su descendiente. Y si son descendencia de Abraham, son también herederos de la promesa, la cual empiezan a recibir ahora por mediación del Espíritu. Este es el tiempo y los privilegios que Pablo describe en Gál 4:1-7.

Aquí, como en muchos otros pasajes a través de la Biblia, la introducción de un nuevo capítulo no indica un cambio en el discurso. Sabemos que la división de capítulos y versículos fue introducida por los editores muchos siglos después de que la Biblia fuera escrita. Esas divisiones, con frecuencia, no coinciden con los cambios de tema o de argumento del texto original.

En efecto, toda la sección Gál 4:1-7 continúa con el argumento iniciado en Gál 3:21, en el que se contrasta la situación de aquellos que están bajo la ley con la de aquellos que son hijos de Dios. Para Pablo, los primeros se caracterizan por la dependencia y la pérdida de libertad, mientras que los segundos, por la libertad y la comunicación confiada con Dios. Pablo llama a este período la “plenitud de los tiempos”. Es una expresión de origen apocalíptico que se refiere a la intervención de Dios en el tiempo que él ha determinado. Para Pablo, este tiempo ha llegado y se reconoce por el doble envío del Hijo y del Espíritu.

Gracias al Hijo y al Espíritu, los cristianos y las cristianas ahora gozan de la libertad y de la filiación, ya que se han convertido en adultos en la fe y han recibido por derecho propio la promesa hecha a Abraham. Han dejado se ser esclavos, o niños inmaduros, para convertirse en hijos e hijas de Dios. La prueba de ello es que Dios ha enviado a su vida el Espíritu, mediante el cual pueden dirigirse a Dios con toda confianza como “Abba, Padre querido”.

TÍTULO: Proponemos como título: “El paso de la esclavitud a la libertad de los hijos e hijas de Dios”, dado que recoge dos puntos centrales del pasaje. Por un lado, indica el paso de la esclavitud a la libertad, y por otro lado, pone énfasis en la inclusión de las “hijas”, algo que en el argumento de Pablo es muy importante y está presente en el bautismo y en las transformaciones mencionadas en Gál 3:28. La mayoría de las versiones se refieren solamente a los “hijos”, además de no aludir a los profundos cambios que destaca el pasaje: «Ahora somos hijos de Dios» (BL), «Hijos de Dios en Jesucristo» (BA), «Esclavos e hijos» (BP), «Hijos de Dios» (NVI).

Análisis textual y morfosintáctico

Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción

Toda la sección Gál 4:1-7 continúa la argumentación iniciada en Gál 3:21, contrastando la situación de aquellos que viven buscando cumplir la ley con la de aquellos que han puesto su confianza en Cristo. “Pero yo digo” es una expresión típica que Pablo usa con frecuencia para introducir la ampliación de un argumento previo (cf. Gál 3:17; Gál 5:16; Rom 15:8; 1Co 1:12). Con esta frase, Pablo anuncia que lo que dirá es continuación de la idea que viene explicando. Varias versiones dejan muy clara esta idea de ampliación del mismo argumento: Pero también digo, «lo que quiero decir es esto» (TLA), “y continúo mi argumentación” (Vidal: 99), “en otras palabras”. Es posible comunicar esta ampliación del argumento con las siguientes frases: “Déjenme ponerlo de otra manera”, “pero quiero continuar con lo que les acabo de decir”.

Pablo pone un ejemplo con el que intenta dejar claro que no es suficiente ser heredero legal, que es más importante tener libertad de acción y decisión. Él no niega que los judíos sean herederos de la promesa de Abraham, pero opina que no tienen libertad porque están sometidos a los mandamientos de la ley, como lo están los niños de los pedagogos: Entre tanto que el heredero es niño, en nada difiere del esclavo, aunque es señor de todo.

Decir que en nada difiere el esclavo respecto del niño de la familia es una hipérbole que quiere ayudar a clarificar la ilustración. Es una especie de exageración para llamar la atención sobre algo importante. Lo que Pablo afirma es que ambos viven bajo regulaciones y reglamentos.

La expresión es niño contiene una palabra griega que significa, literalmente, “infante” o “bebé”. La misma incluye un componente de inmadurez intelectual y moral, que es lo que Pablo tiene interés en subrayar. En efecto, el niño no tiene la edad suficiente para asumir responsabilidades legales. El niño, siendo aún menor, no puede realizar ningún acto excepto a través de su representante legal. En ese caso, es como si fuera un esclavo más de la casa: «Mientras el heredero es menor de edad, en nada se diferencia de un esclavo de la familia» (DHH96).

La expresión literal aunque es señor de todo es difícil de entender, por lo que es mejor ofrecer un sentido más claro en la traducción: «Aunque sea en realidad el dueño de todo» (DHH96), «a pesar de ser dueño de todo» (NVI), “de todos los bienes” (Vidal: 100).

Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción

Una lectura superficial de 4:1-7 podría sugerir que el Apóstol está comenzando una nueva sección. En realidad, esta es parte de la conclusión de su argumento doctrinal. Consiste en una ilustración que aclara lo que fue dicho anteriormente sobre la función de supervisión que cumplía la ley. Lo que es más importante, el pasaje sirve para llevar al clímax la doctrina sobre la condición de hijos.

La figura del paidagogos (utilizada en 3:24, 25, en el gr.) da lugar a la de guardianes y mayordomos en 4:2. Dado que éstos son los que están verdaderamente a cargo del niño, el hijo no difiere demasia do del esclavo en un aspecto muy importante: la posesión de la herencia. El niño tiene que esperar a que se cumpla la disposición soberana del padre en el día señalado. Aquí el énfasis sigue estando en los israelitas (los que estaban bajo la ley, v. 5), pero ahora Pablo introduce un nuevo término gr., stoicheia (principios elementales, v. 3; ver también el v. 9) que le permite extender la referencia a los gentiles también. El punto parece ser que así como los paganos están sujetos a algunos principios elementales de ceremonial, también en cierto sentido lo estaban los judíos. (Algunos eruditos apoyan la alternativa de que este término se refiere a poderes angélicos y demoníacos; cf. Col. 2:18-20.)

De cualquier modo, esta condición similar a la de un esclavo continuó hasta el momento del cumplimiento, cuando el Hijo de Dios se convirtió en hombre y se sujetó a la misma ley para poder liberarnos y hacernos hijos (4, 5). En este punto el Apóstol reintroduce el tema del Espíritu, con el que había apelado inicialmente a los gálatas (3:3; cf. también 3:14 y posiblemente la referencia al bautismo en 3:27). Sólo que ahora el significado del Espíritu está directamente relacionado con la doctrina de la condición de hijos. Dado que hemos recibido el Espíritu del Hijo de Dios, nuestros corazones saben que Dios es nuestro Padre y que somos herederos plenos. Nótese cuidadosamente cómo estas ideas son ampliadas en Rom. 8:14-17, 26, 27.

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

4.3-7 «Los rudimentos del mundo» son la etapa elemental de la práctica de la religión, tanto en la judía como en la pagana. Pablo usa la ilustración de la esclavitud para mostrar que antes de que Cristo viniera y muriera por nuestros pecados, la gente vivía esclavos de la ley. Pensando que podían salvarse por medio de ella, se esclavizaban al intentar guardarla y fallar en su cumplimiento. Pero los que una vez fuimos esclavos, ahora somos hijos de Dios y tenemos una relación íntima con El. Gracias a Cristo, no hay razón para tenerle miedo a Dios. Podemos acercarnos confiadamente a su presencia, sabiendo que nos recibirá como miembros de su familia.4.4 «Cuando vino el cumplimiento del tiempo», Dios envió a Jesús a la tierra para morir por nuestros pecados. Por siglos los judíos se preguntaban cuándo vendría el Mesías, pero el tiempo de Dios fue perfecto. Algunas veces podremos preguntarnos si Dios responderá muestras oraciones. Sin embargo, nunca debemos dejar de confiar en El o desesperar. A su tiempo responderá. ¿Está usted esperando el tiempo de Dios? Confíe en su juicio y verdad ya que El tiene para usted la mejor de las intenciones.4.4, 5 Jesús nació de una mujer, fue un ser humano. Nació como un judío, estaba sujeto a la ley de Dios, y la cumplió en plenitud. De esta manera Jesús fue el sacrificio perfecto, porque a pesar de que fue totalmente humano, nunca pecó. Su muerte compró libertad para los que éramos esclavos del pecado y que pudiéramos ser adoptados como miembros de la familia de Dios.4.5-7 Bajo la ley romana, un hijo adoptivo disfrutaba de todos los derechos legales relacionados con las propiedades de su padre, incluso si anteriormente fue un esclavo. No era un hijo de segunda clase, era igual a cualquier otro hijo, biológico o adoptivo, en la familia de su padre. Abba es una palabra aramea que significa padre. Jesús empleó este término para referirse al Padre en Mar 14:36. Como hijos adoptados de Dios, tenemos los mismos derechos de Jesús para con los recursos de Dios; de manera que podemos reclamar lo que ha provisto para nosotros: nuestra identidad total como sus hijos (véase Rom 8:15-17).4.13, 14 La enfermedad de Pablo era una prueba que él sobrellevaba mientras visitaba las iglesias en Galacia. El mundo es con frecuencia insensible al dolor y a la miseria humana. Pablo ensalzó a los gálatas por no haberlo rechazado, a pesar de que su condición era una prueba para ellos (no explica qué es lo que tenía). Este tipo de cuidado es lo que Jesús tuvo en mente cuando nos llamó para servirle entre los desamparados, los que tienen hambre, enfermedad y los que están en prisión como si fueran Jesús mismo (Mat 25:34-40). ¿Ignora usted a los que enfrentan dolor y dificultades o busca cuidar de ellos como si fuera Jesús mismo?4.15 ¿Ha perdido usted su gozo? Pablo temía que los gálatas hubieran perdido el gozo de su salvación por causa del legalismo. El legalismo anula el gozo porque: (1) hace que la gente se sienta culpable antes que amada; (2) produce aborrecimiento a uno mismo antes que humildad; (3) enfatiza logros antes que relaciones; (4) señala lo grande del fracaso antes que mostrar la distancia recorrida por medio de lo que Cristo hizo por nosotros. Si se siente culpable e inquieto, revise su enfoque. ¿Está viviendo por la fe en Cristo o trata de cumplir las demandas y expectativas de otros?4.16 Pablo no ganó popularidad cuando regañó a los gálatas por haberse apartado de su primera fe en Cristo. La naturaleza humana no ha cambiado mucho, nosotros todavía nos molestamos cuando se nos reprende. No margine a quien lo desafía. Puede haber mucho de verdad en lo que dice. Reciba toda palabra con humildad y medite cuidadosamente en ella. Si descubre que necesita cambiar una actitud o acción, dé los pasos que convengan para hacerlo.4.17 Estos falsos maestros reclamaban ser autoridades religiosas, expertos en judaísmo y cristianismo. Apelando a los deseos de los creyentes para hacer lo que es correcto, los persuadieron a seguir. Pablo dice, sin embargo, que estaban equivocados y que sus intenciones eran egoístas. Los falsos maestros, con frecuencia, son respetables y persuasivos. Esa es la razón por la que todas las enseñanzas necesitan ser analizadas a la luz de la Biblia.4.19 Pablo guió a muchas personas a Cristo y las ayudó madurar espiritualmente. Quizá una razón de su éxito como padre espiritual fue el interés profundo que sintió por sus hijos espirituales; comparó su dolor por la infidelidad de ellos al dolor del parto. Debiéramos tener el mismo interés por aquellos para quienes somos padres espirituales. Cuando usted guía personas a Cristo, recuerde estar a su lado para ayudarlas en su crecimiento.4.21ss La gente se salva por su fe en Cristo, no por lo que haga. Pablo hace un contraste entre aquellos que son esclavos de la ley (representada por Agar, la mujer esclava) y aquellos que son libres de la ley (representados por Sara, la mujer libre). Agar abusó de Sara (Gen 16:4) actitud que se asemejó a la persecución de los cristianos judíos por los judaizantes, que insistían en el cumplimiento de la ley a fin de ser salvos. Al final Sara triunfó porque Dios cumplió su promesa de darle un hijo, así como aquellos que adoran a Cristo en fe, también triunfarán.4.24 Pablo explicó que lo que sucedió con Sara y Agar es una alegoría o un cuadro de la relación entre Dios y la humanidad. Pablo usó una clase de argumento que era común en esos días y que tal vez fue usado por sus oponentes en contra de él mismo. TRES DISTORSIONES DEL CRISTIANISMOCasi desde el inicio, hubo fuerzas que actuaron dentro del cristianismo y que pudieron haberlo destruido o desviado. De estas, tres originaron muchos problemas y se han venido manifestando en diversas formas aún hasta el día de hoy. Las tres aberraciones se oponen al verdadero cristianismo.Cristianismo judaizanteCristianos son judíos que han reconocido a Jesús como el Salvador prometido. Sin embargo, todo gentil que desee llegar a ser cristiano, primero debe ser un judío.Teniendo un alto respeto por las Escrituras y su elección de los judíos como su pueblo, no querían ver que los mandatos de Dios se quebrantaran o menospreciaran.Tiende a agregar tradiciones humanas y normas a la Ley de Dios. También sustrae de las Escrituras la preocupación clara de Dios por todas las naciones.¿Aprecia usted la elección de Dios de un pueblo único por medio del cual El ofrece perdón y vida eterna a todos?Cristianismo legalistaCristianos son aquellos que viven de acuerdo a una lista larga de «no». El favor de Dios se gana con buena conducta.Reconocían que el cambio real originado por Dios debiera motivar cambios en la conducta.Tiende a convertir el amor de Dios en algo que se gana en lugar de aceptarlo como don. Podría reducir el cristianismo a un conjunto de regla imposibles y transformar las buenas nuevas en malas.Ya que el cambio es tan importante, ¿puede ver a Dios y desear cambios en usted diferentes a los que quisiera para otros?Cristianismo sin leyLos cristianos viven por encima de la ley. No necesitan normas. La Palabra de Dios no es tan importante como nuestro sentido personal de la dirección de Dios.Reconocían que el perdón de Dios no puede estar basado en nuestra habilidad para vivir de acuerdo a sus normas perfectas. Debe ser aceptado por fe como un regalo hecho posible por la muerte de Cristo en la cruz.Olvida que los cristianos son todavía humanos y fallan cuando procuran vivir sólo basándose en lo que «sienten» que Dios quiere.¿Advierte la necesidad de reconocimiento por los mandamientos expresados de Dios a medida que procura vivir en agradecimiento por su gran salvación?Cristianismo verdaderoCristianos son los que creen interna y externamente que la muerte de Jesús ha permitido que Dios les conceda perdón y vida eterna como un don. Han aceptado ese don por la fe como un regalo, y buscan vivir en gratitud obediente por lo que Dios ha hecho por ellos.Cristianismo es tanto privado como público, creído en el corazón y confesado con la boca. Nuestra relación con Dios y con el poder que El provee resulta en obediencia. Habiendo recibido el don del perdón y la vida eterna, somos desafiados diariamente a vivir con su ayuda.Evita los peligros mencionados.¿Cómo describirían su cristianismo los que están cerca de usted? ¿Piensan ellos que Dios los aceptará por su forma de vivir, o saben que usted vive porque Dios lo ha aceptado en Cristo?

Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir

REFERENCIAS CRUZADAS

a 174 Luc 2:51

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

1 (1) Esta misma palabra griega aparece en Efe_4:14 y se refiere a un menor de edad. Así también en el v.3.

Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro

26 (D) Prueba 4: La experiencia de los cristianos como hijos de Dios (4,1-11). Esta sección contiene otra defensa escriturística más del evangelio de Pablo, otra elaboración midrásica de la historia de Abrahán. Para con­vertirse en heredero de las promesas hechas a Abrahán no se requiere la realización de las «obras de la ley», sino más bien fe, la cual ha­ce a uno vástago suyo en sentido real. Esto queda ilustrado por las costumbres helenísti­cas y palestinenses sobre la herencia. 1. un ni­ño: Pablo utiliza népios, «infante», es decir, uno que no habla; mientras es menor de edad, no habla por sí mismo. 2. bajo tutores y administradores: Mediante la comparación de la si­tuación legal de los hombres adultos con la de un huérfano nacido libre, se explica el carác­ter transitorio de la ley. Pablo no está pensan­do en la ley romana, sino en la costumbre palestinense. Según ésta, el padre designaba un epitropos, «tutor», que manejaba las posesio­nes del niño en interés de éste (véase S. Belkin, JBL 54 [1935] 52-55; cf. J. D. Hester, en Oikonomia [Fest. O. Cullmann; Hamburgo 1967] 118-25). En apariencia y por un tiempo, el hi­jo menor de edad no era libre. 3. elementos es­pirituales del mundo: El significado de stoicheia tou kosmou (4,9; Col 2,8.20) es muy discutido: stoicheia podía significar «elemen­tos», «rudimentos» (de un saber, como en Heb 5,12), «sustancias elementales» (tierra, aire, fuego, agua), «signos elementales» (del zodía­co) o «elementos espirituales» (seres celestia­les que controlan los elementos físicos del mundo; cf. Ap 16,5). En el primer caso, la ex­presión vendría a significar «esclavos de modos rudimentarios de pensamiento y conducta». Pero hoy en día la opinión parece decantarse por el último significado, «esclavos de los elementos espirituales» (véase Betz, Galatians 204-05), puesto que al parecer se conciben co­mo seres personales paralelos a los «tutores y fiduciarios» y se describen como «los que no son realmente dioses» (4,8). 4. plenitud de los tiempos: A partir de la «fecha señalada» por el progenitor (4,2), Pablo amplía la aplicación de su comparación al momento de la historia en que tuvo lugar la intervención salvífica de Dios. La libertad humana llegó con Cristo. Dios envió a su Hijo: El vb. (ex)apostellein ad­quirió en la Iglesia primitiva un significado re­ligioso concreto: enviar a alguien al servicio del reino con autoridad plenamente cimenta­da en Dios (véase TDNT 1. 406). El «envío» es funcional; la misión del Hijo se expresa en la oración final. Nada se dice explícitamente so­bre la preexistencia del Hijo, que a lo sumo queda implícita (→ Teología paulina, 82:49-50). nacido de una mujer: El ptc. genomenon es aor., lo que recalca la asunción de la condición humana para la misión. La expresión procede del AT (Job 14,1; 15,14; 25,4; cf. 1QH 13,14). Habiendo nacido así, Jesús se sometió a la ley al ser circuncidado y con ello se hizo suscepti­ble de caer bajo su maldición. Pero, para que los gálatas no sacaran conclusiones erróneas, Pablo omite la mención de la circuncisión de Jesús. En vez de genomenon, «nacido», algu­nos autores patrísticos leyeron gennómenon, y entendieron este ptc. referido a la concepción virginal de María; se trata, sin embargo, de una interpretación anacrónica (véase MNT 37-38.42). 6. la prueba de que sois hijos: La conj. hoti puede significar «porque», y entonces la filiación adoptiva sería la base para el envío gratuito del Espíritu. Sin embargo, Rom 8,14-17 parece indicar que el don del Espíritu cons­tituye la filiación cristiana; de ahí que muchos comentaristas prefieran ese sentido también en este caso, «el hecho de que» (cf. S. Zedda, L’adozione a Figlio di Dio [Roma 1952]). el Es­píritu de su Hijo: El Espíritu es también obje­to de una misión desde el Padre (ho theos); en otros lugares es el don del Kyrios resucitado. (Para la conexión de esta expresión con la au­sencia en Pablo de una clara distinción entre Hijo y Espíritu, → Teología paulina, 82:61-64.) Abba, Padre: El Espíritu vivificante del Hijo re­sucitado es el principio dinámico de la filia­ción adoptiva (véanse Rom 1,3; 8,15-17). Él autoriza la más íntima convicción del cristia­no, cuando éste exclama ante Dios «¡Padre!». Sin el Espíritu, el cristiano no sería nunca ca­paz de proferir ese grito. El enf. ’abba’ ar., lit. «el padre», se usaba como voc.; cuando la pa­labra encontró acogida en comunidades gr., se añadió su equivalente literal gr., ho patér, y la combinación se convirtió en fórmula litúrgica (véase J. A. Fitzmyer, «Abba and Jesús’ Relation to God», A cause de l’évangile [Fest. J. Du­pont; ed. R. Gantoy; LD 123; París 1985] 57-81). 7. ya no esclavo: El cristiano está libre de la ley. por Dios: Algunos mss. menores leen «por Cristo» o «heredero de Dios por Cristo». 8. en vuestra ignorancia de Dios: Se recuerda el origen pagano de los gálatas (cf. 5,2-3; 6,12-13). Como los judíos antes de la venida de Cristo, los paganos también eran esclavos, pe­ro de los ídolos (1 Tes 4,5; 1 Cor 12,2). 9. co­nocidos por él: cf. 1 Cor 8,3. El conocimiento de Dios que tienen los gálatas no surgió simplemente de dentro de ellos; es el resultado de una predilección divina (idea del AT, véanse Gn 18,19; Am 3,2; Jr 1,5; Sal 139). ¿cómo po­déis volver? Adoptar prácticas judías no es abierto paganismo, pero reverenciar tales prácticas materiales, sometiendo a quienes las practican a los ángeles de la ley (3,19), sería una vuelta a la veneración de los elementos es­pirituales. 10. respetáis (ciertos) días, meses, estaciones y años: Se hace referencia a días co­mo el sábado y el Yôm hakkippûrîm; a meses como la «neomenia»; estaciones como Pascua y Pentecostés; años como los años sabáticos (Lv 25,5). Tales observancias serían las prácti­cas materiales de 4,9; Pablo es incapaz de ver razón alguna para que un cristiano de origen gentil observe tales cosas.

27 (E) Prueba 5: La experiencia de los gálatas en su relación con Pablo (4,12-20).
12. yo me hice como vosotros: Liberado de la esclavitud de la ley, y estando por tanto «sin ley» (1 Cor 9,21), Pablo empezó a predicar a los gentiles. Ahora apela a los gálatas directa­mente (vv. 12-20) como alguien que consideró apropiado abandonarlo todo; «Sed imitadores míos como yo lo soy de Cristo» (1 Cor 11,1; cf. D. M. Stanley, Bib 40 [1959] 859-77). 13. enfer­medad física: La primera evangelización de los gálatas realizada por Pablo se produjo con oca­sión de una afección (desconocida) del apóstol (BDF 223.3). por primera vez: La expresión to proteron puede suponer que la redacción de es­ta carta estuvo precedida por más de una visi­ta a Galacia (véase Heb 4,6; Herm [v] 3.12.1; [s] 9.1.3; cf. BAGD 722). 14. lo cual fue una dura prueba para vosotros: ¿Alusión a alguna dolen­cia física repulsiva? Pablo no llega nunca a dar más explicaciones sobre esto (cf. 2 Cor 13,7). un ángel de Dios: Pablo usa angelos no en el sentido de «mensajero», sino en el de «ángel» (1,8; 3,19; 1 Cor 4,9; 11,10; 13,1). Esto resulta sorprendente a la vista de su actitud respecto a los ángeles en el resto de Gál. 15. os habríais arrancado los ojos: Aunque esto podría indicar que Pablo sufría de alguna dolencia ocular, la hipérbole es evidente; le habrían dado lo que era más precioso para ellos. 16. deciros la ver­dad: Los gálatas se mostraban en otro tiempo rebosantes de gozo ante su predicación; ahora Pablo teme que esta carta, en la que les advier­te del peligro judaizante, los aleje. 17. quieren que os apartéis: De la comunidad cristiana, pre­dicándoos «otro evangelio». Su finalidad es que los consideréis como autoridades y maestros. 19. estoy sufriendo de nuevo dolores de parto hasta que Cristo llegue a tomar forma definiti­va en vosotros: La reestructuración de los cris­tianos según la forma o modelo de Cristo es la meta de los esfuerzos misioneros de Pablo. Su inquietud por sus «hijos» espirituales brota de un instinto casi maternal; cf. 1 Tes 2,7-8; 1 Cor 3,2.

28 (F) Prueba 6: La alegoría de Sara y Agar (4,21-31). Quizás el uso de la metáfora de la madre sugirió a Pablo otra elaboración midrásica de la historia de Abrahán, una ale­goría sobre Sara, la madre del auténtico here­dero, Isaac. 22. Abrahán tuvo dos hijos: Ismael, nacido de Agar, la esclava egipcia (Gn 16,1-6); e Isaac, nacido de su esposa Sara (Gn 21,2-5). Pablo pasa por alto los hijos que Abrahán tuvo de Queturá (Gn 25,2). 23. conforme a las leyes naturales: Gn 16,4.15. en virtud de la promesa: No la genérica hecha a Abrahán (Gn 12,2), si­no la especial de Gn 15,4 y 17,16-21. La inter­vención de Dios, consecuencia de la promesa, trajo a Isaac a la vida. 24. se trata de una ale­goría: Pablo les dice a sus lectores que las figu­ras históricas de la historia de Gn tienen para él una significación más honda (sobre allégorein, véanse TDNT 1.260-63; NIDNTT 2.754-56). las dos mujeres representan dos alianzas: Agar representa la alianza del Sinaí, y Sara re­presenta la hecha con Abrahán. Judíos y judai­zantes pueden enorgullecerse del pacto del Si­naí; para Pablo, «esclavizó» a los hijos nacidos de Abrahán «según la carne» -como el vástago de Agar, nacido en la esclavitud-. Los cristia­nos se glorían de la auténtica alianza hecha por Dios con Abrahán, pues ellos son hijos de Abrahán «según la promesa» -como el vástago de Sara, «sin ley» y libre-, 25. ahora bien, Agar es el monte Sinaí, que está en Arabia: Esta es la lectio difficilior, preferida por N-A“. Pero el ms. más antiguo de las cartas paulinas (P46) y va­rios más leen; «pues el Sinaí es una montaña de Arabia». En cualquier caso, deseando hacer hincapié en que la esclavitud introducida por la ley era la condición del hijo rechazado de Abrahán, Pablo identifica a Agar con el pacto del Sinaí y la «Jerusalén actual». El v. 25a es un detalle geográfico que explica cómo Agar, aun­que vinculada con un lugar sagrado fuera de la tierra prometida, se equipara, no obstante, a la «Jerusalén actual». Geográficamente, Agar re­presenta un lugar de Arabia, pero aun así es si­nónimo de esclavitud y corresponde a Jerusa­lén. Pero, ¿por qué menciona Pablo Arabia? Posiblemente debido a que el monte Sinaí está en Arabia, que es territorio ismaelita; asocia así el pacto del Sinaí con el patriarca epónimo de las tribus árabes (véase Gn 25,12-18). Pablo indica así que la ley misma proviene de un emplazamiento extrínseco a la tierra prometida y a los auténticos descendientes de Abrahán. A los excorreligionarios judíos de Pablo no les hubiera gustado esta alegoría, corresponde a la Jerusalén actual: La Jerusalén terrestre era pa­ra los judíos lo que en otro tiempo fue el Sinaí, el lugar de donde sale «la palabra del Señor» (Is 2,3; Miq 4,2). 26. la Jerusalén de arriba: La Jerusalén «celestial» (Ap 3,12; 21,2; cf. Ez 40; Zac 2; Ag 2,6-9) se identifica implícitamente con Sara y su prole, los hijos de Abrahán naci­dos libres. 27. está escrito: Lit., «fue escrito», fórmula introductoria corriente; véase J. A. Fitzmyer, ESBNT 9. Is 54,1 se cita según los LXX (próximo al TM). Las palabras del profe­ta van dirigidas a una Sión abandonada, invi­tándola a regocijarse ante el regreso de los exi­liados. Pablo aplica las palabras de Isaías a la alegorizada Sara, a la «Jerusalén de arriba». 29. En Gn 21,10 Sara, al ver a Ismael «jugan­do» con Isaac y ver en él al rival potencial pa­ra la herencia de Isaac, expulsa al niño y a su madre. Nada se dice en Gn de la «persecución» de Isaac por parte de Ismael, pero Pablo tal vez interprete el «juego» del mismo modo que la explicación hagádica palestinense de Gn 21,9 (véanse Josefo, Ant. 1.12.3 §215; Str-B 3.575-76). 30. «echa a la criada»: Pablo cita las pala­bras de Sara (Gn 21,10) como si fueran de Dios. Adaptando el texto, Pablo trata por todos los medios de que los gálatas se libren de los judaizantes -y, de manera bastante irónica, que obedezcan a la Torá misma-. 31. hijos de la libre: Así, el AT mismo apoya la tesis de Pa­blo de que en Cristo reina la nueva libertad de Dios. Adoptar las prácticas de los judaizantes equivale a perder esa libertad cristiana. Cf. M. McNamara, Mstud 2 (1978) 24-41.

Fuente: Nuevo Comentario Biblico San Jeronimo

de todo… Otra traducción posible: de todas las cosas.

Fuente: Biblia Textual IV Edición

O, niño

O, esclavo

Lit., señor

Fuente: La Biblia de las Américas

O de todas las cosas.

Fuente: La Biblia Textual III Edición

?INTRODUCCION?NOTAS?CAPITULO IV ?V. 1, 2:? Pero también digo: Entre tanto que el heredero es niño, en nada difiere del esclavo, aunque es señor de todo; sino que está bajo tutores y curadores hasta el tiempo señalado por el padre.?Otro golpe más asesta el apóstol a la justicia y las obras de la ley, y ya es la tercera vez que se vale para ello de un ejemplo tomado de la vida humana. Hay una estrecha afinidad entre este ejemplo y el primero, el del ayo, ya que trata del mismo niño. Pero también el ejemplo del testamento está relacionado con el niño, o al menos con el heredero. Tan rico en recursos es el apóstol cuando se trata de poner en claro el significado de la promesa de Dios. En primer lugar: siendo niño aún «el heredero no se diferencia en nada de los esclavos», en el sentido de que la potestad que tiene sobre los bienes paternos no es mayor que la de un esclavo. En segundo lugar: este niño es, a pesar de ello, «el señor de todo», pues habiendo sido nombrado heredero por su padre, tiene la firme esperanza de obtener la totalidad de los bienes paternos. En tercer lugar: «está bajo tutores y curadores hasta el tiempo señalado por el padre». No interesa si el apóstol se atiene aquí a las leyes romanas o a otras; lo digo porque Jerónimo observa que la ley romana fija como límite de la menoría del heredero la edad de veinticinco años.?1? Nosotros usaremos el ejemplo en la medida de lo necesario.?

Fuente: Comentario de Gálatas por Martin Lutero

[9] Casa de Israel.

[10] Todo Israel permanence en servidumbre a sus amos, los custodios, a pesar del hecho de que Israel fue escogido para ser la cabeza y no la cola de las naciones, y a pesar de la completa herencia divina de Israel en YHWH. Los custodios estaban y todavía están esclavizando a todo Israel.

[11] La Casa de Israel/Efrayím José fue vendida a servidumbre como esclavos para servir bajo el ojo vigilante de los custodios y mayordomos de la cultura anfitriona como medida disciplinaria hasta el tiempo cuando su Padre les traería misericordia y los liberaría de su servidumbre y de su cautividad.

[12] Los hijos de Israel eran esclavos del mundo, sus asuntos básicos elementales, y sus custodios civiles y religiosos al deambular por las naciones.

[13] Vea la nota en Gen 48:19. La plenitud del las naciones es la semilla de Israel-Efrayím.

[14] Vea la nota en Rom 11:25-26. Todo Israel será salvo cuando la “plenitud de los gentiles,” o Israel-Efrayím entre.

[1] Luc 4:18. La tarea de redimir a los cautivos y libertarlos pertenece a Moshiaj.

[2] Yahshua.

[3] Hecho, traído como humano por y a través de la nación de Israel. En las Escrituras la mujer simepre es una metáfora para la nación de Israel, como puede verse en Apocalipsis 12, Ezequiel 23, Jer 3:20, Jer 31:32, y otras partes más.

[4] La palabra Griega es nomos. La palabra aramea es namosa y significa cualquier ley, principio, norma , regla, o costumbre (secular, o religiosa). No significa la Torah de Sinaí a menos que se observe específicamente en un contexto dado.

[5] En contexto Israel dió a luz a Moshiaj cuando la ”plenitud de las naciones” estaba por ser despertada, y cuando el Moshiach naciera en Israel aún bajo dominación, gobierno, opresión, y esclavitud de Roma. Eso incluía políticamente, así como varios sistemas de “obras de ley” espiritualmente. El nació bajo leyes esclavas nacionales por cierto.

[6] Con el fin de que pudiera redimir a aquellos que estaban bajo las leyes del poder dominante de las reglas, autoridad y estructuras esclavizantes humanas de sus maestros como Roma, o el gobierno herodiano.

[7] Moisés el autor de la Torah nació de la mujer Israel, bajo la ley, gobiemo y autoridad de Egipto. Del mismo modo Yahshua nació de la mujer Israel, y nació bajo la ley, gobierno, y autoridad de Roma.

[8] Conforme a Lam 5:1-3 y Ose 4:6 y ortras referencias, Israel a pesar de ser heredero de todo, por la rebelión y el adulterio espiritual se habían vuelto esclavos. Gal 4:1 comienza con el duro y frío hecho de que Israel no era diferente a un esclavo,debido a custodios y a otros esclavizándola con sus nomos/leyes, o regulaciones hechas por el hombre. Se habían vuelto huérfanos de YHWH.

[9] Sin embargo, a pesar de haberse vuelto huérfanos, en los últimos días cuando la “plenitud del tiempo” determinado por El Padre venga, Israel nuevamente restaurado como hijo y readoptado dentro de la familia eterna de YHWH.

[10] Note que cuando tenemos al verdadero Espíritu de YHWH, clamamos y hablamos en Hebreo, y evitamos títulos falsos para El Padre.

[11] Nuestra posición actual después de la obra. Es esta libertad que debemos guardar a menos que las nomos/leyes y rangos espirituales hechos por el hombre, reglas y gobernantes regresen a traernos de vuelta a la esclavitud.

[12] Antes que Moshiaj viniera a liberar a Israel, ellos estaban en esclavitud a los gobernantes políticos y a sus líderes espirituales falsos, así como también a sus falsos seres poderosos tales como Jupiter, Zeus, Hermes etc. Ahora que el Israel Nazareno conoce a YHWH, ellos deben evitar a todos los maestros de esclavitud, aún a aquéllos que vienen de Jerusaleñ y de Judah, si vienen con unas Buenas Nuevas diferentes.

[13] Esto no puede estar hablando de la Torah, puesto que la Torah es la palabra de YHWH, y es eterna y por ello nunca puede ser descrita como débil, pobre, o elemental por un rabí judío. A lo que éstos exiliados estaban regresando no era la Torah, sino las nomos/leyes del hombre con todas sus variantes y permutaciones, con mucho de ello viniendo de Jerusaleñ, llevándoles a regresar a la esclavitud a los hombres.

[14] El único modo de no rendirse a ese anhelo es obedecer a Yahshua nada más y seguir Su camino en cuanto a cómo incorporar la Torah “decentemente y en orden,” sobre una base progresiva.

[15] Los calendarios y días de fiesta dados por aquellos traían “obras de ley.” Esto incluía un calendario pagano de días y épocas especiales dadas a ellos por sus maestros. Israel una vez libertado, debe apegarse a la Torah y no a llos timepos de sus amos terrenales.

[16] Clara evidencia de que la prueba de Pablo en la carne era estar mal de los ojos o una vista mala. Sus reacciones con los Galut-Yah eran tan fuertes que ellos lo aceptaron con su debilidad, y habrían hecho todo lo que hubieran podido para restaurar sus ojos. Ahora él está tratando de restaurarles de vuelta a la verdad y a la correcta visión espiritual.

[17] En su intento de detenerlos de regresar a las “obras de ley” del hombre él se había hecho de muchos enemigos. En nuestra búsqueda y cuidado de la verdad, los enemigos se harán de aquellos que anteriormente eran íntimos amigos.

[1] El anhelar lalibertad en Moshiaj y Su Torah es una cosa buena. El anhelar sus rangos religiosos y programas pervertidos de búsqueda de justicia propia, los llevará de vuelta a una dominación de Efrayím por Judah, y de éste modo a una negación completa de la obra de restauración de Yahshua.

[2] Una época de error siempre necesita supervision apostólica hasta hasta que la verdad pueda vencer la atadura del error. Como aquel que dió a luz esta congregación, él ha entrado a parto espiritual hasta que Israel regrese a la verdad.

[3] Nomos de leyes del hombre, o las “obras de ley.”

[4] La Torah es lo que debes estar oyendo para mantenerte y guardarte de las nomos del hombre y de todos sus tutores.

[5] La siguiente alegoría no tiene nada que ver con la Torah. El asunto es sobre la correcta interpretación de la Torah. En este caso, aquellos que clamaban para la circunsición inmediata de los Efraimitas que regresan no tenían un entendimiento adecuado de cuándo y porqué debía hacerse. Estos falsos maestros era los amos, y los gálatas los esclavos, quienes se sujetaban a sus leyes y requisitos hechos por el hombre. Era la Torah la que tenía la promesa de su regreso y redención, no estos maestros en Jerusaleñ.

[6] Ismael y Esaú.

[7] Isaac.

[8] Ésta alegoría es una historia que perfila una verdad implícita. Es el método Hebreo de interpretación conocido como drash.
[9] Esto no enseña que la Torah es esclavitud. En esta alegoría , o historia, el monte Sinaí corresponde a, o es cómo, Jerusalem que produce esclavos. Espiritualmente los residentes en Jerusalem en su inmensa mayoría no eran salvos y eran los que estaban actuando en “obras de ley” por su propia comunidad religiosa, y hacer así a un creyente subsirviente de otro. Aún más, Edom, o Roma estaba en completa y total ocupación militar y política de todos los residentes de Jerusalem. Era de ese modo en el tiempo de Yahshua, y sigue siendo así actualmente. Jerusalem operando en, por y bajo el espíritu de Ishmael, o Edom, continúa esclavizando a los Yisraelitas que aún buscan libertad en todos los lugares correctos. Fíjese de nuevo, que la Torah no produce esclavos, sino que son las personas y líderes en Jerusalem operando a través de Hagar la mujer esclava, quienes están bajando a Galacia, con la intención de hacer lo mismo con Efrayím, como han hecho con muchos en Judáh.
[10] Libre de la esclavitud y perversion doctrinal de cualquier tipo.
[11] La Jerusalém de arriba, que opera a través d El Espíritu de YHWH e Isaac, libera a Yisrael para ser como Yahshua y Su Torah, y produce hombres y mujeres como Yahshua, no como la Jerusalém terrenal. Todos los Yisraelitas nacidos de nuevo deben declarar lealtad a la Jerusalém de arriba, que nos ha engendrado a través de El Espíritu, y no el espíritu de Edom que ha puesto a los hijos de Yisrael en una esclavitud funcional y terminal, La comparación no es de ley, o Torah versus gracia, como algunos enseñan falsamente, sino son dos mujeres diferentes, operando por dos espíritus diferentes provenientes de dos diferentes Jerusalém, produciendo dos clases diferentes de hijos. Uno preparado para el diablo, uno apartado para YHWH. A pesar de la clara amonestación de la Escritura, muchos todavía insisten en tomar esta alegoría y convertirla en un literal alego argumentativo en contra de la Torah.
[12] Por todo el globo.
[13] Publica las Buenas Nuevas/ Noticias.
[14] La descendencia de Efrayím (4 billiones, vea notas en Deu 1:10-11) es mucho más que los más o menos 16 millones de Judah.
[15] La antigua estéril es Israel-Efrayím, que no tenía marido debido a su divorcio. Subsecuentemente y consecuntemente, no tenía hijos. Ahora en y a través de las Buenas Nuevas, la que estaba divorciada y era estéril se vuelve a casar y renovar, y está concibiendo a multitudes de hijos Yistraelitas para YHWH, ya que ha comenzado a operar en plena obediencia y agrado a Moshiaj y a Su Torah. La antigua mujer divorciada (Efrayím, o Israel no judío), es aún más fructífera que Judah, atada en su mayor parte por el espíritu de Ismael que obra en la ciudad terrenal de Jerusalén entre sus residentes.
[16] En este momento del tiempo después de la primera venida de Moshiaj.
[17] Isaac era tanto Ysrael físico como espiritual, y lo mismo somos todos los creyentes en Moshiaj, ya que este versículo es claro al decir que somos como Isaac y no se limita sólo al estatus espiritual ni físico Israelita, sino que ahora podemos declarar ambos papeles y posiciones. Esto aplica a Judíos y Efraimitas salvos.
[18] Simiente prometida a través de Abraham, Isaac, y Jacob.
[19] La Jerusalén terrenal está llena de la simiente de Esau/Edom/Roma y a sus influencias religiosas, junto con muchos Judíos seculares, que no creen en nada más que en ellos mismos, lo cual es una forma de idolatría. Estos elementos buscan perseguir al pequeño remanente de Ysraelitas Nazarenos que aún caminan y viven para Yahshua y la Torah tanto en el exilio/diáspora y de regreso a la tierra. Como fue en ese entonces así permanece actualmente. Hoy en día, algunos en Jerusaleñ buscan el retorno de Efrayím a la tierra, pero los relegan a un estatus de segunda si creen en Yahshua, en sus vanos intentos de ponerse ellos mismos en el mismo lugar de YHWH.
[1] Esto es más que una exhortación más. Es un mandato bíblico que hemos de hacer como hizo nuestro padre Abraham, ésto es, echar de entre la gente a aquellos que están viniendo a cambiar la obediencia a la verdadera Torah, y a su vez convirtiéndola en obediencia a su propio “maestro de la rectitud” y a sus “obras de nomos.” Basado en este precedente en Israel, Pablo apela a los Galut-Yah a tomar acción inmediata y enviar a estos legalistas por donde vinieron de vuelta a Jerusaleñ.
[2] Libres para servir y seguir la verdadera Torah que guarda la promesa de repatriación a todos los que deseen convertirse en Israel, o hallar su camino a casa rumbo a Israel.

Fuente: Escrituras del Nombre Verdadero

[9] Hebr 7, 18.[13] 2 Cor 12, 7.[22] Gen 16, 15; 21, 2.[23] Que ya era una mujer anciana y estéril.[27] Is 54, 1.[30] Gen 21, 10.

Fuente: Notas Torres Amat