Comentario de Gálatas 4:3 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

De igual modo nosotros también, cuando éramos niños, éramos esclavos sujetos a los principios elementales del mundo.

4:3

— Así también nosotros, cuando éramos niños, — Antes de llegar «la fe» (3:25) y los judíos todavía estaban bajo la ley de Moisés como ayo (tutores y curadores).

— estábamos en esclavitud bajo los rudimentos del mundo. — La palabra rudimentos viene de «stoicheion… los principios rudimentarios de la religión, judaica o gentil, descritos también como ‘los rudimentos del mundo’, Col 2:20, y como ‘los débiles y pobres rudimentos’, Gál 4:3; Gál 4:9, que constituían un yugo de esclavitud» (Vine). Con esto Pablo describe el carácter elemental y rudimentario de la ley de Moisés. Col 2:14-23 describe los rudimentos del mundo, tanto los de la ley de Moisés como los de otras religiones. Para Pablo todos los rudimentos esclavizan y Cristo es el único que nos puede liberar de ellos.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

cuando éramos niños. Gál 3:19, Gál 3:24, Gál 3:25.

estábamos en esclavitud. Gál 4:9, Gál 4:25, Gál 4:31; Gál 2:4; Gál 3:23; Gál 5:1; Mat 11:28; Jua 8:31; Hch 15:10; Rom 8:15.

bajo los rudimentos. Gál 4:9; Col 2:8, Col 2:20; Heb 7:16.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

cuando éramos niños, estábamos en esclavitud hace un paralelo con los «niños» y «esclavos» del v. Gál 4:1. Algunos creen que por rudimentos Pablo se refiere en este versículo a las «fuerzas espirituales elementales». Como en la astrología actual, los antiguos asociaban las fuerzas espirituales con «los elementos», como la tierra, aire, fuego y agua. Pero el contexto, y el uso de Pablo de la palabra en otras partes (Col 2:8, Col 2:20), favorece la interpretación de los rudimentos como «principios elementales o regulaciones», tal vez de la ley judía o de aspectos de ella (cf. Heb 5:12-14; Heb 6:1-3). Esto lo confirma el contexto al usar los rudimentos del mundo como paralelo a los «tutores y curadores» del (v. Gál 4:2), así como al rol de la Ley en Gál 3:23-25. Estos rudimentos se describen como «débiles y pobres» en el (v. Gál 4:9) y se relacionan con lo que parece ser las observancias del calendario judías, en el (v. Gál 4:10).

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

cuando éramos niños … en esclavitud. Antes de alcanzar nuestra «mayoría de edad», cuando llegamos a tener fe en Jesucristo para salvación. los rudimentos del mundo. En griego, la palabra «rudimentos» se deriva de un vocablo que significa «fila» o «rango» y se empleaba para aludir a cosas básicas y fundamentales como las letras del alfabeto. En vista de su uso en el v. Gál 4:9, es preferible considerarla aquí como una referencia a los elementos y rituales básicos de la religión humana (vea la nota sobre Col 2:8). Pablo describe las religiones de judíos y gentiles por igual como rudimentarias porque solo son humanas y nunca podrán elevarse a la categoría divina. Tanto la religión judía como la religión gentil se centraba en sistemas de obras fabricados por los hombres. Estaban llenas de leyes y ceremonias que debían realizarse con minuciosidad para alcanzar la aceptación divina. Todos esos elementos rudimentarios son una muestra de inmadurez, como la conducta de los niños que todavía están bajo servidumbre a un custodio o guardián.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

4:3 — Así también nosotros, cuando éramos niños, — Antes de llegar «la fe» (3:25) y los judíos todavía estaban bajo la ley de Moisés como ayo (tutores y curadores).
— estábamos en esclavitud bajo los rudimentos del mundo. — La palabra rudimentos viene de «stoicheion… los principios rudimentarios de la religión, judaica o gentil, descritos también como ‘los rudimentos del mundo’, Col 2:20, y como ‘los débiles y pobres rudimentos’, Gál 4:3; Gál 4:9, que constituían un yugo de esclavitud» (Vine). Con esto Pablo describe el carácter elemental y rudimentario de la ley de Moisés. Col 2:14-23 describe los rudimentos del mundo, tanto los de la ley de Moisés como los de otras religiones. Para Pablo todos los rudimentos esclavizan y Cristo es el único que nos puede liberar de ellos.

Fuente: Notas Reeves-Partain

Ahora Pablo pasa a aplicar de manera directa la ilustración presentada: Así también nosotros, «lo mismo pasa con nosotros» (DHH96). El pronombre nosotrosdebe entenderse como una referencia a los cristianos en general, tanto de origen judío como no judío. Pablo describe la condición de ellos antes de convertirse en cristianos como una época de sometimiento a poderes exteriores a los seres humanos.

La palabra en plural stoijeia puede referirse a diversos elementos que ejercen poder, pero no tiene un significado único, lo cual se refleja en las diversidad de traducciones: Rudimentos del mundo, «poderes que dominan este mundo» (DHH96), «elementos del mundo» (BJ), «elementos cósmicos» (BP), «poderes cósmicos» (BA), «lo elemental del mundo» (NBE). Pablo concibe el tiempo que se extiende hasta la llegada de la fe cristiana ―es decir, hasta el advenimiento de Cristo― como una época de esclavitud de los seres humanos bajo los elementos del mundo. El poner la confianza en Cristo es un acto de madurez espiritual que marca la diferencia respecto de la infancia espiritual, expresada con la frase cuando éramos niños, «cuando éramos menores de edad» (DHH96), «cuando todavía no conocíamos a Cristo» (TLA), “antes de que alcanzáramos la madurez espiritual”, “antes de que entendiéramos plenamente”.

TLA entiende los poderes o elementos mencionados en este versículo como seres que actúan por iniciativa propia: «Los espíritus que controlan el universo nos trataban como si fuéramos sus esclavos». La traducción podría acentuar más la continuidad con el ejemplo del versículo anterior: “Lo mismo que ocurre con los niños puestos bajo esta autoridad ajena sucedía antes con nosotros: Andábamos de aquí para allá, creyendo en cualquier cosa, siempre dominados y temerosos”.

Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción

— realidades mundanas: O bien: potencias cósmicas (lit. elementos del mundo). Expresión cuyo significado es un tanto difícil de precisar. Pablo utiliza el vocablo griego “estoigeia” (que aquí se traduce por elementos, realidades, potencias) en este mismo contexto (Gál 4:9) y en Col 2:8; Col 2:20. También lo encontramos en Heb 5:12. En todos estos lugares parece evocar un sentido de fragilidad y de transitoriedad en oposición a la consistencia de la salvación aportada por Cristo.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

REFERENCIAS CRUZADAS

c 176 Col 2:8; Heb 9:10

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

cosas elementales. Es decir, las enseñanzas de la ley, o tal vez, las viejas costumbres paganas.

Fuente: La Biblia de las Américas

3 (1) La misma palabra griega aparece en Heb_5:12 . Es decir, principios elementales, lo cual se refiere a las enseñanzas rudimentarias de la ley (véase la nota 8 (3) de Col 2). Así también en el v.9.

Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro

los rudimentos del mundo. I.e., la esclavitud de las prácticas legalísticas del judaísmo (también v. Gál 4:9).

Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie

esclavizados… Gr. doulóo = esclavizar, hacer esclavo, someter a esclavitud → §273; rudimentos… Gr. stoijeíon → §253.

Fuente: Biblia Textual IV Edición

O, enseñanzas, o, principios rudimentarios

Fuente: La Biblia de las Américas

Lit. los principios básicos del universo.

Fuente: La Biblia Textual III Edición

?V. 3:? ?Así también nosotros, cuando éramos niños, estábamos en esclavitud bajo los elementos?2? del mundo.?Pablo despliega su cuadro detalle por detalle: el «heredero niño» somos nosotros; los «tutores» son los elementos del mundo. «En nada diferimos» de los «esclavos», puesto que «estábamos en esclavitud». Y sin embargo éramos «señores de todo», porque así lo había predestinado el Padre celestial. De los herederos y de la herencia ya se habló con detenimiento más que suficiente, a saber, que los «herederos» son la descendencia de Abraham, o sea, Cristo y los cristianos; la «herencia», en cambio, es la gracia y la bendición que por la fe en Cristo es derramada sobre los gentiles. Por otra parte, también de la esclavitud de los herederos ya se habló en párrafos anteriores, si bien con otros términos.?3? Pues esclavos son los que sirven no con miras a obtener la herencia del padre de familia; antes bien, sirven por un pago, o hasta hacen sus obras compelidos por el temor al castigo. Por esto, como dice Cristo, «el esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo sí queda para siempre» (?Jn. 8:35?). Muy bien se ejemplificó esto en la escena descrita en ?Génesis 21? (v. 14) cuando Ismael, el hijo de la sierva, fue echado de la casa después de que se le habían dado algunas provisiones para el viaje, y en ?Génesis 25? (v. 5, 6), donde leemos que «Abraham dio todo cuanto tenía a Isaac. Pero a los hijos de sus concubinas dio Abraham dones, y los envió lejos de Isaac su hijo». Así ocurre también con nosotros: cuando todavía no vivimos en la gracia, sino en la ley, hacemos las obras de la ley con el ánimo de un esclavo, es decir, compelidos por él temor al castigo o atraídos por una recompensa temporal. Todo esto empero nos enseña a suspirar por la herencia, o sea, por la fe y por la gracia, a fin de que, arrancados de ese estado de esclavitud, podamos cumplir la ley como hombres liberados por el Espíritu, hombres que ya no temen el castigo ni apetecen una recompensa; en otras palabras: hombres que ya no «están en esclavitud». Entretanto somos «señores de todo» en el sentido de que Dios nos ha predestinado y preparado esta herencia, y nos instruye, mediante el temor servil al castigo y el amor a los bienes prometidos en la ley, para que dirijamos nuestro deseo hacia aquella herencia, y no permanezcamos en la esclavitud junto con los judíos y los hipócritas. Permaneceremos empero en la esclavitud cuando sentimos que por el temor al castigo y el amor a la recompensa no vamos amando más y más a la ley sino antes bien odiándola más y más; porque como ya dije, preferiríamos que la ley ni existiera. De este modo la ley de hecho nos «empuja» hacia la herencia, y por ésta, llegamos a ser entonces «señores de todo», esto es, entramos en posesión de la bendición de Cristo mediante la fe.?Respecto de los «elementos del mundo» _los «tutores y procuradores»_ se han hecho muchas y variadas conjeturas. Para decirlo brevemente: Cuando en este pasaje se habla de «elementos», no debemos pensar en lo que la filosofía?4? designa con este nombre: fuego, aire, agua, tierra; aquí se trata más bien de una forma de hablar característica del apóstol, y de una expresión de la terminología gramatical.?5? Los «elementos» son, por lo tanto, las mismas letras de la ley, las letras de que se compone la ley. También en ?2 Corintios 3? (v. 6) y otros pasajes (?Ro. 2:27?, ?29?) Pablo llama a la ley «letra», de modo que el plural «elementos» es sinónimo de «lo que está escrito», «la ley escrita». No necesitamos para ello más pruebas que la autoridad del apóstol mismo; él dice: «Estábamos bajo los elementos del mundo», y casi a renglón seguido (v. 5) declara: «. . .para que redimiese a los que estaban bajo la ley’, demostrando así que con «ley» y «elementos» él entiende una y la misma cosa. Por otra parte, aun «habiéndose cumplido el tiempo» (v. 4), también los redimidos continúan estando bajo los elementos del mundo físico. Y más adelante (v. 9) leemos «¿Cómo es que os volvéis de nuevo a los débiles y pobres elementos a los cuales os queréis volver a esclavizar?», e inmediatamente después, a manera de explicación de sus propias palabras: «Guardáis los días y los años, etc.». «Guardar días y años», por lo tanto, es «volverse a los elementos», y esto a su vez es «volverse a la letra de la ley».?Pero tampoco la razón permite que con «elementos» se entiendan ídolos o elementos naturales, como pensaron algunos.?6? Se opone a ello el hecho de que en ninguna parte se lee que los judíos jamás hayan rendido culto a los elementos. Además, en tal caso Pablo tendría que haber dicho más bien: «Estábamos bajo la potestad de ídolos o de las tinieblas», como lo hace en la carta a los Romanos y en otras partes (?Ro. 2:22?; ?Ef. 6:12?; ?Col. 1:13?). Y en tercer lugar, Pablo afirma, en la forma más general posible, que mientras aún no creían en Cristo, todos los hombres sin excepción alguna «estaban en esclavitud bajo los elementos». Si esto no se entiende como referencia a la ley, no hay forma alguna de entenderlo. La ley, en efecto, «lo encerró todo bajo pecado», como Pablo ya había dicho antes (cap. 3:22). Además no debemos pasar por alto que en el presente texto el apóstol no hace otra cosa que comparar entre sí la ley y la gracia, con la intención de exaltar a ésta y relegar a un plano inferior a aquélla. Pero sobre todo es de notar que aquí se trata de una forma de hablar de uso corriente en los escritos del apóstol, p. Ej. en ?Colosenses 2? (v.8): «Mirad que nadie os engañe por medio de hueca filosofía, según las tradiciones de los hombres, conforme a los elementos del mundo, y no según Cristo». Pues tampoco se ha de dar crédito a San Jerónimo quien se viene con ideas bastante remotas y sostiene que los «elementos» en ?Colosenses 2? no son los mismos que los mencionados aquí en Gálatas.?7? Sí que son los mismos: lo que en Colosenses es llamado «elementos» son los escritos y las doctrinas del mundo, esto es, de los hombres, o más exactamente, las disposiciones hechas respecto de las cosas de este mundo. En el mismo pasaje, un poco más adelante (?Col 2:20?), se lee: «Pues si habéis muerto con Cristo en cuanto a los elementos del mundo, ¿por qué, como si vivieseis en el mundo, os sometéis a preceptos?» Que lo aquí expuesto es fiel reflejo de la opinión del apóstol, queda probado por lo que sigue inmediatamente (?Col. 2:23?) , donde Pablo habla de las prácticas supersticiosas de los judíos, tal como lo hace aquí (?Gá. 4: 9?). Pero también en ?Hebreos 5? (v. 12) lo vemos emplear este término del mismo modo: «Tenéis necesidad», dice, «de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros elementos de la palabra de Dios».?Mas si Pablo llama a la ley «elementos del mundo», lo hace para dar a ambos vocablos un sentido peyorativo, humillador, degradante, con el objeto de menguar la gloria y reputación de la justicia producida por la ley, y de las obras que emanan de ella. Es como si quisiera decirnos: «¿Qué podemos sacar de la ley sino letras, y letras desprovistas del Espíritu por añadidura? Ni son ellas capaces de suministrarnos los medios con que podamos cumplirlas, ni somos nosotros capaces de cumplirlas con nuestros propios medios ». A estas letras las llama propias «del mundo», porque se refieren a cosas que son de este mundo, tales como las obras exteriores, así como se llama «conocimiento de Dios» a aquello que se puede saber respecto de Dios. Pues la ley no condujo a nadie hacia el Espíritu, sino que fue observada sólo en la carne, y de tal manera que en el interior del hombre, la concupiscencia se rebelaba contra la ley y la odiaba.¡Piensa ahora tú mismo cómo es posible que entiendan al apóstol los que llaman «cosas espirituales » a las tonsuras, vestimentas, determinados lugares y tiempos, iglesias, altares, ornamento, y toda esa pompa desplegada en las ceremonias! Y tienen que insistir en que son cosas espirituales y no mundanas, si no quieren que a ellos mismos se los llame mundanos. lo que para ellos sería el peor de los horrores. Pero si niegan que son cosas mundanas, al mismo tiempo se imposibilitan el entendimiento de lo que dice el apóstol, quien cataloga todo esto como perteneciente al «mundo», llamando despectivamente elementos del mundo» a los decretos y doctrinas que fueron establecidos respecto de estas cosas externas; ¡y conste que este vicio lo hace extensivo también a las obras externas hechas conforme al Decálogo! Consecuentemente, en nuestro siglo son _“cosas espirituales” las riquezas, la tiranía, la ostentación, el permitírselo todo, o en el mejor de los casos, las oraciones pronunciadas sin participación de la mente, y las vestimentas y los lugares consagrados por doctrinas humanas. «Cosas corporales» en cambio son las obras de misericordia y cualesquiera otras obras y lugares, aun cuando fueran consagrados en grado sumo por un espíritu lleno de fe.?Pero volvamos a las palabras del apóstol: Estos elementos son “tutores y procuradores», así como la ley es un «ayo». Pues así como la letra de la ley compele a los rebeldes hombres a hacer las cosas de la ley por temor al castigo, así los compele también, una vez que se han dado cuenta de lo rebelde que es su voluntad, a correr hacia Cristo, el generoso dador del espíritu de libertad. La ley, por lo tanto, no causa nuestra perdición, sino que nos presta un servicio de la mayor utilidad, siempre que comprendas que cual fiel procurador, ella te quiere conducir, y aun llevar a empellones, hacia Cristo y hacia tu herencia. Si no la entiendes en este sentido, te resultará un «opresor» ( ?Is. 9: 4?) y un adversario que te arrastrará ante tus torturadores; será tu juez y tu perseguidor, porque nunca dejará en paz tu conciencia, puesto que nunca podrás descubrir en ti mismo y en tus obras aquello con que la ley pueda ser cumplida y satisfecha. Pero así es como la entienden aquellos que no quieren dejarse guiar por ella hacia Cristo, sino que piensan que tienen que cumplirla con sus propias fuerzas.?

Fuente: Comentario de Gálatas por Martin Lutero

* La palabra traducida como “reglas” aquí está sujeta a amplia interpretación. Originalmente, la palabra se refería al alfabeto. Más tarde tomó el significado de “Abecés de la vida. Pablo compara la ley ceremonial con tales letras y símbolos, que son instrucciones básicas y útiles para la existencia pero que no tienen poder para salvar y sanar. La misma palabra se usa en el versículo Gál 4:9.

Fuente: Versión Biblia Libre del NuevoTestamento