Así que ya no eres más esclavo, sino hijo; y si hijo, también eres heredero por medio de Dios.
4:7 — Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo. — El esclavo no le llama Abba, Padre a su amo, pero ya no eran esclavos sino hijos, y los hijos son herederos. Ahora han recibido su herencia.Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
ya no eres esclavo. Gál 4:1, Gál 4:2, Gál 4:5, Gál 4:6, Gál 4:31; Gál 5:1.
sino hijo. Gál 3:26.
y si hijo. Gál 3:29; Rom 8:16, Rom 8:17.
también heredero de Dios. Gén 15:1; Gén 17:7, Gén 17:8; Sal 16:5; Sal 73:26; Jer 10:16; Jer 31:33; Jer 32:38-41; Lam 3:24; 1Co 3:21-23; 2Co 6:16-18; Apo 21:7.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Pablo resume las ilustraciones y enseñanzas de la sección precedente (vv. Gál 4:1-6) al hablar de la transformación de un creyente, de ser un esclavo espiritual a ser un hijo con plenos derechos. Ser heredero de Dios tiene vigencia incondicional para todos los «hijos». Sin embargo, debe distinguirse de ser un heredero del Reino. Las Escrituras hablan de dos herencias (Rom 8:17). Todos los hijos de Dios por la fe (Jua 1:12) tienen una herencia en el cielo, la cual nunca podrá marchitarse (1Pe 1:3-5), pero la herencia en el reino terrenal de Cristo se logra como un resultado de nuestro sufrimiento por Él (2Ti 2:12).
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
4:7 — Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo. — El esclavo no le llama Abba, Padre a su amo, pero ya no eran esclavos sino hijos, y los hijos son herederos. Ahora han recibido su herencia.
Fuente: Notas Reeves-Partain
En este versículo se produce un nuevo cambio gramatical, pues ahora Pablo pasa a hablar en la segunda persona singular: “Tú”. Es probable que su intención sea apelar a cada uno de sus lectores para que asuma una decisión individual sobre su propia conducta y opción religiosa.
En el original griego, la palabra que se usa aquí es un conectivo que une todo el argumento previo con la conclusión que se va a presentar: “Así que”, “por tanto”. Puede traducirse como sigue: “En vista de todo lo anterior”, “de tal modo que”, “tomando en consideración lo dicho anteriormente”. El versículo debe traducirse como conclusión del ejemplo sobre la diferencia entre ser hijo y ser esclavo: Así que ya no eres esclavo, sino hijo. Algunas versiones amplifican la ilustración: «Tú ya no eres esclavo, sino hijo de Dios» (DHH96). Queda más claro si se especifica también de qué esclavitud habla Pablo: “Ya no eres esclavo de la ley de Moisés, sino libre por ser hijo de Dios”.
La condición de hijo posibilita el derecho a la herencia, que en este argumento se refiere a la promesa de formar parte del pueblo de Dios. En Gálatas esto equivale también a ser puesto en la correcta relación con Dios, gracias a la fe en Cristo. Las versiones comunican bien lo que Pablo considera como una consecuencia lógica: «Y por ser hijo suyo, es voluntad de Dios que seas también su heredero» (DHH96), «y como eres hijo, Dios te ha hecho también heredero» (NVI). El texto griego dice, literalmente: “Por Dios”, lo cual es expresado por las versiones como «por voluntad de Dios» (BJ), «por disposición» (BP), «por gracia» (BA), «por obra» (NBE), “por decisión” (Vidal: 101).
Reflexión bíblica y pastoral
En forma casi dramática, Pablo desarrolla el tema del paso de la condición de esclavitud a la condición de libertad. La fe en Cristo debe conducir al ser humano a liberarse de todos los condicionamientos que le impiden llevar su vida a la plenitud que Dios le ofrece. Cuando la religión se convierte en dogmas, principios y tradicionalismo, pierde su razón de ser. De este peligro no están exentas las iglesias actuales, pues en muchas de ellas está latente la tendencia a retroceder desde la condición de libres que Cristo les otorgó a la de instituciones cerradas y regidas con principios rígidos.
Para Pablo, el gran cambio de época de la humanidad se da con la llegada de Cristo. A partir de este acontecimiento, la historia queda estructurada en un “antes” y un “ahora”. Pablo concibe la vida de los creyentes de la misma manera. A partir del momento en que han puesto su confianza en Cristo, deben desarrollar una calidad de vida que antes no podían alcanzar.
El encuentro con Cristo como Señor permite a las personas incorporarse a un espacio de libertad, a partir del cual testifican de una dimensión de la vida que está bajo principios renovados. Pablo cree que la fe en Cristo nos da la capacidad de percibir la vida de una manera diferente, en la libertad que otorga el Espíritu, libertad que nos impulsa a servir al prójimo no como una obligación religiosa sino como una fuerza interna.
La fe, como acto personal, encuentra su manifestación pública en el bautismo. Fe y bautismo median la filiación divina. Hombres y mujeres reciben así la condición de hijos e hijas de Dios, independientemente de su origen étnico, su trasfondo religioso o su condición social: «Ya no importa el ser judío o griego, esclavo o libre, hombre o mujer» (Gál 3:28, DHH96). En la sociedad del tiempo de Pablo, esta revelación fue, con toda seguridad, un verdadero escándalo. En muchas iglesias de hoy sería muy oportuno traer de nuevo a colación esta enseñanza.
A partir de esta condición de filiación se entra en el ámbito espiritual donde reina Cristo Jesús. En tanto cristiano o cristiana, el ser humano recupera la imagen y semejanza de Dios, como en el principio de la creación, y también la posibilidad de hablarle a Dios cara a cara. Ahora, como hijos e hijas, podemos dirigirnos a Dios con un afectuoso “Hola, Papito”, como hace cualquier niño o niña que confía plenamente en la atención y el amor de su padre.
Decir que Dios envió el Espíritu “a los corazones” es una forma de decir que lo envió “a las vidas”. Así la vida humana recibe una fuerza renovadora y liberadora que le ayuda a ponerse por encima de los rudimentos del mundo, de los elementos negativos de la existencia, y le anima a vivir en la lógica del Espíritu, que hace libre para servir.
En este pasaje, Pablo recuerda también que Jesucristo vivió su historia humana como cualquiera de nosotros. Nacido de mujer es una forma de decir “como cualquier ser humano” o, coloquialmente, “como cualquier hijo de vecino”. Además, el texto afirma: Nacido bajo la ley. Ambas afirmaciones nos presentan a un Cristo que conoce la condición humana, con sus posibilidades y sus limitaciones. Esta percepción de Cristo puede ayudar a los creyentes a reconocer que él está muy cerca de ellos y conoce plenamente sus necesidades.
Cristo se revela como un camino de humildad, solidaridad y autoentrega que se convierte en paradigma de seguimiento para los creyentes de todos los tiempos. Ahora se puede ser hijo o hija de Dios porque él mostró el camino y el significado de la filiación divina.
Para Pablo, la filiación y la recepción del Espíritu están relacionadas tan íntimamente, que se puede hablar de ellas en cualquier orden. La función primaria del Espíritu en la vida no es hacer que los creyentes se vuelvan más “espirituales” o “carismáticos”, sino testificar de su relación profunda con Dios, establecida por la obra de Cristo. Pablo no concibe a ningún creyente en Cristo sino como hijo o hija de Dios, y, consecuentemente, como una persona llena del Espíritu Santo. La profundidad de la nueva relación de los creyentes con Dios está confirmada por la presencia del Espíritu en la vida de los mismos.
Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción
— Abba, Padre: Ver nota a Rom 8:15.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
REFERENCIAS CRUZADAS
m 186 Rom 8:17; Gál 3:29; Efe 1:14
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
7 super (1) El creyente neotestamentario ya no es esclavo de las obras bajo la ley, sino que es un hijo en vida bajo la gracia.
7 super (2) Véase la nota 26 super (1) del cap.3.
7 super (3) Un hijo mayor de edad según la ley (la ley romana se usa como ejemplo) calificado para heredar las propiedades del padre.
7 super (4) Los creyentes neotestamentarios llegan a ser herederos de Dios no por medio de la ley ni de su padre carnal, sino por medio de Dios, el propio Dios Triuno, es decir, el Padre, que envió; al Hijo y al Espíritu (vs.4,6); el Hijo, que realizó la redención para hacernos hijos (v.5); y el Espíritu, que lleva a cabo la filiación dentro de nosotros (v.6).
Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro
→ Rom 8:15-17. Textus Receptus (TR) registra heredero de Dios por medio de CRISTO.
Fuente: Biblia Textual IV Edición
M144 Ὥστε parece que se usa como una partícula de inferencia que significa: así que, por tanto (comp. G?l 3:4).
Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego
O, esclavo
I.e., mediante la acción de la gracia de Dios
Fuente: La Biblia de las Américas
g Rom 8:15-17. El TR registra heredero de Dios por medio de Cristo.
Fuente: La Biblia Textual III Edición
?V. 7:? ?Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero por medio de Dios.?San Jerónimo lee aquí «por medio de Cristo», y así se lee también en el texto griego.?24? Pablo hace este agregado para que nadie abrigue la esperanza de poder alcanzar esta herencia por medio de la ley o por algún otro conducto, en vez de esperar alcanzarla por medio de Cristo; porque la bendición es prometida y es entregada en el descendiente de Abraham, que es Cristo. Lo mismo afirma Pablo en ?Romanos 8? (v. 17): “Si somos hijos, también somos herederos; herederos de Dios, y coherederos con Cristo”.?Lo que significa «esclavo» y «esclavitud» ya se explicó con suficiente amplitud: esclavo es aquel que guarda la ley, y al mismo tiempo no la guarda. La guarda en lo que se refiere a las obras, ya sea por temor al castigo o por el interés en obtener una ventaja. No la guarda en lo que se refiere a la voluntad, ya que en cuanto a ésta, preferiría que no existiera ley; y así es que en su interior le tiene odio a esa misma justicia de la ley que por fuera, ante los hombres, finge practicar. El hijo en cambio, ayudado por la gracia, guarda la ley espontáneamente. No quisiera que la ley no existiese, antes bien se alegra de que exista. El esclavo tiene las manos puestas en la ley del Señor; el hijo tiene la voluntad puesta en la ley del Señor.