Porque escrito está que Abraham tuvo dos hijos: uno de la esclava y otro de la libre.
4:22 — Porque está escrito (Gén 16:15; Gén 21:2) que Abraham tuvo dos hijos; uno de la esclava, el otro de la libre. — Ya había hablado de Abraham (3:6) y ahora habla de él y sus hijos, Ismael (hijo de la esclava Agar) e Isaac (hijo de Sara, su esposa). Emplea esta ilustración porque el tema a tratar con los gálatas (y con los judaizantes) tuvo que ver con los herederos de Abraham. Los oponentes de Pablo se gloriaban en ser descendientes físicos de Abraham como si eso fuera necesario para ser salvos y, por eso, que aun los cristianos gentiles deberían hacerse judíos por medio de la circuncisión. Sin embargo, Pablo explica con esta ilustración (alegoría) que espiritualmente los judaizantes no eran descendientes de Isaac como ellos suponían, sino de Ismael el esclavo.Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
que Abraham tuvo dos hijos. Gén 16:2-4, Gén 16:15; Gén 21:1, Gén 21:2, Gén 21:10.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
ABRAHAM TUVO DOS HIJOS. Aquí Pablo ilustra la diferencia entre el antiguo pacto y el nuevo. Agar representa el antiguo pacto establecido en el monte Sinaí (v. Gál 4:25); sus hijos ahora viven bajo ese pacto y nacen «según la carne», esto es, según el curso natural de las cosas (v. Gál 4:23), es decir, que no tienen el Espíritu Santo. Sara, la esposa de Abraham, representa el nuevo pacto; sus hijos, es decir, los creyentes en Cristo, poseen el Espíritu y son verdaderos hijos de Dios que han «nacido según el Espíritu» (v. Gál 4:29; véanse los ARTÍCULOs EL PACTO ANTIGUO Y EL NUEVO PACTO, P. 1782. [Heb 8:6], y EL PACTO DE DIOS CON LOS ISRAELITAS, P. 272. [Deu 29:1]).
Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena
dos hijos. Ismael, hijo de Agar la sirvienta egipcia de Sara (Gén 16:1-16), e Isaac, el hijo de Sara (Gén 21:1-7).
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
4:22 — Porque está escrito (Gén 16:15; Gén 21:2) que Abraham tuvo dos hijos; uno de la esclava, el otro de la libre. — Ya había hablado de Abraham (3:6) y ahora habla de él y sus hijos, Ismael (hijo de la esclava Agar) e Isaac (hijo de Sara, su esposa). Emplea esta ilustración porque el tema a tratar con los gálatas (y con los judaizantes) tuvo que ver con los herederos de Abraham. Los oponentes de Pablo se gloriaban en ser descendientes físicos de Abraham como si eso fuera necesario para ser salvos y, por eso, que aun los cristianos gentiles deberían hacerse judíos por medio de la circuncisión.
Sin embargo, Pablo explica con esta ilustración (alegoría) que espiritualmente los judaizantes no eran descendientes de Isaac como ellos suponían, sino de Ismael el esclavo.
Brevemente la historia de Sara y Agar es ésta: Gén 16:1-16 explica que Sarai (así se llamó antes de que Dios le cambiara el nombre a Sara) «no le daba hijos» a Abraham «y ella tenía una sierva egipcia, que se llamaba Agar». Dijo a su marido, «Ya ves que Jehová me ha hecho estéril; te ruego, pues, que te llegues a mi sierva; quizá tendré hijos de ella». El hijo de Agar y Abraham se llamó Ismael. Años después Sara tuvo hijo. En este texto (Gál 4:21-31) ella y su hijo, Isaac, representan a los hijos espirituales de Abraham (los cristianos, los del Nuevo Pacto) mientras que Agar y su hijo representan a los descendientes físicos de Abraham que rechazan el evangelio y todavía se sujetan a la ley de Moisés.
Fuente: Notas Reeves-Partain
Ahora Pablo recurre de nuevo en su argumentación a un episodio de la vida de Abraham. En esta ocasión, se refiere a sus dos hijos, Isaac e Ismael, hijos de Sara y Agar, respectivamente. Se trata de una historia que era familiar a cada niño judío y que los maestros judíos usaban con frecuencia para demostrar la superioridad de su nación, descendiente de Isaac, sobre las demás naciones.
Es importante traducir la fórmula está escrito de igual manera que en las ocasiones anteriores en que Pablo la usó.
No se hace referencia a las madres de los niños por el nombre, sino de acuerdo con su estatus. La esclava es Agar, la libre es Sara, aunque en realidad el nombre “Sara” nunca es mencionado. Libre y esclava se presentan de manera antitética.
El trasfondo de esta historia se encuentra en el Antiguo Testamento en los capítulos Gén 16:1-16, Gén 17:1-27 y Gén 21:1-34 de Génesis. Respecto de la mujer libre, algunas versiones especifican que se trata de “la esposa”: «Dice que Abraham tuvo dos hijos: uno de una esclava, y el otro de su propia esposa, que era libre» (DHH96), «uno de ellos con su esclava, y el otro con su esposa, que era libre» (TLA). También se puede traducir: “La Escritura narra que Abraham fue padre de dos hijos. El primero lo tuvo con una esclava, y el segundo, con su propia esposa, una mujer libre”.
Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción
Gén 16:15; Gén 21:2.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
REFERENCIAS CRUZADAS
o 216 Gén 16:15
p 217 Gén 16:1; Gén 21:3
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
dos hijos. Ismael fue hijo de la sierva Agar según la carne (vers. 23, 29), pero Isaac fue hijo de la promesa hecha a Abraham y Sara según el Espíritu (vers. 29).
Fuente: La Biblia de las Américas
dos hijos… → Gén 16:15; Gén 21:2.
Fuente: Biblia Textual IV Edición
g Gén_16:15.
4.22 g Gén_21:2.
Fuente: La Biblia Textual III Edición
?V. 22-24a:? ?Porque está escrito que Abraham tuvo dos hijos; uno de la esclava, el otro de la libre. Pero el de la esclava nació según la carne; mas el de la libre, por la promesa. Lo cual es una alegoría.?No es que en su contexto de Génesis, estas declaraciones tengan que entenderse alegóricamente; antes bien, el apóstol quiere indicar que lo que en Génesis se dice en sentido literal, él lo está usando en sentido alegórico.?Surge la pregunta: ¿cómo es que el «haber nacido por la promesa» no vale también para Ismael, ya que en Génesis cap. 16 se prometen a su madre tantas cosas por boca del Ángel del Señor, aun antes de haber nacido el niño? Y no sólo esto: en el cap. 17, el propio Dios da a Abraham muchas más promesas aun acerca del mismo Ismael, en circunstancias en que éste ya habla nacido. San Jerónimo aduce al respecto no pocos detalles, sin llegar a nada concreto. Está claro, empero, que Ismael fue concebido por la jovencita Agar no a raíz de una promesa de Dios sino a raíz de una orden de Sara, y por fuerza natural. Isaac en cambio fue concebido por su madre estéril y ya bastante entrada en años, mediando en ello la fuerza sobrenatural de Aquel que dio la promesa. Pues lo que el ángel le dijo a Agar: «He aquí que has concebido, y darás a luz un hijo» (?Gn. 16:11?), por cierto no son palabras de uno que promete que habrá una concepción, sino palabras de uno que predice la suerte futura de¡ que ya ha sido concebido, o incluso las palabras de uno que da una orden. Por consiguiente, Isaac es el hijo de la promesa -nacido, sin embargo, de la carne, pero no concebido por la fuerza de la carne ni conforme a la carne.??V. 24b:? ?Pues estas mujeres son dos testamentos; el uno proviene del monte Sinaí, el cual da hijos para esclavitud; esta es Agar.??Dado que los gálatas eran creyentes, se los podía instruir mediante enseñanzas en forma de alegorías. Por lo demás, como dice Pablo en ?1 Corintios 14? (v. 22): «Las lenguas son por señal a los incrédulos».?Mas a los incrédulos no se les puede probar nada con argumentos de tipo alegórico, como lo destaca también San Agustín en su carta a Vincencio.?72? O a lo mejor, el apóstol se guía por su solicitud paternal para con los gálatas, bastante débiles de entendimiento aún, y les describe el punto en cuestión mediante ejemplos y alegorías para adecuar sus palabras a la capacidad de comprensión de sus lectores. Pues personas con escasa instrucción se sienten fuertemente atraídas por ejemplos, parábolas y alegorías, y hasta hallan sumo placer en estas cosas. Esto fue lo que motivó también a Cristo, como relata Mateo (13:13), a «hablar por parábolas» para que todo el mundo pudiera entenderle. Veamos por lo tanto cómo aplica el apóstol esta enseñanza alegórica para combatir la justicia de la ley.?«Estos», dice, «son dos testamentos», o sea: las dos mujeres, Sara y Agar, fueron los ejemplos figurativos de los dos testamentos bajo uno y el mismo Abraham, el cual representa al Padre celestial.Sin embargo -y casi lo pasé por alto hay algunos detalles respecto de la interpretación mística y alegórica que no debemos dejar de observar, ya que el tema mismo y el desarrollo de nuestra exposición así lo requieren. Se habla habitualmente de cuatro sentidos que tendría la Escritura, a los que llaman el sentido literal, el tropológico, el alegórico y el anagógico.?73? Así Jerusalén, en sentido literal, es la capital de Judea; en sentido tropológico es la conciencia limpia o la fe; en sentido alegórico es la iglesia de Cristo, y en sentido anagógico, la patria celestial. De acuerdo con esto, en nuestro texto Isaac e Ismael son, literalmente, los dos hijos de Abraham; alegóricamente, los dos testamentos, o la sinagoga y la iglesia, la ley y la gracia; tropológicamente, la carne y el espíritu, o la virtud y el vicio, la gracia y el pecado; anagógicamente, la gloria y el castigo, el cielo y el infierno, y hasta, según otros, los ángeles y los demonios, los bienaventurados y los condenados.?No hay inconveniente en permitir este juego a quienes gusten practicarle, con tal que no adquieran, seducidos por la ligereza de algunos intérpretes, el hábito de desmenuzar las Escrituras a su antojo y de darles un carácter incierto. Al contrario; estas interpretaciones añaden más bien un adorno adicional, por decirlo así, al sentido básico y legítimo, sea para enriquecer aún más el discurso, o sea para alimentar de un modo más placentero, como con una enseñanza en forma de leche, a la gente de escasa instrucción, conforme al ejemplo dado por el propio Pablo.?74? Pero de ninguna manera se han de emplear interpretaciones de este tipo en controversias, con la intención de dar fuerza a una doctrina relativa a la fe. Pues esta cuadriga (si bien no la desapruebo) no es apoyada suficientemente ni por la autoridad de la Escritura ni por el uso general por parte de los Padres ni por principios gramaticales. Está visto, en primer lugar, que el apóstol no hace en este texto distinción alguna entre sentido alegórico sentido anagógico. Más aún: lo que aquellos llaman una anagogía, él lo llama alegoría, al interpretar a Sara como «la Jerusalén celestial que está arriba, nuestra madre» (v. 26), es decir, la Jerusalén anagógica de aquellos. En segundo lugar, los santos padres consideran la alegoría corno un recurso gramatical, junto con otras figuras retóricas en las Sagradas Escrituras, como nos lo enseña detalladamente San Agustín en su obra Acerca de la Doctrina Cristiana.?75? Además, la anagogía no es tanto una figura particular, sino que señala la condición general de lo que se está diciendo; esto es: se habla de «anagogía» cuando en forma velada, y aislando las palabras de su contexto, se puede entender algo diferente de lo que comunican las palabras en sí. Por esto, el Término «anagogía» se traduce también con «transferencia» (?Lat.? Reductio), que es asimismo el significado de «alegoría», a saber: el “decir algo que pertenece a otra cosa», o como lo define San Jerónimo, “la alegoría es una forma de hablar en que el sentido difiere de lo que expresan las meras palabras».?76? Con «tropología» se entiende comúnmente una discusión del comportamiento moral, sin perjuicio de que una u otra vez sea también idéntica con la alegoría, lo cual es el caso cuando se alude a buenas o malas costumbres mediante palabras que señalan otra cosa. El libre uso de estos términos por parte de los Padres parece ser pues, el resultado de cierto recelo de caer en los lazos de esta cuádruple interpretación, así como hay mucha gente que sin mayor reflexión hace gran cantidad de otras distinciones en asuntos que de hecho y de palabra no defieren en nada.??Más importante es llamar la atención al hecho, mencionado ya antes, de que para Orígenes y Jerónimo parece ser el ‘sentido espiritual’ aquel al cual el apóstol llama aquí una ‘alegoría’. Pues ellos consideran la forma exterior y el relato histórico como ‘letra’. La interpretación mística y alegórica en cambio llaman ‘entendimiento espiritual’, y `hombre espiritual’ llaman al que lo entiende todo en forma sublimada y no admite un solo detalle, como dicen, de la tradición judaica. Por este principio se guían Orígenes y Jerónimo en casi todos sus escritos para decirlo con toda franqueza: a menudo se meten en dificultades de las cuales luego no logran salir. El proceder de San Agustín empero es, a mi juicio, más expedito. No quiero entrar aquí a discutir aquello de que el sentido místico es o alegórico o anagógico, o, en general, un sentido que en el reverso oculta algo distinto de lo que muestra en el anverso, y que este sentido místico tiene como contraparte el sentido histórico o formal. Sin embargo, las dos palabras `letra’ y `espíritu, así como también los conceptos `entendimiento literal’ y `entendimiento espiritual’ deben separarse, y mantenerse cada cual dentro del significado que les es propio. Pues la letra, como define San Agustín con admirable concisión en su comentario al ?Salmo 71? (Vulg. 70), es «la ley sin la gracia».?77? Si esto es verdad, toda ley es ‘letra’, alegórica o tropológica, y ‘letra’ también, como dijimos anteriormente, todo cuanto se pueda escribir, decir o pensar fuera del ámbito de la gracia. La gracia sola empero es propiamente el ‘espíritu’. Por consiguiente, entendimiento llamado ‘espiritual’ no es el entendimiento místico o anagógico, en cuya elaboración se destacan también los impíos, sino que es, hablando estrictamente, la vida misma y la ley puesta en práctica por haber sido inscripta en el corazón por el dedo de Dios, por gracia. Y en general, entendimiento espiritual significa ese cumplimiento completo que la ley prescribe y exige. Pues en ?Romanos 7? (v. 7) Pablo llama también al Decálogo una ‘ley espiritual’, a pesar de que el «No codiciarás» es una ‘letra’. Mas si el entendimiento es llamado espiritual por cuanto señala el ‘espíritu’ que la ley requiere para poder ser cumplida entonces no hay ninguna ley que no sea espiritual, y solo es ‘literal’ cuando está ausente la gracia que se necesita para cumplirla. En este caso, la ley es ‘letra’ no en sí misma sino para mí, máxime si se la entiende en el sentido de que para cumplirla, la gracia no es necesaria.??Concluimos pues que la ley en sí misma siempre es espiritual, es decir: la ley señala al espíritu que es su cumplimiento. Para otros, es una ‘letra’, pero nunca lo es para sí misma. En efecto: si te digo: «No matarás», lo que oyes es el sonido de la ‘letra’. Pero ¿qué es el significado? Sin duda éste: «No seas iracundo», o sea, el «No matarás» apunta realmente a la cuestión de fondo que es la mansedumbre y amabilidad para con el prójimo; pero con esto apunta al fin y al cabo al amor y al espíritu mediante el cual es cumplida esta ley. Por el hecho pues de señalar o significar lo realmente fundamental y lo único espiritual -por este hecho es que se llama ‘espiritual’ también a la ley, por que éste es siempre su significado. Pero como no nos da aquel amor y espíritu señalado, ni es capaz de dárnoslo, la ley es llamada ‘letra’ -para nosotros-, por más espiritual que sea en sí misma. Sin embargo, por cuanto ninguna obra está bien hecha si se la hace sin amor, resulta claro que toda ley que ordena una buena obra, con ello mismo señala y requiere una ‘buena obra’, a saber, una obra de amor, y es, por ende, ley ‘espiritual’. Por consiguiente, estamos en lo correcto si llamamos ‘entendimiento espiritual’ de la ley al entendimiento que nos hace saber que la ley requiere el espíritu, y que nos convence de que somos carnales. Y estamos en lo correcto si llamamos ‘entendimiento literal’ de la ley al entendimiento que nos lleva a la creencia, creencia errónea por cierto, de que la ley puede ser cumplida mediante nuestras propias obras y fuerzas, en prescindencia del espíritu de gracia. Por eso es que «la letra mata» (?2 Co. 3:6?), porque nunca es entendida correctamente mientras se la entienda desligada de la gracia, así como nunca es cumplida correctamente mientras se trate de cumplirla sin ayuda de la gracia. En ambos casos, lo que hay es muerte e ira. -Estas reflexiones han sido tomadas del libro que San Agustín escribió contra los pelagianos.?78? Volvamos a lo que dice el apóstol: «El uno proviene del monte Sinaí, el cual da hijos para esclavitud ». Ya se ha dicho lo suficiente respecto de lo que es la esclavitud de la ley a la cual somos entregados si aceptamos la ley sin la gracia. En efecto: guardamos entonces la ley o compelidos por el temor al mal que podría sobrevenirnos, o seducidos por la esperanza de una recompensa. es decir, de una manera hipócrita.?En ambos casos actuamos como esclavos, no como hombres libres. Ahora bien: Pablo llama lo proveniente del monte Sinaí un `testamento’; así que, para entender esto, habrá que ver también en este caso cuáles son los factores en este testamento.?79? En primer lugar tenemos el testamento mismo, que era la adjudicación de la Tierra de Promisión, conforme a lo escrito en ?Éxodo 3? (v. 8) . El testador era un ángel en el cual se había personificado Dios (?Lat,? angelus in persona Dei, ?Éx. 3: 2?, ?4?) . La herencia legada era la Tierra de Canaán misma. Los beneficiarios del testamento eran los hijos de Israel -todo ello de acuerdo a la descripción que nos da el libro de Éxodo-. Este testamento empero?80? fue ratificado mediante la muerte de un animal y mediante la sangre de éste con que fue rociado el pueblo, como se lee en ?Éxodo 24? (v. 8) , porque una víctima carnal era lo que correspondía a una promesa relativa a cosas carnales, y a un testamento carnal y herederos carnales. «Éste es Agar», añade el apóstol; es decir: este testamento que implica esclavitud y que da hijos para esclavitud, es la alegórica Agar, la esclava.?