Comentario de Gálatas 5:13 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Vosotros fuisteis llamados a la libertad, hermanos; solamente que no uséis la libertad como pretexto para la carnalidad. Más bien, servíos los unos a los otros por medio del amor,

5:13

— Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; — Aun los hermanos gentiles eran hijos de la libre (4:31) y deberían estar firmes en esa libertad. Algunos de ellos guardaban «los días, los meses, los tiempos y los años» que eran «débiles y pobres rudimentos» (4:9, 10).

Pablo emplea la palabra libertad once veces en esta carta, siete veces en la carta a los romanos y ocho veces en las cartas a los corintios. La libertad es un precioso don de Dios que a toda costa se debe guardar.

— solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne, — La verdad no nos hace libres para pecar, sino libres del pecado. A través del evangelio los judíos quedaron libres de la ley de Moisés; «no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia», Rom 6:14), pero la gracia enseña (Tit 2:12) y esa enseñanza es la ley de Cristo (es «la ley de la fe», Rom 3:27); es «la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús» (Rom 8:2). Pablo estaba bajo la ley de Cristo (1Co 9:21). Cuando Pablo enseñó acerca de la gracia algunos querían creer que esto significaba libertad de toda ley y, por eso, que podían perseverar en el pecado, pero léase la refutación de este concepto en Rom 6:1-4 . Los evangélicos enfatizan mucho que no estamos bajo ley sino bajo gracia, y para ellos esto significa que no estamos bajo ninguna ley. No distinguen entre la ley de Moisés y la ley de Cristo. Para ellos ley es ley y para el cristiano ¡no hay ley! Cuando alguno les recuerda de los mandamientos que se deben obedecer, gritan ¡legalistas!

¿De qué somos libres? Libres de la culpa del pecado, Hch 2:38; libres del dominio del pecado, es decir, libres de la esclavitud a los vicios, la esclavitud de las pasiones carnales, la esclavitud del materialismo o del placer, etc., Rom 6:12; libres del temor (terror) del juicio, 1Jn 4:18.

Pero no quedamos libres para hacer lo que quisiéramos hacer, porque eso sería convertir la libertad en libertinaje. «Como libres, pero no como los que tienen la libertad como pretexto para hacer lo malo, sino como siervos de Dios» (1Pe 2:16); «Les prometen libertad, y son ellos mismos esclavos de corrupción: Porque el que es vencido por alguno es hecho esclavo del que lo venció» (2Pe 2:16). No somos libres para pecar, sino que debemos llegar a ser siervos los unos de los otros, constreñidos por el amor (ver. 14). No somos libres de toda esclavitud. Rom 1:1, «Pablo, siervo de Jesucristo». Rom 6:18, «y libertados del pecado, vinisteis a ser siervos de la justicia». Asimismo somos siervos unos de otros. Los que no aprenden esto no entienden la libertad en Cristo.

Pablo no quiere que nadie lleve el yugo de la ley (Hch 15:10), sino que todos lleven el yugo de Cristo que es fácil (bien acomodado), Mat 11:28-30. El yugo de Cristo es la perfecta ley de libertad (Stg 1:25; Stg 2:12).

Somos libres del dominio de la carne. Hay una lucha continua entre la carne y el Espíritu. «Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí» (v. 17). Hay una lista de las obras de la carne en los v. 19-21, y hay una lista del fruto del Espíritu en los v. 22,23.

Existe una relación pésima entre algunos hermanos que profesan ser fieles (conservadores), que profesan predicar «la sana doctrina». Les gusta hablar de seguir el «patrón bíblico», y de «hablar donde la Biblia habla y callar donde ésta calla», pero obviamente su placer principal es, a veces, el de morder y comerse unos a otros, movidos no por el espíritu de amor sino por el espíritu de las fieras. Los que son así no son libres, sino esclavos de la carne. Los hermanos carnales simplemente no han aprendido a ser niños dóciles (Mat 18:3-4). Tienen más alto concepto de sí que el que deben tener (Rom 12:3) y menosprecian a sus hermanos. Con corazones amargados viven quejándose contra sus hermanos (Stg 5:9). No quieren ser pacificadores (Mat 5:9) porque no son «pobres en espíritu» (Mat 5:3). Los tales todavía son esclavos de sus propias pasiones carnales. Prometen libertad a otros pero todavía son esclavos de la carne ellos mismos (2Pe 2:19). Es indispensable, pues, librarnos de la carne, sus pasiones y obras.

Somos manifiestos al mundo. Los del mundo nos observan. Jesús pidió al Padre, «para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste» (Jua 17:21). Los mundanos observan los problemas entre hermanos («enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias») y se burlan de nosotros. «Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros» (Jua 13:34-35). Por el otro lado, si los hermanos se muerden y se comen unos a otros los del mundo sabrán que no somos los discípulos de Cristo y, por consiguiente, que no somos la iglesia de Cristo.

— sino servíos por amor los unos a los otros. — ¿Cómo se demuestra la libertad en Cristo? Al aceptar otra clase de servicio. Dejamos de ser siervos del pecado para llegar a ser siervos de Cristo, Rom 6:12-18, y servimos a Cristo al servirnos unos a otros (Mat 25:34-46). Si no llegamos a ser siervos de Cristo y, por eso, siervos unos de otros, entonces abusamos de la libertad.

Somos libres, pero al mismo tiempo tenemos responsabilidades unos para con otros. Tenemos obligaciones. La ley de Cristo

— la perfecta ley de libertad, Stg 1:25; Stg 2:12 — nos obliga a servir a Dios con amor y es imposible amar a Dios si no nos amamos unos a otros (1Jn 4:20). El más grande en el reino es el que sirve más (Mat 20:26-28). Entonces entre los más grandes en el reino son Dorcas (Hch 9:36; Hch 9:39); Febe (Rom 16:1-2); la casa de Estéfanas (1Co 16:15-16); Gayo, 3Jn 1:5-8, etcétera. Dar la vida al Señor significa, pues, dar la vida en servicio a otros. Obsérvese que en Gál 5:1-26 Pablo usa la expresión «unos a otros» cinco veces (v. 13,15,26). Si no aprendemos lo que significa vivir en paz con los hermanos en Cristo, y si no aprendemos a servirnos los unos a los otros, esto indica que no hemos aprendido el segundo mandamiento (v. 14, Mat 22:39), y también indica que no somos libres.

¿Los del mundo no se ayudan unos a otros? Sí, pero ¿con qué propósito? ¿Son movidos por el amor? Los propietarios, comerciantes, etc. del mundo son serviciales unos con otros, pero muchos lo hacen por interés del dinero, del poder y de la influencia. Es una verdad ineludible que en este mundo todos somos dependientes unos de otros. Por eso, «usted me ayuda a mí y yo le ayudo a usted». La filosofía del mundo, pues, es básicamente el egoísmo. Pero Jesús dice, «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame»; es decir, los discípulos no son movidos y motivados por el egoísmo, sino por un verdadero espíritu de servicio. Saben que ésta es la única grandeza (Mat 20:25-28).

El cristiano sirve, pues, con el propósito de salvar almas y para confirmarlas en la fe (edificarlas). Sirve siempre con el propósito firme de salvarse a sí mismo y a los que le oyen (1Ti 4:16).

¿Qué puedo hacer? Varios textos explican cómo debemos servirnos unos a otros: Rom 15:14, amonestar; Gál 6:1, restaurar; 1Ts 5:11; 1Ts 5:14, animar, amonestar, alentar, sostener; Heb 11:24, estimular. Varios textos hablan de la importancia de la hospitalidad, Rom 12:13; 1Pe 4:9, como también suplir las necesidades físicas (Stg 2:14-26; 1Jn 3:17-18), haciendo lo cual servimos a Jesús mismo (Mat 25:34-46). ¿Qué hizo la casa de Estéfanas? «Hermanos, ya sabéis que la familia de Estéfanas.. ellos se han dedicado al servicio de los santos. Os ruego que os sujetéis (imitéis) a personas como ellos, y a todos los que ayudan y trabajan» (1Co 16:15-16). No preguntaron «¿qué haremos?» y no esperaron hasta que alguien les dieran algún trabajo qué hacer. Ellos solos se dedicaron sin ser empujados a trabajar. No se quejaban diciendo, «no nos dan trabajo que hacer en la iglesia».

«Os recomiendo además nuestra hermana Febe, la cual es diaconisa (sierva o servidora) de la iglesia en Cencrea; que la recibáis en el Señor, como es digno de los santos, y que la ayudéis en cualquier cosa en que necesite de vosotros; porque ella ha ayudado a muchos, a mí mismo» (Rom 16:1-2). La palabra «diaconisa» es palabra griega no traducida y significa «servidora». Hay requisitos de diáconos (1Ti 3:8-10; 1Ti 3:12-13), pero no de diaconisas. Era hermana que servía como Dorcas (Hch 9:36; Hch 9:39). También otros son mencionados en Rom 16:1-27 que servían en varias maneras.

Si ministramos a los discípulos de Jesús, ministramos a El (Mat 25:35-40). Siempre hay hermanos enfermos y pobres y necesitados. Hay hermanos nuevos, hermanos débiles, hermanos con problemas. Hay muchos textos que hablan de la necesidad de practicar la hospitalidad (Rom 12:13; 1Pe 4:9, etc.). El mundo está lleno de inconversos y la mayoría de ellos nunca han escuchado el evangelio. Los miembros que pueden asistir a las reuniones de la iglesia también pueden visitar, invitar, repartir folletos, usar el teléfono, escribir, etc. Hay un sinfín de medios de servir «si primero hay la voluntad dispuesta».

El amor es activo. El amor es conocido solamente por sus acciones. Dios amó, Dios dio. Cristo amó, Cristo dio. El amor siempre es visible, es evidente. La persona que busca la verdadera libertad en Cristo y la verdadera libertad sobre la carne no es egoísta, no sirve por interés, sino que con abnegación de sí y con buena voluntad busca el bienestar físico y espiritual de otros.

No solamente sirve, sino lo hace demostrando el fruto del Espíritu (5:22, 23). Está «lleno del Espíritu» (Efe 5:18) y todos pueden observarlo. Es movido por el amor. Hace todo con gozo y lo exhibe en su actitud, en su habla y en su servicio. Busca la paz con todos (Rom 12:18); es un «pacificador». No trata de apaciguar o aplacar al pecador. No se compromete con el pecado y el error, sino que enseña y practica el evangelio de paz. Usa de paciencia porque tiene plena confianza en la palabra como simiente que producirá fruto en su tiempo. No simplemente aguanta y tolera, sino que soporta a sus hermanos y persevera a pesar de la ingratitud de otros. Es benigno y bondadoso como el buen samaritano, como Dorcas, como Bernabé, y siempre fiel, leal, confiable y responsable. Su mansedumbre (gentileza) es obvia a todos (Flp 4:5) y practica el dominio propio en todo y para con todos. Si este fruto no es evidente, si no se puede observar en nosotros, entonces no existe. No se trata de cualidades escondidas.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

a libertad habéis sido llamados. Gál 5:1; Gál 4:5-7, Gál 4:22-31; Isa 61:1; Luc 4:18; Jua 8:32-36; Rom 6:18-22.

solamente que no uséis la libertad. 1Co 8:9; 1Pe 2:16; 2Pe 2:19; Jud 1:4, Jud 1:10-12.

sino servíos por amor. Gál 5:14, Gál 5:22; Gál 6:2; Mar 10:43-45; Jua 13:14, Jua 13:15; Hch 20:35; Rom 15:1, Rom 15:2; 1Co 9:19; 1Co 13:4-7; 2Co 4:5; 2Co 12:15; 1Ts 1:3; Stg 2:15-17; 1Jn 3:16-19.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

la libertad representa una alternativa opuesta al legalismo. Se puede tentar a una persona para que vea la libertad en Cristo como una ocasión para la carne egoísta; en otras palabras, una oportunidad para hacer todo lo que uno quiera. Pero Pablo asevera que esta libertad es para servir por amor los unos a los otros.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

A LIBERTAD FUISTEIS LLAMADOS. Véase 2Co 3:17, nota sobre la libertad del creyente en Cristo.

Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena

libertad. Vea la nota sobre Gál 2:4. ocasión para la carne. La palabra griega que se traduce «ocasión» era utilizada para aludir a una base central de operaciones militares (cp. Rom 7:8). En este contexto, «carne» se refiere a las inclinaciones pecaminosas del hombre caído (vea la nota sobre Rom 7:5). La libertad que tienen los cristianos no es una plataforma desde la cual puedan pecar sin impedimentos ni consecuencias. servíos por amor los unos a los otros. La libertad cristiana no es para la satisfacción egoísta del individuo, sino para servir a los demás. Cp. Rom 14:1-15.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

5:13 — Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; — Aun los hermanos gentiles eran hijos de la libre (4:31) y deberían estar firmes en esa libertad. Algunos de ellos guardaban «los días, los meses, los tiempos y los años» que eran «débiles y pobres rudimentos» (4:9, 10).
Pablo emplea la palabra libertad once veces en esta carta, siete veces en la carta a los romanos y ocho veces en las cartas a los corintios. La libertad es un precioso don de Dios que a toda costa se debe guardar.
— solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne, — La verdad no nos hace libres para pecar, sino libres del pecado. A través del evangelio los judíos quedaron libres de la ley de Moisés; «no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia», Rom 6:14), pero la gracia enseña (Tit 2:12) y esa enseñanza es la ley de Cristo (es «la ley de la fe», Rom 3:27); es «la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús» (Rom 8:2). Pablo estaba bajo la ley de Cristo (1Co 9:21). Cuando Pablo enseñó acerca de la gracia algunos querían creer que esto significaba libertad de toda ley y, por eso, que podían perseverar en el pecado, pero léase la refutación de este concepto en Rom 6:1-4 . Los evangélicos enfatizan mucho que no estamos bajo ley sino bajo gracia, y para ellos esto significa que no estamos bajo ninguna ley. No distinguen entre la ley de Moisés y la ley de Cristo. Para ellos ley es ley y para el cristiano ¡no hay ley! Cuando alguno les recuerda de los mandamientos que se deben obedecer, gritan ¡legalistas!
¿De qué somos libres? Libres de la culpa del pecado, Hch 2:38; libres del dominio del pecado, es decir, libres de la esclavitud a los vicios, la esclavitud de las pasiones carnales, la esclavitud del materialismo o del placer, etc., Rom 6:12; libres del temor (terror) del juicio, 1Jn 4:18.
Pero no quedamos libres para hacer lo que quisiéramos hacer, porque eso sería convertir la libertad en libertinaje. «Como libres, pero no como los que tienen la libertad como pretexto para hacer lo malo, sino como siervos de Dios» (1Pe 2:16); «Les prometen libertad, y son ellos mismos esclavos de corrupción: Porque el que es vencido por alguno es hecho esclavo del que lo venció» (2Pe 2:16). No somos libres para pecar, sino que debemos llegar a ser siervos los unos de los otros, constreñidos por el amor (ver. 14). No somos libres de toda esclavitud. Rom 1:1, «Pablo, siervo de Jesucristo». Rom 6:18, «y libertados del pecado, vinisteis a ser siervos de la justicia». Asimismo somos siervos unos de otros. Los que no aprenden esto no entienden la libertad en Cristo.
Pablo no quiere que nadie lleve el yugo de la ley (Hch 15:10), sino que todos lleven el yugo de Cristo que es fácil (bien acomodado), Mat 11:28-30. El yugo de Cristo es la perfecta ley de libertad (Stg 1:25; Stg 2:12).
Somos libres del dominio de la carne. Hay una lucha continua entre la carne y el Espíritu. «Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí» (v. 17). Hay una lista de las obras de la carne en los v. 19-21, y hay una lista del fruto del Espíritu en los v. 22,23.
Existe una relación pésima entre algunos hermanos que profesan ser fieles (conservadores), que profesan predicar «la sana doctrina». Les gusta hablar de seguir el «patrón bíblico», y de «hablar donde la Biblia habla y callar donde ésta calla», pero obviamente su placer principal es, a veces, el de morder y comerse unos a otros, movidos no por el espíritu de amor sino por el espíritu de las fieras. Los que son así no son libres, sino esclavos de la carne. Los hermanos carnales simplemente no han aprendido a ser niños dóciles (Mat 18:3-4). Tienen más alto concepto de sí que el que deben tener (Rom 12:3) y menosprecian a sus hermanos. Con corazones amargados viven quejándose contra sus hermanos (Stg 5:9). No quieren ser pacificadores (Mat 5:9) porque no son «pobres en espíritu» (Mat 5:3). Los tales todavía son esclavos de sus propias pasiones carnales. Prometen libertad a otros pero todavía son esclavos de la carne ellos mismos (2Pe 2:19). Es indispensable, pues, librarnos de la carne, sus pasiones y obras.
Somos manifiestos al mundo. Los del mundo nos observan. Jesús pidió al Padre, «para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste» (Jua 17:21). Los mundanos observan los problemas entre hermanos («enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias») y se burlan de nosotros. «Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros» (Jua 13:34-35). Por el otro lado, si los hermanos se muerden y se comen unos a otros los del mundo sabrán que no somos los discípulos de Cristo y, por consiguiente, que no somos la iglesia de Cristo.
— sino servíos por amor los unos a los otros. — ¿Cómo se demuestra la libertad en Cristo? Al aceptar otra clase de servicio. Dejamos de ser siervos del pecado para llegar a ser siervos de Cristo, Rom 6:12-18, y servimos a Cristo al servirnos unos a otros (Mat 25:34-46). Si no llegamos a ser siervos de Cristo y, por eso, siervos unos de otros, entonces abusamos de la libertad.
Somos libres, pero al mismo tiempo tenemos responsabilidades unos para con otros. Tenemos obligaciones. La ley de Cristo — la perfecta ley de libertad, Stg 1:25; Stg 2:12 — nos obliga a servir a Dios con amor y es imposible amar a Dios si no nos amamos unos a otros (1Jn 4:20). El más grande en el reino es el que sirve más (Mat 20:26-28). Entonces entre los más grandes en el reino son Dorcas (Hch 9:36; Hch 9:39); Febe (Rom 16:1-2); la casa de Estéfanas (1Co 16:15-16); Gayo, 3Jn 1:5-8, etcétera. Dar la vida al Señor significa, pues, dar la vida en servicio a otros. Obsérvese que en Gál 5:1-26 Pablo usa la expresión «unos a otros» cinco veces (v. 13,15,26). Si no aprendemos lo que significa vivir en paz con los hermanos en Cristo, y si no aprendemos a servirnos los unos a los otros, esto indica que no hemos aprendido el segundo mandamiento (v. 14, Mat 22:39), y también indica que no somos libres.
¿Los del mundo no se ayudan unos a otros? Sí, pero ¿con qué propósito? ¿Son movidos por el amor? Los propietarios, comerciantes, etc. del mundo son serviciales unos con otros, pero muchos lo hacen por interés del dinero, del poder y de la influencia. Es una verdad ineludible que en este mundo todos somos dependientes unos de otros. Por eso, «usted me ayuda a mí y yo le ayudo a usted». La filosofía del mundo, pues, es básicamente el egoísmo. Pero Jesús dice, «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame»; es decir, los discípulos no son movidos y motivados por el egoísmo, sino por un verdadero espíritu de servicio. Saben que ésta es la única grandeza (Mat 20:25-28).
El cristiano sirve, pues, con el propósito de salvar almas y para confirmarlas en la fe (edificarlas). Sirve siempre con el propósito firme de salvarse a sí mismo y a los que le oyen (1Ti 4:16).
¿Qué puedo hacer? Varios textos explican cómo debemos servirnos unos a otros: Rom 15:14, amonestar; Gál 6:1, restaurar; 1Ts 5:11; 1Ts 5:14, animar, amonestar, alentar, sostener; Heb 11:24, estimular. Varios textos hablan de la importancia de la hospitalidad, Rom 12:13; 1Pe 4:9, como también suplir las necesidades físicas (Stg 2:14-26; 1Jn 3:17-18), haciendo lo cual servimos a Jesús mismo (Mat 25:34-46). ¿Qué hizo la casa de Estéfanas? «Hermanos, ya sabéis que la familia de Estéfanas.. ellos se han dedicado al servicio de los santos. Os ruego que os sujetéis (imitéis) a personas como ellos, y a todos los que ayudan y trabajan» (1Co 16:15-16). No preguntaron «¿qué haremos?» y no esperaron hasta que alguien les dieran algún trabajo qué hacer. Ellos solos se dedicaron sin ser empujados a trabajar. No se quejaban diciendo, «no nos dan trabajo que hacer en la iglesia».
«Os recomiendo además nuestra hermana Febe, la cual es diaconisa (sierva o servidora) de la iglesia en Cencrea; que la recibáis en el Señor, como es digno de los santos, y que la ayudéis en cualquier cosa en que necesite de vosotros; porque ella ha ayudado a muchos, a mí mismo» (Rom 16:1-2). La palabra «diaconisa» es palabra griega no traducida y significa «servidora». Hay requisitos de diáconos (1Ti 3:8-10; 1Ti 3:12-13), pero no de diaconisas. Era hermana que servía como Dorcas (Hch 9:36; Hch 9:39). También otros son mencionados en Rom 16:1-27 que servían en varias maneras.
Si ministramos a los discípulos de Jesús, ministramos a El (Mat 25:35-40). Siempre hay hermanos enfermos y pobres y necesitados. Hay hermanos nuevos, hermanos débiles, hermanos con problemas. Hay muchos textos que hablan de la necesidad de practicar la hospitalidad (Rom 12:13; 1Pe 4:9, etc.). El mundo está lleno de inconversos y la mayoría de ellos nunca han escuchado el evangelio. Los miembros que pueden asistir a las reuniones de la iglesia también pueden visitar, invitar, repartir folletos, usar el teléfono, escribir, etc. Hay un sinfín de medios de servir «si primero hay la voluntad dispuesta».
El amor es activo. El amor es conocido solamente por sus acciones. Dios amó, Dios dio. Cristo amó, Cristo dio. El amor siempre es visible, es evidente. La persona que busca la verdadera libertad en Cristo y la verdadera libertad sobre la carne no es egoísta, no sirve por interés, sino que con abnegación de sí y con buena voluntad busca el bienestar físico y espiritual de otros.
No solamente sirve, sino lo hace demostrando el fruto del Espíritu (5:22, 23). Está «lleno del Espíritu» (Efe 5:18) y todos pueden observarlo. Es movido por el amor. Hace todo con gozo y lo exhibe en su actitud, en su habla y en su servicio. Busca la paz con todos (Rom 12:18); es un «pacificador». No trata de apaciguar o aplacar al pecador. No se compromete con el pecado y el error, sino que enseña y practica el evangelio de paz. Usa de paciencia porque tiene plena confianza en la palabra como simiente que producirá fruto en su tiempo. No simplemente aguanta y tolera, sino que soporta a sus hermanos y persevera a pesar de la ingratitud de otros. Es benigno y bondadoso como el buen samaritano, como Dorcas, como Bernabé, y siempre fiel, leal, confiable y responsable. Su mansedumbre (gentileza) es obvia a todos (Flp 4:5) y practica el dominio propio en todo y para con todos. Si este fruto no es evidente, si no se puede observar en nosotros, entonces no existe. No se trata de cualidades escondidas.

Fuente: Notas Reeves-Partain

LA LIBERTAD CRISTIANA

Gálatas 5:13-15

Por lo que respecta a vosotros, hermanos, fue a la libertad a lo que fuisteis llamados; solamente que no debéis usar esta libertad como una cabeza de puente por la que os pueda invadir el peor lado de la naturaleza humana, sino que debéis serviros por amor los unos a los otros; porque la totalidad de la Ley se compendia en una palabra y en una frase: «Tienes que amar a tu prójimo como te amas a ti mismo.» Pero si os arañáis y os devoráis unos a otros, cuidaos de no acabar por aniquilaros los unos a los otros.

En este párrafo, la carta de Pablo cambia de énfasis. Hasta este punto, ha sido teológica; ahora pasa a ser intensamente ética. Pablo tenía una mentalidad característicamente práctica. Hasta cuando ha estado escalando las cimas más elevadas del pensamiento, siempre termina sus cartas con una nota práctica. Para él, la teología no servía para nada a menos que pudiera vivirse. En Romanos escribió uno de los más grandes tratados teológicos del mundo; pero al llegar al capítulo 12, casi de repente, la teología aterriza y se proyecta hacia cuestiones prácticas. Vincent Taylor dijo una vez: » La prueba de un gran teólogo es si puede escribir un tratadito.» Es decir: Después de sus vuelos de pensamiento, ¿es capaz de reducirlo todo a algo que la gente normal y corriente pueda entender y poner én práctica? Pablo siempre saca la nota máxima en ese examen, como vemos aquí, donde todo el asunto se reduce a la piedra de toque del vivir cotidiano.

Su teología siempre corría un peligro. Cuando proclamaba que el reinado de la Ley había llegado a su fin y que el de la Gracia había comenzado, siempre era posible que alguien le dijera: » Entonces eso quiere decir que yo puedo hacer lo que me dé la gana; todas las restricciones se han anulado, y puedo seguir mis inclinaciones hasta donde me lleven. La Ley ha dejado de existir, y la Gracia me asegura el perdón de todas maneras.» Pero para Pablo quedaban dos obligaciones que eran inamovibles. (i) Una no la menciona aquí, pero está implícita en todo su pensamiento. Es la obligación para con Dios. Si Dios nos amó hasta tal punto, entonces el amor de Cristo nos constriñe. Yo no puedo ensuciar ni malgastar una vida por la que Dios pagó con su propia vida. (ii) Está la obligación para con nuestros semejantes. Somos libres, pero nuestra libertad ama a su prójimo como a sí misma.

Los nombres de las distintas formas de gobierno son sugestivos. Monarquía es el gobierno a cargo de uno solo, y se origina en el interés por la eficacia, porque el gobierno a cargo de comités y juntas siempre ha tenido sus pegas. Oligarquía quiere decir el gobierno a cargo de los pocos, y se puede justificar diciendo que siempre son pocos los que son idóneos para gobernar. Aristocracia quiere decir el gobierno a cargo de los mejores, pero hay que definir quiénes son los mejores. Plutocracia quiere decir el gobierno a cargo de los ricos, y se justifica por la pretensión de que los que tienen la mayor participación en las riquezas del país es lógico que tengan derecho a gobernarlo. Democracia quiere decir el gobierno a cargo del pueblo, por el pueblo, para el pueblo. El Cristianismo es la única democracia verdadera, porque en un estado cristiano cada uno debe pensar tanto en su prójimo como en sí mismo. La libertad cristiana no es el desmadre, por la sencilla pero tremenda razón de que el cristiano no es una persona que ha llegado a ser libre para pecar; sino que, por la gracia de Dios, es libre para no pecar.

Pablo añade un consejo sombrío: «A menos que resolváis el problema de vivir juntos, os haréis la vida imposible recíprocamente.» A fin de cuentas, el egoísmo no exalta a la persona humana, sino que la rebaja, y destruye.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento

Sección Parenética o Exhortativa (Gál 5:13-26; Gál 6:1-10)

Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción

Las obras de la carne y el fruto del Espíritu (Gál 5:13-26)

Análisis de discurso

El tópico principal de los versículos iniciales de esta sección (vv. Gál 5:13-15) es el mismo del comienzo de este capítulo (v. Gál 5:1), es decir, la libertad de los creyentes en Cristo. Debido a esta libertad, Pablo exhorta a los gálatas a amarse los unos a los otros, ya que el amor es el cumplimiento pleno de la ley (v. Gál 5:14). En el versículo Gál 5:15, Pablo acentúa la importancia de lo que ha dicho mediante una advertencia dirigida a sus lectores respecto de lo que podría suceder en caso de que ellos actuaran sin amor. En efecto, el apóstol señala que terminarían por destruirse unos a otros. Sin embargo, inmediatamente después les asegura que no sucumbirán a tal abuso de la libertad en tanto su vida sea controlada por el Espíritu de Dios (v. Gál 5:18).

Para Pablo, la libertad se deriva de una llamada de Dios y por eso no debe derivar en libertinaje, con su consecuente daño a la comunidad. Esto sería un uso irresponsable de la libertad. Por el contrario, la libertad debe tener como referencia la comunidad, donde se vive la concreción del amor. Por esa razón, a pesar de que Pablo ha venido usando el verbo “servir” en sentido negativo, como acción propia de los esclavos, ahora lo empieza a usar en el sentido religioso de servir a los demás como resultado de un llamamiento de parte de Dios.

La segunda parte de la sección (vv. Gál 5:19-26) es una expansión y concreción de la primera. Pablo ha mencionado que el Espíritu y las tendencias negativas de la naturaleza humana son enemigos entre sí, pero ahora se vuelve más concreto y procede a enumerar las manifestaciones propias de ambas fuerzas. Con ese propósito, el apóstol se sirve de ciertas listas usadas en su medio ambiente, conocidas como “catálogos de vicios y virtudes” (cf. Rom 1:29-31; 1Co 5:10.; 2Co 12:20.). Tales listas eran usadas, principalmente, por filósofos y pedagogos para instruir sobre la buena conducta y advertir sobre el resultado de la mala conducta. Pablo las usa en el mismo sentido, pero atribuye las conductas ya sea al Espíritu de Dios o a las tendencias humanas naturales. Pablo empieza su lista por la parte negativa, referente a acciones que, interesantemente, denomina “obras de la carne” (vv. Gál 5:19-21), a las que liga indirectamente con la ley, al llamarlas “obras”. Es fácil advertir que la lista comprende acciones dañinas contra el prójimo, lo cual muestra que todo lo que pone en peligro la vida comunitaria procede de la carne. En cambio, Pablo llama “fruto del Espíritu” (vv. Gál 5:22-23) a las acciones positivas, con lo que subraya que todas ellas tienen origen en el Espíritu y que no se trata de méritos humanos. Estas virtudes positivas crean las comunidades y las mantienen unidas y fuertes.

Pablo termina la sección con un apelación paralela a la del versículo Gál 5:16, es decir, pidiendo a los creyentes gálatas que dejen al Espíritu el control de su vida. Si proceden así, ni los maestros rivales ni la ley podrán hacer nada, ni ejercer más atracción sobre ellos. Así, toda la sección se estructura en torno a la contraposición de dos diferentes formas de vivir según la persona sea guiada por el Espíritu o por la ley, ilustrando las consecuencias concretas de cada forma de vida. La forma del discurso de esta sección es consecuente con toda la argumentación teológica desarrollada por Pablo hasta aquí, pero poniendo el énfasis en los resultados visibles.

TÍTULO: La mayoría de las versiones titulan esta sección con una referencia al Espíritu y un énfasis específico: «Vivir según el Espíritu» (BA), «Guiados por el Espíritu» (BP), «La vida por el Espíritu» (NVI), «La vida conforme al Espíritu de Dios» (DHH96), «Obedecer al Espíritu de Dios» (TLA). Otras versiones prefieren resaltar el tema de la libertad: «Libertad y caridad» (BJ), «La verdadera libertad» (BL). Más consecuente con el contenido del pasaje es el título «Las obras de la carne y el fruto del Espíritu» (RV60). Nos parece que la propuesta de Reina-Valera es la mejor y nos sumamos a ella.

Análisis textual y morfosintáctico

Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción

El vocativo hermanos indica que Pablo inicia un nuevo argumento. El tópico de este versículo y de los que siguen es el que se ha iniciado en el versículo Gál 5:1, es decir, la libertad de los creyentes en Cristo. Pablo exhorta a los creyentes, en nombre de esa libertad, a amarse los unos a los otros, pues el amor es el cumplimiento de toda la ley (v. Gál 5:14). Algunas versiones traducen el llamamiento a la libertad de la siguiente manera: «Ustedes, hermanos, han sido llamados a la libertad» (DHH96), «Hermanos, Dios los llamó a ustedes a ser libres» (TLA), “¡Vosotros, hermanos, fuisteis elegidos para vivir en la libertad!” (Vidal: 109).

Luego, Pablo establece el límite en el uso de la libertad: Solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne. Sólo Pablo usa la palabra ocasión entre los escritores del Nuevo Testamento. Originalmente era un término militar que significaba “base de operaciones”. En este versículo significa, primariamente, “ocasión” u “oportunidad para hacer algo”.

En este contexto Pablo usa la palabra carne para referirse a las tendencias negativas de la naturaleza humana. Anteriormente, Pablo la había usado para referirse a algo meramente humano o físico. A partir de aquí, usa el término en un sentido ético (cf. Gál 5:16, Gál 5:17, Gál 5:19, Gál 5:24; Gál 6:8). Sugerimos considerar las siguientes buenas traducciones: «Pero no usen esa libertad como pretexto para hacer lo malo» (TLA), «pero no usen esta libertad para dar rienda suelta a sus instintos» (DHH96). Hay que cuidar de no comunicar aquí la idea de que carne es sinónimo de cuerpo. Carne se refiere aquí a los aspectos negativos de la vida corporal concreta: «Bajos instintos» (NBE), «apetitos desordenados» (BA), “naturaleza egoísta” (Vidal: 109), “conductas dañinas”, “deseos destructivos”. En conjunto, la frase se puede traducir: “No dejen que esta libertad se convierta en excusa para dejar que sus impulsos dañinos tomen control de ustedes”.

La última parte del versículo presenta una alternativa al abuso de la libertad. Aquí los gálatas son exhortados a procurar el servicio mutuo. Nuevamente, Pablo presenta la alternativa mediante el fuerte adversativo alla (“por el contrario”, “sino”): Sino servíos por amor los unos a los otros, «al contrario, ayúdense unos a otros por amor» (TLA), «al contrario, que el amor os tenga al servicio de los demás» (NBE).

Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción

— de apetencias… humanas: Lit. para la carne. Todo el pasaje siguiente (Gál 5:16-26) gira en torno a la oposición entre Espíritu y carne, dando a este último término el sentido peyorativo que tiene frecuentemente en Pablo (ver nota a Rom 7:5).

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

Acerca del amor

Aquel que llamó a los gálatas en la gracia (8; cf. 1:6) los llamó a ejercer los derechos y disfrutar de las bendiciones de la libertad (13a). Pablo sabe, no obstante, que la libertad puede convertirse en libertinaje, por lo cual debe dejar perfectamente en claro cuáles son las altas obligaciones de aquellos que han sido liberados. En este pasaje el Apóstol describe con cierto detalle tanto el abuso de la libertad como su uso correcto.

Se abusa de la libertad cuando se la convierte en un pretexto para la carnalidad (13b; lit., “pretexto para la carne”). Pablo es muy específico sobre el tipo de conducta que tiene en mente. En los vv. 19-21 ofrece incluso una lista de las obras de la carne. Estas acciones parecen estar reunidas en cuatro grupos: inmoralidad sexual, idolatría, disensiones y falta de dominio propio. La mayoría de los pecados que Pablo incluye pertenecen a la tercera categoría, lo cual sugiere que los gálatas eran especialmente susceptibles a caer en pecados que involucraban las relaciones interpersonales. Esto es confirmado por el hincapié que el Apóstol hace sobre ese problema. En el v. 15 habla sobre el peligro de que se destruyan entre sí: Si os mordéis y os coméis los unos a los otros. Y al final del párrafo agrega otra advertencia sobre la vanidad y la envidia (26).

Las implicaciones de esta conducta deberían ser bien conocidas por los gálatas: el Apóstol ya les había advertido en una ocasión anterior que los que hacen tales cosas no heredarán el reino de Dios (21). Era verdaderamente irónico que estos cristianos, que fueron seducidos por un mensaje de que debían guardar la ley, cayeran en un comportamiento que contradecía abiertamente su fe. Su énfasis en la carne (lit., por la circuncisión, pero lo que es más importante, por su dependencia en sus propios esfuerzos) los llevaba a realizar las obras de la carne en otro sentido. Nuestros esfuerzos por agradar a Dios en nuestras propias fuerzas sólo causan comportamientos pecaminosos (ver sobre 3:4).

Pablo aclara también cuál es el uso correcto de la libertad: servíos [lit., sed esclavos] los unos a los otros por medio del amor, porque toda la ley se ha resumido en un solo precepto: Amarás a tu prójimo como a ti mismo (13c, 14). El principio de una fe activa (6) ahora se ha desarrollado. Y en la misma forma en que ha hecho una lista de las obras de la naturaleza pecaminosa, ahora especifica la clase de conducta que fluye de la comunión con el Espíritu Santo (22, 23). Es importante observar que el fruto del Espíritu aquí detallado consiste principalmente de actitudes y acciones que fortalecen las relaciones interpersonales, precisamente la gran debilidad de los gálatas. Las cualidades de gozo y paz probablemente no se refieran a emociones subjetivas, sino a la forma en que nos relacionamos con los demás. Aun la palabra fe podría ser entendida como “fidelidad”, una vez más, en las relaciones interpersonales. También se subraya la bondad y la paciencia.

Pero ¿cómo logramos estas metas? Como cristianos, muchas veces desearíamos que hubiera fórmulas instantáneas que solucionaran nuestros problemas espirituales. El material bíblico se resiste a tal actitud. Pero si existe algún pasaje que suene similar a una fórmula para la santificación, es Gál. 5:16: Digo, pues: Andad en el Espíritu y así jamás satisfaréis los malos deseos de la carne. Como Pablo explica en el siguiente versículo, el Espíritu y la carne (la naturaleza pecaminosa) se excluyen mutuamente. Por lo tanto, si estamos ocupados agradando al primero, no agradaremos a la última.

Nótese, además, que los mandatos de Pablo (el “imperativo”) están enraizados en los hechos de nuestra experiencia cristiana (el “indicativo”). La razón por la que podemos cobrar aliento en nuestra vi da cristiana es que al colocar nuestra fe en Cristo le dimos un golpe mortal al poder de la carne (24; cf. Rom. 6:1-4). Por eso, si nuestra vida procede del Espíritu, lo más apropiado -en realidad, lo que debemos hacer- es conducirnos según su guía.

Finalmente, nótese cómo este pasaje nos ayuda a comprender un poco mejor la enseñanza de Pablo sobre la ley. Aunque anteriormente pronunció durísimas palabras sobre el uso de la ley como medio para ganar la herencia, no cuestiona su valor como revelación de lo que es la voluntad de Dios para nosotros. Si nuestra vida es regida por el Espíritu, no estamos sujetos al poder condenatorio de la ley, y en consecuencia, no tenemos por qué temerle. Por tanto, es correcto que “cumplamos” la ley (14), realizando aquellos actos que la ley no condena (23). Aquí hay verdadera libertad.

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

REFERENCIAS CRUZADAS

w 257 Jua 8:36; Rom 6:22

x 258 1Co 8:9; 1Pe 2:16; 2Pe 2:19

y 259 1Co 9:19

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

13 super (1) La libertad sin límite siempre da por resultado que se le dé rienda suelta a la carne. La libertad limitada nos lleva a amar a otros y, por medio del amor, a servirlos como esclavos (cfr. v.14).

13 super (2) Véase la nota 3 super (2) del cap.3.

13 super (3) Lit., servir como esclavo.

Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro

Se inserta uséis para suplir elipsis del original; incentivo… Lit. base de abastecimiento; servíos… Gr. douleúo = servir como o hacer oficio de esclavo → §273.

Fuente: Biblia Textual IV Edición

M50 Ἐπʼ ἐλευθερίᾳ ἐκλήθητε debe traducirse: ustedes fueron llamados a (o con miras a la) libertad; comp. 1Ts 4:7; Efe 2:10 (indica propósito -R605; propósito, resultado -BD235[4]).

Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego

. uséis.

5.13 Lit. base de abastecimiento.

Fuente: La Biblia Textual III Edición

?V. 13:? ?Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis?48? la libertad como? ?ocasión para la carne, sino servios por amor los unos a los otros.? ??Otros leen: «Sino servios por amor del espíritu los unos a los otros.» No es mucha la diferencia. Lo? ?que Orígenes discurre aquí, según referencias de San Jerónimo, respecto de un significado oscuro, y de la? ?carne de la ley, ni lo entiendo ni lo comparto.?49? A mí, el pensamiento del apóstol y la conclusión que hace? ?me parecen claros. Con decir «vosotros a libertad fuisteis llamados» quiere indicar que «fuisteis llamados? ?de la esclavitud de la ley a la libertad de la gracia». Como hubo tanto titubeo entre los gálatas respecto de? ?este punto, también yo mismo me veo obligado a referirme siempre de nuevo a él. La ley, digo, produce? ?esclavos. Pues quienes la cumplen, la cumplen no en forma gratuita, sino impulsados por el temor al? ?castigo con que se los amenaza, y por el deseo de obtener los bienes que se les promete; y de esta manera,? ?en realidad no la cumplen. Pero la ley, no cumplida, mantiene a los hombres en el estado de inculpados, y? ?de esclavos del pecado. La fe en cambio hace que recibamos el amor y que a raíz de ello cumplamos la ley? ?no por una momentánea compulsión o atracción, sino en forma libre y constante. Por lo tanto, dejarse? ?circuncidar es una característica de la esclavitud, amar al prójimo en cambio es una característica de la? ?libertad, porque aquello (el circuncidarse) se hace bajo la amenaza de la ley, contra la propia voluntad, esto? ?empero (el amar al prójimo) se hace bajo el influjo de un amor rebosante y gozoso, espontáneamente.? ??Además, la advertencia «solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne» el apóstol? ?la agrega para que no demos lugar a la idea tonta de querer ver en esta libertad un estado en que cada cual? ?tiene permiso y vía libre para hacer lo que se le antoje. Idéntica advertencia hallamos también en ?Romanos? ?6? (v. 14). Allí el apóstol imparte una enseñanza acerca de la misma libertad, y dice: «No estáis bajo la ley,? ?sino bajo la gracia». Con esto se afirma categóricamente que estamos libres de la ley. Pero inmediatamente? ?después (v. 15), Pablo se hace a sí mismo la objeción: «¿Qué, pues? ¿Pecaremos, porque no estamos bajo? ?la ley? En ninguna manera.» Esto es exactamente lo que el apóstol dice aquí (?Gá. 5 :13?): «Se daría ocasión? ?a la carne» si se quisiese tomar la libertad en un sentido tan carnal. No estamos libres de la ley conforme al? ?modo y punto de vista humano, (como ya dije antes),?50? o sea, porque la ley haya sido abrogada y cambiada.? ??Antes bien, estamos libres de la ley conforme al modo y punto de vista divino y teológico, o sea, porque? ?nosotros mismos somos cambiados, y convertidos de enemigos de la ley en amigos de la ley. Esta es? ?también la línea de pensamiento de Pedro cuando dice en su primera carta, capítulo 2 (v. 16): «Como libres,? ?y no como los que tienen la libertad como pretexto para hacer lo malo, sino como siervos de Dios». Ahí? ?tienes lo que significa «ocasión para la carne»: es tomar la libertad como pretextó para hacer lo malo, lo que? ?lleva a los hombres a pensar que por no estar atados ya a ninguna ley, tampoco tienen la obligación de hacer? ?el bien y vivir correctamente. Pero la liberta tiene una finalidad muy distinta, a saber, la de que ahora así,? ?hagamos el bien ya no por compulsión sino alegremente, sin esperar una recompensa. Por otra parte, también? ?en el presente pasaje el propio apóstol dice que esta libertad es una esclavitud del amor. «Servíos por? ?amor», dice, «los unos a los otros». Pues la libertad consiste en esto: que no tengamos otra obligación que? ?la de amar al prójimo. El amor empero nos enseña en forma muy fácil cómo hacer todas las cosas correctamente.? ??Donde no hay amor, todas las enseñanzas serán pocas.?51?¡Imagínate pues lo estúpidos que son los hombres si creen que mediante la libertad que nos desliga? ?del dominio de la ley y del pecado, se nos da el permiso de pecar! ¿Por qué entonces no creen también que? ?mediante la libertad con que ellos se desligan de la justicia, se les da el permiso de obrar correctamente?? ?Pues si consideran válida la deducción: «He sido desligado del pecado, luego bien puedo pecar», también? ?debe hacerse esta otra deducción: «He sido desligado de la justicia, luego bien puedo hacer lo que es justo».? ??Si, esta última argumentación no es admisible, tampoco lo es la primera. Esta idea tonta procede, como ya? ?dije, de la mente humana y de la práctica de autojustificarse: como la justificación al modo humano es? ?producto de las obras, se cree que una vez «adquirida» la justicia, sigue un estado de completa libertad en? ?que se pueden dejar de lado las obras de justicia. La justicia de la fe, sin embargo, nos es donada antes de? ?que se hagan obras, y es por sí misma el comienzo de las obras; de ahí que sea una libertad para entrar en? ?acción, así como la justicia humana es una libertad para entrar en receso. Ambas son, por lo tanto, de índole? ?muy distinta, como dice Isaías, capítulo (v. 9): «Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis? ?caminos más altos que vuestros caminos». Consecuentemente, aquella imaginación carnal ve en la libertad? ?de la justicia?52? más bien una odiosa esclavitud, puesto que esa imaginación odia la ley y las obras que la ley? ?demanda; y por eso, la única libertad estimable para ella es la que consiste en que la ley sea cambiada y? ?abrogada, sin perjuicio de que aquel odio pueda continuar como antes. Así que la expresión «para la? ?carne» que Pablo emplea en este pasaje está tomada no en sentido alegórico sino en sentido propio como? ?«vicios de la orne» o «carne que alberga los vicios» que nos impulsan a buscar cada uno lo suyo y a? ?descuidar lo que es del prójimo.?53? Pero tal actitud atenta contra el amor, y el que usa la libertad de esta? ?manera, la usa como «ocasión para la carne», para que la carne, después de habérsele donado la libertad,? ?tenga ocasión de servir a sus deseos con desprecio total del prójimo.? ?

Fuente: Comentario de Gálatas por Martin Lutero