Comentario de Gálatas 6:6 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

El que recibe instrucción en la palabra comparta toda cosa buena con quien le instruye.

6:6 — El que es enseñado en la palabra, haga partícipe de toda cosa buena al que lo instruye — (Y al que se le enseña la palabra, que comparta toda cosa buena con el que le enseña, LBLA) — Algunos dicen que en este texto Pablo requiere que el hermano enseñado comparta sus bienes materiales con el que le enseña. Varios textos enseñan esto (1Co 9:14; 2Co 11:8; Flp 4:15-16), pero literalmente este texto dice, deje compartir el siendo enseñado en la palabra con el que enseña en todas cosas buenas — «koinoneito de (deje compartir) o katechoumenos ton logon (el siendo enseñado en la palabra) to katechounti (con el que enseña) en pasin agathois (en todas cosas buenas) (Interlinear de Berry). El verbo koinoneo significa «entrar en comunión, unirse como socio, hacerse partícipe» (Léxico Thayer); «tomar parte con otro en algo, y especialmente tener en común; no simplemente comunicar sino compartir» (Vine, comentario sobre Rom 12:13). En el ver. 5 Pablo enfatiza la responsabilidad individual de cada uno y ahora enfatiza la necesidad de que cada hermano (cada persona enseñada) tenga comunión con el hermano fiel que le enseña, que tengan en común todas las cosas buenas impartidas por el maestro. El hermano enseñado debe esforzarse y trabajar con su maestro y, de esta manera, tener su parte en las bendiciones que resultan de tales actividades.

En seguida se presenta una cita de Vincent (Word Studies in the New Testament). Lo que él dice es significativo porque aunque en otros textos él aplica el verbo koinoneo (el sustantivo koinonia) a la contribución, él no lo hace en Gál 6:6; Gál 6:10. «Pero, aunque de esta manera (ver. 5) cada uno está individualizado con respecto a sus cargas, la comunión cristiana en todas las cosas moralmente buenas ha de ser mantenida entre el maestro y el enseñado. El pasaje frecuentemente se explica como mandato de proveer para las necesidades temporales de maestros cristianos. Pero esto es enteramente ajeno al curso de pensamiento, y aísla el versículo del contexto de ambos lados de él (énfasis mío, wp). Como los vv. 1-5 se refieren a los errores morales, en todas buenas cosas naturalmente tiene la misma referencia, como hagamos bien en el ver. 10 ciertamente tiene. La exhortación, por lo tanto, es que el discípulo debería hacer causa común con el maestro en toda cosa que es moralmente bueno y que promueve la salvación… Koinoneito. Retener comunión con; participar con. No impartir a. La palabra se usa de dar y recibir ayuda material (Flp 4:15): de participación moral o espiritual (Rom 15:27; 1Ti 5:22; 1Ti 2:1-15 J. 11): de la participación en condiciones externas (Heb 2:14): en sufrimientos (1Pe 4:13)». Esta explicación es lógica, explica correctamente las palabras usadas por Pablo y, sobre todo, respeta el contexto y no le introduce algún tema ajeno al pensamiento.

Los maestros fieles (por ejemplo, ancianos, Hch 14:23), deben compartir con el hermano que está siendo enseñado en todas las cosas buenas del evangelio. El maestro no debería imitar el egoísmo y arrogancia de los judaizantes que abusaban de los santos, sino que debería recibirlos y hacerles verdaderos participantes de las buenas cosas de Dios. Pablo no dice que las «cosas buenas» son bienes materiales. ¿Por qué suponer que el maestro debe recibir «todas cosas buenas» del enseñado? ¿Qué tantas cosas buenas tiene el enseñado que podría dar al maestro? Aparte del dinero, ¿qué otra cosas debe comunicar o dar al maestro? «El que instruye tiene las cosas buenas; el que está siendo instruido ha de proceder a participar en ellas, en todas ellas. Las riquezas están con el maestro de la Palabra, la pobreza está con el alumno, y el alumno ha de iniciar comunión con el maestro para que él, el alumno, sea enriquecido» (Lenski). En otros textos cuando Pablo habla de la comunión (koinonía), es obvio que se refiere a la ayuda económica (como expresión de la comunión), pero este contexto trata de las bendiciones de la doctrina pura y Pablo dice al maestro que deje compartir estas cosas buenas (beneficios espirituales) al hermano que está siendo enseñado. Cuando Pablo habla de dinero para el predicador, lo explica claramente como en 1Co 9:4-14; 2Co 11:8; y Flp 4:15-16.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

Deu 12:19; Mat 10:10; Rom 15:27; 1Co 9:9-14; 1Ti 5:17, 1Ti 5:18.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

HAGA PARTÍCIPE DE TODA COSA BUENA. Es el deber de todo el que recibe la enseñanza de la Palabra de Dios ayudar a proporcionar respaldo material para los instructores (1Co 9:14; 1Ti 5:18). Entre los que merecen apoyo están los pastores, obreros cristianos, maestros, evangelistas y misioneros fieles (1Co 9:14; 3Jn 1:6-8). Negarse a dar apoyo, si hay medios disponibles, es sembrar egoísmo y cosechar destrucción (vv. Gál 6:7-9). El dar a los que ministran en la Palabra se cuenta como hacer bien a los de la familia de los creyentes (v. Gál 6:10); a su debido tiempo cosecharemos (v. Gál 6:9) la recompensa (Mat 10:41-42) y la vida eterna (v. Gál 6:8).

Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena

toda cosa buena. Aunque esta expresión podría referirse a algún tipo de compensación material, el contexto indica que Pablo se refiere a las cosas espirituales y morales excelentes que se aprenden de la Palabra, en las cuales participan como hermanos que crecen juntos en el Señor. Pablo emplea este mismo término para describir el evangelio (Rom 10:15; cp. Heb 9:11).

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

6:6 — El que es enseñado en la palabra, haga partícipe de toda cosa buena al que lo instruye — (Y al que se le enseña la palabra, que comparta toda cosa buena con el que le enseña, LBLA) — Algunos dicen que en este texto Pablo requiere que el hermano enseñado comparta sus bienes materiales con el que le enseña. Varios textos enseñan esto (1Co 9:14; 2Co 11:8; Flp 4:15-16), pero literalmente este texto dice, deje compartir el siendo enseñado en la palabra con el que enseña en todas cosas buenas — «koinoneito de (deje compartir) o katechoumenos ton logon (el siendo enseñado en la palabra) to katechounti (con el que enseña) en pasin agathois (en todas cosas buenas) (Interlinear de Berry). El verbo koinoneo significa «entrar en comunión, unirse como socio, hacerse partícipe» (Léxico Thayer); «tomar parte con otro en algo, y especialmente tener en común; no simplemente comunicar sino compartir» (Vine, comentario sobre Rom 12:13). En el ver. 5 Pablo enfatiza la responsabilidad individual de cada uno y ahora enfatiza la necesidad de que cada hermano (cada persona enseñada) tenga comunión con el hermano fiel que le enseña, que tengan en común todas las cosas buenas impartidas por el maestro. El hermano enseñado debe esforzarse y trabajar con su maestro y, de esta manera, tener su parte en las bendiciones que resultan de tales actividades.
En seguida se presenta una cita de Vincent (Word Studies in the New Testament). Lo que él dice es significativo porque aunque en otros textos él aplica el verbo koinoneo (el sustantivo koinonia) a la contribución, él no lo hace en Gál 6:6; Gál 6:10. «Pero, aunque de esta manera (ver. 5) cada uno está individualizado con respecto a sus cargas, la comunión cristiana en todas las cosas moralmente buenas ha de ser mantenida entre el maestro y el enseñado. El pasaje frecuentemente se explica como mandato de proveer para las necesidades temporales de maestros cristianos. Pero esto es enteramente ajeno al curso de pensamiento, y aísla el versículo del contexto de ambos lados de él (énfasis mío, wp). Como los vv. 1-5 se refieren a los errores morales, en todas buenas cosas naturalmente tiene la misma referencia, como hagamos bien en el ver. 10 ciertamente tiene. La exhortación, por lo tanto, es que el discípulo debería hacer causa común con el maestro en toda cosa que es moralmente bueno y que promueve la salvación… Koinoneito. Retener comunión con; participar con. No impartir a. La palabra se usa de dar y recibir ayuda material (Flp 4:15): de participación moral o espiritual (Rom 15:27; 1Ti 5:22; 1Ti 2:1-15 J. 11): de la participación en condiciones externas (Heb 2:14): en sufrimientos (1Pe 4:13)». Esta explicación es lógica, explica correctamente las palabras usadas por Pablo y, sobre todo, respeta el contexto y no le introduce algún tema ajeno al pensamiento.
Los maestros fieles (por ejemplo, ancianos, Hch 14:23), deben compartir con el hermano que está siendo enseñado en todas las cosas buenas del evangelio. El maestro no debería imitar el egoísmo y arrogancia de los judaizantes que abusaban de los santos, sino que debería recibirlos y hacerles verdaderos participantes de las buenas cosas de Dios. Pablo no dice que las «cosas buenas» son bienes materiales. ¿Por qué suponer que el maestro debe recibir «todas cosas buenas» del enseñado? ¿Qué tantas cosas buenas tiene el enseñado que podría dar al maestro? Aparte del dinero, ¿qué otra cosas debe comunicar o dar al maestro? «El que instruye tiene las cosas buenas; el que está siendo instruido ha de proceder a participar en ellas, en todas ellas. Las riquezas están con el maestro de la Palabra, la pobreza está con el alumno, y el alumno ha de iniciar comunión con el maestro para que él, el alumno, sea enriquecido» (Lenski). En otros textos cuando Pablo habla de la comunión (koinonía), es obvio que se refiere a la ayuda económica (como expresión de la comunión), pero este contexto trata de las bendiciones de la doctrina pura y Pablo dice al maestro que deje compartir estas cosas buenas (beneficios espirituales) al hermano que está siendo enseñado. Cuando Pablo habla de dinero para el predicador, lo explica claramente como en 1Co 9:4-14; 2Co 11:8; y Flp 4:15-16.

Fuente: Notas Reeves-Partain

MANTENIENDO EL NIVEL

Gálatas 6:6-10

El que está recibiendo enseñanza de la Palabra de Dios debe compartir todas las cosas buenas con el que le enseña. No os engañéis; a Dios no se le puede tomar a la ligera; lo que cada uno siembre, eso será lo que siegue. El que siembra para su propia naturaleza inferior segará de ella una cosecha mezquina. El que siembra para el Espíritu, cosechará del Espíritu la vida eterna. No os canséis nunca de obrar como es debido; porque, cuando llegue el momento, segaremos, siempre que no hayamos relajado nuestros esfuerzos. Así que, siempre que tengamos oportunidad, hagamos el bien a todo el mundo, y especialmente a los que son de la familia de la fe.

Aquí Pablo se vuelve intensamente práctico.
La Iglesia Cristiana tenía sus maestros. En aquel tiempo, la Iglesia era una institución auténticamente solidaria. Ningún cristiano podía soportar tener demasiados bienes de este mundo cuando otros tenían demasiado poco. Así es que Pablo dice: «Si hay un hermano que te está enseñando las verdades eternas, lo menos que puedes hacer es compartir con él las cosas materiales que pOseas.»
Seguidamente Pablo pasa a establecer una verdad inflexible. Insiste en que la vida mantiene la balanza en perfecto equilibrio. Si una persona se deja dominar por el lado inferior de su naturaleza, acabará por no poder esperar nada más que una cosecha de problemas. Pero, si se mantiene caminando por la senda superior, y obrando el bien, Dios la recompensará a fin de cuentas.
El Evangelio nunca suprime los peligros de la vida. Los griegos creían en Némesis; creían que, cuando una persona hacía algo que estaba mal, inmediatamente tenía a Némesis a sus talones, y más tarde o más temprano la alcanzaría. Todas las tragedias griegas son un sermón sobre el texto: » El que la hace, la paga.» Lo que nunca recordamos suficientemente es que -si es benditamente cierto que Dios puede perdonar y perdona a las personas sus pecados, también es verdad que ni siquiera Él puede borrar las consecuencias del pecado. Si una persona peca contra su cuerpo, más tarde o más temprano lo pagará con una salud quebrantada-, aunque se le perdone. Si una persona peca contra sus seres queridos, más tarde o más temprano les destrozará el corazón -aunque se le perdone. John B. Gough, el gran defensor de la abstinencia, que había vivido antes una vida desmadrada, solía advertir: «Quedan las cicatrices.» Y Orígenes, el gran erudito cristiano, que era universalista, creía que, aunque todas las personas se salvaran al final, hasta entonces quedarían las huellas del pecado. No podemos tomar a la ligera el perdón de Dios. Hay una ley moral en el universo. Si uno la quebranta, puede que se le perdone; pero no puede evitar las consecuencias.
Pablo termina recordando a sus amigos que el deber de la generosidad puede que nos resulte molesto, pero el que haya echado su pan sobre las aguas lo hallará a su debido tiempo (Ec 11:1 ).

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento

Este versículo dice literalmente: “Comparta el que se está instruyendo en la palabra con el que está instruyendo en todas las cosas buenas”. No se sabe con certeza si ya en las comunidades de Pablo existía una forma organizada de enseñanza del mensaje cristiano, aunque es poco probable. Este es uno de los textos de donde surgieron las palabras “catequesis”, “catequista” y otras derivadas, que son más usuales en el ambiente católico: «El catecúmeno debe compartir sus bienes con su catequista» (BP).

La forma participial del verbo griego puede traducirse con la voz pasiva: El que es enseñado, «el que esté siendo instruido» (TLA), «el que recibe instrucción» (NVI).

La palabra era una forma usual de designar el conjunto del mensaje cristiano, por lo que es correcto traducir como «el mensaje del evangelio» (DHH96), «el mensaje cristiano» (BA), “el mensaje de Dios”.

Para designar al catequista en la traducción puede usarse «maestro» (TLA), “instructor”, “encargado de su formación”, “maestro de los nuevos convertidos”.

La expresión de toda cosa buena es ambigua. Puede referirse a alguna contribución económica o en especies para el instructor, aunque el verbo griego “compartir” puede referirse también al tiempo y a los sentimientos. Algunos estudiosos sugieren que aquí Pablo es intencionalmente ambiguo, pues él quiere incluir tanto el aspecto material como el espiritual en el compañerismo entre el discípulo y su maestro. No se trataría, entonces, de un pago fijo en calidad de cuota o salario, sino, más bien, de una forma de intercambio generoso de bienes materiales y espirituales: “Las personas que reciben sus primeras enseñanzas del mensaje cristiano deben corresponder con sus instructores y compartir con ellos de lo bueno que tengan”, “los que reciben cursillos de iniciación a la vida cristiana deben corresponder a sus instructores con generosidad en lo que les sea posible”.

Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción

1Co 9:11-14.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

NOTAS

(1) Lit.: “siendo ahondado por sonido a”. Gr.: ka·te·kjóu·me·nos; lat.: ca·te·ci·zá·tur.

REFERENCIAS CRUZADAS

l 296 Luc 1:4; Hch 18:25

m 297 Lev 8:31; Luc 10:7; Rom 15:27; 1Co 9:11; Heb 13:16

n 298 Núm 18:31; Mat 10:10; 1Co 9:14

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

6 super (1) Las cosas buenas para esta vida, lo necesario para la vida diaria.

Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro

de toda cosa buena. I.e., de cosas materiales.

Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie

?V. 6:? ?El que es enseñado en la palabra, haga partícipe de toda cosa buena a1 que lo instruye.??Un precepto ético más, el último, imparte aquí el apóstol; a los ancianos que enseñan la palabra de? ?Dios y que «siembran lo espiritual» (?1 Co. 9:11?) se los debe proveer de lo material (lat. carnalia) y de las? ?cosas necesarias para la vida. Porque «el obrero es digno de su salario» dice Cristo (Lc; 10:7), y el mismo? ?Pablo vuelve sobre este punto con más detalles en ?1 Timoteo 5? (v. 17, 18) y ?1 Corintios 9? (v. 1-15).?Sorprende empero por qué el traductor halló placer en entremezclar en el texto palabras enteramente? ?griegas. Êáôç÷ßîù, significa «enseño» e «instruyo»; de ahí viene la designación «catecúmenos» para los? ?que son instruidos en la religión de Cristo.?22? ??Pablo exterioriza aquí su desprecio de la filosofía estoica;?23? llamando «cosa buena» a lo que es? ?necesario para el cuerpo; los estoicos en cambio con su manía de distorsionar y violentar las palabras,? ?cuentan entre las «cosas buenas» solamente la sabiduría y la virtud (esto es, soberbia basada en vanidad).? ?Nosotros sabemos que «todo lo que Dios había hecho era muy bueno» (?Gn. 1:31?) y que «todo lo que Dios? ?creó es bueno» (?1 Ti. 4:4?). «Malas» son estas cosas por el mal uso que se hace de ellas, no por un defecto? ?intrínseco. Y por ese mal uso son malas especialmente y más que nada la sabiduría y la virtud (las «cosas? ?buenas» de los estoicos), porque no hacen más que envanecer al hombre si está ausente el amor (?1 Co. 8:1?).?Fíjate en el peso que tiene aquí cada palabra. Al que instruye en la palabra se lo debe hacer participe? ?de toda cosa buena. Con aquellos en cambio que no se ocupan?24? más en la palabra ni la enseñan, este? ?precepto no tiene nada que ver. La primera y más importante tarea en la iglesia es sin duda alguna el? ?ocuparse en la palabra, tarea que el Señor encomendó a Pedro tres veces (?Jn. 21:15? y sigtes.) y que él exige? ?de todos nosotros con la mayor insistencia. Sin embargo, en nuestros tiempos actuales, esta tarea es la más? ?postergada y la más desdeñada de todas. Tantas son las obligaciones oficiales de los juristas, de los jueces,? ?de los provisores?25? ser, tantos los cánticos y las ceremonias de los sacerdotes y de los monjes; pero «la voz? ?del que clama en el desierto» (?Is. 40:3?; ?Mt. 3:3?) se oye raras veces, tan raras que apenas asiste algo más? ?desemejante a la iglesia que la iglesia misma.?Y no es superfluo que el apóstol añada «en la palabra»?26? o como dice el texto griego « la palabra»? ?ser. Son, eran y serán muchos los que presentan profusión de fábulas elaboradas en su propia cabeza, u? ?opiniones y tradiciones de hombres, como lo vemos hoy día para gran dolor nuestro. Pero la «palabra»? ?misma, que sin lugar a dudas significa el evangelio de Cristo -¿dónde, pregunto yo, resuena ésta? O si? ?resuena, desfigurada por comentarios humanos, lo hace en estos términos: “Mi garganta se ha enronquecido» (?Sal. 69:3?), de modo que aunque resuene de esta manera, no puede ser oída. Por lo tanto, los hombres que? ?así tratan la palabra, tampoco esperen que la «participación de toda cosa buena» se haga extensiva a ellos.?Tómese nota además de que Pablo dice: «Haga partícipe». En efecto, hoy día no sólo quieren? ?participar -aunque ni siquiera enseñen la palabra- sino que reclaman autoridad es todo sentido y derecho a? ?la posesión de todos los bienes; y el que es enseñado, prácticamente se ve en el papel de mendigo ante el? ?que le instruye. Pues la iglesia tomó incremento hasta el punto de que incluso comenzó a transferir imperios? ?y otorgar dominios territoriales. «¿Qué nos importa la palabra? Dejemos esto para los frailes:» Es por? ?esto también que mi amigo Silvestre?27? sal afirma que el papa es doblemente emperador del mundo entero? ?y señor sobre todas las cosas. Y no hay nada de extraño en ello; porque está claro que cuando el apóstol? ?Pablo, poco versado en el arte de hablar, quiso decir: «Entreguen todos la totalidad de sus bienes al pontífice? ?romano y háganlo emperador», le vino a la boca una expresión por demás mezquina, de modo que dijo:? ?«El que es enseñado, haga participe de toda cosa buena al que lo instruye en la palabra». Creo empero que? ?si Pablo hubiese sabido que algún día se habría de interpretar el «hacer participe» como «dar autoridad», la «instrucción en la palabra» como «facultad para ejercer dominio» y «el que es enseñado» como «el mundo? ?entero», sin duda habría guardado silencio en cuanto a esta doctrina.??«¿Ya estás mordiendo otra vez?»?28? -No es que esté mordiendo; sino que obligado por la necesidad? ?de poner en claro lo que dicen las Escrituras, llamo la atención a las prácticas vigentes en nuestro siglo para? ?que se vea en qué fue a parar la gloria de ja iglesia, y cuál es la iglesia verdadera y la falsa. Y, para hablar sin? ?ambages, no hay ninguna posibilidad de que las Escrituras sean explicadas y que otras iglesias sean reformadas? ?si no se reforma cuanto antes a aquella entidad que ejerce el predominio universal, la curia romana.? ?Pues ésta es incapaz de oír la palabra de Dios y de mantenerla en alto para que sea enseñada en forma? ?inalterada. Pero si no se enseña la palabra de Dios, tampoco se puede llevar ayuda al resto de las iglesias.??«De toda cosa buena» dice Pablo. Ha suscitado mucha disputa el determinar qué quiere decir el? ?apóstol con esto; pues al parecer habla como Silvestre, prescribiendo una participación en toda cosa buena,? ?con la excepción, como dije, de que lo relaciona sólo con los que se ocupan en predicar y enseñar la? ?palabra. Como de tales personas hay y siempre hubo una cantidad infinita, ,y como todos deben a cada una? ?de ellas «toda cosa buena», sería preciso descubrir muchos mundos para que cada cual pueda entrar en? ?posesión de toda cosa buena. Pero dejemos eso a un lado. Lo que Pablo llama «toda cosa buena» es aquello? ?que al instructor le hace falta. Es decir: los bienes materiales que atañen al sustento de la vida, los debe? ?recibir todos de aquella persona a la cual instruye; pues como está dedicado a la palabra, no los puede? ?adquirir con su propio trabajo. Con esta disposición el apóstol previene al mismo tiempo que el instructor? ?reciba bienes de gente que no figura entre los por él instruidos, lo que significaría una ofensa para los fieles.? ?Y por otra parte, el que es enseñado no debe dar motivo a que el instructor tenga que recurrir a este medio (aceptar bienes no de sus oyentes, sino de foráneos) para ganarse el sustento; antes bien, «debe hacerle? ?partícipe de toda cosa buena», dice Pablo, debe hacerle llegar de sus propios bienes todo lo que aquél? ?necesite. En caso de observarse esta regla no habrá una donación para el sumo pontífice, otra para los? ?obispos que ocupan un cargo intermedio, y otra para los sacerdotes comunes, todo por parte de uno y el? ?mismo pueblo. Entonces también la mendigancia?29? será cosa distinta de lo que aquí se prescribe. Pero los? ?tiempos actuales son otros; cuando Pablo estableció estas disposiciones, los pastores de la iglesia no? ?estaban provistos de ingresos y posesiones materiales. Y no sé si esta enseñanza del Espíritu no fue mejor? ?que la costumbre que reina ahora. Pues ahora tenemos ante la vista lo que se dice en ?Proverbios 28? (v. 2):? ?«Por, los pecados de la tierra sus príncipes son muchos»; y esta multitud es llamada hoy día la jerarquía y la? ?clasificación de la iglesia según rangos inferiores y superiores.?

Fuente: Comentario de Gálatas por Martin Lutero