Comentario de Efesios 3:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Por esta razón yo Pablo, prisionero de Cristo Jesús a favor de vosotros los gentiles…

Resumen: Los gentiles son copartícipes del evangelio y de la obra de evangelización encargada a Pablo, vers 1:12. El desea que ellos comprendan la excelencia del plan de salvación, vers. 13-19. Alabanza a Dios, vers. 20,21. En realidad todo el capítulo se puede considerar como la oración de Pablo para que seamos fortalecidos en Cristo por medio del conocimiento espiritual (vers. 3,4,18), y por la presencia del Espíritu y Cristo en nosotros (vers. 14-19). La sección desde el ver. 2 hasta el ver. 13 es un paréntesis.

3:1 — «Por esta causa yo Pablo, prisionero de Cristo Jesús por vosotros los gentiles». Pablo era prisionero (6:20, «embajador en cadenas»; Hch 21:28; Hch 21:33; Hch 28:17; Hch 28:20) por los gentiles, por predicar el evangelio glorioso de la cruz de Cristo que produce paz entre judíos y gentiles y los reconcilia a ambos en un mismo cuerpo. Por afirmar que los privilegios del evangelio pertenecen tanto al gentil como al judío, Pablo era prisionero.

Cuando Pablo predicó esta verdad

— este evangelio «de paz» — los judíos se llenaron de celos e incitaron a los romanos en contra de él. Obsérvese la conducta de los judíos en Hch 22:17-24 cuando Pablo dijo que Dios le envió a él a los gentiles.

Pero Pablo no quería que los hermanos desmayaran «a causa de mis tribulaciones por vosotros» (v. 13). Siempre tenía mucha solicitud por los hermanos gentiles en este respecto. Para Pablo las cadenas no eran nada, pero tenía cuidado por los hermanos, para que nadie se escandalizara a causa de sus prisiones.

Lo que Pablo comienza a decir en el ver. 1 tocante a ser prisionero se continúa en el ver. 13. Los vers. 2-12 son un paréntesis que explica más ampliamente el llamamiento de los gentiles y el conocimiento de Pablo del «misterio de Cristo». Esta expresión se refiere al hecho de que tanto los gentiles como los judíos son llamados por Dios para formar un solo cuerpo, que es la iglesia de Cristo (1:22,23; 2:16; 4:4).

Los vers. 14-19 expresan el deseo ferviente de Pablo de que ellos comprendan el evangelio «para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios» (ver. 19). Termina el capítulo con una alabanza para Dios por su bondad y por la gloria de su plan de salvación.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

yo Pablo. 2Co 10:1; Gál 5:2.

prisionero de Cristo Jesús. Efe 4:1; Efe 6:20; Luc 21:12; Hch 21:33; Hch 26:29; Hch 28:17-20; 2Co 11:23; Flp 1:7; Flp 1:13-16; Col 1:24; Col 4:3, Col 4:18; 2Ti 1:8, 2Ti 1:16; 2Ti 2:9; Flm 1:1, Flm 1:9; Apo 2:10.

por vosotros los gentiles. Gál 5:11; Col 1:24; 1Ts 2:15, 1Ts 2:16; 2Ti 2:10.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

El misterio escondido que los gentiles serían salvos fue hecho conocido a Pablo por revelación, Efe 3:1-7;

y a él fue dada la gracia de predicarlo, Efe 3:8-12.

Él desea que ellos no desmayen por sus tribulaciones, Efe 3:13;

y ora por que ellos puedan percibir el gran amor de Cristo hacia ellos, Efe 3:14-21.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Al comparar Efe 3:1 con Efe 3:14, observamos que todo lo que se encuentra entre las dos ocasiones en que Pablo usa la expresión «por esta causa» constituye una digresión. Esto es una característica común en el estilo literario del apóstol. Esta es una carta real, no un compendio de teología sistemática (aun cuando junto a Romanos, Efesios aparece probablemente como la mayor síntesis teológica del NT. En esta especie de paréntesis se ofrecen detalles de la revelación que Dios hizo a Pablo del «misterio», es decir; del sagrado secreto según el cual en la dispensación (o administración) de la gracia de Dios, judíos y gentiles estarían al mismo nivel y pertenecerían a un mismo cuerpo.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

la administración que Dios dio a Pablo para el beneficio de los efesios constituyó antes un misterio. Ahora, en el ministerio de Pablo a los gentiles, Dios revelaba más completamente este misterio. El misterio era que judíos y gentiles tendrían una misma condición en la Iglesia, el Cuerpo de Cristo.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

Misión confiada a Pablo, 3:1-13.
1 Por esto yo, Pablo, el prisionero de Cristo Jesús por amor de vosotros los gentiles., 2 puesto que habéis oído la dispensación de la gracia de Dios a mí conferida en beneficio vuestro, 3 cuando por revelación me fue dado a conocer el misterio que brevemente arriba os dejo expuesto. 4 Por su lectura podéis conocer mi inteligencia del misterio de Cristo, que 5 no fue dado a conocer a las generaciones pasadas, a los hijos de los hombres, como ahora ha sido revelado a sus santos apóstoles y profetas por el Espíritu: 6 Que son los gentiles coherederos y miembros todos de un mismo cuerpo, copartícipes de las promesas en Cristo Jesús mediante el Evangelio, 7 cuyo ministro fui hecho yo por don de la gracia de Dios a mí otorgada por la acción de su poder. 8 A mí, el menor de todos los santos, me fue otorgada esta gracia de anunciar a los gentiles la incalculable riqueza de Cristo, 9 y darles luz acerca de la dispensación del misterio oculto desde los siglos en Dios, creador de todas las cosas, 10 para que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora notificada por medio de la Iglesia a los principados y potestades en los cielos, 11 conforme al plan eterno que El ha realizado en Cristo Jesús, nuestro Señor, 12 en quien tenemos la franca seguridad de acercarnos a El confiadamente por la fe, 13 Por lo cual os pido que no desmayéis a causa de mis tribulaciones por vosotros, pues ellas son vuestra gloria.

El Apóstol, después de haber expuesto en los capítulos anteriores el plan divino de salud, tan favorable a los gentiles, entre los cuales estaban los efesios, comienza ahora con una especie de plegaria (3:1), para pedir a Dios que perseveren en la vocación recibida y conozcan más y más cada día las ventajas de su nueva situación. Sin embargo, apenas comenzada esa plegaria (v.1), la mención de los “gentiles,” a cuyo apostolado se debe, le trae a la memoria tantas cosas, que le llevan a una larga digresión o paréntesis (v.2-13), no reanudando hasta el v.14 la plegaria interrumpida. Es un ejemplo clásico de anacoluto, no infrecuentes en San Pablo (cf. Rom 5:12-14; Gal 2:3-9).
Hermosa definición la que el Apóstol da de sí mismo a los efesios: “el prisionero de Cristo Jesús por amor de vosotros los gentiles” (v.1). Era, en efecto, su condición de Apóstol de los Gentiles lo que sobre todo concitaba contra él el odio de los judíos y lo que motivó su prisión en Jerusalén, que luego continuó en Cesárea y en Roma, desde donde escribía la carta (cf. Hec 21:18-36; Hec 23:35; Hec 28:30).
Esa mención de los “gentiles” da origen a la digresión de los v.2-13, que, aunque gramaticalmente no es sino una digresión, doctrinalmente contiene sublimes enseñanzas. Primeramente, el Apóstol hace notar ser cosa pública, conocida también de los efesios, cómo Dios le ha conferido la gracia del apostolado en beneficio de los gentiles (cf. Rom 1:5; Rom 15:15-16; Gal 1:16; Gal 2:8-9), y cómo, a este fin, mediante una “revelación,” le ha iluminado abundantemente sobre el “misterio” de Cristo (v.2-4). Sabemos que San Pablo tuvo muchas revelaciones (cf. 1Co 12:1); pero todo hace pensar que aquí alude sobre todo a la revelación cuando su conversión, camino de Damasco (cf. Gal 1:16; Hec 26:15-18). En cuanto al “misterio,” dice que de él ya les habló antes (v.3; cf. 1:9-10; 2:13-16), y que solamente ahora, en la época del Evangelio, ha sido revelado por el Espíritu a los “santos apóstoles y profetas” de Cristo (v.5). Sobre quiénes sean los “apóstoles” y “profetas,” ya hablamos poco ha, al comentar 2:20; el adjetivo “santos,” con que los califica, no tiene exactamente el mismo sentido que nosotros le damos hoy, equivaliendo prácticamente a llamados a la fe o cristianos (cf. Rom 1:7; 1Co 16:1). El mismo Pablo dirá de sí mismo en seguida que es “el menor de todos los santos” (v.8). Sobre el contenido del “misterio” habla el Apóstol en el v.6, señalando tres aspectos principales: que los gentiles son “coherederos” de los bienes mesiánicos al igual que los judíos, que forman con ellos un “mismo cuerpo” místico, y que son “copartícipes” de las promesas de salud hechas a Israel (cf. 2:12-16; Rom 4:13-16; Gal 3:29).
Siguiendo adelante en ir detallando su papel en orden al “misterio,” dice que por pura gracia de Dios, no por méritos propios, ha sido él elegido para anunciar a los gentiles ese “misterio,” dándoles a conocer la “incalculable riqueza de Cristo,” es decir, los inmensos tesoros de gracia y de verdad que Dios ha dado a los hombres por medio de Jesucristo (v.1-8; cf. 1Co 15:9-10). Y aún añade más el Apóstol, que, a primera vista al menos, nos resulta un poco extraño. Dice que incluso el mundo de los ángeles, desconocedores hasta ahora del “misterio” de Cristo, vienen a conocerlo al ser pregonado en el mundo y realizado en la Iglesia (v.10). Los términos “principados y potestades,” usados ya también anteriormente (cf. 1:21), parece que se refieren, al menos de modo directo, a los ángeles buenos. El hecho, sin embargo, de que los suponga habitando “en los cielos” (εν τοΐζ επουράνιος ), y no en el aire ¡como los ángeles malos (cf. 2:2), no es argumento probativo, pues esa expresión puede entenderse también del “cielo aéreo,” como en 6:12. La ignorancia que del “misterio” de Cristo tenían los ángeles puede entenderse, bien en su sentido obvio, dado que no nos consta con qué luz les hubiese Dios favorecido a este respecto, bien en el sentido como el mismo Cristo tenía ignorancia sobre el día del juicio, por cuanto no habían recibido la misión de comunicarlo al mundo (cf. Mat 24:36).
El Apóstol termina su digresión recalcando que es en Cristo, poniendo de nuestra parte la fe, en quien debemos colocar nuestra, confianza para acercarnos al Padre (v.12; cf. 2:18), al mismo tiempo que pide a los efesios que no se desanimen porque le vean a él en prisiones, pues la gloria del maestro, que sufre valientemente por Cristo, redunda en gloria de los discípulos (v.13).

Oración de Pablo, 3:14-21.
14 Por esto yo doblo mis rodillas ante el Padre, 15 de quien toma su nombre toda familia en los cielos y sobre la tierra, 16 para que, según los ricos tesoros de su gloria, os conceda ser poderosamente fortalecidos en el hombre interior por su Espíritu, 17 que habite Cristo por la fe en vuestros corazones y, arraigados y fundados en la caridad, 18 podáis comprender en unión con todos los santos cuál es la anchura, la longura, la altura y la profundidad, 19 y conocer la caridad de Cristo, que supera toda ciencia, para que seáis llenos en orden a toda la plenitud de Dios. 20 Al que es poderoso para hacer que copiosamente abundemos más de lo que pedimos o pensamos, en virtud del poder que actúa en nosotros, 21 a El sea la gloria en la Iglesia y en Cristo Jesús, en todas las generaciones, por los siglos de los siglos.

El Apóstol, terminada la digresión (v.2-13), reanuda la plegaria comenzada en el v.1, postrándose ante el Padre, a quien dirige una ardiente súplica por los efesios (v.14-21).
La expresión “doblo mis rodillas” (v.14), usada aquí metafóricamente, indica el intenso ardor con que hace esa súplica, pues los judíos, como en general los orientales, oraban de pie (cf. Luc 18:10-14), y sólo en casos de especial significado hincaban las rodillas y se prosternaban (cf. Luc 22:41; Hec 7:60; Hec 20:36). Dice del Padre que de El “toma su nombre toda familia (πασά πάτρια ) en los cielos y sobre la tierra” (v.15); pero ¿qué significan esas palabras? La expresión “tomar nombre” ya la usó el Apóstol anteriormente (cf. 1:21), siendo un hebraísmo que equivale prácticamente a existir; y en cuanto al término “familia,” en griego πάτρια , de la misma raíz que “padre” (πατήρ ), significa, no “paternidad” en abstracto, como traduce la Vulgata latina, sino grupo concreto de individuos que descienden de un mismo padre o tronco común. Al decir, pues, San Pablo que “toda familia,” angélica y humana, debe su origen y existencia a Dios Padre, quiere significar que Dios es el Padre común lo mismo de hombres que de ángeles, sean cualesquiera las posteriores divisiones y agrupaciones, creados todos por El, hombres y ángeles, para constituir su familia en los cielos (cf. 2:19).
A continuación, el Apóstol va concretando el objeto de su plegaria (v.16-19). Pide, primeramente, que los efesios sean sobrena-turalmente fuertes, robustecidos en su “hombre interior” mediante la acción del Espíritu Santo (v.16; cf. Rom 7:22; 2Co 4:16); luego, recalcando el mismo pensamiento bajo otro punto de vista, habla de habitación de Cristo en sus corazones, llevando una vida inspirada por la fe y “arraigada” y “fundada” en la caridad, como los árboles arraigan en la tierra y los edificios se fundan en los cimientos (v.17; cf. Gal 5:6). Así, robustecidos en su hombre interior, es cuando podrán “comprender” (καταλαβέσ 3αι ), junto con toda la gran familia cristiana (cf. 1:15; 6:18), las grandiosas dimensiones del misteño de Cristo (v.18; cf. 1:9-10), y “conocer” su candad, superior a todo conocimiento (v.19). Debemos advertir, sin embargo, que estos v. 18-19 no todos los autores los interpretan de la misma manera. Hay algunos (M. Sales, Leahy, Re) que explican el v.18 por el v.19, suponiendo que el objeto a que apunta el verbo “comprender” es la candad de Cristo, no el “misterio.” Sin embargo, más bien creemos que el v.19 da un paso más en el desarrollo del pensamiento; y mientras el v.18 se refiere al misterio de Cristo, poco ha descrito (cf. v.3-n), que permanece presente en el espíritu del Apóstol, aunque no lo mencione expresamente, el v.19 se refiere a la “caridad” o amor de Cristo, que está en la base misma del misterio y de toda la obra redentora (cf. 5:2; Rom 8:35-39; 2Co 5:14; Gal 2:20). La frase final: “para que seáis llenos en orden a toda la plenitud de Dios” (ϊνα πληρω 3ήτε εϊβ πάν το πλήρωμα του Θεού , ν . 19)” ha sido y es diversamente interpretada. La dificultad está sobre todo en el término “plenitud” (πλήρωμα ), cuyo sentido no es fácil de precisar. Algunos autores lo toman en sentido genérico de plenitud o totalidad, como en otros pasajes del Apóstol (cf. Rom n, 25; 15:29; Gal 4:4), y sería una mera explicación del “seáis llenos,” con referencia a la plenitud de gracias y dones divinos que Dios concede a sus fieles, en lo que es posible que pueda recibirlos una pura criatura. Sin embargo, más bien parece, y tal es la opinión que se va generalizando cada día más entre los autores modernos, que aquí el término πλήρωμα , al igual que en los demás pasajes de las cartas de la cautividad donde vuelve a ser empleado (Gal 1:23; Gal 4:13; Col 1:19; Col 2:9), tiene cierto sentido especial técnico, tomado del vocabulario de la filosofía estoica que había penetrado en el pueblo. San Pablo aludiría al “cosmos” o mundo universo, penetrado y lleno de Dios (cf. 1Co 15:28), al cual quiere que sean integrados los cristianos, quienes, robustecidos por el Espíritu y con Cristo en el corazón, forman ya un pléroma o cuerpo reconciliado con Dios (cf. 1:23; 2:16), pero sin que este organismo haya alcanzado todavía aquella extensión universal que deberá tener, y que ellos deben esforzarse por conseguir. En otras palabras, los cristianos deben tender y moverse hacia (εις ) la conquista del universo para Dios, a quien corresponde por derecho (cf. 1Co 15:28).
Ante estas maravillas del plan redentor de Dios, San Pablo prorrumpe en un himno final o doxología (v.20-21), con que termina la parte dogmática de su carta, agradeciendo a Dios su inmensa liberalidad con nosotros, muy por encima incluso de lo que a nosotros se nos ocurre pedir. Y esta acción de gracias la hace “en la Iglesia y en Cristo” (v.21), que es donde radica nuestra vida de cristianos y como únicamente somos agradables a Dios.

Fuente: Biblia Comentada

Por esta causa. Esto se refiere a las verdades sobre la unidad de los creyentes que Pablo acaba de discutir, e introduce el motivo para su oración que comienza en el v. Efe 3:14. prisionero de Cristo Jesús. Aunque Pablo había sido un prisionero durante unos dos años en Cesarea y dos años en Roma, no se consideraba prisionero de algún gobierno o persona. Más bien, sabía que estaba bajo el control de Cristo y cada detalle de su vida estaba en manos del Señor. El apóstol sufrió su estadía en la prisión con el propósito de predicar el evangelio a los gentiles. Vea 2Co 4:8-15.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

Resumen: Los gentiles son copartícipes del evangelio y de la obra de evangelización encargada a Pablo, vers 1:12. El desea que ellos comprendan la excelencia del plan de salvación, vers. 13-19. Alabanza a Dios, vers. 20,21. En realidad todo el capítulo se puede considerar como la oración de Pablo para que seamos fortalecidos en Cristo por medio del conocimiento espiritual (vers. 3,4,18), y por la presencia del Espíritu y Cristo en nosotros (vers. 14-19). La sección desde el ver. 2 hasta el ver. 13 es un paréntesis.

3:1 — «Por esta causa yo Pablo, prisionero de Cristo Jesús por vosotros los gentiles». Pablo era prisionero (6:20, «embajador en cadenas»; Hch 21:28; Hch 21:33; Hch 28:17; Hch 28:20) por los gentiles, por predicar el evangelio glorioso de la cruz de Cristo que produce paz entre judíos y gentiles y los reconcilia a ambos en un mismo cuerpo. Por afirmar que los privilegios del evangelio pertenecen tanto al gentil como al judío, Pablo era prisionero.
Cuando Pablo predicó esta verdad — este evangelio «de paz» — los judíos se llenaron de celos e incitaron a los romanos en contra de él. Obsérvese la conducta de los judíos en Hch 22:17-24 cuando Pablo dijo que Dios le envió a él a los gentiles.
Pero Pablo no quería que los hermanos desmayaran «a causa de mis tribulaciones por vosotros» (v. 13). Siempre tenía mucha solicitud por los hermanos gentiles en este respecto. Para Pablo las cadenas no eran nada, pero tenía cuidado por los hermanos, para que nadie se escandalizara a causa de sus prisiones.
Lo que Pablo comienza a decir en el ver. 1 tocante a ser prisionero se continúa en el ver. 13. Los vers. 2-12 son un paréntesis que explica más ampliamente el llamamiento de los gentiles y el conocimiento de Pablo del «misterio de Cristo». Esta expresión se refiere al hecho de que tanto los gentiles como los judíos son llamados por Dios para formar un solo cuerpo, que es la iglesia de Cristo (1:22,23; 2:16; 4:4).
Los vers. 14-19 expresan el deseo ferviente de Pablo de que ellos comprendan el evangelio «para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios» (ver. 19). Termina el capítulo con una alabanza para Dios por su bondad y por la gloria de su plan de salvación.

Fuente: Notas Reeves-Partain

EL GRAN DESCUBRIMIENTO

Efesios 3:1-7

Es por esta causa por lo que yo, Pablo, preso de Jesucristo por amor a vosotros los gentiles -vosotros debéis de haber oído de la participación que Dios me ha concedido en la administración de Su gracia a vosotros, porque el secreto de Dios se me ha dado a conocer por Revelación directa, como acabo de escribiros, y ahora podéis volver a leerlo si queréis saber lo que yo entiendo del significado de ese secreto que Cristo nos trajo; un secreto que no les fue revelado a los de otras generaciones de la manera que ahora ha sido revelado a los que están consagrados como apóstoles y profetas Suyos por la obra del Espíritu. Este secreto es que los gentiles sois coherederos, miembros del mismo Cuerpo, copartícipes de la promesa de Jesucristo, por medio de la Buena Nueva de la que yo he sido hecho servidor mediante el don gratuito de la gracia de Dios que se me concedió según el obrar de Su poder.

Cuando Pablo estaba escribiendo esta carta se encontraba en la cárcel en Roma, esperando que le juzgara Nerón, cuando sus acusadores judíos llegaran con sus rostros hoscos y su odio envenenado y sus acusaciones maliciosas. En la cárcel, Pablo tenía algunos privilegios, porque se le permitía residir en una casa que él mismo había alquilado, y en la que podía recibir a sus amigos. Pero seguía estando preso noche y día, encadenado a la muñeca de un soldado romano, que estaba de guardia y cuya misión era asegurarse de que Pablo no se escapara.

En estas circunstancias, Pablo se llama «prisionero de Jesucristo.» Aquí tenemos otro ejemplo gráfico del hecho de que el cristiano siempre tiene una doble vida y unas señas dobles. Cualquier persona corriente habría dicho que Pablo era «preso del gobierno romano,» y sería verdad. Pero Pablo nunca se consideró preso de Roma; siempre se veía como «prisionero de Jesucristo.»

El punto de vista de cada uno es lo que produce las mayores diferencias del mundo. Se cuenta que, cuando Sir Christopher Wren estaba edificando la Catedral de San Pablo de Londres, en una ocasión estaba pasando revista a la obra. Llegó adonde estaba un obrero trabajando, y le preguntó: «¿Qué es lo que estás haciendo tú?» El hombre contestó: «Estoy cortando esta piedra para que tenga un cierto tamaño y una cierta forma.» Llegó adonde estaba otro, y le hizo la misma pregunta. El hombre le contestó: «Estoy ganándome el sueldo en este trabajo.» Cuando le hizo la misma pregunta al tercero, el obrero estuvo callado un instante, se irguió y contestó: «Estoy ayudando a Sir Christopher Wren a construir la Catedral de San Pablo.»
Si uno está en la cárcel por alguna causa noble, puede que se lamente de los malos tratos, o puede que se considere honrado por ser el abanderado de una gran causa. El primero considera la cárcel como un castigo; el segundo, como un privilegio. Cuando estamos pasando adversidades, impopularidad y perjuicios materiales por causa de los principios cristianos, puede que nos consideremos, o víctimas de la sociedad, o campeones de Cristo. Pablo es nuestro ejemplo; él no se consideraba prisionero de Nerón, sino de Cristo.
En esta sección, Pablo vuelve a la idea que se encuentra en el mismo corazón de esta carta. Había venido a su vida la Revelación del gran secreto de Dios. Y ese secreto era que el amor y la misericordia y la gracia de Dios no tenían por objeto exclusivamente a los judíos, sino que eran para toda la humanidad. Cuando Pablo se encontró con Cristo en la carretera de Damasco, le vino un relámpago repentino de Revelación. Era a los gentiles a los que Dios le enviaba: «Para que abras sus ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz y de la potestad de Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en Mí, perdón de pecados y herencia entre los santificados» (Hch 26:18 ).

Esto fue un descubrimiento totalmente nuevo. El pecado original de todo el mundo antiguo era el desprecio. Los judíos despreciaban a los gentiles como si no tuvieran ningún valor para Dios. En el peor de los casos existían solamente para ser aniquilados: » Porque la nación o el reino que no quiera servirte, perecerá; del todo será asolado» (Isa 60:12 ). En el mejor de los casos existían para ser los esclavos de Israel: » El trabajo de Egipto, las mercaderías de Etiopía y los sabeos, hombres de elevada estatura, se pasarán a ti y serán tuyos; irán en pos de ti, pasarán encadenados, te harán reverencia y te suplicarán…» (Isa 45:14 ).

Para mentalidades que pudieran pensar eso era increíble el que la gracia y la gloria de Dios fueran para los gentiles. Los griegos despreciaban a los bárbaros -y para los griegos todos los demás pueblos eran bárbaros. Como dijo Celso cuando estaba atacando a los cristianos: «Los bárbaros puede que tengan algún don para descubrir la verdad, pero hay que ser griego para entenderla.»
Este desprecio racial no desapareció con el mundo antiguo. Ni es cosa del pasado en la sociedad contemporánea.
Ya en el mundo antiguo existían barreras infranqueables. Nadie había soñado jamás que los favores de Dios fueran para todos los pueblos. Fue Pablo el que hizo el descubrimiento. Por eso es Pablo tan tremendamente importante: porque, si no hubiera existido, es posible que no habría habido una cristiandad universal, y que nosotros no seríamos cristianos hoy.

LA AUTOCONSCIENCIA DE PABLO

Efesios 3:1-7 (conclusión)

Cuando Pablo pensaba en este secreto que se le había revelado, se veía a sí mismo de ciertas maneras.

(i) Se consideraba a sí mismo como el receptor de una nueva Revelación. Pablo no consideró nunca que había sido él el que había descubierto el amor universal de Dios; creía que Dios se lo había revelado. En cierto sentido, la verdad y la belleza siempre nos las da Dios.

Se cuenta que una vez estaba Sir Arthur Sullivan en la representación de su H. M. S. Pinafore. Cuando oyó cantar el maravilloso dúo «Ah! Leave me not to pine alome -¡Ah! No me dejes anhelar a solas»-, Sullivan se volvió hacia un amigo que estaba a su lado, y le dijo conmovido: «¿Es verdad que he escrito eso yo?»

Uno de los grandes ejemplos de musicalidad poética es Kubla Khan, de Coleridge. Se quedó dormido leyendo un libro, en el que se encontraban estas palabras: » Aquí Kubla Khan mandó construir un palacio con un regio jardín alrededor.» Coleridge soñó el poema, y cuando se despertó no tuvo más que escribirlo.

Cuando los hombres de ciencia hacen un gran descubrimiento, muchas veces han estado mucho tiempo pensando y experimentando; y, cuando parece que han llegado a un callejón sin salida, de pronto se les enciende la bombilla y ven claramente la solución. Es algo que les es dado por Dios.
Pablo no habría pretendido nunca ser el primer hombre que había descubierto la universalidad del amor de Dios; habría dicho que Dios le dijo a él el secreto que no le había revelado antes a ningún otro.
(ii) Pablo se consideraba transmisor de la gracia. Cuando se reunió con los responsables de la Iglesia para hablar de su misión a los gentiles, les dijo que el Evangelio de la incircuncisión se le había confiado a él, y que » a él se le había dado esa gracia» (Gal 2:7; Gal 2:9 ). Cuando escribe a los cristianos Romanos, habla de » la gracia que me ha sido dada por Dios» (Rm 15:15 ). Pablo veía su tarea como la de ser un canal de la gracia de Dios a los hombres. Uno de los grandes Hechos de la vida cristiana es que se nos han dado las cosas preciosas del Evangelio para que las compartamos con otros. Una de las grandes advertencias de la vida cristiana es que, si nos las guardamos para nosotros mismos, las perdemos.

(iii) Él se consideraba poseedor de la dignidad del servicio. Pablo dice que el don gratuito de la gracia de Dios le hizo servidor. No creía que su servicio era un deber oneroso que se le había impuesto, sino un privilegio radiante. A menudo resulta sorprendentemente difícil convencer a la gente a que sirva en la iglesia. Enseñar para Dios, cantar para Dios, llevar la administración para Dios, hablar para Dios, visitar a los enfermos y a los solitarios para Dios, dar de nuestro tiempo y talentos y dinero para Dios, no se debería considerar una obligación que se nos imponía, sino un privilegio que deberíamos estar contentos de aceptar.
(iv) Pablo se consideraba a sí mismo como alguien que sufría por Cristo. No esperaba que el camino del servicio fuera fácil; no esperaba que el camino de la lealtad estuviera libre de obstáculos. Unamuno, el gran místico español, solía decir: » Y Dios no te dé paz, y sí gloria.» E R. Maltby solía decir que Jesús prometió a Sus discípulos tres cosas: » Que serían absurdamente felices; que serían totalmente intrépidos, y que siempre se encontrarían en líos.» Cuando los caballeros andantes llegaban a la corte del rey Arturo y a la compañía de la Mesa Redonda, pedían que se les permitiera arrostrar peligros y conquistar dragones. El sufrir por Cristo no es un castigo, sino nuestra gloria; porque es compartir los padecimientos de Cristo mismo, y una oportunidad de demostrar que nuestra lealtad es real.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento

CAPÍTULO 3

V. EL APÓSTOL ELEGIDO PARA REALIZAR EL MISTERIO DE CRISTO (3/01-13).

1. INTRODUCIDO, POR REVELACIÓN, EN EL MISTERIO DE CRISTO (3,1-6).

1 Por este motivo, yo, Pablo, prisionero de Cristo Jesús por vosotros los gentiles… 2 Si es que habéis oído hablar de la economía de la gracia de Dios, a mí concedida con respecto a vosotros: 3 cómo por una revelación se me ha dado a conocer el misterio secreto (como os lo expuse antes en pocas palabras), 4 con respecto a lo cual, mientras vais leyendo, podéis percataros de mi penetración en el misterio de Cristo: 5 misterio que en otras generaciones no fue dado a conocer a los hombres, como ahora ha sido revelado a sus santos apóstoles y profetas según el Espíritu: 6 que los gentiles son coherederos, miembros de un mismo cuerpo y copartícipes de la promesa en Cristo Jesús…

Al llegar Pablo a estas alturas de su magnífica descripción de la obra salvífica de Dios, desemboca en una oración por sus fieles pidiendo que puedan profundizar en el conocimiento de la grandeza de lo que Dios les ha dado a través de Cristo. Es el mismo tema de 1,18 ss. Empieza con una fórmula, no muy corriente, pero cada vez más solemne, que significa algo así como «por lo cual». Este comienzo es importante, pues su reaparición en 3,14 demuestra que allí se inicia la oración que se proponía en nuestro pasaje (3,1) y que se interrumpe súbitamente con un pensamiento interpuesto al que Pablo se aplica y desarrolla a lo largo de doce versículos.

Para recalcar su proyectada oración ante sus lectores, subraya Pablo quién es el que aquí ora: «Yo, Pablo, prisionero de Cristo Jesús por vosotros los gentiles.» Sí, él es prisionero de Cristo Jesús. Aunque los guardias sean soldados romanos y unas cadenas de hierro aprisionen su libertad, él sabe muy bien -y ello le consuela profundamente- que el que en realidad lo ha aprisionado y al que él le ha entregado toda su libertad, es Cristo. Y si Cristo ahora quiere que esté atado y preso exteriormente, también sabe que esto sirve para la salvación de los gentiles, tarea que Cristo le ha encomendado.

Esto es lo que Pablo quería añadir. Se estaba hablando de la vocación de los gentiles, pero en esta organización de la gracia de Dios, Pablo ocupa un lugar como ningún otro. El es el instrumento elegido, por el que Dios llama a los gentiles. Los destinatarios de la carta no conocían personalmente a Pablo, pero habrían oído hablar de aquel por medio del cual les había llegado el feliz mensaje y la salvación.

Don de la gracia es para Pablo su vocación. Por eso no se cansa de agradecer una y otra vez lo que él subraya fuertemente como una «gracia» (3,7s). Gracia, o sea algo inmerecido, que procede de la libre elección de Dios y de su profunda misericordia.

Fundamento de todo su apostolado entre los gentiles es la revelación del misterio, que le ha sido hecha. El «misterio» ya lo hemos encontrado en 1,9. Allí se trataba del «misterio de la voluntad de Dios», consistente en recapitular el universo en Cristo: Todo «lo que está en los cielos y lo que está sobre la tierra», y aquí en la tierra precisamente el mundo de los gentiles. Esto para Pablo es equivalente a la búsqueda de la salvación no por la ley de los judíos, sino por la fe.

Que a Pablo le haya sido dada por la revelación una comprensión del plan salvador de Dios, lo pueden averiguar los lectores por lo que hasta ahora ha venido diciendo en elogio de este mismo plan de salvación 13.

El descubrimiento del misterio es la gran gracia de la actualidad. El misterio era desconocido por las generaciones precedentes, al menos con la claridad «como ahora ha sido revelado a sus santos apóstoles y profetas». Naturalmente Pablo pertenece también al grupo de estos «santos apóstoles» 14. Aquí «santo» posee el sentido primitivo de la palabra: entresacado, escogido para una obra especial en el servicio de Dios.

Más consideración merece el hecho de que aquí Pablo asigna, con toda naturalidad, a la pluralidad de apóstoles y profetas lo que pretendía tener como un privilegio único: o sea, el ser los receptores inmediatos de esta revelación divina. Ahora hay muchos, y el misterio se les ha «revelado», y precisamente «en el Espíritu». Pero un poco después aparece como si fuera él el único enviado para los paganos.

Esta conciencia de su misión que tiene el Apóstol puede parecer tanto más extraña, cuanto que se piensa en tantos otros que juntamente con él trabajaban en la misión de los gentiles. Igualmente la revelación del misterio no puede considerarse como una cosa especial y decisivamente única, ya que de hecho ha sido hecha «a los santos apóstoles y profetas». Lo que a Pablo le da la conciencia de ser el apóstol de los gentiles, es lo singular de su vocación y el consiguiente éxito, único en su especie, con el cual Dios lo ha confirmado en esta vocación a través de los años, día tras día. Como tal apóstol de los gentiles, en la forma en que se ha ido haciendo sucesivamente, habla Pablo: no como el único, sino como el que ha recibido para ello más gracia que los demás. Pero hay más: a partir de su segundo viaje misionero se quedó totalmente solo, recorriendo el vasto itinerario bajo la dirección del Espíritu. Trabajaba solamente donde ninguno antes que él había predicado. Nuevas tierras para Cristo iba buscando con su celo incansable, con la plena conciencia de ser realmente el enviado de Dios, el instrumento de su gracia. Aunque tras él hubieran venido muchos maestros y «pedagogos», aquellos cristianos sólo tenían un padre, Pablo, que por primera vez les había transmitido la verdadera vida (1Co 4:15). Para ellos sabía Pablo que era el «apóstol de los gentiles». En nuestro caso se extiende esta conciencia aun a aquellos que por primera vez fueron ganados para el evangelio mediante alguno de sus discípulos, como mano larga del Apóstol (Col 2:1).

Finalmente se dice clara y llanamente en lo que consiste el misterio, que a Pablo y a «los santos apóstoles y profetas» se les ha revelado en el Espíritu: «Los gentiles son coherederos, miembros de un mismo cuerpo y copartícipes de la promesa en Cristo Jesús». De esto se ha venido tratando previamente. Y tan notable es la cosa, que el Apóstol se siente empujado a exponer la misma verdad en un aspecto siempre nuevo: ha quedado suprimida toda diferencia y separación. Los antiguos judíos y los antiguos paganos, al entrar en el único cuerpo de Cristo que los comprende a ambos -la Iglesia-, han sido colocados en absoluta igualdad de derechos; idea que subraya, repitiendo, en el texto griego original, tres veces el prefijo syn (= con).

«Coherederos» son los gentiles en su calidad de hijos del único Padre y hermanos de Jesucristo. Igualmente participan en la promesa que fue dada al pueblo escogido (hasta tal punto, que ello constituía su propia razón de existir como tal pueblo). Y todo esto, porque ahora los gentiles son «miembros de un mismo cuerpo», como los israelitas. Pablo lo expresa con el término griego synsoma. Tuvo que crear esta palabra: la cosa totalmente nueva que quería decir, necesitaba un nombre nuevo.

……………

13. Claramente se alude a 1,3-14; y después, en sentido estricto, al capitulo 2.

14. En la designación «santo» no hay que intentar escuchar la voz «insidiosa» de una segunda generación que mira hacia atrás. Poco después el mismo Pablo se llama a si mismo el menor de todos los «santos».

……………

2. ELEGIDO PARA PROCLAMAR EL MISTERIO DE CRISTO (3,7-13)

…(los gentiles son coherederos…) 7 por medio del evangelio, del cual yo he sido constituido ministro según el don de la gracia de Dios, a mí concedida según la acción de su poder: 8 a mí, el menor de todos los santos, se me ha dado esta gracia: anunciar a los gentiles la insondable riqueza de Cristo, 9 y hacer patente cuál es la dispensación del misterio escondido, desde la eternidad, en Dios, que creó todas las cosas; 10 para que se dé ahora a conocer a los principados y potestades en los cielos, por medio de la Iglesia, la multiforme sabiduría de Dios 11 según el designio eterno que ha realizado en Cristo Jesús, Señor nuestro, 12 en quien, mediante la fe en él, tenemos la seguridad y el acceso en confianza. 13 Así que os ruego no decaigáis de ánimo en mis tribulaciones por vosotros, ya que ésta es vuestra gloria.

«Ministro (del evangelio) según el don de la gracia de Dios, a mí concedida según la acción de su poder». Pablo intenta expresar con una rara acumulación de detalles lo que a primera vista nos parece a nosotros sencillo. Pero la manera como Pablo se expresa, demuestra que esta vocación suya a la proclamación del evangelio entre los gentiles significa para él algo imponderable, algo grande que apenas se puede explicar. Ve en ello primeramente un don gratuito de Dios, y al intentar valorar este don lo hace con la misma expresión prolija que en 3,2: «Don de la gracia de Dios, a mí concedida.» A través de estas palabras podemos rastrear, la honda sensibilidad que las ha inspirado.

«…concedida según la acción de su poder». Siempre que en san Pablo aparece esta palabra «poder» (dynamis), es que está cerca la idea de la resurrección. Así ocurrió en 1,l9s: debemos reconocer «cuál es la extraordinaria grandeza de su poder… según la medida de la acción de su poderosa fuerza que desplegó en Cristo resucitándolo de entre los muertos». Y este poder de Dios, que resucita a Cristo de entre los muertos, se llama sencillamente en aquel texto «la extraordinaria grandeza de su poder con respecto de nosotros, los que creemos». La fuerza, que ha resucitado a Cristo de entre los muertos, sigue actuando al crear una vida de resurrección en los que por la fe y el bautismo en la muerte y resurrección de Cristo han entrado en el ámbito de esa muerte y resurrección. Y como esto se realiza por la fe -por el evangelio-, puede muy bien Pablo decir de este evangelio que es «el poder (dynamis) de Dios para salvación de todo el que cree, empezando por el judío y acabando por el gentil» (Rom 1:16). Así se comprende lo que Pablo quiere decir, cuando de una manera sorprendente afirma que el servicio del evangelio como gracia de Dios se le ha comunicado «según la acción de su poder». El Apóstol se ve a sí mismo, por su vocación a la proclamación del evangelio, comprometido en aquel gran movimiento de la acción poderosa de Dios, que resucitó a Cristo de entre los muertos, que hizo de este mensaje una fuerza de Dios, para la salvación de todo el que cree, y que finalmente lleva adelante esta salvación en la gloria. Esto significa el Apóstol cuando escribe que se le ha confiado la proclamación como una participación en la fuerza poderosa de Dios, que produce la vida de resurrección. Ante la magnitud de esta vocación, Pablo se siente pequeño.

«A mí, el menor de todos los santos, se me ha dado esta gracia: anunciar a los gentiles la insondable riqueza de Cristo». Frase desligada, que es más bien un grito de admiración que una simple expresión. «A mí, el menor de todos». De nuevo a Pablo se le queda pequeño el diccionario: forma con un superlativo otro grado superior, como si dijera: «a mí, el más pequeño de entre los más pequeños de los santos». Recordemos cómo en otros pasajes Pablo, ante la extraordinaria grandeza de la gracia de Dios, experimenta su nada, su real indignidad tan profundamente, que llega a compararse con un aborto: «Por último, como a un aborto, se apareció a mí también» (1Co 15:8). Su anterior condición de perseguidor de la Iglesia pesa sobre el recuerdo de Pablo aun en pleno altamar de su actuación apostólica. Por eso continúa: «pues yo soy el menor de los apóstoles, y no soy digno de llamarme apóstol, porque perseguí a la Iglesia de Dios.» Pero mientras más bajamente piensa de sí mismo, mayor es la consideración que tiene de lo que la gracia de Dios opera en él: «…pero por la gracia de Dios soy lo que soy, y su gracia no se ha frustrado en mí; antes al contrario, he trabajado más que todos ellos, no precisamente yo, sino la gracia de Dios conmigo» (1Co 15:10). Así ahora también se siente pequeño ante la magna gracia de su vocación, que al anciano Pablo le parece todavía como recién estrenada.

Cuando además Pablo subraya con un pronombre demostrativo la gracia (esta gracia), quiere con ello subrayar su admiración por la gracia de «anunciar a los gentiles la insondable riqueza de Cristo». Dos grandes amores encuentran aquí su expresión: el amor a los gentiles y el amor a Cristo.

«A los gentiles», expresión subrayada que se convierte en el punto culminante de todo el párrafo. «Anunciar» se refiere plenamente a la proclamación de la buena nueva, y esta buena nueva no sólo tiene a Cristo como objeto, sino que es portadora de Cristo mismo, y produce la unión con él. Ahora bien, Cristo es rico y hace rico con lo que tiene y mucho más con lo que es, consigo mismo. Pablo sabe algo de esta riqueza, que es Cristo. La ha vivido y la continúa viviendo, no como Ios demás, sino en una singular profundidad de experiencia espiritual; por eso puede salir confiadamente al paso a los corintios, que se consideraban extraordinariamente ricos en los dones del Espíritu: «Gracias a Dios, yo hablo en lenguas más que todos vosotros» (1Co 14:18). Pero él se sabe en posesión de los otros dones del Espíritu: «Supongamos, hermanos, que yo me presente entre vosotros hablando lenguas: ¿qué provecho os aportaría yo, si mi palabra no contuviera un descubrimiento, un conocimiento, una predicación o una enseñanza?» (1Co 14:6). Todo esto son los dones que afirman o presuponen un conocimiento profundo e inspirado por el Espíritu, especialmente el don de la «revelación», que es como una dotación de san Pablo para la obra de su evangelización; podemos lógicamente calcular lo que significa para él una riqueza de Cristo «insondable»: algo que, por mucho que se comprenda, queda aún sin comprender, sustrayéndose a la experiencia. Pero dejemos estas consideraciones: lo interesante sigue siendo el hecho de que el Apóstol debe llevar esta buena nueva a los gentiles.

«…y hacer patente cuál es la dispensación del misterio escondido, desde la eternidad, en Dios, que creó todas las cosas». No se trata de una segunda tarea, a la que Pablo hubiera sido llamado. La conjunción copulativa «y» corresponde a una expresión de equivalencia: «o sea». Precisamente se manifiesta a todos este plan salvífico, porque el Apóstol proclama a Cristo ante los gentiles, no de cualquier forma, sino con aquella fuerza de la gracia que produce la fe, la unión con Cristo y la salvación. Así es como se realiza el plan salvífico de Dios en el mundo pagano.

Todavía se añade intencionadamente que este plan salvífico ha llevado una existencia oculta desde la eternidad, o sea «en Dios, que creó todas las cosas». Pablo tiene una viva sensibilidad para esta preexistencia en el pensamiento eterno de Dios. Así lo hizo al principio al presentar la bendición de Dios, diciendo que Dios nos había escogido «antes de la creación del mundo» (1Co 1:4). Y de la misma manera que coloca el plan de Dios en los fundamentos de la eternidad, igualmente lo ve realizarse en los «siglos venideros: Dios ha llevado a cabo la obra, «para mostrar en los siglos venideros la extraordinaria riqueza de su gracia» (1Co 2:7). Y así ve el Apóstol la obra de salvación situada entre dos eternidades, que le confieren la plena validez de su posición central.

«…en Dios, que creó todas las cosas». Se ha querido ver aquí con razón un ángulo polémico contra corrientes de tipo gnóstico. Aquellos movimientos espirituales dividían el mundo en dos partes: el mundo de los sentidos y el mundo de las ideas; el espíritu y la materia. Y así llegaron a despreciar al Dios creador como Dios creador de la materia, oponiéndole el Dios bueno, el Padre de Jesucristo. Contra estos conatos de desvincular entre sí la obra de la creación y la obra de la salvación viene esta parte adicional de la frase: el misterio de nuestra redención estaba escondido «en Dios, que creó todas las cosas». También para nosotros es esto una advertencia, para que no separemos tanto cuerpo y alma, naturaleza y sobrenaturaleza, creación y redención, sino que, al contrario, los envolvamos en la misma mirada, tomando ante ellos la justa postura.

Si esta manera de entender este pasaje es correcta, debemos en todo caso contar con que Pablo, más de lo que pudiéramos comprobar, habla en un determinado ambiente espiritual que no podemos reconstruir para nuestro uso, a no ser parcial e hipotéticamente. Y, sin embargo, no podemos prescindir de conocer este ambiente espiritual, porque es precisamente el que determina el lenguaje del Apóstol, y en él sus palabras encuentran pleno eco, produciendo la impresión adecuada. Así, por ejemplo, es posible que, cuando Pablo habla de eones, los primeros destinatarios de la carta hayan entendido otra cosa distinta y más profunda de lo que nosotros decimos con el simple concepto de «eternidad», o cuando lo traducimos «épocas históricas».

«.. . para que se dé ahora a conocer a los principados y potestades en los cielos, por medio de la lglesia, la multiforme sabiduría de Dios, según el designio secular que ha realizado en Cristo Jesús, nuestro Señor». Los «principados y potestades» hicieron ya su aparición en 1,21: Cristo ha sido puesto encima de ellos, los cuales, con todo su poder, han sido sometidos a él. Otra vez en 6,12 se habla de ellos como de potencias enemigas: «Nuestra lucha no va contra carne y sangre, sino contra los principados, las potestades…. contra los espíritus malos que están en los espacios celestes». Pablo, utilizando la lengua y el estilo de su tiempo, describe lo que no está condicionado por el tiempo: existen Satán y su mundo de espíritus, que con un odio irreconciliable luchan contra Dios y su ungido, Cristo, que los ha vencido en la cruz, despojándolos de su poder. Así ve Pablo a estos «principados y potestades».

Pero entre los destinatarios de la carta en la provincia de éfeso dominan otros puntos de vista. Hay «principados y potestades» buenos o malos, pero al fin y al cabo son lo que su nombre dice, «principados y potestades», con los que hay que estar bien. De aquí el culto a los ángeles y a las potestades, que toma cuerpo y deja a Cristo en la sombra, cuando no lo pone en duda. En la carta a los Colosenses, Pablo ha tomado posición a este respecto, y debemos agradecer a aquella doctrina desviacionista acerca de Cristo, los mejores pasajes de san Pablo sobre la absoluta soberanía de Cristo en la creación.

En la carta a los Efesios sólo se habla de estos principados y potestad es de una manera accidental, como es el caso del pasaje que comentamos. Aquí reaparecen los principados y potestades, de los que los cristianos desviacionistas esperaban sabiduría y gnosis, penetración en los misterios del mundo celestial y en los caminos que llevan a la salvación (Col 2:3 s.8); pues bien, helos aquí desprovistos del más leve barrunto sobre el verdadero plan de salvación: el misterio de Dios. Ahora tienen que oír la predicación apostólica y aprender de la Iglesia, formada por la unión en Cristo de gentiles y judíos como «cuerpo» suyo y «plenitud» en este mundo, y en la que siempre será proclamado el mensaje de salvación del evangelio. Allí es donde tienen que mirar para saber, aunque sea a regañadientes, lo que se llama «sabiduría de Dios», rica y «multiforme».

«Multiforme» se refiere a una sabiduría que, al no llegar a su objetivo por un camino, emprende otro, todavía mejor, para así conseguir su meta con más brillantez. Y así fue realmente: «Puesto que el mundo no reconoció a Dios en la sabiduría de Dios (manifestada en la creación), quiso él salvar a los creyentes mediante la predicación de la locura (de la cruz)» (1Co 1:21). Al esplendor de la creación sucede la cruz, a la sabiduría humana la fe. Pero esta fe une con Cristo y nos hace ser en Cristo «poder de Dios y sabiduría de Dios» (1Co 1:24). Ciertamente aquí piensa Pablo preferentemente en Cristo que es «nuestra paz». Paz de los hombres entre sí, judíos y gentiles hechos un cuerpo en Cristo, y en este cuerpo de Cristo la plenitud de la vida divina: así ven los principados y potestades -que como potencias espirituales carecen de toda vinculación exterior- a la Iglesia de Cristo y en ella la «multiforme sabiduría de Dios».

«En Cristo Jesús, Señor nuestro». ¿Cómo sería posible que Pablo pudiera nombrar a Cristo sin añadir algo de lo que es para nosotros? Por eso continúa: «En quien, mediante la fe en él, tenemos la confianza y el libre acceso.» La Iglesia es, en su calidad de cuerpo de Cristo, el ámbito de la cercanía de Dios. Esto significa «tener acceso». Y como esto acontece «en Cristo», conectando con su santidad y confiando en él solo, la actitud lógica de los cristianos es una confianza sin límites ante Dios y, por tanto, ante este mundo y esta vida, donde «a los que aman a Dios, todo les sirve para el bien» (Rom 2:28) y donde los sufrimientos sólo son el camino de la gloria (2Co 1:7; Hec 14:22).

Ahora Pablo se dirige a sus lectores, haciendo hincapié en su condición de prisionero: «Así que os ruego no decaigáis de ánimo en mis tribulaciones por vosotros, ya que ésta es vuestra gloria» Sólo le faltaba añadir lo que había dicho en su carta a los Colosenses: «Ahora me alegro de mis padecimientos por vosotros…» (Col 1:24).

Demos ahora una mirada retrospectiva a este último pasaje: Pablo, a partir de 2,1, ha celebrado el «misterio de Cristo», que en definitiva es el mismo Cristo. Es como si sorprendiéramos la alegría de su corazón por la grandeza de este misterio y por ser él su proclamador; nada tiene esto de extraño, ya que se trata de la riqueza insondable de Cristo. «Cristo en vosotros, la esperanza de la gloria», así ha compendiado este misterio en Col 1:27. Pero si queremos ser justos con Pablo, no debemos pasar por alto que a él el misterio se le presenta desde una perspectiva concreta y determinada, o sea: Cristo redentor también de los gentiles. Esta perspectiva de la obra de redención es algo que agobia completamente a Pablo, algo que apenas puede comprender y que lo llena de asombro y de alegría sin límites. Siente necesidad de explicar esta alegría por una cosa que a nosotros, los que nacimos después, nos parece obvia y natural: la completa igualación de los gentiles con el pueblo escogido. Lo que el mismo Pablo, en el mejor de los casos, sintió en un tiempo, lo podemos colegir quizá por un texto del rabí Aquibá, una de las más ilustres figuras del primitivo rabinismo (murió mártir en el año 135 con el mandamiento del amor de Dios de Dt 6 en los labios). En una interpretación del pasaje del Cantar de los Cantares donde se habla de «mi amado», dice: «Cuando los pueblos de la tierra oigan esto, dirán a los israelitas: Queremos ir con vosotros, queremos ir con vosotros en su busca. Pero los israelitas le responderán: No tenéis ninguna parte con nosotros. Mi amado es para mí y yo para él.»

Estos mismos sentimientos debió de haber tenido Pablo en su calidad de judío. ¡Qué camino el recorrido hasta llegar al momento en que la igualdad de los gentiles con los judíos constituía la alegría de su corazón! De milagro podríamos calificar este cambio. Sin duda, Dios infundió en su instrumento escogido, juntamente con la vocación al apostolado con los gentiles, una desbordante alegría en su corazón. La alegría agradecida, que a nosotros nos puede parecer tan inconcebible, es la medida de este amor. Es como una encarnación del amor de Dios mismo a los paganos, o mejor: sólo puede ser el mismo Jesucristo, que en Pablo, su instrumento, ama a estos gentiles. Pablo había escrito una vez: «Dios me es testigo de cuantos deseos tengo de estar con vosotros en las entrañas de Cristo Jesús» (Flp 1:8). Esto, correctamente traducido, equivaldría a «en el corazón de Jesús», o sin metáfora: «en el amor de Cristo Jesús». Así se explica que este texto de la carta a los Efesios se utilice en la fiesta litúrgica del corazón de Jesús. Concretamente para nosotros significa que se trata de una gracia, por la que debemos esforzarnos y que, una vez que apunta tímidamente, la debemos cultivar: el amor al mundo pagano, que todavía no sabe nada de la riqueza de Cristo. ¡Y ojalá este amor procediera también de un intimo agradecimiento por estar ya nosotros en posesión de él!

VI. ORACIÓN DEL APÓSTOL POR LOS CREYENTES, PARA QUE ALCANCEN LA PLENITUD DEL CONOCIMIENTO (3/14-19).

Con un solemne «por este motivo» reanuda Pablo la fórmula de transición de 3,1. Ya allí había querido hablar de su oración por el conocimiento de los creyentes. Pero se interpuso la larga interrupción sobre su participación en el «misterio de Cristo» con vistas al mundo pagano. Por muy grande que sea lo que Pablo ha realizado hasta ahora, no basta con una simple exposición; aquí se requiere mucho más que la mera inteligencia. Para salir al encuentro de este misterio de Dios no hay más remedio que recurrir al Espíritu y a la gracia de Dios. Por eso el Apóstol ora, sin acudir a la intercesión, de suerte que se tiene la impresión de que, al lado de su predicación, ve también en esta intercesión orante una tarea que también le es propia.

14 Por este motivo, hinco mis rodillas ante el Padre del cual 15 toda paternidad en los cielos y en la tierra toma su nombre, 16 para que os conceda, según la riqueza de su gloria, que se robustezca poderosamente en vosotros el hombre interior, por la acción de su Espíritu; 17 que Cristo habite, mediante la fe, en vuestros corazones, y estéis arraigados y cimentados en el amor, 18 para que podáis corresponder con todos los santos, cuál sea la anchura y longitud, la altura y la profundidad, 19 y conocer el amor de Cristo, que excede todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios.

El comienzo es solemne: «Por este motivo, hinco mis rodillas… » Esto para Pablo y para cualquier judío era inusitado, puesto que el israelita oraba de pie a su Dios. Debe haber aquí una intención más profunda que el simple orar, para que Pablo adopte espiritualmente esta postura de postración.

1. EL PADRE DE TODOS (3,14-15).

Pablo se dirige al «Padre del cual toda paternidad en los cielos y en la tierra toma su nombre». En último término, es completamente seguro que aquí se menciona a Dios como origen de toda otra «paternidad», como Padre por antonomasia. Pero la palabra griega utilizada en el Nuevo Testamento no significa paternidad en abstracto, como equivalente a la cualidad de padre, sino en concreto, como referido a una pluralidad de seres procedentes de un padre común. Por tanto, «paternidad» significa aquí familia, tribu, pueblo, o sea cualquier comunidad natural de hombres. Una acepción parecida hay que darle en el mundo de los espíritus con sus múltiples jerarquías. Estas «paternidades o familias» de espíritus «en los cielos» se nombran aquí primero, como réplica al falso culto de los ángeles, que amenazaba a la pureza de la fe de los lectores. Dios es el Padre a quien debe referirse también el origen de toda familia celestial.

Pero también las familias de la tierra, pueblos y naciones, todos tienen en Dios el único Padre, no sólo el pueblo escogido. Y Dios se ha mostrado como Padre de los pueblos precisamente porque ha llamado a estos pueblos (en lenguaje judío, los gentiles) a la salvación en Jesucristo. Esta idea aflora también cuando Pablo se dirige en su oración al Padre, del que toda familia en el cielo y en la tierra «toma su nombre», o sea -atendiendo a la expresión semítica- su existencia concreta.

Finalmente se habla aquí otra vez del Dios Creador, como en 3,9. No hay por qué recriminar nada al Creador del mundo y a la obra de la creación: es el mismo Dios el que ha creado al mundo y lo ha redimido en Jesucristo.

2. PRESUPUESTOS DEL CONOCIMIENTO PERFECTO (3,16-17).

«Para que os conceda según la riqueza de su gloria…» Otra vez aquí, como antes en 1,17, aparece esa llamada, llena de confianza, a la gloria de Dios. Es, como vimos ya, la llamada a la riqueza de Dios, que, por su abundancia, tiende a comunicarse. Y, en consecuencia, una llamada al Dios, que «santifica su nombre» precisamente porque, con su ayuda y donación, se inclina a su pueblo, que, por su parte, lo glorifica por ello agradecido.

«…que se robustezca poderosamente en vosotros el hombre interior, por la acción de su Espíritu». ¿Qué es el «hombre interior»? En 2Co 4:16 se opone expresamente a «hombre exterior»: «Aun cuando nuestro hombre exterior (en el servicio del evangelio) llegue a arruinarse, sin embargo, nuestro hombre interior se va renovando progresivamente». Es el hombre nuevamente creado en el bautismo, el «hombre en Cristo», que en 1Pe 3:4 se designa como «el hombre oculto en el fondo del corazón». Es la obra del Espíritu, y así se comprende que el solicitado robustecimiento «del hombre interior» sólo puede obtenerse «por la acción de su Espíritu».

Pero hay más: Pablo habla del «hombre interior», no como una realidad lograda, sino como una meta hacia la que se va. El «hombre interior» es, en este caso, como un fruto de madurez, la «edad plena de Cristo» (1Pe 4:13), en cuanto que se va realizando en los individuos. Este es el objetivo del «hombre nuevo», tal como ha sido querido por Dios: no es precisamente el hombre fundamentalmente nuevo creado en el bautismo, sino el «hombre nuevo», revestido «de la verdadera justicia y santidad» 16.

«…que Cristo habite, mediante la fe, en vuestros corazones». Los antiguos sabían muy bien qué significa «habitar»; y los contemporáneos lo han vuelto a aprender. No es lo mismo que «tener una casa», o sea pasar la vida en cualquier ambiente que lo resguarde a uno. Habitar sólo se puede en un ambiente que sea adecuado al propio ser. Y tanto más podrá uno habitar realmente -o sea, sentirse a gusto en casa-, cuanto mayor sea la posibilidad de realizar los más pequeños detalles, si no como obra propia, al menos pasados por una opción personal. Ahora bien, cuando Cristo va a ocupar una morada, lleva consigo todo lo esencial y hace al hombre interior «cristiforme». Pero esta cristificación, fundamental y esencial, tiene que llevarse a buen término, por parte del hombre, aunque naturalmente con la acción del Espíritu y la fuerza del divino huésped. Esta reflexión pone de manifiesto que el «habitar» puede tener grados, hasta alcanzar la meta de perfección, a la que aquí se alude 17.

«…arraigados y cimentados en el amor». La doble expresión y la forma verbal del perfecto (lo ya logrado) hacen pensar de nuevo en un estado de perfección, objeto de la oración de Pablo: el estado perfecto en el amor, en el amor a toda costa y en toda la línea, en el amor que es ese cimiento y tierra abonada, donde se puede uno mantener y desde donde se puede crecer. Ambas imágenes, una de la construcción y otra de la agricultura, no se corresponden mutuamente, pero Pablo tiene necesidad de ambas: de la tierra abonada y fértil y del cimiento inconmovible.

……………

162Re 4:24; cf. Col 3:9 s. Esta significación se confirma por la inesperada forma temporal griega de «robustecer» (aoristo), que no se refiere a un acontecimiento durable, sino a una acción singular, como es sencillamente la consecución de un objetivo. 17. Otra vez aquí sorprende la forma verbal griega de un acontecimiento más bien instantáneo. Nos hubiéramos visto tentados de traducir: «que Cristo tome residencia en vuestros corazones». Sin embargo, esto ya les había acontecido a los destinatarios de la carta hace tiempo, desde el día de su bautismo. Pero la alusión a una residencia permanente no está literalmente en la forma verbal. Así pues, lo único que nos queda es pensar en una meta final de esta inhabitación y, por tanto, en una consumación de la fe, que produce esta inhabitación.

……………

3. EL CONOCIMIENTO PERFECTO (3,18-l9).

Tres cosas, entre sí íntimamente conectadas, ha nombrado el Apóstol: robustecimiento en el Espíritu, inhabitación de Cristo, perfección del amor. Pero ellas no son en sí mismas el objeto de la oración, sino sólo el presupuesto de lo que directamente pretende el Apóstol: «para que podáis comprender con todos los santos…» Así pues, el objetivo propio es el conocimiento.

¿Pero no es esto una concesión a los lectores, en cuyos círculos el conocimiento, la gnosis, lo es todo? Puede ser ciertamente una concesión, pero así son los caminos que recorre la revelación y por los que lleva a sus mensajeros. Nuevas preguntas, dificultades que surgen, aun doctrinas erróneas llevan a una nueva reflexión sobre el patrimonio revelado, a una nueva comprensión, de suerte que se pueda hacer frente a justas necesidades e incluso se aumente el mismo patrimonio, mientras dura el tiempo de la revelación.

«…con todos los santos…» Es un conocimiento que por su misma naturaleza tiene que ser compartido con otros, con todos los llamados los «santos». No se trata, pues, de una doctrina secreta celosamente custodiada, que es tanto más preciosa cuanto más reducido sea el círculo de los iniciados. Se trata de un conocimiento que fundamentalmente no se prohíbe a nadie, y que es accesible al último de los cristianos (Col 1:28)…, destinado en definitiva a transformarse en un coro jubiloso de todos los redimidos, en una alegría que, al compartirse, se multiplica.

a) Objeto del conocimiento (Col 3:18b-19a).

El objeto de este conocimiento es doble: primero -de forma para nosotros enigmática- «la anchura y longitud, altura y profundidad», sin que se diga a qué o a quién pertenecen estas dimensiones. Y después, en estrecha conexión con esta comprensión de las mencionadas dimensiones, se añade: «y conocer el amor de Cristo, que excede todo conocimiento». «La anchura y la longitud, la altura y la profundidad». ¿Qué es esto que hay que «comprender» y con lo que está en estrecha relación -en un plano superior- el conocimiento del amor de Cristo? Algunos han puesto en pie de igualdad ambos objetos de conocimiento, refiriendo las dimensiones al amor de Cristo. Pero esto hace violencia al texto, que claramente los distingue. Otros han pensado en el universo, pero el conocimiento del universo puede tener una significación soteriológica para los gnósticos, pero no para los cristianos. ¿Será quizá como la comprensión total del plan de salvación? De ser así, ¿por qué no se dice expresamente? ¿Quizá porque se considera una cosa obvia? No obstante, lo que aparece es como si esta expresión fuera perfectamente conocida por el que escribe y por los lectores, igual que la expresión contigua «el amor de Cristo».

Hemos de distinguir entre lo que Pablo quiere decir y la expresión metafórica con la que lo dice. Según todo lo anterior, lo que Pablo quiere decir no puede ser otra cosa que el «misterio de Cristo», y precisamente bajo aquella perspectiva que domina toda la perícopa (Col 2:1 ss): no simplemente Cristo, sino Cristo para los gentiles.

Aunque la cuestión del origen de esa fórmula quede oscura, lo importante es que Pablo debió de significar con ella lo que había escrito sobre la reconciliación de gentiles y judíos en el único cuerpo de Cristo 18. Sería la comprensión total de esta obra de redención, la que hallara su expresión en dicha fórmula. Realmente, ¿no tiene esta reconciliación con el mundo pagano una «anchura», ya que abarca a todo el conjunto de las naciones? ¿No tiene una «longitud», que se hunde en la eternidad, en la que estaba escondido en Dios este plan (Col 3:9)? ¿No tiene una «profundidad» sin fondo en la lejanía y abandono de Dios, desde la que se salva la humanidad (Col 2:1.2.11.12)? ¿No tiene una «altura», para la que prepara a este conjunto de pueblos? «Por encima de todo principado y potestad», donde se asienta Cristo, Señor del mundo, cabeza de la Iglesia (Col 1:20-22).

Finalmente, si aquí se hace alusión a la obra unificadora de Cristo, tal como el Señor la ha realizado en la cruz, se comprende fácilmente que el Apóstol, en estrecha conexión con ello, hable del amor de Cristo. Precisamente en nuestra carta este «amor de Cristo» aparece como el amor de la entrega de sí mismo por nosotros y por la Iglesia (5,2.25). Así pues, comprender el «misterio de Cristo» en toda su grandeza es tanto como conocer el amor de Cristo. El verbo «comprender» (3,18) se emplea en el sentido de poseer íntimamente una cosa. Aquí se hace equivalente de «conocer». Pero esta palabra «conocer», como vimos, dice a los semitas mucho más que a nosotros. Conocer, para ellos, no se refiere sólo a aquella zona superior de nuestro ser que llamamos inteligencia. Conocer es en el lenguaje de la Sagrada Escritura algo que compromete a todo el hombre y lo penetra totalmente.

Finalmente, aquí se dice que este amor de Cristo «excede todo conocimiento», y no obstante el Apóstol ora para que tengamos de él conocimiento. Es lo mismo que si dijera: el amor de Cristo sólo lo conoce el que, en la tentación de comprenderlo, se da cuenta de que es incomprensible e insondable. Un objeto de creciente asombro, que nunca se agotará a lo largo de una eternidad.

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18. Solamente podemos exponer algunas hipótesis para explicar cómo Pablo ha llegado a presentar sencillamente este misterio como la «anchura y longitud, altura y profundidad». San Agustín explicó esta fórmula aplicándola a la cruz de Cristo. H. Schlier sospecha que hay que buscar las raíces de esta expresión por otro camino. Así en las actas de san Andrés se habla de la «cruz que abarca todas las dimensiones y que une entre sí al cielo y a la tierra como instrumento salvador del Altísimo». De aquí hay un paso a la presentación de Cristo como el «hombre» que abarca al mundo entero en la cruz omnicomprensiva. La idea en sí es muy aceptable, pero presenta el inconveniente de que en nuestra perícopa 2, 14-16 el pensamiento central propio se refiere al cuerpo crucificado de Cristo que reúne en «un solo hombre nuevo» al mundo pagano y al mundo judío y, además, que Cristo ha reconciliado en un solo cuerpo, por la cruz, con Dios a ambas partes de la humanidad. Pero, por muy antiguos que sean los testimonios aducidos para explicar nuestro texto, tienen que ser más antiguos que el mismo Pablo, y la idea subyacente tendría que ser suficientemente conocida en aquellas regiones de Asia Menor, cuando Pablo utilizaba una fórmula que podría ser comprendida sin más.

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b) Realización de este conocimiento (3,19b).

Este conocimiento del amor de Cristo tiene una finalidad: «que seáis llenos para toda la plenitud de Dios». Así termina nuestro pasaje con un pensamiento de desconcertante magnitud. La «plenitud de Dios», que reside en Cristo, tiene que penetrar en nosotros y llenarnos 19, y esto precisamente porque el amor de Cristo nos penetra. ¿A qué viene todo esto? Para hacernos de alguna manera comprensibles estas palabras, algunos han querido ver en la «plenitud de Dios» la «plenitud de la edad de Cristo» (4,13), en cuanto se le ha señalado por parte de Dios una medida determinada. ¿Pero es concebible que Pablo llame a esto «toda la plenitud de Dios»? El pensamiento de la plena edad de Cristo puede representar aquí cierto papel, pero propiamente aquél es un estado final, en el que toda la plenitud de Dios, que habita en Cristo, se abre totalmente camino como plenitud de su Iglesia (1,23). ¿Qué puede significar esto para los individuos?

Lo que aquí quiere decir es esto más o menos: cuando realmente nos percatamos de la dimensión de la obra salvífica de Cristo, que abarca el mundo y la eternidad, y de Ia íntima fuerza que la mueve -el amor de Cristo-, entonces comienza para nosotros la plenitud de Dios.

El pensamiento ¿no se nos va, sin querer, a san Juan? «El que me ve a mí, ve al Padre» (Jua 14:9). El logos encarnado es la revelación del Padre, y este Padre se revela en Cristo como amor. Percatarse de este amor personal y divino, presente en nosotros por la inhabitación de Cristo, es lo que se quiere decir con la expresión: «para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios». Y al precisarse más concretamente: «para toda la plenitud de Dios», se quiere indicar el movimiento hacia un estado final perfecto. Pero ¿qué significa este crecer y madurar, si ya en el portador de la plenitud de Dios -en Cristo-, y por él en nosotros, habita sustancialmente esta plenitud?

Lo que se subraya es que esta plenitud penetre cada vez más viva y profundamente en nuestra conciencia y se manifieste en una vida llena de Dios.

De todas formas, en esta perícopa quedan todavía muchas cosas oscuras. En estos últimos versículos Pablo, planea a una altura que nos deja muy atrás, nos desconcierta y nos causa asombro, pero al mismo tiempo nos llena de una profunda alegría al hacernos creer confiadamente lo que no entendemos. No olvidemos que aquí habla el hombre de los carismas extraordinarios, que le fueron comunicados abundantemente para la proclamación del mensaje de salvación. Los carismas son como la anticipación del final de los tiempos. ¿Qué de particular tiene que Pablo parezca hablar de la actualidad y, sin embargo, describa el estado perfecto, a cuyo encuentro camina esta actualidad? él habla de lo que posee; si no, se encerraría en su oración. Quiere a los suyos allí donde él está llevado por el Espíritu.

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19. Cf. 1,19; 2,9.

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4. GLORIA A DlOS (3/20-21).

20 A aquel que, por encima de todo, puede hacer mucho más de lo que pedimos y concebimos, según el poder con que actúa en nosotros, 21 a él la gloria en la Iglesia y en Cristo Jesús, por todas las generaciones de los siglos de los siglos. Amén.

Con un himno de alabanza y de acción de gracias había empezado esta tercera parte de nuestra carta, y con una solemne alabanza de Dios se termina. En doble gradación se hace resaltar la fuerza de escuchar y atender que tiene Dios, infinita, superior a lo que pudiéramos pedir o pensar. En parte porque el mismo Pablo queda anonadado por lo que espera para sus fieles; y en parte quizá porque el Apóstol tiene conciencia de haber rezado anteriormente de una forma casi paradójica, para obtener un conocimiento que no hay ni puede haber: conocer lo «que excede todo conocimiento», un conocimiento que agota para nosotros, por así decirlo, «toda la plenitud de Dios». Así se comprende que la capacidad que atribuye a Dios de escucharnos y atender nuestra oración la describa no menos infinita.

«…según el poder con que actúa en nosotros». Es como si dijera: «Por encima de todo lo que podemos imaginar apoyados en la fuerza, que experimentamos actuando en nosotros». Pero ¿no es demasiado atrevido este pensamiento? ¿No es quizá otra vez el carismático Pablo el que aquí habla, usando el plural «nosotros» para referirse a sí mismo y a sus propias experiencias? Sin embargo, lo más probable es que la expresión «según el poder» se refiera a Dios, que «por encima de todo puede actuar» con aquella fuerza, que ya está operando en nosotros.

De este poder (dynamis) se habló ya (3,16), y con ese motivo recordábamos que dynamis en san Pablo debe entenderse de ordinario en el sentido de la vida de resurrección bajo la acción del Espíritu. En 1,19 era el poder de Dios, que ha resucitado a Cristo y que allí Pablo llamaba «su poder respecto a nosotros los que creemos». Y así como en 2,7 se decía que Dios nos ha resucitado juntamente con Cristo, «para mostrar en los siglos venideros la extraordinaria riqueza de su gracia por su bondad hacia nosotros», así ahora también aquí la actuación de su «poder» se presenta como motivo para la gloria eterna de Dios: «A él la gloria… por todas las generaciones de los siglos de los siglos. Amén».

Esta gloria a Dios se le da «en la Iglesia» y «en Cristo Jesús»; o sea, en la Iglesia, que está «en Cristo Jesús» y a él le debe su «ser en Cristo». Ella debe ser para todas las generaciones venideras la gloria de Dios -irradiada a este mundo, la bandera desplegada para todos los pueblos a través de todos los siglos de la historia. ¡Qué comprensión de la Iglesia y qué responsabilidad para todos sus miembros! Así se da un paso hacia la segunda parte de nuestra carta, parte dedicada a exhortaciones prácticas derivadas de aquella perspectiva.

Fuente: El Nuevo Testamento y su Mensaje

Pablo, administrador y diácono del Evangelio de paz, Efe 3:1-13

Análisis de discurso

El capítulo inicia con una oración interrumpida por el autor mismo. Como consecuencia de lo que acaba de decir en el capítulo anterior, por esta causa, Pablo está a punto de iniciar una oración por los efesios, pero la interrumpe para explicar su propio ministerio a favor de los receptores de su carta. Algunos piensan que aquí reinicia la oración de Efe 1:15. Después de esa larga digresión, regresará a su idea original hasta el versículo Efe 3:14.

Por ello, esta unidad (la digresión) tiene como tema central la comisión que Pablo recibió de Dios para proclamar el evangelio a los gentiles y así incorporarlos a la iglesia. Tal acción se presenta en el contexto cósmico y global que ya hemos notado en la carta. En otras palabras, no se trata simplemente de acciones de una persona a favor de otras. Es, por supuesto, eso. Pero tal acción se enmarca en el plan eterno de Dios, en el contexto de su significado cósmico y para todas las generaciones. Ello le da trascendencia, importancia y autoridad.

TÍTULO: Hemos titulado esta unidad Pablo, administrador y diácono del Evangelio de paz. El sujeto de todo el pasaje es Pablo que se define a sí mismo como administrador (v. Efe 3:2) y como diácono o servidor o ministro (v. Efe 3:7) del evangelio. Añadimos que es el evangelio de paz ya que el contenido del evangelio (misterio) es precisamente la inclusión de los no judíos en la iglesia. También se puede hablar de la comisión que Dios le dio a Pablo para predicar a los gentiles: Dios envía a Pablo a predicar a los no judíos. Se pueden dejar algunos elementos fuera, a fin de simplificar el título, y decir el ministerio de Pablo por los no judíos, o Pablo habla de su trabajo a favor de los no judíos. Otra posibilidad es titular el pasaje como El ministerio de Pablo a favor de los gentiles que capta bien la idea central del pasaje. Se podría incluso hablar de el evangelio que une a todas las personas.

Análisis textual y morfosintáctico

Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción

Tal como se ha indicado al inicio de esta unidad, con la frase por esta causa el autor señala que aquí se retoma el hilo del pensamiento que se interrumpió en Efe 1:15. El traductor tiene ante sí la alternativa de dejar descubierta esa digresión entre los vv. Efe 3:1 y Efe 3:2, o bien, como hacen algunas traducciones, resolverla y eliminarla. Veamos lo que hacen las versiones. Nuestra versión base (RV95) coloca al final del v. Efe 3:1 puntos suspensivos, indicando así que la idea se ha interrumpido (también BJ y NBE). En el v. Efe 3:2 inicia la digresión como una idea nueva.

El lector atento notará más adelante que el v. Efe 3:14 inicia de la misma manera que el v. Efe 3:1, con las palabras Por esta causa. Es allí, donde Pablo retorna a su punto original de partida. DHH dice: «Por esta razón yo, Pablo, estoy preso por causa de Cristo Jesús para bien de ustedes, los que no son judíos». La versión ha eliminado por completo la digresión, haciendo del v. Efe 3:1 un pensamiento completo que no necesariamente refleja la intención original y deja fuera la idea de la oración (TLA, LPD, BL y BP han hecho prácticamente lo mismo). Debe notarse que el autor se encuentra en prisión. Esta es la primera vez que lo menciona en la carta (luego aparece de nuevo en Efe 4:1 y Efe 6:20). Algunos interpretan este hecho a la luz de Hch 28:16; Hch 28:30, el arresto domiciliario de Pablo en Roma. NVI ha tomado el elemento explícito de Efe 3:14 y lo ha añadido aquí (lo hemos puesto en letra cursiva) para así tener un enunciado completo: «por esta razón yo, Pablo, prisionero de Cristo Jesús por el bien de ustedes los gentiles, me arrodillo en oración» (lo mismo hace BNM). Estas versiones se mantienen más fieles a la idea original del autor.

En algunos idiomas puede ser difícil expresar la idea de una consecuencia de lo dicho anteriormente, como lo hace nuestro texto por medio de las palabras por esta causa. En tal caso, se puede iniciar esta sección y otras parecidas (Efe 1:15; Efe 2:11; Efe 3:1 y Efe 3:14; Efe 4:1, Efe 4:25; Efe 5:1, Efe 5:15) con expresiones como “Por lo que Dios ha hecho” o “ya que Dios nos ha unido”.

Dos frases requieren ayuda para su interpretación, ya que como aparecen en nuestra versión se prestan a cierta ambigüedad o mal entendidos. La primera es prisionero de Cristo Jesús (cf. NVI, BNM). Se debe señalar que se refiere literalmente a un encarcelamiento y no un sentido figurado a ser preso del Señor. Se puede traducir como “yo Pablo que estoy en prisión por servir a Cristo”.

¿Qué indica la preposición de? La idea es que el autor está preso por ser siervo de Cristo. Es decir, por lo que hace por mandato de Cristo, está ahora encarcelado. Consideremos cómo lo resuelven las versiones. DHH dice: «yo, Pablo, estoy preso por causa de Cristo Jesús». Así, hace claro que la causa de su situación es Cristo, pero mantiene cierta ambigüedad, ya que se puede entender que el causante es Cristo. LPD dice simplemente «estoy preso por Cristo Jesús», lo cual no resuelve la ambigüedad (así también NBE y BP). BL ofrece una idea interesante: «llegué a ser el preso de Cristo por ustedes, los no judíos». La traducción no aclara, sin embargo, el sentido de la frase (la BJ hace algo muy parecido). Más clara es aún la TLA: «estoy preso porque sirvo a Jesucristo». La razón de su encarcelamiento es su servicio al Señor.

La segunda frase, por vosotros los gentiles (cf. BNM, BJ, BL), también requiere claridad para evitar falsas interpretaciones. La clave es cómo entendemos la preposición por. DHH traduce así: «para bien de ustedes, los que no son judíos». Le da un sentido de finalidad o propósito a su encarcelamiento: el bien de los no judíos. TLA liga esta idea a la anterior como una de las causales de su encarcelamiento: «estoy preso porque sirvo a Jesucristo y trabajo por el bien de ustedes, que no son judíos». Así también LPD que usa la frase «a causa de ustedes». NVI añade «por el bien de ustedes» y así le da un sentido de finalidad. Muy parecida es la traducción de NBE que dice: «para el bien de vosotros». Poco más compleja, pero con la misma idea es BP: «yo Pablo, soy a favor vuestro, el prisionero».

El autor empieza así a construir su argumento y a dejar claro ante sus lectores todo lo que lo liga con ellos. Algunos piensan que de esta manera establece su autoridad para las exhortaciones que hará a los efesios en los capítulos Efe 4:1-32 al Efe 6:1-24. Pareciera que el autor no conoce personalmente a los destinatarios, y por ello desarrolla este argumento. De ahí que algunos duden de la autoría paulina. Se debe considerar también que siendo esta una carta circular, que incluía ciudades en las cuales Pablo no estuvo (hasta donde sabemos), como Laodicea (Col 4:16, cf. La “Introducción a la carta”), entonces es entendible que Pablo escriba así.

El autor está preso por buscar el bien de los recipientes. Esta afirmación con la que inicia esta unidad, será con la que cierre la misma (v. Efe 3:13). Es decir, forma una estructura de marco que encierra temáticamente a toda la unidad. Pablo inicia hablando de su encarcelamiento (v. Efe 3:1) y luego concluye su discurso retomando el tema y exhortando a sus lectores a no desanimarse por ese hecho (v. Efe 3:13). La razón poderosa se encuentra en el discurso de los vv. Efe 3:2-12. Además, en los versículos siguientes, establecerá otros vínculos con los efesios, que consideraremos en su momento.

Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción

Efe 4:1; Flp 1:7; Flp 1:13; Col 4:18; Flm 1:9.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

— prisionero de Cristo Jesús: Probablemente deba entenderse en el sentido de prisionero por causa de Jesucristo. En cuanto al tema de la prisión del autor de estas líneas, ver Introducción a esta carta, apartado 2.

— de origen pagano: Se trata de una frase cortada que queda en suspenso hasta el v. Efe 3:14. Si se deseara completarla, podría hacerse de este modo: quisiera elevar al Padre mi oración.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

Pablo continúa hablando sobre sus oraciones por los lectores

Después de su importante digresión (2:11-22) Pablo retoma en el v. 1 el informe sobre su oración por las iglesias gentiles (1:15-2:10). Pero, habiéndose presentado a sí mismo como sujeto de la frase, se desvía hacia una segunda digresión, ¡aun antes de llegar al verbo principal! Todas las versiones castellanas respetan la interrupción, aunque la DHH redondea este corte abrupto, traduciendo “yo, Pablo, estoy preso por causa de Cristo Jesús … ”, pero Pablo mismo no termina la frase sino en el v. 14, en que repite las palabras iniciales. (Esto es prueba de que la carta es real, escrita con cierto apuro; no es una cuidadosa presentación actualizada de la teología de Pablo escrita por una generación posterior.)

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

3.1 Pablo se hallaba bajo arresto domiciliario en Roma por haber predicado acerca de Cristo. Los líderes religiosos en Jerusalén, se sentían amenazados por las enseñanzas de Cristo y no creían que era el Mesías. Presionaban a los romanos para que arrestaran a Pablo y lo enjuiciaran por traición y por originar una rebelión entre los judíos. Pablo apeló para que su caso lo considerara el Emperador y estaba en espera del juicio (véase Act 28:16-31). A pesar de que se hallaba bajo arresto, Pablo mantenía firme su creencia en que Dios tenía el control de todo lo que le sucediera. ¿Permite usted que las circunstancias lo convenzan de que Dios ha perdido el control de este mundo? Como Pablo, recuerde que no importa lo que suceda, Dios dirige los acontecimientos mundiales.3.2, 3 «La administración de la gracia de Dios» significa la mayordomía especial o el compromiso asignado a Pablo. A él se le encomendó el trabajo especial de predicar las buenas nuevas a los gentiles, el gran plan que Dios le había revelado. «Como antes lo he escrito brevemente», quizás se refiera a una carta previa, la cual no conservó la iglesia, o podría referirse a la primera parte de esta carta (sobre todo 1.9ss; 2.11ss).3.5, 6 El plan de Dios no se dio a conocer a las generaciones anteriores, no porque Dios quisiera privar a su pueblo de algo, sino porque se les revelaría a todos a su debido tiempo. Dios planeó tener a judíos y gentiles formando un cuerpo, la Iglesia. Se sabía en el Antiguo Testamento que los gentiles recibirían salvación (Isa 49:6), pero nunca se reveló que todos los gentiles y los judíos creyentes vendrían a ser iguales en el cuerpo de Cristo. Esta igualdad se materializó cuando Jesús derribó la «pared intermedia de separación» y creó «un solo y nuevo hombre» (Isa 2:14-15).3.7 Cuando Pablo se convirtió en ministro, Dios le dio la capacidad de predicar con eficacia el evangelio de Cristo. No es necesario que usted sea un apóstol ni siquiera un evangelista para que Dios le dé la oportunidad de decir a otros lo que Cristo es para usted. Y con la oportunidad, El le proveerá la habilidad, el valor y el poder. En cualquier lugar en el que se presente la ocasión, esté listo delante de Dios. Al centrar su atención en la otra persona y su necesidad, Dios le comunicará su actitud solícita y sus palabras serán naturales, amorosas y adecuadas.3.8 Cuando Pablo se describe como «menos que el más pequeño de todos los santos», con estas palabras quiere expresar que sin la ayuda de Dios, jamás podrá cumplir la obra de Dios. A pesar de esto, Dios lo escogió para anunciar el evangelio a los gentiles y le dio el poder para hacerlo. Si sentimos que nuestro rol es menor, podemos estar en lo cierto, excepto que hemos olvidado lo vital que Dios puede hacer. ¿Cómo puede Dios usarlo? Haga su parte y cumpla fielmente el papel especial que juega en el plan de Dios.3.9 «La dispensación del misterio» se refiere a la vía del gran plan de Dios de llevar a cabo a través de la iglesia y el trabajo de Pablo en demostrar y enseñar el gran propósito de Dios en Cristo (véase 3.2).3.10 «Principados y potestades en los lugares celestiales» pueden ser tanto los ángeles testigos de estos acontecimientos (véase 1Pe 1:12), o quizá fuerzas hostiles opuestas a Dios (1Pe 2:2; 1Pe 6:12).3.12 Es un impresionante privilegio acercarnos a Dios con seguridad y acceso con confianza. La mayoría nos mostraríamos recelosos en la presencia de un gobernante poderoso, pero gracias a Cristo, podemos entrar directamente a la presencia de Dios mediante la oración. Sabemos que nos recibirán con los brazos abiertos porque somos los hijos de Dios a través de nuestra unión con Cristo. No tema a Dios. Háblele acerca de cualquier cosa. Está esperando oírle.3.13 ¿Por qué las tribulaciones de Pablo hacen que los efesios se sientan honrados («las cuales son vuestra gloria»)? Si Pablo no hubiera predicado el evangelio, no estaría en la cárcel, por lo tanto, los efesios no habrían oído las buenas nuevas ni tampoco se hubieran convertido. Como una madre que sufre los dolores de parto a fin de traer una nueva vida al mundo, Pablo soportó la persecución a fin de traer nuevos creyentes a Cristo. Obedecer a Cristo no siempre es fácil. El lo llama a tomar su cruz y seguirle (Mat 16:24), o sea, estar dispuestos a tolerar el dolor al grado que el mensaje de Dios de salvación llegue a todo el mundo. Debemos sentirnos honrados de que otros sufrieran y se sacrificaran por nosotros para que recibiéramos bendición.3.14, 15 La gran familia de Dios incluye a todos los que han creído en El en el pasado, los que lo han hecho en el presente y los que lo harán en el futuro. Todos somos una familia porque tenemos a un mismo Padre. El es la fuente de toda la creación, el dueño legítimo de cada cosa. Dios promete su amor y poder a su familia, la Iglesia (3.16-21); si queremos recibir sus bendiciones, es importante que nos mantengamos en contacto con otros creyentes en el cuerpo de Cristo. Quienes se aíslan de la familia de Dios y tratan de seguir solos, se privan del poder de Dios.3.17-19 El amor de Dios es total, dice Pablo. Llega hasta los últimos rincones de nuestra experiencia. La anchura del amor de Dios continúa a través de toda nuestra vida y llega a todo el mundo. La longitud del amor de Dios nos sigue a través de nuestras vidas. La profundidad del amor de Dios llega a lo más profundo del desaliento, la desesperación y aun la muerte. La altura del amor de Dios se eleva a la cumbre de nuestra aclamación y júbilo. Cuando se sienta excluido o aislado, recuerde que nada lo apartará del amor de Dios. Para otra oración del amor inconmensurable de Dios, véase las palabras de Pablo en Rom 8:38-39.3.19 «La plenitud de Dios» se expresa completa y solamente en Cristo (Col 2:9-10). Estamos completos por nuestra unión con Cristo y la capacitación que el Espíritu Santo nos ha dado. Tenemos por entero a Dios a nuestra disposición, pero debemos apropiárnoslo por la fe y las oraciones, cada día, al vivir para El. La oración de Pablo por los efesios es también para usted. Puede pedir que el Espíritu Santo llene al máximo cada aspecto de su vida.3.20, 21 Esta doxología, himno de alabanza a Dios, pone fin a la primera parte de Efesios. En la primera sección, Pablo describe el papel eterno de la Iglesia. En la segunda parte (capítulos 4-6), explicará cómo los miembros de la Iglesia deben vivir a fin de lograr la unidad que Dios anhela. Como en la mayoría de sus cartas, Pablo primero establece el fundamento doctrinal, luego presenta aplicaciones prácticas de las verdades que ha detallado.NUESTRAS VIDAS ANTES Y DESPUES DE CRISTOAntesMuertos en delitos y pecadosHijos de iraEnemigos de DiosSeguidores de la corriente de este mundoEsclavos de SatanásDespuésVivos con CristoCon la misericordia de Dios y salvosDelante de Cristo y la verdadHijos de DiosLibres en Cristo para amar, servir y sentarnos con ElHacíamos la voluntad de la carne y de los pensamientosResucitados para gloria

Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir

REFERENCIAS CRUZADAS

a 134 Efe 4:1; Efe 6:20

b 135 1Ts 2:16; 2Ti 4:17

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

1 super (1) Los caps.1 y 2 tienen como tema la revelación de la iglesia, y este capítulo explica cómo es constituida la iglesia. Después de revelar en los caps.1 y 2 las bendiciones de Dios para la iglesia, y lo que la iglesia es y cómo sé produce, el apóstol comenzó, a partir de este capítulo, a rogar a los santos que anduvieran conforme a su revelación, en una manera digna del llamamiento de Dios. Para que la iglesia sea constituida y hecha real de manera práctica y experimental, Pablo se presentó a sí mismo como mayordomo (v.2), como uno que había recibido gracia (v.2) y revelación (vs.3,5) y que había sido hecho ministro del evangelio elevado, que anunciaba las riquezas de Cristo como evangelio para producir la iglesia.

1 super (2) El apóstol Pablo se consideraba un prisionero de Cristo. En apariencia, estaba confinado en la cárcel; en realidad, estaba encarcelado en Cristo. Pablo, basándose en esta condición, en la cual vivía realmente, les rogaba a los santos. Al presentar la revelación del misterio de Dios en los caps.1 y 2 con respecto a la iglesia, él asumió su posición de apóstol de Cristo por la voluntad de Dios. Tal posición fue la base de la autoridad de su revelación acerca de la iglesia. Al rogar a los santos que anduvieran como es digno del llamamiento de Dios, se basó en su condición de prisionero del Señor. Su posición como apóstol de Cristo lo capacitó para presentar la revelación de Dios, mientras que su condición de prisionero del Señor declaró su andar en el Señor, por el cual podía inspirar y rogar a los santos a que anduvieran en el Señor como él lo hacía. Si disfrutamos a Cristo como nuestra cárcel, nosotros también andaremos en el Señor para que la iglesia sea constituida.

Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro

22 (E) Pablo como intérprete del misterio revelado (3,1-13). El profundo conocimiento que Pablo tiene del misterio de Cristo es que los gentiles son participantes de pleno derecho en la Iglesia. Esta sección depende de Col 1,23-29. 1. por eso yo, Pablo: El comienzo es un anacoluto. El pensamiento iniciado en el v. 1 se retoma en la oración del v. 14; la conexión se establece en el v. 14 mediante toutou charin, «por eso», que repite la misma expresión del v. 1. La autoridad de Pablo, prisionero de Cristo Jesús, y las penalidades que ha sufrido se traen a la memoria de unos lectores gentiles pospaulinos para asegurar a éstos su lugar propio en el plan eterno de Dios. 2. pues os supongo informados: Lit., «si en efecto habéis oído». El autor da por sentado que cuanto va a decirles acerca del papel de Pablo en el anuncio del plan de Dios es algo que probablemente ya saben. 3. el misterio que se me dio a conocer: cf. lQpHab 7:4-5; 1QH 1,21. como he escrito más arriba: Lit., «en síntesis». Se hace con ello referencia a la revelación del misterio de Cristo mencionado en 1,9; 2,13-17. Goospeed interpretaba en oligǭ como una referencia a la recopilación de cartas de Pablo y encontraba apoyo en esta interpretación para considerar Ef como una introducción a ese corpus. 4. el conocimiento que yo tengo: El contenido del conocimiento de Pablo se enuncia en el v. 6: la participación de pleno derecho, y en pie de igualdad, de los gentiles en la Iglesia. 5. a sus santos apóstoles: cf. Col 1,26; el autor de Ef desea recordar el sólido cimiento sobre el que está edificada la Iglesia (2,20) y pone de relieve el papel desempeñado por los apóstoles y profetas. 6. coherederos, co-miembros…, copartícipes: Tres nombres compuestos con el prefijo syn, «junto con», describen la participación de pleno derecho, y en pie de igualdad, de los gentiles junto con los judíos en el único cuerpo. 7-9. La aplicación práctica del conocimiento de Pablo lo convirtió en el apóstol de los gentiles. 8. el último: cf. 1 Cor 15,9. 9. en Dios, creador: En la creación, Dios estableció su control providencial del cosmos, y sólo en la era presente, debido a que ha revelado el misterio a los intérpretes que él eligió, se han llegado a conocer sus designios. 10. por medio de la Iglesia: La Iglesia no es sólo el contenido y la beneficiaría del misterio; es además el medio para anunciar a los poderes celestiales la sabiduría de Dios que se encuentra tras ese plan. Los poderes celestiales aquí indicados son fuerzas malignas (véase Ef 6,12) que antes de la muerte de Cristo tenían autoridad sobre la humanidad (véase el comentario a 2,1-3; cf. 1 Cor 2,6-8). Pero la sabiduría de Dios pone fin a su dominio (cf. 1QS 4,18-23) mediante el sometimiento de todas las cosas a Cristo (1,20). Este final es revelado por medio de la Iglesia, que señala el final del alejamiento de los hombres respecto a Dios (2,16) y de los gentiles respecto a los judíos (2,15; 3,6). Cf. 1 Cor 2,6-8. 12. en él tenemos confianza: Los cristianos, liberados de la dominación de los poderes celestiales, son ahora capaces de acercarse a Dios con audacia.

23 (F) Oración (3,14-19) y (G) Doxología final (3,20-21). La sección reanuda la oración de intercesión iniciada en 1,15-20, retomada de nuevo en 3,1 pero interrumpida en 3,2-13 por la descripción del papel de Pablo en la revelación del misterio. Concluye con una doxología solemne que pone además punto final a la parte doctrinal de Ef. 15. de quien toda familia: Dios, el creador de todas las familias de seres, estableció su poder y control sobre toda la creación con el acto de nombrarlas (Sal 147,4; Is 40,26; cf. Gn 2,19-20). 16. en vuestro interior: La expresión es paulina (Rom 7,22-23; 2 Cor 4,16) y se debe entender como paralela del «corazón» del v. 17 (→ Teología paulina, 82:106). 18. la anchura, la longitud…: No está claro a qué se refieren estas dimensiones. A veces se interpretan en referencia a las del templo de Jerusalén o a las de esta ciudad como tal (Ez 42, 47, 48; Ap 21,9-27). En este contexto, sin embargo, pueden describir el plan salvífico de Dios o, más probablemente, el amor de Cristo, que se menciona en los versículos precedentes y siguientes. 19. plenitud de Dios: La petición final de la oración de intercesión especifica la meta de la humanidad en la Iglesia: el crecimiento hasta la plenitud de la divinidad. El autor ha completado el círculo, desde su presentación de Dios al comienzo de la oración, en el v. 14, como fuente de toda vida, hasta Dios como meta de la humanidad. 21. en la Iglesia y en Cristo Jesús: La mención de la Iglesia y también de Cristo mantiene la distinción entre el cuerpo y la cabeza, pero presenta a ambos como las fuentes de la gloria de Dios.

Fuente: Nuevo Comentario Biblico San Jeronimo

el prisionero…Hch 22:17-29; Hch 26:24-29.

Fuente: Biblia Textual IV Edición

M198 ¿Se refiere la expresión τούτου χάριν a lo que sigue o a lo que precede? Un estudio del estilo del autor puede ser la única clave para responder esta pregunta. [Editor. Pablo usa esta construcción tres veces en el N.T.: Efe 3:1; Efe 3:14 y Tit 1:5 . Parece que aquí se refiere a la sugerencia precedente.]

Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego

Pablo se encontraba en la prisión g Hch 22:21-22; Hch 26:17-18; etc.

Fuente: La Biblia Textual III Edición

[6] Porqué causa? Las citadas en el capítulo dos. De traer a los no Judíos dentro y hacerlos regresar a la comunidad de Israel. Pablo va a los lejanos rincones del mundo, a todos los lugares “alejados,” a traerlos dentro de la comunidad de Israel.

[7] El estaba administrando el favor inmerecido de YHWH para salvación y su regreso a la nación de Israel.

[8] El misterio de Moshiaj observa la naturaleza de Su misión, la cual es la restauración y reunificación de las dos casas de Israel. Pablo menciona, que lo que revela acerca del verdadero significado de las Buenas Nuevas es dado, administrado, y recibido solamente por revelación.

[9] Ver la nota al pie para Efe 3:4.

[10] Ese es el punto crítico del mensaje: La reconstrucción y reunificación de Israel, no la construcción de una iglesia gentil. Pero este entendimiento vendrá al mundo únicamente por la palabra de YHWH, y la luz de la revelación.

[11] Un servidor para las naciones, para reunificar a las ovejas vagabundas de Israel.

[12] Pablo oro para que todos los hombres vinieran al entendimiento de la razón real por la cual él fue a las naciones, la cual no era para conocer paganos, sino para traer a Israel de vuelta al pacto.

[13] Las Buenas Nuevas es quitar el velo de los medios y las razones de la Venida de Moshiaj, con el fin de reconstruir el Tabernáculo de David a YHWH para que lo habite para siempre. El Creador es Yahshua, y El vino a restaurar Su nación y a todo el que desee ser parte de ella bajo Su liderazgo.

[14] Yahshua es el Creador.

[15] En esparcir y después reunificar a Su pueblo, y por consiguiente utilizar a Israel como una lección objeto para mostrar Su futura llenura de fe en el fin de los tiempos también a todos los espíritus creados.

[16] El propósito que acaba de mencionar en los versos anteriores.

[17] Yahshua es la personificación de Israel y es llamado Israel en Ose 11:1 e Isa 49:3. Así que si el nombre de Yahshua es proféticamente conocido como Israel, entonces Su pueblo son los hijos de Israel, y todos los que pertenecen a Yahshua en el cielo y en la Tierra, son seguramente parte de la Familia Israelita. Más aún, si Yahshua carga o lleva el Nombre de Su Padre, así como todos Sus títulos, desde que son uno, entonces El Padre es también “Padre Israel”, o El Padre de Israel y los hijos de Israel.

Fuente: Escrituras del Nombre Verdadero