Por lo demás, fortaleceos en el Señor y en el poder de su fuerza.
6:10 — «Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza». Para concluir su carta Pablo describe la armadura que el soldado cristiano debe llevar para fortalecerse en el Señor. En esta armadura vemos una combinación perfecta de la gracia divina y la responsabilidad humana. «Fortaleceos» (vosotros) «en el Señor». Cada cristiano debe prepararse con un «traje» completo de armadura. Es algo que llevar, y no algo que ver y admirar. Debemos hallar nuestra fuerza en el Señor. «Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne; porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo» (2Co 10:3-5). Los religiososFuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
Por lo demás. 2Co 13:11; Flp 3:1; Flp 4:8; 1Pe 3:8.
fortaleceos en el Señor. Efe 1:19; Efe 3:16; Deu 20:3, Deu 20:4; Deu 31:23; Jos 1:6, Jos 1:7, Jos 1:9; 1Sa 23:16; 1Cr 28:10, 1Cr 28:20; 2Cr 15:7; Sal 138:3; Isa 35:3, Isa 35:4; Isa 40:28, Isa 40:31; Hag 2:4; Zac 8:9, Zac 8:13; 1Co 16:13; 2Co 12:9, 2Co 12:10; Flp 4:13; Col 1:11; 2Ti 2:1; 2Ti 4:17; 1Pe 5:10.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Este pasaje de enseñanza práctica es uno de los más famosos y provechosos del Nuevo Testamento Probablemente Pablo dispuso de mucho tiempo para observar las partes de la armadura del soldado romano. Pensemos que estuvo permanentemente bajo custodia durante su arresto domiciliario en Roma.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
fortaleceos puede también traducirse «sed fortalecidos». La voz pasiva sugiere que esto no podemos hacerlo por nosotros mismos.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Cp. Flp 4:13; 2Ti 2:1. En últimas, el poder de Satanás sobre los cristianos ya ha sido quebrantado y la gran guerra ha sido ganada por medio de la crucifixión y resurrección de Cristo, quien conquistó para siempre el poder del pecado y la muerte (Rom 5:18-21; 1Co 15:56-57; Heb 2:14). Sin embargo, mientras viva en esta tierra, el creyente enfrentará con regularidad batallas contra la tentación. El poder del Señor, la fortaleza de su Espíritu y la fuerza de la verdad bíblica se requieren para la victoria (vea las notas sobre 2Co 10:3-5).
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
El creyente verdadero descrito en los capítulos Efe 6:1-3, quien vive la vida controlada por el Espíritu reseñada en Efe 4:1-32; Efe 5:1-33; Efe 6:1-9, puede estar seguro de que se encuentra en medio de una cruenta guerra espiritual. Pablo termina esta carta con una advertencia sobre esa guerra e instrucciones acerca de cómo ganarla. El Señor suministra a sus santos una armadura suficiente para combatir y frustrar al adversario. En los vv. Efe 6:10-13, el apóstol establece con brevedad las verdades básicas en cuanto a la preparación espiritual necesaria del creyente así como las verdades acerca de su enemigo, su batalla y su victoria. En los vv. Efe 6:14-17, el apóstol presenta detalles específicos de los seis artículos más necesarios de la armadura espiritual con la que Dios equipa a sus hijos para resistir y triunfar sobre los ataques de Satanás.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
6:10 — «Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza». Para concluir su carta Pablo describe la armadura que el soldado cristiano debe llevar para fortalecerse en el Señor. En esta armadura vemos una combinación perfecta de la gracia divina y la responsabilidad humana. «Fortaleceos» (vosotros) «en el Señor».
Cada cristiano debe prepararse con un «traje» completo de armadura. Es algo que llevar, y no algo que ver y admirar. Debemos hallar nuestra fuerza en el Señor. «Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne; porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo» (2Co 10:3-5). Los religiosos — aunque sean hermanos — que emplean tácticas carnales no pelean por el Señor.
Recuérdese lo que Pablo ya había dicho en esta carta acerca del poder de Dios (1:19,20; 2:6; 3:20); también en Rom 1:16, «Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree».
Fuente: Notas Reeves-Partain
LA ARMADURA DE DIOS
Efesios 6:10-20
Por último os digo: Estad ficertes en el Señor y en el poder de Su fuerza. Poneos la armadura de Dios para poder manteneros frente a las tretas del diablo. No es contra carne y sangre contra lo que tenéis que luchar, sino contra poderes y autoridades, contra manipuladores de este mundo tenebroso, contra fuerzas espirituales maliciosas en lugares celestiales. Por causa de esto debéis tomar la armadura de Dios para poder manteneros frente a todas esas cosas en el día malo, y para poder seguir firmes después de haber cumplido con vuestro deber en todas las cosas. Tened siempre ajustada la verdad como cinto. Poneos la integridad como coraza. Tened los pies calzados con la disposición a predicar el Evangelio de la paz. En todas las circunstancias°inantened la fe como escudo con el que podáis apagar todas las flechas incen diarias del maligno. Poneos el casco de la salvación. Blandid la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios. Manteneos orando en el Espíritu en todas las crisis con toda clase de oración y súplica a Dios. Con esa finalidad, manteneos alerta en oración perseverante por todo el pueblo consagrado a Dios. Orad también por mí, para que me sea posible hablar a boca llena y sin tapujos para dar a conocer el secreto del Evangelio, por el cual soy ahora un mensajero encadenado. Pedidle a Dios que se me conceda la libertad para declararlo como debo.
Al despedirse Pablo de sus amigos en esta carta, piensa en la importancia de la contienda que les espera. No cabe duda de que la vida era mucho más aterradora para los primeros cristianos que para nosotros hoy. Creían implícitamente en los espíritus malos que llenaban el aire y estaban empeñados en hacer daño. Las palabras que usa Pablo -poderes, autoridades, gobernadores del mundo- son los nombres de las diferentes clases de esos espíritus malos. Para Pablo, todo el universo era un campo de batalla. El cristiano no tenía que contender exclusivamente con los ataques de otras personas, sino con los de fuerzas espirituales que luchaban contra Dios. No tenemos que tomar literalmente el lenguaje concreto de Pablo; pero nuestra experiencia nos dirá que hay un poder activo del mal en el mundo. Robert Louis Stevenson dijo una vez: «¿Conoces la estación Caledonia del ferrocarril en Edimburgo? Una mañana helada con viento del Este yo me encontré allí con Satanás.» No sabemos qué fue lo que le pasó de hecho a Stevenson, pero reconocemos la experiencia. Todos hemos sentido la fuerza de esa influencia perversa que trata de arrastrarnos al pecado.
A Pablo se le representa entonces todo un cuadro repleto de enseñanza espiritual. Por entonces estaba siempre encadenado a la muñeca de un soldado romano. Noche y día estaba allí con él, asegurándose de que no se escapaba. Pablo era literalmente un mensajero encadenado. Era la clase de hombre que se relacionaba fácilmente con todo el mundo, y sin duda hablaría con frecuencia con los soldados que estaban obligados a estar con él. Cuando estaba escribiendo, la armadura del soldado le sugirió toda una alegoría. El cristiano también tiene una armadura; y, pieza por pieza, Pablo se fija en la armadura del soldado romano y la traduce en términos cristianos.
(i) Está el cinto de la verdad. La túnica del soldado se sujetaba con un cinto del que se colgaba la espada, y que le daba libertad de movimientos. Otros puede que anden incómodos e indecisos; el cristiano se mueve con libertad y rapidez, porque conoce la verdad.
(ii) Está el peto de la integridad. Cuando uno está vestido de integridad, es invulnerable. Las palabras no nos pueden defender siempre de las acusaciones, pero sí una vida íntegra. Una vez alguien acusó a Platón de ciertos crímenes. «Bueno, pues entonces -dijo Platón-,vivamos de tal forma que demos el mentís a esas acusaciones.» La única manera de arrostrar las acusaciones que se le hacen al cristiano es siendo todo lo bueno que puede ser.
(iii) Están las sandalias, que eran la señal de que uno estaba dispuesto para la marcha. La característica del cristiano es que está dispuesto a ponerse en camino para compartir el Evangelio con otros que no lo han recibido.
(iv) Está el escudo. La palabra que usa Pablo no designaba el escudo relativamente pequeño y redondo, sino el grande y oblongo que llevaban los guerreros fuertemente armados. Una de las armas más peligrosas en las guerras antiguas eran las flechas incendiarias. Se mojaba la punta en brea, se le prendía fuego y se lanzaba. El escudo grande tenía dos capas de madera pegadas entre sí. Cuando se le incrustaba un dardo incendiario, se hundía en la madera y se le apagaba la llama. La fe puede dar cuenta de los dardos de la tentación. Para Pablo, la fe es siempre la confianza absoluta en Cristo. Cuando caminamos cerca de Él, estamos a salvo de la tentación.
(v) Está la salvación como casco. La salvación no es solamente algo del pasado. Nos da el perdón de los pecados del pasado, y también la fuerza para conquistar el pecado en los días por venir.
(vi) Está la espada, que es la Palabra de Dios. La Palabra de Dios es al mismo tiempo nuestra arma de defensa contra el pecado y nuestra arma de ataque contra los pecados del mundo. Los soldados de Cromwell peleaban con la espada en una mano y la Biblia en la otra. Nunca podremos ganar las batallas de Dios sin el Libro de Dios.
(vii) Por último, Pablo llega al arma más poderosa de todas -la oración. Notamos tres cosas que dice acerca de la oración. (a) Debe ser constante. Tendemos muchas veces a orar solamente en las grandes crisis de la vida; pero es en la oración diaria donde el cristiano encuentra la fuerza diaria. (b) Debe ser intensa. Una oración vacilante no nos llevará a ninguna parte. La oración requiere concentración de todas nuestras facultades en Dios. (c) No debe ser egoísta. Los judíos tenían un dicho: «Que cada uno se una con la comunidad para la oración.» Creo que a menudo nuestras oraciones se concentran más de la cuenta en nosotros mismos, y tienen demasiado poco en cuenta a los demás. Tenemos que aprender a orar por los demás y con los demás tanto como a solas y por nosotros mismos.
Por último Pablo pide las oraciones de sus amigos por él mismo. Pero no les pide que oren por su comodidad o su paz, sino para que siga teniendo oportunidad de proclamar el secreto de Dios: que Su amor es para todos los seres humanos. Haremos bien en recordar que todos los obreros cristianos necesitan que su pueblo les sostenga las manos en oración.
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
El conflicto con los poderes malignos del mundo, Efe 6:10-20
Análisis de discurso
Trasfondo Histórico
Éfeso era la tercera ciudad más grande de todo el imperio romano. Además de su tamaño, es importante recordar la importancia que la ciudad tenía en el primer siglo como un centro religioso. Por un lado, Éfeso era la ciudad donde el santuario de Diana (Artemisa) se encontraba. Ella era la patrona de Asia Menor (Hch 19:1-41). No menos importante era la función de Éfeso como el principal centro de magia en la región. (Clinton 1989). Y a la luz de la investigación arqueológica e histórica, Asia Menor fue uno de los centros destacados y primordiales del culto al emperador (Price 1984).
Magia y Astrología. Una de las primeras cosas que aprendemos de Éfeso en el NT es lo prominente que eran la magia, la astrología y las fuerzas demoníacas (Hch 19:1-22). Es muy significativo que, a excepción de Hch 16:16-18 donde Pablo exorciza a una joven esclava en Filipos, no encontramos relatos de exorcismos en los viajes misioneros de Pablo (cap. Hch 13:1-52; Hch 14:1-28; Hch 15:1-41; Hch 16:1-40; Hch 17:1-34; Hch 18:1-28; Hch 19:1-41; Hch 20:1-38; Hch 21:1-40; Hch 22:1-30; Hch 23:1-35; Hch 24:1-27; Hch 25:1-27; Hch 26:1-32; Hch 27:1-44; Hch 28:1-31).
El culto al emperador. La parte occidental del Asia Menor se destacó en el primer siglo por ser una región donde se impulsó y extendió de manera significativa el culto al emperador romano. El emperador era llamado “Kyrios” (“Señor”), “Augustus” (“divino”) y él, como su imperio, tenían claras pretensiones de eternidad (“Roma, la ciudad eterna”). El emperador era quien proveía significado y coherencia a todas las áreas de la vida de sus ciudadanos y súbditos; la República y después el Cesar eran la “cabeza y fuente” del orden y de la unidad en el imperio; Cesar era el Pater Familias que proveía seguridad y bienestar (“Felicitas Imperatoria”) a todos (pan y circo), justicia (la ley romana), paz (Pax Romana) y, finalmente, esperanza y certeza con respecto a un futuro glorioso bajo el imperio romano. Poco a poco, el imperio se convirtió en una realidad que impuso su cosmovisión y conquistó los corazones, cosmovisión y valores de muchas culturas, naciones y pueblos.
Estas realidades se deben tener en mente al considerar el pasaje sobre la “guerra espiritual” que como cristianos enfrentamos. Todas ellas son expresiones de los poderes espirituales que debemos combatir.
Lecciones Previas de la Carta
También debemos considerar las enseñanzas previas que Pablo ha dado con respecto a los poderes espirituales de maldad (Efe 1:19-23; Efe 2:2, Efe 2:6-7; Efe 3:10; Efe 4:27; Efe 5:16; Efe 6:10-20; también es necesario tomar en cuenta los pasajes paralelos en Col 1:15-16; Col 2:13-15. Nótese que este lenguaje no está ausente de otros escritos paulinos como 1Ts 5:8; 2Co 6:7, 2Co 10:3-4; Rom 8:31-39; Rom 13:12). El Señor Jesús se encuentra “muy por encima” de todas esas fuerzas malignas y con él su iglesia, de la cual es la cabeza. En ese sentido, el mensaje de la carta establece ya desde el principio el hecho fundamental del dominio y señorío de Jesús y de su iglesia sobre tales poderes. Por ello no se les debe rendir culto. Deben ser evitados, vencidos y resistidos, no temidos.
Además, si hemos de comprender cabalmente el mensaje de este párrafo crucial, debemos tener en mente que para Pablo, como hemos visto antes (cf. comentario a Efe 2:1-3), existe una conexión integral e íntima entre “el diablo, el mundo y nuestra naturaleza pecaminosa” (cf. Efe 4:26-27 para la conexión entre pecado y diablo). Ellos, como una poderosa y esclavizante trilogía, trabajan juntos como un sistema de maldad que batalla contra el propósito eterno de Dios: Establecer su shalom y reino en este mundo.
Por ello es que para hacerles frente, necesitamos dar la batalla en los frentes donde ellos nos atacan. Requerimos del poder del Dios trino (nótese en nuestro pasaje el carácter trinitario de nuestras armas: El Señor v. Efe 6:10, Dios Padre vv. Efe 6:11 y Efe 6:13, y el Espíritu v. Efe 6:17). Además, es el extraordinario poder del Espíritu Santo (vs. los espíritus de maldad) que transforma nuestra naturaleza pecaminosa (la carne) y nos integra a la iglesia, la nueva humanidad creada por Dios (Efe 2:19-22 y cap. Efe 4:1-32), que es como una contra cultura del mundo.
Los cinco imperativos de este párrafo (Efe 6:10-20) reiteran los 31 imperativos que aparecen en Efe 4:1-32; Efe 5:1-33; Efe 6:1-9. (R.A. Wild, CBQ 46, 1984:284-98). Esto nos muestra que nuestro pasaje constituye el clímax de toda la sección parenética de la carta. Eso también significa que al referirse ahora a la batalla espiritual de la iglesia, el apóstol está pensando en todos los frentes de la misma, los cuales se han venido detallando a partir del capítulo Efe 4:1-32. el lenguaje de este último párrafo es militar, de guerra sin tregua (cf. la forma similar en la que el Apocalipsis usa un lenguaje de guerra, al que venciere, al dirigirse a las siete iglesias de la misma región geográfica a la que se envía esta carta).
Conclusión de la carta
Con respecto al lugar de nuestro perícope en la estructura de la carta, Peter O’Brien ha demostrado elocuentemente que la conclusión de la carta “funciona como el clímax de toda la carta” (p. 457). Cita a Fee (1994, 723) quien sugiere que “en esta sección final de la carta sin duda hemos llegado a la preocupación principal de Pablo con respecto a sus recipientes y luego añade que al colocar este material en una posición final enfática sugiere que con toda premeditación ha estado desarrollando su argumento para arribar finalmente a este clímax.”
La sección introductoria del “elogio y acción de gracias” forma un inclusio muy significativo con nuestro pasaje. Las bendiciones que hemos recibido en los “lugares celestiales” deben usarse ahora en nuestra batalla contra las fuerzas del mal que habitan “los lugares celestiales.”
La oración intercesora Efe 1:17-19 a favor de los santos a fin de que conozcan “la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos,” encuentra una poderosa razón en la conclusión de la carta.
Lo mismo es cierto con respecto a la revelación acerca de la exaltación de Cristo a la diestra de Dios “muy por encima de todo principado, autoridad, potencia y señorío,” (Efe 1:19-23) y de nuestra exaltación en él (Efe 2:5-7). Y, por supuesto, en la doxología Pablo intercede por el fortalecimiento del pueblo de Dios (Efe 3:16-20) con el poder de Dios (el Espíritu) que obra en ellos.
TÍTULO: Hemos titulado esta sección el conflicto con los poderes malignos del mundo. Se puede titular: la batalla de la iglesia contra las fuerzas del mal o, simplemente, La guerra contra el mal. Otras sugerencias: Los cristianos deben estar bien equipados para luchar contra el mal, La lucha de los cristianos contra las fuerzas del mal.
Análisis textual y morfosintáctico
Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción
La cláusula con la que se introduce esta última sección se puede traducir literalmente del griego como lo hace nuestra versión base por lo demás. Sin embargo, como esta palabra aparece cerca del final de la carta para indicar que casi ha terminado (como en Gál 6:17; 2Co 13:11; 2Ti 3:1; Flp 3:1; Flp 4:8), es mejor traducirla así: “Finalmente” o “En conclusión” o “Mis palabras finales para ustedes son éstas”. Hay quienes sugieren que la cláusula tiene un sentido temporal y la traducen como “Por el tiempo restante”.
Uno de los temas constantes de la carta ha sido el extraordinario poder del Espíritu que está en nosotros los creyentes (cf. comentario en Efe 1:19) y que el apóstol pide que nos llene (Efe 3:16). La acumulación de adjetivos para calificar el poder del Espíritu también es notable. Ahora el autor regresa a ese tema de su oración inicial y les recuerda a las iglesias que su fortaleza está en el Espíritu del Señor. El imperativo está en tiempo presente. Eso significa que el tipo de acción a la que nos llama debe ser continua. Es como si dijera: “Fortalézcanse continuamente en el Señor”. Ya hemos señalado que el lenguaje de poder es una referencia al Espíritu poderoso de Dios y no a una fuerza impersonal. El verbo además aparece en voz media/pasiva, lo cual indica que el agente del fortalecimiento que requerimos es Dios mismo. Una traducción literal diría: “que Dios los fortalezca todo el tiempo con su enorme poder” o “Debido a que están unidos al Señor, permitan que él los fortalezca con su fuerza poderosa”.
La preposición en puede indicar el ámbito en el cual nos fortalecemos o el medio o agente con el cual somos fortalecidos. La repetición, en el Señor, y en su fuerza poderosa (misma expresión que en Efe 1:19), se puede también traducir así: “Sean fortalecidos por el Señor, es decir, por la fuerza poderosa (de su Espíritu)”. El lenguaje nos recuerda pasajes del AT como 1 S 36.6 y Zac 10:12. Es imperativo fortalecernos y hacerlo de la mejor fuente: el Señor. La acumulación de términos dentro de la familia semántica del poder, sirve para poner énfasis en la grandeza del poder del Espíritu y expresar así su extraordinaria virtud (véase lo que hemos comentado en Efe 1:15-23). Un par de ejemplos, además de los de las versiones modelo, sirven para mostrar cómo se ha traducido este versículo: «Por lo demás, háganse robustos en el Señor con su energía y su fuerza» (BL); «Para terminar, dejad que os robustezca el Señor con su poderosa fuerza» (NBE).
Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción
Apelación final: ¡Luchemos juntos la batalla espiritual!
Era común que el autor terminara su carta con una apelación que rescatara su mensaje central e hiciera hincapié en él para impresionar los corazones de los lectores y su voluntad de apoyarlo. Esto es lo que Pablo hace aquí. Esta sección debe leerse a la luz de toda la epístola de Ef., como un llamado a vivir en la práctica el evangelio de la reconciliación cósmica, no como un apéndice para aquellos que tienen un interés especial en demonología y guerra espiritual. Obsérvese que Pablo ha elegido reformular su mensaje como un llamado a la batalla: eso es, se dirige a toda la iglesia en forma corporativa como a un ejército, no a cada santo en particular. ¡Los soldados que andan solos son fáciles de eliminar! Obsérvese también que Pablo tiene en mente una clase de batalla en particular: la batalla por defender una plaza fuerte. Su exhortación no prepara a los soldados para efectuar un ataque de movilización rápida (faltan las dos armas clave de ataque de los soldados romanos, las jabalinas gemelas), sino para hacer frente (11), resistir (13), y permanecer firmes (14). Es como si ellos controlaran la parte alta de la colina, y el enemigo debe cansarse atacando constantemente colina arriba. La fortaleza que Pablo tiene en mente será clara para el lector: es nuestra unión con Cristo (2:5, 6), la cabeza de todas las cosas (1:22, 23), por encima de todos los principados y poderes (1:21), y el poder de Dios que operó en la resurrección que actúa en nosotros (1:19-2:7). Aun la armadura y las armas son una mezcla de las de Dios mismo (cf. Isa. 59:17) con las de su Mesías (Isa. 11:4, 5). Y, sin embargo, Pablo no muestra triunfalismo aquí. La victoria decisiva ganada por Cristo ya es historia y el mismo hecho de que los creyentes ahora luchan del lado de Cristo es claro testimonio de esto (ver 2:1-6); pero la victoria total es todavía un acontecimiento futuro. Mientras tanto, es el día malo (13) el que parece dominar la escena.
El pasaje se divide en tres partes: el llamado a colocarse la armadura de Dios para la batalla (10-13); los detalles de la armadura (14-17) y la necesidad de vigilar, orar e interceder (18-20).
10-13 Fortaleceos quizá no exprese plenamente la fuerza del verbo en tiempo pasivo (“sed fortalecidos”). La DHH se acerca más al sentido al traducir “háganse fuertes en unión con el Señor”; y la VHA, “llenaos de poder en el Señor”. El énfasis, por cierto, está puesto en el gran poder de Dios para esta lucha y, por lo tanto, Pablo ya había hecho comprender esta verdad central a sus lectores anteriormente en su oración por ellos (1:19-2:10). Además de la fuerza divina de Dios, necesitarán la armadura completa (defensiva y ofensiva) que Dios provee, pero esta armadura resultará ser de Dios en el sentido adicional de que es la armadura que él viste al salir en juicio y salvación (Isa. 59:17). Sólo esta clase de armadura podrá ser útil, dada la naturaleza de la oposición: el diablo y sus poderes (11).
Al escribir a una región en que la magia tenía una gran influencia (ver la Introducción y el comentario sobre 1:19a), y donde se conocían centenares de nombres de los poderes malignos, es notable que Pablo no se embarque en una demonología detallada y especulativa. En cambio, utiliza tres términos generales, y uno de ellos (gobernantes de estas tinieblas) posiblemente tuviera, en su forma original, un significado astrológico más específico. Los dos primeros términos son tomados deliberadamente de 1:21, 22, y por lo tanto el lector es reanimado ante la seguridad de que Cristo tiene mucho más poder y autoridad que ellos.
Quien lea cuidadosamente esta carta no tendrá problemas en identificar la naturaleza de la lucha contra estos poderes, ni el contenido de las intrigas del diablo (11). Este quiere separar de Dios a la humanidad por medio de la desobediencia (2:1-3; 4:18b, 19) y por medio de la ignorancia y el pensamiento corrompido (4:17b, 18). Trata de separar a las personas entre sí utilizando aquellos pecados que las apartan como la codicia (4:22, 23), la mentira (4:25), el enojo (que es especialmente relacionado con el diablo en 4:27) y los pecados vinculados con él (4:25-31). Al referirse a los gobernantes como siendo “de estas tinieblas [presentes]”, Pablo hace referencia nuevamente a 5:7-14; y muestra a los poderes como la influencia que lleva al pecado, que es característica de esta era y esta creación, en contraste con la “luz” de la nueva creación venidera. Puede parecernos extraño que estos poderes estén ubicados en los lugares celestiales, pero la expresión se refiere a toda la dimensión espiritual, desde lo que 2:2 llama “el aire” hasta el trono de Dios (y de Cristo) en el “más alto” cielo.
13 Reitera la necesidad de la armadura divina, si es que el creyente en Cristo ha de permanecer firme ante estos poderes en el día malo. Traducir la expresión como “cuando llegue el día malo” sugeriría el levantamiento final del mal y la tribulación que los escritos apocalípticos judíos esperaban que se produjera inmediatamente antes del día del Señor. Ese concepto, sin duda, colorea la expresión, aunque para Pablo el día ya es malo (5:16); la lucha ya ha comenzado; para permanecer firme, el creyente necesita la armadura ahora. Por eso, en el día malo probablemente incluye el presente, pero particularmente, esos períodos que para nosotros más parecieran compartir la terrible cualidad de ser “el día malo [final]”.
14-17 Con una repetición de “Permaneced … firmes [juntos]”, Pablo inicia la descripción de la armadura en sí. Los lectores gentiles sin duda habrían pensado en el soldado romano, pero Pablo (como en 1 Tes. 5:8) ha formado su descripción principalmente en términos de la armadura de Dios en Isa. 59:17 (y la descripción de Dios en Sabiduría de Salomón 5:17-20 es aun más cercana). No obstante, aquí se agregan el cinturón de la verdad y la coraza de justicia del Mesías, junto con su poderosa palabra que trae juicio (Isa. 11:4, 5). Todo esto fortalece la afirmación de Pablo en el sentido de que es el Señor el que provee de esta necesaria armadura, a la que da forma su gracia en nosotros. Obsérvese que las metáforas no son rígidas: en 1 Tes. 5:8 la “coraza” es la fe y el amor, mientras que aquí es la justicia.
14 Comienza con dos términos éticos: ceñidos con el cinturón de la verdad, vestidos con la coraza de la justicia. A juzgar por el orden en que se coloca la armadura, la primera parte del equipo es probablemente una referencia a un delantal de cuero, que se ataba primero bajo la armadura (para asegurar las ropas) en lugar del cinto que cerraba la armadura o el cinto de la espada. La verdad y la justicia frecuentemente se toman como referencia al evangelio y a su ofrecimiento de justicia por fe. Pero las palabras utilizadas aquí (como en Isa. 11:5; 59:17) denotan cualidades de carácter y, por lo tanto, van juntas con la “santidad” en 4:24, 25 y “bondad” en 5:8, 9. Pablo dice que el equipo básico de la iglesia para la batalla espiritual es una vida justa e íntegra, y que estas cualidades son efectivas porque llevan la marca de Jesús y de la nueva creación que él trae (ver sobre 4:17-24).
15 Lit., calzados vuestros pies con la preparación del evangelio de la paz (obsérvese la alusión a Isa. 52:7). Lo que Pablo quiere destacar, aparentemente, es que el calzado prepara o deja listo al soldado para la batalla. Lo que los soldados necesitan en una batalla cuerpo a cuerpo es aferrarse bien, cosa que logran con los clavos que atraviesan la suela, para que las líneas de la vanguardia no sean rechazadas resbalando y tambaleándose, ante el ataque del enemigo. Paradójicamente, es una comprensión profunda y espiritual del evangelio de paz (ver sobre 2:14, 17) la que provee a la iglesia este pie firme que es la “preparación” o la “disposición” para la batalla que Pablo tiene en mente.
16 Presenta el gran escudo de madera y cuero con forma de puerta. En la batalla este escudo podía trabarse con otros para formar una pared en el frente y un techo sobre las cabezas. El cuero se empapaba en agua antes de la batalla, y eso tendía a apagar las flechas encendidas. Los escudos hechos puramente de madera se incendiaban y ardían, hasta que quienes los portaban los dejaban caer, presas del pánico. Los dardos de fuego del maligno que Pablo tiene en mente incluirían cualquier tipo de ataque, desde el ataque directo de lo oculto hasta la persecución demoníaca, pero por sobre todo la constante lluvia de tentaciones al miedo, la amargura, el enojo y la división que podían quebrar la unidad de la iglesia. Estos dardos deben ser contrarrestados con fe. La fe en esta carta es esa total apertura a Dios que permite a Cristo habitar plenamente en nosotros, y que produce una más profunda comprensión de su insondable amor (cf. 3:17). Armarse con el escudo de la fe sugiere un aferrarse deliberada y firmemente al Dios revelado en el evangelio; una dependencia firme y resuelta en el Señor que apaga los terribles intentos del enemigo que desea dañarnos y provocar el pánico.
17 Tomar el casco de la salvación (cf. Isa. 59:17), en el contexto de esta carta, es asegurar a nuestros corazones que estamos unidos a Cristo: que ya estamos sentados con él y absolutamente seguros en él (cf. 2:5-8). Nosotros dominamos la plaza fuerte; sólo se nos pide que estemos “firmes”. La última pieza de la armadura que se menciona es la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios. Esta también parece ser una alusión a Isa. 11:4, donde la poderosa palabra del Mesías lleva a cabo el juicio (y la Sabiduría de Salomón 5:20 [haciéndose eco de Isa. 16:4, 5 y 59:17] habla de la “cólera inexorable” de la “espada” del Señor). Aquí, entonces, se le da a la iglesia un arma que no es meramente para su defensa, sino para contraatacar a los poderes que atacan. Para contraatacar con la verdad cuando somos tentados personalmente al mal; para contraatacar con la verdad cuando la iglesia es atacada por falsas enseñanzas; para contraatacar con la verdad cuando los poderes tratan de penetrar en el mundo que nos rodea con filosofías y enseñanzas éticas extrañas; y, finalmente, para atacar vigorosamente en pro de la libertad con la valerosa proclamación de la verdad cristiana que Pablo alienta en los vv. 19 y 20. Pero por sobre todo, hay algo que debemos recordar respecto de esta “arma de ataque”: la palabra de ira de Isa. 11:4 se ha convertido en el evangelio de paz y amor unificador en Cristo. Y estamos luchando con los poderes espirituales, no con enemigos humanos (12). Nuestro uso de la espada del Espíritu debe reflejar esto, o se convertirá en un arma de las tinieblas, causando en su lugar enemistad y división.
18-20 Técnicamente esta no es una oración gramatical separada, sino una serie de proposiciones construidas alrededor de los dos gerundios, “orando” y “vigilando”, junto con sus proposiciones subordinadas. Toda la construcción califica al permaneced, pues, firmes del v. 14. No debería interpretarse que la oración sea la séptima pieza de la armadura, ni que es la manera en que nos vestimos de las seis piezas, sino que está estrechamente ligada a ellas. La comprensión teológica del evangelio (14-17) que no produce oración, como la de Pablo por los lectores en 1:15-23 y 3:14-21, es un cadáver. Los guerreros de oración que no tienen una verdadera comprensión respecto de lo que se trata en realidad el evangelio (el evangelio de paz y restauración cósmica en Cristo), pueden tener mucho ímpetu, pero en el campo de batalla son tan útiles como un soldado sin armas. La comprensión espiritual del evangelio, combinada con una actitud de oración alerta, es la combinación que Pablo está buscando. Tal oración será guiada por el Espíritu que da acceso a Dios (cf. el v. 18 recuerda a 2:18), y quien así ora no orará solamente por sí mismo, sino por los santos y por el valiente progreso del evangelio (19).
Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno
REFERENCIAS CRUZADAS
t 338 Efe 3:16
u 339 1Co 16:13
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
10 (1) El pasaje de 1:1 a 6:9 completa la revelación en cuanto al cumplimiento del propósito eterno de Dios por parte de la iglesia; pero en cuanto a que la lucha de la iglesia contra el enemigo de Dios, hay más que decir.
10 (2) Esto implica que necesitamos ejercitar nuestra voluntad con firmeza.
Esta palabra griega tiene la misma raíz que la palabra poder hallada en 1:19. Para hacer frente al enemigo de Dios, para pelear contra las fuerzas malignas de las tinieblas, necesitamos ser fortalecidos con la grandeza del poder que levantó a Cristo de entre los muertos y lo sentó en los cielos, muy por encima de todos los espíritus malignos del aire.
10 (3) En la batalla espiritual contra Satanás y su reino maligno, podemos pelear solamente en el Señor, y no en nosotros mismos. Cuando estamos en nosotros mismos, somos vencidos.
Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro
Por lo demás… M↓ añaden hermanos míos.
Fuente: Biblia Textual IV Edición
R550 Τοῦ λοιποῦ no es un adverbio, aunque tiene fuerza adverbial (finalmente, por lo demás -M39; comp. T235).
R816 Es difícil decir si el verbo ἐνδυναμοῦσθε está en voz media o pasiva. [Editor. Parece que el verbo tiene un sentido pasivo: sean fortalecidos; comp. Hch 9:22; Rom 4:20; 2Ti 2:1 y Heb 11:34 .]
Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego
M i registran hermanos míos.
6.10 Lit. sed llenos de poder.