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Comentario de Colosenses 3:8 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de Colosenses 3:8 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Pero ahora, dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia y palabras groseras de vuestra boca.

3:8 Pero ahora — «Forma enfática de NUN en decidido contraste con POTE en el versículo 7. Ahora habéis muerto al pecado y habéis resucitado a una nueva vida (3:1). Según la descripción de la vida pasada (3:5-7), es obvio que los muertos en pecado son destinados a la ruina eterna, pero Dios interviene para evitarlo, pues «nos dio vida» (Efe 2:4-5). «Su gran amor» se demuestra en resucitarnos de los muertos por medio de su poderoso evangelio (Rom 1:16). ¿Cómo efectúa este cambio? ¿Cómo da vida a los muertos? ¿Qué podemos hacer si estamos «muertos»? ¿Cómo puede el hombre muerto accionar? ¿No tendrá Dios que hacer algo milagroso para mover nuestro corazón? Muchos falsos maestros dicen que el hombre perdido no puede hacer nada para cambiar su condición espiritual. Dicen que el hombre muerto en sus pecados tiene una naturaleza caída y que no puede creer, que no puede amar a Dios y que ni siquiera puede nacer en él el deseo de salvarse. Predican, por lo tanto, que la salvación depende enteramente de Dios.

En cuanto a la base de la salvación (la provisión hecha para nuestra salvación), es cierto que todo depende de Dios, pues el hombre no podía y no puede efectuar su propia salvación, porque no puede proveerse un salvador. El hombre no puede morir por sus propios pecados; no puede redimirse solo.

Dios nos salva, pero nos salva por medio del evangelio que es el poder de Dios para salvación. El nos llama por medio del evangelio (2 Tesalon 2:14), y este evangelio requiere la obediencia (2 Tesalon 1:7-9). El evangelio promete la salvación a los obedientes; revela no solamente lo que Dios ha hecho, sino también revela lo que el hombre tiene que hacer para aceptar la salvación.

Los muertos en Efeso «oyeron la palabra del Señor Jesús» (Hch 19:10; Efe 1:13), y esto trajo como consecuencia su conversión (su «resurrección de los muertos»). Cristo dice en Jua 5:25 que «Viene la hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que la oyeren vivirán». Los muertos pueden oír la voz de Cristo. En Efe 5:14 Pablo manda a los muertos que se levanten. Los muertos pueden hacer algo; pueden levantarse. En Hch 2:40 Pedro mandó a los judíos muertos, «Sed salvos de esta perversa generación» («Salvaos», VM); Pedro dijo esto después de mandarles a arrepentirse y a bautizarse para perdón de los pecados (v. 38).

Dios nos dio vida «juntamente con Cristo» . Nuestra resurrección de los muertos (tanto la figurada como la literal) fue anticipada en la resurrección de Cristo. Igualmente somos relacionados con Cristo al morir (crucificarnos) con El (Rom 6:5; Gál 2:20); al vivir con El (Flp 1:21; Gál 2:20); al sufrir con El (2Ti 2:12; 1Pe 4:13); al reinar con El (2Ti 2:12); al ser coherederos con El (Rom 8:17); y al ser glorificados con El (Apo 3:21). Nos resucitó espiritualmente «de los muertos», Col 2:12, y ahora nos conviene buscar «las cosas de arriba» (Col 3:1), porque «nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo». Nos hizo copartícipes de su honor. Los que estamos en Cristo, en su iglesia, estamos en «lugares celestiales» ahora. «Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono» (Apo 3:21); es decir, aun después de morir físicamente, seguiremos reinando con Cristo; pero es importante observar que estamos reinando con El ahora.

— dejad («APOTITHEMI, quitar, desechar, como ropas viejas», como «despojado», desvestirse, desnudarse de esta ropa sucia (prácticas y palabras sucias); entonces, «revestido de nuevo» (ver. 10) y «vestíos» (ver. 12).

— también vosotros todas estas cosas: Compárense Rom 1:18-32; 1Co 6:9-11; Gál 5:20; Efe 4:22-31.

— ira, (ORGE), — «la más intensa de todas las pasiones» (WEV). Pablo dice a los efesios (4:26), «Airaos (ORGE), pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo». Dios se enoja (1Re 11:9; 2Re 17:18; Sal 7:11; Sal 79:5; Sal 80:1-19; Sal 4:1-8; Sal 5:1-12; Heb 12:29); Cristo se enoja (Mar 3:5; Jua 2:15-17). El cristiano debe enojarse al observar el pecado y la destrucción de vidas y almas causada por el pecado. Si amamos la verdad, entonces aborrecemos el error y el pecado, y no seremos indiferentes hacia el pecado ni hacia la destrucción que éste causa.

Sin embargo, el enojo es muy peligroso y tiene que controlarse, pues fácilmente se convierte en resentimiento y amargura y en el deseo de venganza. Por lo tanto, «no se ponga el sol sobre vuestro enojo». Si el enojo permanece en el corazón, puede producir malicia y amargura. Si el enojo que sentimos es indignación justa, como la de Jesús, debemos decir lo que se debe decir, o hacer lo que se debe hacer, y luego acabar con el enojo.

Pablo agrega otra exhortación: «Ni deis lugar al diablo» (Efe 4:27); como dice LBLA, no dar «oportunidad al diablo», pues esto es lo que sucede si no quitamos lo más pronto posible el enojo del corazón. El enojo guardado y alimentado en el corazón da ocasión al diablo para tentarnos. Cuando el cristiano se indigna, su reacción, sea en palabra o en hecho, debe ser lo que le agrada a Dios. No es pecado reaccionar con indignación a las injusticias u otras provocaciones de Satanás (Mar 3:5; Hch 23:3), pero lo importante es que lo hagamos con dominio propio.

— iras (enojos, LBLA), — THUMOS, arrebatos (VHA); explosiones de ira ( Ver. Valera, 1990). Furor, estar muy encolerizado. Rom 2:9; 2Co 12:20; Efe 4:31; Col 3:8. «Emociones agitadas y luego estallidos» (ATR). «THUMOS, ira, enojo, se tiene que distinguir de ORGE en que THUMOS indica una condición más agitada de los sentimientos, una explosión de ira debida a la indignación interna, en tanto que ORGE sugiere una condición más fija o permanente de la mente, frecuentemente con vistas a tomar venganza. ORGE es menos súbita en su aparición que THUMOS, pero más duradera en su naturaleza. THUMOS expresa más los sentimientos internos, ORGE la emoción más activa. THUMOS puede que llegue a la venganza, aunque no necesariamente la incluya. Su característica es que se inflama súbitamente y que se apaga pronto, aunque ello no suceda en cada caso» (WEV).

Thumos comúnmente es de poca duración. Lo que pasa es que hay explosión de ira expresada en palabras y acciones violentas y pronto muere, pero en ese lapso de tiempo hace mucho daño, pues deja heridas físicas o emocionales que duran por mucho tiempo. Aparentemente mucha gente no toma en serio el temperamento o genio explosivos; quieren justificarse diciendo, «así soy», como si fuera una condición normal o algo más allá de su control, pero aquí está este mal enumerado entre las obras de la carne que evitan que los culpables hereden el reino de Dios (ver. 21). En realidad tales explosiones de ira demuestran la falta de amor y la falta de paciencia. Por eso, es necesario crucificar esta pasión (ver. 24).

— malicia, — la mala voluntad (disposición) que tiene el deseo de perjudicar a otros. Recuérdese que la definición básica de la palabra «amor» (AGAPE) es buena voluntad. Estos términos (3:8) describen la condición de corazón que resulta si no nos despojamos del viejo hombre (ver. 22). Los males mencionados en estos textos pertenecen al viejo hombre y no al nuevo hombre; no son cualidades del cristiano. En particular estas palabras describen la conducta de la persona que no controla el enojo y que no está dispuesta a perdonar. Cuando hay amor en el corazón, no cabe la amargura, etc.

La persona de genio fuerte (amargado) hace mucho daño a otros y ella misma sufre mucho daño, no solamente daño espiritual, sino también mental y aun físico. No conviene dejar que otros nos provoquen tanto. Es necesario practicar el dominio propio y siempre controlar las emociones. Nuestra reacción a las provocaciones no debe ser como la reacción de los mundanos.

No se puede negar que otros nos pueden afligir. Pero la aflicción más grande y dañina es la que nos hacemos a nosotros mismos. Es imperativo que cada cristiano entienda que esta lista de cosas mencionadas por Pablo (amargura, enojo, ira, gritería, maledicencia, malicia) son la reacción de la persona provocada, y no son necesarias ni ineludibles. Estas palabras describen la reacción del viejo hombre a las provocaciones de la vida, pero el cristiano se ha renovado en el espíritu de su mente y se ha vestido del nuevo hombre.

La malicia es la fuente de otras obras carnales (Gál 5:19-21): p. ej. (1) Las enemistades (ECHTHRA). Esta obra de la carne es lo opuesto del amor. Dice Pablo en Rom 8:7, «Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios». Obviamente había enemistades entre los judaizantes y otros hermanos. Pablo dijo, «Pero si os mordéis y os coméis unos a otros, mirad que también no os consumáis unos a otros» (Gál 5:15). Había enemistades entre judíos y samaritanos (Jua 4:9; Luc 9:54), pero muchos judíos y samaritanos obedecieron al evangelio (Hch 2:41; Hch 4:4; Hch 8:12), y ya no debería haber más enemistad entre ellos.

(2) Los pleitos (ERIS) . Pleitos, 1Ti 6:4 ; contenciones, Tit 3:9. Contiendas (rivalidad, riña, discordia) como en la iglesia de Corinto, 1Co 1:11; 1Co 3:3; 2Co 12:20; «contiendas», Rom 1:29; Rom 13:13. Esta palabra bien describe el mundo de relaciones malas, lo opuesto de la unidad y comunión. Por eso, el que se convierte en cristiano deja esta obra de la carne para poder establecer una relación buena con hermanos y para tener comunión ininterrumpida con ellos. Es importante recordar que el uso de esta palabra en varios textos ¡tiene que ver con la conducta de los santos ! ERIS dividió la iglesia de Corinto. ERIS es el enemigo de la comunión entre hermanos.

(3) Las contiendas (ERITHEIA) o rivalidades o facciones están en esta misma categoría (Rom 2:8; 2Co 12:20). Básicamente esta palabra se refiere a la ambición personal de la cual resulta la rivalidad o espíritu faccioso. Flp 1:17 es un buen ejemplo de ella. Estos, que se aprovecharon de su privilegio de predicar para despreciar a Pablo y para exaltarse a sí mismos, no querían que los hermanos hablaran tanto de Pablo y querían más renombre para sí mismos. Los tales querían más poder e influencia, y querían seguidores (Hch 20:29; 1Co 1:10-13). Por eso, Pablo exhorta a los filipenses (2:3), «Nada hagáis por contienda o por vanagloria» y luego les dice, «Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús… » porque los que quieren exaltar a Cristo no buscan gloria para sí mismos.

Es alarmante encontrar contiendas, disensiones y partidos en esta lista tan terrible de pecados como fornicación, lascivia, borrachera, etc., pero para Dios el pecado es pecado y no hay pecados respetables. ¿Quién hace más daño, el borracho que se destruye a sí mismo o el hermano faccioso que divide a la iglesia?

(4) Las disensiones (DICHOSTASIA) o divisiones. La división destruye la unidad por la cual Jesús oró (Jua 17:21-23). Destruye la comunión entre hermanos. «Todo reino dividido contra sí mismo, es asolado, y toda ciudad o casa dividida contra sí misma, no permanecerá» (Mat 12:25). Este texto es profético y explica la debilidad de la iglesia; tiene poca fuerza porque está muy dividida. En el siglo XIX se dividió por causa de la introducción de instrumentos de música en el culto y por causa de la sociedad misionera. Hubo otra división a mediados del siglo XX cuando se introdujo la «iglesia patrocinadora» que es otra forma de la sociedad misionera. Otros han dividido a la iglesia enseñando, directa o indirectamente, que todos los divorciados pueden volverse a casar. Bajo el pretexto de querer evitar más división, algunos hermanos citan Rom 14:1-23 para probar que puede haber unidad a pesar de toda clase de diversidad de doctrinas contradictorias (mayormente con respecto al divorcio y segundas nupcias), y éstos incluyen en esta categoría asuntos de la fe (Jud 1:3), es decir, doctrinas claramente enseñadas a través de mandamientos, ejemplos e inferencias necesarias. Nos debe preocupar muchísimo la unidad porque Jesús la desea, pero la «unidad» en la diversidad de toda clase de enseñanza y prácticas erróneas no es la unidad enseñada por la Biblia, sino la unión sectaria.

La palabra DICHOSTASIA aparece solamente en un texto más, Rom 16:17, «Mas os ruego, hermanos, que os fijéis en los que causan divisiones y tropiezos en contra de la doctrina que vosotros habéis aprendido, y que os apartéis de ellos». Jesús basa la unidad sobre la doctrina (véase Jua 17:8; Jua 17:14; Jua 17:21); no debe haber divisiones por causa de disgustos y ofensas personales. Los problemas personales deben resolverse de acuerdo con las enseñanza de Jesús (Mat 5:23-24; Mat 18:15-18).

(5) Las herejías (sectarismos, LBLA; sectas, VM; partidos, VHA), (HAIRESIS), la imposición de una opinión de la cual resulta la división y la formación de un partido o secta. «La secta de los fariseos» (Hch 15:5); la iglesia erróneamente era llamada «la secta de los nazarenos» (Hch 24:5) y Pablo aclaró el asunto diciendo que «según el Camino que ellos llaman herejía, así sirvo al Dios de mis padres» (ver. 14). En Roma la iglesia se llamaba una secta (Hch 28:22), pero otra vez Pablo corrigió esa idea al hablar no de una secta sino del reino de Dios (ver. 23).

No es bueno que haya sectas pero Pablo dice (1Co 11:19), «Porque es preciso que entre vosotros haya disensiones (sectas, hairesis), para que se hagan manifiestos entre vosotros los que son aprobados»; es decir, es preciso distinguir entre fieles e infieles. Aunque había partidos o sectas en la iglesia de Corinto todavía había una sola iglesia (no se había formado otra congregación). Es muy posible que esta carta sirviera para evitar una división permanente.

— blasfemia — Se encuentra este término en medio de los pecados contra el hombre; por eso, significa que por causa de la malicia en el corazón contra otro se blasfema contra él, hablando c alumnia s, lastimando y perjudicando con la lengua (Stg 3:9).

— palabras deshonestas («conversación obscena», FL; «habla insultante y sucia», ATR) de vuestra boca. — «Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada uno» (4:6). La lengua es una fuerza tremenda para bien o para mal. Se usa la lengua para predicar, para enseñar, para exhortar, para amonestar y para alentar, pero también se usa para destruir con mentiras, con chismes y con toda clase de ataque contra la persona de otros (Stg 3:3-12). «Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes» (Efe 4:29). ¿Cómo se puede corregir este problema? Limpiar el corazón; «sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida» (Pro 4:23). «Porque de la abundancia del corazón habla la boca» (Mat 12:34); es decir, el habla revela el carácter, como el árbol es conocido por su fruto. La nueva vida es conocida por su habla y por sus hechos. Las palabras corrompidas que salen de la boca indican que el corazón (el carácter) es corrupto. «El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca buenas cosas; el hombre malo, del mal tesoro saca malas cosas» (Mat 12:35). Véanse también Mat 15:18-19; Mar 7:21-23;

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

pero ahora dejad también. Col 3:5, Col 3:9; Efe 4:22; Heb 12:1; Stg 1:21; 1Pe 2:1.

enojo. Sal 37:8; Pro 17:14; Pro 19:19; Pro 29:22; Mat 5:22; Rom 13:13; 1Co 3:3; 2Co 12:20; Gál 5:15, Gál 5:20, Gál 5:26; Efe 4:26, Efe 4:31, Efe 4:32; 2Ti 2:23, 2Ti 2:24; Stg 1:20; Stg 3:14-16.

blasfemia. Lev 24:11-16; Mar 7:22; 1Ti 1:13, 1Ti 1:20; Stg 2:7; Jud 1:8; Apo 16:9.

palabras deshonestas. Efe 4:29; Efe 5:4; Stg 3:4-6; 2Pe 2:7, 2Pe 2:18; Jud 1:8, Jud 1:13.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

dejad. Una palabra griega que se usa para aludir al acto de quitarse la ropa (cp. Hch 7:58; Rom 13:12-14; 1Pe 2:1). Como alguien que se quita la ropa sucia al final del día, los creyentes deben desechar los harapos inmundos de la vida vieja y llena de pecado. ira. Una amargura profunda que no se consume, la actitud de desasosiego constante en el corazón de una persona airada (cp. Efe 4:31; Stg 1:19-20). enojo. A diferencia de la ira justa y sosegada de Dios (vea la nota sobre Rom 1:18), este es un arranque súbito de enojo pecaminoso y por lo general, es la erupción que viene como resultado de la «ira» reprimida (vea la nota sobre Gál 5:20; cp. Luc 4:28; Hch 19:28; Efe 4:31). malicia. De la palabra griega que denota el mal moral en general. Aquí es probable que se refiera al daño ocasionado por las malas palabras o las malas conversaciones (cp. 1Pe 2:1). blasfemia. La traducción normal si es el pecado cometido contra Dios, pero como aquí el contexto se refiere a personas, la traducción preferible es «calumnia». No obstante, la Biblia enseña que calumniar a las personas es blasfemar a Dios (Stg 3:9; cp. Mat 5:22; Stg 3:10).

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

3:8 Pero ahora — «Forma enfática de NUN en decidido contraste con POTE en el versículo 7. Ahora habéis muerto al pecado y habéis resucitado a una nueva vida (3:1). Según la descripción de la vida pasada (3:5-7), es obvio que los muertos en pecado son destinados a la ruina eterna, pero Dios interviene para evitarlo, pues «nos dio vida» (Efe 2:4-5). «Su gran amor» se demuestra en resucitarnos de los muertos por medio de su poderoso evangelio (Rom 1:16). ¿Cómo efectúa este cambio? ¿Cómo da vida a los muertos? ¿Qué podemos hacer si estamos «muertos»? ¿Cómo puede el hombre muerto accionar? ¿No tendrá Dios que hacer algo milagroso para mover nuestro corazón? Muchos falsos maestros dicen que el hombre perdido no puede hacer nada para cambiar su condición espiritual. Dicen que el hombre muerto en sus pecados tiene una naturaleza caída y que no puede creer, que no puede amar a Dios y que ni siquiera puede nacer en él el deseo de salvarse. Predican, por lo tanto, que la salvación depende enteramente de Dios.
En cuanto a la base de la salvación (la provisión hecha para nuestra salvación), es cierto que todo depende de Dios, pues el hombre no podía y no puede efectuar su propia salvación, porque no puede proveerse un salvador. El hombre no puede morir por sus propios pecados; no puede redimirse solo.
Dios nos salva, pero nos salva por medio del evangelio que es el poder de Dios para salvación. El nos llama por medio del evangelio (2 Tesalon 2:14), y este evangelio requiere la obediencia (2 Tesalon 1:7-9). El evangelio promete la salvación a los obedientes; revela no solamente lo que Dios ha hecho, sino también revela lo que el hombre tiene que hacer para aceptar la salvación.
Los muertos en Efeso «oyeron la palabra del Señor Jesús» (Hch 19:10; Efe 1:13), y esto trajo como consecuencia su conversión (su «resurrección de los muertos»). Cristo dice en Jua 5:25 que «Viene la hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que la oyeren vivirán». Los muertos pueden oír la voz de Cristo. En Efe 5:14 Pablo manda a los muertos que se levanten. Los muertos pueden hacer algo; pueden levantarse. En Hch 2:40 Pedro mandó a los judíos muertos, «Sed salvos de esta perversa generación» («Salvaos», VM); Pedro dijo esto después de mandarles a arrepentirse y a bautizarse para perdón de los pecados (v. 38).
Dios nos dio vida «juntamente con Cristo» . Nuestra resurrección de los muertos (tanto la figurada como la literal) fue anticipada en la resurrección de Cristo. Igualmente somos relacionados con Cristo al morir (crucificarnos) con El (Rom 6:5; Gál 2:20); al vivir con El (Flp 1:21; Gál 2:20); al sufrir con El (2Ti 2:12; 1Pe 4:13); al reinar con El (2Ti 2:12); al ser coherederos con El (Rom 8:17); y al ser glorificados con El (Apo 3:21). Nos resucitó espiritualmente «de los muertos», Col 2:12, y ahora nos conviene buscar «las cosas de arriba» (Col 3:1), porque «nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo». Nos hizo copartícipes de su honor. Los que estamos en Cristo, en su iglesia, estamos en «lugares celestiales» ahora. «Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono» (Apo 3:21); es decir, aun después de morir físicamente, seguiremos reinando con Cristo; pero es importante observar que estamos reinando con El ahora.
— dejad («APOTITHEMI, quitar, desechar, como ropas viejas», como «despojado», desvestirse, desnudarse de esta ropa sucia (prácticas y palabras sucias); entonces, «revestido de nuevo» (ver. 10) y «vestíos» (ver. 12).
— también vosotros todas estas cosas: Compárense Rom 1:18-32; 1Co 6:9-11; Gál 5:20; Efe 4:22-31.
— ira, (ORGE), — «la más intensa de todas las pasiones» (WEV). Pablo dice a los efesios (4:26), «Airaos (ORGE), pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo». Dios se enoja (1Re 11:9; 2Re 17:18; Sal 7:11; Sal 79:5; Sal 80:1-19; Sal 4:1-8; Sal 5:1-12; Heb 12:29); Cristo se enoja (Mar 3:5; Jua 2:15-17). El cristiano debe enojarse al observar el pecado y la destrucción de vidas y almas causada por el pecado. Si amamos la verdad, entonces aborrecemos el error y el pecado, y no seremos indiferentes hacia el pecado ni hacia la destrucción que éste causa.
Sin embargo, el enojo es muy peligroso y tiene que controlarse, pues fácilmente se convierte en resentimiento y amargura y en el deseo de venganza. Por lo tanto, «no se ponga el sol sobre vuestro enojo». Si el enojo permanece en el corazón, puede producir malicia y amargura. Si el enojo que sentimos es indignación justa, como la de Jesús, debemos decir lo que se debe decir, o hacer lo que se debe hacer, y luego acabar con el enojo.
Pablo agrega otra exhortación: «Ni deis lugar al diablo» (Efe 4:27); como dice LBLA, no dar «oportunidad al diablo», pues esto es lo que sucede si no quitamos lo más pronto posible el enojo del corazón. El enojo guardado y alimentado en el corazón da ocasión al diablo para tentarnos. Cuando el cristiano se indigna, su reacción, sea en palabra o en hecho, debe ser lo que le agrada a Dios. No es pecado reaccionar con indignación a las injusticias u otras provocaciones de Satanás (Mar 3:5; Hch 23:3), pero lo importante es que lo hagamos con dominio propio.
— iras (enojos, LBLA), — THUMOS, arrebatos (VHA); explosiones de ira ( Ver. Valera, 1990). Furor, estar muy encolerizado. Rom 2:9; 2Co 12:20; Efe 4:31; Col 3:8. «Emociones agitadas y luego estallidos» (ATR). «THUMOS, ira, enojo, se tiene que distinguir de ORGE en que THUMOS indica una condición más agitada de los sentimientos, una explosión de ira debida a la indignación interna, en tanto que ORGE sugiere una condición más fija o permanente de la mente, frecuentemente con vistas a tomar venganza. ORGE es menos súbita en su aparición que THUMOS, pero más duradera en su naturaleza. THUMOS expresa más los sentimientos internos, ORGE la emoción más activa. THUMOS puede que llegue a la venganza, aunque no necesariamente la incluya. Su característica es que se inflama súbitamente y que se apaga pronto, aunque ello no suceda en cada caso» (WEV).
Thumos comúnmente es de poca duración. Lo que pasa es que hay explosión de ira expresada en palabras y acciones violentas y pronto muere, pero en ese lapso de tiempo hace mucho daño, pues deja heridas físicas o emocionales que duran por mucho tiempo. Aparentemente mucha gente no toma en serio el temperamento o genio explosivos; quieren justificarse diciendo, «así soy», como si fuera una condición normal o algo más allá de su control, pero aquí está este mal enumerado entre las obras de la carne que evitan que los culpables hereden el reino de Dios (ver. 21). En realidad tales explosiones de ira demuestran la falta de amor y la falta de paciencia. Por eso, es necesario crucificar esta pasión (ver. 24).
— malicia, — la mala voluntad (disposición) que tiene el deseo de perjudicar a otros. Recuérdese que la definición básica de la palabra «amor» (AGAPE) es buena voluntad. Estos términos (3:8) describen la condición de corazón que resulta si no nos despojamos del viejo hombre (ver. 22). Los males mencionados en estos textos pertenecen al viejo hombre y no al nuevo hombre; no son cualidades del cristiano. En particular estas palabras describen la conducta de la persona que no controla el enojo y que no está dispuesta a perdonar. Cuando hay amor en el corazón, no cabe la amargura, etc.
La persona de genio fuerte (amargado) hace mucho daño a otros y ella misma sufre mucho daño, no solamente daño espiritual, sino también mental y aun físico. No conviene dejar que otros nos provoquen tanto. Es necesario practicar el dominio propio y siempre controlar las emociones. Nuestra reacción a las provocaciones no debe ser como la reacción de los mundanos.
No se puede negar que otros nos pueden afligir. Pero la aflicción más grande y dañina es la que nos hacemos a nosotros mismos. Es imperativo que cada cristiano entienda que esta lista de cosas mencionadas por Pablo (amargura, enojo, ira, gritería, maledicencia, malicia) son la reacción de la persona provocada, y no son necesarias ni ineludibles. Estas palabras describen la reacción del viejo hombre a las provocaciones de la vida, pero el cristiano se ha renovado en el espíritu de su mente y se ha vestido del nuevo hombre.
La malicia es la fuente de otras obras carnales (Gál 5:19-21): p. ej. (1) Las enemistades (ECHTHRA). Esta obra de la carne es lo opuesto del amor. Dice Pablo en Rom 8:7, «Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios». Obviamente había enemistades entre los judaizantes y otros hermanos. Pablo dijo, «Pero si os mordéis y os coméis unos a otros, mirad que también no os consumáis unos a otros» (Gál 5:15). Había enemistades entre judíos y samaritanos (Jua 4:9; Luc 9:54), pero muchos judíos y samaritanos obedecieron al evangelio (Hch 2:41; Hch 4:4; Hch 8:12), y ya no debería haber más enemistad entre ellos.
(2) Los pleitos (ERIS) . Pleitos, 1Ti 6:4 ; contenciones, Tit 3:9. Contiendas (rivalidad, riña, discordia) como en la iglesia de Corinto, 1Co 1:11; 1Co 3:3; 2Co 12:20; «contiendas», Rom 1:29; Rom 13:13. Esta palabra bien describe el mundo de relaciones malas, lo opuesto de la unidad y comunión. Por eso, el que se convierte en cristiano deja esta obra de la carne para poder establecer una relación buena con hermanos y para tener comunión ininterrumpida con ellos. Es importante recordar que el uso de esta palabra en varios textos ¡tiene que ver con la conducta de los santos ! ERIS dividió la iglesia de Corinto. ERIS es el enemigo de la comunión entre hermanos.
(3) Las contiendas (ERITHEIA) o rivalidades o facciones están en esta misma categoría (Rom 2:8; 2Co 12:20). Básicamente esta palabra se refiere a la ambición personal de la cual resulta la rivalidad o espíritu faccioso. Flp 1:17 es un buen ejemplo de ella. Estos, que se aprovecharon de su privilegio de predicar para despreciar a Pablo y para exaltarse a sí mismos, no querían que los hermanos hablaran tanto de Pablo y querían más renombre para sí mismos. Los tales querían más poder e influencia, y querían seguidores (Hch 20:29; 1Co 1:10-13). Por eso, Pablo exhorta a los filipenses (2:3), «Nada hagáis por contienda o por vanagloria» y luego les dice, «Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús… » porque los que quieren exaltar a Cristo no buscan gloria para sí mismos.
Es alarmante encontrar contiendas, disensiones y partidos en esta lista tan terrible de pecados como fornicación, lascivia, borrachera, etc., pero para Dios el pecado es pecado y no hay pecados respetables. ¿Quién hace más daño, el borracho que se destruye a sí mismo o el hermano faccioso que divide a la iglesia?
(4) Las disensiones (DICHOSTASIA) o divisiones. La división destruye la unidad por la cual Jesús oró (Jua 17:21-23). Destruye la comunión entre hermanos. «Todo reino dividido contra sí mismo, es asolado, y toda ciudad o casa dividida contra sí misma, no permanecerá» (Mat 12:25). Este texto es profético y explica la debilidad de la iglesia; tiene poca fuerza porque está muy dividida. En el siglo XIX se dividió por causa de la introducción de instrumentos de música en el culto y por causa de la sociedad misionera. Hubo otra división a mediados del siglo XX cuando se introdujo la «iglesia patrocinadora» que es otra forma de la sociedad misionera. Otros han dividido a la iglesia enseñando, directa o indirectamente, que todos los divorciados pueden volverse a casar. Bajo el pretexto de querer evitar más división, algunos hermanos citan Rom 14:1-23 para probar que puede haber unidad a pesar de toda clase de diversidad de doctrinas contradictorias (mayormente con respecto al divorcio y segundas nupcias), y éstos incluyen en esta categoría asuntos de la fe (Jud 1:3), es decir, doctrinas claramente enseñadas a través de mandamientos, ejemplos e inferencias necesarias. Nos debe preocupar muchísimo la unidad porque Jesús la desea, pero la «unidad» en la diversidad de toda clase de enseñanza y prácticas erróneas no es la unidad enseñada por la Biblia, sino la unión sectaria.
La palabra DICHOSTASIA aparece solamente en un texto más, Rom 16:17, «Mas os ruego, hermanos, que os fijéis en los que causan divisiones y tropiezos en contra de la doctrina que vosotros habéis aprendido, y que os apartéis de ellos». Jesús basa la unidad sobre la doctrina (véase Jua 17:8; Jua 17:14; Jua 17:21); no debe haber divisiones por causa de disgustos y ofensas personales. Los problemas personales deben resolverse de acuerdo con las enseñanza de Jesús (Mat 5:23-24; Mat 18:15-18).
(5) Las herejías (sectarismos, LBLA; sectas, VM; partidos, VHA), (HAIRESIS), la imposición de una opinión de la cual resulta la división y la formación de un partido o secta. «La secta de los fariseos» (Hch 15:5); la iglesia erróneamente era llamada «la secta de los nazarenos» (Hch 24:5) y Pablo aclaró el asunto diciendo que «según el Camino que ellos llaman herejía, así sirvo al Dios de mis padres» (ver. 14). En Roma la iglesia se llamaba una secta (Hch 28:22), pero otra vez Pablo corrigió esa idea al hablar no de una secta sino del reino de Dios (ver. 23).
No es bueno que haya sectas pero Pablo dice (1Co 11:19), «Porque es preciso que entre vosotros haya disensiones (sectas, hairesis), para que se hagan manifiestos entre vosotros los que son aprobados»; es decir, es preciso distinguir entre fieles e infieles. Aunque había partidos o sectas en la iglesia de Corinto todavía había una sola iglesia (no se había formado otra congregación). Es muy posible que esta carta sirviera para evitar una división permanente.
— blasfemia — Se encuentra este término en medio de los pecados contra el hombre; por eso, significa que por causa de la malicia en el corazón contra otro se blasfema contra él, hablando c alumnia s, lastimando y perjudicando con la lengua (Stg 3:9).
— palabras deshonestas («conversación obscena», FL; «habla insultante y sucia», ATR) de vuestra boca. — «Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada uno» (4:6). La lengua es una fuerza tremenda para bien o para mal. Se usa la lengua para predicar, para enseñar, para exhortar, para amonestar y para alentar, pero también se usa para destruir con mentiras, con chismes y con toda clase de ataque contra la persona de otros (Stg 3:3-12). «Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes» (Efe 4:29). ¿Cómo se puede corregir este problema? Limpiar el corazón; «sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida» (Pro 4:23). «Porque de la abundancia del corazón habla la boca» (Mat 12:34); es decir, el habla revela el carácter, como el árbol es conocido por su fruto. La nueva vida es conocida por su habla y por sus hechos. Las palabras corrompidas que salen de la boca indican que el corazón (el carácter) es corrupto. «El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca buenas cosas; el hombre malo, del mal tesoro saca malas cosas» (Mat 12:35). Véanse también Mat 15:18-19; Mar 7:21-23;

Fuente: Notas Reeves-Partain

— y la grosería: Nótese que tanto en este versículo como anteriormente en Col 3:5, se enuncia una lista de cinco vicios; a su vez, un poco más adelante, en Col 3:12, la lista es de cinco virtudes.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

Rom 6:4-6; Rom 13:12-14; Efe 4:22-24; Stg 1:21; 1Pe 2:1; Heb 12:1.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

NOTAS

(1) O: “blasfemia”.

REFERENCIAS CRUZADAS

q 165 1Pe 2:1

r 166 Efe 4:31

s 167 Efe 5:4

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo