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Comentario de Colosenses 3:15 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de Colosenses 3:15 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Y la paz de Cristo gobierne en vuestros corazones, pues a ella fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos.

3:15 Y la paz (EIRENE) de Dios (Cristo, LBLA, VM, la paz que Cristo da) — En esta carta Pablo exalta a Cristo; compárese 3:16, La palabra de Cristo. «La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da… Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo» (Jua 14:27; Jua 16:33); «Y el Dios de esperanza os llene de gozo y paz en el creer» (Rom 15:13). «Gloria y honra y paz a todo el que hace lo bueno» (Rom 2:10). «Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo» (Rom 5:1). Esto significa que ahora Dios nos acepta (habiéndonos perdonado) y sostenemos una relación buena con El. Por eso, el evangelio se llama «el evangelio de la paz» (Hch 10:36). El que predica y enseña este evangelio de la paz es «pacificador» (Mat 5:9).

— gobierne (reine, LBLA) en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; — Al tomar decisiones siempre escojamos lo que no estorbe la paz con Cristo y, por consiguiente, la paz en el alma y la paz con los hermanos. Los que tienen paz con Dios y paz en el alma también tendrán paz los unos con los otros. «Así que, sigamos lo que contribuye a la paz y a la mutua edificación» (Rom 14:19; dando preferencia a otros, Gén 13:9; y aun sufrir el agravio, 1Co 6:7); «Tened paz entre vosotros» (1Ts 5:13). También en cuanto sea posible tendrán paz con todos (Rom 12:18; Heb 12:14; 1Pe 3:10-11). Sin embargo, el «Príncipe de paz» (Isa 9:6) dijo, «No penséis que he venido para traer paz a la tierra, no he venido para traer paz, sino espada» y luego habla de conflictos entre parientes por causa del evangelio (Mat 10:34-38).

Cristo quitó la pared intermedia (la ley de Moisés) que había separado a los judíos de los gentiles (Efe 2:14-17), «haciendo la paz».

Al decir, «Solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz» (Efe 4:3), Pablo explicó la base de la verdadera paz y unidad: un cuerpo, un Espíritu, una esperanza, un Señor, una fe, un bautismo, un Padre (Efe 4:4-6). La paz es la cadena de oro que une las siete unidades. Si no hay paz, no hay unidad. En otras palabras, podemos creer en un solo Dios, un solo Señor, un solo Espíritu Santo, una misma fe, un mismo bautismo, una misma esperanza, y ser miembros de un mismo cuerpo, pero si esta unidad no se guarda en el vínculo de la paz, no vale nada.

Se puede afirmar con toda confianza que la mayoría de los hermanos creen que todo está bien con tal que prediquemos estas siete unidades. Creen que con esto somos la única verdadera iglesia de Cristo, y que esto es la garantía de la salvación. Al parecer se supone que si se predica la paz, estamos bien, pero si no guardamos estas siete unidades en el vínculo de la paz, no estamos bien con Dios. Este asunto debe causar grandes preocupaciones en los corazones de todos los miembros de la iglesia, y mayormente en los de los evangelistas, pero parece que existe la idea de que la «paz» es secundaria, que no se puede comparar con la predicación de las siete unidades.

«Busque la paz, y sígala», (1Pe 3:11).

— y sed agradecidos. — 1:3, 12; 2:7; 3:17; «Perseverad en la oración, velando en ella con acción de gracias» (4:2); «dando siempre gracias por todo al Dios y Padre» (Efe 5:20; Flp 1:3; Flp 1:12-21; Flm 1:4) a través de oraciones y cantos (3:16). El pueblo de Dios es un pueblo agradecido.

Debemos ser agradecidos y alabar a Dios por sus atributos y perfecciones: es eterno, inmutable, omnipotente, omnisciente, omnipresente, perfecto en amor, en justicia, en misericordia y en fidelidad. ¡Siempre alabemos a Dios! Sal 100:4; Sal 147:12; 1Cr 29:13. Bajo la ley de Moisés el pueblo ofrecía el «sacrificio de paz en acción de gracias » (Lev 7:15), y ahora su pueblo ofrece «sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su nombre» (Heb 13:15). Véanse también Apo 4:9; Apo 7:11-12.

Debemos ser agradecidos y alabar a Dios por su gracia hacia nosotros en proveernos un Salvador, Jesucristo. 1Co 1:4; 1Co 15:57; Tit 2:11. Debemos ser agradecidos por haber obedecido al evangelio (Rom 6:17-18), y ahora debemos dejar todas las «palabras deshonestas… que no convienen»; más bien, ahora debe haber muchas acciones de gracias » (Efe 5:4). Seamos «arraigados y sobreedificados en él, y confirmados en la fe… abundando en acciones de gracias » (Col 2:7). «Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias » (Flp 4:6).

Debemos ser agradecidos y alabar a Dios por toda bendición espiritual en Cristo (Efe 1:3): la redención, el perdón, la reconciliación, el privilegio de orar, de cantar, de ofrendar, de ofrecer el cuerpo en sacrifico vivo, etc. Cada primer día de la semana debemos dar gracias por el pan sin levadura y la copa para conmemorar el cuerpo y sangre de Cristo (Mat 26:26-27). Obsérvese que Jesús bendijo el pan y dio gracias por la copa. A veces en lugar de dar gracias por el pan o la copa algún hermano dirá, «Bendice este pan» o «bendice esta copa», pero al dar gracias a Dios nosotros mismos bendecimos el pan y la copa. «La copa de bendición que bendecimos» (1Co 10:16). ¡No dejemos de dar gracias por el pan y la copa!

Debemos ser agradecidos por las Escrituras (2Ti 3:16-17; 2Pe 1:3; Jud 1:3).

Debemos ser agradecidos por las iglesias fieles. Rom 1:8; Flp 1:3; 1Ts 3:9; 2Ts 1:3. Debemos ser muy agradecidos por la congregación de la cual somos miembros, como también por las otras iglesias fieles del área donde vivimos.

«¿Qué pagaré a Jehová por todos sus beneficios para conmigo?» (Sal 116:12). «El es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas» (Hch 17:25): el alimento, la ropa, el techo y toda provisión necesaria. «Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación» (Stg 1:17). No hablemos nunca de «buena suerte», sino de la providencia de Dios. Los que dan gracias a sus «estrellas de buena suerte» no ponen su confianza en el Creador sino en la creación (Rom 1:25). Antes de comer debemos dar gracias por los alimentos (Mat 14:19; Jua 6:11). «Y habiendo dicho esto, tomó el pan y dio gracias a Dios en presencia de todos (los marineros, soldados y otros en la nave), y partiéndolo, comenzó a comer» (Hch 27:35). No tengamos vergüenza, pues, de dar gracias a Dios por los alimentos que comemos en un restaurante u otro lugar público.

Debemos ser agradecidos por el empleo o el negocio, pues por este medio Dios pone pan sobre la mesa para nosotros. Deu 8:17-18.

Debemos ser agradecidos por nuestra familia. 1Ti 5:4; Efe 6:1-3; Tit 2:3-5. Los esposos deben dar gracias a Dios los unos por los otros.

Dios aborrece la ingratitud. «Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias» (Rom 1:21). «Habrá hombres… ingratos» (2Ti 3:2). Recuérdese Gén 40:14; Gén 40:23; cuando en la cárcel José interpretó el sueño del jefe de los coperos, explicándole que sería restaurado a su puesto, le dijo, «Acuérdate, pues, de mí cuando tengas ese bien, y te ruego que uses conmigo de misericordia, y hagas mención de mí a Faraón, y me saques de esta casa… Y el jefe de los coperos no se acordó de José, sino que le olvidó». También cuando Jesús limpió a los diez leprosos, «Entonces uno de ellos, viendo que había sido sanado, volvió, glorificando a Dios a gran voz, y se postró rostro en tierra a sus pies, dándole gracias; y éste era samaritano. Respondiendo Jesús, dijo: ¿No son diez los que fueron limpiados? Y los nueve, ¿dónde están? ¿No hubo quien volviese y diese gloria a Dios, sino este extranjero?» (Luc 17:12-18). En el vasto mundo no hay pecado más feo que la ingratitud.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

Y la paz de Dios. Sal 29:11; Isa 26:3; Isa 27:5; Isa 57:15, Isa 57:19; Jua 14:27; Jua 16:33; Rom 5:1; Rom 14:17; Rom 15:13; 2Co 5:19-21; Efe 2:12-18; Efe 5:1; Flp 4:7.

fuisteis llamados. 1Co 7:15; Efe 2:16, Efe 2:17; Efe 4:4, Efe 4:16.

y sed agradecidos. Col 3:17; Col 1:12; Col 2:7; Sal 100:4; Sal 107:22; Sal 116:17; Jon 2:9; Luc 17:16-18; Rom 1:21; 2Co 4:15; 2Co 9:11; Efe 5:20; Flp 4:6; 1Ts 5:18; 1Ti 2:1; Heb 13:15; Apo 7:12.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

La paz de Dios rige en nuestros corazones cuando nos sometemos completamente a su voluntad, y por ende, nuestro ser completo está unido en obediencia a Él. La obra reconciliadora de Cristo hace posible esta rendición.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

la paz de Dios. Aquí la palabra griega se refiere tanto al llamado de Dios a la salvación y la paz con Él que trae en consecuencia (vea la nota sobre Rom 5:1), como a la actitud de reposo o seguridad en Él (Flp 4:7) que los creyentes tienen en la tierra a causa de esa paz eterna.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

3:15 Y la paz (EIRENE) de Dios (Cristo, LBLA, VM, la paz que Cristo da) — En esta carta Pablo exalta a Cristo; compárese 3:16, La palabra de Cristo. «La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da… Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo» (Jua 14:27; Jua 16:33); «Y el Dios de esperanza os llene de gozo y paz en el creer» (Rom 15:13). «Gloria y honra y paz a todo el que hace lo bueno» (Rom 2:10). «Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo» (Rom 5:1). Esto significa que ahora Dios nos acepta (habiéndonos perdonado) y sostenemos una relación buena con El. Por eso, el evangelio se llama «el evangelio de la paz» (Hch 10:36). El que predica y enseña este evangelio de la paz es «pacificador» (Mat 5:9).
— gobierne (reine, LBLA) en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; — Al tomar decisiones siempre escojamos lo que no estorbe la paz con Cristo y, por consiguiente, la paz en el alma y la paz con los hermanos. Los que tienen paz con Dios y paz en el alma también tendrán paz los unos con los otros. «Así que, sigamos lo que contribuye a la paz y a la mutua edificación» (Rom 14:19; dando preferencia a otros, Gén 13:9; y aun sufrir el agravio, 1Co 6:7); «Tened paz entre vosotros» (1Ts 5:13). También en cuanto sea posible tendrán paz con todos (Rom 12:18; Heb 12:14; 1Pe 3:10-11). Sin embargo, el «Príncipe de paz» (Isa 9:6) dijo, «No penséis que he venido para traer paz a la tierra, no he venido para traer paz, sino espada» y luego habla de conflictos entre parientes por causa del evangelio (Mat 10:34-38).
Cristo quitó la pared intermedia (la ley de Moisés) que había separado a los judíos de los gentiles (Efe 2:14-17), «haciendo la paz».
Al decir, «Solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz» (Efe 4:3), Pablo explicó la base de la verdadera paz y unidad: un cuerpo, un Espíritu, una esperanza, un Señor, una fe, un bautismo, un Padre (Efe 4:4-6). La paz es la cadena de oro que une las siete unidades. Si no hay paz, no hay unidad. En otras palabras, podemos creer en un solo Dios, un solo Señor, un solo Espíritu Santo, una misma fe, un mismo bautismo, una misma esperanza, y ser miembros de un mismo cuerpo, pero si esta unidad no se guarda en el vínculo de la paz, no vale nada.
Se puede afirmar con toda confianza que la mayoría de los hermanos creen que todo está bien con tal que prediquemos estas siete unidades. Creen que con esto somos la única verdadera iglesia de Cristo, y que esto es la garantía de la salvación. Al parecer se supone que si se predica la paz, estamos bien, pero si no guardamos estas siete unidades en el vínculo de la paz, no estamos bien con Dios. Este asunto debe causar grandes preocupaciones en los corazones de todos los miembros de la iglesia, y mayormente en los de los evangelistas, pero parece que existe la idea de que la «paz» es secundaria, que no se puede comparar con la predicación de las siete unidades.
«Busque la paz, y sígala», (1Pe 3:11).
— y sed agradecidos. — 1:3, 12; 2:7; 3:17; «Perseverad en la oración, velando en ella con acción de gracias» (4:2); «dando siempre gracias por todo al Dios y Padre» (Efe 5:20; Flp 1:3; Flp 1:12-21; Flm 1:4) a través de oraciones y cantos (3:16). El pueblo de Dios es un pueblo agradecido.
Debemos ser agradecidos y alabar a Dios por sus atributos y perfecciones: es eterno, inmutable, omnipotente, omnisciente, omnipresente, perfecto en amor, en justicia, en misericordia y en fidelidad. ¡Siempre alabemos a Dios! Sal 100:4; Sal 147:12; 1Cr 29:13. Bajo la ley de Moisés el pueblo ofrecía el «sacrificio de paz en acción de gracias » (Lev 7:15), y ahora su pueblo ofrece «sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su nombre» (Heb 13:15). Véanse también Apo 4:9; Apo 7:11-12.
Debemos ser agradecidos y alabar a Dios por su gracia hacia nosotros en proveernos un Salvador, Jesucristo. 1Co 1:4; 1Co 15:57; Tit 2:11. Debemos ser agradecidos por haber obedecido al evangelio (Rom 6:17-18), y ahora debemos dejar todas las «palabras deshonestas… que no convienen»; más bien, ahora debe haber muchas acciones de gracias » (Efe 5:4). Seamos «arraigados y sobreedificados en él, y confirmados en la fe… abundando en acciones de gracias » (Col 2:7). «Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias » (Flp 4:6).
Debemos ser agradecidos y alabar a Dios por toda bendición espiritual en Cristo (Efe 1:3): la redención, el perdón, la reconciliación, el privilegio de orar, de cantar, de ofrendar, de ofrecer el cuerpo en sacrifico vivo, etc. Cada primer día de la semana debemos dar gracias por el pan sin levadura y la copa para conmemorar el cuerpo y sangre de Cristo (Mat 26:26-27). Obsérvese que Jesús bendijo el pan y dio gracias por la copa. A veces en lugar de dar gracias por el pan o la copa algún hermano dirá, «Bendice este pan» o «bendice esta copa», pero al dar gracias a Dios nosotros mismos bendecimos el pan y la copa. «La copa de bendición que bendecimos» (1Co 10:16). ¡No dejemos de dar gracias por el pan y la copa!
Debemos ser agradecidos por las Escrituras (2Ti 3:16-17; 2Pe 1:3; Jud 1:3).
Debemos ser agradecidos por las iglesias fieles. Rom 1:8; Flp 1:3; 1Ts 3:9; 2Ts 1:3. Debemos ser muy agradecidos por la congregación de la cual somos miembros, como también por las otras iglesias fieles del área donde vivimos.
«¿Qué pagaré a Jehová por todos sus beneficios para conmigo?» (Sal 116:12). «El es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas» (Hch 17:25): el alimento, la ropa, el techo y toda provisión necesaria. «Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación» (Stg 1:17). No hablemos nunca de «buena suerte», sino de la providencia de Dios. Los que dan gracias a sus «estrellas de buena suerte» no ponen su confianza en el Creador sino en la creación (Rom 1:25). Antes de comer debemos dar gracias por los alimentos (Mat 14:19; Jua 6:11). «Y habiendo dicho esto, tomó el pan y dio gracias a Dios en presencia de todos (los marineros, soldados y otros en la nave), y partiéndolo, comenzó a comer» (Hch 27:35). No tengamos vergüenza, pues, de dar gracias a Dios por los alimentos que comemos en un restaurante u otro lugar público.
Debemos ser agradecidos por el empleo o el negocio, pues por este medio Dios pone pan sobre la mesa para nosotros. Deu 8:17-18.
Debemos ser agradecidos por nuestra familia. 1Ti 5:4; Efe 6:1-3; Tit 2:3-5. Los esposos deben dar gracias a Dios los unos por los otros.
Dios aborrece la ingratitud. «Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias» (Rom 1:21). «Habrá hombres… ingratos» (2Ti 3:2). Recuérdese Gén 40:14; Gén 40:23; cuando en la cárcel José interpretó el sueño del jefe de los coperos, explicándole que sería restaurado a su puesto, le dijo, «Acuérdate, pues, de mí cuando tengas ese bien, y te ruego que uses conmigo de misericordia, y hagas mención de mí a Faraón, y me saques de esta casa… Y el jefe de los coperos no se acordó de José, sino que le olvidó». También cuando Jesús limpió a los diez leprosos, «Entonces uno de ellos, viendo que había sido sanado, volvió, glorificando a Dios a gran voz, y se postró rostro en tierra a sus pies, dándole gracias; y éste era samaritano. Respondiendo Jesús, dijo: ¿No son diez los que fueron limpiados? Y los nueve, ¿dónde están? ¿No hubo quien volviese y diese gloria a Dios, sino este extranjero?» (Luc 17:12-18). En el vasto mundo no hay pecado más feo que la ingratitud.

Fuente: Notas Reeves-Partain

Col 1:3; Col 1:18; Col 1:20; Efe 4:4; Flp 4:7.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

NOTAS

(1) “Del Cristo”, א*ABC*D* אcCcDc: “de Dios”; J7,8: “de Jehová”.

(2) “Un solo”, אADVgSyp; P46B omiten esta frase.

REFERENCIAS CRUZADAS

j 184 Jua 14:27

k 185 Flp 4:7

l 186 Efe 2:15

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

15 (1) La paz de Cristo es Cristo mismo. Por medio de esta paz Cristo ha hecho de dos pueblos, los judíos y los gentiles, un solo y nuevo hombre, y esta paz ha llegado a ser parte del evangelio ( Efe_2:14-18). Debemos permitir que esta paz sea el árbitro en nuestros corazones por el bien de la vida del Cuerpo.

15 (2) O, juzgue, presida, sea entronizado como gobernador y como uno que toma todas las decisiones. La paz de Cristo en nuestros corazones, actuando como árbitro, deshace las quejas a las cuales se refiere el v.13.

15 (3) Fuimos llamados a esta paz en el Cuerpo de Cristo. Para tener la vida apropiada del Cuerpo, necesitamos que la paz de Cristo sea el árbitro, y que regule y decida todas las cosas de nuestro corazón en nuestra relación con los miembros de Su Cuerpo.

15 (4) El hecho de que hayamos sido llamados a la paz de Cristo debe motivarnos a permitir que esta paz sea el árbitro en nuestros corazones.

15 (5) No solamente debemos permitir que la paz de Cristo sea el árbitro en nuestros corazones, sino que también debemos estar agradecidos con el Señor. En la vida del Cuerpo, nuestro corazón siempre debe estar en una condición de paz para con los miembros y debe estar agradecido con el Señor.

Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro

de CRISTO… TR registra de Dios; sed… Lit. haceos.

Fuente: Biblia Textual IV Edición

R499 En este versículo, τοῦ Χριστοῦ es probablemente un genitivo de sujeto y significa: la paz que Cristo tiene y da; pero el significado es más rico que cualquier frase.

M70 La preposición εἰς tiene el sentido de: con el propósito de, o que resulta en (es decir, es final o consecutiva). [Editor. Parece que el contexto indica que es final y se refiere a la meta.]

Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego

Algunos mss. dicen: Dios

O, actúe como árbitro

Lit., también

Fuente: La Biblia de las Américas

TR registra de Dios.

3.15 Lit. haceos

Fuente: La Biblia Textual III Edición