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Comentario de Colosenses 3:18 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de Colosenses 3:18 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Esposas, estad sujetas a vuestros esposos, como conviene en el Señor.

3:18 Casadas, estad sujetas a vuestros maridos, como conviene en el Señor. — Es indispensable que la joven cristiana sea enseñada, con todo énfasis, que si se casa, que se case con algún hombre a quien pueda respetar y a quien pueda sujetarse. «Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia» (Efe 5:22). La mujer está sujeta al marido porque él es la cabeza de la familia. No puede haber dos cabezas. Muchas mujeres son más inteligentes que sus maridos, pero aun las más inteligentes deben estar sujetas a sus maridos. «Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él» (Gén 2:18). La esposa que no acepta ser una «ayuda idónea» para su marido se rebela contra Dios. Esta ayuda incluye el apoyo, la aceptación, la admiración, la lealtad. Le ayuda en todo, en lo material y en lo espiritual. Cuando el marido está desanimado y desconfía de sí, ella le anima y le dice «Tú lo puedes hacer; yo sé que puedes, pues tengo mucha confianza en ti». Ella comparte los triunfos y las aflicciones, la alegría y la tristeza de su marido.

Está sujeta al marido porque para ella él es el más importante hombre en el vasto mundo, más importante que la familia de ella (su padre, sus hermanos). Significa que ella está conforme con su empleo y su sueldo, sin quejarse ni empujarlo a que sea como otros.

Este servidor ha tenido la dicha de participar en la obra hispana de manera limitada por más de cincuenta años, pero sin el apoyo de mi amada esposa, mi participación hubiera sido muy limitada.

Pro 31:10-31 describe la mujer virtuosa. «El corazón de su marido está en ella confiado… Le da ella bien y no mal todos los días de su vida… Considera los caminos de su casa, y no come el pan de balde. Se levantan sus hijos y la llaman bienaventurada; y su marido también la alaba».

En lugar de quejarse, la fiel esposa anima a su marido, le ayuda y le dice (y le muestra) que tiene mucho aprecio por él. No lo desprecia, sino que es siempre amable y cariñosa. «Las ancianas… enseñen a las mujeres jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijos, a ser prudentes, castas, cuidadosas de su casa (hacendosas en el hogar, LBLA), buenas (amables, LBLA), sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada» (Tit 2:3-5). «Quiero, pues, que las viudas jóvenes se casen, críen hijos, gobiernen su casa; que no den al adversario ninguna ocasión de maledicencia» (1Ti 5:14). La mujer que está sujeta a su marido y da pruebas de que ama a su hogar. Prepara la comida con diligencia para que sea sabrosa y que agrade a su marido en vez de ofrecerle holocaustos. Lava y plancha la ropa y no descuida el aseo. Además, por lo mucho que trabaje no descuida su persona. Y debe ser feliz. Si ella acepta el papel que Dios le dio como ayuda idónea, como esposa y madre, como ama de casa, será mujer feliz. No es imposible que la mujer haga el trabajo que le corresponde como esposa y madre, pero tiene que practicar el dominio propio. Tiene que resistir la tentación de siempre estar durmiendo, leyendo revistas, viendo la televisión, o pasando largos ratos hablando por teléfono, etc. Como el marido tiene que dedicarse a su trabajo, así también ella. Aunque le guste la costura y quiera hacer vestidos bonitos, no puede dedicarse a la costura cuando debe estar lavando y planchando ropa o cuando debe estar en la cocina preparando la comida o lavando platos.

La casa que Dios nos ha dado es nuestro palacio, nuestro castillo. El hombre debe trabajar todo el día, ganándose la vida con el sudor de su rostro y luego regresar a su reina en su palacio bien aseado y arreglado. Después de bañarse debe disfrutar de una cena sabrosa preparada con mucho amor, y gozar de una conversación placentera con su familia que lo aprecia. Pero muchas veces lo que pasa es que el hombre llega del trabajo y su esposa inmediatamente comienza a contarle todos los problemas del día, o le recuerda de lo que él debe hacer en la casa.

Las feministas son mujeres infelices y amargadas, porque no aceptan el papel divino de la mujer. Creen que los hombres deben estar sujetos a ellas, que el hombre debe llevar a cabo la dirección de la mujer, en vez de que la mujer lleve a cabo la dirección del marido.

La mujer que está sujeta al marido le dice (como Rut dijo a Noemí), «a dondequiera que tú fueres, iré yo, y dondequiera que vivieres, viviré… Donde tú murieres, moriré yo, y allí seré sepultada; así me haga Jehová, y aun me añada, que sólo la muerte hará separación entre» nosotros dos (Rut 1:16-17). No está sujeta a su marido la mujer que dice, «Si tú quieres cambiarte a otro pueblo (estado, país), te cambias, pero aquí me quedo».

Uno de los peligros más grandes para la esposa es el trabajo fuera de la casa, asociándose a diario con hombres, y estando sujeta al patrón o mayordomo. En este arreglo tiene que estar sujeta a dos «patrones».

La sujeción de la mujer no tiene nada que ver con el servilismo; por el contrario, el evangelio elevó a la mujer a un nivel de mucho respeto y honor. Encontramos muy importantes enseñanzas de Jesús en su conversación con ciertas mujeres (p. ej., Jua 4:5-26; Jua 11:21-27), y todo el Nuevo Testamento da honor a las hermanas fieles (p. ej., Hch 9:36-39; Rom 16:1-2). La palabra sujeta no significa inferior.

La sujeción de la mujer es parte integral del orden de Dios para el hogar, y el hogar que no respeta el orden divino está fuera de orden; en tal hogar hay desorden. Es importante que la mujer aprenda esta enseñanza antes de casarse. No debe casarse con algún hombre a quién no pueda sujetarse, porque después de casarse, es muy tarde para decidir que no puede vivir en sujeción al marido. Hay muchísimas mujeres modernas que han eliminado la palabra obedecer de los votos matrimoniales. Algunos citan Gál 3:28 como prueba de la igualdad de la mujer, pero en este texto Pablo enseña que todos son igualmente herederos de la promesa de la salvación. No hay conflicto alguno entre estos dos textos.

La sujeción de las casadas a sus maridos es lo que conviene en el Señor. La mujer debe estar sujeta porque el Señor lo requiere. Debe pensar en lo que El quiere, y sujetarse a su marido para cumplir con la voluntad del Señor. Ella tiene que obedecer al Señor primero, antes que al marido. ¡Qué bendición tan grande cuando la voluntad del marido coincide con la del Señor! Y ¡qué fácil es que la mujer cristiana se sujete a tal marido! Las casadas deben sujetarse a sus maridos para que éstos las amen; y los maridos deben amar a sus mujeres, para que éstas se sujeten a ellos. De la misma manera las hermanas deben reconocer la autoridad de sus maridos. La hermana que reconoce que Cristo es la cabeza de la iglesia debe entender también que el marido es la cabeza de la familia. Esto significa que ella no debe tomar las riendas para dirigir la familia. Hay hermanas que pueden ver claramente que la insubordinación a Cristo es pecado, pero no pueden ver que la insubordinación de la mujer a su marido es pecado, pero la mujer que no está sujeta a su marido tampoco está sujeta a Cristo.

Además, la hermana en Cristo debe sujetarse al marido incrédulo (1Pe 3:1-4), con tal que no haya conflicto entre la voluntad del marido y la voluntad de Dios (Hch 5:29 «Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres»). Si el marido dice que su esposa no puede bautizarse o que no puede asistir a las reuniones de la iglesia, está en conflicto con Dios, y su esposa debe obedecer a Dios y no al marido.

«Y si una mujer tiene marido que no sea creyente, y él consiente en vivir con ella, no lo abandone… Pero si el incrédulo se separa, sepárese; pues no está el hermano o la hermana sujeto a servidumbre en semejante caso, sino que a paz nos llamó Dios» (1Co 7:13; 1Co 7:15). La esposa que es cristiana fue comprada por Cristo (1Co 6:19-20) y pertenece a El. «Por precio fuisteis comprados; no os hagáis esclavos de los hombres» (1Co 7:23). Si el marido incrédulo no consiente en vivir con la creyente y se separa, la hermana debe recordar que ella no está sujeta a servidumbre en semejante caso; es decir, ella es esclava del Señor Jesús, y no de su «señor terrenal» (su marido) y, por lo tanto, no debe dejar de asistir a las reuniones de la iglesia para complacer al marido, pues esto sería abandonar la fe.

En este caso si el marido incrédulo opta por abandonar a su esposa cristiana, ¿ puede ella volver a casarse ? De ninguna manera. Pablo dice que la hermana no está sujeta a servidumbre, pero el matrimonio nunca se llama servidumbre. La palabra ligar (DEO) que Pablo usa con respecto al matrimonio (1Co 7:27; 1Co 7:39; Rom 7:2-3) no se usa en 1Co 7:12-15; en este texto Pablo usa la palabra común que se refiere a la esclavitud. La cristiana no es esclava de su marido, sea creyente o incrédulo, porque es esclava de Cristo, pero si él se separa, la hermana debe quedarse sin casar o reconciliarse con su marido.

Muchas hermanas han ganado a sus maridos inconversos por su «conducta casta y respetuosa», y su «espíritu afable y apacible» (1Pe 3:1-4), pero un espíritu rebelde y amargado no los convertirá. Las mujeres amargadas, llenas de resentimientos, causan miseria para sí mismas y para sus familias (véanse Pro 19:13; Pro 21:19). La mujer rencillosa es la que critica y regaña a su marido y sus hijos, y se queja constantemente del trabajo que tiene que hacer atendiendo a su familia, y de los problemas de la vida.

Las «feministas» son enemigas no sólo de los hombres, sino también de las mujeres (de sí mismas). Tienen espíritu de rebelión contra Dios, y no quieren aceptar el papel que Dios ha dado a la mujer, pero todo arreglo de Dios es perfecto, y es para la felicidad de todos. La mujer halla el bien máximo desempeñando su papel doméstico (1Ti 2:15). El hogar es su palacio, y aunque muchas mujeres no lo quieran admitir, es el sitio donde se asienta su felicidad.

Hay mujeres que tienen más educación formal que sus maridos, y aun pueden ganar más dinero que sus maridos. Pero esto no les da el derecho de cambiar el orden de Dios. La mujer muy educada y de grandes capacidades debe usar su inteligencia casándose con algún hombre a quien pueda respetar como su cabeza. Porque no es nada inteligente la mujer que no acepte el papel de la mujer asignado por Dios. Stg 3:13 dice, «¿Quién es sabio y entendido entre vosotros? Muestre por la buena conducta sus obras en sabia mansedumbre».

«Porque el varón no procede de la mujer, sino la mujer del varón, y tampoco el varón fue creado por causa de la mujer, sino la mujer por causa del varón» (1Co 11:8-9). Este texto recalca el propósito de Dios al crear a la mujer para ser una «ayuda idónea» para el hombre (Gén 2:18). Ella, como ayuda idónea, debe identificarse con su marido en todo. Debe estar siempre muy interesada en él, en su trabajo, en sus problemas, y en todo aspecto de su vida, para apoyarle y ayudarle. Debe servir siempre de aliento, y nunca de estorbo.

Lamentablemente, hay muchas esposas que buscan sus propios intereses, en lugar de apoyar a sus maridos. Se interesan en su propia carrera. Dicen que no hallan satisfacción y cumplimiento personal en su papel doméstico. Aunque tales mujeres tengan hijos, los dejan al cuidado de otros, para seguir su propia carrera y sus propios intereses. Así rechazan el arreglo de Dios, y también destruyen la felicidad tanto para sí mismas como para su familia. La mujer que quiera independizarse de su marido y el trabajo de él, no está bien ante los ojos de Dios, y obra en contra de sí misma.

¿Está sujeta a su marido la mujer rencillosa? «Mejor es vivir en un rincón del terrado que con mujer rencillosa en casa espaciosa» (21:9). Algunas mujeres se quejan del trabajo, de la pobreza, de la discriminación, de la enfermedad, del tiempo y sobre todo, del marido y, por esta causa, aunque él esté expuesto a los truenos, relámpagos, lluvias, y vientos fuertes, prefiere estar en el terrado que tener que escuchar a una mujer rencillosa. No obstante la causa del mal humor de ella, «Mejor es morar en tierra desierta que con la mujer rencillosa e iracunda» (21:19); «Gotera continua en tiempo de lluvia y la mujer rencillosa, son semejantes; pretender contenerla es como refrenar el viento, o sujetar el aceite en la mano derecha» (27:15, 16). Una mujer rencillosa que siempre vive de mal humor, enojada, frustrada, e intranquila es como la «gotera continua» que vuelve loco al marido. Si está en la sala se moja; si está en la cocina se moja; si se acuesta en su cama, se moja. No puede escapar de la «gotera continua» y, de la misma manera, no puede escapar de la mujer rencillosa e iracunda. A tal mujer no le puede complacer, sino que todo le enfurece. Se queja de todo. Sin cesar regaña a su marido y a sus hijos. Si los parientes o vecinos son rencillosos, uno puede dejarlos, volver a casa y se acaba el problema, pero si el mal está en el hogar mismo, ¿a dónde puede el hombre huir? (Muchísimos hombres sí huyen, corriendo a la cantina o a los brazos de otra mujer).

En tiempos modernos el liderazgo del hombre se ha atacado fuertemente. Por muchos siglos el liderazgo del hombre se había reconocido, pero ahora en este siglo no lo es. En el pasado la fuerza física del hombre era necesaria para el trabajo del campo, pero ahora muchos hombres salen de la casa cada mañana para trabajar en oficinas y los niños aprenden poco de sus padres en cuanto al desarrollo masculino. Más bien están todo el día con la madre y luego con las maestras de la escuela. Para muchos niños, pues, el liderazgo de mujeres es más significativo que el de los hombres.

Además, en cuanto a muchísimos empleos la mujer puede hacer el trabajo que el hombre hace. Por lo tanto, la mujer no es tan dependiente del matrimonio como antes, pues ella también puede recibir un buen salario o administrar un negocio. Puede ser totalmente independiente económicamente del marido y, por eso, por cualquier provocación se divorcia de él y cría a los hijos sin su ayuda.

El problema creciente de la homosexualidad es un resultado directo del rechazamiento del liderazgo del hombre. Una causa principal de este pecado es el fenómeno del hogar sin padre o el hogar con padre que está dominado por la madre. En este ambiente muchos niños y jóvenes (varones) llegan a pensar que es mejor ser mujer que hombre.

En fin, cuando el liderazgo del hombre va por el suelo, problemas serios abundan.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

Casadas, estad sujetas. Gén 3:16; Est 1:20; 1Co 11:3; 1Co 14:34; Efe 5:22-24, Efe 5:33; 1Ti 2:12; Tit 2:4, Tit 2:5; 1Pe 3:1-6.

como conviene en el Señor. Hch 5:29; Efe 5:3; Efe 6:1.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Col 4:1

Estos versículos muestran a los cristianos cómo hacer todo en el hogar «en el nombre del Señor Jesús» (v. Col 3:17). Todos los miembros de un hogar son responsables ante Cristo. Aquí hay tres pares equilibrados de exhortaciones: A las esposas y maridos (Col 3:18, Col 3:19); a los hijos y padres (Col 3:20, Col 3:21); y a los siervos y amos (Col 3:22-25; Col 4:1).

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

Basado en el tipo de vida a que son llamados los cristianos, Pablo da una pequeña guía práctica. Las aplicaciones generales como «ser bueno» o «amar al prójimo» son difíciles de seguir, por lo que Pablo busca aplicar las verdades morales a la vida diaria de los colosenses (Efe 5:21-33; Efe 6:1-9). Por lo general los hogares colosenses se componían del padre, la madre, los hijos y los sirvientes. Pablo da instrucciones a cada grupo. La primera es para que las casadas estén sujetas. El término sujetas es un término militar que significa «colocarse uno mismo bajo otro» e indica una sumisión voluntaria, no una obediencia ciega. Está claro que la sumisión no denigra al que se somete. Al marido se le ordena amar a su esposa (Efe 5:25 dice como Cristo ama la Iglesia). A la cabeza, él va a buscar lo mejor para ella, y no su propio bienestar. Debe honrarla y ser considerado con ella, y no ser áspero ni brusco.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

CASADAS, ESTAD SUJETAS A VUESTROS MARIDOS. Véanse Efe 5:21-23, notas; 1Ti 2:13-15, notas sobre los deberes conyugales.

Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena

sujetas. Vea las notas sobre Efe 5:22-23. El verbo griego significa «someterse», lo cual denota una acción voluntaria de ponerse bajo la tutela o autoridad de otro (cp. Luc 2:51; Luc 10:17; Luc 10:20; Rom 8:7; Rom 13:1; Rom 13:5; 1Co 15:27-28; Efe 1:22).

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

Col 4:1 Pablo discute las relaciones del hombre nuevo con sus semejantes. Este pasaje también es un paralelo breve de Efe 5:19-33; Efe 6:1-9 (vea las notas correspondientes).

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

3:18 Casadas, estad sujetas a vuestros maridos, como conviene en el Señor. — Es indispensable que la joven cristiana sea enseñada, con todo énfasis, que si se casa, que se case con algún hombre a quien pueda respetar y a quien pueda sujetarse. «Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia» (Efe 5:22). La mujer está sujeta al marido porque él es la cabeza de la familia. No puede haber dos cabezas. Muchas mujeres son más inteligentes que sus maridos, pero aun las más inteligentes deben estar sujetas a sus maridos. «Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él» (Gén 2:18). La esposa que no acepta ser una «ayuda idónea» para su marido se rebela contra Dios. Esta ayuda incluye el apoyo, la aceptación, la admiración, la lealtad. Le ayuda en todo, en lo material y en lo espiritual. Cuando el marido está desanimado y desconfía de sí, ella le anima y le dice «Tú lo puedes hacer; yo sé que puedes, pues tengo mucha confianza en ti». Ella comparte los triunfos y las aflicciones, la alegría y la tristeza de su marido.
Está sujeta al marido porque para ella él es el más importante hombre en el vasto mundo, más importante que la familia de ella (su padre, sus hermanos). Significa que ella está conforme con su empleo y su sueldo, sin quejarse ni empujarlo a que sea como otros.
Este servidor ha tenido la dicha de participar en la obra hispana de manera limitada por más de cincuenta años, pero sin el apoyo de mi amada esposa, mi participación hubiera sido muy limitada.
Pro 31:10-31 describe la mujer virtuosa. «El corazón de su marido está en ella confiado… Le da ella bien y no mal todos los días de su vida… Considera los caminos de su casa, y no come el pan de balde. Se levantan sus hijos y la llaman bienaventurada; y su marido también la alaba».
En lugar de quejarse, la fiel esposa anima a su marido, le ayuda y le dice (y le muestra) que tiene mucho aprecio por él. No lo desprecia, sino que es siempre amable y cariñosa. «Las ancianas… enseñen a las mujeres jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijos, a ser prudentes, castas, cuidadosas de su casa (hacendosas en el hogar, LBLA), buenas (amables, LBLA), sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada» (Tit 2:3-5). «Quiero, pues, que las viudas jóvenes se casen, críen hijos, gobiernen su casa; que no den al adversario ninguna ocasión de maledicencia» (1Ti 5:14). La mujer que está sujeta a su marido y da pruebas de que ama a su hogar. Prepara la comida con diligencia para que sea sabrosa y que agrade a su marido en vez de ofrecerle holocaustos. Lava y plancha la ropa y no descuida el aseo. Además, por lo mucho que trabaje no descuida su persona. Y debe ser feliz. Si ella acepta el papel que Dios le dio como ayuda idónea, como esposa y madre, como ama de casa, será mujer feliz. No es imposible que la mujer haga el trabajo que le corresponde como esposa y madre, pero tiene que practicar el dominio propio. Tiene que resistir la tentación de siempre estar durmiendo, leyendo revistas, viendo la televisión, o pasando largos ratos hablando por teléfono, etc. Como el marido tiene que dedicarse a su trabajo, así también ella. Aunque le guste la costura y quiera hacer vestidos bonitos, no puede dedicarse a la costura cuando debe estar lavando y planchando ropa o cuando debe estar en la cocina preparando la comida o lavando platos.
La casa que Dios nos ha dado es nuestro palacio, nuestro castillo. El hombre debe trabajar todo el día, ganándose la vida con el sudor de su rostro y luego regresar a su reina en su palacio bien aseado y arreglado. Después de bañarse debe disfrutar de una cena sabrosa preparada con mucho amor, y gozar de una conversación placentera con su familia que lo aprecia. Pero muchas veces lo que pasa es que el hombre llega del trabajo y su esposa inmediatamente comienza a contarle todos los problemas del día, o le recuerda de lo que él debe hacer en la casa.
Las feministas son mujeres infelices y amargadas, porque no aceptan el papel divino de la mujer. Creen que los hombres deben estar sujetos a ellas, que el hombre debe llevar a cabo la dirección de la mujer, en vez de que la mujer lleve a cabo la dirección del marido.
La mujer que está sujeta al marido le dice (como Rut dijo a Noemí), «a dondequiera que tú fueres, iré yo, y dondequiera que vivieres, viviré… Donde tú murieres, moriré yo, y allí seré sepultada; así me haga Jehová, y aun me añada, que sólo la muerte hará separación entre» nosotros dos (Rut 1:16-17). No está sujeta a su marido la mujer que dice, «Si tú quieres cambiarte a otro pueblo (estado, país), te cambias, pero aquí me quedo».
Uno de los peligros más grandes para la esposa es el trabajo fuera de la casa, asociándose a diario con hombres, y estando sujeta al patrón o mayordomo. En este arreglo tiene que estar sujeta a dos «patrones».
La sujeción de la mujer no tiene nada que ver con el servilismo; por el contrario, el evangelio elevó a la mujer a un nivel de mucho respeto y honor. Encontramos muy importantes enseñanzas de Jesús en su conversación con ciertas mujeres (p. ej., Jua 4:5-26; Jua 11:21-27), y todo el Nuevo Testamento da honor a las hermanas fieles (p. ej., Hch 9:36-39; Rom 16:1-2). La palabra sujeta no significa inferior.
La sujeción de la mujer es parte integral del orden de Dios para el hogar, y el hogar que no respeta el orden divino está fuera de orden; en tal hogar hay desorden. Es importante que la mujer aprenda esta enseñanza antes de casarse. No debe casarse con algún hombre a quién no pueda sujetarse, porque después de casarse, es muy tarde para decidir que no puede vivir en sujeción al marido. Hay muchísimas mujeres modernas que han eliminado la palabra obedecer de los votos matrimoniales. Algunos citan Gál 3:28 como prueba de la igualdad de la mujer, pero en este texto Pablo enseña que todos son igualmente herederos de la promesa de la salvación. No hay conflicto alguno entre estos dos textos.
La sujeción de las casadas a sus maridos es lo que conviene en el Señor. La mujer debe estar sujeta porque el Señor lo requiere. Debe pensar en lo que El quiere, y sujetarse a su marido para cumplir con la voluntad del Señor. Ella tiene que obedecer al Señor primero, antes que al marido. ¡Qué bendición tan grande cuando la voluntad del marido coincide con la del Señor! Y ¡qué fácil es que la mujer cristiana se sujete a tal marido! Las casadas deben sujetarse a sus maridos para que éstos las amen; y los maridos deben amar a sus mujeres, para que éstas se sujeten a ellos. De la misma manera las hermanas deben reconocer la autoridad de sus maridos. La hermana que reconoce que Cristo es la cabeza de la iglesia debe entender también que el marido es la cabeza de la familia. Esto significa que ella no debe tomar las riendas para dirigir la familia. Hay hermanas que pueden ver claramente que la insubordinación a Cristo es pecado, pero no pueden ver que la insubordinación de la mujer a su marido es pecado, pero la mujer que no está sujeta a su marido tampoco está sujeta a Cristo.
Además, la hermana en Cristo debe sujetarse al marido incrédulo (1Pe 3:1-4), con tal que no haya conflicto entre la voluntad del marido y la voluntad de Dios (Hch 5:29 «Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres»). Si el marido dice que su esposa no puede bautizarse o que no puede asistir a las reuniones de la iglesia, está en conflicto con Dios, y su esposa debe obedecer a Dios y no al marido.
«Y si una mujer tiene marido que no sea creyente, y él consiente en vivir con ella, no lo abandone… Pero si el incrédulo se separa, sepárese; pues no está el hermano o la hermana sujeto a servidumbre en semejante caso, sino que a paz nos llamó Dios» (1Co 7:13; 1Co 7:15). La esposa que es cristiana fue comprada por Cristo (1Co 6:19-20) y pertenece a El. «Por precio fuisteis comprados; no os hagáis esclavos de los hombres» (1Co 7:23). Si el marido incrédulo no consiente en vivir con la creyente y se separa, la hermana debe recordar que ella no está sujeta a servidumbre en semejante caso; es decir, ella es esclava del Señor Jesús, y no de su «señor terrenal» (su marido) y, por lo tanto, no debe dejar de asistir a las reuniones de la iglesia para complacer al marido, pues esto sería abandonar la fe.
En este caso si el marido incrédulo opta por abandonar a su esposa cristiana, ¿ puede ella volver a casarse ? De ninguna manera. Pablo dice que la hermana no está sujeta a servidumbre, pero el matrimonio nunca se llama servidumbre. La palabra ligar (DEO) que Pablo usa con respecto al matrimonio (1Co 7:27; 1Co 7:39; Rom 7:2-3) no se usa en 1Co 7:12-15; en este texto Pablo usa la palabra común que se refiere a la esclavitud. La cristiana no es esclava de su marido, sea creyente o incrédulo, porque es esclava de Cristo, pero si él se separa, la hermana debe quedarse sin casar o reconciliarse con su marido.
Muchas hermanas han ganado a sus maridos inconversos por su «conducta casta y respetuosa», y su «espíritu afable y apacible» (1Pe 3:1-4), pero un espíritu rebelde y amargado no los convertirá. Las mujeres amargadas, llenas de resentimientos, causan miseria para sí mismas y para sus familias (véanse Pro 19:13; Pro 21:19). La mujer rencillosa es la que critica y regaña a su marido y sus hijos, y se queja constantemente del trabajo que tiene que hacer atendiendo a su familia, y de los problemas de la vida.
Las «feministas» son enemigas no sólo de los hombres, sino también de las mujeres (de sí mismas). Tienen espíritu de rebelión contra Dios, y no quieren aceptar el papel que Dios ha dado a la mujer, pero todo arreglo de Dios es perfecto, y es para la felicidad de todos. La mujer halla el bien máximo desempeñando su papel doméstico (1Ti 2:15). El hogar es su palacio, y aunque muchas mujeres no lo quieran admitir, es el sitio donde se asienta su felicidad.
Hay mujeres que tienen más educación formal que sus maridos, y aun pueden ganar más dinero que sus maridos. Pero esto no les da el derecho de cambiar el orden de Dios. La mujer muy educada y de grandes capacidades debe usar su inteligencia casándose con algún hombre a quien pueda respetar como su cabeza. Porque no es nada inteligente la mujer que no acepte el papel de la mujer asignado por Dios. Stg 3:13 dice, «¿Quién es sabio y entendido entre vosotros? Muestre por la buena conducta sus obras en sabia mansedumbre».
«Porque el varón no procede de la mujer, sino la mujer del varón, y tampoco el varón fue creado por causa de la mujer, sino la mujer por causa del varón» (1Co 11:8-9). Este texto recalca el propósito de Dios al crear a la mujer para ser una «ayuda idónea» para el hombre (Gén 2:18). Ella, como ayuda idónea, debe identificarse con su marido en todo. Debe estar siempre muy interesada en él, en su trabajo, en sus problemas, y en todo aspecto de su vida, para apoyarle y ayudarle. Debe servir siempre de aliento, y nunca de estorbo.
Lamentablemente, hay muchas esposas que buscan sus propios intereses, en lugar de apoyar a sus maridos. Se interesan en su propia carrera. Dicen que no hallan satisfacción y cumplimiento personal en su papel doméstico. Aunque tales mujeres tengan hijos, los dejan al cuidado de otros, para seguir su propia carrera y sus propios intereses. Así rechazan el arreglo de Dios, y también destruyen la felicidad tanto para sí mismas como para su familia. La mujer que quiera independizarse de su marido y el trabajo de él, no está bien ante los ojos de Dios, y obra en contra de sí misma.
¿Está sujeta a su marido la mujer rencillosa? «Mejor es vivir en un rincón del terrado que con mujer rencillosa en casa espaciosa» (21:9). Algunas mujeres se quejan del trabajo, de la pobreza, de la discriminación, de la enfermedad, del tiempo y sobre todo, del marido y, por esta causa, aunque él esté expuesto a los truenos, relámpagos, lluvias, y vientos fuertes, prefiere estar en el terrado que tener que escuchar a una mujer rencillosa. No obstante la causa del mal humor de ella, «Mejor es morar en tierra desierta que con la mujer rencillosa e iracunda» (21:19); «Gotera continua en tiempo de lluvia y la mujer rencillosa, son semejantes; pretender contenerla es como refrenar el viento, o sujetar el aceite en la mano derecha» (27:15, 16). Una mujer rencillosa que siempre vive de mal humor, enojada, frustrada, e intranquila es como la «gotera continua» que vuelve loco al marido. Si está en la sala se moja; si está en la cocina se moja; si se acuesta en su cama, se moja. No puede escapar de la «gotera continua» y, de la misma manera, no puede escapar de la mujer rencillosa e iracunda. A tal mujer no le puede complacer, sino que todo le enfurece. Se queja de todo. Sin cesar regaña a su marido y a sus hijos. Si los parientes o vecinos son rencillosos, uno puede dejarlos, volver a casa y se acaba el problema, pero si el mal está en el hogar mismo, ¿a dónde puede el hombre huir? (Muchísimos hombres sí huyen, corriendo a la cantina o a los brazos de otra mujer).
En tiempos modernos el liderazgo del hombre se ha atacado fuertemente. Por muchos siglos el liderazgo del hombre se había reconocido, pero ahora en este siglo no lo es. En el pasado la fuerza física del hombre era necesaria para el trabajo del campo, pero ahora muchos hombres salen de la casa cada mañana para trabajar en oficinas y los niños aprenden poco de sus padres en cuanto al desarrollo masculino. Más bien están todo el día con la madre y luego con las maestras de la escuela. Para muchos niños, pues, el liderazgo de mujeres es más significativo que el de los hombres.
Además, en cuanto a muchísimos empleos la mujer puede hacer el trabajo que el hombre hace. Por lo tanto, la mujer no es tan dependiente del matrimonio como antes, pues ella también puede recibir un buen salario o administrar un negocio. Puede ser totalmente independiente económicamente del marido y, por eso, por cualquier provocación se divorcia de él y cría a los hijos sin su ayuda.
El problema creciente de la homosexualidad es un resultado directo del rechazamiento del liderazgo del hombre. Una causa principal de este pecado es el fenómeno del hogar sin padre o el hogar con padre que está dominado por la madre. En este ambiente muchos niños y jóvenes (varones) llegan a pensar que es mejor ser mujer que hombre.
En fin, cuando el liderazgo del hombre va por el suelo, problemas serios abundan.

Fuente: Notas Reeves-Partain

RELACIONES PERSONALES DEL CRISTIANO

Colosenses 3:18-4:1

Casadas, sed respetuosas con vuestros maridos como corresponde en el Señor. Maridos, amad a vuestras mujeres y no las tratéis con rudeza.
Hijos, sed siempre obedientes a vuestros padres, porque esto Le agrada al Señor. Padres, no hagáis rabiar a vuestros hijos para que no se desanimen.
Esclavos, obedeced en todo a los que son vuestros amos humanos, no sólo cuando os estén mirando, como hacen los que tratan de complacer a los hombres, sino con corazón sincero, honrando al Señor. Hagáis lo que hagáis, hacedlo de corazón, como si estuvierais haciéndolo para el Señor y no para los hombres; y no os olvidéis nunca de que recibiréis del Señor una justa retribución, que será vuestra participación en la herencia. Mostrad que sois esclavos del Señor Cristo. El que obre indebidamente recibirá su merecido conforme al mal que haya obrado; porque Dios no tiene favoritos.
Amos, tratada vuestros esclavos de una manera justa y equitativa, recordando que también vosotros tenéis un Amo en el Cielo.

Aquí se vuelve más práctica la parte ética de la carta. Pablo .trata de los resultados del Evangelio en las relaciones cotidianas. Antes de que empecemos a estudiar este pasaje en detalle, debemos notar dos grandes principios generales que están por detrás de todas sus demandas y las determinan.
(i) La ética cristiana se basa en la obligación mutua. No es nunca una ética en la que todos los deberes recaen sobre el mismo lado. Según lo veía Pablo, los maridos tienen obligaciones tan importantes como las mujeres; los padres están tan obligados como los hijos; los amos tienen sus responsabilidades igual que los esclavos.

Esto era algo completamente nuevo. Tomemos ahora los casos uno tras otro para verlos a la luz de este nuevo principio. Para la ley judía la mujer era una cosa, propiedad de su marido lo mismo que la casa o el ganado o el dinero. No tenía ningunos derechos legales. Por ejemplo: el marido podía divorciarse de su mujer por cualquier causa, mientras que la mujer no podía hacer lo mismo; las únicas razones por las que se le podía conceder el divorcio a la mujer eran si su marido contraía la lepra, si apostataba de la fe judía o si violaba a una virgen. En la sociedad griega, una mujer respetable vivía es un aislamiento total; nunca salía sola a la calle, ni siquiera para ir a la compra; vivía en las habitaciones de la mujer, y no se reunía con los varones ni siquiera para las comidas. Se le exigía un sometimiento y una castidad absolutos; pero su marido podía salir todo lo que quisiera y mantener las relaciones que quisiera fuera del matrimonio sin que eso fuera ningún estigma. Bajo las leyes judía y griega todos los privilegios pertenecían al marido y todos los deberes a la mujer.
En el mundo antiguo los hijos estaban totalmente bajo el dominio de los padres. El ejemplo supremo era la patria potestas romana, la ley del poder del padre. Bajo ella, un padre podía hacer lo que quisiera con su hijo. Podía venderle como esclavo; hacerle trabajar como un obrero en su granja; tenía poder hasta para condenarle a muerte y ejecutar la sentencia. Todos los derechos y privilegios pertenecían al padre y todas las obligaciones al hijo.

Esto se daba aún más en el caso de los esclavos. El esclavo no era más que una cosa a ojos de la ley. No había tal cosa como un código de condiciones de trabajo. Cuando un esclavo ya no rendía en el trabajo se le abandonaba y dejaba morir. No tenía derecho a tener esposa, y si cohabitaba y tenía un hijo, este pertenecía al amo lo mismo que los corderos del rebaño. Una vez más, todos los derechos pertenecían al amo y los deberes al esclavo.
La ética cristiana impone obligaciones mutuas en las que cada parte tiene derechos y obligaciones. Es una ética de responsabilidad mutua; y por tanto, se convierte en una ética en la que la idea de privilegios y derechos se deja atrás, y la idea de deberes y obligaciones es suprema. Toda la dirección de la ética cristiana no es preguntar: ¿Qué me deben a mí los demás?, sino: ¿Qué les debo yo?
(ii) Lo realmente nuevo en la ética cristiana de relaciones personales es que todas las relaciones son en el Señor. La totalidad de la vida cristiana se vive en Cristo. En cualquier hogar el tono de las relaciones personales debe ser dictado por la conciencia de que Jesucristo es el invitado invisible pero siempre presente. En cualquier relación padre-hijo la idea dominante debe ser el carácter paternal de Dios; y debemos procurar tratar a nuestros hijos como Dios trata a sus hijos e hiSantiago Lo que debe zanjar cualquier problema en la relación amo-siervo es que ambos son siervos de un Amo, Jesucristo. Lo nuevo es las relaciones personales en el Cristianismo es que Jesucristo es el Mediador en todas ellas.

LA OBLIGACIÓN MUTUA

Colosenses 3:18 – 4:1 (continuación)

Consideremos ahora brevemente cada una de estas tres esferas de las relaciones humanas.

(i) La casada ha de respetar a su marido; pero el marido ha de amar a su mujer y tratarla con amabilidad. El efecto de las leyes y costumbres de la antigüedad era que el marido se convertía prácticamente en un dictador indiscutible y la mujer en poco más que una esclava dedicada a criar hijos y atender a las necesidades de su marido. El efecto fundamental de la enseñanza cristiana es que el matrimonio se convierte en un equipo. No se forma meramente por conveniencia del marido, sino a fin de que ambos, marido y mujer, se completen mutuamente y compartan la vida con todas sus responsabilidades y alegrías. Cualquier matrimonio en el que todo se hace por conveniencia de una parte de la pareja mientras que la otra parte no existe más que para gratificar las necesidades y deseos de la primera no es un matrimonio cristiano.

(ii) La ética cristiana establecer la obligación de los hijos de respetar a sus padres; pero hay siempre un problema en la relación entre padres e hijos. Si el padre es demasiado complaciente, el hijo crecerá indisciplinado e incapacitado para enfrentarse con la vida. Pero también existe el peligro contrario si el padre es exigente y siempre está castigando a su hijo.
Recordamos en la literatura inglesa la trágica cuestión de Mary Lamb, que acabó con la mente desquiciada: «¿Por qué parece que no puedo hacer nada nunca a gusto de mi madre?» Recordamos la punzante observación de John Newton: «Yo sabía que mi padre me quería -pero parecía que no quería que yo lo supiera.» Hay cierta clase de crítica constante que es el producto de un amor equivocado.
El peligro de todo esto está en que el hijo puede descorazonarse. Bengel habla de «la plaga de la juventud: un espíritu roto (Fractus animus pestis iuventutis).» Uno de los Hechos trágicos de la historia de la religión es el de Martín Lutero, que toda su vida tuvo problemas para dirigirse a Dios llamándole «Padre nuestro» porque su padre había sido tan severo con él. La palabra padre se identificaba en su mente con la idea de la severidad. El deber de un padre es disciplinar, pero sin dejar de aniMarcos El mismo Lutero decía: «»No apliques la vara, y echarás a perder al hijo.» Es verdad. Pero ten una manzana lista para cuando se porte bien.»

Sir Arnold Lunn en Memory to memory cita un incidente acerca del mariscal Montgomery de un libro de M. E. Clifton James. Montgomery era considerado ordenancista -pero su personalidad tenía la otra cara también. Clifton James era su oficial «doble», y le estuvo estudiando durante un ensayo del Día-D. «A pocos metros de donde yo estaba, un soldado muy joven, que parecía todavía mareado del viaje, venía marchando deportivamente, esforzándose por mantener el paso de sus camaradas delanteros. Yo me podía figurar que, sintiéndose como se sentía él, el equipo y el rifle le debían de pesar una tonelada. Se le atascaban las botas en la arena; pero yo veía que estaba luchando para que no se le notara lo mal que se sentía. Precisamente entonces se puso a nuestra altura, tropezó y cayó de bruces. Casi gimiendo, se incorporó y siguió la marcha deslumbrado en otra dirección. Monty -forma familiar del nombre de Montgomery- se dirigió rápidamente hacia él, y le dio la vuelta con una rápida y amistosa sonrisa. «Por aquí, hijito. Se te está dando bien, muy bien. Pero no pierdas contacto con el compi de delante.» Cuando el quinto se dio cuenta de quién era el que le había deparado aquella ayuda amistosa puso una cara de muda adoración que era todo un cuadro.» Era precisamente porque Montgomery combinaba la disciplina y el estímulo por lo que un soldado raso del Octavo Ejército se sentía tan importante como un coronel en cualquier otro ejército.

Cuanto mejor sea un padre tanto más debe evitar el peligro de desanimar a su hijo, dosificándole la disciplina y el ánimo por partes iguales.

EL TRABAJADOR CRISTIANO
Y EL AMO CRISTIANO

Colosenses 3:18 – 4:1 (conclusión)

(iii) Pablo pasa a continuación al mayor problema de todos: la relación entre el esclavo y el amo. Hay que notar que esta sección es mucho más larga que las dos anteriores; y su longitud puede que sea debida a las largas conversaciones que Pablo sostuvo con el esclavo fugitivo Onésimo, a quien habría de devolver más tarde a su amo Filemón.
Pablo dice aquí cosas que deben de haber alucinado a los dos grupos.
Insiste en que el esclavo debe ser un trabajador concienzudo. Está diciéndole realmente que el Evangelio debe hacerle un esclavo mejor y más eficiente. El Cristianismo no ha ofrecido nunca en este mundo una manera de evitarse el trabajo difícil; nos hace capaces de trabajar más y mejor. No le ofrece a nadie una salida fácil de las situaciones difíciles, sino le capacita para hacerse cargo mejor de esas situaciones.
El esclavo no debe conformarse con servir al ojo; no debe trabajar sólo cuando le está mirando el capataz. No debe ser la clase de servidor que, como dice C. F. D. Moule, no limpia el polvo detrás de los adornos ni barre debajo del armario. Debe recordar que va a recibir una herencia. Aquí hay algo maravilloso. Bajo la ley romana un esclavo no podía ser propietario de nada, y aquí se le promete nada menos que la herencia de Dios. Debe recordar que llegará la hora cuando se ajustarán las cuentas, y la mala faena recibirá su castigo y la fiel diligencia su recompensa.
El amo debe tratar al esclavo no como una cosa sino como una persona, con justicia y equidad que supere la justicia.
¿Cómo lo ha de hacer? La respuesta es importante, porque contiene la doctrina cristiana del trabajo.
El trabajador debe hacerlo todo como si fuera para Cristo. No trabajando sólo por la paga, ni por ambición, ni para agradar a un amo terrenal, sino para ofrecérselo a Cristo. Todo trabajo se hace por Dios para que Su mundo siga existiendo y Sus hombres y mujeres tengan las cosas que necesitan para vivir.
El amo debe recordar que él también tiene un Amo: Cristo en el Cielo. Es responsable ante Dios exactamente lo mismo que sus trabajadores lo son ante él. Ningún amo puede decir: «Este negocio es mío, y puedo hacer con él lo que me dé la gana,» sino: «Este negocio pertenece a Dios, y Él me lo ha encargado; soy responsable ante Él.» La doctrina cristiana del trabajo es que tanto el amo como el obrero están trabajando para Dios, y que por tanto la verdadera recompensa no se puede calcular en moneda terrenal, sino que la dará -o retendráDios a Su debido tiempo.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento

— respeten: Lit. sométanse. Ver nota a Efe 5:22.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

Efe 5:22-23; Efe 5:25; 1Pe 3:1; 1Pe 3:7; Tit 2:4-5.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

estados de vida: Este mismo tema se trata, y con términos muy semejantes, en Efe 5:22-25 y Efe 6:1-9. Es muy probable que el autor de Efesios se haya inspirado en este pasaje de Colosenses (si es que no estamos ante un mismo autor, ya sea el propio Pablo, o un discípulo del Apóstol: Ver Introducción a Efesios y Colosenses).

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

la Conducta en Cuestiones Domesticas

Este párrafo trata acerca de las relaciones entre los que forman una familia cristiana. Consejos similares a estos los encontramos en Ef. 5:22-6:9; 1 Tim. 2:8-15; Tito 2:1-10; 1 Ped. 2:18-3:7. Esta “guía familiar”, como se ha llamado, pudo haber formado parte de una sección mayor de enseñanza doctrinal y ética, un catecismo cristiano primitivo, fácil de aprender de memoria y de comunicar a los nue vos convertidos. Este pasaje regula los modelos de conducta en un hogar cristiano y siguen naturalmente del v. 17. El párrafo tiene muchas referencias al Señor, indicando que la totalidad de la vida, tanto en pensamientos como en conducta, ha de someterse al Señor. Ninguna área debe quedar fuera de su control; así no hay distinción entre lo sagrado y lo secular. Una vida gobernada desde lo alto donde Cristo reina (3:1-4) es una vida en matrimonio, de paternidad y de trabajo diario. Tres pares de instrucciones se dirigen sucesivamente a las esposas y a los esposos (18, 19), a pa dres e hijos, especialmente a padres (20, 21) y finalmente amos y esclavos (3:22-4:1); de la relación más cercana a la relación más lejana. En cada caso la esposa, el hijo o el esclavo se menciona pri mero y se lo concibe como socio responsable de quien se espera que haga lo que conviene en el Señor.

18 Las esposas, como agentes responsables y libres, se les pide que se sujeten voluntariamente a sus maridos ya que esto conviene (el término tiene un eco estoico, pero aquí la motivación es totalmente cristiana). En el Señor significa dentro del nuevo compañerismo de aquellos que reconocen a Cristo como su Señor. La sujeción es un llamado a que las esposas honren y afirmen el liderazgo de sus esposos y les ayuden a ejercer su función en la familia. No se trata de una rendición absoluta de su voluntad, porque Cristo es la autoridad absoluta, no su esposo. Tampoco se indica aquí que la esposa es natural o espiritualmente inferior a su esposo. 19 El paralelo lo hallamos en el deber del esposo de amar a su esposa. Se le manda amarla, y esto no es meramente un asunto de tener para ella sentimientos afectivos o atracción sexual. Implica más bien un cuidado incesante y servicio amoroso a favor de su total bienestar. (Cf. Ef. 5:25-33, don de el amor de Cristo por la iglesia se toma como modelo para el amor del marido para con su esposa.) Un liderazgo del marido, como el de Cristo, dispuesto a sacrificarse, ayudará a mantener en vista siempre el bienestar esencial de su esposa. El, como líderes piadosos en otras esferas, procurará guiar por medio del servicio. En igual manera, los maridos no deben amargarse contra ellas, ni de palabra, pen samiento o hecho.

20 A los niños en la familia cristiana se les considera como miembros responsables dentro de la congregación (lo cual es muy significativo), y son instados a obedecer (palabra más fuerte que la de sujeción del v. 18) a sus padres en todo. Esta será una expresión de su obediencia a Cristo, tal como lo reflejan las siguientes palabras: porque esto es agradable en el Señor. 21 Al mismo tiempo se señala que los padres (en especial el padre) no deben irritar ni provocar a sus hijos para que no se desalienten o lleguen a pensar que es inútil tratar de agradar a sus padres en la vida hogareña. Deberían, pues, ser guiados de una manera firme y amo rosa, pero no tirana (cf. Ef. 6:4).

22 La lista más larga de instrucciones está dedicada a los esclavos (cf. Ef. 6:5-9), quizás reflejando la costumbre social de las iglesias (sobre la esclavitud en el siglo I d. de J.C. ver la carta a Film.). Pablo no hace una reflexión social sobre esta práctica de su época, pero da aliento especial a los esclavos. La enseñanza en esta sección se aplica al mundo del trabajo de hoy en día y muestra que la motivación de un trabajador y sus normas de trabajo han de ser las mejores posibles, ya que debe hacerlo por amor de Cristo. 22 Los esclavos cristianos deben aceptar su situación como esclavos y obedecer en todo (cf. v. 20 en relación con los “hijos”) a sus amos humanos. Su servicio no debe ser superficial o como para ganar atención; al contrario, debe ser hecho con sencillez de corazón, es de cir, conscientemente y con motivos puros.23-25 Todo lo que ellos hagan en trabajo beneficioso para sus amos debe estar motivado en su servicio a Cristo. Deben mantener en mente el ideal final: un esclavo podría esperar normalmente que un amo terrenal lo castigue al final del día. Pero este Amo es diferente, porque da como su generosa recompensa una herencia eterna de vida en el porvenir. Al mismo tiempo deben darse cuenta de que con este juez no hay favoritismos; su juicio es tan seguro como su recompensa por la fidelidad. 4:1 Una breve pero solemne advertencia se da a los amos. No se les manda que den libertad a sus esclavos, sino que los traten en forma justa y bondadosa. La motivación para esto es básicamente la misma que la de los esclavos en obedecer a sus amos: ambos tienen un amo en los cielos. Am bos deben obediencia a ese Amo celestial. Así, las relaciones entre amo y esclavo deben entenderse a la luz de esta realidad.

Si la clara enseñanza de Pablo acerca de los privilegios de, y las demandas sobre, cuestiones domésticas fueran tomadas seriamente por los cristianos de hoy, las relaciones personales dentro de los hogares y familias serían realmente un anticipo del cielo. Mientras tanto otros, observando cómo los cristianos se aman, bien pudieran ser atraídos a aquel a quien ellos confiesan como su Señor.

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

REFERENCIAS CRUZADAS

t 195 Efe 5:22; 1Pe 3:1

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

estad sujetas. Véase coment. en Ef 5:22.

Fuente: La Biblia de las Américas

18 super (1) Desde este versículo hasta 4:1 tenemos un pasaje que corresponde a Ef 5:22—6:9, con respecto a las relaciones éticas de los creyentes. En Efesios se pone énfasis en la necesidad de que las relaciones éticas estén llenas del espíritu, a fin de que el Cuerpo de Cristo sea expresado en la vida normal de iglesia. En Colosenses se pone énfasis en asirnos de Cristo como nuestra Cabeza y en tomarlo como nuestra vida dejando que Su rica palabra more en nosotros, a fin de que se manifiesten las más altas relaciones éticas, las cuales resultan no de nuestra vida natural sino de Cristo como nuestra vida, con miras a Su expresión.

Para cada punto de este pasaje, véase la nota correspondiente en Efesios.

Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro

Esposas…Efe 5:22; 1Pe 3:1.

Fuente: Biblia Textual IV Edición

R807 Ὑποτάσσεσθε pudiera ser un verbo en voz media directa: sométanse ustedes mismos … (comp. MT163).

R887 El tiempo imperfecto de ἀνῆκεν puede usarse para indicar una obligación conforme a la cual no se vive, o que no ha sido satisfecha (se usa simplemente para expresar una obligación presente -B32; comp. T90; como es correcto -BD358[2]). [Editor. La última sugerencia es más probable, ya que en el N.T., el imperfecto puede usarse para referirse a una obligación presente; comp. Hch 22:22 y Efe 5:4 .]

Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego

g Efe 5:22; 1Pe 3:1.

Fuente: La Biblia Textual III Edición