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Comentario de 1 Tesalonicenses 4:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de 1 Tesalonicenses 4:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Por lo demás, hermanos, os rogamos y exhortamos en el Señor Jesús que conforme aprendisteis de nosotros acerca de cómo os conviene andar y agradar a Dios, tal como estáis andando, así sigáis progresando cada vez más.

4:1 Por lo demás, hermanos, os rogamos y exhortamos en el Señor Jesús, que de la manera que aprendisteis de nosotros — Al leer el relato de Lucas acerca de la estancia de Pablo y sus compañeros en Tesalónica (Hch 17:1-10), parecería que estuvieron allí muy poco tiempo, pero estas cartas que Pablo les escribió (como también Flp 4:16) indican que estuvieron más tiempo. Pablo enseñaba a las iglesias en persona (4:1, 2; 2Ts 3:6; 2Ts 3:10) y después por medio de cartas (5:27; Col 4:16). También enviaba a sus compañeros para confirmarlas (3:2; 1Ti 1:3; Tit 1:5).

— cómo os conviene conduciros — Los tesalonicenses habían aprendido de Pablo y habían sido ejemplo para otras iglesias (1:7). Pablo nos exhorta a imitarlo como él imitó a Cristo (1Co 4:16-17; 1Co 11:1; Flp 4:9; 2Ts 3:9). Los ancianos deben ser buenos ejemplos (1Pe 3:2-3); los evangelistas deben ser buenos ejemplos (1Ti 4:12; Tit 2:7); todos los santos deben ser buenos ejemplos (1Co 16:15-16).

Debemos imitar a Pablo y a los otros apóstoles y hermanos fieles.

— y agradar a Dios — 2:4; 2:15; Col 1:10; Rom 8:8; 2Co 5:9; 1Ti 2:2-3; 1Ti 5:4; 2Ti 2:4; Heb 11:5-6; agradar a Dios, no a los hombres, Gál 1:10; Efe 6:6; Col 3:22. Debemos concentrarnos todos los días en el pensamiento de agradar a Dios. Hacemos esto haciendo lo que es aceptable según su voluntad. “En toda nación se agrada del que le teme y hace justicia” (Hch 10:35). “Y cualquiera cosa que pidiéremos la recibiremos de él, porque guardamos sus mandamientos, y hacemos las cosas que son agradables delante de él” (1Jn 3:22; 1Jn 5:14). Dice Heb 13:15, “Así que, ofrezcamos siempre a Dios, por medio de él, sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su nombre. 16 Y de hacer bien y de la ayuda mutua no os olvidéis; porque de tales sacrificios se agrada Dios”. “Pero todo lo he recibido, y tengo abundancia; estoy lleno, habiendo recibido de Epafrodito lo que enviasteis; olor fragante, sacrificio acepto, agradable a Dios” (Flp 4:18). Véanse también 1Pe 2:5; Rom 15:16; Heb 10:38; Heb 12:28.

Jesús dijo, “Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra”, Jua 4:34; véanse también Jua 8:29; Rom 15:1-3 (no agradó a sí mismo); Heb 10:5-6; Mat 3:17; Mat 17:5.

También el Antiguo Testamento enfatiza la importancia de agradar a Dios: Núm 14:8; 1Re 3:10; Sal 51:16-17; Pro 11:1; Miq 6:6-8.

— así abundéis más y más. — 3:12; 4:10. Su gracia hacia nosotros ha sido muy abundante y sigue siéndolo. En la vida pecaminosa hay abundancia de pecados; por eso, dice Stg 1:21, “Por lo cual, desechando toda inmundicia y abundancia de malicia, recibid con mansedumbre la palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas”.

Sin embargo, “Cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia” (Rom 5:20). Dios “nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador” (Tit 3:5-6). Pablo habla de “la superabundante gracia de Dios” (2Co 9:14), y de “las abundantes riquezas de su gracia” (Efe 2:7). “Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros” (Efe 3:20). “Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente ” (Stg 1:5). “Porque de la manera que abundan en nosotros las aflicciones de Cristo, así abunda también por el mismo Cristo nuestra consolación” (2Co 1:5).

Dios no quiere el servicio mediocre (a medias), sino el servicio abundante. En primer lugar, “La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros” (Col 3:16). Seamos como los macedonios: “Asimismo, hermanos, os hacemos saber la gracia de Dios que se ha dado a las iglesias de Macedonia; 2 que en grande prueba de tribulación, la abundancia de su gozo y su profunda pobreza abundaron en riquezas de su generosidad” (2Co 8:1-2). En el ver. 20 Pablo habla de “esta ofrenda abundante”; en el siguiente capítulo (9:12) dice que “este servicio no solamente suple lo que a los santos falta, sino que también abunda en muchas acciones de gracias a Dios” . Dios promete que si le ofrecemos un servicio generoso y abundante, sus bendiciones abundarán también: “Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra” (2Co 9:8). “Y el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo” (Rom 15:13). Por tanto, como en todo abundáis, en fe, en palabra, en ciencia, en toda solicitud, y en vuestro amor para con nosotros, abundad también en esta gracia (la de ofrendar)” (2Co 8:7). “ Abundando en acciones de gracias” (Col 2:7). “Y esto pido en oración, que vuestro amor abunde aun más y más en ciencia y en todo conocimiento” (Flp 1:9).

Dios quiere que abundemos en su obra. “Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo (abundando, LBLA) en la obra del Señor siempre” (1Co 15:58). Las palabras abundar y abundancia eran dos de las palabras favoritas de Pablo.

Pedro también habló de la importancia de abundar en ciertas características. En 2Pe 1:5-8, después de exhortarnos a añadir a la fe virtud, conocimiento, dominio propio, paciencia, piedad, afecto fraternal y amor dijo, “Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

os rogamos. 1Ts 2:11; Rom 12:1; 2Co 6:1; 2Co 10:1; Efe 4:1; Flm 1:9, Flm 1:10; Heb 13:22.

en el Señor Jesús. 1Ts 4:2; Efe 4:20; 2Ts 2:1; 1Ti 5:21; 1Ti 6:13, 1Ti 6:14; 2Ti 4:1.

que de la manera que aprendisteis. 1Ts 4:11, 1Ts 4:12; Hch 20:27; 1Co 11:23; 1Co 15:1; Flp 1:27; Col 2:6; 2Ts 3:10-12.

como os conviene andar, o conduciros. 1Ts 2:12.

y agradar a Dios. Rom 8:8; Rom 12:2; Efe 5:17; Col 1:10; Heb 11:6; Heb 13:16; 1Jn 3:22.

así abundéis más y más. 1Ts 4:10; Job 17:9; Sal 92:14; Pro 4:18; Jua 15:2; 1Co 15:58; Flp 1:9; Flp 3:14; 2Ts 1:3; 2Pe 1:5-10; 2Pe 3:18.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

El les exhorta a continuar agradando a Dios en todo, 1Ts 4:1-5;

a vivir en santidad y justicia, 1Ts 4:6-8;

a amarse los unos a los otros, 1Ts 4:9, 1Ts 4:10;

y en tranquilidad ocuparse de sus propios asuntos, 1Ts 4:11, 1Ts 4:12;

y por último, de no entristecerse gravemente por los muertos, 1Ts 4:13-16.

A esta última exhortación es añadida una breve descripción de la resurrección de los muertos, y segunda venida de Cristo, 1Ts 4:17, 1Ts 4:18.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Por lo demás: No significa que Pablo llegaba a la conclusión, sino sirve como transición a la sección más importante de la carta, en la que considera la doctrina y su aplicación en la vida. En los primeros tres capítulos Pablo trata a los lectores como «una nodriza» que cuida con cariño a sus hijos (1Ts 2:7). Ahora, en estos dos últimos capítulos les insta y ordena con la autoridad de un padre (1Ts 4:11Ts 4:2). Pablo utiliza comúnmente la palabra conduciros como una descripción de la vida de un cristiano (Rom 6:42Co 5:7Gál 5:16Col 1:10Col 2:6Col 4:5). La vida cristiana no comienza sólo con la fe, sino que continúa con un caminar diario en la fe. Así como la gente depende de sus miembros para sostenerse en cada paso, también los cristianos caminan dependiendo de Dios. Así como caminar tiene una dirección, también la vida cristiana. Los cristianos no van a caminar como los gentiles inconversos (Efe 4:17); al contrario, van a caminar como es digno de su llamamiento por Dios (Efe 4:1). Juan exhorta a los cristianos a caminar en la luz, esto es, en la voluntad revelada de Dios (1Jn 1:7).

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

II. Exhortaciones Morales, 4:1-5:22.

Santidad de vida, 4:1-12.
1 Por lo demás, hermanos, os rogamos y amonestamos en el Señor Jesús que andéis, según lo que de nosotros habéis recibido acerca del modo en que habéis de andar y agradar a Dios, como andáis ya, para adelantar cada vez más. 2 Bien sabéis, en efecto, los preceptos que os hemos dado en nombre del Señor Jesús. 3 Porque la voluntad de Dios es vuestra santificación: que os abstengáis de la fornicación; 4 que cada uno sepa tener su mujer en santidad y honor, 5 no con afecto libidinoso, como los gentiles, que no conocen a Dios; 6 que en esta materia ninguno haga injuria a su hermano, porque vengador en todo esto es el Señor, como antes os lo dijimos y atestiguamos; 7 que no nos llamó Dios a la impureza, sino a la santidad. 8 Por tanto, quien estos preceptos desprecia no desprecia al hombre, sino a Dios, que os dio su Espíritu Santo. 9 Tocante a la caridad no necesitamos escribiros, porque de Dios habéis sido enseñados cómo habéis de amaros unos a otros 10 y practicáis esta caridad con todos los hermanos que hay en toda la Macedonia. Todavía os exhortamos, hermanos, a progresar más, 11 y a que os esforcéis por llevar una vida quieta, laboriosa en vuestros negocios y trabajando con vuestras manos como os lo hemos recomendado, 12 a fin de que viváis honradamente a los ojos de los de fuera y de nadie tengáis necesidad”

Reafirma aquí San Pablo a los tesalonicenses ciertos preceptos del código moral cristiano, que ya en su predicación oral (cf. v.1. 2.6.n) les había inculcado.
Comienza con una recomendación de carácter general, pidiéndoles que caminen según las enseñanzas que les dio cuando estuvo entre ellos y que miren siempre adelante, tratando de progresar más y más cada día (v.1-2; cf. 3:12-13). Y esto se lo pide “en el Señor” (v.1), es decir, con la autoridad y por la voluntad del Señor, en quien creen y al que están místicamente incorporados.
Luego, tratando de concretar más esa recomendación general, San Pablo va a insistir sobre todo en tres cosas: pureza (v.3-8), caridad (v.q-10), trabajo (v. 11-12).
Por lo que respecta a la pureza, la necesidad le obliga a insistir de modo especial, dada la gran laxitud del mundo pagano en esa materia (cf. Rom 1:24-32) y el peligro que de ahí derivaba para los recién convertidos. Dice a los tesalonicenses que es deseo de Dios que todos los cristianos sean “santos” (v.3), es decir, separados de cuanto es pecado (cf. Rom 1:7). Esta “santidad,” por lo que se refiere al pasaje presente, la concreta de modo especial en la represión de los apetitos de la carne, que tanto dominan al hombre, señalando tres como capítulos: abstención de la “fornicación,” es decir, de toda relación sexual fuera del matrimonio (v.3), “tener cada uno su mujer en santidad y honor,” evitando cuanto se opone a la castidad conyugal (v.4~5), no “hacer injuria” (alusión velada al adulterio) a los derechos del prójimo para satisfacer el instinto carnal (v.6). Tal es la interpretación de estos versículos, que juzgamos más probable 311. Y da el Apóstol tres motivos principales: el castigo divino (v.6b; cf. 2Te 1:8-9), el haber sido llamados a la santidad (v.7; cf. Rom 1:7; Efe 4:1), la presencia del Espíritu Santo (v.8; cf. 1Co 6:19).
Referente a la caridad, alaba el que los tesalonicenses ya la practiquen, pero les pide que se esfuercen por progresar cada día más (v.9-10). Ese magisterio interior y divino a que se alude en el v.9 es una de las características de la época mesiánica (cf. Jua 6:45; Heb 8:10); y Pablo parece aplicarlo de modo especial a la caridad” virtud que Dios infunde en nuestros corazones en el momento mismo de la justificación (cf. 1:2), y que ha de ser como el distintivo del cristiano (cf. Jua 13:35).
Finalmente viene la recomendación al trabajo (v. 11-12). Aunque de modo explícito no se dice nada, parece que también aquí, lo mismo que luego en 2Te 3:11-12, esta recomendación al trabajo está relacionada con la preocupación escatológica de los tesalonicenses, quienes andaban agitados y algunos ni trabajaban, pensando en que todo iba a terminar muy pronto. Ello redundaba en desprestigio de la nueva religión ante “los de fuera,” es decir, los no cristianos, a quienes muchas veces incluso tendrían que ir a pedir que comer. Desde luego, esta recomendación está íntimamente ligada a la anterior, pues es una forma de practicar la caridad el evitar ser carga para el prójimo y preocuparse del buen nombre de los fieles.

La condición de los muertos en la parusía,2Te 4:13-18.
13 No queremos, hermanos, que ignoréis lo tocante a la suerte de los que duermen, para que no os aflijáis como los demás que carecen de esperanza. 14 Pues si creemos que Jesús murió y resucitó, así también a los que se durmieron en Jesús los llevará Dios con EL 15 Esto os decimos como palabra del Señor: que nosotros, los vivos, los que quedamos para la venida del Señor, no nos anticiparemos a los que se durmieron; 16 pues el mismo Señor, a una orden, a la voz del arcángel, al sonido de la trompeta de Dios, descenderá del cielo, y los muertos en Cristo resucitarán primero; 17 después nosotros, los vivos, los que quedamos, junto con ellos, seremos arrebatados en las nubes, al encuentro del Señor en los aires, 18 y así estaremos siempre con el Señor. Consolaos, pues, mutuamente con estas palabras.

Es éste, por sus enseñanzas dogmáticas, el pasaje más importante de la carta. El Apóstol da claramente a entender que los tesalonicenses estaban preocupados por la suerte de sus muertos (cf. v.13 y 18), y hasta es posible, como insinúa la fórmula “no queremos que ignoréis” (ν .13; cf. 1Co 12:1), que sobre ello le hubiesen hecho, a través de Timoteo, una pregunta formal.
No está claro qué era concretamente lo que motivaba esa inquietud de los tesalonicenses por sus muertos. Es posible que, al igual que en Corinto (cf. 1Co 15:12.19.34), también aquí circulasen dudas entre los fieles sobre el hecho mismo de la resurrección. De todos modos, la vida de ultratumba, lo mismo para el mundo judío que para el mundo helénico, aparecía envuelta siempre en la penumbra del misterio, y es obvio que los tesalonicenses, que esperaban inminente la parusía o retorno glorioso de Cristo, estuviesen preocupados por sus parientes difuntos, que no podrían ya presenciar ese triunfo y formar parte del cortejo. De hecho, eso es lo que parece suponer la respuesta del Apóstol al afirmar que los muertos antes de la parusía no estarán en peores condiciones que los que se hallen en vida; pues cuando llegue esa fecha, primeramente resucitarán los muertos, y luego nos uniremos a ellos los vivos, para salir todos al encuentro de Cristo (v.15-17). Que no tengan, pues, preocupación (v.18).
Expuesta así la idea general, conviene explicar todo con algo más de detalle. Notemos primeramente que cuando habla de “muertos” o de los que “se durmieron” 312, San Pablo se fija únicamente en los justos o muertos “en Cristo” 313. Es de ellos de los que dice que resucitaran y, junto con los vivos, saldrán al encuentro de Cristo para “estar siempre” con EL El caso de los pecadores, cuya resurrección no niega (cf. Hec 24:15), no entra aquí en su perspectiva. Notemos también que cuando dice a los tesalonicenses que “no se aflijan” por sus muertos (ν .13), no lo dice de manera absoluta, sino agregando en seguida: como los demás que carecen de esperanza. Radical diferencia del cristiano y del impío. Hay un dolor cristiano legítimo, como el de Jesucristo cuando la muerte de Lázaro o el de San Agustín cuando la de su madre, pero ese dolor ha de ser radicalmente diferente del de los paganos, que no tienen esperanza de resurrección ni de vida en Cristo. Nosotros, en cambio, añade San Pablo, no podemos dudar de esa resurrección, ligada necesariamente a la de Cristo (v.14). De esta conexión entre la resurrección de Cristo y la nuestra, aquí sólo apuntada, habla el Apóstol con amplitud en 1Co 15:1-28.
Después de esta afirmación fundamental asegurando que todos los justos o muertos en Cristo resucitarán (v.14), viene luego (v.15-17) una precisación ulterior, que es donde se halla lo más característico de este pasaje 314. Distingue el Apóstol dos clases o categorías de fieles: la de los vivientes al tiempo de la parusia y la de los que hayan muerto antes. Respecto de los primeros, dice que, cuando llegue esa fecha, “serán arrebatados en las nubes al encuentro del Señor en los aires” (άρπαγησόμεβα εν νεφέλοαβ εις άπάντησιν του Κυρίου εις αέρα ). Nótese que el Apóstol no habla para nada de muerte, sino simplemente de que “serán arrebatados.” Algunos autores, siguiendo a San Agustín y a Santo Tomás, dan por supuesto que para todos deberá preceder la muerte, pena del pecado original. Sin embargo, la inmensa mayoría de los exegetas actuales creen que el pensamiento de San Pablo no es ése; pues claramente da a entender, sobre todo si atendemos también a otros pasajes (cf. 1Co 15:51; 2Co 5:2-4), que los fieles de la última generación no morirán, sino que, actuando en ellos el poder de Dios, pasarán directamente del estado de corruptibilidad y mortalidad al estado de incorrup-tibilidad e inmortalidad. Ni ello se opone al dogma de la universalidad de la muerte por razón del pecado original (cf. Rom 5:12), como no se opone al dogma de la universalidad del pecado original el que Dios haya querido hacer alguna excepción de hecho, como en el caso de la Virgen. Si se dan o no esas excepciones, es Dios quien, de una u otra manera, nos lo tiene que decir.
Por lo que hace a la expresión “nosotros, los vivos, los que quedamos” (v.15), si Pablo emplea la primera persona, lo hace simplemente porque mientras escribía estaban él y sus lectores en la categoría de los vivientes y no de los muertos; no porque afirme que hayan de pertenecer a la misma categoría al tiempo de la parusía. Esto ni lo niega ni lo afirma, pues no lo sabe, como ya expusimos ampliamente en la introducción a la carta. Por una hipótesis contraria, apartándose de la realidad presente, en 1Co 6:14 se coloca en la categoría de los muertos que resucitaran en la parusía. Tenemos, en uno y otro caso, la figura retórica llamada por los gramáticos enálage de persona, en virtud de la cual el escritor, para dar más viveza a la idea, se identifica con sus lectores poniéndose él mismo en escena (cf. Gal 5:25-26), aunque luego quizá no le afecte personalmente lo que allí se afirma.
Respecto de la segunda categoría de fieles, es decir, la de los que hayan muerto antes de la parusía, San Pablo dice que, para ese encuentro en los aires con el Señor, no irán detrás o estarán en peores condiciones que los que se hallen en vida (v.15), sino que primeramente resucitarán ellos (v.16), y luego, todos juntos, vivos y muertos, iremos al encuentro de Cristo (v.17). El Apóstol no especifica más ni dice qué pasará inmediatamente después. Se fija sólo en el resultado final, afirmando que “estaremos ya siempre con el Señor” (v.18). ¡Ha comenzado la vida gloriosa en el cielo! En otros lugares, sin embargo, nos dirá que es en la parusía cuando tendrá lugar el juicio universal (cf. Rom 2:5-11; 1Co 15:24-25; 2Te 1:7-10). Pero ¿dónde se realizará?
Algunos santos Padres y escritores antiguos suponen que, después del encuentro con Cristo, los justos irán ya directamente al cielo; otros, como San Agustín y el Crisóstomo, dicen que bajarán nuevamente a la tierra con El, para ese juicio universal que tan vivamente se nos pinta en Mat 25:31-46. Ni faltan quienes, inspirándose en la profecía de Joel sobre el juicio condenatorio que van a sufrir las naciones paganas por sus atropellos contra el pueblo elegido (cf. Joe 3:2-12), hablan de que el juicio universal tendrá lugar en el valle de Josafat (Joe 3:2), valle que la tradición judía localizó al este de Jerusalén. Esta idea ha entrado profusamente en la literatura y arte cristianos. Lo más probable es que, en la mente del profeta, se trate sólo de un nombre simbólico (Josafat = “Yahvé juzga” o juicio de Yah-vé), mero artificio literario. En resumen, no olvidemos que todas estas descripciones de la parusíe y del juicio final están calcadas sobre el ropaje apocalíptico, esencialmente colorista, y es muy difícil saber dónde termina el símbolo y cuál ha de ser en concreto la realidad. Esto tiene también aplicación para esa descripción tan realista de orden, voz del arcángel 315, sonido de la trompeta, impresionante aparato escénico con que nos es presentada la parusía (v.16). Son todos ellos elementos con que se adornan constantemente las teofanías bíblicas (cf. Exo 19:16; Mat 24:31; 1Co 15:52; Rev 5:2; Rev 19:17), sin que sea preciso tomar en sentido propio esas circunstancias. Probablemente, en nuestro caso, se trata de una misma realidad, es decir, una potente y misteriosa intervención de Dios, expresada con tres fórmulas apocalípticas distintas: la orden divina, la voz del arcángel y el sonido de la trompeta.

Fuente: Biblia Comentada

en el Señor Jesús. Para añadir peso adicional a sus palabras, Pablo apeló aquí al hecho de que escribía con la autoridad de Cristo mismo (vea los vv. 1Ts 4:2; 1Ts 4:15; 1Ts 5:27; 2Ts 3:6; 2Ts 3:12). agradar a Dios. (cp. 1Ts 2:4; 1Ts 2:15; 2Co 5:9; Efe 5:10; Efe 5:17; Col 1:10; Heb 11:6; Heb 13:15-16; 1Jn 3:22). Esto se hace por obediencia a la Palabra de Dios (cp. el v. 1Ts 4:3).

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

4:1 Por lo demás, hermanos, os rogamos y exhortamos en el Señor Jesús, que de la manera que aprendisteis de nosotros — Al leer el relato de Lucas acerca de la estancia de Pablo y sus compañeros en Tesalónica (Hch 17:1-10), parecería que estuvieron allí muy poco tiempo, pero estas cartas que Pablo les escribió (como también Flp 4:16) indican que estuvieron más tiempo. Pablo enseñaba a las iglesias en persona (4:1, 2; 2Ts 3:6; 2Ts 3:10) y después por medio de cartas (5:27; Col 4:16). También enviaba a sus compañeros para confirmarlas (3:2; 1Ti 1:3; Tit 1:5).
— cómo os conviene conduciros — Los tesalonicenses habían aprendido de Pablo y habían sido ejemplo para otras iglesias (1:7). Pablo nos exhorta a imitarlo como él imitó a Cristo (1Co 4:16-17; 1Co 11:1; Flp 4:9; 2Ts 3:9). Los ancianos deben ser buenos ejemplos (1Pe 3:2-3); los evangelistas deben ser buenos ejemplos (1Ti 4:12; Tit 2:7); todos los santos deben ser buenos ejemplos (1Co 16:15-16).
Debemos imitar a Pablo y a los otros apóstoles y hermanos fieles.
— y agradar a Dios — 2:4; 2:15; Col 1:10; Rom 8:8; 2Co 5:9; 1Ti 2:2-3; 1Ti 5:4; 2Ti 2:4; Heb 11:5-6; agradar a Dios, no a los hombres, Gál 1:10; Efe 6:6; Col 3:22. Debemos concentrarnos todos los días en el pensamiento de agradar a Dios. Hacemos esto haciendo lo que es aceptable según su voluntad. “En toda nación se agrada del que le teme y hace justicia” (Hch 10:35). “Y cualquiera cosa que pidiéremos la recibiremos de él, porque guardamos sus mandamientos, y hacemos las cosas que son agradables delante de él” (1Jn 3:22; 1Jn 5:14). Dice Heb 13:15, “Así que, ofrezcamos siempre a Dios, por medio de él, sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su nombre. 16 Y de hacer bien y de la ayuda mutua no os olvidéis; porque de tales sacrificios se agrada Dios”. “Pero todo lo he recibido, y tengo abundancia; estoy lleno, habiendo recibido de Epafrodito lo que enviasteis; olor fragante, sacrificio acepto, agradable a Dios” (Flp 4:18). Véanse también 1Pe 2:5; Rom 15:16; Heb 10:38; Heb 12:28.
Jesús dijo, “Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra”, Jua 4:34; véanse también Jua 8:29; Rom 15:1-3 (no agradó a sí mismo); Heb 10:5-6; Mat 3:17; Mat 17:5.
También el Antiguo Testamento enfatiza la importancia de agradar a Dios: Núm 14:8; 1Re 3:10; Sal 51:16-17; Pro 11:1; Miq 6:6-8.
— así abundéis más y más. — 3:12; 4:10. Su gracia hacia nosotros ha sido muy abundante y sigue siéndolo. En la vida pecaminosa hay abundancia de pecados; por eso, dice Stg 1:21, “Por lo cual, desechando toda inmundicia y abundancia de malicia, recibid con mansedumbre la palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas”.
Sin embargo, “Cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia” (Rom 5:20). Dios “nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador” (Tit 3:5-6). Pablo habla de “la superabundante gracia de Dios” (2Co 9:14), y de “las abundantes riquezas de su gracia” (Efe 2:7). “Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros” (Efe 3:20). “Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente ” (Stg 1:5). “Porque de la manera que abundan en nosotros las aflicciones de Cristo, así abunda también por el mismo Cristo nuestra consolación” (2Co 1:5).
Dios no quiere el servicio mediocre (a medias), sino el servicio abundante. En primer lugar, “La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros” (Col 3:16). Seamos como los macedonios: “Asimismo, hermanos, os hacemos saber la gracia de Dios que se ha dado a las iglesias de Macedonia; 2 que en grande prueba de tribulación, la abundancia de su gozo y su profunda pobreza abundaron en riquezas de su generosidad” (2Co 8:1-2). En el ver. 20 Pablo habla de “esta ofrenda abundante”; en el siguiente capítulo (9:12) dice que “este servicio no solamente suple lo que a los santos falta, sino que también abunda en muchas acciones de gracias a Dios” . Dios promete que si le ofrecemos un servicio generoso y abundante, sus bendiciones abundarán también: “Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra” (2Co 9:8). “Y el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo” (Rom 15:13). Por tanto, como en todo abundáis, en fe, en palabra, en ciencia, en toda solicitud, y en vuestro amor para con nosotros, abundad también en esta gracia (la de ofrendar)” (2Co 8:7). “ Abundando en acciones de gracias” (Col 2:7). “Y esto pido en oración, que vuestro amor abunde aun más y más en ciencia y en todo conocimiento” (Flp 1:9).
Dios quiere que abundemos en su obra. “Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo (abundando, LBLA) en la obra del Señor siempre” (1Co 15:58). Las palabras abundar y abundancia eran dos de las palabras favoritas de Pablo.
Pedro también habló de la importancia de abundar en ciertas características. En 2Pe 1:5-8, después de exhortarnos a añadir a la fe virtud, conocimiento, dominio propio, paciencia, piedad, afecto fraternal y amor dijo, “Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo.

Fuente: Notas Reeves-Partain

LA LLAMADA A LA PUREZA

1 Tesalonicenses 4:1-8

Así es que, hermanos, para terminar, os pedimos y exhortamos en el Señor Jesús que, como ya habéis recibido instrucciones nuestras acerca de cómo debéis comportaros para agradar a Dios, que las pongáis por obra para ir creciendo de más a más. Porque sabéis muy bien las órdenes que os dimos por medio del Señor Jesús; porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros: que viváis vidas consagradas, es decir, que os guardéis de la promiscuidad sexual, que cada uno de vosotros sepa controlar su cuerpo consagrada y respetuosamente, no dejándolo a merced de deseos incontrolados, como los paganos que no conocen a Dios; que en esa clase de cosas no abuséis de vuestro hermano o tratéis de aprovecharos de él. Porque el Señor es el que hace justicia de todas estas cosas, como ya os hemos dicho y testificado. Porque Dios no nos ha llamado para que vivamos en la impureza, sino en la consagración. Por tanto, el que no haga caso de esta instrucción no está rechazando a nadie más que al Dios Que nos da Su Espíritu Santo.

Nos resulta extraño que Pablo se extienda tanto para inculcar la pureza sexual en una congregación cristiana; pero hemos de tener presentes dos cosas. La primera, que hacía poco que los tesalonicenses habían recibido la fe cristiana, y que venían de una sociedad en la que la castidad era una virtud desconocida; y seguían estado en medio de tal sociedad, cuya infección los amenazaba todo el tiempo. Les resultaría sumamente difícil desaprender lo que habían considerado natural toda la vida. La segunda, no ha habido nunca una época histórica en la que los votos matrimoniales se tomaran tan a la ligera y el divorcio fuera tan desastrosamente fácil. La frase .que hemos traducido por » que cada uno de vosotros sepa controlar su cuerpo consagrada y respetuosamente» también se podría traducir por » que cada uno de vosotros tenga su propia esposa consagrada y respetuosamente.» (Véase la nota en la Reina-Valera ’95).

Entre los judíos, el matrimonio se tenía teóricamente en la más alta estima. Se decía que un judío debiera estar dispuesto a morir antes que cometer asesinato, idolatría o adulterio; pero de hecho el divorcio era trágicamente fácil. La ley del Deuteronomio establecía que uno podía divorciar a su mujer si encontraba » alguna impureza» o «algo vergonzoso» en ella Dt 24:1 ). Lo difícil era saber qué era esa «cosa indecente», como la llama la Reina-Valera. Los rabinos más estrictos lo limitaban exclusivamente al adulterio; pero había una interpretación más laxa que ampliaba su sentido hasta incluir asuntos tales como estropear la comida poniéndole demasiada sal, o salir a la calle con la cabeza descubierta, o hablar irrespetuosamente de su familia política en presencia de su marido, o ser chillona (lo que se definía como hablar en una voz tan alta que se la pudiera oír en la casa de al lado). Como era de esperar, fue la aplicación más laxa la más aceptada.

En Roma, durante los primeros quinientos veinte años de la República, no había habido ni un solo divorcio; pero bajo el Imperio, como se ha dicho, el divorcio era un asunto de capricho. Como decía Séneca: «Las mujeres se casaban para poder divorciarse, y se divorciaban para poder casarse.» En Roma se identificaban los años por los nombres de los cónsules; pero se decía que las señoras de moda identificaban los años por los nombres de sus maridos. Juvenal cita el ejemplo de una mujer que tuvo ocho maridos en cinco años. La moralidad estaba muerta.
En Grecia, la inmoralidad siempre había ido a rienda suelta. Mucho tiempo atrás había dicho Demóstenes: «Mantenemos a las prostitutas para el placer; las concubinas, para las necesidades cotidianas del cuerpo, y las esposas, para tener hijos y para que guarden fielmente nuestros hogares.» Mientras uno mantuviera a su esposa y familia no era indecoroso mantener relaciones extramatrimoniales.

Era a hombres y mujeres que procedían de una sociedad así a los que se dirigía Pablo. Lo que a muchos les parecería un lugar común de la vida cristiana, a aquellos les parecería algo totalmente revolucionario. Una de las cosas que hizo el Cristianismo fue establecer un código totalmente nuevo en la relación entre hombres y mujeres que es el campeón de la pureza y el guardián del hogar. Esto no se puede decir suficientemente claro en nuestro propio tiempo, cuando estamos sufriendo otra revolución en el comportamiento sexual.
En su libro titoulado Lo que yo creo,
un simposio sobre las creencias básicas de hombres y mujeres famosos, Kingsley Martin escribe: » Una vez que las mujeres se emancipan y empiezan a ganarse la vida y son capaces de decidir por sí mismas si van a tener hijos o no, hay que revisar las costumbres matrimoniales por necesidad. «El control de la natalidad -me dijo una vez un conocido economista- es el acontecimiento más importante desde el descubrimiento del fuego.» En principio tenía razón, porque altera fundamentalmente la relación entre los sexos, sobre la que se basa la vida familiar. El resultado en nuestro tiempo es un nuevo código sexual; ha desaparecido la vieja «moralidad» que guiñaba el ojo a la promiscuidad masculina pero fruncía el ceño a la infidelidad femenina, y la castigaba con una deshonra de por vida, y hasta, en algunas culturas puritanas, con una muerte cruel. El nuevo código tiende a hacer aceptable el que hombres y mujeres puedan vivir juntos si quieren, pero exigirles el matrimonio si deciden tener hijos.»

La nueva moralidad no es más que la vieja moralidad puesta al día. Hay una necesidad perentoria en el mundo moderno, como la había en Tesalónica, de ponerles delante a hombres y mujeres las demandas insoslayables de la moralidad cristiana, «porque Dios no nos llamó para que viviéramos en la impureza, sino en la consagración.»

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento

CAPÍTULO 4

Parte segunda

INSTRUCCIONES PARA LA VIDA CRISTIANA 4,1-5,24

La acción de gracias introductoria (1,2-3,13) ha ocupado toda la «primera parte» de la carta. De forma semejante, la exhortación final se extiende ahora para formar una «segunda parte» (4,1-5,24). No podemos limitarnos a ver en esta parte de la carta un mero discurso de exhortación moral; es algo más: Pablo no se limita a exhortar; da consignas apostólicas, directrices fundamentales para la vida cristiana en la comunidad y fuera de ella. Llana y fraternalmente expone en cinco temas la forma cristiana de vida. Esta «tradición» cristiana (2Te 2:5) se remonta a Cristo mismo (2Te 1:6); el Apóstol la propone en nombre de Cristo. Cierto que está adecuada vitalmente, en el Espíritu Santo, a la situación peculiar de la comunidad de Tesalónica, pero sigue siendo válida y obligatoria para las comunidades y los cristianos de todos los tiempos. El Apóstol intenta formular aquí, en sus rasgos esenciales, qué es lo que agrada a Dios (2Te 4:1), lo que Dios «quiere» (2Te 4:3; 2Te 5:18), y así lo afirma al principio y al fin. Con estas instrucciones pone los cimientos sobre los que ha de asentarse, dentro de la Iglesia, la vida cristiana. Es importante, por tanto, colocarse sobre estos cimientos apostólicos, evitando apoyarse en cualquier otra base.

INTRODUCCIÓN: PROCURAD AGRADAR A DIOS (4/01-03a).

1 Por lo demás, hermanos, éste es nuestro ruego y nuestra exhortación en el Señor Jesús: habéis recibido de nosotros la manera de portaros para agradar a Dios; ya os portáis así; seguid progresando. 2 Conocéis bien las instrucciones que os hemos dado de parte del Señor Jesús.

Cuando un apóstol exhorta, el Señor está tras él. El Señor exhorta por medio de él. El apóstol enseña como quien «tiene el Espíritu de Dios» (1Co 7:40). Por eso puede «saber y estar seguro» (Rom 14:14), en el Señor, de cuál es la voluntad de Dios, y tener esperanza (Flp 2:19). Eso da a sus disposiciones valor de capítulos del derecho sagrado, de instrucciones espirituales dadas «en nombre del señor Jesucristo» (2Te 3:6; 1Co 1:10), que obligan en conciencia y piden obediencia. No es un cualquiera el que nos exhorta… Estas instrucciones apostólicas han pasado a ser tradiciones en la Iglesia 30. ¿Cómo puede uno conocer lo que está bien y es justo? Fíjese en lo que desde el principio se considera en la Iglesia como bueno y conveniente. En la vida y en la conciencia de fe de la Iglesia, es decir, en la tradición eclesial, ha expuesto y fijado el Espíritu Santo la voluntad de Dios; quien sigue esas tradiciones obedece al Señor mismo, que, mediante ellas, da a conocer su santa voluntad.

Es importante el punto de vista al que subordina Pablo todo el quehacer moral: agradar a Dios. En los comienzos de la predicación (1,10) se aludía al juicio futuro (4,6; cf. 3,13). Lo importante, ahora, es agradar en todo a aquel que escudriña los corazones (2,4). Todo quehacer moral debe ser obediencia religiosa. El cristianismo busca con amor la faz de Dios en todo lo que hace. Sólo conseguirá esa obediencia religiosa quien, como Pablo, mire vitalmente el futuro y sea consciente de que Dios vendrá como juez. Sólo quien mire sin cesar hacia el fin podrá obedecer con fidelidad y sin cesar.

Pablo se corrige a sí mismo: no es necesario exhortar a los tesalonicenses a portarse bien y agradar al Señor; basta exhortarles a seguir progresando en ese camino. El esfuerzo por agradar a Dios no conoce medida. Por eso es necesario seguir exhortando a los que se han convertido y se han decidido a portarse bien y agradar a Dios. Es posible crecer siempre, sin llegar nunca al fin; pues cuando el Señor es Dios, ¿cómo puede decir el siervo que ya ha llegado a la obediencia plena?

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30. Cf. 1,6; 2,13s; 2Te 2:5.

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3a ésta es la voluntad de Dios: vuestra santificación;…

SANTIFICACIÓN: Como introducción (aquí) y conclusión (2Te 5:23), expone Pablo qué es lo que realmente importa en todo quehacer moral: la santificación que Dios pedía ya en el Antiguo Testamento: «Mostraos como santos y sed santos, porque yo soy santo. Yo soy el Señor que os ha sacado de Egipto para ser vuestro Dios. Tenéis que ser santos, porque yo soy santo» (Lev 11:44 s). Es difícil que se haya formulado alguna vez con mayor claridad qué es lo que Dios quiere de nosotros. Hoy, en la nueva alianza, la santificación ya no consiste en sacrificar víctimas ni en observar una serie de prácticas cultuales, como opinaban los gentiles; tampoco consiste en cumplir la ley ni en observar las tradiciones, como creían los judíos; lo que se pide ahora es una vida moralmente santa. Esta vida sagrada procede de Dios (Lev 5:23), de Cristo (Lev 3:13; cf. también 1Co 1:30); es obra suya (1Co 3:12 s), es obra del Espíritu Santo (cf. 4,8 y 2Te 2:13; 1Pe 1:2) y constituye por tanto nuestra primera tarea, la tarea a que hemos sido llamados (1Pe 4:7). Nuestra vida tiene ahora un objetivo decisivo, al lado del cual cualquier objetivo es accidental e incluso absurdo. Pero hemos de estar atentos: la voluntad de Dios, el objetivo vital que nos ha sido propuesto no consiste en que alcancemos la autoplenitud, en que nos realicemos a nosotros mismos, sino en una vida sagrada, es decir: hemos de esforzarnos por agradar a Dios (1Pe 4:2), hemos de esforzarnos por someternos, en obediencia, a su voluntad.

I. APARTAOS DE LOS VICIOS PAGANOS (4/03b-08).

Pablo comienza con una serie de advertencias. Escribe a antiguos paganos que han abandonado «los ídolos, para servir al Dios viviente y verdadero» (1Pe 1:9), pero que, después de hacerse cristianos, continúan inmersos en su antiguo ambiente pagano. Por esa razón es necesario amonestarles, incluso después del bautismo, para que permanezcan firmes en su nueva religión y no recaigan en los dos vicios que eran característicos de la sociedad pagana de entonces: el desenfreno sexual y la codicia. Pablo tiene que amonestar y avisar continuamente a los recién convertidos con estas palabras o con otras semejantes: «Fornicación, cualquier clase de impureza o codicia, ni siquiera se nombren entre vosotros, como corresponde a santos…, sino más bien acción de gracias. Porque, tened esto bien entendido: ningún fornicario, impuro o avariento, que es idólatra, tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios» 31.

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31. Efe 5:3 ss; cf. 1Co 5:11; Col 3:5.

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1. APARTAOS DEL DESENFRENO SEXUAL (Col 4:3b-5).

3b…que os apartéis de la fornicación; 4 que cada cual aprenda a poseer su mujer con santidad y respeto, 5 no por el ardor de la pasión, como los gentiles, que no conocen a Dios;…

Entre los paganos no se consideraba vergonzoso entregarse a la sexualidad. Cuando un converso perdía su unión con Dios y dejaba de concebir su vida como un servicio a Dios, con frecuencia se entregaba en seguida al desenfreno sexual; corría el peligro de recaer en sus antiguas costumbres. Cuando uno deja de amar a Dios, se produce un vacío en sus pensamientos y en sus aspiraciones; el corazón se oscurece, ya no ve la luz y la concupiscencia del corazón humano se desborda 32. Pablo sabe qué es lo que tiene que aconsejar a estos antiguos paganos, en cuyo mundo el matrimonio monógamo y la fidelidad conyugal durante toda la vida no constituían un ideal: «En un ambiente de lascivia, mejor es que cada uno tenga su mujer» (1Co 7:2). Insta, pues, a contraer matrimonio legítimo y, al mismo tiempo, a vivir el matrimonio como conviene. El matrimonio debe contraerse con santidad y respeto, no por el ardor de la pasión, que deshonra el cuerpo del otro y el propio (cf. 1Co 6:18 s). El instinto tiende a esclavizar y a desvalorar al cónyuge; cuando, al contrario, uno se esfuerza por la propia «santificación» y desea «agradar a Dios» (1Co 4:1-3), la santidad y la castidad impregnan su matrimonio. La fe en Dios construye una casa en la que el hombre puede vivir dignamente como hombre. La fe viva transforma y empapa todas las relaciones del hombre.

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32. A este respecto, cf., sobre todo, Rom 1:21-32.

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2. APARTAOS DE LOS NEGOCIOS POCO LIMPIOS (Rom 4:6-8).

6a…que nadie en los negocios ofenda ni engañe a su hermano..

La vida pagana de Tesalónica, gran ciudad comercial, estaba determinada en gran parte por la codicia, por el deseo de aventajar económicamente a los demás. Esta ansia egoísta de ganancias era, junto con la fornicación, una de las características de la vida de entonces. Mientras el hombre permanece encerrado en un individualismo egoísta, la codicia constituye un peligro para el corazón humano, pero cuando en el socio se ve a un hermano, las relaciones con él, toda la moral de los negocios, sufren una transformación. La palabra «hermano» encierra en sí una fuerza maravillosa. Con amor fraterno se resuelven muchos problemas…

6b… porque el vengador de todo es el Señor, como ya os lo hemos dicho y asegurado. 7 Porque Dios no nos ha llamado a la impureza, sino a la santidad.

Dios como vengador o juez no es sólo un recurso que se usa en la primera predicación, para llamar a la fe y a la conversión (1,10); es una realidad que se extiende por encima de toda la vida cristiana (2,4; 3,13). Tiene incluso una urgencia especial para los que han sido llamados por Dios. En el bautismo, Dios nos dio el Espíritu Santo, que nos santifica. El Espíritu obra nuestra santificación, para que nos salvemos (2Te 2:13; cf. tes 5,23s), pero si alguien se le resiste será reo en el juicio. También los cristianos deben trabajar por su salvación «con respeto y temor» (Flp 2:12).

8 Así pues, rechazar esto no es rechazar a un hombre, sino a Dios, que dispensa su Espíritu entre vosotros.

Las instrucciones que Pablo da aquí tienen el peso de una instrucción apostólica. Es algo decisivo para la vida cristiana y debe incorporarse a la tradición de la Iglesia. Tras sus palabras está Dios con su autoridad y el Espíritu Santo. Pablo habla con dureza y energía porque ve surgir un auténtico peligro. No ve sólo el peligro que se deriva del hecho de que los cristianos recién convertidos estén inmersos en un ambiente inmoral; existe también otro peligro: que se trastoquen todos los principios y que se deje de lado la tradición moral que ha sido válida siempre en la Iglesia, considerándola como algo meramente facultativo. Los cristianos deben extraer sus principios morales de la doctrina de la Iglesia; no deben tomar como norma las concepciones anteriores a su conversión.

II. EXHORTACIÓN AL AMOR FRATERNO Y A LA VIDA LABORIOSA (4/09-12).

Pablo pasa ahora a hacer una serie de exhortaciones. No6 da en pocas palabras una serie de directrices para la vida cristiana dentro de la comunidad y en público; la vida comunitaria debe estar regida por el amor fraterno; la vida civil, por la honradez.

1. AMOR FRATERNO (Flp 4:9-10).

9 Acerca del amor fraterno, no necesitáis que os escribamos. Vosotros mismos sois discípulos directos de Dios en esto de amaros unos a otros; 10 y bien que lo practicáis con todos los hermanos dispersos por Macedonia. Sólo nos queda exhortaros, hermanos, a que sigáis adelante en el camino emprendido…

Ha llegado el tiempo en el que nadie necesita enseñar a los demás, porque todos conocen a Dios, desde el más pequeño hasta el más grande (Jer 31:34). Ahora Dios mismo es el maestro de todos (Mat 23:8) y todos son instruidos por Dios, son «discípulos del Señor» 33. No es casual el hecho de que lo primero que Dios ha enseñado a los tesalonicenses sea el amor fraterno. Dios enseña interiormente, derramando el amor en el corazón. El amor tiende a amar. Allí donde es Dios mismo, mediante el amor, quien enseña a los hombres qué es el amor, éstos se convierten automáticamente en «hermanos»: «Porque uno solo es vuestro Maestro, mientras que todos vosotros sois hermanos» (Mat 23:8). Allí donde ha penetrado la doctrina de Dios, surge entre los que han sido convertidos por él una nueva comunión fraterna, cuyo principio rector es el amor. El amor es quien da firmeza a los corazones y los hace limpios y santos para el juicio futuro (Mat 3:12 s).

El amor fraterno que reina en la comunidad se ha manifestado en Ia acogida dispensada a uno que llegó a Tesalónica procedente de Macedonia; fue recibido como hermano. Los de Tesalónica estaban unidos con los hermanos que tenían que vivir dispersos por la provincia. Conviene notar cómo el amor fraterno engendra Iglesia: engendra cohesión, comunión, unidad; no permite que nadie permanezca aislado.

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33. Isa 54:13; cf. Jer 31-34, y además Jua 6:45; Jua 8:38; 1Jn 2:27; Efe 1:17.

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2. IDEAL DE HONRADEZ HUMANA (Efe 4:11-12).

11a…poniendo vuestro honor en vivir en paz, dedicaos a vuestros asuntos…

Hay problemas en la comunidad. Parece ser que algunos andan siempre rondando por todas partes y se inmiscuyen en los asuntos públicos, descuidando su trabajo. Lo que impulsa a Pablo a hablar como lo hace no es un ideal de vida burguesa, que evita cuidadosamente toda responsabilidad en los asuntos públicos, sino una esperanza viva en la venida del Señor. Cuando uno vive esperando el advenimiento de Cristo, muchas cosas, que en realidad no tienen importancia, pierden su falso valor; no es necesario hablar mucho de ellas.

Se desenmascara el exceso de actividad; lo realmente importante son las pequeñas cosas a que a uno le obliga su propio estado. A la luz de la segunda venida de Cristo se ven las cosas tal como son y se aprende a distinguir lo que es importante de lo que no lo es. Uno aprende también a conformarse con el ambiente en que le ha tocado vivir. El estrecho círculo en que uno tiene que vivir su vida, pasa a ser algo importante. Debemos poner nuestro empeño en cumplir las pequeñas obligaciones cotidianas 34.

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34. Cf. tal vez 1Co 7:17-24.

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11b…y trabajad con vuestras propias manos, como ya os lo ordenamos anteriormente. 12 Así os portaréis de manera honorable frente a los de fuera, sin que tengáis que acudir a nadie.

Probablemente algunos se dejaban arrastrar por la pereza. Tal vez el apoyo que la comunidad, con amor, prestaba a los necesitados, constituía para algunos una tentación. Los cristianos deben tener a honor no ser una carga para los hermanos, como hacía Pablo (1Co 2:9; 2Te 3:8), «dando ejemplo» a los tesalonicenses (2Te 3:9). La norma siempre válida es ésta: «Mayor dicha es dar que recibir» (Hec 20:35). El amor no quiere ser una carga para nadie; no permite fácilmente que alguien se convierta en siervo suyo…

Los primeros cristianos se hacían amar «de todo el pueblo» (Hec 2:47) y Pablo les exhorta con estas palabras: «Procurad no servir de tropiezo ni a judíos, ni a griegos, ni a la Iglesia de Dios. Así es como yo mismo procuro en todo el interés de todos, sin buscar mi propia ventaja, sino la de la mayoría, para que se salven» (1Co 10:32 s) La vida cristiana ha de ser una luz. Los mismos infieles, a quienes no les dice nada la santidad ni la voluntad de Dios (cf. 4,3), deben ver que su ideal de honradez humana encuentra su plenitud en la vida de los cristianos.

III. UNA ACLARACIÓN CONSOLADORA: TAMBIéN LOS FIELES QUE YA MURIERON ALCANZARAN LA SALVACIÓN (4/13-18).

Después de advertirles y exhortarles en forma igual o semejante a como solía hacer en todas las comunidades recién fundadas, pasa Pablo a tocar un punto de interés especial para los tesalonicenses. Por Timoteo ha sabido que en la comunidad reina tristeza y tal vez también error, a causa de un conocimiento defectuoso de la fe. Por eso Pablo, al exhortarles a no estar tristes, tiene que hacerlo en forma de aclaración.

1. INTRODUCCIÓN: NO ESTéIS TRISTES, COMO LOS PAGANOS (4,13).

13 No queremos, hermanos, que ignoréis la suerte de los dormidos, para que no estéis tristes, como los demás, que no tienen esperanza.

Una vida sin esperanza es una vida triste. El hombre vive de la esperanza, y por eso quien no cree en un mundo más allá de la muerte no tiene más remedio que esperar un futuro mejor sobre la tierra. Sin esperanza, el hombre no puede vivir, se entristece, aunque a veces no quiera admitir su tristeza. La tristeza debilita las fuerzas vitales o, al contrario, saca al hombre de sus casillas (cf. 4,11; 2Te 3:11), buscando vencer así esa tristeza profunda que le invade. Ambas cosas son igualmente peligrosas para un cristiano. Tanto la falsa pasividad, para la que todo es lo mismo, como la actividad furiosa, que conduce a extravíos. La fe es consciente de que existe un futuro glorioso. La esperanza del cristiano se yergue incluso sobre su tumba. Así se elimina la tristeza, se destierra el fatídico cansancio y se calma la laboriosidad inauténtica.

2. NUESTRA FE EN CRISTO GARANTIZA ESTA AFIRMACIÓN (2Te 4:14).

14 Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, de igual manera Dios, por medio de Jesús, se llevará consigo los que se durmieron.

El hombre no sólo tiene un cuerpo, que puede abandonar y sin el cual cree poder vivir mejor; el hombre vive con su cuerpo, con todos sus sentidos; está condicionado totalmente por su cuerpo. A los antiguos les parecía que la vida de un alma sin el cuerpo, después de la muerte, no era vida humana, sino más bien una especie de sueño tenebroso.

Por eso los judíos y los cristianos esperan, con razón, que la salvación plena consistirá en una resurrección del cuerpo y en una nueva creación. ¿Cómo sucederá esto? Sólo sabemos que seremos semejantes al Señor resucitado. Del cielo «aguardamos como salvador al Señor Jesucristo, que transfigurará nuestro cuerpo de bajeza, para conformarlo a su cuerpo de gloria, según la enérgica acción con que él puede también someter a sí mismo todas las cosas» (Flp 3:20 s). Entonces, la creación estará ya libre de la «servidumbre de la corrupción» (Rom 8:21); tendremos un «cuerpo espiritual (animado e iluminado por el Espíritu Santo)» (Cor 15,44); entonces, nuestro cuerpo tendrá dentro de sí mismo su «redención» (Rom 8:23). Esta «manifestación de los hijos de Dios» la «están aguardando con grande ansia todas las criaturas» (Rom 8:19). A quien cree en un Dios creador le resulta fácil creer que Dios puede crear de nuevo todo lo creado, que puede crearlo mejor. Sabe que un día Dios dará la plenitud gloriosa a toda la creación. «Y dijo el que estaba sentado en el trono: «Mirad, voy a hacer nuevas todas las cosas»» (Rev 21:5). Al final habrá un «cielo nuevo y una tierra nueva» (Rev 21:1).

Cristo es «primicia de los que están dormidos» (1Co 15:20). La resurrección de los muertos ha comenzado ya con la resurrección de Cristo. No sólo eso: el Resucitado es también causa de nuestra resurrección. Los «muertos en Cristo» (1Co 4:16) «también en Cristo revivirán todos… Primero, Cristo; después los de Cristo, en el advenimiento de él» (1Co 15:22 s). En Cristo y por Cristo se realiza nuestra resurrección.

Toda salvación procede de él; de él procede también, por tanto, esta gran acción salvadora final. También los dormidos se incorporarán al victorioso cortejo de Cristo, cuando llegue la gloria final. No debemos alegrarnos sólo por la bienaventuranza eterna, sino también por el día de la parusía, pues ese día será el día de la victoria del Señor. Entonces aparecerá claramente que Dios tenía razón y será un gran día de triunfo para Cristo: «Después, el final; cuando entregue el reino a Dios Padre, y aniquile a todo principado y a toda autoridad y poder. Porque él tiene que reinar hasta que ponga a todos los enemigos bajo sus pies» (1Co 15:24). ¿Quién no se alegrará en esa fiesta? La esperanza de poder participar un día en ella nos consuela y nos anima en medio de todas las contrariedades.

3. ESTA CREENCIA SE APOYA EN LA REVELACIÓN (1Co 4:15-18a).

a) Esto dice la palabra revelada (1Co 4:15).

15 Porque esto es lo que os decimos como palabra del Señor: nosotros, los que aún vivamos hasta el advenimiento del Señor, no les cogeremos la delantera a los que se durmieron.

La «doctrina… de la resurrección de los muertos y del juicio final» pertenecía, según Heb 6:2, a los principios fundamentales de la predicación misionera. No hay duda de que Pablo predicó también en Tesalónica que los muertos resucitarán y serán juzgados junto con los vivos, pero Pablo predicaba sobre todo la salvación y había enseñado a los tesalonicenses a poner su esperanza en la pronta parusía del Señor (Heb 1:9 s; cf. Flp 3:20). Sucede ahora que algunos cristianos recién convertidos de la comunidad han muerto. Estos, que ya se han dormido, ¿no podrán tomar parte en la gran fiesta de la parusía? Es patente que los tesalonicenses tenían una idea falsa del curso que habían de seguir los acontecimientos. Pensaban que la resurrección tendría lugar inmediatamente antes del juicio y a efectos de éste, después de la parusía de Cristo. Pablo tenía que aclararlo, y lo hace invocando la autoridad del Señora5: los muertos no resucitarán sólo para el juicio; los bautizados que mueran antes de la parusía de Cristo serán resucitados a tiempo, para que puedan participar en esa gran fiesta.

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35. Puesto que no hay sobre este punto ninguna revelación expresa del Señor en la que Pablo pueda apoyarse y, según parece, cuando estuvo en Tesalónica no sabía aún nada sobre esto, puede suponerse que tuvo más tarde una revelación especial para aclarar este problema.

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b) Versión libre de la palabra revelada (Flp 4:16-18a).

16 Pues el mismo Señor, a una señal dada por la voz de un arcángel y la trompeta de Dios, descenderá del cielo, y los muertos en Cristo resucitarán primero; 17 después, los que aún vivamos nos uniremos a ellos y, en nubes, seremos arrebatados al encuentro del Señor en el aire.

Para ahuyentar el temor de los tesalonicenses, Pablo tiene que pintar un cuadro del orden en que se producirán los acontecimientos futuros. ¿Cómo será posible que también los muertos participen en el cortejo triunfal? Pablo intenta explicarlo. Dios dará la señal que pone fin a la historia e introduce el acontecer escatológico. «El día y la hora nadie los sabe, ni los ángeles en el cielo, ni el Hijo; sólo el Padre» (Mar 13:32). Todo está decidido en el plan del Padre, y la hora final está escondida en el seno de su santa voluntad.

Cuando haya llegado la hora y Dios haya dado la orden, el arcángel Miguel convocará los ejércitos celestiales, el séquito del Señor (cf. 3,13) y un toque de trompeta dará la señal de marcha. La voz del ángel y la señal de trompeta no resonarán sólo en el ámbito de los cielos; llegarán hasta las tumbas de los muertos, en la tierra. También a ellos va dirigida la llamada del ángel y eI toque de marcha. Junto con los que aún vivamos 36 serán convocados para salir al encuentro del Señor. Entonces empezará la gran fiesta. Cualquier imagen sería pobre para describirla.

El Señor nos librará del castigo futuro (1,10), que caerá sobre el mundo «cuando el señor Jesús se manifieste desde el cielo con los ángeles de su poder y con llamas de fuego tome venganza de los que no conocen a Dios y no obedecen al Evangelio de nuestro señor Jesucristo» (2Te 1:7 s). Por esa razón el encuentro no se producirá sobre la tierra37. Los fieles escaparán al castigo que caerá sobre el mundo incrédulo, porque serán congregados junto a Cristo. De Jesús, pues, no esperamos sólo que nos perdone nuestros pecados, sino también que nos preserve del castigo y de la reprobación definitiva.

Todas las imágenes son insuficientes: quien es arrebatado al encuentro de Cristo penetra en el mundo del más allá y en la forma de existir que es propia de Cristo. No tenemos más remedio que representarnos este «ser arrebatados» como un «ser transformados». Igual que los resucitados, los que aún vivan serán arrebatados al encuentro de Cristo y penetrarán en una nueva forma de existir. Cuando se designa a este mundo de Cristo llamándole aire, la designación no tiene más valor que el de una imagen. Tampoco son las «nubes» las que nos conducen al encuentro de Cristo; son sólo imágenes para designar el ámbito que está más allá de este mundo terreno, en el que rigen leyes existenciales diversas de las que gobiernan nuestra creación. En este mundo de Cristo es imposible entrar sin sufrir antes una transformación, como Pablo indica ya aquí y dice más tarde expresamente: «Morir, no moriremos todos, pero sí seremos transformados en un instante, en un abrir y cerrar de ojos, al sonido de la última trompeta» (1Co 15:51 s). El mundo de Cristo es distinto de nuestro mundo de aquí abajo. Tenemos que cambiar si queremos reunirnos con él. Es necesaria una gran transformación.

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36. Pablo usa en esta perícopa la primera persona del plural, como si se contase a sí mismo entre los que estarán aún vivos en el día de la parusía del Señor. Hay que saber entender la forma de hablar del Apóstol. No enseña con autoridad que él y los tesalonicenses que ahora están vivos no morirán antes de la parusía del Señor. Sería una promesa estúpida. Tampoco se debe pensar que Pablo estaba seguro de esto y que esa seguridad se traiciona en sus palabras, pues sobre este problema Pablo no está seguro (basta leer 5,2 ss). Las palabras de Pablo presuponen una condici6n: que esta esperanza no nos defraude. No entra directamente en el problema de si algunos miembros de la comunidad morirán o no antes de la parusía de Cristo. Si se le hubiera planteado este problema expresamente, probablemente -fundándose en las experiencias que había tenido hasta entonces (cf. 4,13)-, habría afirmado que era posible, y habría añadido, sin duda, que hay que contar en todo momento con la posibilidad de que el fin llegue por sorpresa, en cualquier momento (cf. 5,22 ss). 37. También en Mar 13:24-27 se dice que el Hijo del hombre envía a sus ángeles para salvar a los elegidos de la catástrofe cósmica que destruirá el mundo y para reunirlos, serán arrebatados «desde los confines de la tierra hasta los confines del cielo».

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38a y así estaremos ya para siempre con el Señor.

Nada sabemos por experiencia sobre el terrible final del mundo y del pecado, pero tampoco sabemos nada sobre el nuevo mundo y la existencia en él. La meta de la historia es la unión de Cristo con los fieles. Cuando se alcance esa meta, ya no habrá más que desear. Con Cristo «se nos ha dado todo» (Rom 8:32). A partir de entonces viviremos siempre en comunión con Cristo 38. Cristo es el compendio de toda bienaventuranza. Estar con él: he aquí la plenitud y la felicidad plena39; estar «alejado de la faz del Señor»: he aquí, en cambio, la «condenación eterna» (2Te 1:9). La consideración de esta meta nos consuela aquí abajo, nos da fuerzas para soportar todas las dificultades de la vida. Cuando uno pone sus ojos en esa meta, está tentado de exclamar: «Nuestra ciudadanía está en los cielos» (Flp 3:20). Y si sigue ahondando en esa idea, puede llegar a decir incluso: «Nuestra vida está oculta, juntamente con Cristo, en Dios. Cuando se manifieste Cristo, vida nuestra, entonces también nosotros seremos manifestados juntamente con él en gloria» (Col 3:4).

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38. Cf. 4,14 y también 5,10; 2Te 2:1. 39. En Flp 1:23, Pablo es consciente de que esta felicidad no se les dará sólo a los muertos en el momento de la parusía; puede serles concedida ya inmediatamente después de la muerte. Desde entonces ya nunca llama a la muerte «sueño».

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4. EXHORTACIÓN FINAL (Flp 4:18b).

18b Consolaos, pues, unos a otros, con estas palabras.

Las palabras de Pablo son fuente de consuelo, porque ofrecen esperanza para el futuro. Es importante que los cristianos se consuelen unos a otros. Deben mostrarse unos a otros que la situación no es desesperada, que tienen ante ellos un futuro.

Así, la existencia se inunda de luz y se disipan las tinieblas, que impiden la visibilidad y son causa de tristeza.

Fuente: El Nuevo Testamento y su Mensaje

Estimulo Para el Progreso Etico

En la primera de las tres secciones de instrucción Pablo trata de la conducta ética, en particular la santidad (4:1-8) y el amor fraternal (4:9-12).

1, 2 El motivo para el vivir cristiano es para agradar a Dios (cf. 2:4) al hacer su voluntad. Los lectores están ya haciendo esto, y así el propósito de Pablo es simplemente animarlos a hacer lo que ya están haciendo cada vez mejor. Para en el Señor Jesús ver la nota sobre 1:1. Instrucciones tiene un sentido militar; había un definido estilo de vida asociado con el evangelio, y a los cristianos se les demanda vivir por él.

3 Hacer la voluntad de Dios involucra, entre otras cosas, la santificación. Esta peculiar palabra cristiana se refiere al proceso continuo de estar cada vez más libre de todo pecado y lleno con amor. Ser santificado quiere decir pertenecer a Dios y mostrar el mismo carácter de Dios. Su opuesto es la impureza (7), conducta que es inmoral y corrupta.

Un aspecto de la santidad (hay muchos otros de igual importancia) necesitó ser subrayado, que os apartéis de inmoralidad sexual. Esta frase se refiere a toda clase de relación sexual que no sea la de la relación matrimonial.

4, 5 La RVA ha interpretado el v. 4 en términos de dominio propio sexual. Considera a la palabra gr. skeuos, lit. un “contenedor”, como una metáfora para el cuerpo de una persona, aquí en su aspecto se xual (posiblemente como un eufemismo para el órgano sexual), y el verbo ktasthai para signi ficar “tener dominio sobre” (un uso raro pero comprobado). Algunas otras traducciones interpetan el verbo como “tomar” y el “contenedor” como una mujer, de modo que la instrucción es para “aprender a ob tener una esposa”. Aunque “contenedor” se usa para seres humanos (tanto masculino como femenino) en 1 Ped. 3:7, no es probable que sea su sentido aquí y, en cualquier caso, tal concepto se acerca al de considerar a una mujer como simplemente un objeto sexual. En todo caso, la vida sexual debe ser conducida honorablemente. La santidad no excluye actividad sexual sino que controla su carácter. La forma opuesta de vivir se caracteriza por la lujuria, un deseo físico que no toma en cuenta a la persona como tal y busca complacerse sin control.

6 La inmoralidad sexual se considera incorrecta en que puede involucrar aprovecharse de otra gente. Cometer adulterio es intentar romper una relación matrimonial existente y el lazo de amor que existe en un matrimonio, y se puede describir justamente como hacer daño al hermano. Otra perspectiva menos probable del versículo es que Pablo introdujo el tema nue vo, el de aprovecharse de un hermano en los negocios (una traducción alternativa de en todas estas cosas).

La perversidad de tal conducta se hace ver por el recordatorio de Pablo de que el juicio por el Señor (eso es, Jesús, cumpliendo la función de Dios en el Sal. 94:1) enfrenta a los pecadores.

7, 8 Pero el juicio no es el único motivo para un vivir correcto. Dios no nos llamó a base de lo impuro, como si éste fuera un estado a mantenerse, sino que nos llamó a un camino que involucra su ac tividad en hacernos santos. Por lo tanto, el hacer caso omiso de esta particular instrucción es desatender a Dios mismo quien nos da su Espíritu para hacernos santos.

9, 10 Ahora Pablo vuelve a una instrucción positiva sobre la necesidad de fortalecer e incrementar los lazos fraternales los unos con los otros (gr. filadelfia; €cf.€ 3:12), en la manera como Dios les había instruido e impulsado a realizarlo. El amor de ellos en realidad ya se extendía más allá de su propia iglesia a cristianos en otros lugares, probablemente en dar hospitalidad y ayuda material a otros.

11, 12 Algunas personas en la iglesia estaban abusando de este amor fraternal al vivir de la caridad sin hacer algún trabajo ellos mismos (cf. 2 Tes. 3:6-15). Estos holgazanes pueden haber sido influen ciados por su creencia de que la segunda venida de Jesús estaba cerca; si ello era así, razonaban ellos, ¿por qué molestarse en trabajar? Pablo los instruye a hacerlo asunto de honor el evitar ser entrometidos, el cuidar de sus propios asuntos en una forma responsable, y el estar preparados para trabajar honestamente. Esto les garantizaría el no perder el respeto de otras personas.

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

4.1-8 Las normas sexuales eran muy bajas en el Imperio Romano y hoy en día en muchas sociedades no son más altas. La tentación de practicar relaciones sexuales fuera del matrimonio siempre ha sido poderosa. Ceder a ella puede tener resultados desastrosos. El pecado sexual siempre hiere a alguien: individuos, familias, negocios, congregaciones. No sólo tiene consecuencias físicas sino también espirituales. Para mayor información sobre por qué el pecado sexual es tan dañino, véase la nota en 1Co 6:18.4.1-8 Las actividades y deseos sexuales deben ser puestos bajo el control de Cristo. Dios creó el sexo para la procreación y el placer y como una expresión de amor entre un esposo y su esposa. La experiencia sexual debe limitarse a la relación matrimonial para evitar herirnos a nosotros mismos, dañar nuestra relación con Dios y con otros.4.3 Ser santificado o ser hecho santo es el proceso de vivir la vida cristiana. El Espíritu Santo opera en nosotros conformándonos a la imagen de Cristo (Rom 8:29).4.11, 12 La vida cristiana es más que simplemente amar a otros cristianos. Debemos ser responsables en todas las áreas de la vida. Algunos de los cristianos de Tesalónica habían adoptado una vida de ociosidad, dependiendo de las limosnas de otros. Algunos griegos menospreciaban el trabajo manual. Así que Pablo les dijo a los tesalonicenses que trabajaran duro y llevaran una vida sobria. Usted no puede ser efectivo en compartir su fe con otros si estos no lo respetan. Todo lo que haga, hágalo con fidelidad y sea una fuerza positiva en la sociedad.4.13ss Los tesalonicenses se preguntaban por qué muchos creyentes dormían (habían muerto) y qué pasaría con ellos cuando Cristo regresara. Pablo quería que los tesalonicenses comprendieran que la muerte no es el final de la historia. Cuando Cristo regrese, todos los creyentes -muertos y vivos- se reunirán, para no volver a sufrir o morir.4.15 ¿Qué es lo que Pablo quiere dar a entender cuando dice: «En palabra del Señor»? Pudiera ser algo que Dios reveló directamente a Pablo o fue una enseñanza de Jesús trasmitida en forma oral por los apóstoles y otros cristianos.4.15-18 Saber exactamente cuándo resucitarán los muertos en relación con los otros hechos en la Segunda Venida, no es tan importante como el propósito por el cual Pablo escribió estas palabras: desafiar a los creyentes a consolarse y animarse mutuamente cuando un ser amado muere. Este pasaje puede ser de gran consuelo cuando un creyente muere. El mismo amor que debiera unir a los creyentes en esta vida (4.9) unirá a los creyentes cuando Cristo regrese y reine por la eternidad.4.15-18 Porque Jesucristo resucitó, todos los creyentes también resucitaremos. Todos los cristianos, incluyendo aquellos que estén vivos cuando Cristo regrese, vivirán con El para siempre. Por lo tanto, no debemos desesperar cuando un ser querido muere o cuando los acontecimientos mundiales siguen un rumbo trágico. Dios convertirá nuestras tragedias en triunfos, nuestra pobreza en riqueza, nuestro dolor en gloria y nuestra derrota en victoria. Todos los creyentes a través de la historia se volverán a unir en la misma presencia de Dios, salvos y seguros. Como Pablo consoló a los tesalonicenses con la promesa de la resurrección, nosotros también debiéramos consolarnos y tranquilizarnos unos a otros con esta gran esperanza.4.16 Un arcángel es un ángel de mayor categoría o más santo asignado a una tarea especial. El único arcángel que se menciona en el Nuevo Testamento es Miguel (véase Jud 1:9). LOS HECHOS DEL REGRESO DE CRISTO1. Cristo volverá en forma visible en medio de una gran aclamación.2. Habrá un lamento inconfundible de un ángel.3. Habrá un toque de trompeta como jamás antes se ha oído.4. Los creyentes en Cristo que hayan fallecido se levantarán de sus tumbas.5. Los creyentes que estén vivos serán arrebatados en las nubes para encontrarse con Cristo.Mientras con frecuencia los cristianos no se ponen de acuerdo en cuanto a los acontecimientos que precederán la Segunda Venida de Cristo, ha habido menos desacuerdo sobre lo que sucederá una vez que Cristo regrese.

Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir

REFERENCIAS CRUZADAS

a 93 Col 1:10; 1Pe 2:12

b 94 Flp 1:27

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

29 (III) Exhortación (4,1-12).
(A) Sobre la castidad (4,1-8). 1-2. Intro­ducción a la parénesis de Pablo. 1. Por lo de­más: Fórmula de transición, os rogamos y os exhortamos: El diplomático lenguaje de Pablo da a entender su autoridad. Jesús, el Señor: Se designa así la fuente de dicha autoridad, lo que recibisteis: Pablo recuerda la enseñanza que les impartió anteriormente, presentada como enseñanza tradicional (véase el comentario a 2,13), expuesta al parecer dentro de un marco de referencia judío: el doble «comportaros» (lit., «caminar», hálak) como descripción de la conducta; «agradar a Dios», es decir, con obe­diencia a Dios, como su objetivo. La actitud de Pablo es pastoral; el apóstol aprueba y anima.
2. sabéis: El motivo del recuerdo; Pablo reite­ra instrucciones anteriores. 3-6. El tema de Pablo es la santidad, cuya fuente es el Espíri­tu Santo (v. 8). Los w. 3-6 son una sola sen­tencia en griego, en la que se usan cinco ptc.
3. la voluntad de Dios: Esta idea pertenecía al vocabulario del discurso moral del judaismo tardío, impureza: La santificación implica la evitación de la porneia, «impureza». 4. tomar mujer: Lit., «adquirir un recipiente». Skeuos ktasthai probablemente refleja un giro hebr. que significaba «tomar mujer», pero algunos comentaristas interpretan la metáfora de Pa­blo en el sentido de «mantener el propio cuer­po (o, más concretamente, el órgano viril) ba­jo control» (véase Collins, Studies 311-19, 326-35). santamente: Para Pablo, el matrimo­nio es santificador (1 Cor. 7,7.14; cf. Ef. 5,22-32). 5. que no conocen a Dios: Se supone que, debido a su falta de experiencia de Dios, los paganos caen en la inmoralidad (Rom 1,18-32). 6. este asunto: Lit., «la cosa»; probable­mente en el sentido de castidad, pero algunos comentaristas interpretan to pragma como «en asuntos de negocios», haga injuria o agra­vio a su hermano: Probablemente en el sentido de que el adulterio era considerado una vulne­ración de los derechos del marido, aunque al­gunos comentaristas creen que significa el fraude económico, toma venganza: La última parte del versículo introduce el primer ele­mento de una triple motivación: el juicio veni­dero (v. 6b), la llamada a la santidad (v. 7) y el don del Espíritu (v. 8). Señor: Este título pro­bablemente hace referencia al Jesús de la pa­rusía, aunque algunos lo entienden aplicado a Dios debido a la alusión a Sal 94,2 LXX. 7. La llamada de Dios (2,12; 5,24) es consecuencia de su elección-santificación. 8. desprecia a Dios: Los delitos sexuales no son simplemente delitos contra otros seres humanos; son deli­tos contra Dios. Para un desenvolvimiento posterior, véase 1 Cor 6,16-20. quien os da su Espíritu Santo: El uso de un ptc. pres. subraya la continuidad del don del Espíritu. El Espíri­tu es una realidad presente y activa en las vi­das de los tesalonicenses.
30 (B) Sobre la caridad (4,9-12). 9-10a. sobre el amor fraterno: Pablo introduce un te­ma nuevo (philadelphia) por medio de una fórmula clásica («acerca de») y hace hincapié en él por medio de la preterición. El amor a los demás cristianos es un distintivo de la existen­cia cristiana (Rom 12,10; Jn 13,34; 15,12-17) y probablemente fue un tema de la catequesis bautismal, aprendido de Dios: Quizás referen­cia a dicha catequesis (véanse, sin embargo, Is 54,13; Jr 31,33-34). La philadelphia no excluye el amor a otros; de hecho, debe desbordarse en amor a todos (3,12). La actitud de los após­toles sigue siendo de aprobación pastoral. 10b. os exhortamos: La exhortación continúa (véase v. 1) con la exposición detallada por parte de los apóstoles de algunas de las conse­cuencias del amor dentro de la comunidad.
11. aplicaos: Se utiliza un oxímoron («ambi­cionad carecer de ambición») para hacer ma­yor hincapié. Aunque algunos comentaristas ven aquí una alusión al «entusiasmo» gnósti­co, no se trata necesariamente de eso; los apóstoles simplemente instan a los tesaloni­censes a permanecer tranquilos en su nueva situación religiosa. Como expresión concreta de su interés mutuo, se insta a los tesalonicen­ses a seguir cada cual con su oficio (véase el comentario a 2,9). 12. los de fuera: Aunque existe una marcada distinción entre los cris­tianos y los de fuera (4,5; 1 Cor. 5,12), el modo de vida cristiano ha de causar impresión en los de fuera (1 Cor. 14,23.25.40; cf. Jn. 13,35; 1 Tim. 3,7; Col. 4,5). no tendréis necesidad de na­die: La autosuficiencia es ante todo expresión de interés por los demás (Rom. 13,8; cf. 2 Tes. 3,6-15; 1 Tim 5,13), más que expresión de in­dependencia y autonomía.
31 (IV) Escatología (4,13-5,11).
(A) Primera revelación apocalíptica: la parusía (4,13-18). La perícopa se divide sin dificultad en cuatro secciones que correspon­den a sus cuatro sentencias en griego: (a) anuncio del tema y propósito de la exposición (v. 13); (b) recuerdo del credo y declaración de sus consecuencias (v. 14); (c) explicación basa­da en una palabra del Señor (vv. 15-17); (d) ex­hortación final (v. 18). 13. El tema, los que es­tán dormidos, se introduce formalmente («acerca de»), dormidos: Imagen bíblica de quienes han muerto (Sal 13,4 LXX). Pablo probablemente tiene en mente a los difuntos cristianos (v. 16). Al parecer, algunos de los cristianos de Tesalónica habían muerto en el intervalo que medió entre la evangelización de los apóstoles y la visita de Timoteo. El kerigma apostólico como tal no contenía una conside­ración de la muerte. La falta de esperanza bien podía incluir un punto de inquietud de los cristianos tesalonicenses acerca de su propio destino. Los de fuera tal vez no tengan espe­ranza, pero los cristianos deben ser gente con esperanza (1,3).
32 14. nosotros creemos: Pablo emplea un lema formal para introducir una primitiva fór­mula confesional cristiana. La fórmula bipar­tita pone de relieve la muerte y resurrección de Jesús e implícitamente atribuye esta última a un acto de Dios (véase el comentario a 1,10). Aunque en 1 Cor. 15,3-7 se encuentra una fór­mula confesional amplia, en este caso se utili­za una fórmula simple. La fórmula introduc­toria destaca la fe común de los apóstoles, los recién convertidos de Tesalónica y las comuni­dades cristianas anteriores. Jesús ha muerto y ha resucitado: El uso de la fórmula confesional sirve de base a la exposición que Pablo hace de la fe cristiana. Lo mismo que Dios ha resuci­tado a Jesús de entre los muertos, llevará con Jesús a quienes han muerto en él (→ Teología paulina, 82:59).
33 15-17. En la explicación, Pablo cita una palabra del Señor y hace uso de diversos motivos apocalípticos. 15. palabra del Señor: Aunque algunos comentaristas siguen pensan­do en dichos del Jesús histórico -sea uno afín a Mt. 24,30, sea un agraphony otros apuntan a una revelación personal a Pablo, resulta pre­ferible pensar que Pablo está haciendo uso de un dictum de la primitiva profecía cristiana. La afirmación profética se puede encontrar en los vv. 16-17, mientras que el v. 15b ofrece la reflexión personal de Pablo sobre la situación de la cual ha llegado a tomar conciencia, los que estamos vivos: Pablo supone que la paru­sía tendrá lugar pronto, «la expectativa inmi­nente». Afirma que los vivos no tendrán venta­ja sobre los muertos cuando se produzca (v. 17). 16-17. La declaración profética, llena de motivos apocalípticos, tal vez sea fruto de una anterior declaración apocalíptica judía acerca de la venida del Hijo del hombre, orden, voz del arcángel, toque de trompeta: (Véase Ap. 14; 17; 19; 20). Estos detalles subrayan la iniciati­va divina en el acontecimiento, al encuentro del Señor: Una corriente de exégesis, la «inter­pretación helenística», menciona la entrada solemne de los reyes en una ciudad (conquis­tada) como modelo de esta situación (E. Pe­terson). Otra corriente de exégesis sostiene que la descripción bíblica de la teofanía del Sinaí proporciona el patrón de esta descripción de la parusía (J. Dupont, M. Sabbe). los que murieron unidos a Cristo resucitarán: El mis­mo vb. aplicado en el v. 16 a la resurrección de los difuntos cristianos se aplica en el v. 14 a la resurrección de Jesús; así se subraya la seme­janza de los acontecimientos, en cuanto actos de Dios, y también la resurrección de los cris­tianos como consecuencia de la resurrección de Jesús. La resurrección de los muertos se menciona como el medio empleado por Dios para asegurar que al Señor en su parusía lo acompañen quienes murieron en él. en primer lugar: El orden es un rasgo típico de las des­cripciones apocalípticas; en los vv. 16-17 el or­den se expresa de manera procesional, estare­mos siempre con el Señor: La realidad de la sal­vación última es estar con el Señor (4,14; Flp. 1, 23; cf. 1 Tes. 5,10). nubes: Típico medio de transporte celestial (Dn. 7,13). El encuentro de los cristianos con el Señor entraña a la vez arrebatamiento y algún tipo de transforma­ción (1 Cor. 15,51-54a). 18. consolaos unos a otros: Una invitación al mutuo consuelo se en­cuentra también en 5,11; en este caso, el as­pecto de consolación mutua es especialmente importante.

Fuente: Nuevo Comentario Biblico San Jeronimo

como ciertamente vivís… Textus Receptus (TR) omite.

Fuente: Biblia Textual IV Edición

R766 El artículo τό introduce una pregunta indirecta (así que no hay ningún significado especial relacionado con el artículo; es decir, no debe traducirse).

M161 Λοιπὸν οὖν significa: finalmente, entonces (o así que).

Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego

O, conduciros

Fuente: La Biblia de las Américas

El TR omite como ciertamente os comportáis.

Fuente: La Biblia Textual III Edición

[6] Nada puede ser más claro. Los gentiles son paganos y no conocen a YHWH. Los creyentes no Judíos son Israelitas que sí conocen a YHWH.

[1] En la reunion de Israel.

[2] Gabriel.

[3] El Griego de Strong G109 significa “aire,” o aire bajo más denso alrededor de la tierra, no el cielo mismo. Las nubes pertenecen a la atmósfera de la tierra, no a los cielos. Esta es la primera y bendita resurrección, realizada en dos etapas breves al tiempo que el Moshiaj regresa justo antes del reinado de 1000 años. Este concepto es simple, cuando dejamos que YHWH renueve nuestras mentes. Yahshua hace las cosas tan claras como El puede en Jua 17:15, donde El ora para que los creyentes no sean removidos de la tierra, por tanto eliminando cualquier posibilidad de un supuesto rapto.

[4] El nos encuentra para transformarnos en el aire, ya que la tierra está bajo una maldición. Entonces después de elevevarnos para ser transformados, regresamos con El para reinar.

Fuente: Escrituras del Nombre Verdadero

[13] Sus miembros por la fe y la caridad.[14] No resucitaremos por eso antes que ellos.[16] Habiendo muerto también y resucitado.

Fuente: Notas Torres Amat