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Comentario de 2 Tesalonicenses 1:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de 2 Tesalonicenses 1:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Pablo, Silas y Timoteo; a la iglesia de los tesalonicenses en Dios nuestro Padre y en el Señor Jesucristo:

1:1, 2 Pablo, Silvano y Timoteo, a la iglesia de los tesalonicenses en Dios nuestro Padre ( 2:16) y en el Señor Jesucristo (1.7, 8, 9, 12; 2:1, 8, 14, 16; 3:6, 12) : Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo. — La misma salutación que dieron en la primera carta. Al incluir a otros hermanos en la salutación no significa que participaran en la redacción de la carta.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

2Co 1:19; 1Ts 1:1.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

RESUMEN DE SEGUNDA TESALONICENSES

La Primera Epístola a los Tesalonicenses, generalmente aceptada, fue la más antigua escrita de todas las epístolas de San Pablo, de donde vemos la razón y la conveniencia de su ansiedad de que se lea en todas las iglesias cristianas de Macedonia. – «Te encargo por el Señor que se lea esta Epístola a todos los santos hermanos» (1Ts 5:27). «La existencia de esta cláusula», observa el Dr. Paley, «es una evidencia de su autenticidad; porque, producir una carta, que pretenda haber sido leída públicamente en la iglesia de Tesalónica, cuando no se había leído ni escuchado ninguna carta en esa iglesia, sería producir una impostura destructiva de sí misma. O la Epístola fue leída públicamente en la iglesia de Tesalónica, durante la vida de San Pablo, o no fue así. Si lo fuera, ninguna publicación podría ser más auténtica, ninguna especie de notoriedad más incuestionable, ningún método para preservar la integridad de la copia más segura. Si no lo fuera, la cláusula seguiría siendo una condena permanente de la falsificación, y uno supondría, un impedimento invencible para su éxito.» Sin embargo, su autenticidad nunca ha sido discutida; y ha sido universalmente recibido en la iglesia cristiana, como la producción inspirada de San Pablo, desde el período más antiguo hasta el presente. La circunstancia de que este mandato se haya dado, en la primera epístola que escribió el Apóstol, también implica un fuerte y declarado reclamo del carácter de un escritor inspirado; como de hecho colocó sus escritos en el mismo terreno con los de Moisés y los antiguos profetas.

La segunda Epístola, además de esas marcas de autenticidad y autoridad que posee en común con las demás, tiene la más alta evidencia de su inspiración divina, en la representación que contiene del poder papal, bajo los caracteres de «el Hombre de pecado» y el «Misterio de la iniquidad». La verdadera adoración cristiana es la adoración del único Dios, a través del único Mediador, el hombre Cristo Jesús; y de esta adoración la iglesia de Roma se ha marchado más notoriamente, sustituyendo a otros mediadores, invocando y adorando a santos y ángeles, adorando imágenes, adorando al anfitrión, etc. Se sigue, por lo tanto, que «el Hombre de pecado» es el Papa; no solo por la vergonzosa vida de muchos de ellos, sino por medio de sus doctrinas y principios escandalosos; prescinde de los deberes más necesarios, vendiendo indulgencias e indulgencias por los crímenes más abominables, y pervirtiendo la adoración de Dios a la más grosera superstición e idolatría. Evidentemente, fue el principal designio del Apóstol, al escribir a los tesalonicenses, confirmarlos en la fe, animarlos a una valiente profesión del Evangelio y a la práctica de todos los deberes del cristianismo; pero suponer, con el Dr. Macknight, que pretendía probar la autoridad divina del cristianismo mediante una cadena de argumentos regulares, en los que respondía a las diversas objeciones que se supone que los filósofos paganos habían avanzado, parece bastante ajena a la naturaleza de las epístolas, y para estar basadas en una noción errónea, que los filósofos diseñaron en un período tan temprano para entrar en una disputa regular con los cristianos, cuando en realidad los ridiculizaron como entusiastas y tildaron sus doctrinas de «tonterías». persecución de su gran objeto, «es notable», dice el Dr. Doddridge, «con qué dirección mejora toda la influencia que su celo y fidelidad en su servicio deben darle naturalmente, inculcarles los preceptos del Evangelio, y persuadirlos a actuar de acuerdo a su carácter sagrado. Este era el gran punto que siempre mantuvo a la vista, y al que todo lo demás se hizo subordinado. Nada aparece, en ninguna parte de sus escritos, como un diseño para establecer su propia reputación, o para hacer uso de su ascendencia sobre sus amigos cristianos para responder a cualquier propósito secular propio. Por el contrario, en esta y en sus otras epístolas, descubre una consideración muy generosa y desinteresada por su bienestar, renunciando expresamente a cualquier autoridad sobre sus conciencias, y apelando a ellas, que había elegido mantenerse a sí mismo por el trabajo de este propio manos, en lugar de probar ser una carga para las iglesias, o dar el menor color de sospecha, que, bajo el celo por el evangelio, y la preocupación por su mejora, estaba llevando a cabo una visión siniestra privada. Debe permitirse que el descubrimiento de un temperamento tan excelente lleve consigo un fuerte argumento presuntivo a favor de las doctrinas que él enseñó….Y, de hecho, quien lee las epístolas de San Pablo con atención, y entra en el espíritu con el cual fueron escritos, discernirán tales caracteres intrínsecos de su autenticidad, y la autoridad divina de las doctrinas que contienen, como lo harán, tal vez, producirán en él una convicción más fuerte que toda la evidencia externa con la que son atendidos».

Estas observaciones están muy bien fundamentadas y son muy importantes; y para ninguna otra Epístola pueden aplicarse con mayor fuerza que las producciones más sobresalientes del Apóstol inspirado. Los últimos dos capítulos de la primera epístola, en particular, como observa con justicia el Dr. A. Clarke, «ciertamente están entre los más importantes y sublimes del Nuevo Testamento. El juicio general, la resurrección del cuerpo, y los estados de los vivos y los muertos, los injustos y los justos, se describen, concisamente, pero se exhiben en los puntos de vista más llamativos y que afectan».

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Pablo les da testimonio de la buena opinión que él tenía de su fe, amor y paciencia, 2Ts 1:1-10;

además les da diferentes razones para consolarlos en su persecución, siendo la principal el juicio justo de Dios, 2Ts 1:11, 2Ts 1:12.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

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UNA SIMPLE LLAMADA TELEFÓNICA ACLARARÍA LOS PROBLEMAS QUE los creyentes tenían en la iglesia primitiva. Pero, por supuesto, no existían los teléfonos en el mundo antiguo. Había que localizar a Pablo personalmente donde estuviera y entregarle una carta con preguntas. Entonces, el apóstol dictaba su respuesta y entregaba a alguien esta carta para que la regresara. Debido a las distancias y los lentos métodos de transporte, este proceso tomaba semanas e incluso meses. El espacio de tiempo intermedio solía permitir que se esparcieran o se arraigaran profundamente falsas creencias en las nuevas iglesias. La Segunda Epístola a los Tesalonicenses es un ejemplo de esa situación. Pablo tuvo que escribir esta carta para corregir falsas ideas sobre la Segunda Venida que surgieron en esa iglesia.

Pablo se encontró una oposición tenaz cuando predicó por primera vez el evangelio en Tesalónica (Hch 17:1-9), y se vio forzado a huir por la noche a Berea. Sus viajes lo llevaron pronto a Corinto. Desde aquella ciudad envió a Timoteo de vuelta a Tesalónica para determinar la condición de la iglesia allí. Timoteo volvió con un informe fortalecedor: los cristianos tesalonicenses resistían a pesar de la persecución. No sólo eso, también el testimonio de la fe firme de los tesalonicenses estaba esparciéndose por toda Macedonia (1Ts 1:8). Pablo escribió una carta para animar a la joven iglesia y contestar unas cuantas preguntas que recibió de Timoteo. Pablo escribió 2 Tesalonicenses poco después para corregir algunos malentendidos sobre el tiempo del fin y para contrarrestar falsas enseñanzas que se introdujeron sigilosamente en la iglesia.

Desde que se escribió 1 Tesalonicenses, Pablo recibió informes del progreso continuo de la iglesia en Tesalónica que indicaban su fidelidad al evangelio. Sin embargo, también habían surgido problemas doctrinales. Falsos maestros comenzaron a decir a los creyentes de Tesalónica que el día del Señor ya estaba cerca. Esos maestros estaban aplicando mal y posiblemente, torciendo la enseñanza de Pablo de que el día del Señor vendría inesperadamente (1Ts 5:2). Más probablemente por esto, algunos creyentes dejaron de trabajar y simplemente estaban esperando el día del Señor. Quizás el enfrentar persecución también provocó estas creencias extremas sobre la Segunda Venida.

En 2 Tesalonicenses, Pablo declara con énfasis que él nunca enseñó que el día del Señor ya había llegado. Para contrarrestar la doctrina falsa, Pablo dio a los tesalonicenses una buena dosis de la verdad, les explicó sobre la aparición del hombre de pecado y su prominencia durante el tiempo del fin. Además les recuerda que Dios los había llamado y eran salvos por la obra de Cristo. En vista de este hecho, los exhorta a mantenerse firmes en Cristo (2Ts 2:13) y trabajar duro (2Ts 3:12), siempre esperando con paciencia el regreso de Cristo.

Pablo se identifica como el autor de 2 Tesalonicenses e incluso hace ver que él mismo la escribió con su propia mano cuando finaliza la carta (2Ts 1:1; 2Ts 3:17). Aunque muchos padres de la Iglesia, como Ireneo, Tertuliano, y Clemente de Alejandría, confirman que esta carta vino de Pablo, ciertos eruditos modernos cuestionan su autenticidad. Hay quienes afirman que 1 y 2 Tesalonicenses enseñan doctrinas contradictorias sobre la Segunda Venida. Se dice que la primera carta enseña una inminente vuelta de Cristo, pero que en la segunda se incluye un período intermedio de «violencia» antes de la venida de Cristo. Un examen más cuidadoso del asunto revela que las instrucciones de las dos cartas con relación al tiempo del fin son complementarias, no contradictorias. La primera epístola a los tesalonicenses enfatiza lo repentino de la venida del Señor para quienes no están preparados, mientras la segunda destaca algunos sucesos que ocurrirán antes del regreso de Cristo. Como Pablo escribió 2 Tesalonicenses para corregir un malentendido que surgió por su primera carta, es comprensible la diferencia entre ambas cartas.

Segunda a los Tesalonicenses fue escrita desde Corinto poco después de 1 Tesalonicenses, o alrededor del 51 o 52 d.C.

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Bosquejo

I. Estímulo por la fidelidad a pesar de la persecución 2Ts 1:1-12

A. Saludo 2Ts 1:1, 2Ts 1:2

B. Agradecimiento por su fidelidad 2Ts 1:3-5

C. Garantía de juicio a los perseguidores 2Ts 1:6-10

D. Oración por su glorificación 2Ts 1:11, 2Ts 1:12

II. Explicaciones relativas al día del Señor 2Ts 2:1-17

A. Corrección de la enseñanza falsa de que el día del Señor ha llegado 2Ts 2:1, 2Ts 2:2

B. Evidencia de que el día del Señor no ha comenzado 2Ts 2:3-12

C. La obra de Dios en los creyentes y la respuesta de estos 2Ts 2:13-17

III. Exhortación a continuar fieles a Dios 2Ts 3:1-15

A. Deseo de oraciones y servicio continuo a Dios 2Ts 3:1-5

B. Se condena la ociosidad 2Ts 3:6-15

IV. Bendición de gracia y paz 2Ts 3:16-18

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

Pablo, Silvano y Timoteo también fueron los autores y editores de 1 Tesalonicenses.

Silvano (Silas en latín) fue el compañero de viajes de Pablo desde que comenzó el segundo viaje misionero. Participó en la fundación de la iglesia en Tesalónica (Hch 17:1-4).

Timoteo también acompañó a Pablo en su segundo viaje misionero. Su informe de la iglesia en Tesalónica fue la ocasión para escribir 1 Tesalonicenses (1Ts 3:6-8).

a la iglesia: El vocablo griego ekklesia significa «reunión» o «asamblea». Aunque los tesalonicenses sufrían persecución y se estaban infiltrando falsos maestros en la iglesia, Pablo aún se dirige a ellos como una asamblea en Dios nuestro Padre y en el Señor Jesucristo. Sus circunstancias difíciles no cambiaron su posición ante Dios.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

Introducción a 2 Tesalonicenses

Bosquejo

Saludos (2Ts 1:1-2)

I. Pablo alienta a los tesalonicenses en la persecución (2Ts 1:3-12)

A. Gratitud por su crecimiento espiritual (2Ts 1:3)

B. Encomio de las otras iglesias por su paciencia (2Ts 1:4)

C. Seguridad respecto al resultado final (2Ts 1:5-10)

D. Sus oraciones por ellos (2Ts 1:11-12)

II. Pablo corrige a los tesalonicenses en la profesión de fe (2Ts 2:1-17)

A. El día del Señor no ha llegado (2Ts 2:1-2)

B. El inicuo se revelará primero (2Ts 2:3-12)

C. Permanecer firmes en la seguridad de la verdad y la gracia (2Ts 2:13-17)

III. Pablo exhorta a los tesalonicenses en la práctica (2Ts 3:1-15)

A. A orar por él (2Ts 3:1-2)

B. A permanecer constantes en el Señor (2Ts 3:3-5)

C. A mantenerse alejados de los revoltosos y a llevar una vida disciplinada (2Ts 3:6-15)

Saludo final y bendición (2Ts 3:16-18)

Autor: Pablo

Tema: El retomo de Cristo

Fecha: ca. 51 ó 52 d.C.

Trasfondo

Cuando se escribió esta epístola, la situación en la iglesia de Tesalónica era casi la misma que cuando Pablo escribió la primera epístola (véase introducción a 1 Tesalonicenses). Es probable, por eso, que esta epístola se escribiera sólo pocos meses después de 1 Tesalonicenses mientras Pablo estaba todavía trabajando en Corinto con Silas y Timoteo (2Ts 1:1; cf. Hch 18:5). Parece que cuando se le informó a 15 Pablo de la llegada de su primera epístola y de los nuevos acontecimientos de la iglesia de Tesalónica, se sintió impulsado a escribir esta segunda epístola.

Propósito

El propósito de Pablo es semejante al de 1 Tesalonicenses:

(1) alentar a los nuevos convertidos perseguidos;

(2) exhortarlos a la vida disciplinada y a ganarse su sustento; y

(3) corregir algunas creencias erróneas acerca de los acontecimientos finales relacionados con «el día del Señor» (2Ts 2:2).

Visión panorámica

Mientras que el tono de la relación de Pablo con los tesalonicenses en su primera epístola es el de una nodriza tierna que cuida a sus hijos (1Ts 2:7), en esta epístola es más como el de un padre que disciplina a algunos hijos indisciplinados y corrige su rumbo (2Ts 3:7-12; cf. 1Ts 2:11). Él los encomia por su fe constante y los alienta de nuevo a permanecer fieles a través de la persecución por la que pasan (2Ts 1:3-7).

La sección principal de la epístola trata del día final del Señor (2Ts 2:1-12; cf. 2Ts 1:6-10). Según 2Ts 2:2, parece que algunos de Tesalónica afirmaban, por «espíritu» (una revelación), «palabra» (mensaje verbal) o «carta» (supuestamente de Pablo), que ya habían comenzado el tiempo de la gran tribulación y el día del Señor. Pablo corrige ese malentendido al declarar que tres acontecimientos importantes señalarían que el día del Señor había llegado (2Ts 2:2):

(1) habría una gran apostasía y una rebelión (2Ts 2:3),

(2) el impedimento puesto por Dios contra la maldad se quitaría (2Ts 2:6-7), y

(3) «el inicuo» se revelaría (2Ts 2:3-4; 2Ts 2:8-12). Pablo advierte a los de la iglesia que no pongan la esperanza del inminente retorno de Cristo como una excusa para no trabajar. El exhorta a todos los creyentes a vivir con diligencia y disciplina (2Ts 3:6-12).

Características especiales

Las características principales de esta epístola son tres:

(1) Contiene uno de los pasajes más elaborados del NT acerca del desenfreno de la iniquidad y del engaño al final de la historia (2Ts 2:3-12).

(2) El justo juicio de Dios que acompañará a la segunda venida de Cristo se describe aquí en términos apocalípticos, semejantes al libro de Apocalipsis (2Ts 1:6-10; 2Ts 2:8).

(3) Emplea términos para el anticristo que no se encuentran en ninguna otra parte de la Biblia (2Ts 2:3; 2Ts 2:8).

Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena

Introducción, 1:1-12.

Saludo epistolar, 1:1-2.
1 Pablo, Silvano y Timoteo, a la iglesia de Tesalónica en Dios nuestro Padre y en el Señor Jesucristo: 2 gracia y paz sean con vosotros de parte de Dios Padre y del Señor Jesucristo.

Es una repetición, casi a la letra, del saludo de la carta anterior. únicamente que a “gracia y paz” se añade de modo explícito el complemento: “de parte de Dios Padre y del Señor Jesucristo.” Esto lo seguirá ya haciendo Pablo en todas sus cartas, a excepción de Col, en que se omite la alusión a Jesucristo.

Acción de gracias a Dios, 1:3-12.
3 Hemos de dar a Dios gracias incesantes por vosotros, hermanos; y es esto muy justo, porque se acrecienta en gran manera vuestra fe y va en progreso vuestra mutua caridad, 4 y nosotros mismos nos gloriamos de vosotros en las iglesias de Dios, por vuestra paciencia y vuestra fe en todas vuestras persecuciones y en las tribulaciones que soportáis. 5 Ello es prueba del justo juicio de Dios, en el que seréis juzgados dignos del reino de Dios, por el cual padecéis. 6 Pues es justo a los ojos de Dios retribuir con tribulación a los que os atribulan, 7 y a vosotros, atribulados, con descanso, en compañía nuestra, en la manifestación del Señor Jesús desde el cielo con sus milicias angélicas, 8 tomando venganza con llamas de fuego sobre los que desconocen a Dios y no obedecen al Evangelio de nuestro Señor Jesús. 9 Esos serán castigados a eterna ruina, lejos de la faz del Señor y de la gloria de su poder, 10 cuando venga, en aquel día, para ser glorificado en sus santos y admirado en todos los que creyeron, y vosotros habéis creído a mi testimonio. 11 Para eso sin cesar rogamos por vosotros, para que nuestro Dios os haga dignos de vuestra vocación, y con su poder convierta en realidad todo buen deseo de santidad y obra de fe, de suerte que el nombre de nuestro Señor Jesús sea glorificado en vosotros y vosotros en El, según la gracia de Dios y del Señor Jesucristo.

Como de costumbre, al saludo epistolar sigue la acción de gracias, en que el Apóstol suele hacer el elogio de los destinatarios. Alaba aquí el proceder de los tesalonicenses, soportando valientemente tantas persecuciones. Es una manera de prepararlos para los reproches que vendrán luego en los capítulos siguientes.
La perícopa resulta bastante embrollada gramaticalmente, por la excesiva abundancia de proposiciones incidentales. El pensamiento fundamental parece ser éste: las persecuciones sufridas por los tesalonicenses (v.3-4), son “prueba” (έ ‘νδειγμα ) de [un futuro justo juicio de Dios, donde serán premiados con la merecida recompensa (v.5; cf. Hec 14:22). Dicho de otra manera: puesto que en Dios hay justicia (cf. Rom 2:6-16), el hecho de que en este mundo haya justos perseguidos y perseguidores indemnes es prueba cierta de que ha de llegar un día en que se dé el merecido castigo a esos perseguidores y el merecido premio a los perseguidos, que así entrarán a gozar de la gloria del “reino de Dios,” por cuya consecución tanto han tenido que sufrir. Es el caso en que se hallan los tesalonicenses, y por lo que Pablo da gracias a Dios.
Este pensamiento fundamental lo desarrolla luego más el Apóstol en los v.6-10, describiendo los castigos y los premios destinados respectivamente a pecadores y a justos en la parusía, con la consiguiente inversión de la suerte de los perseguidores y perseguidos. Todo ello, en aquellos momentos de prueba, debía servir de gran consuelo a los tesalonicenses. Los términos con que San Pablo describe el castigo de los malos son sumamente expresivos: retribuirá “con tribulación” (v.6)., tomará “venganza en llamas de fuego” (v.8)., serán castigados “a eterna ruina, lejos de la faz del Señor y de la gloria de su poder” (v.8). En esta última expresión: “lejos de la faz del Señor” (από προσώπου του Κυρίου ), podemos ver aludida la que llaman los teólogos pena de daño, consistente en quedar alejados para siempre de la presencia de Dios 329. Por lo que respecta a “tomar venganza en llamas de fuego” (εν πυρι φλογόβ ), quieren ver algunos una alusión a la destrucción del mundo en la conflagración final (cf. 2Pe 3:10), o también al fuego con que los reprobos serán atormentados en el infierno (cf. Mat 25:41); sin embargo, parece mucho más probable que se aluda simplemente al esplendor o “fuego llameante” con que aparecerá Cristo en la parusía, lo mismo para castigar a los malos (v.6.8.9) que para premiar a los buenos (v.7.10). Es decir, se aplica a Cristo, sin que sea fácil saber dónde termina el simbolismo y dónde comienza la realidad, lo que es elemento más o menos obligado en las teofanías bíblicas, a fin de hacer resaltar la potencia y majestad de Dios (cf. Exo 3:2; Exo 19:18). Es de notar que, hablando de la recompensa a los buenos, San Pablo la enfoca bajo el aspecto de “descanso” (άνεσιν , ν .7), en consonancia por contraste con las persecuciones y trabajos de la vida presente. En otros lugares de sus cartas hablará más bien de “vida eterna,” “herencia de Dios,” “salvación.” (cf. Rom 5:9; Rom 6:22; Gál 4:7; Rom 6:8; 1Co 5:5). También es de notar la mención “en nuestra compañía,” uniendo la suerte de sus evangelizados a la suya, detalle familiar y lleno de cariño (v.y; cf. 1Co 4:8). Las dos expresiones “glorificado en sus santos” y “admirado en todos los que creyeron” (v.10), alusivas a la gloria de los justos en la parusía, son prácticamente equivalentes, y significan que, cuando llegue ese día, la gloria de Cristo se comunicará plenamente a sus fieles (cf. Rom 8:18; 1Co 15:23; 2Co 4:14; Flp 3:20-21), lo cual a su vez cederá en honor de Cristo mismo, provocando en los así beneficiados un sentimiento eterno de admiración ante el poder y gloria de Cristo.
Entre esos “santos” o “que creyeron,” añade el Apóstol, estarán los tesalonicenses, pues han creído a su predicación o “testimonio” (v.10). Finalmente, San Pablo, en los v. 11-12, dirige a Dios una oración por los tesalonicenses, a fin de que los haga “dignos de su vocación” (cf. 1Te 2:12; 1Te 4:7; 1Te 5:24) o, lo que es prácticamente lo mismo, “convierta en realidad todo buen deseo de santidad 330 y obra de fe” (v.11; cf. 1Te 1:3). Es éste, como si dijéramos, el fin inmediato de la oración de Pablo. Fin último es el de que Jesucristo “sea glorificado” en los tesalonicenses y los tesalonicenses “glorificados” en Jesucristo (v.1a). Parece claro, dado el contexto, que el Apóstol está refiriéndose a la “glorificación” en la parusía, no simplemente a la que resulta, ya en este mundo, de una vida auténticamente cristiana. Cristo “será glorificado” en sus fieles, en cuanto que en ese día quedarán de manifiesto públicamente su poder, su bondad y la eficacia de su sacrificio; y los fieles “serán glorificados” en Cristo, en cuanto que participarán eternamente de su gloria, siendo asociados a su reino y felicidad. Y todo esto lo tendremos “según la gracia de Dios y del Señor Jesucristo” (v.1a), es decir, beneficio que debemos a su inmensa liberalidad. Clara afirmación de la necesidad de la gracia en orden a la consecución de nuestra salud (cf. Flp 2:13).

Fuente: Biblia Comentada

La Segunda Epístola de Pablo a los Tesalonicenses

Título

En el NT griego, 2 Tesalonicenses es titulada «A los Tesalonicenses». Esto representa la segunda correspondencia canónica de Pablo a la comunidad de creyentes en la ciudad de Tesalónica (cp. 2Ts 1:1).

Autor y fecha

Al igual que en 1 Tesalonicenses, Pablo se identificó a sí mismo dos veces como el autor de esta carta (2Ts 1:1; 2Ts 3:17). Silvano (Silas) y Timoteo, los colaboradores de Pablo en la fundación de la iglesia, estaban presentes con él cuando escribió. La evidencia, tanto dentro de esta carta como con respecto al vocabulario, estilo, y contenido doctrinal, fuertemente apoya a Pablo como el único autor posible. El tiempo de esta escritura seguramente se llevó a cabo unos pocos meses después de la primera epístola, mientras que Pablo aún estaba en Corinto con Silas y Timoteo (2Ts 1:1; Hch 18:5) a finales del 51 d.C. o a principios del 52 d.C. (vea la Introducción a 1 Tesalonicenses: Autor y fecha).

Contexto histórico

Para la historia de Tesalónica, vea la Introducción a 1 Tesalonicenses: Contexto histórico. Algunos han sugerido que Pablo escribió esta carta desde Éfeso (Hch 18:18-21), pero su estancia de dieciocho meses en Corinto proveyó amplia oportunidad para que ambas epístolas tesalonicenses fueran escritas (Hch 18:11).

Aparentemente, Pablo se había mantenido al tanto de los sucesos en Tesalónica a través de correspondencia o mensajeros. Quizás el portador de la primera carta le trajo de regreso a Pablo noticias acerca de la condición de la iglesia, la cual había madurado y se había expandido (2Ts 1:3); pero la presión y la persecución también se habían incrementado. Las semillas de falsa doctrina con respecto a la venida del Señor habían sido sembradas, y la conducta de las personas era desordenada. Entonces Pablo le escribió a su amado rebaño quien estaba: 1) desalentado por la persecución y necesitaba incentivo para perseverar; 2) engañado por falsos maestros que los confundieron acerca del regreso del Señor; y 3) siendo desobediente a mandatos divinos, particularmente al rehusarse a trabajar. Pablo escribió para hablar de esos tres asuntos al ofrecer: 1) consuelo para los creyentes perseguidos (2Ts 1:3-12); 2) corrección para los creyentes falsamente enseñados y asustados (2Ts 2:1-15); y 3) confrontación de los creyentes desobedientes e indisciplinados (2Ts 3:6-15).

Temas históricos y teológicos

Aunque los caps. 2Ts 1:1-12; 2Ts 2:1-17 contienen mucho material profético debido a que el principal asunto era un serio malentendido generado por los falsos maestros acerca del día del Señor venidero (Pablo revela que ese día no había venido y no vendría, sino hasta que ciertos acontecimientos ocurrieran), aún es mejor llamar a esta epístola una «carta pastoral». El énfasis se encuentra en como mantener una iglesia sana con un testimonio eficaz en respuesta apropiada a una escatología sana y obediencia a la verdad.

La escatología domina los asuntos teológicos. Una de las afirmaciones más claras de la escatología personal para incrédulos se encuentra en el 2Ts 1:9. La disciplina de la iglesia es el enfoque principal del 2Ts 3:6-15, el cual necesita ser considerado junto con Mat 18:15-20; 1Co 5:1-13; Gál 6:1-5; y 1Ti 5:19-20 para entender la enseñanza bíblica completa acerca de este tema.

Retos de interpretación

La recompensa y la retribución eternas son discutidas en el 2Ts 1:5-12 en términos generales tales que es difícil identificar precisamente algunos de los detalles con respecto al tiempo exacto. Asuntos que conciernen al día del Señor (2Ts 2:2), él lo que restringe (2Ts 2:6-7), y el inicuo (2Ts 2:3-4; 2Ts 2:8-10) proveen material profético desafiante para interpretar.

Bosquejo

I) El saludo de Pablo (2Ts 1:1-2)

II) El consuelo de Pablo para la aflicción (2Ts 1:3-12)

A) A manera de aliento (2Ts 1:3-4)

B) A manera de exhortación (2Ts 1:5-12)

III) La corrección de Pablo del error profético (2Ts 2:1-17)

A) Crisis profética (2Ts 2:1-2)

B) Corrección apostólica (2Ts 2:3-12)

C) Consuelo pastoral (2Ts 2:13-17)

IV) La preocupación de Pablo por la iglesia (2Ts 3:1-15)

A) Con respecto a la oración (2Ts 3:1-5)

B) Con respecto a la vida indisciplinada (2Ts 3:6-15)

V) La bendición de Pablo (2Ts 3:16-18)

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

Vea la nota sobre 1Ts 1:1.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

1:1, 2 Pablo, Silvano y Timoteo, a la iglesia de los tesalonicenses en Dios nuestro Padre ( 2:16) y en el Señor Jesucristo (1.7, 8, 9, 12; 2:1, 8, 14, 16; 3:6, 12) : Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo. – La misma salutación que dieron en la primera carta. Al incluir a otros hermanos en la salutación no significa que participaran en la redacción de la carta.

Fuente: Notas Reeves-Partain

LEVANTAD VUESTROS CORAZONES

2 Tesalonicenses 1:1-12

Esta carta la envían Pablo y Silvano y Timoteo a la iglesia de los tesalonicenses que es en Dios nuestro Padre y en nuestro Señor Jesucristo. ¡Gracia y paz a vosotros de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo!
Hermanos: Para nosotros no es menos que un deber dar gracias siempre a Dios por vosotros como es debido, porque vuestra fe es cada vez más estable, y porque vuestro amor mutuo y general crece cada vez más, de manera que nosotros mismos hablamos con orgullo de vosotros en las iglesias de Dios sobre vuestra constancia
y fe en medio de todas las persecuciones y aflicciones que sufrís -que son sin duda una prueba positiva de que el juicio de Dios era correcto en cuanto a que debíais ser considerados dignos del Reino de Dios por cuya causa estáis sufriendo. Y ese juicio es justo, al ser correcto a los ojos de Dios, como lo es, el retribuir con aflicción a los que os afligen, y con alivio con nosotros a vosotros que sois afligidos, cuando el Señor Jesucristo sea revelado desde el Cielo con el poder de Sus ángeles en una llama de fuego cuando dé el pago que les es debido a los que no reconocen a Dios ni hacen caso a la Buena Noticia de nuestro Señor Jesús. Estos son tales que recibirán el castigo de la destrucción eterna que los desterrará para siempre de la presencia del Señor y de la gloria de Su fuerza, cuando venga para ser glorificado por Sus santos y admirado por todos los creyentes -¡porque nuestro testimonio a vosotros fue recibido con fe!- aquel Día. Con este fin oramos siempre por vosotros para que nuestro Dios os tenga por dignos de la llamada que os llegó, y lleve a feliz término por Su poder toda decisión de obrar el bien y toda obra inspirada por la fe, para que el nombre de nuestro Señor Jesús sea glorificado en vosotros y vosotros en él, de acuerdo con la gracia de nuestro Dios y del Señor Jesucristo.

Tenemos en este pasaje inicial toda la sabiduría de un verdadero maestro. Parece que los tesalonicenses le habían enviado a Pablo un mensaje lleno de dudas. Habían tenido miedo de que su fe no iba a poder resistir la prueba y que -para decirlo con la frase expresiva moderna- iban a quedar con una asignatura pendiente. La respuesta de Pablo no tenía por, objeto sumirlos más en El pantano del desaliento mostrándose de acuerdo con ellos, sino resaltar sus virtudes y logros de tal manera que aquellos cristianos desanimados y timoratos cuadraran los hombros y dijeran: » Bien, si Pablo tiene ese concepto de nosotros debemos seguir presentando batalla.»

«Bienaventurados -decía Mark Rutherford- los que nos sanan de nuestros autodesprecios.» Y eso fue lo que hizo Pablo por la iglesia tesalonicense. Sabía que muchas veces una alabanza juiciosa puede hacer más que una crítica indiscriminada, y que una alabanza prudente nunca hace que uno se duerma en los laureles, sino más bien le llena de deseo de hacerlo mejor todavía.
Hay tres cosas que Pablo escoge como señales de la iglesia vital.

(i) Una fe que es estable. Es la marca del cristiano en progreso que cada vez está más seguro de Jesucristo. La fe que puede que empezara por una hipótesis culmina en una certeza. James Agate dijo una vez: «Yo no tengo una cabeza que se me deshaga y tenga que volver a hacer como una cama. Hay algunas cosas de las que estoy absolutamente seguro.» El cristiano llega a esa etapa en la que añade a la emoción de la primera experiencia la disciplina del pensamiento cristiano.

(ii) Un amor en ascendente. Una iglesia que crece es la que aumenta en capacidad de servicio. Uno puede que empiece sirviendo a sus semejantes por el sentimiento del deber que le impone su fe cristiana, y que culmine sirviéndolos porque ese es su mayor gozo. La vida de servicio reserva el gran descubrimiento de que la generosidad y la felicidad van de la mano.

(iii) Una constancia que resiste. Pablo usa una palabra magnífica, hypomoné, que se suele traducir por paciencia, pero que no quiere decir la habilidad de soportar pasivamente lo que se le venga a uno encima. Se ha descrito como » la constancia viril en la adversidad,» y describe el espíritu que no solo se mantiene firme en circunstancias difíciles, sino que las conquista. Acepta los golpes de la vida; pero, al aceptarlos, los transforma en escalones a un nuevo logro.

El mensaje animador de Pablo acaba en la visión más alentadora de todas. Acaba en lo que podríamos llamar la gloria recíproca. Cuando Cristo venga otra vez será glorificado en Sus santos y admirado por los que hayan creído. Aquí tenemos la verdad vertiginosa de que nuestra gloria es Cristo y la gloria de Cristo somos nosotros. La gloria de Cristo está en los que han aprendido en Él a resistir y a conquistar, y así a brillar como luces en un lugar oscuro. La gloria de un maestro está en los discípulos que produce; la de los padres, en los hijos que educa no solo para que se ganen la vida sino para que la enriquezcan; a nosotros se nos conceden el tremendo privilegio y la tremenda responsabilidad de que la gloria de Cristo esté en nosotros. Podemos contribuir al crédito o al descrédito del Maestro al Que pertenecemos y tratamos de servir. ¿Puede haber mayores privilegio y responsabilidad?

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento

CAPÍTULO 1

Introducción

LA IGLESIA EN EXPECTATIVA DEL SEÑOR

Desde que Cristo está en este mundo es el tiempo final. Las fuerzas del reino de Dios que actúan ya en medio de este mundo tienden hacia la consumación. El fin o meta del tiempo es para los creyentes el nuevo cielo y la nueva tierra (Rev 21:1). Jesucristo anunció el mensaje de salvación y afirmó perentoriamente que había comenzado ya a alborear el tiempo nuevo. El cristiano debe ser sobrio y vigilante en la fe.

En este tiempo vive la Iglesia, que el Señor quiere conducir a su casa como a su esposa querida. ésta va por el mundo sin perder de vista el fin, la reunión con Jesucristo (Rev 2:1). No todos los hombres creen el mensaje de la inauguración del reino de Dios en Cristo (Rev 3:2). No obstante la Iglesia, sin entregarse a doctrinas erróneas ni a fantasías de ninguna clase, debe seguir su camino tranquilamente y con vigilancia. Debe tomar en serio y realizar el mensaje apostólico. Cada comunidad es Iglesia en el lugar mismo en que vive. Por ella deben reconocer cristianos y paganos lo que es Iglesia. Ahora bien, en un ambiente pagano acechan peligros a la comunidad. Tanto por falsos maestros de este «mundo» como por falsos hermanos (2Co 11:26) puede verse extraviada la comunidad y alejada de la sana doctrina. E1 apóstol tiene por tanto el deber de preservar a sus comunidades de las falsas doctrinas y de contrarrestar los abusos. La comunidad de Tesalónica había comenzado bien. El Apóstol podía presentarla como modelo «no sólo en Macedonia y en Acaya, sino en todas partes» (1Te 1:8). Ahora, sin embargo, ha llegado a sus oídos que se han producido abusos en la comunidad. Por esto en su calidad de apóstol que tiene cuidado de sus almas por encargo del Señor, se siente en la obligación de escribir a la comunidad una carta, en la que tiene que hablar de las falsas doctrinas y de los abusos.

1. Probablemente se ha recrudecido la hostilidad contra la nueva comunidad cristiana. En efecto, los judíos que en Tesalónica querían excitar contra Pablo también al pueblo y a las autoridades de la ciudad (cf. Hec 17:13), han dado quizá nuevos pasos contra la comunidad. Así los cristianos han tenido que experimentar dolores, persecución y tribulaciones. El Apóstol se ve en la necesidad de explicar a su comunidad que los sufrimientos y las tribulaciones forman parte de la vida cristiana. En efecto, el Señor mismo había dicho: «Acordaos de la palabra que os dije: El esclavo no es mayor que su señor. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán» (Jua 15:20). Los cristianos son peregrinos y forasteros en este mundo y deben soportar diversas tribulaciones. Pero sufren por el reino de Dios. La fe y la constancia son las actitudes con que el cristiano ha de resistir firmemente a los asaltos del mundo. El Apóstol puede asegurar con gran satisfacción que en las otras comunidades de Dios ha podido mostrarse orgulloso de la constancia y de la fe de los tesalonicenses (Jua 1:4).

Con todo, los sufrimientos se acabarán. Los cristianos, por su parte, no deben perder nunca de vista su fin en medio de las tribulaciones. Cuando retorne el Señor, también la comunidad podrá celebrar su propia y espléndida victoria (Jua 1:10). Entonces los opresores serán castigados (Jua 1:6). Han dejado pasar el momento oportuno, han repudiado a Cristo, el Señor, y han perseguido a sus discípulos. Por esto al final de los tiempos, el día postrero, experimentarán el justo juicio de Dios.

2. En medio de su gran aflicción suspira el hombre por que se acabe el tiempo de sus sufrimientos. La comunidad sabe que cuando venga el Señor todo irá bien, toda lágrima será enjugada (Rev 21:4), y los cristianos gozarán, por fin, estando con el Señor para siempre (1Te 4:17). En los momentos de aflicción y de persecución puede la Iglesia atribulada suspirar por la venida del Señor más ardientemente que en los tiempos tranquilos. Pero entonces pueden también presentarse personas que se crean especialmente iluminadas o más capacitadas que los otros, afirmando tener noticias exactas sobre la venida del Señor. Esto puede dar lugar a que cundan por la comunidad sin la menor crítica entusiasmos infundados y doctrinas erróneas.

La Iglesia, que se halla en la expectativa del Señor, puede verse amenazada por dos actitudes desacertadas: una tranquilidad despreocupada, en la que no se tome ya en serio la inminente manifestación del Señor, o también una exaltación entusiástica en la que no se hace ya el menor caso de la palabra del Señor: «Estad, pues, sobre aviso y velad; porque no sabéis cuándo será ese momento» (Mar 13:33).

En la primera carta a los Tesalonicenses tiene el Apóstol que enfrentarse con la primera de estas dos falsas actitudes. La actitud de quienes, complaciéndose en sí mismos, tienen una falsa seguridad y una paz aparente, puede también insinuarse en la Iglesia. «Cuando estén diciendo (las gentes): «Paz y seguridad», entonces, de repente, caerá sobre ellos la calamidad, como los dolores de parto sobre una mujer encinta; y no habrá manera de escapar» (1Te 5:3).

En la segunda carta a los Tesalonicenses tiene que enfrentarse el Apóstol con la segunda de dichas actitudes falsas. En la comunidad se ha producido gran agitación, debido ya a algún falso profeta, o a algunas malas interpretaciones del mensaje apostólico, o bien a una carta atribuida falsamente a Pablo (1Te 2:2). La exaltación entusiástica se basa en la afirmación de que ya ha llegado el día del Señor.

El Apóstol se ve en la necesidad de combatir resueltamente tal opinión, que es peligrosa para una auténtica vida de la fe y de la comunidad. Para tener a raya el entusiasmo de los exaltados les ordena Pablo que recuerden efectivamente su predicación. En ella les había dicho con toda claridad que antes de la manifestación definitiva del Señor han de tener lugar acontecimientos con que se ponga a prueba su fe. Aparecerá el Anticristo. La Iglesia vivirá en grandes aprietos y no pocos apostatarán (1Te 2:3). Mediante falsos prodigios y mediante un despliegue de grandes señales de poder ejercerá gran influjo en los que están en vías de perdición (1Te 2:9). Los que se mantengan fieles tendrán que sostener un rudo combate contra la mentira y la seducción. En cambio, los que no estén sólidamente arraigados en la fe darán crédito a la mentira (1Te 2:11 s). No hay por tanto la menor razón de alegrarse o de entusiasmarse desmesuradamente. Hay que reconocer y aceptar la dura realidad. Mantenerse firmes en la fe y atenerse a las tradiciones orales y escritas que la comunidad ha recibido del Apóstol: tal es el imperativo de la hora presente.

Cuando llegue el momento será aniquilado el Anticristo por el Señor Jesús con un soplo de su boca (1Te 2:8). El Señor es quien dirige poderosamente la historia, y así el Anticristo aparecerá a su tiempo y se retirará también a su tiempo. Todo está sencillamente en manos de Dios, que todo lo domina. A pesar de la tribulación que todavía se espera y a pesar de todos los combates y persecuciones, al fin todos los verdaderos cristianos saldrán victoriosos y serán recibidos en la gloria de Dios (1Te 1:10). Aun recomendando la serenidad y sobriedad, quiere el Apóstol consolar y alegrar a la comunidad. Pero ahora los cristianos, con obediencia de fe y con gozosa esperanza, deben aguardar la hora de Dios, sin dejarse desorientar y confundir con ninguna clase de entusiasmos ilusorios.

3. Juntamente con estas instrucciones y correcciones de principio debe el Apóstol fustigar enérgicamente un desorden existente en la comunidad. Hay en ella holgazanes que quieren vivir a costa de los miembros de la comunidad. No se sabe con seguridad cómo pudo introducirse este abuso. Parece ser que algunas gentes dejaron su trabajo porque contaban de un momento a otro con la venida del Señor. A su parecer carecía de sentido seguir todavía trabajando. Pero también es posible que algunos que se habían convertido hubieran vuelto a callejear como antaño. Es que para un griego libre era una vergüenza tener que trabajar. Aunque quizá había también cristianos que a costa de la comunidad querían llevar la vida cómoda de burgueses ricos.

El Apóstol tiene que intervenir con toda su autoridad apostólica para llamar al orden a esas gentes. Los holgazanes pueden crear fácilmente descontento en la comunidad. Probablemente invocan incluso el precepto cristiano del amor al prójimo y provocan así a los que tienen buen corazón.

Los miembros de la comunidad que trabajan tranquilamente, pero con diligencia, podrían sentirse desengañados por sus hermanos y hermanas y llegar a la convicción de que quien practica el amor cristiano hacia el prójimo se ve explotado. Así podrían exasperarse y caerse de brazos.

Pablo censura a los ociosos. él mismo se presenta como ejemplo. Cuando estaba en Tesalónica trabajaba día y noche para no ser gravoso a nadie (1Te 3:7 s). Esto lo hizo por dos razones, aun sabiendo que como ministro de la palabra tenía derecho a su sustento (1Te 2:9). Quería hacer notoria su intención pura y evitar que se pudiera pensar que quería enriquecerse mediante la proclamación del mensaje de Cristo. En segundo lugar quería que su presencia no fuera una carga suplementaria para las pobres gentes de Tesalónica. Por esto trabajó entre los Tesalonicenses. Sus exhortaciones culminan en esta clara instrucción: «El que no quiere trabajar, que no coma» (1Te 3:10).

No obstante estos abusos, los buenos no deben cansarse de hacer el bien (1Te 3:13). El amor es lo único que acredita a la comunidad de Cristo; por esto los cristianos, pese a todas las recaídas, deben volver constantemente a esta actitud cristiana fundamental. A los holgazanes se los debe amonestar y hasta se los debe evitar si es necesario (1Te 3:14); con todo, son y serán siempre hermanos. Cualquier enemistad que surgiera en la comunidad impediría la propagación del Evangelio y haría languidecer la vida de la Iglesia (1Te 3:14 s). El apóstol Pablo escribió desde Corinto esta segunda carta a los Tesalonicenses poco después de la primera. En ella se nos da una imagen viviente de la vida comunitaria de la Iglesia primitiva. Pero al mismo tiempo se nos muestra que en todo tiempo pueden producirse abusos en la Iglesia. Combatirlos corresponde conjuntamente a los rectores de la Iglesia y a los fieles, que viven vigilantes y sobrios en el mundo y aguardan al Señor Jesucristo.

ENCABEZAMIENTO 1/01-02

1. REMITENTE Y DESTINATARIOS (1Te 1:1).

1a Pablo, Silvano y Timoteo…

En la vida de la Iglesia no debe haber distinciones de categoría. Todos los fieles están llamados a la libertad de los hijos de Dios. Cierto que hay diferencias en la responsabilidad y en los deberes, pero no deben surgir contiendas por las posiciones y los honores. El Señor dijo a sus discípulos: «Pero vosotros no dejéis que os llamen rabí; porque uno solo es vuestro maestro, mientras todos vosotros sois hermanos» (Mat 23:8).

Con tal actitud saludan Pablo y sus colaboradores a los hermanos y hermanas de Tesalónica. En el original griego se expresa la fraternidad entre los ministros de la palabra mediante la repetición de la conjunción «y»: Pablo, y Silvano, y Timoteo saludan a la comunidad unidos entre sí con amor fraterno. La solicitud del Apóstol se dirige a la vida de la comunidad. El ministerio eclesiástico no representa por tanto una posición honorífica, ya que con humildad e insistencia debe invitar a la obediencia al pequeño rebaño. Silvano y Timoteo son dos acreditados colaboradores del apóstol Pablo. En su actividad apostólica han experimentado abundantes satisfacciones y sufrimientos. Pablo y Silvano habían estado juntos en la prisión. Habían recibido muchos golpes por confesar a Cristo. En la prisión habían orado y cantado a medianoche cánticos de alabanza a Dios. El Señor los había liberado maravillosamente de la prisión (cf. Hec 16:19-30). Vivencias en las que el Señor pone de manifiesto su poder unen a los discípulos del Señor.

Timoteo es discípulo de san Pablo. El Apóstol podía fiarse de él. Con frecuencia lo había alabado y propuesto como ejemplo a las comunidades. «Espero en el Señor enviaros lo más pronto posible a Timoteo, para que yo también respire tranquilo al saber noticias vuestras. A nadie tengo que participe como él de mi disposición de alma, para ocuparse sinceramente de vuestras cosas; pues todos buscan sus propios intereses, no los de Cristo Jesús. Pero ya sabéis las pruebas que él ha dado; porque como hijo al lado de su padre ha estado conmigo al servicio del Evangelio» (Flp 2:19-22). Con estas recomendaciones a la comunidad de Filipos muestra el Apóstol la honda amistad que le une con Timoteo. Silvano y Timoteo predicaron juntos el Evangelio por encargo del Apóstol. Estuvieron juntos en Macedonia para predicar allí a Cristo (Hec 18:5). Ahora estaban de nuevo con el Apóstol en Corinto.

El que da testimonio de Cristo no estará solo. Hallará hermanos y hermanas penetrados también de la palabra de Dios. Así surge una nueva fraternidad basada en el encargo de Cristo: «Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos» (Mat 28:19). Tres hombres saludan a la comunidad: tres hombres que en el seguimiento de Cristo han experimentado la asistencia y el poder del Señor. Así pueden y quieren colocar a la comunidad sobre el sólido fundamento de una fe sana e íntegra, libre de entusiasmos ilusorios y de vanas doctrinas erróneas.

1b … a la Iglesia de los tesalonicenses, fundada en Dios, nuestro Padre, y en el Señor Jesucristo.

El destinatario de la carta es «la Iglesia» de Tesalónica. Toda comunidad, por pequeña y pobre que sea, es Iglesia de Jesucristo. Las personas de una ciudad experimentan en su comunidad local lo que es Iglesia.

La comunidad cristiana en una ciudad se distingue netamente de la comunidad del pueblo y de la comunidad ciudadana por el hecho de estar fundada en Dios, nuestro Padre, y en el Señor Jesucristo. Los autores de la carta tienen probablemente puesta la mira en la comunidad reunida para el culto. Este es el ámbito en el que los creyentes, estrechamente unidos, perciben directamente la palabra de Dios, porque Cristo mismo habla con la palabra de los apóstoles. En la asamblea cultual se reúnen para oír el mensaje y para fortalecerse para la vida en el mundo.

Un mismo Padre, nuestro Padre, une a todas las comunidades y a todos los cristianos entre sí. Por todas partes viven en el mundo hijos de Dios, que pueden hablar y orar a «nuestro Padre». El Apóstol subraya esta realidad para dar testimonio de su unión con la comunidad en Dios, nuestro Padre, y en el Señor Jesucristo.

2. SALUDO (Mat 1:2).

2 Gracia y paz a vosotros de parte de Dios Padre y del Señor Jesucristo.

La nueva vida en Dios tiene como consecuencia nuevas formas y costumbres de vida. El Apóstol no se contenta con el saludo corriente, con la fórmula normal con que los griegos se desean mutuamente alegría. Por eso el Apóstol desea a la comunidad ese bien de salvación del que todo bien depende. En el saludo se desean los hombres todo bien. Dios nos redimió y nos constituyó en nuevas criaturas por Jesucristo. «En otro tiempo erais tinieblas; mas ahora, luz en el Señor» (Efe 5:8). Esto es efecto de la gracia. La gracia nos convierte en hombres nuevos, que somos buen olor de Cristo para el mundo. El cristiano ha de ser tratable, amable y atrayente. Así el Apóstol desea en primer lugar a la comunidad este bien, del que proceden todos los demás bienes.

La paz fue siempre el anhelo de los pueblos. Los israelitas estaban convencidos de que, al fin de los días, Dios otorga la paz, que es la armonía perfecta entre todos los hombres. La bendición de Dios reposará sobre la comunidad de los hombres, que podrán desarrollarse plenamente conforme a su propia peculiaridad. La injusticia y la falta de amor perturban constantemente la paz. Los hombres saben que la paz es su mayor felicidad. Sin embargo, ellos solos no pueden lograrla.

Con Cristo se han inaugurado los últimos tiempos. El que se acerca a Cristo, recibe sus dones y se muestra digno de ellos, ése puede ya recibir la verdadera paz y vivir en ella. En efecto, ahora se puede decir de Cristo: «él es nuestra paz, el que de los dos pueblos hizo uno, derribó el muro medianero de la separación, la enemistad» (Efe 2:14). Por razón de la fe y del amor que recibe la comunidad por medio de la gracia de Cristo, puede hoy y aquí vivir ya por lo menos en paz interior. Por esto deben los cristianos desearse mutuamente gracia y paz.

La gracia y la paz que vienen de Dios Padre y del Señor Jesucristo, se extenderán también fuera de la comunidad de los creyentes si ellos mismos son verdaderamente hijos de la paz y como tales proceden. Aquí se hace ya visible algo de la paz plena y sin limitaciones que está prometida como don de salvación de los últimos tiempos. Una vez más menciona Pablo uno al lado del otro a Dios Padre y al Señor Jesucristo (*). De esta manera quiere confesar a Cristo, el Hijo de Dios. En el Antiguo Testamento oraban las gentes a Yahveh, el Señor. Nosotros oramos también a Cristo, el Señor. En el título de «Señor» que luego en la liturgia se amplía en la invocación «Señor, ten piedad», confiesa la Iglesia a Cristo, el Hijo de Dios. Por él, con él y en él honra ahora al Padre en el cielo.

……………

2. Cf. por ejemplo todavía Rom 1:7; 1Co 1:3; 2Co 1:2; Gal 1:3; Efe 1:2; Flp 1:2.

………………………

Parte primera

PALABRAS DE ALIENTO 1,3-12

La palabra de Dios que la comunidad recibió por mediación del Apóstol, no le llegó de manera humana, sino «con poder, con el Espíritu Santo y con profunda convicción» (tes 1,5). La comunidad creció muy modestamente. En poco tiempo se robusteció de tal manera, que podía servir de modelo a todas las comunidades vecinas. Ahora bien, estos buenos comienzos se ven ahora en peligro. Los judíos de Tesalónica veían en la nueva comunidad cristiana un peligroso adversario. Excitaban al pueblo contra la comunidad y contra el Apóstol. Pablo había experimentado en Tesalónica la hostilidad en su propio cuerpo, pues sus compatriotas excitaban contra él a las autoridades políticas. «Estos son los agitadores del mundo entero, que han llegado hasta aquí, y los hospeda Jasón, todos ellos actúan contra los decretos del César, diciendo que hay otro rey, Jesús» (Hec 17:6 s). Muchos cristianos hubieron de experimentar lo duro y difícil del seguimiento de Cristo. Por esto quiere el Apóstol decir unas palabras de aclaración. El cristiano no está al abrigo de persecuciones. Todo lo contrario. Los contrastes se agudizan. «Seréis odiados por todos a causa de mi nombre; pero quien se mantenga firme hasta el final, éste se salvará» (Mar 13:13). Con estas palabras predijo el Señor las persecuciones a sus discípulos. Así, pues, el verse vejados y perjudicados por los hombres no es motivo de tristeza y desaliento, sino más bien un motivo de gozo. En efecto, tales experiencias son indicio de que la comunidad ha de hacerse digna del reino de Dios. Dios es justo. Así, «en aquel día» castigará también a los opresores con opresión. El Apóstol puede por tanto consolar a la comunidad y exhortarla a la paciencia.

1. ACCIÓN DE GRACIAS (1/03-04).

3a Constantemente tenemos que estar dando gracias a Dios por vosotros, hermanos, como es justo, …

La mayor parte de las cartas del Apóstol comienzan con una gozosa acción de gracias (*). él ve siempre en primer lugar los efectos de la gracia de Dios. ésta mantiene unida a la comunidad y la capacita para dar testimonio a cristianos y no cristianos. En la fe experimenta el Apóstol la acción de Dios, que conserva su Iglesia y que asiste a los apóstoles, a los que utiliza como instrumentos. Sólo después de cantar las alabanzas de la virtud divina en las comunidades se cree el Apóstol en el deber de exhortar y de censurar. Pero, pese a los fallos de más de una comunidad, lo primero de todo es siempre la acción de gracias por la dirección divina.

Esta acción de gracias es un deber. Quien tiene los ojos abiertos y por tanto comprende, debe dar gracias a Dios por su magnífica dirección. Esta acción de gracias es sencillamente justa y necesaria. Como en una balanza responden los pesos a la mercancía, así también a las grandes gestas de Dios debe corresponder la acción de gracias de la comunidad. El que rehusara al Señor la acción de gracias por su acción en la Iglesia y no hiciera más que criticar, sería realmente muy desagradecido; en efecto, nuestra acción de gracias y nuestra alabanza a Dios no podrán nunca responder suficientemente a lo que Dios ha hecho en nosotros.

En la celebración de la eucaristía hallamos un eco de las palabras del Apóstol: Demos gracias al Señor, nuestro Dios. Es justo y necesario. Realmente es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.

La acción de gracias y el gozo llevan a una fraternidad más profunda. Por eso habla Pablo a la comunidad como a hermanos. Debemos dar gracias porque por el amor de Dios que es superior a todo hemos sido hechos hermanos y hermanas, «linaje escogido, sacerdocio regio, nación santa» (1Pe 2:9).

……………

* Por ejemplo: Rom 1:8; 1Co 1:4; Efe 1:16; Flp 1:3; Col 1:3; 1Te 1:2.

……………

3b … porque vuestra fe crece considerablemente y cada vez es mayor el amor de cada uno de vosotros por los demás.

Pablo pudo experimentar que las energías fundamentales de la vida cristiana se desenvuelven rápidamente. La fe no es sólo un reconocer firmemente verdades reveladas. Es vida, que puede crecer y prosperar, pero también debilitarse y enfermar. El cristiano experimenta en la fe la nueva vida. Sus ojos se abren al esplendor de Dios, y sus oídos perciben la palabra de la verdad y de la vida. Así la fe debe ser alimentada si se quiere que crezca normalmente. El que acoge las palabras del Apóstol será «un buen servidor de Cristo Jesús, alimentándose de los principios de la fe y de la buena enseñanza» (1Ti 4:6). El progreso de la fe en la comunidad fundada por Pablo es para el Apóstol motivo de profunda y gozosa gratitud al Señor.

La consecuencia inmediata de una fe robusta es el amor vivo. Fe sin amor sería como sol sin calor, una contradicción. «Si tengo tanta fe como para mover montañas, pero no tengo amor, nada soy» (1Co 13:2). El signo distintivo de la auténtica condición de discípulo es el amor que brota de la fe: «En esto conocerán todos que sois mis discípulos: en que tenéis amor unos con otros» (Jua 13:35).

El Apóstol se goza en particular del amor dentro de la misma comunidad. Es que el amor de los cristianos entre sí es para el mundo un testimonio elocuente de la fe. La fraternidad que reinaba en la comunidad cristiana de Jerusalén hacía que las gentes se fijaran en la Iglesia. «Se mantenían adheridos a la enseñanza de los apóstoles y a la comunión fraterna… Alababan a Dios y tenían el favor de todo el pueblo. Y el Señor agregaba día tras día a la comunidad a los que iban siendo salvados» (Hec 2:42.47).

El Señor mismo dijo que el amor de los discípulos entre sí había de ser un signo para el mundo: «Yo en ellos y tú en mí, para que lleguen a ser consumados en uno, y así el mundo conozca que tú me enviaste y que los has amado como me has amado a mí» (Jua 17:23). La nueva vida en fe y amor es don del Padre a sus hijos, un rayo de la luz divina en medio de las tinieblas de la incredulidad y del pecado. La acción de gracias con alabanza de Dios es la respuesta del hombre que ha recibido la nueva vida.

4a Esto nos permite, en las Iglesias de Dios, enorgullecernos de vosotros:…

El gozo del Apóstol por el vigoroso robustecimiento de la comunidad se convierte en primer lugar en alabanza de Dios, pero tal comunidad puede a la vez servir de edificación a otras. El Apóstol publica lo que ha visto entre los tesalonicenses. Con ello se animan y se entusiasman las comunidades. La vida de una buena comunidad sirve de acicate a las comunidades vecinas. El Apóstol no disimula con humildad mal entendida sus éxitos misioneros entre los tesalonicenses. Sabe muy bien, en efecto, que el Señor es el que da la prosperidad (Cf. 1Co 3:6). Dar a conocer a otros los éxitos y las buenas experiencias en las comunidades de Dios es una forma de alabanza de Dios. Sólo quien experimenta como obra de Cristo la fe y el amor en una comunidad, puede dar testimonio de la fuerza y de la gracia de Dios en la Iglesia.

4b … de vuestra constancia y fe en medio de todas vuestras persecuciones y de las tribulaciones que soportáis.

La alabanza del Apóstol está muy bien fundada. La comunidad ha tenido que soportar mucho últimamente y ha aceptado perseverantemente las pruebas que Dios le tenía preparadas. La fe de la Iglesia provoca constantemente contradicción. Persecución y prisión, oprobios y pobreza, perjuicios y burlas tienen que soportar los cristianos de aquellos que con soberbia e indiferencia repudian a Cristo. «Todos los que quieran vivir religiosamente en Cristo Jesús, serán perseguidos, mientras que los hombres malvados e impostores irán de mal en peor, engañando y engañados» (2Ti 3:12 s).

Estos sufrimientos son una prueba para los cristianos. éstos deben mostrar precisamente aquí que están dispuestos «a perder su vida para encontrarla» (Mat 10:39). Si el cristiano soporta pacientemente los sufrimientos que se le infligen en este tiempo final, en la gran mutación que se aproxima se le convertirán en motivo de orgullo. Ahora bien, la paciencia y la constancia no son obra propia del cristiano, sino un gran don de Dios. Por eso puede el cristiano permanecer obediente en sus quehaceres y bajo el yugo de sus sufrimientos. No cae en la tentación de esquivar las tribulaciones mortales ni depone las armas en la lucha con los poderes de este mundo. Porque sólo «quien se mantenga firme hasta el final, éste se salvará» (Mat 24:13).

2. Justa interpretación de los sufrimientos (1/05-10).

Los sufrimientos, aun para aquellos que poseen gran constancia, pueden convertirse en tentaciones cuando no se alcanza a ver su final. Pablo, pastor de almas, traza con vivos colores, la imagen del final de los tiempos, para que la comunidad, manteniéndola ante sus ojos, no olvide el objetivo de su peregrinaje: la felicidad eterna junto al Señor.

a) Los sufrimientos son indicio de elección (Mat 1:5).

5 Así se manifiesta el justo juicio de Dios, para que vosotros resultéis dignos de ese reino de Dios, por el que también padecéis.

El juicio de Dios está comenzando. En el fuego purificador de las tribulaciones lleva Dios ya a cabo desde ahora la separación entre los hombres. Al final de la historia será cuando Dios dé a conocer su decisión. Todos los que perseveren en la fe y en el amor tendrán derecho de ciudadanía en el reino de Dios cuando llegue la consumación del mundo. Vale la pena, por tanto, de perseverar en los sufrimientos, porque el creyente puede ver en ellos un tiempo de prueba antes de ser admitido en el reino de Dios. «Si es (que uno sufre) por cristiano, no se avergüence, sino dé gloria a Dios por este nombre. Porque ha llegado el tiempo de que comience el juicio por la casa de Dios. Y si empieza por nosotros, ¿cuál será el final de los que se rebelan contra el Evangelio de Dios?» (/1P/04/16s).

El Señor tuvo que explicar a sus discípulos que tenía que sufrir mucho para entrar en su gloria (Cf. Luc 24:26). Estas palabras eran duras para los discípulos de Jesús, que no querían tomarlas en serio. Así también el Apóstol debe explicar a sus comunidades la necesidad del sufrimiento. Esto es incomprensible e irritante para un mundo que no está dispuesto a ser de Cristo y a crucificar la carne con sus pasiones y deseos (cf. Gal 5:24). San Lucas refiere en los Hechos de los apóstoles sobre la predicación de Pablo y Bernabé entre los nuevos cristianos del sur de Galacia: «Confirmaban los ánimos de los discípulos, exhortándolos a permanecer en la fe y diciéndoles que por muchas tribulaciones tenemos que pasar para entrar en el reino de Dios» (Hec 14:22).

b) La venida del Señor representará la gran mutación (Hec 1:6-8).

6 Realmente, a los ojos de Dios es justo que los que os atribulan sean a su vez atribulados, 7a mientras que vosotros, los atribulados, encontréis, juntamente con nosotros, el debido reposo…

Los temerosos de Dios se hallan secreta y también abiertamente en un aprieto ante la cuestión de por qué a los impíos les va bien en este mundo y, en cambio, les va mal a los que viven religiosamente. El Salmista mismo se hacía ya esta dolorosa consideración: «Sin embargo, mis pies por poco vacilaron, por poco resbalaron mis pisadas. Porque miré con envidia a los impíos, viendo la prosperidad de los malos. Pues no hay para ellos dolores; su vientre está sano y pingüe» (/Sal/073/03). Sin embargo, al final del Salmo, aparece la convicción: «Porque los que se alejan de ti perecerán; arruinas a cuantos te son infieles. Pero mi bien es estar apegado a Dios» (Sal 73:27 s). «No os engañéis: de Dios no se burla nadie; pues lo que el hombre sembrare, eso mismo cosechará» (Gal 6:7). Esto aparecerá claro al final. Los opresores de los creyentes serán ellos mismos oprimidos. Será una opresión con la que nunca habían contado, pues «terrible cosa es caer en manos del Dios viviente» (Heb 10:31).

CONDENACION/LIBERTAD: Sin embargo, la venganza que alcanzará a los opresores no es la venganza de un Dios que da palos a ciegas. Sencillamente comprenderán que su actitud impía los ha incapacitado para la comunión de amor con Dios. Pero precisamente esto se revelará como el sentido último de toda vida humana. Ellos mismos se han procurado la perdición eterna, porque la separación de Dios en que quisieron vivir hasta el fin de sus días perdurará entonces por toda la eternidad. ésta será su tribulación y su angustia. Con eterna desesperación suspirarán ansiosamente por el amor de Dios. En cambio, los que esperaron contra toda esperanza (Rom 4:18), experimentarán el cumplimiento de su esperanza en forma insospechada. En comunión bienaventurada con Dios serán partícipes de su gozo y de su gloria. «Lo que el ojo no vio ni el oído oyó, ni el corazón humano imaginó, eso preparó Dios para los que le aman» (1Co 2:9). EL Apóstol subraya: este reposo lo experimentaréis juntamente con nosotros. Pastor y rebaño, juntamente con el Señor, se sentarán a la mesa en el banquete de bodas celestial y participarán en los goces con la gran comunidad de los elegidos.

7b … cuando el Señor aparezca bajando del cielo con los ángeles de su poder, 8a en medio de fuego flameante, …

La manifestación del Señor el último día aportará la realización de la esperanza. EL Señor se mostrará en todo su poder y consumará su reinado. Sólo en imágenes que corresponden a las ideas humanas puede el creyente presentir algo del futuro acontecimiento. Pablo utiliza aquí imágenes tomadas de las descripciones del juicio final usadas en el Antiguo Testamento. Pero también el Nuevo Testamento pinta con fuertes colores la escena del Juicio en la segunda venida de Cristo (Cf. Mar 13:24-27). Ahora bien, todas estas imágenes sirven únicamente para subrayar un hecho: el Señor vendrá con poder. Nadie podrá contradecirle. Entonces la voluntad de Dios se hará en el cielo como en la tierra, en el nuevo cielo y en la nueva tierra.

Los ángeles de su poder son las fuerzas y potencias buenas que a lo largo de la historia han protegido y guiado a los hombres, y que entonces se manifestarán. Reunirán a los elegidos desde los cuatro vientos de la tierra (cf. Mar 13:27). La potencia y la gloria del Señor se subraya mediante la imponente grandeza de su acompañamiento.

El fuego flameante es un signo que indica lo peligroso e inexorable de Dios. Todo lo que no resista al fuego será abrasado. «He aquí que llega Yahveh en fuego y es su carro un torbellino para tornar su ira en incendio y sus amenazas en llamas de fuego. Porque va a juzgar Yahveh por el fuego» (Isa 66:15 s). El autor de la carta a los Hebreos invita a los fieles a la gratitud y al temor de Dios, que nos ha revelado cuán peligrosa es la situación del mundo. «Por lo tanto, al recibir un reino resistente a toda sacudida, mantengamos esta gracia y, usando de ella, demos a Dios el culto que le agrada, con un religioso temor, pues ciertamente nuestro Dios es un fuego que devora» (Heb 12:28 s).

Dios sólo ejecutará la sentencia indirectamente. El Mesías, que anunció a los hombres la buena nueva de la liberación de las tinieblas del pecado y del error, juzgará también a los hijos de la desobediencia.

8b … para hacer justicia con los que no han reconocido a Dios y no han aceptado el Evangelio de nuestro Señor Jesús.

El mensaje de la gracia que salva no tendría sentido si no se diera también la perdición. El que rechaza la oferta de amor de Dios tiene que contar con el castigo. No podrá ya recibir su amor. Dios ejercerá venganza en los que no quieren conocerle. El Apóstol no pretende hacer aquí consideraciones de principio sobre la cuestión de si puede alcanzar la felicidad alguien que no haya oído nunca hablar de Cristo. Sólo piensa aquí en las gentes que saben perfectamente de qué se trata, pero se rebelan contra el mensaje de Dios y contra el Evangelio del Señor Jesús. No quieren convertirse y hacer penitencia, sino perseverar en su viejo estilo de vida siguiendo a los apetitos de la carne» (Gal 5:16). Dos actitudes son contrarias a la obediencia de fe: soberbia y pecado. Esta desobediencia con respecto al Evangelio pudo comprobarla con frecuencia el Apóstol. En Atenas anunció a los filósofos el mensaje de Jesucristo. Ellos se rieron de Pablo: «¿Qué querrá decir este charlatán?… Al oir «resurrección de los muertos», unos se reían; y otros dijeron: «Te oiremos hablar de esto en otra ocasión»» (Hec 17:18.32). El procurador Félix en Jerusalén hizo llamar a Pablo para oír su doctrina. «Pero tocando Pablo el tema de la justicia y de la continencia y del juicio venidero, Félix, atemorizado, interrumpió: Por ahora vete. Cuando tenga ocasión propicia, te llamaré» (Hec 24:25). Sólo el que con humildad está dispuesto a convertirse reconoce a Dios y obedece al Evangelio del Señor Jesús.

Toda incredulidad se manifiesta en un «no» dado al mensaje: «Jesucristo es Señor» (Flp 2:11). Este mensaje lleva a una crisis inevitable a todos los hombres a quienes alcanza. Salva y juzga.

c) Castigo eterno de los impíos (Flp 1:9).

9 Estos tales padecerán el castigo de la ruina definitiva, alejados de la presencia del Señor y de la gloria de su poder, …

El Apóstol menciona las consecuencias de la desobediencia utilizando el lenguaje judicial de los profetas. La ruina definitiva consiste en no verse satisfecho el deseo de felicidad eterna; ahora bien, ésta consiste en la unión con Dios. Una soledad eterna de la criatura alejada del amor de Dios, que se reveló en Cristo, se sentirá necesariamente como el castigo más severo cuando aparezca Cristo en medio de toda vida, de todos los hombres y del mundo entero (Cf. Rev 21:23).

La obediencia al Evangelio hace posible el ingreso en la vida perfecta de la gloria y poder de Dios. La gloria de Dios es la irradiación de su poder; vuelve al hombre sereno, alegre y seguro. El que tiene que vivir lejos de la gloria de su poder se ve amenazado por la ansiedad y las tinieblas. A los tesalonicenses que se preocupan por la suerte de sus difuntos, les dice el Apóstol: «Y así estarán siempre con el Señor» (cf. 1Te 4:13-18). La unión con Cristo es el deseo más ardiente del Apóstol «Aspiro a irme y estar con Cristo» (Flp 1:23).

d) Glorificación del Señor al final de los tiempos (Flp 1:10).

10a … cuando venga, en aquel día, a recibir la gloria en medio de su pueblo santo, y a ser admirado por todos los que creyeron.

Dos acontecimientos tendrán lugar a la sazón de la venida del Señor: «En aquel día» castigará a los desobedientes, y a los fieles los acogerá en su gloria. La gran mutación y el fin de la historia del mundo será para los unos una catástrofe, y para los otros un gozo sereno: «Bienaventurados los que ahora lloráis, porque reiréis» (Luc 6:21).

El Señor, hasta entonces oculto y sin apariencia, surgirá con poder y gloria. Entonces se hará visible a todo el mundo la verdadera situación del Hijo del hombre. Se presentará con los santos y los creyentes. éstos constituirán la corte de honor del juez de los mundos (Cf. 1Te 4:17). Como los «ángeles de su poder» (1Te 1:7b), ellos también acudirán a juicio con el Señor.

La salvación de los que fueron obedientes en la fe tiene lugar para la glorificación del Señor. Cuando los fieles vean al Señor «cara a cara» (1Co 13:12), entonces comenzará, naturalmente, el gran himno de alabanza. Los cánticos de los redimidos resonarán así: «Te damos gracias, Señor, Dios todopoderoso, el que es y el que era, porque has recobrado tu gran poder, y has comenzado a reinar» (Rev 11:17). Ese día tendrá como consecuencia la consumación de la Iglesia.

La frase entera nos muestra el ansia con que suspira la Iglesia por la consumación definitiva. Es como si quisiera decir san Pablo: «En aquel día se celebrará por toda la creación la victoria de Dios. Entonces Dios lo será todo en todos, y éste es nuestro anhelo y nuestra salvación.» Este anhelo de la consumación que se avecina debe estar siempre vivo en la Iglesia.

10b Realmente, entre vosotros fue creído nuestro testimonio.

La descripción del fin presentado como consumación despierta en el Apóstol el recuerdo de los comienzos de la comunidad. Todo el gozo y toda la glorificación tiene, en efecto, su razón de ser en el hecho de que la comunidad recibió la palabra del Apóstol como palabra de Dios. Su testimonio fue entonces aceptado y condujo a la fe. «Por esto, también nosotros continuamente damos gracias a Dios, porque habiendo recibido la palabra de Dios predicada por nosotros, la acogisteis, no como palabra humana, sino -como es en realidad- como palabra de Dios que ejerce su acción en vosotros, los creyentes» (1Te 2:13).

3. EL APÓSTOL ORA POR SU COMUNIDAD (1/11-12).

Todos los creyentes aguardan todavía «aquel día». Nadie sabe cuándo será el día y la hora de la poderosa manifestación del Hijo del hombre. Así todos los creyentes deben aguardar y perseverar con paciencia. En todas las tentaciones y tribulaciones importa conservar la fe. La fe está siempre amenazada. Sólo Dios, que es fiel, puede llevar a término la obra que ha comenzado en nosotros; llevamos, en efecto, en vasos de barro el tesoro del conocimiento de la gloria de Dios (cf. 2Co 4:7).

La oración por la conservación de la fe de la comunidad es un quehacer importante del pastor de almas. Por esto el Apóstol, que comunicó a los tesalonicenses la palabra de Dios, ora también por la conservación de la fe.

11a Teniendo esto en cuenta, no cesamos de orar por vosotros, …

El agradecimiento continuo y la incesante intercesión son las formas fundamentales de la oración apostólica. «Siempre estamos dando gracias a Dios por todos vosotros y haciendo mención de vosotros en nuestras oraciones» (1Te 1:2). Estamos todavía en camino, aguardamos todavía la consumación. Cuanto más se acerca la hora de Dios, tanto más y en forma tanto más peligrosa y oprimente pondrá en juego Satán su poder. Las fuerzas y poderes que envenenan la atmósfera son una constante amenaza para el creyente y para la comunidad entera. Por ello vive el pastor con vigilante solicitud por las almas. Sabiendo el peligro en que se hallan los suyos, ora incesantemente por ellos.

11b … para que nuestro Dios os haga dignos de su llamada …

La comunidad debe mostrarse digna del gran don de gracia del llamamiento a ser hombres nuevos. El cristiano debe realizar en su vida aquello a que ha sido llamado. Aunque «no es de este mundo», puede todavía faltar a la fidelidad y volver a hacer las obras de la carne. En este caso habría recibido en vano la gracia. Pero «nuestro Dios» puede ayudarnos a vivir mostrándonos dignos de su llamada. Puesto que el Dios santo se nos manifestó en Jesucristo, puede el Apóstol decir con orgullo; que nuestro Dios es «Padre de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de las misericordias y Dios de todo consuelo» (2Co 1:3). En la oración que sigue muestra el Apóstol cómo se hace uno digno de su llamada.

11c … y consuma, con su poder, todo gozo en el bien y la obra de fe, …

La nueva vida que hemos recibido no está todavía consumada. Sólo hemos recibido un «anticipo» de la gloria venidera. Mientras vivimos como peregrinos y forasteros en este tiempo del mundo, debemos orar constantemente para que Dios «consuma con su poder…». Hay un largo camino hasta esta consumación. Día tras día debe el cristiano abrirse cada vez más a la acción de Dios, de modo que vaya creciendo cada día hacia la «perfección de hombre, de Cristo». Indicio de una maduración de la nueva vida es una visible consolidación de las actitudes cristianas fundamentales. Ahora expone el Apóstol estos indicios de crecimiento.

Tenemos en primer lugar el gozo en el bien. Antes de la venida de Cristo se perdían tanto los gentiles en su inmoralidad, como también los judíos en su religiosidad legalista con complacencia en sí mismos (Cf. Rom 1-3). Sólo el creyente puede ser salvado. El que ha recibido el Espíritu Santo y lleva una vida de fe y de amor, puede realizar también en su vida lo que agrada a Dios. Así «todo gozo en el bien» es fruto del Espíritu Santo. «El fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, comprensión, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, templanza» (Gal 5:22).

La consumación de la obra de la fe es el fin que quiere Dios alcanzar en su comunidad. El creyente particular y la comunidad entera deben hacerse cada vez más semejantes a Cristo. También en el Apóstol estaba Dios en acción. Desde su conversión hasta el momento en que pudo decir: «Ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mí» (Gal 2:20), tuvo que pasar por un proceso de maduración. La fe madura puede decir: «Para mí, el vivir es Cristo» (Flp 1:21). Entonces lo único que da la pauta es ya el nuevo conocimiento de la eminente grandeza de Cristo: «Ahí están, por una parte, los judíos pidiendo señales; los griegos, por otra, buscando sabiduría; pero nosotros predicamos a Cristo crucificado: escándalo para los judíos; necedad para los gentiles; mas, para los que han sido llamados, tanto judíos como griegos, Cristo es poder de Dios y sabiduría de Dios. Pues lo necio de Dios es más sabio que los hombres, y lo débil de Dios, más poderoso que los hombres» (1Co 1:22-25). «Te basta mi gracia; pues mi poder se manifiesta en la flaqueza. Muy a gusto, pues, me gloriaré de mis flaquezas, para que en mí resida el poder de Cristo. Por eso me complazco, por amor de Cristo, en flaquezas, insultos, necesidades, persecuciones y angustias; porque cuando me siento débil, entonces soy fuerte» (2Co 12:9 s). Dios obra con poder. Invisible para los incrédulos, actúa en este mundo como el invencible. Lleva a término su obra. Los hombres pueden ser desobedientes a su mensaje, pueden complacerse en sí mismos y ser soberbios, pero, con todo, el Señor establecerá su soberanía. Entonces doblarán la rodilla ante su Hijo, al que Dios transfiere su soberanía, y todos confesarán para gloria del Padre: Jesucristo es Señor (cf. Flp 2:11).

Jesús reconvino a los fariseos desobedientes. No tienen la menor razón de gloriarse de sus tradiciones, seguros de sí mismos. Dios puede, en efecto, desplegar eficazmente su poder en forma todavía muy diferente. En los últimos tiempos, todos, ya sean judíos o gentiles, inocentes o pecadores, deben someterse a nuestro Dios, que nos ha dirigido su palabra en Cristo. De lo contrario podrá retirar su elección y elegir a otros hombres más agradecidos y mejor dispuestos. «A ver si dais frutos propios de conversión, y no comencéis a decir: Tenemos por padre a Abraham. Porque os aseguro que poderoso es Dios para sacar de estas piedras hijos de Abraham» (Luc 3:8).

12 … para que así sea glorificado el nombre de nuestro Señor Jesús en vosotros, y vosotros en él, según la gracia de nuestro Dios y del Señor Jesucristo.

El objeto fundamental de la oración del Apóstol es la glorificación del Señor. Ya en el Antiguo Testamento hallamos la conexión entre el gozo de los escogidos y la glorificación de Yahveh. Los mismos enemigos, que odian a los creyentes, conocen la relación que hay entre la felicidad de los escogidos y la gloria de Dios: «Que haga Yahveh muestra de su gloria y nosotros seremos testigos de vuestro contento» (Isa 66:5).

La glorificación en la venida del Señor tendrá carácter recíproco. Los elegidos estarán en pie ante el trono del Cordero y con gozo bienaventurado cantarán al Señor el nuevo cántico: «Y salió del trono una voz que decía: Alabad a nuestro Dios todos sus siervos, los que le teméis, pequeños y grandes… Alegrémonos y regocijémonos y démosle gloria, porque han llegado las bodas del Cordero» (Rev 19:5.7). Así, el fin último de la historia es la definitiva glorificación del Mesías, que entonces será reconocido por siempre y por toda la eternidad como cabeza del género humano.

Ahora bien, la gloria del Señor de los mundos será también la gloria de la comunidad. El que está inscrito en el libro de la vida y en la tierra confiesa al Hijo del hombre y lo glorifica, podrá ser luego ciudadano en la ciudad santa, en la Jerusalén celestial. Entonces se quitará toda ansiedad, toda preocupación y todo lamento a los que con su confesión hayan glorificado al Señor. «Y enjugará toda lágrima de sus ojos, y la muerte ya no existirá, ni llanto, ni lamentos, ni trabajos existirán ya; porque las cosas primeras ya pasaron. Y dijo el que estaba sentado en el trono: Mirad, todo lo hago nuevo» (Rev 21:4 s). En la manifestación del Señor se mostrará que la alabanza y el culto de Dios dan el último sentido a la vida del hombre.

El fundamento en que se basa la glorificación de la comunidad es la gracia de Dios. Dios vuelve a mostrar su benevolencia a cada generación: «Y su misericordia se extiende de generación en generación para aquellos que le temen» (Luc 1:50).

Ahora bien, en el último de los tiempos se ha hecho visible la gracia de Dios; tomó forma en «nuestro Señor Jesucristo». Con gran gozo anuncia el Apóstol a sus comunidades esta nueva realidad: «Porque Dios que dijo: De entre las tinieblas brille la luz, él es quien hizo brillar la luz en nuestros corazones, para que resplandezca el conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Cristo» (2Co 4:6).

Fuente: El Nuevo Testamento y su Mensaje

INTRODUCCIÓN

1. Esta carta se la escribió Pablo a la iglesia de Tesalónica al principio de los años cincuenta, a los pocos meses de haberles dirigido 1 Tesalonicenses. Ambas epístolas fueron enviadas desde el mismo lugar.

2. El apóstol les escribió la primera carta para decirles que no se habían perdido el rapto. Ahora les vuelve a escribir para asegurarles que no estaba pasando por la gran tribulación.

3. Proporcionalmente hablando, 2 Tesalonicenses dice más acerca del Anticristo que ningún otro libro de la Biblia.

4. Merril Tenney escribe:

«Prácticamente cada doctrina principal en el catálogo de la fe está representada en estas dos pequeñas epístolas. Aunque no fueron escritas como tratados doctrinales, ni con el objeto principal de dar a conocer los conceptos teológicos de su autor, contienen un bien redondeado cuerpo de enseñanza teológica.

Pablo y aquellos que recibieron sus epístolas creían en un Dios viviente (I, 1Ts 1:9), el Padre (II, 2Ts 1:2), que ha amado al hombre y lo ha elegido para que goce de la salvación que Él le da (II, 2Ts 2:16; I, 1Ts 1:4). Por medio de Jesucristo, su Hijo, nos ha enviado la liberación de su justa ira (I, 1Ts 1:10), y por medio del mensaje del evangelio ha revelado esta libertad (I, 1Ts 1:5; 1Ts 2:9; II, 2Ts 2:14). Este mensaje ha sido confirmado convirtiéndose en realidad, por el poder del Santo Espíritu (I, 1Ts 1:5; 1Ts 4:8). El evangelio concentra todo su interés en el Señor Jesucristo, que fue muerto por los judíos (I, 1Ts 2:15). Resucitó de los muertos (I, 1Ts 1:10; 1Ts 4:14; 1Ts 5:10). Está en el cielo (I, 1Ts 1:10), pero volverá (I, 1Ts 2:19; 1Ts 4:15; 1Ts 5:23; II, 2Ts 2:1). Se reconoce y se proclama su deidad, llamándole Señor (I, 1Ts 1:6), Hijo de Dios (I, 1Ts 1:10) y Señor Jesucristo (I, 1Ts 1:1; 1Ts 1:3; 1Ts 5:28; II, 2Ts 1:1). Los creyentes 1) reciben la palabra de Dios (I, 1Ts 1:6), 2) y se vuelven de los ídolos, para servir a Dios y esperar el regresar de Cristo (I, 1Ts 1:9-10). Su crecimiento normal se manifiesta en la santificación (I, 1Ts 4:3; 1Ts 4:7; II, 2Ts 2:13). En su vida personal tienen que ser limpios (I, 1Ts 4:4-6), industriosos (I, 1Ts 4:11-12), fervientes en la oración (I, 1Ts 5:17), y alegres (I, 1Ts 5:16). Teórica y prácticamente, las cartas a los Tesalonicenses abarcan todo lo que es esencial en la doctrina cristiana.» (Nuestro Nuevo Testamento, Editorial Portavoz, p. 238.)

I. Una palabra de aliento pastoral (cap. 2Ts 1:1-12). Como ya ha sido indicado, los creyentes tesalonicenses estaban padeciendo severas persecuciones por causa de su fe en Cristo. Pablo les escribe ahora para asegurarles que esta no es la gran tribulación, y aprovecha para explicarles el porqué de estos sufrimientos.

A. Ellos podían sufrir con éxito la persecución del hombre.

1. Esta tribulación les ha ayudado a crecer en la fe.

«Debemos dar siempre gracias a Dios por vosotros, hermanos, como es digno, por cuanto vuestra fe creciendo.» (2Ts 1:3 a).

El doctor Charles Ryrie afirma que este verbo «va creciendo» tiene un sentido muy fuerte, y lo encontramos solamente aquí en el nuevo Testamento, e indica un crecimiento orgánico, como el de una planta saludable.

2.Esta tribulación les ha ayudado a crecer en amor.

«… y el amor de todos y cada uno de vosotros abunda para con los demás» (2Ts 1:3). (Véase también Rom 5:3).

3.Esta tribulación les ha ayudado a crecer en su constancia (paciencia).

«Tanto, que nosotros mismos nos gloriamos de vosotros en las iglesias de Dios, por vuestra paciencia y fe en todas vuestras persecuciones y tribulaciones que soportáis» (2Ts 1:4).

4.Les ha ayudado para prepararse para el reino de Dios.

«.. .para que seáis tenidos por dignos del reino de Dios, por el cual asimismo padecéis» (2Ts 1:5).

5. Esta tribulación ayudará a que el nombre de Cristo sea glorificado.

«Para que el nombre de nuestro Señor Jesucristo sea glorificado en vosotros, y vosotros en él, por la gracia de nuestro Dios y del Señor Jesucristo» (2Ts 1:12).

El doctor John Walvoord escribe:

«Esta es una expresión usada frecuentemente pero quizá no siempre analizada o entendida como debiera. Las Escrituras declaran: “Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos. Un día emite palabra a otro día, y una noche a otra noche declara sabiduría” (Sal 19:1, Sal 19:2). ¿Que se quiere decir cuando se afirma que los cielos cuentan la gloria de Dios? Los cielos manifiestan su sabiduría, poder e inteligencia. Los cielos cuentan la gloria de Dios en el sentido que revelan lo que Dios es y lo que Él puede hacer. Pero los cielos no están designados para revelar el amor de Dios, o su gracia o su justicia. Para eso están los cristianos. Nosotros estamos designados para mostrar “las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús” (Efe 2:7).» (The Thessalonian Epistles, p. 112.)

B. Escaparían con éxito de la tribulación de Dios.

1. El tiempo de esta tribulación:

«… cuando se manifieste el Señor Jesús desde el cielo con los ángeles de su poder» (2Ts 1:7). (Véanse también Mat 13:39, Mat 13:41, Mat 13:49; Mat 16:27; Mat 24:31; Mat 25:31.)

2. La naturaleza de esta tribulación: «En llama de fuego, para dar retribución…» (2Ts 1:8).

3. Los receptores de esta tribulación (2Ts 1:8):

a. «… a los que no conocieron a Dios….»

Estos son probablemente aquellos que nunca han oído del evangelio, pero que tienen tanto el testimonio de la conciencia como el de la naturaleza, y, por tanto, no tienen excusa. (Véanse especialmente Rom 1:18-20; Rom 2:12-16.)

b. «… ni obedecen el evangelio de nuestro Señor Jesucristo.» Aquí tenemos sin duda una referencia a aquellos que sí supieron del evangelio pero lo rechazaron.

4. Los resultados de esta tribulación:

«Los cuales sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder» (2Ts 1:9).

William MacDonald escribe:

«Tenemos aquí señaladas dos clases de personas que sufrirán la tribulación:

a. Aquellos que no conocieron a Dios, que han rechazado el conocimiento del verdadero Dios como está revelado en la creación y en la conciencia (Rom 1:1-32; Rom 2:1-29). Los que quizá nunca escucharon el evangelio.

b. Aquellos que no han obedecido al evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Estos han oído el evangelio y conscientemente lo han rechazado. El evangelio no es simplemente una declaración de hechos para creer sino una Persona a quien obedecer. Creer, en el sentido del Nuevo Testamento, involucra obedecer.

“… sufrirán pena de eterna perdición…” (2Ts 1:9). Un dios que no castiga el pecado no es Dios. La idea de que un Dios de amor no debe castigar pasa por alto el hecho de que Dios es también santo y debe hacer lo que es moralmente correcto.

La naturaleza del castigo es definida aquí como eterna perdición (o destrucción). La palabra eterna (aionios) que traducimos aquí aparece 70 veces en el Nuevo Testamento. Tres veces puede significar una era de limitada duración (Rom 16:25; Tit 1:2). Las otras veces significa eternal o sin fin. Se emplea en Rom 16:26 para describir la existencia infinita de Dios. Pero perdición o destrucción nunca significa aniquilación. Habla más bien de pérdida de bienestar, o ruina en el sentido de lo que concierne al propósito de la vida.

Los odres de los que Jesús habla en Luc 5:37 quedaron destruidos (la misma palabra que se emplea aquí). No cesaron de existir, pero quedaron arruinados en lo que se refiere a su utilidad.

El castigo de los impíos incluye también expulsión de la presencia del Señor y de la gloria de su poder. Perderse sin él es quedarse sin él para siempre.» (Letters to the Thessalonians, pp. 87, 88.)

Un último pensamiento que nos puede ayudar antes de dejar este capítulo. En 1 Tesalonicenses Pablo abordaba el tema del rapto de Cristo (véase 1Ts 4:13-18). Pero ahora en el primer capítulo primero de 2 Tesalonicenses habla de la revelación de Cristo. Estos dos grandes eventos no son la misma cosa y no deberían ser confundidos. William MacDonald nos ofrece una distinción provechosa:

5. «El rapto.

a. Cristo desciende del cielo (1Ts 4:16, 1Ts 4:17).

b. Viene por sus santos (1Ts 4:16, 1Ts 4:17).

c. El rapto es un misterio, es decir, una verdad desconocida en los tiempos del Antiguo Testamento (1Co 15:51).

d. Nunca se dice que la venida de Cristo por sus santos será precedida de señales en los cielos.

e. El rapto es identificado con el día de Cristo (1Co 1:8; 2Co 1:14; Flp 1:6, Flp 1:10).

f. Se nos habla del rapto como un tiempo de bendición (1Ts 4:18).

g. El rapto sucederá en un momento, en un abrir y cerrar de ojos (1Co 15:52). Esto implica fuertemente que no será visto por todo el mundo.

h. El rapto parece involucrar primariamente a la Iglesia (Jua 14:1-4; 1Co 15:51-58; 1Ts 4:13-18).

i. Cristo viene como la estrella resplandeciente de la mañana (Apo 22:16).

6. La revelación.

a. Cristo viene a la tierra (Zac 14:4).

b. Cristo viene con sus santos (1Ts 3:13; Jud 1:14).

c. La revelación no es un misterio; es el tema de muchas profecías del Antiguo Testamento (Sal 72:1-20; Isa 11:1-16; Zac 14:1-21).

d. La venida de Cristo con sus santos será anunciada por hechos portentosos en los cielos (Mat 24:29, Mat 24:30).

e. La revelación es identificada con el día del Señor (2Ts 2:1-12).

f. El énfasis principal de la revelación es de juicio (2Ts 2:8-12).

g. La revelación será visible en todo el mundo (Mat 24:27; Apo 1:7).

h. La revelación involucra primariamente a Israel, después también a las naciones gentiles.

i. Cristo viene como el sol de justicia, con salvación en sus alas (Mal 4:2).» (Letters to the Thessalonians, p. 85.)

II. Una iluminación profética (2Ts 2:1-17).

A. Hechos concernientes al día del Señor (2Ts 2:1-12).

1. El día del Señor y la iglesia (2Ts 2:1-3).

«Pero con respecto a la venida de nuestro Señor Jesucristo, y nuestra reunión con él, os rogamos, hermanos, que no os dejéis mover fácilmente de vuestro modo de pensar, ni os conturbéis, ni por espíritu, ni por palabra, ni por carta como si fuera nuestra, en el sentido de que el día del Señor está cerca. Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición.»

La versión inglesa del rey Jaime usa la expresión «el día de Cristo» en vez del «día del Señor» que según el autor es la que procede aquí, como lo hace la versión hispana Reina-Valera. Hay una gran diferencia entre estos dos días bíblicos. El día del Señor se refiere a la tribulación venidera de siete años. (Véanse especialmente Joe 1:15; Joe 2:1, Joe 2:2; Apo 6:12-17.) El día de Cristo señala hacia el futuro milenio. (Véanse 1Co 1:8; 1Co 5:5; Flp 1:6, Flp 1:10; Flp 2:16.) Aquellos creyentes de alguna manera habían sido llevados por Satanás a creer que el terrible día del Señor había llegado. Pablo les amonesta a que no permitan que nada ni nadie les zarandee en su fe. Les dice:

a. «Ni por espíritu.» Es decir, no crean a ningún profeta falso que les vaya diciendo que lo ha recibido «por medio del espíritu».

b. «Ni por palabra.» Es decir, que no escuchen a ningún maestro falso que les vaya enseñando tal cosa.

c. «Ni por carta como si fuera nuestra.» Esto es, no acepten ninguna carta que proceda supuestamente de él, porque tal carta es falsa.

Notemos la expresión «sin que antes venga la apostasía» (2Ts 2:3). Algunos han traducido esta frase en inglés de manera diferente, creyendo que se refiere más bien al rapto. El autor reconoce que esa es una posibilidad teológica, pero el término griego aquí es apostasía, de donde procede nuestra palabra en castellano apostasía. Pero parece más probable que se refiera a la apostasía religiosa mundial de la que Pablo hablaría después. (Véanse 1Ti 4:1-3; 2Ti 3:1-5; 2Ti 4:3, 2Ti 4:4.)

M. F. Unger escribe: «Antes que el día del Señor caiga sobre un mundo que ha rechazado a Cristo, primero tiene que venir la apostasía. Aquí no se trata de apostatar de la fe, que a menudo caracteriza a la era de la iglesia (1Ti 4:1-5; 2Ti 3:1-8; Apo 3:14-22), sino la rebelión total y la caída completa en el error y en lo demoníaco del período que precederá inmediatamente a la venida de Cristo en gloria (Luc 18:8; Apo 9:20, Apo 9:21).» (Manual Bíblico de Unger, Editorial Portavoz, p.728.)

¿Cuál es entonces la relación entre la iglesia y el día del Señor? Es simplemente la siguiente: la tribulación no puede empezar hasta que la iglesia no sea quitada de la tierra.

2. El día del Señor y el anticristo (2Ts 2:3-5, 2Ts 2:8, 2Ts 2:9).

a. Su nombre: «el hombre de pecado, el hijo de perdición» (2Ts 2:3). Su primer nombre se refiere a su carácter, mientras que el segundo habla de su origen. Algunos creen que Judas Iscariote será el Anticristo, se halando que el título «hijo de perdición» aparece dos veces en el Nuevo Testamento. Jesús mismo lo había usado primero en referencia a Judas (Jua 17:12), y ahora Pablo llama al Anticristo con el mismo nombre. Dicha evidencia esta lejos, por supuesto, de ser conclusiva.

b. Sus actividades (2Ts 2:4; 2Ts 2:9):

(1) Se opondrá a Dios y se exaltará por encima de él y de cualquier otro objeto de adoración (Dan 11:36, Dan 11:37; Apo 13:15, Apo 13:16).

(2) Ocupará el lugar santísimo del templo judío (Mat 24:15).

(3) Declarará realmente que él es Dios (Dan 7:8, Dan 7:20, Dan 7:25).

(4) Satanás mismo le sostendrá y le dará vigor (Apo 13:4).

(5) Obrará señales y falsos milagros (Apo 13:13, Apo 13:14).

c. Su juicio: «… el Señor matará con el espíritu de su boca, y destruirá con el resplandor de su venida» (2Ts 2:8). (Véanse también Dan 8:25; Dan 11:45; Apo 19:20.)

3. El día del Señor y el que lo detiene (2Ts 2:6, 2Ts 2:7). «Porque ya está en acción el misterio de la iniquidad; sólo que hay quien al presente lo detiene, hasta que él a su vez sea quitado de en medio» (2Ts 2:7).

Pablo declara aquí que aunque la influencia del Anticristo se podía sentir, incluso en aquel tiempo, toda su influencia y poder estaba refrenado por alguien que lo detenía.

¿Quién o qué es este poder que lo detiene?

Se han dado varias teorías:

a. Es el gobierno humano. Sin embargo, esto es improbable, porque Satanás ya ejerce fuerte influencia sobre los reinos de esta tierra (Mat 4:8).

b. Son los ángeles. Esto es también muy remoto. (Véase Jud 1:9.)

c. Es el Espíritu Santo. Esta es con mucho la conclusión más lógica. El doctor Charles Ryrie escribe:

«El argumento pretribulacionista es simplemente este. Es que restringe es Dios, y el instrumento para restringir es la Iglesia habitada por Dios (cp. Efe 4:6 para la morada de Dios; Gál 2:20, para la morada de Cristo; 1Co 6:19 para la morada del Espíritu). Debe recordarse que Cristo dijo, refiriéndose a la Iglesia divinamente morada y poderosa, que “las puertas del hades no prevalecerán contra ella” (Mat 16:18), así que podemos decir que esta Iglesia habitada y con poder es un instrumento adecuado para restringir las fuerzas de las tinieblas. La Iglesia no irá a través de nada de la tribulación porque el que restringe será quitado antes de que el Hombre de Pecado sea revelado, con cuya revelación (con la firma del pacto con los judíos), Dan 9:27) comienza el período de la tribulación. Ya que el que restringe es en última instancia Dios, y ya que Dios habita en todo cristiano, o Él deberá quitarse del corazón de los creyentes mientras ellos son dejados en la tierra para ir a través de la tribulación o, cuando Él sea quitado, todos los creyentes son tomados con Él. Ya que es imposible para un creyente ser “deshabitado”, la única alternativa es que los creyentes también serán quitados del camino antes de la aparición del Hombre de Pecado, lo cual señala el inicio de la tribulación.» (Primera y Segunda Tesalonicenses, Editorial Portavoz, p. 87.)

4. El día del Señor y los inconversos (2Ts 2:10-12).

«Por esto Dios les envía un poder engañoso, para que crean la mentira, a fin de que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la injusticia» (2Ts 2:11, 2Ts 2:12).

Notemos que es Dios quien envía este poder engañoso. La soberanía de Dios se ve incluso en las actividades de los inconversos y en los ángeles apóstatas. (Véanse Éxo 4:21; Gén 50:20; Jos 11:20; 1Sa 16:14; 1Re 22:19-23; Jue 9:23.) El doctor John Walvoord escribe:

«Algunos entienden por el versículo 2Ts 2:11 que si una persona en el tiempo presente de la gracia escucha el evangelio y no recibe a Cristo como Salvador, cuando el Señor vuelva y traslade la Iglesia a la gloría, encontrarán que es imposible salvarse después del arrebatamiento de la Iglesia. Es improbable que una persona que rechaza a Cristo en el día de la gracia se vuelva a él en aquel terrible período de la tribulación. Pero el principio general de las Escrituras es que mientras que hay vida hay esperanza. Es posible, aunque muy improbable, que una persona que ha escuchado el evangelio en este tiempo presente de la gracia acuda a Cristo después del rapto. Las Escrituras enseñan definitivamente que Dios enviará un poder engañoso a aquellos que no crean después que la Iglesia haya sido arrebatada. Dios juzgará sus corazones, y si ellos deliberadamente rechazan la verdad, Él permitirá que crean la mentira. Honrarán al hombre de pecado como su dios y rey, en vez de reconocer al Señor Jesucristo. El resultado será: “A fin de que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la injusticia” (2Ts 2:12).» (The Thessalonian Epistles, p. 129.)

B. Hechos concernientes a los amados por el Señor (2Ts 2:13-17).

«Pero nosotros debemos dar siempre gracias a Dios respecto a vosotros, hermanos amados por el Señor…» (2Ts 2:13). Pablo ya nos ha descrito previamente la eterna destrucción de los inconversos (2Ts 1:9). Aquí nos habla ahora de la eterna salvación de los creyentes.

1. La fuente de esta salvación: «De que Dios os haya escogido desde el principio para salvación» (2Ts 2:13 b).

2. El método de esta salvación: «mediante la santificación por el Espíritu…» (2Ts 2:13 c).

Se ha dicho que si no hubiera sido por el Padre y el Hijo no habríamos tenido la fiesta de la salvación, pero sin el Espíritu Santo no habría invitados.

3. El modo de esta salvación: «… la fe en la verdad» (2Ts 2:13 c). Este es, por supuesto, el deber del pecador arrepentido.

4. La meta de esta salvación: «.. .alcanzar la gloria de nuestro Señor Jesucristo» (2Ts 2:14).

5. Las responsabilidades de esta salvación: «Así que, hermanos, estad firmes, y retened la doctrina que habéis aprendido, sea de palabra, o por carta nuestra» (2Ts 2:15).

III. Una exhortación práctica (cap. 2Ts 3:1-18). En este capítulo final a los tesalonicenses Pablo les exhorta mediante un ruego, una reafirmación, una reprimenda y un repaso de lo dicho.

A. El ruego (2Ts 3:1, 2Ts 3:2):

«Por lo demás, hermanos, orad por nosotros, para que la palabra del Señor corra y sea glorificada, así como lo fue entre vosotros, y para que seamos librados de hombres perversos y malos; porque no es de todos la fe.»

B. La reconfirmación (2Ts 3:3-5):

«Pero fiel es el Señor, que os afirmará y guardará del mal. Y tenemos confianza respecto vosotros en el Señor, en que hacéis y haréis lo que os hemos mandado. Y el Señor encamine vuestros corazones al amor de Dios, y a la paciencia de Cristo.»

C. La reprimenda (2Ts 3:6, 2Ts 3:11-15):

1. Los receptores de la amonestación.

a. Los desordenados (los indisciplinados). (2Ts 3:6, 2Ts 3:11).

b. Los entremetidos (los chismosos) (2Ts 3:11).

c. Los perezosos (los holgazanes) (2Ts 3:10).

d. Los desobedientes (aquellos que rehuían cumplir las instrucciones del apóstol) (2Ts 3:14).

2. La naturaleza de la reprimenda:

a. Debían ser identificados y señalados (2Ts 3:14).

b. Debían ser amonestados por sus fallos (2Ts 3:15).

c. Debían ser (si todavía no se habían arrepentido) excluidos de la comunión de los hermanos (2Ts 3:6, 2Ts 3:14).

d. Con todo, debían ser tratados como hermanos y no como enemigos (2Ts 3:15).

D. El repaso de lo dicho (2Ts 3:7-10):

«Porque vosotros mismos sabéis de qué manera debéis imitarnos; pues nosotros no anduvimos desordenadamente entre vosotros, ni comimos de balde el pan de nadie, sino que trabajamos con afán y fatiga de día y noche, para no ser gravosos a ninguno de vosotros; no porque no tuviésemos derecho, sino por daros nosotros mismos un ejemplo para que nos imitaseis. Porque también cuando estábamos con vosotros, os ordenábamos esto: Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma.»

Fuente: Auxiliar Bíblico Portavoz

INTRODUCCIÓN

1. Esta carta se la escribió Pablo a la iglesia de Tesalónica al principio de los años cincuenta, a los pocos meses de haberles dirigido 1 Tesalonicenses. Ambas epístolas fueron enviadas desde el mismo lugar.

2. El apóstol les escribió la primera carta para decirles que no se habían perdido el rapto. Ahora les vuelve a escribir para asegurarles que no estaba pasando por la gran tribulación.

3. Proporcionalmente hablando, 2 Tesalonicenses dice más acerca del Anticristo que ningún otro libro de la Biblia.

4. Merril Tenney escribe:

«Prácticamente cada doctrina principal en el catálogo de la fe está representada en estas dos pequeñas epístolas. Aunque no fueron escritas como tratados doctrinales, ni con el objeto principal de dar a conocer los conceptos teológicos de su autor, contienen un bien redondeado cuerpo de enseñanza teológica.

Pablo y aquellos que recibieron sus epístolas creían en un Dios viviente (I, 1Ts 1:9), el Padre (II, 2Ts 1:2), que ha amado al hombre y lo ha elegido para que goce de la salvación que Él le da (II, 2Ts 2:16; I, 1Ts 1:4). Por medio de Jesucristo, su Hijo, nos ha enviado la liberación de su justa ira (I, 1Ts 1:10), y por medio del mensaje del evangelio ha revelado esta libertad (I, 1Ts 1:5; 1Ts 2:9; II, 2Ts 2:14). Este mensaje ha sido confirmado convirtiéndose en realidad, por el poder del Santo Espíritu (I, 1Ts 1:5; 1Ts 4:8). El evangelio concentra todo su interés en el Señor Jesucristo, que fue muerto por los judíos (I, 1Ts 2:15). Resucitó de los muertos (I, 1Ts 1:10; 1Ts 4:14; 1Ts 5:10). Está en el cielo (I, 1Ts 1:10), pero volverá (I, 1Ts 2:19; 1Ts 4:15; 1Ts 5:23; II, 2Ts 2:1). Se reconoce y se proclama su deidad, llamándole Señor (I, 1Ts 1:6), Hijo de Dios (I, 1Ts 1:10) y Señor Jesucristo (I, 1Ts 1:1; 1Ts 1:3; 1Ts 5:28; II, 2Ts 1:1). Los creyentes 1) reciben la palabra de Dios (I, 1Ts 1:6), 2) y se vuelven de los ídolos, para servir a Dios y esperar el regresar de Cristo (I, 1Ts 1:9-10). Su crecimiento normal se manifiesta en la santificación (I, 1Ts 4:3; 1Ts 4:7; II, 2Ts 2:13). En su vida personal tienen que ser limpios (I, 1Ts 4:4-6), industriosos (I, 1Ts 4:11-12), fervientes en la oración (I, 1Ts 5:17), y alegres (I, 1Ts 5:16). Teórica y prácticamente, las cartas a los Tesalonicenses abarcan todo lo que es esencial en la doctrina cristiana.» (Nuestro Nuevo Testamento, Editorial Portavoz, p. 238.)

I. Una palabra de aliento pastoral (cap. 2Ts 1:1-12). Como ya ha sido indicado, los creyentes tesalonicenses estaban padeciendo severas persecuciones por causa de su fe en Cristo. Pablo les escribe ahora para asegurarles que esta no es la gran tribulación, y aprovecha para explicarles el porqué de estos sufrimientos.

A. Ellos podían sufrir con éxito la persecución del hombre.

1. Esta tribulación les ha ayudado a crecer en la fe.

«Debemos dar siempre gracias a Dios por vosotros, hermanos, como es digno, por cuanto vuestra fe creciendo.» (2Ts 1:3 a).

El doctor Charles Ryrie afirma que este verbo «va creciendo» tiene un sentido muy fuerte, y lo encontramos solamente aquí en el nuevo Testamento, e indica un crecimiento orgánico, como el de una planta saludable.

2.Esta tribulación les ha ayudado a crecer en amor.

«… y el amor de todos y cada uno de vosotros abunda para con los demás» (2Ts 1:3). (Véase también Rom 5:3).

3.Esta tribulación les ha ayudado a crecer en su constancia (paciencia).

«Tanto, que nosotros mismos nos gloriamos de vosotros en las iglesias de Dios, por vuestra paciencia y fe en todas vuestras persecuciones y tribulaciones que soportáis» (2Ts 1:4).

4.Les ha ayudado para prepararse para el reino de Dios.

«.. .para que seáis tenidos por dignos del reino de Dios, por el cual asimismo padecéis» (2Ts 1:5).

5. Esta tribulación ayudará a que el nombre de Cristo sea glorificado.

«Para que el nombre de nuestro Señor Jesucristo sea glorificado en vosotros, y vosotros en él, por la gracia de nuestro Dios y del Señor Jesucristo» (2Ts 1:12).

El doctor John Walvoord escribe:

«Esta es una expresión usada frecuentemente pero quizá no siempre analizada o entendida como debiera. Las Escrituras declaran: “Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos. Un día emite palabra a otro día, y una noche a otra noche declara sabiduría” (Sal 19:1, Sal 19:2). ¿Que se quiere decir cuando se afirma que los cielos cuentan la gloria de Dios? Los cielos manifiestan su sabiduría, poder e inteligencia. Los cielos cuentan la gloria de Dios en el sentido que revelan lo que Dios es y lo que Él puede hacer. Pero los cielos no están designados para revelar el amor de Dios, o su gracia o su justicia. Para eso están los cristianos. Nosotros estamos designados para mostrar “las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús” (Efe 2:7).» (The Thessalonian Epistles, p. 112.)

B. Escaparían con éxito de la tribulación de Dios.

1. El tiempo de esta tribulación:

«… cuando se manifieste el Señor Jesús desde el cielo con los ángeles de su poder» (2Ts 1:7). (Véanse también Mat 13:39, Mat 13:41, Mat 13:49; Mat 16:27; Mat 24:31; Mat 25:31.)

2. La naturaleza de esta tribulación: «En llama de fuego, para dar retribución…» (2Ts 1:8).

3. Los receptores de esta tribulación (2Ts 1:8):

a. «… a los que no conocieron a Dios….»

Estos son probablemente aquellos que nunca han oído del evangelio, pero que tienen tanto el testimonio de la conciencia como el de la naturaleza, y, por tanto, no tienen excusa. (Véanse especialmente Rom 1:18-20; Rom 2:12-16.)

b. «… ni obedecen el evangelio de nuestro Señor Jesucristo.» Aquí tenemos sin duda una referencia a aquellos que sí supieron del evangelio pero lo rechazaron.

4. Los resultados de esta tribulación:

«Los cuales sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder» (2Ts 1:9).

William MacDonald escribe:

«Tenemos aquí señaladas dos clases de personas que sufrirán la tribulación:

a. Aquellos que no conocieron a Dios, que han rechazado el conocimiento del verdadero Dios como está revelado en la creación y en la conciencia (Rom 1:1-32; Rom 2:1-29). Los que quizá nunca escucharon el evangelio.

b. Aquellos que no han obedecido al evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Estos han oído el evangelio y conscientemente lo han rechazado. El evangelio no es simplemente una declaración de hechos para creer sino una Persona a quien obedecer. Creer, en el sentido del Nuevo Testamento, involucra obedecer.

“… sufrirán pena de eterna perdición…” (2Ts 1:9). Un dios que no castiga el pecado no es Dios. La idea de que un Dios de amor no debe castigar pasa por alto el hecho de que Dios es también santo y debe hacer lo que es moralmente correcto.

La naturaleza del castigo es definida aquí como eterna perdición (o destrucción). La palabra eterna (aionios) que traducimos aquí aparece 70 veces en el Nuevo Testamento. Tres veces puede significar una era de limitada duración (Rom 16:25; Tit 1:2). Las otras veces significa eternal o sin fin. Se emplea en Rom 16:26 para describir la existencia infinita de Dios. Pero perdición o destrucción nunca significa aniquilación. Habla más bien de pérdida de bienestar, o ruina en el sentido de lo que concierne al propósito de la vida.

Los odres de los que Jesús habla en Luc 5:37 quedaron destruidos (la misma palabra que se emplea aquí). No cesaron de existir, pero quedaron arruinados en lo que se refiere a su utilidad.

El castigo de los impíos incluye también expulsión de la presencia del Señor y de la gloria de su poder. Perderse sin él es quedarse sin él para siempre.» (Letters to the Thessalonians, pp. 87, 88.)

Un último pensamiento que nos puede ayudar antes de dejar este capítulo. En 1 Tesalonicenses Pablo abordaba el tema del rapto de Cristo (véase 1Ts 4:13-18). Pero ahora en el primer capítulo primero de 2 Tesalonicenses habla de la revelación de Cristo. Estos dos grandes eventos no son la misma cosa y no deberían ser confundidos. William MacDonald nos ofrece una distinción provechosa:

5. «El rapto.

a. Cristo desciende del cielo (1Ts 4:16, 1Ts 4:17).

b. Viene por sus santos (1Ts 4:16, 1Ts 4:17).

c. El rapto es un misterio, es decir, una verdad desconocida en los tiempos del Antiguo Testamento (1Co 15:51).

d. Nunca se dice que la venida de Cristo por sus santos será precedida de señales en los cielos.

e. El rapto es identificado con el día de Cristo (1Co 1:8; 2Co 1:14; Flp 1:6, Flp 1:10).

f. Se nos habla del rapto como un tiempo de bendición (1Ts 4:18).

g. El rapto sucederá en un momento, en un abrir y cerrar de ojos (1Co 15:52). Esto implica fuertemente que no será visto por todo el mundo.

h. El rapto parece involucrar primariamente a la Iglesia (Jua 14:1-4; 1Co 15:51-58; 1Ts 4:13-18).

i. Cristo viene como la estrella resplandeciente de la mañana (Apo 22:16).

6. La revelación.

a. Cristo viene a la tierra (Zac 14:4).

b. Cristo viene con sus santos (1Ts 3:13; Jud 1:14).

c. La revelación no es un misterio; es el tema de muchas profecías del Antiguo Testamento (Sal 72:1-20; Isa 11:1-16; Zac 14:1-21).

d. La venida de Cristo con sus santos será anunciada por hechos portentosos en los cielos (Mat 24:29, Mat 24:30).

e. La revelación es identificada con el día del Señor (2Ts 2:1-12).

f. El énfasis principal de la revelación es de juicio (2Ts 2:8-12).

g. La revelación será visible en todo el mundo (Mat 24:27; Apo 1:7).

h. La revelación involucra primariamente a Israel, después también a las naciones gentiles.

i. Cristo viene como el sol de justicia, con salvación en sus alas (Mal 4:2).» (Letters to the Thessalonians, p. 85.)

II. Una iluminación profética (2Ts 2:1-17).

A. Hechos concernientes al día del Señor (2Ts 2:1-12).

1. El día del Señor y la iglesia (2Ts 2:1-3).

«Pero con respecto a la venida de nuestro Señor Jesucristo, y nuestra reunión con él, os rogamos, hermanos, que no os dejéis mover fácilmente de vuestro modo de pensar, ni os conturbéis, ni por espíritu, ni por palabra, ni por carta como si fuera nuestra, en el sentido de que el día del Señor está cerca. Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición.»

La versión inglesa del rey Jaime usa la expresión «el día de Cristo» en vez del «día del Señor» que según el autor es la que procede aquí, como lo hace la versión hispana Reina-Valera. Hay una gran diferencia entre estos dos días bíblicos. El día del Señor se refiere a la tribulación venidera de siete años. (Véanse especialmente Joe 1:15; Joe 2:1, Joe 2:2; Apo 6:12-17.) El día de Cristo señala hacia el futuro milenio. (Véanse 1Co 1:8; 1Co 5:5; Flp 1:6, Flp 1:10; Flp 2:16.) Aquellos creyentes de alguna manera habían sido llevados por Satanás a creer que el terrible día del Señor había llegado. Pablo les amonesta a que no permitan que nada ni nadie les zarandee en su fe. Les dice:

a. «Ni por espíritu.» Es decir, no crean a ningún profeta falso que les vaya diciendo que lo ha recibido «por medio del espíritu».

b. «Ni por palabra.» Es decir, que no escuchen a ningún maestro falso que les vaya enseñando tal cosa.

c. «Ni por carta como si fuera nuestra.» Esto es, no acepten ninguna carta que proceda supuestamente de él, porque tal carta es falsa.

Notemos la expresión «sin que antes venga la apostasía» (2Ts 2:3). Algunos han traducido esta frase en inglés de manera diferente, creyendo que se refiere más bien al rapto. El autor reconoce que esa es una posibilidad teológica, pero el término griego aquí es apostasía, de donde procede nuestra palabra en castellano apostasía. Pero parece más probable que se refiera a la apostasía religiosa mundial de la que Pablo hablaría después. (Véanse 1Ti 4:1-3; 2Ti 3:1-5; 2Ti 4:3, 2Ti 4:4.)

M. F. Unger escribe: «Antes que el día del Señor caiga sobre un mundo que ha rechazado a Cristo, primero tiene que venir la apostasía. Aquí no se trata de apostatar de la fe, que a menudo caracteriza a la era de la iglesia (1Ti 4:1-5; 2Ti 3:1-8; Apo 3:14-22), sino la rebelión total y la caída completa en el error y en lo demoníaco del período que precederá inmediatamente a la venida de Cristo en gloria (Luc 18:8; Apo 9:20, Apo 9:21).» (Manual Bíblico de Unger, Editorial Portavoz, p.728.)

¿Cuál es entonces la relación entre la iglesia y el día del Señor? Es simplemente la siguiente: la tribulación no puede empezar hasta que la iglesia no sea quitada de la tierra.

2. El día del Señor y el anticristo (2Ts 2:3-5, 2Ts 2:8, 2Ts 2:9).

a. Su nombre: «el hombre de pecado, el hijo de perdición» (2Ts 2:3). Su primer nombre se refiere a su carácter, mientras que el segundo habla de su origen. Algunos creen que Judas Iscariote será el Anticristo, se halando que el título «hijo de perdición» aparece dos veces en el Nuevo Testamento. Jesús mismo lo había usado primero en referencia a Judas (Jua 17:12), y ahora Pablo llama al Anticristo con el mismo nombre. Dicha evidencia esta lejos, por supuesto, de ser conclusiva.

b. Sus actividades (2Ts 2:4; 2Ts 2:9):

(1) Se opondrá a Dios y se exaltará por encima de él y de cualquier otro objeto de adoración (Dan 11:36, Dan 11:37; Apo 13:15, Apo 13:16).

(2) Ocupará el lugar santísimo del templo judío (Mat 24:15).

(3) Declarará realmente que él es Dios (Dan 7:8, Dan 7:20, Dan 7:25).

(4) Satanás mismo le sostendrá y le dará vigor (Apo 13:4).

(5) Obrará señales y falsos milagros (Apo 13:13, Apo 13:14).

c. Su juicio: «… el Señor matará con el espíritu de su boca, y destruirá con el resplandor de su venida» (2Ts 2:8). (Véanse también Dan 8:25; Dan 11:45; Apo 19:20.)

3. El día del Señor y el que lo detiene (2Ts 2:6, 2Ts 2:7). «Porque ya está en acción el misterio de la iniquidad; sólo que hay quien al presente lo detiene, hasta que él a su vez sea quitado de en medio» (2Ts 2:7).

Pablo declara aquí que aunque la influencia del Anticristo se podía sentir, incluso en aquel tiempo, toda su influencia y poder estaba refrenado por alguien que lo detenía.

¿Quién o qué es este poder que lo detiene?

Se han dado varias teorías:

a. Es el gobierno humano. Sin embargo, esto es improbable, porque Satanás ya ejerce fuerte influencia sobre los reinos de esta tierra (Mat 4:8).

b. Son los ángeles. Esto es también muy remoto. (Véase Jud 1:9.)

c. Es el Espíritu Santo. Esta es con mucho la conclusión más lógica. El doctor Charles Ryrie escribe:

«El argumento pretribulacionista es simplemente este. Es que restringe es Dios, y el instrumento para restringir es la Iglesia habitada por Dios (cp. Efe 4:6 para la morada de Dios; Gál 2:20, para la morada de Cristo; 1Co 6:19 para la morada del Espíritu). Debe recordarse que Cristo dijo, refiriéndose a la Iglesia divinamente morada y poderosa, que “las puertas del hades no prevalecerán contra ella” (Mat 16:18), así que podemos decir que esta Iglesia habitada y con poder es un instrumento adecuado para restringir las fuerzas de las tinieblas. La Iglesia no irá a través de nada de la tribulación porque el que restringe será quitado antes de que el Hombre de Pecado sea revelado, con cuya revelación (con la firma del pacto con los judíos), Dan 9:27) comienza el período de la tribulación. Ya que el que restringe es en última instancia Dios, y ya que Dios habita en todo cristiano, o Él deberá quitarse del corazón de los creyentes mientras ellos son dejados en la tierra para ir a través de la tribulación o, cuando Él sea quitado, todos los creyentes son tomados con Él. Ya que es imposible para un creyente ser “deshabitado”, la única alternativa es que los creyentes también serán quitados del camino antes de la aparición del Hombre de Pecado, lo cual señala el inicio de la tribulación.» (Primera y Segunda Tesalonicenses, Editorial Portavoz, p. 87.)

4. El día del Señor y los inconversos (2Ts 2:10-12).

«Por esto Dios les envía un poder engañoso, para que crean la mentira, a fin de que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la injusticia» (2Ts 2:11, 2Ts 2:12).

Notemos que es Dios quien envía este poder engañoso. La soberanía de Dios se ve incluso en las actividades de los inconversos y en los ángeles apóstatas. (Véanse Éxo 4:21; Gén 50:20; Jos 11:20; 1Sa 16:14; 1Re 22:19-23; Jue 9:23.) El doctor John Walvoord escribe:

«Algunos entienden por el versículo 2Ts 2:11 que si una persona en el tiempo presente de la gracia escucha el evangelio y no recibe a Cristo como Salvador, cuando el Señor vuelva y traslade la Iglesia a la gloría, encontrarán que es imposible salvarse después del arrebatamiento de la Iglesia. Es improbable que una persona que rechaza a Cristo en el día de la gracia se vuelva a él en aquel terrible período de la tribulación. Pero el principio general de las Escrituras es que mientras que hay vida hay esperanza. Es posible, aunque muy improbable, que una persona que ha escuchado el evangelio en este tiempo presente de la gracia acuda a Cristo después del rapto. Las Escrituras enseñan definitivamente que Dios enviará un poder engañoso a aquellos que no crean después que la Iglesia haya sido arrebatada. Dios juzgará sus corazones, y si ellos deliberadamente rechazan la verdad, Él permitirá que crean la mentira. Honrarán al hombre de pecado como su dios y rey, en vez de reconocer al Señor Jesucristo. El resultado será: “A fin de que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la injusticia” (2Ts 2:12).» (The Thessalonian Epistles, p. 129.)

B. Hechos concernientes a los amados por el Señor (2Ts 2:13-17).

«Pero nosotros debemos dar siempre gracias a Dios respecto a vosotros, hermanos amados por el Señor…» (2Ts 2:13). Pablo ya nos ha descrito previamente la eterna destrucción de los inconversos (2Ts 1:9). Aquí nos habla ahora de la eterna salvación de los creyentes.

1. La fuente de esta salvación: «De que Dios os haya escogido desde el principio para salvación» (2Ts 2:13 b).

2. El método de esta salvación: «mediante la santificación por el Espíritu…» (2Ts 2:13 c).

Se ha dicho que si no hubiera sido por el Padre y el Hijo no habríamos tenido la fiesta de la salvación, pero sin el Espíritu Santo no habría invitados.

3. El modo de esta salvación: «… la fe en la verdad» (2Ts 2:13 c). Este es, por supuesto, el deber del pecador arrepentido.

4. La meta de esta salvación: «.. .alcanzar la gloria de nuestro Señor Jesucristo» (2Ts 2:14).

5. Las responsabilidades de esta salvación: «Así que, hermanos, estad firmes, y retened la doctrina que habéis aprendido, sea de palabra, o por carta nuestra» (2Ts 2:15).

III. Una exhortación práctica (cap. 2Ts 3:1-18). En este capítulo final a los tesalonicenses Pablo les exhorta mediante un ruego, una reafirmación, una reprimenda y un repaso de lo dicho.

A. El ruego (2Ts 3:1, 2Ts 3:2):

«Por lo demás, hermanos, orad por nosotros, para que la palabra del Señor corra y sea glorificada, así como lo fue entre vosotros, y para que seamos librados de hombres perversos y malos; porque no es de todos la fe.»

B. La reconfirmación (2Ts 3:3-5):

«Pero fiel es el Señor, que os afirmará y guardará del mal. Y tenemos confianza respecto vosotros en el Señor, en que hacéis y haréis lo que os hemos mandado. Y el Señor encamine vuestros corazones al amor de Dios, y a la paciencia de Cristo.»

C. La reprimenda (2Ts 3:6, 2Ts 3:11-15):

1. Los receptores de la amonestación.

a. Los desordenados (los indisciplinados). (2Ts 3:6, 2Ts 3:11).

b. Los entremetidos (los chismosos) (2Ts 3:11).

c. Los perezosos (los holgazanes) (2Ts 3:10).

d. Los desobedientes (aquellos que rehuían cumplir las instrucciones del apóstol) (2Ts 3:14).

2. La naturaleza de la reprimenda:

a. Debían ser identificados y señalados (2Ts 3:14).

b. Debían ser amonestados por sus fallos (2Ts 3:15).

c. Debían ser (si todavía no se habían arrepentido) excluidos de la comunión de los hermanos (2Ts 3:6, 2Ts 3:14).

d. Con todo, debían ser tratados como hermanos y no como enemigos (2Ts 3:15).

D. El repaso de lo dicho (2Ts 3:7-10):

«Porque vosotros mismos sabéis de qué manera debéis imitarnos; pues nosotros no anduvimos desordenadamente entre vosotros, ni comimos de balde el pan de nadie, sino que trabajamos con afán y fatiga de día y noche, para no ser gravosos a ninguno de vosotros; no porque no tuviésemos derecho, sino por daros nosotros mismos un ejemplo para que nos imitaseis. Porque también cuando estábamos con vosotros, os ordenábamos esto: Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma.»

Fuente: Auxiliar Bíblico Portavoz

INTRODUCCIÓN

1. Relación con 1 Tesalonicenses

A primera vista, el contenido fundamental, un buen número de expresiones y la misma disposición general de los materiales de la conocida como segunda carta a los Tesalonicenses (en adelante se utilizará preferentemente la abreviatura 2 Ts) tienen tanta semejanza con 1 Ts, que lo obvio y razonable es pensar que se trata de dos cartas del mismo autor y dirigidas a los mismos destinatarios. Y efectivamente, así lo han sostenido hasta casi nuestros días prácticamente todos los lectores y comentaristas de las cartas paulinas.

Si esta es la hipótesis correcta, Pablo la habría escrito no mucho tiempo después de la primera. Y lo habría hecho para precisar algunas cosas que, al parecer, no habían quedado del todo claras en 1 Ts y para salir al paso de quienes estaban interpretando erróneamente las enseñanzas del Apóstol sobre la venida gloriosa del Señor (ver 2Ts 2:2).

Pero una lectura más atenta de 2 Ts nos permite descubrir también notables diferencias entre ambas cartas. Distinta tonalidad (la segunda carta es más bien fría e impersonal), distinto vocabulario al menos en parte (sobre todo en 2Ts 2:1-12, que es la parte central de la carta), distinta perspectiva escatológica (inminencia de la venida del Señor en la primera carta, retraso de dicha venida en la segunda), distinta presentación de la imagen de Pablo (una personalidad más autoritaria y más idealizada del Apóstol en 2 Ts). Todo esto ha hecho pensar a numerosos autores modernos que el autor de 2 Ts no es el propio Pablo, sino un discípulo suyo que, no mucho después de la muerte del Apóstol, se reviste de la autoridad del maestro para ofrecer una recta interpretación de la doctrina escatológica de Pablo. Con esta finalidad, imita literariamente a 1 Ts utilizando incluso el recurso-estratagema de la firma paulina de puño y letra al final de la carta (2Ts 3:17). En este caso, los destinatarios reales de 2 Ts no serían tanto los cristianos de la ciudad de Tesalónica en los años 50, cuanto los creyentes de cualquier iglesia cristiana, de la década tal vez de los 70, presa de una renacida tensión apocalíptica por la espera de un final inminente del mundo y de la historia.

Como en el caso de otras cartas atribuidas a Pablo (Colosenses y Efesios, por ejemplo), tampoco está definitivamente resuelta la cuestión de la autenticidad paulina de 2 Ts. Las espadas siguen en alto y no faltan autores de prestigio, de distinto signo confesional, que siguen sosteniendo la estricta autenticidad paulina de la carta.

2. Contenido de la carta

Con independencia de quiénes hayan sido realmente el autor y los destinatarios de 2 Ts, el mensaje central de la carta es claro. El Señor no está necesariamente a punto de retornar y mucho menos hay que pensar que ya ha venido y que el día del juicio ya ha tenido lugar. Antes deben tener lugar unos importantes aunque misteriosos acontecimientos (2Ts 2:1-12). Es preciso, por tanto, seguir esperando, siempre vigilantes por supuesto, pero activos y serenos, trabajando todos para ganarse el sustento y no convertirse en carga para los demás hermanos (2Ts 2:6-15).

Para acompañar y encuadrar este tema central, el autor incorpora varios elementos inspirados en 1 Ts: alabanza de la fe y del buen comportamiento de los destinatarios (2Ts 1:3-5; ver 1Ts 2:13-16); alusión a lo que es preciso padecer por causa de Jesús y su evangelio con la consiguiente recompensa (2Ts 1:6-12; ver 1Ts 2:13-16); exhortaciones, súplicas y acciones de gracias (2Ts 2:132Ts 3:1-5; 2Ts 3:13-15; ver 1Ts 3:9-13; 1Ts 4:14-18).

En la conclusión de la carta destaca el ardiente deseo de paz (2Ts 3:16). Una paz tal vez particularmente necesaria para una iglesia (o iglesias) perturbada por la presencia de visionarios apocalípticos.

3. Estructura de la carta

— Introducción (2Ts 1:1-5)

I. — EL JUSTO JUICIO DE DIOS (2Ts 1:6-12)

II. — LA VENIDA DE CRISTO Y SUS CIRCUNSTANCIAS (2Ts 2:1-12)

III. — EXHORTACIONES Y RECOMENDACIONES (2Ts 2:132Ts 3:15)

— Conclusión (2Ts 3:16-17)

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

— congregada en el nombre de: Ver nota a 1Ts 1:1.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

Saludos Iniciales

El saludo es, como podría esperarse, muy similar a aquel en 1 Tes., pero aquí Pablo habla de Dios como nuestro Padre, y explícitamente nombra al Padre y al Señor Jesús como fuentes de gracia y paz (ver también el artículo “Leyendo las epístolas”).

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

1.1 Pablo escribió esta carta desde Corinto menos de un año después de que escribiera 1 Tesalonicenses. El y sus compañeros Timoteo y Silas habían visitado Tesalónica en el segundo viaje misionero de Pablo (Act 17:1-10). En aquella visita establecieron la iglesia, pero Pablo tuvo que salir apresuradamente por causa de la persecución. Esto lo motivó a escribir su primera carta (1 Tesalonicenses) la que contiene palabras de consuelo y aliento. Después Pablo oyó sobre la forma en que los tesalonicenses habían reaccionado a su carta. Las buenas noticias eran que seguían creciendo en su fe. Pero las malas noticias eran que se estaban difundiendo falsas enseñanzas acerca del regreso de Cristo, llevando a algunos a que dejaran sus trabajos y se dedicaran a esperar el fin del mundo. De modo que Pablo tuvo que volverles a escribir. Mientras que el propósito de la primera carta de Pablo fue confortarles con la seguridad de la Segunda Venida de Cristo, esta segunda tenía el propósito de corregir falsas enseñanzas acerca de la Segunda Venida.1.1 Pablo, Silas y Timoteo estuvieron juntos en Corinto (Act 18:5). Pablo escribió esta carta en nombre de los tres. Con frecuencia incluía a Timoteo como corremitente de sus cartas (véase Phi 1:1; Col 1:1; 1Th 1:1). Para mayor información acerca de Pablo, véanse su perfil en Hechos 9. El perfil de Timoteo lo hallará en 1 Timoteo y el de Silas en Hechos 16.1.1 Tesalónica era la capital y la ciudad más grande de la provincia romana de Macedonia. La carretera más importante, que se extendía desde Roma hasta el Oriente, pasaba por Tesalónica. Esta carretera, junto con la ciudad portuaria, hicieron de Tesalónica uno de los centros comerciales de mayor riqueza y de mayor desarrollo en el Imperio Romano. Reconocida como una ciudad libre, se le permitió autogobernarse y fue exceptuada de gran parte de las restricciones impuestas por Roma en otras ciudades. Debido a este clima abierto, la ciudad tenía muchas religiones paganas e influencias culturales que eran un desafío para la fe cristiana.1.3 Más allá del contenido de sus cartas, el estilo de Pablo era confirmar. En gran parte de sus cartas empezaba subrayando lo que más apreciaba de sus lectores y dando a conocer el gozo que sentía por su fe en Dios. Nosotros también deberíamos buscar la forma de animar y edificar a otros creyentes.1.4 La clave para sobrevivir a la persecución y a las pruebas son perseverancia y fe. Cuando enfrentamos problemas abrumadores podemos tener fe de que Dios está usando estas pruebas para nuestro bien y para su gloria. Saber que Dios es justo, nos da confianza en medio de nuestros problemas, porque sabemos que no nos olvidará. En el perfecto tiempo de Dios, nos librará de nuestro sufrimiento y castigará a los que nos persiguen. ¿Puede usted confiar en el tiempo de Dios?1.4-6 Durante su primer visita a Tesalónica Pablo fue perseguido (Act 17:5-9). No hay duda que los que habían respondido a su mensaje y habían llegado a ser cristianos continuaron siendo perseguidos tanto por los judíos como por los gentiles. En su primera carta a los Tesalonicenses, Pablo dijo que el regreso de Cristo traería libertad de la persecución y juicio a los perseguidores. Pero esto hizo que la gente creyera que el regreso de Cristo sería de inmediato con el propósito de rescatarlos y vindicarlos. Pablo tuvo que señalar que mientras esperaban el Reino de Dios, podían y tenían que aprender perseverancia y fe por su sufrimiento.1.5 Al vivir por Cristo, experimentaremos problemas porque estamos tratando de ser el pueblo de Dios en un mundo perverso. Algunos dicen que los problemas son la consecuencia del pecado y la falta de fe, pero Pablo enseña que pueden ser parte del plan de Dios para los creyentes. Nuestros problemas nos pueden ayudar a mirar hacia arriba y hacia adelante en lugar de hacia adentro (Mar 13:35-36; Phi 3:13-14); ayudan a formar un carácter firme (Rom 5:3-4) y nos pueden dar oportunidades para consolar a otros que también están teniendo dificultades (2Co 1:3-5). Sus problemas muy bien podrían ser un indicador de que está tomando una postura por Cristo.1.5-7 El consuelo tiene dos dimensiones según lo que menciona Pablo. Podemos ser consolados al tomar en cuenta que nuestros sufrimientos nos fortalecen, ayudándonos a estar listos para el Reino de Cristo. También podemos ser consolados en el hecho de que un día cada uno estará delante de Dios; entonces, lo erróneo será corregido, la sentencia será dada a conocer y la maldad terminará.1.7-9 La «pena de eterna perdición» que Pablo describe es el lago de fuego (véase Rev 20:14), el lugar de separación eterna de Dios. Aquellas personas que han sido separados de Dios en la eternidad ya no tienen ninguna esperanza de salvación.1.11, 12 Nuestro «llamamiento» de parte de Dios, como cristianos, es llegar a ser como Cristo (Rom 8:29). Este es un proceso gradual, para toda la vida y será completado cuando veamos a Cristo cara a cara (1Jo 3:2). Ser «dignos de su llamamiento» significa querer hacer lo que es correcto y bueno (así como Cristo). Todavía no somos perfectos, pero a medida que Dios trabaja en nosotros nos movemos en esa dirección.

Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir

NOTAS

(1) O: “Silas”.

REFERENCIAS CRUZADAS

a 0 2Co 1:19

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

Este saludo de Pablo es similar al de 1 Ts. 1:1.

Fuente: La Biblia de las Américas

1 (1) Véase la nota 1 (1) de 1 Ts 1.

1 (2) Véase la nota 1 (2) de 1 Ts 1.

Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro

INTRODUCCIÓN A LA SEGUNDA EPÍSTOLA DE PABLO A LOS TESALONICENSES

AUTOR: Pablo

FECHA: 51

Propósito Esta carta fue enviada por Pablo a la iglesia de Tesalónica no mucho después de 1 Tesalonicenses, para enfrentar una nueva situación. Habían llegado a Pablo noticias de que había habido algún malentendido, si no una mala interpretación (2Ts 2:2), de su enseñanza acerca de la venida del día del Señor (1Ts 5:1-11). Algunos pensaron que los juicios habían empezado ya; por otra parte, entendían que Pablo había enseñado que ellos quedarían exentos de tales juicios. La ramificación práctica de esta confusión doctrinal era que algunos, pensando que el fin del mundo estaba a las puertas, habían cesado de trabajar y estaban creando una situación embarazosa (2Ts 3:6; 2Ts 3:11). Pablo corrige esta enseñanza y reprende a los perezosos.

Contenido La importante sección sobre el hombre de pecado (2Ts 2:1-12) debe compararse con otros pasajes que hablan de este Anticristo (Dan 9:27; Mat 24:15; Apo 11:7; Apo 13:1-10).

BOSQUEJO DE 2 TESALONICENSES

I) Saludo, 2Ts 1:1-2

II) Agradecimiento y ánimo en la persecución, 2Ts 1:3-12

III) Corrección respecto al día del Señor, 2Ts 2:1-17

A) Su relación al presente, 2Ts 2:1-2

B) Su relación a la apostasía, 2Ts 2:3 a

C) Su relación al hombre de pecado, 2Ts 2:3 b- 2Ts 2:5

D) Su relación al que lo detiene, 2Ts 2:6-9

E) Su relación a los no creyentes, 2Ts 2:10-12

F) Su relación a los creyentes, 2Ts 2:13-17

IV) Exhortaciones a la oración y a la disciplina, 2Ts 3:1-15

A) Confianza de Pablo, 2Ts 3:1-5

B) Mandatos de Pablo, 2Ts 3:6-15

V) Bendición final y saludo, 2Ts 3:16-18

Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie

11 (I) Fórmula inicial (1,1-2). 1. a la igle­sia… en Dios nuestro Padre y en el Señor Jesu­cristo: La condición de la Iglesia proporciona las razones para el saludo, ampliado de manera pa­recida. 2. gracia y paz: Las bendiciones mesiánicas actuales y venideras encuentran su fuente en ambas personas, el Padre y el Señor Jesu­cristo, como fundamento de la existencia de la comunidad ( Cartas del NT, 45:8A).
12 (II) La prueba de la persecución que conduce a la gloria del Señor en el jui­cio (1,3-12).
(A) Acción de gracias (1,3-10). La acción de gracias (vv. 3-10) y la oración (w. 11-12) forman una sola frase larga y enrevesada. Los padecimientos de la persecución (v. 4) sirven para indicar el juicio venidero de Dios al de­mostrar que los tesalonicenses son dignos de su vocación (vv. 5, 11). Por consiguiente, el au­tor ora pidiendo que Dios haga presente en ellos la gloria personal del Señor Jesús. La ac­ción de gracias brota de lo que es recto (vv. 3b-5) y justo (vv. 6-10). Su formulación hace pen­sar en la de las oraciones judías y cristianas habituales en tiempos de tribulación (véase R. D. Aus JBL 92 [1973] 432-38).
13 3b-5. dar en todo tiempo gracias a Dios por vosotros, hermanos, como es (meramente) justo: La razón es doble: el aumento de su fe y amor (v. 3cd) y los motivos del autor para co­brar buena fama entre las Iglesias de Dios por la paciente entereza y fidelidad de los tesalo­nicenses en las persecuciones y tribulaciones que están padeciendo. 4. paciente entereza: Hypomoné, el aspecto pasivo de elpis, «esperan­za», se asocia intrínsecamente (con el mismo artículo) con pistis, «fidelidad». Las persecu­ciones tienen en este texto una índole genéri­ca; en 1 Tes. 2,14-16 Pablo como tal era más concreto, nos gloriamos: El gloriarse propio de Pablo mira por lo regular a la etapa final del período escatológico (p.ej., 1 Tes. 2,19); el au­tor mira también a la situación presente, pues considera las tribulaciones actuales en relación con su resolución futura. 5. signo antici­pado del justo juicio de Dios: El objetivo último de sus sufrimientos no es simplemente la su­pervivencia, sino poder ser juzgados dignos del reino de Dios, esto es, admitidos a disfru­tar de la autoridad plenamente alcanzada de Dios en la parusía. Aunque el don de la fe no está condicionado por los logros humanos, la fe, una vez recibida, se debe ejercitar en la fi­delidad y la entereza paciente.
14 6-10. es justo por parte de Dios: El do­ble aspecto anticipado del justo juicio de Dios (véase v. 5) es llevado adelante con respecto a los perseguidores y también a los fieles, el des­canso junto con nosotros: El descanso (anesis) final para el autor y sus lectores no llegará si­no cuando se manifieste el Señor. Pues «el des­canso junto con nosotros» se concibe princi­palmente no desde la perspectiva de una vida tras la muerte, sino desde la de una clara de­mostración de la condena de los malvados por parte de Dios. Como en Pablo, el juicio conde­natorio de Dios, ejecutado por medio del Se­ñor Jesús (Rom. 1,18-2,16), se concibe como una cosa buena, merecida, no impuesta capri­chosamente. 7-8. desde el cielo con sus podero­sos ángeles en medio de una llama de fuego: Se utilizan con moderación frases descriptivas tí­picamente apocalípticas nada más que para indicar una manifestación pública culminante del poder divino, con fuerza irresistible y devoradora. 8-10. El autor presta más atención al fundamento de la retribución divina. 8. los que no han conocido a Dios: Los paganos de todas las épocas son considerados culpable­mente ignorantes de no reconocer religiosa­mente al Señor (Rom. 1,18-32; Sab. 13,1-9). los que no han obedecido al evangelio de nuestro Señor Jesús: Se añade un grupo más extenso (desde el punto de vista étnico, si no numéri­co) en el marco de la predicación universal del evangelio. 9. justo castigo eterno: El autor no habla de tormento físico (como si se tratara de una aplicación de «la llama de fuego» [v. 8]), sino que se refiere a un rechazo eterno y defi­nitivo al enfrentarse al rostro del Señor. La gloria del Señor es su poder único y soberana­mente eficaz. 10. y admirado: La gloria del Se­ñor se pone especialmente de manifiesto en el poder transformador de su resurrección. Aun­que, de por sí, «santos» puede referirse a los ángeles, el paralelismo con el v. 10b y una ex­presión posterior en 2,14 hacen pensar en la resurrección de los fieles en cuanto reconoci­da con admiración (v. 10b). En cuanto hechos inmortales (no «como espíritus»), comparti­rán una condición «angélica» (cf. Lc. 20,35-36; 1 Cor. 6,2). nuestro testimonio ha sido creído por vosotros: De manera parentética, pero enérgica, esta manifestación de la gloria del Señor se enraíza en la adhesión fiel de los cris­tianos al testimonio apostólico.
15 (B) Oración (1,11-12). todo vuestro deseo de hacer el bien y la actividad de la fe: La realización moral depende del propio poder de Dios. Es su gracia la que hará a los fieles dig­nos de la vocación del Padre. Por consiguien­te, dicha realización vendrá a ser en la parusía una mutua glorificación (manifestación pode­rosa) de su íntima relación personal con el Se­ñor Jesús. Esto (v. 12a) se describe con len­guaje tomado de Is 66,5, donde se aplica al único Dios, Yahvé. Así mismo, charis, «gra­cia», en el v. 12b designa el don soberano de Dios (Padre) y del Señor Jesucristo. Los dos sujetos personales (con un solo artículo, desa­rrollando 1,1-2) desempeñan sus funciones co­mo un solo ser.

Fuente: Nuevo Comentario Biblico San Jeronimo

tesalonicenses…Hch 17:1.

Fuente: Biblia Textual IV Edición

g Hch 17:1.

Fuente: La Biblia Textual III Edición

[1] Los enemigos de las Buenas Nuevas recibirán su recompensa durante la Gran Tribulación.

[2] Reuniendo hacia el reino, no un vuelo al rapto. En entendimiento Hebraico ésto es el kevutz galuyot, o el regreso y reunión de los exiliados de Israel de los cuatro vientos. Éste es el tema aquí.

[3] Apostasía en Griego, rebelión en Arameo.

[4] La revelación del antimesías del revivido Imperio Otomano la cuarta y última bestia de Daniel 7.

[5] La palabra usada aquí significa ‘neged’ en Hebreo, opuesto a, u opuesto, contrario y contra. El se opone a, o está contra las enseñanzas de Yahshua de Nazaret al proclamarse a sí mismo como el camino a YHWH a través de buenas obras solamente, mientras que la Escritura enseña fe y obediencia y la necesidad de la expiación de sangre; los Musulmanes practican una redención basada en obras, así como este líder Islámico que hará de la misma forma.

[6] Mostrándose a sí mismo lo cual significa comprobar. El está intentando comprobarse a sí mismo que él es YHWH, porque él controla el destino de la gente que lo sigue. Esta persona, el antimesías está poseído por s.a.tan. Así que nosotros tenemos que acordarnos que s.a.tan quería sentarse en el asiento de YHWH. Así que cuando el antimesías se siente en el asiento de YHWH en el Templo de la Montaña, él se sienta en la tumba Musulmán de la Mezquita Al Aqsa y piensa dentro de sí mismo que él es YHWH. Es claro que esta persona no le está diciendo al mundo ‘Yo soy YHWH todopoderoso’ por causa del texto en Dan 11:38 el cual nos da balance. “Mas en su lugar él [el antimesías] honrará a un elohim de fortalesas/brutalidad [Alláh] y a un elohim que sus padres no conocieron, él honorará con oro y con plata, con piedras preciosas y cosas agradables.” El texto de Daniel nos eseña que el antimesías mismo adora un elohim de jihad. El antimesías no está proclamandose a sí mismo ser YHWH, él está en esencia diciendo ‘mírenme a mí. Yo soy como YHWH y yo puedo controlar el destino de toda la gente así como YHWH aquí en la tierra, y a mi orden yo puedo hacer que alguien sea muerto o darle a alguien vida.’

Fuente: Escrituras del Nombre Verdadero

[10] Con la gloria inmensa con que los llenará a ellos y a vosotros también.

Fuente: Notas Torres Amat

Biblia Peshitta 2006 Notas:

Al igual que la primera epístola, Pablo escribió ésta también desde Corinto poco tiempo después, en el 51 d.C. Parece ser que la motivación para escribirles de nuevo fue que había una supuesta carta del apóstol en la que se afirmaba que el Señor ya había venido y los tesalonicenses no habían sido llevados en el arrebatamiento, y eso los había contristado, por lo cual Pablo les escribe esta epístola para consolarlos y exhortarlos a seguir firmes.

Fuente: Peshitta en Español