Comentario de 1 Timoteo 3:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Fiel es esta palabra: Si alguien anhela el obispado, desea buena obra.

3:1

— Palabra fiel — Véase 1:15, comentarios. Es fiel porque es apostólica. Lo que el resto de este versículo dice es fidedigno; es la pura verdad.

— Si alguno anhela — La misma palabra griega para decir «anhela» aparece también en 6:10 (codiciando); Heb 11:16 (anhelaban). Significa hacer esfuerzo por alcanzar algo. Bien lo traduce la Ver. N.M., «haciendo esfuerzo por obtener». Otras versiones dicen, «aspira» (P.B., B.A., NVI., NTP, P79, BAD., B.J.. La ASV. dice, «busca». Es palabra más fuerte que «desea», pues indica ansia o afán (como el que quiere enriquecerse se extiende mucho por conseguir el dinero, 6:9,10). Debe haber personas haciendo esfuerzo por ser obispos, pero muchas veces es al contrario: ¡el oficio de obispo tiene que buscar quien lo acepte!

— obispado — Notemos la traducción de otras versiones, para mejor comprensión del sentido del vocablo griego: «oficio de obispo» (V.M., ASV.); «puesto de superintendente» (N.M.); «cargo de obispo» (P.B., B.A., S.A.); «cargo de episcopado» (B.J.); «el episcopado» (N.C., una transliteración).

La misma palabra griega, episcopes, para decir «obispado», aparece en 1Pe 2:12. Véase Notas Sobre 1 Pedro 2:12, comentarios. Allí se traduce «visitación»; o sea, el día cuando Dios «mirará, u observará» para luego tomar acción. Aparece también en Luc 19:44 (visitación). La idea radical de la palabra es la de mirar, u observar (con el fin de tomar acción, como visitar para bendecir, o para castigar). En Hch 1:20 se traduce en nuestra versión, «oficio», pero en la revisión de 1977, «cargo». Otras versiones dicen, «obispado» (L.A.; H.A.;); «función» (P.B.); «superintendencia» (N.M.).

Analizando la palabra griega, vemos que está compuesta de epi (sobre), skop (mirar), y es (la parte final de la palabra indica «cargo» u «oficio»). La Ver. N.C., pues, transliteraliza la palabra, diciendo, «el episcopado». La Ver. N.M. la traduce literalmente, diciendo, «puesto de superintendente».

La palabra griega para indicar a la persona que ocupa este puesto, cargo, u oficio, se traduce comúnmente, «obispo» (Hch 20:28; Flp 1:1; Tit 1:7; 1Pe 2:25). Véanse Notas Sobre Tito 1:7, comentarios, y Notas Sobre 1 Pedro 2:25, comentarios. Del griego se deriva nuestra palabra «episcopal» (sobre, ver), y del latín viene la palabra «supervisor» (sobre, ver), o «superintendente» (sobre, atender). Véase el versículo siguiente, comentarios.

— buena obra desea — Es buena porque es de Dios. Involucra el cuidado de almas (Heb 13:17; 1Pe 5:2).

El «obispado», pues, es más bien obra que oficio (en el sentido de puesto de mando). Siempre ha habido quienes desean mandar, dirigir, o dar órdenes, pero no se ocupan en hacer la obra. Con toda obra viene alguna responsabilidad. El obispo responsable y fiel en su obra recibirá su corona (1Pe 5:4).

Para ser obispo, la persona tiene que desear la obra representada en el término. Debemos inculcar en nuestros hijos dicho deseo. Es una obra noble y deseable, pues tiene que ver con la dirección de almas. En el mundo moderno, el héroe del joven es algún gran atleta, no el presidente del país, ni mucho menos un obispo en alguna iglesia local. Es culpa de los padres que sus hijos no tengan siempre delante de ellos la meta de ser algún día obispos en una iglesia local.

Las denominaciones ignoran por completo la organización de la iglesia local. Tienen sus propios sistemas humanos. Y algunos de mis hermanos en Cristo toman la libertad (de allí, hermanos «liberales») de irse más allá del plan bíblico para la organización de la iglesia local, haciendo de los ancianos de la iglesia llamada «patrocinadora» un grupo de directores de una obra a nivel de hermandad. Hay llamados «misioneros» que reclaman estar bajo la supervisión de los ancianos de la iglesia patrocinadora, aunque son miembros en otros países. Si es así, dichos ancianos supervisan a miembros no de su congregación. Esto no es nada bíblico.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

palabra fiel. 1Ti 1:15; 1Ti 4:9; 2Ti 2:11; Tit 3:8.

anhela obispado. 1Ti 3:2-7; Hch 1:20; Flp 1:1; Tit 1:7; 1Pe 2:25.

buena obra desea. Hch 20:28; 1Pe 5:2.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Cualidades de los obispos y diáconos y de sus esposas, 1Ti 3:1-14.

La iglesia y la verdad bendita que es enseñada y profesada, 1Ti 3:15, 1Ti 3:16.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

En la discusión de cómo comportarse en la casa de Dios, Pablo se vuelve a los líderes. Hay dos oficios bíblicos en la iglesia: el obispo (Gr.  epískopos), el pastor o superintendente de hoy, y el diácono (Gr.  diakónos). El supervisor, pastor o predicador del evangelio, vive del evangelio (1Co 9:14). Este es su llamado. El diácono sirve en la iglesia pero no vive de este servicio. No dice en ninguna parte que viva del evangelio. No hay un criterio doble en la vida de los cristianos. Lo que debe ser verdad para cualquier creyente debe serlo también para los líderes en la casa de Dios. Es correcto tener modelos de conducta para los líderes en una iglesia local. Aquí hay una excelente lista para seguirla.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

obispado: Esta palabra griega se refiere a una persona que supervisa una congregación. En muchos pasajes del NT. las palabras griegas para obispo y anciano se usan indistintamente para el mismo oficio (Tit 1:5-7).

 EN FOCO

«Obispo»

(Gr.  epískopos) (1Ti 3:2; Hch 20:28; Flp 1:1; Tit 1:7) # en Strong G1985: El término griego epískopos quiere decir «alguien que supervisa». En el NT. se describe a los ancianos como supervisores de una congregación. En Hch 20:17; Hch 20:28 se llama a los ancianos de la iglesia en Éfeso obispos. Los ancianos eran responsables de los asuntos internos de la iglesia; y parece que existieron varios ancianos en posiciones de responsabilidad en algunas congregaciones (Hch 14:23; Tit 1:5-7). Después de los tiempos del NT. llegó a ser costumbre nombrar un anciano para presidir y se le dio el título de obispo.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

SI ALGUNO ANHELA OBISPADO. Véase el ARTÍCULO REQUISITOS MORALES DE LOS OBISPOS, P. 1740. [1Ti 3:1-2], para comentarios sobre los importantes requisitos para ser obispo o pastor

Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena

Requisitos morales de los obispos

1Ti 3:1-2 Palabra fiel: Si alguno anhela obispado, buena obra desea. Pero es necesario que el obispo sea irreprensible, marido de una sola mujer, sobrio, prudente, decoroso, hospedador, apto para enseñar.

Si un hombre quiere ser «obispo» (gr. episkopos, es decir, el que tiene cuidado pastoral; pastor), desea una función importante (1Ti 3:1). Sin embargo, tales personas deben tener ese deseo confirmado por la Palabra de Dios (1Ti 3:1-10; 1Ti 4:12) y la iglesia (1Ti 3:10), porque Dios ha establecido para la iglesia ciertos requisitos específicos. Cualquiera que diga que es llamado por Dios para realizar la obra de pastor debe ser probado por los miembros de la iglesia según las normas bíblicas de 1Ti 3:1-13; 1Ti 4:12; Tit 1:5-9 (véase el ARTÍCULO LOS DONES DE MINISTERIO DE LA IGLESIA, P. 1690. [Efe 4:11]). La iglesia no debe aprobar a ninguna persona para la obra ministerial basada únicamente en el deseo, la preparación, la preocupación ni la supuesta visión o llamamiento de la persona. La iglesia de hoy no tiene derecho a reducir los requisitos que Dios ha establecido por medio del Espíritu Santo. Todavía son absolutos y deben seguirse por causa del nombre de Dios, su reino y la credibilidad del oficio importante de obispo.

(1) Las normas enumeradas para los obispos son primordialmente morales y espirituales. El carácter probado de los que procuran cargos de dirección en la iglesia es más importante que la personalidad, los dones de predicación, las capacidades administrativas o los logros académicos. El punto central de los requisitos descansa en la conducta de la persona que ha perseverado en la sabiduría piadosa, las decisiones correctas y la santidad personal. Los que desean el oficio de obispo primero deben ser probados en cuanto a su trayectoria espiritual. Así, el Espíritu Santo establece la norma de excelencia que el candidato debe ser un creyente que se ha mantenido firme en Jesucristo y en sus principios de justicia, y que por lo tanto pueda servir de modelo de fidelidad, veracidad, honradez y pureza. En otras palabras, su carácter debe reflejar la enseñanza de Cristo en Mat 25:21, que ser fiel sobre poco lleva a una mayor responsabilidad: «sobre mucho te pondré».

(2) Sobre todo, los dirigentes cristianos deben ser «ejemplo de los creyentes» (1Ti 4:12; cf. 1Pe 5:3), es decir, su vida cristiana y fe constante pueden ponerse delante de la congregación como dignas de imitación,

(a) Los obispos deben demostrar un ejemplo excelente de perseverancia en piedad, fidelidad y pureza frente a la tentación, y lealtad y amor por Cristo y el evangelio (1Ti 4:12; 1Ti 4:15).

(b) El pueblo de Dios debe aprender la moral cristiana y la verdadera piedad no sólo de la Palabra de Dios sino también del ejemplo de los pastores que viven según las normas apostólicas. Los pastores cuya vida es un ejemplo de la fe son absolutamente esenciales en el plan de Dios para el liderazgo cristiano. Echar a un lado el principio de tener dirigentes piadosos que hayan establecido una norma sin tacha que sigan los demás de la iglesia es pasar por alto la clara enseñanza de las Escrituras. Los pastores deben ser personas cuya fidelidad a Cristo pueda establecerse como una norma o ejemplo (cf. 1Co 11:1; Flp 3:17; 1Ts 1:6; 2Ts 3:7; 2Ts 3:9; 2Ti 1:13).

(3) El Espíritu Santo considera el liderazgo del creyente en las relaciones del hogar, el matrimonio y la familia como de la mayor importancia (1Ti 3:2; 1Ti 3:4-5; Tit 1:6). El obispo debe ser un ejemplo para la familia de Dios sobre todo en su fidelidad a su esposa y a sus hijos. Después de todo, si ha fracasado en ese aspecto, «¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?» (1Ti 3:5). Debe ser «marido de una sola mujer» (1Ti 3:2). Esa frase defiende el punto de vista de que un candidato para el oficio de obispo debe ser un creyente que haya permanecido fiel a su esposa. La traducción literal (gr. mias gunaikos, genitivo atributivo) es «un hombre que se atiene a una sola mujer», es decir, el fiel esposo de su esposa. Eso quiere decir que el candidato tiene que ser una persona que dé pruebas de fidelidad en este importantísimo aspecto. Se requiere la fidelidad moral constante a la esposa y a la familia de cualquiera que desee ser dirigente y ejemplo en la iglesia.

(4) Por consiguiente, las personas de la iglesia que sean culpables de graves pecados o transgresiones morales se han descalificado a sí mismas para ejercer el oficio de pastor y para cualquier puesto de alto liderazgo en la iglesia local (cf. 1Ti 3:8-12). Tales personas pueden ser generosamente perdonadas por la gracia de Dios, pero han perdido la capacidad de servir como modelos de perseverancia segura en la fe, el amor, la pureza y la sana doctrina (1Ti 4:11-16; Tit 1:9). Como candidatos al obispado, no pueden ser llamados irreprensibles (1Ti 3:2). Desde el AT Dios había puesto en claro que exigía de los líderes de su pueblo que mantuvieran elevadas normas de vida en lo moral y lo espiritual; de lo contrario, otros tomarían su lugar (véanse Gén 49:4, nota; Lev 10:2, nota; Lev 21:7; Lev 21:17, notas; Núm 20:12, nota; 1Sa 2:23, nota; Jer 23:14, nota; Jer 29:23, nota).

(5) Además, 1Ti 3:2; 1Ti 3:7 establece el principio de que un obispo que pone a un lado su fidelidad a Dios y a su Palabra, y a su esposa y familia, debe ser quitado del oficio de obispo. No puede, después de eso, considerarse «irreprensible» (1Ti 3:2). Con respecto al que dentro del pueblo de Dios comete adulterio, la Palabra de Dios declara que «su afrenta nunca será borrada» (véase Pro 6:32-33, nota).

(6) Eso no significa que Dios o la iglesia no perdonarán. En realidad, Dios perdona cualquier pecado enumerado en 1Ti 3:1-13 si hay tristeza y arrepentimiento piadosos por ese pecado. Hay que aclarar que a tal persona se le puede perdonar y restaurar, con misericordia, a su relación con Dios y la iglesia. Sin embargo, lo que el Espíritu Santo declara es que hay algunos pecados tan graves que su deshonor y vergüenza (i.e., el descrédito) permanecerán en la persona aun después de ser perdonada y por el resto de su vida (cf. 2Sa 12:9-14).

(7) Pero ¿qué del rey David? El que haya seguido siendo rey de Israel a pesar de sus pecados de adulterio y asesinato (2Sa 11:1-21; 2Sa 12:9-15) a veces se considera una justificación bíblica para que alguien continúe de obispo, aunque haya violado las normas mencionadas anteriormente. Sin embargo, la comparación es imperfecta en varios sentidos:

(a) El oficio de rey de Israel bajo el antiguo pacto y el de obispo espiritual de la iglesia de Jesucristo bajo el nuevo pacto son del todo diferentes. Dios no sólo le permitió a David sino también a muchos reyes en extremo malvados que permanecieran de reyes de Israel. El liderazgo de la iglesia del NT que fue comprada con la sangre de Jesucristo exige normas espirituales mucho más altas,

(b) De acuerdo con la revelación y los requisitos de Dios en el NT, David no habría llenado los requisitos para el oficio de obispo en una iglesia del NT Tuvo muchas esposas, fue culpable de infidelidad matrimonial, fracasó en la administración de su propia familia, y fue homicida violento y sanguinario. Obsérvese también que, debido a su pecado, David permaneció bajo el castigo de Dios por el resto de su vida (véanse 2Sa 12:9-12, notas).

(8) Las iglesias de hoy no deben apartarse de los requisitos de justicia establecidos por Dios para un obispo en la revelación original de los apóstoles. Más bien deben exigir de sus dirigentes normas excelentes de santidad, perseverancia en la fidelidad a Dios y a su Palabra, y una vida piadosa. Deben orar fervientemente por ellos, animarlos y respaldarlos, mientras sirven de «ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza» (1Ti 4:12).

Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena

Elección de ministros sagrados: los obispos, 3:1-7.
1 Verdadero es el dicho: Si alguno desea el episcopado, buena obra desea; 2 pero es preciso que el obispo sea irreprensible, marido de una sola mujer, sobrio, prudente, morigerado, hospitalario, capaz de enseñar; 3 no dado al vino ni pendenciero, sino ecuánime, pacífico, no codicioso; 4 que sepa gobernar bien su propia casa, que tenga los hijos en sujeción, con toda honestidad; 5 pues quien no sabe gobernar su casa, ¿cómo gobernará la Iglesia de Dios? 6 No neófito, no sea que, hinchado, venga a incurrir en el juicio del diablo. 7 Conviene asimismo que tenga buena fama ante los de fuera, porque no caiga en infamia y en las redes del diablo.

Dentro del tema del culto, de que el Apóstol viene hablando, ocupan un lugar importante los ministros sagrados. De ellos va a hablar ahora, y primeramente de los “obispos” (v.1-7).
Comienza diciendo que “si alguno aspira al episcopado, desea una buena obra” (καλού έργου επιθυμεί ) e introduce la afirmación con la fórmula verdadero es el dicho” (τηστός ó Aóyos), que ya explicamos al comentar 1:15. ¿Qué intenta significar el Apóstol bajo la expresión “buena obra” y por qué ese empeño en afirmar que la aspiración al episcopado es “buena obra”? Parece, en cuanto a lo primero, que “buena obra” equivale a oficio noble y excelente, pues la misión del “obispo” es la de cooperar con Dios a la salud de las almas y difundir el reino de Cristo. No es ya tan claro el porqué de esa afirmación aquí. Probablemente ese cargo de “obispo,” en contraste con los dones brillantes de curaciones o de glosolalia (cf. 1Co 12:8-10; 1Co 14:1-5), era poco apetecido en Efeso, pues carecía de todo aliciente humano y sólo representaba trabajo humilde y lleno de sinsabores. De ahí que Pablo trate de poner las cosas en su punto, haciendo hincapié en la excelencia del “episcopado.” Sin embargo, debido precisamente a esa excelencia, el cargo de “obispo” exige un mínimo de condiciones, que el Apóstol enumera en los v.2-7. En esta enumeración, más que en las virtudes típicamente cristianas, como fe, esperanza y caridad, que sin duda se presuponen, se insiste en virtudes humanas, de inmediata repercusión en el trato con los demás. La mayoría de los términos son suficientemente claros y no hay por qué detenerse en explicarlos. Nos fijaremos únicamente en dos: “marido de una sola mujer” (v.2) y “no neófito” (v.6). Quiere San Pablo que el elegido para “obispo” no esté casado en segundas nupcias. La misma condición pone también para los “diáconos” (cf. v.12) y para las “viudas” inscritas como tales en el registro de la Iglesia (cf. 5:9). Sin embargo, para los fieles en general no condena las segundas nupcias (cf. 5:14; 1Co 7:39). La razón de esa exigencia, aunque San Pablo nada dice al respecto, parece ser porque las segundas nupcias no eran bien vistas, incluso entre los paganos, siendo consideradas como una falta de fidelidad a la primera mujer y como una falta de dominio de sí mismo. Más tarde, desde principios del siglo IV, la Iglesia latina irá más lejos y a sus ministros, sacerdotes y diáconos exigirá el celibato completo, como más conveniente a la entrega total que tal ministerio requiere (cf. 1Co 7:32-33) 353*·En cuanto a la otra condición, es decir, “no neófito,” la razón es obvia; pues un “neófito” o recién convertido a la fe no podrá tener normalmente la ciencia y autoridad necesarias para regir la comunidad. Sin embargo, San Pablo indica otro motivo: el de que, al verse elevado tan rápidamente, participe de la suerte de Lucifer, que cayó por soberbia. Todavía vuelve a hablar del diablo y de sus ardides, al referirse a la “buena fama” de que el obispo debe gozar ante los no cristianos (v.7; cf. 1Co 5:12; 1Te 4:12). Estas referencias al diablo son frecuentes en las Pastorales (cf. 1Ti 1:20; 1Ti 3:6-7; 1Ti 4:1; 2Ti 2:26) y también en las otras cartas paulinas (cf. Rom 16:20; 1Co 5:5; 1Co 7:5; 1Co 10:20-21; 2Co 2:11; 2Co 6:15; 2Co 11:14; 2Co 1:71 Efe 6:11; 1Te 2:9.18).
Así explicado el pasaje, queda aún por resolver la cuestión central: ¿qué entiende San Pablo bajo el término “obispo”?
De este punto ya tratamos ampliamente en la introducción a la carta. Como entonces dijimos, creemos que también aquí, en las pastorales, lo mismo que en los anteriores escritos del Nuevo Testamento, el término “obispo” sigue siendo sinónimo de “presbítero,” sin que tenga todavía el sentido técnico que adquirirá más tarde.

Los diáconos, 3:8-13.
8 Conviene que los diáconos sean asimismo honorables, exentos de doblez, no dados al vino ni a torpes ganancias; 9 que guarden el misterio de la fe en una conciencia pura, 10 Sean probados primero, y luego ejerzan su ministerio, si fueren irreprensibles. 11 También las mujeres deben ser honorables, no chismosas, sobrias y en todo fieles.12 Los diáconos sean maridos de una sola mujer, que sepan gobernar a sus hijos y a su propia casa. 13 Pues los que desempeñaren bien su ministerio alcanzarán honra y gran autoridad en la fe que tenemos en Cristo Jesús.

Después de hablar de los “obispos” (v.1-7), San Pablo pasa a hablar de los “diáconos” (v.8-13).
A ellos se refirió ya en Flp 1:1. Probablemente el origen de los “diáconos” lo tenemos en la narración de Hec 6:1-6, a cuyo comentario remitimos. Muchas de las condiciones que Pablo exige en ellos son las mismas que para los “obispos.” Notemos únicamente que en lugar del genérico “no codicioso” (άφιλάργυρον ), que pone para los “obispos” (v.3), aquí (v.8) habla de “no dado a torpes ganancias” (μη αισχροκερδείς ), sin duda porque los “diáconos,” encargados de la administración de bienes materiales y de la distribución de limosnas, estaban más expuestos a esa tentación. El “misterio de la fe” que deben guardar (v.9) no parece aludir a otra cosa que a la verdad evangélica considerada como un cuerpo de doctrina (cf. 4:6; 6:10.20). Lo de “probados primero” (v.10) no significa que haya de preceder un auténtico período de probación, sino que es una recomendación a que se observe bien antes su conducta, para ver si son dignos de tal cargo.
La intrusión de las “mujeres” del v.11 resulta totalmente inesperada, dado que antes (v.8-10) y después (v.12-13) se habla de “diáconos.” Creen algunos que es una alusión a las esposas de los “diáconos,” las cuales debían cooperar, con su buen nombre y fidelidad, a la labor de sus maridos. Sin embargo, juzgamos más probable, como suponen otros (M. Sales, Ricciotti, Dornier), que se trata de “diaconisas,” al estilo de Febe, mencionada en Rom 16:1, adscritas al servicio y asistencia material de las mujeres. Con ello, la ilación del pensamiento resulta más lógica: también los diaconos-mujeres. Nótese, en efecto, que el vocablo διάκονος lo mismo puede ser masculino (cf. Rom 13:4) que femenino (cf. Rom 16:1), de ahí que San Pablo designe a las diaconisas simplemente como “las mujeres,” suponiendo que aún pertenecen a la misma categoría (diáconos) de que viene hablando. Si se refiriese a las cualidades de las esposas de los “diáconos,” ¿por qué antes habría omitido hablar de las cualidades de las de los “obispos”?
La observación final (v.13) parece estar destinada a dejar bien claro que, no obstante el carácter subalterno de su cargo, los diáconos que cumplan bien sus funciones ocupan una posición honorable en el seno de la comunidad. En el fondo es lo mismo que había dicho respecto de los obispos (cf. 3:1). No parece, en contra de lo que sostienen algunos autores, que Pablo esté apuntando a la posibilidad de promoción al presbiterado-episcopado, si cumplen bien sus funciones. Sería un modo de animar la generosidad muy poco conforme con el proceder y entrega desinteresada de San Pablo. De otra parte, en la Iglesia primitiva el diaconado era considerado como grado propio y permanente, y no como simple paso o etapa hacia el presbiterado, como sucedió después.

La Iglesia, columna y sostén de la verdad, 3:14-16.
14 Esto te escribo con la esperanza de ir a verte pronto,15 para que, si tardo, sepas cómo hay que comportarse en la casa de Dios, que es la Iglesia de Dios vivo, columna y sostén de la verdad. 16 Y sin duda que es grande el misterio de la piedad: “Que se ha manifestado en la carne, ha sido justificado por el Espíritu, ha sido mostrado a los ángeles, predicado a las naciones, creído en el mundo, ensalzado en la gloria.”

Estos versículos, haciendo resaltar la grandeza de la Iglesia, constituyen una especie de colofón a lo dicho sobre los ministros sagrados, cuya misión es la de estar al servicio de la misma.
El Apóstol dice expresamente a Timoteo que si le da las instrucciones que le viene dando es “para que sepas cómo hay que comportarse en la casa de Dios, que es la Iglesia de Dios vivo, columna y sostén de la verdad” (v.14-15). Magnífica descripción de la Iglesia. Si habla de Dios “vivo” es, sin duda, para caracterizarlo como el verdadero Dios, en contraposición a los ídolos (cf. 1Te 1:9; 2Co 6:16). La metáfora de la “casa” puede tomarse en dos sentidos: en cuanto que la Iglesia es como un edificio espiritual formado por piedras vivas que son los fieles (cf. Efe 2:21; Efe 4:12; 1Pe 2:5), o en cuanto que los fieles, por su condición de hijos de Dios, constituyen como la familia o casa de Dios (cf. Gal 6:10; Efe 2:19; Heb 3:5-6). Es posible que en la mente de San Pablo, al escribir “casa de Dios,” anduviesen aleteando juntos ambos significados. La expresión “columna y sostén de la verdad,” para caracterizar la misión de la Iglesia, es otra, imagen tomada de la construcción. El sentido es claro: como el basamento sostiene las columnas y las columnas sostienen y muestran a vista de todos las estatuas de los héroes, así la verdad de Dios, contenida en el mensaje evangélico, está sostenida y presentada al mundo por la Iglesia. Quien se aleja de la Iglesia no está en la verdad.
En el v.16, San Pablo hace como un resumen de esa “verdad” de Dios confiada a la Iglesia para su custodia y difusión en el mundo, y que es tema constante en las Pastorales (cf. 2:4; 2Ti 2:15.18. 25; 2Ti 3:7; 2Ti 4:4; Tit 1:1.14). La llama “misterio de la piedad”, expresión prácticamente equivalente a “misterio de la fe,” de que se habló en el v.q. El término “misterio” indica que se trata de una verdad por largo tiempo oculta en Dios y manifestada ahora (cf. Efe 3:9). En qué consista ese misterio “de la piedad” (τήβ ευσέβειας ) ο del verdadero culto a Dios, lo dice el Apóstol a continuación, valiéndose de una estrofa de un himno cristiano primitivo, que parece copia literalmente. La estrofa es un canto a Cristo y consta de seis miembros distribuidos en tres pares antitéticos: carne-espíritu, ángeles-naciones, mundo-gloria. Maravilloso resumen de la vida y obra de Cristo: toma carne humana (cf. Jua 1:14), mostrado como quien es mediante el testimonio del Espíritu (cf. Jua 1:32; Jua 16:8; Hec 10:38), contemplado por los ángeles (cf. Luc 2:13; Mat 4:11; Mat 28:2; Efe 1:21), predicado a las naciones (cf. Hec 1:8), creído en el mundo (cf. Hec 5:14; Hec 15:3), ensalzado en la gloria (cf. Hec 1:9; Flp 2:9-11).
Podemos ver aquí la formulación primitiva del misterio del Verbo encarnado, verdadero Dios y verdadero hombre. La primera antítesis evoca el encuentro de dos mundos, el humano y el divino, en la persona de Cristo; la segunda presenta la proclamación a dos mundos, el celeste y el terrestre, de ese misterio de Cristo; la tercera, al igual que en Flp 2:9-11, completa la evocación del misterio de Cristo, recordando su exaltación a la gloria. A buen seguro que Timoteo y sus fieles, meditando este himno, se sentirían santamente orgullosos de su condición de cristianos.

Fuente: Biblia Comentada

Palabra fiel: Vea la nota sobre 1Ti 1:15. anhela … desea. Dos palabras diferentes en griego, la primera significa «esforzarse en alcanzar» y describe una acción externa, no un motivo interno. La segunda significa «una pasión fuerte» y se refiere a un deseo interior. Juntas, ambas palabras describen muy bien el tipo de hombre que puede ejercer el ministerio, aquel que lo busca con dinamismo externo porque está motivado por un deseo fuerte en su interior. obispado. La palabra significa «supervisor» e identifica a los hombres que son responsables de conducir a la iglesia (cp. 1Ti 5:17; 1Ts 5:12; Heb 13:7). En el NT las palabras «obispo», «anciano» y «pastor» se utilizan de forma intercambiable para describir a los mismos hombres con funciones similares (Hch 20:17; Hch 20:28; Tit 1:5-9; 1Pe 5:1-2). Los obispos (pastores, supervisores o ancianos) son responsables de liderar (1Ti 5:17), predicar y enseñar (1Ti 5:17), ayudar a los débiles espirituales (1Ts 5:12-14), cuidar de la iglesia (1Pe 5:1-2) y ordenar a otros líderes (1Ti 4:14).

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

3:1 — Palabra fiel — Véase 1:15, comentarios. Es fiel porque es apostólica. Lo que el resto de este versículo dice es fidedigno; es la pura verdad.
— Si alguno anhela — La misma palabra griega para decir «anhela» aparece también en 6:10 (codiciando); Heb 11:16 (anhelaban). Significa hacer esfuerzo por alcanzar algo. Bien lo traduce la Ver. N.M., «haciendo esfuerzo por obtener». Otras versiones dicen, «aspira» (P.B., B.A., NVI., NTP, P79, BAD., B.J.. La ASV. dice, «busca». Es palabra más fuerte que «desea», pues indica ansia o afán (como el que quiere enriquecerse se extiende mucho por conseguir el dinero, 6:9,10). Debe haber personas haciendo esfuerzo por ser obispos, pero muchas veces es al contrario: ¡el oficio de obispo tiene que buscar quien lo acepte!
— obispado — Notemos la traducción de otras versiones, para mejor comprensión del sentido del vocablo griego: «oficio de obispo» (V.M., ASV.); «puesto de superintendente» (N.M.); «cargo de obispo» (P.B., B.A., S.A.); «cargo de episcopado» (B.J.); «el episcopado» (N.C., una transliteración).
La misma palabra griega, episcopes, para decir «obispado», aparece en 1Pe 2:12. Véase Notas Sobre 1 Pedro 2:12, comentarios. Allí se traduce «visitación»; o sea, el día cuando Dios «mirará, u observará» para luego tomar acción. Aparece también en Luc 19:44 (visitación). La idea radical de la palabra es la de mirar, u observar (con el fin de tomar acción, como visitar para bendecir, o para castigar). En Hch 1:20 se traduce en nuestra versión, «oficio», pero en la revisión de 1977, «cargo». Otras versiones dicen, «obispado» (L.A.; H.A.;); «función» (P.B.); «superintendencia» (N.M.).
Analizando la palabra griega, vemos que está compuesta de epi (sobre), skop (mirar), y es (la parte final de la palabra indica «cargo» u «oficio»). La Ver. N.C., pues, transliteraliza la palabra, diciendo, «el episcopado». La Ver. N.M. la traduce literalmente, diciendo, «puesto de superintendente».
La palabra griega para indicar a la persona que ocupa este puesto, cargo, u oficio, se traduce comúnmente, «obispo» (Hch 20:28; Flp 1:1; Tit 1:7; 1Pe 2:25). Véanse Notas Sobre Tito 1:7, comentarios, y Notas Sobre 1 Pedro 2:25, comentarios. Del griego se deriva nuestra palabra «episcopal» (sobre, ver), y del latín viene la palabra «supervisor» (sobre, ver), o «superintendente» (sobre, atender). Véase el versículo siguiente, comentarios.
— buena obra desea — Es buena porque es de Dios. Involucra el cuidado de almas (Heb 13:17; 1Pe 5:2).
El «obispado», pues, es más bien obra que oficio (en el sentido de puesto de mando). Siempre ha habido quienes desean mandar, dirigir, o dar órdenes, pero no se ocupan en hacer la obra. Con toda obra viene alguna responsabilidad. El obispo responsable y fiel en su obra recibirá su corona (1Pe 5:4).
Para ser obispo, la persona tiene que desear la obra representada en el término. Debemos inculcar en nuestros hijos dicho deseo. Es una obra noble y deseable, pues tiene que ver con la dirección de almas. En el mundo moderno, el héroe del joven es algún gran atleta, no el presidente del país, ni mucho menos un obispo en alguna iglesia local. Es culpa de los padres que sus hijos no tengan siempre delante de ellos la meta de ser algún día obispos en una iglesia local.
Las denominaciones ignoran por completo la organización de la iglesia local. Tienen sus propios sistemas humanos. Y algunos de mis hermanos en Cristo toman la libertad (de allí, hermanos «liberales») de irse más allá del plan bíblico para la organización de la iglesia local, haciendo de los ancianos de la iglesia llamada «patrocinadora» un grupo de directores de una obra a nivel de hermandad. Hay llamados «misioneros» que reclaman estar bajo la supervisión de los ancianos de la iglesia patrocinadora, aunque son miembros en otros países. Si es así, dichos ancianos supervisan a miembros no de su congregación. Esto no es nada bíblico.

Fuente: Notas Reeves-Partain

LOS DIRIGENTES DE LA IGLESIA

1 Timoteo 3:1-7

Hay un dicho que todos debemos creer: Si uno aspira al cargo de supervisor de la iglesia, es un trabajo digno el que se ha propuesto. El supervisor debe ser un hombre que no esté sujeto a críticas. Debe haber estado casado solamente una vez; debe ser sobrio, prudente, de buenos modales, hospitalario y con capacidad para la enseñanza. No debe ser excesivamente aficionado al vino, ni ser la clase de persona que se enfrenta con otros, sino debe ser amable y pacífico y libre del amor al dinero. Debe tener su casa en orden, manteniendo a sus hijos bajo control con completa dignidad. (Si uno no sabe dirigir su propia casa, ¿cómo va a estar a cargo de la congregación de Dios?) No debe ser un converso reciente, no sea que se enorgullezca con un sentimiento de su propia importancia, y caiga así en la misma condenación que el diablo. Debe haberse ganado el respeto de los de fuera de la Iglesia, para que no caiga en críticas y en lazo del diablo.

Éste es un pasaje muy importante desde el punto de vista del gobierno eclesiástico. Trata del hombre al que la versión Reina-Valera y muchas otras traducciones llaman el obispo, y que hemos traducido por supervisor.

En el Nuevo Testamento hay dos palabras que describen a los dirigentes principales de la Iglesia, es decir, los encargados que se habían de encontrar en todas las congregaciones y de cuya conducta y administración dependía su buena marcha.
(i) Estaba el hombre que se llamaba el anciano (presbyteros). El cargo de anciano es el más antiguo de todos los de la Iglesia. Los judíos tenían sus ancianos, y remontaban su origen a la situación en que Moisés, en el tiempo de la peregrinación por el desierto, nombró a 70 hombres para que le ayudaran en la tarea de controlar y cuidarse del pueblo (Nm 11:16 ).Todas las sinagogas tenían sus ancianos, que eran los verdaderos dirigentes de la comunidad judía. Presidían el culto de la sinagoga; administraban reprensión y disciplina cuando era necesario; zanjaban los pleitos que en otros países se habrían llevado a los tribunales.

Entre los judíos los ancianos eran hombres respetables que ejercían una supervisión paternal sobre los asuntos espirituales y materiales de cualquier comunidad judía. Pero los judíos no eran los únicos que tenían el cargo de anciano. El cuerpo rector de los espartanos se llamaba la guerusía, que quiere decir la junta de los ancianos. El Parlamento de Roma se llamaba el Senado, que viene de sénex, que quiere decir un anciano. En Inglaterra los hombres que se cuidaban de los asuntos de la comunidad se llamaban aldermen, que quiere decir ancianos. En los tiempos del Nuevo Testamento todas las aldeas de Egipto tenían sus ancianos que se cuidaban de los asuntos de la comunidad. Los ancianos tenían una larga historia, y tenían un lugar importante en la vida de casi todas las comunidades.

(ii) Pero algunas veces el Nuevo Testamento usa otra palabra, epískopos, que se suele traducir por la palabra que ha dado en español, obispo, y que quiere decir literalmente supervisor o superintendente. Esta palabra también tiene una historia larga y honrosa. La Septuaginta, la versión griega del Antiguo Testamento, la usaba para describir a los capataces, que estaban a cargo de las obras públicas y los proyectos de edificación (2Ch 34:17 ). Los griegos la usaban para describir a los hombres nombrados para ir de la ciudad madre a regular los asuntos de una colonia recién fundada en algún lugar lejano. La usaban para describir lo que nosotros llamaríamos comisionados, nombrados para poner en orden los asuntos de una ciudad. Los Romanos la usaban para describir a los magistrados nombrados para supervisar la venta de los alimentos dentro de la ciudad de Roma. Se usa de los delegados especiales nombrados por un rey para ver que las. leyes que había establecido se cumplían. Epískopos siempre implica dos cosas: Primera, la supervisión de algún área o esfera de trabajo, y segunda, la responsabilidad o algún poder ante autoridad superior.

La cuestión es: ¿Qué relación había en la Iglesia Primitiva entre el anciano, presbyteros, y el supervisor, epískopos.

La investigación moderna mantiene prácticamente unánimemente que en la Iglesia Original el presbyteros y el epískopos eran lo mismo. La base para esa identificación es: (a) Los ancianos se nombraban en todas las iglesias. Después del primer viaje misionero Pablo y Bernabé eligieron ancianos en todas las iglesias que habían fundado (Hch 14:23 ). A Tito se le instruye que nombre y ordene ancianos en todas las ciudades de Creta (Tit 1:5 ). (b) Las cualificaciones de un presbyteros y las de un epískopos son idénticas en todos los sentidos (1 Timoteo 3:2-7 ; Tit 1:6-9 ). (c) Al principio de Filipenses, Pablo dirige sus saludos a los obispos y los diáconos (Fil 1:1 ). Es totalmente imposible que Pablo no mandara saludos a todos los ancianos que, como ya hemos visto, había en todas las iglesias; y por tanto los obispos y los ancianos deben ser la misma clase de personas en la iglesia. (d) Cuando Pablo estaba haciendo su último viaje a Jerusalén, mandó llamar a los ancianos de Éfeso para que se reunieran con él en Mileto (Hch 10:17 ), y en el curso de su conversación con ellos les dice que Dios los ha hecho episkopoi para alimentar la Iglesia de Dios (Hch 20:28 ). Es decir: Se dirige precisamente al mismo cuerpo de hombres, primero como ancianos, y luego como obispos o supervisores. Cuando Pedro está escribiendo a los suyos, les habla como un anciano a ancianos (1Pe 5:1 ), y entonces pasa a decir que su función es supervisar el rebaño de Dios (1Pe 5:2 ), y la palabra que usa para supervisar, es el verbo episkopein, del que deriva epískopos. Toda la evidencia del Nuevo Testamento contribuye a demostrar que el presbyteros y el epískopos, el anciano y el obispo o supervisor, eran lo mismo y los mismos.

Surgen dos preguntas. La primera, si eran lo mismo, ¿por qué se usaban dos nombres para designarlos? La respuesta es .que presbyteros describía a aquellos dirigentes de la Iglesia tal como eran personalmente. Eran los hombres más ancianos, miembros respetados en la comunidad. Epískopos, por otra parte, describía su función, que era supervisar la vida y el trabajo de la iglesia. Una palabra describía al hombre; la otra describía su tarea.

La segunda pregunta es: Si el anciano y el obispo eran lo mismo en un principio, ¿cómo llegó a ser el obispo lo que llegó a ser? La respuesta es sencilla. Era inevitable que el cuerpo de los ancianos requiriera y adquiriera un moderador. Era esencial que alguien asumiera la dirección, y eso fue lo que sucedió. Cuanto más organizada llegó a estar la Iglesia tanto más era normal que surgiera tal figura. Y el anciano que sobresalía como dirigente llegó a ser conocido como el epískopos, el superintendente de la iglesia. Pero ha de notarse que era simplemente un dirigente entre iguales. Era de hecho el anciano cuyas circunstancias y cualidades personales se combinaban para hacerle dirigente de la obra de una congregación de la Iglesia Cristiana.

Se verá que el traducir epískopos por la palabra obispo en el Nuevo Testamento le da un sentido que no le corresponde. Es mejor traducirla por supervisor o superintendente.

EL NOMBRAMIENTO Y LOS DEBERES
DE LOS DIRIGENTES DE LAS IGLESIAS

1 Timoteo 3:1-7 (continuación)

Este pasaje es interesante además porque nos dice algo del nombramiento y los deberes de los dirigentes de la Iglesia.

(i) Se los apartaba oficialmente para su responsabilidad. Tito tenía que ordenar ancianos en todas las iglesias (Tit 1:5 ). Los encargados de la iglesia no se nombraban en secreto; se los apartaba a la vista de todos; el honor de la Iglesia se ponía en sus manos públicamente.

(ii) Tenían que pasar un período de prueba. Primero tenían que ser aprobados (1 Timoteo 3:10 ). Nadie construye un puente o una maquinaria con metal que no haya sido probado. La Iglesia haría bien en ser más estricta en la prueba de los que son elegidos como dirigentes.

(iii) Se les pagaba por el trabajo que tenían que hacer. El obrero se merecía su salario (1 Timoteo 5:18 ). El dirigente cristiano no trabaja por el sueldo; pero, por otra parte, es el deber de la iglesia que le ha escogido para ese trabajo proveerle de los medios de vida.

(iv) Estaban expuestos a la crítica (1 Timoteo 5:19-22 ). En la Iglesia Primitiva los encargados tenían una doble función. Eran dirigentes de la iglesia; pero eran también servidores de la iglesia. Tenían que dar cuenta de su administración. Ningún encargado cristiano se debe considerar libre de tener que dar cuenta; es responsable ante Dios y ante la comunidad sobre la que Dios le ha encargado presidir.

(v) Tenían la obligación de presidir las asambleas cristianas y de enseñar a la congregación cristiana (1 Timoteo 5:17 ). El encargado cristiano tiene la doble obligación de administrar y de instruir. Bien puede ser que una de las tragedias de la Iglesia moderna sea que la función administrativa haya usurpado el espacio de la función docente casi totalmente. Es triste ver qué pocos ancianos se ocupan activamente de la enseñanza de niños y jóvenes en la Escuela Dominical.

(vi) El encargado no tenía que ser un converso reciente. Se dan dos razones para esta norma. La primera está bien clara. Es «no sea que se envanezca con un sentimiento de su propia importancia.» La segunda no está tan clara. Es, como dice alguna versión: «No sea que caiga en la condenación del diablo.» Hay tres posibles explicaciones de esta frase tan extraña. (a) Fue por su orgullo por lo que Lucifer se rebeló contra Dios y fue expulsado del Cielo. Y esto puede ser sencillamente una segunda advertencia del peligro del orgullo. (b) Puede que quiera decir que si el converso que se pone en un puesto de responsabilidad demasiado pronto llega a ser culpable de orgullo, le da al diablo una oportunidad de hacer sus acusaciones contra él. Un encargado de iglesia que sea muy creído le da al diablo una oportunidad de sugerirle a los críticos de la Iglesia: «¡Fijaos! ¡Ahí tenéis a vuestro cristiano! ¡Ése es vuestro miembro de iglesia! ¡Así son todos los dirigentes!» (c) La palabra diábolos tiene dos significados. Quiere decir diablo, y ese es el sentido en que la ha tomado aquí la ReinaValera; pero también quiere decir calumniador. Es de hecho la palabra que se usa para calumniador en el versículo 11 donde se prohíbe a las mujeres que sean calumniadoras. Así es que esta frase puede querer decir que el converso reciente que ha sido nombrado para un cargo, como si dijéramos, le ha crecido la cabeza, da ocasión a los calumniadores. Su conducta indigna es una munición para todos los que están en contra de la Iglesia. No importa cómo lo tomemos; lo importante es que un dirigente de iglesia presumido es una mala inversión para la iglesia.

Pero, desde que la Iglesia lo descubrió, la responsabilidad del encargado no empezaba ni terminaba en la iglesia local. Tenía otras dos esferas de responsabilidad, y si fallaba en ellas era impepinable que fallara también en la iglesia.

(i) Su primera esfera de responsabilidad era su propio hogar. Si no sabía gobernar su propia casa, ¿cómo se podía encargar de la tarea de gobernar la casa del Señor? (1 Timoteo 3:5 ). El que no hubiera conseguido hacer un hogar cristiano no se podía esperar que consiguiera hacer una congregación cristiana. El que no hubiera instruido a su propia familia está claro que no sería idóneo para instruir a la familia de la Iglesia.

(ii) La segunda esfera de responsabilidad era el mundo. Tenía que ser «bien considerado por los de fuera» (1 Timoteo 3:7 ) Debe ser un hombre que se haya ganado el respeto de sus contemporáneos en los negocios de la vida de día a día. No hay nada que le haya hecho más daño a la Iglesia que los que son activos en ella cuya profesión y vida social desmiente la fe que profesan y los preceptos que enseñan. El encargado cristiano debe en primer lugar ser una buena persona.

CARÁCTER DEL DIRIGENTE CRISTIANO

1 Timoteo 3:1-7 (continuación)

Acabamos de leer que el dirigente cristiano debe ser una persona que se haya ganado el respeto de todos los demás. En este pasaje encontramos una gran serie de palabras y frases que describen su carácter; y valdrá la pena considerar cada una por turno. Antes de hacerlo será interesante colocar al lado de ellas dos descripciones famosas hechas por grandes pensadores paganos acerca del carácter del buen dirigente. Diógenes Laercio (7:116-126) nos transmite la descripción estoica. Debe estar casado; debe carecer de orgullo; debe ser modesto; debe combinar la prudencia intelectual con la excelencia de la conducta exterior. Un escritor llamado Onosandro nos da la otra. Debe ser prudente, controlado, sobrio, frugal, sufrido en el trabajo, inteligente, sin amor al dinero, ni joven ni viejo, a ser posible padre de familia, capaz de hablar competentemente, y de buena reputación. Es interesante ver hasta qué punto coinciden las descripciones pagana y cristiana.
El dirigente cristiano debe ser un hombre al que no se le pueda criticar de nada (anepílémptos). Anepilémptos se usa de una posición que no está expuesta al ataque, de una vida que no está expuesta a la censura, de un arte o técnica que es tan perfecto que no se le puede encontrar ningún fallo, de un acuerdo que es inviolable. El dirigente cristiano no debe estar sólo libre de las faltas a las que pueda estar expuesto por acusaciones definidas; también debe tener tan buen carácter como para no estar expuesto a la crítica. Alguna versión antigua del Nuevo Testamento traduce la palabra griega por una muy inusual en inglés, irreprehensible, a quien no se le pueda encontrar un fallo. Los griegos mismos definían la palabra como «no ofreciendo nada que un adversario pudiera utilizar en su contra.» Aquí tenemos el ideal de la perfección. No seremos capaces de realizarlo plenamente; pero sigue en pie el hecho de que un dirigente cristiano debe tratar de ofrecerle .al mundo una vida de tal pureza que no deje ninguna grieta abierta para la crítica.

El dirigente cristiano debe haber estado casado sólo una vez. El original quiere decir literalmente que debe ser » el marido de una sola mujer.» Algunos interpretan que esto quiere decir que el dirigente cristiano debe ser casado, y es posible que ése sea un sentido legítimo. Es indudablemente cierto que un hombre casado puede recibir confidencias y aportar ayudas de una manera que un soltero no puede, y que puede aportar una comprensión y simpatía especiales a muchas situaciones. Unos pocos interpretan que quiere decir que el dirigente cristiano no puede casarse por segunda vez, ni siquiera después de la muerte de su primera esposa. Citan en apoyo de esta idea la enseñanza de Pablo en 1 Corintios 7. Pero, por su contexto aquí, podemos estar seguros de que la frase quiere decir que el dirigente cristiano debe ser un marido fiel, que mantenga el matrimonio en toda su pureza. En tiempo posterior los Cánones Apostólicos establecían: » El que haya contraído más de un matrimonio después de su bautismo, o el que haya tomado una concubina, no puede ser elegido epískopos, un obispo.»

Podríamos preguntar por qué era necesario establecer algo que parece tan obvio. Debemos tener presente el estado del mundo en que se escribió esto. Se ha dicho, y con mucho acierto, que la única virtud totalmente nueva que aportó al mundo el Cristianismo fue la castidad. El mundo antiguo estaba en muchos sentidos en un estado de caos moral, incluido el mundo judío. Aunque pueda parecer alucinante, algunos judíos todavía practicaban la poligamia. En el Diálogo con Trifón, en el que Justino Mártir discute el Cristianismo con judíos, se dice que » es posible que un judío tenga, aún ahora, cuatro o cinco mujeres» (Diálogo con Trifón 134). Josefo podía escribir: «Según costumbre ancestral un hombre puede vivir con más de una mujer» (Antigüedades de los Judíos 17:1,2).

Totalmente aparte de estos casos raros, el divorcio era trágicamente fácil en el mundo judío. Los judíos tenían el ideal más alto del matrimonio. Decían que un hombre debe entregar la vida antes que cometer asesinato, idolatría o adulterio. Tenían la creencia de que los matrimonios se hacen en el Cielo. En la historia de la boda de Isaac y Rebeca se dice: » Este asunto procede del Señor» (Ge 24:50 ). Esto se interpretaba que quería decir que el matrimonio lo concertaba Dios. Así que se dice en Pr 19:14 : «Una esposa prudente es algo que procede del Señor.» En la historia de Tobías, el ángel dice a Tobías: «No tengas miedo, porque ella fue preparada para ti desde el principio» (Tobías 6:17). Los rabinos decían: «Dios se sienta en el Cielo para concertar los matrimonios.» «Cuarenta días antes de que empiece a formarse el niño una voz celestial proclama su cónyuge.»

A pesar de todo eso la ley judía permitía el divorcio. El matrimonio era por supuesto el ideal, pero el divorcio estaba permitido. El matrimonio era «inviolable pero no indisoluble.» Los judíos mantenían que una vez que el matrimonio ideal había sufrido una sacudida por crueldad o infidelidad o incompatibilidad, lo mejor era permitir un divorcio y que los dos pudieran tener un nuevo principio. La gran tragedia era que la mujer no tenía absolutamente ningunos derechos. Josefo dice: «Entre nosotros es legal que el marido disuelva el matrimonio; pero la mujer, si se aparta de su marido no puede casarse con otro, a menos que su marido anterior le conceda el divorcio» (Antigüedades de los Judíos, 15:8, 7). En caso de divorcio por consentimiento, en los tiempos del Nuevo Testamento, todo lo que se requería eran dos testigos, sin que se tuviera que pasar por el juzgado. Un marido podía despedir a su mujer por cualquier causa; como mucho una mujer podía solicitar al juzgado que hicieran lo posible para que su marido le escribiera la carta de divorcio; pero no se le podía obligar a darla.

En vista de la situación, las cosas llegaron a tal punto que «las mujeres se negaban a contraer matrimonio, y los hombres encanecían célibes.» Se puso el freno en este proceso mediante una legislación que introdujo Simón ben Shétaj. Una mujer judía siempre aportaba a su marido una dote que se llamaba ketubá. Simón estableció que un hombre podía disponer totalmente de la ketubá mientras siguiera casado con su mujer, pero si la divorciaba estaba obligado irremisiblemente a devolverla, aunque para ello tuviera que » vender hasta su pelo.» Esto era un freno para el divorcio; pero el sistema judío siempre estuvo viciado por el hecho de que la mujer no tenía derechos.

En el mundo gentil las cosas estaban infinitamente peor. Allí también, según la ley romana, la esposa no tenía ningún derecho. Catón decía: «Si sorprendieras a tu mujer en adulterio, podrías matarla impunemente, sin peligro a juicio; pero si tú estuvieras implicado en adulterio, ya se guardaría ella muy bien de levantar un dedo contra ti, porque sería ilegal.» Las cosas se pusieron tan mal y el matrimonio se convirtió en algo tan molesto que en 131 a C. un romano famoso llamado Metelo Macedónico hizo un pronunciamiento que más tarde citó el propio Augusto: «Si pudiéramos pasarnos sin mujeres, nos libraríamos de muchas molestias. Pero, puesto que la naturaleza ha decretado que no podamos vivir tranquilamente con ellas, ni tampoco sin ellas, debemos mirar más bien a nuestros intereses permanentes que al placer pasajero.»
Hasta los poetas Romanos se dieron cuenta de lo terrible de la situación. «Edades ricas en pecado -escribió Horacio fueron las primeras en manchar el matrimonio y la vida familiar. De esta fuente el mal ha seguido fluyendo» «Antes se secarán los mares -dijo Propercio- y se arrebatarán las estrellas de los cielos que se reformen nuestras mujeres.» Ovidio escribió su famoso, o infame, libro El Arte de Amar, y ni una sola vez desde el principio hasta el fin menciona el amor conyugal. Escribió cínicamente: «Las únicas mujeres castas son las que nadie desea, y el que se enfurezca porque su mujer tiene algún amorío no es más que un rústico jabalí.» Séneca declaraba: «Las mujeres desprecian como si fuera un adolescente a cualquiera cuyos amores no sean notorios, o que no le pague a una mujer casada con otro una renta anual; de hecho los maridos se han convertido en meros juguetes para sus amantes.» » Solamente las feas -decía- son fieles.» «Una mujer que se contente con tener dos perseguidores es un dechado de virtud.» Tácito alababa a las tribus germánicas supuestamente bárbaras por «no tomar a risa el mal, y no convertir la seducción en el espíritu de los tiempos.» Cuando tenía lugar un matrimonio, el hogar de la nueva pareja se decoraba con hojas verdes de bayas. Juvenal decía que había quienes iniciaban el divorcio antes de que las hojas se hubieran secado. El 19 a C. uno llamado Quinto Lucrecio Vespilón erigió una lápida a su mujer que decía: «Raro es el matrimonio que llega a la muerte sin divorciarse; pero el nuestro se ha mantenido felizmente durante 41 años.» Un matrimonio feliz era una excepción.

Ovidio y Plinio tuvieron tres mujeres; César y Antonio, cuatro; Sula y Pompeyo, cinco; Herodes tuvo nueve; Tulia, la hija de Cicerón, tuvo tres maridos; Nerón fue el tercer marido de Popea y el quinto de Estatila Mesalina.
No fue sin razones el que las Pastorales establecieran que el dirigente cristiano debe ser marido de una sola mujer. En un mundo en el que hasta los puestos de máxima responsabilidad estaban inundados de inmoralidad, la Iglesia Cristiana debía mostrar la castidad, la estabilidad y la santidad del hogar cristiano.

CARÁCTER DEL DIRIGENTE CRISTIANO

1 Timoteo 3:1-7 (continuación)

El dirigente cristiano debe ser sobrio (néfálios) y no debe darse excesivamente al vino (pároinos). En el mundo antiguo el vino era de uso corriente. Donde la provisión de agua era deficiente y a veces peligrosa, el vino era la bebida más natural. El vino alegra el corazón de los dioses y de los hombres Jue 9:13 ). En la restauración de Israel, se plantarían viñas y se bebería su vino (AmóCnt 9:14

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento

CAPÍTULO 3

2. Los MINISTROS (3/01-13).

a) Requisitos para el episcopado (3,1-7).

La primera parte de las instrucciones sobre disciplina eclesiástica se centró en el culto (2,1-15). La segunda parte trata de los ministros de la comunidad cristiana. Pablo habla a Timoteo de una serie de dotes necesarias para el cargo de «obispo» (3,1-7) y para el cargo de diácono (3, 8-13). Las dotes requeridas no se refieren solamente a las obligaciones estrictas de estos ministros, sino a los requisitos necesarios para su aptitud personal para el cargo. El título de «obispo» (= «vigilante» o «inspector»)29 no tiene aún en las cartas pastorales el significado que llegará a tener en el siglo II en la IgIesia cristiana. Aquí, como en otros pasajes del Nuevo Testamento 30, se designa con este nombre el cargo del que preside Ia Iglesia local, el responsable de la comunidad; hay varios en cada comunidad 31, y se los designa también en el Nuevo Testamento con el nombre de «presbíteros».

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29. Tal vez tomaron los cristianos este nombre de la secta de Qumrán, donde el «vigilante» e «inspector» (mebaqqer) tenía que desempeñar en las comunidades de esa secta tareas semejantes a las del «obispo» de las cartas pastorales, y lo llenaron de nuevo contenido.

30. Hec 20:17-28; Flp 1:1; Tit 1:7. 31. Flp 1:1.

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1 He aquí una sentencia veraz: «Aspirar al episcopado es desear una noble función.» 2 Por tanto, el responsable debe ser irreprochable, marido de una sola mujer, sobrio, ponderado, educado, hospitalario, buen pedagogo; 3 no debe ser bebedor ni pendenciero, sino amable, pacífico, desinteresado.

Con la fórmula ya concebida (cf. 1,15) se introduce una cita que ensalza la gloria del cargo de responsable de la comunidad y señala con especial insistencia su grandeza. Precisamente porque estar a la cabeza de una comunidad es una tarea elevada y sagrada tiene Pablo que poner algunos requisitos. El Apóstol quiere como ministros de la comunidad a personas disciplinadas, morales. Debemos observar que, como pastor de almas inteligentes y con experiencia, tiene en cuenta en sus requisitos la situación de la comunidad en cuestión, de entre cuyos miembros se eligen los ministros. ¿Cuáles son las dotes exigidas al responsable de la comunidad? Usando términos generales se dice, en primer lugar, que ha de ser «irreprochable». No debe haber ninguna mancha en la vida de tal hombre; debe ser digno de la confianza de la comunidad. El significado claro de esta irreprochabilidad, en todos sus aspectos, quedará claro con los requisitos que a continuación se exponen. Debe ser marido de una sola mujer. Esto no quiere decir solamente que no haya de haber sombra alguna en la vida matrimonial de ese hombre, sino que después de la muerte de su mujer no contraerá nuevo matrimonio. Mientras el Apóstol permite expresamente a los cristianos un segundo matrimonio 32, le pone este requisito al responsable de la comunidad, como primer paso hacia el ideal de celibato que la Iglesia impondrá más tarde como obligatorio a sus ministros. El responsable de la comunidad debe ser además sobrio, moderado en el uso del vino; debe ser ponderado al juzgar las circunstancias y en sus decisiones. Toda su vida debe estar presidida por la honradez y la honestidad. Continuamente se pide a los cristianos en el Nuevo Testamento que sean hospitalarios con los extranjeros y con los hermanos que estén de viaje 33. Es, pues, comprensible que también la casa de quien preside la comunidad deba estar siempre abierta a los hermanos que están de paso y a los cristianos necesitados de ayuda o en apuros. Otra de sus tareas es la instrucción de los cristianos. Por eso debe tener una aptitud especial para enseñar.

El responsable de la comunidad no puede ser bebedor, pendenciero ni hombre violento; debe presidir la comunidad como ejemplo de comedimiento, de carácter pacífico y de desinterés.

……………

32.Rom 7,2s; 1Co 7:39; 1Ti 5:14.

33.Cf. 1Ti 5:10; Rom 12:13; Heb 13:2; 1Pe 4:9; 3Jn 1:5.

……………

4 Debe llevar bien su propia casa, teniendo sumisos a sus hijos con dignidad. 5 Porque, si uno no sabe llevar bien su propia casa, ¿cómo podrá cuidarse de la Iglesia de Dios reunida? 6 No debe ser un neófito, para que no incurra en la misma condenación de orgullo, en la que incurrió el diablo.

Con especial insistencia considera Pablo el requisito de que la vida familiar del responsable de la comunidad sea irreprochable. En estos primeros tiempos los ministros de la comunidad estaban casados, el celibato es una obligación eclesiástica introducida más tarde. Si el responsable de la comunidad está casado, debe mostrar, en el pequeño círculo de su familia, que sabe dirigir bien su propia casa, que sabe educar a sus hijos en obediencia y honradez. Si fracasa en la dirección de su propia familia, no se le puede confiar la gran familia de la comunidad cristiana, con todas sus dificultades externas e internas.

El responsable de la comunidad no debe ser un neófito. El Apóstol había trabajado ya en éfeso en los años 54-57 y había fundado allí una comunidad cristiana. Es pues perfectamente comprensible que pida que el responsable de la comunidad haya demostrado por algún tiempo su firmeza en la fe y en la vida cristiana. La responsabilidad del cargo es demasiado grande para un neófito, que no está aún muy firme en la fe y se encuentra ocupando de repente un puesto directivo. Como pastor de almas con experiencia y como conocedor inteligente de los hombres, Pablo sabe que un recién convertido al que se le coloca a la cabeza de una comunidad sucumbe fácilmente a tentaciones de orgullo y arrogancia, y, si sucumbe a estas pasiones, el demonio cumplirá en él el juicio de castigo de Dios.

7 Conviene también que tenga buena reputación entre la gente de fuera, para que no caiga en descrédito ni en las redes del diablo.

Como última condición exige Pablo una «buena reputación entre la gente de fuera», entre los judíos y los paganos, que están fuera de la Iglesia cristiana. El Apóstol dirige a menudo exhortaciones semejantes a sus comunidades y a sus discípulos 34. Mucho más importante es esta reputación para el responsable de la comunidad. Una vida anterior no libre de mancha puede ser sacada a la luz fácilmente por hombres de mala voluntad y utilizada para destruir el prestigio del responsable de la comunidad. Su posición exige pureza y limpieza absolutas, porque toda mancha en la vida lleva consigo el peligro de recaer en los vicios y pasiones ya superados y puede convertirse en una trama mediante la cual Satán y sus satélites pueden llevarle a la caída total.

Si examinamos estos requisitos que Pablo pide al responsable de la comunidad, aparece claro que Pablo piensa en hombres de gran altura moral y firmes en la fe, dispuestos a obedecer a Dios en todo y a servir a Dios con amor. Conviene notar que Pablo no pide como requisitos determinadas cualidades humanas que los hombres gustamos tanto de exigir: talento sobresaliente, dotes oratorias brillantes, buena presencia, dotes de organizador… Lo importante para él es la disponibilidad, que brota de una fe auténtica y fuerte, para obedecer a Dios y para servir con amor.

……………

34.1Te 4:12; 1Co 20:22; Col 4:5; 1Ti 5:14; 1Ti 6:1; Tit 2:5.8.10.

……………

b) Requisitos para el diaconado (Tit 3:8-13).

Junto al cargo de «obispo», responsable de la comunidad, aparece en las cartas pastorales el cargo de diácono. La tarea de estos «servidores» era, además de ocuparse de los pobres35, predicar36 y administrar el bautismo37. Pablo habla también de los requisitos que éstos tienen que cumplir.

……………

35.Cf. Hec 6:1-7.

36.Cf. Hec 8:5.

37.Cf.Act 8,12.26-38.

……………

8 Igualmente, los diáconos sean honrados, sin doblez, moderados en el uso del vino y libres de sórdidos negocios, 9 con conciencia pura, guarden el misterio de la fe. 10 También en ellos debe primero examinarse su vida y luego, si son irreprochables, podrán ejercer el oficio de diácono.

Puesto que los diáconos debían distribuir los donativos y las limosnas y velar por los pobres, se les confiaba el dinero de la comunidad. Por eso debían ser honrados en todos los aspectos. Debía ser posible confiar enteramente en su buena administración, y todo peligro de adquisición de dinero por vías no legítimas debía estar excluido.

Deben ser hombres que con una conciencia pura «guarden el misterio de la fe». Preocupándose de los pobres, predicando y administrando el bautismo, los diáconos entran en la categoría de pastores de almas. Por eso es necesario que conozcan el «misterio de la fe», la buena nueva de la salvación por Jesucristo, que Dios, el Señor, tuvo oculta y escondida, de forma que siguiera siendo un misterio hasta su revelación en Jesucristo. Conociéndolo, podrán predicarlo. Más aún: la buena nueva deben guardarla con «conciencia pura», sin mancha e inmaculada, pues nada perjudica más a la fe que el hecho de que un hombre impuro, viciado en su conciencia, salga a su favor.

La vida anterior y la conducta moral de estos hombres a quienes se va a asignar el cargo de confianza de diácono deben ser sometidas a un período de prueba. Sólo cuando se esté seguro de que su vida anterior ha sido limpia podrán ejercer su ministerio.

11 Las mujeres deben ser igualmente honradas, no calumniadoras; sobrias, fieles en todo.

En medio de la lista de las dotes requeridas en el diácono se menciona a las mujeres. ¿Se refiere a las esposas de los diáconos (pero entonces se esperaría encontrar en el texto «sus mujeres») o a mujeres que, como los diáconos, desempeñaban un cargo en la comunidad, las «diaconisas», de que Pablo habla más tarde (5,9-16) y a una de las cuales, «nuestra hermana Febe», alude en Rom 16:1 llamándola «servidora de la comunidad de Céncreas»? Como colaboradoras en la actividad caritativa de la comunidad, las tareas que tenían que desempeñar eran importantes. Por eso deben ser «honradas» en todos los aspectos. No deben entregarse a los pecados de la lengua, la murmuración, a la que las mujeres tienden fácilmente. Por eso se les pide también fidelidad en toda circunstancia.

12 Los diáconos sean maridos de una sola mujer, y sepan llevar bien a sus hijos y a su propia casa. 13 Los que cumplan bien su oficio de diácono adquieren un grado honorable y una gran seguridad en la fe en Cristo Jesús.

Al igual que el obispo, responsable de la comunidad, también el diácono debe haber contraído matrimonio una sola vez, y con su vida familiar ejemplar, la buena educación de sus hijos y la acertada dirección de su casa debe mostrar su aptitud para el cargo de diácono y dar buen ejemplo a la comunidad.

Si el diácono ejerce fielmente su ministerio y cumple «bien su oficio» alcanza un «grado honorable». ¿Se refiere a un rango de honor dentro de la comunidad, al que el diácono fiel puede pasar a pertenecer sin perjuicio de su actividad servicial? ¿O se trata de un ascenso al cargo de «obispo», responsable de la comunidad, que en 3,1 se describe como una noble función? La fidelidad en el servicio le da al diácono gran seguridad para el día del juicio, cuando habrá de dar cuentas de su administración 38. Puede esperar con tranquilidad la sentencia de Dios, no fundado en sus servicios personales, sino en su fe en Jesucristo.

Las dotes que Pablo exige al diácono son semejantes a las del «obispo». Pero dos requisitos, que se nombran al final y que son característicos del cargo de «obispo» faltan en el de diácono: «buen pedagogo» y «no neófito». Con todo, exige Pablo, para el cargo inferior de diácono, hombres moralmente maduros, que resplandezcan por su vida cristiana en la comunidad y que estén dispuestos a obedecer a Dios con amor vivo.

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38.Cf. Luc 16:2; Mat 25:21.23.

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3. RAZÓN DE ESTAS INSTRUCCIONES: LA GRANDEZA DEL MISTERIO CONFIADO A LA IGLESIA (/1Tm/03/14-16).

14 Te estoy escribiendo esta carta con la esperanza de reunirme pronto contigo.

Pablo, según los planes que tiene en el momento de enviar la carta, quiere ir cuanto antes a visitar a Timoteo en éfeso. Pero sabe que su viaje puede demorarse por diversos motivos. Por eso da a su representante instrucciones relativas al orden de la comunidad, al culto (Mat 2:1-15) y a la elección de los ministros (Mat 3:1-13). La solicitud por sus comunidades acompaña siempre al Apóstol de las gentes y no le deja libre ni siquiera cuando está alejado físicamente de ellas. La íntima relación que tiene con Timoteo, «su verdadero hijo en la fe», le impulsa a darle instrucciones precisas para que sepa cómo debe portarse en la casa de Dios.

15 Pero si me retraso, quiero que sepas cómo debe uno portarse en la casa de Dios, o sea en la Iglesia del Dios viviente, columna y fundamento de la verdad.

Se añade una razón más. La mirada del Apóstol se hace más amplia. Las directrices que acaba de bosquejar (Mat 2:13, Mat 2:13) no van dirigidas sólo a Timoteo en éfeso. Ante los ojos de Pablo está ahora toda la Iglesia del Asia Menor con todas sus comunidades; todas ellas han de tener en cuenta estas directrices disciplinares, dirigidas a la comunidad y a la Iglesia. Con una imagen que se usa muy a menudo en el Nuevo Testamento 39 se llama a la comunidad, a la Iglesia del Dios viviente, casa de Dios. Dios mismo, pues, que posee la plenitud de la vida y da la vida, habita en la comunidad. No está lejos de los cristianos, sino que «donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos» (Mat 18:20). ¡Qué consuelo, qué alegría para los cristianos, pero qué pesada responsabilidad también! El Dios santísimo que habita en la comunidad como en un templo, no tolerará que su casa sea profanada y destruida. «Al que destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él; pues el templo de Dios es sagrado; y ese templo sois vosotros» (1Co 3:17).

Cambiando la metáfora designa dos características esenciales de la Iglesia, que significan lo mismo: columna y fundamento de la verdad. La Iglesia ha sido puesta por Dios en este mundo como una columna, como un cimiento sobre el cual, a la vista de todos los hombres, descansa la revelación de Dios. La Iglesia es la portadora y guardiana infalible e inconmovible de la verdad revelada por Dios. En ella descansa esta verdad, bien guardada y con seguridad. Desde la Iglesia, esta verdad penetra en las tinieblas del error, iluminándolas.

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39. Cf. 1Co 3:16; 2Co 6:16; Efe 2:19-22; Heb 3:6; IPetr 4,17.

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16 Y, sin ningún lugar a dudas, es grande el misterio de la piedad: se ha revelado en la carne, justificado en el Espíritu, visto por los ángeles, proclamado entre los gentiles, creído en el mundo, ascendido a la gloria.

El punto central de esta verdad revelada por Dios es el «misterio de la piedad», Jesucristo mismo. De él tratan, sin mencionar su nombre, las seis breves frases que, en forma compendiada, intentan abarcar el misterio de Jesucristo.

Probablemente estas frases concisas pertenecen a un himno cristiano primitivo, tal como se cantaba por aquel entonces en la comunidad 40. En tres pares de oposiciones: carne, Espíritu; mundo de los ángeles, mundo de los gentiles; mundo terreno, gloria del cielo, se expresa el misterio de Jesucristo.

La primera oposición, carne-Espíritu, intenta explicar el ser humano y divino de Cristo. La revelación de Cristo «en la carne» se contrapone a la justificación «en el Espíritu». La revelación «en la carne» es la encarnación de Cristo, que, existiendo desde antes del mundo junto a Dios, entró en el mundo y se hizo hombre, tomando un cuerpo de hombre. El Espíritu justificó y acreditó a Cristo como ser divino. Lo hizo mediante su vida maravillosa, su resurrección41 y su ascensión al Padre42. Dios, mediante el «Espíritu», manifiesta ante todo el mundo a Jesús, llevado a la cruz como malhechor, y le proclama «justo» y «santo» (Hec 3:14). Por la resurrección, que se produjo por virtud del Espíritu (cf. Rom 8:11), recibió el hombre Jesús la forma divina de ser.

La segunda oposición, visto por los ángeles-proclamado entre los gentiles, se refiere al triunfo de Jesús, que ascendió al cielo y quedó constituido como Señor de los ángeles y de todo el mundo. A los ángeles les fue «revelado» Cristo en figura humana visible cuando subía al cielo. Ahora le adoran, porque están enteramente sometidos a él, como Señor suyo 43. A esta preeminencia sobre los ángeles corresponde, en el ámbito de su señorío terreno, la proclamación de Cristo entre «los gentiles». En todo lugar donde se predique entre los gentiles la buena nueva de la redención por Jesucristo, se dará a conocer el dominio que le ha sido dado sobre toda la creación.

La tercera oposición, creído en el mundo-ascendido a la gloria, muestra la victoria de Cristo, ensalzado y glorificado. Es victoria en este mundo, porque el mundo cree en él; es victoria también en el ámbito celestial, porque la gloria de Dios le rodea para siempre, y él reina sentado a la derecha del Padre. El triunfo del Señor Jesucristo se hace patente en el mundo continuamente cuando los hombres se abren con fe a la predicación de la buena nueva como mensaje de salvación y llegan a una fe auténtica en Jesucristo. En el ámbito celestial, lo que patentiza su triunfo es el hecho de estar sentado a la derecha de Dios y de participar en su gloria.

La comunidad cristiana primitiva manifiesta en este himno -cuyas palabras se apropia aquí Pablo-, su fe en el Hijo eterno de Dios, que descendió a este mundo y se hizo hombre y que, después de su vida terrena y de la crucifixión, fue elevado a la derecha de Dios, el Señor de todo el cosmos, de los ángeles y de los hombres. «Sin ningún lugar a dudas, es grande el misterio de la piedad»; tan grande, tan incomprensible, que los hombres no lo entienden, sino que, en adoración humilde, se prosternan, junto con los ángeles, ante el Hijo eterno de Dios, que se hizo hombre y que ahora, como Señor, se sienta a la derecha de Dios.

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40.Cf. himnos semejantes en Efe 5:19; Col 3:16.

41.Cf. Rom 1.4.

42.Cf. Hec 5:20 s; Flp 2:9-11.

43.Cf.Flp 2,11; Efe 1:20 s; Efe 3:10; 1Pe 3:22.

Fuente: El Nuevo Testamento y su Mensaje

— digna de crédito: Ver nota a 1Ti 1:15.

— episcopado… obispo: Cuando se escriben las Cartas Pastorales (no antes de la década de los 80, según opinión hoy ampliamente mayoritaria) los vocablos griegos epískopos, presbíteros y diákonos, que significaban: vigilante, anciano y servidor, respectivamente, han adquirido ya (o al menos van adquiriendo) un cierto significado técnico para referirse a unas determinadas funciones o ministerios dentro de la Iglesia cristiana. Estas funciones y ministerios tenían que ver con la dirección, presidencia y otros servicios a la comunidad, tanto en las celebraciones del culto como en otros aspectos de la vida comunitaria. Por eso, y a diferencia de Flp 1:1 (ver tercera nota a este pasaje), parece oportuno utilizar en las Pastorales los términos obispo, presbítero y diácono, aunque, por una parte, la distinción entre “obispos” y “presbíteros” todavía no aparezca del todo clara y, por otra, las funciones que entonces estaban vinculadas a estos ministerios, no se correspondan exactamente con las que, con el paso del tiempo, han ido asumiendo en las diversas iglesias cristianas.

— marido de una sola mujer. Esta expresión, como también la aplicada a las viudas en 1Ti 5:9, probablemente deba entenderse en el sentido de no haberse casado por segunda vez, lo que supondría una especial fidelidad al cónyuge. Otra interpretación menos probable por evidente, ya que en el NT no se acepta la poligamia ni el concubinato, sería: casado con una sola mujer.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

Requisitos de los obispos

La palabra obispo no debe ser identificada con la función de los obispos posteriores. La idea de un oficio autoritativo tal como se ve en la función del obispo a través de la historia cristiana no pertenece al pensamiento del NT. Pablo estaba escribiendo a aquellos cuyo trabajo era supervisar (ver nota de la RVA), pero que no poseían una autoridad independiente. No hay sugerencia de que había un solo obis po en cada iglesia y ciertamente ninguna de que un sobreveedor, como sucedió en el caso de los obispos posteriores, supervisaría varias iglesias. Pero ¿por qué Pablo dice fiel es esta palabra (v. 1)? Ya que parece ser un dicho conocido comúnmente, él estaba probablemente usándolo aquí para subrayar la importancia del oficio de sobreveedores para el beneficio de aquellos que estaban subestimándolo. Pablo ve el trabajo como una tarea noble.

Tal oficio necesita la clase apropiada de personas para ocuparlo. Debe recordarse que los primeros cristianos venían de diferentes trasfondos, y esto explica el carácter que parece elemental de algunos de los requisitos, especialmente el negativo en el v. 3. Hay condiciones acerca de la vida personal de los candidatos en perspectiva. Un obispo debe ser sobrio, prudente, decoroso (v. 2). Debe ser irreprensible. Todas estas cualidades deben esperarse en cualquier cristiano serio pero especialmente en los líderes, porque cualquiera cuyas cualidades morales y espirituales no lo recomienden ante sus contemporáneos no tendrá mucha influencia como ministro, y si la tiene, es probable que sea destructiva.

Además, la vida doméstica de un ministro es igualmente importante; debe ser marido de una sola mujer (v. 2) y debe tener a sus hijos en sujeción (v. 4). El requisito anterior excluiría cualquier bí gamo, pero es mejor interpretar las palabras como una condición de que el ministro debe establecer un elevado ejemplo en relaciones matrimoniales. Pablo no está aquí tratando con el problema de aquellos que eran polígamos antes de llegar a ser cristianos. Debe reconocerse, sin embargo, que las posiciones de responsabilidad dentro de la iglesia cristiana requieren personas cuyos ejemplos otros pueden seguir.

El segundo requisito sobre manejar su propia familia es especialmente digno de notarse ya que Pablo parece ver el hogar como de alguna manera tipi ficando a la iglesia (v. 5). Un hogar desordenado no ofrece la clase correcta de experiencia para manejar la iglesia. Este es un principio que a menudo ha sido pasado por alto cuando se toma la decisión de elegir a un pastor en perspectiva.

En los vv. 6 y 7 se mencionan requisitos adicionales. Un recién convertido está excluido, por causa de la falta de experiencia cristiana. Es de notar que en la lista similar en Tito este requisito está omitido, presumiblemente porque la iglesia era tan nueva que hubiera sido difícil aplicarlo. Donde sea posible es claramente indeseable que a los nuevos creyentes se les den muchas responsabilidades hasta que estén arraigados. Pablo menciona especialmente el peligro de la vanagloria Para que no caiga en la condenación del diablo es probablemente la mejor manera de tomar las palabras que lit. significan “el juicio del diablo”, que podría posiblemente ser el juicio preparado para el diablo. Un nuevo convertido en una posición exaltada puede ser tentado a caer en la misma vanagloria que el diablo.

Otro requisito es tener buen testimonio de los de afuera. Pablo conoce el peligro de nombrar oficiales a los cuales sus hermanos no respetarán. Se ha hecho mucho daño por aquellos cuyo vivir inconsistente ha sido observado y criticado por el mundo incrédulo. Pero ¿qué significa la trampa del diablo? Parece mejor comprenderlo como la trampa que el diablo tiende a aquellos que viven de acuerdo con su compromiso cristiano, en vez de la trampa en que el diablo mismo cayó, eso es, el orgullo.

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

3.1 Ser líder de la iglesia («obispo») es una gran responsabilidad porque la iglesia pertenece al Dios viviente. Los líderes de la iglesia no deberían ser elegidos por su popularidad. Tampoco se les debería permitir que pugnen por llegar a la cima. Ellos deberían ser elegidos por la iglesia porque respetan la verdad, tanto en lo que creen como en la forma en que viven.3.1-13 La palabra obispo puede referirse a pastor, líder de iglesia o anciano que preside. Es bueno querer ser un líder espiritual pero las normas son elevadas. Aquí, Pablo enumera algunas de las cualidades. ¿Mantiene usted una posición de liderazgo espiritual o le gustaría ser líder algún día? Analícese según las normas de excelencia que Pablo detalla. Aquellos que tienen grandes responsabilidades deben alcanzar expectativas elevadas.3.1-13 La lista de las cualidades para ser oficial de la iglesia indica que vivir una vida irreprochable requiere gran esfuerzo y autodisciplina. Todos los creyentes, aunque no planeen ser líderes de la iglesia, deberían procurar aplicar a sus vidas estas directivas porque tienen que ver con lo que Dios dice en cuanto a lo que es correcto y verdadero. La fuerza para vivir de acuerdo a la voluntad de Dios viene de Cristo.3.2 Cuando Pablo dice que cada obispo debería tener una sola esposa, está prohibiendo tanto la poligamia como la promiscuidad. No está prohibiendo que una persona soltera llegue a ser un anciano o que un viudo anciano vuelva a casarse.3.4, 5 A veces, los obreros cristianos cometen el error de pensar que su trabajo es tan importante que se justifica el ignorar a sus familias. El liderazgo espiritual, sin embargo, debe empezar en casa. Si un hombre no está dispuesto a cuidar, disciplinar y enseñar a sus hijos, no está calificado para dirigir la iglesia. No permita que su actividad voluntaria lo desvíe de sus responsabilidades familiares.3.6 Los nuevos creyentes deben llegar a ser firmes y sólidos en su fe antes de asumir el rol de líderes en la iglesia. Demasiado a menudo, cuando la iglesia busca desesperadamente obreros, ubica a nuevos creyentes en cargos de responsabilidad para los que no están preparados. La nueva fe necesita tiempo para madurar. Los nuevos creyentes deberían tener un lugar de servicio pero no deberían ocupar puestos de liderazgo mientras no se hallen enraizados firmemente en su fe, con un sólido estilo de vida cristiana y conocimiento de la Palabra de Dios.3.6, 7 Los creyentes más jóvenes que son seleccionados para cargos oficiales deben cuidarse del efecto perjudicial del orgullo. El orgullo puede seducir nuestras emociones y nublar nuestra razón. Puede hacer que aquellos que son inmaduros sean susceptibles a la influencia de gente inescrupulosa. El orgullo y la presunción fueron los motivos de caída de Satanás, y él utiliza el orgullo para hacer caer a otros.3.8-13 Diácono significa «uno que sirve». Es posible que esta función haya tenido su comienzo con los apóstoles en la iglesia de Jerusalén (Act 6:1-6) para velar por las necesidades físicas de la congregación, especialmente de las necesidades de las viudas de habla griega. Los diáconos eran líderes en la iglesia y sus cualidades se asemejan a las de los ancianos. Hoy día en algunas congregaciones, el oficio de diácono ha perdido su importancia. A menudo se les pide a los nuevos cristianos que sirvan en esta posición, pero este no es el modelo del Nuevo Testamento. Pablo dice que los posibles diáconos deben ser probados primero antes de ser llamados a servir.3.11 Las mujeres puede referirse a las mujeres que ayudaban o diaconisas. Puede significar tanto esposas de los diáconos como líderes femeninas de la iglesia (como es el caso de Febe, la diaconisa mencionada en Rom 16:1). En uno u otro caso, Pablo esperaba que la conducta de las mujeres prominentes en la iglesia fuera tan responsable como la de los hombres prominentes.3.16 En este breve himno, Pablo confirma la humanidad y divinidad de Cristo. Al hacerlo revela el corazón del evangelio, «el misterio de la piedad» (el secreto de cómo llegamos a ser piadosos). «Manifestado en carne», Jesús fue hombre; la encarnación de Jesús es la base de nuestra justificación con Dios. «Justificado en el Espíritu». La resurrección de Jesús demostró que el poder del Espíritu Santo estaba en El (Rom 8:11). «Visto de los ángeles» y «recibido arriba en gloria», Jesús es divino. No podemos agradar a Dios por nosotros mismos, debemos depender de Cristo. Como hombre, Jesús vivió una vida perfecta y es un perfecto ejemplo de cómo debemos vivir. Como Dios, Jesús nos da el poder para hacer lo recto. Es posible vivir piadosamente, a través de seguir a Cristo.

Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir

NOTAS

(1) “Puesto de superintendente.” Gr.: e·pi·sko·pés; J17(heb.): peqi·dhúth, “superintendencia”.

REFERENCIAS CRUZADAS

a 98 2Ti 2:11

b 99 Éxo 18:21; Deu 1:13; Jer 3:15; Hch 20:28; Tit 1:5

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

cargo de obispo. El obispo tenía la responsabilidad de la supervisión espiritual y la instrucción y dirección de la iglesia (cp. Hch 20:17– 38; 1 Ti 3:5; 5:17; 2 Ti 4:2). El oficio de obispo en el N.T. posiblemente se originara de modelos judíos (cp. Nm 11:16– 17, 24, 25). Los términos « anciano» (gr. presbíteros ) y « obispo» (gr. epískopos ) parecen ser sinónimos en esta época (cp. Tit 1:5– 9).

Fuente: La Biblia de las Américas

1 (1) Tener una aspiración con un motivo puro es diferente de tener una ambición con un motivo impuro.

1 (2) Esta expresión es la traducción de una palabra griega que se compone de epí (sobre) y skopé (vigilar) e indica la función del que vigila.

Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro

obispado. i.e., oficio de supervisor. También descrito en el NT como anciano (cp. Tit 1:5; Tit 1:7, donde se intercambian los términos). El anciano, oficial principal de la iglesia local, era llamado por el Espíritu Santo (Hch 20:28), reconocido por los otros ancianos (1Ti 4:14), y cualificado conforme a la lista de requisitos que aparecen en este pasaje. Sus deberes incluían: gobernar (1Ti 5:17), pastorear el rebaño (Hch 20:28; 1Pe 5:2), ser custodio de la verdad (Tit 1:9), y la supervisión general de la obra, incluyendo las finanzas (Hch 11:30).

Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie

34 (B) El liderazgo en la comunidad (3,1-13)
(a) Principio básico (3,1). Algunos indican que la «afirmación cierta» (véase Tit. 3,8) hace referencia a 2,13-14, pero más bien parece re­calcar como auténtica tradición paulina lo que sigue a continuación, cargo de supervisor: Episkope es un término genérico y todavía no sig­nifica «episcopado» en el sentido moderno de la palabra.
(b) Requisitos para los obispos (3,2-7). Es­te texto y Tit. 1,6-8 parecen utilizar un listado anterior de requisitos. El autor de las pastora­les probablemente corrigió de varias maneras esa tradición anterior. El v. 7 parece ser cierta­mente una adición de ese tipo. 2. el obispo: Es decir, cualquier obispo/supervisor. Probable­mente se trataba de una especie de «pastor» al cargo de una Iglesia doméstica (véase el v. 5 y Tit. 1,7), pero tal vez tuviera también responsa­bilidades más amplias, marido de una sola es­posa: Véase Tit. 1,6. sobrio: Esto se refiere prin­cipalmente a la templanza en comer y beber, pero puede tener un significado más general. Véase Tit. 1,7. 3. desprendido del dinero: Véase Tit. 1,7. 4-5. Se supone que el obispo está casa­do y tiene hijos. Puesto que el autor de las pas­torales ve la asamblea de creyentes como «la casa de Dios» (1 Tim. 3,15), la manera en que el candidato gobierna su propia casa se consi­dera un buen indicador de su probable actua­ción como obispo. 7. La preocupación que ca­racteriza a las pastorales de que la comunidad cristiana sea atractiva para los de fuera deriva de la conciencia que en ellas se manifiesta de la universal voluntad salvífica de Dios (véase 1 Tim. 2,1-7).
(c) Requisitos para los diáconos (3,8-12). 8. diáconos: Normalmente, en el NT la palabra gr. diakonos Viene el sentido genérico de «servidor» o «ministro», pero en ocasiones, como aquí, se refiere a un cargo eclesial (lo mismo que en Flp. 1,1 y puede que también en Rom. 16,1; cf. Hch. 6,1-6). Resulta difícil determinar el papel preci­so de los diáconos en este período inicial, pues los diáconos/«camareros de mesa» de Hch. 6 también se dedicaban a la predicación (Hch. 7; 8,4-8.26-40). 9. el misterio de la fe: Los diáconos deben creer en la palabra y cumplirla. 11. mu­jeres: Puesto que las cualidades requeridas de las «mujeres» (o «esposas» [de los diáconos] -el gynaikas gr. es ambiguo) son prácticamente idénticas a las enumeradas en los w. 8-9, y no hay ninguna referencia semejante a las esposas de obispos o ancianos, el autor probablemente se refiera aquí a diaconisas. 12. También se su­pone que los diáconos varones están casados y tienen hijos (véanse Tit. 1,6-7; 1 Tim. 3,4-5).
(d) Conclusión (3,13). Aunque el ptc. «que ejercen» lo vincula con lo que se acaba de de­cir de los diáconos, este versículo parece servir para explicar por qué desear un «cargo de su­pervisor» (3,1) es una «obra hermosa».
35 (IV) Finalidad y perspectiva teológi­ca de 1 Tim (3,14-4,10).
(A) Finalidad: la conducta en la casa de Dios (3,14-16). 15. pero si tardo: ¡Los lectores originales sabían que la muerte de Pablo había causado un retraso muy largo! Sin embargo, él proveyó a la Iglesia de instrucciones oportunas tocantes a su conducta, casa de Dios: Expresión bíblica referida a Israel, pero con mayor fre­cuencia al templo de Jerusalén. En este caso re­fleja deliberadamente el carácter familiar de las comunidades cristianas primitivas, que solían reunirse en domicilios particulares. 16. mani­festado… gloria: Primitiva formulación poética del kerigma. Tres pares de frases dispuestas de manera que se yuxtaponen acontecimientos ce­lestiales/espirituales y terrenos. Con una sola excepción, las seis frases gr. tienen el mismo número de sílabas, misterio: Como en Col 1,26-
27 y 2,2, el «misterio» de la revelación de Dios (esto es, la revelación en el tiempo del momen­to otrora oculto de la salvación) se identifica con Cristo, ha sido manifestado en la carne: Pa­rece suponer algún tipo de preexistencia divina. justificado [o vindicado] en el espíritu: Se refie­re a la resurrección de Cristo.
(Reumann, J., «Righteousness» in the New Testament [Filadelfia 1982] 30. Schweizer, E., «Two Early Christian Creeds Compared», CINTI 166-177.)

Fuente: Nuevo Comentario Biblico San Jeronimo

cuidar… Gr. episkopé. Se refiere a la acción de velar por, proteger, vigilar o guardar. Esta palabra también alude a la visitación como actividad divina, agradable o desagradable → Luc 19:44; 1Pe 2:12.

Fuente: Biblia Textual IV Edición

O, supervisor

Fuente: La Biblia de las Américas

Gr. episkope. Se refiere a la acción de velar por, cuidar de, proteger, vigilar o guardar. Esta palabra también alude a la visitación de actividad divina, agradable o desagradable g Luc 19:44; 1Pe 2:12.

Fuente: La Biblia Textual III Edición

[7] Un líder en Israel en los tiempos actuales no puede ser un polígamo.

[8] La poligamia en estos tiempos está prohibida para los hombres en todas las posiciones de liderazgo en Israel.

[9] Por cuanto “verdad” está definida como “Torah” en Sal 119:142, la congregación Nazarena Israelita es el pilar de toda la verdad, Torah y Moshiaj a la vez.

[10] Peshitta Aramea.

[11] Israel-Efraím.

Fuente: Escrituras del Nombre Verdadero