Comentario de Hebreos 1:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia
Dios, habiendo hablado en otro tiempo muchas veces y de muchas maneras a los padres por los profetas,
Resumen: Comienza esta epístola de una manera sublime. No hay palabras de introducción; no se identifican el autor y los recipientes. Ya hemos notado cuál es el propósito del autor (véase Introducción, V), y vemos al autor entrando en él de una vez. Confrontaban los hermanos hebreos en Palestina el gran peligro de volver al judaísmo, impresionados por la naturaleza imponente de la economía judaica (con sus ritos tradicionales nacionales), y también perseguidos por los no cristianos de entre sus compatriotas. El autor, pues, comienza en este capítulo a mostrar la superioridad de la dispensación del evangelio sobre el sistema mosaico, y la superioridad de Cristo sobre los profetas y aun sobre los ángeles. Se presenta la dignidad y la naturaleza exaltada del Autor del cristianismo. Los hechos presentados en este capítulo establecen la autoridad del evangelio como revelación de Dios, del mismo Dios quien había hablado a los judíos bajo la dispensación mosaica. Siendo así el caso, volver atrás los hermanos hebreos sería una tragedia (2:1-3). 1:1 — «Dios». El mismo que habló para dar la revelación del Antiguo Testamento es quien ha hablado para dar la del Nuevo. El Autor de los dos es el mismo Dios. — «en otro tiempo», literalmente, en tiempos antiguos. Probablemente se hace referencia al tiempo entre Abraham y Malaquías. — «muchas veces». Más bien, como dice la versión Hispanoamericana, «en muchas porciones», o en muchas partes. Gradualmente y en fragmentos Dios les iba revelando su voluntad. (Compárese Isa 28:10).Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
Dios habiendo hablado muchas veces. Gén 3:15; Gén 6:3, Gén 6:13; Gén 8:15; Gén 9:1; Gén 12:1-3; Gén 26:2-5; Gén 28:12-15; Gén 32:24-30; Gén 46:2-4; Éxo 3:1; Luc 24:27, Luc 24:44; Hch 28:23; 1Pe 1:10-12; 2Pe 1:20, 2Pe 1:21.
en muchas maneras. Núm 12:6-8; Joe 2:28.
a los padres. Luc 1:55, Luc 1:72; Jua 7:22; Hch 13:32.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Cristo viniendo a nosotros del Padre en estos últimos tiempos, Heb 1:1-3,
es preferido por encima de los ángeles, tanto en persona como en cargo, Heb 1:4-14.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
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EN EL PRINCIPIO, EL CRISTIANISMO ERA JUDÍO, JESÚS ERA JUDÍO, SUS discípulos eran judíos así como los primeros en convertirse eran judíos. Sus primeras reuniones se llevaban a cabo en sinagogas y sus primeras controversias se relacionaban con la adherencia a las leyes judías. Los primeros críticos del cristianismo veían a este movimiento como una secta judía. Sin embargo, para los primeros creyentes judíos, creer en Cristo acarreaba un sinnúmero de preguntas. ¿Qué del Templo y los sacrificios de animales? ¿Qué de la ley de Moisés? ¿Creer en Cristo negaba aquello con lo que fueron criados? ¿En realidad era suficiente creer en Cristo? El AT. no respondía estas preguntas.
Los que vivieron en la época en que se escribió este libro necesitaban respuestas con mucha urgencia. Pronto la tolerancia daría paso a la tortura y la ejecución. Nerón no dejaría alternativa a este extraño grupo. Creer en Cristo sería una proposición de vida o muerte, por lo que la tentación para los judíos de volver a sus antiguas tradiciones era irresistible, a menos que supieran con certeza que tomaban la opción correcta.
El libro de los Hebreos se escribió pensando en las dudas de quienes estaban replanteándose su conversión al cristianismo. «Vosotros comenzasteis con el plan de salvación de Dios», dice. «Vosotros creísteis en su palabra y seguisteis su plan de salvación mediante los sacrificios en el Templo. Y cuando se realizó en Jesucristo el sacrificio definitivo vosotros creísteis. Así es como debiera ser. Esos son los designios de Dios. ¡No retrocedáis el camino recorrido!»
El autor de Hebreos se da la tarea de exponer que el cristianismo es el verdadero sucesor del judaísmo. Centra su atención en tres temas:
(1) el sacerdocio, o la mediación divina (Heb 7:1-28; Heb 10:19-22);
(2) el sacrificio, o la redención divina (Heb 9:11-28; Heb 10:1-18); y
(3) el pacto, o las promesas divinas (Heb 8:8-13; Heb 9:15-22). Se vale también de tres pasajes del AT. para validar sus impresiones:
(1) Sal 104:4, que anuncia un nuevo sacerdocio que provee de la mediación divina necesaria;
(2) Sal 46:4-6, que habla de un sacrificio nuevo y final que proporciona la redención divina; y
(3) Jeremías Jer 31:31-34, que proclama un nuevo pacto que otorga el perdón completo y definitivo.
Según el autor de Hebreos, todo esto apunta a la supremacía y suficiencia de Cristo. La verdadera espiritualidad se adquiere por medio de Dios (Heb 7:9; Heb 10:19-22); y la misma sólo se puede encontrar en el Hijo de Dios, Jesucristo. El libro de los Hebreos establece la supremacía y suficiencia de Cristo sobre todo (Heb 1:1-4; Heb 9:11-14). Su sacrificio basta para quitar nuestros pecados; Él es todo lo que necesitamos para llegar a Dios hoy en día.
En lo que se refiere a los destinatarios de la carta, no se establece quiénes son los receptores originales de Hebreos. Algunos entendidos postulan que el libro se escribió para los cristianos gentiles, basándose en que el escritor utilizó la Septuaginta y que se abstuvo de mencionar la controversia entre los judíos y los gentiles. Otros sugieren que la carta se escribió para un grupo mixto de judíos y gentiles.
Sin embargo, la mayoría de los estudiosos suponen que los destinatarios eran los cristianos judíos debido al fuerte énfasis que el libro hace en materias y asuntos judíos; en especial, en el análisis detallado de la superioridad de Jesucristo sobre los ángeles, Moisés, Josué y los creyentes del AT. En todo el libro aparecen citas de pasajes del AT. Muchos de los temas que toca el autor suponen un gran conocimiento del sacerdocio y el sacrificio de ese período. Los judíos que no vivían en Jerusalén casi con certeza hablaban también el griego, lo que explicaría el uso de la Septuaginta. En todo el libro se habla de los destinatarios como «hermanos», y en la primera época de la Iglesia este calificativo incluiría a un gran número de judíos. El título «a los Hebreos», no proviene del puño y letra del autor, pero data de una fecha tan temprana como el segundo siglo.
¿En qué lugar vivían los lectores? La expresión «los de Italia» (Heb 13:24) se referiría a los que estaban allí o a los que eran de ese lugar pero que se encontraban lejos. Parece más razonable pensar que los destinatarios eran judíos que se encontraban en Roma. La carta se conoció primeramente en esa ciudad, y el saludo final encaja fácilmente con esta teoría (Heb 13:24; Hch 18:2). La referencia que se hace a la falsa enseñanza sobre los alimentos en Heb 13:9 concuerda con un problema similar que enfrentaba la iglesia en Roma (Rom 14:1-23; Rom 15:1-3).
La estructura de Hebreos es única dentro de las epístolas del NT. ¿Era una carta o un sermón? Termina como una carta pero no tiene el saludo de una. No nombra a su autor ni al destinatario, aunque sí contiene saludos personales, lo que hace suponer que los destinatarios sabían quien les escribía, y menciona a algunos conocidos en común como Timoteo (Heb 13:23). Esta mezcla de elementos ha provocado mucha especulación sobre qué es en realidad la epístola a los hebreos, sin llegar a una conclusión sólida. El propio autor la llama «la palabra de exhortación» (Heb 13:22).
Por otra parte, nadie sabe con certeza quién escribió Hebreos. Nadie de la iglesia en los primeros tiempos podría decir con certeza que ellos lo sabían, aunque la iglesia de Alejandría (Egipto) creía firmemente que fue el apóstol Pablo el autor de la obra. Aún así, Hebreos se ha ganado uno de los lugares más respetables en la Biblia. Este libro llegó al NT. por mérito propio, no por el aprecio a su autor.
¿Fue Pablo quien escribió Hebreos? El vocabulario, estilo y teología de la carta difieren mucho de las demás obras de Pablo. A diferencia del autor de Hebreos, Pablo siempre se identificaba en sus escritos; incluso, en uno de ellos ofreció su nombre como prueba de su autenticidad (2Ts 3:17, 2Ts 3:18). El lenguaje de Hebreos es pulido, reflexivo y carece de las explosiones de emoción que caracterizan a Pablo. Por lo general, este apóstol utilizaba el griego, el hebreo y otras fuentes en sus citas del AT. mientras que el autor de Hebreos sólo se vale de la Septuaginta. Heb 2:3 parece indicar que el autor no escuchó la palabra de salvación directamente del Señor, algo que sí hizo Pablo. Si él escribió Hebreos, no dejó ninguna de sus huellas usuales.
Tertuliano sugiere que Bernabé es el autor de Hebreos. Bernabé era de Chipre, donde el griego era de buena calidad, y Hebreos representa el griego de las clases educadas y cultas más que ningún otro libro del NT. Además, Bernabé era levita (Hch 4:36), persona muy familiarizada con el sistema de sacrificios del judaísmo, materia central del libro. El nombre de Bernabé se traduce en Hch 4:36 como «Hijo de consolación» o «Hijo de exhortación», semejante a la descripción de Heb 13:22.
Martín Lutero y otros eruditos contemporáneos especularon sobre la posibilidad de que fuera Apolos el autor de Hebreos. Apolos era un judío de Alejandría, y hombre elocuente y conocedor (Hch 18:24). Pero ninguno de los padres de la iglesia lo menciona. Y si fuera Apolos quien escribió Hebreos, la iglesia de Alejandría lo sabría puesto que él era alejandrino.
¿Podría ser el autor Priscila, como sugiere el entendido Adolf Harnack (Hch 18:24)? El participio masculino en Heb 11:32 descarta esa posibilidad. Los destinatarios originales conocían al que les escribió (Heb 13:18, Heb 13:22-24), pero no quedó ninguna pista para nosotros.
Tampoco nadie sabe a ciencia cierta cuándo se escribió Hebreos, aunque es más fácil suponer una fecha estimativa que especular sobre el autor. Si estaba dirigida a los creyentes judíos en Roma, como se supone por lo general, el hecho de que no se llamara a la comunidad a sufrir la muerte por su fe, sugiere que la epístola data de antes de la persecución de Nerón a los cristianos en el año 64 d.C.
Bosquejo
I. Prólogo: Dios habló por medio de su Hijo Heb 1:1-4
II. La superioridad y el sacrificio de Cristo Heb 1:5-14; Heb 2:1-18; Heb 3:1-19; Heb 4:1-16; Heb 5:1-14; Heb 6:1-20; Heb 7:1-28; Heb 8:1-13; Heb 9:1-28; Heb 10:1-18
A. La superioridad de Cristo Heb 1:5-14; Heb 2:1-18; Heb 3:1-19; Heb 4:1-16; Heb 5:1-14; Heb 6:1-20; Heb 7:1-28
1. La superioridad de Cristo frente a los ángeles Heb 1:5-14
2. Exhortación a poner atención a la salvación mayor Heb 2:1-4
3. Cristo como el hombre perfecto Heb 2:5-18
4. Cristo superior a Moisés Heb 3:1-6
5. Cristo superior al resto de Israel Heb 3:7-19; Heb 4:1-13
6. Cristo como sumo sacerdote en el orden de Melquisedec Heb 4:14-16; Heb 5:1-10
7. Censura por la falta de entendimiento y la inmadurez Heb 5:11-14; Heb 6:1-20
8. El sacerdocio de Melquisedec Heb 7:1-28
B. Cristo, el ministro y Sumo Sacerdote del nuevo pacto Heb 8:1-13; Heb 9:1-28; Heb 10:1-18
1. El nuevo pacto con relación al antiguo Heb 8:1-9
2. Explicación del mejor pacto Heb 8:10-13
3. El nuevo santuario y el sacrificio perfecto Heb 9:1-28
4. El nuevo pacto en acción Heb 10:1-18
III. Elementos de la fe Heb 10:19-39; Heb 11:1-40; Heb 12:1-29; Heb 13:1-17
A. Descripción de la fe Heb 10:19-25
B. Descripción de los que rechazan la fe Heb 10:26-39
C. Ejemplos de la vida en la fe Heb 11:1-40
D. Cristo, el ejemplo supremo de la fe Heb 12:1-4
E. El amor del padre presente por medio del castigo Heb 12:5-11
F. La conducta cristiana en el nuevo pacto Heb 12:12-29
G. La vida cristiana en la práctica diaria Heb 13:1-17
IV. Epílogo Heb 13:18-25
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
muchas veces se refiere a períodos en la historia del AT. muchas maneras habla de distintos métodos que usó Dios para comunicarse, incluyendo visitaciones, sueños, señales, parábolas y sucesos (Isa 28:10).
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
NOS HA HABLADO POR EL HIJO. Estos versículos establecen un tema muy importante de esta carta: en el pasado Dios empleó a los profetas como su principal instrumento de revelación, pero ahora ha hablado o se ha revelado por medio de su Hijo Jesucristo, que es supremo sobre todas las cosas. La Palabra de Dios por medio de su Hijo es terminante; cumple y trasciende todas las palabras previas de Dios (véase el ARTÍCULO LA PALABRA DE DIOS, P. 970. [Isa 55:10-11]). No hay nadie en absoluto, ni los profetas (v. Heb 1:1) ni los ángeles (v. Heb 1:4), que tenga mayor autoridad que Cristo. Él es el único camino a la salvación eterna y el único mediador entre Dios y los hombres. El autor de esta carta confirma la supremacía de Cristo al enumerar siete grandes revelaciones acerca de Cristo (vv. Heb 1:2-3).
Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena
Introducción a Hebreos
I. El argumento: Cristo y la fe cristiana son superiores al judaísmo (Heb 1:1-14; Heb 2:1-18; Heb 3:1-19; Heb 4:1-16; Heb 5:1-14; Heb 6:1-20; Heb 7:1-28; Heb 8:1-13; Heb 9:1-28; Heb 10:1-18).
A. En revelación (Heb 1:1-14; Heb 2:1-18; Heb 3:1-19; Heb 4:1-13)
Jesucristo es la completa y final revelación de Dios a la humanidad.
1. Superior a los profetas (Heb 1:1-3)
2. Superior a los ángeles (Heb 1:4-14; Heb 2:1-18)
Exhortación: El peligro del descuido (Heb 2:1-4)
3. Superior a Moisés (Heb 3:1-6)
Exhortación: El peligro de la incredulidad (Heb 3:7-19)
4. Superior a Josué (Heb 4:1-13)
B. En mediación (Heb 4:14-16; Heb 5:1-14; Heb 6:1-20; Heb 7:1-28; Heb 8:1-13; Heb 9:1-28; Heb 10:1-18)
Como el gran sumo sacerdote, Jesucristo es muy superior al sacerdocio levítico del AT
1. Superior en su capacidad (Heb 4:14-16; Heb 5:1-14; Heb 6:1-20; Heb 7:1-25)
Exhortación: El peligro de permanecer en inmadurez espiritual (Heb 5:11-14; Heb 6:1-3) Exhortación: el peligro de caer por el camino (Heb 6:4-20)
2. Superior en su carácter (Heb 7:26-28)
3. Superior en su ministerio (Heb 8:1-13; Heb 9:1-28; Heb 10:1-18)
a. Establecido en un mejor santuario (Heb 8:1-5)
b. Basado en un mejor pacto (Heb 8:6-13)
c. Efectuado mediante un mejor servicio (Heb 9:1-22)
d. Cumplido mediante un mejor sacrificio (Heb 9:23-28; Heb 10:1-18)
II. La aplicación: Exhortación a la constancia (Heb 10:19-39; Heb 11:1-40; Heb 12:1-29; Heb 13:1-17)
A. En la esfera de la salvación (Heb 10:19-38)
B. En la esfera de la fe (Heb 10:39; Heb 11:1-40)
1. La naturaleza de la fe (Heb 10:39; Heb 11:1-3)
2. Ejemplos de fe en el Antiguo Testamento (Heb 11:4-38)
3. La vindicación de la fe: Completa en Cristo (Heb 11:39-40)
C. En la esfera de la paciencia (Heb 12:1-13)
D. En la esfera de la santidad (Heb 12:14-29; Heb 13:1-17)
1. La prioridad de la santidad (Heb 12:14-29)
2. La práctica de la santidad (Heb 13:1-17)
Conclusión (Heb 13:18-25)
Autor : Sin designar
Tema : El pacto mejor
Fecha : 67-69 d.C. (indeterminada)
Trasfondo
No se ha determinado el destino de esta epístola, aunque es probable que fuera Roma. El título del libro en los manuscritos griegos más antiguos es: «A los Hebreos» Su contenido especifica que se escribió la epístola para judíos que eran creyentes. El autor cita la Septuaginta (traducción griega del AT), lo cual indica que los lectores tal vez eran judíos de habla griega de fuera de Palestina. «Los de Italia os saludan» (Heb 13:24) tal vez signifique que el autor escribía a Roma y enviaba saludos de creyentes italianos que vivían lejos de su patria. Tal vez la epístola iba dirigida a iglesias nacionales dentro de la comunidad eclesiástica mayor de Roma, algunas de las cuales estaban a punto de abandonar su fe en Jesucristo y volverse a su anterior fe judía debido a la persecución y al desaliento.
El autor de Hebreos no se identifica en su título original ni en el libro, aunque era bien conocido de los lectores (Heb 13:18-24). Por alguna razón, su identidad se perdió hacia el fin del siglo I. Después en la tradición de la iglesia primitiva (del siglo II al IV) se expresaron muchas opiniones diferentes sobre el posible autor de Hebreos. La opinión de que Pablo escribió Hebreos no prevaleció hasta el siglo V.
En la actualidad, muchos eruditos conservadores creen que es improbable que Pablo sea su autor, ya que el pulido estilo alejandrino de escribir, el apoyo en la Septuaginta, la manera de introducir las citas del AT, el método de argumentación y enseñanza, la estructura de los argumentos y la exclusión de identificación personal son todas características muy distintas de las de Pablo. Además, mientras Pablo apela siempre a su revelación directa de Cristo (cf. Gál 1:11-12), este escritor se coloca entre los creyentes de segunda generación a quienes les confirmaron el evangelio testigos oculares del ministerio de Jesús (Heb 2:3). Entre los hombres mencionados en el NT, la descripción que Lucas hace de Apolos en Hch 18:24-28 corresponde mejor al carácter del autor de Hebreos.
Cualquiera que sea el autor de Hebreos, lo cierto es que escribió con la plenitud apostólica del Espíritu y con el conocimiento, la revelación y la autoridad de apóstol. La falta de referencias en Hebreos a la destrucción del templo de Jerusalén y su culto levítico sugiere mucho que el autor escribió antes de 70 d.C.
Propósito
Hebreos se escribió principalmente para los creyentes judíos que estaban padeciendo persecución y desaliento. El escritor procura fortalecer su fe en Cristo al explicar con cuidado la superioridad y finalidad de la revelación y la redención de Dios en Jesucristo. Demuestra que se han cumplido y se han hecho obsoletas las provisiones de redención de Dios bajo el antiguo pacto por la venida de Cristo y el establecimiento del nuevo pacto mediante su muerte expiatoria. El escritor estimula a sus lectores
(1) a mantenerse en su confesión de Cristo hasta el fin,
(2) a avanzar hacia la madurez espiritual y
(3) a no volver a la condenación al abandonar la fe en Jesucristo.
Visión panorámica
Hebreos parece más un sermón que una epístola. El autor describe su trabajo como «palabra de exhortación» (Heb 13:22). Tiene tres divisiones principales:
(1) En la primera, Jesús, el poderoso Hijo de Dios (Heb 1:1-3), se declara como la plena revelación de Dios a la humanidad superior a los profetas (Heb 1:1-3), los ángeles (Heb 1:4-14; Heb 2:1-18), Moisés (Heb 3:1-6) y Josué (Heb 4:1-11). Hay una solemne advertencia en esta división sobre las consecuencias de apartarse espiritualmente de la fe o endurecer el corazón en incredulidad (Heb 2:1-3; Heb 3:7-19; Heb 4:1-2).
(2) La segunda división presenta a Jesucristo como el sumo sacerdote cuya capacidad (Heb 4:14-16; Heb 5:1-10; Heb 6:19-20; Heb 7:1-25), carácter (Heb 7:26-28) y ministerio (Heb 8:1-13; Heb 9:1-28; Heb 10:1-18) son perfectos y eternos. También se advierte contra el permanecer en la inmadurez espiritual o incluso «apartarse» después de llegar a ser participantes de Cristo (Heb 5:11-14; Heb 6:1-12).
(3) La división final (Heb 10:19-39; Heb 11:1-40; Heb 12:1-29; Heb 13:1-17) exhorta con fuerza a los creyentes a perseverar en la salvación, la fe, el sufrimiento y la santidad.
Características especiales
Son ocho las principales características de esta epístola.
(1) Su forma es singular entre las epístolas del NT «comienza como un tratado, sigue como un sermón y concluye como una epístola» (Orígenes).
(2) Es el libro más pulido del NT, ya que se acerca al estilo del griego clásico más que ningún otro escritor del NT (salvo quizá Lucas en Luc 1:1-4).
(3) Es el único escrito del NT que desarrolla el concepto del ministerio de Jesús como sumo sacerdote.
(4) Tiene rica diversidad cristológica, pues da más de veinte nombres y títulos de Cristo.
(5) Su palabra clave es «mejor» (trece veces). Jesús es superior a los ángeles y todos los mediadores del AT. El ofrece el descanso, el pacto, la esperanza, el sacerdocio, la expiación por el sacrificio y la sangre y las promesas mejores.
(6) Contiene el principal capítulo de la Biblia sobre la fe (cap. Heb 11:1-40).
(7) Está saturado de referencias y alusiones al AT, lo cual da buena información sobre la interpretación de los primeros creyentes en Cristo de la historia y de la adoración en el AT, en particular de la tipología.
(8) Advierte acerca de los peligros de la apostasía espiritual más que cualquier otro pasaje del NT.
Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena
La Epístola a los Hebreos
TítuloCuando los varios libros del NT fueron formalmente reunidos en una colección poco después del 100 d.C., los títulos fueron añadidos por conveniencia. El título de esta epístola lleva el título griego tradicional, «A los Hebreos», el cual fue certificado por lo menos en el siglo segundo d.C. No obstante, dentro de la epístola misma, no hay identificación de los destinatarios como hebreos (judíos) o gentiles. Debido a que la epístola está llena de referencias a la historia y religión hebrea y no se dirige a ninguna práctica gentil o pagana en particular, el título tradicional ha sido mantenido.
Autor y fecha
El autor de Hebreos es desconocido. Pablo, Bernabé, Silas, Apolos, Lucas, Felipe, Priscila, Aquila, y Clemente de Roma han sido sugeridos por diferentes eruditos, pero el vocabulario, estilo, y diversas características literarias de la epístola no apoyan claramente ninguna afirmación en particular. Es significativo que el escritor se incluya a sí mismo entre aquellas personas que habían recibido confirmación del mensaje de Cristo por medio de otros (Heb 2:3). Eso parecería anular a alguien como Pablo quien decía que había recibido tal confirmación directamente de Dios y no de los hombres (Gál 1:12). Haya sido quien haya sido el autor, él prefirió citar referencias del AT del AT griego (LXX) en lugar del texto hebreo. Aún la iglesia primitiva expresó diferentes opiniones acerca del autor y la erudición contemporánea admite que el rompecabezas aún no tiene solución. Por lo tanto, parece que es mejor aceptar el anonimato de la epístola. Claro que, finalmente, el autor fue el Espíritu Santo (2Pe 1:21).
El uso del tiempo presente en el Heb 5:1-4; Heb 7:21; Heb 7:23; Heb 7:27-28; Heb 8:3-5; Heb 8:13; Heb 9:6-9; Heb 9:13; Heb 9:25; Heb 10:1; Heb 10:3-4; Heb 10:8; Heb 10:11; y Heb 13:10-11 podría indicar que el sacerdocio Levítico y el sistema de sacrificios aún estaban en operación cuando la epístola fue compuesta. Debido a que el templo fue destruido por el general (más tarde emperador) Tito Vespasiano en el 70 d.C., la epístola debió de haber sido escrita antes de esa fecha. Además, puede notarse que Timoteo acababa de ser liberado de la prisión (Heb 13:23) y que la persecución estaba volviéndose severa (Heb 10:32-39; Heb 12:4; Heb 13:3). Estos detalles parecen indicar una fecha para la epístola alrededor del 67 69 d.C.
Contexto histórico
El énfasis en el sacerdocio Levítico y en los sacrificios, como también en la ausencia de cualquier referencia a los gentiles, apoyan la conclusión de que una comunidad de hebreos era la destinataria de la epístola. Aunque estos hebreos eran primordialmente convertidos a Cristo, probablemente había un número de incrédulos en medio de ellos, quienes fueron atraídos por el mensaje de salvación, pero quienes aún no habían hecho un compromiso total de fe en Cristo (vea Retos de interpretación). Una cosa es clara a partir del contenido de la epístola: la comunidad de Hebreos estaba enfrentando la posibilidad de una persecución intensificada (Heb 10:32-39; Heb 12:4). Conforme confrontaban esta posibilidad, los hebreos estaban siendo tentados a deshacerse de cualquier identificación con Cristo. Quizá consideraron reducir a Cristo de ser el Hijo de Dios a un mero ángel. Tal precedente ya había sido establecido por la comunidad Qumrán de judíos mesiánicos viviendo cerca del Mar Muerto. Ellos se habían dado de baja de la sociedad, establecido una comuna religiosa, e incluyeron la adoración de ángeles en su rama de judaísmo reformado. La comunidad Qumrán había llegado al punto de decir que el ángel Miguel era más alto en estatus que el Mesías venidero. Este tipo de aberraciones doctrinales podrían explicar el énfasis en hebreos capítulo uno de la superioridad de Cristo sobre los ángeles.
Posibles lugares de los destinatarios de la epístola incluyen Palestina, Egipto, Italia, Asia Menor y Grecia. La comunidad que fue la destinataria primaria pudo haber circulado la epístola entre aquellas áreas e iglesias de trasfondo hebreo que se encontraban a su alrededor. Esos creyentes probablemente no habían visto a Cristo personalmente. Aparentemente, habían sido evangelizados por aquellos que «oyeron» a Cristo y cuyos ministerios habían sido certificados «con señales y prodigios y diversos milagros» (Heb 2:3-4). De esta manera, los destinatarios podrían haber estado en una iglesia afuera de Judea y Galilea o en una iglesia en aquellas áreas, pero establecidos entre personas en la generación siguiendo aquellos que habían sido testigos oculares de Cristo. La congregación ni era nueva, ni le faltaba instrucción («debiendo ser ya maestros») sin embargo algunos de ellos aún necesitaban «leche, y no alimento sólido» (Heb 5:12).
«Los de Italia» (Heb 13:24) es una referencia ambigua debido a que podría significar o aquellos que habían partido de Italia y estaban viviendo en otros lugares, o aquellos que aún estaban en Italia y estaban siendo señalados como residentes oriundos de ese país. Grecia o Asia Menor también deben ser consideradas debido al establecimiento aparente que se llevó a cabo mucho tiempo atrás, por parte de la iglesia ahí, y debido al uso consecuente de la LXX.
La generación de hebreos recibiendo esta epístola había practicado los sacrificios levíticos en el templo en Jerusalén. Judíos viviendo en exilio habían substituido la sinagoga por el templo pero aún sentían una profunda atracción por la adoración del templo. Algunos tenían los medios para llevar a cabo peregrinajes regulares al templo en Jerusalén. El escritor de esta epístola enfatizó la superioridad del cristianismo sobre el judaísmo y la superioridad del sacrificio llevado a cabo por Cristo de una vez por todas sobre los sacrificios levíticos repetidos e imperfectos observados en el templo.
Temas históricos y teológicos
Debido a que el libro de Hebreos está fundado en la obra del sacerdocio Levítico, un entendimiento del libro de Levítico es esencial para interpretar apropiadamente Hebreos. El pecado de Israel continuamente había interrumpido la comunión de Dios con su pueblo escogido y de pacto, Israel. Por lo tanto, en su gracia Él soberanamente estableció un sistema de sacrificios que simbólicamente representaron el arrepentimiento interno de pecadores y su perdón divino. No obstante, la necesidad de sacrificios nunca terminó debido a que el pueblo y los sacerdotes continuaban pecando. La necesidad de toda la humanidad consistía en tener a un sacerdote perfecto y un sacrificio perfecto que de una vez y para siempre quitara el pecado. La provisión de Dios de ese sacerdote y sacrificio perfecto en Cristo es el mensaje central de Hebreos.
La epístola a los Hebreos es un estudio de contraste, entre las provisiones imperfectas e incompletas del antiguo pacto, dadas bajo Moisés, y las provisiones infinitamente mejores del nuevo pacto ofrecido por el Sumo Sacerdote perfecto, el unigénito Hijo de Dios y el Mesías, Jesucristo. Incluidos en las provisiones «mejores» están: una mejor esperanza, testamento, promesa, sacrificio, sustancia, país, y resurrección. Aquellos que pertenecen al nuevo pacto moran en una atmósfera completamente nueva y celestial, adoran a un Salvador celestial, tienen un llamado celestial, reciben un don celestial, son ciudadanos de un país celestial, esperan con anhelo una Jerusalén celestial, y sus nombres mismos están escritos en el cielo.
Uno de los temas teológicos clave en Hebreos es que todos los creyentes ahora tienen acceso directo a Dios bajo el nuevo pacto y, por lo tanto, pueden acercarse al trono de Dios confiadamente (Heb 4:16; Heb 10:22). La esperanza de uno está en la presencia misma de Dios, en la cual sigue al Salvador (Heb 6:19-20; Heb 10:19-20). La enseñanza primordial simbolizada por el servicio del tabernáculo fue que los creyentes bajo el pacto de la ley no tenían acceso directo a la presencia de Dios (Heb 9:8), sino que fueron excluidos del lugar santísimo. El libro de Hebreos puede ser brevemente resumido de esta manera: Los creyentes en Jesucristo, como el sacrificio perfecto de Dios por el pecado, tienen al Sumo Sacerdote perfecto a través de cuyo ministerio todo es nuevo y mejor que bajo el pacto de la ley.
No obstante, esta epístola es más que un tratado doctrinal. Es intensamente práctica en su aplicación a la vida diaria (vea el cap. Heb 13:1-25). El escritor mismo aún se refiere a su carta como a una «palabra de exhortación» (Heb 13:22; cp. Hch 13:15). A lo largo del texto se encuentran exhortaciones diseñadas para estimular a los lectores a la acción.
Esas exhortaciones son dadas en la forma de seis advertencias:
1. Advertencia en contra de desviarse de «las cosas que hemos oído» (Heb 2:1-4)
2. Advertencia en contra de no creer a la «voz» de Dios (Heb 3:7-14)
3. Advertencia en contra de degenerar de «los primeros rudimentos de las palabras de Dios» (Heb 5:11-14; Heb 6:1-20)
4. Advertencia en contra de menospreciar «el conocimiento de la verdad» (Heb 10:26-39)
5. Advertencia en contra de devaluar «la gracia de Dios» (Heb 12:15-17)
6. Advertencia en contra de alejarse de aquel «que habla» (Heb 12:25-29)
Otro aspecto significativo de esta epístola es la clara exposición de pasajes selectos del AT. El escritor claramente era un hábil expositor de la Palabra de Dios. Su ejemplo es instructivo para predicadores y maestros:
Hebreos | Exposición |
Heb 1:1-14; Heb 2:1-4 | Exposición de versículos de Salmos; 2Sa 7:1-29; Deu 32:1-52 |
Heb 2:5-18 | Exposición del Sal 8:4-6 |
Heb 3:1-19; Heb 4:1-13 | Exposición del Sal 95:7-11 |
Heb 4:14-16; Heb 5:1-14; Heb 6:1-20; Heb 7:1-28 | Exposición del Sal 110:4 |
Heb 8:1-13; Heb 9:1-28; Heb 10:1-18 | Exposición de Jer 31:31-34 |
Heb 10:32-39; Heb 11:1-40; Heb 12:1-3 | Exposición de Hab 2:3-4 |
Heb 12:4-13 | Exposición de Pro 3:11-12 |
Heb 12:18-29 | Exposición de Éxo 19:1-25; Éxo 20:1-26 |
Retos de interpretación
Una interpretación apropiada de esta epístola requiere el reconocimiento de que se dirige a tres grupos distintos de judíos: 1) creyentes; 2) incrédulos que estaban intelectualmente convencidos del evangelio; y 3) incrédulos que estaban atraídos por el evangelio y la persona de Cristo pero que no habían llegado a una convicción final acerca de Él. No reconocer a estos grupos lleva a interpretaciones inconsecuentes con el resto de las Escrituras.
El grupo primario a quien el autor se dirige fueron hebreos cristianos que sufrieron rechazo y persecución por parte de sus compatriotas judíos (Heb 10:32-34), aunque ninguno de ellos había sido martirizado aún (Heb 12:4). La carta fue escrita para darles aliento y confianza en Cristo, su Mesías y Sumo Sacerdote. Eran un grupo inmaduro de creyentes que fueron tentados a aferrarse a las tradiciones del judaísmo y a los rituales simbólicos y espiritualmente sin poder.
El segundo grupo a quien el autor se dirige fueron judíos incrédulos que estaban convencidos de las verdades básicas del evangelio pero que no habían creído en Jesucristo como su propio Salvador y Señor. Estaban intelectualmente persuadidos, pero espiritualmente no comprometidos. El autor se dirige a estos incrédulos en pasajes tales como Heb 2:1-3; Heb 6:4-6; Heb 10:26-29; y Heb 12:15-17.
El tercer grupo a quien el autor se dirige eran judíos incrédulos que no estaban convencidos de la verdad del evangelio pero habían recibido cierta exposición al mismo. El capítulo Heb 9:1-28 está enfocado en su mayoría a ellos (vea especialmente los vv. Heb 9:11; Heb 9:14-15; Heb 9:27-28).
El reto de interpretación más serio que está muy por encima de cualquier otro, se encuentra en el Heb 6:4-6. La frase «una vez fueron iluminados» frecuentemente se toma como una referencia a cristianos, y la advertencia que la acompaña se toma como una indicación del peligro de perder su salvación si «recayeron» y «crucificando de nuevo para sí mismos al Hijo de Dios». Pero no hay mención de que sean salvos y no son descritos con ningún término que se aplique únicamente a creyentes (tales como santo, nacido de nuevo, justo o santos). Este problema emana a partir de una identificación imprecisa de la condición espiritual de aquellos a los que el autor se está dirigiendo. En este caso, eran incrédulos que habían sido expuestos a la verdad redentora de Dios, y quizá hicieron una profesión de fe, pero no habían llegado al punto de tener una fe salvadora genuina. En el Heb 10:26, se hace la referencia una vez más a cristianos apóstatas, no a creyentes genuinos de quienes frecuentemente se piensa que pierden su salvación por sus pecados.
Bosquejo
I) La superioridad de la posición de Jesucristo (Heb 1:1-14; Heb 2:1-18; Heb 3:1-19; Heb 4:1-13)
A) Un mejor nombre (Heb 1:1-3)
B) Mejor que los ángeles (Heb 1:4-14; Heb 2:1-18)
1. Un mensajero más grande (Heb 1:4-14)
2. Un mensaje más grande (Heb 2:1-18)
a. Una salvación más grande (Heb 2:1-4)
b. Un salvador más grande (Heb 2:5-18)
C) Mejor que Moisés (Heb 3:1-19)
D) Un mejor reposo (Heb 4:1-13)
II) La superioridad del sacerdocio de Jesucristo (Heb 4:14-16; Heb 5:1-14; Heb 6:1-20; Heb 7:1-28)
A) Cristo como sumo sacerdote (Heb 4:14-16; Heb 5:1-10)
B) Exhortación al compromiso total con Cristo (Heb 5:11-14; Heb 6:1-20)
C) El sacerdocio de Cristo como el de Melquisedec (Heb 7:1-28)
III) La superioridad del ministerio sacerdotal de Jesucristo (Heb 8:1-13; Heb 9:1-28; Heb 10:1-18)
A) A través de un mejor pacto (Heb 8:1-13)
B) En un mejor santuario (Heb 9:1-12)
C) Por un mejor sacrificio (Heb 9:13-28; Heb 10:1-18)
IV) La superioridad de los privilegios del creyente (Heb 10:19-39; Heb 11:1-40; Heb 12:1-29)
A) Fe salvadora (Heb 10:19-25)
B) Fe falsa (Heb 10:26-39)
C) Fe genuina (Heb 11:1-3)
D) Héroes de la fe (Heb 11:4-40)
E) Fe perseverante (Heb 12:1-29)
V) La superioridad de la conducta cristiana (Heb 13:1-21)
A) Con relación a otros (Heb 13:1-3)
B) Con relación a nosotros mismos (Heb 13:4-9)
C) Con relación a Dios (Heb 13:10-21)
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
muchas veces. El significado es «muchas porciones» (como se podría decir acerca de libros). En el transcurso posiblemente de unos mil ochocientos años (desde Job, ca. 2200 a.C. [¿?] hasta Nehemías, ca. 400 a.C.) el AT fue escrito en un total de treinta y nueve libros diferentes que reflejaron épocas, lugares, culturas y situaciones muy diferentes. de muchas maneras. Esto incluye visiones, símbolos y parábolas que se escribieron tanto en poesía como en prosa. Aunque la forma y el estilo literario variaron, siempre fue la revelación de Dios acerca de lo que Él quería que su pueblo supiera. La revelación progresiva del AT describió el programa de redención de Dios (1Pe 1:10-12) y su voluntad para su pueblo (Rom 15:4; 2Ti 3:16-17).
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
Resumen: Comienza esta epístola de una manera sublime. No hay palabras de introducción; no se identifican el autor y los recipientes. Ya hemos notado cuál es el propósito del autor (véase Introducción, V), y vemos al autor entrando en él de una vez. Confrontaban los hermanos hebreos en Palestina el gran peligro de volver al judaísmo, impresionados por la naturaleza imponente de la economía judaica (con sus ritos tradicionales nacionales), y también perseguidos por los no cristianos de entre sus compatriotas. El autor, pues, comienza en este capítulo a mostrar la superioridad de la dispensación del evangelio sobre el sistema mosaico, y la superioridad de Cristo sobre los profetas y aun sobre los ángeles. Se presenta la dignidad y la naturaleza exaltada del Autor del cristianismo. Los hechos presentados en este capítulo establecen la autoridad del evangelio como revelación de Dios, del mismo Dios quien había hablado a los judíos bajo la dispensación mosaica. Siendo así el caso, volver atrás los hermanos hebreos sería una tragedia (2:1-3).
1:1 — «Dios». El mismo que habló para dar la revelación del Antiguo Testamento es quien ha hablado para dar la del Nuevo. El Autor de los dos es el mismo Dios. –«en otro tiempo», literalmente, en tiempos antiguos. Probablemente se hace referencia al tiempo entre Abraham y Malaquías. –«muchas veces». Más bien, como dice la versión Hispanoamericana, «en muchas porciones», o en muchas partes. Gradualmente y en fragmentos Dios les iba revelando su voluntad. (Compárese Isa 28:10).
–«muchas maneras», a veces por sueños, a veces por visiones; por voces audibles, o por mensajes inspirados; etc. Además, los profetas usaron diferentes formas de enseñanza (tipos, figuras, lenguaje literal y sencillo, salmos, poesía, proverbios, etc.). Véase Núm 12:5-8.
–«por los profetas». El profeta era uno que hablaba por Dios (y no solamente predecía eventos). Véanse Éxo 4:16 más 7:1; Hch 3:21.
Fuente: Notas Reeves-Partain
EL FIN DE LO FRAGMENTARIO
Hebreos 1:1-3
Dios había hablado en muchas ocasiones y de muchas maneras a nuestros antepasados por medio de los profetas de la antigüedad; pero al final de estos días que estamos viviendo nos ha hablado a nosotros por medio de Uno que es un Hijo, un Hijo al Que Dios ha destinado para que entre en posesión de todas las cosas, un Hijo por medio de Quien Dios hizo el universo. Era la misma refulgencia de la. gloria de Dios; era la expresión exacta de la misma esencia de Dios; llevó adelante todas las cosas con Su poderosa Palabra y, después de haber hecho purificación por los pecados humanos, asumió el trono real a la diestra de la Gloria en las alturas.
Este es el pasaje escrito en el más sonoro griego de todo el Nuevo Testamento, que habría sido el orgullo de cualquier orador griego clásico. El autor de Hebreos aporta todos los recursos de palabra y de ritmo que podía contribuir la bella y flexible lengua griega. Las dos expresiones que hemos traducido por en muchas ocasiones y de muchas maneras están formados por una sola palabra cada una: polyméros y polytropós. Poly- en tales combinaciones quiere decir muchoslas, y los grandes oradores griegos, como Demóstenes, el más grande de todos, solían entretejer tales palabras sonoras en el primer párrafo de sus discursos. El autor de Hebreos creía que, como iba a hablar de la suprema Revelación de Dios a la humanidad, debía vestir sus pensamientos en el lenguaje más noble que pudiera encontrar.
Aquí hay algo que nos llama la atención. El que escribió esta carta debe de haber recibido una preparación en oratoria griega. Cuando se convirtió a Cristo, no se deshizo de su preparación, sino usó en el servicio de Jesucristo el talento que tenía. Es muy conocida la encantadora leyenda francesa del Juglar de la Virgen. Estaba en un convento, y uno de los monjes le vio entrar en la cripta y ponerse a ofrecerle a la Virgen todas sus mejores gracias y acrobacias, hasta quedar agotado. Y entonces el oculto espectador vio que la imagen de la Virgen cobraba vida, se bajaba de su pedestal y se ponía a enjugar cariñosamente el sudor de la frente de su devoto que le había ofrecido lo mejor, tal vez lo único que sabía hacer. Cuando una persona se hace cristiana, no se le pide que abandone todos los talentos que tenía antes, sino que los use en el servicio de Jesucristo y de Su causa.
La idea básica de esta carta es que sólo Jesucristo trae a los hombres la Revelación completa de Dios, y que sólo Él nos capacita para entrar a la misma presencia de Dios. El autor empieza contrastando a Jesús con los profetas de tiempo antiguo. Dice que Él vino al final de estos días que estamos viviendo. Los judíos dividían todo el tiempo en dos edades: la presente, y la por venir. Entre ambas colocaban el Día del Señor. La edad presente era totalmente mala; la edad por venir iba a ser la edad de oro de Dios. El Día del Señor sería como los dolores de alumbramiento de la nueva era. Así es que el autor de Hebreos dice: «El tiempo antiguo está pasando; la era de lo fragmentario ha terminado; ha llegado a su final el tiempo del suponer y del andar a tientas; la nueva era, la edad de oro de Dios ha amanecido con Jesucristo.» Ve entrar el mundo y el pensamiento de los hombres, como si dijéramos, en un nuevo principio con Cristo. Con Jesús, Dios ha entrado en la humanidad, la eternidad ha invadido el tiempo y nada puede ser ya como era antes.
Contrasta a Jesús con los profetas, que se creía que estaban en los consejos secretos de Dios. Hacía mucho, Amós había dicho: «El Señor Dios no hace nada sin antes revelarle Su plan a Sus siervos los profetas» (Am 3:7 ). Filón había dicho: «El profeta es el intérprete del Dios Que habla en lo interior.» Y también: «Los profetas son los intérpretes de Dios, Que los usa como instrumentos para revelar a la humanidad Su voluntad.» En años posteriores esta doctrina se había mecanizado totalmente. Atenágoras decía que Dios movía las bocas de los profetas como un músico que toca un instrumento, y que al inspirarlos con su Espíritu era como un flautista tocando la flauta. Justino Mártir decía que lo divino que descendía del Cielo y pasaba por los profetas era como el plectro que se mueve por el arpa o el laúd. Se acabó por decir que los profetas no tenían más que ver con el mensaje que un instrumento con la música que se tocaba en él, o una pluma con el mensaje que se escribía con ella. Eso era mecanizar excesivamente la cosa; porque hasta el más excelente músico está hasta cierto punto a merced de su instrumento, y no puede producir buena música en un piano desafinado o al que le faltan notas, lo mismo que el que escribe está a merced del utensilio del que se vale para escribir… y no se diga si es un P C. Dios no puede revelar más de lo que la humanidad puede comprender. Su Revelación tiene que pasar por las mentes y los corazones de las personas. Eso es exactamente lo que vio y dijo el autor de Hebreos.
Dice que la Revelación de Dios la transmitieron los profetas
en muchas ocasiones (polymerós) y de muchas maneras (polytropós). Aquí hay dos ideas.
(i) La Revelación de los profetas tenía una grandeza multiforme que la hacía algo tremendo. De edad en edad habían hablado, siempre en sazón, nunca como algo extemporáneo. Al mismo tiempo, esa Revelación era fragmentaria, y había que presentarla de tal manera que se pudiera entender en las limitaciones de cada tiempo. Es algo sumamente interesante el ver cómo una y otra vez los profetas se caracterizan por una idea. Por ejemplo, Amós es una llamada a la justicia social. Isaías había captado la santidad de Dios. Oseas, partiendo de su propia amarga experiencia familiar, había comprendido la maravilla del amor perdonador de Dios. Cada profeta, de su propia experiencia de la vida y de su experiencia de Israel, había captado y expresado un fragmento de la verdad de Dios. Ninguno había abarcado la totalidad del orbe de la verdad. Pero en el caso de Jesús era diferente: Él no era un fragmento de la verdad, ni siquiera el más nuevo, sino la Verdad total. En Él Dios mostraba, no algún aspecto de Su carácter, sino la totalidad de Su Ser.
(ii) Los profetas usaron muchos métodos. Usaban la palabra; y, cuando este método fallaba, usaban la acción dramática (Cp.1R 11:29-32
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
INTRODUCCIÓN
1. Imaginemos una conversación entre un hindú y un cristiano. El hindú escucha atentamente mientras el cristiano le resume brevemente el ministerio terrenal de Cristo Jesús. Al final del mensaje, cuatro preguntas pueden surgir rápidamente en su mente.
a. Pregunta: ¿por qué tenía que nacer Jesús? Respuesta: «A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer» (Jua 1:18).
b. Pregunta: ¿por qué tenía que morir Jesús? Respuesta: «El cual se dio a sí mismo por nuestros pecados para librarnos del presente siglo malo, conforme a la voluntad de nuestro Dios y Padre» (Gál 1:4).
c. Pregunta: ¿por qué tenía que resucitar Jesús? Respuesta: «Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también nuestra fe» (1Co 15:14).
d. Pregunta: ¿por qué tenía que ascender Jesús? Respuesta: ¡el libro de Hebreos!
2. El libro de Hebreos nos presenta la única discusión amplia del Nuevo Testamento acerca de Cristo como el Sumo Sacerdote del creyente. Responde a la pregunta: ¿qué fue al fin de Jesús?
3. El autor: desconocido. Se han sugerido tres nombres.
a. Pablo.
(1) Porque la iglesia primitiva creyó que él fue el autor.
(2) Debido al cierre característico de la epístola (Heb 13:25; cp. 2Ts 3:17, 2Ts 3:18).
(3) A causa de la expresión: «Mas el justo por la fe vivirá.» Esta expresión es una cita del Antiguo Testamento (Hab 2:4), la cual es usada tres veces en el Nuevo Testamento (Rom 1:17; Gál 3:11; Heb 10:38). El razonamiento en este caso es que, puesto que Pablo es quien la usó las dos primeras veces, fue él quien probablemente volvió a usarla en Hebreos.
(4) Debido a la declaración de Pedro en 2Pe 3:15, 2Pe 3:16, donde dice que Pablo había escrito a las mismas personas a las que él dirigía su carta, los judíos de la dispersión (1Pe 1:1; 2Pe 3:1). Pedro habla de la carta de Pablo como Escritura. El libro de Hebreos es el único en el Nuevo Testamento que llena esta descripción.
(5) Porque fue escrita desde Italia (Heb 13:24) por un amigo de Timoteo (Heb 13:23), que se hallaba encarcelado en este momento (Heb 10:34). Esto encaja bien con la situación de Pablo como se registra en Hch 28:1-31.
b. Bernabé.
(1) Porque él era un levita y parece que el libro de Hebreos fue escrito por uno de ellos.
(2) A causa de la comparación entre Hch 4:36 y Heb 13:22.
c. Apolos.
(1) Debido al estilo griego tan elocuente de Hebreos.
(2) A causa de que las citas del Antiguo Testamento en Hebreos están tomadas de la Septuaginta, mientras que Pablo siempre cita del Antiguo Testamento hebreo.
4. Los destinatarios de la carta. Varias teorías:
a. Jerusalén. Lo cual es muy dudoso que fuera:
(1) Debido a Heb 2:3.
(2) Debido a Heb 6:10; Heb 10:34. Los lectores de esta carta fueron aparentemente capaces de ministrar a otros, pero la iglesia de Jerusalén estaba asolada por la pobreza (Heb 11:27-30).
(3) A causa de Heb 12:4. La iglesia de Jerusalén ya había sufrido el martirio (Hch 7:59, Hch 7:60; Hch 12:2).
(4) Porque no se hace mención del templo.
b. Roma.
c. Éfeso.
5. El libro de Hebreos ha sido llamado el quinto Evangelio. Los primeros cuatro describen lo que Cristo hizo en la tierra, mientras que Hebreos nos dice lo que está haciendo ahora en el cielo.
6. Hch 10:11 nos revela que el libro fue escrito antes de la destrucción del templo por Tito Vespasiano en el año 70 d.C.
7. Hebreos puede compararse con Romanos.
a. Romanos revela la necesidad de la fe cristiana.
b. Hebreos revela su superioridad.
8. Hay seis palabras clave en este libro, y son:
a. Perfecto, perfeccionó (usada catorce veces).
b. Eterno, para siempre (usada quince veces).
c. Mejor (trece veces).
d. Participantes (nueve veces).
e. Cielo (diecisiete veces).
f. Sacerdote, sumo sacerdote (treinta y dos veces).
9. Aparecen al menos ochenta y seis referencias directas del Antiguo Testamento hebreo, tomadas de cien pasajes.
I. Cristo, la persona superior (Heb 1:1 — Heb 5:10).
A. Él es superior a los profetas (Heb 1:1-3).
1. Por la declaración del Padre a Él. En el pasado Dios había dado su palabra a los profetas en etapas y de varias maneras, pero sólo Jesús podía declarar el mensaje completo del Dios invisible.
2. Debido a la descripción que el Padre hace de Él.
a. Fue constituido heredero de todo (Sal 2:8; Jua 3:35).
b. Es aquel por medio del cual Dios hizo todas las cosas (Jua 1:3).
c. Él es la expresión absoluta de todos los atributos de la divinidad (Jua 1:18; Rom 9:5).
d. El es «el resplandor de su gloria».
e. Todas las cosas subsisten por Él (Col 1:17).
f. Él es el purificador de los pecados.
g. Está ahora sentado a la diestra de Dios. Estos versículos (Heb 1:2-3) nos dan los primeros grandes nombres y títulos de Cristo en el libro de Hebreos.
La lista completa es:
Autor (Heb 12:2).
Apóstol (Heb 3:1).
Capitán (Heb 2:10; Heb 12:2).
Consumador (Heb 12:2).
Cristo (Heb 3:6).
Dios (Heb 1:8).
Fiador (Heb 7:22).
Heredero (Heb 1:2).
Hijo (Heb 1:2).
Mediador (Heb 8:6).
Pastor (Heb 13:20).
Precursor (Heb 6:20).
Primogénito (Heb 1:6).
Señor (Heb 2:3).
Sumo Sacerdote (Heb 2:17).
B. Él es superior a los ángeles (Heb 1:4 — Heb 2:18).
1. Debido a su rango. «Hecho tanto superior a los ángeles, cuanto heredó más excelente nombre que ellos» (Heb 1:4).
2. A causa de su relación. «Yo seré a él Padre, y él me será a mí hijo» (Heb 1:5). Por esta razón Dios manda a los ángeles del cielo que le adoren (Heb 1:6). Juan Bunyan escribió una vez: «Si Jesús no es Dios, entonces el cielo está lleno de idólatras.»
3. Debido a su reino. «Tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo» (Heb 1:8).
4. A causa de su rectitud. «Cetro de equidad es el cetro de tu reino» (Heb 1:8).
Primera advertencia: sobre el descuidar la Palabra de Dios (Heb 2:1-4).
Hebreos contiene cinco advertencias clave y esta es la primera. Veamos el razonamiento. Si Israel en el Antiguo Testamento fue castigado por desobedecer la palabra de los ángeles, cuánto mayor no sería el castigo por desobedecer la Palabra de Dios revelada por su propio Hijo (Gén 19:1-38; Deu 33:2; Sal 68:17; Hch 7:54; Gál 3:19; cp. Luc 4:18-21; Luc 19:10; Mat 16:21; Mat 20:28).
5. A causa de su ministerio redentor (Heb 2:5-18).
a. La necesidad de este ministerio redentor.
¿Por qué fue necesario que Jesús se encarnara?
(1) A fin de recuperar nuestro destino perdido (Heb 2:5-9).
(a) El hombre fue originalmente creado para gobernar todas las cosas.
(b) Fue puesto a prueba (hecho un poco menor que los ángeles) por un tiempo.
(c) A causa de su pecado no ha sido todavía capaz de gobernar sobre todas las cosas.
(d) Jesús vino para completar por el hombre el propósito original.
El autor Ray C. Stedman escribe lo siguiente:
«El escritor insiste en que cuando David dice “todo lo sujetaste bajo sus pies” quiere decir realmente todo. Porque añade: Porque en cuanto le sujetó todas las cosas, nada dejó que no sea sujeto a él.
Este es el destino propuesto para el hombre, su dominio autorizado. El hombre fue hecho para ser el rey del universo de Dios. Sin duda que este pasaje incluye más que la tierra.
Abarca el universo creado de Dios tal como el hombre ha sido capaz de descubrirlo, en todas sus riquezas ilimitadas de espacio y todo lo que está más allá. Todo esto será puesto bajo el dominio del hombre. Esta es una visión tremenda y vastísima.
Pero la autoridad del hombre era una autoridad derivada. El hombre mismo tenía que estar sujeto a Dios, quien moraba en él.
Él iba ser el medio por el cual el Dios invisible se hacía visible a sus criaturas. Él iba a ser la manifestación de la vida de Dios que reposa en la residencia real del espíritu humano. Mientras el hombre se sujetara al señorío de Dios dentro de sí mismo sería capaz de ejercer dominio sobre el universo que le rodeaba. Sólo cuando el hombre acepta el dominio puede ejercer dominio.
El escritor señala más aún que el hombre fue hecho menor que los ángeles por un tiempo limitado a fin de aprender lo que significaba el ejercicio de tal dominio.
Le fue dado un dominio limitado: esta tierra, este pequeño planeta moviéndose a través de la galaxia a la cual pertenecemos, en medio de todas las demás galaxias del espacio. También le fue dado un cuerpo físico limitado, para que dentro de esa área limitada pudiera aprender los principios por medio de los que podría ejercer el dominio en el universo. Se describe esta limitación diciendo “fue hecho un poco menor que los ángeles”.
El pasaje sigue describiendo el presente estado de poca importancia del hombre. Pero todavía no vemos que todas las cosas le sean sujetas. Aquí tenemos dicha en pocas palabras toda la historia del hombre. ¡Cuán visible es esta verdad! Todavía no vemos todas las cosas sujetas a él. El hombre intenta ejercer su dominio pero no puede hacerlo adecuadamente.
Nunca ha olvidado la posición que Dios le dio, porque a lo largo de toda la historia de la raza humana hay una continua reafirmación de los sueños del hombre por el dominio de la tierra y del universo. Por esta razón, no podemos olvidarnos de los montes más altos. Sentimos la necesidad de subir a su cumbre, aun cuando nada se nos haya perdido allí y aunque sabemos que cuando lleguemos allí sólo veremos lo que los osos ya han visto: la otra ladera de la montaña. Pero tenemos que llegar allí; tenemos que explorar las profundidades del mar; tenemos que salir al espacio exterior. ¿Por qué? Porque está allí.
El hombre ha manifestado consistentemente una notable memoria racial. Recuerdos rudimentarios de lo que Dios le dijo que hiciera. El problema está en que cuando trata de llevarlo a cabo ahora crea situaciones peligrosas y muy explosivas, porque ya no posee la habilidad para ejercer dicho dominio. Las cosas se desequilibran. Por esto nos vemos confrontados con una situación cada vez más seria en nuestros días, cuando en nuestro intento de controlar los insectos mediante pesticidas y otros venenos creamos un desequilibrio que nos amenaza con graves resultados.
La historia del hombre es la de precipitar continuamente una crisis en su intento de ejercer dominio.
Si vamos a los registros más remotos de la historia del hombre, a los más antiguos, encontramos al hombre luchando con los mismos problemas morales que enfrentamos hoy. Hemos avanzado maravillosamente en la tecnología, pero no hemos progresado de igual manera en las relaciones morales. En alguna parte el hombre ha perdido sus relaciones con Dios.
La caída del hombre es la única explicación adecuada para esta situación. Desde entonces el universo está lleno de vanidad. En todo lo que el hombre hace nunca llega a una conclusión satisfactoria.
Es verdad incluso en la vida individual. ¿Cuántos han llevado a cabo los sueños e ideales con los que empezaron? ¿Quién puede decir: “He hecho todo lo que quería hacer; soy todo lo que quería ser”? Pablo en Romanos nos lo confirma: “La creación fue sujeta a vanidad» (Rom 8:20).
Pero el autor de Hebreos dice: Vernos a… Jesús. Esta es la esperanza del hombre. Con los ojos de la fe vemos ya a Jesús coronado y reinando sobre el universo; el hombre Jesús cumple con el destino perdido del hombre.» (What More Can God Say? pp. 20–22.)
Qué contraste tan fantástico encontramos entre las dos frases en Heb 2:8 y Heb 2:9 : «… pero todavía no vemos…» y «Pero vemos a Jesús….»
Aquello que el primer Adán perdió en el huerto el segundo Adán lo ganó en el Gólgota.
(2) A fin de recuperar nuestra unidad perdida (Heb 2:10-13). Como resultado de su sufrimiento, Cristo nos une ahora con el Padre y se convierte en nuestro hermano mayor.
(3) Con el fin de asegurar de nuevo nuestra confianza perdida (Heb 2:14-18).
«Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, el diablo, y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre.»
C. Él es superior a Moisés (Heb 3:1-19). Razón: Moisés era un siervo en la casa de Dios, mientras que Cristo es el Hijo amado (Heb 3:1-6).
Segunda advertencia: sobre el dudar de la Palabra de Dios (Heb 3:7-19; véase también Heb 4:11).
1. Un ejemplo:
«No endurezcáis vuestros corazones, como en la provocación, en el día de la tentación en el desierto, donde me tentaron vuestros padres; me probaron, y vieron mis obras cuarenta años. A causa de lo cual me disgusté contra esa generación, y dije: Siempre andan vagando en su corazón, y no han conocido mis caminos. Por tanto, juré en mi ira: No entrarán en mi reposo» (Heb 3:8-11).
2. Una exhortación:
«Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo; antes exhortaos los unos a los otros cada día, entre tanto que se dice: Hoy; para que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado» (Heb 3:12, Heb 3:13).
Nota: La palabra «exhortaos» que encontramos en el versículo Heb 3:13 es parakaleo, que significa urgir a alguien a que siga una cierta forma de conducta.
D. Él es superior a Josué (Heb 4:1-16).
«Porque si Josué les hubiera dado el reposo, no hablaría después de otro día. Por tanto, queda un reposo para el pueblo de Dios» (Heb 4:8, Heb 4:9).
Jesús es superior a Josué porque el descanso que Él da es eterno, mientras que el descanso de Josué apenas duró de 25 a 40 años.
1. Las amonestaciones de la Palabra de Dios. En este capítulo encontramos las primeras de trece amonestaciones que encontramos en Hebreos.
Veámoslas:
a. «Temamos, pues, no sea que…» (Heb 4:1).
b. «Procuremos, pues, entrar en aquel reposo… » (Heb 4:11).
c. «Por tanto… retengamos nuestra profesión» (Heb 4:14).
d. «Acerquémonos, pues, confiadamente…» (Heb 4:16).
e. «Por tanto, dejando ya los rudimentos…» (Heb 6:1).
f. «Acerquémonos con corazón sincero…» (Heb 10:22).
g. «Mantengamos firmes, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza…» (Heb 10:23).
h. «Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor…» (Heb 10:24).
i. «... despojémonos de todo peso y del pecado… » (Heb 12:1).
j. «... corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante» (Heb 12:1).
k. «... tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole…» (Heb 12:28).
l. «Salgamos, pues, a él, fuera del campamento, llevando su vituperio» (Heb 13:13).
m. «Así que, ofrezcamos siempre a Dios por medio de él…» (Heb 13:15).
Notemos especialmente el punto d (Heb 4:16).
Lutero, Zuinglio y Calvino clavaron en el mástil de la Reforma tres grandes principios que tomaron de Hebreos, que aparecen claramente en este pasaje:
No sacrificio, sino el Calvario.
No sacerdote, sino Cristo.
No confesionario, sino el trono de la gracia.
2. Los «descansos» en la Palabra de Dios. Hemos descrito tres grandes descansos bíblicos.
a. El descanso de la creación (Heb 4:4).
b. El descanso de la salvación (Heb 4:10).
c. El descanso de la consagración (Heb 4:11).
3. El poder de la Palabra de Dios.
«Porque la Palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta» (Heb 4:12, Heb 4:13).
E. Él es superior a Aarón (Heb 5:1-10).
1. Él posee completamente lo que Aarón sólo tuvo en parte.
a. Como Aarón, fue tomado de entre los hombres (Heb 5:1).
b. Como Aarón, fue escogido por Dios (Heb 5:4).
c. Como Aarón, tuvo compasión (Heb 5:2).
d. Como Aarón, aprendió obediencia (Heb 5:8; véase también Heb 2:10). Nota: Cristo fue siempre perfecto en su persona, pero mientras estuvo en la tierra alcanzó perfección en su obra.
e. Como Aarón, oró (Heb 5:7).
f. Como Aarón, sufrió (Heb 5:8; véase también Flp 2:8).
2. Él posee perfectamente aquello de lo que Aarón careció.
a. Al contrario de Aarón, es el unigénito Hijo de Dios (Heb 5:5).
b. A diferencia de Aarón, es sacerdote según el orden de Melquisedec (Heb 5:6).
c. En contraste con Aarón, es el autor de eterna salvación (Heb 5:9).
II. Perfección, el propósito superior (Heb 5:11 — Heb 6:20).
«Por tanto, dejando ya los rudimentos de la doctrina de Cristo, vamos adelante a la perfección…» (Heb 6:1).
Tercera advertencia: sobre el apartarnos de la Palabra de Dios (Heb 5:11 — Heb 6:20).
A. Las particularidades de este peligro.
1. Los síntomas:
a. Apatía (Heb 5:11).
«Acerca de esto tenemos mucho que decir y difícil de explicar, por cuanto os habéis hecho tardos para oír.»
b. Ambigüedad (Heb 5:12).
«Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales que tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido.»
El escritor Ray Stedman escribe: «Leí acerca de un director de una escuela secundaria que tenía necesidad de cubrir un puesto administrativo. Nombró para el puesto a un maestro que tenía diez años de experiencia en la enseñanza. Cuando se anunció oficialmente el nombramiento, otro maestro de la escuela fue a verlo muy enojado. Le dijo: “¿Cómo se le ha ocurrido ascender a ese maestro para dicha posición? Él sólo tiene diez años de experiencia y yo tengo veinticinco; usted ha pasado por encima de mí favoreciéndolo a él.” A lo que el director respondió: “Lo siento, pero usted está equivocado; usted no tiene veinticinco años de experiencia; usted sólo tiene un año de experiencia repetido veinticinco veces.”» (What More Can God Say?)
La razón para esta incertidumbre e inmadurez la encontramos en Heb 5:13, Heb 5:14; cp. 1Co 3:1, 1Co 3:2; 1Pe 2:1, 1Pe 2:2. Véase también Jos 5:12, donde se nos dice que el maná cesó después que Israel entró en la Tierra Prometida.
c. Apostasía (Heb 6:4-6).
2. Las teorías. Quizá no encontraremos ningún otro pasaje en las Escrituras que haya sido objeto de mayor especulación e interpretación que éste. Varias teorías sostienen que estos versículos describen a una de las siguientes clases de personas.
a. Personas salvadas pero que perdieron su salvación a causa de algún pecado muy grave. Si esto es cierto, entonces el mismo pasaje también enseña que nunca podrán volver a ser salvas.
b. Creyentes declarados que han «saboreado» solamente algo de las cosas de Dios, pero que en realidad nunca llegaron a «ingerirlas y digerirlas». Sin embargo, esta opinión carece por completo de apoyo, porque la misma palabra griega se usa también en Heb 2:9 en relación con Jesús: «… para que por la gracia de Dios gustase la muerte por todos».
c. Creyentes judíos que vivían cuando el templo estaba todavía en pie. La Biblia Anotada de Scofield presenta este punto de vista:
«Heb 6:4-8 presenta el caso de Judíos que profesando ser creyentes se habían apartado de la fe en Cristo después de haber llegado hasta el mismo umbral de la salvación y experimentado la obra de iluminación y convicción realizada por el Espíritu (Jua 16:8-10). No se dice que ellos tuvieran fe. Su experiencia era semejante a la de los espías en Cades Barnea (Deu 1:19-26), quienes contemplaron la tierra y tuvieron el fruto mismo de ella en sus manos, y sin embargo volvieron al desierto» (p. 1251).
d. Un caso hipotético de lo que no pudo ocurrir.
«“Y recayeron” (v. Heb 6:6). Sería imposible renovarlos otra vez para arrepentimiento, porque en ese caso sería necesario que Cristo muriera crucificado una segunda vez. Evidentemente, eso no ocurrirá (Heb 10:12, Heb 10:14); por consiguiente, es imposible caer de la gracia.» (The New Scofield Bible, p. 1315.)
e. Apóstatas que están en peligro de cometer pecado de muerte (véanse 1Co 11:30; Hch 5:1-11; 1Jn 5:16, 1Jn 5:17). Ninguno de estos puntos de vista está exento de problemas.
Parece, sin embargo, (en opinión del autor) que la última interpretación es la que describe mejor esta apostasía y define a estas personas.
3. El ejemplo (Heb 6:7, Heb 6:8). Debemos fijarnos que no es el campo el que es destruido sino el fruto. (Véanse también 1Co 3:15; Jua 15:6; Heb 10:30.)
B. Las protecciones contra este peligro (Heb 6:1-3, Heb 6:8-20).
Si este pecado puede ser cometido por los creyentes, ¿hay suficiente protección contra él para aquellos creyentes que lo desean? Hay, por supuesto.
1. El comportamiento del creyente (Heb 6:1-3, Heb 6:8-12).
a. Debe ir «adelante a la perfección [madurez]» (Heb 6:1). Es decir, debe salir ya de los cimientos y edificar paredes; dejar el ABC por el doctorado.
b. Debe ministrar a los santos (Heb 6:10).
c. Debe mostrar amor por el nombre de Jesús (Heb 6:10).
d. Debe ser diligente (Heb 6:11).
e. Debe imitar a aquellos que «por la fe y la paciencia heredan las promesas» (Heb 6:12).
Aunque las buenas obras no van a salvar a ningún pecador del infierno, si que librará a un santo del juicio. (Véase 1Co 11:31.)
2. La promesa del Padre (Heb 6:13-18).
a. El hecho de esta promesa:
(1) Estaba disponible para Abraham.
(2) También lo está para nosotros.
b. La naturaleza de esta promesa. «… tengamos un fortísimo consuelo los que hemos acudido para asirnos de la esperanza puesta delante de nosotros» (Heb 6:18).
c. La seguridad de esta promesa (Heb 6:17, Heb 6:18).
Está basada en dos cosas inmutables:
(1) El carácter eterno de Dios (lo que Él es).
(2) La Palabra escrita de Dios (lo que Dios ha dicho).
3. El sacerdocio de Cristo (Heb 6:19, Heb 6:20). A Jesús se le describe aquí como un precursor. Esta palabra ha sido asociada con un barco pequeño llamado precursor. En el mundo antiguo, los barcos grandes para travesías marítimas experimentaban frecuentemente dificultades cuando se aproximaban a los puertos griegos poco profundos. Para contrarrestar estas dificultades, se enviaba un bote que iba delante del grande para ayudarle a entrar en puerto y anclar con seguridad. El doctor Kenneth Wuest escribe:
«El ancla del creyente está, por tanto, asegurada dentro del velo, en el lugar santísimo en el cielo. Tenemos aquí unas imágenes preciosas. La vida presente es el mar; el alma es un barco… el alma del creyente, cuando las tempestades azotan al barco, es sostenida por el ancla dentro del velo, asegurada por la fe a la bendita realidad que está más allá del velo.» (Hebrews in the Greek New Testament, p. 125.)
III. Melquisedec: el sacerdocio superior (Heb 7:1-28 — Heb 10:1-39). Ya ha sido establecido que Cristo es un sacerdote según el orden de Melquisedec y no el de Aarón. Esto nos ofrece inmediatamente una ventaja múltiple.
A. Nos ofrece una mejor fuente (cap. Heb 7:1-28). De Aarón a Melquisedec. Cristo Jesús recibió:
1. Un real sacerdocio. Melquisedec era tanto rey como sacerdote (Gén 14:18).
2. Un sacerdocio con autoridad. Melquisedec recibió los diezmos de Abraham (Gén 14:20).
En Heb 7:4-10 el autor señala que por cuanto Leví (fundador del sacerdocio levítico del cual procedió Aarón como sumo sacerdote) estaba en los lomos de Abraham (pues llegó a ser su biznieto), él (Leví) en realidad le dio diezmos a Melquisedec por medio de Abraham. La conclusión es que bajo la ley levítica los sacerdotes recibían diezmos del pueblo, pero en el momento de Gén 14:1-24 los sacerdotes levíticos pagaron diezmos a Melquisedec.
3. Un sacerdocio eterno. Melquisedec era «sin padre, sin madre, sin genealogía; que ni tiene principio de días, ni fin de vida» (Heb 7:3), pero Aarón murió (Heb 7:8; cp. Núm 20:23-29).
Nota: Esto no significa necesariamente que Melquisedec era Cristo en realidad (aunque bien pudo serlo), pero por cuanto no tenemos registro de su nacimiento ni de su muerte, se ha convertido en un tipo de Cristo, no sólo en su oficio sino también en su origen.
4. Un sacerdocio independiente. Melquisedec fue ordenado mediante un juramento de Dios y no de la tribu de Leví. En el Antiguo Testamento nadie podía servir como sacerdote a menos que fuera descendiente de Aarón (Esd 2:61-62).
Sin embargo, ni Melquisedec ni Cristo procedían de esa tribu (Heb 7:14, Heb 7:22-24).
5. Un sacerdocio para siempre (Heb 7:17; Sal 110:4).
6. Un sacerdocio inmutable (Heb 7:24).
7. Un sacerdocio que lo incluía todo. Bajo este arreglo Cristo no presentaba una ofrenda sino que él era realmente la ofrenda (Heb 7:27). El escritor Ray Stedman dice lo siguiente en relación con el versículo Heb 7:27 :
«Como sacerdote, Cristo Jesús no pudo encontrar una ofrenda sin tacha que pudiera ofrecer, por lo que Él se ofreció a sí mismo como sacrificio; no se encontró otro sacerdote digno de ofrecer semejante sacrificio, sino sólo Cristo como Sacerdote y víctima.» (What More Can God Say?, p.115.)
Podemos ver esta doble providencia al escuchar las siete últimas expresiones de Cristo en la cruz. Las tres primeras muestran su ministerio sacerdotal, mientras que las últimas cuatro hablan de su papel sacrificial.
8. Un sacerdocio santo (Heb 7:26).
«Porque tal sumo sacerdote nos convenía: santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los cielos» (Heb 7:26).
Esto contrasta con el sacerdocio levítico, cuyos representantes permitieron frecuentemente que la corrupción y la idolatría controlaran sus vidas (véanse Éxo 32:1-6, Éxo 32:21-25; 1Sa 2:12-17; 1Sa 8:1-3).
9. Un sacerdocio perfeccionador (Heb 7:19, Heb 7:25).
«Por lo cual puede salvar también perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos» (Heb 7:25).
Este versículo se aplica a menudo en relación con la salvación de los perdidos, pero en su contexto se refiere a la preservación de los salvados. Es decir, que Cristo murió aquí en el Calvario para darnos salvación, y ahora vive allá en la gloria para mantenernos salvos.
(Véanse también Rom 8:34; Apo 1:18.)
B. Nos ofrece un mejor pacto (cap. Heb 8:1-13). Del antiguo pacto al nuevo. La palabra hebrea en el Antiguo Testamento para «pacto» era berit, y significa «cortar o dividir». (Véanse Gén 15:10; Jer 34:18, Jer 34:19.) Este cortar se refería a los animales para el sacrificio. Las piezas sangrantes del animal cortado eran puestas a ambos lados, y las dos partes del berit pasaban entre ellas. Sin embargo, en el relato de Gén 15:1-21, Dios hizo dormir a Abraham y él pasó solo por entre las partes, significando este particular berit que era incondicional. Esta ceremonia era también conocida como el pacto de sangre.
Este concepto del Antiguo Testamento es expresado en el Nuevo testamento mediante la palabra diatheke. Un diatheke es un tratado entre dos partes, pero que obliga a una sola según los términos establecidos por la otra. Esta importante palabra aparece no menos de veinticinco veces en el libro de Hebreos, y siempre es traducida al castellano usando las palabras «pacto» o «testamento». (Véanse también Luc 22:20; 1Co 11:25; 2Co 3:6.)
Otra palabra griega, suntheke, es, no obstante, el término empleado regularmente para un tratado; se usa cuatro veces y siempre en un sentido malo (véanse Jua 9:22; Luc 22:5; Hch 23:20; Hch 24:9).
En Heb 8:1-13 el autor contrasta el nuevo pacto con ciertos pactos del Antiguo Testamento (sin embargo, no el hecho con Abraham).
1. El antiguo pacto.
a. Moisés fue el mediador (Éxo 19:1-25; Jua 1:17; Gál 3:19).
b. Fue condicional (véase Deu 28:1-68).
c. No pudo producir la justicia necesaria (Heb 8:8).
d. Fue escrito en tablas de piedra (Éxo 32:15).
2. El nuevo pacto.
a. Cristo es el Mediador (Heb 9:15; Jua 1:17).
b. Es incondicional (Heb 8:9).
c. Puede producir la justicia necesaria (Heb 8:11).
d. Está escrito en corazones de carne (Heb 8:10).
Se han producido al menos cuatro teorías en relación con los que reciben este nuevo pacto, y son:
1. La Iglesia ha reemplazado a Israel como participante en el nuevo pacto. Pablo refutó totalmente este concepto en Rom 9:1-33 — Rom 11:1-36.
2. El nuevo pacto es solamente con el pueblo de Israel. Sin embargo, esto parece estar fuera de contexto con Heb 8:1-13 :
3. Hay dos pactos nuevos en este capítulo. Uno se refiere a Israel y el otro a la Iglesia.
4. Hay un sólo pacto nuevo aquí que será cumplido escatológicamente por Israel, pero en el que la Iglesia participa hoy soteriológicamente.
De estos cuatro puntos de vista sacamos la conclusión de que, mientras que el tercero es posible, el cuarto es probable.
C. Nos ofrece un mejor santuario (cap. Heb 9:1-28). Del terrenal al celestial.
1. El santuario terrenal. Su inferioridad:
a. Era de este mundo (Heb 9:1).
b. Era temporal (Heb 9:8; véase también Heb 8:13).
c. Era una copia (sombra, tipo) del auténtico (Heb 9:9).
d. Era para la mayoría inaccesible (Heb 9:7).
e. Estaba asociado con la primera obra de creación de Dios (Heb 9:11).
f. Fue hecho por manos humanas (Heb 9:24).
g. Enfatizaba la sangre de los animales (Heb 9:13).
h. Era ineficaz en lo que se refiere a la salvación eterna (Heb 9:9).
i. No ofrecía una esperanza continua (Heb 9:10).
2. El santuario celestial. Su superioridad:
a. Está en los cielos.
b. Es permanente.
c. Es el verdadero.
d. Es totalmente accesible para todos (Heb 4:16; Heb 10:19).
e. Está asociado con la segunda obra de la redención de Dios.
f. Fue hecho sin intervención de manos humanas (Heb 9:24).
g. Representa la sangre de Cristo (Heb 9:12).
h. Es totalmente eficaz en materia de eterna salvación (Heb 9:12).
i. Ofrece una esperanza permanente. Notemos tres cortas frases en Heb 9:24, Heb 9:26, Heb 9:28 :
«Se presentó» (Heb 9:26): su primera tarea como profeta.
«Para presentarse ahora» (Heb 9:24): su tarea presente como sacerdote.
«Y aparecerá» (Heb 9:28): su futura tarea como rey.
El autor de Hebreos nos ha descrito ya el ministerio múltiple de nuestro Señor:
(1) Su encamación (Heb 1:2; Heb 2:16, Heb 2:17).
(2) Su servicio (Heb 5:7-9).
(3) Su crucifixión (Heb 6:6, Heb 6:7; Heb 7:27; Heb 2:9).
(4) Su resurrección (Heb 13:20).
(5) Su ascensión (Heb 4:4; Heb 6:20).
(6) Su intercesión (Heb 7:25; Heb 8:1; Heb 9:12; Heb 9:24).
(7) Su revelación (Heb 9:28).
D. Nos ofrece un sacrificio superior (cap. Heb 10:1-39). De los corderos terrenales al Cordero de Dios.
1. La necesidad del Cordero de Dios:
«Porque la sangre de los toros y de los machos cabríos no puede quitar los pecados» (Heb 10:4).
Estos sacrificios podían cubrir el pecado (por un tiempo), pero no podían limpiar del pecado. (Véanse también Heb 10:6, Heb 10:11; Isa 1:11; Jer 6:20; Ose 6:6; Amó 5:21, Amó 5:22.)
2. La obediencia del Cordero de Dios.
«Por lo cual, entrando en el mundo dice: Sacrificio y ofrenda no quisiste; mas me preparaste cuerpo… Entonces dije: He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad…» (Heb 10:5; Heb 10:7).
Podemos considerar estas palabras como las primeras de nuestro Señor registradas en relación con su ministerio terrenal, pronunciadas quizá cuando dejaba su trono de gloria para incorporarse a aquella pequeña masa de carne humana en el vientre de María.
3. Los logros alcanzados por el Cordero de Dios:
a. Una redención completa.
b. La santificación presente.
c. La glorificación venidera.
«Y ciertamente todo sacerdote está día tras día ministrando y ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, que nunca pueden quitar los pecados; pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios, de ahí en adelante esperando hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies; porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados» (Heb 10:11-14).
4. La exhortación del Cordero de Dios:
a. Confianza en relación con los pecados:
«Añade: Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones… Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo… acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe…» (Heb 10:17, Heb 10:19, Heb 10:22; véase también Heb 10:35-37).
b. Conciencia en relación con los santos: ¿Es el creyente responsable por el bienestar de otros cristianos? Ciertamente lo es. Notemos:
«Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregamos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca» (Heb 10:24, Heb 10:25; véase también Heb 10:34).
Cuarta advertencia: sobre el menospreciar la Palabra de Dios (Heb 10:26-31).
¿Se refieren estos tremendos versículos a los salvos o a los no salvos? Aunque no podemos ser absolutamente dogmáticos, podríamos concluir por la frase en el versículo Heb 10:30 : «el Señor juzgará a su pueblo», que el autor tiene a los creyentes en mente.
Si esto es correcto, entonces puede que tenga en mente el pecado de muerte, y si es así, este pasaje podría ligarse con Heb 6:4-6.
IV. La fe, el principio superior (caps. Heb 11:1-40 — Heb 13:1-25).
A. Las personas de fe (Heb 11:1-40). El autor de Hebreos termina el capítulo Heb 10:1-39 con una declaración que es un resumen acerca del creyente y su gran Sumo Sacerdote.
La declaración es: «Mas el justo vivirá por fe» (Heb 10:38).
Después de llegar hasta aquí en el estudio de la epístola, algún lector puede quizá estar pensando:
¿Cómo es exactamente esta fe? ¿Ha vivido alguien realmente de esta manera antes? El autor responde ahora a estas preguntas. Este capítulo ha sido llamado la lista de los héroes de la fe.
1. La descripción de la fe (Heb 11:1-3):
«Es, pues, la fe, la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. Porque por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos. Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía» (Heb 11:1-3).
a. «La fe es la plena certeza de que lo que esperamos ha de llegar. Es el convencimiento absoluto de que hemos de alcanzar lo que ni siquiera vislumbramos» (Paráfrasis de Heb 11:1 de la Biblia al día).
b. «La fe capacita al alma creyente a tratar el futuro como si fuera presente, y a lo invisible como si se viera» (J. Oswald Sanders).
c. Según el versículo Heb 11:3, la fe es vital si queremos ir más allá del primer versículo de Gén 1:1-31. (Véase también Heb 11:6.)
d. «La fe es confiar en lo que no vemos, pero no en lo desconocido. (Véase también Heb 11:27.)
e. La fe es la escritura de propiedad de aquellas cosas que esperamos» (Moulton y Milligan).
2. La fe demostrada (Heb 11:4-40). El autor ahora nos recuerda a muchos creyentes del Antiguo Testamento que ilustran los extraordinarios logros alcanzados mediante la fe en Dios. Prestemos atención a los héroes y a sus carreras en las olimpiadas del cielo:
a. Los héroes:
(1) Abel.
(2) Enoc.
(3) Noé.
(4) Abraham.
(5) Sara.
(6) Isaac.
(7) Jacob.
(8) José.
(9) Moisés.
(10) Los padres de Moisés.
(11) Josué.
(12) Gedeón.
(13) Rahab.
(14) Barac.
(15) Sansón.
(16) Jefté.
(17) David.
(18) Samuel.
(19) Otros.
b. Las carreras:
(1) Por la fe se ofreció el sacrificio apropiado (Abel, Heb 11:4).
(2) Por la fe tuvo lugar un rapto (Enoc, Heb 11:5).
(3) Por la fe ocho personas escaparon de las aguas del diluvio (Noé, Heb 11:7).
(4) Por la fe se obedecieron mandamientos difíciles (Abraham).
(a) Salir de su tierra (Heb 11:8-10).
(b) Ofrecer en sacrificio su único hijo (Heb 11:17-19).
Notemos, en relación con el versículo Heb 11:19, que Abraham creyó en Dios en este momento antes de que hubiera ningún precedente de resurrección física bien por promesa o por ejemplo.
Se ha observado que mediante la fe Abraham creyó a Dios cuando no sabía el dónde (Heb 11:8-10), ni el cómo (Heb 11:11, Heb 11:12), ni el cuándo (Heb 11:13-16), y ni siquiera sabía el porqué (Heb 11:17-19).
(5) Por la fe una mujer estéril dio a luz un hijo (Sara, vv. Heb 11:11, Heb 11:12).
(6) Por fe se hicieron grandes predicciones:
(a) En relación con el matrimonio y la familia de Jacob (Isaac, Heb 11:20; véase también Gén 28:1-4).
(b) En lo concerniente a la tribu de la que saldría el Mesías (Jacob, v. Heb 11:21; véase también Gén 49:10).
(c) En relación con el éxodo (José, Heb 11:22; véase también Gén 50:24, Gén 50:25).
(7) Por la fe fue ocultado un niño durante tres meses (por los padres de Moisés, Heb 11:23)
(8) Por la fe una nación fue liberada de la esclavitud (Moisés, Heb 11:24-29).
(a) La determinación de Moisés de liberar a Israel (Heb 11:24).
(b) Las razones para esta determinación (Heb 11:25-27).
(c) Los resultados de esta determinación (Heb 11:28, Heb 11:29).
(9) Por fe cayeron los muros de una ciudad (Josué, Heb 11:30).
(10) Por fe una ramera fue salvada (Rahab, Heb 11:31).
(11) Por fe reformadores militares liberaron a Israel (Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, Heb 11:32).
(12) Por fe un joven pastor fue ungido rey (Samuel, Heb 11:32; véase también 1Sa 16:1-23 :).
(13) Por fe fueron sometidos reinos (David, Heb 11:32, Heb 11:33; véase también 2Sa 8:1-18 :).
(14) Por la fe se obraron acciones justas (Heb 11:33). Muchos profetas, sacerdotes y reyes del Antiguo Testamento lo hicieron.
(15) Por la fe se alcanzaron promesas (Heb 11:33). Tenemos muchos ejemplos de ello en el Antiguo Testamento.
(16) Por fe se cerraron bocas de leones (Heb 11:33; véanse Jue 14:5, Jue 14:6; 1Sa 17:34-37; Dan 6:22).
(17) Por fe fueron apagados fuegos violentos (Heb 11:34; véase Dan 3:25).
(18) Por fe se escaparon creyentes del filo de la espada (Heb 11:34; véase 2Re 6:14-17).
(19) Por fe las debilidades se transformaron en potencias (Heb 11:34).
(20) Por fe muchos se hicieron fuertes en las batallas (Heb 11:34).
(21) Por fe muchos hicieron retroceder ejércitos extranjeros (Heb 11:34).
(22) Por fe las mujeres vieron sus muertos resucitar (Heb 11:35; véanse 1Re 17:24; 2Re 4:35).
(23) Por fe muchos soportaron torturas (Heb 11:35).
(24) Por fe muchos sobrellevaron cárceles (Heb 11:36; véase 2Cr 16:10).
(25) Por fe muchos soportaron pruebas (Heb 11:37; véase Gén 39:12).
(26) Por fe sufrieron la muerte por espada, lapidación, aserrados (Heb 11:36, Heb 11:37); véanse 2Cr 24:20-22; Mat 23:35).
3. La fe depositada (Heb 11:13-16; Heb 11:38-40). Después de leer todas estas hazañas, uno bien pudiera preguntarse ¿qué meta pudo haber sostenido la fe de estos santos en el sufrimiento? Tenemos la respuesta en los versículos señalados. Ellos depositaron su fe en aquella ciudad celestial
«Que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios» (Heb 11:10).
B. El modelo de la fe (cap. Heb 12:1-29).
1. Puestos los ojos en el Hijo de Dios (Heb 12:1-3).
a. Ya hemos expresado nuestra convicción de que Pablo fue el autor de Hebreos. Este extraordinario apóstol fue muchas cosas: misionero, ganador de almas, pastor, teólogo, fabricante de tiendas, etc.; y parece que en su tiempo libre era también un amante de los deportes. Pablo usa frecuentemente en sus escritos la analogía de los deportes para ilustrar lo que quiere decir.
Por ejemplo:
(1) La lucha. «Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes» (Efe 6:12).
(2) Boxeo. «He peleado la buena batalla…» (2Ti 4:7). «… de esta manera peleo, no como quien golpea el aire» (1Co 9:26).
(3) Carreras. «¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis. Así que, yo de esta manera corro…» (1Co 9:24, 1Co 9:26).
b. Aquí en Heb 12:1-29 usa la tercera analogía, la de las carreras.
c. «Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos…» (Heb 12:1).
(1) Grande. A menudo nos sentimos (equivocadamente) solos, como le ocurrió una vez a Elías (1Re 19:10, 1Re 19:14, 1Re 19:18).
(2) Nube. Esto enfatiza la palabra «grande». El término griego aquí no es nephele, que habla de una nube pequeña y bien definida, sino nephos, que indica una gran masa de nubes cubriendo el espacio visible del cielo.
(3) Testigos. ¿Quiénes son esos testigos? No son ángeles, porque la palabra griega es marturos, refiriéndose a uno que ha visto, oído y realizado algo mientras sufría al mismo tiempo.
Habla de un experto bien calificado. El contexto sugiere fuertemente que estos testigos son los héroes de la fe mencionados en el capítulo Heb 11:1-40.
d. «Despojémonos de todo peso» (Heb 12:1).
Aquí la palabra es onkos, y se refiere a un bulto o masa. La preocupación del corredor griego no era simplemente si algo era moral o inmoral, sino más bien cómo afectaría aquello a su carrera. Es decir, que el enemigo de los mejor no es frecuentemente lo peor, sino lo bueno.
e. «Y del pecado que nos asedia» (Heb 12:1). La palabra «asedia» significa «bloquear» «sitiar» «rodear, emboscar». Habla de una ropa mal ajustada. Pablo puede tener en mente el pecado de incredulidad, pero también puede referirse a cualquier pecado que el creyente permite que lo trastorne.
f. «Corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante» (Heb 12:1). Notemos las implicaciones de esta declaración:
(1) Cada creyente ha sido metido en la carrera por Dios mismo. No es simplemente para pastores y misioneros.
Notemos que la palabra común para carrera (dromos), no se usa aquí, sino el término griego agon, del que proviene nuestra palabra «agonía». Esta es una carrera seria, importante.
(2) El paso y el ritmo de cada corredor es establecido por Dios.
(3) El objeto de la carrera es agradar a Dios y obtener el galardón. La meta no es el cielo.
(4) Se espera que cada corredor gane.
g. «Puestos los ojos en Jesús» (Heb 12:2). Esta frase nos habla de una mirada intensa, continua y firme. ¡Cuán fácil es apartar los ojos de él y mirar a la derecha o a la izquierda!
Quizá a nuestra izquierda vemos a uno que corre detrás de nosotros, y puede ser que el que lo hace a nuestra derecha vaya muy por delante de nosotros. Al mirar al corredor de la izquierda, nos podemos llenar de orgullo, y de envidia al mirar al de la derecha. Ambos son pecado y hacen que nos retrasemos. Nos conviene, por tanto mantener nuestros ojos en Jesús.
(1) Si quieres desilusionarte, mira a otros.
(2) Si quieres desanimarte, mírate a ti mismo.
(3) Si quieres gozarte, mira a Jesús.
h. «El autor y consumador de la fe» (Heb 12:2).
Cristo es tanto el fundador como el consumador de la fe cristiana. Confucio, Buda y Mahoma fueron los fundadores de tres movimientos religiosos mundiales, pero la muerte acabó con ellos.
i. «El cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz» (Heb 12:2). La naturaleza de este gozo nos viene explicada en Jud 1:24 :
«Y a aquel [Jesús] que es poderoso para guardaros sin caída, y presentaros sin mancha delante de su gloria con gran alegría» (véase también Jua 17:6-12, Jua 17:26).
j. «Menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono del Dios» (Heb 12:2; véase Flp 2:5-11).
k. «Considerad a aquel…» (Heb 12:3). Una y otra vez los escritores de las epístolas nos dirigen a los relatos de los evangelios.
2. Someteos a la disciplina de Dios (Heb 12:4-11).
a. Razones para la disciplina:
(1) Hacernos pensar en Dios y en su Palabra.
«Y habéis ya olvidado la exhortación que como a hijos se os dirige» (Heb 12:5). Este es muchas veces nuestro problema: ¡Olvidamos! David aconseja: «Bendice, alma mía, a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios» (Sal 103:2). La exhortación que encontramos aquí en Heb 12:5-6 está tomada de Pro 3:11-12.
(2) Para probar que Dios nos ama (Heb 12:6). «Porque el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo.» La palabra «disciplina» nos habla de instruir en el comportamiento correcto. La palabra «azota» se refiere a la corrección por el comportamiento equivocado.
(3) Para demostrar que realmente pertenecemos a Dios (Heb 12:7, Heb 12:8). «Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina?
Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos» (Heb 12:7, Heb 12:8).
(4) Para hacernos más semejantes a Jesús (Heb 12:10). «Para que participemos de su santidad.»
b. Reacciones a la disciplina (Heb 12:5, Heb 12:11):
(1) El creyente la puede menospreciar, esto es, no tenerla en consideración (como Esaú con su derecho de primogenitura).
(2) El creyente puede desalentarse ante la disciplina, es decir, tomarla con excesiva seriedad.
(3) El creyente puede ser ejercitado mediante la disciplina. La gran pregunta no es cuántos errores cometemos, sino cuánto aprendemos por medio de ellos. Los Salmos nos hablan acerca de esto:
«Bienaventurado el hombre a quien tú, Jah, corriges, y en tu ley lo instruyes» (Sal 94:12).
«Antes que fuera yo humillado, descarriado andaba; mas ahora guardo tu palabra» (Sal 119:67).
«Bueno me es haber sido humillado, para que aprenda tus estatutos» (Sal 119:71).
«Conozco, oh Jehová, que tus juicios son justos, y que conforme a tu fidelidad me afligiste» (Sal 119:75).
c. Resultados de la disciplina (Heb 12:11):
«Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados» (Heb 12:11).
Quinta advertencia: sobre el desechar la Palabra de Dios (Heb 12:25).
3. Preparaos para el reino de Dios (Heb 12:12-29).
a. Levantad las manos caídas. Empezar a trabajar por Cristo (Heb 12:12).
b. Fortaleced las rodillas paralizadas. Empezar a orar (Heb 12:12).
c. Haced sendas derechas para vuestros pies.
Homer Kent escribe: «Si tenemos los pies lisiados, debemos tener cuidado especial en que el camino no tenga obstáculos peligrosos. Hablando en sentido espiritual, aquel cuya fe es débil no debe aventurarse en áreas donde su fortaleza espiritual es insuficiente. De lo contrario, tal creyente puede agravar su condición produciéndose una dislocación de sus miembros.» (Epistle to the Hebrews, p.265.)
C. El desempeño de la fe (cap. Heb 13:1-25).
1. Sus deberes:
a. Perseverar en el amor a los hermanos (Heb 13:1).
b. Continuar mostrando hospitalidad para con los extraños (Heb 13:2). El «hospedaron ángeles» de este versículo se puede referir a Gén 18:1-33.
c. Acordarse de los presos y de los maltratados (Heb 13:3). Estos presos pueden ser personas encarceladas (como Pablo mismo) por causa de su testimonio.
d. Que el matrimonio sea honroso y mantenido con pureza. El séptimo mandamiento ha sido, es, y será un requerimiento continuo de Dios para que el hombre y la mujer lo obedezcan (salvos y no salvos): «No cometerás adulterio.»
e. Vivir liberados del amor al dinero (Heb 13:5).
f. Acordarse de sus líderes y de los que les enseñan la Palabra de Dios (Heb 13:7).
g. No ser llevados de acá para allá por enseñanzas extrañas (Heb 13:9).
h. Ofrecer continuamente sacrificios de alabanza a Dios (Heb 13:5; véase también 1Pe 2:5; 1Pe 2:9). Además de esto, se espera del creyente que ofrezca el sacrificio de su propio cuerpo a Dios (Rom 12:1) y de las buenas obras (Heb 13:16).
i. Obedecer a sus pastores y sujetarse a ellos (Heb 13:17). La razón es porque un día Dios les va a pedir cuentas.
j. Orar por los líderes cristianos, especialmente por el autor de la carta a los Hebreos.
2. Sus deleites: la fe cristiana nos proporciona muchas y preciosas bendiciones. Notemos:
a. «... porque él [el Señor] dijo: No te desampararé, ni te dejaré» (Heb 13:5).
b. «De manera que podemos decir confiadamente: El Señor es mi ayudador; no temeré lo que me pueda hacer el hombre» (Heb 13:6).
c. «Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos» (Heb 13:8).
d. «Tenemos un altar, del cual no tienen derecho de comer los que sirven al tabernáculo» (Heb 13:10).
e. «Porque no tenemos aquí ciudad permanente, sino que buscamos la por venir» (Heb 13:14).
f. «Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno, os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su voluntad, haciendo él en vosotros lo que es agradable delante de él por Jesucristo; al cual sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén» (Heb 13:20, Heb 13:21).
Fuente: Auxiliar Bíblico Portavoz
INTRODUCCIÓN
1. Imaginemos una conversación entre un hindú y un cristiano. El hindú escucha atentamente mientras el cristiano le resume brevemente el ministerio terrenal de Cristo Jesús. Al final del mensaje, cuatro preguntas pueden surgir rápidamente en su mente.
a. Pregunta: ¿por qué tenía que nacer Jesús? Respuesta: «A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer» (Jua 1:18).
b. Pregunta: ¿por qué tenía que morir Jesús? Respuesta: «El cual se dio a sí mismo por nuestros pecados para librarnos del presente siglo malo, conforme a la voluntad de nuestro Dios y Padre» (Gál 1:4).
c. Pregunta: ¿por qué tenía que resucitar Jesús? Respuesta: «Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también nuestra fe» (1Co 15:14).
d. Pregunta: ¿por qué tenía que ascender Jesús? Respuesta: ¡el libro de Hebreos!
2. El libro de Hebreos nos presenta la única discusión amplia del Nuevo Testamento acerca de Cristo como el Sumo Sacerdote del creyente. Responde a la pregunta: ¿qué fue al fin de Jesús?
3. El autor: desconocido. Se han sugerido tres nombres.
a. Pablo.
(1) Porque la iglesia primitiva creyó que él fue el autor.
(2) Debido al cierre característico de la epístola (Heb 13:25; cp. 2Ts 3:17, 2Ts 3:18).
(3) A causa de la expresión: «Mas el justo por la fe vivirá.» Esta expresión es una cita del Antiguo Testamento (Hab 2:4), la cual es usada tres veces en el Nuevo Testamento (Rom 1:17; Gál 3:11; Heb 10:38). El razonamiento en este caso es que, puesto que Pablo es quien la usó las dos primeras veces, fue él quien probablemente volvió a usarla en Hebreos.
(4) Debido a la declaración de Pedro en 2Pe 3:15, 2Pe 3:16, donde dice que Pablo había escrito a las mismas personas a las que él dirigía su carta, los judíos de la dispersión (1Pe 1:1; 2Pe 3:1). Pedro habla de la carta de Pablo como Escritura. El libro de Hebreos es el único en el Nuevo Testamento que llena esta descripción.
(5) Porque fue escrita desde Italia (Heb 13:24) por un amigo de Timoteo (Heb 13:23), que se hallaba encarcelado en este momento (Heb 10:34). Esto encaja bien con la situación de Pablo como se registra en Hch 28:1-31.
b. Bernabé.
(1) Porque él era un levita y parece que el libro de Hebreos fue escrito por uno de ellos.
(2) A causa de la comparación entre Hch 4:36 y Heb 13:22.
c. Apolos.
(1) Debido al estilo griego tan elocuente de Hebreos.
(2) A causa de que las citas del Antiguo Testamento en Hebreos están tomadas de la Septuaginta, mientras que Pablo siempre cita del Antiguo Testamento hebreo.
4. Los destinatarios de la carta. Varias teorías:
a. Jerusalén. Lo cual es muy dudoso que fuera:
(1) Debido a Heb 2:3.
(2) Debido a Heb 6:10; Heb 10:34. Los lectores de esta carta fueron aparentemente capaces de ministrar a otros, pero la iglesia de Jerusalén estaba asolada por la pobreza (Heb 11:27-30).
(3) A causa de Heb 12:4. La iglesia de Jerusalén ya había sufrido el martirio (Hch 7:59, Hch 7:60; Hch 12:2).
(4) Porque no se hace mención del templo.
b. Roma.
c. Éfeso.
5. El libro de Hebreos ha sido llamado el quinto Evangelio. Los primeros cuatro describen lo que Cristo hizo en la tierra, mientras que Hebreos nos dice lo que está haciendo ahora en el cielo.
6. Hch 10:11 nos revela que el libro fue escrito antes de la destrucción del templo por Tito Vespasiano en el año 70 d.C.
7. Hebreos puede compararse con Romanos.
a. Romanos revela la necesidad de la fe cristiana.
b. Hebreos revela su superioridad.
8. Hay seis palabras clave en este libro, y son:
a. Perfecto, perfeccionó (usada catorce veces).
b. Eterno, para siempre (usada quince veces).
c. Mejor (trece veces).
d. Participantes (nueve veces).
e. Cielo (diecisiete veces).
f. Sacerdote, sumo sacerdote (treinta y dos veces).
9. Aparecen al menos ochenta y seis referencias directas del Antiguo Testamento hebreo, tomadas de cien pasajes.
I. Cristo, la persona superior (Heb 1:1 — Heb 5:10).
A. Él es superior a los profetas (Heb 1:1-3).
1. Por la declaración del Padre a Él. En el pasado Dios había dado su palabra a los profetas en etapas y de varias maneras, pero sólo Jesús podía declarar el mensaje completo del Dios invisible.
2. Debido a la descripción que el Padre hace de Él.
a. Fue constituido heredero de todo (Sal 2:8; Jua 3:35).
b. Es aquel por medio del cual Dios hizo todas las cosas (Jua 1:3).
c. Él es la expresión absoluta de todos los atributos de la divinidad (Jua 1:18; Rom 9:5).
d. El es «el resplandor de su gloria».
e. Todas las cosas subsisten por Él (Col 1:17).
f. Él es el purificador de los pecados.
g. Está ahora sentado a la diestra de Dios. Estos versículos (Heb 1:2-3) nos dan los primeros grandes nombres y títulos de Cristo en el libro de Hebreos.
La lista completa es:
Autor (Heb 12:2).
Apóstol (Heb 3:1).
Capitán (Heb 2:10; Heb 12:2).
Consumador (Heb 12:2).
Cristo (Heb 3:6).
Dios (Heb 1:8).
Fiador (Heb 7:22).
Heredero (Heb 1:2).
Hijo (Heb 1:2).
Mediador (Heb 8:6).
Pastor (Heb 13:20).
Precursor (Heb 6:20).
Primogénito (Heb 1:6).
Señor (Heb 2:3).
Sumo Sacerdote (Heb 2:17).
B. Él es superior a los ángeles (Heb 1:4 — Heb 2:18).
1. Debido a su rango. «Hecho tanto superior a los ángeles, cuanto heredó más excelente nombre que ellos» (Heb 1:4).
2. A causa de su relación. «Yo seré a él Padre, y él me será a mí hijo» (Heb 1:5). Por esta razón Dios manda a los ángeles del cielo que le adoren (Heb 1:6). Juan Bunyan escribió una vez: «Si Jesús no es Dios, entonces el cielo está lleno de idólatras.»
3. Debido a su reino. «Tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo» (Heb 1:8).
4. A causa de su rectitud. «Cetro de equidad es el cetro de tu reino» (Heb 1:8).
Primera advertencia: sobre el descuidar la Palabra de Dios (Heb 2:1-4).
Hebreos contiene cinco advertencias clave y esta es la primera. Veamos el razonamiento. Si Israel en el Antiguo Testamento fue castigado por desobedecer la palabra de los ángeles, cuánto mayor no sería el castigo por desobedecer la Palabra de Dios revelada por su propio Hijo (Gén 19:1-38; Deu 33:2; Sal 68:17; Hch 7:54; Gál 3:19; cp. Luc 4:18-21; Luc 19:10; Mat 16:21; Mat 20:28).
5. A causa de su ministerio redentor (Heb 2:5-18).
a. La necesidad de este ministerio redentor.
¿Por qué fue necesario que Jesús se encarnara?
(1) A fin de recuperar nuestro destino perdido (Heb 2:5-9).
(a) El hombre fue originalmente creado para gobernar todas las cosas.
(b) Fue puesto a prueba (hecho un poco menor que los ángeles) por un tiempo.
(c) A causa de su pecado no ha sido todavía capaz de gobernar sobre todas las cosas.
(d) Jesús vino para completar por el hombre el propósito original.
El autor Ray C. Stedman escribe lo siguiente:
«El escritor insiste en que cuando David dice “todo lo sujetaste bajo sus pies” quiere decir realmente todo. Porque añade: Porque en cuanto le sujetó todas las cosas, nada dejó que no sea sujeto a él.
Este es el destino propuesto para el hombre, su dominio autorizado. El hombre fue hecho para ser el rey del universo de Dios. Sin duda que este pasaje incluye más que la tierra.
Abarca el universo creado de Dios tal como el hombre ha sido capaz de descubrirlo, en todas sus riquezas ilimitadas de espacio y todo lo que está más allá. Todo esto será puesto bajo el dominio del hombre. Esta es una visión tremenda y vastísima.
Pero la autoridad del hombre era una autoridad derivada. El hombre mismo tenía que estar sujeto a Dios, quien moraba en él.
Él iba ser el medio por el cual el Dios invisible se hacía visible a sus criaturas. Él iba a ser la manifestación de la vida de Dios que reposa en la residencia real del espíritu humano. Mientras el hombre se sujetara al señorío de Dios dentro de sí mismo sería capaz de ejercer dominio sobre el universo que le rodeaba. Sólo cuando el hombre acepta el dominio puede ejercer dominio.
El escritor señala más aún que el hombre fue hecho menor que los ángeles por un tiempo limitado a fin de aprender lo que significaba el ejercicio de tal dominio.
Le fue dado un dominio limitado: esta tierra, este pequeño planeta moviéndose a través de la galaxia a la cual pertenecemos, en medio de todas las demás galaxias del espacio. También le fue dado un cuerpo físico limitado, para que dentro de esa área limitada pudiera aprender los principios por medio de los que podría ejercer el dominio en el universo. Se describe esta limitación diciendo “fue hecho un poco menor que los ángeles”.
El pasaje sigue describiendo el presente estado de poca importancia del hombre. Pero todavía no vemos que todas las cosas le sean sujetas. Aquí tenemos dicha en pocas palabras toda la historia del hombre. ¡Cuán visible es esta verdad! Todavía no vemos todas las cosas sujetas a él. El hombre intenta ejercer su dominio pero no puede hacerlo adecuadamente.
Nunca ha olvidado la posición que Dios le dio, porque a lo largo de toda la historia de la raza humana hay una continua reafirmación de los sueños del hombre por el dominio de la tierra y del universo. Por esta razón, no podemos olvidarnos de los montes más altos. Sentimos la necesidad de subir a su cumbre, aun cuando nada se nos haya perdido allí y aunque sabemos que cuando lleguemos allí sólo veremos lo que los osos ya han visto: la otra ladera de la montaña. Pero tenemos que llegar allí; tenemos que explorar las profundidades del mar; tenemos que salir al espacio exterior. ¿Por qué? Porque está allí.
El hombre ha manifestado consistentemente una notable memoria racial. Recuerdos rudimentarios de lo que Dios le dijo que hiciera. El problema está en que cuando trata de llevarlo a cabo ahora crea situaciones peligrosas y muy explosivas, porque ya no posee la habilidad para ejercer dicho dominio. Las cosas se desequilibran. Por esto nos vemos confrontados con una situación cada vez más seria en nuestros días, cuando en nuestro intento de controlar los insectos mediante pesticidas y otros venenos creamos un desequilibrio que nos amenaza con graves resultados.
La historia del hombre es la de precipitar continuamente una crisis en su intento de ejercer dominio.
Si vamos a los registros más remotos de la historia del hombre, a los más antiguos, encontramos al hombre luchando con los mismos problemas morales que enfrentamos hoy. Hemos avanzado maravillosamente en la tecnología, pero no hemos progresado de igual manera en las relaciones morales. En alguna parte el hombre ha perdido sus relaciones con Dios.
La caída del hombre es la única explicación adecuada para esta situación. Desde entonces el universo está lleno de vanidad. En todo lo que el hombre hace nunca llega a una conclusión satisfactoria.
Es verdad incluso en la vida individual. ¿Cuántos han llevado a cabo los sueños e ideales con los que empezaron? ¿Quién puede decir: “He hecho todo lo que quería hacer; soy todo lo que quería ser”? Pablo en Romanos nos lo confirma: “La creación fue sujeta a vanidad» (Rom 8:20).
Pero el autor de Hebreos dice: Vernos a… Jesús. Esta es la esperanza del hombre. Con los ojos de la fe vemos ya a Jesús coronado y reinando sobre el universo; el hombre Jesús cumple con el destino perdido del hombre.» (What More Can God Say? pp. 20–22.)
Qué contraste tan fantástico encontramos entre las dos frases en Heb 2:8 y Heb 2:9 : «… pero todavía no vemos…» y «Pero vemos a Jesús….»
Aquello que el primer Adán perdió en el huerto el segundo Adán lo ganó en el Gólgota.
(2) A fin de recuperar nuestra unidad perdida (Heb 2:10-13). Como resultado de su sufrimiento, Cristo nos une ahora con el Padre y se convierte en nuestro hermano mayor.
(3) Con el fin de asegurar de nuevo nuestra confianza perdida (Heb 2:14-18).
«Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, el diablo, y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre.»
C. Él es superior a Moisés (Heb 3:1-19). Razón: Moisés era un siervo en la casa de Dios, mientras que Cristo es el Hijo amado (Heb 3:1-6).
Segunda advertencia: sobre el dudar de la Palabra de Dios (Heb 3:7-19; véase también Heb 4:11).
1. Un ejemplo:
«No endurezcáis vuestros corazones, como en la provocación, en el día de la tentación en el desierto, donde me tentaron vuestros padres; me probaron, y vieron mis obras cuarenta años. A causa de lo cual me disgusté contra esa generación, y dije: Siempre andan vagando en su corazón, y no han conocido mis caminos. Por tanto, juré en mi ira: No entrarán en mi reposo» (Heb 3:8-11).
2. Una exhortación:
«Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo; antes exhortaos los unos a los otros cada día, entre tanto que se dice: Hoy; para que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado» (Heb 3:12, Heb 3:13).
Nota: La palabra «exhortaos» que encontramos en el versículo Heb 3:13 es parakaleo, que significa urgir a alguien a que siga una cierta forma de conducta.
D. Él es superior a Josué (Heb 4:1-16).
«Porque si Josué les hubiera dado el reposo, no hablaría después de otro día. Por tanto, queda un reposo para el pueblo de Dios» (Heb 4:8, Heb 4:9).
Jesús es superior a Josué porque el descanso que Él da es eterno, mientras que el descanso de Josué apenas duró de 25 a 40 años.
1. Las amonestaciones de la Palabra de Dios. En este capítulo encontramos las primeras de trece amonestaciones que encontramos en Hebreos.
Veámoslas:
a. «Temamos, pues, no sea que…» (Heb 4:1).
b. «Procuremos, pues, entrar en aquel reposo… » (Heb 4:11).
c. «Por tanto… retengamos nuestra profesión» (Heb 4:14).
d. «Acerquémonos, pues, confiadamente…» (Heb 4:16).
e. «Por tanto, dejando ya los rudimentos…» (Heb 6:1).
f. «Acerquémonos con corazón sincero…» (Heb 10:22).
g. «Mantengamos firmes, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza…» (Heb 10:23).
h. «Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor…» (Heb 10:24).
i. «... despojémonos de todo peso y del pecado… » (Heb 12:1).
j. «... corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante» (Heb 12:1).
k. «... tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole…» (Heb 12:28).
l. «Salgamos, pues, a él, fuera del campamento, llevando su vituperio» (Heb 13:13).
m. «Así que, ofrezcamos siempre a Dios por medio de él…» (Heb 13:15).
Notemos especialmente el punto d (Heb 4:16).
Lutero, Zuinglio y Calvino clavaron en el mástil de la Reforma tres grandes principios que tomaron de Hebreos, que aparecen claramente en este pasaje:
No sacrificio, sino el Calvario.
No sacerdote, sino Cristo.
No confesionario, sino el trono de la gracia.
2. Los «descansos» en la Palabra de Dios. Hemos descrito tres grandes descansos bíblicos.
a. El descanso de la creación (Heb 4:4).
b. El descanso de la salvación (Heb 4:10).
c. El descanso de la consagración (Heb 4:11).
3. El poder de la Palabra de Dios.
«Porque la Palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta» (Heb 4:12, Heb 4:13).
E. Él es superior a Aarón (Heb 5:1-10).
1. Él posee completamente lo que Aarón sólo tuvo en parte.
a. Como Aarón, fue tomado de entre los hombres (Heb 5:1).
b. Como Aarón, fue escogido por Dios (Heb 5:4).
c. Como Aarón, tuvo compasión (Heb 5:2).
d. Como Aarón, aprendió obediencia (Heb 5:8; véase también Heb 2:10). Nota: Cristo fue siempre perfecto en su persona, pero mientras estuvo en la tierra alcanzó perfección en su obra.
e. Como Aarón, oró (Heb 5:7).
f. Como Aarón, sufrió (Heb 5:8; véase también Flp 2:8).
2. Él posee perfectamente aquello de lo que Aarón careció.
a. Al contrario de Aarón, es el unigénito Hijo de Dios (Heb 5:5).
b. A diferencia de Aarón, es sacerdote según el orden de Melquisedec (Heb 5:6).
c. En contraste con Aarón, es el autor de eterna salvación (Heb 5:9).
II. Perfección, el propósito superior (Heb 5:11 — Heb 6:20).
«Por tanto, dejando ya los rudimentos de la doctrina de Cristo, vamos adelante a la perfección…» (Heb 6:1).
Tercera advertencia: sobre el apartarnos de la Palabra de Dios (Heb 5:11 — Heb 6:20).
A. Las particularidades de este peligro.
1. Los síntomas:
a. Apatía (Heb 5:11).
«Acerca de esto tenemos mucho que decir y difícil de explicar, por cuanto os habéis hecho tardos para oír.»
b. Ambigüedad (Heb 5:12).
«Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios; y habéis llegado a ser tales que tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido.»
El escritor Ray Stedman escribe: «Leí acerca de un director de una escuela secundaria que tenía necesidad de cubrir un puesto administrativo. Nombró para el puesto a un maestro que tenía diez años de experiencia en la enseñanza. Cuando se anunció oficialmente el nombramiento, otro maestro de la escuela fue a verlo muy enojado. Le dijo: “¿Cómo se le ha ocurrido ascender a ese maestro para dicha posición? Él sólo tiene diez años de experiencia y yo tengo veinticinco; usted ha pasado por encima de mí favoreciéndolo a él.” A lo que el director respondió: “Lo siento, pero usted está equivocado; usted no tiene veinticinco años de experiencia; usted sólo tiene un año de experiencia repetido veinticinco veces.”» (What More Can God Say?)
La razón para esta incertidumbre e inmadurez la encontramos en Heb 5:13, Heb 5:14; cp. 1Co 3:1, 1Co 3:2; 1Pe 2:1, 1Pe 2:2. Véase también Jos 5:12, donde se nos dice que el maná cesó después que Israel entró en la Tierra Prometida.
c. Apostasía (Heb 6:4-6).
2. Las teorías. Quizá no encontraremos ningún otro pasaje en las Escrituras que haya sido objeto de mayor especulación e interpretación que éste. Varias teorías sostienen que estos versículos describen a una de las siguientes clases de personas.
a. Personas salvadas pero que perdieron su salvación a causa de algún pecado muy grave. Si esto es cierto, entonces el mismo pasaje también enseña que nunca podrán volver a ser salvas.
b. Creyentes declarados que han «saboreado» solamente algo de las cosas de Dios, pero que en realidad nunca llegaron a «ingerirlas y digerirlas». Sin embargo, esta opinión carece por completo de apoyo, porque la misma palabra griega se usa también en Heb 2:9 en relación con Jesús: «… para que por la gracia de Dios gustase la muerte por todos».
c. Creyentes judíos que vivían cuando el templo estaba todavía en pie. La Biblia Anotada de Scofield presenta este punto de vista:
«Heb 6:4-8 presenta el caso de Judíos que profesando ser creyentes se habían apartado de la fe en Cristo después de haber llegado hasta el mismo umbral de la salvación y experimentado la obra de iluminación y convicción realizada por el Espíritu (Jua 16:8-10). No se dice que ellos tuvieran fe. Su experiencia era semejante a la de los espías en Cades Barnea (Deu 1:19-26), quienes contemplaron la tierra y tuvieron el fruto mismo de ella en sus manos, y sin embargo volvieron al desierto» (p. 1251).
d. Un caso hipotético de lo que no pudo ocurrir.
«“Y recayeron” (v. Heb 6:6). Sería imposible renovarlos otra vez para arrepentimiento, porque en ese caso sería necesario que Cristo muriera crucificado una segunda vez. Evidentemente, eso no ocurrirá (Heb 10:12, Heb 10:14); por consiguiente, es imposible caer de la gracia.» (The New Scofield Bible, p. 1315.)
e. Apóstatas que están en peligro de cometer pecado de muerte (véanse 1Co 11:30; Hch 5:1-11; 1Jn 5:16, 1Jn 5:17). Ninguno de estos puntos de vista está exento de problemas.
Parece, sin embargo, (en opinión del autor) que la última interpretación es la que describe mejor esta apostasía y define a estas personas.
3. El ejemplo (Heb 6:7, Heb 6:8). Debemos fijarnos que no es el campo el que es destruido sino el fruto. (Véanse también 1Co 3:15; Jua 15:6; Heb 10:30.)
B. Las protecciones contra este peligro (Heb 6:1-3, Heb 6:8-20).
Si este pecado puede ser cometido por los creyentes, ¿hay suficiente protección contra él para aquellos creyentes que lo desean? Hay, por supuesto.
1. El comportamiento del creyente (Heb 6:1-3, Heb 6:8-12).
a. Debe ir «adelante a la perfección [madurez]» (Heb 6:1). Es decir, debe salir ya de los cimientos y edificar paredes; dejar el ABC por el doctorado.
b. Debe ministrar a los santos (Heb 6:10).
c. Debe mostrar amor por el nombre de Jesús (Heb 6:10).
d. Debe ser diligente (Heb 6:11).
e. Debe imitar a aquellos que «por la fe y la paciencia heredan las promesas» (Heb 6:12).
Aunque las buenas obras no van a salvar a ningún pecador del infierno, si que librará a un santo del juicio. (Véase 1Co 11:31.)
2. La promesa del Padre (Heb 6:13-18).
a. El hecho de esta promesa:
(1) Estaba disponible para Abraham.
(2) También lo está para nosotros.
b. La naturaleza de esta promesa. «… tengamos un fortísimo consuelo los que hemos acudido para asirnos de la esperanza puesta delante de nosotros» (Heb 6:18).
c. La seguridad de esta promesa (Heb 6:17, Heb 6:18).
Está basada en dos cosas inmutables:
(1) El carácter eterno de Dios (lo que Él es).
(2) La Palabra escrita de Dios (lo que Dios ha dicho).
3. El sacerdocio de Cristo (Heb 6:19, Heb 6:20). A Jesús se le describe aquí como un precursor. Esta palabra ha sido asociada con un barco pequeño llamado precursor. En el mundo antiguo, los barcos grandes para travesías marítimas experimentaban frecuentemente dificultades cuando se aproximaban a los puertos griegos poco profundos. Para contrarrestar estas dificultades, se enviaba un bote que iba delante del grande para ayudarle a entrar en puerto y anclar con seguridad. El doctor Kenneth Wuest escribe:
«El ancla del creyente está, por tanto, asegurada dentro del velo, en el lugar santísimo en el cielo. Tenemos aquí unas imágenes preciosas. La vida presente es el mar; el alma es un barco… el alma del creyente, cuando las tempestades azotan al barco, es sostenida por el ancla dentro del velo, asegurada por la fe a la bendita realidad que está más allá del velo.» (Hebrews in the Greek New Testament, p. 125.)
III. Melquisedec: el sacerdocio superior (Heb 7:1-28 — Heb 10:1-39). Ya ha sido establecido que Cristo es un sacerdote según el orden de Melquisedec y no el de Aarón. Esto nos ofrece inmediatamente una ventaja múltiple.
A. Nos ofrece una mejor fuente (cap. Heb 7:1-28). De Aarón a Melquisedec. Cristo Jesús recibió:
1. Un real sacerdocio. Melquisedec era tanto rey como sacerdote (Gén 14:18).
2. Un sacerdocio con autoridad. Melquisedec recibió los diezmos de Abraham (Gén 14:20).
En Heb 7:4-10 el autor señala que por cuanto Leví (fundador del sacerdocio levítico del cual procedió Aarón como sumo sacerdote) estaba en los lomos de Abraham (pues llegó a ser su biznieto), él (Leví) en realidad le dio diezmos a Melquisedec por medio de Abraham. La conclusión es que bajo la ley levítica los sacerdotes recibían diezmos del pueblo, pero en el momento de Gén 14:1-24 los sacerdotes levíticos pagaron diezmos a Melquisedec.
3. Un sacerdocio eterno. Melquisedec era «sin padre, sin madre, sin genealogía; que ni tiene principio de días, ni fin de vida» (Heb 7:3), pero Aarón murió (Heb 7:8; cp. Núm 20:23-29).
Nota: Esto no significa necesariamente que Melquisedec era Cristo en realidad (aunque bien pudo serlo), pero por cuanto no tenemos registro de su nacimiento ni de su muerte, se ha convertido en un tipo de Cristo, no sólo en su oficio sino también en su origen.
4. Un sacerdocio independiente. Melquisedec fue ordenado mediante un juramento de Dios y no de la tribu de Leví. En el Antiguo Testamento nadie podía servir como sacerdote a menos que fuera descendiente de Aarón (Esd 2:61-62).
Sin embargo, ni Melquisedec ni Cristo procedían de esa tribu (Heb 7:14, Heb 7:22-24).
5. Un sacerdocio para siempre (Heb 7:17; Sal 110:4).
6. Un sacerdocio inmutable (Heb 7:24).
7. Un sacerdocio que lo incluía todo. Bajo este arreglo Cristo no presentaba una ofrenda sino que él era realmente la ofrenda (Heb 7:27). El escritor Ray Stedman dice lo siguiente en relación con el versículo Heb 7:27 :
«Como sacerdote, Cristo Jesús no pudo encontrar una ofrenda sin tacha que pudiera ofrecer, por lo que Él se ofreció a sí mismo como sacrificio; no se encontró otro sacerdote digno de ofrecer semejante sacrificio, sino sólo Cristo como Sacerdote y víctima.» (What More Can God Say?, p.115.)
Podemos ver esta doble providencia al escuchar las siete últimas expresiones de Cristo en la cruz. Las tres primeras muestran su ministerio sacerdotal, mientras que las últimas cuatro hablan de su papel sacrificial.
8. Un sacerdocio santo (Heb 7:26).
«Porque tal sumo sacerdote nos convenía: santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los cielos» (Heb 7:26).
Esto contrasta con el sacerdocio levítico, cuyos representantes permitieron frecuentemente que la corrupción y la idolatría controlaran sus vidas (véanse Éxo 32:1-6, Éxo 32:21-25; 1Sa 2:12-17; 1Sa 8:1-3).
9. Un sacerdocio perfeccionador (Heb 7:19, Heb 7:25).
«Por lo cual puede salvar también perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos» (Heb 7:25).
Este versículo se aplica a menudo en relación con la salvación de los perdidos, pero en su contexto se refiere a la preservación de los salvados. Es decir, que Cristo murió aquí en el Calvario para darnos salvación, y ahora vive allá en la gloria para mantenernos salvos.
(Véanse también Rom 8:34; Apo 1:18.)
B. Nos ofrece un mejor pacto (cap. Heb 8:1-13). Del antiguo pacto al nuevo. La palabra hebrea en el Antiguo Testamento para «pacto» era berit, y significa «cortar o dividir». (Véanse Gén 15:10; Jer 34:18, Jer 34:19.) Este cortar se refería a los animales para el sacrificio. Las piezas sangrantes del animal cortado eran puestas a ambos lados, y las dos partes del berit pasaban entre ellas. Sin embargo, en el relato de Gén 15:1-21, Dios hizo dormir a Abraham y él pasó solo por entre las partes, significando este particular berit que era incondicional. Esta ceremonia era también conocida como el pacto de sangre.
Este concepto del Antiguo Testamento es expresado en el Nuevo testamento mediante la palabra diatheke. Un diatheke es un tratado entre dos partes, pero que obliga a una sola según los términos establecidos por la otra. Esta importante palabra aparece no menos de veinticinco veces en el libro de Hebreos, y siempre es traducida al castellano usando las palabras «pacto» o «testamento». (Véanse también Luc 22:20; 1Co 11:25; 2Co 3:6.)
Otra palabra griega, suntheke, es, no obstante, el término empleado regularmente para un tratado; se usa cuatro veces y siempre en un sentido malo (véanse Jua 9:22; Luc 22:5; Hch 23:20; Hch 24:9).
En Heb 8:1-13 el autor contrasta el nuevo pacto con ciertos pactos del Antiguo Testamento (sin embargo, no el hecho con Abraham).
1. El antiguo pacto.
a. Moisés fue el mediador (Éxo 19:1-25; Jua 1:17; Gál 3:19).
b. Fue condicional (véase Deu 28:1-68).
c. No pudo producir la justicia necesaria (Heb 8:8).
d. Fue escrito en tablas de piedra (Éxo 32:15).
2. El nuevo pacto.
a. Cristo es el Mediador (Heb 9:15; Jua 1:17).
b. Es incondicional (Heb 8:9).
c. Puede producir la justicia necesaria (Heb 8:11).
d. Está escrito en corazones de carne (Heb 8:10).
Se han producido al menos cuatro teorías en relación con los que reciben este nuevo pacto, y son:
1. La Iglesia ha reemplazado a Israel como participante en el nuevo pacto. Pablo refutó totalmente este concepto en Rom 9:1-33 — Rom 11:1-36.
2. El nuevo pacto es solamente con el pueblo de Israel. Sin embargo, esto parece estar fuera de contexto con Heb 8:1-13 :
3. Hay dos pactos nuevos en este capítulo. Uno se refiere a Israel y el otro a la Iglesia.
4. Hay un sólo pacto nuevo aquí que será cumplido escatológicamente por Israel, pero en el que la Iglesia participa hoy soteriológicamente.
De estos cuatro puntos de vista sacamos la conclusión de que, mientras que el tercero es posible, el cuarto es probable.
C. Nos ofrece un mejor santuario (cap. Heb 9:1-28). Del terrenal al celestial.
1. El santuario terrenal. Su inferioridad:
a. Era de este mundo (Heb 9:1).
b. Era temporal (Heb 9:8; véase también Heb 8:13).
c. Era una copia (sombra, tipo) del auténtico (Heb 9:9).
d. Era para la mayoría inaccesible (Heb 9:7).
e. Estaba asociado con la primera obra de creación de Dios (Heb 9:11).
f. Fue hecho por manos humanas (Heb 9:24).
g. Enfatizaba la sangre de los animales (Heb 9:13).
h. Era ineficaz en lo que se refiere a la salvación eterna (Heb 9:9).
i. No ofrecía una esperanza continua (Heb 9:10).
2. El santuario celestial. Su superioridad:
a. Está en los cielos.
b. Es permanente.
c. Es el verdadero.
d. Es totalmente accesible para todos (Heb 4:16; Heb 10:19).
e. Está asociado con la segunda obra de la redención de Dios.
f. Fue hecho sin intervención de manos humanas (Heb 9:24).
g. Representa la sangre de Cristo (Heb 9:12).
h. Es totalmente eficaz en materia de eterna salvación (Heb 9:12).
i. Ofrece una esperanza permanente. Notemos tres cortas frases en Heb 9:24, Heb 9:26, Heb 9:28 :
«Se presentó» (Heb 9:26): su primera tarea como profeta.
«Para presentarse ahora» (Heb 9:24): su tarea presente como sacerdote.
«Y aparecerá» (Heb 9:28): su futura tarea como rey.
El autor de Hebreos nos ha descrito ya el ministerio múltiple de nuestro Señor:
(1) Su encamación (Heb 1:2; Heb 2:16, Heb 2:17).
(2) Su servicio (Heb 5:7-9).
(3) Su crucifixión (Heb 6:6, Heb 6:7; Heb 7:27; Heb 2:9).
(4) Su resurrección (Heb 13:20).
(5) Su ascensión (Heb 4:4; Heb 6:20).
(6) Su intercesión (Heb 7:25; Heb 8:1; Heb 9:12; Heb 9:24).
(7) Su revelación (Heb 9:28).
D. Nos ofrece un sacrificio superior (cap. Heb 10:1-39). De los corderos terrenales al Cordero de Dios.
1. La necesidad del Cordero de Dios:
«Porque la sangre de los toros y de los machos cabríos no puede quitar los pecados» (Heb 10:4).
Estos sacrificios podían cubrir el pecado (por un tiempo), pero no podían limpiar del pecado. (Véanse también Heb 10:6, Heb 10:11; Isa 1:11; Jer 6:20; Ose 6:6; Amó 5:21, Amó 5:22.)
2. La obediencia del Cordero de Dios.
«Por lo cual, entrando en el mundo dice: Sacrificio y ofrenda no quisiste; mas me preparaste cuerpo… Entonces dije: He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad…» (Heb 10:5; Heb 10:7).
Podemos considerar estas palabras como las primeras de nuestro Señor registradas en relación con su ministerio terrenal, pronunciadas quizá cuando dejaba su trono de gloria para incorporarse a aquella pequeña masa de carne humana en el vientre de María.
3. Los logros alcanzados por el Cordero de Dios:
a. Una redención completa.
b. La santificación presente.
c. La glorificación venidera.
«Y ciertamente todo sacerdote está día tras día ministrando y ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, que nunca pueden quitar los pecados; pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios, de ahí en adelante esperando hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies; porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados» (Heb 10:11-14).
4. La exhortación del Cordero de Dios:
a. Confianza en relación con los pecados:
«Añade: Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones… Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo… acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe…» (Heb 10:17, Heb 10:19, Heb 10:22; véase también Heb 10:35-37).
b. Conciencia en relación con los santos: ¿Es el creyente responsable por el bienestar de otros cristianos? Ciertamente lo es. Notemos:
«Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregamos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca» (Heb 10:24, Heb 10:25; véase también Heb 10:34).
Cuarta advertencia: sobre el menospreciar la Palabra de Dios (Heb 10:26-31).
¿Se refieren estos tremendos versículos a los salvos o a los no salvos? Aunque no podemos ser absolutamente dogmáticos, podríamos concluir por la frase en el versículo Heb 10:30 : «el Señor juzgará a su pueblo», que el autor tiene a los creyentes en mente.
Si esto es correcto, entonces puede que tenga en mente el pecado de muerte, y si es así, este pasaje podría ligarse con Heb 6:4-6.
IV. La fe, el principio superior (caps. Heb 11:1-40 — Heb 13:1-25).
A. Las personas de fe (Heb 11:1-40). El autor de Hebreos termina el capítulo Heb 10:1-39 con una declaración que es un resumen acerca del creyente y su gran Sumo Sacerdote.
La declaración es: «Mas el justo vivirá por fe» (Heb 10:38).
Después de llegar hasta aquí en el estudio de la epístola, algún lector puede quizá estar pensando:
¿Cómo es exactamente esta fe? ¿Ha vivido alguien realmente de esta manera antes? El autor responde ahora a estas preguntas. Este capítulo ha sido llamado la lista de los héroes de la fe.
1. La descripción de la fe (Heb 11:1-3):
«Es, pues, la fe, la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. Porque por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos. Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía» (Heb 11:1-3).
a. «La fe es la plena certeza de que lo que esperamos ha de llegar. Es el convencimiento absoluto de que hemos de alcanzar lo que ni siquiera vislumbramos» (Paráfrasis de Heb 11:1 de la Biblia al día).
b. «La fe capacita al alma creyente a tratar el futuro como si fuera presente, y a lo invisible como si se viera» (J. Oswald Sanders).
c. Según el versículo Heb 11:3, la fe es vital si queremos ir más allá del primer versículo de Gén 1:1-31. (Véase también Heb 11:6.)
d. «La fe es confiar en lo que no vemos, pero no en lo desconocido. (Véase también Heb 11:27.)
e. La fe es la escritura de propiedad de aquellas cosas que esperamos» (Moulton y Milligan).
2. La fe demostrada (Heb 11:4-40). El autor ahora nos recuerda a muchos creyentes del Antiguo Testamento que ilustran los extraordinarios logros alcanzados mediante la fe en Dios. Prestemos atención a los héroes y a sus carreras en las olimpiadas del cielo:
a. Los héroes:
(1) Abel.
(2) Enoc.
(3) Noé.
(4) Abraham.
(5) Sara.
(6) Isaac.
(7) Jacob.
(8) José.
(9) Moisés.
(10) Los padres de Moisés.
(11) Josué.
(12) Gedeón.
(13) Rahab.
(14) Barac.
(15) Sansón.
(16) Jefté.
(17) David.
(18) Samuel.
(19) Otros.
b. Las carreras:
(1) Por la fe se ofreció el sacrificio apropiado (Abel, Heb 11:4).
(2) Por la fe tuvo lugar un rapto (Enoc, Heb 11:5).
(3) Por la fe ocho personas escaparon de las aguas del diluvio (Noé, Heb 11:7).
(4) Por la fe se obedecieron mandamientos difíciles (Abraham).
(a) Salir de su tierra (Heb 11:8-10).
(b) Ofrecer en sacrificio su único hijo (Heb 11:17-19).
Notemos, en relación con el versículo Heb 11:19, que Abraham creyó en Dios en este momento antes de que hubiera ningún precedente de resurrección física bien por promesa o por ejemplo.
Se ha observado que mediante la fe Abraham creyó a Dios cuando no sabía el dónde (Heb 11:8-10), ni el cómo (Heb 11:11, Heb 11:12), ni el cuándo (Heb 11:13-16), y ni siquiera sabía el porqué (Heb 11:17-19).
(5) Por la fe una mujer estéril dio a luz un hijo (Sara, vv. Heb 11:11, Heb 11:12).
(6) Por fe se hicieron grandes predicciones:
(a) En relación con el matrimonio y la familia de Jacob (Isaac, Heb 11:20; véase también Gén 28:1-4).
(b) En lo concerniente a la tribu de la que saldría el Mesías (Jacob, v. Heb 11:21; véase también Gén 49:10).
(c) En relación con el éxodo (José, Heb 11:22; véase también Gén 50:24, Gén 50:25).
(7) Por la fe fue ocultado un niño durante tres meses (por los padres de Moisés, Heb 11:23)
(8) Por la fe una nación fue liberada de la esclavitud (Moisés, Heb 11:24-29).
(a) La determinación de Moisés de liberar a Israel (Heb 11:24).
(b) Las razones para esta determinación (Heb 11:25-27).
(c) Los resultados de esta determinación (Heb 11:28, Heb 11:29).
(9) Por fe cayeron los muros de una ciudad (Josué, Heb 11:30).
(10) Por fe una ramera fue salvada (Rahab, Heb 11:31).
(11) Por fe reformadores militares liberaron a Israel (Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, Heb 11:32).
(12) Por fe un joven pastor fue ungido rey (Samuel, Heb 11:32; véase también 1Sa 16:1-23 :).
(13) Por fe fueron sometidos reinos (David, Heb 11:32, Heb 11:33; véase también 2Sa 8:1-18 :).
(14) Por la fe se obraron acciones justas (Heb 11:33). Muchos profetas, sacerdotes y reyes del Antiguo Testamento lo hicieron.
(15) Por la fe se alcanzaron promesas (Heb 11:33). Tenemos muchos ejemplos de ello en el Antiguo Testamento.
(16) Por fe se cerraron bocas de leones (Heb 11:33; véanse Jue 14:5, Jue 14:6; 1Sa 17:34-37; Dan 6:22).
(17) Por fe fueron apagados fuegos violentos (Heb 11:34; véase Dan 3:25).
(18) Por fe se escaparon creyentes del filo de la espada (Heb 11:34; véase 2Re 6:14-17).
(19) Por fe las debilidades se transformaron en potencias (Heb 11:34).
(20) Por fe muchos se hicieron fuertes en las batallas (Heb 11:34).
(21) Por fe muchos hicieron retroceder ejércitos extranjeros (Heb 11:34).
(22) Por fe las mujeres vieron sus muertos resucitar (Heb 11:35; véanse 1Re 17:24; 2Re 4:35).
(23) Por fe muchos soportaron torturas (Heb 11:35).
(24) Por fe muchos sobrellevaron cárceles (Heb 11:36; véase 2Cr 16:10).
(25) Por fe muchos soportaron pruebas (Heb 11:37; véase Gén 39:12).
(26) Por fe sufrieron la muerte por espada, lapidación, aserrados (Heb 11:36, Heb 11:37); véanse 2Cr 24:20-22; Mat 23:35).
3. La fe depositada (Heb 11:13-16; Heb 11:38-40). Después de leer todas estas hazañas, uno bien pudiera preguntarse ¿qué meta pudo haber sostenido la fe de estos santos en el sufrimiento? Tenemos la respuesta en los versículos señalados. Ellos depositaron su fe en aquella ciudad celestial
«Que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios» (Heb 11:10).
B. El modelo de la fe (cap. Heb 12:1-29).
1. Puestos los ojos en el Hijo de Dios (Heb 12:1-3).
a. Ya hemos expresado nuestra convicción de que Pablo fue el autor de Hebreos. Este extraordinario apóstol fue muchas cosas: misionero, ganador de almas, pastor, teólogo, fabricante de tiendas, etc.; y parece que en su tiempo libre era también un amante de los deportes. Pablo usa frecuentemente en sus escritos la analogía de los deportes para ilustrar lo que quiere decir.
Por ejemplo:
(1) La lucha. «Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes» (Efe 6:12).
(2) Boxeo. «He peleado la buena batalla…» (2Ti 4:7). «… de esta manera peleo, no como quien golpea el aire» (1Co 9:26).
(3) Carreras. «¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis. Así que, yo de esta manera corro…» (1Co 9:24, 1Co 9:26).
b. Aquí en Heb 12:1-29 usa la tercera analogía, la de las carreras.
c. «Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos…» (Heb 12:1).
(1) Grande. A menudo nos sentimos (equivocadamente) solos, como le ocurrió una vez a Elías (1Re 19:10, 1Re 19:14, 1Re 19:18).
(2) Nube. Esto enfatiza la palabra «grande». El término griego aquí no es nephele, que habla de una nube pequeña y bien definida, sino nephos, que indica una gran masa de nubes cubriendo el espacio visible del cielo.
(3) Testigos. ¿Quiénes son esos testigos? No son ángeles, porque la palabra griega es marturos, refiriéndose a uno que ha visto, oído y realizado algo mientras sufría al mismo tiempo.
Habla de un experto bien calificado. El contexto sugiere fuertemente que estos testigos son los héroes de la fe mencionados en el capítulo Heb 11:1-40.
d. «Despojémonos de todo peso» (Heb 12:1).
Aquí la palabra es onkos, y se refiere a un bulto o masa. La preocupación del corredor griego no era simplemente si algo era moral o inmoral, sino más bien cómo afectaría aquello a su carrera. Es decir, que el enemigo de los mejor no es frecuentemente lo peor, sino lo bueno.
e. «Y del pecado que nos asedia» (Heb 12:1). La palabra «asedia» significa «bloquear» «sitiar» «rodear, emboscar». Habla de una ropa mal ajustada. Pablo puede tener en mente el pecado de incredulidad, pero también puede referirse a cualquier pecado que el creyente permite que lo trastorne.
f. «Corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante» (Heb 12:1). Notemos las implicaciones de esta declaración:
(1) Cada creyente ha sido metido en la carrera por Dios mismo. No es simplemente para pastores y misioneros.
Notemos que la palabra común para carrera (dromos), no se usa aquí, sino el término griego agon, del que proviene nuestra palabra «agonía». Esta es una carrera seria, importante.
(2) El paso y el ritmo de cada corredor es establecido por Dios.
(3) El objeto de la carrera es agradar a Dios y obtener el galardón. La meta no es el cielo.
(4) Se espera que cada corredor gane.
g. «Puestos los ojos en Jesús» (Heb 12:2). Esta frase nos habla de una mirada intensa, continua y firme. ¡Cuán fácil es apartar los ojos de él y mirar a la derecha o a la izquierda!
Quizá a nuestra izquierda vemos a uno que corre detrás de nosotros, y puede ser que el que lo hace a nuestra derecha vaya muy por delante de nosotros. Al mirar al corredor de la izquierda, nos podemos llenar de orgullo, y de envidia al mirar al de la derecha. Ambos son pecado y hacen que nos retrasemos. Nos conviene, por tanto mantener nuestros ojos en Jesús.
(1) Si quieres desilusionarte, mira a otros.
(2) Si quieres desanimarte, mírate a ti mismo.
(3) Si quieres gozarte, mira a Jesús.
h. «El autor y consumador de la fe» (Heb 12:2).
Cristo es tanto el fundador como el consumador de la fe cristiana. Confucio, Buda y Mahoma fueron los fundadores de tres movimientos religiosos mundiales, pero la muerte acabó con ellos.
i. «El cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz» (Heb 12:2). La naturaleza de este gozo nos viene explicada en Jud 1:24 :
«Y a aquel [Jesús] que es poderoso para guardaros sin caída, y presentaros sin mancha delante de su gloria con gran alegría» (véase también Jua 17:6-12, Jua 17:26).
j. «Menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono del Dios» (Heb 12:2; véase Flp 2:5-11).
k. «Considerad a aquel…» (Heb 12:3). Una y otra vez los escritores de las epístolas nos dirigen a los relatos de los evangelios.
2. Someteos a la disciplina de Dios (Heb 12:4-11).
a. Razones para la disciplina:
(1) Hacernos pensar en Dios y en su Palabra.
«Y habéis ya olvidado la exhortación que como a hijos se os dirige» (Heb 12:5). Este es muchas veces nuestro problema: ¡Olvidamos! David aconseja: «Bendice, alma mía, a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios» (Sal 103:2). La exhortación que encontramos aquí en Heb 12:5-6 está tomada de Pro 3:11-12.
(2) Para probar que Dios nos ama (Heb 12:6). «Porque el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo.» La palabra «disciplina» nos habla de instruir en el comportamiento correcto. La palabra «azota» se refiere a la corrección por el comportamiento equivocado.
(3) Para demostrar que realmente pertenecemos a Dios (Heb 12:7, Heb 12:8). «Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina?
Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos» (Heb 12:7, Heb 12:8).
(4) Para hacernos más semejantes a Jesús (Heb 12:10). «Para que participemos de su santidad.»
b. Reacciones a la disciplina (Heb 12:5, Heb 12:11):
(1) El creyente la puede menospreciar, esto es, no tenerla en consideración (como Esaú con su derecho de primogenitura).
(2) El creyente puede desalentarse ante la disciplina, es decir, tomarla con excesiva seriedad.
(3) El creyente puede ser ejercitado mediante la disciplina. La gran pregunta no es cuántos errores cometemos, sino cuánto aprendemos por medio de ellos. Los Salmos nos hablan acerca de esto:
«Bienaventurado el hombre a quien tú, Jah, corriges, y en tu ley lo instruyes» (Sal 94:12).
«Antes que fuera yo humillado, descarriado andaba; mas ahora guardo tu palabra» (Sal 119:67).
«Bueno me es haber sido humillado, para que aprenda tus estatutos» (Sal 119:71).
«Conozco, oh Jehová, que tus juicios son justos, y que conforme a tu fidelidad me afligiste» (Sal 119:75).
c. Resultados de la disciplina (Heb 12:11):
«Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados» (Heb 12:11).
Quinta advertencia: sobre el desechar la Palabra de Dios (Heb 12:25).
3. Preparaos para el reino de Dios (Heb 12:12-29).
a. Levantad las manos caídas. Empezar a trabajar por Cristo (Heb 12:12).
b. Fortaleced las rodillas paralizadas. Empezar a orar (Heb 12:12).
c. Haced sendas derechas para vuestros pies.
Homer Kent escribe: «Si tenemos los pies lisiados, debemos tener cuidado especial en que el camino no tenga obstáculos peligrosos. Hablando en sentido espiritual, aquel cuya fe es débil no debe aventurarse en áreas donde su fortaleza espiritual es insuficiente. De lo contrario, tal creyente puede agravar su condición produciéndose una dislocación de sus miembros.» (Epistle to the Hebrews, p.265.)
C. El desempeño de la fe (cap. Heb 13:1-25).
1. Sus deberes:
a. Perseverar en el amor a los hermanos (Heb 13:1).
b. Continuar mostrando hospitalidad para con los extraños (Heb 13:2). El «hospedaron ángeles» de este versículo se puede referir a Gén 18:1-33.
c. Acordarse de los presos y de los maltratados (Heb 13:3). Estos presos pueden ser personas encarceladas (como Pablo mismo) por causa de su testimonio.
d. Que el matrimonio sea honroso y mantenido con pureza. El séptimo mandamiento ha sido, es, y será un requerimiento continuo de Dios para que el hombre y la mujer lo obedezcan (salvos y no salvos): «No cometerás adulterio.»
e. Vivir liberados del amor al dinero (Heb 13:5).
f. Acordarse de sus líderes y de los que les enseñan la Palabra de Dios (Heb 13:7).
g. No ser llevados de acá para allá por enseñanzas extrañas (Heb 13:9).
h. Ofrecer continuamente sacrificios de alabanza a Dios (Heb 13:5; véase también 1Pe 2:5; 1Pe 2:9). Además de esto, se espera del creyente que ofrezca el sacrificio de su propio cuerpo a Dios (Rom 12:1) y de las buenas obras (Heb 13:16).
i. Obedecer a sus pastores y sujetarse a ellos (Heb 13:17). La razón es porque un día Dios les va a pedir cuentas.
j. Orar por los líderes cristianos, especialmente por el autor de la carta a los Hebreos.
2. Sus deleites: la fe cristiana nos proporciona muchas y preciosas bendiciones. Notemos:
a. «... porque él [el Señor] dijo: No te desampararé, ni te dejaré» (Heb 13:5).
b. «De manera que podemos decir confiadamente: El Señor es mi ayudador; no temeré lo que me pueda hacer el hombre» (Heb 13:6).
c. «Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos» (Heb 13:8).
d. «Tenemos un altar, del cual no tienen derecho de comer los que sirven al tabernáculo» (Heb 13:10).
e. «Porque no tenemos aquí ciudad permanente, sino que buscamos la por venir» (Heb 13:14).
f. «Y el Dios de paz que resucitó de los muertos a nuestro Señor Jesucristo, el gran pastor de las ovejas, por la sangre del pacto eterno, os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su voluntad, haciendo él en vosotros lo que es agradable delante de él por Jesucristo; al cual sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén» (Heb 13:20, Heb 13:21).
Fuente: Auxiliar Bíblico Portavoz
INTRODUCCIÓN
1. Problemática general del escrito
La llamada carta a los Hebreos (en adelante se utilizará preferentemente la abreviatura Heb) es uno de los escritos del NT que más interrogantes suscitan. Interrogantes que tienen que ver con su tono general, su género literario, su marco histórico concreto (autor, destinatarios, fecha de composición), su contenido, su colocación en la lista de libros bíblicos a continuación del “corpus paulinum” como si formara parte de él y, finalmente, su particular historia en el proceso de incorporación al canon bíblico del NT.
Las antiguas iglesias cristianas de Oriente reconocieron desde el principio el origen paulino de Heb y su plena autoridad normativa dentro de la Iglesia en cuanto libro inspirado. Sólo Orígenes y Clemente de Alejandría — voces importantes, por otra parte — manifestaron ya serias reservas sobre el origen paulino del escrito. En cambio, las iglesias de Occidente tuvieron más dificultad en reconocer a Heb no sólo como obra de Pablo, sino también como libro canónico. Pero las dudas fueron desapareciendo poco a poco y a finales del siglo IV la aceptación de Heb como escrito paulino y canónico es unánime dentro de toda la Iglesia. Es verdad que en el siglo XVI, en el marco de la Reforma, volvieron a escucharse voces contrarias a la paulinidad y canonicidad de Heb, pero fueron voces sin demasiado eco. En la actualidad, nadie pone en duda la pertenencia de Heb a la lista de libros sagrados del NT. Otra cosa distinta es la cuestión de su paternidad literaria. Aunque todos admiten la notable presencia de elementos paulinos en Heb, la opinión prácticamente unánime es que su autor, dadas las características del escrito, no es el apóstol Pablo.
Esta cuestión de la autenticidad y otras, de las que se hablará en seguida, vinculadas sobre todo al género literario, al estilo y al contenido, hacen de Heb un escrito singular para cuya correcta comprensión será muy conveniente contar con unas claves de lectura y un conocimiento previo de sus peculiaridades.
2. Características literarias
¿Es Heb realmente una carta? Así se la ha considerado tradicionalmente y como tal se la ha incluido desde antiguo en el bloque de las cartas paulinas. Sin embargo, sus rasgos epistolares son más bien escasos; prácticamente se reducen a los versículos finales (Heb 13:18-19; Heb 13:22-25) que desentonan del conjunto y suelen considerarse como un añadido. Se echa de menos el nombre del remitente y el de los destinatarios (el título “a los Hebreos” no forma parte del escrito original). Faltan los saludos y los deseos de gracia y paz habituales al comienzo de las cartas del NT. Comienza con un párrafo solemne y muy elaborado propio de un discurso o un sermón (Heb 1:1-3) y parece que originalmente terminaba con otro párrafo de las mismas características (Heb 13:20-21). A esto debe añadirse que el resto del escrito mantiene el tono elevado y solemne, sin apenas noticias ni referencias de carácter personal como sería de esperar si se tratara de una carta.
Todos estos datos invitan a pensar — y así lo sostienen numerosos autores — que se trata más bien, de una pieza oratoria. Una especie de discurso-homilía elaborado para ser pronunciado oralmente y que el propio autor u otra persona envía por escrito a unos destinatarios tal vez distintos de los originales. Con el discurso-homilía, al que significativamente el autor llama exhortación (Heb 13:22), se adjunta una breve nota de acompañamiento que sí tiene, como es natural, carácter epistolar (Heb 13:23-25). Este punto de vista es, en la actualidad, claramente mayoritario. Sin embargo, no faltan autores que siguan manteniendo que Heb, a pesar de las apariencias en contrario, se escribió y se envió como carta. Así lo sugeriría la alternancia de momentos teóricos y prácticos propia de las cartas paulinas, las varias alusiones a la situación religiosa de los destinatarios (Heb 3:12; Heb 5:12; Heb 6:4-12; Heb 10:25; Heb 10:32-34; Heb 12:4), la evidente dimensión pastoral del escrito, la repetida utilización del vocativo hermanos a imitación de Pablo (Heb 3:1; Heb 3:12; Heb 10:19; Heb 13:22) y las concretas recomendaciones del último capítulo (Heb 13:17-19). Si falta el encabezamiento es porque pudo suprimirse al ser enviada a unos nuevos destinatarios.
En cualquier caso, sea homilía o carta, Heb hace gala de un rico vocabulario y un magnífico estilo, tal vez el mejor de todo el NT. Además, el autor ha sabido organizar los materiales utilizados con gran maestría. Estamos ante un conjunto plenamente armónico, con una gran unidad interna, con una constante y equilibrada alternancia entre la exposición teórica y la exhortación práctica. Y todo ello girando en torno al tema central del escrito que el propio autor tiene buen cuidado en subrayar (Heb 8:1).
3. Marco histórico: autor, destinatarios, fecha.
Si realmente no fue Pablo el autor de Heb, hay que pensar que su autor fue un cristiano probablemente de ascendencia judía, buen conocedor de las cartas paulinas, muy familiarizado con la versión griega de la Biblia llamada de los LXX (que utiliza de forma magistral y de la que toma todas sus citas del AT) y excelentemente formado en la cultura helenística. Junto a una excepcional capacidad para profundizar teológicamente en los temas planteados, manifiesta una singular preocupación pastoral por la comunidad o comunidades a las que se dirige. Se ha pensado en Lucas, Bernabé, Judas Tadeo, Silas, Clemente Romano y sobre todo en Apolo (ver Hch 18:24-28); todas son simples conjeturas, posibles pero poco probables.
Los destinatarios del escrito son, sin duda, cristianos. Y cristianos ya desde hace cierto tiempo (Heb 5:11-12). La utilización masiva del AT no exige necesariamente que se trate de cristianos sólo procedentes del judaísmo, pues el AT se había convertido desde los mismos orígenes del movimiento de Jesús en patrimonio común de todos los cristianos, cualquiera que fuera su procedencia. Pero el tono general del escrito y el título mismo, aunque sea relativamente tardío, sugieren que el autor tiene presentes sobre todo a oyentes o lectores judeocristianos. Lo que sí parece cierto, en todo caso, es que estos cristianos destinatarios de Heb han pasado por momentos difíciles de los que salieron airosos (Heb 10:32-35). Ahora parece que de nuevo están viviendo tiempos de crisis: indolencia, cansancio, desaliento, peligro de apostasía (Heb 3:12-13; Heb 4:1; Heb 4:11; Heb 5:11; Heb 6:4-6; Heb 10:25-31). Frente a esta situación, que el autor califica de grave (Heb 3:12), es preciso recuperar e intensificar la fe y la esperanza en Jesucristo, único y definitivo salvador (Heb 2:3-4; Heb 6:17-20; Heb 10:19-24).
Clemente Romano cita Heb en su carta a los Corintios, escrita hacia el año 95 d. C. Hay, pues, que situar la composición de Heb antes de la década de los 90. Pero existe otro dato significativo que invita incluso a pensar en un tiempo anterior al 70, año en que fue destruido el Templo de Jerusalén. Por una parte, las constantes referencias al culto judío en Heb parecen suponer que tal culto seguía aún vigente en dicho Templo; y por otra, si la destrucción del Templo ya había tenido lugar, difícilmente se comprende cómo el autor no utiliza este hecho para demostrar la caducidad del culto judío frente a la perfección y vigencia definitiva del sacrificio salvador de Cristo (Heb 7:11-19; Heb 9:11-14).
4. Contenido teológico
La fe cristiana confesaba ya a Jesucristo como Hijo eterno de Dios, superior a todos los ángeles (Heb 1:2-5) y colmado de poder y de gloria a partir de la resurrección y la ascensión a los cielos donde está sentado junto al Padre (Heb 2:8-9). La aportación teológica fundamental de Heb radica en que este Jesús ha sido constituido por Dios sumo sacerdote (Heb 5:4-6; Heb 8:1). Afirmación original y sorprendente. Es verdad que las esperanzas del AT conferían rasgos sacerdotales al Mesías y que en ciertos ambientes del tiempo de Jesús, en Qumrán por ejemplo, se esperaba la llegada de un Mesías sacerdotal. Pero a la vista de la trayectoria existencial de Jesús de Nazaret, difícilmente cabía atribuirle una condición sacerdotal: no pertenece a la tribu de Leví; no realizó ningún tipo de oficio sacerdotal en el Templo; se enfrentó repetidas veces con los sacerdotes y con su concepción ritual de lo religioso; relativiza el valor de los sacrificios y de los lugares de culto; su muerte no fue precisamente, o al menos no lo pareció, un sacrificio cultual, sino una realidad trágica acaecida lejos del Templo, fuera de la ciudad santa; fue la muerte de un malhechor, de un excluido del pueblo, de un “maldito” de Dios, provocada, además, por los mismos sacerdotes judíos. No puede extrañar que nadie hasta el momento se hubiera decidido a considerar a Jesús como sacerdote. Es el paso que se atreve a dar el autor de Heb. Y lo hace en la seguridad de que así lo exige una lectura cristiana de las Escrituras del AT y una reflexión-meditación en profundidad sobre el misterio del ser, de la vida y de la muerte de Jesús.
Jesucristo es, pues, el sumo sacerdote de la nueva alianza (Heb 8:6; Heb 9:15; Heb 13:20) que asumió, realizó y perfeccionó lo que el auténtico sacerdocio estaba llamado a realizar según el proyecto salvador de Dios. Jesucristo es el sacerdote que se ofrece a sí mismo en sacrificio perfecto, una vez para siempre, superando y reemplazando con el sacrificio de su muerte redentora todos los antiguos sacrificios (Heb 9:11-14; Heb 9:25-28). Es el sacerdote que ha entrado definitivamente en un santuario mayor y más valioso que el antiguo, el santuario celestial donde intercede permanentemente por nosotros (Heb 9:11; Heb 9:24) y desde el que nos convoca a que, siguiendo su ejemplo, también nosotros nos acerquemos a Dios con un corazón sincero y lleno de fe para conseguir así entrar en ese santuario celestial (Heb 10:19-23).
Es admirable, por lo demás, cómo, al hilo de esta meditación teológica sobre la condición sacerdotal de Jesucristo, el autor de Heb va insertando de forma alternativa y magistral una amplia serie de exhortaciones sobre cuál debe ser el comportamiento de quienes se confesaban discípulos de Jesús. Exhortaciones que invitan a sacar las consecuencias de las enseñanzas expuestas con el fin de superar la crisis de fe y una cierta situación de desaliento en que parecen encontrarse las comunidades cristianas destinatarias del escrito (Heb 12:1-4). Se trata de hacer fructificar la fe en toda clase de obras buenas (Heb 10:24), ofreciendo también nosotros a Dios por medio de Jesucristo un sacrificio de alabanza (Heb 13:15) y haciendo de nuestra vida, a imitación de Jesucristo, un sacrificio continuo de amor y servicio a los hermanos (Heb 13:16).
5. Estructura
Hemos señalado más arriba que Heb es un escrito (discurso-homilía) magníficamente estructurado. Los más recientes estudios sobre Heb coinciden en proponer una división de carácter concéntrico en cinco partes, precedidas de un prólogo-exordio y seguidas de un epílogo-conclusión, más una breve nota epistolar de acompañamiento.
— Introducción (Heb 1:1-4)
I. — JESUCRISTO, SUPERIOR A LOS ÁNGELES (Heb 1:5 — Heb 2:18)
II. — JESUCRISTO, SACERDOTE FIEL Y MISERICORDIOSO (Heb 3:1 — Heb 5:10)
III. — JESUCRISTO, SUMO SACERDOTE PERFECTO Y SANTIFICADOR (Heb 5:11 — Heb 10:39)
IV. — JESUCRISTO, AUTOR Y PERFECCIONADOR DE NUESTRA FE (Heb 11:1 — Heb 12:13)
V. — JESUCRISTO, FUENTE Y MODELO DE VIDA CRISTIANA (Heb 12:14 — Heb 13:19)
— Conclusión (Heb 13:20-25)
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
Introduccion: La Palabra Final de Dios
Vivimos en un mundo donde mucha gente duda de que Dios pueda ser conocido y donde hay muchas filosofías y criterios religiosos en conflicto. Aun entre los cristianos practicantes, a veces se pretende tener nuevas revelaciones que contradicen o declaran ir más allá de la Escritura. Sin embargo, Heb. no deja lugar a dudas en cuanto al hecho de que Dios ha hablado decisivamente a Israel por los profetas, y que ha revelado plena y definitivamente su personalidad y voluntad por el Hijo (vv. 1, 2). La revelación del AT llegó muchas veces a lo largo de la historia de Israel y de muchas maneras, como por sueños, visiones y mensajes angelicales. Pero la revelación concluyente ha venido en estos últimos días de la historia humana por medio de Jesucristo. El autor proseguirá sugiriendo que el AT fue una preparación y un fundamento para esta revelación definitiva (p. ej. 8:5; 10:1). En verdad, Dios continúa hablando, por medio de las Escrituras del AT, a los cristianos en toda una gama de circunstancias (p. ej. 3:7-11; 12:5, 6). Sin embargo, para enfatizar el carácter final de la revelación por medio de Jesucristo, el autor señala su insuperable grandeza como Hijo de Dios.
Como quien ha estado con Dios desde el principio, él fue el único por medio de quien Dios hizo el universo (gr. aionas, “edades”, “mundos”, que se usa de modo similar para todo el universo de espacio y tiempo en 11:3). Además, el Hijo ha sido designado para poseer y gobernar sobre todo lo que originalmente era un instrumento para la creación: es heredero de todo (v. 2, cf. Sal. 2:7, l). Aunque muchos niegan su autoridad y siguen rechazándole, finalmente él debe triunfar. Como el resplandor de su gloria (de Dios) y la expresión exacta de su naturaleza, el Hijo revela en su persona, no sólo en sus palabras, cómo es realmente Dios (v. 3). Continúa sustentando la creación y ordena los hechos de la historia por la misma palabra de su poder que en un principio hizo que todo existiera (v. 3).
Dado que el objeto de la revelación divina siempre ha sido la comunión entre Dios y los seres humanos, Heb. pronto deja en claro que el papel del Hijo es el de proveer la purificación de nuestros pecados (v. 3). Esto anticipa el argumento de 2:14-18 y pasajes posteriores, que hablan de la necesidad de que el Hijo compartiera plenamente nuestra humanidad, sufriendo y muriendo, de modo que pudiera cumplir el papel de sumo sacerdote haciendo la expiación de nuestros pecados. En otros términos, la palabra final de Dios para nosotros no es simplemente la perfecta revelación de su personalidad en Jesucristo sino también su obra salvadora, haciendo posible que disfrutemos de todo lo que ha sido prometido por Dios a su pueblo en estos últimos días.
La secuela de su obra expiatoria fue su acto de sentarse a la diestra de la Majestad en las alturas (cf. Sal. 110:1). La entronización celestial del Hijo de Dios es tan significativa que Heb. aquí no menciona la resurrección y la ascensión que la hicieron posible. Más bien, cuando la introducción llega a su conclusión, el autor indica que ha de extraer las implicaciones de esa entronización. Establecerá la absoluta superioridad del Hijo sobre los ángeles, o sea los seres sobrenaturales que en Israel se consideraban como los más cercanos a Dios (v. 4).
Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno
REFERENCIAS CRUZADAS
a 0 Núm 12:8; Isa 1:2
b 1 Éxo 24:3; Jer 7:25; Eze 33:33; Luc 1:70; Hch 3:21
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
en muchas ocasiones y de muchas maneras. La frase en muchas ocasiones sugiere que cada profeta del A.T. contribuía parte de lo que Dios quería comunicar, pero ninguno de ellos proveyó la revelación completa de Dios. De muchas maneras indica que Dios se reveló a sí mismo de varias formas: habló audiblemente, dio a conocer su mensaje por medio de sueños, visiones, por el ritualismo del tabernáculo y por la ley.
Fuente: La Biblia de las Américas
1 (1) ¡Dios ha hablado! ¡Alabado sea El! Si Dios no hubiese hablado, quedaría misterioso. Pero El se ha revelado al hablar. Ya no es misterioso. Ahora El es el Dios revelado.
Este libro pone énfasis en el hecho de que Dios ha hablado y no el hombre. Es por esto que no se identifica su escritor, ni tampoco en ninguna de las citas del Antiguo Testamento se menciona el nombre de la persona que habla. Conforme al concepto de este libro, toda la Escritura es el hablar de Dios. Por esto, al referirse al Antiguo Testamento, este libro siempre dice que es el hablar del Espíritu Santo (3:7; 9:8; 10:15-17).
1 (2) En el Antiguo Testamento, Dios no habló al pueblo una sola vez y de una sola manera, sino en muchos fragmentos y de muchas maneras: trajo una porción a los patriarcas habiéndoles de cierta manera, otra porción por medio de Moisés de otra manera, una porción por medio de David de una manera, y otras por medio de varios profetas en diversas maneras.
Es muy apropiado y significativo que este libro, un libro del hablar de Dios, se titule La Epístola a los Hebreos. El primer hebreo fue Abraham ( Gén_14:13), el padre de todos aquellos que tienen contacto con Dios por la fe ( Rom_4:11-12). Por lo tanto, Dios es llamado «el Dios de los hebreos» (Éxo_9:1, Éxo_9:13). La raíz de la palabra hebreo significa cruzar. Puede significar específicamente cruzar un río, esto es, cruzar de este lado del río al otro, pasar de un lado a otro. Por lo tanto, un hebreo es un cruzador de ríos. Abraham era tal persona. Desde Caldea, tierra de idolatría, que estaba al otro lado del gran río Eufrates, él cruzó hasta Canaán, tierra de adoración a Dios, la cual estaba a este lado del Eufrates ( Jos_24:2-3). En este libro la intención de Dios en Su hablar era que los judíos que habían creído en el Señor pero todavía persistían en el judaísmo, abandonaran la ley y pasaran ala gracia (4:16; 7:18-19; 12:28; 13:9), que abandonaran el antiguo pacto y pasaran al nuevo (8:6-7,13), y que abandonaran el servicio ritual del Antiguo Testamento y pasaran a la realidad espiritual del Nuevo Testamento (8:5; 9:9-14); esto es, que dejaran el judaísmo y pasaran a la iglesia (13:13; 10:25), que abandonaran las cosas terrenales y pasaran a las celestiales (12:18-24),. que abandonaran el atrio, donde está el altar, y pasaran al Lugar Santísimo, donde está Dios (13:9-10; 10:19-20), que abandonaran el alma y pasaran al espíritu (4:12), y que abandonaran el comienzo de la verdad y la vida y pasaran a la madurez de la vida en la verdad (5:11-6:1).
Los judíos que creyeron en el Señor no eran los únicos que debían ser tales cruzadores, sino que también deben serlo todos los que tienen contacto con Dios por la fe. Este es el propósito de Dios al hablar en este libro.
Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro
INTRODUCCIÓN A LA EPÍSTOLA A LOS HEBREOS
AUTOR: InciertoFECHA: 64-68
Paternidad literaria Muchos nombres se han sugerido en cuanto al autor de este libro anónimo: Pablo, Bernabé, Apolos, Silas, Aquila y Priscila y Clemente de Roma. Hay semejanzas y diferencias respecto a la teología y al estilo de Pablo, pero Pablo apela con frecuencia a su autoridad apostólica en sus cartas, mientras que el escritor de Hebreos apela a otros que habían sido testigos de vista del ministerio de Jesús (Heb 2:3). Lo más seguro es decir, como Orígenes en el siglo III, que sólo Dios sabe quién escribió Hebreos.
Destinatarios Tres cuestiones están implicadas, en la determinación de los destinatarios de esta epístola.
(1) ¿Cuál era el trasfondo racial de estos destinatarios? Aunque algunos han sostenido que eran gentiles, todas las evidencias apuntan a su trasfondo judío: el título del libro, «a los hebreos», las referencias a los profetas y ángeles que ministraban a Israel, y las citas concernientes al culto levítico.
(2) ¿Dónde vivían? Palestina o Italia han sido las respuestas dadas con mayor frecuencia. La preferencia se inclina a favor de Italia, puesto que estos destinatarios no eran pobres (y los santos de Palestina lo eran, Heb 6:10; Heb 10:34; Rom 15:26); se usa exclusivamente la Septuaginta para las citas del AT (esta no habría de esperarse, si los destinatarios fuesen palestinenses); y los de «los de Italia os saludan» (Heb 13:24) suena como si italianos fuera de Italia enviasen saludos a casa.
(3) ¿Cuál era su condición espiritual? La mayor parte eran creyentes (Heb 3:1), aunque, como en toda iglesia local, había sin duda quienes meramente profesaban ser cristianos. El autor llama a esta carta «palabra de exhortación» (Heb 13:22), necesaria a causa del hecho de que algunos estaban en peligro de abandonar su fe en Cristo y volverse al judaísmo. Los destinatarios estaban siendo perseguidos, aunque no hasta el punto de derramar sangre por Cristo (Heb 10:32-34; Heb 12:4) y, confrontados con la persecución, algunos corrían el riesgo de volverse apóstatas. La epístola es una apología conmovedora a favor de la superioridad de Cristo y del cristianismo sobre el judaísmo en términos de sacerdocio y sacrificio.
Fecha Se han sugerido varias fechas para la redacción de Hebreos, desde los años 60 hasta los 90. Sin embargo, el uso que de esta carta hace Clemente en su primera epístola, que rué escrita al año 95, requiere una fecha bastante anterior a ésta. La carencia de referencias a la destrucción de Jerusalén y especialmente del templo, como prueba divina de que el sistema sacrificial del Antiguo Testamento estaba terminado, es un fuerte argumento a favor de una fecha anterior al 70. Por otra parte, la mención de la reciente liberación de Timoteo (Heb 13:23), si está en conexión con el ministerio que prestaba a Pablo en Roma, requiere una fecha en la última parte de la década de los 60.
Estilo El autor despliega una descollante maestría literaria y retórica. Su estilo es un modelo de prosa griega. Tanto el autor como los destinatarios están muy familiarizados con el Antiguo Testamento en la versión griega de los Setenta. Hay 29 citas; directas del Antiguo Testamento, además de 53 alusiones claras a varios otros pasajes. Estas se usan para demostrar tanto la finalidad de la revelación cristiana como su superioridad sobre el antiguo pacto.
Contenido El tema del libro es la superioridad de Cristo y, por ello, del cristianismo. Las palabras «mejor», perfecto», y «celestial» aparecen con frecuencia. El bosquejo muestra cómo se desarrolla el tema probando que Cristo es superior, tanto en persona como en Su sacerdocio. Pasajes favoritos son Heb 2:3 (una salvación tan grande), Heb 4:12 (la viva Palabra de Dios), Heb 4:16 (el trono de la gracia), Heb 7:25 (la intercesión de Cristo), Heb 11:1 (la definición descriptiva de fe), Heb 11:4-40 (la galería de héroes de la fe), Heb 12:1-2 (la carrera cristiana), y Heb 13:20-21 (una gran bendición).
BOSQUEJO DE HEBREOS
I) La superioridad de la Persona de Cristo, Heb 1:1 – Heb 4:16
A) Cristo es superior a los profetas, Heb 1:1-4
B) Cristo es superior a los ángeles, Heb 1:5 – Heb 2:18
1. En Su Persona divina, Heb 1:5-14
2. En Su proclamación salvífica, Heb 2:1-4
3. En Su objetivo liberador, Heb 2:5-18
C) Cristo es superior a Moisés, Heb 3:1-6
D) Cristo es el objeto supremo de la fe, Heb 3:7 – Heb 4:16
1. La catástrofe de la incredulidad, Heb 3:7-19
2. Las consecuencias de la incredulidad, Heb 4:1-10
3. El remedio para la incredulidad, Heb 4:11-16
II) La superioridad del sacerdocio de Cristo, Heb 5:1 – Heb 10:39
A) Cristo es superior en Sus cualificaciones, Heb 5:1-10
B) Paréntesis admonitorio: No degeneréis de Cristo, Heb 5:11 – Heb 6:20
C) Cristo es superior en el orden de Su sacerdocio, Heb 7:1 – Heb 8:13
1. La descripción de Melquisedec, Heb 7:1-3
2. La preeminencia del sacerdocio de Melquisedec, Heb 7:4 – Heb 8:13
D) Cristo es superior en Su ministerio sacerdotal, Heb 9:1 – Heb 10:18
1. El sacerdocio terrenal, Heb 9:1-10
2. El sacerdocio de Cristo, Heb 9:11-14
3. Cristo da cumplimiento a la promesa, Heb 9:15 – Heb 10:18
E) Paréntesis adminitorio: No despreciéis a Cristo, Heb 10:19-39
III) La superioridad del poder de Cristo, Heb 11:1 – Heb 13:19
A) El poder de la fe en Cristo, Heb 11:1-40
1. La descripción de le fe, Heb 11:1
2. Los ejemplos de fe, Heb 11:2-40
B) El poder de la esperanza en Cristo, Heb 12:1-29
1. Las cosas con las que hay que contender en la vida, Heb 12:1-2
2. Las disciplinas de la vida, Heb 12:3-11
3. La dirección de la vida, Heb 12:12-17
4. La conducción de la vida, Heb 12:18-24
5. El deber de la vida, Heb 12:25-29
C) El poder del amor de Cristo, Heb 13:1-19
1. Con relación a los deberes sociales, Heb 13:1-6
2. Con relación a los deberes espirituales, Heb 13:7-19
IV) Bendiciones finales, Heb 13:20-25
Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie
padres. i.e., antepasados.
muchas veces y de muchas maneras. i.e., por medio de leyes, instituciones, ceremonias, reyes, jueces, profetas.
Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie
Estos versículos contienen un párrafo majestuoso en el texto griego y se asemejan a la apertura de un clásico discurso griego, más bien que a los acostumbrados «saludos» de una carta.
Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie
Lit., porciones; i.e., de cuando en cuando
O, en
Fuente: La Biblia de las Américas
[1] El verdadero Creador.
[2] El Nombre de YHWH.
[3] Pluralidad en uno.
[4] Moshiaj tiene un Eloah y Moshiaj no es sólo otro Nombre para El Padre, sino que es Su Hijo engendrado.
[5] Yahshua tiene un Eloah, aunque El es Eloah.
[5] Sal 2, 7.[6] Sal 97 (96), 7.[7] Sal 104 (103), 4.[10] Sal 102 (101), 26.
Biblia Peshitta 2006 Notas:
No hay consenso con respecto al autor de esta epístola. Mientras que los cristianos originales de oriente la atribuían a Pablo, los cristianos posteriores de occidente atribuían su autoría a Lucas o a Apolos. Durante mucho tiempo prevaleció la posición de la Iglesia de oriente, debido a la evidencia interna y externa de la epístola. Sin embargo, la controversia sobre el autor continúa. Fue escrita alrededor del 66 d.C.
COMENTARIO Hoy algunas personas piensan en la imposibilidad de poder conocer a Dios, Si bien, uno de los más enormes obstáculos para la adquisición del conocimiento teológico reside en la transitoriedad de la vida del hombre así como en su incapacidad para poder lograr de sí mismo descifrar el misterio de Dios, este de su propia decisión se nos ha revelado en relación a lo que en su sabiduría ha considerado nos es indispensable saber de Él para el alcance de nuestra salvación mediante la obediencia a los designios de su voluntad (Deuteronomio 29:29). La gran variedad de ofertas religiosas apostatas existentes han dado lugar al surgimiento de muchas dudas así como han suscitado también una gran confusión respecto a la voluntad y a la revelación de Dios, inclusive en las mentes de quienes honesta y legítimamente procuran conocerle a Él; es así que muchas denominaciones proclaman recibir en la persona de sus líderes una continua revelación de Dios, muchas de las cuales supuestas expresiones de Dios van en contravía de su única, última y final revelación, la Biblia (Judas 3). Ante tales falsas reclamaciones, el autor del libro a los Hebreos no admite duda alguna frente a el hecho indiscutible de la manifestación exclusiva de Dios al hombre en este último tiempo a través de su Hijo Jesucristo cuya voluntad nos ha sido expresa de manera única y definitiva en las páginas de su revelación, el Nuevo Testamento, al afirmar: “Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, 2en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo” (Hebreos 1:1,2).
Sí bien Dios reveló así su Palabra como su voluntad en el Antiguo Testamento por medio de sueños, visiones y de diversas manifestaciones hechas expresas mediante apariciones angélicas, en los postreros días, es decir en el tiempo presente, su revelación nos ha sido dada en forma única (Judas 3) como un hecho cumplido y definitivo en la expresión de su voluntad en la persona de su Hijo amado Jesucristo a través de las páginas de su revelada Palabra, el Nuevo Testamento.
De aquí en más en el desarrollo del libro nos es expreso que el Antiguo Testamento tuvo por finalidad específica la preparación del pueblo para la recepción de la revelación última y definitiva de Dios (8:5; 10.1), la cual nos ha sido hecha manifiesta a través de su Hijo Jesucristo y de los instrumentos designados por el Espíritu para la redacción del Nuevo Testamento. Es claro que aún hoy Dios continúa vigentemente hablándonos por medio de las Escrituras veterotestamentarias a los cristianos con relación a toda una serie de circunstancias históricas con aplicación ahora a nosotros exclusivamente en el orden moral (Romanos 15:4). No obstante, para hacer énfasis en cuanto al carácter final y decisivo de la revelación dada por medio de Jesucristo y de la guía del Espíritu, el Nuevo Testamento, el autor subraya su superioridad del Señor con relación a Moisés (3:1-6) y a los términos del Pacto Antiguo (8:6-13) con su ley abolida por Él en la cruz (Efesios 2: 15; Colosenses 2:14-17).
Según es consecuentemente expreso por el autor, Jesús, el Hijo de Dios fue partícipe de la construcción del universo (Juan 1:3,10; Colosenses 1:15-17; Hebreos 11:3); Él es poseedor de toda autoridad por cuanto ha sido constituido heredero de todo cuanto existe (Salmos 2:7,8), y es en sí mismo el resplandor de la gloría de Dios, la imagen misma de su sustancia, aquel quien por medio de la Palabra de su poder sustenta todas las cosas.
En razón de ser la finalidad de la revelación el establecimiento de la comunión entre Dios y el hombre, la epístola a los Hebreos pone de presente la mediación del Hijo de Dios ofrecido en propiciación, es decir como un sacrificio aceptable ante Dios para el perdón de nuestros pecados (v. 3). Ello introduce lo expresado en 2:14–18 y en los pasajes siguientes con respecto a la participación del Hijo de Dios con nosotros al tomar una naturaleza humana semejante a la nuestra, y mediante su suplicio y muerte expiatoria. En este orden, la revelación definitiva de Dios a través de su Hijo Jesucristo, no solo comprende la comunicación perfecta de su voluntad soberana y su manifestación por medio de él, sino también su obra redentora y de reconciliación nuestra con Dios.
En consecuencia de haber sufrido muerte a voluntad en nuestro rescate, el Hijo de Dios retomó su lugar al ir a sentarse a la diestra de la Majestad en las alturas (Sal 110:1), este señalamiento enfatiza su superioridad sobre los ángeles a quienes Israel consideraba los más cercanos seres a Dios (v. 4).
Fuente: Escrituras del Nombre Verdadero
Fuente: Notas Torres Amat
Fuente: Peshitta en Español
Capitulo 1
1:1-4 Introduccion:
La Palabra REVELADA DE DIOS
Fuente: Comentario sobre Hebreos