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Comentario de Éxodo 32:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de Éxodo 32:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Al ver el pueblo que Moisés tardaba en descender del monte, ellos se congregaron ante Aarón y le dijeron: —Levántate, haz para nosotros dioses que vayan delante de nosotros; porque a este Moisés, el hombre que nos sacó de la tierra de Egipto, no sabemos qué le haya acontecido.

Año 1491 a.C.

Viendo el pueblo que Moisés tardaba. Éxo 24:18; Deu 9:9; Mat 24:43; 2Pe 3:4.

Levántate. Gén 19:14; Gén 44:4; Jos 7:13.

haznos dioses. Éxo 20:3-5; Deu 4:15-18; Hch 7:40; Hch 17:29; Hch 19:26.

que vayan delante de nosotros. Éxo 13:21; Éxo 33:3, Éxo 33:14, Éxo 33:15.

aquel varón que nos sacó. Éxo 32:7, Éxo 32:11; Éxo 14:11; Éxo 16:3; Ose 12:13; Miq 6:4.

no sabemos qué le haya acontecido. Gén 21:26; Gén 39:8; Gén 44:15; Mat 24:48; 2Pe 3:4.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

En ausencia de Moisés, el pueblo hace que Aarón forme un becerro, Éxo 32:1-6.

Dios informa a Moisés, quien intercede por Israel y prevalece, Éxo 32:7-14.

Moisés desciende con las tablas y las rompe, Éxo 32:15-18.

Destruye el becerro, Éxo 32:20-21.

Aarón, Éxo 32:22-24.

Moisés hace que los idólatras sean muertos, Éxo 32:25-29.

Él ora por el pueblo, Éxo 32:30-35.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

La historia de la adoración del becerro de oro revela tanto la infidelidad de los israelitas, como la gran misericordia de Dios. A pesar de que el pueblo olvidó su promesa de obediencia en tan poco tiempo, Dios les perdonó sus pecados y comenzó con ellos todo de nuevo.

 EN CONTEXTO

Becerros, vacas y toros «divinos»

• Son un tanto similares las historias de Aarón al crear el becerro de oro (Éxo 32:1-4) y de Jeroboam cuando construyó becerros de oro para sus nuevos templos en Bet-el y Dan (1Re 12:28-31). Por ejemplo, ambos hombres rompieron las leyes de Dios al tiempo después de que las había dado.

• Pero, ¿por qué hacer becerros? En ese período, el ganado proporcionaba las imágenes comunes de deidades. En Egipto, la popular diosa Hathor se representaba con variadas características de la vaca, tales como cuernos y orejas. A las deidades masculinas en otras culturas, como en Siria Palestina y Babilonia, también se le atribuían características de las vacas, por lo general, los cuernos. Las deidades cananeas como El y Baal, están asociados con los toros en los textos ugaríticos.

• Si el becerro de oro representa a una deidad cananea, tales cultos constituían un rechazo evidente al Dios de Israel.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

Esta infame historia comienza con una situación muy humana.

Viendo el pueblo que Moisés tardaba en descender del monte: La larga ausencia de Moisés (Éxo 24:18) y el terrible lugar en donde desapareció (Éxo 24:9-17) llevaron a la gente a pensar que quizás no volvería más. Esta gente eran los redimidos de Israel (capítulo Éxo 12:1-51; Éxo 14:31), pero en su desaliento buscaron otros dioses. Es bastante impactante ver el papel que tuvo Aarón en este desastre. Él también había perdido las esperanzas del regreso de su hermano. Moisés se había ausentado por cuarenta días, lo que nos hace suponer que la gente perdió la paciencia. La preparación de un ídolo les tomó algún tiempo.

haznos dioses que vayan delante de nosotros: La gente no pedía al verdadero Dios, sino que a otros dioses.

Este Moisés: Se refieren a él en un tono sarcástico y peyorativo. ¿Qué somos para hacer esto? ¿Es posible que toda la comunidad se volviera en contra de Moisés? O ¿Es posible que los que dudan y no creen aprovecharan esta oportunidad para esparcir el mal? También debemos considerar la probabilidad de una lucha espiritual, o sea, que fuerzas invisibles y desconocidas hayan alentado el mal dentro de la gente. Esteban menciona esto cuando dice que los padres «volvieron a Egipto» (Hch 7:39, Hch 7:40).

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

32. Apostasia de Israel.
“ E l análisis de algunos capítulos que siguen presenta muchas dificultades, cuya solución resulta conjetural. Se pueden encontrar vestigios de relatos paralelos. Así, unas veces es Moisés el que recibe la orden de recoger las joyas de los hijos de Israel1, otras es Aarón el que manda que se le lleven los anillos de oro de las orejas 2; el becerro es presentado como de oro fundido3.

El Becerro de Oro (1-6).
1El pueblo, viendo que Moisés tardaba en bajar de la montaña, se reunió en torno de Aarón y dijo: “Nada, haznos un dios que vaya delante de nosotros. Porque ese Moisés, ese hombre que nos ha sacado de Egipto, no sabemos qué ha sido de él.” 2Aarón les dijo: “Tomad los arillos de oro que tengan en sus orejas vuestras mujeres, vuestros hijos y vuestras hijas, y traédmelos.” 3Todos se quitaron los arillos de oro que llevaban en las orejas y se los trajeron a Aarón. 4El los recibió de sus manos, hizo un molde, y en él un becerro fundido, y ellos dijeron: “Israel, ahí tienes a tu dios, el que te ha sacado de la tierra de Egipto.” 5Al ver eso Aarón, alzó un altar ante la imagen y clamó: “Mañana habrá fiesta en honor de Yahvé.” 6Al día siguiente, levantándose de mañana, ofrecieron holocaustos y sacrificios eucarísticos, y el pueblo se sentó luego a comer y a beber, y se levantaron después para danzar.

La tendencia de Israel a la idolatría se manifiesta en toda su historia. No es de maravillar. Es muy difícil para un individuo substraerse al medio ambiente, y para un pueblo, más difícil aún. Y los pueblos que rodeaban de cerca a Israel eran politeístas, adorando diversos dioses, encarnación de las fuerzas de la naturaleza.
Para aquellas mentalidades primarias, la fuerza de la vida, de la vegetación y los astros y fenómenos de la naturaleza se debían a alguna deidad particular que los encarnaba. Particularmente en Egipto, la zoolatría tenía una manifestación exuberante, y los hebreos sin duda que habían asistido como espectadores a las grandes procesiones y manifestaciones religiosas en honor del buey Apis y de la vaca Hator, símbolo de la luna. Tenían, pues, una mentalidad propensa a la idolatría. Por otra parte, el Yahvé del Sinaí era demasiado adusto e intransigente al no permitir representaciones figuradas. En su mentalidad infantil y concreta querían verle representado en algo sensible y atrayente. Por eso piden a Aarón: “Haznos un dios que vaya delante de nosotros” (v.1). Moisés, hasta entonces el conductor del pueblo, los había dejado solos, y no sabían si volvería. Así, parece que quieren llevar delante de ellos en sus desplazamientos una imagen de Yahvé, que los ha liberado de Egipto, como los ejércitos egipcios llevaban en sus estandartes las imágenes de sus dioses victoriosos. En todo este relato conviene notar el lenguaje del hagiógrafo, lleno de ironía y de burla contra el culto de los ídolos, que echamos también de ver en los escritos profetices. Aarón pide al pueblo las joyas que posean, sin hacer ninguna resistencia a la solicitud heterodoxa de los hebreos, y las funde para fabricar el “becerro de oro,” que es al instante aclamado por el pueblo: “Ahí tienes, Israel, a tu Dios, que te sacó de la tierra de Egipto” (v.4)4. El texto no dice cómo fue fabricado el “becerro de oro.” Como en el v.20 se dice que fue quemado, tenemos que suponer que era de madera recubierto de láminas de oro fundido, como solían ser las estatuas de los dioses antiguos. El hecho que hayan escogido al becerro o toro joven para representar al Yahvé poderoso que los sacara de Egipto, se explica teniendo en cuenta que el toro, por su fuerza, era el símbolo de la divinidad entre los pueblos orientales. El dios lunar es llamado en los textos babilónicos “joven toro vigoroso, de cuernos sólidos,” y Adad, dios de la tempestad, “un joven toro vigoroso.”5 Así, podemos suponer que los israelitas, que pertenecían étnicamente por Abraham a los semitas mesopotámicos, hayan relacionado también la fuerza del toro con la de la divinidad como símbolo. Aarón, pues, condesciende con la mentalidad popular, y, para entretenerlos mientras vuelve Moisés, les invita a celebrar fiestas y jolgorios en honor de Yahvé, representado en el “becerro de oro.” A los holocaustos o sacrificios, en los que se quemaba toda la víctima, sucedieron los pacíficos, en los que se quemaba parte de la víctima, y la otra parte se comía en banquete de comunión entre los oferentes, el cual era seguido de alegres danzas (v.6).

Amenaza de Yahvé e Intercesión de Moisés (7-14).
1Yahvé dijo entonces a Moisés: “Ve, baja, que tu pueblo, el que tú has sacado de la tierra de Egipto, ha prevaricado. 8Bien pronto se han desviado del camino que les prescribí. Se han hecho un becerro fundido y se han prosternado ante él, diciendo: Israel, ahí tienes a tu dios, el que te ha sacado de la tierra de Egipto.” 9Yahvé dijo a Moisés: “Ya veo que este pueblo es un pueblo de dura cerviz. 10Déjame, pues, que se desfogue contra ellos mi cólera y los consuma. Yo te haré a ti una gran nación.” 11Moisés imploró a Yahvé, su Dios, y le dijo: “¿Por qué, ¡oh Yahvé!, vas a desfogar tu cólera contra tu pueblo, que sacaste de la tierra de Egipto con gran poder y brazo fuerte? 12¿Por qué habrán de poder decir los egipcios: Para mal suyo los sacó de la tierra de Egipto, para hacerlos perecer en las montañas y para exterminarlos de sobre la tierra? Apaga tu cólera y perdona la iniquidad de tu pueblo. 13Acuérdate de Abraham, Isaac y Jacob, tus siervos, a los cuales, jurando por tu nombre, dijiste: Yo multiplicaré vuestra descendencia como las estrellas del cielo, y toda la tierra de que os he hablado se la daré a vuestros descendientes en eterna posesión.” 14Y se arrepintió Yahvé del mal que había dicho haría a su pueblo.

El acto de adoración del becerro era el paganismo introducido en el culto de Yahvé, precisamente cuando acababan de recibir la Ley y firmar la alianza. Los israelitas habían concebido al Dios del Sinaí, hablando entre truenos, como el dios de la tempestad Adad-Rammán, que aparece lanzando los rayos de pie sobre los cuernos de un toro. Cierto que Yahvé era el Dios de los truenos, y su carro los vientos, las nubes su velo, y las saetas los rayos de la tempestad6; pero no podía representarse ni asimilarse a ninguna divinidad conocida, pues su naturaleza espiritual está por encima de todo lo creado. Por ello, la reacción de Yahvé es colérica y amenazadora, ya que se ha infringido el segundo precepto del Decálogo, y tal vez el primero.
Es sobremanera conmovedora la conducta de Moisés al tener noticia de la prevaricación del pueblo, y la ingeniosa forma con que intercede cerca de Yahvé en favor de Israel. Y esta súplica encaja bien en las circunstancias: Yahvé acababa de sacar a Israel de Egipto con el pretexto de que le sirviesen en el desierto. Pues ¿qué dirían los egipcios ahora si destruyese a los que había liberado de la servidumbre? ¿Cómo iban a creer que los había castigado por aquel pecado? (v.12). El mismo honor y buen nombre de Yahvé exige que les perdone. Y como en otro tiempo Abraham, Moisés obtuvo gracia de Yahvé, el cual, una vez más, mostró que si, como justo castiga el pecado, también sabe hacer misericordia y perdonar7. Moisés, además, le recordó las antiguas promesas hechas a los patriarcas relativas a la multiplicación de su descendencia8. Ahora, pues, su verdad y fidelidad a lo prometido están en juego, y, por tanto, no puede hacer desaparecer a los descendientes de Abraham, sacados de Egipto con tan grandes prodigios. Como consecuencia de la intercesión de Moisés, Yahvé se arrepintió del mal que había dicho haría a su pueblo (v.14). Es una fórmula antropomórfica que encontramos repetida muchas veces en la Biblia9. El hagiógrafo describe a Dios según las reacciones psicológicas de los hombres. En realidad, Yahvé “no es un hombre para arrepentirse”10; pero para el efecto externo actúa como si se arrepintiese.

El Castigo (15-29).
15Volvióse Moisés y bajó de la montaña, llevando en sus manos las dos tablas del testimonio, que estaban escritas de ambos lados, por una y por otra cara. 16Eran obra de Dios, lo mismo que la escritura grabada sobre las tablas. 17Josué oyó el ruido que el pueblo hacía lanzando gritos, y dijo a Moisés: “En el campamento resuena ruido de batalla.” 18Moisés respondió: “No son gritos de victoria ni gritos de derrota; oigo la voz de los que cantan.” 19Cuando estuvo cerca del campamento, vio el becerro y las danzas y, encendido en cólera, tiró las tablas y las rompió al pie de la montaña. 20 Tomó el becerro que habían hecho y lo quemó, desmenuzándolo hasta reducirlo a polvo, que mezcló con agua, haciéndosela beber a los hijos de Israel. 21 Moisés dijo a Aarón: “¿Qué te ha hecho este pueblo para que tú hayas echado sobre él tan gran pecado?” 22Aarón respondió: “Que no se encienda la cólera de mi señor. Tú mismo sabes cuan inclinado al mal es este pueblo. 23Me dijeron: Haznos un dios que marche delante de nosotros, porque ese Moisés, ese hombre que nos sacó de la tierra de Egipto, no sabemos qué ha sido de él. 24Yo les dije: Que los que tienen oro se despojen de él. Me lo dieron, lo eché al fuego, y de él salió este becerro.” 25Moisés, viendo que el pueblo estaba sin freno, pues se lo había quitado Aarón, haciéndole objeto de burla para sus adversarios, 26 se puso a la entrada del campamento y gritó: “¡A mí los de Yahvé!” Y todos los hijos de Leví se reunieron en torno de él. 27Y él les dijo: “Así habla Yahvé, Dios de Israel: Cíñase cada uno su espada sobre su muslo, pasad y repasad el campamento de la una a la otra puerta, y mate cada uno a su hermano, a su amigo, a su deudo.” 28Hicieron los hijos de Leví lo que mandaba Moisés, y perecieron aquel día unos tres mil del pueblo, 29Moisés les dijo: “Hoy habéis llenado vuestras manos a Yahvé, haciéndole cada uno oblación del hijo y del hermano; por ello recibiréis hoy bendición.”

En el libro de los Jueces leemos un episodio que nos da a conocer a los levitas como especialmente consagrados al culto de Yahvé.
En los montes de Efraím instaló Mica un santuario en su casa, haciendo sacerdote de él a su hijo. Pero, habiendo llegado por allí un levita, procedente de Belén de Judá, se entendió con él para que desempeñara en su santuario los oficios de sacerdote. Aceptadas las condiciones por el levita, Mica exclamó: “Ahora sí que de cierto me favorecerá Yahvé, pues tengo por sacerdote un levita.” Poco tiempo después pasan por allí los danitas en busca de asiento, y se llevan los enseres del santuario y obligan al levita a seguirlos, diciéndole: “Cállate, ponte la mano en la boca, vente con nosotros, y serás nuestro padre y nuestro sacerdote. ¿Qué te es mejor, ser sacerdote de la casa de un solo hombre o serlo de una tribu o de una familia de Israel?” Y se fue con los danitas, para instalarse en la ciudad de Dan11.
Pues aquí en el éxodo tendríamos narrado, si no el origen, el signo de esta especial consagración de los levitas a Yahvé. El pecado de Israel había roto la alianza que acababa de contraer con Dios; habían, pues, cometido un crimen de lesa majestad divina y humana. Era preciso castigarle para aplacar a Dios y restablecer otra vez las buenas relaciones de El con su pueblo. Moisés llama a sí a los que se habían mantenido fieles a su Dios. Se presentan los levitas, los cuales, sin respeto alguno a los lazos familiares, ejecutan la venganza de Yahvé, y Moisés les declara que han cumplido un acto sacerdotal (“habéis llenado las manos a Dios”) al ofrecer la vida de los transgresores parientes; por eso Dios los colmará de bendiciones (v.29). De la misma manera, Fines, nieto de Aarón, recibirá la promesa del sacerdocio por un acto semejante de celo12. La conducta de Moisés en este caso no parece responder a su mansedumbre y amor que en otras ocasiones manifiesta hacia su pueblo; pero conviene tener presentes las exigencias de la justicia y la necesidad de un escarmiento que cortara de raíz todo conato idolátrico. El derecho penal antiguo era mucho más rudo que el nuestro, y la ley mosaica condenaba la idolatría con la pena capital, aunque nos inclinamos a pensar que tal pena raras veces se cumplía13. Tal vez el autor sagrado, al narrar este episodio, se propuso dar una lección a los que en sus días se dejaban llevar de la inclinación al culto a los ídolos. De todos modos, la orden de matar dada por Moisés en nombre de Dios ha de atribuirse al propio Moisés, que quiere autorizarse obrando en nombre de su Dios. El número de tres mil muertos hay que interpretarlo también a la luz del género literario hiperbólico, tan querido de los orientales.
Con el cumplimiento de la orden justiciera, los levitas han llenado sus manos para Yahvé (v.29)i es decir, han sido como consagrados a Yahvé, pues llenar las manos equivale a ordenar sacerdote14. Aquí se expresa que los levitas quedaron especialmente vinculados al culto de Yahvé, recibiendo por ello la máxima bendición divina.

Intercesión de Moisés por el Pueblo (30-35).
30Al día siguiente dijo Moisés al pueblo: “Habéis cometido un gran pecado. Yo ahora voy a subir a Yahvé, a ver si os alcanzo el perdón.” 31Volvióse Moisés a Yahvé y le dijo: “¡Oh, este pueblo ha cometido un gran pecado I Se han hecho un dios de oro. 32Pero perdónales su pecado o bórrame de tu libro, del que tú tienes escrito.” 33Yahvé dijo a Moisés: “A él, que ha pecado contra mí, es al que borraré de mi libro.” 34Ve ahora y conduce al pueblo a donde yo te he dicho. Mi ángel marchará delante de ti; pero, cuando llegue el día de mi visitación, yo los castigaré por su pecado.” 35Y castigó Yahvé al pueblo por el becerro de oro que les hizo Aarón.

Después de la justicia severa ejecutada, Moisés sube de nuevo al monte a tratar con Dios del perdón de Israel. Aquí resalta la conducta del mediador. Recordemos la conducta de Abraham respectb de Sodoma. Moisés empieza por confesar el pecado del pueblo, para quien pide perdón, y de no concederlo le pide a Dios que le borre del “libro de los vivos” (v.32). Es pedir la muerte. Según la mentalidad del Antiguo Testamento, Dios tiene un libro en el que están escritos los que han de permanecer vivos en amistad con El15. Es una especie de empadronamiento que Dios tiene de los hombres, y especialmente de los israelitas. Dios aquí no acepta la vida de Moisés, sino que quiere castigar al pueblo pecador, y si le perdona la vida, es a condición de enviarle un castigo especial por su transgresión (v.34). En castigo a su ingratitud, en vez de guiarle personalmente por el desierto, enviará su ángel16. Bajo su dirección entrarán en la tierra prometida.

1 Exo 33:5-6. – 2 Exo 32:2-3. – 3 Exo 32:24. – 4 Cf. 1Re 12:18. – 5 Cf. P. Dhorme, La religión assyro-babylonienne p.59. – 6 Sal 18:8s. – 7 Cf. Deu 6:7s. – 8 Cf. Gen 15:5; Gen 22:17; Gen 26:4. – 9 Gen 4:7; Jue 2:18; 1Sa 15:11; 1Sa 15:35. – 10 1Sa 15:29; Num 23:19· – 11 Cf. Jue 18:1-31. – 12 Cf. Num 25:7s; Sal 106:315. – 13 Cf.Dt c.13. – 14 Cf. Exo 28:41; Exo 29:9; Lev 21:10. – 15 Cf. Isa 4:31, Sal 69:29; Rev 3:5·13:8; 17:8. – 16 Cf. Exo 23:20s.

Fuente: Biblia Comentada

haznos dioses. Tal era la influencia del mundo politeísta en el que vivían que los israelitas, en un momento de pánico o de impaciencia, sucumbieron a una visión pagana del mundo. Lo que hace esto aun más alarmante es la rapidez con la que la idolatría pagana los arrastró a pesar de las recientes exhibiciones en la propia vida de cada uno de ellos de la grandeza y bondad de Dios. Pero no estaban solo demandando dioses, sino dioses que los guiasen: «que vayan delante de nosotros». La forma pagana de ver el mundo les había impedido ver que era Dios el que los había sacado de Egipto, y, en lugar de ello, cometieron el escarnio de atribuir el éxodo a Moisés (cp. Hch 7:40).

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

Esta sección esboza las actividades de Israel durante su estancia de aproximadamente once meses en el Sinaí (cp. Éxo 19:1 con Núm 10:11).

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

El principal énfasis en los últimos capítulos recae sobre el diseño y la construcción del lugar central de culto para la nación. Como preparación para la ocupación de su tierra, habían recibido un sistema legal para gobernar su vida individual y nacional, para impedir la explotación de los pobres y de los extranjeros, y como salvaguardia frente al politeísmo y la idolatría. La necesidad de estas salvaguardias quedó confirmada por el incidente idolátrico del becerro de oro (Éxo 32:1-35). Las detalladas instrucciones divinas para el tabernáculo permiten desechar toda suposición acerca de si era comparable en absoluto o si se derivaba para nada de los pequeños santuarios portátiles pertenecientes a diversas deidades tribales. El origen del tabernáculo estaba en Dios y fue dado a Moisés mediante una revelación especial (cp. Éxo 25:9; Éxo 25:40; Éxo 26:30; Heb 8:5).

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

III. Alianza en el Sinaí (Éxo 19:1-25; Éxo 20:1-26; Éxo 21:1-36; Éxo 22:1-31; Éxo 23:1-33; Éxo 24:1-18; Éxo 25:1-40; Éxo 26:1-37; Éxo 27:1-21; Éxo 28:1-43; Éxo 29:1-46; Éxo 30:1-38; Éxo 31:1-18; Éxo 32:1-35; Éxo 33:1-23; Éxo 34:1-35; Éxo 35:1-35; Éxo 36:1-38; Éxo 37:1-29; Éxo 38:1-31; Éxo 39:1-43; Éxo 40:1-38)

Análisis de discurso

El monte Sinaí es un lugar privilegiado en el itinerario de Israel por el desierto. Allí arribará el pueblo luego de siete etapas y allí recibirá las leyes que regirán su vida como tal. Si observamos la extensión que tiene esta estancia en el desarrollo de la totalidad del Pentateuco ―59 capítulos sobre un total de 187―, comprobaremos hasta qué punto domina esta alianza en el Sinaí el conjunto de textos de la Torá. Sin embargo, esa extensión mayúscula se justifica por el hecho de que en ese lugar Dios revela de manera explícita qué tipo de relación le propone a su pueblo: cuáles han de ser sus responsabilidades religiosas y sociales, y los términos de la alianza que anuncia realizar. Cuando finalice la estancia en el Sinaí y los israelitas lleguen a las estepas de Moab, ya contarán con un cúmulo de leyes e instrucciones que regularán la vida entera del pueblo y de sus líderes.

Se ha observado que en esta sección la forma de los textos está emparentada con los pactos de soberanía y vasallaje comunes en el mundo antiguo, especialmente entre los hititas y los asirios. Estos pactos se realizaban entre un rey poderoso y otro más débil, quien recibía protección militar a cambio de impuestos y lealtad política. La versión del pacto del Sinaí comparte algunos elementos de estos pactos, pero matiza otros, lo cual le da al pacto con Israel una fuerza que supera la de las relaciones políticas. En efecto, a partir de este pacto, toda ofensa a la vida será una ofensa dirigida a Dios mismo, y la responsabilidad por la administración de la justicia y por el ejercicio de la solidaridad no será una obligación ante el rey de turno, sino ante la divinidad misma, la cual pedirá cuentas si dicha obligación no se ejerce según lo pactado.

La estadía en el Sinaí se prolonga hasta Núm 10:11, texto que en el que se narra la partida del pueblo en busca de la tierra prometida. Esto indica que la narración sobrepasa los límites del libro del Éxodo, lo cual pone en evidencia la unidad literaria mayor a la que dicho libro pertenece. Sin embargo, el Pentateuco posee cortes literarios que marcan y justifican su división en cinco libros. Para el caso que nos ocupa, la culminación de la construcción de la Tienda del encuentro y la toma de posesión de la misma por Dios indica una bisagra en la narración. A partir de ese momento, Dios hablará desde la tienda, lo cual hace que se lo ubique y, en cierta medida, se lo identifique con ese lugar.

Es necesario observar la estructura literaria de los capítulos Éxo 19:1-25; Éxo 20:1-26; Éxo 21:1-36; Éxo 22:1-31; Éxo 23:1-33; Éxo 24:1-18; Éxo 25:1-40; Éxo 26:1-37; Éxo 27:1-21; Éxo 28:1-43; Éxo 29:1-46; Éxo 30:1-38; Éxo 31:1-18; Éxo 32:1-35; Éxo 33:1-23; Éxo 34:1-35; Éxo 35:1-35; Éxo 36:1-38; Éxo 37:1-29; Éxo 38:1-31; Éxo 39:1-43; Éxo 40:1-38, que consiste en dos bloques de textos con una dinámica interna diferente cada uno:

I. Introducción

a

Éxo 19:1-25

Alianza

b

Éxo 20:1-26; Éxo 21:1-36; Éxo 22:1-31; Éxo 23:1-33

Ratificación de la Alianza

a’

Éxo 24:1-18

II. Prescripciones para la tienda

a

Éxo 25:1-40; Éxo 26:1-37; Éxo 27:1-21; Éxo 28:1-43; Éxo 29:1-46; Éxo 30:1-38; Éxo 31:1-18

Idolatría

b

Éxo 32:1-35; Éxo 33:1-23; Éxo 34:1-35

Construcción de la Tienda

a’

Éxo 35:1-35; Éxo 36:1-38; Éxo 37:1-29; Éxo 38:1-31; Éxo 39:1-43; Éxo 40:1-38

El primer grupo (caps. Éxo 19:1-25; Éxo 20:1-26; Éxo 21:1-36; Éxo 22:1-31; Éxo 23:1-33; Éxo 24:1-18) contiene una extensa colección de leyes que abarcan todos los aspectos de la vida, presentadas de manera progresiva. Hay una narración introductora (cap. Éxo 19:1-25), y al final, una ratificación. La alianza misma, que incluye el Decálogo y el llamado “Código de la alianza”, ocupa los capítulos Éxo 20:1-26; Éxo 21:1-36; Éxo 22:1-31; Éxo 23:1-33. El segundo grupo (caps. Éxo 25:1-40; Éxo 26:1-37; Éxo 27:1-21; Éxo 28:1-43; Éxo 29:1-46; Éxo 30:1-38; Éxo 31:1-18; Éxo 32:1-35; Éxo 33:1-23; Éxo 34:1-35; Éxo 35:1-35; Éxo 36:1-38; Éxo 37:1-29; Éxo 38:1-31; Éxo 39:1-43; Éxo 40:1-38) también es un quiasmo (a, b, a’) que consiste en presentar las instrucciones para la construcción de la morada de Dios, narrar la idolatría y su rechazo por parte de Moisés, para finalizar con la narración de la construcción de la Tienda y su aceptación final por Dios mismo, quien asume la misma como su lugar de residencia. La parte a’ reproduce casi literalmente su contraparte a, ambas relativas a los detalles del santuario, lo cual muestra el celo por cumplir con lo que Dios ha indicado.

A. La alianza (Éxo 19:1-25; Éxo 20:1-21)

1. De Refidim al Sinaí (Éxo 19:1-2)

TÍTULO: Ambas versiones base proponen para esta sección títulos que abarcan todo el capítulo Éxo 19:1-25. El título de TLA es más claro, pues señala la llegada al Sinaí, evitando la especulación acerca de si ya estaban allí o de si el Sinaí era una roca que acompañaba a Israel en su peregrinar (ver Éxo 17:6).

Análisis textual y morfosintáctico

Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción

E. Idolatría de Israel (Éxo 32:1-35; Éxo 33:1-23; Éxo 34:1-35)

Análisis de discurso

Estos capítulos representan un momento culminante para todo el Antiguo Testamento. En ellos se narra cómo el pueblo de Israel lleva a su punto más bajo la relación con el Dios que los ha liberado de la esclavitud y los está alimentando en el desierto. Si hasta ahora el descontento se había expresado en quejas y protestas, en esta oportunidad se llega a la ruptura misma del pacto de no hacer imágenes de Dios ni adorarlas. Esta situación de violación del acuerdo y de pecado consumado habría de constituirse en el símbolo del pecado máximo de Israel para el resto de su historia: la idolatría. Los profetas, los sabios y las narraciones históricas volverán una y otra vez sobre este pecado como el origen de todos los demás pecados. Cuando uno repasa los textos del Antiguo Testamento, comprueba que no es el relato de la transgresión de Adán y Eva, sino esta escena, lo que se evoca como paradigma del haberse apartado de Dios. Y la escena muestra cómo los israelitas ―a pesar de los beneficios que disfrutan y del desafío que supone para ellos ser hijos e hijas de Dios― deciden que la promesa de la tierra y la bendición de tener un Dios que hizo portentos delante de sus ojos no son suficientes garantías, y prefieren construir con sus manos una estatua de metal a la cual adorar.

Desde el punto de vista narrativo, se establece una distinción entre el pueblo y Dios, toda vez que se ubica esta historia entre la descripción del santuario y su construcción. Por un lado, está el pueblo, que, ante la duda y la ansiedad, busca la seguridad en un Dios como el de las demás naciones. Por el otro lado, Dios manifiesta su ira y enojo, pero muestra misericordia en el momento de renovar el pacto quebrado. Todo sucede cuando ya se ha planeado el lugar donde Dios sería adorado, aunque aún dicho lugar no ha sido construido. De modo que ya se tiene el conocimiento de lo que hay que hacer, pero aún no se ha puesto manos a la obra. La idolatría viene justo cuando se debía pasar del proyecto a la acción, de las ideas a la concreción efectiva de las mismas.

Debido a la densidad del mensaje de estas páginas, hemos decidido fraccionar el texto en porciones más pequeñas de lo que es habitual en esta obra, siguiendo ―con algunas modificaciones― la división propuesta por Osborn-Hatton. Esto permite realizar un análisis más detallado de cada sección y ser más cuidadoso en el trabajo de traducción. Distinguimos, entonces, tres partes, que a su vez se subdividen en unidades menores:

1. El pueblo rompe el pacto (Éxo 32:1-35)

a. El becerro de oro (Éxo 32:1-6)

b. El enojo de Dios (Éxo 32:7-14)

c. Las tablas rotas (Éxo 32:15-20)

d. Las excusas de Aarón (Éxo 32:21-24)

e. El castigo de los idólatras (Éxo 32:25-29)

f. Moisés intercede por el pueblo (Éxo 32:30-35)

2. Dios promete renovar el pacto (Éxo 33:1-23)

a. Dios ordena seguir la marcha (Éxo 33:1-6)

b. La Tienda del encuentro (Éxo 33:7-11)

c. Diálogo de Moisés con Dios (Éxo 33:12-23)

3. Dios renueva el pacto (Éxo 34:1-35)

a. Las tablas nuevas (Éxo 34:1-4)

b. Dios se presenta a Moisés (Éxo 34:5-9)

c. Otro decálogo (Éxo 34:10-28)

d. Moisés desciende del monte (Éxo 34:29-35)

En este esquema, debe observarse cómo se va desde la idolatría, una acción decidida por el pueblo, hasta la renovación del pacto, una iniciativa propia de Dios. Se reemplaza las tablas quebradas por Moisés por nuevas tablas, en las que Dios ―lejos de expresar venganza― invita al pueblo a continuar el camino con el propósito de cumplir sus promesas.

Esta narración está muy bien construida y tiene una estructura compleja, en la que se cruzan diversos ejes temáticos. Se debe tener en cuenta dos de dichos ejes en el momento de comprender estas páginas. Hay una sucesión de ascensos y descensos alternativos de Moisés al monte:

Moisés baja del monte con las tablas Éxo 32:15

Moisés sube al monte a interceder Éxo 32:30-31

Moisés baja (implícito) Éxo 32:35

Moisés sube con las tablas nuevas Éxo 34:4

Moisés baja definitivamente con las

nuevas tablas escritas Éxo 34:29

Cada escena supone un caminar ascendente de Moisés hacia Dios, o descendente, hacia el pueblo. Él es quien lleva y trae el mensaje para el pueblo y actúa de intermediario entre la voluntad de Dios y la gente.

Otro eje temático que se cruza con el anterior es el referente a los diálogos de Moisés con Dios, que se alternan en cuanto a quién inicia cada diálogo. Se puede describir diversas estructuras de dichos diálogos, según dónde se haga los cortes. Ofrecemos a continuación una división en seis diálogos:

1. De Dios a Moisés Éxo 32:7-14

2. De Moisés a Dios Éxo 32:30-35

3. De Dios a Moisés Éxo 33:1-6

4. De Moisés a Dios Éxo 33:12-22

5. De Dios a Moisés Éxo 34:1-5

6. De Moisés a Dios Éxo 34:5-27

Es para resaltar que la serie de diálogos comience con la iniciativa de Dios, quien ordena a Moisés descender del monte, y finalice con la entrega de una nueva alianza (Éxo 34:10). Dios es quien abre el diálogo, y al final, quien lo cierra.

Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción

1. El pueblo rompe el pacto (Éxo 32:1-35)

En esta primera parte se narra la ruptura del pacto y sus consecuencias inmediatas. La sección comienza con la fabricación del ídolo de oro y finaliza con la intercesión de Moisés, cuyo propósito es evitar la destrucción, no ya del ídolo, sino de todo el pueblo.

a. El becerro de oro (Éxo 32:1-6)

TÍTULO: Todas las versiones colocan un título en este lugar, y algunas lo hacen efectivo hasta el final del capítulo (RV95, TLA, DHH). En NBE abarca hasta el versículo Éxo 32:14, mientras que en BJ sólo hasta el versículo Éxo 32:6. A nuestro criterio, es mejor destacar esta escena y reducir la unidad a Éxo 32:1-6, o, si lo prefiere el traductor, a Éxo 32:1-14. En general, se llama becerro al animal, pero el título de TLA no es incorrecto, pues «toro» es otra acepción de la misma palabra hebrea.

Análisis textual y morfosintáctico

Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción

Se acercaron a Aarón: El texto hebreo dice, literalmente, “se reunieron sobre Aarón”, una expresión que significa que se reunieron “contra” él. De modo que la frase denota una actitud amenazante. La forma de RV95 desconoce este matiz. Proponemos traducir “se reunieron en su contra”. Otras versiones ofrecen «en torno a Aarón» (BJ) y «el pueblo acudió en masa ante Aarón» (NBE).

Levántate: Traduce una expresión hebrea que se utiliza para llamar a alguien a la acción. DHH, BJ, NBE ofrecen «anda», que es una mejor opción, pero TLA y NVI omiten su traducción. Sin embargo, esta expresión debe preservarse, porque es un imperativo que indica una actitud agresiva de parte del pueblo hacia Aarón. No es un simple pedido, sino una orden.

Haznos dioses: La palabra hebrea tiene forma plural, pero también sentido singular. Puede traducirse “dios” o “dioses”. Los hechos que se sucederán (v. Éxo 32:4) sugieren traducir en singular. Sin embargo, el verbo que le sigue está en masculino plural (vayan), lo cual complica la traducción. Distintas versiones siguen opciones diferentes: RV95, DHH y NVI traducen dioses, mientras que TLA, BJ y NBE prefieren «un dios». Nuestra recomendación es seguir TLA.

Vayan delante de nosotros: Se debe traducir vayan o «vaya» (BJ) de acuerdo con lo decidido en el punto anterior. La expresión delante de nosotros significa “que nos acompañe”, “que nos conduzca”. DHH traduce, adecuadamente, «que nos guíen». La propuesta de TLA se aparta del texto hebreo, pero preserva el sentido general: «Para que sea nuestro guía y protector».

Ese hombre: Es una forma despectiva de dirigirse a Moisés. Esta expresión debe preservarse. NBE y NVI muestran el desprecio: «A ese Moisés que nos sacó de Egipto». Lamentablemente, TLA omite este énfasis.

Fuente: Comentario para Exégesis y Traducción

Hch 7:40-41.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

La hechura del becerro de oro. La larga ausencia de Moisés (cuarenta días y cuarenta noches; 24:18) creó una atmósfera de incertidumbre en el campamento israelita. Quizá, temerosos de lo que Dios habría hecho con Moisés (cf. 20:19), los israelitas buscaron reafirmación a través de la hechura de una imagen que representaría la presencia de Dios en su medio. Volviéndose a Aarón, el pueblo le pidió que les hiciese dioses (“dios” en algunas versiones) que irían delante de ellos (1). Varios factores indican que la imagen del becerro de oro fue para representar a Jehovah. Primero, según la última parte del v. 4, el becerro representaba al dios que había sacado al pueblo de Egipto; no era una nueva deidad. Segundo, el festival, celebrado con gran entusiasmo por el pueblo (6), fue descrito por Aarón como para Jehovah (5). Es más, las actividades festivas se asemejan a aquellas registradas en el cap. 24 en relación con la ratificación del pacto entre Dios y los israelitas. Si bien los israelitas no rechazaron conscientemente a Jehovah como su Dios, su intento de representarlo como un becerro de oro fue un rompimiento mayor de las condiciones aceptadas con anterioridad (cf. 20:4-6; 20:23). Tal violación de las instrucciones de Dios invitaba a una fuerte condenación (cf. 32:7-10). Aun el narrador lo insinúa indirectamente a través del uso del término heb. elohim (dios/dioses) en los vv. 1, 4 y 8. Cuando se usa, como aquí, con verbos en plural elohim normalmente se refiere a dioses paganos; cuando se usa con verbos en singular normalmente se refiere a Jehovah.

A la luz de los capítulos anteriores, es irónico que el pueblo deseara tener un símbolo de la presencia de Dios. Moisés recién había recibido instrucciones para la edificación del tabernáculo en el cual Dios habitaría en medio de su pueblo. No obstante, mientras el tabernáculo con su mobiliario de oro representaban a Dios como un personaje real, el becerro de oro, en un marcado contraste, le representaba como una mera bestia. Si bien el pueblo había ofrecido sacrificios apropiados, su adoración del becerro rebajó a aquel que les había liberado de la esclavitud en Egipto. La adoración, para que sea verdadera, debe estar basada en una correcta percepción de Dios. El libro de Exo. enfatiza la importancia de conocer a Dios como realmente es, y no como nos lo imaginamos.

Notas. 2 La instrucción de Aarón al pueblo (quitad los aretes de oro) probablemente debe ser interpretada lit. (cf. v. 3); el becerro de oro fue hecho con los aretes de oro que el pueblo llevaba puestos. Indudablemente el pueblo poseía otros aretes que no estaban usando. Más tarde éstos se usaron en la construcción del tabernáculo (35:22). 4 El becerro más precisamente es un ternero. Imágenes de toros eran ampliamente usadas en la adoración del antiguo Cercano Oriente.

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

32.1-10 ¡Otra vez ídolos! Aunque Israel había visto actuar al Dios invisible, todavía querían a los dioses que les eran familiares, los que podían ver y moldear en cualquier imagen que quisieran. ¡Cuánto nos parecemos a ellos! Nuestra tentación más grande sigue siendo querer moldear a Dios a nuestro parecer, para hacer que nos convenga obedecerlo u obviarlo. Dios responde con gran ira cuando su misericordia es pisoteada. Los ídolos nos vuelven ciegos al amor que El preferiría darnos en abundancia. Dios no puede obrar en nosotros cuando ponemos algo o alguien por encima de El. ¿Existe algún ídolo en su vida que impida que el verdadero Dios viva en usted?32.4, 5 Los dos dioses egipcios más populares, Apis y Hator, eran imaginados como un toro y una vaquilla. Los cananeos a su alrededor adoraban a Baal, imaginado como un toro. Este era su símbolo sagrado de poder y fertilidad y estaba relacionado íntimamente con prácticas de inmoralidad sexual. Sin duda, a los israelitas, recién salidos de Egipto, les pareció muy natural hacer un becerro de oro para representar al Dios que acababa de liberarlos de sus opresores. Estaban cansados de un dios sin rostro. Pero al hacerlo estaban desconociendo el mandamiento que recién habían recibido: «No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra» (20.4). Puede que incluso pensaran que estaban adorando a Dios. Su aparente sinceridad no era ningún sustituto para la obediencia o excusa para la desobediencia.Aunque no nos hagamos ídolos, con frecuencia somos culpables de tratar de hacer a Dios a nuestra imagen, moldeándolo para encajar con nuestras expectativas, deseos y circunstancias. Cuando hacemos esto, terminamos adorándonos a nosotros mismos en vez de adorar al Dios que nos creó, y la autoadoración, tanto hoy como en los tiempos de los israelitas, lleva a toda clase de inmoralidad. ¿Cuál es su imagen favorita de Dios? ¿Es bíblica? ¿Es adecuada? ¿Necesita destruirla para poder adorar al Dios inmensamente poderoso que nos liberó de la atadura del pecado?32.9-14 Dios estaba listo para destruir a la nación entera por su pecado. Pero Moisés imploró misericordia, y Dios los perdonó. Este es uno de los ejemplos innumerables que hay en las Escrituras de la misericordia divina. Aunque merezcamos su ira, El está presto a perdonarnos y restaurar nuestra relación con El. Podemos recibir el perdón de los pecados al pedírselo. Al igual que Moisés, podemos orar que Dios perdone a otros y nos use para llevarles el mensaje de su misericordia.AARONSe puede hacer un trabajo de equipo efectivo cuando cada miembro utiliza sus habilidades especiales. Lo ideal es que las virtudes de cada miembro contribuyan con algo importante al esfuerzo del equipo. De esta forma, los miembros cubrirán las debilidades de unos y otros. Aarón hizo buen equipo con Moisés. Le proveyó a Moisés una de las habilidades que le faltaba, hablar eficazmente en público. Pero aunque Moisés necesitaba a Aarón, este también necesitaba de aquel. Sin una guía Aarón tenía poca dirección de sí mismo. Nunca hubo duda de a quién Dios había escogido y entrenado como líder. La docilidad que hizo de Aarón un buen seguidor lo hizo un líder débil. Los mayores errores de su vida fueron causados por su incapacidad de sostenerse por sí solo. Su condescendencia ante la presión pública de hacer un ídolo fue un buen ejemplo de esta debilidad.La mayoría de nosotros tenemos algo más de seguidores que de líderes. Quizás estemos siguiendo a un buen líder, pero ningún líder es perfecto y ningún humano merece nuestra completa lealtad. Sólo Dios es digno de ello y de nuestra obediencia. Necesitamos ser miembros de un equipo eficaz al usar las habilidades y dones que Dios nos dio. Pero si el equipo o el líder van en contra de la Palabra de Dios, debemos estar dispuestos a sostenernos por nosotros mismos.Puntos fuertes y logros :– Primer sumo sacerdote de Dios en Israel– Comunicador efectivo; fue la boca de MoisésDebilidades y errores :– Personalidad dócil; cedió ante las demandas del pueblo de un becerro de oro– Se unió a Moisés al desobedecer las órdenes de Dios con respecto a la roca que daba agua– Se unió a su hermana María para quejarse de MoisésLecciones de su vida :– Dios da habilidades especiales a los individuos a quienes reúne para su uso– Las habilidades especiales que hacen a un buen jugador de equipo, algunas veces lo convierten en un pobre líderDatos generales :– Dónde: Egipto, desierto de Sinaí– Ocupación: Sacerdote, segundo (luego de Moisés) en el mando– Familiares: Hermano: Moisés. Hermana: María. Hijos: Nadab, Abiú, Eleazar e Itamar.Versículos clave :»Entonces Jehová se enojó contra Moisés, y dijo: ¿No conozco yo a tu hermano Aarón, levita, y que él habla bien? Y he aquí que él saldrá a recibirte, y al verte se alegrará en su corazón[…] Y él hablará por ti al pueblo; él te será a ti en lugar de boca, y tú serás para él en lugar de Dios» (Exo 4:14, Exo 4:16).La historia de Aarón se relata en Exodo-Deu 10:6. También se le menciona en Heb 7:11. 32.14 ¿Cómo pudo Dios cambiar de parecer? Dios no cambió de parecer en la misma forma en la que un padre decide no disciplinar a su hijo. Dios cambió su comportamiento para permanecer congruente con su naturaleza. Cuando quiso destruir al pueblo, estaba actuando en coherencia con su justicia. Cuando Moisés intercedió por el pueblo, Dios «cambió» para actuar en forma lógica con su misericordia. Dios le había dicho al pueblo varias veces que si cambiaban sus caminos, El no los condenaría. Ellos cambiaron y Dios hizo lo que había prometido.32.19, 20 Abrumado por el espectáculo de la ruidosa idolatría y las orgías Moisés rompió las tablas que contenían los mandamientos, los cuales ya habían sido quebrantados en los corazones y en los actos de la gente. La ira justa tiene su lugar. Por enojado que estuviera Moisés, Dios lo estaba aún más, deseaba matar a todo el pueblo. La ira ante el pecado es una señal de vitalidad espiritual. No apague este tipo de enojo. Pero cuando se encuentre justificadamente airado ante el pecado, cuídese de no hacer algo que más tarde pueda lamentar.32.21-24 La decisión de Aarón casi le costó la vida. Su excusa absurda evidencia la declinación espiritual de su liderazgo y del pueblo. Aquellos que cumplen la función de voceros y ayudantes deben tener plena certeza de que su teología y su moralidad están sintonizadas con Dios de manera que no influya en ellos la presión ejercida por el pueblo. Si desea más información sobre Aarón, véase superfil en el capítulo 32.

Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir

NOTAS

(1) “Un dios.” Heb.: ’elo·hím, pl., probablemente para denotar excelencia; LXXVg: “dioses”; también pl. en Hch 7:40, aparentemente por citar de la LXX. Véanse Éxo 32:4, n: “Dios”; Éxo 32:31, n.

REFERENCIAS CRUZADAS

a 1397 Éxo 24:18; Deu 9:9

b 1398 Deu 4:15; Jua 4:24; Hch 7:40; Hch 17:29

c 1399 Ose 12:13; Miq 6:4

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

Moisés tardaba. Lo que retrasó a Moisés por tan largo tiempo ( cuarenta días y cuarenta noches, cp. 24:18), fue que Dios se estaba revelando a Moisés. Pero los israelitas no tenían medios de saberlo.

la gente se congregó…y le dijeron. La presión de la gente sobre Aarón para que les hiciera un dios le serviría más tarde a él para vindicarse de culpa en el asunto (vers. 22, 23).

un dios. La palabra elohim es plural en el hebreo y puede usarse para significar Dios (como en Gn 1:1), o dioses (como en 12:12). A pesar de los milagros que el S eñor hizo a favor del pueblo, éste recayó en las ideas paganas que sin duda había aprendido durante su estancia en Egipto.

Fuente: La Biblia de las Américas

Moisés tardaba. Había estado en el monte por 40 días (Éxo 24:18).

Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie

Haznos dioses…Hch 7:40.

Fuente: Biblia Textual IV Edición

Lit., Ven

O, unos dioses que vayan

Fuente: La Biblia de las Américas

g Hch 7:40.

Fuente: La Biblia Textual III Edición

[.] Así como Adán desobedece desde el principio, también Israel después de recibir la Ley. Ya empieza la convivencia difícil de Israel con su Dios. El amenaza, castiga, y luego perdona. Pero, aunque pasen los años, el pueblo no dejará de pecar. Entonces los profetas se convencerán, que al hombre en la tierra no le basta una Ley, sino que necesita un corazón nuevo. Ver lo de la nueva alianza en Jer 31,31. Fabrícanos un dios. Los israelitas no han aceptado realmente a Yavé, el Dios exigente y luchador que los manda a conquistar la tierra prometida. Y quieren volver a su religión pasada, que solamente pedía fiestas y ritos. El becerro que fabrican, con madera cubierta de oro (por eso Moisés lo quemará) es la figura tradicional del dios cananeo El, un dios bonachón que tranquiliza a mucha gente. El pecado de ellos, pues, no es solamente hacer una imagen de Dios, sino, más todavía, hacerse un dios según a ellos les conviene. Es el mismo pecado que cometen muchos de los creyentes de nuestros días cuando buscan una religión o una espiritualidad relajada, sin las contradicciones con que uno se topa cuando se hace el trabajo de Dios en el mundo. Voy a exterminarlos, mientras que de ti yo haré nacer un gran pueblo (10). En el momento en que falla la fidelidad del pueblo, Yavé pide a Moisés una prueba excepcional de su propia fidelidad. Le sugiere que sus propios descendientes podrían muy bien formar un nuevo pueblo de Dios en reemplazo de estos irresponsables. Pero Moisés ha comprendido que esto no puede ni debe ser Dios nunca desmentirá sus promesas a Israel. A él le corresponde sacrificarse hasta el final para salvar a estos pecadores. No buscará para los suyos, ni salvación, ni dones espirituales, en perjuicio del pueblo que recibió la Alianza. Moisés sale vencedor de esta prueba y merece conseguir el perdón para Israel. (Sal 106,23). Aquí como en otras ocasiones, Moisés intercede con autoridad en nombre de su pueblo. Después de él, será el Sumo Sacerdote, por su consagración, el defensor del pueblo ante Dios (Núm 17,12; He 7). Pero con los grandes profetas tendremos otro tipo de intercesores; ellos no lo serán por una consagración o un título de sacerdote, sino sencillamente porque son poderosos ante Dios, al haber sido conquistados y purificados por su Espíritu (Ez 22,30). Al bajar Moisés se escuchan las excusas de Aarón, que echa la culpa al pueblo. Aarón ha actuado como sacerdote oportunista, que bien pronto se olvida de la misión que recibió de Dios, no del pueblo. No se olvide que Aarón era el patrono y modelo de los sacerdotes judíos. Los sacerdotes que escribieron estas páginas reivindicaban para sí la misma autoridad de Moisés, del que guardaban las enseñanzas. Pero no por eso se creían mejores de lo que eran, y fueron bastante honrados para presentar a Aarón, su antepasado, como un hombre cuyos actos no estaban a la altura de su dignidad eminente. En cuanto al pueblo, no logrará borrar tan fácilmente sus pecados. Los relatos que se mezclan en este capítulo no concuerdan. El ver. 35 hace pensar en un castigo como la peste. El trozo 25-29 da a entender que no todos habían participado en la rebeldía. Las familias de sacerdotes, los levitas, son más fieles y ayudan a Moisés a restablecer su autoridad empiezan matando a los culpables. Por eso hoy él les da la bendición (29). No pensemos que Dios bendice la violencia, pero ¿qué es la violencia? Este antiguo texto elogia a los que optaron por Dios totalmente; ellos lo demostraron como se podía y se debía hacer en esos tiempos primitivos. Si hubieran actuado entonces como se debe hacer en el siglo XX, la historia santa habría muerto en la cuna. Muchos detalles de este relato se deben a que los que escribieron esta página, siglos después, se inspiraron en lo que ocurría en los santuarios de Betel y de Dan, en que el rey Jeroboam había hecho poner becerros para representar a Yavé (1 Re 12,26).

Fuente: Notas de la Biblia Latinoamericana

[1] Hech 7, 40.[4] Sal 106 (105), 19.[6] 1 Cor 10, 7.[7] Deut 9, 12.[8] 1 Re 12, 28.[9] Ex 33, 3; Deut 9, 13.[12] Num 14, 13; Sal 106 (105), 23.[13] Gen 12, 7; 15, 7; 48, 16.[14] Aunque lo castigó, no lo exterminó.[20] Deut 9, 21.[20] Moisés arrojó este polvo a las aguas que bebía el pueblo, para que viese cuán despreciable era el dios que había adorado.[22] 1 Jn 5, 19.[27] Deut 33, 9.[32] Expresión de gran caridad. Rom 9, 3.

Fuente: Notas Torres Amat