Hermanos míos, no os hagáis muchos maestros, sabiendo que recibiremos juicio más riguroso;
3:1 — “Hermanos míos.” Esta frase es empleada por Santiago varias veces a través de esta epístola. Véase 2:1, comentarios. — «no os hagáis maestros muchos de vosotros» (Versión Popular), «No os constituyáis muchos en maestros (Versión Ecuménica), «no seáis muchos en pretender haceros maestros (Versión Nácar Colunga). Literalmente dice el texto griego, «os dejéis de estar llegando muchos a ser maestros», o «no os estéis viniendo muchos a ser maestros». Es una prohibición adicional, ya que Santiago había condenado el oír sin hacer, el mostrar parcialidad, y el creer sin obrar. Ahora condena el buscar el puesto de maestro sin tomar en cuenta la responsabilidad pesada que lo acompaña; condena al que procura ser maestro, movido por el motivo de solamente querer reconocimiento y gloria humanos. Compárense Mat 23:5 —8; 1Ti 1:5-7.Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
no os hagáis maestros. Mal 2:12; Mat 9:11; Mat 10:24; Mat 23:8-10, Mat 23:14; Jua 3:10; Hch 13:1; Rom 2:20, Rom 2:21; 1Co 12:28; Efe 4:11; 1Ti 2:7; 2Ti 1:11; 1Pe 5:3.
sabiendo que recibiremos. Lev 10:3; Eze 3:17, Eze 3:18; Eze 33:7-9; Luc 6:37; Luc 12:47, Luc 12:48; Luc 16:2; Hch 20:26, Hch 20:27; 1Co 4:2-5; 2Co 5:10; Heb 13:17.
mayor condenación. Mat 7:1, Mat 7:2; Mat 23:14; 1Co 11:29-32.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
No debemos reprender a otros de manera irreflexiva o arrogante, Stg 3:1-4;
mas bien, refrenar la lengua, un miembro pequeño, pero poderoso instrumento de mucho bien y gran mal, Stg 3:5-12.
Los que son verdaderamente sabios son templados y apacibles sin celos y contiendas, Stg 3:13-18.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Los maestros cristianos (v. Stg 3:1) y los predicadores recibirán mayor condenación (Luc 20:47) debido a que lo que ellos hablan tiene gran influencia sobre otros. Es muy fácil pecar en nuestro hablar (v. Stg 3:2) y una palabra pecaminosa tiene consecuencias de mucha repercusión (vv. Stg 3:3-6). Nosotros mismos no podemos controlar nuestro hablar (vv. Stg 3:7, Stg 3:8); continuaría siendo una mezcla hipócrita de cosas buenas y malas (vv. Stg 3:9-12). Sólo la gracia de Dios, y la sabiduría descrita en el (v. Stg 3:17), puede darnos autoridad para no hablar cosas malas.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
recibiremos mayor condenación: Santiago no entrega la advertencia de juicio a otros sin antes aplicarla a sí mismo. Los maestros estarán ante el tribunal de Cristo y serán juzgados más estrictamente que otros. A mayor influencia mayor responsabilidad. Aquí el juicio no se refiere a una separación eterna de Dios, más bien, esto sugiere un minucioso juicio de los maestros ante Cristo (Mat 5:19; Rom 14:10-12). El liderazgo impone responsabilidad. Cuando la honra es grande, la responsabilidad es más grande; cuando las exigencias son considerables, la sanción por fallar es igualmente más severa. Todas las herejías que causan divisiones y muchos de los fracasos de la iglesia a lo largo de la historia se debieron a maestros sin sabiduría y comprensión.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
MAESTROS. Los maestros pueden ser pastores, dirigentes eclesiásticos, misioneros, predicadores de la Palabra y todos los que imparten instrucción a la congregación. El maestro debe entender que nadie tiene una responsabilidad más grande que quienes enseñan la Palabra de Dios. En el juicio, se juzgará a los maestros con más rigor que a los demás creyentes.
Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena
Capitulo 3.
Dominio de la Lengua, 3:1-12.
Las instrucciones y exhortaciones que siguen no tienen ningún nexo especial y directo con lo que antecede. Recuerdan, sin embargo, lo que ya había dicho el autor sagrado en 1:19.26; 2:12. Santiago enseña que todos los cristianos deben refrenar la lengua, pero principalmente los maestros 1, los cuales han de ejercitar su ministerio docente mediante la lengua 2 y han de procurar que sus palabras estén llenas de sabiduría y de prudencia 3. De ahí que el autor sagrado trate de refrenar la ambición de los cristianos de querer erigirse en maestros de los demás. El oficio de enseñar está lleno de peligros por la dificultad en custodiar la lengua. Las faltas de la lengua pueden ser causa de un juicio más severo por parte de Dios.
Responsabilidad del que enseña, 3:1-2.
1 Hermanos míos, no seáis muchos en pretender haceros maestros, sabiendo que seremos juzgados más severamente, 2a porque todos ofendemos en mucho.
Santiago no quiere que haya entre los cristianos, a los cuales se dirige, muchos maestros (v.1). Parece como si quisiera reaccionar contra la búsqueda ambiciosa del título de maestro. Es bien conocido el prestigio de que gozaban los rabinos entre los judíos. Tenían la aureola del sabio y del escriba4, eran colmados de honores. También la Iglesia naciente tuvo sus didascalos 5. Pero los apóstoles tuvieron que combatir en las comunidades cristianas la ambición de querer erigirse en doctores. Ya desde los primeros tiempos de la Iglesia se dieron abusos entre los didáscalos, sobre todo entre los didáscalos de origen judío. Estos se ponían a predicar sin estar suficientemente instruidos, o bien predicaban doctrinas no del todo conformes con la fe de Cristo 6, con las cuales sembraban el desconcierto en la Iglesia 7. Santiago aconseja aquí a sus lectores que no se complazcan en los títulos 8. El maestro sera juzgado mas severamente, pues tendrá que responder de la enseñanza dada, y además pesará sobre él la obligación de cumplir mejor su deber, por conocerlo con mayor perfección que los demás. Los doctores judíos parece que se preocupaban más de enseñar la virtud que de practicarla 9.
Por otra parte, hay que tener en cuenta, observa el autor sagrado, que todos ofendemos en mucho (v.2a). Santiago expresa aquí un principio universalmente admitido, y que la Sagrada Escritura recuerda con frecuencia: nadie puede decir que no tiene pecado 10. El libro de los Proverbios (24:16) afirma que “el justo cae siete veces al día.” Y San Juan en su primera epístola (1:8) hace esta advertencia: “Si dijéramos que no tenemos pecado, nos engañaríamos a nosotros mismos y la verdad no estaría en nosotros.” No hay nadie que no tenga que decir muchas veces el Padre nuestro pidiendo perdón de nuestras deudas n. El concilio Tridentino ha definido que es imposible evitar el pecado venial por toda la vida sin un privilegio especial de Dios 12.
Peligros y excelencia de la lengua, 3:2-12.
2 Si alguno no peca de palabra, es varón perfecto, capaz de gobernar con el freno todo su cuerpo. 3 A los caballos les ponemos freno en la boca para que nos obedezcan, y así gobernarnos todo su cuerpo. 4 Ved también las naves, que, con ser tan grandes y ser empujadas por vientos impetuosos, se gobiernan por un pequeño timón a voluntad del piloto. 5 Así también la lengua, con ser un miembro pequeño, se atreve a grandes cosas. Ved que un poco de fuego basta para quemar todo un gran bosque. 6 También la lengua es un fuego, un mundo de iniquidad. Colocada entre nuestros miembros, la lengua contamina todo el cuerpo, e, inflamada por el infierno, inflama a su vez toda nuestra vida. 7 Todo género de fieras, de aves, de reptiles y animales marinos es domable y ha sido domado por el hombre; 8 pero a la lengua nadie es capaz de domarla, es un azote irrefrenable y está llena de mortífero veneno. 9 Con ella bendecimos al Señor y Padre nuestro, y con ella maldecimos a los hombres, que han sido hechos a imagen de Dios. 10 De la misma boca proceden la bendición y la maldición. Y esto, hermanos míos, no debe ser así. 11 ¿Acaso la fuente echa por el mismo caño agua dulce y amarga? 12 ¿Puede acaso, hermanos míos, la higuera producir aceitunas, o higos la vid? Y tampoco un manantial puede dar agua salada y agua dulce.
Entre todos los pecados, los cometidos con la lengua son los más frecuentes y los más difíciles de evitar. Por eso los cristianos no han de ser fáciles en constituirse en maestros, pues el que enseña está expuesto más que ningún otro a pecar con la palabra. El que no peca de palabra, es varón perfecto (v.2b), porque el dominio de la lengua es un signo de fuerza moral y de santidad que dispone al hombre para afrontar victoriosamente todas las tentaciones. Dominar la lengua es una de las cosas más difíciles. Por eso el que logre dominarla podrá dominar también todos los movimientos desordenados, pues el que hace lo más difícil podrá hacer también lo más fácil. Del mismo modo que la transgresión de un solo mandamiento hacía pecar contra toda la Ley 13, así también el dominio de la lengua permitirá el dominio de todo el cuerpo. El cuerpo es considerado aquí como el conjunto de los miembros de los que el hombre se sirve para obrar bien o mal. Las benéficas consecuencias del freno de la lengua se manifestarán en toda la conducta de la persona.
Santiago sigue en esto a la tradición sapiencial judía, que estigmatiza tan frecuentemente los pecados de la lengua 14.
La sentencia expresada en el v.2b es confirmada con dos ejemplos (v.3-5a): Lo mismo que el jinete guía, mediante el freno, el caballo y lo conduce a donde quiere, aunque sea más fuerte que él; y las grandes naves son guiadas por un pequeño timón no obstante la fuerza del viento, así también por medio del dominio de la lengua, que es un pequeño miembro del cuerpo, el hombre modera y gobierna todo su cuerpo. El autor sagrado da realce a la desproporción entre la pequeñez del miembro, que es la lengua, y la influencia enorme que ejerce en la vida del hombre. Este gran poder de la lengua – a causa de la naturaleza viciada de la humanidad – inclina al hombre con mayor frecuencia al mal que al bien. La lengua puede corromperlo y destruirlo todo.
El poder nocivo y destructivo de la lengua es semejante al del fuego (v.5b-6). Una débil chispa, un poco de fuego 15, puede causar grandes incendios y destruir todo un bosque. También la literatura sapiencial compara la lengua a carbones ardientes, y las palabras a saetas inflamadas 16. La lengua es, como la chispa, insignificante e inofensiva en apariencia, pero puede causar grandes daños. Por medio de ella pueden encenderse, fomentarse y satisfacerse las más bajas pasiones. De este modo la lengua puede contaminarnos y destruir toda nuestra vida con su fuego devastador, porque la fuente del poder nocivo de la lengua es el infierno 17, el mismo demonio. La lengua es todo un mundo de iniquidad, ya que es el instrumento y la ocasión de toda clase de mal. La mayor parte de los crímenes son preparados, ejecutados y defendidos con la lengua, como afirma San Beda ™.
La lengua la tenemos entre nuestros miembros como un pequeño mundo de iniquidad, como una fuerza moral corruptora, como un productor de veneno, que puede contaminar todo nuestro cuerpo 19. Pero no sólo es veneno, sino también fuego que es atizado en el infierno y puede inflamar el ciclo de la vida humana. La expresión τον τροχόν της γενέσεως: “rotam nativitatis” (Vulgata), tiene cierta dificultad, ya que τροχός puede tomarse en el sentido de rueda o de carrera, curso (de la vida). Las versiones antiguas y los antiguos comentaristas se inclinan por el significado de rueda. Pero rueda significaría aquí no el mundo, que tanto entre los griegos como en la literatura rabínica es comparado a una rueda en perpetuo movimiento, sino la sucesión de las diversas etapas de la vida humana, el desarrollo de un destino, de una vida en sus etapas sucesivas 20. La literatura órfica y pitagórica habla también de la rueda o del ciclo de la vida21.
Santiago enseña que la lengua tiene el terrible poder de incendiar, de comprometer moralmente toda la existencia humana.
Además, la lengua, con tanto poder maléfico, es sumamente difícil de domar. El hombre ha encontrado el medio de domar toda clase de bestias (v.7) 22, pero a la lengua nadie es capaz de domarla (v.8). La lengua es un azote irrefrenable, un mal sin reposo 23, un adversario siempre agitado, que es sumamente difícil de domar. Bajo el estímulo de las pasiones se agita continuamente, diciendo despropósitos. Está llena de veneno mortífero, que infecta y mata 24. La literatura cristiana aplicará muy pronto esta imagen a los doctores heréticos, que mezclan con el buen vino su veneno mortífero 25.
Si el hombre, que es poderoso para someter a su imperio todos los seres de la creación, no puede domar la lengua, esto se explica por el hecho de que la lengua no es sólo un miembro humano, sino también el instrumento y la sede infernal de la malicia (cf. v.6).
La lengua es tan inestable e irrefrenable, que con frecuencia comete monstruosas contradicciones. Con ella los hombres bendicen al Señor, a nuestro Padre celestial, en las funciones litúrgicas y en las oraciones privadas. Pero al momento la emplean también para maldecir a los hombres, que han sido hechos a imagen de Dios (v.8). Esta manera de obrar es tanto más grave cuanto que maldecir al hombre – hecho a imagen de Dios 26 – es maldecir la imagen del mismo Dios, maldecir algo de Dios mismo. Y, por lo tanto, se viene a contradecir las alabanzas que se le habían tributado. La afirmación del autor sagrado tiene sentido general. Sin embargo, tal vez deje entrever que los judíos convertidos al cristianismo se resentían de su origen y eran muy inclinados a maldecir al prójimo 27.
El doble uso de la lengua no es moral. Servirse de la misma lengua para bendecir y maldecir es una monstruosidad que no tiene término de comparación en la naturaleza, como lo demuestran tres ejemplos aducidos por el autor sagrado (v. 11-12). Una fuente no echa por el mismo caño agua dulce y amarga; ni la higuera puede producir aceitunas (Vulgata: uvas), ni la vid higos; ni tampoco un manantial dar a la vez agua salada y dulce. Estas imágenes, tomadas de la vida campestre de Palestina 28, manifiestan un claro contraste entre la armonía de la naturaleza y el desorden existente en el uso de la lengua. La aplicación es evidente: es necesario hacer desaparecer ese desorden, esa monstruosidad de la lengua, haciendo buen uso de ella.
La fuerza de la comparación de la primera imagen no se pone en la salida simultanea de agua dulce y amarga, como piensa algún autor (Meinertz), sino en el hecho que del mismo caño, aunque en diverso tiempo, salga agua dulce y amarga. De igual modo, la deformidad de la lengua no está en que a la vez profiera palabras contrarias, lo que sería imposible, sino en que la misma lengua, en tiempos diversos, pronuncie cosas contradictorias 29.
Los v.9-11 son aducidos por el Catecismo Romano (3:9:20) para estigmatizar los daños producidos por la mentira.
Verdadera y falsa sabiduría, 3:13-18.
En la segunda parte del capítulo 3, el autor sagrado expone las cualidades que debe tener la sabiduría del maestro. Es difícil cumplir la misión de maestro, a causa de la facilidad con que la lengua desbarra. Sin embargo, este mal connatural puede ser superado por una conveniente preparación del alma por medio de la verdadera sabiduría. Esta es la razón de que el autor sagrado pase del abuso de la lengua a hablar de los peligros de la falsa sabiduría.
13 ¿Quién de entre vosotros es sabio e inteligente? Pues muestre con sus obras y conducta su mansedumbre y su sabiduría. 14 Pero, si tenéis en vuestros pechos un corazón lleno de amarga envidia y rencilloso, no os gloriéis ni mintáis contra la verdad; 15 que no será sabiduría de arriba la vuestra, sino sabiduría terrena, animal, demoníaca. 16 Porque donde hay envidias y rencillas, allí hay desenfreno y todo género de males.
Del mismo modo que los árboles manifiestan su naturaleza por medio de sus frutos (v.1z), así también la verdadera sabiduría es conocida por la conducta de los individuos. El verdadero maestro no es el que se contenta con conocer las verdades divinas, sino el que sabe dominar sus pasiones, observa una conducta irreprensible y está lleno de aquella mansedumbre (v.13) que es propia de la verdadera sabiduría 30.
Si, pues, la mansedumbre es propia de la verdadera sabiduría, es evidente que no serán sabios ni poseerán la auténtica sabiduría los que tienen un corazón lleno de amarga envidia y rencilloso (v.14). La falsa sabiduría procede del orgullo y no de la gracia divina 31. No es de arriba, sino totalmente terrena por su origen, animal y demoniaca (v.15), porque es opuesta al don supremo del Espíritu Santo y proviene del padre de la mentira 32. La oposición entre animal y espiritual es también frecuente en San Pablo 33.
Donde hay envidias y rencillas, allí habrá desenfreno (Vulgata: “inconstante”) 34; todo género de males (v.16), como lo demuestra la experiencia. El desorden moral se opone al orden establecido por el Dios de la paz 34. La verdadera sabiduría, fundada en la caridad, une a los cristianos; en cambio, la sabiduría diabólica, movida por la envidia y el desorden, será causa de toda clase de males. Por eso decía San Pablo a los fieles de Corinto: “Si, pues, hay entre vosotros envidias y discordias, ¿no prueba eso que sois carnales y vivís a lo humano?” 35; es decir, muestran que carecen de la verdadera sabiduría y se rigen por la que es terrena, animal y diabólica.
Por el modo de hablar se ve que Santiago se refiere a la sabiduría práctica, que ordena toda la vida según las normas de la rectitud y de la justicia. De esta sabiduría se habla con frecuencia en los libros Sapienciales.
Cualidades de la sabiduría que viene de Dios, 3:17-18.
17 Mas la sabiduría de arriba es primeramente pura, luego pacífica, modesta, indulgente, llena de misericordia y de buenos frutos, imparcial, sin hipocresía, 18 y el fruto de la justicia se siembra en la paz para aquellos que obran la paz.
La verdadera sabiduría se opone, por su origen, sus atributos y sus frutos, a la falsa sabiduría. El texto griego nos habla de siete cualidades de la verdadera sabiduría; la Vulgata, en cambio, tiene ocho. La sabiduría de arriba, es decir, la que procede de Dios, es ante todo pura (v.17), libre de todo movimiento pasional y de todo principio de error y de pecado. No puede entrar en el alma malévola ni en el cuerpo que es siervo del pecado, porque es una emanación del mismo Dios 36. Es pacífica, porque aporta la paz y conduce a ella 37. En esto se diferencia de la falsa sabiduría, que se deleita en los litigios y en las rivalidades. Es indulgente 38 para con los inferiores, dócil a las razones de los demás, y, por lo tanto, no soberbia ni caprichosa 39. La verdadera sabiduría está llena de misericordia para con los pobres y afligidos, y de buenos frutos, es decir, de obras de caridad40. Es imparcial, o sea que no hace distinción ni tiene acepción de personas41, y sin hipocresía, porque obra con sinceridad, no para complacer a los hombres, sino a Dios 42.
La sabiduría de que nos habla Santiago es, pues, eminentemente práctica, puesto que conduce a la observancia de las virtudes cristianas. Este cuadro que nos presenta el autor sagrado de la sabiduría recuerda el elogio de la caridad hecho por San Pablo en 1Co 13:15s.
Para terminar esta instrucción, Santiago invita a la práctica de la verdadera sabiduría, la cual produce la justicia en la paz (v.18). En cambio, la envidia y las rencillas son fuente de toda clase de males, con los cuales es violada la justicia. Por eso únicamente las almas pacíficas podrán poseer la verdadera sabiduría43, pues la sabiduría siembra los frutos de la justicia en beneficio de los pacíficos, es decir, de aquellos que buscan la paz.
1 Sant 5:1. – 2 Sant 3:2-12. – 3 Stg 3:13-18. – 4 Eclo 38:24-39:11; Sab 8:10ss. – 5 Gf. 1Co 12:28; Efe 4:11. – 6 Gal 2:12; Rom 2:17-24; 1Ti 1:3-7; Tit 1:10-14. – 7 Hec 15:24. – 8 Cf. Mt 23.8. – 9 Cf.Mt 23:3;Rom 2. – 10 Rev 8:46; Pro 20:9; Sal 19:13; Job 4:17-19; Eco 19:16; Ecl 7:20; Rom 3:9-18; 1Co 4:4. – 11 Mt 6:12; Lev 11:4. – 12 Ses.6c.23: D 833. El verbo griego πταίειν (Vulgata: offendere) significa “resbalar, tropezar, caer,” o sea, “pecar.” – 13 Sant 2:10. – 14 Pro 10:11-32; Pro 13:3; Pro 13:15, iss; Pro 18:21; Pro 21:23; Sal 32:9; Sal 39:2; Sal 141:3; Eclo 5:11-6:1; 14:1; 19:6-9; 28:13-26; cf. Mat 12:3633. – 15 El griego tiene ήλίκον πυρ = “quantus ignis” (Vulgata). Sin embargo, hay bastantes códices que tienen ολίγον = parvus, y, según San Beda, muchos códices latinos leían: “ecce modicus ignis.” Con todo, los críticos prefieren ήλίκον, que, si bien designa ordinariamente grandeza, no obstante se emplea también en los autores profanos con el sentido de Pequeño, exiguo. Cf. J. Chaine, o.c. p.81-82. – 16 Pro 16:27; Pro 26:18; Sal 120:3-4; Eco 28:22ss. – 17 La Gehenna (hebr. = Ge-Hinnom) fue primitivamente un valle situado en la parte,ur de Jerusalén (Jos 18:16; Neh 11:30). Bajo la monarquía israelita se hicieron en él sacri-ncios humanos (2Re 21:6; 2Re 23:10; Jer 7:31; Jer 32:35), por lo cual se convirtió en un lugar maldito εη donde se arrojaban los desperdicios e inmundicias de la ciudad, prendiéndoles fuego. £<sto dio ocasión a que se le considerase como una imagen del infierno. – 18 Expositio super Divi lacobi Epistolam: PL 93:27. – 19 Cf. Mat 15:11.19. – 20 A. Charue, o.c. p.416. Robertson, en The Expos. Tim 39 (1927-1928) 333, propone cambiar la letra X de τροχόν en tt, y lee: τον τρόπον τήβ γενέσεως, que daría un sentido aceptable: “la lengua inflama la disposición natural del hombre.” – 21 J. Ghaine, o.c. p.8a. – 22 Las especies de animales son distribuidas en cuatro grupos según la clasificación que era ya tradicional entre los judíos, y que se encuentra en Gen 9:2 y en Deu 4:17-18. El imperio del hombre sobre la creación alude también a un texto bíblico (Gen 1:26; cf. 9:2; Sal 8:6-8; Eco 17:4). La Vulgata omite ios peces, poniendo en su lugar et ceterorum, que probablemente es una corrupción de cetorum o cetum, genitivos plur. de cetus o de cete = cetáceo. – 23 Von Soden adopta la lección άκοττάσχετον κακόν = “mal incontenible, incontrolable,” de KGL y Pesitta; sin embargo, los mejores códices BSAP y las versiones Copta y Vulgata leen: άκατάστατον κακόν = “mal sin reposo.” – 24 Gf. v.6; Sal 58:55; Sal 140:4. – 25 san ignacio de antioquía, Trall. 6:2. – 26 Cf. Gen 1:26. – 27 Gf. Mat 5:44; Luc 6:28; Rom 12:14; 1Co 4:12; 1Pe 3:9; 1Jn 4:20. – 28 Cf. Mat 7:16s; 1Jn 20:1; 1Jn 21:28; 1Jn 24:32; Lev 13:6; Jua 15:1. – 29 Teófilo García De Orbiso, o.c. ρ.151; A. Charue, La Maitríse de la langue dans VEpítre de Saint Jacques: Goliat. Namurcenses (1935) 393-407. – 30 Gf. 2Ti 2:2455; 1Pe 2:12; 1Pe 5:3. – 31 Sant 1:5. – 32 Cf. Stg 3:6. – 33 Cf. 1Co 2:145; 1Co 3:3. – 34 1Co 14:33. – 35 1 Cor 3:3- – 36 Sab 1:4; Sab 7:255. – 37 Pro 3:17; Rom 8:6. – 38 La Vulgata y Nácar-Colunga traducen: modesta. Sin embargo, el término griego έτπεικήβ suele emplearse más bien en el sentido de bondad, indulgencia, cuando se trata de la actitud de un superior hacia su inferior (cf. Sal 86:5; 1Pe 2:18). Por otra parte, la palabra εύπει3ής( = Vgta.: “suadibilis”; Nác.-Col.: “indulgente”), que sigue, se refiere a las relaciones de los inferiores con sus superiores, y se traduciría mejor por dócil, flexible. – 39 La Vulgata añade una especie de glosa: bonis consentiens, que no se encuentra en el texto y falta en los mejores códices de la Vulgata. Tal vez sea una doble versión del griego εύπειβήβ, traducido antes por “suadibilis.” – 40 Cf. Stg 1:27. – 41 El non indicans de la Vulgata puede entenderse en el sentido de “el que evita juicios temerarios.” El término άδιάκριτοβ = “imparcial” puede tener sentido pasivo: “no dividido, no dudoso,” como generalmente sucede en el libro de los Prov, según la versión de los LXX. Λ-quí, sin embargo, se adapta mejor al contexto el sentido activo: “sin parcialidad, que no •nace diferencia.” – 42 Cf. Sab 7:22-27. – 43 .p Cf. Mat 5:9; R. M. Díaz Carbonell, Nota a lac 3:18: Sesiones de Estudio del Congreso •ucarístico (Barcelona 1952) 508ss.
Fuente: Biblia Comentada
maestros. Esta palabra se traduce «maestro» en los Evangelios y se refiere a una persona que se dedica a la enseñanza o a la predicación por nombramiento oficial (cp. Luc 4:16-27; Jua 3:10; Hch 13:14-15; 1Co 12:28; Efe 4:11). mayor condenación. La palabra también se puede traducir «juicio» pero aquí expresa en particular un veredicto negativo y se refiere a un juicio futuro: 1) para el maestro falso e incrédulo en la segunda venida de Cristo (Jud 1:14-15) y 2) para el creyente al ser recompensado delante de Cristo (1Co 4:3-5). Esto no debería desalentar a los maestros verdaderos pero sí sirve para advertir al que aspira a ese ministerio sobre su gran seriedad (cp. Eze 3:17-18; Eze 33:7-9; Hch 20:26-27; Heb 13:17).
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
3:1 – “Hermanos míos.” Esta frase es empleada por Santiago varias veces a través de esta epístola. Véase 2:1, comentarios.
–«no os hagáis maestros muchos de vosotros» (Versión Popular), «No os constituyáis muchos en maestros (Versión Ecuménica), «no seáis muchos en pretender haceros maestros (Versión Nácar Colunga). Literalmente dice el texto griego, «os dejéis de estar llegando muchos a ser maestros», o «no os estéis viniendo muchos a ser maestros». Es una prohibición adicional, ya que Santiago había condenado el oír sin hacer, el mostrar parcialidad, y el creer sin obrar. Ahora condena el buscar el puesto de maestro sin tomar en cuenta la responsabilidad pesada que lo acompaña; condena al que procura ser maestro, movido por el motivo de solamente querer reconocimiento y gloria humanos. Compárense Mat 23:5 -8; 1Ti 1:5-7.
Santiago no condena al que se está preparando para la posición de maestro. Compárense Heb 5:12-14; 2Ti 2:2. Pero no todos se están preparando, y el simple hecho de que uno acaba de ser bautizado y por eso es ahora hermano igualmente como los demás no le califica automáticamente para maestro. No debe alternar necesariamente con «los demás varones» en el programa de enseñanza en la iglesia. Aunque son inocentes los motivos de los que urgen a «poner a trabajar» al recién convertido (aunque sea un varoncito de doce años), los tales no están haciendo caso de esta prohibición de Santiago, respecto a la enseñanza pública.
El propósito de la enseñanza en la iglesia es el edificar (1Co 14:12; 1Co 14:26). Si alguno no tiene la preparación y habilidad para esto, no debe ocupar el puesto de maestro. Compárese 1Ti 4:13; 1Ti 4:16.
En efecto dice Santiago que uno no piense en venir a ser maestro si no está completamente persuadido de que puede controlar su lengua y cargar bien la responsabilidad que adhiere a tal puesto. La influencia y el efecto de la enseñanza pública de parte del maestro son tales que no es cualquier cosa ser maestro. Pablo (Heb 5:12-14) y Santiago (3:1) no se contradicen. Pablo condena la irresponsabilidad de no crecer espiritualmente, y Santiago la práctica de quienes se proponen como maestros sin poder controlar la lengua.
–«sabiendo… condenación». El maestro usa de palabras, y las palabras de él (como de toda persona, Mat 12:37) tendrán que ver con su juicio final. ¡Esto es sabido! Compárense Mat 5:19; Mat 15:14; Mat 18:6-7; Mat 23:2-3; Mat 23:24.
En lugar de «mayor condenación», otras versiones dicen: «un juicio más severo» (Versión Ecuménica), «más riguroso juicio» (Versión Moderna), «se nos va a juzgar más rigurosamente» (Versión Popular), «juicio más severo» (Versión La Biblia de las Américas).
La palabra griega, krima, significa «juicio». Muchas veces (no siempre) significa condenación, porque cuando uno es juzgado y no pasa el juicio, se le sentencia castigo o condenación. La palabra «juicio» (krima) se usa así en Marcos 12:40; Rom 13:2; 1Co 11:29; el contexto lo determina.
Aquí Santiago no está diciendo que todos los maestros van a ser condenados (pues él dice, recibiremos), sino que su juicio será más severo porque es mayor su responsabilidad en ser maestros. Compárese Luc 12:47.
Si Santiago está usando la palabra krima en el sentido de condenación, va por supuesto que implica que los maestros están fallando en sus responsabilidades y deberes como maestros. Se están proyectando como maestros, pero no controlan sus lenguas. Ya que causan grandes daños con sus lenguas, será mayor su condenación.
Fuente: Notas Reeves-Partain
EL PELIGRO DEL MAESTRO
Santiago 3:1
Hermanos míos, sería una equivocación el que muchos de vosotros os hicierais maestros, porque debéis daros cuenta de que los que enseñamos estamos expuestos a recibir una condenación más severa.
Los maestros tenían una importancia de primer orden en la Iglesia Primitiva. Siempre que se los menciona, es con honor. En la iglesia de Antioquía se los equipara a los profetas, y juntos mandaron a Pablo y Bernabé a su primer viajes misionero (Hch 13:1 ). En la lista que nos da Pablo de los que tenían un ministerio importante en. la Iglesia se los menciona a continuación de los apóstoles y los profetas (1Co 12:28 ; . cp. Ef 4:11 ). Los apóstoles y los profetas eran ministerios itinerantes. Su campo era toda la Iglesia; y no se quedaban mucho tiempo en cada congregación. Pero los maestros tenían un ministerio local; estaban adscritos a una congregación,.y su suprema importancia dependía del hecho de que era a ellos a los que correspondía instruir y edificar a los convertidos en las verdades del Evangelio. A ellos les correspondía la responsabilidad decisiva de poner el sello de su fe y conocimientos en los que llegaban a la iglesia.
En el Nuevo Testamento mismo tenemos atisbos de maestros que fallaron en su responsabilidad y se convirtieron en falsos maestros. Había maestros que trataban de hacer del Evangelio una especie de judaísmo,. y trataban de introducir la circuncisión y la observancia de la ley del Antiguo Testamento (Hechos 1 S: 24). Había maestros que no vivían nada de la verdad que enseñaban, cuya conducta estaba en contradicción con su instrucción y que no hacían más que deshonrar la fe que representaban (Rm 2:17-29 ). Había algunos que trataban de enseñar antes de llegar ellos mismos a saber nada(] Timoteo 1:6s); y otros que no querían más que satisfacer los deseos vanos de la gente (2 Timoteo 4:3 ).
Pero, aparte de los falsos maestros, Santiago está convencido de que la enseñanza es una ocupación peligrosa. Su instrumento es la palabra, y su agente, la lengua. Ropes dice que Santiago se preocupa de advertir » la responsabilidad de los maestros y lo peligroso del instrumento que tienen que usar.»
El maestro cristiano entraba en posesión de una herencia peligrosa; tomaba el lugar de los rabinos judíos. Hubo muchos rabinos sabios y santos; pero los rabinos recibían un trato que podía arruinar el carácter de cualquiera. Rabí quería decir » mi Grande.» Dondequiera que iba se le trataba con el máximo respeto. Se decía que las obligaciones que se tenían con un rabino excedían a las que se tenían con un padre, porque a los padres se debe la existencia en este mundo, pero a los rabinos en el mundo venidero. Hasta se decía que si fueran apresados por el enemigo los padres y el maestro de una persona, esta tenía obligación de rescatar en primer lugar a su maestro. Es verdad que a los rabinos no se les permitía recibir dinero por su enseñanza y que se suponía que se ganaba la vida trabajando en su oficio secular; pero se creía igualmente que era especialmente meritorio y piadoso el mantener a un rabino. Era tremendamente fácil para un rabino convertirse en la clase de persona que Jesús describía: un tirano espiritual, un traficante en la piedad, un enamorado de las distinciones y de que se le mostrara un respeto servil en público (Mt 23:4-7 ). Cualquier maestro corría peligro de convertirse en » el Señor Oráculo.» No hay profesión más propensa a general orgullo intelectual y espiritual.
Hay dos peligros que deben evitar los maestros. En virtud de su ministerio puede que le corresponda enseñar a los que son más jóvenes de edad o en la fe. Por tanto, debe esforzarse en evitar dos cosas. Debe asegurarse de que está enseñando la verdad y no sus propias opiniones y aun prejuicios. Es fatalmente fácil para un maestro el tergiversar la verdad y enseñar, no la versión de Dios, sino la suya propia. Debe tener mucho cuidado de no contradecir sus enseñanzas con su vida; de no caer en el » Haced lo que yo os digo, pero no lo que yo hago.» Como decían los rabinos judíos: » No el aprendizaje, sino la puesta por obra es la base, y el que multiplica las palabras multiplica el pecado» (Dichos de los padres 1:18).
La advertencia de Santiago es que el maestro ha entrado voluntariamente en una posición especial; y está, por tanto, en peligro de una mayor condenación si falla. Las personas a las que Santiago estaba escribiendo codiciaban el prestigio del maestro; Santiago les recuerda su responsabilidad.
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
CAPÍTULO 3
V
REFRENAR LA LENGUA 3,1-12
Santiago pasa ahora a tratar de otro vicio que brota en la vida cristiana y del que hasta ahora sólo había hablado incidentalmente (1,19.26), es decir, de los excesos que se cometen con la lengua. Santiago alude a la gran tentación que experimentan todos los judeocristianos de darse tono en las asambleas religiosas como intérpretes de la Escritura y maestros de la fe (3,1), y con esta ocasión expone el poder diabólico de la lengua no dominada (3,3-12). Se sirve de ideas familiares a los judíos y judeocristianos, con las cuales pone ante los ojos, en forma gráfica, los efectos destructores de la lengua desenfrenada. Su exhortación a dominar la lengua y a subordinarla al espíritu de la fe y del amor es válida para todos los cristianos.
1. NO PRETENDÁIS SER MAESTROS (3,1-2a).
1 No os constituyáis muchos en maestros, hermanos míos, sabiendo que tendremos un juicio más severo. 2a Pues todos nosotros fallamos con frecuencia.
Todo varón israelita mayor de edad podía pedir la palabra en la sinagoga durante el acto cultual y explicar la Escritura, fortalecer la fe, instruir, edificar, exhortar o consolar. También Jesús lo hizo 36. Pero los doctores de la ley, que habían estudiado la Escritura y gozaban de gran reputación, constituían un grupo aparte. El cristianismo primitivo conservó esta institución; también en él los maestros constituían un grupo aparte, que gozaba de gran consideración 37. Es más, se admitía en principio que había que acoger a tales maestros como al mismo Señor, pues hablaban en su nombre 38. No debe maravillarnos, pues, que muchos aspirasen a aparecer como maestros sin que los motivos que les impulsaban fueran siempre totalmente desinteresados, libres del afán de prestigio y de la codicia de honores. Santiago pertenece al grupo de los maestros y puede juzgar por propia experiencia. Sabe decir la palabra oportuna, que manifiesta además sus propios sentimientos. Recuerda la gran responsabilidad que tiene quien habla en nombre de Dios. Cuando se trata de la fe y de la salvación de las comunidades, las reflexiones y exhortaciones puramente humanas pueden provocar no sólo creencias erróneas, sino incluso la condenación. En este punto no es posible rehuir la propia responsabilidad 39. Si a todo cristiano se le pedirá cuenta de sus palabras (Mat 12:34-37), con razón, ¡cuánto mayor se le pedirá a quien, en nombre de Dios, predica la palabra revelada y la interpreta autorizadamente! El destino de los maestros y dirigentes del pueblo judío es un ejemplo estremecedor para los encargados de divulgar la palabra de Dios…
¡Cuán pesada se hace esta responsabilidad, si se contempla la miseria del creyente que ocupa un cargo de gobierno y que falla sin cesar! Lleva la palabra de Dios en manos débiles y torpes e incluso, a veces, no totalmente puras. La advertencia de Santiago no va dirigida sólo a aquellos a quienes está confiado en la Iglesia el oficio de enseñar, sino a todos los que tienen algo que decir en la Iglesia, a todos nosotros, que nos erigimos constantemente en censores y jueces de nuestros hermanos en Cristo, a los que nos gusta tener bajo nuestra tutela y tratar como a niños, mientras nosotros, en cambio, difícilmente prestamos oídos a los sabios consejos de otra persona. ¡Cuántas veces se abre paso un celo que no estaba iluminado por la luz divina y que es interesado, que no se preocupa tanto por el honor de Dios cuanto por el propio! El poder religioso es el más peligroso, porque penetra hasta lo más profundo de la persona, le concede la autoridad máxima y no es difícil que tras la causa buena y honesta que se persigue se escuden la hipocresía y la ilusión. ¡Qué enorme daño han causado a la Iglesia los predicadores de la palabra divina (damos a la expresión un sentido amplio) que no estaban iluminados por Dios y eran ineptos, indignos e impuros! La seria advertencia de Santiago es muy oportuna.
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36. Cf. Luc 4:16-30; Hec 13:14-52; Hec 15:1-7; Hec 16:13-15; Hec 19:8-10.
37. Hec 13:1; 1Co 12:28s; Efe 4:11; Hab 13:7.
38. La doctrina de los doce apóstoles es un antiguo escrito que tuvo su origen a fines del siglo I o a principios del II d.C., en Palestina o en Siria. Esta obrita recopila las reglas y preceptos «apostólicos», que debían guardar los cristianos. El capitulo once da reglas sobre la conducta que hay que observar con respecto a los maestros y profetas cristianos itinerantes.
39. Así lo demuestra claramente la lucha que pronto resultó necesaria contra los falsos maestros y profetas de la antigua Iglesia: cf. Hec 15:1.24; Gal 1:7; 2Co 10:12-18; 2Co 11:12 ss; 1Ti 6:3 ss; 2Ti 2:14 ss; Tit 2:10; 2Pe 2:3; 1Jn 1:18-28; 1Jn 4:1-6; 2Jn 1:7 ss; Rev 2:2.14.20s.24.
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2. ES PERFECTO QUIEN NO FALLA EN EL HABLAR (Rev 3:2b-4).
2b Si alguno no falla en el hablar, ése es varón perfecto, que puede refrenar también el cuerpo entero. 3 Si a los caballos les ponemos frenos en la boca para que nos obedezcan, gobernamos también todo su cuerpo. 4 Mirad también las naves. Con ser tan grandes y estar impulsadas por fuertes vientos, son gobernadas por un pequeño timón, a voluntad del piloto.
A primera vista esta argumentación no parece del todo evidente. Hay muchos que saben dominar bien su lengua y distan mucho de ser perfectos. Y sin embargo Santiago ha tocado aquí un punto esencial, no sólo para los orientales, de expresión viva y espontánea, sino para todos nosotros. En efecto, la palabra es el medio adecuado para los actos y relaciones humanas. Por medio de la palabra el hombre sale de sí para comunicarse con su prójimo; mediante la palabra interviene en el acaecer común a todos los hombres. La palabra tiene un poder inmenso, tanto para el bien como para el mal. Las palabras no son sólo un sonido, no son como el humo; mediante la palabra el hombre actúa y se manifiesta; sus palabras pueden ser de amor, de unión, de entrega o de dureza, de traición, de burla, de odio y de destrucción. La palabra de Dios nos da a conocer el ser y la voluntad de Dios y obra lo que dice; la palabra del hombre nos da a conocer los sentimientos y la voluntad del que habla, actúa en nosotros y nos pide una respuesta. Por eso la lengua es el miembro humano con mayor campo de acción. Quien es capaz de dominar la propia lengua y de ponerla al servicio de Dios, ha subordinado a Dios toda su naturaleza. En la palabra se manifiesta el interior del hombre…
Santiago muestra esto con las comparaciones del caballo y de la nave, que expone en forma popular y llamativa. El hombre puede dirigir el cuerpo grande y brioso del caballo porque aplica su voluntad dominadora en el sitio oportuno y la hace prevalecer. Quien, pues, quiera ser perfecto debe meterse un freno en la boca, tiene que emplear el don divino de la palabra con sentido de la responsabilidad, tiene que dominar los impulsos y las tendencias impetuosas de su corazón, que se adueñan con demasiada facilidad de su lengua.
Con la comparación de las grandes naves de vela expuestas a merced de los vientos se pone de relieve en forma aún más impresionante esta misma verdad. También en la nave es preciso acudir al puesto debido, al timón, y entonces basta un movimiento del piloto para que la enorme nave se someta a su voluntad. Quien domina sus palabras puede conformar todas las potencias y miembros de su ser a la voluntad de Dios y ser perfecto. La perfección de los que procuran cumplir la voluntad de Dios hay que medirla, pues, por sus palabras, por el dominio que tienen de su lengua. Quien, no domina su lengua, no sólo deja de cumplir la voluntad de Dios sino que produce grandes daños entre sus semejantes, en el mundo y en la Iglesia.
3. EL PODER DE LA LENGUA ES PERNICIOSO (3,5-8).
a) Es fuente de mal (3,5-6).
5 Así también la lengua es un miembro pequeño y se gloría de grandes cosas. Mirad cómo un fuego tan pequeño incendia bosque tan grande. 6 También la lengua es fuego; como un mundo de iniquidad, la lengua está colocada entre nuestros miembros, contamina todo el cuerpo, inflama el engranaje de la existencia y, a su vez, es inflamada por la gehenna.
No debe sorprendernos que la palabra del hombre, y por tanto su lengua, tenga una fuerza tan terrible; es la misma fuerza que está tras las palabras del hombre: Puede ser el espíritu y la voluntad de Dios o bien el espíritu demoníaco de Satán y su fuerza destructora. Dado que Santiago quiere exhortar al recto uso de la palabra, pondera las perniciosas consecuencias de las palabras que brotan de un corazón irresponsable, maligno. Igual que el fuego, destruyen todo lo que se pone a su alcance. Una vez que el mal se ha apoderado de la palabra y ha penetrado en el mundo, lo consume todo, hasta que no queda más que destrucción y cenizas. No es sólo la palabra de Dios la que actúa eficazmente en el mundo; también es eficiente la palabra de Satán, que resuena en el mundo por medio de la palabra humana. La guarida y el refugio de la maldad es el corazón del hombre. Del eje de la rueda, del centro alrededor del cual la rueda gira, del corazón del hombre proviene el mal que, por la palabra, puede llegar a enseñorearse de la sociedad humana y de su destino.
El cuadro que Santiago traza del hombre es muy sombrío. La naturaleza caída del hombre es un campo abierto a la acción del mal y del infierno, de forma que el hombre se convierte en cómplice, mensajero y heraldo del padre de la mentira y del que es homicida desde el principio (cf. Jua 8:42-47). Esta acción del diablo sobre el hombre es origen de desgracias tanto en los vaivenes de la propia vida como en la sucesión de generaciones. Este es el significado de la imagen del engranaje de la existencia, desde cuyo eje el fuego destructor se va extendiendo hasta abarcar toda la vida.
Santiago habla iluminado por la revelación de Jesús. En efecto, la imagen del engranaje de la existencia tiene el mismo significado que la suciedad que brota del corazón maligno del hombre y que la lengua arroja al exterior. «El mundo de la iniquidad» 40 tiene sus raíces en el corazón del hombre, dominado por el espíritu de este mundo, porque todo lo malo tiene su origen en el corazón malo: homicidios, adulterios, fornicaciones, robos, falsos testimonios, blasfemias, todos los malos pensamientos, deseos e intenciones malas (/Mt/15/19; cf. /Mc/07/15/21 ss). Todo el hombre se contamina con el lenguaje desenfrenado que mana de los malos sentimientos del corazón. Ha incurrido en el castigo de Dios. ¿Es posible observar sin horrorizarse el poder diabólico de este lenguaje en las relaciones humanas y en la propia vida? ¿Es posible no darse cuenta de la obra destructora que se lleva a cabo y de la deuda que se contrae? ¿No estaría más seguro nuestro destino y el del mundo si fuéramos conscientes de la responsabilidad que tenemos por nuestras palabras, purificásemos el corazón, fuente de todos los males, y apagáramos esa hoguera calamitosa?
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40. En el texto original, la expresión «mundo de iniquidad» tomada de Eco 17:6a, no acaba de encajar. Además no se ve bien claro si esta expresión se refiere al fuego o a la lengua. Muchos intérpretes creen que era una nota marginal, que se intercaló en eI texto. Sin embargo, no se puede llegar a una conclusión clara y definitiva. La traducción que ofrecemos es la que parece reproducir mejor el sentido del contexto.
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b) Es un poder indómito (3,7-8).
7 Todo genero de fieras, de aves, de reptiles, de animales marinos son domados y domesticados por el hombre. 8 Pero ningún hombre puede domar la lengua, mal incansable, lleno de veneno mortal.
No es empresa fácil domar la lengua, porque el mal está enraizado en lo más íntimo del corazón. Y. sin embargo, ¡qué paradoja!: el hombre puede someterlo todo a su voluntad, todo tiene que servirle como él quiere; lo único que no puede dominar es su propia persona, su palabra, su lengua, su corazón. ¡Qué dominador tan pobre que no puede dominarse a sí mismo a pesar de que Dios le hizo soberano de este mundo! Santiago indica con mucha delicadeza esta soberanía del hombre al recordar, aludiendo a las cuatro categorías de animales, el encargo que Dios dio al hombre de someter la tierra a su dominio (Gen 1:26; Gen 9:2).
El hombre debe mostrarse también señor y dueño de su lengua, de esa serpiente inquieta, venenosa, mortífera, cuyos movimientos van dirigidos por las malas tendencias del corazón (cf. Sal 139:4). Obrando así, cumplirá el encargo de someter el mundo que Dios le ha confiado, llevará a término su vocación de vivir según la voluntad del Creador. La lengua es un mundo de iniquidad, que es imposible dominar; esta sentencia, aparentemente pesimista, no lo es en realidad. Dirigida a cristianos, redimidos por la sangre de Jesús, tras la afirmación late una pregunta: ¿Vais a permitir que se pueda decir esto de vosotros? ¿O vais a tomar en serio la libertad que se os acaba de dar sobre el mal y el maligno?
4. SÓLO BENDICIONES DEBE PRONUNCIAR EL CRISTIANO (Sal 3:9-12).
a) La triste realidad (Sal 3:9-10a).
9 Con ella bendecimos al que es Señor y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, hechos «a imagen de Dios» (Gen 1:26s). 10a De la misma boca salen bendición y maldición.
Con el uso de la primera persona del plural, Santiago da una gravedad conmovedora a su confrontación inexorable con la triste realidad. Cuando habla de maldecir a los hombres no se refiere tan sólo a la costumbre judía de maldecir a los impíos, a los malhechores y a los adversarios 41 -conducta que Cristo superó con el mandamiento del amor al enemigo-, sino a la actitud demasiado humana de hablar mal del prójimo y alegrarse de su desgracia. El contraste que Santiago presenta es aún más triste cuando quienes tratan sin amor y con odio a sus hermanos o prójimos, criaturas e hijos del mismo Padre, son cristianos que llenan su boca de oraciones y frecuentan los actos del culto.
Si queremos ser imagen de Dios, que se preocupa también por los malos, y seguir el mandamiento y el ejemplo de Cristo, hemos de amar a todos los hombres, incluso a nuestros enemigos, honrarlos, orar por ellos y devolverles bien por mal 42. Santiago recuerda indirectamente la «ley regia» (cf. 2,8.13). ¿Cómo puede alabar realmente a Dios quien insulta y maldice la imagen viva de Dios? ¿Cómo puede honrar sinceramente a Dios quien no honra a su criatura? ¿Cómo puede amar de veras a Dios quien aborrece y odia a su prójimo, hijo del mismo Padre?
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41. Cf. Sal 109:17s; Rom 3:14.
42. Cf. Luc 6:28; Luc 23:34; Rom 12:14.
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b) La verdadera realidad (Rom 3:10b-12).
10b Esto, hermanos míos, no debe ser así. 11 ¿Acaso la fuente echa por el mismo caño lo dulce y lo amargo? 12 ¿Puede, hermanos míos, la higuera dar aceitunas, o la vid higos? Tampoco el manantial salado puede dar agua dulce.
Tal proceder es antinatural 43. En ninguna otra criatura se da semejante paradoja. Por ser criatura de Dios, el hombre tiene que respetar a su prójimo; por ser cristiano, debe amar con amor fraterno a los demás cristianos. Sólo así se ajustará al orden divino de la creación redimida. Quien produce frutos distintos de los que corresponden a su naturaleza no procede de Dios; sus palabras descubren un corazón maligno, dominado por el infierno; evidencian su hipocresía y atraen sobre él el castigo de Dios. Quien está llamado a alabar a Dios como hijo tiene que respetar, bendecir y amar a su hermano. No hay otra solución para un cristiano.
Las preguntas inexorables de Santiago no admiten otra respuesta. El autor interrumpe su razonamiento, porque es evidente.
Ser cristiano significa proclamar la palabra que nos ha sido confiada y ponerla en práctica, movidos por el Espíritu y por la voluntad de Dios y por un corazón que se ha convertido al bien.
Referido a Dios, proclamar y poner en práctica la palabra equivale a alabarle; referida a los hombres, la palabra ha de ser palabra de amor y de bendición.
Cuando un cristiano hace esto, queda liberado del espíritu diabólico de la mala palabra y prepara el camino al poder salvÍfico de la palabra de Dios.
¿Al servicio de quién está nuestra lengua?
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43. En estos versículos no se trata de la manera de ser y de la trascendencia de la lengua, sino de la incompatibilidad entre la maldición y la bendición. Las comparaciones que presenta Santiago no se hermanan muy bien, pero coinciden en una idea central, es decir, que tal modo de proceder es antinatural.
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VI
CONTRA EL ESPÍRITU MUNDANO, LA ENVIDIA Y EL EGOÍSMO 3,13-4,12
Pasa ahora Santiago a atacar las causas de las discordias, faltas de caridad y tensiones existentes en las comunidades, y lo hace formando una especie de línea discursiva con una serie de proverbios que en realidad tienen poca vinculación unos con otros. El mal ha de ser descubierto desde diferentes lados para poderlo vencer más fácilmente. Comienza exponiendo la norma fundamental de buena conducta: el amor manso, que fomenta la paz. Esta es la verdadera sabiduría venida de arriba (3,13-18). Luego descubre las causas de las relaciones hostiles: los deseos y las acciones egoístas, que proceden del espíritu mundano, que porque no han conseguido superarlo, todavía domina en tantos cristianos (4,1-6). Finalmente exhorta a la conversión, a conformarse humildemente a la voluntad de Dios (4,7-10), a deponer todo juicio anticaritativo fundado en la propia justicia (4,11-12). Santiago condensa en casos típicos ciertas faltas predominantes, y exhorta a todos los cristianos a desligarse del espíritu del mundo y a tomar en serio, en su ambiente y en su comunidad, el mandamiento del amor desinteresado y constructivo.
1. LA VERDADERA SABIDURÍA Y LA FALSA (3,13-18). SB/VERA-FALSA
a) La verdadera sabiduría se demuestra en el buen comportamiento (3,13).
13 ¿Quién es sabio y experimentado entre vosotros? Que muestre con su buen comportamiento sus obras hechas con sabia mansedumbre.
¿Hay alguien que no desee ser sabio y penetrar, con su inteligencia los problemas de la vida, para deducir cuál es la forma objetiva, sensata y sabia, de comportarse en la vida práctica? Para el que cree, lo importante es entender el camino de la salvación y la voluntad salvífica de Dios. Es sabio quien entiende bien la voluntad de Dios y vive según ella. Por lo visto el afán de comprender la revelación divina había provocado en algunos rivalidades, pendencias y tensiones, como sabernos que sucedía en las comunidades de aquellos tiempos 44. Quizá para explicar estas desavenencias haya que tener en cuenta el problema de las relaciones entre la fe y las obras (2,14-26). Santiago recalca que la verdadera sabiduría se demuestra en la vida: es sabio quien vive dejando que el amor de Dios determine su obrar. Santiago insiste una vez más en la voluntad de Cristo y en el modelo de mansedumbre que en él tenemos (cf. Mat 5:4; Mat 11:29), como ya había hecho antes (Mat 1:21). Es sabio quien vive con bondad, mansedumbre y humildad, tomando a Cristo por modelo. Sólo a quien vive así, se promete que un día poseerá la herencia de Dios (Mat 5:5).
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44. Cf. 1Co 1:10; y especialmente 3,3; 14,33; 2Co 12:20; Flp 1:17; Efe 1:17 ss; Col 1:9 ss; Col 2:1-10; 1Ti 6:20 y passim.
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b) Raíces y frutos de la falsa sabiduría (1Ti 3:14-16).
14 Si tenéis amarga envidia y rivalidad en vuestro corazón, no os gloriéis ni mintáis contra la verdad. 15 No es ésa la sabiduría bajada de arriba, sino terrena, animal, demoníaca. 16 Pues donde hay envidia y rivalidad, allí hay agitación y toda obra mía.
La regla de discreción de espíritus que aquí se da muestra que los frutos corrompidos de la sabiduría orgullosa de algunos cristianos provienen de una raíz podrida, del espíritu de Satán. La envidia, el orgullo, la vanagloria, el egoísmo y el partidismo contradicen al espíritu de Dios. Este antagonismo es el que quiere poner de relieve la palabra «animal». Aquellos frutos corrompidos son la causa de las malas obras y del mal comportamiento de la comunidad y de los individuos. Lo que se opone al amor, se opone a la verdad; lo que procede del espíritu del mundo caído, tiene potencia destructora. Quien, pues, se gloría de su sabiduría y critica, y juzga y condena a los demás, induciendo así a confusión y divisiones en la Iglesia, miente contra la verdad. A los ojos de Dios, aparece como servidor de Satán. Es terrible que sean tantos los redimidos, los que siguen cayendo en esta trampa y acaban por hacer las obras de Satán…
c) Raíces y frutos de la verdadera sabiduría (3,17-18).
17 Mas la sabiduría de arriba es, ante todo, pura; luego, pacífica, moderada, indulgente, llena de misericordia y de buenos frutos, imparcial, sincera. 18 En fin, la justicia es un fruto que se siembra en paz por los que obran la paz.
En cambio, la sabiduría de arriba, que es un don de Dios, puede cumplir el precepto de amor establecido por Dios. Desciende de Dios y por eso puede estar al servicio de la obra de Dios en el mundo, del crecimiento interno y externo de su Iglesia. Su objetivo no es el propio ensalzamiento ni la autojustificación, sino que la voluntad de Dios se cumpla en la comunidad de los creyentes. Es precisamente en el servicio a la comunidad donde la verdadera sabiduría debe producir sus frutos. El hombre no puede vivir sabiamente por sí mismo ni para sí mismo; la capacidad de vivir sabiamente proviene de Dios y se concede para el servicio de Dios. Por eso, la sabiduría que se pretende conseguir con las propias fuerzas y en provecho propio tiene que ser imperfecta e infructuosa ante Dios: carece de la fuerza necesaria, de buena orientación y de objetivo acertado. «Si alguno entre vosotros se tiene por sabio según este mundo, que se haga necio para hacerse sabio; pues la sabiduría de este mundo es una necedad para Dios» (/1Co/03/18s).
Santiago enumera siete características de la verdadera sabiduría, para mostrar su perfección. En primer lugar es desinteresada, sin hipocresía, es decir, no procede de ambición de mando ni de afán de prestigio en la comunidad. Sólo quiere agradar a Dios, y excluye segundas intenciones egoístas. Por eso puede hacer desbordar el espíritu de Dios en sí mismo y en la comunidad de los fieles, como se desbordó en la vida de Jesucristo. El verdadero sabio, bondadoso para todos, incluso para los necios, se adapta a todo, es misericordioso, sabe perdonar y demuestra con obras su amor a todos los que necesitan su ayuda (d. 2,14-26). Siempre que es necesario, sacrifica sus propios derechos y su posición en aras del bien común. Se pone en guardia contra todo tipo de discordia, de formación de grupos rivales y de partidismo, y se esfuerza por fomentar conscientemente la unión y la paz en la comunidad y en la Iglesia.
Quien así procede, sigue el ejemplo y mandato de Cristo, que se puso al servicio de todos para salvar a todos e, igual que su Maestro, sólo puede producir buenos frutos, y como es bueno cuanto contribuye a la paz y a la edificación de la Iglesia, los verdaderos sabios son los que trabajan activamente por la paz de la comunidad con palabras fraternas, que brotan de un amor responsable y sobre todo con trabajo desinteresado y servicial.
Esta semilla produce fruto duradero 45. «Bienaventurados los que practican la paz, porque ellos serán hijos de Dios» (Mat 5:9). Dios Padre reconocerá a estos sabios como sus verdaderos hijos, cuando juzgue las obras de todos los hombres. ¿Quién de nosotros no ha experimentado todavía que sólo el amor desinteresado puede producir frutos duraderos? ¿Quién de nosotros no ha comprobado que la discordia es destructora? ¿Por qué nuestra actividad en las comunidades se ajusta tan poco a la sabiduría que desciende de Dios, al amor de Cristo?
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45. El versículo 18 contiene una frase que en sus orígenes era independiente, y que fue añadida aquí por razón de las palabras «fruto» y «paz». Al lado de la traducción que hemos dado hay otra traducción posible: «La justicia es un fruto que se siembra en paz para los que obran la paz», es decir, Dios justifica a los que obran la paz y sólo a ellos, para premiar su conducta. Parece mejor la traducción que hemos dado, porque en ella aparece mejor el nexo que tiene la justicia con la eficiente actividad del que es «sabio» (cf . v. 13 ) .
Fuente: El Nuevo Testamento y su Mensaje
Rom 12:7; 1Co 12:28-29; Efe 4:11; (ver 1Ti 4:1-5).
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
— maestros: Maestro o doctor era uno de los cargos de la primitiva Iglesia; su cometido consistía en enseñar y explicar la fe cristiana. Del presente pasaje parece deducirse que era un cargo apetecido.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
El mal en la lengua
El primer punto que Santiago necesita plantear es que la lengua es un poderoso instrumento para el mal. Lo hace por medio de un largo y cuidadoso argumento.
La lengua es el principal instrumento del maestro, de modo que es allí donde comienza Santiago. No os hagáis muchos maestros significa más exactamente “no muchos de ustedes deben llegar a ser maestros”. Muchos quieren ser maestros y líderes de la comunidad cristiana. Tal deseo, argumenta Santiago, es un peligroso impulso que puede llevar a conflictos dentro de la iglesia. Una razón es que aun cuando el deseo de llegar a ser maestro sea motivado por la mejor de las razones, el maestro recibirá juicio más riguroso. Santiago se incluye a sí mismo entre los maestros y nos recuerda de Jesús, el cual condenó a los maestros judíos (Mat. 23:1-33; Mar. 12:40; Luc. 20:47) y dijo que aun nuestras palabras casuales serán juzgadas (Mat. 12:36). Además, Jesús enseñó que somos responsables de lo que sabemos (Luc. 12:47, 48). El maestro pretende saber y ponerse como ejemplo para la iglesia, desde que en los tiempos del NT el maestro enseñaba por la vida y el ejemplo más que por la palabra. ¡Qué responsabilidad tendrá ese tipo de personas en el día del juicio!
Todos pecamos y ofendemos (BA, “tropezamos”) y el lugar más fácil para tropezar es el uso de la lengua. ¡Qué fácil es permitir que se nos escape una palabra crítica! Si alguien tiene realmente controlada su lengua, de modo que no caiga en pecado en ese aspecto, de hecho tiene tanto dominio propio como para ser perfecto, dado que la lengua es la última parte del cuerpo que se pone bajo control.
Santiago da una serie de ejemplos que ilustran este hecho. Un caballo (una de las “máquinas” más poderosas en tiempos del autor) es controlado por un freno en su boca. Un barco, el mayor vehículo movible de su tiempo, se controla por un timón, que en ese entonces tenía la forma como de una lengua. La lengua también es poderosa como lo muestra su jactancia.
Santiago cambia la orientación del argumento en este punto y compara la lengua a una chispa que puede ser la causa del incendio de un bosque. La fuente de esa chispa es el mismo infierno. El autor no está hablando de la lengua como la fuente del lenguaje que es un don de Dios. Más bien, está pensando en la lengua como algo corrompido por la caída. Muchos pecados, si no todos, comienzan con una palabra. Puede ser pronunciada en forma audible o “dicha” silenciosamente en lo interno de la persona.
Lamentablemente, así como es poderosa, la lengua es difícil de domar. Santiago declara la verdad general sobre la capacidad de la gente para domar animales y la compara con su incapacidad de domar la lengua (no está implicando una observación científica de que todas las especies animales han sido domadas). Aun contando con toda la capacidad, no hay ser humano que pueda controlar su propia lengua. Aun el más perfecto de los santos ex perimenta momentos cuando desea volver a meter en su boca las palabras que acaban de salir.
Por lo tanto, la lengua es inquieta. La falta de quietud es una característica del mundo demoníaco y del mal, mientras que la paz es una característica de Dios y su buen reino. La lengua siempre está de seando decir algo, a menudo venenoso, que produce la muerte. Los asesinatos realizados por parte de los tiranos comienzan cuando dan las órdenes. Experimentamos algo similar en el nivel personal cuando hablamos lo que es malo y nos damos cuen ta de que nos trae más muerte que vida.
Santiago agrega algunos ejemplos más. En la iglesia (está escribiendo a creyentes) usamos nuestra lengua para alabar a Dios. Pero luego maldecimos (porque toda palabra contra una persona de hecho puede ser una maldición) a otros, que fueron creados a la imagen de Dios (Gén. 1:26, 27; 9:6). En los días del autor, el rey o emperador ponía su estatua en las ciudades de su dominio. Si alguno la insultaba o maldecía, era tratado como si hubiera maldecido al emperador en la cara, porque la estatua era la imagen del emperador. Por lo tanto, insultar a una persona, hecha a la imagen de Dios, es como insultar al mismo Dios. Esta dualidad, dos palabras diferentes y contradictorias, es un tipo de hipocresía.
Santiago da dos ejemplos para presentar la conclusión de este punto. El primero se toma de la tierra de Israel, donde en el árido valle del Jordán se podía ver, a la distancia, un torrente que fluía del valle en su lado oriental. Uno viajaba hasta allí es perando encontrar agua. A veces el agua era fresca y buena. A veces estaba llena de minerales (sal) y era imbebible. Pero algo era seguro: los dos tipos de agua no brotaban de la misma fuente. Del mismo modo, uno no obtiene un fruto diferente de un árbol o una viña que el que crece de acuerdo con su naturaleza. Este argumento implica que, si estamos usando insultos o maldiciones al hablar, es porque ésa es nuestra naturaleza. Nuestras alabanzas a Dios son una cobertura, un tipo de hipocresía.
Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno
3.1 La enseñanza era una profesión de gran valor y respeto en la cultura judía. Muchos judíos que abrazaron el cristianismo quisieron ser maestros. Santiago advirtió que, aunque es bueno aspirar a enseñar, la responsabilidad es muy grande porque sus palabras y ejemplo afectan la vida espiritual de los demás. Si usted enseña o dirige, ¿de qué forma está afectando su ejemplo a quienes usted guía?3.2, 3 Es importante tanto lo que usted dice como lo que no dice. La apropiada manera de hablar no es decir solamente las palabras correctas en el momento oportuno, sino que también incluye controlar los deseos de querer decir lo que no debe. Ejemplos del uso incorrecto de la lengua incluyen la murmuración, el menospreciar a otros, la manipulación, la enseñanza falsa, la exageración, las acusaciones, la lisonja y la mentira. Antes de hablar, pregúntese: «¿Es verdad lo que quiero decir, es necesario y es agradable?»3.6 Santiago compara el daño que puede causar la lengua con una llama de fuego. La perversidad de la lengua tiene su origen en el infierno mismo. La lengua sin control puede causar un terrible daño. Satanás usa la lengua para dividir a las personas e instigar enfrentamientos. Las palabras ociosas y aborrecibles son peligrosas porque esparcen rápidamente destrucción y nadie puede detener los resultados una vez que se han pronunciado. Debemos tener cuidado con lo que decimos, pensando que más tarde nos podremos disculpar, ya que el daño permanece. Algunas palabras expresadas con enojo pueden destruir una relación que necesitó años para establecerse. Antes de hablar, recuerde que los palabras son como el fuego, que no se les puede controlar ni se puede anular el perjuicio que pueden causar.3.8 Si ningún ser humano puede controlar la lengua, ¿para qué intentarlo? Aunque no logremos un control perfecto de ella, de todas maneras podemos descubrir cómo reducir el peligro que pueden provocar nuestras palabras. ¡Es mejor combatir un fuego que ir por los alrededores prendiendo otros! Recuerde que no estamos enfrentándonos al fuego de la lengua en nuestras propias fuerzas. El Espíritu Santo nos dará mayor poder para controlar y supervisar lo que decimos, para que cuando seamos ofendidos, recordemos el amor de Dios y no reaccionemos de un modo vengativo. Cuando somos criticados, el Espíritu sanará nuestras heridas para que no respondamos violentamente con nuestras palabras.3.9-12 A menudo nos desconcierta nuestro lenguaje contradictorio. A veces es correcto y agrada a Dios pero en otras ocasiones es violento y destructivo. ¿Cuál de estos refleja nuestra verdadera identidad? La lengua nos da una idea de nuestra naturaleza humana fundamental. Fuimos hechos a la imagen de Dios, pero también hemos caído en el pecado. Dios está interesado en cambiarnos de adentro hacia afuera. Cuando el Espíritu Santo purifica un corazón también da dominio propio de modo que la persona pueda decir las palabras que agradan a Dios.3.13-18 ¿Ha conocido a alguien que afirma que es sabio pero que actúa con necedad? La sabiduría verdadera puede medirse por la profundidad del carácter de una persona. Así como usted puede identificar un árbol por el tipo de fruto que produce, también puede evaluar su propia sabiduría por la forma en que actúa. La necedad conduce al desorden, pero la sabiduría conduce a la paz y a la bondad. ¿Está usted tentado a agrandar el conflicto, hacer correr el chisme o echar leña al fuego de la discordia? Las conversaciones agradables, así como las palabras prudentes y amorosas, son semillas de paz. Dios ama a los pacificadores (Mat 5:9).3.14, 15 «Celos amargos y contención» están inspirados por el diablo. Es fácil para nosotros ser atraídos a deseos equivocados por la presión social y, a veces, por cristianos con buenas intenciones. Por escuchar los consejos de «impóngase», «hágalo», «fíjese metas altas», podemos ser atraídos hacia la avaricia y la competencia destructiva. Buscar la sabiduría de Dios nos libra de la necesidad de compararnos con los demás y de codiciar lo que ellos tienen.
Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir
REFERENCIAS CRUZADAS
a 105 1Co 12:29; Efe 4:11
b 106 Isa 3:14; Luc 12:48
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
1 (1) Los maestros tienden a introducir diferentes enseñanzas, produciendo así diferentes opiniones y causando problemas y divisiones (cfr. 2Ti_4:3 ; 1Ti_1:3-4 , 1Ti_1:7 ; Efe_4:14).
1 (2) Todo lo que digamos será juzgado, y nosotros seremos juzgados por nuestras palabras ( Mat_12:36-37).
Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro
maestros. Como los maestros usan la lengua (para instruir a otros) más, serán juzgados más estrictamente.
Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie
23 (VI) Control de la lengua (3,1-12).
Esta es una sección claramente definida, rigurosamente desarrollada, que amplía el tema brevemente mencionado en 1,19 y 26. 1. no queráis muchos haceros maestros: El papel de los maestros en la Iglesia antigua era importante y honorable (Hch 13,1; 1 Cor 12,28; Ef 4,11), pero susceptible de abusos si se buscaba por motivos indignos. Santiago se hace eco de las advertencias de Jesús (Mt 5,19; 23,7-8). quienes enseñamos: Santiago se considera «maestro» dentro de la Iglesia. 2-12. Puesto que la enseñanza se ejerce mediante la palabra, Sant pasa en este momento a una larga recomendación sobre el uso de la lengua.
2. todos caemos muchas veces: Tema conocido de la Escritura (Ecl 7,20; Eclo 19,16; 1 Jn 1,8.10; 2 Esd 8,35). no cae al hablar: El consejo sobre el uso correcto e incorrecto del lenguaje es frecuente en la literatura sapiencial del AT (véase Prov 15,1-4.7.23.26.28; Eclo 5,11-6,1; 28,13-26) y en la LQ (1QS 7,4-5; 10,21-24). un hombre perfecto: La palabra teleios se aplica específicamente a la perfección moral cristiana (Mt 5,48; 19,21; Col 1,28; 4,12). Véase el comentario a 1,4. 3-4. Dos analogías ilustran la afirmación del versículo precedente. El bocado y el timón se comparan con la lengua porque, aun siendo pequeños (véase el v. 5a), ambos son instrumentos de la voluntad (del jinete y del piloto).
24 6. Este versículo es una dura denuncia de los males de la lengua. Contiene oscuridades de estructura y significado que desconciertan a los exegetas. fuego: Véase Eclo 28,22-23. el mundo inicuo: La oscura expresión ho kosmos tés adikias podría significar «la suma total de la iniquidad» (véase BAGD 8). prende fuego a la rueda del nacimiento: Phlogizousa ton trochon tés geneseós es «una de las frases más difíciles de la Biblia» (Hort). Frases parecidas se encuentran en la literatura helenística, esp. en conexión con ritos órficos. La RSV [y la BJ] la entienden referida al ciclo de la naturaleza. infierno: La forma gr. geenna (= hebr. ge hinnóm, «valle de Hinón») aparece en el NT sólo en los sinópticos y en este texto de Sant. El versículo hace, por tanto, una brusca transición de las maneras gr. de hablar, a las hebr. 7. Las cuatro categorías de animales son bíblicas (aparecen en el mismo orden en Gn 9,2; Dt 4,17-18; 1 Re 4,33). 9. bendecimos al Señor y Padre: Según la costumbre judía, se añadía «Bendito sea» a cualquier mención de Dios, así como a otras bendiciones litúrgicas, a imagen de Dios: Véanse Gn 1,26; 9,6; Eclo 17,3; Sab 2,23. 10. La exhortación sigue la tradición cristiana de Lc 6,28; Rom 12,14; 1 Pe 3,9. 11. Las imágenes son características de Palestina, donde las fuentes son de gran importancia durante la estación seca. En 4 Esd 5,9, una combinación de agua dulce y salobre se considera signo del final que se aproxima. 12. Las imágenes de la higuera, el olivo y la vid también son típicas de Palestina, lo mismo que de otros países mediterráneos. La figura es semejante a la de Mt 7,16 par., sin ser idéntica a ella.
25 (VII) Cualidades de la sabiduría (3,13-18). El tema de la sabiduría, brevemente mencionado en 1,5, se resume ahora en una unidad perfectamente delimitada e independiente. Tal vez vuelva también sobre el tema del maestro de 3,1, puesto que desde un punto de vista judío el maestro es casi lo mismo que el «sabio». 13. ¿quién es sabio?: En estos versículos se expresa claramente una verdadera comprensión de la sabiduría. Esencialmente es la de la literatura sapiencial del AT; también recuerda la comprensión de Pablo en 1 Cor 1-4.que muestre: Esta estructura -un interrogativo con valor de condicional seguido por un imperativoes bíblica; véase Dt 20,5-8. sus obras: La enseñanza de 2,14-26 se aplica al concepto de sabiduría, con la mansedumbre de la sabiduría: El importante concepto cristiano de «mansedumbre» (prayté incluye delicadeza, moderación, cortesía, humildad). Aparece con frecuencia en Pablo (2 Cor 10,11; Gál 5,23) y ocupa un lugar destacado en la enseñanza (Mt 5,5) y ejemplo (Mt 11,29) de Jesús. 14. la verdad: A juzgar por el presente contexto, y también por 1,18 y 5,19, «verdad» significa la revelación cristiana, tal como la pone en práctica el «sabio» cristiano. 15. desciende de lo alto: Sobre el origen celestial de la sabiduría, véanse Prov 2,6; 8,22-31; Sab 7,25; 9,4.9-10; Eclo 1,1-4,24. terrena, natural, demoníaca: En 1 Cor, la sabiduría opuesta a la sabiduría divina es la «del mundo» (1,20); caracteriza al hombre «natural» (2,14). La sabiduría divina es desconocida para «los jefes de este mundo» (2,8) -expresión que tal vez incluya a los ángeles pecadores-, 16. envidia… ambición… desconcierto: Estas expresiones aparecen en la lista de vicios de 2 Cor 12,20; eran una característica de la primitiva parénesis cristiana. 17. En términos que hacen hincapié en el contraste con la sabiduría terrena, Santiago ofrece en este punto un esbozo magistral de la sabiduría cristiana que trae a la memoria a los sinópticos (véanse las bienaventuranzas, Mt 5,3-10) y a Pablo (véase Gál 5,22-23). 18. Aunque en este versículo no se menciona la palabra «sabiduría», la redacción recuerda la asociación de sabiduría, paz y justicia propia de los LXX (Prov 3,9.17.18; 11,30 LXX). El versículo recuerda también la bienaventuranza de Mt 5,9 y constituye una conclusión apropiada de este pequeño tratado sobre la oración.
Fuente: Nuevo Comentario Biblico San Jeronimo
juicio más riguroso… → §055.
Fuente: Biblia Textual IV Edición
R1172 La posición del negativo μή puede hacer hincapié en el imperativo γένεσθε (generalmente el negativo aparece directamente antes de la palabra que niega; comp. T287).
Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego
O, mayor condenación
Fuente: La Biblia de las Américas
juicio más riguroso g §055.
Fuente: La Biblia Textual III Edición
[5] El uso de la palabra rabbi se debe a la referencia obvia a creyentes yendo a una sinagoga en el capitulo 2, versículo 2, así como el envío de este rollo era a las doce tribus, que llaman a sus maestros “rabbí.”
[6] La condenación por YHWH considera las mayores responsabilidades dadas a maestros, y que más será requerido de los maestros, opuesto a que ésto sea algún tipo de condenación personal, que basado en Rom 8:1, no es para ningún creyente.
[7] El Arameo describe la lengua como una herramienta destructiva en la carrera Israelita que es como una rueda simbolizando la continua iniquidad del pueblo de Israel.
[8] Tristemente en la historia de Israel, nuestras lenguas nos han llevado a muchos problemas con YHWH, y con nuestro prójimo.
[9] Recuerda que aún los Israelitas no pueden maldecir otros Israelitas, ya que la Torah nos dice que ningún hombre puede maldecir lo que YHWH ha bendecido.
[10] Isa 26:3.
[11] La sabiduría celestial está lista a obedecer y hacer toda la Torah, sin celos y discusión, y sin parcialidad hacia ninguna de las casas de Israel retornando.
[1] Cuando todas las doce tribus se unen en armonía y amor, es una ofrenda de paz ante YHWH, y recibida como una ofrenda de fruto o grano como en el Tanaj/Primer Pacto.
[6] De ella se originan los grandes incendios de las guerras y discordias.[12] La lengua, que nos ha dado Dios para alabarlo, no debe servir para ofenderlo.[13] ¿Cómo podrá hacer ningún fruto el doctor o predicador de la ley de la caridad, el ministro de la paz, el maestro de la humildad si con su ejemplo desmiente sus palabras?
Fuente: Escrituras del Nombre Verdadero
Fuente: Notas Torres Amat