Biblia

Comentario de Santiago 4:11 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de Santiago 4:11 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Hermanos, no habléis mal los unos de los otros. El que habla mal de su hermano o juzga a su hermano habla mal de la ley y juzga a la ley. Y si tú juzgas a la ley, entonces no eres hacedor de la ley, sino juez.

4:11 — «Hermanos… de los otros». «Murmurar» no es palabra suficientemente fuerte. (La misma palabra griega, en forma de sustantivo, aparece en 2Co 12:20, maledicencias; y en 1Pe 2:1, detracciones). La Versión La Biblia de las Américas dice, «no habléis mal los unos de los otros». Era cuestión de difamar o calumniar. ¡Santiago les manda desistir en hacerlo!

Muchas veces el que está mal acusa falsamente a otro, y procura difamar su carácter, con el fin de distraer la atención que podría dirigirse a sus propias culpas. Véase Sal 15:1-3.

Muchos practican la «crítica destructiva». Aquí entra la enseñanza de Mateo 7:1 y 19:18 («no dirás falso testimonio»).

— «El que murmura… a la ley». El que habla mal (injustamente) de su hermano, y le juzga (es decir, le condena), en realidad está hablando mal de la ley de Cristo que manda que uno ame a su hermano (Jua 13:34). Además, condena a la ley de Cristo, porque la trata como si no fuera nada buena (y lo no bueno se condena). ¡Esto es lo que hace el que difama a su hermano!

— «pero si tú… sino juez». Le toca al cristiano hacer lo que la ley de Cristo le manda. No le toca ser juez de la ley, decidiendo respecto a su validez. Pero algunos de los lectores de Santiago, actuando de mala disposición, condenaban injustamente a otros cristianos. Esto la ley prohibía. Por eso, por sus hechos juzgaban ser inválida o innecesaria la ley (aunque con los labios profesaban seguir a la ley). Por sus hechos decían que la ley de Cristo les debería permitir hablar mal de su hermano. Se portaban como si fueran superiores a la ley, haciendo su gusto a pesar de la ley. Su propia voluntad vino a ser la norma de acción, en lugar de las Escrituras.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

no murmuréis. Sal 140:11; Efe 4:31; 1Ti 3:11; 2Ti 3:3; Tit 2:3; 1Pe 2:1.

y juzga a su hermano. Mat 7:1, Mat 7:2; Luc 6:37; Rom 2:1; Rom 14:3, Rom 14:4, Rom 14:10-12; 1Co 4:5.

murmura de la ley Rom 7:7, Rom 7:12, Rom 7:13.

no eres guardador de la ley. Stg 1:22, Stg 1:23, Stg 1:25; Rom 2:13.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Uno solo es el dador de la ley: El NT. nos enseña a no juzgar (Mat 7:1) porque Dios es el que juzga y el único que se vengará de aquellos que practiquen el mal (Rom 12:9; Heb 10:30). Sin embargo, las Escrituras también exhortan a la Iglesia al juicio sobre sus miembros (1Co 6:2-5). Este tipo de juicio es disciplina colectiva, que se ejercita de acuerdo con las verdades bíblicas y los patrones en (Mat 18:15-20).

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

NO MURMURÉIS LOS UNOS DE LOS OTROS. Se pone a un lado la ley de Dios cuando por descuido se ignoran los pormenores de una situación y se calumnia a la persona acusada del problema en vez de hablar con ella.

Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena

murmuréis. Esto se refiere a calumniar o difamar. Santiago no prohíbe la confrontación de quienes están en pecado, lo cual se manda en otros pasajes bíblicos (Mat 18:15-17; Hch 20:31; 1Co 4:14; Col 1:28; Tit 1:13; Tit 2:15; Tit 3:10). Más bien condena las acusaciones negligentes, derogatorias y maledicientes en contra de otros (cp. Éxo 23:1; Sal 50:20; Sal 101:5; Sal 140:11; Pro 10:18; Pro 11:9; Pro 16:28; Pro 17:9; Pro 26:20; Rom 1:29; 2Co 12:20; Efe 4:31; 1Ti 3:11; 2Ti 3:3; Tit 2:3; Tit 3:2). El que murmura del hermano … murmura de la ley. Quienes hablan mal de otros creyentes se instalan a sí mismos como jueces y los condenan (cp. Stg 2:4). Al hacerlo difaman e ignoran la ley de Dios que prohíbe de forma expresa esa clase de condenación calumniadora. juzga a la ley. Al rehusar someterse a la ley, los calumniadores se ponen encima de ella como sus jueces.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

4:11 — «Hermanos… de los otros». «Murmurar» no es palabra suficientemente fuerte. (La misma palabra griega, en forma de sustantivo, aparece en 2Co 12:20, maledicencias; y en 1Pe 2:1, detracciones). La Versión La Biblia de las Américas dice, «no habléis mal los unos de los otros». Era cuestión de difamar o calumniar. ¡Santiago les manda desistir en hacerlo!
Muchas veces el que está mal acusa falsamente a otro, y procura difamar su carácter, con el fin de distraer la atención que podría dirigirse a sus propias culpas. Véase Sal 15:1-3.
Muchos practican la «crítica destructiva». Aquí entra la enseñanza de Mateo 7:1 y 19:18 («no dirás falso testimonio»).
–«El que murmura… a la ley». El que habla mal (injustamente) de su hermano, y le juzga (es decir, le condena), en realidad está hablando mal de la ley de Cristo que manda que uno ame a su hermano (Jua 13:34). Además, condena a la ley de Cristo, porque la trata como si no fuera nada buena (y lo no bueno se condena). ¡Esto es lo que hace el que difama a su hermano!
–«pero si tú… sino juez». Le toca al cristiano hacer lo que la ley de Cristo le manda. No le toca ser juez de la ley, decidiendo respecto a su validez. Pero algunos de los lectores de Santiago, actuando de mala disposición, condenaban injustamente a otros cristianos. Esto la ley prohibía. Por eso, por sus hechos juzgaban ser inválida o innecesaria la ley (aunque con los labios profesaban seguir a la ley). Por sus hechos decían que la ley de Cristo les debería permitir hablar mal de su hermano. Se portaban como si fueran superiores a la ley, haciendo su gusto a pesar de la ley. Su propia voluntad vino a ser la norma de acción, en lugar de las Escrituras.

Fuente: Notas Reeves-Partain

EL PECADO DE CRITICAR A LOS DEMÁS

Santiago 4:11-12

Sois hermanos. Dejad de hablar mal los unos de los otros. El que habla mal del hermano o le critica, está hablando mal de la ley y criticándola; y si te eriges en juez de la ley, ya no eres de los que se someten, sino de los que se oponen a ella. Uno solo es el Legislador y el Juez, Que puede salvar y destruir. Pero tú, ¿quién eres para hacer de juez de tu prójimo?

La palabra que emplea Santiago para hablar mal, o difamar, es katalalein. Este verbo casi siempre quiere decir calumniar a una persona que no está presente para defenderse. El pecado de la calumnia (el nombre es katalalía) se condena en toda la Biblia. El salmista acusa al malvado: «Tomabas asiento y hablabas contra tu hermano; contra el hijo de tu madre ponías infamia» (Sal 50:20 ). El salmista oye decir a Dios: «Al que solapadamente infama a su prójimo, Yo lo destruiré» (Sal 101:5 ). Pablo lo incluye entre los pecados que son característicos del mundo pagano (Rm 1:30 ); y es uno de los que teme encontrarse en la conflictiva iglesia de Corinto (2Co 12:20 ). Es significativo el que en estos dos pasajes la difamación aparece en íntima relación con la murmuración. Katalalía es el pecado de los que se reúnen en las esquinas y forman grupitos y se transmiten detalles confidenciales de información que pueden destruir el buen nombre de los que no están allí para defenderse. Pedro también condena este pecado (1Pe 2:1 ).

Esta advertencia es muy necesaria. No nos damos cuenta en seguida de que hay pocos pecados que la Biblia condene tan tajantemente como el de la murmuración maliciosa e irresponsable. Hay pocas actividades que atraigan tanto a la gente vulgar y corriente como esta; el escuchar y el transmitir historias denigrantes -especialmente sobre alguna persona distinguida- es una actividad fascinante para la mayoría de la gente. Haremos bien en recordar lo que Dios piensa de ello. Santiago lo condena por dos razones fundamentales.

(i) Es una violación de la ley regia de amar a nuestros semejantes como a nosotros mismos (Stg 2:8 ; Lv 19:18 ). Está claro que uno no puede amar a, su prójimo como a sí mismo y difundir calumnias acerca de él. Ahora bien: el que quebranta una ley a sabiendas, se coloca por encima de la ley; es decir, que se pone de juez sobre la ley. Pero a lo que estamos obligados es a cumplir la ley, no a juzgarla. Así que el que habla mal de su prójimo se erige en juez y se atribuye el derecho a quebrantarla -y, por tanto, se condena a sí mismo.

(ii) Es una violación de la prerrogativa de Dios. El calumniar a nuestro prójimo es, de hecho, sentenciarle. Y ningún ser humano tiene derecho a juzgar a otro; ese derecho Le pertenece y corresponde solamente a Dios.

Dios es el único que puede exculpar o inculpar. Esta Su prerrogativa se encuentra en toda la Biblia. «Yo hago morir, y Yo hagó vivir», dice Dios (Dt 32:39 ). «El Señor mata, y El da vida,» dice Ana en su oración (1S 2:6 ). «¿Soy yo Dios, que mate y dé vida?» pregunta alucinado el rey israelita al que acude Naamán para que le cure de la lepra (2R 5:7 ). Jesús mismo nos advierte que no debemos temer a los que lo peor que nos pueden hacer es quitarnos la vida física, sino que debemos temer al Que puede destruir tanto el cuerpo como el alma (Mateo -10:28). Como decía el salmista, Dios es el único que tiene dominio en las cuestiones de vida o muerte (Sal 68:20 ). El juzgar a otro es usurpar. un derecho que sólo pertenece a Dios; y hace falta ser rematadamente malo para pretender infringir las prerrogativas de Dios.

Podríamos creer que el hablar mal de otro no es un pecado muy grave; pero la Escritura lo considera uno de los peores, porque es quebrantar la ley regia e infringir los derechos que sólo pertenecen a Dios.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento

Stg 3:9-10.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

Apelación final

Habiendo llamado al arrepentimiento, Stg. termina esta sección sobre la lengua y la armonía de la comunidad con otro llamado. Los cristianos no deben hablar mal los unos de los otros. Debe quedar claro que no se refiere a mencionar cosas malas, porque eso no es lo que implica el término gr. Pablo estaría de acuerdo (2 Cor. 12:20) como también Pedro (1 Ped. 2:12; 3:16).

Stg. dice que esa crítica es un juicio contra la ley. ¿Cómo es así? Lev. 19:18, citado por Jesús en Mar. 12:32 y expandido en Mat. 7:12, declara que se debe amar al prójimo como a uno mismo. Cuando se critica, se está muy lejos de amar. Sin embargo, para Santiago es aun más importante que al criticar a otro, la persona se pone a sí misma como juez. El juez se sienta sobre la ley, no debajo de ella. Ade más, sólo Dios tiene el derecho de juzgar (Sal. 75:6, 7; Juan 5:22, 23), de modo que la persona que critica a su hermano de hecho está haciendo a Dios a un lado y tomando el papel de juez que Dios puede ejercer. ¿Cómo se puede dejar de esperar que se recibirá en retribución el juicio de Dios?

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

REFERENCIAS CRUZADAS

z 172 Lev 19:16; Pro 17:9

a 173 Luc 6:37

b 174 Mat 7:1

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

no habléis mal. Es decir, no calumniar.

juzga a la ley. La persona que calumnia se hace superior a la ley porque se pone por encima de Dios, porque la ley dice: « amarás a tu prójimo como a ti mismo» (Lv 19:18; cp. Stg 2:8).

Fuente: La Biblia de las Américas

11 (1) Las palabras de Jacobo aquí y en 2:8-11 con respecto a la ley del Antiguo Testamento, y sus palabras en 1:25 y 2:12 referentes a la perfecta ley de la libertad, pueden indicar que, en su concepto, no existe diferencia alguna entre guardar la ley del Antiguo Testamento y vivir por la perfecta ley de la libertad, la ley interior de la vida. Sin embargo, conforme a la revelación divina de todo el Nuevo Testamento, existe una clara y definida diferencia entre las dos. Guardar la ley del Antiguo Testamento simplemente nos pone en buenas relaciones con Dios y con los hombres para ser justificados por la ley. Pero vivir por la ley interior de vida ( Heb_8:10-11 ; Rom_8:2) es vivir y magnificar a Cristo ( Flp_1:20-21) para la edificación de Su Cuerpo a fin de expresarle ( Efe_1:22-23), y para la edificación de la casa de Dios; a fin de satisfacerle ( 1Ti_3:15). Esto tiene como fin, el cumplimiento de la meta eterna de Dios conforme a Su economía neotestamentaria. Aunque lleguemos a ser perfectos guardando la ley del Antiguo Testamento, todavía no habremos llegado a la meta eterna de Dios. Solamente el vivir por la ley interior de vida sirve para esto. Tal vivir espontánea y automáticamente satisface más de lo que se requiere bajo la ley del Antiguo Testamento ( Rom_8:4); incluso satisface la norma de la constitución del reino, como se revela en Mt 5 7.

Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro

La persona que juzga a su hermano desobedece a la ley, poniéndose a sí mismo por encima de la ley y tratándola con desprecio.

Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie

† O “jueces”.

Fuente: Versión Biblia Libre del NuevoTestamento