Vuestro adorno no sea el exterior, con arreglos ostentosos del cabello y adornos de oro, ni en vestir ropa lujosa;
3:3 — Pedro continúa con la idea principal ya propuesta en los primeros dos versículos: la mujer cristiana debe preocuparse en portarse correctamente para ganar a su marido inconverso, sin usar de palabras. Para esto ella también debe procurar dar atención principal a adornarse de un espíritu afable y apacible. — «Vuestro atavío… lujosos». El texto griego no dice «vestidos lujosos»; dice, «vestidos». La mayoría de las versiones dicen «adorno», en lugar de «atavío». Omitiendo las palabras en letra cursiva en el texto, que indican palabras intercaladas (supuestamente para completar el sentido), muy apegada al texto griego La Ver. Mod. dice, «Cuyo adorno no sea el exterior, de trenzar el cabello, ni de traer joyas de oro, o de vestir ropas». Obviamente las prohibiciones de Pedro en este versículo no han de entenderse en lo absoluto, de otra manera sería malo ¡vestir ropas! (Recuérdese: Pedro no dice «vestidos lujosos», sino «vestir ropas»).Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
vuestro atavio, o adorno. 1Ti 2:9, 1Ti 2:10; Tit 2:3; Rom 12:2.
adornos, o joyas de oro. Gén 24:22, Gén 24:47, Gén 24:53; Éxo 3:22; Éxo 32:2; Éxo 33:4; Éxo 35:22; Éxo 38:8; 2Re 9:30; Est 5:1; Sal 45:9; Isa 3:18-24; Isa 52:1; Isa 61:10; Jer 2:32; Jer 4:30; Eze 16:7-13; Eze 23:40.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Vuestro atavío no sea el externo: Los cristianos tienen que pasar más tiempo desarrollando su carácter interior, en vez de haciendo esfuerzos para verse bien externamente (1Sa 16:7). Pedro no condena a las mujeres que usan joyas. Enfatiza la importancia del carácter de la mujer. Podemos gastar gran parte de nuestra vida en cosas que son transitorias en vez de las que son permanentes; tales como la ropa o las joyas que usamos, o el auto que conducimos. No es malo involucrarse en cosas temporales, pero tenemos que hacer un esfuerzo especial para desarrollar nuestro carácter interior (cf. con Tit 2:9, Tit 2:10).
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
VUESTRO ATAVÍO… EL INTERNO. Los adornos exagerados son contrarios a la modestia que Dios desea para la esposa cristiana (véase 1Ti 2:9, nota).
(1) Dios valora mucho que la esposa cristiana tenga una disposición suave y apacible (cf. Mat 11:29; Mat 21:5) que procura honrarlo al dedicarse a ayudar a su esposo y familia a cumplir la voluntad de Dios para sus vidas,
(a) El adjetivo «afable» describe la disposición modesta que se manifiesta en la sumisión amable y el interés por los demás (cf. Mat 5:5; 2Co 10:1; Gál 5:23).
(b) El adjetivo «apacible» se refiere a que no sea inquieta ni escandalosa. Es decir, Dios afirma que la verdadera belleza tiene que ver con el carácter y no con los adornos exteriores.
(2) Las esposas cristianas deben mantenerse fieles a Cristo y a su Palabra en un mundo dominado por el materialismo, las modas que manipulan al público, la defensa de los derechos propios, la obsesión por el sexo, y el desprecio de los valores del hogar y de la familia.
Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena
externo. Pedro no condena aquí todos los atavíos externos. Su condenación va dirigida a la preocupación incesante con las apariencias y el descuido del carácter personal (v. 1Pe 3:4; cp. 1Ti 2:9-10). Toda mujer cristiana debe concentrarse en el desarrollo de ese carácter casto y reverente en la semejanza a Cristo.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
3:3 — Pedro continúa con la idea principal ya propuesta en los primeros dos versículos: la mujer cristiana debe preocuparse en portarse correctamente para ganar a su marido inconverso, sin usar de palabras. Para esto ella también debe procurar dar atención principal a adornarse de un espíritu afable y apacible.
–«Vuestro atavío… lujosos». El texto griego no dice «vestidos lujosos»; dice, «vestidos». La mayoría de las versiones dicen «adorno», en lugar de «atavío». Omitiendo las palabras en letra cursiva en el texto, que indican palabras intercaladas (supuestamente para completar el sentido), muy apegada al texto griego La Ver. Mod. dice, «Cuyo adorno no sea el exterior, de trenzar el cabello, ni de traer joyas de oro, o de vestir ropas». Obviamente las prohibiciones de Pedro en este versículo no han de entenderse en lo absoluto, de otra manera sería malo ¡vestir ropas! (Recuérdese: Pedro no dice «vestidos lujosos», sino «vestir ropas»).
Este versículo, juntamente con el siguiente, nos presentan un ejemplo de un hebraísmo, o sea de un modo de hablar característico de los judíos. Dice Pedro: «no sea eso, sino esto». Ese modismo hoy en día se expresaría, usando la palabra «solamente»; es decir, «no sea eso solamente, sino esto (en particular)». Considérese Jua 6:27, «Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece». Claro es que la Biblia nos manda trabajar por el pan de cada día (Gén 3:19; 2Ts 3:10). La idea es de que no debemos trabajar solamente por el pan material, excluyendo así el pan espiritual, porque éste importa más. Otro ejemplo de este modismo se encuentra en Luc 14:12-13, «no llames a tus amigos…mas cuando hagas banquete». No se prohíbe invitar a familiares, etc. a una comida, pero sí se nos prohíbe hacer eso solamente, excluyendo el invitar a veces a gente de veras necesitada de comida. Este modismo de «no, sino» también aparece en 1Ti 2:9-10. Allí se contrastan el exhibirse exteriormente y el adornarse (kosmein) con pudor y modestia.
Pedro no está prohibiendo en sí el uso de cabello trenzado, el traer artículos de oro, y mucho menos ¡el uso de ropa! Está diciendo que el ornato no debe consistir solamente en estas cosas, excluyendo lo que de veras adorna con belleza incorruptible.
La belleza física (ornato, de la palabra griega kosmos = orden) es de Dios. Hay mucha belleza en la creación física; por ejemplo, los muchos colores. Una cosa no tiene que ser de color negro para que agrade a Dios. Véase Ezequiel capítulo 16. Hablando figuradamente, dice el profeta que ¡Dios puso toda esa hermosura de joyas, etc. en ella, en Jerusalén (ver.14). Pero el mal consistió, no en llevar artículos de belleza, sino en que ella confiara en su hermosura (ver. 15). Dios mandó el uso del oro en varias cosas del tabernáculo, y el templo de Salomón tenía muchas piedras preciosas. En Joe 3:5 dice Dios que «habéis llevado mi plata y mi oro, y mis cosas preciosas y hermosas…» y en Ose 2:8 dice, «yo le daba el trigo, el vino y el aceite, y que le multipliqué la plata y el oro…». Dios hizo el oro y lo usó. No es malo en sí. Lo usamos en relojes, anteojos, anillos de matrimonio, rellenos de dientes, etc. Si se afirma que Pedro dice que no usemos el oro, entonces que se afirme también que dice que ¡no usemos vestidos! La idea, de que entre menos ornato hay, más se agrada Dios de ello, es del hombre y no de Dios. Los reclusos religiosos, vestidos de negro, no evidencian por ello más santidad que la persona bien arreglada que es de carácter bello.
Véase 1Ti 2:9-10. El punto principal es que la persona se vista con pulcritud y esmero, pero al mismo tiempo que dé más atención al adorno interno que al exterior. Como la esposa casada con el inconverso, que no ha sido ganado por la palabra predicada, debe depender de su conducta casta y respetuosa para ganarle para Cristo, y no de sus palabras, así también debe ella depender más bien del ornato interno para este propósito.
Isa 3:16-26 habla de la soberbia, orgullo y vanidad que se exhibía por medio del uso de artículos de ornato. Ya hemos notado como Eze 16:1-63 habla de la confianza que se ponía en tales artículos. No es el uso sino el mal uso de tales cosas lo que las Escrituras condenan.
Aprendamos a condenar lo que Dios condena, y no hacer prohibiciones de cosas que Dios no ha prohibido. Es cierto que el mal uso de los artículos de ornato material ha corrompido a muchos, pero también lo ha hecho el amor al dinero. ¿Por eso es malo el dinero? ¿Es pecado ser ricos? (1Ti 6:17-19).
Fuente: Notas Reeves-Partain
LOS AUTÉNTICOS COSMÉTICOS
1 Pedro 3:3-6
Que vuestro verdadero encanto no dependa de cosas externas, como los peinados complicados o las joyas o los vestidos lujosos, sino del ornamento interior del corazón, que es la gracia perenne de un carácter amable y apacible, que es lo que Dios aprecia. Porque así era como se ataviaban las santas de antaño que ponían su esperanza en Dios manteniéndose bajo la autoridad de sus maridos. Así era como Sara obedecía a su marido Abraham, al que llamaba su señor; y vosotras habéis llegado a ser sus descendientes si obráis el bien y no sois presa de miedos que roban la calma.
Bengel habla del «trabajo que se dedica al vestido, que consume tanto tiempo.» Eso no es exclusivo de nuestro tiempo. Ya hemos visto que en el mundo antiguo las mujeres no tomaban ninguna parte en la vida social; no se dedicaban a nada, razón por la cual se comentaba a veces que se les tenía que permitir el interés en vestidos y cosméticos. Catón el Censor insistía en la sencillez; Lucio Valerio le contestaba: «¿Por qué tienen los maridos que escatimarles a sus mujeres los adornos y la ropa? Ellas no pueden tener cargos públicos, ni religiosos, ni ganar premios. No se pueden ocupar en nada. ¿Qué van a hacer sino dedicar su tiempo a los ornamentos y los vestidos?» Un interés desmesurado en el propio embellecimiento ya era entonces, como ahora, señal de que la persona no tenía otras cosas más importantes en que ocuparse.
Los antiguos moralistas condenaban no menos que los maestros cristianos el lujo excesivo. Quintiliano, el maestro de la oratoria latina, escribió: » Un vestido de calidad y buen gusto, como nos dice el poeta griego, añade dignidad a la persona que lo lleva; pero un atuendo afeminado y lujoso no adorna el cuerpo de veras, y no hace más que revelar la sordidez de la inteligencia.» El filósofo Epicteto, pensando en la vida mezquina a la que se veían condenadas las mujeres en el mundo antiguo, decía: «En cuanto tienen catorce años, los hombres las llaman «damas». Así que, cuando se dan cuenta de que no valen para nada más que para compartir la cama con los hombres, empiezan a embellecerse y a poner todas sus esperanzas en ello. Por tanto, vale la pena tomarse la molestia de hacerles comprender que lo que las hace verdaderamente respetables es que sean modestas y se hagan respetar.» Epicteto y Pedro están de acuerdo.
Hay por lo menos un pasaje del Antiguo Testamento en el que se hace una lista de las distintas piezas de ornamentos femeninos y se amenaza con el día del juicio en que serán destruidos. Se encuentra en Isa 3:18-24 : «Las redecillas, las lunetas, los collares, los pendientes y los brazaletes, las cofias, los atavíos de las piernas, los partidores del pelo, los pomitos de olor y los zarcillos, los anillos y los joyeles de las narices, las ropas de gala, los mantoncillos, los velos, las bolsas, los espejos, el lino fino, las gasas y los tocados.»
En el mundo de los griegos y los Romanos es interesante coleccionar las referencias a los adornos personales. Había tantas maneras de arreglar el cabello como abejas en Hybca. El pelo se rizaba y teñía, a veces de negro pero más frecuentemente de rubio. Se llevaban peLucas, sobre todo rubias, que se encuentran hasta en las catacumbas cristianas; el pelo del que se fabricaban se importaba de Alemania, y hasta de la India. Sujetadores de pelo, peinetas, horquillas y peines se hacían de marfil o de boj, y de concha de tortuga; a veces también de oro con joyas engastadas.
La púrpura era el color favorito para la ropa. Una libra (algo menos de medio kilo) de la mejor lana púrpura de Tiro, colada dos veces, costaba 1,000 denarü. (Recuérdese para calcular el equivalente actual que el denario era el sueldo de un día). Un chaquetón tirio de la mejor púrpura costaría más del doble de esa cantidad. Las sedas, perlas, aromas y joyas que se importaron de la India en un año costaron unos 250,000,000 de pesetas. Otras importaciones similares venían de Arabia.
Diamantes, esmeraldas, topacios, ópalo y sardónices eran las piedras preciosas favoritas. Struma Nonius tenía un anillo valorado en unos 5,000,000 de pesetas. Las perlas eran lo que más se apreciaba. Julio César le compró a Servilia una perla que le costó unos 15,000,000 de pesetas. Se hacían pendientes de perla, y Séneca habla de mujeres que llevaban dos o tres fortunas colgando de las oreSantiago También se usaban incrustadas en zapatillas; Nerón hasta tenía una habitación con las paredes cubiertas de perlas. Plinio vio a Lollia Paulina, la mujer de Calígula, con un vestido tan cubierto de perlas y esmeraldas que había costado unos 100,000,000 de pesetas.
El Evangelio vino a un mundo en el que se combinaban el lujo y la decadencia.
En vista de todo esto, Pedro insiste en las gracias que adornan el corazón, que son las que Dios aprecia. Esas eran las joyas que adornaban a las santas mujeres de antaño. Isaías había llamado a Sara la madre del pueblo fiel a Dios (Isa 51:2 ); y si las esposas cristianas se adornaban con las mismas gracias de modestia, humildad y castidad, eran también sus hijas en la familia del pueblo fiel de Dios.
Una mujer cristiana de aquellos tiempos vivía en una sociedad en la que estaría tentada a toda clase de extravagancias insensatas, y por el miedo a los caprichos de su marido pagano; pero había de vivir para el servicio generoso, en bondad y confianza serena. Ese sería el mejor sermón de evangelización que le podría predicar a su marido. Hay pocos pasajes en los que se subraye más claramente el valor de una vida cristianamente hermosa.
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
1Ti 2:9.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
REFERENCIAS CRUZADAS
g 141 1Ti 2:9
h 142 Pro 11:22
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
3 (1) Dios dispuso que el cabello de las mujeres fuera la gloria de ellas y una señal de sumisión ( 1Co_11:15 ; Cnt_4:1 ; 6:5; 7:5). Sin embargo, muchas mujeres, especialmente las que llevaban la vida lujosa y corrupta característica del Imperio Romano en los tiempos de esta epístola, usaban el cabello indebidamente para embellecer su carne llena de concupiscencia, adornándolo de modo extravagante con oro y otros artículos costosos. Las esposas cristianas, como mujeres santas, deben abstenerse totalmente de esta práctica que Dios condena.
Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro
Este versículo no prohíbe toda clase de joyas; si así fuese, ¡también prohibiría toda clase de vestidos! Condena solamente la ostentación y manda modestia y mansedumbre.
Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie
Vuestro… Lit. de quienes; atavío… → 1Ti 2:9.
Fuente: Biblia Textual IV Edición
Lit., cabello trenzado
Fuente: La Biblia de las Américas
Lit. de quienes.
3.3 g 1Ti 2:9.