Porque es mejor que padezcáis haciendo el bien, si la voluntad de Dios así lo quiere, que haciendo el mal.
3:17 — Véanse 2:15,19,20; 3:14. «Porque». Pedro ahora explica la razón de hacer lo que iba explicando: es mejor (padecer por haber hecho el bien que el mal). Véase 4:14-16. — «si la voluntad de Dios así lo quiere». Literalmente, «si desea el deseo de Dios». En el texto griego la palabra «quiere» y la palabra «voluntad» son la misma. Hay la posibilidad de que el cristiano tenga que sufrir por causa de la justicia (2Ti 3:12). Ahora dice Pedro que si en alguna ocasión tiene que sufrir, que sea porque Dios lo ve necesario para su bien espiritual (por ejemplo, Heb 12:3-11), y no porque ha pecado (2:19,20; 4:15,16). Los malos pueden hacer sufrir a los cristianos solamente si Dios lo permite (4:19); si es su voluntad. Al cristiano toca ver que no merezca ese sufrimiento. Si sufre porque hace la voluntad de Dios, para él hay bendición, y gracia. ¡Hay valor en sufrir por Cristo!Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
es que padezcáis. 1Pe 3:14.
si la voluntad de Dios. 1Pe 4:19; Mat 26:39, Mat 26:42; Hch 21:14.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Porque mejor es: Pedro no está incentivando a los creyentes a buscar situaciones en las cuales experimenten sufrimiento. Al contrario, lo que está diciendo es que los creyentes deben asegurarse de que cuando sufran sea por causa de ser fiel a Dios y no por haber obrado mal (1Pe 2:19, 1Pe 2:20).
si la voluntad de Dios así lo quiere: Sufrir puede ser parte del perfecto y sabio plan de Dios para un creyente (Mat 5:10-12).
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
3:17 — Véanse 2:15,19,20; 3:14. «Porque». Pedro ahora explica la razón de hacer lo que iba explicando: es mejor (padecer por haber hecho el bien que el mal). Véase 4:14-16.
–«si la voluntad de Dios así lo quiere». Literalmente, «si desea el deseo de Dios». En el texto griego la palabra «quiere» y la palabra «voluntad» son la misma. Hay la posibilidad de que el cristiano tenga que sufrir por causa de la justicia (2Ti 3:12). Ahora dice Pedro que si en alguna ocasión tiene que sufrir, que sea porque Dios lo ve necesario para su bien espiritual (por ejemplo, Heb 12:3-11), y no porque ha pecado (2:19,20; 4:15,16). Los malos pueden hacer sufrir a los cristianos solamente si Dios lo permite (4:19); si es su voluntad. Al cristiano toca ver que no merezca ese sufrimiento. Si sufre porque hace la voluntad de Dios, para él hay bendición, y gracia. ¡Hay valor en sufrir por Cristo!
Fuente: Notas Reeves-Partain
LA OBRA SALVÍFICA DE CRISTO
1 Pedro 3:17 – 4:6
Más vale sufrir por hacer el bien, si es esa la voluntad de Dios, que por hacer el mal. Cristo también murió una vez por todas y por los pecados, el Justo por los injustos, para llevarnos a Dios. Padeció la muerte en la carne, pero resucitó ala vida en el Espíritu, en el Que también fue a predicar a los espíritus que estaban en prisión, los que habían sido desobedientes en un tiempo, cuando la paciencia de Dios estaba esperando en los días de Noé mientras se construía el arca; en la que unos pocos -es decir, ocho personas- alcanzaron la salvación por medio del agua. Y es el agua lo que
ahora os salva a los que representaban simbólicamente Noé y su compañía; quiero decir el agua del Bautismo, que no consiste en lavar la suciedad del cuerpo, sino en el compromiso con Dios de mantener una buena conciencia mediante la Resurrección de Jesucristo, Que está a la diestra de Dios, porque fue al Cielo después que se Le sometieron los ángeles, las autoridades y los poderes.
Así que, de la misma manera que Cristo sufrió en Su naturaleza humana, vosotros también debéis estar pertrechados con la misma convicción de que el que ha sufrido en su propia carne ha terminado para siempre con el pecado, y en consecuencia su propósito es vivir lo que le quede de vida en la carne, no ya para obedecer alas pasiones humanas, sino a la voluntad de Dios. Porque ya es bastante que hayáis vivido como los paganos en el pasado, una vida de desmadre, lujuria, borracheras, juergas, jaranas e idolatría abominable. A la gente les extraña que ya no corráis a reuniros con ellos en la misma inundación de vicio, y se burlan de vosotros por no hacerlo. Pero ellos tendrán que dar cuenta al Que está dispuesto para juzgar a los que sigan vivos y a los que ya hayan muerto. Porque para esto se les ha predicado el Evangelio hasta a los muertos: para que, aunque ya han sido juzgados en la naturaleza humana, puedan vivir en el Espíritu con la vida de Dios.
Este no es sólo uno de los pasajes más difíciles de la Primera de Pedro, sino de todo el Nuevo Testamento; y además es también la base de uno de los artículos más difíciles del Credo: «Descendió a los infiernos.» Por tanto, es mejor leerlo todo seguido en un principio, y pasar luego a estudiarlo en varias secciones.
EL EJEMPLO DE LA OBRA DE CRISTO
1 Pedro 3:17-18a
Más vale sufrir por hacer el bien, si es esa la voluntad de Dios, que por hacer el mal. Cristo también murió una vez por todas y por los pecados, el Justo por los injustos, para llevarnos a Dios.
Aunque-este pasaje es uno de los más difíciles del Nuevo Testamento, empieza con algo que todos podemos comprender. Lo que Pedro presenta es que, aun cuando el cristiano se vea obligado a sufrir injustamente por su fe, no está haciendo más que recorrer el camino que anduvo su Señor y Salvador. El cristiano que sufre debe siempre recordar que tiene un Señor que sufre. En el reducido espacio de estos dos versículos Pedro incluye las cosas más profundas que se pueden decir acerca de la obra de Cristo.
(i) Establece que la obra de Cristo fue única y no se puede repetir. Cristo murió una vez por todas por los pecados. El Nuevo Testamento dice esto a menudo. Cuando Cristo murió, murió una vez por todas (Rm 6:10 ). Los sacrificios del templo tenían que repetirse diariamente, pero Cristo hizo el perfecto Sacrificio una vez por todas cuando Se ofreció a Sí mismo (He 7:27 ). Cristo fue ofrecido una vez por todas para llevar el pecado de muchos (He 9:28 ). Somos santificados por medio de la ofrenda del cuerpo de Cristo una vez por todas (He 10:10 ). El Nuevo Testamento está totalmente seguro de que algo sucedió en la cruz que no ha de suceder nunca más, y que allí el pecado fue derrotado definitivamente. Dios trató en la cruz con el pecado humano de manera adecuada para todos los pecados, para todos los hombres, para todos los tiempos.
(ii) Establece que el Sacrificio fue por el pecado. Cristo murió una vez por todas por los pecados. Esto, de nuevo, se dice frecuentemente en el Nuevo Testamento. Cristo murió por nuestros pecados conforme a las escrituras(] Corintios 15:3). Cristo Se dio a Sí mismo por nuestros pecados (Gal 1:4 ). El ministerio del sumo sacerdote, y Cristo es el perfecto Sumo Sacerdote, es ofrecer sacrificio por los pecados (He 5:1; He 5:3 ). Él es la expiación por nuestros pecados (1Jn 2:2 ).
En griego, por los pecados es o hyper o peri hamartión. Resulta que en la traducción griega del Antiguo Testamento la frase regular para una ofrenda por el pecado es peri hamartías (Hamartías es el singular de hamartión), como, por ejemplo, en Lv 5:7 y 6:30. Es decir: Pedro afirma que la muerte de Cristo es el Sacrificio que expía el pecado de la humanidad.
Podría decirse que el pecado es lo que interrumpe la relación que debería existir entre Dios y la humanidad. La finalidad del sacrificio es restaurar la relación perdida. La muerte de Cristo en la Cruz, comoquiera que la expliquemos, basta para restaurar la relación perdida entre Dios y la humanidad.
Puede que nunca lleguemos a estar totalmente de acuerdo con todas las teorías acerca de lo que sucedió realmente en la Cruz; porque, desde luego, como dice Charles Wesley en uno de sus himnos: «¡Todo es un misterio!» Pero en una cosa podemos estar todos de acuerdo: Gracias a lo que sucedió allí podemos entrar en una nueva relación con Dios.
(iii) Afirma que el Sacrificio fue vicario. Cristo murió una vez por todas por los pecados, el Justo por los injustos. Que el Justo hubiera de sufrir por los injustos es algo extraordinario. A primera vista parece una injusticia. Como dice Edwin H. Robinson: «Solamente un perdón sin razón puede compensar un pecado sin excusa.» El sufrimiento de Cristo fue por nosotros; y el misterio consiste en que el Que no merecía sufrir soportó el sufrimiento por nosotros que merecíamos sufrir. Él Se sacrificó a Sí mismo para restablecer nuestra perdida relación con Dios.
(iv) Establece que la obra de Cristo fue para llevarnos a Dios. Cristo murió una vez por todas por los pecados, el Justo por los injustos, para llevarnos a Dios. La palabra para para llevarnos es proságuein. Tiene dos trasfondos vívidos.
(a) Tiene un trasfondo judío. Se usaba en el Antiguo Testamento de llevar a Dios a los que habían de ser sacerdotes. Era la norma divina: » llevarás a Aarón y a sus hijos a la puerta del tabernáculo de la reunión» (Ex 29:4 ). La lección es: Como lo entendían los judíos, solamente los sacerdotes tenían el derecho de acceder a Dios. En el templo, los laicos podían llegar hasta cierto punto; podían pasar por el atrio de los Gentiles, el de las Mujeres y el de los Israelitas, pero allí se tenían que parar. No podían entrar en el atrio de los Sacerdotes, a la presencia más íntima de Dios; y de los sacerdotes, sólo el sumo sacerdote podía entrar en el Lugar Santísimo. Pero Jesucristo nos lleva a Dios; abre el acceso a la más íntima Presencia para todos.
(b) Tiene un trasfondo griego. En el Nuevo Testamento se usa tres veces el nombre correspondiente prosagógué. Proságuein quiere decir introducir; prosagógué quiere decir el derecho de acceso, el resultado de introducir. Por medio de Cristo tenemos acceso a la gracia (Rm 5:2 ). Por medio de Él tenemos acceso a Dios el Padre (Ef 2:18 ). Por medio de Él tenemos seguridad y acceso y confianza para venir a Dios (Ef 3:12 ). En griego esto tenía un sentido especializado. En el salón de los reyes, había un oficial llamado el prosagógueus, el introductor, el que permite el acceso, cuya función era decidir quién podía ser admitido a la presencia del rey y quién no. Como si dijéramos, tenía la llave de acceso. Es Jesucristo, en virtud de su obra, Quien nos permite acceder a Dios.
(v) Cuando pasemos estos dos versículos y nos adentremos en el pasaje, podremos añadir dos grandes verdades más a lo que Pedro nos dice acerca de la obra de Cristo. En 3:19 dice que Jesús predicó a los espíritus en prisión; y en 4:6 dice que el Evangelio fue predicado a los que ya estaban muertos. Como pasaremos a ver, lo más probable es que esto quiera decir que entre Su muerte y Su Resurrección Jesús predicó el Evangelio en la morada de los muertos; es decir, a los que no habían tenido oportunidad de oírlo en vida. Aquí hay un pensamiento tremendo. Quiere decir que la obra de Cristo es infinita en su aplicación. Quiere decir que ninguna persona que haya vivido nunca está fuera de la Gracia de Dios.
(vi) Pedro ve la obra de Cristo en términos de un triunfo completo. Dice que después de Su Resurrección Jesús entró en el cielo y está a la diestra de Dios, y que los ángeles, las autoridades y los poderes se Le han sometido (3:22). Lo que quiere decir que no hay nada ni en la Tierra ni en el Cielo fuera del imperio de Cristo. Para todas las personas trajo una nueva relación con Dios; en Su muerte aun llevó la Buena Noticia a los muertos; en Su Resurrección conquistó la muerte; hasta los poderes angélicos y demoníacos Le están sujetos; y comparte el mismo poder y trono de Dios. Cristo, el Que sufrió, ha llegado a ser Cristo, el Que venció; Cristo el Crucificado ha llegado a ser Cristo el Coronado.
«DESCENDIÓ A LOS INFIERNOS» (1)
1 Pedro 3:18b-20; 4:6
Padeció la muerte en la carne, pero resucitó a la vida en el Espíritu, en el Que también fue a predicar a los espíritus que estaban en prisión, los que habían sido desobedientes en un tiempo, cuando la paciencia de Dios estaba esperando en los días de Noé mientras se construía el arca… Porque para esto se les ha predicado el Evangelio hasta a los muertos: para que, aunque ya han sido juzgados en la naturaleza humana, puedan vivir en el Espíritu con la vida de Dios.
Ya hemos dicho que nos encontramos de cara aquí con uno de los pasajes más difíciles, no sólo de la Primera de Pedro, sino de todo el Nuevo Testamento; y si hemos de captar su significado, debemos seguir el consejo del mismo Pedro y ceñirnos bien los lomos del entendimiento para estudiarlo.
Este pasaje está alojado en el Credo en la frase «descendió a los infiernos.» En primer lugar debemos advertir que esta frase es muy confusa. La idea del Nuevo Testamento no es que Jesús descendió al infierno, sino que descendió al hades. Hch 2:27 , como todas las traducciones modernas muestran correctamente, debe traducirse, no: «No dejarás mi alma en el infierno,» como decía la antigua versión Reina-Valera, sino: «No dejarás mi alma en el Hades,» como corrigió la revisión de 1960. La diferencia es ésta: el infierno es el lugar de castigo de los malvados; el hades era el lugar donde estaban todos los muertos.
Los judíos tenían una concepción muy sombría de la vida más allá de la tumba. No pensaban en términos de Cielo e infierno, sino del mundo de las sombras en el que los espíritus de los seres humanos que ya habían muerto se movían como fantasmas grises en una penumbra perdurable y donde no había ni fuerza ni alegría. Tal era el hades al que los espíritus de todas las personas iban después de la muerte. Isaías escribe: «Porque el Seol no Te exaltará, ni Te alabará la muerte; ni los que descienden al sepulcro esperaran Tu verdad» (Isa 38:18 ). El salmista escribió: «Porque en la muerte no hay memoria de Ti; en el Seol, ¿quién Te alabará? (Sal 6:5 ). «¿Qué provecho hay en mi muerte cuando descienda a la sepultura? ¿Te alabará el polvo? ¿Anunciará Tu verdad?» (Sal 30:9 ). «¿Manifestarás Tus maravillas a los muertos? ¿Se levantarán los muertos para alabarte? ¿Será contada en el sepulcro Tu misericordia, o Tu verdad en el Abadón? ¿Serán reconocidas en las tinieblas Tus maravillas y Tu justicia en la tierra del olvido?» (Sal 88:10-12 ). «No alabarán los muertos al Señor, ni cuantos descienden al silencio» (Sal 115:17 ) «Todo lo que te viniere a la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas; porque en el Seol, adonde vas, no hay obra, ni trabajo, ni ciencia, ni sabiduría» (Ec 9:10 ). La concepción judía del mundo más allá de la muerte era este mundo gris de sombras y de olvido, en el que las personas estaban separadas de la vida y de la luz y de Dios.
Conforme fue pasando el tiempo surgió la idea de etapas y divisiones en esa tierra de las sombras. Para algunos, duraría para. siempre; para otros, era una especie de prisión en la que se estaría hasta que el juicio final de la ira de Dios los desintegrara (Isa 24:21 s; 2Pe 2:4 ; Apocalipsis 20:1-7). Así que debe recordarse en primer lugar que todo este tema se refiere, no al infierno, tal como entendemos esta palabra, sino que Cristo fue a los muertos que estaban en su mundo tenebroso.
«DESCENDIÓ A LOS INFIERNOS» (2)
1 Pedro 3:14-20; 4:6 (continuación)
Esta doctrina del descenso a los infiernos, como la llamaremos desde ahora, se base en dos frases del presente pasaje. Dice que Jesús fue y predicó a los espíritus que estaban en prisión (3:19); y habla de que el Evangelio les fue predicado a los muertos (4:6). En relación con esta doctrina siempre ha habido actitudes divergentes entre los pensadores.
(i) Hay algunos que querrían eliminarla totalmente. Es la actitud de la eliminación. Algunos quieren eliminarla totalmente y proponen hacerlo de dos maneras.
(a) Pedro dice que en el Espíritu, Cristo predicó a los espíritus en prisión, que habían sido desobedientes en el tiempo en que la paciencia de Dios estaba esperando en los días de Noé, cuando se estaba construyendo el arca. Se sugiere que lo que esto quiere decir es que fue en tiempos del mismo Noé cuando Cristo hizo esta predicación; que en el Espíritu, largas edades antes de ésta, hizo su llamada a los malvados de tiempos de Noé. Esto quitaría de en medio totalmente la idea del descenso al hades. Muchos grandes investigadores han aceptado este punto de vista; pero no creemos que es el que sugieren naturalmente las palabras de Pedro.
(b) Si miramos la traducción de Moffatt nos encontramos con algo totalmente diferente. Traduce: «En la carne Él (Cristo) recibió la muerte, pero vino a la vida en el Espíritu. Fue en el Espíritu como Enoc también fue a predicar a los espíritus prisioneros que habían desobedecido en el tiempo cuando la paciencia de Dios se contuvo durante la construcción del arca en los días de Noé.» ¿Cómo llega Moffatt a esta traducción? El nombre de Enoc no aparece en ningún manuscrito griego. Pero al considerar el texto de cualquier autor griego, los investigadores a veces usan un proceso que se llama enmendar. Creen que se ha introducido alguna incorrección en el texto tal como lo encontramos, que algún escriba tal vez se equivocó al copiarlo; y por tanto ellos sugieren que habría que cambiar o añadir alguna palabra. Rendel Harris sugirió en este pasaje que faltaba la palabra Enoc en las copias de Primera de Pedro y debería restaurarse.
(Aunque esto es meternos en el griego, puede que algunos lectores tengan interés en saber cómo llegó Rendel Harris a esta famosa enmienda. En la línea superior transcribimos en cursiva el griego del pasaje, y ponemos debajo la traducción literal al español:
thanatótheis
men sarki zóopoiétheis
habiendo sido matado en la carne habiendo sido levantado a la vida
de pneumati
en hó kai
tois en fylaké pneumasi
en el Espíritu en el cual también a los en prisión espíritus
poreutheis
ekéryxen
habiendo ido predicó.
(Men y de son lo que se llama partículas; no se traducen, meramente marcan el contraste entre sarki y pneumati). La urgerencia de Rendel Harris fue que se había omitido la palabra Enój entre kai y tois. Su explicación era que, como la copia de los manuscritos se solía hacer al dictado, los escribas estaban expuestos a perderse palabras que fueran en sucesión si sonaban de una manera parecida. En este pasaje en hó kai y Enój sonaban casi igual, y Rendel Harris pensó que era muy probable que Enój se omitiera equivocadamente por esa razón).
¿Qué razones hay para suponer que se mencionaba a Enoc en este pasaje? Siempre había sido una figura fascinante y misteriosa. » Caminó, pues, Enoc con Dios, y desapareció, porque le llevó Dios» (Ge 5:24 ). Entre el Antiguo y el Nuevo Testamento surgieron muchas leyendas sobre Enoc, y se escribieron libros famosos e importantes en su nombre. Una de las leyendas era que Enoc, aunque era un hombre, actuó como » enviado de Dios» a los ángeles que pecaron al venir a la Tierra y seducir lascivamente a las mujeres mortales (Ge 6:2 ). En el Libro de Enoc se dice que fue enviado desde el Cielo a esos ángeles para anunciarles su condenación (Enoc 12:1) y que proclamó que para los hombres, a causa de su pecado, nunca habría paz ni perdón (Enoc 12 y 13).
Así que, según la leyenda judía, Enoc fue al hades a predicar condenación a los ángeles caídos; y Rendel Harris pensó que este pasaje se refería, no a Jesús, sino a Enoc; y Moffatt estaba lo suficientemente de acuerdo con él como para introducir a Enoc en su traducción. Es una sugerencia sumamente interesante e ingeniosa, pero no cabe duda que hay que rechazarla. No la sostiene ninguna evidencia; y no es natural introducir a Enoc, porque de lo que se trata es de la obra de Cristo.
«DESCENDIÓ A LOS INFIERNOS» (3)
1 Pedro 3:18b-20; 4:6 (continuación)
Ya hemos visto que el intento de aplicar la eliminación a este pasaje no tiene un resultado satisfactorio.
(ii) La segunda actitud es la de la limitación. Esta actitud -que, por cierto, es la que adoptan algunos grandes intérpretes del Nuevo Testamento- cree de veras que Pedro está diciendo que Jesús fue al hades y predicó; pero no a todos los habitantes del hades ni mucho menos. Los diferentes intérpretes limitan aquella predicación de diferentes maneras.
(a) Se mantiene que Jesús predicó en el hades solamente a los espíritus de las personas que fueron desobedientes en los días de Noé. Los que mantienen este punto de vista llegan a menudo a discutir que, puesto que esos pecadores fueron tan desobedientes que Dios acabó por mandar el diluvio y destruirlos (Ge 6:12 s), podemos creer que nadie está totalmente fuera de la misericordia de Dios. Eran los peores de todos los pecadores; y, sin embargo, se les dio una nueva oportunidad para arrepentirse; por tanto, las peores personas siguen teniendo una oportunidad en Cristo.
(b) Se mantiene que Jesús predicó a los ángeles caídos; pero les predicó, no la Salvación, sino la terrible condenación final. Ya hemos mencionado a esos ángeles. Su historia se nos relata en Ge 6:1-8 . Fueron tentados por la belleza de las mujeres mortales; vinieron a la Tierra, las sedujeron y les engendraron hijos; y a causa de su acción, se infiere, la maldad humana llegó al colmo, y sus pensamientos eran siempre malos. 2Pe 2:4 habla de estos ángeles pecadores que están presos en el infierno esperando el juicio. De hecho, fue a ellos a los que predicó Enoc; y algunos piensan que lo que quiere decir este pasaje no es que Cristo predicó la misericordia y una segunda oportunidad, sino que, en señal de Su triunfo definitivo, predicó la terrible condenación de aquellos ángeles que habían pecado.
(c) Se mantiene que Cristo predicó solamente a los que habían sido íntegros, y que los condujo del hades al Paraíso de Dios. Ya hemos visto que los judíos creían que todos los muertos iban al hades, la sombría tierra del olvido. Se mantiene que antes de Cristo era esa la situación; pero Él le abrió las puertas del Paraíso a la humanidad; y, al hacerlo, fue al hades y les dio la buena noticia a todos los justos de todas las generaciones pasadas y los sacó de allí y Se los llevó a Dios. Este es un cuadro maravilloso. Los que mantienen este punto de vista suelen pasar a decir que, gracias a Cristo, ya no hay que pasar tiempo en las sombras del hades, y está abierto el camino al Paraíso tan pronto como se sale de este mundo.
«DESCENDIÓ A LOS INFIERNOS» (4)
1 Pedro 3:18b-20; 4:6 (conclusión)
(iii) Algunos aceptan que lo que Pedro está diciendo es que Jesucristo, entre Su muerte y Resurrección, fue al mundo de los muertos y predicó allí el Evangelio. Pedro dice que Jesucristo fue matado en la carne pero levantado a la vida en el Espíritu, y que fue en el Espíritu como también predicó. El sentido es que Jesús vivió en un cuerpo humano y estuvo bajo todas las limitaciones de tiempo y espacio en los días de Su carne; y murió con el cuerpo destrozado y sangrando en la Cruz. Pero cuando resucitó, surgió con un cuerpo espiritual, en el que estaba libre de las debilidades necesarias de la humanidad y liberado de las necesarias limitaciones de tiempo y espacio. Fue en esta condición espiritual de perfecta libertad como realizó la predicación a los muertos.
Como se suele formular esta doctrina, se usan categorías que están anticuadas. Se habla de descender al hades, y la misma palabra descender sugiere un universo de tres pisos en el que el Cielo está localizado por encima de la atmósfera y el hades debajo de la tierra. Pero, dejando a un lado las categorías físicas de esta doctrina, podemos encontrar en ella verdades que son eternamente válidas y preciosas, tres en particular.
(a) Si Cristo descendió al hades, entonces Su muerte no fue una ficción. No se puede explicar en términos de un desmayo en la Cruz ni nada parecido. Jesús realmente experimentó la muerte y resucitó. Mirándola sencillamente, la doctrina del descenso al hades subraya la total identificación de Cristo con nuestra condición humana, hasta la muerte.
(b) Si Cristo descendió al hades, esto quiere decir que Su triunfo es universal. Esta, de hecho, es una verdad inseparable del Nuevo Testamento. Era el sueño de Pablo que al nombre de Jesús se doblaría toda rodilla, de las cosas del Cielo, y de las de la Tierra y de las de debajo de la tierra (Fil 2:10 ).
En el Apocalipsis el himno de alabanza viene de todas las criaturas que están en el Cielo, y en la Tierra y debajo de la tierra (Apocalipsis 5:13). El Que ascendió al Cielo es el Que antes había descendido a las partes más bajas de la tierra (Ef 4:9 s). La total sumisión del universo a Cristo está entretejida en todo el pensamiento del Nuevo Testamento.
(c) Si Cristo descendió al hades y predicó allí, no hay rincón del universo al que no haya llegado el Mensaje de Gracia. En este pasaje tenemos la solución de uno de los interrogantes inquietantes que suscita la fe cristiana: ¿Qué les sucederá a los que vivieron antes de Jesucristo y a aquellos a los que nunca alcanzó el Evangelio? No puede haber salvación sin arrepentimiento; pero, ¿cómo pueden arrepentirse los que nunca se han visto confrontados con el amor y la santidad de Dios? Si no hay otro nombre por el que la humanidad pueda salvarse, ¿qué les sucederá a los que nunca lo han oído? Esta es la verdad a la que se aferraba Justino Mártir hace mucho tiempo: » El Señor, el santo Dios de Israel, se acordó de Sus muertos, los que estaban durmiendo dentro de la tierra, y descendió a ellos para proclamarles la Buena Nueva de Salvación.» La doctrina del descenso al hades conserva la preciosa verdad de que ninguna persona que haya vivido nunca ha quedado excluida al ofrecimiento de la Salvación de Dios.
Muchos, al repetir el Credo, han encontrado la frase » Descendió a los infiernos» o sin sentido o alucinante, y han llegado a la conclusión tácitamente de dejarla de lado y olvidarla. Podría ser que debiéramos pensar en ello como un cuadro pintado en términos poéticos más bien que como una doctrina expresada en términos teológicos. Pero contiene estas tres grandes verdades: Que Jesucristo no sólo probó la muerte y apuró su copa hasta las heces, sino que el triunfo de Cristo es universal y no hay rincón del universo que no haya alcanzado la Gracia de Dios.
EL BAUTISMO DEL CRISTIANO
1 Pedro 3:18-22
Cristo también murió una vez por todas y por los pecados, el Justo por los injustos, para llevarnos a Dios. Padeció la muerte en la carne, pero resucitó a la vida en el Espíritu, en el Que también fue a predicar a los espíritus que estaban en prisión, los que habían sido desobedientes en un tiempo, cuando la paciencia de Dios estaba esperando en los días de Noé mientras se construía el arca; en la que unos pocos -es decir, ocho personas- alcanzaron la salvación por medio del agua. Y es el agua lo que ahora os salva a los que representaban simbólicamente Noé y su compañía; quiero decir el agua del Bautismo, que no consiste en lavar la suciedad del cuerpo, sino en el compromiso con Dios de mantener una buena conciencia mediante la Resurrección de Jesucristo, Que está a la diestra de Dios, porque fue al Cielo después que se Le sometieron los ángeles, las autoridades y los poderes.
Pedro ha estado hablando acerca de los malvados que fueron desobedientes y corruptos en los días de Noé, que fueron finalmente destruidos. Pero en la destrucción por el diluvio, ocho personas -Noé y su mujer, sus hijos Sem, Cam y Jafet y sus mujeres- salieron sanos y salvos del arca. Inmediatamente, la idea de salir sanos y salvos del agua hace volver el pensamiento de Pedro al Bautismo cristiano, que es también quedar a salvo por medio del agua. Lo que Pedro dice literalmente es que el Bautismo es el antitipo de Noé y su gente en el arca.
Esta palabra nos introduce en una manera especial de considerar el Antiguo Testamento. Hay dos palabras íntimamente relacionadas. Está el typos, tipo, que quiere decir un sello, y está el antitypos, antitipo, que quiere decir la impresión del sello. Está claro que entre el sello y su impresión existe la más íntima correspondencia posible. Así es que hay personas y acontecimientos y costumbres en el Antiguo Testamento que._ son tipos, y que se corresponden con sus antitipos en el Nuevo Testamento. El acontecimiento o la persona del Antiguo Testamento son como el sello; el acontecimiento o persona del Nuevo Testamento son como la impresión; los dos se corresponden. Podríamos expresarlo diciendo que el acontecimiento del Antiguo Testamento representa y anuncia simbólicamente el acontecimiento del Nuevo Testamento. La ciencia de descubrir tipos y antitipos en el Antiguo y en el Nuevo Testamento está muy desarrollada. Pero, para tomar ejemplos muy sencillos y obvios, el cordero pascual y el chivo expiatorio que llevaban los pecados del pueblo, son tipos de Jesús; y el ministerio del sumo sacerdote al hacer sacrificio por los pecados del pueblo es un tipo de Su obra salvífica. Aquí Pedro ve el quedar sanos y salvos por medio de las aguas de Noé y su familia como un tipo del Bautismo.
En este pasaje Pedro tiene tres grandes cosas que decir acerca del Bautismo. Hay que tener presente que en esta etapa de la historia de la Iglesia se trataba del bautismo de adultos, de personas que habían llegado al Cristianismo del paganismo y que estaban asumiendo una nueva clase de vida.
(i) El Bautismo no es meramente una limpieza física; es una limpieza espiritual de todo el corazón y alma y vida. Sus efectos deben estar en la misma alma de la persona y en la totalidad de su vida.
(ii) Pedro llama al Bautismo el compromiso de una buena conciencia para con Dios (versículo 21). La palabra que usa Pedro para compromiso es eperótéma. En cualquier contrato había una pregunta y una respuesta que hacían que el contrato fuera en firme. La pregunta era: «¿Aceptas los términos de este contrato y te comprometes a cumplirlos?» Y la respuesta, ante testigos era: «Sí.» Sin esa pregunta y respuesta el contrato no era válido. El término técnico para esa pregunta y respuesta era eperótéma en griego, stipulatio en latín.
Pedro está diciendo en realidad que en el bautismo Dios le preguntaba a la persona que llegaba al Cristianismo directamente del paganismo: «¿Aceptas los términos de Mi servicio? ¿Aceptas sus privilegios y promesas, y asumes sus responsabilidades y demandas?» Y en el acto del bautismo, el candidato respondía: «Sí.»
Solemos usar la palabra sacramento. La palabra sacramento procede del latín sacramentum, que era el juramento de fidelidad del soldado al entrar en el ejército. Aquí tenemos básicamente el mismo cuadro. No podemos aplicar muy bien esta pregunta y respuesta en el caso del bautismo infantil, a menos que sea a los padres; pero, como hemos dicho, el bautismo en la Iglesia original era de hombres y mujeres adultos que venían a la Iglesia espontáneamente del paganismo. El paralelo moderno es la entrada en la iglesia con plena membresía. Cuando lo hacemos Dios nos pregunta: «¿Aceptas las condiciones de Mi servicio, con todos sus privilegios y responsabilidades, con todas sus promesas y demandas?» Y respondemos: «Sí.» Estaría bien que todos entendiéramos claramente lo que estamos haciendo cuando asumimos la membresía de la iglesia.
(iii) Toda la idea y la eficacia del bautismo depende de la Resurrección de Jesucristo. Es la Gracia del Señor Resucitado lo que nos limpia; Es al Señor Resucitado y Vivo al que nos comprometemos; es al Señor Resucitado y Vivo al que pedimos fuerzas para cumplir la promesa que Le hacemos. Una vez más, cuando se trata del bautismo infantil, debemos tomar estas grandes concepciones y aplicarlas al momento en que se entra en la plena membresía de la iglesia.
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
REFERENCIAS CRUZADAS
o 177 2Co 1:7; Col 1:24; 1Pe 4:12
p 178 Hch 5:9; 1Pe 4:15