Comentario de 1 Pedro 4:9 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Hospedaos los unos a los otros sin murmuraciones.

4:9 — «Hospedaos los unos a los otros». La palabra griega para decir «hospitalidad» es una compuesta de «amor» y «desconocido». (Véanse mi obra NOTAS SOBRE Hebrews, 13:2). Véanse Rom 12:13; Heb 13:2; 1Ti 3:2. Aunque los cristianos debemos asociarnos mucho unos con otros en nuestras casas, al hablar de la hospitalidad, las Escrituras hacen referencia a servicio doméstico hacia desconocidos y extranjeros.

En el tiempo de Pedro había dos razones principales por las que era necesaria la hospitalidad:

1— No había mucho servicio público de hospedaje. Los evangelistas en muchos casos tenían que depender de los cristianos (Hch 16:15; Flm 1:22; 3Jn 1:5-8).

2— La persecución de aquel tiempo dejaba a hermanos desterrados.

3— Habría otros factores. Pero en todo caso el desconocido tuvo que depender de los cristianos. Seguramente Pedro no habla de aprovecharse de la bondad de los cristianos. El simple hecho de ser alguien evangelista no le da derecho de llegar dondequiera, y sin aviso, con la idea de hacerse carga a los hermanos locales, pues «debemos ser hospitalarios». Esto es irresponsabilidad.

— «sin murmuración». Véase Flp 2:14. El cristiano debe hacer la voluntad de Dios en todo asunto con alegría (2Co 9:7).

La murmuración en este caso consistiría o en quejarse a otros de tener que gastar en el desconocido, o en echarle en cara al desconocido del favor que se le hizo. Tales actitudes no expresarían el debido amor (ver. 8) ni alegría de espíritu que a Dios le agrada.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

hospedaos los unos s los otros. Rom 12:13; Rom 16:23; 1Ti 3:2; Tit 1:8; Heb 13:2, Heb 13:16.

sin murmuraciones. 2Co 9:7; Flp 2:14; Flm 1:14; Stg 5:9.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Hospedaos los unos a los otros: En la época del NT. la hospitalidad usualmente significaba darle alojamiento y comida a los viajeros por dos o tres días sin esperar ningún pago en retribución.

sin murmuraciones: Ser verdaderamente hospitalario requería sacrificio personal. Por lo tanto, muchos de los que llevaban a cabo estos actos de gentileza con los extranjeros algunas veces se quejaban a espaldas de sus huéspedes, de los trabajos que significaba atenderles. En esta carta, Pedro exhorta a los cristianos a servir a los demás alegremente.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

Hospedaos los unos a los otros. La palabra griega significa «amor a los extraños». El amor es algo muy práctico y no solo emocional. En el tiempo de Pedro el amor incluía abrir las puertas de la casa y cuidar de los cristianos necesitados, como era el caso de los predicadores itinerantes. También suponía el ofrecimiento de la casa para los cultos de la iglesia. La Biblia también enseña que los cristianos deben ser hospitalarios con personas a quienes no conocen (Éxo 22:21; Deu 14:28-29; Heb 13:1-2).

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

4:9 — «Hospedaos los unos a los otros». La palabra griega para decir «hospitalidad» es una compuesta de «amor» y «desconocido». (Véanse mi obra NOTAS SOBRE Hebrews, 13:2). Véanse Rom 12:13; Heb 13:2; 1Ti 3:2. Aunque los cristianos debemos asociarnos mucho unos con otros en nuestras casas, al hablar de la hospitalidad, las Escrituras hacen referencia a servicio doméstico hacia desconocidos y extranjeros.
En el tiempo de Pedro había dos razones principales por las que era necesaria la hospitalidad:
1- No había mucho servicio público de hospedaje. Los evangelistas en muchos casos tenían que depender de los cristianos (Hch 16:15; Flm 1:22; 3Jn 1:5-8).
2- La persecución de aquel tiempo dejaba a hermanos desterrados.
3- Habría otros factores. Pero en todo caso el desconocido tuvo que depender de los cristianos. Seguramente Pedro no habla de aprovecharse de la bondad de los cristianos. El simple hecho de ser alguien evangelista no le da derecho de llegar dondequiera, y sin aviso, con la idea de hacerse carga a los hermanos locales, pues «debemos ser hospitalarios». Esto es irresponsabilidad.
–«sin murmuración». Véase Flp 2:14. El cristiano debe hacer la voluntad de Dios en todo asunto con alegría (2Co 9:7).
La murmuración en este caso consistiría o en quejarse a otros de tener que gastar en el desconocido, o en echarle en cara al desconocido del favor que se le hizo. Tales actitudes no expresarían el debido amor (ver. 8) ni alegría de espíritu que a Dios le agrada.

Fuente: Notas Reeves-Partain

LA RESPONSABILIDAD CRISTIANA

1 Pedro 4:9-10

Sed hospitalarios unos con otros sin echarlo en cara nunca. Conforme cada cual haya recibido un don de Dios, que todos los usen en el servicio de los demás como buenos administradores de la gracia de Dios.

La mente de Pedro está dominada en esta sección por la convicción de que el fin de todas las cosas está cerca. Es sumamente interesante y significativo notar que no usa esa convicción para exhortar a la gente a que se retire del mundo y entre en una especie de campaña privada para salvar su propia alma; la usa para exhortar a entrar en el mundo y servir a nuestros semejantes. Tal como Pedro lo ve una persona será feliz si el final la encuentra, no viviendo como un ermitaño, sino sumergida en el mundo sirviendo a sus semejantes.

(i) En primer lugar, Pedro exhorta a su gente a practicar el deber de la hospitalidad. Sin hospitalidad la Iglesia Primitiva no podría haber existido. Los misioneros ambulantes que extendieron la buena noticia del Evangelio tenían que encontrar algún sitio donde parar, y no podía ser más que en los hogares de los cristianos. Las posadas que había eran imposiblemente caras, asquerosamente sucias y notoriamente inmorales. Así que encontramos a Pedro alojándose con un cierto Simón curtidor (Hch 10:6 ), y Pablo y su compañía con un cierto Mnasón, de Chipre, uno de los primeros discípulos (Hch 21:16 ). Muchos hermanos anónimos de la Iglesia Primitiva hicieron posible la obra misionera abriendo la puertas de su hogar.

No eran los misioneros los únicos que necesitaban hospitalidad; las iglesias locales también. Durante doscientos años no hubo tal cosa como edificios de iglesia. La congregación se veía obligada a reunirse en la casa de los que tuvieran habitaciones grandes y estuvieran dispuestos a prestarlas para los cultos. Así leemos de la iglesia que estaba en la casa de Áquila y Prisquilla (Rm 16:5 ; 1Co 16:19 ), y de la iglesia que estaba en la casa de Filemón (Filemón 1:2 ). Si no hubiera sido por la hospitalidad de aquellos que estaban dispuestos ofrecer sus hogares la Iglesia original no se habría podido reunir para hacer el culto.

No nos sorprende que una y otra vez se recuerde en el Nuevo Testamento a los cristianos el deber de la hospitalidad. El cristiano debe entregarse a la hospitalidad (Rm 12:13 ). El obispo debe practicar la hospitalidad,(] Timoteo 3:2). Las viudas de la iglesia deben haber alojado a extranjeros (1 Timoteo 5:10 ). El cristiano no debe olvidar acoger a extranjeros y debe recordar que algunos que lo hicieron recibieron en sus casas a ángeles sin darse cuenta (He 13:2 ). El obispo debe amar la hospitalidad (Tit 1:8 ). Y debemos recordar siempre que se les dijo a los de la mano derecha: «Fui extranjero, y me disteis la bienvenida;» mientras que la condenación de los de la izquierda fue, entre otras cosas, porque: «Fui un extranjero y no me disteis la bienvenida» (Mt 25:35; Mt 25:43 ).

En sus primeros días, la iglesia dependía de la hospitalidad de sus miembros; y hasta el día de hoy, no se puede hace nada mejor que dar la bienvenida en un hogar cristiano a un extranjero en un lugar extraño.

(ii) Los dones que tenga una persona debe ponerlos sin regañadientes al servicio de la comunidad. Esta es también una idea favorita del Nuevo Testamento que Pablo expande en Rm 12:3-8 y 1Co 2:12 . La iglesia necesita todos los dones que pueda tener una persona. Puede que sea el de hablar en público, el de la música, el de la habilidad para visitar. Puede ser una habilidad o maña que se puede usar en el servicio práctico de la iglesia. Puede que sea una casa que alguien tenga, o el dinero que ha heredado. No hay dones que no se puedan poner al servicio de Cristo.

El cristiano tiene que considerarse un administrador de Dios. En el mundo antiguo, el administrador era muy importante. Puede que fuera un esclavo, pero tenía en sus manos la hacienda de su amo. Había dos clases principales de administradores: El dispensator, el mayordomo que era responsable de todos los asuntos domésticos de la familia y repartía las provisiones de la casa; y el vilicus, que estaba a cargo de todos los negocios de su amo y actuaba en su representación con sus arrendatarios. El mayordomo sabía muy bien que ninguna de esas cosas sobre las que ejercía control le pertenecía; todas pertenecían a su amo. Y de todo lo que hacía tenía que dar cuenta a su amo, cuyos intereses debía servir.

El cristiano siempre debe tener la convicción de que nada de lo que posee de bienes materiales o de cualidades personales es suyo propio; todo pertenece a Dios y debe usarlo en el interés de Dios ante Quien siempre es responsable.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento

Heb 13:2.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

REFERENCIAS CRUZADAS

v 217 Deu 15:9; 2Co 9:7; Heb 13:2

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

O, quejas

Fuente: La Biblia de las Américas