Este es Jesucristo, el que vino por agua y sangre; no por agua solamente, sino por agua y sangre. Y el Espíritu es el que da testimonio, porque el Espíritu es la verdad.
5:6 — “Este es Jesucristo,” El objeto de nuestra fe y confesión es Jesús el Hijo de Dios (versículo 5). Ahora éste es el que vino mediante agua y sangre. Cerinto negaba la deidad de Jesús. Afirmaba que vino el Cristo a habitar el cuerpo de Jesús cuando fue bautizado Jesús, y que le dejó poco antes de su muerte. Véase Introd. VII, 3b. Negar la deidad de Jesús equivale a negar a Dios (2:22,23), a no tener comunión con Dios (1:6), y a afirmar una mentira (2:22). Los gnósticos negaban la eficacia de la muerte de Jesucristo para expiar nuestros pecados (2:2; 4:10); de hecho, negaban la necesidad de vivir aparte del pecado, negaban tener pecado y hacían a Dios mentiroso (1:8-10).Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
Este es Jesucristo. Jua 19:34, Jua 19:35.
por agua. Isa 45:3, Isa 45:4; Eze 36:25; Jua 1:31-33; Jua 3:5; Jua 4:10, Jua 4:14; Jua 7:38, Jua 7:39; Hch 8:36; Efe 5:25-27; Tit 3:5; 1Pe 3:21.
y sangre. 1Jn 1:7; 1Jn 4:10; Lev 17:11; Zac 9:11; Mat 26:28; Mar 14:24; Luc 22:20; Jua 6:55; Rom 3:25; Efe 1:7; Col 1:4; Heb 9:7, Heb 9:14; Heb 10:29; Heb 12:24; Heb 13:20; 1Pe 1:2; Apo 1:5; Apo 5:9; Apo 7:14.
el Espíritu es el que da testimonio. 1Jn 5:7, 1Jn 5:8; Jua 14:17; Jua 15:26; 1Ti 3:16.
el Espíritu es la verdad. Jua 14:6; Jua 16:13.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
El Padre da testimonio de que Jesús vino en carne y es la fuente de la vida eterna en todos los que creemos.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
agua y sangre se interpretan al menos de cuatro formas:
(1) como el bautismo y muerte de Jesús,
(2) como su encarnación,
(3) como el agua y la sangre que fluyó de su costado en la cruz, y
(4) como el bautismo del creyente y la cena del Señor. La mayoría de los estudiosos favorecen la primera interpretación. Juan corrige al falso maestro Cerinto, quien decía que el Espíritu vino sobre Jesús en su bautismo, pero lo dejó después de su muerte (1Jn 4:2, 1Jn 4:3).
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
MEDIANTE AGUA Y SANGRE. Es probable que esta frase se refiera al bautismo de Jesús, al principio de su ministerio, y a su muerte en la cruz. Juan pudiera haber escrito esto porque algunos ensenaban que el Cristo divino no había sufrido la muerte. El sostiene que Jesucristo murió como el Dios-hombre y por eso perfectamente puede expiar los pecados de la humanidad. El Espíritu también da testimonio de esa verdad (vv. 1Jn 5:7-8).
Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena
agua y sangre. El agua y la sangre constituyen testimonios externos y objetivos de quién es Jesucristo. Corresponden al bautismo de Jesús (agua) y a su muerte (sangre). Juan combate aquí el dualismo de los falsos maestros según los cuales Cristo como «el espíritu» se apartó de Jesús «el hombre» justo antes de su muerte en la cruz (vea la Introducción: Contexto histórico). Juan escribe para mostrar que Jesús ha dado testimonio de la deidad de Jesús a través de su bautismo y su muerte. da testimonio. Tanto el verbo que se traduce «da testimonio» como el sustantivo «testimonio» provienen de la misma palabra griega y se emplean un total de nueve veces en esta sección. El significado básico es «alguien que tiene conocimiento inmediato y personal de algo». el Espíritu es la verdad. Juan ya no insiste aquí en el testimonio apostólico (1Jn 1:1-4; 1Jn 4:14), sino escribe acerca del testimonio de Dios que viene a través del Espíritu Santo. Puesto que el Espíritu de Dios no puede mentir, su testimonio es seguro.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
El término «testimonio» es el tema de esta sección. El pasaje se refiere al testimonio de Dios y del Espíritu en cuanto a la gran verdad de la deidad de Jesucristo. El pasaje anterior (1Jn 5:1-5) describía a los vencedores como aquellos que creyeron en Jesús cómo Señor y Salvador, y aquí Juan presente el testimonio de Dios mismo para confirmar que Jesús es el Cristo (Jua 5:31-37; Jua 8:13-18). Él da dos clases de testimonio, el externo (vv. 1Jn 5:6-9) y el interno (vv. 1Jn 5:10-12).
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
5:6 — “Este es Jesucristo,” El objeto de nuestra fe y confesión es Jesús el Hijo de Dios (versículo 5). Ahora éste es el que vino mediante agua y sangre.
Cerinto negaba la deidad de Jesús. Afirmaba que vino el Cristo a habitar el cuerpo de Jesús cuando fue bautizado Jesús, y que le dejó poco antes de su muerte. Véase Introd. VII, 3b. Negar la deidad de Jesús equivale a negar a Dios (2:22,23), a no tener comunión con Dios (1:6), y a afirmar una mentira (2:22). Los gnósticos negaban la eficacia de la muerte de Jesucristo para expiar nuestros pecados (2:2; 4:10); de hecho, negaban la necesidad de vivir aparte del pecado, negaban tener pecado y hacían a Dios mentiroso (1:8-10).
Juan emplea un solo nombre, diciendo, Jesucristo. Así refutó a Cerinto que afirmaba que Jesús era solamente hombre y que el Cristo estuvo en Jesús nada más por un tiempo limitado. No eran, según él, una y la misma persona. Pero dice Juan, “Jesucristo vino.”
— “que vino mediante agua y sangre; no mediante agua solamente, sino mediante agua y sangre.” Aquí se emplea el aoristo e indica un hecho histórico. Jesucristo vino; encarnó por un nacimiento virginal.
Se hace referencia al bautismo de Jesús, agua (Mat 3:13-17), y a la muerte en la cruz, sangre (Jua 19:34). Cerinto admitió lo del agua (bautismo), pero solamente eso. Negaba que el que murió (sangre, la cruz) era el Cristo. Pero vino Jesucristo mediante (en conexión con) las dos cosas. Dios estuvo en la muerte de Jesús tanto como en su vida.
Juan el bautista declaró que el que vino a ser bautizado por él era “el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo,” y que es el Hijo de Dios” (Jua 1:29; Jua 1:34). Juan el apóstol en esta carta (4:10,14) declara que este Jesús murió para salvarnos del pecado. Todo esto lo negaban Cerinto y sus discípulos gnósticos. El bautismo en agua ocurrió en el principio de su ministerio personal, la muerte (sangre) al final de él (Jua 19:30).
— “Y el Espíritu es el que da testimonio;” Nuestra fe victoriosa se basa en el testimonio apostólico (1:2; 4:14), pero aun ése se basa en el Espíritu Santo, la tercera Persona de la deidad, porque él guió a los apóstoles (Jua 14:26; Jua 15:26-27; Jua 16:13; 2Pe 1:21).
Además, cuando Jesús fue bautizado, el Espíritu Santo descendió sobre él como paloma (Mat 3:13-17; Jua 1:32-34), dando testimonio así de la deidad de Jesucristo. (También la Voz Divina testificó de ello). Los gnósticos negaban este testimonio divino.
El Espíritu Santo es el que está dando testimonio constantemente (acción continua, según el texto griego). Da testimonio hasta la fecha por medio de las Sagradas Escrituras inspiradas (2Ti 3:16). Véase el versículo 8, comentarios.
El Espíritu Santo es el tercer testigo de la encarnación de Jesucristo. Los otros dos son el agua y la sangre.
— “ porque el Espíritu es la verdad.” Véase Jua 16:13, donde se dice que el Espíritu es “de verdad.” Véanse también 3:24; 4:13, comentarios.
Jua 14:6 armoniza con 1Jn 5:6 porque Cristo y el Espíritu Santo son uno en propósito y en Naturaleza Divina. El Espíritu impartió (e imparte todavía por la Palabra escrita) la verdad; es la fuente de Verdad. El Espíritu Santo es el Revelador de la Verdad. Como se dice que Dios es amor (4:8), porque el amor le caracteriza, o es atributo de Dios, así también aquí se dice que “el Espíritu es la verdad;” es decir, la verdad le caracteriza.
Fuente: Notas Reeves-Partain
EL AGUA Y LA SANGRE
1 Juan 5:6-8
Este es el Que vino por medio de agua y sangre -Jesucristo. No fue sólo por agua por lo que vino, sino por agua y por sangre. Y es el Espíritu el Que testifica de esto; porque el Espíritu es la verdad; porque hay tres que testifican, el Espíritu y el agua y la sangre, y los tres concuerdan como uno solo.
Al principio de su comentario sobre este pasaje Plummer dice: » Este es uno de los pasajes más alucinantes de la epístola, y uno de los más complicados del Nuevo Testamento.» Sin duda, si conociéramos las circunstancias en que Juan estaba escribiendo, y tuviéramos un conocimiento completo de las herejías de las que estaba defendiendo a su pueblo, el sentido aparecería más claro; pero, tal como están las cosas, no podemos hacer más que suponer. Sí sabemos bastante, sin embargo, del trasfondo, para estar razonablemente seguros de que podemos llegar al sentido de las palabras características de este pasaje de Juan.
Está claro que las palabras agua y sangre en relación con Jesús tenían para Juan un significado especialmente, místico y simbólico. En su historia de la Cruz hay un curioso par de versículos:
«Uno de los soldados Le atravesó el costado con la lanza, e inmediatamente salieron sangre y agua. Y el que da testimonio de esto lo vio, y lo que dice es cierto; y él sabe que está diciendo la verdad para que vosotros también creáis» (Jn 19:34 ).
Está claro que Juan adscribe una importancia particular a ese incidente, y lo garantiza con un certificado de evidencia muy especial. Para él las palabras agua y sangre en relación con Jesús comunicaban una parte esencial del Evangelio.
El primer versículo del pasaje se expresa oscuramente: «Este es el Que vino por medio de agua y sangre -Jesucristo.» El sentido es que Este es el Que entró en Su mesiazgo, o Se mostró que era el Cristo, mediante agua y sangre.
En relación con Jesús, agua y sangre no pueden referirse nada más que a dos acontecimientos de Su vida. El agua debe referirse a Su Bautismo. La sangre, a Su Cruz. Juan está diciendo que el Bautismo y la Cruz de Jesús son ambos partes esenciales de Su mesiazgo. Pasa a decir que no fue sólo por agua por lo que Él vino, sino por agua y por sangre. Está claro que algunos decían que Jesús vino por agua, pero no por sangre; en otras palabras: que Su Bautismo era una parte esencial de Su mesiazgo, pero no Su Cruz. Esto es lo que nos da la clave del trasfondo de este pasaje.
Ya hemos visto una y otra vez que tras esta carta se trasluce la herejía del gnosticismo. Y también hemos visto que los gnósticos, creyendo que el espíritu era totalmente bueno y la materia totalmente mala, negaban que Dios viniera en la carne. Así es que tenían la creencia -de la que nos habla Ireneo en relación con el nombre de Cerinto, uno de sus principales representantes y contemporáneo de Juan- de que el Cristo divino había descendido en el Bautismo sobre el hombre Jesús en forma de paloma; Jesús, asociado como si dijéramos con el Cristo que había descendido sobre Él, trajo a los hombres el mensaje del Dios que era un desconocido hasta entonces, y vivió en perfecta virtud; pero en Getsemaní el Cristo divino Se apartó del hombre Jesús y volvió a Su gloria, y fue solamente el hombre Jesús el que fue crucificado en el Calvario y después resucitó. Podríamos decir más sencillamente que Cerinto enseñaba que Jesús llegó a ser divino en Su Bautismo, pero que esa divinidad Le dejó antes de la Cruz, y que murió como un hombre y nada más.
Está claro que tal enseñanza despoja la vida y la muerte de Jesús de todo su valor para nosotros. Tratando de proteger a Dios del contacto con el dolor humano, Le excluye de la obra de la redención.
Lo que Juan está diciendo es que la Cruz es una parte esencial del significado de Jesús, y que Dios estuvo presente en la muerte de Jesús exactamente lo mismo que lo estuvo en toda Su vida.
EL TRIPLE TESTIMONIO
1 Juan 5:6-8 (conclusión)
Juan pasa a hablar del triple testimonio.
Está el testimonio del Espíritu. En este punto Juan está pensando en tres cosas. (i) El relato del Nuevo Testamento es claro en que en el Bautismo de Jesús el Espíritu descendió sobre Él de una manera muy especial (Mr 1:9-11 ; Mt 3:16 s; Lc 3:21 s; Hch 10:38 ; Jn 1:32-34 ). (ii) El Nuevo Testamento es igualmente claro en que, mientras que Juan vino a bautizar con agua, Jesús vino a bautizar con el Espíritu (Mr 1:8 ; Mt 3:11 ; Lc 3:16 ; Hch 1:5 ; Hch 2:33 ). Vino para traer a los hombres el Espíritu con una plenitud y poder desconocidos hasta entonces. (iii) La historia de la Iglesia Original es la prueba de que esta no fue una vana pretensión. Empezó en Pentecostés (Hch 2:4 ), y se repitió una y otra vez en la historia y experiencia de la Iglesia (Hch 8:17 ; Hch 10:44 ). Jesús tenía el Espíritu, y podía dar el Espíritu a los hombres; y la continua evidencia del Espíritu en la Iglesia era -y es- un testimonio incontestable del continuo poder de Jesucristo.
Está el testimonio del agua. En el Bautismo de Jesús hubo el testimonio del Espíritu descendiendo sobre Él. Fue precisamente ese acontecimiento lo que le reveló a Juan el Bautista Quién era Jesús. Lo que Juan quiere subrayar es que ese testimonio se mantenía en la Iglesia Original en el Bautismo cristiano. Debemos recordar que en los orígenes de la historia de la Iglesia el Bautismo era de adultos, ya que se trataba de hombres y mujeres que ingresaban en la Iglesia mediante confesión de fe, porque venían directamente del paganismo, y empezaban una vida totalmente nueva. En el Bautismo cristiano ocurrían cosas. La persona era sumergida en el agua, y moría con Cristo; y surgía del agua resucitada con Cristo a una nueva vida. Por tanto, el Bautismo cristiano era un testimonio del poder continuo de Jesucristo. Era un testimonio de que Él seguía estando vivo, y de que Él era sin duda divino.
Está el testimonio de la sangre. La sangre era la vida. En cualquier sacrificio, la sangre se consagraba a Dios y sólo a Él. La muerte de Cristo fue el perfecto Sacrificio; en la Cruz derramó Su sangre en sacrificio a Dios. La experiencia de los hombres era que el sacrificio era eficaz y los redimía y reconciliaba con Dios dándoles la paz con Dios. Continua y regularmente se observaba -y se observa- la Cena, la Eucaristía. En ella se representa plenamente el sacrificio de Cristo; y en ella se da a las personas la oportunidad, no sólo de darle gracias a Cristo por Su Sacrificio, hecho una vez por todas, sino también de apropiarse los beneficios y de recibir Su poder sanador. Eso sucedía en el tiempo de Juan. A la Mesa del Señor los creyentes se encontraban con Cristo y experimentaban Su perdón y la paz con Dios que Él traía. Y seguimos teniendo esa experiencia; y por tanto la fiesta es un testimonio continuo del poder reconciliador del Sacrificio de Jesucristo.
El Espíritu y el agua y la sangre se combinan para mostrar como el perfecto Mesías, el perfecto Hijo de Dios y el perfecto Salvador a este Hombre Jesús en Quien Dios Se nos ha manifestado. El don continuado del Espíritu, la continuada muerte y resurrección del Bautismo, la continuada disponibilidad del Sacrificio de la Cruz a la Mesa del Señor siguen siendo los testigos de Jesucristo.
Nota sobre 1 Juan 5:7
En la versión Reina-Valera hay un versículo que hemos omitido. Dice: «Tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo; y estos tres son uno.»
Las versiones modernas no incluyen este texto. Véase la nota de la versión Bover-Cantera. Es seguro que no formaba parte del texto original.
Los Hechos son los siguientes. Primero, que no aparece en ninguno de los manuscritos griegos anteriores al siglo XIV. Los manuscritos clave pertenecen a los siglos III y IV, y este versículo no aparece en ninguno de ellos. Ninguno de los primeros padres de la Iglesia dio señales de conocerlo. La versión original de la Vulgata de Jerónimo no lo incluye. La primera persona que lo cita es el hereje español Prisciliano, que murió en el año 385 d C. Después se fue introduciendo gradualmente en el texto latino del Nuevo Testamento, aunque, como hemos visto, no aparece en los manuscritos griegos.
Entonces, ¿cómo llegó a formar parte del texto? En su origen debe de haber sido una glosa o comentario que un copista añadió al margen, y el siguiente pensó que estaba allí porque se había omitido involuntariamente. Como parecía ofrecer una buena base para la doctrina de la Trinidad, con el tiempo llegó a ser aceptado por los teólogos como parte del texto, especialmente en aquellos días tempranos de la investigación bíblica anterior al descubrimiento de los grandes manuscritos.
Pero, ¿cómo se mantuvo y llegó a formar parte de la ReinaValera y otras traducciones clásicas como la Autorizada inglesa? El primer texto del Nuevo Testamento griego que se publicó fue el de Erasmo, en 1514, aunque el de la Biblia Políglota Complutense del cardenal Cisneros se imprimió antes, pero no salió al público hasta después. Erasmo fue un gran erudito; y, sabiendo que este versículo no formaba parte del texto original, no lo incluyó en su primera edición. Pero para entonces, sin embargo, los teólogos ya estaban usándolo. Se había incluido, por ejemplo, en la Vulgata Latina de 1514. A Erasmo se le criticó por omitirlo. Su respuesta fue que si se le mostraba algún manuscrito griego que lo incluyera, lo imprimiría en la edición siguiente. Alguien le mostró un texto muy tardío y deficiente en el que el versículo aparecía en griego; y Erasmo, fiel a su palabra pero muy en contra de su juicio y voluntad, imprimió el versículo en su edición de 1522.
El paso siguiente fue que en 1550 Stephanus imprimió su gran edición del Nuevo Testamento griego. Esta edición de Stephanus se llamó, mejor dicho, él mismo le dio el nombre de Textus receptus, texto tradicional, que fue la base de la Biblia del Oso y de tantas otras traducciones clásicas y del texto griego durante siglos. Así es como este versículo llegó a la Reina-Valera. Por supuesto que no hay nada en él que esté mal, pero la investigación moderna ha dejado bien claro que Juan no fue el que lo escribió, y que es un comentario muy posterior y una añadidura a sus palabras. Y por eso la mayor parte de las traducciones modernas lo omiten.
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
— con agua y sangre: Bastantes mss., entre ellos algunos de reconocido valor, como el Sinaítico y el Alejandrino, al agua y a la sangre añaden el Espíritu, variante que encaja perfectamente en el contexto siguiente. Si por otra parte, se admite la equivalencia, universalmente aceptada, entre agua = bautismo y sangre = muerte, podría pensarse en la siguiente traducción: Este es Jesucristo que vino a salvarnos con el agua del bautismo, la sangre de su muerte y la unción de su Espíritu.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
Jua 14:17; Jua 15:26; Jua 19:34.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
el Testimonio Acerca Del Hijo
Puesto que una perspectiva correcta de Jesús reviste la máxima importancia, es fundamental que sea atestiguada. Por ello Juan cita algunos de los testimonios que establecen quién es Jesús.
6 Que vino por agua se refiere seguramente a su bautismo, y sangre a su muerte. Durante el acto del bautismo escuchó la voz celestial e inició solemnemente su ministerio. Algunos herejes aparentemente sostenían que el Cristo divino vino sobre Jesús cuando fue bautizado, pero lo abandonó antes de su muerte. Juan responde a esta posición haciendo hincapié en la sangre, no por agua solamente, sino por agua y sangre. Esto era (y es) el corazón del evangelio. Pareciera no haber duda alguna sobre el agua, pero Juan se siente obligado a poner énfasis sobre sangre. Justamente en eso radicaba el tropezadero. Los herejes evidentemente hallaban imposible el sostener que el Cristo divino podía morir. Juan señala que el agua no estaba sola. El agua y la sangre van juntas. Además, es el Espíritu el que da testimonio (el tiempo presente señala a una actividad continua). El tiene una calificación excelente para esto, porque el Espíritu es la verdad (como lo es Jesús; Juan 14:6). Obsérvese que algunas versio nes incluyen material adicional en este punto, material sobreañadido que corresponde íntegramente al v. 7. Pero todo el v. 7 de algunas versiones es en realidad una glosa y debe excluirse del texto. El v. 7 está excluido en las versiones castellanas RVA, BJ, NC, y en Straubinger está entre corchetes. Al respecto es interesante consignar lo que dice la BJ en su nota al pie: “El texto de los vv. 7, 8 está recargado en la Vulgata por un inciso (más abajo, entre paréntesis) ausente en los mss. griegos antiguos, de las antiguas versiones y de los mejores mss. de la Vulgata, y que parece una glosa marginal introducida tardíamente en el texto: «Pues tres son los que dan testimonio (en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo, y estos tres son uno; y tres los que dan testimonio en la tierra): el Espíritu, el agua y la sangre, y estos tres son uno.» ” Ver nota de la RVA. 8 Hay en realidad tres que dan testimonio. Al Espíritu se lo menciona en primer término, tal vez porque recién se ha hecho referencia al mismo, o tal vez porque es una persona y de ahí que sea un testigo más explícito que el agua y la sangre. El testimonio es armónico. El testimonio interior del Espíritu, y todo lo que está involucrado en el bautismo de Cristo y su muerte no son tres hechos sin relación alguna. Los tres señalan a un acto de Dios en Cristo para la salvación del hombre.
9 Juan apela al bien conocido hecho de la confianza humana. Aceptamos el testimonio de otra gente y mucho más deberíamos aceptar el del cual Juan habla, porque este es el testimonio de Dios y el testimonio de Dios es mayor. El testimonio en cuestión es acerca de su Hijo. Ahora, el dar el testimonio compromete, de modo que esto significa que Dios se ha comprometido en Cristo; ha dado testimonio que esto es justamente lo que él mismo es. 10 Cualquiera que confía en el Hijo de Dios, tiene el testimonio en sí mismo, lo cual pareciera decirnos que el testimonio del Espíritu (6, 7) es un testimonio del propio espíritu del hombre. El que cree en el Hijo de Dios y el que no cree a Dios se oponen entre sí. Esto significa que Juan no establece una marcada diferencia entre creer y creer en, y entre fe en el Hijo y fe en Dios. Para él Jesucristo fue el Dios encarnado, de modo que creer en Cristo es igual a creer en Dios. Pero el no creer en él es hacerlo un mentiroso (cf. 1:10). El uso del tiempo perfecto en ha hecho le da carácter de permanencia. El incrédulo se coloca en la posición de tener permanentemente una perspectiva distorsionada de Dios. 11 El contenido del testimonio es algo inesperado, porque es lo que Dios ha hecho, no lo que ha dicho. Nos ha dado vida eterna. La vida eterna es un acto y un don de Dios, y al contemplarla vemos una revelación de Dios. Es importante el añadido de las palabras y esta vida está en su Hijo. No podemos pensar en la vida eterna aparte del hijo ni podemos pensar en el testimonio aparte de él (cf. v. 9). La vida eterna es la vida con Cristo y en Cristo. 12 Está enfatizado por medio de un doble énfasis. La vida y el Hijo van juntos. Es imposible poseer la una sin poseer el otro.
Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno
NOTAS
(1) “Está dando testimonio.” Gr.: mar·ty·róun; lat.: te·sti·fi·cá·tur.
REFERENCIAS CRUZADAS
q 246 Mat 3:13
r 247 Hch 20:28; Efe 1:7; Heb 9:22; 1Pe 1:19
s 248 Mat 3:16; Jua 1:33
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
agua y sangre. Con esta expresión Juan afirma la realidad de la encarnación de Cristo. Algunos sugieren que el agua se refiere al bautismo de Jesús y la sangre a su muerte en la cruz.
el Espíritu…da testimonio. El verdadero significado de la encarnación y la expiación es confirmado por el Espíritu Santo.
Fuente: La Biblia de las Américas
6 (1) Aquel, Jesucristo, vino como Hijo de Dios para que nosotros naciéramos de Dios y recibiéramos la vida divina ( Jua_10:10 ; 20:31). Dios nos da vida eterna en Su Hijo (vs.11-13). Se afirmó que Jesús, el hombre de Nazaret, era Hijo de Dios mediante el agua por la que pasó en Su bautismo ( Mat_3:16-17 ; Jua_1:31), mediante la sangre que derramó en la cruz ( Jua_19:31-35 ; Mat_27:50-54), y también mediante el Espíritu que El dio sin medida ( Jua_1:32-34 ; 3:34). Mediante estas tres cosas Dios testificó que Jesús es el Hijo que El nos dio (vs.7-10), y que en El podemos recibir Su vida eterna creyendo en Su nombre (vs.11-13; Jua_3:16 , Jua_3:36 ; 20:31). El agua del bautismo pone fin a las personas de la vieja creación al sepultarlas; la sangre derramada en la cruz redime a los que Dios ha escogido de entre la vieja creación; y el Espíritu, quien es la verdad, la realidad en vida ( Rom_8:2) , hace germinar a los que Dios ha redimido de la vieja creación, regenerándolos con la vida divina. Por eso, ellos han nacido de Dios y han sido hechos hijos Suyos ( Jua_3:5 , Jua_3:15 ; 1:12-13), y viven una vida que practica la verdad (1:6), la voluntad de Dios (2:17), la justicia de Dios (2:29), y el amor de Dios (3:10-11) para que El sea expresado.
6 (2) Algunos mss. añaden: y Espíritu.
6 (3) Lit., en.
6 (4) El Espíritu, quien es la verdad, la realidad ( Jua_14:16-17 ; 15:26), testifica que Jesús es el Hijo de Dios y que en El está la vida eterna. Al testificar así, El imparte al Hijo de Dios en nosotros para que sea nuestra vida ( Col_3:4).
6 (5) Denota la realidad de todo lo que Cristo es como Hijo de Dios ( Jua_16:12-15). Véase la nota 6 (6) del cap. 1.
Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro
mediante agua y sangre. El agua se refiere a la inauguración del ministerio terrenal de Cristo al ser bautizado por Juan (Mar 1:9-11); la sangre se refiere a la clausura de su vida terrenal al ser crucificado, Jesús demostró que era el Cristo (el Mesías) en Su bautismo y al derramar Su alma hasta la muerte.
Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie
mediante… O a través de agua y sangre.
Fuente: Biblia Textual IV Edición
M57 En διʼ ὕδατος καὶ αἵματος, la frase prepositiva tiene la idea de circunstancia concomitante, paralela con ἐν τῷ ὕδατι (tiene la idea de manera: con -T267; presenta la idea de medio -R583). [Editor. Tanto la idea de acompañamiento como la de instrumentalidad parecen estar presentes en estas frases].
Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego
O, en
Fuente: La Biblia de las Américas
O a través de agua y sangre
Fuente: La Biblia Textual III Edición
* Esto a menudo se interpreta con el fin de dar el significado del agua del bautismo y la sangre que significa su muerte.