Comentario de 2 Juan 1:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

El anciano a la señora elegida y a sus hijos, a quienes yo amo en verdad—y no sólo yo, sino también todos los que han conocido la verdad—

1:1 — “El anciano”, jo presbuteros. El artículo definido ante la palabra anciano indica una persona y no un oficio. Juan se refiere a su edad avanzada, y escribe como padre a hijos. Pedro, al escribir a ancianos (de oficio), dice que él también es uno (1Pe 5:1). Pero tal no es el punto de Juan en este pasaje.

— “a la Señora elegida” Véase Introducción, V. La interpretación más aceptable al juicio mío es la segunda mencionada. Parece que Juan escribió a una hermana en la fe de eminencia, con hijos fieles, y dada a la hospitalidad (el versículo 10). (La interpretación número 4 en la lista también tiene mérito).

En las porciones simbólicas de las Escrituras una mujer puede representar a la iglesia (Véase Apo 12:1-17), pero esta carta no es simbólica y por eso no hemos de entender que Juan se dirija a una iglesia local bajo el símbolo de una mujer y sus hijos.

No obstante, conviene evitar el dogmatismo en el asunto.

— “y a sus hijos,” Tenía hijos fieles, el versículo 4. El no ser mencionado el marido da lugar a la suposición de que él era incrédulo, o ella viuda.

— “a quienes yo amo en la verdad;” Omítase el artículo definido “la.” No aparece en el texto griego. Dice Juan que les ama “en verdad”, o sinceramente. No dice que les ama en la doctrina (verdad), sino en la esfera de la verdad, o sea, libre de hipocresía o mera profesión. Véase 1Jn 3:18.

La palabra que emplea Juan para decir amar es agapao. El griego tiene tres palabras distintas para decir amar. agapao indica el amor por preferencia y producido por el Espíritu Santo que reside en uno. Juan escogió amarles y no lo hizo por atracción humana. No era “amor” como el mundo de hoy muchas veces habla de amar, refiriéndose a lo carnal. Juan les amaba porque eran cristianos fieles, y los cristianos se aman unos a otros (el versículo 5). Véase 1Jn 4:11.

— “y no solo yo, sino también todos los que han conocido la verdad.” Ella y sus hijos usaban de la hospitalidad (el versículo 10), y por eso evidentemente eran conocidos y amados de hermanos de una área extensa, y serían amados de todos los que son de la verdad. (¡Qué‚ grande la bendición de ser amados de tantos! Tal es el fruto natural de una vida pía de servicio a Dios y al hombre). Todos los que han llegado a conocer la verdad gozan de la comunión que tiene por base el amor que Dios manda (agapao).

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

Exhorta a la señora elegida, con sus hijos, que perseveren en amor y convicción cristiana, 2Jn 1:1-7,

para que no pierdan el premio de su profesión; 2Jn 1:8, 2Jn 1:9;

y que no tengan nada que ver con seductores que no traen la verdadera doctrina de Jesucristo. 2Jn 1:10-13.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Año 90 d.C.

El anciano. 1Pe 5:1; 3Jn 1:1.

a la señora elegida. 2Jn 1:5, 2Jn 1:13; Luc 1:3; Efe 1:4, Efe 1:5; 1Ts 1:3, 1Ts 1:4; 2Ts 2:13, 2Ts 2:14; 1Pe 1:2.

a los cuales yo amo en la verdad. 2Jn 1:2, 2Jn 1:3; 1Pe 1:22, 1Pe 1:23; 1Jn 3:18; 3Jn 1:1.

los que han conocido la verdad. Jua 8:32; Gál 2:5, Gál 2:14; Gál 3:1; Gál 5:7; Col 1:5; 2Ts 2:13; 1Ti 2:4; Heb 10:26; 1Jn 2:21.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

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LA IGLESIA PRIMITIVA ESTABA PLAGADA DE FALSOS MAESTROS. primero estaban los judaizantes, que sostenían que los gentiles que no observaban los rituales judaicos no podían ser cristianos. También había falsos apóstoles, que se especializaban en atacar la credibilidad de Pablo. Después aparecieron los docetistas, los gnósticos y muchos otros que tergiversaban la verdad. Cada uno traía su propia versión de la verdad.

La Segunda Epístola de Juan es un testimonio del hecho de que ninguna pregunta consumía más tiempo que «¿Quién es Jesús?» Los falsos maestros que provocaron a Juan a escribir esta carta, promovían una herejía acerca de esta pregunta. Esta herejía, llamada docetismo, enseñaba que Cristo no vino realmente en carne. En otras palabras, Cristo no tenía cuerpo, sino solamente parecía tener un cuerpo, y también era una apariencia su sufrimiento y muerte en la cruz (v. 2Jn 1:7). Sin embargo, estos maestros pretendían ser cristianos que enseñaban las verdades de la vida y muerte de Jesús.

Juan no quería nada de eso. Exhorta a los creyentes a aferrarse de la verdad: Jesús vino en la carne. La palabra verdad aparece cinco veces en los primeros cuatro versículos. Juan quería que los creyentes se cuidaran de cometer este error y el mejor modo de hacerlo era armarse con la verdad.

La iglesia primitiva hizo una práctica del sostenimiento de los ministros y maestros itinerantes con donaciones y con la hospitalidad. Los cristianos de cada iglesia querían acoger a estos misioneros y proveerles para sus necesidades (3Jn 1:5, 3Jn 1:6). Dado que los falsos maestros también esperaban esa hospitalidad, Juan les exhorta para que usen el discernimiento y no apoyen a los maestros viajeros «que no confiesan que Jesucristo ha venido en carne» (v. 2Jn 1:7).

Juan dirige su carta «a la señora elegida y a sus hijos». Esta carta es una referencia figurada a una comunidad eclesiástica o una referencia literal a una persona específica. Diversos argumentos favorecen el sentido figurado y varios el literal. En defensa del figurado, los problemas ha que se hacen referencia parecen reflejar el problema que enfrenta una iglesia más que a un individuo. Los pronombres en plural en los vv. 2Jn 1:6, 2Jn 1:8, 2Jn 1:10 y 2Jn 1:12 dan a entender una audiencia de más de una persona. No se nombran directamente la dama ni sus hijos, aunque en 3 Juan aparecen tres nombres. El hecho de que tanto Pablo como Juan personificaran a la iglesia como una mujer en otros pasajes da apoyo a la teoría de que su carta se dirigía a la iglesia como un todo (2Co 11:2; Efe 5:25-27, Efe 5:31, Efe 5:32; Apo 21:2, Apo 21:9; Apo 22:17). Finalmente el saludo del v. 2Jn 1:13 tiene mejor sentido cuando se entiende como el saludo de una congregación a otra, en lugar del de un grupo de familiares a su tía.

También es igualmente posible que Juan escribiera esta carta a una mujer literal. La frase «señora elegida» tiene sentido como de título para una mujer bien conocida y respetada. La referencia a sus hijos que andan en la verdad también tiene sentido cuando se toma literalmente. Los saludos de los hijos de su hermana en el v. 2Jn 1:13 también podrían encajar en esta interpretación. La palabra griega que se traduce elegida podría ser un nombre de mujer, al que se le añade señora como un título de respeto, como en «señora Ekklesia». En cuanto al saludo, Pablo transmitió saludos de otros en su carta personal a Filemón (Flm 1:23-25), de modo que no es sin precedentes que Juan lo hiciera así en el v. 2Jn 1:13 de su carta. Finalmente, las referencias en plural en los vv. 2Jn 1:6, 2Jn 1:8, 2Jn 1:10 y 2Jn 1:12 bien podrían referirse a la mujer y a sus hijos. La demostración no es concluyente para ninguna de las dos opciones, de modo que la verdadera identidad de los receptores de esta carta de Juan probablemente permanezca en incógnito. Sin embargo, el mensaje es claro: mantenerse vigilantes contra las falsas enseñanzas y perseverar en la verdad.

La evidencia es de que el apóstol Juan escribió esta carta. Algunos afirman que había dos «Juanes», el apóstol y un líder eclesiástico conocido como Juan el Anciano. Pero como en el caso de 1 Juan, la evidencia de los padres de la iglesia primitiva identifica esta carta con el apóstol. Otras evidencias favorables a Juan el apóstol como el autor de esta epístola son la similitud del lenguaje y del contenido de 1 y 2 Juan. Juan pudo usar el título de anciano como una descripción afectiva de sí, puesto que su autoridad apostólica no estaría en cuestión en una fecha tan avanzada.

Esta epístola probablemente se escribió poco después de 1 Juan, porque supone que los lectores entenderían el significado de «anticristo» en el (v. 2Jn 1:7). No se puede dar una fecha definitiva porque la información es insuficiente tanto en la epístola misma como proveniente de los padres de la iglesia. Sería apropiada una fecha entre los años 80 a 100 d.C. Los escritores de la iglesia primitiva afirman que Juan, después de la caída de Jerusalén (año 70 d.C. vivía en Éfeso y es probable que esta carta se escribiera desde allí.

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Bosquejo

I. Saludos iniciales 2Jn 1:1-3

II. Andar en la verdad 2Jn 1:4-11

A. Andar en la verdad y el amor 2Jn 1:4-6

B. Respuesta a los engañadores 2Jn 1:7-11

III. Saludos finales 2Jn 1:12, 2Jn 1:13

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

La introducción de esta epístola sigue la formula griega clásica de identificar al autor y receptor y de presentar un saludo. La introducción de Juan es similar a las introducciones de las cartas de Pablo: se identifica sí mismo y a sus lectores y les da seguridades de la graciamisericordia y paz de Dios. En el (v. 2Jn 1:3) hay dos temas distintivos de esta carta:

(1) la verdad sobre Jesucristo y

(2) la necesidad de amar a los demás.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

El anciano es probablemente el apóstol Juan. El título se puede referir a un anciano, a una persona mayor que merece respeto o a un jefe de la iglesia. Aquí probablemente la palabra se refiere a la autoridad del autor en la iglesia. La señora elegida puede ser una persona específica o la frase puede ser una descripción figurada de la iglesia local.

yo amo en la verdad: Juan une la verdad y el amor. El segundo uso de verdad se refiere al corpus de la doctrina que es la verdad. Esta es la revelación de Dios, las evidentes enseñanzas y mandamientos de las Escrituras.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

SENORA ELEGIDA. Algunos creen que esto da a entender que Juan dirigió la carta a una mujer piadosa llamada Kiria (palabra griega que significa: «señora») y su familia. Sin embargo, «a la señora elegida y a sus hijos» es probablemente una manera figurada de decir: «a la iglesia y sus miembros»

(cf. 1Pe 5:13).

AMO EN LA VERDAD. Juan ama y se interesa por los demás de manera compatible con la revelación neo testamentaria acerca de Cristo. Es posible amar a otros, aunque no se esté consagrado a la verdad de la Palabra de Dios. Dichas personas ponen el amor, la aceptación, la amistad y la unidad por encima de la verdad y de los mandamientos de Dios (vv. 2Jn 1:5-6). Por otra parte, es también posible que una persona de la iglesia promueva la verdad bíblica y defienda sus doctrinas, pero no muestre amor e interés por otros. Lo que Dios requiere es que se demuestre amor a su verdad y a los demás. Se debe expresar la verdad con amor (Efe 4:15; cf. 1Co 13:6).

Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena

Introducción a 2 Juan

Bosquejo

Saludos (2Jn 1:1-3)

A. A la señora elegida y a sus hijos (2Jn 1:1)

B. A nombre de la verdad (2Jn 1:2-3)

I. Encomio y mandamiento (2Jn 1:4-6)

A. Encomio de la pasada fidelidad a la verdad (2Jn 1:4)

B. Mandamiento al amor y a la obediencia (2Jn 1:5-6)

II. Consejo y advertencia (2Jn 1:7-11)

A. Reconocer a los engañadores

B. Cuidarse de su influencia (2Jn 1:8-9)

C. No recibirlos en casa (2Jn 1:10-11)

Conclusión (2Jn 1:12-13)

Autor: Juan

Tema: Seguir la verdad

Fecha: 85-95 d.C.

Trasfondo

El autor se identifica como «el anciano» (v. 2Jn 1:1). Ese probablemente era un título honorifico asignado al apóstol Juan durante las últimas dos décadas del primer siglo debido a su edad avanzada ya su venerable posición de autoridad, por ser el único apóstol de los primeros doce que aun vivía.

Juan dirige esta epístola a «la señora elegida y a sus hijos» (v. 2Jn 1:1). Algunos interpretan «la señora elegida» en sentido figurado como una iglesia local, «sus hijos» como los creyentes y su «hermana, la elegida» (v. 2Jn 1:13) como una congregación asociada. Otros interpretan a la destinataria como una viuda prominente que era creyente en Cristo, conocida de Juan, de una de las iglesias cercanas de Asia Menor bajo su autoridad espiritual. Su familia (v. 2Jn 1:1) y los hijos de su hermana (v. 2Jn 1:13) serían personas importantes entre las iglesias de esa región. Como las otras epístolas de Juan, esta tal vez se escribió en Éfeso a fines de la década de los ochenta o a principios de los noventa.

Propósito

Juan escribió esta epístola para advertir «a la señora elegida» que no diera hospitalidad, saludos ni respaldo a los predicadores itinerantes (maestros, evangelistas y profetas) que se alejaban de la verdad apostólica y propagaban falsas enseñanzas, no fuera que ella difundiera su error y de ese modo compartiera su culpa. Aquí se repudia la misma falsa enseñanza que se denuncia en Juan.

Visión panorámica

Esta epístola subraya una advertencia que se encuentra también en 1 Juan acerca del peligro de los falsos maestros que niegan la encamación de Jesucristo y se alejan del mensaje apostólico («. 2Jn 1:7-8). Juan felicita a «la señora elegida» y a sus hijos por seguir «andando en la verdad» (v. 2Jn 1:4). El verdadero amor incluye la obediencia a los mandamientos de Cristo y el amor mutuo (v. 2Jn 1:6). El amor cristiano debe distinguir entre la verdad y el error y no abrir la puerta a los falsos maestros («. 2Jn 1:7-9). Recibir amablemente a los falsos maestros es participar en su error (vv. 2Jn 1:10-11). La epístola es breve debido a que Juan pensaba visitar pronto a la señora y hablar con ella «cara a cara» (v. 2Jn 1:12).

Características especiales

Las principales características de esta epístola son tres:

(1) Es el libro más breve del NT

(2) Se parece mucho a 1 y 3 Juan en su mensaje, vocabulario y estilo sencillo.

(3) Presenta un equilibrio importante al mensaje de 3 Juan al recomendar prudencia respecto al respaldo indiscriminado de predicadores que no pertenezcan a la congregación de quienes los apoyan. Insiste en el cuidadoso discernimiento a la luz de las enseñanzas de Cristo y los apóstoles antes de respaldar a tales predicadores.

Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena

Capitulo Único.

Encabezamiento, 1-3.
El encabezamiento de la carta se adapta perfectamente al modelo usual de las epístolas cristianas. Esta 2 Jn sigue el modelo paulino, cambiando únicamente el título de apóstol por el de Presbítero. La epístola va dirigida a la “señora Electa” y a sus hijos, es decir, a una iglesia del Asia Menor.

1 El presbítero, a la señora Electa y a sus hijos, a los cuales amo en la verdad; y no sólo yo, sino también cuantos conocen la verdad, 2 por amor de la verdad, que mora en nosotros y con nosotros está para siempre. 3 Con vosotros sea la gracia, la misericordia y la paz de parte de Dios Padre y de Jesucristo, Hijo del Padre, en la verdad y en la caridad.

El autor de la 2 Jn se llama a sí mismo el Presbítero. El artículo indica que el que llevaba este nombre era una persona bien conocida y reverenciada por los lectores: era el Presbítero, el Anciano, por excelencia. El servirse de este seudónimo para no revelar su propio nombre es una nota que conviene perfectamente a San Juan Apóstol, que en el cuarto evangelio siempre se designa con el apelativo de “el discípulo a quien Jesús amaba.” Quien dice presbítero no significa que quiera designar necesariamente un apóstol, pero tampoco lo excluye, pues San Pedro se llama a sí mismo “copresbítero” l. En los Padres apostólicos, el título πρεσβύτερος es característico para designar a los jefes espirituales de la comunidad (sacerdotes y a veces obispos). En esta designación interviene mucho menos la edad que la autoridad. De igual modo, el título de el Presbítero por excelencia dado al apóstol San Juan provenía más bien de su extraordinaria autoridad que de su ancianidad.
San Juan escribe a la señora Electa y a sus hijos (v.1). Esta dirección constituye un título de honor y de cortesía, que se encuentra en los papiros en el encabezamiento de cartas dirigidas a mujeres. En la 2 Jn este título probabilísimamente no se refiere a una persona determinada, sino que es un símbolo para designar una iglesia del Asia Menor. El significado colectivo de este apelativo se deduce del hecho de que San Juan se dirige a esta señora tanto en singular como en plural (v.12-13). Los hijos de esta señora son amados por todos aquellos que han conocido la verdad (v.1-2). El precepto que ella recibe de la caridad fraterna es el precepto dado a todos los cristianos de amarse los unos a los otros (v.5). El apóstol exhorta a los hijos de la Electa, es decir, a los fieles, a precaverse contra los peligros de los falsos doctores (v.7.5ss). Una hermana de la Electa es llamada también la Elegida o Electa (v.15). El apóstol San Pedro también llama a la iglesia romana la Coelecta 2.
La personificación de Jerusalén y del pueblo de Israel bajo la figura de una mujer es frecuente en los profetas 3. También en el Apocalipsis están personificadas las siete iglesias o comunidades del Asia Menor 4; y la Iglesia en su totalidad está personificada en, la mujer vestida de sol5.
El apóstol de la caridad comienza expresando el amor sincero que tiene a la señora Electa y a sus hijos: la ama en la verdad cristiana, en Cristo6. Este amor en la verdad sería semejante al amor en Cristo Jesús de San Pablo 7. Sería un amor auténtico, un amor santo, que une entre sí a todos los hijos de Dios 8. San Juan les quiere decir que los ama profundamente. Se trata, por consiguiente, de un amor propiamente divino, pero humanamente asimilado por el apóstol. Este ama a los fieles en Dios 9, y, sin embargo, es él mismo el que ama 10. Y este amor se lo tienen todos cuantos conocen la verdadt es decir, todos los cristianos que han llegado a conocer a Dios con un conocimiento vital, de comunión íntima con la Verdad.
La razón profunda de este amor es la verdad que mora en nosotros (v.2). La verdad es considerada como un huésped, o mejor, como un principio activo que permanece en el alma, como la palabra de Dios en 1Jn 2:14. La verdad casi personificada de que nos habla el apóstol parece identificarse – si nos atenemos a lo que dicen algunos autores – con el Espíritu Santo, que mora en nosotros n y es también Espíritu de verdad 12. Sin embargo, parece más probable que la verdad de este versículo haya que identificarla con la doctrina de Cristo. Mientras que la verdad revelada por Jesucristo permanezca en el cristiano, éste se conservará unido a Dios.
La presencia de la verdad en el fiel, o la inhabitación del Espíritu Santo, verdad divina, en el alma del cristiano, atraerá sobre él toda clase de dones. Esos dones están resumidos en un trinomio: gracia, misericordia y paz (v.3). La gracia no es la alegría que los griegos deseaban en el saludo, sino la gracia en el sentido general de favor divino. La misericordia designa la disposición benévola de Dios hacia nosotros, pobres pecadores; e implica también el perdón divino de nuestras faltas y el auxilio que Dios otorga a los cristianos en sus necesidades espirituales y temporales. La paz no es sólo el saludo semítico, sino que supone mucho más: implica los bienes mesiánicos que Cristo nos vino a traer, especialmente el don de la reconciliación que Jesucristo nos mereció con su muerte, y que el mundo no puede dar 13. Esta reconciliación con Dios confiere al Cristiano una gran seguridad sobrenatural en medio de las pruebas de este mundo. La paz que Cristo nos ha traído del Padre es algo que el mundo no conoce 14.
Todos estos dones nos vienen de Dios Padre y de Jesucristo, su Hijo. Esta fórmula expresa claramente la consubstancialidad de las dos personas divinas. Por eso escribe muy bien San Beda: “Juan. atestigua que también de Cristo, como de Dios Padre, proviene la gracia, la misericordia y la paz, y para demostrar que es igual y co-eterno al Padre, dice que cuanto puede dar el Padre puede darlo también el Hijo”15. Las palabras de San Juan parecen como un eco del sermón de la última cena, en que Jesús anunciaba que El y el Padre enviarían al Espíritu Santo 16. San Juan enseña en varios lugares que el Padre envió a su Hijo al mundo para darnos la verdad y la vida 17 y para ‘ser propiciación por nuestros pecados 18. Los dones que el Padre comunica a los fieles por medio del Hijo crecen y se expansionan en la vida de los cristianos por el ejercicio de la fe y de la caridad: en la verdad y en la caridad 19.

Exhortación a la caridad fraterna, 4-11.
4 Mucho me he alegrado al saber que tus hijos caminan en la verdad, conforme al mandato que hemos recibido del Padre. 5 Ahora te ruego, señora, no como quien escribe un precepto nuevo, sino el que desde el principio tenemos, que os améis unos a otros; 6 y ésta es la caridad, que caminemos según sus preceptos. Y el precepto es que andemos en caridad, según habéis oído desde el principio.7 Ahora se han levantado en el mundo muchos seductores, que no confiesan que Jesucristo ha venido en carne. Este es el seductor y el anticristo. 8 Guardaos, no vayáis a perder lo que habéis trabajado, sino haced por recibir un galardón cumplido. 9 Todo el que se extravía y no permanece en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios; el que permanece en la doctrina, ése tiene al Padre y al Hijo. 10 Si alguno viene a vosotros y no lleva esa doctrina, no le recibáis en casa ni le saludéis, n pues el que le saluda comunica en sus malas obras.

El apóstol manifiesta su alegría por haber encontrado (ευρηκα) 20, en Efeso o durante sus peregrinaciones apostólicas, fieles de la Iglesia a la cual escribe que caminan en la verdad (v.4). San Juan se regocija, porque la fidelidad de éstos le permite juzgar de toda la comunidad. No es un reproche, sino más bien una alabanza. Caminar en la verdad es un hebraísmo que significa vivir según los mandamientos 21. Esos cristianos conforman su conducta a la doctrina evangélica y al mandato que hemos recibido del Padre (v.4) 22, que comporta la creencia en Jesucristo y la práctica de la caridad fraterna.
El precepto de la caridad fraterna no es recomendado como una cosa nueva, sino como un recuerdo de la catequesis tradicional (v.5). Es el gran mandamiento que ellos han recibido desde el principio de su iniciación en la religión cristiana. Las expresiones que emplea San Juan y la doctrina son las mismas que encontramos en 1Jn 2:7. Después de hablar en general de caminar según los preceptos del Señor, el apóstol los resume todos en el gran precepto de la caridad (v.6). El amor se prueba con la observancia de los preceptos. La expresión y ésta es la caridad puede referirse al versículo precedente y a 1Jn 5:2, en cuyo caso la caridad es el amor del prójimo. En cambio, si tenemos presente su semejanza con 1Jn 5:3, parece más bien referirse al amor del cristiano hacia Dios. Tal vez se refiera a ambos, y quiera designar de un modo general la esencia del amor, la participación de la caridad misma de Dios 23, propia de todos sus hijos, y que constituye el alma misma de la vida cristiana 24.
“Si el amor auténtico y .religioso sé manifiesta en la fidelidad al conjunto de los preceptos del Señor, existe un mandamiento excepcional, esencial, predominante, al cual todos los demás se refieren, el de amar a su prójimo. San Juan repite la enseñanza de su primera epístola: es sobre todo amando a sus hermanos como se prueba el amor que profesamos a Dios, y en primer lugar que somos sus hijos.” 25
Lo que hace más urgente la exhortación a la caridad es la presencia de seductores en la comunidad cristiana. Estos negaban que Jesucristo fuese el verdadero Hijo de Dios, encarnado y muerto por los hombres (v.7) 26. Negando la encarnación, desconocían el amor que Dios había manifestado a los hombres. Amor que es la fuente y el modelo del que nosotros hemos de profesar a nuestros hermanos 27. San Juan considera la caridad como inseparable de la verdadera fe. Los herejes son los mismos ya denunciados en 1 Jn y que allí llamaba seudoprofetas 28. Sin embargo, el apóstol en su primera epístola consideraba la encarnación como un hecho acaecido en el pasado 29; en cambio, en esta segunda epístola la considera como actual y permanente: la unión del Verbo con la naturaleza humana es un hecho que permanece 30. Los falsos doctores constituyen colectivamente el anticristo: Este es el seductor y el anticristo, que ya desde ahora ejercita su influjo satánico sobre el mundo. El artículo delante de seductor y de anticristo indica que se trata de un personaje conocido. En 1Jn 2:18 llamaba a los seudoprofetas anticristos. éstos seducían lo mismo que el anticristo de 2 Jn, pues ambos representan un mismo personaje escatológico, que ya está actuando entre los hombres por medio de sus secuaces.
El error es tan engañoso, que el apóstol exhorta a los fieles 31 a mantenerse en guardia para no dejarse arrastrar por él. Porque en caso contrario perderían lo que han ganado con tanto trabajo (v.8). La vida del cristiano supone trabajo y renuncia, que delante de Dios le merecerán un gran galardón 32. Los cristianos que permanezcan fieles hasta el final en la fe recibida de los apóstoles y no sacrifiquen absolutamente nada de ella, obtendrán una recompensa plena. Por el contrario, el que se deja llevar por el error habrá trabajado en vano 33. El galardón cumplido es la vida eterna, que Dios ha prometido a los que le sean fieles 34. Si la vida eterna es llamada galardón, recompensa, salario, esto quiere significar, que los justos, por medio de las obras buenas hechas en gracia, la pueden realmente merecer.
Ante todo, es necesario permanecer en la doctrina tradicional, es decir, en la enseñanza dada por los apóstoles. Cuando se pretende poseer – como hacían los seudoprofetas- – una revelación más perfecta, una gnosis más sublime, con el propósito de apartarse de la enseñanza de la Iglesia, se demuestra que no se tiene a Dios, que no se permanece en la comunión vital con Dios. La doctrina de Cristo (v.9) es la que Jesús predicó y confió a sus apóstoles 35, o también la doctrina referente a Cristo, es decir, la que reconoce en Cristo al Hijo de Dios 36. En el cuarto evangelio, San Juan presenta a Cristo hablando de su doctrina 37, y a Caigas preguntando a Jesús por su doctrina 38. El que, por el contrario, permanece en la doctrina, ése tiene al Padre y al Hijo; o sea, está en comunión vital con el Padre y el Hijo 39. Con esta afirmación, San Juan quiere enseñar e inculcar que la comunión vital con Dios sólo se alcanza por el Hijo 40.
En aplicación de la advertencia dada en el v.8, el apóstol establece una regla de conducta: cuando algún predicador viene a casa de algún fiel y no confiesa que Jesús es el Hijo de Dios encarnado y muerto por los hombres, San Juan manda al cristiano no recibirlo en casa ni saludarlo (v.10-11). Estas severas palabras del apóstol hay que entenderlas a la luz del ambiente oriental. Entre los orientales, el saludo no era un simple signo de urbanidad, al estilo moderno, sino que era una señal de simpatía, : de solidaridad y de familiaridad. La hospitalidad tampoco era un simple acto de cortesía o un medio de lucro, como sucede hoy día, sino un deber sagrado, un acto de caridad41, una verdadera demostración de solidaridad para con el huésped. Sin embargo, en nuestro caso, una tal demostración de simpatía y de solidaridad para con los falsos doctores constituía un grave peligro para la fe. El contacto con ellos podía ser motivo de seducción para los fieles. La prohibición de tener contacto con los herejes y con los falsos hermanos es bastante común en la Iglesia primitiva 42. El mismo San Juan rehuía todo contacto con los herejes. San Ire-neo43 narra cómo el apóstol puso en práctica dicha advertencia al encontrarse una vez con Cerinto: “Juan, el discípulo del Señor, habiendo entrado en el baño en Efeso y habiendo visto allí a Cerinto, diose prisa a salir de allí sin bañarse, diciendo: Huyamos, no sea que el baño se hunda por encontrarse en él Cerinto, el enemigo de la verdad. Y el mismo Policarpo, encontrándose un día con Marción, éste le preguntó: ¿No me reconoces? Y el Santo le respondió: Reconozco en ti al primogénito de Satanás.” San Ignacio de Antioquía también aconseja a los cristianos huir el contacto con los falsos maestros 44.
El que recibe y saluda a los herejes – en el sentido indicado más arriba – se hace cómplice de sus malas obras. Se solidariza (κοινωνεί) con los males de otro, comunica en sus perversas obras (v.11). De ahí que el apóstol se esfuerce por librar a los cristianos del peligro de contaminación que les amenazaba.
Lo que San Juan dice de los herejes podemos extenderlo a los malos amigos, a los libros y periódicos que constituyen un peligro para la fe y para las buenas costumbres45.

Conclusión, 12-13.
12 Mucho más tendría que escribiros, pero no he querido hacerlo con papel y tinta, porque espero ir a vosotros y hablaros cara a cara, para que sea cumplido nuestro gozo* 13 Te saludan los hijos de tu hermana Electa.

El apóstol explica por qué no les escribe más, aunque tendría muchas más cosas que decirles. Pero las deja para su próxima visita, en que les podrá ver y decírselas de viva voz (v.12). Su visita les proporcionará mayor alegría que una larga carta. El encuentro del apóstol con sus fieles será motivo de gozo recíproco. San Pablo también deseaba ver a los romanos “para consolarse con ellos por la mutua comunicación de nuestra común fe.” 46
San Juan concluye la carta enviando saludos a la señora Electa de parte de los hijos de su hermana, llamada también Electa (v.13). Los hijos representan los miembros de la iglesia – la Electa, madre de esos fieles – desde donde escribía el apóstol, probablemente Efeso. Si San Juan no manda su saludo personal, es porque él mismo se incluye entre los miembros de la iglesia.

1 1Pe 5:1. – 2 1Pe 5:13. – 3 Os 2; Isa 49:22; Isa 49:54; Jer 4:30; Jer 6:2; Eze 16:23, etc. – 4 Ap 2-3. – 5 Ap 12. – 6 Cf. J. Bonsirven, O.C. p.283. – 7 Gf. Rom 16:3.7.10. – 8 Cf. 1Jn 5:1-2. – 9 1 Jn 4:21-5:1. – 10 C. Spicq, Ágape III p.30Q- – 11Jn 14:17; 1Jn 15:26. – 12x Jua 14:17; 1Jn 5:6. – 13Jn 1:14 :27. – 14 Jua 14:17; Jua 16:33. – 15 San Beda: PL 93:121. – 16 Jua 14:26; Jua 15:26. – 17 Jua 1:17; 1 Jns,12. – 18 1Jn 2:2. – 19 Cf. I. De La Potterie, L’arriére-fond du théme johannique de la venté: Studia Evangélica P-285. – 20 Nácar-Colunga traduce: a? saber que (liter. es: encontré). – 21 Cf. 1 Jn i;6-7; 1Jn 2:6-11. – 22 Cf. Jua 10:18; Jua 12:49; Jua 12:14:31; Jua 15:10. No se trata de un precepto dado individualmente en forma cíe inspiraciones interiores, sino de un mandamiento inculcado externamente a todos ios cristianos. ‘ – 23 1 Jn4:7; Jn 17:26- – 24 Jua 17:26. Cf. C. Spicq, o.c. p.510. Los críticos discuten sobre la frase εν αύτη del final del v.6. Para unos se refiere al precepto. Y la traducción sería: “Este es el precepto, que caminéis en él” (Vulgata, Brooke, Büchsel, De Ambroggi). Charue adopta la lección más fácil de BLP: καθώς. ίνα εν αυτή.: “Tal es el mandamiento, que, así como habéis aprendido desde el comienzo, marchéis por él.” El sentido es excelente, pero el texto no es seguro. Parece mejor referirse εν αΟτή = “en él,” al amor, pues estos versículos tratan del amor: “Este es el precepto., que caminéis en el amor.” – 25- C. Spicq, o.c. p.511. – 26 Cf. 1Jn 4:2. – 27 Cf. 1Jn 4:7.955. – 28 1Jn 4:1 – 29 1Jn 4:2. – 30 El participio presente ερχόμενον – “que viene,” indica que San Juan considera la encarnación de Cristo como presente y actuando en la Iglesia y en los cristianos. – 31 El plural indica que el apóstol se dirige a la comunidad. – 32 Mt 12:49; Jua 4:36. – 33 Gal 3:4; 1Co 15:2; cf. Mat 10:42; Me 9:41. – 34 Cf.Jn6:27; 1Jn 2:25. – 35 Jua 7:16; Jua 18:19; 1Jn 2:22. – 36 A. Charue, o.c. p.558. – 37 Jua 7:16. – 38 Jua 18:19. – 39 cf. 1Jn 2:22s;’4:2s. – 40 Cf. 1Jn 2:23; 1Jn 5:12. – 41 Cf. Rom 12:13; 1Ti 5:10; Heb 13:1-2: 1 Pe 4,0. – 42 Cf. Jud 1:23. – 43 Adv. haer. 3:3:4: PG 7:853. – 44 San Ignacio Ant., Ad Eph. 7:1; 8:1; 9:1; Ad Smirn. 4:1; 5:1; 7:2. – 45 De Ambroggi, o.c. p.283. – 46 Rom 1:12.·

Fuente: Biblia Comentada

La Segunda Epístola de Juan

Título

El título de la epístola es «2 Juan». Es la segunda en una serie de tres epístolas que llevan el nombre del apóstol Juan. Segunda y Tercera Juan presentan la aproximación más cercana en el NT a la forma de la carta convencional del mundo Grecorromano contemporáneo, debido a que fueron dirigidas de un individuo a individuos. Segunda y Tercera Juan son las epístolas más cortas en el NT, cada una de ellas contiene menos de trescientas palabras griegas. Cada carta podía caber en una sola hoja de papiro (cp. 3Jn 1:13).

Autor y fecha

El autor es el apóstol Juan. Él se describe a sí mismo en 2Jn 1:1 como «El anciano» lo cual expresa la edad avanzada del apóstol, su autoridad y estatus durante el período de fundación del cristianismo cuando él estaba involucrado con el ministerio de Jesús. La fecha precisa de la epístola no puede ser determinada. Debido a que la manera de ordenar las palabras, tema, y circunstancias de 2 Juan se aproximan mucho a 1 Juan (v. 2Jn 1:5 [cp. 1Jn 2:7; 1Jn 3:11]; v. 2Jn 1:6 [cp. 1Jn 5:3]; v. 2Jn 1:7 [cp. 1Jn 2:18-26]; v. 2Jn 1:9 [cp. 1Jn 2:23]; v. 2Jn 1:12 [cp. 1Jn 1:4]), con toda probabilidad Juan compuso la carta al mismo tiempo o poco después de 1 Juan; ca. 90 95 d.C., durante su ministerio en Éfeso en la última parte de su vida.

Contexto histórico

Segunda Juan lidia con el mismo problema que 1 Juan (vea la Introducción a 1 Juan: Contexto histórico). Falsos maestros influenciados por los comienzos del pensamiento gnóstico estaban amenazando a la iglesia (v. 2Jn 1:7; cp. 1Jn 2:18-19; 1Jn 2:22-23; 1Jn 4:1-3). La diferencia estratégica es que mientras que 1 Juan no tiene un individuo o iglesia específica a quien fue dirigida, 2 Juan tiene un grupo local particular o casa-iglesia en mente (v. 2Jn 1:1).

El enfoque de 2 Juan es que los falsos maestros estaban conduciendo un ministerio itinerante entre las congregaciones de Juan, buscando convertir a personas, y abusando de la hospitalidad cristiana para extender su causa (vv. 2Jn 1:10-11; cp. Rom 12:13; Heb 13:2; 1Pe 4:9). El individuo a quien se dirige en la salutación (v. 2Jn 1:1) sin saberlo o sin ser sabio pudo haber estado mostrando a estos falsos profetas hospitalidad, o Juan pudo haber temido que los falsos maestros tratarían de aprovecharse de su bondad (vv. 2Jn 1:10-11). El apóstol advierte seriamente a sus lectores en contra de mostrar hospitalidad a tales engañadores (vv. 2Jn 1:10-11). Aunque su exhortación puede aparecer en la superficie como áspera o no amorosa, la naturaleza altamente peligrosa de su enseñanza justificaba tales acciones, especialmente debido a que amenazaba destruir los cimientos mismos de la fe (v. 2Jn 1:9).

Temas históricos y teológicos

El tema general de 2 Juan es un paralelo cercano del tema de 1 Juan de «otro llamado a los fundamentos de la fe» o «regreso a los principios básicos del cristianismo» (vv. 2Jn 1:4-6). Para Juan, los elementos básicos del cristianismo están resumidos por adherencia a la verdad (v. 2Jn 1:4), amor (v. 2Jn 1:5), y obediencia (v. 2Jn 1:6).

No obstante, el apóstol, expresa un tema adicional pero relacionado en 2 Juan: «las guías bíblicas para la hospitalidad». No solo deben adherirse los cristianos a los fundamentos de la fe, sino que la hospitalidad amorosa que se les manda (Rom 12:13) debe ser discriminante. La base de la hospitalidad debe ser el amor común de o interés en la verdad, y los cristianos deben de compartir su amor dentro de los confines de esa verdad. No son llamados a una aceptación universal de cualquier persona que diga ser un creyente. El amor debe discernir. La hospitalidad y la bondad deben estar enfocadas en aquellos que se están apegando a los fundamentos de la fe. De otra manera, los cristianos pueden de hecho ayudar a aquellos que están tratando de destruir esas verdades básicas de la fe. La doctrina sana debe servir como la prueba de comunión y la base de separación entre aquellos que profesan ser cristianos y aquellos que de hecho lo son (vv. 2Jn 1:10-11; cp. Rom 16:17; Gál 1:8-9; 2Ts 3:6; 2Ts 3:14; Tit 3:10).

Retos de interpretación

Segunda Juan permanece en antítesis directa al clamor frecuente por ecumenismo y unidad cristiana entre creyentes. El amor y la verdad son inseparables en el cristianismo. La verdad siempre debe guiar el ejercicio del amor (cp. Efe 4:15). El amor debe permanecer de pie ante la prueba de la verdad. La lección principal de este libro es que la verdad determina los límites del amor, y como consecuencia, de unidad. Por lo tanto, la verdad debe existir antes de que el amor pueda unir, ya que la verdad genera amor (1Pe 1:22). Cuando alguien hace concesiones con la verdad, el amor cristiano verdadero y la unidad son destruidos. Solo un sentimentalismo superficial existe en donde la verdad no es el fundamento de la unidad.

La referencia a la «señora elegida y a sus hijos» (v. 2Jn 1:1) debe ser entendida en un sentido normal, claro refiriéndose a una mujer en particular y a sus hijos en lugar de ser interpretada en un sentido no literal como una iglesia y su membresía. De la misma manera, la referencia a «Los hijos de tu hermana la elegida» (v. 2Jn 1:13) debe ser entendida como una referencia a las sobrinas o sobrinos del individuo a quien se hace referencia en el versículo 2Jn 1:1, en lugar de tomarse metafóricamente en referencia a una hermana iglesia y su membresía. En estos versículos, Juan expresa saludos a conocidos personales a quien ha llegado a conocer a través de su ministerio.

Bosquejo

I) La base de la hospitalidad cristiana (2Jn 1:1-3)

II) La conducta de la hospitalidad cristiana (2Jn 1:4-6)

III) Los límites de la hospitalidad cristiana (2Jn 1:7-11)

IV) Las bendiciones de la hospitalidad cristiana (2Jn 1:12-13)

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

El anciano. Juan emplea este título para llamar la atención no solo sobre su edad avanzada, sino a su autoridad espiritual sobre las congregaciones en Asia Menor, así como para fortalecer su propio testimonio personal como testigo ocular de la vida de Jesús y todo lo que Él enseñó (vv. 2Jn 1:4-6). a la señora elegida y a sus hijos. Algunos piensan que esta frase es una referencia metafórica a una iglesia local en particular y que «sus hijos» alude a los miembros de esa congregación. Sin embargo, la interpretación más natural en contexto es que se refiere a cierta mujer y a sus hijos, quienes eran bien conocidos por Juan. a quienes yo amo en la verdad. La base de la hospitalidad cristiana es la verdad (vv. 2Jn 1:1-3). Juan acentúa lo necesario de la verdad al repetir cinco veces el término «verdad» en los primeros cuatro versículos. La «verdad» se refiere a los fundamentos básicos de la fe que Juan discutió en Primera Juan (creencia correcta en Cristo, obediencia y amor) así como las verdades expresadas en Segunda Juan (p. ej. los vv. 2Jn 1:4-6). La verdad es la condición necesaria para la unidad y como resultado, la base de la hospitalidad.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

1:1 — “El anciano”, jo presbuteros. El artículo definido ante la palabra anciano indica una persona y no un oficio. Juan se refiere a su edad avanzada, y escribe como padre a hijos. Pedro, al escribir a ancianos (de oficio), dice que él también es uno (1Pe 5:1). Pero tal no es el punto de Juan en este pasaje.
— “a la Señora elegida” Véase Introducción, V. La interpretación más aceptable al juicio mío es la segunda mencionada. Parece que Juan escribió a una hermana en la fe de eminencia, con hijos fieles, y dada a la hospitalidad (el versículo 10). (La interpretación número 4 en la lista también tiene mérito).
En las porciones simbólicas de las Escrituras una mujer puede representar a la iglesia (Véase Apo 12:1-17), pero esta carta no es simbólica y por eso no hemos de entender que Juan se dirija a una iglesia local bajo el símbolo de una mujer y sus hijos.
No obstante, conviene evitar el dogmatismo en el asunto.
— “y a sus hijos,” Tenía hijos fieles, el versículo 4. El no ser mencionado el marido da lugar a la suposición de que él era incrédulo, o ella viuda.
— “a quienes yo amo en la verdad;” Omítase el artículo definido “la.” No aparece en el texto griego. Dice Juan que les ama “en verdad”, o sinceramente. No dice que les ama en la doctrina (verdad), sino en la esfera de la verdad, o sea, libre de hipocresía o mera profesión. Véase 1Jn 3:18.
La palabra que emplea Juan para decir amar es agapao. El griego tiene tres palabras distintas para decir amar. agapao indica el amor por preferencia y producido por el Espíritu Santo que reside en uno. Juan escogió amarles y no lo hizo por atracción humana. No era “amor” como el mundo de hoy muchas veces habla de amar, refiriéndose a lo carnal. Juan les amaba porque eran cristianos fieles, y los cristianos se aman unos a otros (el versículo 5). Véase 1Jn 4:11.
–“y no solo yo, sino también todos los que han conocido la verdad.” Ella y sus hijos usaban de la hospitalidad (el versículo 10), y por eso evidentemente eran conocidos y amados de hermanos de una área extensa, y serían amados de todos los que son de la verdad. (¡Qué‚ grande la bendición de ser amados de tantos! Tal es el fruto natural de una vida pía de servicio a Dios y al hombre). Todos los que han llegado a conocer la verdad gozan de la comunión que tiene por base el amor que Dios manda (agapao).

Fuente: Notas Reeves-Partain

LA SEÑORA ELEGIDA

2 Juan 1:1-3

Del Anciano, a la Señora Elegida y a sus hijos, a los que amo en la verdad (y no soy yo el único que os ama a ti y a ellos, sino también todos los que aman la verdad) por la verdad que habita en nosotros que estará con nosotros para siempre. La gracia, la misericordia y la paz estarán con nosotros de Dios Padre y de Jesucristo el Hijo del Padre, en la verdad y en el amor.

El autor se identifica sencillamente con el título de El Anciano. Anciano puede tener tres sentidos diferentes.

(i) Puede querer decir sencillamente un hombre más viejo, que por razón de sus años y experiencia merece afecto y respeto. Aquí _ la palabra tiene algo de ese sentido. El autor y remitente de esta carta era un siervo de edad avanzada en Cristo y en la Iglesia.

(ii) En el Nuevo Testamento los ancianos son los responsables de las iglesias locales. Fueron los primeros de todos los cargos eclesiásticos, y Pablo ordenaba ancianos en sus iglesias en sus viajes misioneros tan pronto como le era posible (Hch 14:21-23 ). La palabra no es posible que se use en ese sentido aquí, porque esos ancianos eran responsables locales, cuya autoridad y obligaciones no rebasaban la propia congregación, mientras que El Anciano de esta carta tenía una autoridad que se extendía a un área mucho más amplia. Se abroga el derecho de aconsejar a las congregaciones en lugares donde él mismo no reside.

(iii) Es casi seguro que esta carta se escribió en Éfeso, en la provincia romana de Asia. En aquella iglesia anciano se usaba con un sentido especial. Los ancianos eran hombres que habían sido discípulos directos de los apóstoles; Papías e Ireneo, que vivieron y trabajaron y escribieron en Asia, nos dicen que fue de los ancianos de los que recibieron su información. Los ancianos eran los nexos directos entre los que habían conocido a Cristo en la carne y los cristianos de la segunda generación. Es indudable que es en este sentido en el que se usa aquí el término. El autor de la carta es uno de los últimos nexos directos con Jesucristo; y de ahí le viene su derecho a hablar.

Como hemos dicho en la Introducción, La Señora Elegida presenta un cierto problema. Se han hecho dos sugerencias.

(i) Hay algunos que mantienen que la carta iba dirigida a una persona determinada. En griego se usa la frase Eklekté Kyria. Kyrios (la forma masculina) es una expresión de respeto, y Eklekté podría ser -aunque no es probable- un nombre propio, en cuyo caso la carta iría dirigida a Mi querida Eklekté. Kyria, además de ser una expresión de respeto, también podría ser un nombre propio, en cuyo caso eklekté sería un adjetivo, y la carta iría dirigida a La Elegida Kyria. Es también posible que ambas palabras fueran nombres propios, en cuyo caso la carta iría dirigida a una señora llamada Eklekté Kyria.

Pero, si esta carta fuera para una sola persona, es mucho más probable que ninguna de las dos palabras fuera un nombre propio, y que la versión Reina-Valera sea correcta al traducir la frase como la señora elegida. Se ha especulado mucho acerca de quién podría ser La Señora Elegida. Veremos solo dos sugerencias. (a) Se ha sugerido que La Señora Elegida es María, la Madre de nuestro Señor. Ella había de ser como una madre para Juan, y él su hijo (Jn 19:26 s), y bien podría ser que se tratara de una carta personal de Juan a María. (b) Kyrios quiere decir Señor; y Kyria, aun como nombre propio, querría decir Señora, en latín Domina, y en arameo Marthcí. También se ha sugerido que se trata de Marta de Betania.

(ii) Es mucho más probable que fuera dirigida a una iglesia. Es mucho más probable que fuera una iglesia que amaban todos los que conocían la verdad (versículo 1). El versículo 4 dice que algunos de sus hijos se conducían en la verdad. En los versículos 6, 8, 10 y 12 se usa el pronombre vosotros, lo que sugiere una iglesia. Pedro también usa casi exactamente la misma frase cuando envía saludos de La Elegida (en femenino) que está en Babilonia (1Pe 5:13 ).

Bien puede ser que el nombre del destinatario se dejara indefinido intencionadamente. La carta se escribió cuando se podía producir una persecución repentina. Si fuera a parar a otras manos, podría haber problemas. Y bien puede ser que la carta fuera dirigida de tal manera que su destino estuviera claro para los de dentro, pero que a los de fuera les sonara como una carta de un amigo a una amiGálatas

EL AMOR Y LA VERDAD

2 Juan 1:1-3 (conclusión)

Es sumamente interesante notar que en este pasaje el amor y la verdad están inseparablemente entrelazados. Es en la verdad como el Anciano ama a la Señora Elegida. Es a causa de la verdad como ama y escribe a la iglesia. En el Cristianismo aprendemos dos cosas acerca del amor.

(i) La verdad cristiana nos dice la manera como debemos aMarcos Agapé es la palabra que se usa en el original para el amor cristiano. Agapé no es una pasión con sus altos y bajos, su llamarada y su rescoldo; ni ninguna sensiblería facilona. No es fácil de adquirir ni de poner en práctica. Agapé es una buena voluntad invencible; es la actitud hacia los demás que, independientemente de lo que le hagan, nunca se convierte en amargura ni dejará de buscar lo que sea para ellos el sumo bien. Hay un amor que trata de poseer; hay un amor que ablanda y excita; hay un amor que le hace a uno retirarse de la lucha; hay un amor que cierra los ojos a las faltas y las cosas que conducen a la ruina. Pero el amor cristiano siempre busca el mayor bien para los demás, y arrostra todas las dificultades, todos los problemas y todo el trabajo que suponga esa búsqueda. Es significativo que Juan escriba por amor para advertir.

(ii) La verdad cristiana nos dice la razón para la obligación del amor. Juan la establece claramente en su primera carta. Ha hablado del amor doliente, sacrificado, increíblemente generoso de Dios; y entonces dice: » Queridos, si Dios nos ha amado así, nosotros también debemos amarnos unos a otros» (1 Juan 4: I1). El cristiano debe amar porque es amado. No puede aceptar el amor de Dios sin mostrar amor a las personas que Dios ama. Porque Dios nos ama es por lo que debemos amar a los otros con el mismo amor generoso y sacrificial.

Antes de dejar este pasaje tenemos que notar otra cosa. Juan empieza esta carta con un saludo bastante particular. Dice: «La gracia, la misericordia y la paz estarán con nosotros.» En todas las otras cartas del Nuevo Testamento el saludo tiene la forma de un deseo u oración. Pablo suele poner: «La gracia sea con nosotros y la paz.» Pedro pone: «Que la gracia y la paz se os multipliquen» (1Pe 1:2 ). Judas dice: «Que la misericordia, la paz y el amor se os multipliquen» (Jud 1:2 ). Pero aquí el saludo es una afirmación: «La gracia, la misericordia y la paz estarán con nosotros.» Juan está tan seguro de los dones de la gracia de Dios en Jesucristo que no pide que sus amigos los reciban; les asegura que los recibirán. Aquí está la fe que no duda nunca de las promesas de Dios en Jesucristo.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento

El hilo de las ideas en 2Jn: la verdadera finalidad está expresada en los v. 8 ss (y vivísimamente en los v. 10s). Probablemente, era de temer que los herejes que se han descrito antes, se infiltraran en la comunidad, y por cierto antes mismo de la llegada del «anciano». Y el «anciano» quiere evitarlo por medio de esta carta. En ella pide a los cristianos una repulsa radical de los herejes.

Los versículos que preceden, conducen muy atinadamente hacia esta exhortación o advertencia. En primer lugar, el autor encarece el mandamiento del amor: tal vez porque la unidad sólida de la comunidad es condición absolutamente necesaria para rechazar a los herejes. Después habla de la herejía cristológica. Esta manera de conducir el pensamiento la conocemos ya por la carta primera. Y también aquí hallamos una relación íntima entre el mandamiento del amor y la cristología (o el rechazo de una herejía cristológica).

Estructura de la carta:

Después del saludo inicial (v. 1-3), vemos que en el cuerpo de la carta se tratan dos temas principales:

1. El mandamiento del amor (v. 4-6).

2. La recta confesión de Cristo, por contraste con la doctrina de los «seductores»:

a) Advertencia contra las tesis de los herejes (v. 7-9).

b) Prohibición de dar hospitalidad a los herejes (v. 10-11).

Al final de la carta (v. 12-13), el autor manifiesta su intención de visitar a la comunidad. Saludos finales.

ENCABEZAMIENTO (v. 1-3)

1 El anciano a la señora Electa y a sus hijos, a quienes amo en la verdad, y no sólo yo, sino también todos los que han conocido la verdad, 2 por causa de esta verdad que permanece en nosotros y estará con nosotros para siempre. 3 La gracia, la misericordia y la paz de parte de Dios Padre y de Jesucristo, Hijo del Padre, estarán con nosotros, en la verdad y en el amor.

Versículo 1: en las fórmulas antiguas del estilo epistolar, el nombre del autor -como es bien sabido- aparecía en primer lugar. Sin embargo, el escritor de nuestras cartas segunda y tercera de Juan no menciona su propio nombre, sino que se designa a sí mismo como el presbyteros. Difícilmente se tratará de una denominación que se estaba ya formando en tiempos del Nuevo Testamento, y que se aplicaba al oficio de dirigente («anciano»). En cuanto sabemos nosotros, los presbíteros de los albores del cristianismo eran miembros de un colegio de «ancianos». Mientras que nuestro autor representa, evidentemente, una personalidad destacada, que tiene conciencia de estar en posesión de autoridad extraordinaria. La única razón que explica la omisión del nombre es el hecho de que el término de presbyteros bastaba para que la comunidad a la que iba dirigida la carta y las comunidades -en general- que estaban bajo la esfera de influencia de este hombre, supieran que se trataba de esta figura de singular significación.

Este «anciano» escribe a la señora Electa. Con esto no se designa a una personalidad concreta sino a la Iglesia en general a la que va dirigida la carta. Así se deduce por la cláusula final del v. 13 («te saludan los hijos de tu hermana Electa»). Porque con estas palabras el autor no manda saludos de parte de los hijos físicos de alguna dama cristiana notable, sino de parte de los cristianos de la comunidad en la que él se encuentra a la sazón. Cuando el «anciano» llama «señora» a la comunidad a la que dirige su carta, entonces está reconociendo la dignidad que esa comunidad ha recibido de Dios por su elección. Y tiene conciencia de ser una persona que está al servicio de esa comunidad (que es «señora»).

A los cristianos de esta comunidad destinataria, les escribe el autor diciéndoles que los ama «en la verdad». No se trata de una efusión de sentimientos, sino que, como la denominación de «señora», es expresión de que su relación con estos cristianos lleva la impronta de la conciencia de su fe. La palabra aletheia, que se traduce casi siempre por «verdad», aparece en estos tres versículos, nada menos que cuatro veces. Aquí se trata, precisamente, del concepto rector. No cabe duda de que, en los v. 1b y 2 (y quizás también en el v. 3), encontramos la ya conocida significación joánica de verdad como realidad divina que se revela. Así que este «…a quienes amo en aletheia» no significa sólo: «A quienes amo real y sinceramente», sino que está sonando ya la plena significación joánica: «A quienes amo real y sinceramente, dentro del ámbito de la realidad de Dios que se manifiesta.» El autor se adhiere íntimamente, en la comunión de este amor (agape), a todos los creyentes: «…y no sólo yo, sino también todos los que han conocido la aletheia». Aunque de hecho el autor piense únicamente en los cristianos que viven en su horizonte, esta expresión del v. 1b presupone la convicción de que la fe en Cristo hace brotar el amor en cualquier comunidad de creyentes, con la que el cristiano tendrá siempre mucho que ver.

El V. 2 responde, en cierto modo, a la pregunta de por qué la agape se dirige en cierto modo a esos cristianos: por causa de la «verdad» (aletheia) como realidad que es de Dios, y que se abre al mundo y «permanece en nosotros». Porque la «verdad», para el cristiano, no es sólo algo externo, no es sólo un objeto del conocimiento, sino que «está» en él y «permanece» en él Sabemos ya, por 1Jn, que la realidad de Dios se revela como amor. Quien, con la fe, entra en la comunión de este amor, «tiene» al Padre y al Hijo (2Jn 1:9; véase 1Jn 2:23); su amor se dirige hacia todos los hombres hacia quienes se vuelve el amor de Dios. La «verdad» «estará por los siglos con nosotros» (= «por toda la eternidad»): he ahí una expresión de seguridad. Si queremos, se trata de una expresión de la seguridad de salvación, de una expresión referida a la comunidad universal, a la Iglesia.

Versículo 3: en esta bendición se incluye a sí mismo el autor («La gracia, la misericordia y la paz de parte de Dios… estarán con nosotros…»). Aquí tenemos la bendición tradicional de los albores del cristianismo, la cual -por la terminación «en la verdad y en el amor» (en aletheia y agape)- adquiere un matiz joánico: la gracia, la misericordia y la paz se conceden a los cristianos dentro del ámbito de la realidad divina que se revela (según Jua 14:6, en Cristo) y dentro del amor que es Dios mismo.

CUERPO DE LA CARTA

Versículos 4-11

1. EXHORTACIÓN AL AMOR FRATERNO (v. 4-6).

4 Me he alegrado mucho, porque he encontrado de entre tus hijos a quienes andan en la verdad, según el mandamiento que hemos recibido del Padre. 5 Y ahora te ruego, señora, no como escribiéndote un mandamiento nuevo, sino el que teníamos desde el principio: que nos amemos unos a otros. 6 Y éste es el amor: que andemos conforme a sus mandamientos. éste es el mandamiento, como lo oísteis desde el principio: que andéis en ese amor.

El autor no comienza inmediatamente exhortando al amor, sino que, en el v. 4, expresa primeramente su alegría de que en la comunidad se dé ya el «andar en la aletheia». Y ésta, como ya sabemos por la carta primera de Juan 129, es objetivamente la agape. Es como si el autor quisiera decir: Entre vosotros existe ya la solidaridad alimentada por la fe en Cristo. Pero hay que estaros dirigiendo ahora y sin cesar, con toda intensidad, la exhortación a este amor fraterno. La exhortación, tan encarecida, al amor ha llegado a hacerse necesaria, evidentemente. Y ha llegado a serlo, sobre todo, por el peligro en que la comunidad se halla, y del que el escritor nos habla en los v. 7 ss (véase más adelante, a propósito de ellos); el haberse entrevistado con algunos miembros de la comunidad destinataria (v. 4) le da ocasión y le facilita la labor de manifestar la súplica de los v. 5s. Seguramente que no se trata tan sólo de un artificio pedagógico muy hábil, para llevar el hilo del pensamiento; sino que debemos suponer que el autor, con sincera participación en el gozo, ve lo que se ha ido formando ya en la comunidad. Y a pesar de ello, o precisamente por ello, se siente impulsado vivamente a consolidar aquella decisión en favor de una agape que no debe jamás decaer. El mandamiento o los «mandamientos» se conciben aquí exactamente igual que en 1Jn 2:7s aunque en la 2Jn se habla de un mandamiento antiguo, y no se denomina «nuevo» como en la primera carta. Los cristianos, desde el principio de su estado de cristianos, tienen ya el mandamiento del amor. Es decir, lo tienen por el primordialísimo amor esencial de Dios y Jesús.

………………..

129. Véase 1Jn 1:6s, y 2.10s: véase también 2,6.

………………..

2. LA RECTA CONFESIÓN DE CRISTO (v. 7-11).

a) Advertencia contra la tesis de los herejes (v. 7-9).

7 Porque al mundo salieron muchos seductores que no confiesan a Jesucristo que viene en carne. El que eso dice es el seductor y el anticristo. 8 Mirad por vosotros, para no perder lo que habéis adquirido [o aquello por lo cual nosotros nos hemos esforzado], sino para recibir salario completo. 9 Quien se propasa y no permanece en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios. El que permanece en la doctrina, éste tiene tanto al Padre como al Hijo.

Versículo 7: «Al mundo salieron muchos seductores. . .» Se trata de la misma afirmación que en 1Jn 2:18 («muchos anticristos»; la palabra «anticristo» aparece también al final de nuestro versículo 2Jn 1:7) y, más literalmente aún, en 1Jn 4:1 («muchos falsos profetas»). Pero en nuestro texto actual de 2Jn 1:7 hay, además, dos cosas dignas de tener en cuenta, más aún, que llegan incluso a asombrarnos. En primer lugar, el «porque» con el que la afirmación acerca de los numerosos herejes enlaza con la precedente exhortación al amor. Y, en segundo lugar, que el contenido de la fe está formulado en tiempo presente («… Jesucristo que viene en carne»).

«Porque… muchos seductores…»: ¿cómo puede esta cláusula ser la razón de la súplica precedente? Este «porque» se remonta al «Y ahora», del v. 5, según al cual la exhortación a la ágape es tan urgente precisamente en estos instantes. Y lo es, ni más menos, porque existen estos seductores que añaden la mentira ética a la mentira cristológica. O, dicho más exactamente: en ellos puede observarse tanto la negación de Jesucristo encarnado como la falta de ágape. Y nuestro autor, con su penetrante mirada teológica, ve la conexión íntima entre estas dos realidades. Ve que la negación del amor de Dios -amor que se mostró en la muerte real de Jesús- priva de su base a la ágape radical, tal como Dios la quiere, y tal como nuestros semejantes la necesitan 130.

Con respecto a la formulación en presente del contenido de la confesión («Jesucristo que viene en carne»), nosotros esperaríamos escuchar, como en 1Jn 4:2, la forma de pretérito («Jesucristo venido en la carne»). El hecho de que aquí, en vez de eso, figure el presente, no se debe seguramente a la casualidad, sino que está señalando que la encarnación de la «Palabra de la vida» (1Jn 1:1) tiene significación permanente. Ahora bien, ¿cómo entiende esto el autor? Aquí podrán servirnos de ayuda los discursos de despedida que leemos en el Evangelio de Juan. Según Jua 14:18, dice Jesús: «No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros.» Se piensa en la venida de Jesús por medio del Espíritu Santo, venida que es realidad presente en el tiempo de la Iglesia. Sobre este trasfondo, el texto de 2Jn 1:7 es, seguramente, una indicación de que la venida del Jesús que vive ahora, su venida desde el Padre tiene estructura encarnatoria. También Jesús glorificado, según lo entiende san Juan, sigue estando «en carne». él es todavía la persona individual que está «exaltada» en la cruz y que conserva las llagas de la muerte (véase Jua 20:25 ss).

Jesús no sólo vino antes «en carne». Sino que su encarnación sigue actuando a través de la acción y de la vida de la comunidad de sus discípulos. No sólo entonces vino Jesús «en carne» a las gentes de Palestina. Sino que también viene a nosotros, no sólo con alguna mística pneumática, sino «en carne»: en la Iglesia, en la cual lo humano está indisolublemente unido con lo divino: hombres que se hallan «en carne» son los instrumentos del Kyrios Jesús (véase: Luc 10:16; Rom 15:18s). Si algo hay irrenunciable en el concepto católico de Iglesia, es el «sí» pleno al principio encarnatorio, incluso en lo que se refiere al tiempo actual.

Además, la frase que nos habla de que Jesús viene actualmente, podría ser una alusión a la eucaristía. En efecto, en este sacramento se concreta la venida de Jesús por medio del Espíritu, la venida a la que se refiere Jua 14:18 132,

Versículo 8: el texto se ha transmitido en dos variantes, las cuales están -ambas- bien atestiguadas y tienen buen sentido: «… para no perder lo que habéis adquirido…», o «… para no perder aquello por lo que nosotros nos hemos esforzado» 133. Esta advertencia pretende dar énfasis a lo que se dice en el siguiente versículo 9. El que no se atiene a la regla allí señalada, está poniendo en peligro el fruto de su propio compromiso de fe o el fruto del esfuerzo misionero que le ha llevado a la fe.

Versículo 9: esta proposición tiene un claro paralelismo con 1Jn 2:23 (véase el comentario de este lugar). El que «permanece en la doctrina» (2Jn 1:9) o «confiesa al Hijo» (1Jn 2:23), ése atiende» al Padre y al Hijo. El que no permanece en la doctrina y rechaza al Hijo, ése «no tiene» a Dios, no tiene comunión con Dios. Una novedad con respecto a este sentido de 1Jn 2:23, la tenemos en el comienzo de la proposición: El que «no permanece en la doctrina» es alguien que «va más allá», que se excede, que «se propasa».

Evidentemente, aquí se pone en guardia contra la tendencia de los gnósticos a no hacer caso de la doctrina de la Iglesia y a «no permanecer en ella», y a lanzarse a especulaciones «pneumáticas» completamente nuevas.

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130. Véase GAUGLER, 286: «Evidentemente, los adversarios trataron también de socavar el mandamiento del amor. El espiritualismo de la gnosis no conoce tampoco una verdadera encarnación del amor. El mensaje de la encarnación no es sólo una idea, sino la expresión central de la manera como se redimió al mundo.»

132. Esta hipótesis podría encontrar apoyo en una comparación con 1Jn 5:6-8, donde se habla de la venida de Jesús con su don de salvación, y donde -en 5,8- se habla de la eucaristía. Véase antes, el comentario a 1Jn 5:6-8. 133. Véase 1Jn 1:4, donde -de manera análoga- se puede hacer referencia tanto al gozo de los testigos («nuestro gozo») como también (y esto es más probable) al gozo de los cristianos a quienes se dirige la palabra («vuestro gozo») .

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b) Prohibición de dar hospitalidad a los herejes (v. 10-11).

10 Si alguno viene a vosotros y no trae esa doctrina, no lo recibáis en casa ni lo saludéis. 11 Pues el que lo saluda, se hace solidario de sus malas obras.

Esta actitud inauditamente dura contra los herejes está condicionada, ¡qué duda cabe!, por la época: los adversarios gnósticos representaban tal peligro mortal para las comunidades cristianas, que -según la opinión del autor de nuestra carta- sólo la más estricta separación de ellos podía salvar la sustancia de la fe. El saludo que aquí se prohíbe, es más ciertamente que una ceremonia de cortesía. Significa ya el entrar en comunión: en abierta comunión eclesial. Ahora bien, esta cruda prohibición de toda relación humana ¿está únicamente condicionada por la época o tiene también alguna significación para los cristianos de hoy día? Con respecto a esta pregunta, vamos a exponer específicamente nuestro punto de vista (véase mis adelante, Para la meditación).

CONCLUSIÓN DE LA CARTA Versículos 12-13

12 Aunque tengo mucho que escribiros, no he querido hacerlo con papel y tinta, sino que espero ir a veros y hablaros de viva voz, para que vuestro [o nuestro] gozo sea completo. 13 Te saludan los hijos de tu hermana Electa.

Versículo 12: este versículo acentúa que no se ha dicho, ni de lejos, todo lo que el autor querría escribir a la comunidad. Pero quiere hacerlo a través de un contacto personal «para que vuestro 134 gozo sea completo». Aquí no hay ninguna oposición al uso que de esta expresión se hace en 1Jn 1:4, sino que, tanto en un pasaje como en el otro, el gozo se suscita y se hace pleno por medio de la predicación. El autor no quiere decir aquí que la nota personal de hablar de viva voz (cara a cara) sea algo que colme el gozo, sino que lo que colma el gozo es el contenido de esa conversación personal. Y el contenido de esta conversión, como lo indican los v. 4-11, es el mismo que el de 1Jn: el mensaje acerca de la ágape de Dios encarnada en Jesús.

………………..

134. Una variante textual, que está igualmente bien atestiguada, ofrece aquí la lectura «nuestro», aunque -lo mismo que en 1Jn 1,4- debemos preferir «vuestro».

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Para la meditación de 2Jn

La intención con que el autor escribe a sus lectores de entonces, puede transmitirse al cristiano de hoy día en los siguientes puntos (entre otros). Vamos a mencionar aquí, principalmente, ideas de 2Jn que no aparecen, o no aparecen en forma tan característica en la carta primera de Juan.

Con respecto al saludo inicial (v. 1-3): semejante texto, una vez actualizado, suscitará una postura de fe ante nuestros hermanos cristianos y fomentará la intercesión. Hará que conozcamos por la fe el dominio soberano que a una comunidad cristiana le corresponde como «señora» por su sujeción a Jesús y a Dios (véase 1Co 3:21-23), y que sepamos que la realidad de Dios (aletheia), realidad que, por medio del Espíritu, «permanece» en nosotros y se nos revela, nos impulsa a la ágape, sincera alegría compartida por todo lo que es conforme a Cristo y que podemos hallar en nuestros hermanos cristianos (v. 4). A propósito de los versículos 5 y 6, véanse nuestros comentarios sobre 1Jn 2:7s.

Pero, sobre todo, hemos de hablar aquí de los versículos que constituyen lo característico de la carta, y que nos dificultan mucho la meditación, más aún, nos la hacen -al parecer- imposible: la exhortación (con matices tan conservadores) a permanecer en la doctrina de Cristo, y la advertencia de que no nos «propasemos», y sobre todo la prohibición -apenas comprensible para nosotros- del contacto personal con los herejes. Punto de partida para esto ha de ser el v. 8: la idea de que puede perderse lo que a uno se le ha concedido gratuitamente (por el trabajo de los maestros en la fe y por la propia aplicación).

A propósito del v. 9: si aquí lo de «propasarse» hubiera que entenderlo en el sentido de progresar, de conseguir sencillamente un progreso en la fe, entonces esta proposición sería inaceptable para nosotros. Sin embargo, lo «único» que esta proposición pretende decir es que el pensamiento teológico puede equivocarse, que hay una barrera que no debemos traspasar en el campo de la especulación teológica (en este caso, en el campo de la especulación cristológica). Y estos límites, la proposición los fija allá donde a lo sumo deben estar, porque de lo contrario se violaría o se eliminaría lo que es irrenunciable. Porque el «propasarse» de los gnósticos es algo que rompe la continuidad con el Jesús real, que vino y que viene «en carne». Y precisamente aquí, en esta declaración del v. 7 sobre el contenido de la confesión, hay que ver la frontera de cuya observancia depende todo: la frontera más allá de la cual se rompe la continuidad con este Jesús real y con la doctrina que hemos recibido de él mismo (v. 9). Porque, cuando se sobrepasa esa frontera, queda destruida la comunión con Dios y con Jesús.

Así, pues, contra las apariencias, no se trata en 2Jn 1:9 de una postura integrista, de un rígido aferrarse a formas y formulaciones periféricas, sino del núcleo -absolutamente decisivo- del cristianismo.

Muchas cosas de la doctrina de la Iglesia, que hasta ahora habían parecido inmovibles, están hoy día en movimiento. Así lo observamos precisamente en el Nuevo Testamento: hoy día no podemos ya entender cada frase de la Sagrada Escritura como una especie de dogma formulado desde el cielo. Sabemos que bastantes palabras de Jesús reflejan la convicción de fe de la comunidad posterior, y que no cada rasgo de los relatos de los Evangelios es histórico en el sentido en que lo son los reportajes de hechos. Entonces surge la pregunta: ¿Dónde está la frontera? ¿No nos veremos inundados, si rompemos los antiguos diques de contención?

Este peligro se da únicamente cuando no tenemos en cuenta la doctrina de estos versículos de 2Jn: cuando no creemos realmente en la irrupción de Dios dentro de la esfera de la «carne». Ahora bien, si creemos en la encarnación de la vida eterna en Cristo, entonces podremos no entender literalmente esto o aquello. Nosotros sabemos que la persona de Jesús y su actuación no podemos reducirlos a la medida de la persona y actuación de un simple hombre. Sabemos que no debemos tomar como norma lo que, en otros casos, podríamos considerar como posibilidad humana. No debemos decir, en el caso de Jesús: puesto que no es seguro, en cada punto, que lo relatado deba entenderse literalmente, entonces podemos eliminar radicalmente de estos relatos todo lo que pudiera significar una irrupción de Dios en este mundo. Porque entonces seríamos como los herejes de 2Jn: seríamos personas que no confiesan que Jesucristo ha venido y viene en carne. Entonces, lo mismo que esos herejes, pondríamos nosotros en tela de juicio el que la irrupción de Dios haya tenido lugar por medio de un hombre real. La fe no debe asegurarse a partir de puntos periféricos de la doctrina (por ejemplo, por relatos aislados de los Evangelios), sino a partir de lo que constituye su mismo centro.

El escándalo que nos suscitan los v. 10 y 11 es más duro aún. Al prohibir toda comunicación con los herejes, el autor no se interesa por la cuestión de si tal o cual persona puede estar de buena voluntad, en el sentido en que nosotros la entendemos. No le interesa saber si como personas individuales son disculpables o no. Parece que aquí hallamos un pensar dogmático muy endurecido, un dibujar a los hombres con los meros colores del blanco y negro, un encasillar a las personas o en la luz o en las tinieblas. Tal como están ambas proposiciones de los v. 10s, no podemos aceptarlas para nosotros mismos. Pero tales proposiciones, ¿no nos prestan también un servicio, aunque sólo sea como señales de peligro que brillan estridentemente? ¡Es tan fácil «aguar» el Evangelio y quitarle todo su filo! ¡Y, es tan difícil y casi imposible retenerlo adecuadamente con nuestras propias fuerzas, que necesitamos estas señales de alerta! El que elimina 2Jn 1:10s, se ve obligado quizás a excluir también frases del Señor como «El que ama a su padre o a su madre más que a mí…» (Mat 10:37; véase la redacción, todavía más dura, en Luc 14:26). Claro está que proposiciones como las de 2Jn 1:10s no podemos dirigirlas hoy día contra los cristianos protestantes. Pero ¿no tendríamos que dirigirlas contra un reblandecimiento y destrucción gnóstica o racionalista de la fe en Cristo, que existe también hoy día, tal vez en el sentido de que a Jesús debe reducírsele al plano de un fundador de religión (aunque especialmente significativo para el espacio de nuestra historia del espíritu)? Ahora bien, sabemos que, aun en tales casos, hemos de distinguir entre el error y los que yerran. Y, por tanto, no podemos romper el contacto humano con las personas que, según nuestra convicción, están en el error. Hoy día conocemos además el fenómeno de los llamados «cristianos marginales», que sólo se consideran capaces de «identificarse parcialmente» con la Iglesia y con su fe, y que no por eso deben ser considerados como parias.

Tal vez nos ayude, además, la observación de que en 2Jn se dirige la palabra a toda la comunidad. Se trata, pues, de la decisión oficial de la comunidad eclesial. Y el saludo, según se ofrezca o se rechace, significa -en consecuencia- la afirmación o la negación de la comunión eclesial 135, Y aquellos a quienes esta comunión eclesial ha de negárseles son -tengámoslo bien en cuenta- misioneros gnostizantes. Por consiguiente, en lo que se refiere al comportamiento de cada cristiano individual con cada uno de los adeptos de la gnosis, no se pueden sacar conclusiones para nosotros, aunque hemos de conceder que, según lo entiende el autor, las relaciones humanas de cada cristiano individual se han de ver afectadas por este rechazo radical 136.

De estas proposiciones solamente podremos sacar algo, sólo podremos aprender algo de ellas, cuando nosotros (como el autor) afirmemos la unidad de la fe y del amor como presupuesto absoluto para nuestra vida cristiana. Cuando se pone en tela de juicio esta unidad, cuando alguno quiere arrebatárnosla, entonces se exige de nosotros la incondicional voluntad de legítima defensa: ciertamente, no en las formas condicionadas por la época y con el contraste entre blanco y negro que vemos en el autor, formas y contraste que nosotros no podemos hacer nuestros. Esta voluntad radical de no renunciar a lo absolutamente decisivo y de no ponerlo en tela de juicio, es la exhortación que se desprende para nosotros de estos versículos.

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135. Véase GAUGLER, 288: «Una Iglesia que no puede ya separar, no puede ya tampoco unir realmente con la vida.»

136. El pasaje de 1Co 5:9-13 es útil para nosotros como analogía. En él se hace distinción clara entre las relaciones humanas y el comportamiento de la comunidad eclesial.

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Fuente: El Nuevo Testamento y su Mensaje

INTRODUCCIÓN

1. Este es el único libro de la Biblia dirigido a una mujer.

2. Viene a ocupar en los escritos de Juan el mismo lugar que Filemón en los de Pablo.

3. Es el libro más corto de toda la Biblia.

4. Juan no menciona su nombre ni el de la mujer al que lo dirige. Esto quizá fue hecho así para prevenir la posible persecución por las autoridades romanas en este tiempo, que consideraban el cristianismo como una religión ilegal.

I. El apóstol elogia a esta dama (vv. 2Jn 1:1-4). «Mucho me regocijé porque he hallado a algunos de tus hijos andando en la verdad» (v. 2Jn 1:4). Debemos quizá hacer notar aquí que algunos estudiantes de la Biblia creen que esta «señora elegida» de la epístola era en realidad una iglesia local. Si este es el caso, los hijos aquí son miembros de la iglesia. Si embargo, la opinión del autor es que fue escrita a una mujer real y que éstos son sus hijos.

II. El apóstol manda a esta señora (vv. 2Jn 1:5-6). Estos mandatos son en realidad dos:

A. Que camine en la verdad.

B. Que camine en amor. Véase también el versículo 2Jn 1:3. Qué importante es no separarlos. Practicar la verdad sin amor, nos lleva al legalismo. Emplear el amor sin interesarnos por la verdad nos lleva al liberalismo. Pablo también enfatiza el uso de ambos:

«Sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo» (Efe 4:15).

III. El apóstol previene a esta dama (vv. 2Jn 1:7-13).

A. Que se cuide de Satanás (vv. 2Jn 1:7; 2Jn 1:9-11).

«Porque muchos engañadores han salido por el mundo, que no confiesan que Jesucristo ha venido en carne. Quien esto hace es el engañador y el anticristo. Cualquiera que se extravía, y no persevera en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios; el que persevera en la doctrina de Cristo, ése sí tiene al Padre y al Hijo. Si alguno viene a vosotros, y no trae esta doctrina, no lo recibáis en casa, ni le digáis: ¡Bienvenido! Porque el que dice: ¡Bienvenido! participa en sus malas obras.»

B. Que se cuiden de sí mismos (v. 2Jn 1:8).

«Mirad por vosotros mismos, para que no perdáis el fruto de vuestro trabajo, sino que recibáis galardón completo.»

Juan quería que esta amada hermana recibiera el galardón completo por su servicio fiel en el día del juicio ante Cristo (véase 1Co 3:5-17).

Fuente: Auxiliar Bíblico Portavoz

INTRODUCCIÓN

1. Este es el único libro de la Biblia dirigido a una mujer.

2. Viene a ocupar en los escritos de Juan el mismo lugar que Filemón en los de Pablo.

3. Es el libro más corto de toda la Biblia.

4. Juan no menciona su nombre ni el de la mujer al que lo dirige. Esto quizá fue hecho así para prevenir la posible persecución por las autoridades romanas en este tiempo, que consideraban el cristianismo como una religión ilegal.

I. El apóstol elogia a esta dama (vv. 2Jn 1:1-4). «Mucho me regocijé porque he hallado a algunos de tus hijos andando en la verdad» (v. 2Jn 1:4). Debemos quizá hacer notar aquí que algunos estudiantes de la Biblia creen que esta «señora elegida» de la epístola era en realidad una iglesia local. Si este es el caso, los hijos aquí son miembros de la iglesia. Si embargo, la opinión del autor es que fue escrita a una mujer real y que éstos son sus hijos.

II. El apóstol manda a esta señora (vv. 2Jn 1:5-6). Estos mandatos son en realidad dos:

A. Que camine en la verdad.

B. Que camine en amor. Véase también el versículo 2Jn 1:3. Qué importante es no separarlos. Practicar la verdad sin amor, nos lleva al legalismo. Emplear el amor sin interesarnos por la verdad nos lleva al liberalismo. Pablo también enfatiza el uso de ambos:

«Sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo» (Efe 4:15).

III. El apóstol previene a esta dama (vv. 2Jn 1:7-13).

A. Que se cuide de Satanás (vv. 2Jn 1:7; 2Jn 1:9-11).

«Porque muchos engañadores han salido por el mundo, que no confiesan que Jesucristo ha venido en carne. Quien esto hace es el engañador y el anticristo. Cualquiera que se extravía, y no persevera en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios; el que persevera en la doctrina de Cristo, ése sí tiene al Padre y al Hijo. Si alguno viene a vosotros, y no trae esta doctrina, no lo recibáis en casa, ni le digáis: ¡Bienvenido! Porque el que dice: ¡Bienvenido! participa en sus malas obras.»

B. Que se cuiden de sí mismos (v. 2Jn 1:8).

«Mirad por vosotros mismos, para que no perdáis el fruto de vuestro trabajo, sino que recibáis galardón completo.»

Juan quería que esta amada hermana recibiera el galardón completo por su servicio fiel en el día del juicio ante Cristo (véase 1Co 3:5-17).

Fuente: Auxiliar Bíblico Portavoz

VER 1 JUAN.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

2Jn 1:13; Jua 8:32; 1Ti 4:3; 1Jn 2:21.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

— el Anciano: Lit. el Presbítero. Sobre este vocablo griego, ver nota a 1Ti 3:1-2. En el presente pasaje conserva, probablemente, su significado originario de persona entrada en años; pero no hay que descartar una connotación de autoridad y dignidad, o incluso la alusión a un cargo dentro de la comunidad.

— Señora elegida: Se piensa generalmente que con este título el autor de la carta designa a una iglesia local concreta -desconocida para nosotros- a cuyos miembros da el nombre de hijos.

— conforme a la verdad: Cinco veces aparece el término verdad en los cuatro primeros versículos de la carta. Es un término característico de la tradición joánica, con el que se designa la persona y la enseñanza de Jesucristo (Jua 1:14; Jua 1:17; Jua 15:26; Jua 16:7; Jua 16:13; Jua 17:17; Jua 17:19; Jua 18:37-38; 1Jn 1:6; 1Jn 2:4; 1Jn 2:21; 1Jn 4:6; 3Jn 1:3-4; 3Jn 1:8; 3Jn 1:12). Por eso, aunque en el presente pasaje se ha sugerido otra traducción (sinceramente, de corazón), es preferible la traducción adoptada.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

Saludos

Esta es la forma en que normalmente se iniciaba una carta en el primer siglo. 1, 2 El escritor se llama a sí mismo el anciano, que puede indicar su edad o, posiblemente, el cargo oficial en la iglesia. La carta se dirige a la señora elegida. Como alternativa uno o los dos términos gr. se puede tomar como un nombre propio: “la señora Electa”, “la electa Kuria” o “electa Kuria”. Pero la señora elegida es probablemente correcto. Está sujeto a discusión si se trata de un individuo o de una iglesia (ver Introducción). El anciano sostiene que él (yo es enfático) ama a la señora y a sus hijos en verdad. Amor y verdad ocupan un lugar prominente en esta epístola; amor, como verbo o sustantivo, aparece cuatro veces en los primeros seis versículos; verdad se repite cinco veces en los primeros cuatro versículos. Obsérvese la secuencia a quienes yo amo … a causa de la verdad. La verdad tal cual la ve Juan lleva al amor. La verdad puede ser conocida; permanece en los creyentes y estará con ellos para siempre. Es difícil imaginar que la verdad así descripta pueda estar totalmente separada de nuestro Señor Jesucristo quien dijo: “Yo soy … la verdad” (Juan 14:6). No debemos pasar por alto la conexión entre el amor cristiano y la verdad cristiana. Alguien ha dicho que la comunidad de amor es tan amplia como la de la verdad, lo cual es un comentario significativo. 3 La añadidura de misericordia a gracia y paz no es usual en un saludo del NT; además de en esta carta figura únicamente en 1 y 2 Tim. Refuerza la idea de gracia que señala a la liberalidad del don de Dios en Cristo. Tampoco es usual decir que estas cosas estarán con nosotros. En un saludo cabría esperar “con vosotros”. Pareciera ser la única vez en el NT que un saludo se dirige de esa manera. Es una expresión de solidaridad que vincula al escritor con sus lectores. Todos a una necesitan la gracia, la misericordia y la paz. Habla de Jesús como Hijo del Padre (expresión sólo encontrada aquí en todo el NT). No debe pensarse en él como alguien separado del Padre.

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

1 El «anciano» es Juan, uno de los doce discípulos y el escritor del Evangelio según San Juan, tres epístolas y el libro de Apocalipsis. Para mayor información acerca de Juan, véase su perfil en Juan 13. Se escribió esta carta poco después de 1 Juan con el propósito de advertir la presencia de los falsos maestros. El saludo «a la señora elegida y a sus hijos» puede referirse a una mujer específica o a una iglesia cuya identidad se desconoce hasta hoy. Juan pudo haber escrito desde Efeso.1-4 La «verdad» es la verdad acerca de Jesucristo, en contraposición a las mentiras de los falsos maestros (véase 1Jo 2:21-23).5, 6 La declaración de que los cristianos deben amarse unos a otros es un tema recurrente en el Nuevo Testamento. Más aún, el amor al prójimo es un mandamiento antiguo que aparece por primera vez en el tercer libro de Moisés (Lev 19:18). Podemos mostrar nuestro amor de diferentes formas: al evitar los prejuicios y la discriminación, al aceptar a la gente, al prestar atención, al ayudar, al dar, al servir y al negarnos a juzgar a los demás. No es suficiente conocer los mandamientos de Dios. Debemos andar «según sus mandamientos». (Véanse también Mat 22:37-39 y 1Jo 2:7-8.)7 En la época de Juan, muchos falsos maestros enseñaron que el espíritu era bueno y que la materia era mala; por lo tanto, llegaron a pensar que Jesús no pudo haber sido Dios y hombre al mismo tiempo. En términos firmes, Juan advirtió en contra de esa clase de enseñanzas. Hay todavía muchos falsos maestros que fomentan una interpretación de Jesús que no es bíblica. Son peligrosos porque tergiversan la verdad y socavan los fundamentos de la fe cristiana. Pueden emplear palabras correctas, pero al mismo tiempo cambiar el significado. La forma de sus enseñanzas muestra mucho acerca de lo que creen con relación a Cristo. Para mayores detalles de cómo probar a los maestros, véase 1Jo 4:1.8 Recibir «galardón completo» no se refiere a la salvación sino a la recompensa al servicio leal. Todo el que valoriza la verdad y en forma persistente se aferra a ella ganará su galardón íntegro del Señor. Perderán esa recompensa quienes viven para sí mismos y lo justifican enseñando falsas doctrinas (véase Mat 7:21-23).10 Juan les ordena a los creyentes que no les den hospitalidad a los falsos maestros. Debían evitar estimular lo herético para que no se propagara la falsedad. Además, si los creyentes los invitaban a entrar, semejante acción mostraría que aprobaban lo que decían y hacían los falsos maestros. Puede parecer rudo rechazar a las personas aunque estén enseñando herejías. Pero es mucho mejor ser fiel a Dios que simplemente cortés con las personas. Juan no condena la hospitalidad a los incrédulos sino el apoyo a quienes se dedican a oponerse a la verdadera enseñanza de Dios. Juan añade que cualquiera que apoya a un falso maestro de alguna manera se hace cómplice de su obra maligna.13 La enseñanza falsa es un asunto serio, y debemos tener cuidado de no pasarla por alto. Es tan serio que Juan escribió esta carta para alertar en contra de ella. Hay tantas enseñanzas falsas en nuestro mundo que podemos ser tentados a no darles mucha importancia. Por el contrario, debemos tener en cuenta los peligros que plantean y negarnos a darle a la herejía un punto de apoyo y ventaja.

Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir

NOTAS

(1) O léase: “hombre mayor”. Gr.: pre·sbý·te·ros.

(2) O: “a la mujer escogida, Kyria”. Gr.: e·kle·ktéi ky·rí·ai.

(3) O: “amo en la verdad”.

REFERENCIAS CRUZADAS

a 0 1Pe 5:1; 3Jn 1:1

b 1 1Pe 5:13

c 2 1Pe 1:22; 1Pe 2:17

d 3 Jua 8:32; 1Jn 3:18

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

El anciano. El título anciano, sin el nombre personal, se usa sólo aquí y en 3 Juan. Puede referirse a Juan mismo como anciano, o a su posición como apóstol en la iglesia.

a la señora escogida. Una referencia a una iglesia local, o a una mujer distinguida de la iglesia.

conocen la verdad. Conocer la verdad es haber oído, creído y recibido el evangelio de Cristo (cp. Jn 1:12, 8:32; 14:6; 1 Jn 5:20).

Fuente: La Biblia de las Américas

1 (1) El apóstol Juan, igual que Pedro, era un anciano de la iglesia en Jerusalén antes de que la ciudad fuera destruida en el año 70 d. de C. ( Gál_2:9 y la nota l (3) de 1 P 5). Según la historia, Juan, después de regresar de su exilio, permaneció en Efeso para cuidar de las iglesias de Asia. Así que probablemente él también era un anciano de la iglesia en Efeso, donde escribió esta epístola.

1 (2) Gr. kuría, la forma femenina de kúrios, que significa señor, amo. Existen diferentes interpretaciones de esta palabra. La más aceptada es la siguiente: esta palabra se refiere a una hermana cristiana notable en algún modo en la iglesia, igual que la frase conjuntamente elegida en 1Pe_5:13. Es posible que se haya llamado Kuría, dado que éste era un nombre común en ese tiempo. Algunos afirman que según la historia ella vivía cerca de Efeso y que una hermana de ella (v.13) vivía en Efeso, donde la iglesia estaba bajo el cuidado de Juan. Había una iglesia en su localidad y se reunía en su casa.

1 (3) , La misma palabra griega que se traduce verdad. Conforme a la manera en que Juan usa la palabra, especialmente en su evangelio, aquí denota la realidad divina revelada -el Dios Triuno impartido al hombre en el Hijo, Jesucristo- que llega a ser la autenticidad y la sinceridad del hombre, para que el hombre pueda vivir una vida que corresponda a la luz divina ( Jua_3:19-21) y adorar a Dios, como El lo desea, conforme a lo que El es ( Jua_4:23-24). Esta es la virtud de Dios ( Rom_3:7 15:8) que llega a ser nuestra virtud, por la cual amamos a los creyentes (véase la nota 6 (6) , punto 7, de 1 Jn 1).

El apóstol Juan, quien vivía en la realidad divina de la Trinidad, amaba con esta autenticidad a la persona a quien escribió.

1 (4) Los que no solamente recibieron a Cristo al creer que El es Dios y hombre, sino que también conocían plenamente la verdad tocante a la persona de Cristo.

1 (5) Denota la realidad divina del evangelio (véase la nota 6 (6) de 1 Jn 1), especialmente con respecto a la persona de Cristo como lo revela Juan en su evangelio y en su primera epístola, a saber: Cristo es tanto Dios como hombre, o sea que tiene la deidad y la humanidad, posee la naturaleza divina y la naturaleza humana. Como tal, expresó a Dios en la vida humana y efectuó la redención con el poder divino en la carne humana a favor de los seres humanos caídos para impartir la vida divina en ellos y llevarlos a una unión orgánica con Dios. La segunda y la tercera epístolas dan énfasis a esta verdad. La segunda les advierte a los creyentes fieles que no reciban a los que no permanezcan en esta verdad, en la enseñanza acerca de Cristo. La tercera epístola exhorta a los creyentes a recibir y ayudar a los que trabajan a favor de esta verdad.

Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro

INTRODUCCIÓN A LA SEGUNDA EPÍSTOLA DE JUAN

AUTOR: Juan

FECHA: 90

Destino Las destinación de esta segunda epístola es enigmática. Algunos creen que «la señora elegida» es un modo figurado de designar a una iglesia particular («tu hermana, la elegida» del v. 2Jn 1:13 significaría entonces otra iglesia distinta). Otros sostienen que la carta fue dirigida a una cristiana individual y a su familia (en cuyo caso, la «hermana» sería su hermana natural).

Fecha Las circunstancias y los temas de esta carta indican que fue escrita aproximadamente en el mismo tiempo que las otras cartas de Juan y desde el mismo lugar, Éfeso. Véase la INTRODUCCIÓN a 1 Juan.

Contenido La principal enseñanza de 2 Juan es caminar en los mandamientos de Cristo.

BOSQUEJO DE 2 JUAN

I) INTRODUCCIÓN y saludo, 2Jn 1:1-3

II) Alabanza por caminar en la verdad, 2Jn 1:4

III) Mandamiento de amar unos a otros, 2Jn 1:5-6

IV) Precauciones con respecto a los falsos maestros, 2Jn 1:7-11

V) Observaciones finales y saludos, 2Jn 1:12-13

Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie

sus hijos. Ya sea la congregación (si la señora elegida era una iglesia local) o su descendencia natural (si se trata de una creyente personal).

la verdad. I.e., el mensaje del evangelio, también en el v. 2Jn 1:2.

Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie

36 (I) Fórmula introductoria (w. 1-3). 2 Jn refleja el estilo epistolar cristiano en su saludo inicial, «La gracia, la misericordia y la paz… de parte de Dios Padre y de Jesucris­to…». Sería más propio de la tradición joánica Utilizar un condicional de deseo en lugar de la afirmación de 2 Jn (→ Cartas del NT, 45:6). 1. presbítero: Resulta difícil determinar si el tér­mino presbyteros (anciano) designa o no el cargo eclesial de cabeza de la iglesia local ca­racterizado por la autoridad doctrinal, que ha­llamos documentado en algunas de las comu­nidades cristianas de Asia Menor en esta época (p.ej., 1 Tim 5,17; Tit 1,5; 1 Pe 5,1). Si 2 Jn fue escrita por el autor de 1 Jn, entonces son un grupo de testigos autorizados, y no un individuo, quienes detentan la autoridad doc­trinal y actúan como garantes de la tradición en la comunidad. «Anciano» podría ser un tér­mino usado de forma genérica para designar a los miembros de este grupo, a la «señora elegi­da» y a sus hijos: Se trata de una expresión que designa de modo colectivo a los miembros de la iglesia a quienes se dirige la epístola. Para el término «elegido» como designación de los cristianos véase 1 Pe 1,1. 1-2. a quienes amo en la verdad… la verdad que permanece en noso­tros: La ampliación del saludo con los motivos del amor y la verdad que residen para siempre en la comunidad introduce el tema de la epís­tola: el rechazo de los maestros disidentes. Al­gunos exegetas identifican aquí una alusión a la acción del Espíritu que guía a la comunidad (cf. Jn 14,16; 1 Jn 4,6).

37 (II) Cuerpo de la epístola (w. 4-11). Se alude a 1 Jn con relación a las condiciones necesarias para vivir como hijos de Dios: «per­manecer» en Dios (w. 1.2.4.9); obedecer el mandamiento del amor (w. 5-6); evitar a los seductores y a los que se asocian con «el mun­do» (v. 7). Los únicos elementos nuevos son las medidas recomendadas contra los disidentes.

38 (A) Fidelidad de los destinatarios de la epístola (w. 4-6). Una captatio benevolentiae previa a la exposición del tema central. El uso del lenguaje tradicional del amor pu­diera tener como finalidad distanciar la posi­ción del presbítero de las desviaciones de los que han abandonado la comunidad.
(B) Advertencia contra los disidentes (w. 7-9). La caracterización de los disidentes co­mo aquellos que se han pasado al mundo, como anticristos y como personas que no re­conocen que «Jesucristo ha venido en la car­ne», es paralela a la descripción en 1 Jn 4,1-6. 9. todo el que va más allá y no permanece en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios: Nos halla­mos ante la única instancia de proagein, «ir más allá», «progresar», «avanzar», en los es­critos joánicos. Quizás refleje la forma en que los disidentes caracterizaban su doctrina, doc­trina de Cristo: Aunque didaché designa las enseñanzas de Jesús en Jn 7,17.19; 18,19, el sentido de la expresión parece ser aquí las en­señanzas sobre Cristo, la confesión verdadera transmitida por los auténticos testigos de la tra­dición. Los exegetas que consideran que la expresión se refiere a las enseñanzas que pro­ceden de Cristo enfatizan la función del Es­píritu/Paráclito como presencia de Jesús en­tre los cristianos y maestro de su doctrina (Jn 14,16.26).
(C) Actitud que se debe adoptar ante los disidentes (w. 10-11). 10. no lo recibáis en ca­sa ni lo saludéis: Se trata de un boicot contra los predicadores disidentes a quienes el presbítero considera una verdadera amenaza para las otras comunidades, y no simplemente un gru­po de hermanos que se han separado. Los predicadores de este grupo quizás caracterizaban su doctrina como verdadera tradición joánica. 11. comparte sus malas obras: El vb. koinónein, «compartir» recuerda koinónian echein, «con­fraternizar, tener comunión» (1 Jn 1,3-7). En el lenguaje propio de las asociaciones misioneras de la época, se consideraba que los todos los miembros de la asociación «compartían» los frutos de la misma (cf. Flp 1,5-7). La hospitali­dad ofrecida a los misioneros itinerantes era un factor crucial para mantener la unidad de las comunidades joánicas. Los que prestan ayuda a los disidentes participan de unas obras que, al igual que las obras de Caín, pertenecen al maligno (1 Jn 3,12).

39 (III) Despedida (w. 12-13). Las epís­tolas concluían con frecuencia prometiendo un encuentro futuro entre las partes. Esta fór­mula se repite en 3 Jn 13-14. La referencia a la plenitud del gozo del autor forma una inclu­sión con la frase inicial del cuerpo de la epís­tola (v. 4). Podría tratarse de una convención propia de los círculos joánicos (cf. 1 Jn 1,4). La conclusión invoca la presencia de los cris­tianos que se hallan «en comunión» con el an­ciano dejando claro que éste no habla sola­mente en su nombre, sino en nombre de su comunidad.

Fuente: Nuevo Comentario Biblico San Jeronimo

R713 El pronombre relativo οὕς es masculino a causa del sentido (se refiere a personas, en vez de mantener el género neutro de τέκνοις).

R1116 El tiempo perfecto de ἐγνωκότες ha perdido la idea de culminación, pero mantiene la idea de acción continua sólo en el sentido presente (comp. Jua 18:22): todos los que saben.

T178 La última parte de este versículo debe traducirse: a quienes yo amo sinceramente, y … todos los que tienen patrones sinceros (uso anafórico de τὴν ἀληθείαν, con referencia a una mención anterior de la palabra).

Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego

O, elegida

Fuente: La Biblia de las Américas

[1] Juan – representando a la Casa de Judah.

[2] Kuria – representando a la Casa de Efrayím.

[3] Las multitudes de Efrayím.

[4] Lo común que une a ambas casas en verdad y en amor. Ambas Kuria y sus hijos con Juan.

[5] La verdad del reino restaurado que es la verdad eterna.

[6] A través de Moshiaj, Juda aprende a gozar por el regreso de Efrayím en posición a la verdad de la restauracíon.

[7] Torah.

[8] Efrayím.

[9] Torah.

[10] Esto es lo que Moshiaj vino a hacer. Terminar la guerra entre las dos casas.

[11] YHWH quiere que caminemos en la verdad de la redención de Israel y el sanamiento del que habla desde el libro de Génesis.

[12] El hermano Judah advierte a Efrayím que no se preocupe tanto en ser como Juda, que por último termina rechazando el estatus de elegido y redimido por Moshiaj. Aún en esos diás, igual que hoy en diá, en grandes números, muchos de Efrayím tienen celo por todo lo que perciben ser Judío, que van hasta el negar a Yahshua como YHWH manifiesto como el Hijo de YHWH. Noten la preocupación de la hermana mayor.

[13] Es responsabilidad de cada Israelita el guardar la verdad de YHWH viviendo en la carne como Yahshua. No es solamente el trabajo de El Rabí, o líder espiritual. Es tú trabajo. Hoy, igual que antes, Efraimitas igual que Judíos están tirando su estatus de señoras elegidas por un plato de lentejas llenas de flecos/tzitzit ortodoxos.

[14] Que este versículo sea la más grande advertencia para ambas casas de Israel. Cualquier doctrina que niega que Yahshua es YHWH manifesto en la carne cometen pecado, y es un violador de la Torah en la cual dicen confiar. El negar a Yahshua por cualquiera de las casas, especialmente la de Efrayím, resulta en que esa pobre alma ni siquiera tenga al Padre. Juan lideó con muchos caídos, así como lo hacemos hoy. Ellos caían de la verdadera fe Nazarena, ya que no habiá un sistema falso de la iglesia en aquellos diás.

[15] Si alguno es conocido como uno que niega a Yahshua y la Verdad de que El es El Unigenito de YHWH (y no sólo otro nombre para El Padre, o una perversión similar), como creyentes, se nos prohíbe darle entrada, o aún decirle una “bienvenida.” De esta manera, las dos elegidas se protegen. Por supuesto Juda en la persona de Juan, es visto como el mayor y el guardián de su hermano Efrayím.

[16] Bien personal, y pleno.

[17] Como debería ser. Judah y Efrayím cara a cara.

[18] Una hermana elegida escribiéndole a otra. Una continuación de las dos hermanas de Ezekiel 23, siendo fortalezidas con justicia por la verdad de Moshiaj y su reino. Tercera Juan

Fuente: Escrituras del Nombre Verdadero

[6] Haciendo lo que nos manda y creyendo sus enseñanzas.[8] Sólo se dará a los que perseveren en la pureza de la fe.

Fuente: Notas Torres Amat

* Se entiende que es Juan.

Fuente: Versión Biblia Libre del NuevoTestamento

† La “dama escogida” podría referirse a la iglesia, o a una mujer Cristiana en particular. Lo mismo ocurre en el versículo 2Jn 1:13.

Fuente: Versión Biblia Libre del NuevoTestamento

Biblia Peshitta 2006 Notas:

Su autoría se atribuye también al apóstol Juan. Escrita alrededor del 90 d.C., desde Asia Menor.

Fuente: Peshitta en Español