Comentario de Números 9:15 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia
El día en que fue erigido el tabernáculo la nube cubrió el tabernáculo, la tienda del testimonio. Y desde el anochecer hasta el amanecer había algo semejante a fuego sobre el tabernáculo.
El día … fue erigido. Éxo 40:2, Éxo 40:18.
la nube cubrió. Núm 14:14; Éxo 14:19, Éxo 14:20, Éxo 14:24; Éxo 33:9, Éxo 33:10; Éxo 40:34; Neh 9:12, Neh 9:19; Sal 78:14; Sal 105:39; Isa 4:5; Eze 10:3, Eze 10:4; 1Co 10:1.
y a la tarde. Éxo 13:21; Éxo 40:38.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
la nube (Éxo 13:21) era un símbolo dramático de la activa presencia de Dios entre su pueblo, se suspendía sobre ellos para darles protección, se movía delante de ellos para guiarlos y se acercaba a ellos en la noche como fuego para confortarlos en medio de la oscuridad. El resto de este párrafo sirve como resumen de la actividad de la nube y el fuego a lo largo de las experiencias vividas por Israel en el desierto.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
LA NUBE… DE FUEGO. La nube por el día y el fuego por la noche servían de señal de la provisión, protección y dirección divinas para Israel en el desierto.
(1) La Biblia recalca que el pueblo debía moverse o detenerse sólo cuando lo indicaba la señal sobrenatural. Sin embargo, la dirección de Dios no eliminó la necesidad de la sabiduría y planificación humanas, porque Moisés le pidió a Hobab que los aconsejara en cuanto a los mejores lugares para acampar en el desierto (Núm 10:29-32).
(2) El obedecer a Dios y seguir su voluntad depende tanto de la dirección sobrenatural de Dios como de la previsión y sabiduría humanas basadas en los principios de su palabra. Es importante que los creyentes estén cerca de Él en todo tiempo y que no se separen de su protección y voluntad.
(3) La promesa que Dios hizo de guiar a su pueblo en el AT todavía se aplica a los creyentes. Él los guiará mediante su palabra y por medio de su Espíritu (Rom 8:4). Él enderezará las veredas de todos aquellos que lo reconocen (Pro 3:6; cf. Sal 37:23; Hch 5:19-20 Hch 8:26 Hch 13:1-4).
Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena
el tabernáculo … erigido. La presencia del Señor llegó cuando el tabernáculo estuvo completado y levantado en el primer día del primer mes del segundo año después de haber salido de Egipto.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
Vea Éxo 40:34-38. La nube, el símbolo visible de la presencia del Señor, estaba continuamente asentada sobre el tabernáculo. El movimiento de la nube era la señal para Israel de que debían reanudar el camino.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
— Tienda del testimonio: Es una fórmula poco usual que aparece también en Núm 16:42-43 y Núm 18:2. Lo corriente es Tienda del encuentro, y menos frecuente Morada del testimonio (ver Núm 1:50; Núm 1:53; Núm 10:11 y Éxo 38:21).
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
La nube. Según el libro de Exo., la nube representaba la gloria del Señor que llenaba el tabernáculo (Exo. 40:34-38). Núm., sin embargo, no dice nada en cuanto a la gloria pero sí muestra interés en el hecho de que la nube guió a Israel. El pasaje repite que Israel partía y acampaba al mandato del Señor, el cual se manifestaba por el movimiento de la nube. Hay también un desarrollo de pensamiento por medio de la repetición: La nube estaba allí desde el principio (v. 15); tenía apariencia de fuego en la noche (v. 16); guiaba a Israel (vv. 17, 18); el tiempo que pasaban en un campamento variaba, desde unos pocos días hasta todo un año, anticipando que Israel pasaría un largo tiempo en el desierto (vv. 19-22); y el texto termina haciendo hincapié en el hecho que Israel obedeció el mandato del Señor (v. 23). La nube aparece más tarde cuando Salomón dedica el templo (1 Rey. 8:10-12). Cristo Jesús fue cubierto por la nube en el monte de la transfiguración (Luc. 9:34), y de nuevo en su ascensión (Hech. 1:9). Las imágenes de la nube de la presencia de Dios y del templo se unen en la persona de Cristo. El es el templo (Apoc. 21:22), y en él mora toda la plenitud de la gloria de Dios (Juan 17:21; Col. 1:19). Por medio de la presencia del Espíritu Santo, los creyentes llegan a ser piedras vivas en el templo (Juan 7:37-39; 1 Cor. 6:19; 1 Ped. 2:4, 5). Así fue como Dios consideró oportuno manifestar su gloria en la hechura espiritual de la iglesia (Ef. 2:22; 3:10, 11, 21).
Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno
REFERENCIAS CRUZADAS
u 523 Éxo 40:2; Éxo 40:17
v 524 Éxo 14:24; Éxo 40:34; Neh 9:12
w 525 Éxo 13:21; Éxo 40:38; Núm 14:14
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
nube. A esta manifestación de la presencia del S eñor (v. Ex 16:10; 40:34) el judaísmo la llamó posteriormente la Shekinah . Primero apareció para guiar a los israelitas por el desierto (Ex 13:21) y permaneció con Israel para guiarlo durante su peregrinación en el mismo (Ex 13:22; Neh 9:19). Su presencia se notó otra vez en la dedicación del templo (1 R 8:10, 11), y Ezequiel la vio cuando el S eñor se alejó de allí poco antes de la destrucción del Templo (Ez cap. 10 y 11, especialmente 10:18).
Fuente: La Biblia de las Américas
La nube era la señal de la presencia de Jehová y su movimiento era el medio por el cual El guiaba a Israel (véase notas en Éxo 13:21 y Éxo 40:34).
Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie
[=] *Ex 13:22 *Ex 40:34
[o] LA MORADA Y LA TIENDA Aquí al igual que en otros lugares del Exodo y de los Números (3,25) La Morada cuya construcción ocupa la mayor parte del Exodo 25-40 se identifica con la Tienda del Testimonio. Es claro además que el libro del Exodo habla indiferentemente de la Tienda del Testimonio y de la Tienda de las Citas. Digamos en primer lugar que las dos palabras Testimonio y Citas son parientes entre sí en hebreo. Testimonio es el Testimonio o Declaración Divina que se guarda en el Arca y que se expresa entre otras cosas a través de los Diez Mandamientos. Citas: es el lugar donde Dios cita a Moisés cuando quiere conversar con él (Ex 29,42; Num 12,5; 17,7-8). En ambos casos se trata de una tienda en cuyo secreto Dios se manifiesta únicamente a Moisés (Num 12,5). Pero cuando luego se quiso montar toda la ficción de la Morada grandiosa, primer esbozo del Templo de Jerusalén, se la quiso identificar con esa Tienda de la cual conservaban el recuerdo las tradiciones más antiguas (ver especialmente Ex 38,21). En realidad, si se quería una Morada grandiosa para el culto divinmo, se soñaba más bien en un tiempo en que Dios citaba a su amigo y le hablaba cara a cara (Num 12,7-8). En todo el libro de Job está implícito este sueño que los profetas acariciaron de vez en cuando (Is 30,20). El presente párrafo hace el elogio de un tiempo en el que Dios intervenía personalmente, daba órdenes y tomaba en sus manos la dirección del pueblo. Ya hemos tenido ocasión de recordar que los libros santos presentan la historia pasada como una gran epopeya en la que Dios llevaba soberanamente todas las cosas a un término en el que quedaban de manifiesto su justicia y su salvación. Se lo ve desde la historia de Abrahán, se lo vuelve a ver en el libro de Josué, y mucho después, en las Crónicas. Pero eso era un punto de vista de fe, y por el momento los que fueron los actores de la historia tuvieron una experiencia bastante diferente: lo poco que se había hecho con grandes esfuerzos contenía muchas sombras y la presencia de Dios había sido comúnmente muy discreta, aun cuando no se dudara de ella. En varios lugares vemos la extrañeza e incluso el escándalo del creyente que compara lo que ocurre ante sus ojos con lo que las tradiciones cuentan del pasado y no comprende que Dios haya cambiado (Sal 77): ¿Por qué los cielos están ahora cerrados y ya no responden? (Is 63,7-16; Sal 74,9-10). ¿Qué secreto deseo impulsó a los hombres de fe a hacer al pasado más bello de lo que fue y a Dios más generoso? En primer lugar, se ha proyectado sobre la historia antigua todo lo que se habría querido ver en el presente, comenzando por la historia de Adán y siguiendo por la de Moisés y la de David; pero luego se ha proyectado hacia el futuro lo que se leía en los libros de historia, y se ha comenzado a esperar. Fue el aguijón de la esperanza lo que hizo madurar en Israel la espera de una era nueva con un Mesías enviado por Dios. En todas las culturas se había puesto una edad de oro al comienzo de los tiempos, pero luego se decidió que no habría más que una edad de hierro. En verdad en todas las latitudes ha habido hombres y mujeres que «han esperado contra toda esperanza» (Rom 4,18), pero ciertamente fue en la revelación bíblica en donde la locura de la esperanza se instaló más profundamente.