PARA VIVIRLO

La religión hecha por uno mismo

• En un mundo en el que el lema más común es «haz las cosas a tu manera», las personas frecuentemente desarrollan un estilo religioso propio de creencias y prácticas. Para algunos esto significa «escoge y decídete», «tómalo o déjalo» como estrategia para establecer el cristianismo. Para otros significa una serie de ideas extrañas acerca de Dios y de formas de vida excéntricas. Ya sea de una forma o de otra la autoridad final llega a ser la individual, la que asume la prerrogativa de ignorar cualquier demanda o disciplina que considere limitante o impuesta.

• Una actitud similar al parecer caracterizó a los israelitas cuando se preparaban para entrar en la Tierra Prometida. Aparentemente ellos hacían cualquier cosa que era correcta a sus ojos cuando se trataba de la observancia religiosa (Deu 12:8). No es necesariamente que ellos se alejaran de Dios, sino que la ausencia de un lugar permanente para el culto trajo un cierto grado de relajamiento en cuanto a la obligación del ritual de la Ley. Moisés les advirtió que debían cambiar una vez que entraran a la tierra y Dios les designara un lugar para el culto (Deu 12:13, Deu 12:14). Ellos debían seguir las detalladas instrucciones de la Ley concernientes a los sacrificios, días santos, diezmos y ofrendas, y otros elementos de la vida religiosa.

• ¿Es esto también cierto para los cristianos hoy? En respuesta a esto, es importante notar que las instrucciones y descripciones del culto en el Nuevo Testamento no son tan detalladas como aquellas que se le dieron a Israel en el AT. por medio de la Ley. Actualmente parece dársele más libertad al creyente individual así como a la comunidad de la fe. Pero esto no significa una estrategia para hacer la religión uno mismo. Las Escrituras nos dan un conjunto objetivo de verdades para creer y de aptitudes para la vida. Ellas pueden variar entre ciertos límites culturales, étnicos y geográficos; pero todos los creyentes caen en pecado cuando se salen de las claras enseñanzas de las Escrituras. En cualquier manera que adoremos a Dios, Él nos llama a adorarlo «en espíritu y verdad» (Jua 4:23).