Comentario de Deuteronomio 18:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

“Los sacerdotes levitas, toda la tribu de Leví, no tendrán parte ni heredad con Israel. Ellos comerán de las ofrendas quemadas a Jehovah y de la parte que les pertenece.

no tendrán parte. Deu 10:9; Deu 12:19; Núm 18:20; Núm 26:62; Jos 13:33; Jos 18:7; 1Pe 5:2-4.

de la heredad de él comerán. Núm 18:8, Núm 18:9; Jos 13:14; 1Co 9:13, 1Co 9:14.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

El Señor es la heredad de los sacerdotes y levitas, Deu 18:1-2.

Los sacerdotes, Deu 18:3-5.

Los levitas, Deu 18:6-8.

Se deben evitar las abominaciones de las naciones, Deu 18:9-14.

Cristo el Profeta debe ser escuchado, Deu 18:15-19.

El profeta presuntuoso debe morir, Deu 18:20-22.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Los sacerdotes tomaban para su sustento una parte de las ofrendas de la dedicación.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

18. Organizaciones Religiosas.

Los Sacerdotes Levíticos (1-8).
1“Los sacerdotes levíticos, toda la tribu de Leví, no tendrán parte y heredad en Israel; se mantendrán de los sacrificios de combustión a Yahvé y de la heredad de éste. 2No tendrán heredad en medio de sus hermanos; Yahvé es su heredad, como él se lo ha dicho. 3Estos serán los derechos de los sacerdotes sobre el pueblo, sobre aquellos que ofrezcan en sacrificio un buey o una oveja: se dará al sacerdote el brazuelo, las mandíbulas y el cuajar. 4También le darás las primicias de tu trigo, de tu mosto y de tu aceite, y las primicias del esquileo de tus ovejas; 5porque a él le ha elegido Yahvé, tu Dios, de entre todas las tribus de Israel para estar ante El y ministrar en nombre de Yahvé, él y sus hijos, por siempre. 6Si un levita sale de alguna de tus ciudades de todo Israel, donde peregrinó para venir con todo el deseo de su alma al lugar que Yahvé elegirá, 7ministrará en nombre de Yahvé, tu Dios, como todos sus hermanos los levitas que allí estén delante de Yahvé, 8y comerá una porción igual a la de los otros, excluyendo a los sacerdotes de los ídolos y a los magos.”

Esta perícopa nos plantea con más viveza el problema del origen del sacerdocio, del cual hemos hablado comentando Num 18:20. Ya hemos visto cómo la tribu de Leví no tuvo parte en la distribución de Canaán, y por eso se le asignan ciertos derechos sobre las oblaciones y sacrificios del culto1. Aquí sólo se enumera la parte que les corresponde de los sacrificios de combustión (v.1). Nada se dice de los primogénitos, aunque se mencionan las primicias del mosto, aceite y el esquileo de las ovejas (v.4). Todo esto era suficiente para el sustento de los sacerdotes levíticos que moraban en el santuario nacional, pero no en los otros lugares. Por eso el Deuteronomio habla siempre de los levitas como clase necesitada, encomendada a la caridad de los fieles. Aquí se les invita a ir al santuario nacional, dejando otros lugares de culto en los “altos” (bamot), en los que no faltaban prácticas supersticiosas. Cuando Josías hizo efectiva la ley de la unidad del santuario, destruyendo los otros lugares de culto, hizo venir a Jerusalén de las ciudades de Judá a todos los sacerdotes desde Gueba hasta Bersabé, es decir, todo el territorio del reino de Judá2. “Sin embargo, los sacerdotes de los altos (bamot) no subían al altar de Yahvé en Jerusalén, sino que comían los panes ácimos de sus hermanos.” No se les consideraba dignos de ejercer plenamente las funciones sacerdotales. El profeta Ezequiel, en la descripción ideal que nos hace en los días de la futura restauración, dice que aquellos levitas que se apartaron de Yahvé cuando Israel se alejó de Dios, yéndose tras los ídolos, llevarán su iniquidad, “sirviendo en mi santuario de guardias de las puertas de las casas…; degollarán los holocaustos y las víctimas… y estarán ante él para servirle.” Sólo los que fueron fieles a Yahvé ejercerán funciones sacerdotales3. Es la división entre sacerdotes y levitas.
La denominación aquí de sacerdotes levíticos se ha de entender en el sentido de pertenecientes a la tribu de Leví, en contraposición a otros falsos sacerdotes que no eran de ésta. En el contexto parece que se distinguen los derechos de sacerdotes y levitas; los v.1-2 se refieren a los derechos de los pertenecientes a la tribu de Leví en general; los v.3-5, en cambio, aluden a los derechos de los sacerdotes propiamente tales, y los v.6-8, a los de los simples levitas que se acercan al santuario único para ejercer su ministerio. La expresión sacerdotes levíticos se encuentra también en Neh 10:28; Neh 10:35, cuando estaban bien distinguidas las dos clases de sacerdotes y levitas. El deuteronomista, al hablar de los derechos de los pertenecientes a la tribu de Leví, distingue sacrificios y su heredad (v.1). Entre los primeros entran toda clase de sacrificios (holocaustos pacíficos, etc.) y oblaciones4, y bajo el nombre de heredad se alude a las primicias del campo, que pertenecen a Yahvé, quien los otorga, a su vez, a los que le sirven en el santuario.
Después determina las partes concretas de la víctima que corresponden a los sacerdotes, que son el brazuelo, las mandíbulas y el cuajar (v.3), lo que no coincide exactamente con la legislación levítica5. Algunos autores han propuesto que aquí el deuteronomista se refiere a las víctimas no ofrecidas en el santuario, sino sacrificadas en las casas de los dueños6; otros, en cambio, creen que se trata de partes de verdaderos sacrificios sagrados y que la nueva legislación es una exigencia más en favor de la clase sacerdotal. El deuteronomista añade un nuevo ingreso a favor de los sacerdotes: las primicias del esquileo de las ovejas además de las del trigo, mosto y aceite, previsto en Num 18:12. Estas exigencias eran un reconocimiento de la elección de la clase sacerdotal para servir a Yahvé (v.5). Como este v.8 aparece casi igual en 10:8, no pocos autores lo consideran como adición de un glosista que quiere destacar la elección divina de los hijos de Aarón.
En los v.6-8 se habla del derecho del levita a ministrar en el santuario elegido por Yahvé. Algunos autores creen que son los sacerdotes en general, que, al ser destruidos los santuarios locales por la reforma de Josías (722 a.C.), tuvieron que refugiarse en Jerusalén, y en ese supuesto el legislador les permite los mismos derechos en el templo de Jerusalén que a los que eran sacerdotes habituales del mismo. Pero, según 2Re 23:8-9, a estos sacerdotes advenedizos, procedentes de los santuarios locales destruidos, no se les permitió “subir al altar de Yahvé,” sino sólo “comer panes ácimos en medio de sus hermanos.” Lo que sí es claro es que el deuteronomista no alude para nada a las 48 ciudades destinadas a residencia de los levitas7. De esta asimilación de los levitas en derechos a los de Jerusalén quedan excluidos los “sacerdotes de los ídolos y los magos,” es decir, los que han tomado parte en cultos idolátricos8.

Los Profetas (9-22).
9“Cuando hayas entrado en la tierra que Yahvé, tu Dios, te dará, no imites las abominaciones de esas naciones, 10y no haya en medio de ti quien haga pasar por el fuego a su hijo o a su hija, ni quien se dé a la adivinación, ni a la magia, ni a las hechicerías 11y encantamientos; ni quien consulte a encantadores, ni a espíritus, ni a adivinos, ni pregunte a los muertos. 12Es abominación ante Yahvé cualquiera que esto hace, y precisamente por tales abominaciones arrojará Yahvé, tu Dios, de delante de ti a esas gentes. 13Sé puro ante Yahvé, tu Dios. 14Esas gentes que vas a desposeer consultan a hechiceros y adivinos; pero a ti nada de eso te permite Yahvé, tu Dios. 15 Yahvé, tu Dios, te suscitará de en medio de ti, de entre tus hermanos, un profeta como yo; a él le oirás, 16precisamente como a Yahvé, tu Dios, pediste en Horeb el día de la asamblea, diciendo: “Que no oiga yo la voz de Yahvé, mi Dios, y no vea este gran fuego para no morir.” 17Entonces me dijo Yahvé: “Dicen bien hablando así. 18Yo les suscitaré de en medio de sus hermanos un profeta como tú; pondré en su boca mis palabras, y él les comunicará cuanto yo le mande. 19A quien no escuchare las palabras que él dirá en mi nombre, yo le pediré cuenta. 20Pero el profeta que ose decir en nombre mío lo que yo le haya mandado decir o hable en nombre de otros dioses, debe morir. 21Y si te dices en tu corazón: ¿Cómo voy a conocer yo la palabra que no ha dicho Yahvé? 22Cuando un profeta te hable en nombre de Yahvé, si lo que dijo no se cumple, no se realiza, es cosa que no ha dicho Yahvé; en su presunción habló el profeta; no le temas.”

Siguiendo la enumeración de las instituciones que han de dirigir la vida religiosa y civil de Israel (monarquía, judicatura), el deuteronomista añade una nueva, que ha de tener gran importancia en determinadas épocas de la vida de Israel: el profetismo. Es uno de los grandes regalos que Dios hizo al pueblo elegido. Los antiguos eran sobremanera supersticiosos, y entre los cananeos pululaban magos, hechiceros y adivinos, que pretendían predecir el futuro. El legislador hebraico quiere evitar el contagio de estas costumbres gentílicas en su pueblo, y enumera las prácticas abominables e incompatibles con el espíritu de la religión: el sacrificio de niños a Moloc, la adivinación, la magia, los encantamientos y la consulta a los muertos (v.10-11). Todo ello es abominación para Yahvé. La práctica de quemar niños a Moloc iba unida a los augurios y adivinaciones9, y bajo este aspecto la considera ahora el hagiógraíb. Parece se atribuía al sacrificio del hijo un poder mágico especial para adivinar el futuro10. El autor sagrado sale al paso de toda práctica adivinatoria, pues sólo Yahvé puede comunicar el futuro a los hombres. Pero, conociendo el legislador hebreo el flaco de su pueblo, propenso a estas prácticas y ansioso de conocer el porvenir, le había dado la práctica del urim y el tummim para consultar a Dios por medio de suertes, de que se valieron Saúl y David por el ministerio de los sacerdotes11. Pero de este método no se vuelve a hacer mención en todo el curso de la historia posterior. En vez de este procedimiento primitivo, David, cuando fue rey en Jerusalén, tuvo por consejero y profeta a Natán. Esta práctica se generaliza, y así es frecuente que los reyes consulten a los profetas. David consulta a Natán sobre la conveniencia de levantar un templo a Yahvé12, Josafat busca un profeta para consultarle sobre la empresa guerrera contra Ramot de Galaad13, Ezequías consulta a Isaías cuando recibió la intimación del representante de Senaquerib14 y Sedecías consulta a Jeremías sobre la suerte de Jerusalén, cercada por los babilonios15. El deuteronomista se hace eco de la presencia de esta benemérita institución y busca sus orígenes en los tiempos mosaicos. La finalidad principal de ella según el legislador deuteronómico es sustituir a los adivinos y hechiceros, de forma que el pueblo fiel puede también conocer la voluntad de Dios en determinadas circunstancias y la conducta a seguir conforme a las exigencias del futuro.
La predicción del futuro estaba muy en boga entre los babilonios. El baru era el encargado de descubrirlo con prácticas mágicas y adivinatorias16. Los filisteos tenían también sus adivinos17. En Egipto, el dios Tot era el inventor de la magia y de la hechicería18. También era corriente la consulta a los muertos o necromancía19. Todas estas prácticas estuvieron de moda en la aristocracia judaica en tiempos del impío rey Manasés (s.VII a.C.)20. El deuteronomista reacciona contra ellas, presentando la institución profética como único medio de conocer el futuro revelado por el mismo Dios. Todas esas prácticas adivinatorias están impregnadas de idolatría, y, por tanto, son abominación a Yahvé. Por ello, los cananeos van a ser arrojados de su tierra, para ser suplantados por los israelitas (v.14). Israel, si ha de permanecer en esta tierra, tiene que evitarlas; de lo contrario, sufrirá la misma suerte.
La institución profética, pues, se ordena a encauzar y a sustituir la práctica de las consultas adivinatorias. Después de Moisés, Dios suscitará un profeta como él, al que se ha de acudir como intermediario entre Dios y el pueblo, como Moisés lo había sido en el monte Horeb (v.16). Los fulgores del Sinaí tenían aterrados a los israelitas, y éstos pidieron a Dios que no les hablara directamente, sino a través de Moisés, su profeta. En adelante, los israelitas tendrán también un profeta que les responda en nombre de Dios. El contexto, pues, sugiere que profeta se ha de entender en sentido colectivo, como institución permanente, ya que se trata de llenar un vacío en la sociedad israelita. Es, pues, una institución, como la monarquía y la judicatura, de las que se habló antes, las cuales constituyen el armazón de la sociedad israelita teocrática.
Estos profetas deben surgir del pueblo israelita, a diferencia de los adivinos, que solían ser de procedencia extranjera21. Serán semejantes a Moisés, en el sentido de que serán intermediarios entre Yahvé y el pueblo22. Recibirán comunicaciones y revelaciones divinas directamente, de suerte que puede transmitir las palabras de Yahvé al pueblo (v.18). En este sentido, se equiparan al propio Moisés23. Por eso se les ha de escuchar como al propio Yahvé; de lo contrario, el pueblo será castigado como rebelde y contumaz (v.19). Por otra parte, se establece la muerte para el falso profeta que transmitiera palabras de parte de Dios sin haberlas recibido (v.20). Los falsos profetas pululaban en tiempos de la monarquía, explotando la credulidad del pueblo y halagando las pasiones políticas del mismo y de los reyes24. Su calidad de profeta verdadero se ha de conocer por la altura y moralidad de sus oráculos y, sobre todo, por el cumplimiento de los mismos (v.22). Aquí profeta se toma, pues, en el sentido de vaticinador del futuro.
La tradición judaico-cristiana ha dado a este anuncio del futuro profeta prometido en el texto de Deu 18:18 un sentido mesiánico. Jesucristo parece aludir a éste cuando dice a los judíos que Moisés escribió de El25. San Pedro aplica este texto a Jesús Profeta26, y asimismo San Esteban27. No pocos Santos Padres aplican en sentido personal el texto a Jesucristo28. La generalidad de los comentaristas modernos entienden – por exigencias del contexto – la palabra profeta en sentido colectivo, es decir, de la institución profética paralela a la institución de la monarquía y de la judicatura, de las que se habla poco antes29. No obstante, esto no excluye un sentido mesiánico y aun personal, en cuanto que Cristo es la culminación del profetismo (“summum analogatum”), y en este supuesto el texto puede aplicarse a El en sentido literal pleno, salvándose así las alusiones de Cristo y de los apóstoles al mismo30.

1 Cf. Num 18:20; Deu 10:9; Deu 12:12; Deu 14:27. – 2 Cf. 2 Re 23. – 3 Eze 44:10-16. – 4 Cf. Lev 1:9; Lev 2:3; Lev 3:3; Lev 7:7; Num 18:9-10. – 5 Cf. Lev 7:31-34; Lev 10:14; Num 6:20; Num 6:18, Num 6:18. – 6 Así Hoonacker, Le sacerdote lévitique p.416. – 7 Cf. Num 35:1-8. – 8 El TM dice lit. “excepto los frutos de la venta de su patrimonio.” Esta lectura es seguida por la Bib. de Jér. y Cantera. Nuestra versión sigue la reconstrucción de Steuernagel. – 9 Cf. 2Re 21:6. – 10 Cf. 2Re 21:6. – 11 Cf. 1Sa 14:18; 1Sa 30:7. – 12 Cf. 2 Sam 7:1s. – 13 Cf. 1 Re 22:1s. – 14 Cf. 2Re 19:1s. – 15 Cf. Jer 37:1s. – 16 Cf. G. Contenau, La civilisation d’Assur et de Babylone (París). p.160s. – 17 Cf. I Samó. – 18 Véase art. égypte en DBS, II 843-45. – 19 Cf. 1Sa 28:3.9. – 20 Cf. 2Re 21:6; 2Re 23:24. – 21 Cf. Num 20:5-6; Isa 2:6. – 22 La palabra hebrea nabi’ parece tener el sentido de nuncio o mensajero, relacionándola con la raíz árabe naba, el etiópico nababa y el nabü babilónico. Los LXX la traducen por προφήτης, que tiene el sentido de “hablar por otro,” “transmitir un mensaje” o “interpretar las palabras de un. oráculo.” Y éste es el sentido qué tiene en Exo 4:18; Exo 7:1 : Aarón será el profeta de Moisés para transmitir su mensaje al faraón. – 23 Cf. Num 12:6-8; Deu 34:10. – 24 Los profetas verdaderos tienen que hacer frente a estas falacias de los falsos profetas. Véase Jer c.27-29. – 25 Jua 6:14; Jua 7:40. – 26 Hec 1:21; Hec 1:45. – 27 Hec 7:37. – 28 Cf. Eusebio, Dem. Evang. 1,7: PG 22,168; San Atanasio, C. Ar2Cr 1:54 : PG 26,125; Cirilo Hierosolimitano, Caí. 12:17: PG 33,744-45; Gregorio Niseno, Adv. lud,: PG 46, 204; San Crisóstomo: PG 61,446.645; Agustín de Hipona: PL 42,327. – 29 Así Hummelauer, Schopfer, Sanda, Van de Oudenrijn, Goppens, Tobac, Bea, Junker, Ceuppens, Clamer. – 30 Véase F. Ceuppens, De Prophetiis messianicis in AT (Roma 1935) 101-114; A. Van Den Oudenrijn, De Prophetiae charismate (Romae 1927) 122-132; A. Bea, De Pentateuco (Romae 1935) 216-218; E. Mangenot: DTG 4 (1911) 665-672; E. Kónig, Die Mess. Weis-sagungen (1923) 118-128.

Fuente: Biblia Comentada

toda la tribu de Leví. A diferencia de las otras doce tribus, a ninguno de la tribu de Leví, incluyendo a los sacerdotes, se le dio una porción de tierra para establecerse y cultivar. Los levitas vivieron en las ciudades asignadas a ellos a lo largo de la tierra (Núm 35:1-8; Jos 21:1-45) mientras que los sacerdotes vivían cerca del santuario central, en donde iban a oficiar su curso apropiado (cp. 1Cr 6:57-60). Los levitas asistían a los sacerdotes (Núm 3:4; Núm 3:8).

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

El corazón de Deuteronomio se encuentra en este largo segundo discurso de Moisés. «Esta, pues, es la ley» (Deu 4:44) la cual Moisés le explicó a Israel (cp. Deu 1:5). Después de una breve introducción (Deu 4:44-49), Moisés le dio al pueblo un entendimiento claro de lo que la ley dirigía con respecto a su relación con el Señor en el tierra (Deu 5:1Deu 26:19), después concluía al relatar las bendiciones o las maldiciones que vendrían sobre la nación como una consecuencia de su respuesta a las estipulaciones de esta ley (Deu 27:1Deu 28:68).

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

Habiendo delineado los principios generales de la relación de Israel con el Señor (Deu 5:1Deu 11:32), Moisés entonces explicó leyes específicas que ayudarían al pueblo a subordinar cada área de la vida de ellos al Señor. Estas instrucciones fueron dadas para que Israel las pusiera «por obra en la tierra» (Deu 12:1)

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

Esta sección lidia con las responsabilidades de los oficiales que debían de mantener adoración pura dentro de la Tierra Prometida y administrar justicia imparcialmente.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

— sacerdotes levitas: Ver nota a Deu 17:9.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

Deu 18:1-8 : Estas prescripciones sobre los sacerdotes incluyen, sin duda, elementos antiguos que tratan de adaptarse a los nuevos problemas planteados por la unicidad del Santuario.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

Derechos de los sacerdotes y levitas. Las clases sacerdotales no son muy evidentes en Deut., ya que típicamente presenta al pueblo como un todo, no según sus divisiones internas. Sin embargo, el pasaje bajo estudio protege un principio importante: Los que sirven en el lugar de adoración tienen derecho a vivir de la riqueza de la tierra.

Dentro de la tribu de Leví, el sacerdocio propiamente dicho fue limitado para Aarón y sus descendientes (Exo. 28:1). El resto de la tribu, los “levitas”, fueron separados para otras tareas en el tabernáculo y el templo (Núm. 3:5-10). Deut. no se preocupa con las diferencias entre las clases de “sacerdotes”, sino que trata a toda la tribu levítica como una sola. Así, como una tribu, es que deben ser tratados de manera diferente al resto de Israel, por el hecho que no tienen heredad (v. 2); es decir, un territorio como tribu.

Sin embargo, por ningún motivo debían ser privados de su derecho para ganarse la vida ya que ellos pertenecen a la “hermandad” de Israel (v. 2), al igual que cualquier otro. Como hermanos también tienen su “herencia”. Sin embargo, en la práctica su subsistencia venía de lo que les correspondía de las ofrendas presentadas en el lugar de adoración por sus hermanos israelitas. Esto es lo que realmente significa pues Jehovah es su heredad (v. 2; ver también 10:8, 9). Por lo tanto, su bienestar depende de la fidelidad de Israel en su adoración a Dios. (Ver también Núm. 18 donde se establece de manera más completa lo que por derecho corresponde a los sacerdotes.) El principio que aquí se aplica a los levitas puede tener una aplicación general para quienes son empleados por las iglesias u organizaciones cristianas para los varios ministerios. El mismo implica un compromiso por parte de la membresía de la iglesia para proveer apropiadamente para tales personas. La única medida de lo que es “propio” es el caudal de la iglesia misma, y el principio de “hermandad” dentro de ella.

En los vv. 6-8 se subraya el hecho que los levitas que viven en varias partes de la tierra, en las ciudades que debían ser provistas para ellos en el territorio de cada una de las tribus (Núm. 35:1-8), tenían el derecho de venir y servir en el lugar central de adoración cuando lo desearan, y recibir su pago según fuera el caso. El v. 8 es un tanto oscuro, pero puede implicar que los levitas podían acumular independientemente cierta cantidad de bienes provenientes de las tierras de pasturaje que se les permitía tener alrededor de las ciudades.

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

18.1-8 Los sacerdotes y los levitas tenían muy parecida función a la de nuestros ministros hoy día. Sus deberes incluían (1) enseñar acerca de Dios al pueblo, (2) ser un ejemplo de una vida santa, (3) cuidar el santuario y sus obreros y (4) distribuir las ofrendas. Ya que los sacerdotes no podían ser dueños de una propiedad ni aspirar siquiera a mantener negocios fuera de su función sacerdotal, Dios hizo un arreglo especial para que la gente no se aprovechara de ellos. A menudo las iglesias se aprovechan de los hombres y mujeres que Dios ha enviado para que los guíen. Por ejemplo, quizá a los pastores no se les pague de acuerdo con sus habilidades o por el tiempo que dedican. O a lo mejor se espera que asistan a cada reunión nocturna, aun cuando esta ausencia continua pueda dañar a sus familias. Cuando usted observa su propia iglesia a la luz de la Palabra de Dios, ¿de qué forma puede honrar a los líderes que Dios le ha dado?18.10 El sacrificio de niños y el ocultismo estaban completamente prohibidos por Dios. Estas prácticas eran comunes en las religiones paganas. Los propios vecinos de Israel sacrificaban a sus hijos al dios Moloc (Lev 20:2-5). Otras religiones vecinas empleaban los medios sobrenaturales, tales como magia y la comunicación con el mundo de los espíritus, para predecir el futuro y obtener dirección. Debido a estas prácticas inicuas Dios habría de expulsar a las naciones paganas (Lev 18:12). Los israelitas iban a sustituir esas prácticas inicuas con la adoración al único Dios verdadero.18.10-13 Los israelitas tenían curiosidad por las prácticas ocultas de las religiones cananeas. Pero Satanás está detrás de lo oculto, y Dios claramente prohibió a Israel que tuvieran algo que ver con él. Actualmente, los horóscopos, los agoreros, la brujería y los cultos extraños siguen fascinando a la gente. Por lo general su interés viene de un deseo de conocer y controlar el futuro. Pero Satanás no es menos peligroso ahora que en los días de Moisés. En la Biblia, Dios nos dice todo lo que tenemos que saber acerca de lo que va a suceder. La información que Satanás ofrece probablemente está distorsionada o es completamente falsa. Con la guía confiable del Espíritu Santo por medio de las Escrituras y la iglesia, no necesitamos acudir a fuentes ocultas para obtener información equivocada acerca de nuestro futuro.18.15 ¿Quién es este profeta? Esteban empleó este versículo para apoyar su afirmación de que Jesucristo es realmente el Hijo de Dios, el Mesías (Act 7:37). La venida de Jesucristo a la tierra no fue una idea de último momento, sino parte del plan original de Dios.18.21, 22 Como en los días del antiguo Israel, actualmente muchas personas aseveran que tienen mensajes de Dios. Dios todavía sigue hablando a su pueblo, pero debemos ser cautelosos antes de decir que Dios ha hablado por medio de un profeta. ¿Cómo podemos saber que un profeta está hablando por Dios? (1) Podemos observar si sus profecías se cumplen o no; la prueba antigua para juzgar a los profetas. (2) Podemos confrontar sus palabras con las Escrituras. Dios nunca se contradice, así que si alguien dice algo contrario a la Biblia, podemos saber que esa no es Palabra de Dios.

Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir

NOTAS

(1) “De él”, MSyVg; LXX: “de ellos”.

REFERENCIAS CRUZADAS

a 984 Núm 18:24; Deu 10:9; Jos 13:33

b 985 Núm 18:8; Jos 13:14; 1Co 9:13

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

sacerdotes levitas, toda la tribu de Leví. No toda la tribu de Leví eran sacerdotes. Algunos servían en el santuario central (21:5), y otros enseñaban la ley en los pueblos (12:18, 19; 14:27, 29; 33:10; Lv 10:11; 2 Cr 15:3; 17:8, 9; 30:22; 35:3). Los que servían en el santuario se llamaban sacerdotes levitas. Esta denominación ocurre cinco veces en Deuteronomio (vers. 1; 17:9, 18; 24:8; 27:9).

Fuente: La Biblia de las Américas

Los levitas, que han sido tema de una variedad de legislación por todo el libro (10:8– 9; 12:12, 18, 19; 14:27; 16:11, 14; 17:9, 11), ahora son objeto de mandamientos detallados.

Fuente: La Biblia de las Américas

Los sacerdotes levitas era la clase especial de sacerdotes calificados para ministrar, escogidos de entre toda la tribu de Leví. La porción de las ofrendas que les correspondía se describe en los vv. Deu 18:3-5.

Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie

O, heredad

Fuente: La Biblia de las Américas

[=] *Num 18:1 *1Cor 9:13

Fuente: Notas de la Biblia Latinoamericana

[10] Esta purificación o expiación era común entre los cananeos, fenicios y otros pueblos, que solían quemar vivos a sus hijos en honor de sus ídolos.[13] Lejos de la superstición.[15] Del verso 15 al 20 se habla del Cristo o Mesías. Este era el sentir de la sinagoga en tiempo de Jesucristo. Hech 3, 22; 7, 37; Jn 1, 45; 6, 14.[16] Ex 20, 21.

Fuente: Notas Torres Amat