Comentario de Deuteronomio 34:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia
Entonces subió Moisés de la llanura de Moab al monte Nebo, en la cumbre del Pisga, que está frente a Jericó. Y Jehovah le mostró toda la tierra: desde Galaad hasta Dan,
al monte Nebo. Deu 32:49; Núm 27:12; Núm 33:47.
a la cumbre de Pisga. Núm 21:20.
y le mostró Jehová. Deu 34:4; Deu 3:27; Núm 32:33-40; Eze 40:2; Apo 21:10.
toda la tierra de Galaad hasta Dan. Gén 14:14; Jos 19:47; Jue 18:29.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Moisés observa la tierra desde el monte Nebo, Deu 34:1-4.
Muere allí, Deu 34:5.
Su entierro, Deu 34:6.
Su edad, Deu 34:7.
Treinta días de luto, Deu 34:8.
Josué le sucede, Deu 34:9.
Moisés es alabado, Deu 34:10-12.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Moab era donde Moisés dio a Israel una explicación de la Ley (Deu 1:5) y junto con ellos concertó la ceremonia de renovación del pacto (Deu 29:1-28).
Jericó era la primera ciudad conquistada en Canaán.
y el Señor le mostró: Aunque todavía estaba en Moab, Dios le permitió a Moisés ver de cerca la tierra. ¡Qué triste que sus pies no pudieran caminar donde sus ojos bailaban! Dan era el territorio que quedaba bajo el Monte Hemón que más tarde fue conquistado por la tribu de Dan (Jue 18:1-31).
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
SUBIÓ MOISÉS. Los que han llevado su vida en comunión con Dios no temen la muerte. Debido a su confianza en Dios, ellos pueden incluso esperar la muerte con paz y alegría (cf. Luc 2:29; Flp 1:23). Al igual que a Moisés, se les ha dado sólo una vislumbre de la tierra prometida (vv. Deu 34:1-4); sólo después de la muerte heredan ellos la «ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios» (Heb 11:10; véase Flp 1:21, nota).
Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena
34. Muerte y Sepultura de Moisés.
1Subió Moisés desde los llanos de Moab al monte Nebo, a la cima del Fasga, que está frente a Jericó; y Yahvé le mostró la tierra toda, desde Galaad hasta Dan; 2todo Neftalí, la tierra de Efraím con Manasés, toda la tierra de Judá hasta el mar occidental, 3el Negueb y todo el campo de Jericó, la ciudad de las palmas hasta Segor; 4y le dijo Yahvé: “Ahí tienes la tierra que juré dar a Abraham, Isaac y Jacob, diciendo: A tu descendencia se la daré; te la hago ver con tus ojos, pero no entrarás en ella.” Moisés, el siervo de Dios, 5murió en la tierra de Moab, conforme a la voluntad de Yahvé. 6El le enterró en el valle, en la tierra de Moab, frente a Bet-Fogor, y nadie hasta hoy conoce su sepulcro. 7Tenía, cuando murió, ciento veinte años, y ni se habían debilitado sus ojos ni se había mustiado su vigor. 8Los hijos de Israel lloraron a Moisés en los llanos de Moab durante treinta días, cumpliéndose los días de llanto por el duelo de Moisés. 9Josué, hijo de Nun, estaba lleno del espíritu de sabiduría, pues había puesto Moisés sus manos sobre él. Los hijos de Israel le obedecieron, como Yahvé se lo había mandado a Moisés. 10No ha vuelto a surgir en Israel profeta semejante a Moisés, con quien cara a cara tratase Yahvé; 11ni en cuanto a las maravillas y portentos que Yahvé le mandó hacer en la tierra de Egipto contra el faraón y contra todos sus servidores y todo su territorio, 12ni en cuanto a su mano poderosa y a tantos terribles prodigios como hizo a los ojos de todo Israel.
Este capítulo es la continuación Deu 32:48-52. Según la orden recibida, el profeta sube a la cima del Fasga, en el monte Nebo, desde la cual Yahvé le muestra los confines de la tierra prometida. Las regiones enumeradas no pueden alcanzarse todas con la vista desde la cima del Nebo, pues muchas están ocultas por la cordillera de montañas que atraviesa de norte a sur la tierra de Canaán, pero el deuteronomista aprovecha la ocasión para describir los confines geográficos de la tierra prometida. El autor sagrado idealiza la historia, y así nos presenta al propio Dios enterrando a Moisés en un lugar secreto, desconocido en los tiempos de la redacción del libro (v.6)1. Todo esto nos indica que no hemos de tomar al pie de la letra la escenificación de estos relatos, los cuales han de ser tomados e interpretados a la luz de sus enseñanzas teológicas; es decir, el hagiógrafo quiere resaltar, con sus descripciones coloristas, la especialísima providencia de Yahvé y la gran veneración que sentía por el profeta excepcional, creador de la teocracia hebrea: Moisés. Para resaltar ante las generaciones su particularísima amistad con Dios, convenía rodear su muerte de misterio y solemnidad, como había ocurrido con la del primer sumo sacerdote Aarón. Es una muerte digna (dentro del esquema teológico de la narración del deuteronomista) del mayor de los profetas de Israel2.
La vida del profeta está dividida en tres períodos de cuarenta años: en la corte del faraón, en el desierto de Madián antes de la vocación como libertador de su pueblo y, finalmente, en la peregrinación camino de la tierra prometida3. El panorama de su vida se enmarca, pues, dentro de unos designios especialísimos de Yahvé, desde su hallazgo en las aguas del Nilo hasta su muerte en el monte Nebo a la vista de la tierra prometida. En su trayectoria no ha hecho sino cumplir la voluntad de Yahvé (v.5). Su misma muerte no es por agotamiento de la senectud (a pesar de sus ciento veinte años), sino para dar cumplimiento a los designios divinos que falleciera a la vista de la tierra prometida sin poder poner el pie en ella. Por eso insiste el deuteronomista en que no se habían debilitado sus ojos ni se había mustiado su vigor (v.7). El esquema teológico de su vida es claro: su ciclo de caudillo de Israel había terminado, y el hagiógrafo nos presenta a su sucesor Josué como el continuador de su obra. Había heredado de Moisés el espíritu de sabiduría o de sagacidad prudencial para dirigir a su pueblo en la nueva etapa de la violenta conquista; pero, además, tenía un temperamento arrojado y bélico, más en consonancia con las exigencias militares de la nueva etapa de la ocupación de Canaán4.
El elogio del deuteronomista, que puede servir de epitafio al sepulcro del profeta (no ha vuelto a surgir en Israel profeta semejante a Moisés, con quien cara a cara tratase Yahvé, v.10), encuentra su eco en el Eclesiástico: “Amado de Dios y de los hombres, cuya memoria vive en bendición, le hizo (Dios) en la gloria semejante a los santos (ángeles) y le engrandeció, haciéndole espanto de los enemigos. Con sus palabras hizo cesar los vanos prodigios (de los magos de Egipto) y le honró en presencia de los reyes (del faraón). Le dio preceptos para su pueblo y le otorgó contemplar su gloria (en el Sinaí). Por su fe y mansedumbre le escogió entre toda carne; le hizo oír su voz y le introdujo en la nube (teofanía del Sinaí). Cara a cara le dio sus preceptos, la Ley de vida y de sabiduría para enseñar a Jacob su alianza y sus juicios a Israel.”5 La gran figura del libertador de Israel había quedado como el prototipo del amigo de Dios, y su muerte permanece casi envuelta en el misterio, como correspondía a su aureola de confidente de Yahvé.. La frase del deuteronomista (nadie hasta hoy conoce su sepulcro, v.6) refleja una época tardía de composición de la narración, cuando Moisés había sido idealizado, después de siglos, en la épica religiosa popular.
1 Los LXX tratan de atenuar el sentido, y traducen en plural: “sepultaron a Moisés.”.. – 2 Cf. Tomás de Aquino, Sum. Theol. 2-2 q.174 3.4. – 3 Cf. Exo 7:7; Num 33:39; Deu 31:2. – 4 Cf. Num 27:15-23. – 5 Eco 45:1-5.
Fuente: Biblia Comentada
Pisga. La cordillera de la cual el Monte Nebo era el punto más alto.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
le mostró Jehová. Desde la cima de la montaña, se le permitió a Moisés ver el panorama de la tierra que el Señor le había prometido dar (la tierra de Canaán) a los patriarcas y su simiente en Gén 12:7; Gén 13:15; Gén 15:18-21; Gén 26:4; Gén 28:13-14.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
Dos temas dominan los últimos cuatro capítulos de Deuteronomio: 1) la muerte de Moisés (Deu 31:1-2; Deu 31:14; Deu 31:16; Deu 31:26-29; Deu 32:48-52; Deu 33:1; Deu 34:1-8; Deu 34:10-12) y 2) la sucesión de Josué (Deu 31:1-8; Deu 31:14; Deu 31:23; Deu 32:44; Deu 34:9). Estos capítulos finales están centrados alrededor de dos discursos más de Moisés: 1) la Canción de Moisés (Deu 32:1-43), y 2) las Bendiciones de Moisés (Deu 33:1-29).
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
La espera de y registro de la muerte de Moisés (Deu 32:48 – Deu 34:12) hace un paréntesis de la bendición de Moisés dada a Israel antes de su muerte. Esta unidad literaria fue compuesta y añadida al texto después de la muerte de Moisés.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
Deu 34:1-12 : Este relato es continuación de Deu 32:48-52.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
— Galaad: Región al este del Jordán, en su cuenca media.
— hasta Dan: En el extremo norte de Canaán.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
Muerte de Moisés
En obediencia al mandato de Dios (32:48-52), Moisés subió de las planicies de Moab a la cumbre del monte Nebo, y vio el panorama de la tierra que se extendía delante de él. Desde mucho antes él ya sabía -tal como se observa desde el principio del libro (1:37)- que no pondría un pie sobre ella. Sin embargo, Dios le permitió ver la culminación del trabajo de toda su vida. Ni siquiera debemos intentar pensar que Moisés vio literalmente todo el territorio, desde Dan en la parte más al norte hasta el Mediterráneo en el occidente, y hasta el Néguev, o los desiertos al sur. Sin embargo, se da toda la extensión del territorio a fin de afirmar que lo que él vio era realmente lo que Dios había prometido. Las acciones de Dios estaban verdaderamente apegadas a su palabra. El momento había llegado para
que la antigua promesa a Abraham se cumpliera (v. 4; cf. Gén. 12:1; 15:7).
La experiencia de Moisés en este momento es bastante conmovedora e intensa como para intentar expresarla de manera adecuada. El relato de esta experiencia, y de la muerte de Moisés que viene a continuación (vv. 5-8), es apropiado, sin ninguna elaboración o sentimentalismo. La limitación de comentarios es la manera más adecuada de mostrar el último respeto a una de las grandes figuras bíblicas. La muerte de Moisés no fue una tragedia. Esto es obvio en base a la nota en cuanto a su vigor y avanzada edad (v. 7), y de su epitafio (vv. 10-12). Su vida fue vivida delante de Dios, en obediencia a él y en compañerismo con él. De hecho, no hubo, ni antes ni después de él, nadie como Moisés -ya fuera como profeta o un poderoso líder- hasta la venida de uno que era “más que un profeta”, Cristo Jesús. El último tributo a Moisés fue que él anduvo en pos de Dios fielmente hasta el fin de su vida.
Pero Israel no fue dejado sin ayuda. Su verdadera fuente de fortaleza estaba en Dios, no en ninguna figura humana. En la vida real deben haber sucesiones; es muy peligroso el identificarse en demasía con las personas en puestos de liderazgo. Israel continuó teniendo las palabras que el Señor había pronunciado por medio de Moisés. Y ahora contaba con un nuevo y digno líder, Josué (v. 9), sobre quien cayó la responsabilidad de guiar al pueblo en la siguiente etapa de su peregrinaje y su relación íntima con Dios.
Gordon McConville
Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno
34.4, 10 Moisés es la única persona que alguna vez ha hablado con Dios cara a cara (Exo 33:11; Num 12:8). Fue proclamado el profeta más grande de Israel. Aun así, a este gran hombre no se le permitió entrar a la tierra prometida, porque desobedeció a Dios (Num 20:12). No importa cuán buenos seamos, o cuánto hayamos hecho por Dios, a veces lo desobedecemos. El resultado de nuestra desobediencia será la disciplina. Dios disciplinó a Moisés severamente, y aun así lo llamaba su amigo. Cuando usted experimente el escozor de la disciplina de Dios, haga lo que hizo Moisés. Vuélvase a Dios con amor y comprensión, con el deseo de ser mejor. No se aparte enojado, avergonzado ni resentido. En su lugar, vuélvase a Dios con amor, apertura y un deseo de mejorar.34.10-12 Moisés, el hombre que no quería ser enviado a Egipto porque era «tardo en el habla» (Exo 4:10), pronunció para Israel los tres discursos que dieron forma al libro de Deuteronomio. Dios le dio el poder de desarrollarse en un líder nacional y en un orador poderoso después de haber sido un pastor tartamudo. Su valentía, humildad y sabiduría transformaron a los esclavos hebreos en una nación. Pero Moisés era una persona que no permitió que el éxito se le subiera a la cabeza. Al final, Dios siguió siendo el mejor amigo de Moisés. Su amor, respeto y admiración por Dios fue creciendo diariamente a lo largo de su vida. Moisés sabía que no era su propia grandeza lo que lo había vuelto exitoso; era la grandeza del Dios todopoderoso en el que había confiado. Hubo muchos profetas grandes y poderosos durante la época de los reyes. Pero pasarían más de mil años antes que apareciera uno más grande que Moisés: Jesús.
Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir
REFERENCIAS CRUZADAS
a 1891 Núm 27:12; Deu 32:49
b 1892 Núm 21:20; Deu 3:27
c 1893 Núm 36:13
d 1894 Jos 19:47; Jue 18:29
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
subió Moisés…al monte Nebo. Una vez terminada la ceremonia de renovación y de dar la bendición, Moisés sube al monte Nebo como Dios le había mandado (3:27; 32:49). Los últimos días de Moisés se relatan en otros lugares (3:23– 28; 32:48– 52; Nm 27:12– 14). Las llanuras de Moab son las llanuras al este del valle del Jordán, y directamente al norte del Mar Muerto (1:1– 5). Tradicionalmente se ha identificado Nebo con Jebel en-Neba de unos 792 m de altura. Sin embargo, la identificación es aún incierta. Pisga puede ser otro nombre para Nebo o Pisgah en la sierra central, de la cual Nebo es el punto más alto. Desde este monte, la vista hacia el norte y el oeste es magnífica.
le mostró toda la tierra. La enumeración en los vers. 1a– 3 va en sentido contrario al de las agujas del reloj, de norte a sur. El mar Occidental es el Mediterráneo.
Fuente: La Biblia de las Américas
Deuteronomio termina con la muerte de Moisés y el cambio del mando a Josué.
Fuente: La Biblia de las Américas
Pisga. Véase nota en Núm 23:14.
Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie
[=] *Dt 3:27 *Num 22:1
[.] El libro concluye con la muerte de Moisés. Hay algo grandioso en este fin solitario del jefe y fundador de Israel que Dios había apartado, de alguna manera, de sus hermanos, al confiarle sus secretos y darle su propia autoridad. Moisés ha tenido que sobrellevar solo ante Dios la responsabilidad y la carga de Israel, hasta identificarse con él. No ha vuelto a surgir en Israel profeta semejante a Moisés (10). Toda la fe nuestra se afirma en la revelación del Dios único a Moisés y la elección de Israel bajo su patrocinio. Pero no por eso se ha cerrado la revelación. Israel sabe que no ha vuelto a surgir un profeta como Moisés, pero se sigue esperando un profeta semejante a él (18,18). O sea, que la fe no se encierra en la fidelidad a un libro, sino que el pueblo de Dios sigue descubriendo los caminos de Dios. Los contemporáneos de Jesús reconocieron en él al Profeta esperado, pero también nosotros seguimos de cara al porvenir pues nuestra fe se arraiga en el sentir de la Iglesia y, con ella, descubrimos permanentemente la enseñanza del Espíritu.
Fuente: Notas de la Biblia Latinoamericana
[5] San Jerónimo dice que Esdras añadió todo lo que sigue del capítulo y otros creen que fue Josué.