EN FOCO

«Oír»

(Heb. Shama’) (1Sa 3:10; 1Sa 17:28; Gén 3:10; Éxo 2:15; Isa 6:9) # en Strong H8085: La palabra hebrea que se traduce oír también significa «escuchar» u «obedecer». Esta importante palabra aparece 1.100 veces en el AT Implica que el oyente da su atención total a quien le habla. En algunos casos, la palabra connota más que escuchar e indica obediencia a lo que se ha dicho. Abraham fue bendecido no sólo por escuchar, sino por obedecer la voz de Dios (Gén 22:18, donde la palabra se traduce obedeció). En el presente pasaje Samuel está escuchando la Palabra de Dios y está determinado a obedecer. Este joven es un ejemplo del tipo de persona que Dios elige para usar, alguien que siempre está listo para recibir su palabra y seguirla.

 PARA VIVIRLO

¿Quién es «llamado»?

Son verdaderamente las personas «llamadas» por Dios (1Sa 3:20)? El tema del «llamado» tiende a ser confuso hoy. A veces la gente habla sobre su día a día de trabajo como si sólo eso fuera su llamado. «Yo soy John, soy químico», o, «Yo soy Jane, vendo propiedades». Otros creen que las ocupaciones tales como el pastorado o trabajo misionero son los verdaderos llamados. Nuestro entendimiento es limitado en cuanto a lo que significa el «llamado» en nuestra Biblia.

Una tarea establecida por Dios

El líder de la Reforma Martín Lutero tiene una frase que ayuda a corregir las visiones insuficientes de «llamado». Él dijo que la vida entera de una persona era una «tarea establecida por Dios». En cualquier cosa que nosotros hagamos, trabajar o jugar, comer o dormir, adorar o relajarse, nosotros tenemos la responsabilidad de honrar a Dios, porque él es Señor de toda nuestra vida. Desde un punto de vista bíblico, «llamado» describe todas las responsabilidades de todo creyente para servir a Dios con toda su vida:

• Cada creyente es llamado a seguir a Dios. Pablo indicó a los cristianos en Roma que ambos, él y ellos tenían el mismo llamado (Rom 1:1-32.

Rom 1:1, Rom 1:6). Escribió a los creyentes en Éfeso que ellos eran un espíritu y un cuerpo (que es la Iglesia): «Fuisteis llamados en una misma esperanza de vuestra vocación» (Efe 4:4).

• Cada creyente es llamado como hijo de Dios. En su amor, Dios nos trae dentro de su familia (1Jn 3:1), a través de la fe en Cristo Jesús.

• Cada creyente es llamado a aceptar la obra de Cristo en su propio beneficio. Aunque somos pecadores dignos de juicio, la muerte de Cristo en la cruz nos ha «justificado», nos ha hecho capaces de permanecer ante un Dios Santo y recibir su salvación y gracia (Rom 8:28-30; 2Ti 1:9). Por esto, cada uno de nosotros tenemos que vivir vidas de gratitud (1Ts 2:13).

• Cada creyente es llamado a ser como Cristo, a vivir la vida que Dios nos llama a vivir involucrados en el cambio que nos acercará al carácter de Cristo. Eso significa resistir la tentación de volver atrás, a pesar de que otros nos podrían animar a hacer eso (Gál 1:6-9). Involucra evitar lo malo y perseguir las cosas buenas (1Ti 6:11, 1Ti 6:12). Cristo es Santo, luego nosotros somos llamados a desarrollar la santidad en cada cosa que hagamos (1Pe 1:15; 1Pe 3:9). Como nosotros seguimos a Cristo, podemos hacerlo con la certeza de que Jehová está ayudándonos, equipándonos para cada buen trabajo (Flp 2:12, Flp 2:13; 2Pe 1:3-10).

• Cada creyente es llamado a servir a Dios y a otras personas. Cristo nos llama hacia Él para vivir en fe, y de una manera que sea digna de Él (Efe 4:1-4). Nosotros tenemos el privilegio de declarar la obra de Dios, a través de cada cosa que hagamos o digamos (1Pe 2:9, 1Pe 2:10, 1Pe 2:21).

• Cada creyente es llamado a ser un ciudadano del cielo nuevo y la tierra nueva. La vida cristiana nos conduce finalmente a ser «glorificados», a crecer para permanecer con Cristo en gloria eterna, pura y santa (1Pe 5:10; 2Pe 3:10, 2Pe 3:11). En ese día, nosotros celebraremos la venida final junto a Cristo y todos sus fieles (Apo 19:9, Apo 19:10). Nuestra obediencia al Señor ahora confirmará este último llamado (Mat 5:19).