EN EL LUGAR

El comercio del cedro

El paisaje del Líbano moderno, reseco y maltrecho por la guerra, hace difícil imaginar que hace tres mil años atrás esa región estaba atiborrada con árboles de cedros. La madera era tan abundante, que Salomón mandó a miles de hombres a cortar y transportar madera a Jerusalén, en donde construyó numerosas estructuras con este material, dentro de las cuales se encuentra su inmensa residencia, conocida con justa razón como la casa del bosque del Líbano (1Re 7:2).

También se usó el cedro para la edificación del Templo (1Re 5:6-10; 1Re 6:9, 1Re 6:10, 1Re 6:15-18). Siglos después se volvió a usar en la construcción del segundo Templo después del cautiverio en Babilonia (Esd 3:7). Salomón fue el único rey en importar la fragante, durable y atractiva madera del cedro, así como del ciprés y del abeto. El Líbano es conocido por comerciar estas maderas con Siria, Egipto y las naciones de Mesopotamia. Sin embargo, algo ocurrió con esta activa economía entre el tiempo de Salomón y el de Jesucristo. Ciertamente, ocurrieron muchos cambios en toda la ecología del área palestina. Las Escrituras sugieren que eso fue parte del juicio de Dios a Israel por haberse alejado del Señor.

Los bosques del Líbano fueron diezmados por la sobreexplotación. Salomón contribuyó a eso, aunque aparentemente, su demanda fue superada por la del rey babilonio Nabucodonosor según fuentes no bíblicas y posiblemente, por profetas bíblicos también (Hab 2:17). Como resultado, los antiguos bosques de cedros se desvanecieron con las generaciones, porque nunca fueron remplazados, a pesar de los intentos de reforestación de la región.