Comentario de 1 Corintios 10:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

No quiero que ignoréis, hermanos, que todos nuestros padres estuvieron bajo la nube, y que todos atravesaron el mar.

Nota Introductora:

Los capítulos 8, 9, 10, y 11:1 se constituyen un solo y extendido contexto. Para mejor comprensión del tema que Pablo lleva en esta sección de su carta a los corintios, el lector debe olvidarse de las divisiones de capítulos que fueron agregadas a ella muchos siglos después de su composición. Estas divisiones son mecánicas y arbitrarias, y no representan diferentes temas de la argumentación de Pablo.

En el capítulo 8 Pablo introduce el tema de comer carne ofrecida a ídolos y toca el caso del hermano débil, y de que el fuerte debe renunciar a sus derechos en cuanto a comerla cuando se presente el caso en que el hacerlo serviría de tropiezo para el hermano débil.

Véase la Nota Introductora al principio del capítulo 9. El capítulo 9 termina, hablando del peligro de abusar de la libertad y el derecho, en lugar de ejercer dominio propio, en ciertos casos en que peligre la seguridad espiritual del hermano débil. Si no hay cuidado, el más confiado en su salvación puede resultar eliminado. (Aparentemente algunos en Corinto, con la seguridad de que podían comer carne ofrecida a ídolos, no se preocupaban con la posibilidad de perder sus almas. Habían sido bautizados en Cristo, y tenían conocimiento; por eso pensarían ellos: ¿qué de malo nos podría pasar?).

Ahora en el 10, para ilustrar el punto, Pablo presenta el caso de los israelitas en el desierto. Ellos eran el pueblo escogido de Dios, y favorecido de él, y pensaban que estaban en pie delante de Dios, pero ¡perecieron! (Pablo — “Si ellos perecieron, seguramente me puede suceder también a mí”, 9:27). Luego habla de huir de la idolatría. Por fin, comenzando con el ver. 25 Pablo vuelve a hablar en particular de comer carne ofrecida a ídolos, el tema en particular que comenzó en el capítulo 8.

10:1 Porque — El conjuntivo, gar, conecta 10:1 con 9:27 y con lo que Pablo argumentaba en el capítulo 9. En lugar de “porque”, otras versiones dicen “pues”, o “ahora bien”. Este conjuntivo griego sirve para dar la razón de lo que se decía anteriormente, o para ilustrarlo.

— no quiero, hermanos, que ignoréis — Al advertirles de peligros, con ternura y amor Pablo se dirige a los corintios, diciéndoles, “hermanos”, y usa una frase (“no quiero que ignoréis”) que en otras ocasiones usa para hacer hincapié en una cierta verdad. Véanse 12:1; Rom 1:13; 2Co 1:8; 1Ts 4:13. El cristiano no está bajo la ley de Moisés, pero tiene la responsabilidad de saber las Escrituras del Antiguo Testamento, porque le sirven de ejemplo de los principios con que Dios siempre ha tratado al hombre. Hay ejemplos y amonestaciones en esos pasajes para el cristiano de esta dispensación final (véanse ver. 6, 11; Rom 15:4). Debemos aprender por medio de los fracasos de otros (como también de sus éxitos).

— que nuestros padres todos estuvieron bajo la nube, y todos pasaron el mar — Los israelitas que salieron de Egipto para peregrinar en el desierto (figura de la peregrinación del cristiano en el mundo), y lo que les sucedió, ahora va a servir de ilustración del punto de que el cristiano de más confianza en su seguridad eterna puede tener un resultado de vida semejante al de ellos. Como ellos no entraron en la tierra de promisión, tampoco entrará en la vida eterna el que se fíe de sí mismo en lugar de ejercer el debido dominio propio y la abnegación necesaria. El abuso de las libertades puede traer al cristiano más seguro la perdición de su alma.

Este pasaje, 10:1-12, derrota de una vez y para siempre la falsa doctrina del calvinista que afirma que el cristiano no puede pecar a tal grado que se pierda eternamente. Lo que Pablo dijo con referencia a sí mismo en 9:27, ahora en 10:12 lo va a decir incluyendo a todo cristiano.

Nótese que cuatro veces, en los ver. 1-4, dice Pablo, “todos”, y luego en el 5 dice, por contraste, “de los más”. Vemos que todos ellos gozaron de las bendiciones de Dios, pero de los más de ellos Dios no se agradó y los dejó postrados en el desierto. Todos iniciaron la peregrinación, pero no todos llegaron a la meta. (Los bautistas tratan de justificar la falsa doctrina de la imposibilidad de apostasía, afirmando que en un dado caso en que la persona obviamente se entregó al pecado y que murió en él, la referida persona en realidad no era cristiano o creyente verdadero. Bueno, ¿qué de “todos” éstos en el desierto? ¿Había tantos insinceros entre estos recipientes de las bendiciones y favores de Dios? Pablo no habla de lo “genuino” de ellos, en cuanto a su “conversión”, sino ¡de lo que hicieron ellos! (codiciaron, fornicaron, tentaron al Señor, murmuraron y participaron en la idolatría). Véase Heb 3:16-19. No es cuestión solamente de conversión, sino también de fidelidad hasta el fin.

También merece nuestra atención que dice Pablo “nuestros padres”. Abraham, Isaac, Jacob, etcétera son “padres” de toda la iglesia de Dios, y no solamente de los judíos según la carne. Véanse Rom 4:11; Gál 6:16. Hay continuidad en el pueblo de Dios desde el Antiguo Testamento hasta el Nuevo Testamento. En Cristo no hay distinción de razas (Gál 3:28-29; Rom 2:28-29).

Pablo va a mostrar que la sencilla posesión de bendiciones, libertades y derechos no garantiza que el hombre de Dios vaya a lograr la meta. Hay que ejercer el dominio propio en todo, y no descuidarse. Hay que mirar y temer (Heb 3:12; Heb 4:1).

Dos bendiciones de Dios para los israelitas recién librados de Egipto:

1) “estuvieron bajo la nube” = una obra sobrenatural de Dios para la dirección, protección, y conveniencia de los israelitas (Éxo 13:21-22; Éxo 4:19-20; Éxo 4:24).

2) “todos pasaron el mar” = la obra de salvación de Dios, librando a los israelitas de la esclavitud de Egipto (Éxo 14:30-31).

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

No quiero, hermanos que ignoréis. 1Co 12:1; 1Co 14:38; Rom 11:21.

nuestros padres. Jua 4:20; Rom 4:11; Gál 3:29.

todos estuvieron bajo la nube. Éxo 13:21, Éxo 13:22; Éxo 14:19, Éxo 14:20; Éxo 40:34; Núm 9:15-22; Núm 14:14; Deu 1:33; Neh 9:12, Neh 9:19; Sal 78:14; Sal 105:39.

y todos pasaron el mar. Éxo 14:19-22, Éxo 14:29; Núm 33:8; Jos 4:23; Neh 9:11; Sal 66:6; Sal 77:16-20; Sal 78:13, Sal 78:53; Sal 106:7-11; Sal 114:3-5; Sal 136:13-15; Isa 58:11-13; Heb 11:29; Apo 15:2, Apo 15:3.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Los acontecimientos de los judíos son un tipo de los nuestros, 1Co 10:1-6;

y sus castigos, 1Co 10:7-10,

ejemplos para nosotros, 1Co 10:11, 1Co 10:12.

Debemos huir de la idolatría, 1Co 10:13-20.

No debemos hacer de la mesa del Señor, la mesa de los demonios, 1Co 10:21-23.

y en cosas indiferentes debemos tener consideración de nuestros hermanos. 1Co 10:24-33.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Pablo presenta la historia de la infidelidad de Israel hacia Dios después de su exhortación a los corintios para perseverar en la obra de Dios. Enfatiza las bendiciones que los israelitas disfrutaron en el desierto. Todos tuvieron la protección y dirección de Dios. Todos disfrutaron la liberación milagrosa de Dios. Todos se identificaron con su líder espiritual, Moisés. Todos recibieron el pan del cielo. Finalmente, todos bebieron del agua que Dios les proveyó. El punto clave de Pablo es que los israelitas recibieron las maravillosas bendiciones de parte de Dios, pero la mayoría no se esforzó por agradar a Dios.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

Para los antiguos israelitas que estaban bajo la nube en el desierto, la nube tenía dos funciones:

(1) Proveía protección (Éxo 14:19, Éxo 14:20), fuego por la noche en el frío desierto y sombra por el día para resguardarlos del sol abrasador.

(2) Guiaba al pueblo a través del desierto (Éxo 13:21).

todos pasaron el mar: Cada israelita que dejó Egipto cuando el éxodo experimentó la liberación de Dios en el Mar Rojo.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

NO QUIERO… QUE IGNORÉIS. Los ejemplos de la experiencia de Israel (vv. 1Co 10:1-12) comprueban que uno puede ser redimido y participar de la gracia divina, y sin embargo después ser rechazado por Dios debido a una conducta pecaminosa (véase la nota anterior).

Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena

El ejemplo de lo sucedido a los israelitas, 10:1-13.
1 No quiero, hermanos, que ignoréis que nuestros padres estuvieron todos bajo la nube, que todos atravesaron el mar, 2 y todos en la nube y en el mar fueron bautizados en Moisés; 3 que todos comieron el mismo pan espiritual, 4 y todos bebieron la misma bebida espiritual, pues bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo; 5 pero Dios no se agradó de la mayor parte de ellos, pues fueron postrados en el desierto. 6 Esto fue en figura nuestra, para que no codiciemos lo malo como lo codiciaron ellos, 7 ni idolatréis, como algunos de ellos, según está escrito: “Se sentó el pueblo a comer y beber y se levantaron para danzar.” 8 Ni forniquemos, como algunos de ellos fornicaron, cayendo veintitrés mil en un día. 9 Ni tentemos al Señor, como algunos de ellos le tentaron y perecieron por las serpientes. 10 Ni murmuréis, como algunos de ellos murmuraron, acabando a manos del exterminador. 11 Todas estas cosas les sucedieron a ellos en figura y fueron escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes tocó vivir en la última fase de los tiempos. 12 Así, pues, el que cree estar en pie, mire no caiga; 13 no os ha sobrevenido tentación que no fuera humana, y fiel es Dios, que no permitirá que seáis tentados sobre vuestras fuerzas, antes dispondrá con la tentación el éxito, dándoos el poder de resistirla.

Sigue el Apóstol presentando razones para mover a los corintios a que sean cautos en la cuestión de los idolotitos. Si antes los exhortaba apoyándose en motivos de caridad hacia los hermanos débiles en la fe, ahora los exhorta poniéndoles delante el peligro para ellos mismos de caer en la idolatría. Que no se fíen demasiado de sí mismos, como no se fiaba el mismo Pablo (cf. 9:27), y tengan presente el caso de los israelitas en su salida de Egipto, regalados todos por Dios con extraordinarios favores, y, sin embargo, la mayor parte de ellos fueron “descalificados,” sin lograr llegar hasta la meta de la tierra prometida. Este ejemplo era tanto más expresivo cuanto que, como ya explicamos al comentar Hec 5:11, la comunidad israelítica del desierto era considerada por las primitivas comunidades cristianas como la comunidad ideal, tipo de la futura comunidad mesiánica, que eran ellos. Es así como se entienden mejor las aplicaciones que aquí hace San Pablo.
Comienza haciendo notar las gracias extraordinarias con que Dios favoreció a los israelitas 173: “todos bajo la nube., todos bautizados en Moisés., todos comen el mismo pan y beben la misma bebida.” (v.1-4). Las alusiones a determinados hechos históricos narrados en la Biblia son claras: la nube (cf. Exo 13:21; Sal 105:39; Sab 10:17; Sab 19:7), el paso del mar Rojo (cf. Exo 14:19-31; Sal 106:9-12; Sab 10:18-19), el maná (cf. Exo 16:15; Sal 78:24; Sab 16:20-21), el agua que brotó de la roca (cf. Exo 17:1-7; Sal 78:15-16; Sab 11:4). Sin embargo, es muy de notar el modo como San Pablo presenta esos hechos, proyectando sobre ellos la imagen de otros hechos cristianos (bautismo y eucaristía), de los que aquéllos habrían sido tipo o figura 174. Algo parecido había hecho San Esteban en su discurso ante el sanedrín respecto de Moisés y Jesucristo (cf. Hec 7:35-38). Por eso habla de “ser bautizados en Moisés en la nube y en el mar” (εϊβ τον Μωϋσην έβαπτίσ ^ησαν εν τη νεφέλη και εν τη 3αλάσση , ν .”2), presentando esos dos hechos de estar bajo la nube y atravesar el mar cual si estuviesen insinuando el bautismo cristiano en sus dos elementos esenciales, el Espíritu Santo y el agua. Guiados por la nube, signo de la presencia y protección de Yahvé, y atravesando el mar, que los liberaba del dominio del faraón, los israelitas quedaron vinculados a Moisés, el caudillo elegido por Dios para mediador de la alianza que pensaba establecer (cf. Exo 19:3-8), lo mismo que por el bautismo los cristianos quedamos, aunque en más alto grado, vinculados a Cristo, el mediador de la nueva alianza (cf. 6:11; Rom 6:3-11; Gal 3:27-28; Jua 1:17). En cuanto al maná y al agua que brota de la roca 175, los llama comida y bebida “espiritual” (πνευματικόν ), parece ser que no tanto por razón de su origen sobrenatural, cuanto por su carácter prefigurativo del pan y vino eucarísticos (cf. Jua 6:48-50). Es lo que dirá luego de modo más explícito, al escribir que todas estas cosas sucedieron a los israelitas “en figura” (v.11).
Hasta aquí la parte hermosa de la medalla; mas viene en seguida el reverso. Fueron muchos los favores concedidos a los israelitas., pero “Dios no se agradó de la mayor parte de ellos” y perecieron en el desierto víctimas de la cólera divina (v.5-10). También aquí las alusiones a determinados hechos históricos narrados en la Biblia son claras: el desagrado divino castigándoles a morir en el desierto (cf. Num 14:1-29), la añoranza por las carnes y pescados de Egipto (cf. Num 11:4-6), las danzas del pueblo en torno al becerro de oro (cf. Exo 32:1-6; Sal 106:19), la fornicación con las mujeres de Moab (cf. Num 25:1-9; Sal 106:28-29)176, las quejas contra el Señor de que no les dé otra comida que el maná (cf. Num 21:4-6), las murmuraciones contra Moisés y Aarón (cf. Num 16:1-31; ). Ese “exterminador,” de que se habla en el v.10, no es sino una manera de hablar para indicar el castigo divino, que se describe cual si Dios dispusiera de un ángel determinado para llevarlo a cabo (cf. Exo 12:23; 2Sa 24:16; 2Re 19:35; Ecli 48:21; Hec 12:23).
Presentada así la medalla por las dos caras, San Pablo saca la conclusión: “Todas estas cosas les sucedieron a ellos en figura y fueron escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes tocó vivir en la última fase de los tiempos” (v.11). Esta “última fase de los tiempos” (τα τέλη των αιώνων ) se inicia con la venida del Mesías y en ella cobra realidad todo cuanto anteriormente Dios había ido preanunciando en figuras (cf. Rom 1:17; Gal 4:4.24; Col 2:17; Hec 1:20). Que no se confíen, pues, demasiado los corintios (v.12); lo que sucedió a los israelitas, cayendo en la idolatría y fornicación, fácilmente puede sucederles a ellos, si no son cautos en la cuestión de los idolotitos (v.6-10). Pero – San Pablo no quiere dejar sensación de pesimismo – no por eso se desanimen, pues Dios no permitirá que sean tentados más allá de sus fuerzas (v.13).

Conclusión de la cuestión de los idolotitos,Hec 10:14-33.
14 Por lo cual, amados míos, huid la idolatría. 15 Os hablo como a discretos. Sed vosotros jueces de lo que os digo: 16 El cáliz de bendición que bendecimos, ¿no es la comunión de la sangre de Cristo? Y el pan que partimos, ¿no es la comunión del cuerpo de Cristo? 17 Porque el pan es uno, somos muchos un solo cuerpo, pues todos participamos de ese único pan. 18 Mirad al Israel carnal. ¿No participan del altar los que comen de las víctimas? ^ ¿Qué digo, pues? ¿Que las carnes sacrificadas a los ídolos son algo, o que los ídolos son algo? 20 Antes bien, digo que lo que^sacrifican los gentiles, a los demonios y no a Dios lo sacrifican. Y no quiero yo que vosotros entréis en comunión con los demonios. 21 No podéis beber el cáliz del Señor y el cáliz de los demonios. No podéis tener parte en la mesa del Señor y en la mesa de los demonios. 22 ¿O queremos provocar la ira del Señor? ¿Somos acaso más fuertes que El? 23 “Todo es lícito,” pero no todo conviene; “todo es lícito,” pero no todo edifica. 24 Nadie busque su provecho, sino el de los otros. 25 Todo cuanto se vende en el mercado, comedio sin inquirir su origen por motivos de conciencia, 26 porque del Señor es la tierra y cuanto la llena.” 27 Si alguno de los infieles os invita y vais, comed de todo lo que os sirvan, sin preguntar nada por motivos de conciencia. 28 Pero si alguno os dijere: Esto es inmolado, no comáis, por el que lo indicó y por la conciencia. 29 No digo por la tuya, sino por la del otro. Pero ¿por qué ha de ser juzgada mi libertad por la conciencia ajena? 30 Si yo con agradecimiento participo, ¿por qué he de ser reprendido por aquello mismo de que doy gracias? 31 Ya comáis, ya bebáis o ya hagáis alguna cosa, hacedlo todo para gloria de Dios, 32 y no seáis objeto de escándalo ni para judíos, ni para griegos, ni para la Iglesia de Dios; 33 como procuro yo agradar a todos en todo, no buscando mi conveniencia, sino la de todos para que se salven.

San Pablo vuelve al tema directo de los idolotitos, una vez terminada esa especie de digresión en que ha propuesto a los corintios que imiten su ejemplo (Hec 9:1-27) y que no olviden la lección de lo sucedido a los israelitas (Hec 10:1-13). Es ahora cuando desciende a la solución práctica, distinguiendo claramente dos casos: participación en banquetes sagrados (v. 14-22) y uso profano de esos idolotitos fuera de los banquetes sagrados (v.23-33).
Comienza con un aviso de carácter general, rogando a los corintios que se mantengan alejados de todo cuanto huela a idolatría (v.14), aviso que es consecuencia inmediata de lo que acaba de decirles sobre lo sucedido a los israelitas. Luego, con exquisita delicadeza, les pide que ellos mismos sean jueces de lo que les va a decir (v.15). Preparado así el terreno, propone ya el primer razonamiento, que es el siguiente: los fieles que participan de la eucaristía entran en comunión con el cuerpo y la sangre de Cristo, y los que participan de los idolotitos en los banquetes sacrificiales entran en comunión con los demonios. Lo uno excluye lo otro; de ahí que el que quiera estar unido a Cristo debe abstenerse de los banquetes sacrificiales; de lo contrario, provocaremos la ira del Señor, mucho más fuerte que nosotros, de la que no podremos escapar (v. 16-22).
Tal es lo que pudiéramos decir el nervio de la argumentación, que en esta perícopa (v. 16-22) propone San Pablo. Alrededor de esa idea base hay otras ideas aclaratorias o complementarias. Así, por ejemplo, lo que se dice de los sacrificios de Israel en la antigua alianza (v.18), en orden a recalcar el principio de que comer de las víctimas sacrificadas sobre un altar nos hace entrar en relación con la divinidad, verdadera o falsa, a la que está dedicado ese altar. También pertenece a esta categoría de ideas complementarias la afirmación de que los sacrificios idolátricos, más que al ídolo, que no es nada, en realidad van enderezados a los demonios (v.20). No es que San Pablo identifique los ídolos y los demonios, sino que, como es corriente en el Antiguo Testamento (cf. Deu 32:17; Sal 106:37; Bar 4:7; Rev 9:20), detrás de la nulidad del ídolo ve la realidad de los demonios, que son los que impelen al hombre al mal, y se oponen al culto del único y verdadero Dios. Igualmente, es también una idea complementaria, dentro del contexto de este pasaje, lo que el Apóstol expone tan bellamente en el v.17, haciendo notar la relación entre la eucaristía y la unidad del Cuerpo místico. Para la tesis que viene desarrollando le bastaba lo dicho en el v.16, afirmando que participar de la eucaristía es entrar en comunión con Cristo 177; pero el constante defensor de la doctrina del Cuerpo místico (cf. 12:12-27; Rom 12:5; Efe 1:22-23; Efe 1:4”15-16; Col 1:18; Col 2:19) no podía resistirse a señalar una consecuencia importante de esa nuestra comunión con Cristo, es a saber, la de que por eso mismo quedamos todos estrechamente unidos unos con otros en un solo cuerpo. Es lo que hace en el v.17, afirmando que por ser uno el pan y participar todos de ese pan, sigúese que todos formamos un solo cuerpo 17S. No se refiere aquí San Pablo al “pan” en su aspecto litúrgico, que más bien era múltiple y cada fiel aportaba el suyo, sino al pan consagrado (Cristo), pan bajado del cielo (cf. Jua 6:51), principio de vida nueva para todos. Si habla del “pan,” y no del “cáliz,” del que podría decir lo mismo, quizá sea porque las especies de pan, alimento sólido, representan mejor la fuerza de concentración para unir a los fieles. Ni lo que aquí dice de la eucaristía, como principio de unidad del Cuerpo místico, se opone a lo que en otras partes dice del bautismo y del Espíritu Santo (cf. 12:13; Rom 6:5); la eucaristía refuerza aquella unidad del Cuerpo místico que se establece ya en el bautismo, hasta el punto de que sin ella el Cuerpo místico no tendría toda la perfección que le corresponde.
Y viene el segundo caso: uso profano de los idolotitos fuera de los banquetes sagrados. Aquí la solución es muy distinta. Después de poner por delante las frases que parece esgrimían los corintios en defensa del libre empleo de los idolotitos (ν .23; cf. 6:12) y de sentar el principio general (v.24; cf. Flp 2:4), les dice sencillamente que, referente a las compras en el mercado y a las invitaciones para comidas con otros amigos, no anden averiguando por motivos de conciencia si se trata de carnes inmoladas anteriormente a los ídolos o no; pueden comer de todo (v.25-27), excepto el caso en que alguno les advierta que aquellas carnes han sido inmoladas a los ídolos, pues entonces deben abstenerse de comerlas, a fin de no escandalizar ni al que hizo la advertencia ni a los demás comensales que quizás no comprendieran una tal carencia de escrúpulos y juzgarían mal de la libertad cristiana (v.28-33). Es muy de notar que para estos idolotitos que se comen fuera de los banquetes sagrados San Pablo no señala otra limitación que la de evitar el escándalo. Ello supone que no es el idolotito, materialmente considerado, el que nos hace entrar en comunión con los demonios (ν . 19-21), sino el idolotito en cuanto formando parte de la ceremonia idolátrica. Una vez que deja de formar parte de esa ceremonia y va al mercado público o a las casas particulares, nada le queda de manchado o impuro, al estilo como juzgaban de esas cosas los judíos. En el cristianismo es ya otro el concepto de “puro” e “impuro” (cf. Mat 15:11). Por eso, con gran amplitud de visión, dirá resueltamente San Pablo: “Del Señor es la tierra y cuanto la llena” (v.26; cf. Sal 24:1).
No queremos terminar el comentario a esta perícopa sin añadir que la interpretación de los V.29-30 no es del todo clara. Creen algunos que esas preguntas son una especie de objeción de los “ilustrados” corintios (cf. 4:19; 8:1), a los que Pablo presentaría quejándose de esa limitación de su libertad de conciencia, que consideran injusta, pues si la cosa es en sí lícita y ellos la realizan con la acostumbrada acción de gracias a Dios al comer, no puede hacerse mala, porque así la juzguen falsamente otros. A esto respondería el Apóstol en los v.31-33, diciendo que hay que hacer todo para gloria de Dios, procurando evitar el escándalo y buscando siempre la utilidad de los demás. Sin embargo, no hay motivos para suponer ese cambio brusco de la persona que habla. Más probable parece que se trata de interrogaciones que propone el mismo Pablo, tratando de hacer resaltar la contradicción que existe entre estas dos cosas: deseos de realizar una acción santa, con nacimiento incluso de gracias a Dios, y dar voluntariamente ocasión de escándalo, es decir, querer honrar a Dios y al mismo tiempo provocar una ofensa a Dios. No se trata, pues, diría el Apóstol, de que abdiquemos de la propia conciencia, siempre que sea recta, sino de no dar ocasión a que los débiles en la fe critiquen y se escandalicen de nuestra libertad de conciencia, precisamente a causa de eso mismo que intentamos hacer santamente. Si usa la forma interrogativa es para dar más viveza a su afirmación.
Notemos, finalmente, la expresión “iglesia de Dios” (v.32), señalando ya como un tertium genus de (hombres en contraposición a judíos y griegos, las dos categorías en que San Pablo solía dividir a la humanidad (cf. Rom 1:16; Rom 3:9). En cuanto al término “iglesia,” véase lo que dijimos al comentar Hec 5:11.

Fuente: Biblia Comentada

Porque … ignoréis. Esta transición conduce de la falta de disciplina personal y la descalificación resultante que se mencionan en 1Co 9:27 a una ilustración de esa realidad en el Israel antiguo. nuestros padres. Pablo se refiere al Israel antiguo, del cual era un descendiente. En particular, pidió a sus lectores que recordaran lo que había sucedido a Israel en el desierto como resultado de la libertad total sin la mediación del dominio propio. bajo la nube. Guiados por la presencia de Dios en forma de una nube de día y una columna de fuego cada noche (vea Éxo 13:21). pasaron el mar. El Mar Rojo que se abrió para dar paso a Israel y se cerró para ahogar al ejército egipcio (vea Éxo 14:26-31).

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

Esta sección incluye las respuestas de Pablo a cuestiones prácticas sobre las cuales le habían escrito los corintios (1Co 7:1) en una carta que pudo haber sido entregada por Estéfanas, Fortunato y Acaico (1Co 16:17). La primera de esas preguntas tenía que ver con el matrimonio, un área problemática debido a la corrupción moral de una cultura que toleraba la fornicación, el adulterio, la homosexualidad, la poligamia y el concubinato.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

Pablo trata aquí el tema de la libertad en la iglesia (vea las notas sobre Rom 14:1-23).

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

Nota Introductora:
Los capítulos 8, 9, 10, y 11:1 se constituyen un solo y extendido contexto. Para mejor comprensión del tema que Pablo lleva en esta sección de su carta a los corintios, el lector debe olvidarse de las divisiones de capítulos que fueron agregadas a ella muchos siglos después de su composición. Estas divisiones son mecánicas y arbitrarias, y no representan diferentes temas de la argumentación de Pablo.
En el capítulo 8 Pablo introduce el tema de comer carne ofrecida a ídolos y toca el caso del hermano débil, y de que el fuerte debe renunciar a sus derechos en cuanto a comerla cuando se presente el caso en que el hacerlo serviría de tropiezo para el hermano débil.
Véase la Nota Introductora al principio del capítulo 9. El capítulo 9 termina, hablando del peligro de abusar de la libertad y el derecho, en lugar de ejercer dominio propio, en ciertos casos en que peligre la seguridad espiritual del hermano débil. Si no hay cuidado, el más confiado en su salvación puede resultar eliminado. (Aparentemente algunos en Corinto, con la seguridad de que podían comer carne ofrecida a ídolos, no se preocupaban con la posibilidad de perder sus almas. Habían sido bautizados en Cristo, y tenían conocimiento; por eso pensarían ellos: ¿qué de malo nos podría pasar?).
Ahora en el 10, para ilustrar el punto, Pablo presenta el caso de los israelitas en el desierto. Ellos eran el pueblo escogido de Dios, y favorecido de él, y pensaban que estaban en pie delante de Dios, pero ¡perecieron! (Pablo–“Si ellos perecieron, seguramente me puede suceder también a mí”, 9:27). Luego habla de huir de la idolatría. Por fin, comenzando con el ver. 25 Pablo vuelve a hablar en particular de comer carne ofrecida a ídolos, el tema en particular que comenzó en el capítulo 8.

10:1 Porque – El conjuntivo, gar, conecta 10:1 con 9:27 y con lo que Pablo argumentaba en el capítulo 9. En lugar de “porque”, otras versiones dicen “pues”, o “ahora bien”. Este conjuntivo griego sirve para dar la razón de lo que se decía anteriormente, o para ilustrarlo.
— no quiero, hermanos, que ignoréis – Al advertirles de peligros, con ternura y amor Pablo se dirige a los corintios, diciéndoles, “hermanos”, y usa una frase (“no quiero que ignoréis”) que en otras ocasiones usa para hacer hincapié en una cierta verdad. Véanse 12:1; Rom 1:13; 2Co 1:8; 1Ts 4:13. El cristiano no está bajo la ley de Moisés, pero tiene la responsabilidad de saber las Escrituras del Antiguo Testamento, porque le sirven de ejemplo de los principios con que Dios siempre ha tratado al hombre. Hay ejemplos y amonestaciones en esos pasajes para el cristiano de esta dispensación final (véanse ver. 6, 11; Rom 15:4). Debemos aprender por medio de los fracasos de otros (como también de sus éxitos).
— que nuestros padres todos estuvieron bajo la nube, y todos pasaron el mar — Los israelitas que salieron de Egipto para peregrinar en el desierto (figura de la peregrinación del cristiano en el mundo), y lo que les sucedió, ahora va a servir de ilustración del punto de que el cristiano de más confianza en su seguridad eterna puede tener un resultado de vida semejante al de ellos. Como ellos no entraron en la tierra de promisión, tampoco entrará en la vida eterna el que se fíe de sí mismo en lugar de ejercer el debido dominio propio y la abnegación necesaria. El abuso de las libertades puede traer al cristiano más seguro la perdición de su alma.
Este pasaje, 10:1-12, derrota de una vez y para siempre la falsa doctrina del calvinista que afirma que el cristiano no puede pecar a tal grado que se pierda eternamente. Lo que Pablo dijo con referencia a sí mismo en 9:27, ahora en 10:12 lo va a decir incluyendo a todo cristiano.
Nótese que cuatro veces, en los ver. 1-4, dice Pablo, “todos”, y luego en el 5 dice, por contraste, “de los más”. Vemos que todos ellos gozaron de las bendiciones de Dios, pero de los más de ellos Dios no se agradó y los dejó postrados en el desierto. Todos iniciaron la peregrinación, pero no todos llegaron a la meta. (Los bautistas tratan de justificar la falsa doctrina de la imposibilidad de apostasía, afirmando que en un dado caso en que la persona obviamente se entregó al pecado y que murió en él, la referida persona en realidad no era cristiano o creyente verdadero. Bueno, ¿qué de “todos” éstos en el desierto? ¿Había tantos insinceros entre estos recipientes de las bendiciones y favores de Dios? Pablo no habla de lo “genuino” de ellos, en cuanto a su “conversión”, sino ¡de lo que hicieron ellos! (codiciaron, fornicaron, tentaron al Señor, murmuraron y participaron en la idolatría). Véase Heb 3:16-19. No es cuestión solamente de conversión, sino también de fidelidad hasta el fin.
También merece nuestra atención que dice Pablo “nuestros padres”. Abraham, Isaac, Jacob, etcétera son “padres” de toda la iglesia de Dios, y no solamente de los judíos según la carne. Véanse Rom 4:11; Gál 6:16. Hay continuidad en el pueblo de Dios desde el Antiguo Testamento hasta el Nuevo Testamento. En Cristo no hay distinción de razas (Gál 3:28-29; Rom 2:28-29).
Pablo va a mostrar que la sencilla posesión de bendiciones, libertades y derechos no garantiza que el hombre de Dios vaya a lograr la meta. Hay que ejercer el dominio propio en todo, y no descuidarse. Hay que mirar y temer (Heb 3:12; Heb 4:1).
Dos bendiciones de Dios para los israelitas recién librados de Egipto:
1) “estuvieron bajo la nube” = una obra sobrenatural de Dios para la dirección, protección, y conveniencia de los israelitas (Éxo 13:21-22; Éxo 4:19-20; Éxo 4:24).
2) “todos pasaron el mar” = la obra de salvación de Dios, librando a los israelitas de la esclavitud de Egipto (Éxo 14:30-31).

Fuente: Notas Reeves-Partain

EL PELIGRO DEL EXCESO DE CONFIANZA

1 Corintios 10:1-13

Hermanos: No quiero que os olvidéis de que todos nuestros padres en la fe estuvieron bajo la nube, y todos pasaron por en medio del mar, y todos fueron bautizados en relación con Moisés en la nube y en el mar, y todos comieron la misma comida que el Espíritu de Dios les daba, y todos bebieron la misma bebida que les llegaba por la acción del Espíritu; porque bebían de la Roca que los acompañaba por obra del Espíritu, la cual Roca era Cristo. Con todo eso, Dios no estaba contento con la mayoría de ellos; así que se quedaron muertos tendidos en el desierto.
Estas cosas sucedieron para que tomemos ejemplo, para que no seamos personas que anhelan el mal y las cosas prohibidas como hicieron ellos. Ni tampoco debéis ser idólatras como algunos de ellos, como está escrito: «Se sentaron a comer y a beber, y se levantaron a pasárselo bien.» Ni tampoco practiquéis la llamada libertad sexual, como hicieron algunos de ellos, lo que trajo como consecuencia el que murieran veintitrés mil en el mismo día. Ni tentemos la paciencia del Señor más allá de todo límite, como hicieron algunos, y consiguientemente fueron destruidos por las serpientes. Ni tampoco os quejéis, como hicieron otros, y los destruyó el destructor.
Todo eso les sucedió como señal de lo que puede suceder. Fueron castigados para advertirnos a los que nos encontramos al final de los tiempos. Así que, el que se crea muy seguro, que tenga cuidado de no caer. No habéis tenido que pasar ninguna prueba fuera de lo ordinario. Podéis confiar en Dios, Que no dejará que seáis tentados más allá de lo que podáis soportar, sino que enviará juntamente con la prueba la posibilidad de salir de ella, para que la podáis resistir.

En este capítulo, Pablo sigue tratando de la cuestión de la carne que se había ofrecido a los ídolos. Como trasfondo de este pasaje está el exceso de confianza de algunos cristianos corintios, cuyo punto de vista era: «Ya nos hemos bautizado y, por tanto, estamos unidos con Cristo; hemos participado de la Comunión, que es el cuerpo y la sangre de Cristo; estamos en El y El en nosotros; por tanto, estamos a salvo: podemos comer carne ofrecida a los ídolos sin que nos haga ningún daño.» Pablo advierte del peligro del exceso de confianza.
Cuando Oliver Cromwell estaba planificando la educación de su hijo Richard, dijo: «Me gustaría que aprendiera algo de Historia.» Y es a la Historia a la que Pablo apela para mostrar lo que le puede suceder a los que han sido bendecidos con los mayores privilegios. Vuelve a los días en que los israelitas peregrinaban por el desierto; entonces les sucedieron las cosas más maravillosas. Tenían la nube que les mostraba el camino y los protegía de los peligros (Ex 13:21 ; Ex 14:19 ). Fueron conducidos por en medio del Mar Rojo (Ex 14:19-31 ). Ambas experiencias les habían dado una unión perfecta con Moisés, el más grande conductor de pueblos y legislador, hasta que se llegó a decir que fueron bautizados para estar unidos con él como los cristianos somos bautizados para estar unidos con Cristo. Habían comido el maná en el desierto (Ex 16:11-15 ). En el versículo 5, Pablo habla de cuando bebieron de la Roca que los seguía. Esto está tomado, no del Antiguo Testamento, sino de la tradición rabínica. Nm 20:1-11 nos cuenta que Dios le permitió a Moisés sacar agua de una roca para que bebiera el pueblo sediento; la tradición rabínica sostenía que esa roca había seguido al pueblo desde entonces para darles agua. Esa leyenda la conocían todos los judíos.

Todos estos privilegios tuvieron los israelitas, pero a pesar de todo fallaron trágicamente. Cuando no tuvieron valor para lanzarse a conquistar la Tierra de Promisión, y todos los exploradores menos Josué y Caleb presentaron un informe pesimista, el juicio de Dios dictaminó que toda aquella generación muriera en el desierto (Nm 14:30-32 ). Cuando Moisés estaba recibiendo la Ley en el Monte Sinaí, el pueblo convenció a Aarón para que hiciera un becerro de oro para adorarlo (Ex 32:6 ). Fueron culpables de prácticas sexuales ilegales hasta en el desierto, con los madianitas y los moabitas, en consecuencia de lo cual murieron a millares en el juicio de Dios (Nm 25:1-9 ). (Hay que notar, de pasada, que Nm 25:1-9 dice que murieron veinticuatro mil; Pablo dice que veintitrés mil. Está claro que Pablo estaba citando de memoria. Rara vez citaba la Escritura verbatim. Nadie lo hacía entonces. No había tal cosa como concordancias para encontrar los pasajes fácilmente; la Escritura no eran libros, que no se habían inventado todavía, sino rollos difíciles de manejar). Los atacaron las serpientes venenosas cuando murmuraron por el camino (Nm 21:4-6 ). Cuando Coré, Datán y Abiram lideraron una revuelta descontenta, cayó el juicio sobre ellos y murieron muchos (Números 16).

La historia de Israel muestra bien a las claras que los que disfrutaron de los mayores privilegios de Dios no estaban ni mucho menos a salvo de la tentación; un privilegio especial, recuerda Pablo, no es ninguna garantía de seguridad.
Debemos fijarnos en las tentaciones y en los fallos que Pablo menciona entre muchos.
(i) Está la tentación de la idolatría. Ahora no adoramos ídolos tan a las claras; pero, si el dios de una persona es aquello a lo que dedica todo su tiempo, pensamiento y energía, sigue habiendo muchos que adoran la obra de sus manos más que al Dios verdadero.
(ii) Está la tentación de la libertad sexual. Mientras el hombre es hombre, y la mujer mujer, los asaltan tentaciones de su naturaleza inferior. Sólo un apasionado amor a la pureza puede salvar de la impureza.
(iii) Existe la tentación de tentar a Dios. Consciente o inconscientemente muchos regatean con la misericordia de Dios. En el fondo de la mente está esta idea: «No me pasará nada; Dios me perdonará.» A riesgo propio olvidamos que hay una santidad de Dios lo mismo que un amor de Dios.
(iv) Está la tentación de la murmuración. Hay muchos que miran la vida con un gesto de disgusto y no de complacencia.
Así que Pablo insiste en la necesidad de la vigilancia. «Que el que se crea seguro no se pegue el batacazo.» Una y otra vez ha habido fortalezas que se han conquistado cuando sus defensores estaban confiados. En Apocalipsis 3: 3, el Señor Resucitado advierte a la iglesia de Sardis que esté alerta. La acrópolis de Sardis estaba construida sobre una cresta rocosa que se consideraba inexpugnable. Cuando Ciro estaba sitiando la ciudad, ofreció una recompensa especial al que descubriera la manera de atacarla. Cierto soldado cuyo nombre se recuerda, Hyereades, estaba observando un día y vio que se le caía el casco a un soldado de la guarnición sardita, y que bajaba a recogerlo entre las fortificaciones. Se fijó bien por dónde bajaba y subía. Aquella noche guió a una compañía por aquel sendero entre los riscos y, cuando llegaron a la ciudad, se la encontraron totalmente desguarnecida; así es que entraron y capturaron la ciudadela, que se consideraba tan a salvo que no necesitaba guarnición. La vida es un negocio arriesgado, y debemos estar siempre prevenidos.

Pablo concluye esta sección diciendo tres cosas sobre la tentación.
(i) Está completamente seguro de que la tentación vendrá. Es parte de la vida. Pero la palabra griega que traducimos por tentación quiere decir más bien una prueba. Es algo diseñado, no para hacernos caer, sino para que lo superemos y salgamos de ello más fuertes que entramos.

(ii) Cualquier tentación que nos pueda sobrevenir no será nada nuevo. Otros la habrán resistido y habrán salido vencedores. Un amigo nos contaba que iba una vez llevando a Lightfoot, el famoso obispo de Durham, en un coche de caballos por una carretera muy estrecha de Noruega. Tanto se estrechaba que no había más que centímetros entre las ruedas y los riscos a un lado y el precipicio al otro. Le sugirió a Lightfoot que sería más seguro bajarse y seguir a pie. Lightfoot consideró la situación, y dijo: «Otros coches tienen que haber pasado por aquí; así es que, ¡adelante!» En una antología griega hay un epigrama que da el epitafio de un náufrago, supuestamente de sus propios labios: » ¡Un náufrago de estas costas os ordena haceros a la vela!» Su lancha se perdería; pero muchas más habrán mareado la tormenta. Cuando estamos pasando un mal trance, pensemos que otros lo han pasado antes que nosotros y, por la gracia de Dios, lo han resistido y conquistado.
(iii) Con la tentación siempre hay una salida. La palabra es gráfica: ékbasis. Quiere decir la salida de un desfiladero, un puerto de montaña. Sugiere la idea de un ejército aparentemente rodeado, que de pronto descubre una salida. Nadie tiene por qué sucumbir a la tentación; porque, juntamente con ella, está la salida, que no es la rendición ni la retirada sino una forma de conquistar con el poder y la gracia de Dios.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento

CAPÍTULO 10

3. EJEMPLOS DE FALSA SEGURIDAD (10,1-13).

a) Los sacramentos no garantizan la salvación (1Co/10/01-05).

1 No quiero, hermanos, que ignoréis esto: nuestros padres estuvieron todos bajo la nube; todos atravesaron el mar; 2 y todos, en la nube y en el mar, fueron bautizados en Moisés. 3 Todos también comieron el mismo alimento sobrenatural; 4 todos bebieron la misma bebida sobrenatural, es decir, bebían de la roca sobrenatural que los seguía, y la roca era el Cristo. 5 Sin embargo, Dios no se complació en la mayoría de ellos, pues quedaron tendidos en el desierto.

El peligro que Pablo ve bajo la consulta más bien práctica de las carnes inmoladas a los ídolos le debió parecer tan grande que no se contenta con ofrecer un ejemplo personal, descrito con tanta minuciosidad, sino que, una vez más, busca un nuevo argumento desde un planteamiento completamente distinto. Aduce, además, algunos hechos de la historia de Israel. ¿No son traídos un poco por los cabellos? Quien así pensara, sabría muy poco de la estructura esencial de la actuación salvadora de Dios. Hoy se insiste por doquier en la historicidad del hombre, Pero con ello se busca casi siempre una simple exculpación o justificación de la situación cambiante de muchas ideas e instituciones, es decir, en cierto sentido se quiere sacudir el lastre del pasado. Se oye hablar, en cambio, mucho menos de algo que es también historicidad, a saber, que no podemos -y menos aún nos es lícito- quitarnos de encima el pasado. Cierto que la Iglesia, el cristianismo, la fe tienen que afrontar el futuro y cuentan con una promesa de asistencia para ello. Pero poseeremos el futuro sólo como herederos, esto es, en continuidad con aquel pasado del que procedemos, con aquellas raíces de las que hemos surgido. Si Cristo no ha venido a abolir, sino a cumplir (Mat 5:17), esta ley sigue siendo válida. Por eso la Iglesia ni puede atrincherarse tras la letra -ni siquiera la letra del Nuevo Testamento- como si en ella se hubiera regulado y consignado ya todo y de una vez para siempre ni puede, por el contrario, dar por nulo el Antiguo Testamento, como si estuviera ya por siempre y lisamente desbordado. No siempre resulta fácil distinguir entre lo que es letra que, en cuanto tal, ya no nos obliga, y lo que es espíritu, y permanece. Justamente la historicidad incluye la tarea de distinguir, una y otra vez, a medida que pasa el tiempo, entre estos valores.

En los ejemplos que ha venido citando hasta ahora Pablo no ha ido a espigar entre los textos veterotestamentarios de más denso contenido, como puede acaso comprobarse en el ejemplo del buey que trilla. Pero lo que aquí cita ahora tiene otro rango. ¿Por qué? Porque los ejemplos proceden de la época de la marcha de Israel por el desierto. Después del éxodo de Egipto, símbolo permanente de la liberación, el pueblo de Dios está en camino hacia la tierra prometida, símbolo permanente de la plenitud. En el espacio intermedio corre un tiempo extraño, lleno de milagros y demostraciones del amor divino, hasta tal punto que, más adelante, casi idealizado, fue celebrado como la época del amor de juventud entre Dios y su pueblo. En realidad, fue un período lleno de caídas, murmuraciones y apartamientos, de tal suerte que se puede presentar también como una cadena ininterrumpida de pecados (así en algunos salmos). No se trata de algo casual. En esta época aparece diáfanamente la total dualidad de la historia humana. Merece suma atención advertir que los cuarenta días de ayuno de Jesús en el desierto, al comienzo de su misión pública, sean una señal de esta época de la salvación, así como también que el tentador se le acerque precisamente durante este período. Todas las respuestas de Jesús a las tentaciones proceden del libro del Deuteronomio, y dentro de este contexto de la marcha por el desierto. Otros textos neotestamentarios nos permiten ver que también la Iglesia naciente se orientaba con predilección hacia esta época especial de la historia de la salvación, porque también ella se sabía sacada de la esclavitud, y en camino, expuesta, por tanto, a la tentación (1Pe 5:8 s; ,13).

Por eso Pablo puede llamar a aquellos israelitas «nuestros padres», aunque los corintios eran, en su mayor parte, no judíos. Son nuestros padres porque sólo existe una historia salvífica dentro de la cual Dios ofrece continuamente la salvación y en la que mantiene ciertas estructuras permanentes. Cuando Pablo dice: fueron bautizados, fueron alimentados, experimentamos una cierta sorpresa inicial. ¿No retrotrae así los sacramentos cristianos a una época en la que todavía no existían? él sabe muy bien que entonces no había ni bautismo, ni eucaristía cristiana. Pero sabe también, por otra parte, que el bautismo cristiano y la eucaristía hunden sus raíces allí, tienen allí su prototipo. Lo que se dio a los israelitas era -comparativamente- lo mismo que a nosotros nos comunican el bautismo y la eucaristía. Y esto precisamente es lo que constituye la unidad de la historia de la salvación. A medida que avanza, todo se hace mayor y más perfecto, pero la estructura sigue siendo la misma (como siguen siendo iguales los triángulos equiláteros, independientemente de su magnitud). Si (según 8,6), Cristo fue intermediario de la creación, fue también colaborador de la salvación ya en la antigua alianza. Se puede, pues, no sólo decir que todas las maravillas hechas en favor de aquel pueblo de la alianza antigua eran presignos y preejemplos de los medios de la gracia por venir, sino que también, a la inversa, puede afirmarse que las señales vigentes en la realidad neotestamentaria pueden retrotraerse a los niveles precedentes.

Por otra parte, en este pasaje se reconoce por primera vez que el bautismo y la eucaristía forman unidad entre sí. De suyo, no había motivo alguno, para hablar aquí del bautismo, a no ser que el Apóstol supiera ya que ambos hechos son de alguna manera espirituales, es decir, que son justamente «sacramentos». Hubiera sido difícil que Pablo hubiera encontrado, ni siquiera buscado, estas correspondencias veterotestamentarias con el bautismo, si no estuvieran tan a la mano las que se dan entre la eucaristía y el maná. Que a partir de aquí, la travesía del mar, es decir, la liberación a través de las aguas, pueda ser comparada con el bautismo, es algo evidente, dado el modo de bautizar de Pablo por inmersión en el agua (y agua corriente, con toda probabilidad).

¿Qué significa aquí la nube? ¿Está ligada en este pasaje al agua o se la piensa como elemento independiente, en cuanto que es signo de la presencia eficaz de Dios? En todo caso, la nube es siempre, en la marcha por el desierto, manifestación graciosa de la alianza divina23. Ambas juntas, agua y nube, se hacen signos casi sacramentales sólo a través de Moisés. «Bautizados en Moisés», se dice, imitando por anticipación la realidad de Cristo, en el sentido de que los israelitas, adhiriéndose a Moisés, participaban de su relación de gracia con Dios, del mismo modo que participamos nosotros de Cristo a través del bautismo (Rom 6:3).

Si alguien no se considera satisfecho con este modo de pensar, puede, en todo caso, sacar una lección: no se trata de rebajar los dones salvadores veterotestamentarios para encumbrar los del Nuevo Testamento. El Nuevo Testamento no tiene necesidad de recurrir a estos métodos para mostrar su superioridad. Damos más gloria a Dios si reconocemos agradecidos el progreso del uno al otro, sin dejar de ver su unidad total. Los detalles de la comparación son, en este sentido, menos importantes y no deben tomarse al pie de la letra. Lo que a Pablo le interesa es poner en guardia frente a los gnósticos de Corinto, tan seguros de sí: no penséis que los sacramentos que habéis recibido sean ya un salvoconducto para cualquier género de comportamiento. Se puede haber recibido el bautismo de una vez para siempre, se puede haber recibido la eucaristía muchas veces y, no obstante, ser rechazados por Dios.

Existía una leyenda judía según la cual la roca de la que brotó el agua acompañó al pueblo en su marcha por el desierto. Al Apóstol le vino bien para aludir a la realidad de Cristo, que está siempre cerca de nosotros, los cristianos, para comunicar la vida, como lo estaba cerca de su pueblo, de una manera acomodada a su mentalidad. Merece la pena mencionar el hecho de que Cristo, como roca vivificante, aparece en otros escritos neotestamentarios, y de una manera muy especial en aquella escena de la fiesta de las tiendas en la que Jesús proclama que debe acudirse a él para beber agua (Jua 7:37 ss).

……………

23. La nube, como shekinah (es decir, como tienda o presencia de Dios) es un hacerse visible la majestad. Lo que dice el Nuevo Testamento sobre la doxa (la gloria) recibe, por tanto, desde aquí, una cierta dosis de cosa visible, de contemplación.

……………

b) Los que desafían al Señor (1Co/10/06-11).

6 Estos acontecimientos fueron prefiguraciones para nosotros, para que no codiciemos el mal como lo codiciaron ellos. 7 Y no seáis idólatras como lo fueron algunos de ellos, según está escrito: El pueblo se sentó a comer y a beber, y se levantaron a danzar. 8 Ni forniquemos, como algunos de ellos fornicaron y cayeron veintitrés mil en un solo día. 9 Ni tentemos al Señor, como lo tentaron algunos de ellos, pereciendo por causa de las serpientes. 10 Ni murmuréis, como murmuraron algunos de ellos, muriendo a manos del exterminador. 11 Estas cosas les sucedieron como hechos figurativos, y fueron consignadas por escrito para que sirvieran de advertencia a nosotros, que hemos llegado a la etapa final de los tiempos.

La sección transcrita está encuadrada por una palabra que caracteriza exactamente las ideas antes desarrolladas sobre la relación entre Antiguo Testamento y Nuevo: typos = (pre)figura. La teología actual sigue teniendo en cuenta, y hoy de manera renovada, estas relaciones con la «tipología». La figura o tipo debe distinguirse estrictamente de la alegoría (que también se da en el Nuevo Testamento), y que extrae, de un texto, algo intemporal, distinto.

En el typos, por el contrario, subyacen contenidos teológicos esencialmente iguales, que marchan en la misma dirección. Como se ve por nuestros ejemplos, consiste en que una determinada acción salvadora divina es, a su vez, exposición previa de la salvación venidera, porque Dios lo ha querido así. La figura o typos no puede ser entendida, por consiguiente, en un sentido moral, pero tampoco en el sentido platónico de idea ejemplar, porque en Platón esta idea es algo perfecto, respecto de lo cual toda realidad temporal sólo puede ser disminución o debilitamiento, mientras que en la historia de la salvación lo anterior es superado, llevado a su plenitud por lo posterior. En este caso se encuentran los paralelos entre Cristo y Adán24. Adán es, en algunos de sus rasgos esenciales, preexposición de Cristo, porque en Cristo comienza la nueva creación, que supera a la creación primera. Como puede comprobarse por nuestro pasaje, también es posible establecer una correlación entre Moisés y Cristo: Moisés mediador de la alianza antigua, Cristo mediador de la nueva alianza (cf. Heb 9:15 ss).

Pero al crecer la obra salvadora de Dios crece también la responsabilidad y el riesgo del hombre que entra a formar parte de la alianza. Ya el Antiguo Testamento contrapone a la acción salvadora de Dios la conducta rebelde y desagradecida de los elegidos y agraciados. Eran codiciosos, servían a los ídolos, se entregaban a la lujuria. Estos tres pecados marchaban de hecho a la par. El culto pagano llevaba a ello, debido a sus signos sensibles y a sus goces sensuales. Los israelitas habrían configurado de buena gana el culto a Yahveh de acuerdo con las desenfrenadas fiestas orgiásticas del paganismo. Muchas veces lo que pretendían de suyo no era apartarse de Yahveh, sino adorarle al modo como los paganos veneraban a sus dioses.

A través de estas alusiones bíblicas del Apóstol nos viene fácil y diáfanamente a la memoria la paralela conducta, o al menos la tentación, a que se veían expuestos los relajados corintios (cf. el capítulo 6). Pablo añade otros dos pecados típicos de la generación del éxodo: la tentación y la murmuración. «Tentación» significa aquí someter a prueba, en cuanto que se intenta hacer coexistir la santidad del Señor con los pecados. Pablo encuentra aquí natural, una vez más, que bajo la palabra Kyrios -con la que la traducción griega del Antiguo Testamento designa a Dios- sus oyentes o sus lectores entiendan a Cristo. La murmuración, típica de aquella generación, pero también de las que la siguen -recuérdense las parábolas de Jesús sobre los obreros de la viña y sobre el hijo pródigo- no era acaso tan acusada en aquel momento entre los corintios; pero no le falta razón al Apóstol para temer que se produciría, debido a las exigencias de su carta. Sintetizando, Pablo declara una vez más que estas cosas, que sucedieron realmente en el pasado, fueron escritas para los venideros; y ahora lo dice con más precisión: para nosotros, para los cristianos, para la comunidad salvífica del Nuevo Testamento, en cuya historia alcanza todo su cumbre. Allí donde la salvación definitiva está más cercana, son también mayores los peligros. La expresión de que «ha llegado la etapa final de los tiempos» dice negativamente aquello mismo que Jesús decía positivamente con su proclamación del reino de Dios. Todos los escritos del Nuevo Testamento se basan en la conciencia de que nuestro tiempo, el tiempo mesiánico, es el último, porque lo que venga a continuación será del todo diferente.

……………

24. Rom 4:14 s; 1Co 15:45 s.

……………

c) Dios es fiel para los que en él confían (1Co/10/12-13).

12 Por lo tanto, el que crea estar seguro, mire no caiga. 13 Ninguna tentación os ha sobrevenido que fuera sobrehumana. Dios es fiel y no permitirá que seáis tentados por encima de vuestras fuerzas; por el contrario, junto con la tentación, os proporcionará también el feliz resultado de poderla resistir.

TEMOR/SEGURIDAD: El peligro más grave que, según Pablo, ronda a los corintios es el de su seguridad fundada en sí mismos. Se comportan y se sienten como si ya para ellos no existiera peligro alguno. Se permitían ciertas libertades como si dispusieran ya de su propia salvación. Cierto que la fe y los sacramentos dan ya desde ahora, en cierto modo, la salvación futura. Pero en ningún creyente ha dejado de tener vigencia aquella característica esencial del ser humano que nosotros llamamos estado de peregrinación. Mientras un hombre vive, hay motivos para esperar y motivos para temer. Aquel que excluye uno de los dos extremos comete uno de los más graves pecados. No que un creyente no pueda de suyo pensar que está en gracia; pero, al tiempo que lo piensa, debe considerar también que puede perderla, y tan rápidamente que es posible en este mismo instante. Nadie está tan de pie que no pueda también caer. El Apóstol insiste en la nota de precaución: El que crea estar seguro, mire no caiga…

Existe, en efecto, un poder que está siempre al acecho para ver de derribarnos en el momento más impensado. Esta idea parece estar al fondo de todo el pensamiento del Apóstol cuando considera como meramente humana la tentación que hasta ahora les ha acometido. Sabe que antes del fin, las fuerzas demoníacas y, en definitiva, el demonio mismo, harán los más poderosos esfuerzos para arrebatar al hombre la salvación (cf. Efe 6:10-17). Todo lo cual concuerda perfectamente con el padrenuestro, en el que nos armamos con la oración frente a tales tentaciones. Con todo, en este pasaje Pablo no quiere insistir tanto en el peligro. Prefiere, más bien, ofrecer la sólida ancla de la esperanza. A aquel a quien ha llamado a la fe, quiere Dios salvarle también de todos sus peligros. En la primera gracia están ya preparadas las restantes, que son necesarias para llegar a la glorificación. Lo cual equivale a decir que no quiere ahorrarnos las tentaciones, pero que conoce muy bien la medida de lo que se nos puede exigir y así, a la tentación, va vinculada ya la gracia para poder superarla, en vez de sucumbir ante ella.

4. DECISIONES PRACTICAS EN LA CUESTIÓN DE LAS CARNES INMOLADAS (,1).

a) Participación en el cuerpo de Cristo (1Co/10/14-17).

14 Por eso, mis amados hermanos, huid de la idolatría. 15 Os hablo como a personas sensatas; juzgad vosotros de lo que digo. 16 La copa de bendición que bendecimos, ¿no es tener parte en la sangre de Cristo? El pan que partimos, ¿no es tener parte en el cuerpo de Cristo? 17 Porque es un solo pan, somos, aunque muchos, un solo cuerpo; ya que todos participamos de un solo pan.

Como ya hemos visto en otras ocasiones, el versículo 14 puede valer tanto como resumen de las reflexiones precedentes que como nuevo arranque de la sección que sigue. En todo caso, el énfasis de la expresión y la llamada a comprender a fondo el pensamiento antes expuesto, prepara el camino para las notables afirmaciones siguientes.

Estos versículos tienen suma importancia también para nosotros y por diversas razones. Recibimos aquí preciosas conclusiones sobre el misterio central de la Iglesia: la celebración y la intelección de la eucaristía. No sabemos qué extrañar más, si el hecho de que en todos los demás escritos del Nuevo Testamento apenas si se nos dice nada sobre este gran misterio, o que aquí se nos dé (y debamos agradecer) un testimonio tan preciso y de tanta transcendencia. Es preciso pesar con escrupuloso cuidado cada palabra, para intentar percibir hasta los menores matices de estos dos versos, que contienen el misterio eucarístico de la Iglesia.

«La copa de bendición.» Nos hallamos ante una frase ya consagrada, procedente del judaísmo. Estas palabras eran la expresión más elevada para designar la cena pascual. A lo largo de la comida ritual, que se prolongaba varias horas, se escanciaban cuatro veces las copas. La más importante de todas ellas era la tercera, porque era entonces cuando el padre de familia o el que presidía la mesa pronunciaba la oración de acción de gracias o de bendición. Estaba, pues, por lo mismo, adornada con guirnaldas. En épocas posteriores se cerraron también de parecida manera, con oración de acción de gracias y con una «copa de bendición», otros banquetes solemnes. El hecho de que Pablo pueda dar por conocida esta práctica, es un indicio seguro de que ya la primitiva Iglesia de dentro y de fuera de Palestina había hecho suyo este lenguaje para designar con él la eucaristía.

«…que bendecimos». ¿Para qué esta reduplicación? ¿Tal vez para distinguir el cáliz cristiano de las copas de los judíos y acaso también de las de los paganos? No es indispensable ver en esta frase una alusión a las palabras de la consagración; pero con estas breves sentencias no se significa prácticamente nada más -y nada menos- que la oración eucarística de la Iglesia, con la que ella hace lo que el Señor ya hizo: «dar gracias (bendiciendo)». El hecho de que aquí no diga eukharistoumen, sino eulogoumen, apenas establece diferencias. Ambos vocablos se usaron durante mucho tiempo con el mismo significado. Aquí estaba más indicado el segundo, dada la expresión ya acuñada: copa de bendición (eulogia).

«¿No es participación en la sangre de Cristo?» Mediante el acto de la bendición eucarística, el contenido del cáliz se ha convertido en la sangre de Cristo. Esta copa es, para todos los que beben de ella, participación en la sangre de Cristo. Acaso podría decirse algo más: participación comunitaria, comunión con alguien mediante la participación en algo. Muchas traducciones dicen aquí: «comunión en el cuerpo de Cristo». Por mucho que se pretenda hoy día dar preferencia al concepto de comunión, en razón de su contenido personal, la verdad es que no ofrece una buena conexión lógica con la «sangre de Cristo». Es bien cierto que al beber la sangre de Cristo se establece la comunión con Cristo. Pero lo que aquí aparece en primer término, lo que sucede sacramentalmente -es decir, de modo visible- es algo objetivo, es «un tener parte en». Para Pablo lo espiritual personal era tan evidente que no necesitaba acentuarse.

«El pan que partimos ¿no es tener parte en el cuerpo de Cristo?» Existe un paralelismo innegable entre este versículo y el precedente. «Partir el pan» no es originariamente una designación aplicada en exclusiva al banquete eucarístico. Pero el sentido paralelo parece indicar ya una evolución en este sentido. ¿Por qué se ha puesto primero la afirmación de la copa? Probablemente porque la base de la argumentación enlaza mejor con la frase sobre el pan.

«Porque en un solo pan somos, aunque muchos, un solo cuerpo.» ¡Sorprendente giro! Se hablaba del pan y del cuerpo, del pan que en la celebración eucarística se hace cuerpo de Cristo. Pero ahora, de súbito, se pasa de un cuerpo a otro cuerpo, o mejor dicho, se hace ver que, mediante esta celebración, Cristo no sólo recibe un cuerpo bajo la figura de pan, sino también un cuerpo bajo la forma de comunidad, de Iglesia; más aún, que la forma de pan que toma el cuerpo se ordena propiamente a hacer real y visible la Iglesia como cuerpo de Cristo. Ambas significaciones y realidades del cuerpo se encuentran en el acontecimiento eucarístico, en que, a partir de un pan, los muchos no sólo reciben su parte, sino que, por la recepción de esta parte, se convierten de misteriosa manera en aquel todo que es el cuerpo de Cristo.

Eran varias las ideas y elementos expositivos puestos a disposición de Pablo y de la comunidad a los que el Apóstol podía recurrir para ofrecer esta síntesis. Pero podría darse el caso de que, por así decirlo, esta misma abundancia de elementos le arrastrara a una serie de conceptos que no estuvieran ya en la linea de la idea principal. Con todo, en el fondo de su espíritu, la preocupación por la unidad de la comunidad está presente en todos los temas y pensamientos del Apóstol. Pablo tenía, pues, a su disposición el acto sensible y perceptible de la partición del pan que, al menos en principio, se hacía de modo que cada participante recibiera una porción del mismo pan. Es probable que en una comunidad tan numerosa ya no fuera posible que todos los participantes comieran de un solo pan, sobre todo porque en la antigüedad no se cocían panes tan grandes como los que se pueden cocer hoy. Pero el contenido íntimo de unidad del banquete eucarístico había desbordado ya de tal modo la expresión exterior, que el simbolismo de unidad siguió siendo básico aun en los casos en que debían partirse varios panes. Otro de los elementos previos al Apóstol era la idea de que la Iglesia es el cuerpo de Cristo. Forma parte de la didáctica, probablemente inconsciente, psicologico-retórica, pero excelente, del Apóstol, empezar a mencionar ya desde ahora un tema tan importante como éste, que luego se desarrollará con mayor detalle en el capitulo siguiente.

¿Por qué se recurre al pan, y no a la copa, para exponer estas ideas? Acaso porque la forma sólida del pan hace más sensible y perceptible la forma visible de la comunidad. Si la Iglesia quiere ser verdaderamente el sacramento de la salvación, la señal y el instrumento de la unión con Dios y de unos con otros, es preciso que los creyentes se conozcan entre sí en este sacramento del altar. «En este pan véis lo que sois.» «En este pan recibís lo que sois.» Innumerables veces ha citado el gran doctor de la Iglesia, Agustín, este versículo cuando explicaba este sacramento, porque responde a un aspecto de la eucaristía que revestía gran interés en aquel ambiente de sus controversias contra los que, en su época, dividían la Iglesia. Responde también al fruto de que la Iglesia de nuestros tiempos se halla más necesitada para el crecimiento y la autenticidad tanto de su vida interior como de su testimonio eficaz ante el mundo.

b) Comensales a la mesa de los demonios (1Co/10/18-22).

18 Mirad al Israel según la carne: los que comen de los sacrificios ¿no están en comunión con el altar? 19 ¿Y qué quiero decir con esto? ¿Que lo inmolado a los ídolos es una realidad? ¿O que el ídolo es algo? 20 De ninguna manera: sino que lo que sacrifican, a los demonios lo sacrifican, y no a Dios. 21 No podéis beber la copa del Señor y la copa de los demonios; no podéis formar parte en la mesa del Señor y en la mesa de los demonios. 22 ¿O es que vamos a provocar a celos al Señor? ¿Somos acaso más fuertes que él?

La comunión eucarística a una misma mesa significa y causa, por el cuerpo y la sangre, una unión íntima con el Señor vivo. Hemos sido instruidos desde niños en esta idea y hemos visto cuán excepcional e incomparable es aquello que antes se llamaba y también hoy seguimos llamando la sagrada comunión. Pero lo que supimos menos, de niños, es que algo parecido a la comunión se daba también entre los judíos e incluso entre los mismos paganos. Cuando se nos acentuaba la transformación del pan y del vino, no teníamos la menor posibilidad de comprender que, de acuerdo con la idea del sacrificio de todos los pueblos, también ellos tenían a la vista una especie de transformación en sus sacrificios. La consagración a la divinidad se hacía simbólica y real mediante los sacrificios quemados en el altar. El fuego, que según el concepto de los hombres sumergidos en las circunstancias primitivas de la historia, venía indiscutiblemente del cielo, más que consumir la carne sacrificada, lo que hacía era transformarla. Aquel que comía de esta carne -así ahora penetrada por las fuerzas de la divinidad- quedaba unido a esta misma divinidad. Doquiera se llevaba a cabo un sacrificio, sabían bien los sacrificantes que mediante la participación en el banquete sacrificial -y este banquete era siempre un elemento fundamental del sacrificio- se convertían en invitados de la divinidad, beneficiarios de dones divinos. La comunión no es, pues, una invención del cristianismo, como tampoco lo es el bautismo. Aquello que la religiosidad natural encontró desde sí misma, aquello de lo que el anhelo, la intuición y la esperanza del alma humana daba testimonio, todo esto ha sido confirmado y llevado a plenitud por la revelación de Dios en Cristo. «Todas las promesas de Dios en él se hicieron «sí»» (2Co 1:20). La evidente certeza de la realidad sacramental del culto es presupuesto previo para la argumentación del Apóstol, que se desarrolla ahora de acuerdo con el pequeño tema adicional del versículo 17. El versículo 18 considera la realidad del culto judío, que en aquel tiempo todavía se seguía celebrando en Jerusalén; los versículos 19 y 20 se refieren al culto pagano. Una vez que Cristo hubo llevado a plenitud, con su sacrificio personal, toda la esencia del sacrificio, el culto judío se había convertido en una actividad religiosa desprovista de valor. Casi se podría decir que en un trágico correr en el vacío. Algo de esto parece que quiere decir Pablo cuando habla del Israel según la carne. Pero, visto en su totalidad, no cabe duda que los participantes en el sacrificio estaban en comunión con el altar. Y aquí, de acuerdo con el genuino modo de hablar judío, altar significa Dios. Estaban en comunión con Dios, participaban de la vida divina.

Al referirse a los sacrificios paganos, Pablo podría haber rehusado reconocer a los dioses esta misma realidad. Y, sin embargo, para él es indudable que también aquí se da o acontece esta misma realidad -si no divina, sí demoníaca-. La idea de que la nada de la fe y del culto a los dioses están, en última instancia, bajo el poder de los demonios, se ha proclamado ya, de diversas maneras, en el Antiguo Testamento, de tal suerte que esta observación de Pablo puede considerarse como una cita libre 20.

Sigue luego, a título de conclusión, una invectiva que recuerda la sentencia del Señor sobre los dos señores en el sermón de la montaña. La expresión se construye en dos frases paralelas, en las que la copa ocupa de nuevo el primer lugar. «La mesa» puede indicar la totalidad, tanto respecto de los banquetes cúlticos paganos como de la eucaristía cristiana; pero su doble formulación en el paralelismo pudo impulsar a mencionar la doble forma del banquete eucarístico.

Con un giro formulado en forma de pregunta retórica tomada del contexto del canto de Moisés (Deu 32:27 ss) ya aludido en las líneas precedentes, se cierra la linea del pensamiento. La pregunta ¿somos más fuertes que él? pone en claro, una vez más, a quién va dirigida, en primer término, esta reflexión: a los fuertes de Corintio.

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26. Cf. Deu 32:17; Sal 96:5; Sal 106:37.

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c) Casos particulares (/1Co/10/23-30).

23 «Todo está permitido»; pero no todo es conveniente. «Todo está permitido»; pero no todo es constructivo. 24 Ninguno busque sus propios intereses, sino los del prójimo. 25 Comed de todo lo que se vende en la carnicería, sin preguntar nada por motivos de conciencia; 26 pues del Señor es la tierra y lo que ella contiene. 27 Si un pagano os convida y queréis ir con él, comed de todo lo que os ponga, sin preguntar nada por motivos de conciencia. 28 Pero si alguno os dice: «Esto ha sido ofrecido en sacrificio», no lo comáis, en atención al que os lo advirtió y a la conciencia. 29 Cuando digo «conciencia» no me refiero a la propia, sino a la del otro. Pues, ¿por qué mi libertad va a ser juzgada por la conciencia de otro? 30 Si yo me tomo mi parte con acción de gracias, ¿por qué me van a echar en cara una cosa por la que he dado gracias?

Una vez alejado el peligro de que se interprete mal y se falsee en Corinto la doctrina paulina de libertad, puede el Apóstol pasar a la exposición de las instrucciones prácticas que se derivan de sus principios. Enumera tres casos concretos, no sin volver a recordar de nuevo el principio básico ya formulado en un contexto anterior (6,12). No les vendrá mal reconocer que también en este caso siguen en vigor los mismos principios.

El primer caso es diáfano y transparente: lo que se vende en el mercado puede comprarse y comerse sin más preocupación; se excluye aquí toda apariencia de culto a los dioses. El segundo caso es algo más personal: la invitación a comer con un infiel. También aquí tiene vigencia una libertad de principio; pero entonces -y éste sería el tercer caso- acaso se haga necesario establecer una limitación: si alguien, probablemente algún otro invitado cristiano más trabajado por las dudas, hace notar expresamente que es carne sacrificada a los ídolos, es preciso mostrarse circunspecto y respetuoso con los débiles. Más dificultad presentan los versículos 29 y 30. ¿Quién habla aquí? ¿Cede Pablo la palabra a un contrincante? Esto haría buen sentido, de acuerdo con el texto principal. Pero no se compagina bien ni con el «pues» introductorio ni con lo que se dice, a modo de respuesta, en el versículo 31. Y así, parece mejor considerar que en estos versículos Pablo sigue exponiendo sus propias ideas. Dice, pues: si tú renuncias a esta circunspección, no por eso puedes ya ser condenado por la conciencia de los demás; estos otros no tienen derecho a pensar que seas un mal cristiano. El sano puede comer lo que acaso el enfermo no pueda. Pero el sano tampoco va a enfermar porque renuncie a esta comida.

d) Lo definitivo para todos los casos (1Co/10/31-11/01).

31 Así pues, ya comáis, ya bebáis, ya hagáis cualquier otra cosa, hacedlo todo para gloria de Dios. 32 No seáis motivo de tropiezo ni a judíos, ni a griegos, ni a la Iglesia de Dios. 33 Así también yo procuro agradar a todos en todo, sin buscar mi propio provecho, sino el de todos, para que sean salvos. 11. 1 Seguid mi ejemplo, como yo sigo el de Cristo.

Pablo no sabe quedarse en consejos de casuística práctica. Quiere exponer de nuevo toda la cuestión en su total anchura y profundidad. A propósito del tema de la comida de ciertas carnes, aplica y generaliza lo que él considera esencial para un cristiano en toda clase de comidas, y bebidas, y aun en todo género de actividad. Es decir, en ningún caso se detiene en los actos religiosos solamente. Para un cristiano toda está referido a Dios; para un cristiano todo sirve a la gloria de Dios. Ya coma o beba, todo cuanto hace dentro de su existencia humana, y en el uso de las cosas del mundo que el Creador ha destinado al hombre, en todo esto debe marchar hacia Dios, por todo esto debe dar gracias a la divinidad. Y sentirá una alegría mucho más profunda al recordar cuál puede ser el destino de su vida: dar gloria a Dios.

Un doble pensamiento cierra el tema: en primer lugar, de nuevo, la advertencia de que se evite, en todos los aspectos, el escándalo, tomando para ello ejemplo del mismo Pablo. A lo que se añade, con un giro totalmente sorprendente, la alusión al ejemplo de Cristo27. La sentencia es tan rotunda en sí que permite una aplicación general. En ella se expone el principio de la imitación en el sentido de seguimiento, y el seguimiento en el sentido de imitación. La comunidad debe mirarse en el espejo que la vida del Apóstol les ofrece. Pablo ha contrapuesto con suficiente energía su conducta a la de ellos. Entran aquí tanto la audición de la palabra como la contemplación de la existencia vivida. Ambos aspectos deben iluminarse mutuamente. Esto mismo ocurrió en Jesús. Tras la imagen de la vida del Apóstol y bajo sus palabras se hace visible el mismo Jesús. En esta sentencia ha sintetizado realmente el Apóstol toda la vida de Cristo, que no se complació sólo a sí mismo (Rom 15:3), sino que se entregó por nosotros, los muchos, aunque de una manera que no es directamente visible y perceptible para todos. Así ha comprendido Cristo el sentido de su misión y así ha sido entendido, como cumplimiento de las profecías del siervo de Yahveh. Tenemos que partir del hecho de que Pablo tiene siempre ante los ojos esta norma definitiva, aunque no siempre lo afirme expresamente.

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27. Esta idea aparece aquí de una forma tan inesperada que en la división de capítulos efectuada en el siglo Xlll se creyó que formaba parte del capítulo siguiente. Esta decisión fue ciertamente errónea, pero se comprende fácilmente par qué se llegó a ella.

Fuente: El Nuevo Testamento y su Mensaje

Éxo 13:21-22; Éxo 14:22-29.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

— nube: Se trata de la nube que, según Éxo 13:21, acompañó a los israelitas durante su travesía por el desierto del Sinaí y que les marcaba el camino durante el día y los alumbraba durante la noche.

— mar: El mar es el mar Rojo que, según Éxo 14:22, atravesaron milagrosamente los israelitas.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

Advertencia tomada de la historia de Israel. La tradicional división del capítulo fijada aquí por los cristianos en épocas posteriores no es de gran ayuda. El pasaje de 10:1-13 ilustra la verdad de que el Dios del Señor Jesús juzgó a Israel por su conducta idólatra. Dios hará lo mismo con los corintios que insistan en ejercer su derecho a comer en templos de ídolos, a menos que huyan de la idolatría (10:14-22).

1-4 Presentan los impecables antecedentes de los hijos de Dios en el desierto. Ellos habían experimentado con toda claridad la guía de la mano de Dios y fueron testigos de la milagrosa liberación al cruzar el mar (Exo. 13:21; 14:22). Los hijos de Israel experimentaron el tener a Moisés como el agente de la liberación de Israel, y de la misma manera los creyentes en Cristo experimentan el tener a Cristo como su libertador (2). Fueron alimentados con la misma comida espiritual (Exo. 16:15, 35) y sustentados con agua espiritual de la roca (Sal. 78:15), que era Cristo, supliendo sus necesidades en la misma forma que satisface totalmente las necesidades de los corintios (1:4-7, 30). Aquel que estuvo allí al comienzo y que fue el agente de la creación (Juan 1:2-4), y que sustenta todas las cosas (Col. 1:17), estuvo participando activamente en la vida del pueblo de Dios en el AT, de la misma forma que está actuando en las vidas de los creyentes en Cristo en la actualidad. La segunda persona de la Trinidad no apareció repentinamente por primera vez en la encarnación.5 Pero la exclusión de los israelitas del pueblo de Dios tuvo como resultado su muerte en el desierto. Ellos son un tipo o un ejemplo dado como advertencia a los corintios para evitar que repitan el mismo trágico error.

Pablo establece cuatro prohibiciones para los corintios, derivadas del severo juicio de Dios sobre sus hijos que estuvieron en el desierto. (i) Se prohíbe la idolatría, y Pablo cita Exo. 32:6, que podría describir adecuadamente el desordenado comportamiento en una cena realizada en el templo de algún ídolo de Corinto (7). (ii) Se prohíbe la inmoralidad sexual (8), que era una conducta aceptable en esas cenas del siglo I. La consecuencia de tal conducta para Israel fue la exclusión inmediata de la comunidad de los creyentes (Núm. 25:1-9). (iii) Juzgar o tentar a Dios para que actúe (9) también trajo una terrible condenación (Núm. 21:5, 6). Quizá hubiera algunos en Corinto que racionalizaran el ejercicio de su derecho de comer en el templo, basándose en que aún no les había sucedido nada mientras comían y, por lo tanto, nunca les sucedería. (iv) Se les ordenaba no murmurar (10; Núm. 14:2). Algunos quizá se habrían quejado al Señor por las dificultades que experimentaban al vivir en una sociedad que fomentaba el pluralismo religioso; esto los llevaba a negar la bondad de Dios y su providencial determinación de las circunstancias que a ellos les tocaba vivir, en la misma forma en que Israel lo había hecho contra Dios y Moisés.

11 El juicio que vino sobre ellos y que estaba registrado en el AT, significa que sus advertencias deben ser atendidas por aquellos sobre quienes ha llegado el fin de las edades, es decir, el cumplimiento de la promesa hecha a Abraham de bendecir a todas las naciones y no solamente a Israel (Gén. 12:2, 3). 12 Pablo escribe al que piensa estar firme, apoyado en su argumentación de que porque los ídolos no significan nada (8:4), el comer en el templo de un ídolo era perfectamente aceptable (8:10). La advertencia a prestar atención es clara, dado que están dadas todas las posibilidades de que caigan, dada la coherencia de Dios como juez de Israel y de la iglesia. 13 Estos cristianos tan seguros de sí mismos, reciben la advertencia de que toda la humanidad enfrenta tentaciones para ceder y cometer inmoralidades; y ellos no están exentos.

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

10.1ss En el capítulo 9 Pablo se muestra como ejemplo de un cristiano maduro que se disciplina a sí mismo para servir mejor a Dios. En el capítulo 10, usa a Israel como un ejemplo de inmadurez espiritual mostrado en su auto confianza y pérdida de autodisciplina.10.1-5 Las nubes y el mar mencionados aquí hacen referencia al escape del pueblo de Israel de la esclavitud de Egipto, cuando Dios los guió a través de una nube y los trajo de la esclavitud a través del Mar Rojo (Exodo 14). El alimento y la comida espiritual son la milagrosa provisión que Dios les dio mientras peregrinaban por el desierto (Exodo 15; 16).10.2 «En Moisés fueron bautizados» significa que así como estamos unidos a Cristo por el bautismo, los israelitas se unieron al liderazgo de Moisés en los acontecimientos del éxodo.10.7-10 El incidente mencionado en 10.7 se refiere a cuando los israelitas hicieron el becerro de oro y lo adoraron en el desierto (Exodo 32). El incidente en 10.8 es la mención de Num 25:1-9 cuando los israelitas adoraron a Baal-peor y se involucraron en inmoralidad sexual con mujeres moabitas. La referencia en 10.9 es a la queja y fastidio de los israelitas por su alimentación (Num 21:5-6). Pusieron al Señor a prueba, para ver cuán lejos podían ir. En 10.10, Pablo se refiere a cuando el pueblo se quejó contra Moisés y Aarón y les sobrevino las plagas (Num 14:2, Num 14:36; Num 16:41-50). El exterminio del ángel se refiere a Exo 12:23.10.11 Las presiones de hoy hacen que con facilidad olvidemos o pasemos por alto las lecciones del pasado. Pero las advertencias de Pablo nos invitan a recordar las lecciones que los israelitas aprendieron acerca de Dios, de modo que evitemos repetir sus errores. La clave para recordarlos es estudiar la Biblia con regularidad al grado que estas lecciones lleguen a convertirse en advertencias continuas de cómo quiere Dios que vivamos. ¡No necesitamos repetir sus errores!10.13 En una cultura llena de depravación moral y presiones, Pablo dio a los corintios palabras de aliento firmes acerca de la tentación. Dijo: (1) deseos errados y tentaciones son comunes a todos, de manera que no piense que le sucede sólo a usted, (2) otros han resistido las tentaciones y usted también lo puede hacer, (3) toda tentación puede ser resistida porque Dios le ayudará a que así sea. Dios le ayuda a resistir la tentación ayudándole a: (1) reconocer a aquellas personas y situaciones que le originan problema, (2) apartarse de todo aquello que usted sabe que es erróneo, (3) escoger sólo lo que es correcto, (4) orar pidiendo la ayuda de Dios, y (5) buscar la compañía de aquellos que aman a Dios y que serán de ayuda en tiempos de tentación. Huir de la tentación es el primer paso hacia la victoria (véase 2Ti 2:22).10.14 La adoración a los ídolos era la principal expresión religiosa en Corinto. Había varios templos paganos en la ciudad y eran muy populares. Las estatuas de madera o piedra no eran malas en sí mismas, pero la gente les daba crédito por lo que sólo Dios era capaz de hacer, como proveerles un buen clima, cosecha e hijos. La idolatría sigue siendo un serio problema hoy, pero aparece en distintos envoltorios. No ponemos nuestra confianza en estatuas de madera o piedra sino en los billetes y en las tarjetas de crédito. Confiar en las cosas que sólo Dios puede proveer es idolatría. Nuestros ídolos modernos son símbolos de poder, placer o prestigio que son altamente recompensados. Cuando comprendemos los paralelos contemporáneos con la idolatría, las palabras de Pablo «huid de la idolatría» vienen a ser más significativas.10.16-21 La idea de unidad con Dios por medio de la comida sacrificada era muy notoria en el judaísmo y el cristianismo así como también en el paganismo. En los tiempos del Antiguo Testamento, cuando un judío ofrecía un sacrificio, comía parte del mismo como una manera de restaurar su unidad con Dios, contra quien había pecado (Deu 12:17-18). En forma similar, los cristianos participan en un sacrificio hecho una sola vez y para siempre, cuando comen el pan y beben el vino que representan su cuerpo y sangre. Los convertidos recientes del paganismo no serían ayudados si a sabiendas comían la carne ofrecida a los ídolos.10.21 Como seguidores de Cristo debemos darle toda nuestra lealtad. No podemos, como Pablo explica, comer «pan de la mesa del Señor y de la mesa de los demonios». Comer de la mesa del Señor significa comunión con Cristo e identificación con su muerte. Comer de la mesa de los demonios significa identificarse con Satanás, participando en actividades de adoración o que promueven idolatría (o maldad). ¿Está usted tratando de llevar dos vidas, siguiendo los deseos de Cristo como también los de la multitud? La Biblia dice que no puede hacer ambas cosas al mismo tiempo.10.23, 24 Algunas veces es difícil saber cuándo marginamos al hermano débil. Pablo nos da una regla simple para ayudarnos a tomar una decisión: debemos actuar con sensibilidad y gracia. Aunque algunas acciones no sean erróneas, pueden no resultar en el mejor interés de otros. Al tener libertad en Cristo, no debiéramos usarla al costo de herir al hermano o hermana cristianos. No nos consideremos sólo a nosotros mismos, seamos sensibles a los demás. Para obtener mayor información acerca desde nuestra actitud hacia el hermano débil véanse las notas a 8.10-13 y Romanos 14.10.25-27 Pablo dio una solución al dilema: compre todo lo que se venda en la carnicería sin preguntar si ha sido ofrecido a los ídolos. Hacer eso no le afectará de ninguna forma y la conciencia de uno no tendrá problemas. Cuando nos preocupamos mucho por cada hecho que nos ocurre, nos volvemos legalistas y no disfrutamos la vida. Dios nos ha enriquecido con muchas cosas para gozarnos. Todo proviene de Dios y El nos ha dado todo para que lo disfrutemos. Si sabemos que algo causa problemas, entonces debemos enfrentar dicho inconveniente, pero no necesitamos buscar problemas.10.28-33 ¿Por qué debemos estar limitados por la conciencia de otra persona? Simplemente porque hacemos todas las cosas para la gloria de Dios, incluso nuestro comer y beber. Nada que hagamos debe causar tropiezo a otros. Debemos hacer lo que es mejor para los demás, para que puedan ser salvos. Por otro lado, los cristianos no deberían diplomarse como personas débiles con conciencia hipersensibles. Los líderes cristianos deberían enseñar cuidadosamente acerca de nuestra libertad en asuntos que no están expresamente prohibidos en las Escrituras.10.31 El amor de Dios debe permear nuestras vidas al grado que todo lo que hagamos sea para su gloria. Mantenga esto como un principio directriz, preguntándose: ¿Es para la gloria de Dios? o ¿Cómo puedo glorificar a Dios por medio de esto?10.33 El criterio de Pablo no era qué es lo que más le gustaba, sino qué era lo mejor para los que lo rodeaban. La actitud opuesta podría ser: (1) ser insensibles y hacer lo que nos guste, sin importar quién resulte herido, (2) ser sensibles y no hacer nada, por temor a que alguien pueda ser marginado, (3) ser alguien que dice «sí» a todo, y se mete en todo, procurando ganar la aprobación de la gente antes que la de Dios. En esta era de «yo primero» y «buscando al número uno», Pablo introduce una declaración que es una buena norma. Cuando el hacer el bien a otros es una prioridad en nosotros, desarrollamos un corazón de siervo que agrada a Dios.

Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir

REFERENCIAS CRUZADAS

a 465 Éxo 13:21

b 466 Éxo 14:22

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

1 (1) Porque indica que el cap.10 no es sólo una continuación del cap.9, sino también una definición adicional de lo que significa correr la carrera, lo cual se menciona en 9:24-27, y usa como ejemplo el cuadro de los hijos de Israel corriendo en la «pista de carreras» en el desierto para entrar a la tierra prometida.

1 (2) Esto hace referencia a la expresión ¿No sabéis? de 9:24.

1 (3) Esto indica que todos los hijos de Israel que habían disfrutado la Pascua entraron en la carrera, y que comenzaron a correrla desde el día en que partieron de la tierra de Ramesés.

1 (4) La nube que cubría a los hijos de Israel tipifica al Espíritu de Dios, quien está con los creyentes neotestamentarios. Inmediatamente después de que estos creyentes toman a Cristo como su Pascua (5:7), el Espíritu de Dios viene para estar con ellos y guiarlos a correr la carrera cristiana, así como la columna de nube guió a los hijos de Israel (Éxo_13:21-22 ; Éxo_14:19-20).

Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro

nuestros padres. La nación de Israel es ahora usada como ilustración de algunos que fueron descalificados (1Co 9:27).

bajo la nube. La que les guiaba (Éxo 13:21-22; Éxo 14:19).

pasaron el mar. Cp. Éxo 14:15-22.

Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie

48 (c) Los peligros del exceso de con­fianza (10,1-13). Utilizando ejemplos del AT, Pablo advierte a los corintios que incluso los llamados por Dios pueden ser condenados por infidelidad. 1-4. Pablo establece un paralelo entre la situación de los israelitas en el desier­to y la de los corintios. Da por supuesto que sus lectores están familiarizados con la narra­ción del Éxodo, cuyo orden sigue: la nube (Éx 13,21), el mar (14,21), el maná (16,4.14-18), el agua (17,6) y la rebelión (32,6). 1. bajo la nube: Como en Sal 105,39 LXX. 2. bautizados en Moisés: Interpretación puramente cristiana inspirada por «bautizados en Cristo» (Gál 3,27; Rom 6,3). 3-4. comida/bebida espiritual: El adj. pneumatikon evoca su origen milagroso; la alu­sión a la eucaristía es evidente, la roca que les seguía: En el AT no hay indicio alguno de un movimiento de la roca, pero una interpreta­ción judía de Nm 21,17 dio pie a la aparición de una leyenda (véase E. E. Ellis, JBL 76 [1957] 53-56). la roca era Cristo: Para que los corintios comprendieran más claramente el paralelo de las situaciones, debían ver la roca de entonces como equivalente al Cristo de ahora; el ele­mento común es la continuidad del dar, no la identificación establecida por Filón entre la roca y la Sabiduría (Leg. alleg. 2.86). Se usa el tiempo pasado, no porque Cristo existiera en el pasado, sino porque la roca no está en el pre­sente (véase Dunn, Christology 183-84). 6. estas cosas sucedieron como tipos para nosotros: Pa­blo se ha estado basando en el sentido típico de Éx (® Hermenéutica, 71:46-48). 7. no os hagáis idólatras: Aunque los corintios no daban culto a dioses paganos, algunos participaban en co­midas cultuales paganas (véanse 8,10; 10,14-22). se levantó a divertirse: La tradición judía explicaba el vb. hebr. subyacente tras paizein de diversas maneras (Sota 6,6), especialmente como inmoralidad sexual, sentido que debe de ser, según indica la inmediata referencia a la fornicación, el que la expresión tiene en este caso (véase 9,5). 8. Según Nm 25,1-9, el nú­mero fue 24.000. 9. Nm 21,4-6. Los corintios estaban poniendo a Dios a prueba con su ego­centrismo infantil. 10. Probablemente Nm 17,10. el exterminador: Este término no apare­ce en los LXX. Basándose en Éx 12,23; 2 Sm 24,16; 1 Cr 21,15; Sab 18,20-25, los rabinos creían que existía un ángel exterminador espe­cial (Str-B 3.412). 11. Véase el comentario al v. 6. que hemos llegado a los términos de los tiem­pos: No existe ninguna explicación realmente satisfactoria del pl., pero el significado es que los cristianos están viviendo en el último pe­ríodo de la historia humana (® Teología pauli­na, 82:42). 12. Ésta es la idea principal de la sección entera. 13. superior a la medida huma­na: Los corintios, algunos de los cuales se con­sideraban espiritualmente tan superiores, no habían superado las pruebas que ordinaria­mente acosan a la humanidad. Pero podrían haber resistido. Dios permitirá que sean pues­tos a prueba, pero nunca de manera que el fra­caso sea inevitable.
(Goppelt, L., «Paul and Heilsgeschichte: Conclusions from Rom 4 and 1 Cor 10:1-13», Int 21 [1967] 315-26. Martelet, G., «Sacrements, figures et exhortation en 1 Cor x, 1-11», RSR 44 [1956] 323-59.515-59. Meeks, W. A., «»And Rose up to Play”: Midrash and Paraenesis in 1 Cor 10:1-22», JSNT 16 [1982] 64-78. Perrot, C., «Les exemples du désert (1 Co 10,6-11)», NTS 29 [1983] 437-52.)
49 (d) La trascendencia de los gestos so­ciales (10,14-22). Al participar en los banque­tes de los templos (8,10), los fuertes no tenían intención de dar culto a los ídolos, pero Pablo creía que tales gestos sociales tenían una tras­cendencia objetiva que era independiente de las intenciones de quienes los realizaban. Del mismo modo había argumentado a propósito del coito en 6,12-20. 14. huid: Nótese el para­lelo con 6,18a. 15. personas sensatas: Se apela a la razón, pero la premisa básica es una cues­tión de fe. 16. comunión: Pablo empieza por establecer puntos de coincidencia. Los corin­tios aceptan la identificación del pan y el vino de la eucaristía con Cristo, y creen que com­partir esta comida produce una común-unión o unión-compartida (koinónia), llamada así porque tiene dos centros: Cristo y los demás creyentes. El orden habitual de pan y copa (11,23-29) se invierte para facilitar la transi­ción al versículo siguiente. 17. un solo pan: Al compartir la única fuente de vida, el pan que es el cuerpo de Cristo, los creyentes quedan constituidos en un cuerpo cuya diversidad se enraíza en una unidad orgánica. 18. Israel: Co­mo un ejemplo más del mismo tipo de fenó­meno, Pablo evoca el sacrificio israelita de co­munión (véase R. de Vaux, Studies in Oíd Tes­tament Sacrifice [Cardiff 1964] 27-51), en el cual la víctima era dividida entre Dios (repre­sentado por el altar), el sacerdote y el oferente (Lv 3 y 7; 1 Sm 9,10-24). Se entendía que ese compartir creaba un vínculo entre todos los implicados. 19. que los ídolos sean algo: Pablo se anticipa a una objeción. La inexistencia de los ídolos (8,4) no afecta a la validez de la ana­logía del apóstol. 20-21. La ausencia de una auténtica dimensión vertical en el culto a los ídolos no acababa con la dimensión horizon­tal establecida por el gesto de compartir. Así, al participar en los banquetes de los templos, los fuertes entraban en «común-unión» con los paganos que con su fe daban a los ídolos una existencia subjetiva, hecho que facilitaba la actividad de las fuerzas contrarias a Dios que andaban sueltas por el mundo («demo­nios»). Los fuertes eran «comensales de los demonios» en la medida en que destruían a otros cristianos e iniciaban la destrucción de la co­munidad (8,10-12). Ésta no era en absoluto su intención, pero era de hecho la consecuencia de sus actos. 22. Dios es más fuerte que los fuertes.
50 (e) Los escrúpulos de los débiles (10,23-11,1). Tras haber abordado la actitud de los fuertes respecto a la carne sacrificada a los ídolos, directamente en 8,1-13 e indirecta­mente en 9,1-10,22, Pablo pasa en este mo­mento a analizar la postura de los débiles, que también presenta aspectos censurables. 23. Se critica de nuevo el lema corintio de 6,12, pero esta vez desde una perspectiva comunitaria. conveniente: Esto se explica con «edificar» (oikodomein), que se refiere principalmente a la edificación de la comunidad (véanse los caps. 12-14). 24. el otro: En este contexto denota a aquel del que instintivamente discrepo (Ba­rrett); se aplica igualmente a fuertes y débiles. 25. de todo: El pragmatismo absoluto de este consejo («quien no sabe no se duele») de­muestra hasta qué punto Pablo se había apar­tado del principio judío de que «una persona ignorante no puede ser santa» (m’Abot 2,6; cf. 4,13). 26. Esta cita de Sal 24,1 era utilizada por los judíos para justificar la bendición de los alimentos (véase E. Lohse, ZNW 47 [1956] 277-80), pero ciertamente no para legitimar su consumo indiscriminado. 27. si os invita un pagano: A la luz de la prohibición de 10,20-21, debe de ser a una comida en un domicilio par­ticular. 28-29a. Pablo pasa de repente a cen­trar su atención en el hecho de que sus pala­bras también serían leídas por los fuertes, de ahí que haga un inciso para recordarles que la norma de conducta enunciada en 8,13 sigue en vigor, en atención a quien os lo ha indicado: Lo mismo que en 8,11, Pablo hace hincapié en la persona (10,24), pero añade una referencia a la syneidésis (véase el comentario a 8,7), el término preferido de los corintios, pero que él tiene que matizar inmediatamente para evitar malentendidos. Comer tal carne resultaría pe­noso sólo para la conciencia de los débiles, a cuyo número pertenecía quien había hecho la indicación. 29b-30. Pablo pasa a la 1a pers. sg. como en 8,13 y habla desde la perspectiva de los fuertes que habían sido atacados por los débiles, ¿qué bien le hace a mi libertad ser juz­gada por la conciencia de otro?: Los débiles da­ban por sentado que los fuertes estaban ac­tuando también contra sus conciencias, y los difamaban públicamente (véase J. MurphyO’Connor, RB 85 [1978] 555-56). A lo cual los fuertes respondían con la indignada pregunta: «¿Por qué se me culpa?». El hecho de que ben­dijeran su comida dando gracias a Dios indi­caba que actuaban de buena fe. Al adoptar la postura de los fuertes, Pablo censuraba la fal­ta de caridad de los débiles. 31. hacedlo todo para gloria de Dios: Nótese la exhortación con­clusiva paralela de 6,20; véase el comentario a 2,7. 32. sed intachables tanto para judíos como para gentiles: Como indica el versículo siguien­te, la comunidad tiene una responsabilidad misionera (14,3; Flp 2,14-16). Se debe poten­ciar positivamente la conversión, y no limitar­se a evitar poner obstáculos. 33. yo procuro complacer: Éste compendio de su postura mi­sionera (véase el comentario a 9,19-23) no contradice Gál 1,10 ni 1 Tes 2,4. 11,1. Cristo es el ideal de humanidad que todos los creyentes deben esforzarse por alcanzar; pero, dado que no pueden verlo, el comportamiento de Pablo debe reflejar «la vida de Jesús» (2 Cor 4,10). Ésta es la única hermenéutica auténtica. Este tema aparece en relación con todas y cada una de las comunidades que Pablo conoció perso­nalmente (1 Cor 4,16; Gál 4,12; Flp 3,17; 4,9; 1 Tes 1,6; 2,14).
(Véase la bibliografía, ® 41 supra. Betz, H. D., Nachfolge und Nachahmung Jesu Christi int Neuen Testament [BHT 37, Tubinga 1967], Cadbury, H. J., «The Macellum of Corinth», JBL 53 [1934] 134-41. De Boer, W. P., The Imitation ofPaul [Kampen 1962], Stanley, D. M., «“Become Imitators of Me”: The Pauline Conception of Apostolic Tradition», Bib 40 [1959] 859-77.)

Fuente: Nuevo Comentario Biblico San Jeronimo

nube…Éxo 13:21-22; mar… Éxo 14:22-29.

Fuente: Biblia Textual IV Edición

R419 En la construcción οἱ πατέρες ἡμῶν πάντες, el énfasis está en el sustantivo πατέρες y no en el adjetivo (por causa del orden de las palabras: nuestros padres todos estuvieron).

Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego

g Éxo_13:21-22.

10.1 g Éxo_14:22-29.

Fuente: La Biblia Textual III Edición

[5] ¿Cuántas personas nacidas de nuevo tristemente permanecen en la ignorancia del hecho que sus padres físicos fueron los que salieron de Egipto? Este capítulo fue Escrito para que termine con vuestra ignorancia en esta área.

[6] Pablo, un Rabí Judío y Fariseo, afirmó que los padres físicos de la congregación de Corinto, o eidta, eran realmente aquellos que con sus padres físicos (observa el término “nuestros»), salieroon de Egipto y desobedecieron a YHWH en el desierto. También observa la expresión “todos nuestros padres” lo cual significa que todos los patriarcas que compartimos y también puede significar los padres de todos nosotros. Todos los creyentes Judíos juntamente con los Efraimitas en Corinto, tienen los mismos padres biológicos y que experimentaron los mismos eventos históricos.

[1] Observa que la Roca (Yahshua-YHWH) era spiritual. Pero los antepasados físicos de nuestros hermanos Efraimitas en Corinto eran físicos.

[2] Estas cosas que ocurrieron a nuestros antepasados nos sirven de ejemplo a nosotros para que no repitamos los mismos errores de nuestros antepasados Israelitas.

[3] La advertencia es simple. Sucedió anteriormente a Israel y puede suceder a la últimas generaciónes de Israel también.

[4] Si Efraím verdaderamente va ser repatriado a Israel con Judah, tiene que total y completamente renunciar a toda forma de idolatría continuada.

[5] De este único versículo, toda fe en una entidad teológica separada nos muestra que es del diablo. Cualquier división del pueblo de YHWH en Judío y Gentil, o cualquier otra forma de división fuera de la Nación de Israel, es vista como el establecimiento separado de expression o entidad. Una vez que entendemos que YHWH tiene solamente un elegido, y entendemos que no corresponde a los Israelitas de correr hácia las practicas gentiles, sino a los redimidos no Judíos correr hácia las prácticas Israelitas, toda nuestra comprensión del resto de las Escrituras todas las piezas del rompecabezas caerán en su sitio.

[6] Una referencia obvia a las partes no salvas de Israel Judío.

[7] La adoración mezclada de los Israelitas de Corinto es comparado y contrastado con la adoración de los gentiles, que por definición son paganos. Uno no puede ser “un gentil salvo ” de igual manera que uno no puede ser un cerdo limpio. Los Gentiles adoran a los demonios. Los Israelitas adoran a YHWH a través de Su Hijo. Los creyentes nacidos de nuevo del primer siglo y en adelante eran vistos como Israelitas.

[8] Esto puede parecer duro, pero las Escrituras son muy claras aquí. Un Israelita nacido de nuevo que guarda la Torah no puede tener una relación cercana con cualquiera que se ve a si mismo como un gentil, porque por definición bíblica, los gentiles adoran a los demonios.

[9] Los Israelitas son uno cuando adoran juntos. Tampoco debemos de tener una relación cercana con el Israel según la carne (Judah sin regenerar) como se afirma en el verso18 ni con gentiles en un falso sistema de adoración, ni con paganos. Nuestra comunión tiene que ser con otros Israelitas Nazarenos.

[10] Esto no quiere decir que podemos comer alimentos no kosher (impuros). Más bien si un animal es puro conforme se define en la Torah, el pueblo de Israel que lo coma, ya que nos son responsables del origen de la carne. En zonas paganas, no era posible de poder asegurar sin duda si la carne había sido o no había sido usada en rituales de templos paganos.

[1] Quiere decir que mientras que sea puro/kosher y el origen no pueda ser determinado, un Israelita puede comer con la conciencia limpia.

[2] Judíos no creyentes.

[3] Efraimitas no creyentes, o paganos.

[4] Los redimidos de ambas casas y los unidos a ellos.

Fuente: Escrituras del Nombre Verdadero

[1] Ex 13, 21; Num 9, 21.[2] Símbolo de nuestro bautismo. Ex 14, 22.[4] Agua milagrosa que la vara de Moisés hizo manar de una peña.[7] Bailando en torno del becerro de oro. Ex 32, 6.[9] Dudando de las promesas de Dios y pidiendo a Moisés milagros. Num 20; 21.[10] Num 11, 1; 14, 2.[24] Filp 2, 4.[30] La caridad y el amor al prójimo obligan a no escandalizarlo y a privarse aun de lo que es lícito.

Fuente: Notas Torres Amat

* La nube de la presencia de Dios, el pase a través del Mar rojo.

Fuente: Versión Biblia Libre del NuevoTestamento