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Comentario de 1 Corintios 1:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de 1 Corintios 1:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Pablo, llamado a ser apóstol de Cristo Jesús por la voluntad de Dios, y el hermano Sóstenes;

1:1

— Pablo — Su nombre hebreo helenizado (hecho griego) era Saulo (Hch 7:58; Hch 13:9). A partir de Hch 13:9, Lucas lo llama por su nombre romano, Pablo, ya que comienza de lleno su obra entre los gentiles.

— llamado a ser apóstol — Las dos palabras “a ser” en las versiones que yo considero buenas aparecen en letra cursiva, para indicar que han sido agregadas al texto original. La P.B. dice, “Pablo apóstol llamado de Jesu-Cristo”. El punto es que Pablo reclama, no solamente ser apóstol, sino uno llamado por Jesucristo. (No lo merecía, ni se lo apropió a sí mismo). Su apostolado llevaba en sí la autoridad de Cristo mismo. Véanse 2Co 1:1; Gál 1:1; Gál 1:15-16; Efe 1:1; Efe 3:2-3; Col 1:1; 1Ti 1:1; 2Ti 1:1; Tit 1:1. Pablo era un embajador de Cristo (2Co 5:20). Al escribir, pues, escribía “mandamientos del Señor” (1Co 14:37).

Aunque el cristiano no es apóstol, ni embajador, sí ha sido llamado, pero por medio del evangelio (2Ts 2:14).

La palabra “apóstol” es una voz que ha sido transliterada, y no traducida. Es una palabra eclesial, como las son muchas otras palabras en nuestras versiones. Traducida, viene siendo “enviado (con órdenes que cumplir)”. Por eso este vocablo griego se aplica a Cristo (Heb 3:1, “apóstol”), por ser enviado al mundo, y a los mensajeros de las iglesias (2Co 8:23, “mensajeros”; Flp 2:25, “mensajero”), por ser enviados por las iglesias. También se aplica a Bernabé (Hch 14:14), quien fue enviado en esta misión especial (13:2).

En sentido general parece aplicarse a evangelistas sobresalientes, tal vez a Silvano y a Timoteo (1Ts 1:1; 1Ts 2:6, “apóstoles”).

— de Jesucristo por la voluntad de Dios — Solamente los doce (Mat 10:1-4), y Pablo, eran enviados de Cristo con una misión particular de este tamaño.

Pablo no había tomado esta comisión para sí mismo; no era “falso apóstol” (2Co 11:13). La recibió de Cristo (Gál 1:1; Gál 1:12). Pablo había establecido la iglesia en Corinto (Hch 18:1-28), y glorificaba su apostolado (9:1,2), porque ciertos falsos hermanos (2Co 11:26) lo desacreditaban (1Co 9:3), hablando de él con desdén (2Co 10:10). Con esta declaración Pablo pone su apostolado a la par con el de los doce apóstoles llamados por Cristo durante su ministerio personal (Luc 6:12-16). Véase 1Co 15:9-11.

Pablo ejerce autoridad divina, y no humana. Tan importante es su llamamiento al apostolado que Lucas lo relata tres veces (Hechos capítulo 9, 22, 26).

La voluntad de Dios no es irresistible de parte del hombre; el calvinismo enseña al contrario. Pablo dice en Hch 26:19 que no fue rebelde (desobediente, V. M.) a ese llamamiento al apostolado, implicando la realidad de que pudo haber rehusado obedecer a la voluntad de Dios. Claro es que aunque el hombre puede resistir la voluntad de Dios, ¡no lo puede hacer sin sufrir consecuencias fatales!

— y el hermano Sóstenes — La frase “ el hermano ” indica que era persona bien conocida. Puede ser la misma persona mencionada en Hch 18:17. Si el caso es así, entonces fue convertido en cristiano después del suceso de 18:17. Ahora está como colaborador de Pablo en Efeso y Pablo le asocia consigo en la salutación de esta carta, no porque en realidad sea corredactor de ella, sino por ser él de Corinto y porque compartiría las instrucciones y exhortaciones de Pablo a la iglesia de su ciudad.

Como indico arriba, es obvio que este Sóstenes era un hermano en Cristo bien conocido a los corintios. Si un principal de la sinagoga (archisunagogos) en Corinto había sido convertido, Crispo (Hch 18:8), ¿por qué no pudo haberlo sido otro (ver. 17)?

A partir del ver. 4, Pablo usa la primera persona singular (yo), y no el plural (nosotros, como si Sóstenes también fuera redactor de esta carta).

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

llamado. Rom 1:1; Gál 2:7, Gál 2:8.

apóstol. 1Co 3:9; 1Co 9:1, 1Co 9:2; 1Co 15:9; Luc 6:13; Jua 20:21; Hch 1:2, Hch 1:25, Hch 1:26; Hch 22:21; Rom 1:5; 2Co 11:5; 2Co 12:12; Gál 1:1; Efe 4:11; 1Ti 1:1; 1Ti 2:7.

por la voluntad de Dios. 1Co 6:16, 1Co 6:17; Jua 15:16; 2Co 1:1; Gál 1:15, Gál 1:16; Efe 1:1; Col 1:1.

y Sóstenes. Hch 18:17.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Después de su salutación y acción de gracias, 1Co 1:1-9,

les exhorta a la unidad, 1Co 1:10, 1Co 1:11,

y reprueba sus disensiones, 1Co 1:12-17.

Dios destruye la sabiduría de los sabios, 1Co 1:18-20,

por la locura de la predicación, 1Co 1:21-25;

y no llama a los sabios, poderosos y nobles, 1Co 1:26, 1Co 1:27,

sino a los necios, débiles y a hombres sin importancia. 1Co 1:28-31.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

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LA IGLESIA DE CORINTO ERA UNA IGLESIA QUE TENÍA GRAVES problemas. Contaminada con la inmoralidad sexual, dividida por facciones que se llevaban a juicio en los tribunales, y traumatizada por el abuso de los dones espirituales, esta iglesia necesitaba someterse a una cirugía espiritual radical. Aunque eran creyentes verdaderos, los corintios tenían que crecer mucho. Tenían que dejar de seguir la inmoralidad, el egoísmo y la vía contenciosa de sus vecinos paganos en Corinto, la ciudad notoriamente inmoral de la época. Se puede sentir la desilusión de un padre herido en las severas palabras de Pablo a los corintios. Sin embargo, como un cirujano, Pablo diagnosticó el problema y dirigió sus esfuerzos a la fuente misma: la soberbia y la falta de verdadero amor en la iglesia.

Primera de Corintios es una respuesta a dos cartas. Pablo dejó la iglesia de Corinto bajo el liderazgo de Aquila y Priscila en la primavera del año 53 d.C. a fin de proseguir su segundo viaje misionero. Durante su tercer viaje, mientras estaba en Éfeso, recibió dos cartas de creyentes corintios. Una era un informe perturbador de la casa de Cloé (1Co 1:11). La carta detallaba las divisiones y la inmoralidad en la iglesia. Estos problemas surgieron debido a que la joven iglesia corintia no se protegió de la decadente cultura de la ciudad. La inmadurez de los corintios dio espacio para las divisiones sectarias. Los creyentes se definían como seguidores de un líder cristiano específico y no como seguidores de Cristo (1Co 3:1-9). Además, se llevaban a los tribunales (1Co 6:1). El deseo de presentar demanda contra otro en vez de resolver las disputas en el ámbito de la iglesia, delataba su inmadurez y desplazaba la confianza hacia la sabiduría humana. La inmoralidad sexual se convirtió en un problema para la iglesia a pesar de una carta anterior (que no se preservó) en que Pablo les advertía al respecto (1Co 5:9-11).

La segunda carta que Pablo recibió era un conjunto de preguntas que Estéfanas, Fortunato y Acaico trajeron desde Corinto (1Co 16:15-18). Las detalladas preguntas eran respecto al matrimonio y la soltería (1Co 7:1-40) y a la libertad cristiana (1Co 8:1-13; 1Co 9:1-27; 1Co 10:1-33; 1Co 11:1).

Pablo escribió 1 Corintios para responder ambas cartas y dar algunas instrucciones adicionales. Les enseña sobre el decoro en los cultos de adoración (1Co 11:2-16); la solemnidad de la Cena del Señor (1Co 11:17-34), y el lugar de los dones espirituales. Aunque eran muy dotados, en su inmadurez los corintios abusaban de sus dones. Pablo recuerda a los corintios que los dones vienen de Dios (1Co 12:11) y son para unificar y edificar la iglesia (1Co 12:24, 1Co 12:25; 1Co 14:1-4). En conclusión, Pablo rectifica un error doctrinal y escribe la explicación más detallada de la resurrección de Cristo y de los cristianos (1Co 15:1-58). Aun cuando la iglesia está plagada de problemas, Pablo finaliza su polémica carta con una nota de esperanza. Los corintios podían tener la victoria sobre el pecado y la muerte, porque en su muerte y resurrección, Jesús ya la obtuvo en forma decisiva (1Co 15:57).

Corinto era una importante ciudad de la antigua Grecia. Geográficamente era un centro ideal para el comercio entre Italia y Asia. Junto con el flujo de mercancías, Corinto recibía viajeros del oriente y del occidente, y creaba la diversidad étnica entre los habitantes de la ciudad. Aunque fue saqueada por los romanos el año 146 a.C. fue reedificada por Julio César el año 46 a.C. El control sobre Corinto permitía a los romanos dominar el comercio este oeste y los juegos ístmicos (1Co 9:24-27), que sólo eran superados en importancia por los célebres juegos olímpicos.

El éxito comercial de Corinto sólo tenía por rival a su decadencia. La inmoralidad de corinto era tan famosa que Aristófanes acuñó la palabra griega korintiazomai (que significa «actuar como un corintio») como sinónimo de la inmoralidad sexual. Los dramas griegos de la época solían representar a los corintios como borrachos o depravados. Los corintios atraían la atención a su lascivia mediante el culto de Afrodita, la diosa del amor y la belleza. Pero Corinto era también una localización estratégica para la propagación del evangelio. La naturaleza corrupta de la ciudad era una oportunidad única para exhibir ante el mundo romano el poder transformador de Jesucristo.

Hch 18:1-18 narra la fundación de la iglesia en Corinto. Pablo visitó la ciudad en su segundo viaje misionero, después de salir de Atenas. Esta visita inicial probablemente ocurrió en el otoño del año 52 d.C. Pablo, Silas, Timoteo y Lucas salieron de Troas hacia Macedonia unos ocho meses antes e iniciaron iglesias en Filipos, Tesalónica y Berea. Lucas permaneció en Filipos, y Silas y Timoteo en Tesalónica, mientras Pablo viajaba a Atenas. El ministerio de Pablo en Atenas fue desalentador, quizás lo desilusionó para su entrada en Corinto, donde hacía tiendas durante la semana y predicaba en la sinagoga los días de reposo. Después que los judíos de Corinto rechazaron el mensaje de Pablo, comenzó a predicarle a los gentiles. Realizó su ministerio en Corinto durante dieciocho meses, y finalmente, se estableció una iglesia. Esta iglesia, como la ciudad, tenía la misma mezcla de nacionalidades. Aunque había algunos judíos convertidos, la mayoría de los creyentes eran gentiles (1Co 12:2).

Al mismo tiempo que la iglesia de Corinto reflejaba el carácter multinacional de la ciudad, reflejaba también algo de la inmoralidad de Corinto. El tono punzante de 1 Corintios viene como resultado del deseo urgente de Pablo de hacer volver a la iglesia al buen camino.

Primera de Corintios menciona dos veces a Pablo como el autor (1Co 1:1, 1Co 1:2; 1Co 16:21). La erudición bíblica acepta casi unánimemente la autoría de Pablo de 1 Corintios. Uno de los testigos más antiguos acerca de la autoría paulina era Clemente de Roma (ca. 95 d.C.

Es muy probable que Pablo haya escrito la epístola mientras ministraba en Éfeso durante su tercer viaje misionero. En 1Co 16:8, Pablo dice que permanecerá en Éfeso hasta Pentecostés. Esto, unido con Hch 20:31, indica que él escribió el último año de los tres años que permaneció en Éfeso, en algún momento de la primavera del año 56 d.C. Por ese tiempo la iglesia de Corinto tendría unos cuatro años de existencia.

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Bosquejo

I. Introducción 1Co 1:1-9

II. Respuesta de Pablo al informe de Cloé 1Co 1:10-31; 1Co 2:1-16; 1Co 3:1-23; 1Co 4:1-21; 1Co 5:1-13; 1Co 6:1-20

A. Divisiones en la iglesia 1Co 1:10-31; 1Co 2:1-16; 1Co 3:1-23; 1Co 4:1-21

1. Informe de las divisiones 1Co 1:10-17

2. Causas de las divisiones 1Co 1:18-31; 1Co 2:1-16; 1Co 3:1-23; 1Co 4:1-21

B. Incesto en la iglesia 1Co 5:1-13

C. Juicios entre miembros de la iglesia 1Co 6:1-11

D. Inmoralidad sexual en la iglesia 1Co 6:12-20

III. Respuestas de Pablo a las preguntas de los corintios 1Co 7:1-40; 1Co 8:1-13; 1Co 9:1-27; 1Co 10:1-33; 1Co 11:1-34; 1Co 12:1-31; 1Co 13:1-13; 1Co 14:1-40

A. Deberes matrimoniales 1Co 7:1-40

B. Libertades cristianas 1Co 8:1-13; 1Co 9:1-27; 1Co 10:1-33; 1Co 11:1

1. Carne sacrificada a los ídolos 1Co 8:1-13

2. Libertad apostólica 1Co 9:1-27

3. Sacrificios paganos 1Co 10:1-22

4. Limitaciones de la libertad 1Co 10:23-33; 1Co 11:1

C. El culto correcto 1Co 11:2-34

1. El velo de las mujeres 1Co 11:2-16

2. La Cena del Señor 1Co 11:17-34

D. Dones espirituales 1Co 12:1-31; 1Co 13:1-13; 1Co 14:1-40

1. La fuente de los dones espirituales 1Co 12:1-11

2. Unidad y diversidad de los dones 1Co 12:12-31

3. Amor y dones 1Co 13:1-13

4. Directrices para los dones 1Co 14:1-25

5. Uso ordenado de los dones 1Co 14:26-40

IV. La resurrección de Cristo y de los creyentes 1Co 15:1-58

A. La resurrección de Cristo 1Co 15:1-11

B. Necesidad de la resurrección 1Co 15:12-34

C. La resurrección de los creyentes 1Co 15:35-58

V. Conclusión 1Co 16:1-24

A. La colecta para los santos 1Co 16:1-4

B. Pedidos personales 1Co 16:15-18

VI. Saludos finales 1Co 16:19-24

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

Las palabras de Pablo en la introducción son más que un simple saludo. Los primeros versículos presentan los temas de la carta. Así, en su saludo, Pablo introduce su autoridad apostólica (1Co 9:1-27), la santificación de sus lectores (1Co 5:1), y la unidad de todos los creyentes (1Co 1:10-17), todos temas de importancia en la carta y preocupaciones por los creyentes corintios.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

por la voluntad de Dios: La iglesia de Corinto valorizaba enormemente la sabiduría humana. Este énfasis indebido hizo que algunos en la iglesia se opusieran a la autoridad de Pablo (v. 1Co 1:12; 1Co 9:1, 1Co 9:2). Olvidaban que Jesucristo mismo lo llamó a su ministerio como apóstol de Jesucristo (Pablo usa el mismo título en 2Co 1:1).

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

Introducción a 1 Corintios

Bosquejo

Introducción (1Co 1:1-9)

I. Exposición de los problemas acerca de los cuales se había informado a Pablo (1Co 1:10-31; 1Co 2:1-16; 1Co 3:1-23; 1Co 4:1-21; 1Co 5:1-13; 1Co 6:1-20)

A. Divisiones en la iglesia (1Co 1:10-31; 1Co 2:1-16; 1Co 3:1-23; 1Co 4:1-21)

1. Cuatro facciones (1Co 1:10-17)

2. Causas de las divisiones (1Co 1:18-31; 1Co 2:1-16; 1Co 3:1-23; 1Co 4:1-5)

a. Un concepto equivocado de la sabiduría (1Co 1:18-31; 1Co 2:1-16; 1Co 3:1-4)

b. Un concepto equivocado del ministerio cristiano (1Co 3:5-23; 1Co 4:1-5)

3. Una apelación a la reconciliación (1Co 4:6-21)

Principio: La iglesia, cuerpo de Cristo (cf. 1Co 12:12 ss), no se debe dividir (1Co 1:10; 1Co 1:13)

B. Problemas morales en la iglesia (1Co 5:1-13; 1Co 6:1-20)

1. Un problema de incesto y la disciplina eclesial (1Co 5:1-13)

2. El problema de los pleitos entre creyentes (1Co 6:1-11)

3. El problema de la inmoralidad sexual (1Co 6:12-20)

Principio: Los que están unidos al Señor deben comportarse de manera que le den honra (1Co 6:17; 1Co 6:20).

II. Respuestas a las preguntas que los corintios habían hecho por escrito (1Co 7:1-40; 1Co 8:1-13; 1Co 9:1-27; 1Co 10:1-33; 1Co 11:1-34; 1Co 12:1-31; 1Co 13:1-13; 1Co 14:1-40; 1Co 15:1-58; 1Co 16:1-9)

A. Preguntas respecto al matrimonio (1Co 7:1-40)

1. Matrimonio y celibato (1Co 7:1-9)

2. Obligaciones de los seguidores de Cristo en el matrimonio (1Co 7:10-16)

3. Principio de contentamiento (1Co 7:17-24)

4. Consejo a los solteros (1Co 7:25-38)

5. Instrucciones acerca de segundas nupcias (1Co 7:39-40)

Principio: Dios concede a algunos el don de un cónyuge; a otros el don de permanecer solteros por causa del reino (1Co 7:7; 1Co 7:32)

B. Preguntas respecto al uso de la libertad del creyente (1Co 8:1-13; 1Co 9:1-27; 1Co 10:1-33; 1Co 11:1)

1. El problema de alimentos ofrecidos a los ídolos (1Co 8:1-13)

2. El uso disciplinado de Pablo de su libertad (1Co 9:1-27)

3. Advertencia contra la excesiva confianza presuntuosa (1Co 10:1-13)

4. La incompatibilidad de las fiestas de los ídolos y la mesa del Señor (1Co 10:14-23)

5. Algunos principios generales y consejos prácticos (1Co 10:24-33; 1Co 11:1) Principio: Debe hacerse todo para la gloria de Dios; no debe hacerse nada que sea tropiezo a otros (1Co 10:31-32) o que pueda descalificar al creyente de la carrera (1Co 9:24-27)

C. Preguntas respecto a la adoración en la iglesia (1Co 11:2-34; 1Co 12:1-31; 1Co 13:1-13; 1Co 14:1-40)

1. Las mujeres se cubren la cabeza en la iglesia (1Co 11:2-16)

2. La conducta en la Cena del Señor (1Co 11:17-34)

3. Los dones espirituales (1Co 12:1-31; 1Co 13:1-13; 1Co 14:1-40)

Principio: Debe hacerse todo de una manera apropiada y con orden (1Co 14:40)

D. Preguntas respecto a la resurrección (1Co 15:1-58)

1, p. ¿Cómo pueden algunos decir que no hay resurrección de muertos? (1Co 15:12)

R. La certeza de la resurrección (1Co 15:1-34)

2, p. ¿Cómo resucitan los muertos? ¿Con qué clase de cuerpo vendrán? (1Co 15:35)

R. La naturaleza del cuerpo resucitado (1Co 15:35-57)

3. Conclusión de la pregunta (1Co 15:58)

Principio: La resurrección de Cristo garantiza la de los que le pertenecen cuando Él vuelva (1Co 15:22-23)

E. Preguntas respecto a la ofrenda para el pueblo de Dios (1Co 16:1-9)

Instrucciones finales (1Co 16:10-24)

Autor: Pablo

Tema: Problemas de la iglesia y soluciones

Fecha: 55-56 d.C.

Trasfondo

Corinto, antigua ciudad griega, era en muchos sentidos la metrópoli más prominente de los tiempos de Pablo. Como muchas ciudades prósperas de la actualidad, Corinto tenía intelectuales arrogantes, opulencia material y corrupción moral. Abundaba toda clase de pecado en esa ciudad famosa por su sensualidad.

Con Priscila y Aquila (1Co 16:19) y su propio grupo apostól1Co (Hch 18:5), Pablo fundó la iglesia de Corinto durante su ministerio de dieciocho meses allí, en su segundo viaje misionero (Hch 18:1-17). La iglesia estaba compuesta por algunos judíos, pero la mayoría eran conversos no judíos del paganismo. Después que salió Pablo de Corinto, en la joven iglesia surgieron varios problemas que exigían su autoridad y enseñanza apostólicas por correspondencia y visitas.

La Primera Epístola a los Corintios se escribió durante su ministerio de tres años en Éfeso (Hch 20:31) en su tercer viaje misionero (Hch 18:23-28; Hch 19:1-41; Hch 20:1-38; Hch 21:1-16). Pablo supo en Éfeso de los problemas de Corinto (1:11*); después una delegación de la congregación de Corinto (1Co 16:17) le entregó una epístola a Pablo, en la que pedían instrucciones sobre diversos asuntos (1Co 7:1; cf. 1Co 8:1; 1Co 12:1; 1Co 16:1). Pablo escribió esta epístola en respuesta a los informes y a la misiva de Corinto.

Propósito

Pablo pensaba en dos razones principales cuando escribió su epístola:

(1) Corregir los serios problemas de la iglesia de Corinto que le habían informado. Eran desórdenes que los corintios consideraban con ligereza, pero que para Pablo eran pecados graves.

(2) Aconsejar e instruir sobre las diferentes preguntas que los corintios le habían hecho por escrito, las cuales incluían asuntos doctrinales y de conducta y pureza personales y de la comunidad.

Visión panorámica

Esta epístola trata de la clase de problemas que experimentan las iglesias cuando sus miembros siguen siendo «camales» (1Co 3:1-3) y no se separan decididamente de la sociedad pagana que los rodea (2Co 6:17). Son problemas tales como el divisionismo (1Co 1:10-13; 1Co 11:17-22), la tolerancia de un pecado como el incesto (1Co 5:1-13), la inmoralidad sexual en general (1Co 6:12-20), los pleitos entre creyentes (1Co 6:1-11), el pensamiento humanista acerca de la verdad apostólica (cap. 1Co 15:1-58) y los conflictos sobre la libertad de los creyentes en Cristo (caps. 1Co 8:1-13 y 1Co 10:1-33). Pablo instruye también a los corintios acerca de asuntos relacionados con el celibato y el matrimonio (cap. 1Co 7:1-40), la adoración en la iglesia, incluso la Cena del Señor (caps. 1Co 11:1-34; 1Co 12:1-31; 1Co 13:1-13; 1Co 14:1-40) y la ofrenda para los santos de Jerusalén (1Co 16:1-4).

Entre las contribuciones más importantes de 1 Corintios está la enseñanza de Pablo sobre las manifestaciones y los dones del Espíritu Santo en los cultos de adoración (1Co 12:1-31; 1Co 13:1-13; 1Co 14:1-40). Más que en ninguna otra parte del NT, estos capítulos informan sobre el carácter y los componentes de la adoración de la iglesia primitiva (cf. 1Co 14:26-33). Pablo indica que el propósito de Dios para la iglesia incluye una amplia diversidad de manifestaciones del Espíritu que ocurren por medio de creyentes fieles (1Co 12:4-10) y personas llamadas a ejercer ciertos ministerios (1Co 12:28-30). Es una diversidad dentro de la unidad análoga a las muchas funciones de un cuerpo humano (1Co 12:12-27). Al proporcionar directrices para la función de los dones espirituales en la congregación, Pablo hace una distinción esencial entre la edificación individual y colectiva (1Co 14:2-6; 1Co 14:12; 1Co 14:16-19; 1Co 14:26), e insiste en que todas las manifestaciones o dones en públ1Co deben surgir del amor (cap. 1Co 13:1-13) y existir para la edificación de los creyentes reunidos (1Co 12:7; 1Co 14:4-6; 1Co 14:26).

Características especiales

La Primera Epístola a los Corintios tiene cinco características principales:

(1) Es la epístola que se concentra más en los problemas en el NT. Al tratar los problemas y asuntos diferentes de Corinto, Pablo da principios espirituales claros y constantes (véase Bosquejo), cada uno de los cuales es de aplicación universal para la iglesia (e.g., 1Co 1:10; 1Co 6:17; 1Co 6:20; 1Co 7:7; 1Co 9:24-27; 1Co 10:31-32; 1Co 14:1-10; 1Co 15:22-23).

(2) Hay un énfasis global en la unidad de la iglesia local como cuerpo de Cristo, un enfoque que ocurre en las discusiones acerca de las divisiones, la Cena del Señor y los dones espirituales.

(3) Esta epístola contiene la enseñanza más extensa del NT en asuntos importantes como el celibato, el matrimonio y las segundas nupcias (cap. 1Co 7:1-40); la Cena del Señor (1Co 10:16-21; 1Co 11:17-34); el hablar en lenguas, la profecía y los dones espirituales en las reuniones de la congregación (caps. 1Co 12:1-31 y 1Co 14:1-40); el amor cristiano (cap. 1Co 13:1-13) y la resurrección del cuerpo (cap. 1Co 15:1-58).

(4) Proporciona sabiduría valiosa para el cuidado pastoral con relación a la disciplina eclesial (cap. 1Co 5:1-13).

(5) Recalca la posibilidad de alejarse de la fe para los que persisten en una conducta injusta y no se mantienen firmes en Cristo (1Co 6:9-10; 1Co 9:24-27; 1Co 10:5-12; 1Co 10:20-21; 1Co 15:1-2).

Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena

Introducción, 1:1-9.

Saludo Epistolar, 1:1-3.
1 Pablo, por la voluntad de Dios llamado a ser apóstol de Cristo Jesús, y Sostenes, hermano, 2 a la iglesia de Dios en Corinto, a los santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos, con todos los que invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo en todo lugar, suyo y nuestro: 3 La gracia y la paz de parte de nuestro Padre, y del Señor Jesucristo.

Es el saludo habitual con que San Pablo suele comenzar sus cartas (cf. Rom 1:1-7), aunque matizándolo de diversa manera, según las circunstancias, como es obvio. Aquí, en esta carta a los Corintios, recalca su condición de “apóstol” (v.1; cf. 9:1; 15:5-11), lo mismo que hará, y más enérgicamente todavía, en Gal 1:1, pues en una y otra ocasión sus enemigos querían despojarle de ese título. A su nombre une el de “Sostenes” (v.1), personaje de quien no tenemos más noticias. Creen muchos que se trata del archisinagogo de Corinto, a que se alude en Hec 18:17, y que, convertido a la fe, se habría unido al Apóstol como colaborador. Ello es posible, pero nada puede asegurarse con certeza, tanto más que el nombre de “Sostenes” era bastante corriente.
La carta va dirigida a la iglesia de Dios en Corinto (v.2), expresión favorita de San Pablo cuando habla de la comunidad cristiana, como ya hicimos notar al comentar Hec 20:28. En oposición con “iglesia de Dios” van otras dos expresiones, “santificados en Cristo Jesús” (ήγιασμένοιζ εν Χριστώ Ιησού ) y “llamados santos” (κλητοζ ocyíois, v.2). Evidentemente el Apóstol está refiriéndose a los cristianos de Corinto, en general, de quienes dice “santificados en Cristo Jesús” en cuanto incorporados a Cristo por el bautismo, con lo que, muertos al pecado, entran a participar de la vida y santidad de Cristo (cf. Rom 6:2-11). Lo de “llamados santos,” expresión usada también en Rom 1:7, no indica simplemente que eran así designados los cristianos (cf. 6:1; 16:1; Hec 11:26), sino que equivale a “santos por vocación,” o lo que es lo mismo, “llamados a ser santos,” con todo lo que ese término “santos” lleva consigo (cf. Hec 9:13).
Más difícil de explicar resulta la expresión: .” con todos los que invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo en todo lugar, suyo y nuestro” (v.2). Hay quienes (Cornely, Bover) consideran esta frase como paralela a la de 2Co 1:1 : .” con todos los santos de toda la Acaya,” y el Apóstol no haría sino incluir en el saludo también a los cristianos de Acaya, aunque no perteneciesen a Corinto, la capital. El que a la región toda de Acaya llame “suya y nuestra” (de los los corintios y de Pablo) podría explicarse en el sentido de que eran tierras dependientes de Corinto, la capital, y, por tanto, los corintos podían considerarlas como suyas en cierto sentido; y, de otra parte, Pablo tendría interés en recalcar que también él podía considerar esa región como “suya,” pues se trataba de comunidades cristianas fundadas por él, donde trabajó cerca de dos años. No cabe duda, sin embargo, que, si tal era la intención de San Pablo, la expresión que empleó no tiene nada de clara. Por eso otros muchos autores (Alio, Huby, Ricciotti) juzgan más probable que el Apóstol esté refiriéndose, no específicamente a los fieles de Acaya, sino a los fieles cristianos en general, en “cualquier lugar” que se encuentren. Su intención sería la de recalcar la universalidad de la Iglesia, asociando con los corintios a los fieles todos de cualquier lugar del mundo. Lo de “suyo y nuestro” aludiría no a “lugar,” sino a “nuestro Señor Jesucristo,” como corrigiéndose de la expresión: he dicho muestro Señor Jesucristo,” pero en realidad no he dicho bien, pues es “suyo y nuestro.” Esta interpretación, que juzgamos la más fundada, estaría muy en consonancia con el tema de los partidos, preocupación que bullía en la mente de Pablo ya desde las primeras líneas (cf. 1:12). Era como un echar en cara a los corintios su falta de consistencia para las divisiones y partidos, apuntando, quizá, sobre todo al partido de Cristo, como diciendo: ¡qué absurdo!, ¿es que no somos todos de Cristo?

Acción de gracias a Dios, 1:4-9.
4 Doy continuamente gracias a Dios por la gracia que os ha sido otorgada en Cristo Jesús, 5 porque en El habéis sido enriquecidos en todo, en toda palabra y en todo conocimiento, 6 en la medida en que el testimonio de Cristo se consolidó entre vosotros, 7 de modo que no escaseéis en don alguno, mientras llega para vosotros la manifestación de nuestro Señor Jesucristo, 8 que a su vez os confirmará plenamente, para que seáis hallados irreprensibles en el día de nuestro Señor Jesucristo. 9 Pues fiel es Dios, por quien habéis sido llamados a participar con su Hijo, Jesucristo, Señor nuestro.

Después del saludo epistolar, la acción de gracias a Dios por los beneficios concedidos a los destinatarios. Es el modo como San Pablo suele proceder en sus cartas, y que era como una especie de captatio benevolentiae para entrar en materia (cf. Rom 1:8). Aquí, en la presente carta, da gracias a Dios por la riqueza de dones con que ha favorecido a los corintios (v.4-6), dones que deben a la benevolencia de Dios, sobre cuya “fidelidad” hay que contar para conseguir la salud en el gran día del retorno glorioso de Jesucristo (v.7-9). Se ve que desde el principio orienta San Pablo su exposición a hacer ver a los corintios que no es en la suficiencia o industria humana, sino en la gracia o favor divino, donde debemos poner nuestra ilusión y confianza.
Habla primero de “la gracia (ή χάρις του Θεού ) que os ha sido otorgada en Cristo Jesús” (v.4). Evidentemente, bajo la expresión “gracia de Dios” incluye San Pablo todo el conjunto de dones sobrenaturales que los corintios han recibido al convertirse, dones que les han sido otorgados “en Cristo Jesús,” es decir, por su incorporación a Jesucristo (cf. Rom 6:2-11), que es, además, quien se los ha merecido (cf. Rom 3:24-25). Luego (v.5) concreta esos dones particularmente en dos: “palabra” y “conocimiento” (Aóyos και γνώσιβ ). No es fácil determinar qué quiera incluir el Apóstol bajo esos dos términos. Hay autores (Cornely, Fillión, M. Sales) que interpretan el término “palabra,” al igual que en otros pasajes paulinos (cf. Gal 6:6; Efe 1:13; 1Te 1:6), como equivalente de “doctrina evangélica”; y en cuanto al término “conocimiento,” no haría sino recalcar la misma idea, aludiendo a que los corintios (no necesariamente cada individuo, sino la iglesia de Corinto en general) habían sido enriquecidos con un conocimiento hondo de esa doctrina, dado que (v.6) la predicación evangélica o “testimonio de Cristo” había sido “firmemente consolidado” entre ellos. Sin embargo, otros autores (Alio, Spicq, Bover), y creemos que con fundamento, juzgan más probable que San Pablo esté refiriéndose a los carismas de carácter literario y de carácter intelectual (cf. 12:8) con que los corintios habían sido favorecidos (cf. 14:26), y que sustituían con ventaja a las glorias literarias y filosóficas, que tanto entusiasmaban a algunos (cf. 3:4). Esos carismas, añadirá el Apóstol en una especie de paréntesis explicativo, han sido otorgados a los corintios en la medida en que el “testimonio de Cristo” había arraigado entre ellos, es decir, en proporción a su fe o entrega al Evangelio (v.6). También escribiendo a los gálatas Pablo les dice que han sido favorecidos por Dios con dones extraordinarios (Gal 3:2-5).
El que San Pablo conmemore de modo particular los carismas de “palabra” y de “inteligencia” no quiere decir que su perspectiva no sea mucho más general, como lo indican las expresiones “habéis sido enriquecidos en iodo., de modo que no escaseéis en don alguno” (v-5-?)· Supuesta esta riqueza de dones con que los corintios han sido favorecidos, el Apóstol hace una alusión al juicio final o victoria definitiva de los buenos, momento que los corintios deben esperar confiados, pues Dios es “fiel,” y si es El quien los ha llamado a la fe y favorecido con tantos dones, ciertamente no dejará de completar su obra, llevándolos hasta la glorificación final (v.7-9). Este recordar la parusía en sus exhortaciones es frecuente en San Pablo (cf. 13, 11-12), y lo mismo su insistencia en pedir que seamos hallados “irreprensibles” (cf. Flp 1:1ο ; 1Te 3:13; 1Te 5:23) y en advertir que Dios es “fiel” (cf. 10:13; 1Te 5:24; 2Te 3:3). En cuanto a la expresión “llamados a participar con su Hijo” (. εϊζ κοινωνίαν του υίοΰ αυτού ), ninguna definición mejor de lo que es el cristiano: el llamado a participar de la filiación del Hijo, en íntima “comunión” de vida con El (cf. Rom 6:3-11; Rom 8:17; Gal 3:26-28).

124 Hay autores (Hópfl-Gut, Ricciotti) que ordenan las cosas de otra manera. Dicen que el viaje de Timoteo aludido en 1Co 4:17 y 16:10 no es el de Hec 19:22. sino otro anterior, realizado expresamente para reforzar la carta e informar luego al Apóstol del resultado de la misma. Vuelto Timoteo a Efeso con la consiguiente información (cf. 1Co 16:11), el Apóstol habría cambiado sus planes, anteriormente manifestados, de ir en seguida a Corinto “a través de Macedonia” (1Co 16:5), haciendo un rápido viaje por mar a Corinto y volviendo luego a Efeso, donde aún se detuvo bastante tiempo, enviando por delante a Macedonia dos de sus auxiliares, Timoteo y Erasto, conforme se indica en Hec 19:22. Ello lleva consigo, claro está, que la carta primera a los Corintios no puede estar escrita el año 57, sino al menos un año antes.
Creemos que son demasiadas conjeturas, muchas de ellas sin necesidad. Lo del viaje rápido del Apóstol a Corinto después de esta primera carta, también lo admitimos nosotros, conforme indicaremos a su tiempo; pero ello es independiente de la cuestión de identificar o no identificar el viaje de Timoteo en 1Co 4:17 y Hec 19:22.
125 Cf. L. cerfaux, El cristiano en San Pablo (Madrid 1965) p.13.
126 Hay autores, como W. Schmithals y U. Wilckens, que ven ya un verdadero “gnosticismo” en estos corintios con quienes se enfrenta San Pablo. Ese desprecio de la cruz, de la resurrección corporal, de la debilidad “carnal” de Pablo. serían típicas concepciones gnósticas. Igualmente la “sabiduría” del mundo, aludida por Pablo en los c.i-2 de su carta, no sería simplemente la sabiduría racional de la filosofía griega, sino la “sabiduría” de los gnósticos, especie de emanación del pleroma divino, que desciende sobre la tierra para salvar a los hombres de la dominación de los “archontes” o potestades extramundanas. Sin embargo, en todas estas conclusiones parece haber mucho de artificial. De hecho, la gran mayoría de los exegetas, más que de “gnosticismo” prefieren hablar de “pregnosti-cismo,” reservando el término “gnosticismo” para esos sistemas gnósticos ya perfilados del siglo ii. En este sentido, escribe Cerfaux: “Los corintios, dígase hoy día lo que se quiera, no eran “gnósticos”; sin embargo, sus tendencias dejan ya presentir los sistemas posteriores de gnosis” (L. Cerfaux, Itinerario espiritual de San Pablo, Barcelona 1968, p.92).
127 Eso no quiere decir que San Pablo lance anatema general contra la razón humana. Cuando habla de que la “sabiduría” humana no ha llegado a conocer a Dios y lo único que ha engendrado es la idolatría y el pecado (1:21; cf Rom 1:18-32), se trata evidentemente de generalización literaria, que no impide que el mismo Pablo deje entender que hay excepciones (cf. Rom 2:7-16). Además, en Rom 1:20-21 expresamente está suponiendo que el hombre tiene capacidad para llegar al conocimiento de Dios; de ahí que lo haga responsable de haber caído en la idolatría y el pecado. Lo que Pablo trata de acentuar es que la actividad de la inteligencia no puede situarse en el mismo plano que la revelación y el mensaje de Dios, e insiste en que de hecho lo que ha engendrado es la idolatría. Pero sería llevar las cosas demasiado lejos afirmar que, para Pablo, la filosofía en sí, como expresión de las verdades naturales, es algo que los cristianos debemos evitar.
128 En las cartas Pastorales se hablará de “depósito” que hay que custodiar (cf. 1Ti 6:20; 2Ti 1:14), doctrina que coincide plenamente con lo que aquí expone San Pablo, y que está ya apuntada en sus primeros escritos (cf. 1Te 2:13; 1Te 4:15; 2Te 2:15).
129 Dejamos de lado la cuestión de terminología: Como es sabido, Pablo no usa nunca el término de eucaristía, sino el de “cena del Señor” (cf. 11:20). Parece que, en los primeros años cristianos, la expresión más corriente para designar la eucaristía fue la de “fracción del pan,” como da a entender el libro de los Hechos (cf. Hec 2:42; Hec 20:7), y también la Didaché (cf. 14:1) y San Ignacio de Antioquía (Ad, Eph. 202). Sin embargo, pronto comenzó a usarse también el nombre de “eucaristía” (cf. Didaché, 9:1-5); ign. ant., Ad Philad. 4), expresión derivada de ese “dar gracias” (εύχαριστεΐν ) que precedía a la fracción y que luego se generalizó, prevaleciendo la idea de alabanza y agradecimiento (eucaristía) sobre la de convite (fracción del pan).
130 por citar sólo un ejemplo, mientras en Gal 1:1 dice que es apóstol “no de hombres” (όπτό ), en Gal 1:12 dice que su evangelio “no lo.recibió de hombres” (παρά ).
131 Cf. T. De Orbiso, La eucaristía en San Pablo: Est. Bibl. 5 (1946) 189-210; E. B. Allo, La synthése du dogme eucharistique chez S. Paul: Rev. Bibl. 30 (1921) 321-343; Ρ . Βενοιτ, Les récits de l’Institution et leur portee: Lum. et Vie, 31 (1957) 49-76; M. E. Boismard, L’Eucharistie selon S. Paul: Lum. et Vie, 31 (1957) 93-106; G. Da Cruz Fernandes, Calicis eucharistici formula paulina: Verb. Dom. 47 (1959) 232-236; G. S. Slogan, “Primitiue” und “Pauh’ne” Concepts of the Eucharistie: Cath. Bibl. Quart. 23 (1961) 1-13.
132 Cf. Cañones HippoL can. 164-185; Tert., Apol. 39: Mal 1:468; San Agustín, Con/2Cr 6:2 y Eptsí. 22: Mal 32:719 Y 33:90.
133 Gf. P. Batiffol, art. ágapes: Dict. Theol. Cath., I, 001.551-556; P. Ladeuze, Pus d’ágape dans la premiére építre aux Corinthiens: Rev. Bibl. (1904) 78-81; J. Coppens, art. eucha-ristie: Dict. Bibl. Supl., II, col.1174.
134 Cf. J. Brosch, Charismen und Amter in der Urkirche (Bonn 1951); K. Wennemer, Die charismatische Begabung der Kirche nach dem heilige Paulus: Scholastik, 34 (1959) 503-525; L. Cerfaux, El cristiano en San Pablo (Madrid 1965) p.202-217; K. Rahner, Lo dinámico en la Iglesia (Barcelona 1964).
135 Esta distinción entre la terminología tradicional y la de Pablo está señalada expresamente en el Concilio Vaticano II, el cual sigue con la terminología tradicional. Basten estas dos citas de la Const. Lumen gentium: “El Espíritu. guía a la Iglesia., la provee y gobierna con diversos dones jerárquicos y carismáticos” (n.4); y, de modo aún más explícito, algo más adelante: “El Espíritu Santo no sólo santifica y dirige al pueblo de Dios mediante los sacramentos y los ministerios., sino que también distribuye gracias especiales entre los fieles de cualquier condición.; los cuales carismas.” (n.12). Y es de notar que el Concilio recoge esa noción tradicional de “carisma,” y no la de Pablo, a fin de evitar ambigüedades sobre el carácter jerárquico de la Iglesia. Así se deduce claramente de las respuestas del Relator a algunos Padres conciliares, que pedían se delimitase el significado del término “carisma” con más claridad de lo que se hacía en el texto primitivo. Dice el Relator, de parte de la Comisión doctrinal: “Commissio statuit charisma pressius definiré per verba “non tantum per sacramenta et ministeria. sed. gratiae speciales.” Charisma apud Paulum est appellatio latissima, quae etiam vel immo praecipue ministeria comprehendit; cf. Rom 12:6-13; 1 Cor 12, 7-ii et 28-31; Efe 4:11-12.” (Cf. Sacrosanctum Oecumenicum Concilium Vaticanum II. Schema Constitutionis “De Edesia.” Typis polygl. Vaticanis, 1964, p.47).
136 Cf. J. Héring, La premiare építre de S. Paulaux Corinthiens (Neuchatel 1959) p.132.
137 Cf. E. Rohde, Psyché. Le cuite de I’ame chez les grecs et la croyance a iinmortalité (París 1928); A. J. Festugiére, L’ideal religieux des Grecs et l’Evangile (París 1932); B. Allo, Sí. Paul et la double resurrection corporelle: Rev. Bibl. 41 (1932) 188-209; A. Feuillet, Le mystére pascal et la resurrection des chrétiens d’aprés les építres pauliniennes: Nouv. Rev. Theol. 79 (1957) 337-354; J. Daniélou, La Resurrection (París 1969); P. De Surgy-P. Grelot., La resurrection du Christ et l’exégése moderne (París 1969); J. kremer, La resurrección de Jesús, fundamento y modelo de nuestra resurrección según San Pablo: Concil. 1970, IV, p.7ó-87; F. Mussner, La resurrección de Jesús (Santander 1971); X. Lépn-Dupour, Resurrection de Jesús et message pascal (París 1971); B. Rigaux, Dieu Γα ressuscité (Gembloux 1973).
138 Cf. O. Cullmann, Inmortalité de I’ame ou Resurrection des morts? (Neuchatel 1956).
139 Este proceder de Pablo, apoyando nuestra resurrección en el hecho de nuestra incorporación a Cristo y en la voluntad todopoderosa de Dios (cf. 1Co 15:12-23.38; 1Ts 4:13-14; Rom 8:11; Flp 3:21), está totalmente dentro de la línea bíblica, tan distinta en este punto de la filosofía griega. Mientras para los filósofos griegos la “supervivencia* después de la muerte surge como una necesidad del hombre, para los autores bíblicos surge como una necesidad divina, es decir, no porque el hombre es hombre, dotado de alma “espiritual,” sino porque Dios es Dios y no puede permitir que los justos, a quienes ama, se separen de El. Un reflejo bien claro de esta concepción lo tenemos en el modo de hablar de Cristo, al argüir a los saduceos de lo equivocados que andaban negando la resurrección: “Por lo que toca a la resurrección , no es Dios de muertos, sino de vivos” (Mar 12:26-27). Que es lo mismo que decir: Dios es inseparable de los patriarcas a causa de su fidelidad hacia ellos; ahora bien, Dios es viviente y fuente de vida, luego los Patriarcas están vivos.
140 Cf. R. Bultmann, Kerygma und Mythos. Das Problem der Entmythologisierung der neutestamentlichen Verkündigung (Hamburg 1960).
141 Gf. W. Marxsen, Die Auferstehung Jesu von Nazareth (Gütersloh 1968).
142 Para una exposición más amplia, con referencia también a las teorías de Bultmann y de Marxsen, cf. G. de rossa, U cristiano di oggi di fronte alia risurrezione di Cristo: Ciy. Catt. 121 (1970, III) 365-377 y 122 (1971, II) 3-17. En este artículo se da una copiosa bibliografía de las últimas publicaciones sobre el tema (p.36s), y se recogen las principales conclusiones del “Symposium” internacional sobre la Resurrección, celebrado en Roma, del 31 de marzo al 6 de abril de 1970. Según el articulista, los participantes al Symposium (Coppens, Vógtle, Dupont, Mollat, Jeremías.) han estado de acuerdo en que ‘“la Resurrección es un hecho objetivo, real, independiente de la fe de los discípulos y que precede a ella. La Resurrección significa que el Padre ha glorificado la entera humanidad santa de Jesús, comunicándole una vida nueva y trascendente* (p.369).
143 F. godet, Commentaire sur la i et 2 Epítre aux Corinthiens (Neuchátel
144 Gf. J. Héring, La premiére épitre de S. Paul aux Corinthiens (Neuchátel 1959) p.140-141.
145 Cf. R. Bultmann, art. θάνατο s: Theol. Wórt. zum N. T., III, p.17.

I. Corrección de Abusos, 1:10-6:20.

Los bandos o partidos entre los fieles, 1:10-16.
10 Os ruego, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que todos habléis igualmente, y no haya entre vosotros cismas, antes seáis concordes en el mismo pensar y en el mismo sentir, 11 Esto, hermanos, os lo digo porque he sabido por los de Cloe que hay entre vosotros discordias, 12 y cada uno de vosotros dice: Yo soy de Pablo, yo de Apolo, yo de Cefas, yo de Cristo. 13 ¿Está dividido Cristo? ¿O ha sido Pablo crucificado por vosotros, o habéis sido bautizados en su nombre? 14 Doy gracias a Dios de no haber bautizado a ninguno de vosotros, si no es a Crispo y a Gayo, 15 para que nadie pueda decir que habéis sido bautizados en mi nombre. 16 También bauticé a la casa de Estéfanas, mas fuera de éstos no sé de ningún otro.

Después del saludo y acción de gracias, San Pablo entra ya en materia. Lo primero que va a tratar es la cuestión de los bandos o partidos en que se hallaba dividida la comunidad de Corinto, vicio el más visible, y uno de los más peligrosos para la comunidad. Ese espíritu de partido era el que había llevado a la ruina a las pequeñas repúblicas de la antigua Grecia, y parece que seguía aún vivo en Corinto. No se trataba propiamente de “cismas” o diferencias en la fe, no obstante el término empleado (σχίσματα , ν .10), sino de simples partidos o grupos rivales, formados según las preferencias por este o aquel predicador. El hecho de que San Pablo dirija su carta a la “iglesia de Dios en Corinto” (v.2), prueba que la unidad de fe no estaba rota. Parece que los corintios, con ideas poco claras aún sobre la naturaleza de la nueva religión, consideraban a los predicadores evangélicos algo así como jefes de escuelas filosóficas, con derecho a agrupar seguidores en torno a sí. San Pablo reprueba enérgicamente esa manera de ver las cosas, exponiendo cuál es la verdadera naturaleza del Evangelio y del ministerio apostólico.
Los principales partidos o bandos parece ser que eran cuatro: de Pablo, de Apolo, de Cefas, de Cristo (v.12). De ello había sido informado Pablo “por los de Cloe” (v.11), mujer conocida en Corinto, sobre la que no tenemos más datos, y ni siquiera sabemos con seguridad si era cristiana, pero que debía de tener relaciones comerciales con Efeso, a cuya ciudad acudían con frecuencia sus empleados. La existencia de los partidos de Pablo y de Apolo se explica fácilmente, pues ambos personajes habían predicado en Corinto (cf. Hec 18:1; Hec 19:1), y, dado el espíritu pendenciero de los corintios, era fácil que hubieran surgido grupos rivales, atendiendo más a la persona que a las ideas del predicador. Parece que los del partido de Apolo, el “orador elocuente y perito en las Escrituras” (Hec 18:24), se consideraban con cierta superioridad cultural sobre los del partido de Pablo, quien se había presentado en Corinto “no con sublimidad de elocuencia o de sabiduría., sino en debilidad, temor y mucho temblor” (Hec 2:1-3). Tampoco es difícil de explicar la existencia del partido de Cefas. Este Cefas es evidentemente el apóstol Pedro (cf. 15, 5; Mat 16:17-18; Jua 1:42). Desde luego, ello está completamente en el terreno de lo posible; tenemos, además, la afirmación explícita en este sentido de San Dionisio, obispo de Corinto, hacia el año 170 146. Difícil de explicar resulta la existencia del partido de Cristo. Hay autores (Cornely, M. Sales, Leal) que niegan que se trate de un verdadero partido, y suponen que el Apóstol alude más bien a todos aquellos fieles que, disgustados de las divisiones y ajenos a toda disputa sobre personas, decían con toda razón que pertenecían a Jesucristo. Incluso hay quien supone que las palabras “yo de Cristo” están dichas por Pablo en nombre propio contra los tres partidos precedentes. Sin embargo, la manera de expresarse del Apóstol, hablando de los que “son de Cristo” en la misma forma con que habla de los partidos anteriores: “yo de Pablo., yo de Cristo,” da la impresión de que se trata de un verdadero partido y que también a ellos los consideraba reprensibles. De hecho, ésta es la opinión que cada día se va haciendo más general entre los exegetas. Probablemente se trata o de cristianos que se decían iluminados directamente por Cristo y no querían saber nada de intermediarios humanos (cf. 14:37); o quizás mejor de judaizantes, llegados muchos de ellos de Palestina, que habían conocido a Cristo personalmente (cf. 2Co 5:16) y se preciaban de conocer mejor que nadie su auténtico pensamiento. Es probable que estos judaizantes, más extremistas que los del partido de Cefas, sean los mismos con que luego se encarará directamente San Pablo en su segunda carta a los Corintios (cf. 10:7; 11:13.22-23; 12:11).
La condena de Pablo contra todas esas divisiones es tajante: “¿Es que está dividido Cristo ? ¿O ha sido Pablo crucificado por vosotros, o habéis sido bautizados en su nombre?” (v.13). Es decir, es absurdo andar con divisiones y banderías, cuando no hay más que un Jesucristo, que nos redimió con su pasión y muerte, y en cuyo nombre hemos sido bautizados; somos todos pertenencia de Cristo (cf. 3:23), y querer sustituir a Cristo por Pablo, Cefas o Apolo equivaldría a admitir muchos salvadores y muchos bautismos. Sobre esta incorporación a Cristo, con quien nos unimos por medio del bautismo, entrando a formar parte de su haber o propiedad, habla con frecuencia San Pablo (cf. Rom 6:3-11; 1Co 12:13; Gal 3:26-28; Efe 5:25-27; Col 2:12). Con singular delicadeza, sin mencionar a los partidarios de Apolo o de Cefas, el Apóstol habla sólo de los de su partido y dice que no es Pablo el que ha sido “crucificado” por ellos o en cuyo nombre “han sido bautizados” (v.13). A él, pues, nada le deben. Lo mismo podía haber dicho de Apolo o de Cefas, pero era más noble callar esos respetables nombres, que no tenían culpa ni responsabilidad alguna en que hubieran surgido partidos, y concretar todo en sí mismo. Y aún añade, como recalcando ante sus partidarios la falta de fundamento para que se llamen “de Pablo,” que en Corinto no ha bautizado sino a Crispo (cf. Hec 18:8) y a Gayo (cf. Rom 16:23), con lo Que se quita toda base, aun la más remota, para que puedan decir que han sido bautizados en su nombre y mantengan esa especie de superstición hacia su persona (v.14-15). Escrito lo anterior, se acuerda, advertido quizás por el mismo Estéfanas, allí presente (cf. 16:17), que también había bautizado a la familia de Estéfanas, y así lo consigna (v.16). Es interesante esta rectificación del Apóstol. Ella nos revela que San Pablo no solía borrar lo escrito, aunque sí rectificaba cuando era necesario.

La sabiduría del mundo y la de Dios, 1:17-31.
17 Que no me envió Cristo a bautizar, sino a evangelizar, y no con sabiduría de lenguaje, para que no se desvirtúe la cruz de Cristo; 18 porque la doctrina de la cruz de Cristo es necedad para los que se pierden, pero es poder de Dios para los que se salvan. 19 Según que está escrito: “Perderé la sabiduría de los sabios y reprobaré la prudencia de los prudentes.” 20 ¿Dónde está el sabio? ¿Dónde el letrado? ¿Dónde el disputador de las cosas de este mundo? ¿No ha hecho Dios necedad la sabiduría de este mundo? 21 Pues por no haber conocido el mundo a Dios en la sabiduría de Dios por la humana sabiduría, plugo a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación. 22 Porque los judíos piden señales, los griegos buscan sabiduría, 23 mientras que nosotros predicamos a Cristo crucificado, escándalo para los judíos, locura para los gentiles, 24 mas poder y sabiduría de Dios para los llamados, ya judíos, ya griegos. 25 Porque la locura de Dios es más sabia que los hombres, y la flaqueza de Dios más poderosa que los hombres. 26 Y si no, mirad, hermanos, vuestra vocación; pues no hay entre vosotros muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles. 27 Antes eligió Dios la necedad del mundo para confundir a los sabios y eligió Dios la flaqueza del mundo para confundir a los fuertes; 28 y lo plebeyo, el desecho del mundo, lo que no es nada, lo eligió Dios para destruir lo que es, 29 para que nadie pueda gloriarse ante Dios. 30 Por El sois en Cristo Jesús, que ha venido a seros, de parte de Dios, sabiduría, justicia y santificación, y redención, 31 para que, según está escrito, “el que se gloríe, se gloríe en el Señor.”

Entiende San Pablo que la última raíz de las divisiones y partidos entre los corintios está en que no atienden como es debido a cuál sea la verdadera naturaleza del mensaje evangélico. Por eso, a lo largo de toda esta sección (1:17-4:21), evitando descender a crítica menuda y de detalle, cosa siempre enojosa y no propia de espíritus elevados, va hasta la raíz, haciéndoles ver que el Evangelio recibe su fuerza, no de la cultura y artificios retóricos del predicador, que a Dios no interesan, sino única y exclusivamente de la cruz de Cristo. De ahí la contraposición entre sabiduría humana y sabiduría divina, que aflora constantemente en todos sus razonamientos (cf. 1:17.19.20.21.22.24.26.27.30; 2:1.4.5.6.7.13; 3, 18, 19; 4,10). Por “sabiduría humana” entiende el Apóstol, como se deduce del cotejo de los textos, todo ese conjunto de conocimientos en ciencias o letras, que hace podamos decir de uno que es “sabio” o “letrado” o “disputador” (cf. v.20). Dado su modo de predicación entre los corintios (cf. 2:1-4), éstos juzgaban que Pablo no tenía derecho a tal título, ni como filósofo ni como retórico, siendo esto causa de que muchos le tuvieran en poco aprecio. Bastante distinta debía de ser la situación de Apolo (cf. Hec 18:24). Parece que en un principio también San Pablo había ido algo por ese camino, y así en Listra lo toman por Hermes, el gran mensajero de los dioses (cf. Hec 14:12), y en Atenas pronuncia un hermoso discurso, al que nada falta bajo el aspecto filosófico ni literario (cf. Hec 17:22-31); pero, después del fracaso de Atenas, vio claro que Dios no quería salvar al mundo por ese camino. En ningún otro lugar de las cartas de Pablo encontramos una repulsa tan tajante e incluso burlona (cf. 4:8-13) de la filosofía y retórica griegas, como aquí. Por “sabiduría divina” entiende, según se desprende de esos mismos textos, el modo inefable como Dios llevó a cabo nuestra redención, incorporándonos a Cristo su Hijo, cabeza de la humanidad regenerada y fuente única de salud. Prácticamente viene a equivaler al término “misterio,” de que habla en Colosenses y Efesios (cf. Col 1:26; Col 2:2; Col 4:3; Efe 1:9; Efe 3:3; Efe 6:19).
En el v.17, que sirve como de transición, al mismo tiempo que indica la causa de por qué ha bautizado a tan pocos en Corinto, dado que su misión era la de evangelizar, no la de bautizar, deja ya entrever claramente la tesis fundamental de toda la perícopa: el Evangelio no necesita de la sabiduría humana; es más, Dios ha querido prescindir de ella, para que “no se desvirtúe la cruz de Cristo.” Lo de que no ha sido enviado a bautizar, sino a evangelizar, no significa, ni mucho menos, que el Apóstol tenga en poco aprecio el bautismo (cf. Rom 6:3-4; Efe 5:26; Col 2:12; Tit 3:5), sino que indica simplemente cuál era su misión primordial, lo mismo que la de los Doce (cf. Mar 3:14; Hec 1:22; Hec 6:4). Para el bautismo y catequesis aneja preparatoria, fácilmente podían servirse de auxiliares; no así para “evangelizar” o roturación primera del terreno. En cuanto a la contraposición entre Evangelio y sabiduría humana (lit. = sabiduría en el hablar), notemos la razón alegada: “para que no se desvirtúe la cruz de Cristo.” Dicho de otra manera: para que quede bien claro que la cruz de Cristo es verdaderamente “poder de Dios” (v.18.24; cf. Rom 1:16), pues sin necesidad de tales recursos ha vencido al mundo. Y, desde luego, si Dios hubiera elegido para difundir el Evangelio a grandes filósofos y literatos, fácilmente se hubiera podido creer que la cruz sola no bastaba o, al menos, se le hubiera impedido que demostrara toda su eficacia.
En los v.18-19 no hace sino recalcar y declarar más la idea anterior. Insiste en que la cruz es “poder de Dios,” aunque añadiendo que lo es sólo “para los que se salvan” (tois σωζομένοις ), no “para los que se pierden” (tois άττολλυμένοις ); para éstos, la doctrina de un Dios que se hace hombre y muere en un patíbulo para salvar a los hombres es más bien necedad (μωρία ). Conviene advertir que los participios oí σωζόμενοι (los que se salvan) y oí άπολλυμένοι (los que se pierden) tienen sentido ingresivo, no necesariamente de consumación, y vienen a equivaler prácticamente a creyentes e incrédulos, como aparece claramente en los v.23-24. Supone San Pablo que la salvación o perdición comienza ya aquí abajo en la tierra, según que se acepte o se rechace la cruz de Cristo, que Dios puso como medio único de salud. En confirmación de su doctrina aduce el texto de Isa 29:14, cuyo sentido literal alude a la liberación de Jerusalén en tiempo de Senaquerib. Dios había prometido ayuda a la ciudad cercada, pero los políticos y directores de la nación confiaban más en el auxilio de Egipto que en esas promesas, y Dios manda decirles por medio de su profeta que librará a Jerusalén prescindiendo de esos medios sugeridos por la prudencia humana. ¿En qué sentido aplica San Pablo la cita? ¿Es mera acomodación? Parece que ese “según que está escrito” exige algo más. Probablemente San Pablo trae aquí a colación el texto de Isaías en cuanto que ve claramente anunciada en él una de las reglas constantes de la providencia divina, que, con frecuencia, realiza sus planes al margen completamente de los medios humanos.
Todo lo que sigue (v.20-31) no es sino aplicación de lo dicho. Primeramente (v.20-25), por lo que se refiere a los predicadores del Evangelio, que Dios no eligió de entre los sabios y letrados 147, sino de entre gentes sencillas e incultas; ello equivalía a rechazar como “necia” la sabiduría de este mundo, de la que no quiso servirse para la propagación del Evangelio (v.20). La razón la indica el Apóstol en el v.21, y es una especie de castigo al mundo por no haber éste llegado por los medios naturales (“por la humana sabiduría”) hasta el conocimiento y glorificación de Dios, manifestado en las maravillas de la creación (“en la sabiduría de Dios”); es decir, no han sabido leer en el libro de la naturaleza. Es la misma idea que desarrolla en Rom 1:19-32. Ante ese absurdo proceder de la sabiduría humana, Dios elige un nuevo camino para salvar al hombre, y es la predicación de la cruz: a la inútil sabiduría humana sustituye la sencillez de la fe evangélica. Esa doctrina de la cruz es “escándalo para los judíos, locura para los gentiles, mas poder y sabiduría de Dios para los creyentes” (v.23-24). Notemos el realismo de esas tres expresiones, “escándalo-locura-poder y sabiduría de Dios,” con que San Pablo caracteriza los sentimientos diferentes que tienen respecto de la cruz las tres categorías de hombres en que divide a la humanidad: judíos, gentiles, cristianos. Para los judíos, en efecto, que esperaban un Mesías que hiciese ruidosos milagros y acabase con el dominio extranjero, la cruz de Cristo era ante todo un “escándalo,” un insulto a sus esperanzas mesiánicas, algo con que necesariamente tropezaban y que no podían aceptar (cf. Gal 5:11); para los gentiles, que buscaban una doctrina que satisficiese por completo las ansias de luz del entendimiento, la cruz era más bien una “locura,” algo fuera de camino, que ni siquiera merecía ser considerado (cf. Hec 17:32); para los cristianos, en cambio, fuesen judíos o griegos, la cruz de Cristo no era escándalo ni locura, sino “poder y sabiduría de Dios,” pues ella sola había tenido fuerza para librar al mundo de la esclavitud y llevar a efecto el plan sapientísimo de Dios en el negocio de la salud. Ni debe extrañar, añade el Apóstol, que una cosa tan débil y absurda en apariencia como es la muerte en una cruz, realice efectos tan sorprendentes, pues es cosa de Dios, y lo que es de Dios, aunque al hombre aparezca como locura, supera con mucho la sabiduría de todos los hombres, y aunque aparezca como flaco, supera toda su fortaleza (v.25).
Ni es sólo para la predicación del Evangelio; también en la elección de llamados a la fe prescinde Dios de los valores humanos. Es lo que el Apóstol hace resaltar en los v.26-31, concretándolo en el caso de la comunidad de Corinto. No hay entre vosotros, les dice, muchos sabios, ni muchos poderosos, ni muchos nobles (v.26), tres cosas (ciencia, poder, nobleza) que tanto estima el mundo; sino que, al contrario, Dios ha elegido lo necio del mundo para confundir a los sabios, y lo flaco del mundo para confundir a los fuertes, y lo plebeyo y tenido en nada para anular a los que se tienen en algo (v.27-28). ¡Qué lección maravillosa de modestia, no sin cierto tinte de ironía, da aquí el Apóstol a los infatuados corintios, al mismo tiempo que les descubre los planes divinos de elección! Dios quiere hacer ver que todos esos bienes humanos, que tanto ansian y de que tanto se enorgullecen los hombres, no valen nada para el negocio de la salud, sino que todo es obra de su poder y de su gracia 148. Esta última idea la recalca el Apóstol sobre todo en los V.29-31, declarando expresamente a los corintios que, de nada que eran, han venido a ser algo “en Cristo” (v.30), es decir, mediante su incorporación a Cristo, pues, al participar de su vida misma divina (cf. Rom 6:3-10), participan también de los bienes que de ahí derivan, y Cristo viene a serles “sabiduría” (pues ilumina su inteligencia), “justicia y santificación” (pues les limpia del pecado y les enriquece de gracia), “redención” (pues les libra de la esclavitud del pecado y de la Ley, pasando a la libertad de “hijos”: cf. Rom 8:1-2; Gal 4:3-7).
Tales son los frutos de la cruz de Cristo, “escándalo” para los judíos, “locura” para los gentiles, mas “poder y sabiduría de Dios” para los cristianos. La conclusión final de toda la perícopa es la plena gratuidad de nuestra salvación. De nada valen los valores humanos; todo es obra de Dios “en Cristo.” Claro es que eso no excluye el que en la propagación y defensa del Evangelio debamos usar de todos los recursos a nuestro alcance; pero no confiemos demasiado en ellos, como si de ahí dependiera totalmente el éxito, pues cuando menos lo esperemos, Dios hará el milagro por el otro lado. Y todo esto, concluye el Apóstol, “para que nadie pueda gloriarse ante Dios” (v.29), o dicho de modo positivo, citando a Jer 9:24, para que “el que se gloríe, se gloríe en el Señor” (v.31; cf. Rom 4:2-4) 149.

Fuente: Biblia Comentada

La Primera Epístola de Pablo a los Corintios

Título

La carta es nombrada por la ciudad de Corinto, en donde la iglesia a quien fue escrita estaba localizada. Con la excepción de las epístolas personales dirigidas a Timoteo, Tito, y Filemón, todas las cartas de Pablo llevan el nombre de la ciudad en donde existía la iglesia a la que se estaba dirigiendo.

Autor y fecha

Como se indica en el primer versículo, la epístola fue escrita por el apóstol Pablo, cuyo papel como autor no puede ser seriamente cuestionado. La realidad de que esta es una carta de Pablo ha sido universalmente aceptada por la iglesia desde el primer siglo, cuando Primera Corintios fue escrita. Internamente, el apóstol afirma haber escrito la epístola (1Co 1:1; 1Co 1:13; 1Co 3:4-6; 1Co 4:15; 1Co 16:21). Externamente, esta correspondencia ha sido reconocida como genuina desde el 95 d.C. por Clemente de Roma, quien estaba escribiendo a la iglesia corintia. Otros líderes cristianos de los primeros años de la iglesia que certificaron a Pablo como autor incluyen a Ignacio (ca. 110 d.C.), Policarpo (ca. 135 d.C.), y Tertuliano (ca. 200 d.C.).

Es muy probable que esta epístola haya sido escrita en la primera mitad del 55 d.C. desde Éfeso (1Co 16:8-9; 1Co 16:19) mientras Pablo estaba en su tercer viaje misionero. El apóstol tenía la meta de permanecer en Éfeso para completar su estancia de tres años (Hch 20:31) hasta Pentecostés (mayo / junio) 55 d.C. (1Co 16:8). Después él esperaba estar en Corinto (55 56 d.C.) para el invierno (1Co 16:6; Hch 20:2). Su partida a Corinto era esperada aún mientras escribía (1Co 4:19; 1Co 11:34; 1Co 16:8).

Contexto histórico

La ciudad de Corinto estaba localizada en la parte sur de Grecia, en lo que era la provincia romana de Acaya, ca. 72 km al O de Atenas. Esta parte baja, el Peloponeso, está conectada al resto de Grecia por un istmo de 6.4 km de ancho, el cual está delimitado al E por el Golfo Sarónico y al O por el Golfo de Corinto. Corinto está cerca de la mitad del istmo y está prominentemente situada en una meseta alta. Por muchos siglos, todo el tráfico terráqueo de N a S en esa área tenía que pasar a través o cerca de esta ciudad antigua. Debido a que el viaje por mar alrededor del Peloponeso representaba un viaje de 400 km que era peligroso y obviamente tomaba mucho tiempo, la mayoría de los capitanes trasladaban sus barcos sobre plataformas con ruedas o estructuras con ruedas para cruzar el istmo pasando directamente por Corinto. Como era de esperarse, Corinto prosperó como una de las principales ciudades de comercio, no solo para la mayoría de Grecia, sino para gran parte del área del Mediterráneo, incluyendo el Norte de África, Italia, y Asia Menor. Un canal que cruzaba el istmo fue iniciado por el emperador Nerón durante el primer siglo d.C., pero no fue terminado sino hasta finales del siglo diecinueve.

Los Juegos del Istmo, uno de los dos eventos deportivos más importantes de ese día (el otro era los Juegos Olímpicos), eran llevados a cabo en Corinto, causando más tráfico de personas. Aún por los estándares paganos de su propia cultura, Corinto se volvió tan moralmente corrupta que su nombre mismo se volvió sinónimo de desenfreno y depravación moral. «Corintianizar» llegó a representar inmoralidad descarriada y embriaguez desenfrenada. En el 1Co 6:9-10, Pablo enlista algunos de los pecados específicos por los cuales la ciudad era notada y que antes habían caracterizado a muchos creyentes en la iglesia que estaba ahí. Trágicamente, algunos de los peores pecados aún se encontraban entre algunos de los miembros de la iglesia. Uno de esos pecados, incesto, era condenado aún por los gentiles más paganos (1Co 5:1).

Al igual que la mayoría de las ciudades griegas antiguas, Corinto tenía una acrópolis (lit. «una ciudad alta»), la cual se elevaba a más de 600 metros y era usada tanto para la defensa como para la adoración. El edificio más prominente en la acrópolis era un templo a Afrodita, la diosa griega del amor. Unas mil sacerdotisas, quienes eran prostitutas «religiosas», vivían y trabajaban ahí y bajaban a la ciudad en la tarde para ofrecer sus servicios a los hombres de la ciudad y visitantes.

La iglesia en Corinto fue fundada por Pablo en su segundo viaje misionero (Hch 18:1 ss). Como siempre, su ministerio comenzó en la sinagoga, en donde era asistido por dos creyentes judíos, Priscila y Aquila, con quien vivió durante un tiempo y quienes eran compañeros de oficio. Poco después, Silas y Timoteo se unieron a ellos y Pablo comenzó a predicar aún más intensamente en la sinagoga. Cuando la mayoría de los judíos resistieron el evangelio, él dejó la sinagoga, pero no antes de que Crispo, el líder de la sinagoga, su familia, y muchos otros corintios se convirtieran (Hch 18:5-8).

Después de ministrar en Corinto por más de un año y medio (Hch 18:11), Pablo fue traído ante un tribunal romano por algunos de los líderes judíos. Debido a que los cargos fueron estrictamente religiosos y no civiles, el procónsul, Galión, cerró el caso. Poco después, Pablo se llevó a Priscila y Aquila con él a Éfeso. De ahí él regreso a Israel (vv. Hch 18:18-22).

Incapaz de romper totalmente con la cultura de la cual venía, la iglesia en Corinto era excepcionalmente divisiva, mostrando su carnalidad e inmadurez. Después de que el dotado Apolos había ministrado en la iglesia por algún tiempo, un grupo de sus admiradores establecieron un grupo y tenía que ver poco con el resto de la iglesia. Otro grupo que se había desarrollado era leal a Pablo, otro decía ser especialmente leal a Pedro (Cefas), y aún otro a Cristo únicamente (vea 1Co 1:10-13; 1Co 3:1-9).

El problema más serio de la iglesia Corintia era la mundanalidad, una falta de disposición a divorciarse de la cultura que los rodeaba. La mayoría de los creyentes no podían separarse consecuentemente de sus caminos antiguos, egoístas, inmorales y paganos. Fue necesario para Pablo escribir para corregir esto, como también para mandar a los cristianos fieles no solo a romper la comunión con los miembros desobedientes y no arrepentidos, sino a sacar a esos miembros de la iglesia (1Co 5:9-13).

Antes de que él escribiera esta carta inspirada, Pablo le había escrito a la iglesia otra correspondencia (vea 1Co 5:9), la cual también era de naturaleza correctiva. Debido a que una copia de esa carta nunca ha sido descubierta, se ha referido a ella como «la carta perdida». Hubo otra carta no canónica después de Primera Corintios, normalmente llamada «la epístola severa» (2Co 2:4).

Temas históricos y teológicos

Aunque el enfoque principal de esta epístola es la corrección de conducta en lugar de la doctrina, Pablo da enseñanza seminal en muchas doctrinas que directamente se relacionan a asuntos de pecado y justicia. De una u otra manera, una vida equivocada siempre emana de una creencia equivocada. Los pecados sexuales p. ej. incluyendo el divorcio, están inevitablemente relacionados a desobedecer el plan de Dios para el matrimonio y la familia (1Co 7:1-40). La adoración apropiada está determinada por cosas tales como el reconocimiento de la persona santa de Dios (1Co 3:17), la identidad espiritual de la iglesia (1Co 12:12-27) y la participación pura de la Cena del Señor (1Co 11:17-34). No es posible que la iglesia sea edificada fielmente y eficazmente a menos que los creyentes entiendan y ejerciten sus dones espirituales (1Co 12:1-31; 1Co 13:1-13; 1Co 14:1-40). La importancia de la doctrina de la resurrección, claro, no puede ser enfatizada demasiado porque si no hay resurrección de los muertos, entonces Cristo no ha resucitado. Y si Cristo no ha resucitado, entonces la predicación es vacía y también lo es la fe (1Co 15:13-14).

Además de esos temas, Pablo lidia brevemente con el juicio de Dios de los creyentes, el entendimiento correcto del cual producirá motivos correctos para vivir piadosamente (vea 1Co 3:13-15). El entendimiento correcto de los ídolos y dioses falsos, en general, era para ayudar a los corintios inmaduros a pensar maduramente acerca de tales cosas como comer carne que había sido sacrificada a los ídolos (1Co 8:1-13; 1Co 9:1-27; 1Co 10:1-33; 1Co 11:1). El entendimiento y expresión correctos del amor genuino, piadoso, era obligatorio para el uso correcto de los dones y aún para el conocimiento correcto acerca de todas las cosas de Dios (1Co 13:1-13).

Entonces Pablo lidia con la cruz, sabiduría divina y sabiduría humana, la obra del Espíritu en la iluminación, carnalidad, recompensas eternas, la transformación de la salvación, santificación, la naturaleza de Cristo, unión con Él, el papel divino para las mujeres, el matrimonio y el divorcio, bautismo del Espíritu, morada y dones, la unidad de la iglesia en un cuerpo, la teología del amor, y la doctrina de la resurrección. Todos estos establecen la verdad fundamental para una conducta piadosa.

Retos de interpretación

El punto controversial de interpretación que está muy por encima de cualquier otro es el de los dones de señales discutidos en los caps. 1Co 12:1-31; 1Co 13:1-13; 1Co 14:1-40, particularmente los dones de milagros y de lenguas. Muchos creen que todos los dones son permanentes, de tal manera que el don de lenguas cesará (1Co 13:8) solo en el momento en el que los dones de profecía y conocimiento cesen, esto es, cuando aquello que es perfecto haya venido (v. 1Co 13:10). Aquellos que mantienen que las lenguas y los milagros aún son dones espirituales válidos en la iglesia de hoy día creen que deben ser usados con el mismo poder con el que fueron usados en tiempos del NT por los apóstoles. Otros creen que los dones milagrosos de señales han cesado. Esta controversia será resuelta en las notas apropiadas en los caps. 1Co 12:1-31; 1Co 13:1-13; 1Co 14:1-40.

El asunto del divorcio es problemático para muchos. El capítulo 1Co 7:1-40 habla de este tema, pero llama a una interpretación cuidadosa que dé lugar a la doctrina bíblica coherente en el asunto.

Los promotores del universalismo, la idea de que todos los hombres eventualmente serán salvos, usan el 1Co 15:22 para apoyar esa posición, diciendo que, así como todo ser humano murió espiritualmente debido al pecado de Adán, todos serán salvos a través de la justicia de Cristo. La nota en ese versículo confrontará el reto de tales universalistas.

De ese mismo capítulo, la frase obscura «bautizan por los muertos» (v. 1Co 15:29) es usada para defender la noción de que una persona muerta puede ser salvada al ser bautizada vicariamente a través de un cristiano vivo. Han habido más de cuarenta explicaciones sugeridas para este bautismo. Como las notas lo señalarán, independientemente de como es interpretado ese versículo en particular, la farsa de que las personas muertas tengan la oportunidad de ser salvas, es probada por muchos otros textos que son indisputablemente claros.

Un asunto mucho menos serio tiene que ver con el significado del 1Co 6:4, el cual se relaciona a cristianos llevando a otros cristianos a la corte frente a incrédulos. La resolución de ese problema yace primordialmente en ser obediente a un versículo que no es ambiguo.

Bosquejo

I) Introducción: El llamado y beneficios de ser santo (1Co 1:1-9)

II) División en la Iglesia (1Co 1:10-31; 1Co 2:1-16; 1Co 3:1-23; 1Co 4:1-21)

A) La necesidad de unidad (1Co 1:10-31; 1Co 2:1-16; 1Co 3:1-23)

B) La necesidad de servicio (1Co 4:1-21)

III) Inmoralidad en la Iglesia (1Co 5:1-13; 1Co 6:1-20)

IV) Matrimonio en la Iglesia (1Co 7:1-40)

V) Libertad en la Iglesia (1Co 8:1-13; 1Co 9:1-27; 1Co 10:1-33; 1Co 11:1)

VI) Adoración en la Iglesia (1Co 11:2-34; 1Co 12:1-31; 1Co 13:1-13; 1Co 14:1-40)

A) Papeles de hombres y mujeres en la Iglesia (1Co 11:2-16)

B) La Cena del Señor (1Co 11:17-34)

C) Dones espirituales (1Co 12:1-31; 1Co 13:1-13; 1Co 14:1-40)

VII) La Esperanza de la Iglesia: Resurrección (1Co 15:1-58)

VIII) Un cargo a la Iglesia (1Co 16:1-24)

A) Mayordomía (1Co 16:1-4)

B) Planes personales y saludos (1Co 16:5-24)

ANEXO

Las apariciones del Cristo resucitado
Para la fe cristiana es fundamental la resurrección corporal de Jesús. Al relatar las apariciones posteriores a la resurrección, el Nuevo Testamento no deja duda alguna acerca de la realidad de este acontecimiento. En Jerusalén o sus cercanías A María Magdalena (Jua 20:11-18) A las otras mujeres (Mat 28:8-10) A Pedro (Luc 24:34) A diez discípulos (Luc 24:36-43; Jua 20:19-25) A los once, incluido Tomás (Jua 20:26-29) En su ascensión (Luc 24:50-53; Hch 1:4-12) A los discípulos en el camino a Emaús (Luc 24:13-35) En Galilea (Mat 28:16-20; Jua 21:1-24) A quinientas personas (1Co 15:6) A Jacobo y los apóstoles (1Co 15:7) A Pablo en el camino a Damasco (Hch 9:1-6; Hch 18:9-10; Hch 22:1-8; Hch 23:11; Hch 26:12-18; 1Co 15:8)

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

apóstol. Lit. «uno enviado». Pablo establece su autoridad como un emisario del Señor Jesucristo por nombramiento de Dios (1Co 9:1; 1Co 15:8; cp. Hch 9:3-6; Hch 9:17; Hch 22:11-15), lo cual fue en especial necesario debido a que gran parte del mensaje de esta epístola es correctivo (1Co 2:1-7). Vea las notas sobre Rom 1:1; Efe 4:11. Puesto que Dios le había delegado hablar y escribir en su nombre, toda oposición al apóstol también era resistencia contra Dios. Sóstenes. Pudo haber sido el secretario de Pablo, un antiguo dirigente de la sinagoga cristiana que se había convertido en un hermano en Cristo. En una ocasión fue golpeado por llevar a Pablo ante la corte civil en Corinto (Hch 18:12-17).

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

1:1 — Pablo — Su nombre hebreo helenizado (hecho griego) era Saulo (Hch 7:58; Hch 13:9). A partir de Hch 13:9, Lucas lo llama por su nombre romano, Pablo, ya que comienza de lleno su obra entre los gentiles.
— llamado a ser apóstol — Las dos palabras “a ser” en las versiones que yo considero buenas aparecen en letra cursiva, para indicar que han sido agregadas al texto original. La P.B. dice, “Pablo apóstol llamado de Jesu-Cristo”. El punto es que Pablo reclama, no solamente ser apóstol, sino uno llamado por Jesucristo. (No lo merecía, ni se lo apropió a sí mismo). Su apostolado llevaba en sí la autoridad de Cristo mismo. Véanse 2Co 1:1; Gál 1:1; Gál 1:15-16; Efe 1:1; Efe 3:2-3; Col 1:1; 1Ti 1:1; 2Ti 1:1; Tit 1:1. Pablo era un embajador de Cristo (2Co 5:20). Al escribir, pues, escribía “mandamientos del Señor” (1Co 14:37).
Aunque el cristiano no es apóstol, ni embajador, sí ha sido llamado, pero por medio del evangelio (2Ts 2:14).
La palabra “apóstol” es una voz que ha sido transliterada, y no traducida. Es una palabra eclesial, como las son muchas otras palabras en nuestras versiones. Traducida, viene siendo “enviado (con órdenes que cumplir)”. Por eso este vocablo griego se aplica a Cristo (Heb 3:1, “apóstol”), por ser enviado al mundo, y a los mensajeros de las iglesias (2Co 8:23, “mensajeros”; Flp 2:25, “mensajero”), por ser enviados por las iglesias. También se aplica a Bernabé (Hch 14:14), quien fue enviado en esta misión especial (13:2).
En sentido general parece aplicarse a evangelistas sobresalientes, tal vez a Silvano y a Timoteo (1Ts 1:1; 1Ts 2:6, “apóstoles”).
— de Jesucristo por la voluntad de Dios — Solamente los doce (Mat 10:1-4), y Pablo, eran enviados de Cristo con una misión particular de este tamaño.
Pablo no había tomado esta comisión para sí mismo; no era “falso apóstol” (2Co 11:13). La recibió de Cristo (Gál 1:1; Gál 1:12). Pablo había establecido la iglesia en Corinto (Hch 18:1-28), y glorificaba su apostolado (9:1,2), porque ciertos falsos hermanos (2Co 11:26) lo desacreditaban (1Co 9:3), hablando de él con desdén (2Co 10:10). Con esta declaración Pablo pone su apostolado a la par con el de los doce apóstoles llamados por Cristo durante su ministerio personal (Luc 6:12-16). Véase 1Co 15:9-11.
Pablo ejerce autoridad divina, y no humana. Tan importante es su llamamiento al apostolado que Lucas lo relata tres veces (Hechos capítulo 9, 22, 26).
La voluntad de Dios no es irresistible de parte del hombre; el calvinismo enseña al contrario. Pablo dice en Hch 26:19 que no fue rebelde (desobediente, V. M.) a ese llamamiento al apostolado, implicando la realidad de que pudo haber rehusado obedecer a la voluntad de Dios. Claro es que aunque el hombre puede resistir la voluntad de Dios, ¡no lo puede hacer sin sufrir consecuencias fatales!
— y el hermano Sóstenes — La frase “ el hermano ” indica que era persona bien conocida. Puede ser la misma persona mencionada en Hch 18:17. Si el caso es así, entonces fue convertido en cristiano después del suceso de 18:17. Ahora está como colaborador de Pablo en Efeso y Pablo le asocia consigo en la salutación de esta carta, no porque en realidad sea corredactor de ella, sino por ser él de Corinto y porque compartiría las instrucciones y exhortaciones de Pablo a la iglesia de su ciudad.
Como indico arriba, es obvio que este Sóstenes era un hermano en Cristo bien conocido a los corintios. Si un principal de la sinagoga (archisunagogos) en Corinto había sido convertido, Crispo (Hch 18:8), ¿por qué no pudo haberlo sido otro (ver. 17)?
A partir del ver. 4, Pablo usa la primera persona singular (yo), y no el plural (nosotros, como si Sóstenes también fuera redactor de esta carta).

Fuente: Notas Reeves-Partain

LA INTRODUCCIÓN DE UN APÓSTOL

1 Corintios 1:1-3

Pablo, llamado por la voluntad de Dios para ser apóstol de Jesucristo, y nuestro hermano Sóstenes, escriben esta carta a la Iglesia de Dios que se encuentra en Corinto; es decir, a los que están consagrados en Jesucristo, que han recibido el llamamiento para formar parte del pueblo de Dios en compañía de los que en todas partes invocan el nombre del Señor Jesús, su Señor y el nuestro:
¡Gracia a vosotros y paz de parte de Dios nuestro Padre, y del Señor Jesucristo!

En los primeros diez versículos de la Primera Carta de Pablo a los Corintios, el nombre de Jesucristo aparece no menos de diez veces. Esta iba a ser una carta difícil, porque iba a tratar de una difícil situación; y en tal situación, el pensamiento de Pablo se centraba en primer lugar y repetidamente en Jesucristo. A veces en la iglesia intentamos tratar una situación difícil aplicando un reglamento y en un espíritu de justicia humana; a veces en nuestros propios asuntos intentamos resolver una situación difícil con nuestros propios poderes mentales o espirituales. Pablo no hacía así las cosas; llevaba a sus situaciones difíciles a Jesucristo, y buscaba tratarlas a la luz de la Cruz de Cristo y del amor de Cristo.

Esta introducción nos habla de dos cosas.

(i) Nos dice algo acerca de la Iglesia. Pablo habla de La Iglesia de Dios que se encuentra en Corinto. No era la Iglesia de Corinto, sino la Iglesia de Dios. Para Pablo, dondequiera que estuviera una congregación individual, era una parte de la Iglesia de Dios. Pablo no habría hablado de la Iglesia de Escocia o de la Iglesia de Inglaterra; no le habría dado a la Iglesia una designación local, y mucho menos habría identificado una congregación con la denominación determinada a la que perteneciera. Para él la Iglesia era la Iglesia de Dios. Si pensáramos en la Iglesia de esa manera, nos acordaríamos más de la realidad que nos une, y menos en las diferencias locales que nos dividen.

(ii) Este pasaje nos dice algo acerca del cristiano individual. Pablo dice tres cosas acerca de él.

(a) Está consagrado en Jesucristo. El verbo consagrar (haguiázein) quiere decir apartar algo para Dios, hacerlo santo ofreciendo sobre ellos un sacrificio. El cristiano ha sido consagrado a Dios mediante el sacrificio de Cristo. Ser cristiano es ser una persona por la que Cristo murió, y saberlo, y darse cuenta de que ese sacrificio hace que pertenezcamos a Dios de una manera muy especial.

(b) Describe a los cristianos como los que han sido llamados a ser el pueblo dedicado a Dios / recibido el llamamiento para formar parte del pueblo de Dios. Hemos traducido una sola palabra griega por toda esta frase. La palabra es háguios, que la Reina-Valera traduce por santos. Esa palabra no nos sugiere lo que aquí quiere decir. Háguios describe a una persona o cosa que se ha consagrado como propiedad y al servicio de Dios. Es la palabra que se usa para describir un templo o un sacrificio o un día que se han señalado para Dios. Ahora bien: si una persona está señalada como propiedad exclusiva de Dios, debe mostrarse idónea en su vida y carácter para tal servicio. Así fue como háguios llegó a significar santo.

Pero la idea de la raíz de esta palabra es separación. Una persona que es háguios es diferente de los demás, porque ha sido apartada de lo ordinario para pertenecer a Dios de una manera especial. Este era el adjetivo con el que los judíos se definían a sí mismos: eran el háguios laós, el pueblo santo, la nación que era completamente diferente de las demás porque pertenecían a Dios y estaban apartados para Su servicio. Cuando Pablo dice que el cristiano es háguios quiere decir que es diferente de las demás personas porque pertenece a Dios y está al servicio de Dios. Y esa diferencia no consiste en retirarse de la vida corriente, sino en una calidad de vida que distingue de los demás a los que la viven.

(c) Pablo dirige esta carta a los que han sido llamados en la compañía de los que en todas partes invocan el nombre del Señor. El cristiano es llamado a formar parte de una comunidad cuyas fronteras incluyen toda la Tierra y todo el Cielo. Nos haría mucho bien si a veces eleváramos la mirada por encima de nuestro pequeño círculo y nos viéramos como parte de la Iglesia de Dios que es tan amplia como el mundo.

(iii) Este pasaje nos dice algo acerca de nuestro Señor Jesucristo. Pablo menciona a nuestro Señor Jesucristo, e inmediatamente, como si se corrigiera, añade su Señor y el nuestro. Ninguna persona ni iglesia tiene el monopolio de Jesucristo. Él es nuestro Señor, pero también el Señor de toda la humanidad. La maravilla del Cristianismo es que cada uno de nosotros puede decir de Cristo: «Él me amó y se entregó a Sí mismo por mí;» y que «Dios ama a cada uno de nosotros como si no tuviera a nadie más a quien amar, y así a todos.»

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento

CAPÍTULO 1

Introducción

LA IGLESIA EN FORMACIÓN EN EL VéRTICE DE DOS CULTURAS

Para un ámbito no pequeño de la actual investigación neotestamentaria la primera carta del apóstol Pablo a los Corintios ha pasado a ser un punto clave. El hecho de que este documento pueda fecharse históricamente con más exactitud que ningún otro escrito del Nuevo Testamento contribuye a que el rico material de esta carta proyecte luz, a partir de este punto bien establecido, sobre la evolución teológica de los primeros y decisivos decenios de la Iglesia, anteriores o posteriores a la redacción de la carta.

Escrita en el año 55/56, en el momento álgido de la actividad misionera de Pablo, después de haber conseguido el Apóstol irrumpir en Europa y en la ecumene marcada por el espíritu griego, aquella comunidad llena de vitalidad, también agitada y turbulenta, le enfrentaba con problemas muy concretos de la vida práctica. Es aquí, también, donde tiene lugar el fundamental encuentro entre el mensaje cristiano y aquellos valores espirituales de los que más tarde -y precisamente en virtud de este mismo encuentro- habría de surgir el futuro Occidente. Sólo Pablo, dotado de la cultura griega helenística de aquel tiempo, contaba con los elementos necesarios para hacer viable este encuentro y para apreciar en su justo valor las aportaciones y los límites del espíritu griego a la luz de la revelación, introduciendo en la Iglesia sus razonables pretensiones, pero afrontando también, al mismO tiempo, un contrapeso frente a sus riesgos.

Entraba dentro de los métodos misionales del Apóstol de las gentes elegir las grandes ciudades y utilizarlas como hogar natural del fuego que venía a encender. Corinto, primer centro misional importante en suelo europeo, era un punto de enlace, gracias a su situación excepcional, entre Oriente y Occidente. La lengua de tierra que une el continente griego y el Peloponeso es allí tan angosta que ya en la antigüedad los barcos hacían la travesía desde el mar Egeo en el Este hasta el itálico mar Jónico en el Oeste -y a la inversa- sobre tierra firme, mediante un sistema de arrastre a base de cables y poleas. Y así, aquella metrópoli, que atravesaba un nuevo período de esplendor, se convirtió no sólo en gigantesco mercado donde se intercambiaban innumerables mercancías materiales, sino también en punto de confluencia de todas las corrientes del espíritu. Allí estaba la residencia del gobernador romano de la provincia de Acaya, la sede de la administración y el emplazamiento de la guarnición militar.

Los habitantes gozaban de mala fama. Pero esto no fue obstáculo para que Pablo echara allí las redes del Evangelio; la abundante pesca le animó a permanecer en la ciudad casi dos años, lapso de tiempo sólo superado por el de su estancia en éfeso, desde donde escribió esta carta. Las dos cartas a los Corintios que han llegado hasta nosotros dan cumplido testimonio de cuán íntimamente vinculado se sentía el Apóstol con aquella comunidad por él fundada. Y añádase que probablemente estas dos cartas no representan todo el intercambio epistolar que sostuvo con aquella Iglesia.

Debemos situar esta estancia de casi un bienio en Corinto en los años 51-53. Así pues, ninguno de los pertenecientes a la joven comunidad llevaba más de cinco años en el cristianismo y la mayoría eran aún más recientes. Este hecho y el ambiente sumamente agitado de la gran urbe, fácil de imaginar, nos permiten comprender los numerosos extravíos que el Apóstol debía reprender y reprimir; pero también el celo, digno de admiración, acorde con aquellos dones tan extraordinarios de la gracia. Dado que el Apóstol aborda punto por punto las circunstancias adversas que se le han comunicado (Cor 1-6) y que responde a la lista de preguntas que se le han dirigido (Cor 7-15), esta pieza de la Escritura ha traído hasta nosotros la imagen más original, más directa y más viva de una primitiva comunidad cristiana. Pero aun teniendo sumo interés este claroscuro sobre detalles concretos de la vida de una primitiva comunidad cristiana, es más importante todavía ver cómo en tales circunstancias, a través de ellas y superándolas, el Apóstol ha estructurado las más decisivas verdades y las más hondas exigencias del cristianismo. No es nada extraño que esta carta contenga una elevada dosis crítica y polémica. Cierto que se va comprobando con creciente seguridad que no existe ni un solo escrito del NT que no sea, a su manera, crítico y polémico, pero esta carta a los Corintios nos ayuda a ver con mejor luz, y desde diversas perspectivas, las azarosas circunstancias de la nueva Iglesia, porque muestra con mayor claridad, con detalles más concretos y, por así decirlo, de manera más palpable que los demás escritos, los hechos, las tendencias y las tensiones con que el Apóstol tuvo que contar y enfrentarse y que le dieron ocasión para exponer una y otra vez, con libertad de espíritu, las líneas auténticas y decisivas de la buena nueva.

Asistimos como testigos al proceso de formación del dogma de la Iglesia apostólica, propuesto con insistencia como columna vertebral de la fe, Pero podemos también llevar a cabo una multiforme reelaboración y valoración teológica y pastoral de los datos de la fe. Contemplamos la vida de una comunidad enriquecida con carismas, pero advertimos también la fuerza ordenadora del ministerio apostólico. Se comprueba y se reconoce el valor de la ciencia y la cultura, que tan importante cometido habían de desempeñar en el proceso evolutivo de la civilización occidental y, en definitiva, también de la mundial; pero es preciso admitir que su brillo palidece ante la comunicación que Dios hace de sí mismo y que son superadas por aquellas tres realidades en las que se lleva a cabo, por parte del hombre, la aceptación de esta comunicación divina: la fe, la esperanza y la caridad. Con estas tres divinas virtudes puede comprenderse el contenido esencial de la doctrina de Jesús; desde ellas puede abrirse camino una y otra vez la fuerza salvífica del Evangelio para todas las culturas. Pero es aquí, en nuestra carta, donde se reconocen y se cohesionan desde esta perspectiva y donde se graban para siempre en la memoria de la Iglesia. En esta carta se acuña la fórmula de todas las posibles aperturas del cristianismo al mundo. Pero mencionando al mismo tiempo su contrapeso, o mejor, indicando el fundamento sobre el que se apoya todo riesgo y osadía «todo es vuestro, y vosotros sois de Cristo» (3,22s).

ENCABEZAMIENTO 1,1-9

1. SALUTACIÓN (1Co/01/01-03).

El género epistolar antiguo incluía tres elementos al comienzo de una carta: destinatario, dirección y saludo. Pablo no tenía ninguna razón para prescindir de ellos, aun cuando su carta no estaba pensada como escrito privado, sino como carta pastoral, es decir, como un escrito dirigido a una comunidad, con poder y responsabilidad emanados de Dios. Estos dos factores originan un estilo sumamente peculiar en que se percibe tanto el elemento acusadamente personal como el emanado del oficio ministerial. Habrían bastado tres palabras: «Pablo saluda a los corintios.» Pero ¡en qué se ha convertido este esquema bajo el impulso del nuevo espíritu -del Espíritu Santo-, qué gran riqueza se acumula y se revela en cada uno de estos tres miembros!

1 Pablo, apóstol por llamamiento de Cristo Jesús, por voluntad de Dios, y el hermano Sóstenes, 2 a la Iglesia de Dios que está en Corinto, a los santificados en Cristo Jesús y pueblo santo por llamamiento, junto con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro: 3 gracia y paz a vosotros de parte de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo.

Las palabras que el Apóstol añade a su nombre recuerdan de entrada y con vigor que él no es para los cristianos un cualquiera. En el calificativo de apóstol -que, a fuerza de repetirlo, ha perdido para nosotros su honda significación-, debemos percibir el sentido primario de un enviado dotado de autoridad. Y no se debe considerar aquí tan sólo el aspecto jurídico de poder o potestad, sino que, de acuerdo con un principio válido en tiempo de Jesús, el enviado por alguien es igual que quien le envía. Pablo reafirma aún más el carácter ministerial con dos adiciones: ha sido llamado por voluntad de Dios. Alude aquí, sin duda, a los acontecimientos de Damasco, pero de tal forma que, a través de Cristo, que se le hizo visible en aquella ocasión, se reconoce al mismo Dios, de quien procede en definitiva la llamada. Así es como entiende Pablo a Cristo: aquel que se le apareció en forma visible es el Dios invisible, tal como lo dice el mismo Cristo en el Evangelio de Juan: «El que me ha visto a mí, ha visto al Padre» (Jua 14:6).

Junto a su nombre, Pablo menciona al hermano Sóstenes. Mencionar a un coapóstol o a un colaborador responde no sólo a una costumbre de sus cartas, sino a la norma de la Iglesia primitiva de enviar los misioneros de dos en dos (p. ej. Bernabé y Pablo, Hec 13:2). Podría invocarse en favor de este hecho el mandato misional de Jesús (Luc 10:1). Los destinatarios son los llamados brevemente corintios. Pero en labios del Apóstol la fórmula es mucho más plena y honorífica: «a la Iglesia de Dios que está en Corinto». Indudablemente en Corinto se conocía ya desde antes la palabra ekklesia (Iglesia); en todas las democracias griegas se designaba con este nombre la reunión de los ciudadanos que tenían voz y voto en la ciudad. Pero al dirigirse Pablo a esta reunión, a esta comunidad, como «ekklesia de Dios» hace saber que se reúnen y han sido convocados en nombre de Dios. Aquí, pues, se toma en su sentido propio el significado del «llamamiento» que se cita a continuación. De este Dios que llama en su intimidad proviene asimismo la santidad, sobre la que Pablo volverá a insistir más adelante. Para aquel que sabe oír, todo esto está ya contenido en la construcción en genitivo Iglesia de Dios. Aquel cuyos oídos se han sensibilizado y ejercitado en la lectura del AT percibe aquí una expresión ya acuñada para designar la comunidad del pueblo de Dios reunida para el culto sagrado. Si Pablo escribe en estos término a Corinto, afirma implícitamente que Dios se prepara ahora en todas las partes de la tierra un pueblo elegido al que se extienden los antiguos privilegios del pueblo de Dios. Se extienden, sí, porque sigue habiendo una sola comunidad santa de Dios, aun cuando nunca puedan reunirse todos sus miembros en un mismo lugar, porque habitarán muy pronto en todos los rincones del orbe, como Iglesia católica.

Esta relación entre una comunidad local y la Iglesia, que es única en razón de su misma esencia, se expresa con suma exactitud en la fórmula: la Iglesia de Dios que está en Corinto. Recientemente el concilio Vaticano II ha vuelto a poner de relieve en varios documentos esta relación entre las comunidades locales y la Iglesia universal 2. Sea cual fuere la expresión linguística que se busque, en todo caso la Iglesia local es algo más que una parte de la Iglesia total. La Iglesia local presenta y representa en su lugar a la Iglesia universal, por lo cual le compete también a ella el título de honor de la Iglesia universal: es Iglesia de Dios.

La realidad ya esencialmente contenida en esta locución es expresamente acentuada y reafirmada en la adición siguiente: «santificados en Cristo Jesús y pueblo santo por llamamiento». De acuerdo con nuestro actual modo de entender las cosas, lo primero ocurriría en el bautismo y lo segundo debería entenderse en el sentido de una llamada a la santIdad dirigida a cada cristiano y una vez más afirmada por el Concilio Vaticano II 3. Esto no sería falso. Pero en el sentido del Apóstol Pablo ambas afirmaciones coinciden objetivamente. A través de la llamada a ser en Cristo se es ambas cosas: santificado y santo. El concepto de santidad no está como vinculado -y, en su tanto, reducido- a la perfección moral. Más bien está caracterizado por el hecho objetivo de que Dios ha atraído hacia sí a unos hombres. Y dado que, entonces, éstos pasan a ser posesión divina, son introducidos dentro del ámbito de la santidad de Dios. En el AT una cosa o un hombre eran santos cuando entraban en contacto real con el templo o el altar. Ahora es santo el que entra en contacto con Jesucristo. Este contacto no acontece ya tanto corporalmente sino, en la idea paulina -y de una manera no menos real-, a través del Espíritu Santo.

La adición «junto con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo» indica una notable ampliación de horizontes. Sabemos que había cristianos en el espacio comprendido entre Efeso y Corinto y aun más allá. El Apóstol recuerda con ello a sus destinatarios que ellos no constituyen, por sí solos, la Iglesia del «Señor de ellos y nuestro» 4. Los que «invocan el nombre de nuestro señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro» es la descripción más simple del estado de cristianos. Es la prolongación de la sentencia paleotestamentaria: invocar el nombre de Yahveh. La versión griega, utilizada constantemente por Pablo, traducía siempre: invocar el nombre del Señor. Pablo se creía autorizado a referir siempre a Cristo el calificativo «Señor» dado a la divinidad. Tanto en el AT como en el Nuevo este giro «invocar el nombre del Señor» sirve para diferenciar y rechazar cualquier género de adoración o invocación de los dioses paganos. Aquel, pues, que invoca, en cualquier lugar, el nombre del Señor Jesucristo, éste es miembro de la Iglesia, aunque se encuentre en su lugar o en su casa como perdido y aislado.

El saludo del Apóstol se hace bendición, es decir, promesa eficaz y poderosa de parte de Dios del bien que los hombres sólo alcanzan a desearse unos a otros. Esta forma de bendición se originó a partir de la fórmula de saludo usado en la antigüedad. En la conversación los griegos se saludaban entre sí con la palabra khaire = alégrate; Pablo la transforma en kharis = gracia. Lo primero sigue dentro de la esfera humana; lo segundo abre en cierto modo el cielo y hace bajar de allí la misericordia salvífica de Dios. Los semitas se saludaban (y se saludan todavía hoy) con shalom = paz. Esta palabra, en su sentido bíblico, no indica solamente un sentido general de bienestar, sino todo aquello que forma parte de la realidad salvífica. Es, indudablemente, muy significativo que ya en esta fórmula apostólica de bendición se haya llevado a término la amplitud ecuménica de la salvación y especialmente la unificación de las culturas grecoeuropea y semitaoriental, a partir de las cuales debía formarse en aquel tiempo la Iglesia. El doble bien de la bendición lleva consigo que Pablo mencione dos fuentes (esta vez sólo dos) de esta bendición: Dios nuestro Padre y el Señor Jesucristo.

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2. Por ejemplo en la Constitución dogmática sobre la Iglesia, n.° 42.

3. Especialmente en la Constitución dogmática sobre la Iglesia, capítulo v: Universal vocación a la santidad en la Iglesia.

4. La palabra «Señor» ha sido añadida para completar el sentido. El «de ellos y nuestro» podría referirse también al «lugar»; el sentido sería entonces: en ellos y en nosotros (en su lugar y en el nuestro).

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2. ACCIÓN DE GRACIAS (1Co/01/04-09).

El Apóstol se deja guiar por la acreditada y concreta costumbre epistolar, vigente tanto en la antigüedad como en nuestros días, de no comenzar con temas desagradables -de los que en esta carta hay bastantes ejemplos- sino pensando y agradeciendo asuntos agradables. Pero Pablo no se detiene en los reconocimientos humanos, sino que dirige su acción de gracias a Dios. Un atento análisis de estas palabras nos permite contemplar como testigos el modo personal de orar del apóstol Pablo, pues, indudablemente, estos versículos son un fiel reflejo de su oración. Responde perfectamente al espíritu y al estilo de toda oración -en la que se han ejercitado Pablo y el mismo Jesús- comenzar primero por alabar y glorificar a Dios, es decir, por ser eucaristía, para pasar después a petición. Este orden, ciertamente muy adecuado, es pocas veces mantenido en la oración personal de los cristianos de hoy día, pero sí se observa en nuestra oración más solemne, de la que ha pasado el nombre a la liturgia, es decir, en el canon eucarístico.

4 Doy siempre gracias a mi Dios por vosotros, por la gracia de Dios que os fue dada en Cristo Jesús. 5 Porque por él fuisteis enriquecidos en todo: en toda clase de palabra y de conocimiento, 6 en la medida en que se ha consolidado entre vosotros el testimonio de Cristo. 7 Así pues, no carecéis de ningún don de la gracia vosotros que esperáis la manifestación de nuestro Señor Jesucristo; 8 quien también os consolidará hasta el final para que lleguéis sin reproche al día de nuestro Señor Jesucristo. 9 Dios es fiel: por él habéis sido llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo, Señor nuestro.

Cuando Pablo da gracias a Dios por la gracia, esta expresión abarca toda la salvación, encerrada en Cristo. Pero los elementos que destaca en esta riqueza pueden, en cierto modo, sorprendernos. Mientras que en el encabezamiento de sus cartas se mencionan la fe, la esperanza y la caridad como los fundamentos, actos y fuerzas iniciales de la vida cristiana (cf. 1Te 1:3), Pablo habla aquí de la palabra y del conocimiento. Qué es lo que intenta decir, cuál es su valor real o conjetural, es una pregunta que nos mantendrá en suspenso durante varios capítulos. Pero es bueno que se mencionen ya claramente desde el principio.

La consolidación del testimonio de Cristo puede entenderse de dos maneras: como consolidación íntima de la fe de los corintios o como la confirmación exterior de la predicación apostólica por los milagros que, conforme a la promesa de Jesús (Mar 16:7 s), acompañaban con frecuencia al mensaje apostólico (cf. también 2,4).

Una vez que ha reconocido la riqueza de los dones de la gracia -aquí con la denominación de kharisma, una palabra llamada a recibir, precisamente en nuestra carta, tan especial significado- el Apóstol, convertido en cierto modo en portavoz de la oración de la asamblea, dirige la mirada de los que oran con él a aquel día en que se revelará enteramente y por vez primera lo que ahora es gracia. Podemos observar a lo largo de toda la carta cómo se esfuerza Pablo conscientemente por presentar ante ellos esta meta -todavía no alcanzada-. Evidentemente no adopta aún la posición adecuada frente a la actitud de los corintios ante el mundo. Esta misma ignorancia tenemos que confesar respecto de nosotros mismos, pero por la razón contraria: mientras que nosotros nos sentimos todavía muy alejados de aquella meta, los corintios creían poseerla ya. Y, sin embargo, la auténtica preocupación por la gracia de la perseverancia es importante. Cierto que Cristo quiere dársela a los suyos, pero los llamados no deben olvidar que la irreprochabilidad que deberá ponerse de manifiesto en aquel día es algo que de ninguna manera puede darse por supuesto. Sólo hay, en definitiva, una razón sobre la que apoyar esta esperanza: la fidelidad de Dios, que quiere llevar a término lo que ha comenzado (Flp 1:6) y quiere glorificar a los que ha llamado (Rom 8:28 ss). Lo mismo que en la bendición del saludo (Rom 1:3) son Dios Padre y el señor Jesucristo quienes otorgan la gracia, también aquí la gracia decisiva se espera tanto de Cristo (Rom 1:8) como del Padre (Rom 1:9). El comienzo, el desarrollo y la plenitud de toda gracia estriba en la unión con Cristo, a la que el Apóstol llama aquí koinonia, communio, comunión.

Examinemos una vez más estos nueve primeros versículos con las siguientes observaciones: el nombre de Jesucristo se menciona aquí nueve veces. Lo cual indica, en primer término, que en este nombre se contiene todo aquello que ha convertido al Apóstol en lo que es y a los corintios en lo que son; todo aquello que hace que el Apóstol se preocupe per ellos; lo que constituye su salvación en el presente y su esperanza en el futuro. Exactamente hablando, no se dice siempre «Jesucristo». En tres ocasiones se le llama Cristo Jesús y una vez «el Cristo» simplemente. En este pasaje se debe reconocer que, en su origen, Cristo no es un nombre personal, sino la traducción griega de la designación de la dignidad de Mesías. Pero advertimos asimismo que Pablo no mantiene aquí una norma rígida; la unión de ambos elementos para formar un nombre compuesto alude ya el intento de darle carta de naturaleza.

Encontramos también dos veces la expresión en Cristo Jesús. Es ésta una fórmula muy significativa para Pablo, con la que se expresa la unión más íntima de los creyentes con Cristo 5. éstos han recibido de él, y de Dios a través de él, gracia sobreabundante; pero la suprema gracia es que, de manera casi inefable e incomparable, son uno con Cristo. Y esto es más que una intimidad, pues con esta expresión designamos algo que puede ser percibido. Aquí, en cambio, se trata de un hallarse en Cristo, lo cual poco importa que se perciba o no. Es algo dado y llevado a su plenitud por Dios, algo que sólo puede ser recibido en la fe y experimentado, hasta cierto grado, en la misma fe. Es indudable que todo el sentimiento vital de Pablo quedó transido y penetrado por esta realidad. Y así puede decir: «Ya no vivo yo; es Cristo quien vive en mí.» El Apóstol apoya su vinculación personal a Cristo en la fe, pues en este mismo pasaje añade: «Y respecto del vivir ahora en carne, vivo en la fe del Hijo de Dios, que me amó y se entregó a sí mismo por mí» (Gal 2:19 s). La realidad objetiva de lo que Pablo entiende por el ser en Cristo es algo que permanece incluso delante de Dios: Dios nos mira desde el bautismo siempre a una con Cristo. Y se mantiene también delante de Cristo: se ha puesto de una vez por siempre a nuestro lado, nos ha tomado en sí, para darnos como cosa propia nuestra todo cuanto él es y cuanto tiene. Nos abraza con su amor personal y con todo su ser actual, en el Espíritu.

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5. La fórmula «en Cristo» se encuentra 176 veces en el conjunto de las cartas paulinas.

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Parte Primera

CONTRA LOS PARTIDISMOS Y SUS CAUSAS 1,10-4,21

1. LOS CUATRO GRUPOS DE CORINTO (1,10-17).

El primer gran tema de nuestra carta, es decir, la tensión que se produjo en aquel entonces en la comunidad de Corinto, dividida en grupos o partidos, se prolonga a lo largo de cuatro capítulos. En su vertiente positiva se examina aquí el problema de la unidad de la Iglesia. Pablo empieza por poner bien en claro la situación de hecho (1,10-12); parece que va a enfrentarse inmediatamente, en su respuesta, con la cuestión de principio (1,13), pero introduce antes una observación personal (1,14-17), cuya última frase le ofrece ocasión para descubrir la raíz más profunda del mal.

a) Situación de hecho (1Co/01/10-12).

10 Hermanos, en el nombre de nuestra Señor Jesucristo os exhorto a que tengáis todos concordia y a que no haya entre vosotros divisiones, sino que estéis unidos en el mismo pensamiento y en el mismo parecer. 11 Porque, hermanos míos, los de Cloe me han informado que entre vosotros hay discordias. 12 Me refiero a que cada uno de vosotros dice: «Yo soy de Pablo»; «Yo de Apolo», «Yo de Cefas»; «Yo de Cristo».

Pablo acostumbra abrir con la palabra ya consagrada -«exhortar»- la segunda parte, pastoral y práctica, de sus grandes cartas. Acomete así aquí inmediatamente el tema que le parece acaso en esta ocasión de más importancia. Pero antes de mencionar el espinoso asunto siguen dos precisiones relacionadas entre sí, que explican a qué nivel y en qué clima quisiera el Apóstol se le escuchase.

Les habla como hermano y en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Una exhortación así, tan llena de amor y tan suplicante, tan llena de autoridad y al mismo tiempo tan compasiva, sólo puede venir de Jesucristo, que es a la vez nuestro Dios y nuestro hermano. Aquellos a quienes Cristo atrajo a sí también los unió entre sí de una manera nueva: les ha dado un nuevo sentimiento de la vida que hace que se conozcan unos a otros como hermanos. El Apóstol usa aquí, por primera vez en nuestra carta, una expresión que refleja -que debía reflejar- a través de la relación de unos con otros, el valor y la dimensión exacta de cuanto dij o antes sobre el llamamiento y la santidad de una comunidad cristiana. Pero la verdad es que incluso aquel nuevo don que se les había concedido y que está contenido en el nombre de Jesucristo queda en entredicho ante la situación de hecho que Pablo debe resolver. Si están tan íntimamente unidos entre sí por Cristo y en Cristo ¿cómo pueden pensar que haya ningún otro nombre tan importante que puedan, por su causa, desunirse?

La frase que Pablo expresa con una fórmula positiva, «tener concordia» -literalmente: «decir lo mismo»- recuerda aquella otra expresión que encontramos ya en el versículo 5 y en la que Pablo mencionaba la riqueza de su palabra o su lenguaje. Hablan bien y aprecian el buen lenguaje, pero han comenzado por enfrentarse unos a otros y por destruir la unidad de la comunidad, es decir, la unidad de Cristo. No son propiamente cismáticos, pero de hecho se menciona la palabra cisma, que significa división, ruptura. Sin sospecharlo, con su conducta frente a la unidad, ponen en peligro todo cuanto tenían en Cristo. Porque «en Cristo» y «en la Iglesia» son, en último término, una misma cosa.

Después de exponer la situación, Pablo menciona el conducto por donde ha llegado a conocerla. Una mujer digna de crédito, movida por un auténtico sentimiento de responsabilidad, ha informado al Apóstol a través de los suyos, parientes o acaso dependientes de su casa. Es interesante ver que Pablo no se apoya en una carta anónima; el nombre mismo de esta mujer, Cloe, ofrece un notable ejemplo de cómo en la naciente Iglesia las mujeres podían tener perfectamente opinión, juicio, influjo y voz.

«Si se toman las palabras del Apóstol al pie de la letra, casi se llegaría a creer que era la comunidad entera la que andaba dividida en grupos, o que amenazaba el riesgo de una disolución en una especie de comunidades de tipo personal. ¿Qué hay, en realidad, detrás de estos cuatro nombres mencionados por Pablo? Tenemos que limitarnos a conjeturas. Acaso podríamos explicárnoslo de la siguiente manera. Los primeros cristianos ganados para la fe sólo conocían a Pablo. Más tarde prosiguió las tareas misionales Apolo, un hombre formado en la universidad de Alejandría y convertido más tarde en orador cristiano; se apoyaban en él aquellos a quienes agradaba especialmente el cristianismo visto bajo la brillante luz de una formación más elevada. Desde fuera habían llegado algunos judeocristianos que atribuían mucha importancia al hecho de conocer al primero de los apóstoles para poder oponerlo a los demás, incluido Pablo. En todo caso, el grupo más obscuro es mencionado en último lugar; su ignorancia llegaba al colmo al abusar del nombre de Cristo para su programa de partido. ¿Es que estos tales querían situarse por encima de toda mediación humana, es decir, también por encima del ministerio apostólico?

Es indudable que el riesgo de una ruptura en el seno de la comunidad se había insinuado ya en un estadio anterior. Pero bastó que apareciera claramente en la superficie, para poner en guardia, de una vez para siempre, y hacer ver que ni las maneras personales de los directores, ni la preferencia por uno u otro de ellos debían perjudicar la unidad y armonía de las comunidades.

Podría parecernos casi inconcebible que una comunidad tan reciente se viera sometida a semejante desgracia. Pero esto era algo inherente al espíritu griego y será un peligro siempre al acecho en cualquier ambiente intelectual. Podríamos acaso pensar que fue designio de la divina Providencia poner remedio salvífico a esta herida, para los siglos venideros, mediante el tratamiento que aquí da el Apóstol. Lo que sucedió entonces en el pequeño marco de una comunidad es ejemplo clásico de la gran tarea con que se enfrenta la cristiandad en nuestros días, a nivel ecuménico y universal.

b) Su nombre ha sido mezclado sin razón con un partido (1Co/01/13-17).

13 ¿Es que Cristo está dividido? ¿Fue Pablo crucificado por vosotros o recibisteis el bautismo en nombre de Pablo? 14 Gracias que no bauticé a ninguno de vosotros, fuera de Crispo y Gayo. 15 Así nadie puede decir que recibisteis el bautismo en mi nombre; 16 aunque sí bauticé también a la familia de Estéfanas. Por lo demás, no sé si bauticé a ningún otro. 17 Porque Cristo no me envió a bautizar, sino a evangelizar, y no con sabiduría de lenguaje, para no privar de eficacia a la cruz de Cristo.

Pablo alude al partido mencionado en último lugar, aquel que utilizaba erróneamente el nombre de Cristo, para hacer más patente ante todos la evidencia de la sinrazón y el contrasentido de tales partidismos. ¡No es posible colocar al mismo nivel a Cristo y a Pablo (o a Apolo o a Cefas)! Quien destruye la unidad, destruye a Cristo. Se percibe aquí, instantáneamente, cuán honda es para Pablo la unidad de Cristo y de la Iglesia (de la comunidad). Los dos miembros de la pregunta irónica sobre sí mismo han sido elegidos con sumo tacto, evitando mencionar directamente aquellos alrededor de cuyas personas o nombres se habían formado los otros dos grupos. Podía confiar en que no dejarían de aplicarse la lección correspondiente. Pero que nadie piense que Pablo lucha por mantener una posición personal en la comunidad.

Del paralelismo de los dos miembros se puede deducir que la crucifixión de Cristo y el bautismo del cristiano forman una íntima unidad, tal como lo explica con mayor detalle en Rom 6:3 ss. Y precisamente por ello, por formar una unidad tan íntima, no puede haber un tercero (el que bautiza) que desempeñe un papel. Por otra parte, no puede excluirse la idea de que la administración del bautismo establezca una conexión especial entre bautizante y bautizado. Esta opinión no debería ser ni censurada ni rechazada incondicionalmente. Con todo, el distanciamiento expresado por Pablo es tanto más sensible cuanto que el Apóstol da incluso gracias a Dios por no haber bautizado a nadie en Corinto. Aun prescindiendo de la insistencia polémica, puede causar extrañeza el hecho de que Pablo haya bautizado a tan pocos, y esto por principio.

¿No debería considerar todo predicador del Evangelio el bautismo de aquellos a quienes ha ganado para la fe como la coronación de todas sus fatigas, dado que precisamente a través del bautismo los lleva a una indisoluble comunión con Cristo? Objetivamente hablando, Pablo puede participar de esta misma opinión. Sólo en cuanto bautizados reciben los corintios todo cuanto Pablo, en el mismo comienzo de la carta, reconoce y alaba respecto de su situación ante Dios. Pero, en sí mismo, el bautismo puede ser considerado como una cosecha relativamente poco fatigosa. De manera algo simplificada se podría expresar así: todos pueden bautizar, pero no todos pueden predicar. Acaso la costumbre de encargar a otros las tareas de bautizar se deba al deseo de Pablo de incluir en su actividad más decididamente, y ya desde el principio, a sus colaboradores, llegando en ocasiones a convertir inmediatamente en compañeros de trabajo a los mismos recién bautizados. De entre ellos tenía que elegir a los hombres que ponía al frente de las nuevas comunidades, antes de proseguir sus viajes misioneros.

Se cita el nombre de Crispo, jefe de la sinagoga (Hec 18:8) como uno de los primeros ganados a la fe. Por Rom 16:23 sabemos que Gayo era un hombre tenido en muy buen concepto por toda la comunidad. Estéfanas vuelve a ser citado al final de la carta (Rom 16:15). Por lo que respecta a la «familia de Estéfanas» hallamos aquí un ejemplo de la importancia que tenían en la primitiva Iglesia no sólo los hombres o mujeres individualmente, sino las casas o familias. Algunos han querido ver aquí un argumento en favor del bautismo de los niños. Con todo, en el caso de Estéfanas se trata seguramente de muchachos ya mayores, que se entregaron con ánimo generoso al servicio de los fieles (Rom 16:15). Pero sigue teniendo importancia el hecho de que familias enteras se abrieran al mensaje de Cristo y pusieran su casa y sus bienes a disposición de las necesidades de los misioneros y de las nacientes comunidades.

En la segunda parte de su frase inicia Pablo un análisis que, yendo más allá de los motivos concretos de las banderías de Corinto, proyecta luz sobre las últimas conexiones de salvación y condenación. Tiene interés, por tanto, exponer con más amplitud, en la segunda parte, esta observación, sorprendente en principio.

2. CAUSAS DE PARTIDISMOS (,5).

Al mencionar la sabiduría (sophia) cita Pablo una de las palabras predilectas del vocabulario de la cultura helénica de aquel tiempo. La sophia se había convertido en la vara de medir el valor de los hombres y de las ideas. Si la traducimos por «sabiduría» nos encontraremos no muy alejados de una de las nervaduras de lo que nosotros entendemos por conocimiento propio. Ni la filosofía llegada hasta nosotros -como palabra y contenido- procedente de aquel mismo mundo espiritual, posee enteramente los valores de la sophia que constituye el presupuesto previo de la crítica y explicación aquí emprendida por el Apóstol. La traducción más aproximada vendría expresada mediante el doble concepto de formación cultural y ciencia. En la formación cultural de aquella época se daba un elemento que ha desaparecido entre nosotros, pero que era tan importante para el hombre culto antiguo como para el contexto polémico del Apóstol en estos pasajes: nos referimos al arte acusadamente formal del discurso, a la capacidad de manejar hábilmente la palabra de modo que impresione y recoja aplausos. Hasta el período final de la edad antigua, en la época de los grandes padres de la Iglesia, esta retórica era la cumbre de la cultura y por tanto, también de la formación.

Recurriendo a una paradoja que va ganando en intensidad, el Apóstol contrapone esta sophia a la necedad y flaqueza de la cruz, que son la sabiduría y el poder de Dios (1,18-25); después vuelve la mirada de los corintios hacia su propia comunidad para que vean confirmada, en los elementos de que se compone, esta misma ley de la gracia (1,26-31). A esta prueba experimental añade otra nueva, recordándoles su propio comportamiento y modo de actuar la primera vez que apareció entre ellos, cuando puso los fundamentos de la comunidad (2,1-5). Todo esto demuestra que Dios no concede valor a una sabiduría que se impone humanamente, sino mas bien a aquello que, al superar todas las posibilidades humanas, deja entrever la presencia de la gracia.

a) Contraposición de la «sabiduría» mundana a la «necedad» divina (1Co/01/18-25).

18 Realmente, la palabra de la cruz es una necedad para los que están en vías de perdición; mas para los que están en vías de salvación, para nosotros, es poder de Dios. 19 Porque escrito está: «Destruiré la sabiduría de los sabios, y anularé la inteligencia de los inteligentes» (Isa 29:14). 20 ¿Dónde está el sabio? ¿Dónde el escriba? ¿Dónde el investigador de las cosas de este mundo? ¿No convirtió Dios en necedad la sabiduría del mundo? 21 Y porque el mundo, mediante su sabiduría, no conoció a Dios en la sabiduría de Dios, quiso Dios, por la necedad del mensaje de la predicación, salvar a los que tienen fe.

La nota, sumariamente introducida, del versículo precedente, sobre su modo de predicar -asunto sobre el que volverá más adelante con mayor detenimiento (Isa 2:1-5)- da ocasión al Apóstol para abordar inmediatamente y a modo de tesis el primer gran tema, examinándolo desde su aspecto positivo y negativo, exigiendo y hasta provocando choques, pero no mayores choques y exigencias que las que lleva consigo y llevará siempre la cruz del Hijo de Dios. Mire cada cual qué es lo que esta cruz le exige, porque de ella depende en definitiva la salvación o condenación eterna.

CZ/ESCANDALO: Si para alguien la cruz es algo despreciable e inadmisible, si estorba y se opone a la idea de lo que el hombre necesita para su más alto cultivo y expansión, si esta imagen del nombre le parece demasiado primitiva y esta imagen de Dios demasiado grosera, este aire de superioridad está ya juzgado y condenado por la misma cruz, Pablo ha reflexionado con frecuencia sobre el escandalo de un salvador crucificado. él mismo se había pronunciado durante años en contra de él, hasta que el mismo crucificado se le apareció como resucitado por el poder de Dios y le hizo ver toda la revelación y los caminos salvíficos de Dios a partir precisamente de este punto, primero el más obscuro y luego el más brillante y luminoso. Tras esta afirmación, expuesta a modo de tesis y de una manera al parecer enteramente objetiva, se esconde la más vital y personal de las experiencias. Es preciso leerla desde esta perspectiva. Y leerla con suma atención para ver lo que dice y lo que no dice. No dice, por ejemplo, que haya algunos ya de antemano destinados a la perdición; esto es algo que se dice a posteriori, de acuerdo con una postura negativa ante la cruz. Lo que dice es que el hecho de que se acepte o no se acepte el mensaje del Crucificado, es decisivo para la salvación o la condenación. Pablo ha visto confirmada muchas veces en sus afanes misionales aquella fundamental experiencia por él mismo vivida, y de una manera particularmente expresiva y dolorosa en los lugares próximos a Corinto.

En Atenas acometió el intento de explicar a los sabios, en su propio reducto y, de algún modo, a su propia manera, el mensaje cristiano, pero fracasó en la empresa (Hec 17:16-34). Para explicarse esta experiencia ha leído otra vez con nuevos ojos la Escritura y halló en ella copiosa luz. Así, entrelaza en este pasaje una pequeña cadena de citas de la Escritura (Isa 29:14; Isa 19:11; Isa 33:18; Job 12:12) en los que se hace ya visible la excepcional ley de la gracia, según la cual Dios actúa de una manera opuesta a la de la sabiduría mundana. «El sabio, el escriba, el investigador» 6. Es difícil determinar si estas tres expresiones de Pablo se aplican a la situación judía, a la griega o a las dos a la vez. Lo que sí es seguro es que aquí quiere unir y tratar a ambas en bloque, es decir, quiere hablar de todo cuanto se apoya únicamente en la capacidad, en los valores, en las fuerzas humanas. En la creación hay tantas cosas que llevan a la inagotable admiración de la sabiduría divina que el hombre puede hallar en ellas la gloria de Dios (Rom 1,l9 ss). Pero le resulta difícil percibir el lenguaje elemental de Dios en la naturaleza. El progreso de las ciencias debería llevar justamente a buscar y venerar, tras los misterios de la naturaleza, el único e infinito misterio de Dios. Pero Dios ha elegido otro camino para establecer su salvación, que no necesita el entendimiento progresivo y que no se afinca en el equívoco conocimiento de la naturaleza. Esta soberana libertad divina aparece con entera claridad en la enérgica expresión «quiso Dios». Se recurre aquí a una frase ya empleada por Jesús (Mat 11:26).

……………

6. Algunas versiones prefieren traducir la tercera expresión «investigador» por «orador», «hombre elocuente». En este caso la valoración negativa se acentuaría aún más que en las dos expresiones precedentes. Pero dado que es éste el único lugar en el que aparece la palabra, no puede tomarse una decisión absoluta sobre este punto.

……………

22 Ahí estan, por una parte, los judíos pidiendo señales, y los griegos, por otra, buscando sabiduría; 23 pero nosotros predicamos a Cristo crucificado: escándalo para los judíos; necedad para los gentiles; 24 mas, para los que han sido llamados, tanta judíos como griegos, Cristo es poder de Dios y sabiduría de Dios. 25 Pues lo necio de Dios es más sabio que los hombres, y lo débil de Dios, más poderoso que los hombres.

La experiencia adversa vivida por Pablo en suelo europeo, primero en Atenas, y que ahora parece prolongarse también en Corinto, es sólo la versión europea (que, en aquel tiempo, equivalía prácticamente al ámbito griego o helenístico) de algo ya dolorosamente conocido en el ámbito semita y que se repetía una y otra vez. En el fondo, los griegos estaban encadenados al mismo modo de pensar que los judíos. Unos y otros buscaban afirmarse a sí mismos ante Dios y su revelación. Todos se sentían autorizados a establecer unas normas y unas condiciones para la revelación de Dios, según las cuales interpretar esta revelación, caso que debieran aceptarla.

«Los judios piden señales; los griegos buscan sabiduria.» No es posible expresar de una manera más sintética y acertada la diferencia entre las posiciones fundamentales de estas dos culturas. En esta contrapuesta característica se reconoce el valor y el riesgo del espíritu griego y del judío, aqui la religión de los profetas, allá la cultura de los filósofos. Estremece pensar que, en ambos casos, es lo mejor lo que cierra el paso a la única fe que hace dichosos. ¿Es que Dios no había acreditado siempre a sus mensajeros con señales? ¿No estaba marcada por señales la historia total de la salvación, el camino salvífico por el que Dios había llevado a su pueblo, la marcha de Egipto al Sinaí, y del Sinaí, a través del desierto, hasta la tierra prometida? ¿No cabía esperar, por tanto, que también anunciara con señales la nueva y definitiva salvación? Pero ya Jesús había salido al paso de los fariseos y de los escribas: «Esta generación perversa y adúltera reclama una señal, pero no se les dará más señal que la del profeta Jonás» (Mat 12:39). El hombre está siempre inclinado a aferrarse de tal modo a lo que tiene por seguro que se resiste a los cambios.

RACIONALISMO/FE «Los griegos buscan sabiduría.» No esperan intervenciones extraordinarias de lo alto. Se enfrentan con lo perceptible, con lo científico, y esperan poder entender aquellos conceptos en los que están encerradas las cosas divinas. Conocen las grandes posibilidades de la razón, los esfuerzos que exige, pero también la satisfacción que experimenta el pensador y conferenciante que conduce a sus oyentes por los altos caminos del pensamiento. Pero lo que Pablo tiene que decir como mensajero del crucificado equivale a una bofetada en el rostro contra estas pretensiones. Y, con todo, se da la maravilla de que algunos, de una y otra cultura, reconocen y experimentan a este Cristo así predicado como la esencia de una revelación mucho más alta del poder y de la sabiduría de Dios. Que este nuevo espacio se abra cuando toda posibilidad humana parece cerrada y sin salida es algo que se debe al «llamamiento de Dios» que por un lado es suave y como solicitadora, pero por otro es victoriosa y soberana. El Dios que llama, que envía a sus mensajeros como desvalidos, está seguro de su causa. Y así, esta teología de la cruz del Apóstol desemboca en una frase triunfal, en la que se sabe sin ningún género de duda que, en definitiva y propiamente, la sabiduría y el poder están de parte de Dios, aunque la conducta divina pueda parecer a los hombres desamparada y necia.

b) Confirmación de esta ley de la gracia en la comunidad de Corinto (1Co/01/26-31).

26 Fijaos, si no, hermanos, quiénes habéis sido llamados: no hay entre vosotros muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos de noble cuna; 27 todo lo contrario: lo que para el mundo es necio, lo escogió Dios para avergonzar a los sabios, y lo que para el mundo es débil, lo escogió Dios para avergonzar a lo fuerte, 28 y lo plebeyo del mundo y lo despreciable, lo que no cuenta, Dios lo escogió para destruir lo que cuenta. 29 De suerte que ninguna carne se gloríe en la presencia de Dios. 30 De Dios viene el que vosotros estéis en Cristo Jesús, el cual, por iniciativa de Dios, se hizo para nosotros sabiduría, como también justicia, justificación y redención. 31 Y así, según está escrito: «Quien se gloríe, gloríese en el Señor» (Jer 9:22).

Pablo ha dirigido la mirada de la comunidad a las profundidades de los caminos salvíficos de Dios y a su amplitud universal. Ahora súbitamente les deslumbra con algo situado totalmente en primer término, es decir, hace que sus oyentes reflexionen sobre sí mismos: los que aquí están reunidos por la llamada de Dios ¿no responden a este mismo cuadro? La mayoría de sus componentes no proceden de las capas superiores de la intelectualidad, del poder o del linaje. Los pequeños comerciantes, artesanos y trabajadores del puerto abundan más que profesores, directores de banca o armadores de buques. Por otro lado, merece la pena que notemos que tampoco faltaba del todo gente de esta segunda clase. La riqueza, la inteligencia o el poder no son necesariamente obstáculos para la fe y la gracia. Y a la inversa, no todo pobre es admitido, sin más, en el reino de Dios.

Observemos en el versículo siguiente no sólo la inversión de todas las normas humanas, sino también el hecho de que el conocimiento del Apóstol está enteramente guiado por motivos bíblicos, que aquí equivale a decir veterotestamentarios. ¡Con cuánta frecuencia hallamos en los Salmos o en el Magnificat la paradoja: «A los potentados derribó del trono y elevó a los humildes»! (Luc 1:52). La idea global se concentra y alcanza aquí su cumbre por dos veces, primero negativamente (Luc 1:29) y luego en forma positiva (Luc 1:31) en el «gloriarse» que fue ya orgullo de la pasión de Jeremías; sólo que en Pablo este gloriarse «en el Señor» recibe una intimidad y proximidad enteramente nuevas.

Y esto es lo totalmente positivo, lo que ocupa el centro de esta pasión divina que lucha contra toda suficiencia humana: las cuatro afirmaciones sustantivadas sobre lo que nosotros realmente somos o tenemos por Cristo, y que es capaz de mantenerse incluso ante Dios, porque de él procede total y absolutamente: sabiduría, justicia, salvación, redención. Las cuatro palabras dicen lo mismo, pero cada una expresa un aspecto diferente. Y así se revela la riqueza de lo que Cristo es para nosotros y de lo que nosotros somos en Cristo.

Fuente: El Nuevo Testamento y su Mensaje

INTRODUCCIÓN

1. El apóstol Pablo ha sido el más grande de los misioneros de todos los tiempos. Este ex fariseo, que una vez aborreció y persiguió a los cristianos, llevó a cabo tres grandes viajes misioneros, durante los cuales estableció docenas de iglesias cristianas locales. De manera que el que una vez fue el peor de los «lobos» se transformó en el mejor de los «perros pastores del rebaño».

2. El hecho es que el Nuevo Testamento está compuesto en buena medida por algunas de las cartas que Pablo escribió a estas iglesias que él empezó y a sus pastores. En la lista encontramos:

a. La epístola a la iglesia en Roma (Romanos).

b. La epístola a la iglesia en Éfeso (Efesios).

c. La epístola a la iglesia en Colosas (Colosenses).

d. La carta a la iglesia en Filipos (Filipenses).

e. La carta a la iglesia en Galacia (Gálatas).

f. Las dos cartas a la iglesia en Tesalónica (1 y 2 Tesalonicenses).

g. Los dos epístolas dirigidas a un pastor llamado Timoteo (1 y 2 Timoteo).

h. La carta dirigida a un pastor llamado Tito (Tito).

i. Las dos cartas dirigidas a la iglesia en Corinto (1 y 2 Corintios).

Tenemos aquí, pues, un hecho notable: de los veintisiete libros que componen el Nuevo Testamento, no menos de doce los dirigió Pablo a sus amadas iglesias.

3. Parece que Pablo habría tenido muy poco tiempo para estos «movimientos cristianos» modernos que ignoran y menosprecian el ministerio y la importancia de las iglesias locales.

4. De todas sus cartas a las iglesias, Romanos es, sin duda, la más importante, pero 1 Corintios es probablemente la segunda en importancia. Lo es a causa de su gran sección sobre la resurrección de Cristo y del creyente (1Co 15:1-58), y, si no por otra razón, por su extensión, porque 1 Corintios es con mucho la más larga de las escritas por Pablo.

5. No hay casi ningún problema de la iglesia local de hoy que no sea considerado en 1 Corintios. La iglesia estaba llena de problemas teológicos y personales.

a. Habían pervertido la doctrina del bautismo (1Co 1:1-31).

b. Se jactaban acerca de la poca sabiduría humana que tenían (1Co 1:1-31).

c. Eran muy camales (1Co 3:1).

d. Se habían engañado a sí mismos (1Co 3:18).

e. Habían profanado sus propios cuerpos (1Co 3:17).

f. Se habían hecho muy vanidosos (1Co 4:18).

g. Toleraban la inmoralidad (1Co 5:1).

h. Se llevaban a los tribunales unos a otros (1Co 6:1).

i. Estaban confundidos acerca del matrimonio (1Co 7:1).

j. Habían abusado de la doctrina de la libertad cristiana (1Co 8:9).

k. No iban vestidos en forma apropiada a la casa de Dios (1Co 11:6).

l. Habían hecho una farsa de la Cena del Señor (1Co 11:30).

m. Habían corrompido los dones del Espíritu, especialmente el de lenguas (1Co 14:1-40).

n. Estaban confundidos en cuanto a la resurrección (1Co 15:1-58).

ñ. Se habían olvidado de las ofrendas (1Co 16:1-24).

Se ha dicho que si estos pecados fueran caballos, esta iglesia podría haber llenado muchos establos.

Antecedentes de la fundación de la iglesia de Corinto

1. Fue fundada por Pablo durante su segundo viaje misionero.

2. Hch 18:1-28 nos relata el proceso de su fundación.

a. Parte con Silas en su segundo viaje misionero (Hch 15:40).

b. En Listra incorporan a Timoteo al equipo (Hch 16:1).

c. Pablo recibe en Troas su visión del varón macedonio (Hch 16:9).

d. En Filipos se convierten una mujer llamada Lidia, una joven poseída por el demonio y un carcelero romano (Hch 16:14-34).

e. Desde Filipos se van a Tesalónica (Hch 17:1).

f. De allí salen para Berea (Hch 17:10).

g. De Berea parten para Atenas (Hch 17:15).

h. De Atenas van finalmente a Corinto (Hch 18:1).

3. En Corinto Pablo se encuentra con Aquila y Priscila.

4. Crispo, el principal de la sinagoga, se convierte (Hch 18:8).

5. Dios conforta a Pablo mediante una visión (Hch 18:9).

6. Pablo permanece al menos dieciocho meses en aquella ciudad antes de marchar de allí (Hch 18:11).

7. La iglesia de Corinto fue después pastoreada por un hombre llamado Apolos.

Trasfondo de la Primera Epístola de Pablo a los Corintios

1. Pablo inicia su tercer viaje misionero durante el verano del año 53 d.C., aparentemente solo (Hch 18:23).

2. Llega a Éfeso y se queda allí por tres años (Hch 18:10).

3. Mientras que ministra en Éfeso le visita una delegación de Corinto informándole de la trágica situación de aquella iglesia local.

4. Pablo, con gran preocupación en su corazón, se sienta y escribe 1 Corintios.

Un análisis de 1 Corintios

I. Preámbulo: los saludos de Pablo (1Co 1:1-10).

A. Pablo y Sóstenes envían sus recuerdos. Este Sóstenes pudo haber sido el mismo que se cita en Hch 18:17, el principal de la sinagoga en Éfeso que instigó un tumulto contra Pablo, pero que le salió mal, porque algunos griegos enojados le golpearon a él. Aparentemente esto le llevó a la conversión.

B. Pablo dice (1Co 1:2): «Con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo. » De manera que la carta fue escrita para todos los creyentes, como lo fueron también las demás (véanse 1Ts 5:27; Col 4:16).

C. «Del Señor Jesucristo» (1Co 1:3). Se menciona seis veces este gran nombre en los diez primeros versículos de la epístola, a causa, sin duda, de que la iglesia no había honrado este gran título. Esta es la verdadera razón por la que cualquier iglesia puede tener dificultades.

D. «Fuisteis enriquecidos en él, en toda palabra y en toda ciencia» (1Co 1:5). Los creyentes corintios conocían la verdad Y podían hablar la verdad, pero no practicaban la verdad.

E. «De tal manera que nada os falta en ningún don.» La Biblia cita dieciocho dones y aparentemente la iglesia de Corinto los tenía todos.

F. El versículo 1Co 1:8 nos presenta una de las grandes declaraciones de la «seguridad del creyente» en toda la Biblia. Notemos las palabras:

1. Confirmará. Esto significa establecer y estar completamente seguros. Se usa el mismo verbo en Rom 15:8, donde Pablo declara que Dios confirmó en Cristo las promesas que hizo en el Antiguo Testamento.

2. Irreprensibles. Este es un término legal que significa «no llamado ante el tribunal, libre de cargos y acusaciones». No quiere decir sin pecado, sino que no hay cargos. (Véanse también Col 1:22; 1Ti 3:10.)

3. En el día de. Esta es una referencia al rapto.

Conclusión: Pablo está escribiendo a una de las iglesias más camales, confundidas, egoístas y apartadas de la sana doctrina que conocemos. El solamente podía predecir su salvación final en razón de la eterna seguridad de Dios, a pesar de su lamentable condición.

G. «Fiel es Dios» (1Co 1:9). Un breve resumen de su fidelidad incluiría lo siguiente:

1. Es fiel en defender a su pueblo.

«Hallé a David mi siervo; lo ungí con mi santa unción. No lo sorprenderá el enemigo, ni hijo de iniquidad lo quebrantará. Mi verdad y mi misericordia estarán con él…» (Sal 89:20, Sal 89:22, Sal 89:24).

2. Es fiel en tiempos de tentación.

«No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar» (1Co 10:13).

3. Es fiel conservando salvos a los cristianos.

«Pero fiel es el Señor, que os afirmará y guardará del mal» (2Ts 3:3).

«Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo. Fiel es el que os llama, el cual también lo hará» (1Ts 5:23, 1Ts 5:24).

4. Es fiel en corregir a sus hijos.

«Conozco, oh Jehová, que tus juicios son justos, y que conforme a tu fidelidad me afligiste» (Sal 119:75).

«Porque el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo» (Heb 12:6).

5. Es fiel en perdonar los pecados confesados.

«Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiamos de toda maldad» (1Jn 1:9).

6. Es fiel en escuchar nuestras oraciones.

«Oh Jehová, oye mi oración, escucha mis ruegos; respóndeme por tu verdad, por tu justicia» (Sal 143:1).

Esto nos enseña que dado que Dios era quien les había llamado, y como él es fiel, su salvación estaba asegurada. Notamos con tristeza que Pablo no dice nada acerca de condición presente (como en las cartas a las otras iglesias), solamente menciona su pasado y su futuro.

H. «A la comunión con su Hijo Jesucristo nuestro Señor» (1Co 1:9). A los cristianos de todo el mundo les encanta el hablar, escribir y cantar acerca de esta comunión, y bien hacen en ello; pero debemos tener en cuenta que esta comunión a veces también involucra sufrimiento. Como Pablo da testimonio:

«A fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte» (Flp 3:10).

Demasiado frecuentemente parece que queremos lo primero sin lo segundo, pero no hay poder de su resurrección sin la participación en sus padecimientos.

I. «No haya entre vosotros divisiones» (1Co 1:10). El erudito del griego W. E. Vine señala cuatro pasos diferentes que pueden llevarnos desde la armonía al rompimiento trágico de la unidad cristiana, y son:

1. Stasis: un fuerte desacuerdo, una disensión (véanse Hch 15:2; Hch 23:7, Hch 23:10).

2. Dichostasia: apartarse uno del otro (Gál 5:20; Rom 16:17).

3. Schisma: un cisma, un rompimiento fuerte (véanse 1Co 11:18; Jua 7:43; Jua 9:16; Jua 10:19).

4. Hairesis: una separación establecida y madura (véanse Hch 5:17; Hch 24:5, Hch 24:14; Hch 26:5; 2Pe 2:1; Tit 3:10).

Pablo usa aquí la tercera palabra, schisma, sugiriendo con ello que la iglesia en Corinto estaba en peligro de un cisma, una fuerte división.

J. «Sino que estéis perfectamente unidos» (1Co 1:10). La frase «perfectamente unidos» que aparece en este versículo proviene del mundo griego. Es la palabra katartizo. Este término se usa en otros tres pasajes importantes del Nuevo Testamento:

1. «Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios…» (Heb 11:3). Aquí tenemos traducida la palabra katartizo por «constituido».

2. «Por lo cual, entrando en el mundo dice: Sacrificio y ofrenda no quisiste; mas me preparaste un cuerpo» (Heb 10:5). Aquí la palabra es traducida por «preparaste».

3. «Pasando de allí, vio a otros dos hermanos, Jacobo hijo de Zebedeo, y Juan su hermano, en la barca con Zebedeo su padre, que remendaban sus redes; y los llamó» (Mat 4:21). En este último pasaje la palabra es traducida por «remendar».

La conclusión a la que llegamos es sencillamente esta: el deseo de Dios es que todos los creyentes estén unidos:

Tan perfectamente como lo están el sol, la luna y las estrellas en el universo (Heb 11:3). Tan perfectamente como lo era el cuerpo que Dios preparó para Jesús (Heb 10:5). Tan perfectamente como una red bien remendada. Las almas no se salvan en una iglesia plagada de problemas, simplemente porque la red está rota y huyen.

II. El informe (1Co 1:111Co 6:20). Pablo responde a un informe que le ha llegado acerca de la iglesia de Corinto.

A. Estaban siguiendo líderes humanos (1Co 1:11-17). Pablo comienza citando su fuente de información: «Porque he sido informado… por los de Cloé.» (Véase 1Co 1:11.) Muchas veces, los líderes cristianos reciben cartas de crítica sin firma, señalando las faltas del pastor o de algunos otros miembros en la iglesia. ¡Cuántas veces esos chismes procedentes de bocas anónimas (y sin fuerza moral) de miembros de la iglesia llevan a la destrucción de su propia congregación!

En los versículos 1Co 1:12 al 1Co 1:17 Pablo escribe para corregir su problema básico, el del bautismo. Desde entonces, muchas iglesias se han dividido por el asunto del bautismo. Pero aquí la discusión no era, sin embargo, acerca del modo, o incluso del propósito del bautismo, sino en relación con los diferentes hombres que habían bautizado a los creyentes en Corinto.

1. Pablo había bautizado a algunos de ellos, por supuesto (muy pocos en realidad), cuando estableció la iglesia.

2. Apolos, que pastoreó después la iglesia, bautizó también a algunos.

3. Pedro (Cefas) había bautizado aparentemente a algunos otros, aunque no sabemos cuándo sucedió esto. Algunos piensan que tuvo lugar en Pentecostés.

4. Cristo también es mencionado en la lista. Como en el caso de Pedro, no tenemos ningún conocimiento de cuándo y dónde pudo haberlo él hecho.

En cualquier caso, aquí tenemos una iglesia local neotestamentaria lamentablemente dividida en cuatro grupos, y cada uno de ellos pretendiendo ser superior al otro en razón del hombre que los había bautizado.

5. El grupo paulino. El razonamiento de este primer grupo debió de ser así: «Somos de Pablo y, por supuesto, mejores que vosotros. Todos sabemos que Pablo es un gran predicador doctrinal y eso es lo que verdaderamente cuenta.»

6. El grupo apolino. El segundo grupo probablemente diría: «Nosotros somos de Apolos, y cualquiera con un poco de sentido común estará de acuerdo en que es un predicador elocuente y supera con creces a Pablo.»

7. El grupo pedrino. El tercer grupo podría responder: «Nosotros somos de Cefas, y vosotros podéis jactaros todo lo que queráis acerca de doctrina y elocuencia, pero no hay nadie tan sencillo y práctico como Pedro.»

8. El grupo de Cristo. Este cuarto grupo podría ser retratado mirando por encima a todos los demás diciendo con un tono muy piadoso: «Nosotros somos de Cristo y, por tanto, no miramos a ningún predicador humano para seguirle y que nos alimente.» «¿Fue crucificado Pablo por vosotros?» (1Co 1:13). Podemos ver que Pablo amonesta a los de su propio club primero. Es fácil reprender a un grupo si están equivocados y son, además tus contrarios, pero es algo muy diferente corregir severamente a aquellos que están por completo a tu favor. Pablo estaba en verdad dedicado a Cristo.

El doctor James Boyer escribe lo siguiente en relación con 1Co 1:16 :

«El versículo 16 introduce una interesante excepción. Pablo de pronto recuerda a otros que también había bautizado Estéfanas y su familia. Por 1Co 16:15 y 1Co 16:17 sabemos que este Estéfanas estaba entre los que habían llegado de Corinto y se hallaba probablemente presente en el momento cuando Pablo dictaba su carta. Puede ser que su presencia le recordara que también le había bautizado a él, cuando mencionaba a los demás. Así que si Pablo se olvidaba de Estéfanas también pudo haberse olvidado de otros, por lo que admite la posibilidad de que otros hubieran sido bautizados por él. Esto no está en contra de la doctrina de la inspiración. La inspiración no interfiere con el estilo personal y las características de los escritores individuales, ni tampoco la inspiración produce omnisciencia. La inspiración garantiza que lo que se ha escrito es lo que el Señor quería que se escribiera.» (For a World Like Ours, p. 32.)

«Pues no me envió Cristo a bautizar, sino a predicar el evangelio» (1Co 1:17). Este es probablemente el texto bíblico más fuerte que refuta la doctrina de la regeneración bautismal (la enseñanza no bíblica que afirma que debemos ser bautizados para ser salvos).

Notemos que Pablo no dice que Cristo le ha prohibido bautizar, porque el apóstol bautizó frecuentemente a sus convertidos (véanse Hch 16:15, Hch 16:33; Hch 18:8; Hch 19:5). Lo que está aquí diciendo es simplemente que el agua bautismal no es parte del evangelio de Cristo. Más adelante en esta misma carta Pablo define lo que es el evangelio:

«Además os declaro, hermanos, el evangelio… que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras, y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras» (1Co 15:1, 1Co 15:3, 1Co 15:4). Este es el evangelio.

B. Favorecían la sabiduría humana (1Co 1:18-31; 1Co 2:1-13). Pablo les señala la necedad de esta tendencia, porque Dios había rechazado desde mucho tiempo ha la sabiduría humana.

«Pues está escrito: Destruiré la sabiduría de los sabios, y desecharé el entendimiento de los entendidos» (1Co 1:19). (Véanse también Job 5:12; Isa 29:14.)

Nota: En 1Co 3:19 Pablo escribe: «Él prende a los sabios en la astucia de ellos.» Podemos ver tres ejemplos clásicos en el Nuevo Testamento de esto mismo en Mat 21:23-27 (en relación con el bautismo de Juan); Mat 22:15-22 (en lo concerniente al tributo a César); y Jua 8:1-11 (en relación con una mujer adúltera). Dios en su eterna sabiduría eligió el método de la cruz para salvar a los hombres.

1. La reacción al plan de Dios.

a. «Es un plan de necios.» (La conclusión de los inconversos; véase 1Co 1:18.)

b. «Es poder de Dios.» (La conclusión de los creyentes; véase 1Co 1:18.)

Nota: En el original se declara que los inconversos perecen y los creyentes se salvan. Tanto la salvación como la condenación aparecen en tiempo presente. (Véase Jua 3:18, Jua 3:26 en relación con los inconversos.) En relación con los salvos, el Nuevo Testamento describe su salvación en tres tiempos:

(1) Tiempo pasado: Rom 8:24 (justificación).

(2) Tiempo presente: 1Co 1:18 (santificación).

(3) Tiempo futuro: Rom 5:9 (glorificación).

Al doctor Harry Ironside le preguntaron una vez si era salvo, a lo que el famoso pastor respondió: «Sí, he sido, lo estoy siendo, y lo seré.»

2. Los resultados del plan de Dios.

a. Para los judíos que demandaban señales, era un tropezadero (1Co 1:22, 1Co 1:23. Véanse también Mat 12:38; Mat 16:1; Luc 2:34.)

Nota: Israel había rechazado el plan de Dios a pesar del hecho de que les había provisto de varias señales. (Véanse Jua 3:2; Jua 20:30; Hch 2:19, Hch 2:43; Hch 5:12.)

b. Para los griegos que buscaban «sabiduría» era locura (1Co 1:22-23; véase también Hch 17:21, Hch 17:32.)

c. Para todos los creyentes, que simplemente lo reciben (sin demandas) es santificación (1Co 1:30).

3. Las razones para el plan de Dios (caps. 1Co 1:27-29).

«Sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en su presencia.»

Esto es, a fin de manifestar su gloria, Dios se deleita en escoger:

a. Lo necio del mundo:

(1) Un cordero que derrama su sangre en Éxo 12:1-51.

(2) Un roca golpeada en Éxo 17:1-16.

(3) Una serpiente de bronce en Núm 21:1-35.

b. Lo débil del mundo:

(1) Una vara para derrotar a los egipcios en Éxo 4:1-31.

(2) Una honda para derrotar a un poderoso gigante en 1Sa 17:1-58.

(3) Una quijada de asno para derrotar a los filisteos en Jue 15:1-20.

c. Lo vil del mundo y lo menospreciado:

(1) El hijo de una mujer ramera que llegó a ser un gran juez de Israel en Jue 11:1-40.

(2) Una joven pagana que llegó a ser la bisabuela de David en Rut 4:1-22.

(3) Una mujer inmoral que se transformó en una gran ganadora de almas en Jua 4:1-54.

Nota: Pablo recuerda con tacto a la iglesia que había sido bueno que Dios no eligiera a los intelectuales y prestigiosos del mundo.

«Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles» (1Co 1:26).

El gran Juan Wesley recibió frecuentemente durante su ministerio la ayuda de una mujer noble de la alta sociedad británica llamada Lady Huntington. Esta generosa mujer, que dio tanto de su tiempo, talento y dinero para la obra de Cristo, testificaba en muchas ocasiones:

«Voy solamente al cielo gracias a la letra M. Le estoy muy agradecida a Pablo porque no dijo ningún noble es llamado, sino ni muchos nobles son llamados. Por tanto, sólo voy al cielo por la letra M.» [En inglés esta anécdota queda mejor ilustrada por la forma en que se escriben las palabras ningún (any) y muchos (many). Como puede apreciar el lector, la diferencia es sólo la letra m.) (Nota del editor.)]

4. El examen del plan de Dios (1Co 2:1-13). En estos versículos Pablo repasa su estadía en Corinto durante su segundo viaje misionero, cuando en este tiempo estableció la iglesia allí.

Les recuerda:

a. Que el mensaje de la cruz no es del mundo (1Co 2:1-6).

«Así que, hermanos, cuando fui a vosotros para anunciaros el testimonio de Dios, no fui con excelencia de palabras o de sabiduría. Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado. Y estuve entre vosotros con debilidad, y mucho temor y temblor; y ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder» (1Co 2:1-4).

Antes de su visita a Corinto, Pablo les había hablado a los filósofos griegos en el Areópago de Atenas (Hch 17:16-34). Pronunció allí un discurso poderoso y elocuente, combinando la filosofía, la poesía y la historia grandes verdades bíblicas. El mensaje, no obstante, produjo poco fruto. Algunos (aunque no todos) han concluido que aquí el apóstol está expresando su determinación de depender única y exclusivamente del poder del Espíritu Santo y no confiar para nada en la elocuencia, filosofía, etc. Otros piensan que su condición, como se describe en 1Co 2:3, era simplemente física, debido quizá al agotamiento nervioso. (Véase también 2Co 7:5.)

b. Que el mensaje de la cruz había sido ordenado desde antes de la fundación del mundo (1Co 2:8).

«La que ninguno de los príncipes de este siglo conoció; porque si la hubieran conocido, nunca habrían crucificado al Señor de gloria.»

c. Que el mensaje de la cruz está reservado para los herederos de este mundo (1Co 2:9-13).

«Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman. Pero Dios nos la reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios» (1Co 2:9, 1Co 2:10).

C. Eran muy carnales (1Co 2:14-16; 1Co 3:1-7). En estos extraordinarios versículos, Pablo divide a todos los hombres en tres categorías espirituales. Son:

1. El cadáver (el hombre natural): el hombre psuchikos.

«Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente» (1Co 2:14).

Características del hombre psuchikos:

a. Quizá no esté completamente depravado (tanto como puede llegar a estar), pero es totalmente incapaz de comprender la Palabra de Dios (véase Hch 8:31).

b. Ha llegado a la conclusión de que las Escrituras no tienen sentido (véanse Hch 17:18, Hch 17:32; Hch 26:24).

c. Está muerto y necesita ser resucitado, porque no puede ser reavivado (véanse Rom 5:12; Efe 2:1).

2. El niño que llora (el hombre camal): el hombre sarkikos.

«De manera que yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a camales, como a niños en Cristo» (1Co 3:1).

Características del hombre sarkikos:

a. Es incapaz de valerse por sí mismo, como un recién nacido. La palabra «niños» que se usa aquí en el original es nepios, y tiene el sentido de debilidad, de incapacidad para hablar, de inmadurez e inexperiencia. Efe 4:14 también nos retrata esta condición:

«Para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina…» (véanse también Gál 4:3; 2Pe 1:9).

b. Sólo es capaz de tomar leche (1Co 3:2). Esta condición siempre habla de infancia o de enfermedad. La leche es apropiada por un tiempo (1Pe 2:2), «pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal» (Heb 5:14; véase también Heb 5:11-13).

c. Camina y habla como un hombre inconverso. «¿No sois carnales, y andáis como hombres?» (1Co 3:3). Todos los creyentes deberíamos pensar en esta penetrante pregunta: «Si fuéramos arrestados y acu sados de ser cristianos, ¿habría suficiente evidencia para condenarnos?» Los corintios al parecer podrían, en buena medida, haber salido inmunes.

d. Comparaban líderes espirituales en vez de verdades espirituales. (Véase 1Co 2:13 en oposición a 1Co 3:4.) Pablo responde a esto, diciendo: «Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios» (1Co 3:6). Sólo Dios puede hacerlo (véase también 1Re 18:30-38).

3. El conquistador (el hombre espiritual): el hombre pneumatikos.

«En cambio el espiritual juzga todas las cosas; pero él no es juzgado de nadie» (1Co 2:15).

Características del hombre pneumatikos:

a. No es un santurrón.

b. No es superior (en asuntos de talento, vigor, antecedentes, dinero, etc.).

c. No es sensacionalista.

d. No es un empalagoso.

e. No es excesivamente estricto.

f. No se separa de la sociedad.

g. No es superficial.

h. No es débil de carácter.

i. Es espiritual. Ser espiritual es estar en armonía con Dios, como lo están sus leyes (Rom 7:14). Es decir, un hombre espiritual es uno que está controlado y motivado por el Espíritu Santo. (Véanse 1Co 15:46; Gál 5:16, Gál 5:25.)

A causa de esto puede juzgar correctamente «todas las cosas» (1Co 2:15). (Véase también 2Ti 2:15 en oposición a 2Pe 3:14-17.)

Pablo declara que «nosotros tenemos la mente de Cristo» (1Co 2:16). Todos los creyentes gozan de ello posicionalmente (2Co 5:17), pero el hombre espiritual lo tiene experimentalmente (Flp 2:5).

D. Se olvidaban del juicio futuro (1Co 3:8-23).

1. El significado del bema. La palabra griega bema (que traducimos por «tribunal de Cristo» en la versión Reina-Valera), era un término familiar en los días del apóstol Pablo. El doctor Lehman Strauss escribe al respecto: «En el gran estadio donde se celebraban las olimpiadas de la antigua Grecia había un lugar elevado donde se sentaba el juez de los juegos. Después que se habían terminado las competencias, todos los que habían ganado se reunían ante el bema para recibir su galardón o corona. El bema no era un tribunal judicial donde la gente recibía condenas, sino que era el lugar de los premios. De igual manera, el tribunal de Cristo no es un lugar de juicio y condena. La vida cristiana es como una carrera y el gran árbitro observa a cada participante. Después que la iglesia haya corrido su carrera, congregará a cada miembro delante del bema con el propósito de examinarle y concederle el galardón que le corresponda.» (God’s Plan for the Future, p. 111.)

2. La realidad del bema. Muchos versículos del Nuevo Testamento hablan acerca de ello. «Pero tú, ¿por qué juzgas a tu hermano? O tú también, ¿por qué menosprecias a tu hermano? Porque todos compareceremos antes el tribunal de Cristo. Porque escrito está: Vivo yo, dice el Señor, que ante mí se doblará toda rodilla, y toda lengua confesará a Dios. De manera que cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí» (Rom 14:10-12).

«La obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará…» (1Co 3:13).

«Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo…» (2Co 5:10).

3. El propósito del bema.

a. Las consideraciones negativas.

(1) El propósito del bema no es determinar si una persona en particular entra en el cielo o no, pues el destino eterno de cada persona ya ha sido determinado antes de que él deje esta vida.

(2) El propósito del bema no es castigar a los creyentes por pecados cometidos antes o después de su salvación.

Las Escrituras son muy claras en indicar que ningún hijo de Dios tendrá que responder por sus pecados después de esta vida.

«No ha hecho con nosotros conforme a nuestras iniquidades, ni nos ha pagado conforme a nuestros pecados. Porque como la altura de los cielos sobre la tierra, engrandeció su misericordia sobre los que le temen. Cuanto está lejos el oriente del occidente, hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones» (Sal 103:10-12). «… mas a ti agradó librar mi alma del hoyo de corrupción; porque echaste tras tus espaldas todos mis pecados» (Isa 38:17).

«Yo deshice como una nube tus rebeliones, y como niebla tus pecados…» (Isa 44:22).

«… sepultará nuestras iniquidades, y echará en lo profundo del mar todos nuestros pecados» (Miq 7:19).

«Porque seré propicio… y nunca más me acordaré de sus pecados y de sus iniquidades» (Heb 8:12).

«… y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado » (1Jn 1:7).

b. Consideraciones positivas. ¿Cuál es, entonces, el propósito del bema (el tribunal de Cristo)? Pablo nos dice en 1Co 4:2 que todos los cristianos deben actuar como fieles mayordomos de Dios: «Ahora bien, se requiere de los administradores, que cada uno sea hallado fiel.» El apóstol Pedro escribió después de una manera similar: «… minístrelo… como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios» (1Pe 4:10).

En el mundo del Nuevo Testamento, un mayordomo era el responsable de la administración de los bienes de una familia. Era nombrado por el dueño y se le encargaba que cuidara de que todo funcionara bien. Tenía autoridad para contratar y despedir personal, para gastar y ahorrar, y era solamente responsable ante el propietario. Su única preocupación era la entrevista periódica con el amo en la que tenía que rendir cuentas de lo hecho hasta ese momento.

Con este trasfondo en mente, podemos decir que un día todos los mayordomos compareceremos ante el bema de Cristo, nuestro Señor y Maestro, y que nos pedirán que rindamos cuentas de lo que hayamos hecho con nuestros privilegios y responsabilidades desde el momento de nuestra conversión. En resumen, podemos decir que:

(1) En el pasado Dios trató con nosotros como pecadores (Efe 2:1-3; 1Co 6:9-11; Rom 5:6-8).

(2) En el presente Dios trata con nosotros como hijos (Rom 8:14; Heb 12:5-11; 1Jn 3:1, 1Jn 3:2).

(3) En el futuro Dios tratará con nosotros (en el bema) como mayordomos.

4. El material que será probado en el bema (tribunal de Cristo). En 1Co 3:11 el apóstol Pablo nos explica el hecho glorioso de que en el momento de la salvación, el pecador arrepentido es colocado firmemente sobre el fundamento de la muerte, sepultura y resurrección de Cristo mismo. Su instrucción continua después de la salvación es que edifique sobre este fundamento. Pablo dice:

«… pero cada uno mire cómo sobreedifica… y si sobre este fundamento alguno edificare oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, hojarasca, la obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará » (1Co 3:10, 1Co 3:12, 1Co 3:13).

a. Consideraciones negativas. Debemos hacer notar inmediatamente que este pasaje no enseña la falsa doctrina conocida como el purgatorio, porque son las obras del creyente, y no el creyente mismo, las que serán sometidas al fuego.

b. Consideraciones positivas. Parece ser, según estos versículos, que Dios clasifica las obras de los creyentes en las siguientes seis áreas: oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, hojarasca. Ha habido mucha especulación acerca de la clase de obras que se hacen en la tierra que constituirán oro y plata en el cielo. Parece más apropiado notar que estos seis objetos pueden ser fácilmente puestos en dos categorías:

(1) Aquellos objetos que son valiosos e indestructibles y que resisten el fuego, como el oro, la plata y las piedras preciosas.

(2) Aquellos que son objetos destructibles y menos valiosos, que son completamente consumidos por el fuego, como son la madera, el heno y la hojarasca.

c. Aunque es difícil saber exactamente qué es lo que compone una «obra de oro» o una «obra de hojarasca», la Palabra nos informa, no obstante, de ciertas áreas generales en las que Dios está muy interesado.

(1) Cómo tratamos a otros creyentes.

«Porque Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de amor que habéis mostrado hacia su nombre, habiendo servido a los santos y sirviéndoles aún» (Heb 6:10).

«El que recibe a un profeta por cuanto es profeta, recompensa de profeta recibirá; y el que recibe a un justo por cuanto es justo, recompensa de justo recibirá. Y cualquiera que dé a uno de estos pequeñitos un vaso de agua fría solamente, por cuando es discípulo, de cierto os digo que no perderá su recompensa» (Mat 10:41, Mat 10:42).

(2) Cómo ejercemos nuestra autoridad sobre otros.

«Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos; porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta; para que lo hagan con alegría, y no quejándose, porque esto no es provechoso» (Heb 13:17).

«Hermanos míos, no os hagáis maestros muchos de vosotros, sabiendo que recibiremos un juicio más severo» (Stg 3:1, La Biblia de las Américas).

(3) Cómo usamos los dones que Dios nos ha dado.

«Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti…» (2Ti 1:6).

«Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo… pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, distribuyendo individualmente a cada uno según la voluntad de Él» (1Co 12:4, 1Co 12:11, La Biblia de las Américas).

«Según cada uno ha recibido un don especial, úselo sirviéndoos los unos a los otros como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios» (1Pe 4:10, La Biblia de las Américas).

A estos versículos podemos añadir la enseñanza general de las parábolas de Jesús de las minas (Luc 19:11-26) y de los talentos (Mat 25:14-29).

(4) Cómo usamos nuestro dinero.

«A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos. Que hagan bien, que sean ricos en buenas obras, dadivosos, generosos; atesorando para sí buen fundamento para lo por venir, que echen mano de la vida eterna» (1Ti 6:17-19).

«Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará. Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre» (2Co 9:6, 2Co 9:7).

«Cada primer día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado…» (1Co 16:2).

(5) Cuánto sufrimos por Jesús. «Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros» (Mat 5:11, Mat 5:12).

«Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese, sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran alegría» (1Pe 4:12, 1Pe 4:13).

«Respondió Jesús y dijo: De cierto os digo que no hay ninguno que haya dejado casa, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por causa de mí y del evangelio, que no reciba cien veces más ahora en este tiempo; casas, hermanos, hermanas, madres, hijos, y tierras, con persecuciones; y en el siglo venidero la vida eterna» (Mar 10:29, Mar 10:30).

«Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria» (2Co 4:17).

«Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse» (Rom 8:18).

(6) Cómo usamos nuestro tiempo.

«Aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos» (Efe 5:16).

«Andad sabiamente para con los de afuera, redimiendo el tiempo» (Col 4:5).

«Y si invocáis por Padre a aquel que sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno, conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación» (1Pe 1:17).

(7) Cómo corremos esa carrera en particular que Dios ha escogido para nosotros.

«¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis» (1Co 9:24).

«Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús» (Flp 3:13, Flp 3:14).

«… despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante» (Heb 12:1).

«Asidos de la palabra de vida, para que en el día de Cristo yo pueda gloriarme de que no he corrido en vano, ni en vano he trabajado» (Flp 2:16).

(8) Cuán efectivamente controlamos la vieja naturaleza.

«Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible.

Así que, yo de esta manera corro, no como a la ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea el aire, sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado» (1Co 9:25-27).

(9) A cuántas almas he testificado y ganado para Cristo.

«El fruto del justo es árbol de vida; y el que gana almas es sabio» (Pro 11:30).

«Porque, ¿cuál es nuestra esperanza, o gozo, o corona de que me gloríe? ¿No lo sois vosotros, delante de nuestro Señor Jesucristo, en su venida? Vosotros sois nuestra gloria y gozo» (1Ts 2:19, 1Ts 2:20).

«Los entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento; y los que enseñan la justicia a la multitud, como las estrellas a perpetua eternidad» (Dan 12:3).

(10) Cómo reaccionamos a la tentación.

«Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia» (Stg 1:2, Stg 1:3).

«No temas en nada lo que vas a padecer. He aquí, el diablo echará a algunos de vosotros en la cárcel, para que seáis probados, y tendréis tribulación por diez días.

Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida» (Apo 2:10).

(11) Cuánto significa para nosotros la doctrina del rapto.

«Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida» (2Ti 4:8).

(12) Cuán fieles somos a la Palabra y al rebaño de Dios.

«Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto; no teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey. Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria» (1Pe 5:2-4).

«Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino, que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina» (2Ti 4:1, 2Ti 4:2).

«Por tanto, yo os protesto en el día de hoy, que estoy limpio de la sangre de todos; porque no he rehuido anunciaros todo el consejo de Dios. Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre» (Hch 20:26-28).

5. Los resultados del bema (tribunal) de Cristo,

a. Algunos recibirán recompensas.

«Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa» (1Co 3:14).

La Biblia menciona al menos cinco posibles galardones. Ya los describimos brevemente bajo la última sección. Estas recompensas son:

(1) La corona incorruptible, la cual se dará a aquellos que dominan su vieja naturaleza (1Co 9:25-27).

(2) La corona de gloria y gozo, la cual se dará a los ganadores de almas (Pro 11:30; 1Ts 2:19, 1Ts 2:20; Dan 12:3).

(3) La corona de vida, la cual se dará a aquellos que triunfan sobre la tentación (Stg 1:2, Stg 1:3; Apo 2:10).

(4) La corona de justicia, la cual se dará a aquellos que aman de manera especial la doctrina del rapto (2Ti 4:8).

(5) La corona de gloria, la cual se dará a los pastores y maestros fieles (1Pe 5:2-4; 2Ti 4:1, 2Ti 4:2; Hch 20:26-28).

Se ha sugerido que estas «coronas» serán en realidad talentos y habilidades con los cuales glorificar a Cristo. De manera que cuanto mayor sea el galardón, mayor será la habilidad.

b. Algunos sufrirán pérdidas.

«Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego» (1Co 3:15).

La palabra para «sufrir» que se usa aquí en el griego del Nuevo Testamento es zemioo, y Pablo la usa de nuevo en Flp 3:1-21 para describir aquellas cosas que fueron su mayor fuente de orgullo antes de su conversión. Nos dice:

«Circuncidado al octavo día, del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de hebreos; en cuanto a la ley, fariseo; en cuanto a celo, perseguidor de la iglesia; en cuanto a la justicia que es en la ley, irreprensible» (Flp 3:5, Flp 3:6). Pero después de su conversión, Pablo escribe: «… por amor del cual lo he perdido todo… para ganar a Cristo» (Flp 3:8). Lo que nos dice toda esta enseñanza es simplemente esto: ante el bema el cristiano carnal sufrirá la pérdida de muchos logros alcanzados en el pasado, como le sucedió a Pablo, pero con una excepción importante: Pablo quedó compensado con creces, porque lo perdió todo para ganar a

Cristo, mientras que el cristiano carnal no recibirá nada para reemplazar su madera, heno y hojarasca que el fuego consumió. Antes de dejar esta sección, podemos hacer la siguiente pregunta: «¿Es posible para un creyente perder a causa de la carnalidad los galardones que haya podido ganar aquí?» Algunos creen que esto es ciertamente posible en base de los siguientes versículos:

«Mirad por vosotros mismos, para que no perdáis el fruto de vuestro trabajo, sino que recibáis galardón completo» (2Jn 1:8).

«He aquí, yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona» (Apo 3:11).

«Nadie os prive de vuestro premió…» (Col 2:18).

c. El pasaje en 1Co 3:14-17 señala en realidad tres clases de edificadores:

(1) El edificador sabio (1Co 3:14).

(2) El edificador carnal (1Co 3:15).

(3) El edificador impío (1Co 3:17).

(4) El edificador inicuo no estará, por supuesto, ante el bema, pero sí estará en el juicio del gran trono blanco (Apo 20:11-15). La palabra «destruirá» en 1Co 3:17 es phtheiro en el original griego y aparece frecuentemente asociada en el Nuevo Testamento con doctrina falsa y maestros corrompidos. (Véanse 1Co 15:33; Efe 4:22; 2Pe 2:12; Jud 1:10; Apo 19:2.) Debemos también observar que nos pedirán cuentas no sólo por lo que hicimos, sino también por lo que podíamos haber hecho de haberlo hecho (Apo 3:1-3; Luc 12:48; 1Co 4:1), y de lo que hubiéramos hecho si hubiéramos podido (Mat 26:41; 1Re 8:18).

6. En el Antiguo Testamento encontramos prefigurado el bema, (el tribunal de Cristo). Aunque la Iglesia no aparece mencionada para nada en el Antiguo Testamento, hay no obstante un pasaje que puede ser fácilmente aplicado al bema. Lo podemos encontrar en las palabras de Booz (una prefiguración de Cristo) a Rut (una prefiguración de la Iglesia), cuando dice: «He sabido todo lo que has hecho… Jehová recompense tu obra, y tu remuneración sea cumplida de parte de Jehová Dios de Israel, bajo cuyas alas has venido a refugiarte» (Rut 2:11, Rut 2:12).

E. Se estaban agradando a sí mismos (1Co 4:1-21). Los líderes corintios estaban aparentemente hinchados de orgullo a causa de su autoridad en la iglesia local. Pablo intenta corregir esta pecaminosa actitud:

1. Mediante seis ejemplos gráficos. En los capítulos 1Co 3:1-23 y 1Co 4:1-21, el apóstol nos describe la obra de un verdadero ministro de Cristo.

a. Es un labrador (1Co 3:6). Tiene que cultivar.

b. Es un albañil (1Co 3:10). Tiene que construir.

c. Es un administrador (1Co 4:1). Tiene que estar en control.

d. Es un padre (1Co 4:15). Tiene que aconsejar.

e. Es un maestro (1Co 4:17). Tiene que comunicar.

f. Es uno que disciplina (1Co 4:21). Tiene que corregir.

2. Mediante dos ejemplos proféticos.

a. Concerniente al bema (1Co 4:3-5). Los corintios en su orgullo se habían sentido en perfecta libertad de enjuiciar a los obreros cristianos. Sin embargo, Pablo les advierte contra:

(1) Juzgar a otros.

(2) Juzgarse incluso a sí mismos. La razón, por supuesto, es que debían esperar «hasta que venga el Señor, el cual aclarará también lo oculto de las tinieblas, y manifestará las intenciones de los corazones; y entonces cada uno recibirá su alabanza de Dios» (1Co 4:5).

b. Acerca del milenio (1Co 4:8-10). Pablo emplea aquí uno de los mejores ejemplos de divino sarcasmo que tenemos en toda la Biblia. Hace la observación de que los corintios, por la manera en que se pavoneaban, parecían haberse convencido a sí mismos de que ya estaban realmente reinando en el milenio.

3. Por medio del ejemplo personal de la vida de Pablo.

a. Sus sufrimientos por el Salvador.

(1) Había sido golpeado (la palabra indica golpes con puño cerrado), despreciado, ultrajado, perseguido, difamado. Notemos, sin embargo, su reacción a todo esto:

«… nos maldicen, y bendecimos; padecemos persecución, y la soportamos. Nos difaman, y rogamos…» (1Co 4:12, 1Co 4:13).

(2) Había padecido hambre, sed, desnudez, y «no tenemos morada fija» (1Co 4:11).

(3) Había trabajado con sus propias manos para atender a sus necesidades. La palabra «trabajar» en 1Co 4:12 es kopiao en griego, que habla de la tarea que fatiga y aburre. No era simplemente el ganarse la vida, era un tipo de trabajo que requería bastante esfuerzo. (Véanse también 1Ts 2:9; 2Co 11:7.)

(4) Pablo era considerado la «escoria del mundo, y el desecho de todos».

(5) Era como un prisionero capturado y condenado que lo exhibían en un desfile romano, siendo un espectáculo para todos. Alguien ha señalado que el problema con los cristianos en muchos países hoy es que nadie trata de matarlos.

b. Su preocupación por los santos.

«No escribo esto para avergonzaros, sino para amonestaros como a hijos míos amados. Porque aunque tengáis diez mil ayos en Cristo, no tendréis muchos padres; pues en Cristo Jesús yo os engendré por medio del evangelio. Por tanto, os ruego que me imitéis» (1Co 4:14-16).

Notemos que Pablo les amonesta a que le imiten a él. Repite esta petición al menos en otras tres ocasiones (1Co 11:1; 2Ts 3:9; Flp 3:17). A la luz de esto no es muy bíblico para un pastor o líder cristiano (no importa cuán sincero sea) exhortar a su pueblo diciéndoles: «No miren a mi vida, no hagan lo que yo hago; ni incluso me miren como un ejemplo, solamente miren a Cristo.» Vean las palabras de Jesús sobre esto en Mat 5:13-16.

Notemos también las palabras de Pablo: «Yo os engendré por medio del evangelio» (1Co 4:15), que pueden compararse con las que encontramos en Gál 4:19 y 1Ts 2:11.

F. No estaban disciplinando (1Co 5:1-13).

1. La necesidad de disciplina: «De cierto se oye que hay entre vosotros fornicación» (1Co 5:1). La palabra griega para fornicación es porneia (que es la raíz de la palabra pornografía). Pablo usa esta palabra diecisiete veces en sus escritos, de las que once veces aparece en 1 Corintios. Aquí la situación es la de un hombre que tiene relaciones sexuales con su madrastra. Notamos que

a. Era un miembro de la iglesia. Se infiere:

(1) Porque su compañera de pecado no es amonestada. La preocupación de Pablo se centra en que el pecado había sido cometido por un creyente. Aparentemente la mujer no era miembro.

(2) Pablo ordena que sea expulsado de la comunión de la iglesia.

b. Era reconocido como culpable: «De cierto se oye» (1Co 5:1).

c. No se había arrepentido.

2. La falta de disciplina. «Y vosotros estáis envanecidos. ¿No debierais más bien haberos lamentado, para que fuese quitado de en medio de vosotros el que cometió tal acción?» (1Co 5:2). Estaban envanecidos, no por el pecado en sí, sino de su tolerancia y orgullo. A veces la tolerancia puede ser una manifiesta traición.

Pablo les reprende por no lamentarse por aquella tragedia. Cuanto mejor hubiera sido que aquellos envanecidos corintios hubieran seguido el consejo de los siguientes versículos:

«Afligíos, y lamentad, y llorad. Vuestra risa se convierta en lloro, y vuestro gozo en tristeza» (Stg 4:9).

«Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios» (Sal 51:17).

Pero aparte de esta actitud de altivez, la corrupción en la iglesia hacía llorar el tierno corazón de Pablo, quien después escribiría:

«Porque por la mucha tribulación y angustia del corazón os escribí con muchas lágrimas…» (2Co 2:4).

3. La autoridad para disciplinar. «En el nombre de nuestro Señor Jesucristo, reunidos vosotros y mi espíritu, con el poder de nuestro Señor Jesucristo» (1Co 5:4). Aunque se le advierte al cristiano individual que no juzgue a otro cristiano (1Co 4:5), la iglesia reunida en asamblea sí tiene ese derecho y la responsabilidad. (Véase también Mat 18:20.)

4. El procedimiento de la disciplina. El Nuevo Testamento presenta varios pasos específicos para el ejercicio de la disciplina.

a. Primero: «Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano» (Mat 18:15). En esta etapa inicial debe prevalecer el espíritu de Gál 6:1 :

«Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado.»

b. Segundo: «Mas si no oyere, toma aún contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra» (Mat 18:16).

c. Tercero: «Si no los oyere a ellos [que no les hiciera caso para nada], dilo a la iglesia» (Mat 18:17 a).

d. Cuarto: «Y si no oyere a la iglesia, tenle por gentil y publicano» (Mat 18:17 b). «Mas no le tengáis por enemigo, sino amonestadle como a hermano» (2Ts 3:15).

5. La seriedad de la disciplina.

«El tal sea entregado a Satanás para destrucción de la carne, a fin de que el espíritu sea salvo en el día del Señor Jesús» (1Co 5:5).

¿Qué significa hacer esto? El término griego para destrucción que tenemos aquí es olethros, una referencia al acto de dañarse o echarse a perder algo. Pablo aparentemente les estaba diciendo: «Si este hermano se lo está pasando tan bien en su pecado, retírenlo por completo de la comunión con la iglesia y déjenle que Satanás lo zarandee un poco. Déjenle que pruebe lo que significa vivir en un mundo hostil sin el apoyo de las oraciones y sin el ministerio de una iglesia local.»

De manera que cuando una iglesia local actúa así según la enseñanza y el espíritu de la Biblia, está cumpliendo literalmente el mandamiento divino de Job 2:6 :

«Y Jehová dijo a Satanás: He aquí, él está en tu mano; mas guarda su vida.» Pablo se vio forzado más tarde a tomar esta medida drástica con otras dos personas:

«Manteniendo la fe y buena conciencia, desechando la cual naufragaron en cuanto a la fe algunos, de los cuales son Himeneo y Alejandro, a quienes entregué a Satanás para que aprendan a no blasfemar» (1Ti 1:19, 1Ti 1:20).

6. La razón para la disciplina.

a. Ayudar a la persona a reconciliarse con Dios, lo cual se logró porque aquel hombre se arrepintió (véase 2Co 2:6-8).

b. Impedir que el pecado se extienda por toda la iglesia. «No es buena vuestra jactancia. ¿No sabéis que un poco de levadura leuda toda la masa?» (1Co 5:6). La levadura es un tipo del mal en la Biblia (véanse Mat 16:6; Gál 5:9).

c. Para mantener el ideal de Cristo ante un mundo que observaba. (Véase Hch 5:1-13.) Una de las razones por las que la iglesia tiene tan poca influencia en el mundo hoy es porque el mundo tiene demasiada influencia en la iglesia.

7. El alcance de la disciplina.

a. Negativo: la iglesia no está para juzgar al mundo; es decir, no está para criticar y regañar a los inconversos porque fumen, jueguen a los juegos de azar, etc., sino para llevarlos a Cristo.

b. Positivo: en el Nuevo Testamento aparecen al menos tres tipos de personas que deben ser separados de la comunión con la iglesia local.

(1) El que crea dificultades constantemente (Pro 6:19; 2Ts 3:6, 2Ts 3:11, 2Ts 3:14).

(2) La persona de conducta inmoral (como esta que hemos visto en 1Co 5:1-13).

(3) El herético (aquel que niega la divinidad de Cristo, el nacimiento virginal, etc.; Tit 3:10; Rom 16:17, Rom 16:18).

G. Estaban fragmentando el cuerpo de Cristo.

«¿Osa alguno de vosotros, cuando tiene algo contra otro, ir a juicio delante de los injustos, y no delante de los santos?» (1Co 6:1).

1. Ante los ojos de Dios esta era una conducta impropia (1Co 6:1-7).

a. Debido a quiénes estaban ellos juzgando en aquel momento, esto es, a otros creyentes. Pablo no está condenando aquí el sistema judicial como institución, porque él mismo lo había usado (véase Hch 25:10, Hch 25:11). Lo que está diciendo es que los cristianos que están reñidos deberían usar de todos los medios a su disposición para acabar con sus dificultades legales y no llevarse el uno al otro ante los tribunales paganos.

b. A causa de a quiénes tenían ellos que juzgar en el futuro, es decir, al mundo y a los ángeles (véanse Dan 7:18, Dan 7:22; Mat 19:28; 2Pe 2:4; Jue 6:1-40; Apo 20:4.)

2. Su acción era ilegal ante los ojos de Dios (1Co 6:8).

«Pero vosotros cometéis el agravio, y defraudáis, y esto a los hermanos.» En otras palabras, no sólo rehusaron arreglar sus problemas fuera de los tribunales, sino que planeaban defraudarse los unos a los otros en los tribunales.

3. Su acción era desmedida ante los ojos de Dios (1Co 6:9-14).

«Todas las cosas me son lícitas, mas no todas convienen; todas las cosas me son lícitas, mas yo no me dejo dominar de ninguna» (1Co 6:12).

Por «todas las cosas» Pablo se está refiriendo, por supuesto, a todas las cosas morales. La palabra lícitas es en griego sumphero y la encontramos en otros lugares, significando «conveniente», «prudente» «propio». (Véanse Jua 11:50; Jua 16:7 donde aparece la misma palabra.)

Los versículos 1Co 6:9 y 1Co 6:10 han preocupado a algunos cristianos, pero aquí el énfasis no está en la frase «no heredarán el reino de Dios» del versículo 1Co 6:9, sino en la frase «y esto erais algunos» del versículo 1Co 6:11. (Véanse Efe 2:1, Efe 2:2; Efe 5:5; Tit 3:3.)

4. La acción era inmoral a los ojos de Dios (1Co 6:15-20).

a. Porque nuestros cuerpos son los miembros del Salvador. Pablo pregunta:

«¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? ¿Quitaré, pues, los miembros de Cristo y los haré miembros de una ramera? De ningún modo» (1Co 6:15).

El creyente tiene prohibido involucrarse en forma no bíblica en el sistema de este mundo pervertido. El hijo de Dios debe huir de todo contacto indebido en cuanto al sexo (1Co 6:18; 2Ti 2:22), el dinero (1Ti 6:10, 1Ti 6:11), y la sociedad (1Co 10:14).

b. Porque nuestros cuerpos son templos del Espíritu Santo (1Co 6:19, 1Co 6:20). (Véase también 1Pe 1:18, 1Pe 1:19.)

III. La respuesta (caps. 1Co 7:1-401Co 16:1-24). Pablo les escribe ahora en relación a preguntas que le había hecho la iglesia de Corinto. En estos capítulos restantes Pablo responde al menos a seis de dichas preguntas.

Pregunta número 1: ¿Qué hay en cuanto al matrimonio? (cap. 1Co 7:1-40).

A. Dificultades en relación con este capítulo. De todas las epístolas de Pablo, que contienen en total 100 capítulos, ninguna sección ha sido tan mal entendida como esta de 1Co 7:1-40. Algunos han leído estos versículos y han sacado la conclusión errónea de que:

1. Pablo aborrecía el matrimonio en general y a las mujeres en particular. Esto es totalmente falso. (Véanse sus declaraciones en Heb 13:4; Efe 5:25-33; 1Ti 4:1-5; 1Ti 5:14.)

2. Pablo enseñaba que las personas solteras podían servir mejor a Dios que las casadas. ¡Eso no es cierto! (Véase 1Ti 3:2, 1Ti 3:11.)

3. Pablo admite que no habla por inspiración divina en este capítulo. Se ofrecen los siguientes cuatro versículos como «prueba» de ello:

a. «Mas esto digo por vía de concesión, no por mandamiento» (1Co 7:6).

b. «Y a los demás yo digo, no el Señor…» (1Co 7:12).

c. «En cuanto a las vírgenes no tengo mandamiento del Señor; mas doy mi parecer…» (1Co 7:25).

d. «Pero a mi juicio, más dichosa será si se quedare así; y pienso que también yo tengo el Espíritu de Dios» (1Co 7:40).

4. Examinemos ahora brevemente cada uno de estos pasajes:

a. Lo que Pablo estaba simplemente diciendo es que su opinión no era un mandamiento sino una sugerencia divina. Véase Rom 12:1 para un pasaje comparable.

b. El versículo Rom 12:12 lo podemos explicar comparándolo con el versículo 1Co 7:10. En el 1Co 7:10 Pablo cita un mandamiento dado por el mismo Señor Jesús mientras estaba en la tierra (véase Mat 19:6). Pero aquí tenemos una situación de grupo (uno de ellos convertido, el otro no) para el cual Jesús no había dado mandamiento mientras estuvo en la tierra, pero ahora lo hace desde el cielo por medio de la pluma inspirada de Pablo.

c. La misma respuesta que dimos para el versículo 1Co 7:12 se puede aplicar para el 1Co 7:25.

d. La palabra «pienso» que aparece aquí la podemos también traducir por «persuadido» (1Co 7:40). (Véanse Mat 22:42; 1Co 8:2 donde se usa el mismo término griego. Véase también la declaración de Pablo en 1Ti 3:16; 1Co 2:4.)

B. Varias soluciones para este capítulo. Admitamos que 1Co 7:1-40 es un capítulo difícil. No obstante, debemos tener en cuenta varios hechos.

1. Los capítulos 1Co 7:1-40; 1Co 8:1-13; 1Co 9:1-27; 1Co 10:1-33; 1Co 11:1-34; 1Co 12:1-31; 1Co 13:1-13; 1Co 14:1-40; 1Co 15:1-58; 1Co 16:1-24 contienen las respuestas de Pablo a varias preguntas que la iglesia de Corinto le había hecho. Debemos, pues, recordar que aquí sólo aparecen las respuestas. Es muy posible, por consiguiente, que el conocimiento de la naturaleza de las preguntas arrojaría mucha luz sobre las respuestas. Pero por alguna razón Dios no quiso conservar esta información para nosotros.

2. Ciertos versículos en esta capítulo nos indican que el apóstol estaba dando un consejo en particular para el gobierno de una iglesia en particular en un momento concreto de la historia. Algunos de estos versículos se aplican a todos los cristianos, pero otros no. (Véase especialmente 1Co 7:7, 1Co 7:26, 1Co 7:29, 1Co 7:35.)

C. Los varios grupos de este capítulo. El contenido está dirigido a tres grupos de personas.

1. Aquellos matrimonios en los que ambos cónyuges son creyentes (1Co 7:1-11).

a. Ambos cónyuges deben «cumplir» el uno con el otro (1Co 7:3). Esta frase se traduce por «buena voluntad» en Efe 6:7.

b. Ninguno de los cónyuges debe «negarse al otro (1Co 7:5). El contexto nos muestra que se refiere a los derechos del uso matrimonial. Pablo les recuerda a los dos que ninguno tiene «potestad» sobre su propio cuerpo. Esto no quiere decir que no exista en el matrimonio el derecho de propiedad por separado sobre uno mismo. Ningún esposo o esposa puede citar con derecho las palabras de Mat 20:15 a la otra parte: «¿No me es lícito hacer lo que quiero con lo mío?» Es decir, negar los derechos sexuales al cónyuge es invitar a Satanás a que nos tiente. (Véanse también 2Co 2:11; 1Pe 5:8.)

2. Aquellos matrimonios en que uno de los cónyuges no es convertido (1Co 7:12-24). Pablo da aquí un consejo básico y es que el creyente debe permanecer con el no creyente si es posible. Esto debe hacerse:

a. Porque la institución del matrimonio es ordenada por Dios (1Co 7:14).

b. Porque el cónyuge no creyente es «santificado» por el esposo creyente (1Co 7:14). Esto sencillamente quiere decir que el Espíritu Santo puede obrar más fácilmente en la vida de un esposo inconverso si hay en el hogar el ejemplo de una esposa fiel y piadosa.

3. Los individuos solteros (1Co 7:25-40).

a. Hay veces en que es mejor permanecer sin casarse por un tiempo (1Co 7:27).

b. Hay veces en que una persona puede hacer más por Cristo soltero que casado (1Co 7:32-34).

c. El creyente debe buscar en todo momento la voluntad perfecta de Dios en relación con casarse o permanecer soltero. (Véase especialmente 1Co 7:23-24.)

Pregunta número 2: ¿Qué hay en cuanto a libertad cristiana? (caps. 1Co 8:1-131Co 10:1-33). Como hijo de Dios he sido liberado de la ley del pecado y de la muerte. ¿No significa esto que puedo hacer todo lo que deseo con tal de que sea legal? Pablo responde dando tres ejemplos.

A. Un ejemplo actual: los creyentes corintios (1Co 8:1-13).

1. Su confusión: había muchos templos paganos en Corinto en los que se sacrificaban muchos animales a diario. Los sacerdotes consumían parte de esta carne, mientras que el resto se vendía en los diferentes mercados públicos de la ciudad. Probablemente se vendía más barata debido al uso previo que había tenido. Algunos creyentes, atraídos quizá por la oferta, compraban aparentemente esta carne para sus hogares. A otros cristianos, sin embargo, les perturbaba que se hiciera. Esta, pues, era la pregunta: ¿Pueden los creyentes comer carne que ha sido previamente sacrificada a los ídolos?

2. La corrección de Pablo:

«Si bien la vianda no nos hace más aceptos ante Dios; pues ni porque comamos, seremos más, ni porque no comamos, seremos menos» (1Co 8:8). (Véanse también Mat 15:11; Rom 14:17).

«Acerca, pues, de las viandas que se sacrifican a los ídolos, sabemos que un ídolo nada es en el mundo, y que no hay más que un Dios» (1Co 8:4).

«Pero no en todos hay este conocimiento… » (1Co 8:7).

3. La conclusión:

«Por lo cual, si la comida le es a mi hermano ocasión de caer, no comeré carne jamás, para no poner tropiezo a mi hermano» (1Co 8:13).

Pablo entonces advierte a los creyentes corintios:

a. Sobre el riesgo de convertirse en una piedra de tropiezo (1Co 8:1). «El conocimiento envanece, pero el amor edifica.» El término griego para edificar es oikodomeo, y habla de la acción para edificar una casa (véanse Jua 2:20; Mat 7:24). El Nuevo Testamento nos habla de eso:

(1) El creyente está llamado a edificarse a sí mismo (véase Jud 1:20).

(2) Debe edificar a otros creyentes (véanse 1Ts 5:11; Rom 14:19).

(3) Está llamado a ayudar a edificar a toda la iglesia (véase 1Co 14:12).

La palabra «envanece» la encontramos siete veces en el Nuevo Testamento griego, seis de las cuales aparece aquí en 1 Corintios. (Véanse 1Co 4:6, 1Co 4:18, 1Co 4:19; 1Co 5:2; 1Co 8:1; 1Co 13:4.) Aparece asociada en cada caso con conocimiento mundano. Notemos las siguientes tres citas:

«Y si alguno se imagina que sabe algo, aún no sabe nada como debe saberlo» (1Co 8:2).

«El conocimiento es el acto de pasar de un estado de ignorancia inconsciente a otro de ignorancia consciente» (L.S. Chafer).

«No sé lo que le puedo parecer al mundo, pero en mi opinión soy como aquel pequeño niño que se distrae en la playa jugando, de vez en cuando halla una piedrezuela más pulida o una concha más bonita que las demás, mientras que el gran océano de la verdad está ahí, desconocido ante mí» (Sir Isaac Newton).

b. Evitar convertirse en una piedra de tropiezo.

«Pero mirad que esta libertad vuestra no venga a ser tropezadero para los débiles» (1Co 8:9).

Las Escrituras nos declaran que el cristiano es responsable ante, al menos, cinco clases de personas:

(1) Ante el mundo en general (Mat 5:16; 1Ti 3:7).

(2) Ante su familia inmediata (Efe 5:1-33; Efe 6:1-24).

(3) Ante todos los creyentes en general (Efe 4:32).

(4) Ante los creyentes débiles en particular (Rom 14:1; Rom 15:1). Debe ser cuidadoso:

a. A fin de no causar problemas de conciencia a un hermano más débil (1Co 9:7, 1Co 9:10).

b. Para no ser causa de que un hermano más débil peque contra Cristo (1Co 8:12).

(5) La iglesia local (1Ti 3:10; 1Co 10:32).

c. ¿Cómo puede el creyente decidir acerca de lo que es correcto o incorrecto? La Biblia declara que una acción puede ser errónea en dos casos:

(1) Cuando hay un factor inherente pecaminoso. Hay algunas cosas que son siempre malas porque van absolutamente en contra de la santidad de Dios. Cosas tales como asesinar, mentir, adulterar, robar, adorar ídolos, etc.

(2) Cuando hay un factor de pecado adquirido. Hay ciertas cosas que en sí, y por sí mismas, no son malas, pero que a través del tiempo y la costumbre se han corrompido. Un ejemplo de ello es el maquillarse, que una vez se consideró malo, pero que ahora (si se aplica discretamente) es generalmente aceptado entre las mujeres cristianas. El primer factor es lo que se llama pecado de carácter, y al segundo podemos referimos como pecado de reputación. El hijo de Dios debe evitar los dos.

B. Un ejemplo personal: el apóstol Pablo (1Co 9:1-27). En estos versículos Pablo señala que nadie tenía más derecho a ejercer la libertad cristiana que él.

1. Las bases de sus derechos.

a. Era un apóstol y había visto a Cristo (1Co 9:1; véanse también Hch 9:17; 1Co 15:8).

b. Había fundado la iglesia en Corinto (1Co 9:1-2).

2. El alcance de sus derechos.

a. Comer y beber todo lo permitido (1Co 9:4).

b. Casarse y gozar de la vida familiar (1Co 9:5).

c. Que le sostuvieran las iglesias que había fundado (1Co 9:6-11; 1Co 9:13-14). Esto era razonable y apropiado porque:

(1) Al soldado se le paga por luchar y él era un soldado de Cristo.

(2) El labrador disfruta del fruto de la viña que ha plantado, y él había plantado muchas viñas.

(3) El pastor toma de la leche del rebaño, y Pablo había cuidado de muchas

ovejas.

(4) El sacerdote que ministra en las cosas santas vive del templo y Pablo era un ministro especial de Dios a los gentiles. «Así también ordenó el Señor a los que anuncian el evangelio, que vivan del evangelio» (1Co 9:14).

3. El uso que había hecho de sus derechos.

«Pero no hemos usado de este derecho, sino que lo soportamos todo…» (1Co 9:12).

Pablo después explica por qué decidió no hacer uso de sus derechos:

«… por no poner ningún obstáculo al evangelio de Cristo … porque prefiero morir, antes de que nadie desvanezca esta mi gloria … presente gratuitamente el evangelio de Cristo, para no abusar de mi derecho en el evangelio … Por lo cual, siendo libre de todos, me he hecho siervo de todos para ganar a mayor número … Me he hecho débil a los débiles, para ganar a los débiles; a todos me he hecho de todo, para que de todos modos salve a algunos» (1Co 9:12-22).

Su vida era un testimonio vivo de esas declaraciones. De este modo lo hizo:

a. Al ministrar a los judíos (1Co 9:20). Circuncidó a Timoteo en Listra porque los judíos

de aquella zona sabían que el padre del joven era griego. Tiempo después habló en

hebreo a un tropel de judíos en Jerusalén (véanse Hch 16:1-40 y Hch 22:1-30).

b. Al ministrar a los gentiles (1Co 9:21). Se puso en pie para predicar, que era una práctica común de los gentiles, mientras se dirigía a las personas en Antioquia. Intercaló citas de la literatura griega cuando habló a los atenienses en el Areópago (véanse Hch 13:1-52 y Hch 17:1-34).

c. Al ministrar a los creyentes débiles (1Co 9:22). Se abstuvo de comer carne y mandó que los cristianos débiles fueran aceptados siempre en todas partes en completa comunión (véanse 1Co 8:13; Rom 14:1; Rom 15:1).

d. Al ministrarse a sí mismo:

«Sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que, habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado» (1Co 9:27).

La palabra «eliminado» que aparece aquí es adokimos en griego, que significa «desaprobado», «descalificado». Encontramos la misma palabra en 2Ti 2:15.

C. Un ejemplo del Antiguo Testamento: Israel (1Co 10:1-33).

1. La narración (1Co 10:1-10). Ninguna otra nación en la historia del mundo ha gozado de la libertad y de la bendición de Dios como Israel, y, sin embargo, abusó de ello y fue juzgada por Dios.

a. El examen de esta libertad (1Co 10:1-4).

(1) Dios los había guiado mediante su nube de gloria (Éxo 13:21-22).

(2) Les dirigió para cruzar el mar Rojo (Éxo 14:22).

(3) Les proveyó de alimento y agua (Éxo 16:15; Éxo 17:6).

b. La rebelión contra esta libertad (1Co 10:5-10).

(1) Eran culpables de idolatría (Éxo 32:3-4).

(2) Eran culpables de inmoralidad (Éxo 32:6; Núm 25:1).

(3) Eran culpables de rebeldía (Núm 21:5).

c. La pérdida de esta libertad.

(1) Su idolatría fue castigada mediante la espada (Éxo 32:28).

(2) Su inmoralidad fue castigada por medio de la enfermedad (Núm 25:9).

Nota: Algunos han imaginado que hay una contradicción aquí, porque Moisés nos dice que murieron 24.000 en esta plaga (Núm 25:9), mientras que Pablo dice que murieron 23.000 (1Co 10:8). Debemos señalar, sin embargo, que el apóstol limita el número a aquellos que «cayeron en un día», mientras que Moisés nos da la cifra total de todo el período.

(3) Su rebeldía fue castigada mediante serpientes (Núm 21:6).

2. La aplicación (1Co 10:11-13). ¿Cuál era el propósito de Dios al dejar registrados todos estos sucesos tan morbosos relacionados con los fracasos de Israel? ¿Qué aplicación tienen para nosotros hoy? La respuesta es clara y concisa: «Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos» (1Co 10:11).

a. Están registradas para amonestarnos a nosotros acerca de nuestras propias debilidades.

«Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga» (1Co 10:12; véanse también 1Co 9:27; Gál 6:1).

Es especialmente importante aquí la palabra «mire» que Pablo usa. En la Biblia Dios nos manda que prestemos atención a:

(1) Nuestra manera de hablar (Sal 39:1).

(2) La presunción (1Co 10:12).

(3) Que otros nos engañen (Mat 24:4).

(4) Nuestra libertad cristiana (1Co 8:9).

(5) Nuestro ministerio a otros (Hch 20:28; 1Ti 4:16; Col 4:17).

b. Están ahí para damos seguridad acerca del poder de Dios.

«No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar» (1Co 10:13).

Nos será de gran ayuda en este momento repasar la doctrina bíblica de la tentación.

(1) Definición de tentación.

(a) Ser incitado a hacer lo malo. Satanás tentó a Cristo y tienta a los cristianos de esta manera. (Véanse Mat 4:1; Heb 2:18; Heb 4:15; Stg 1:13.)

(b) Probarnos con el propósito de hacernos más fuertes. Dios «tienta» a sus hijos de esta manera (Gén 22:1).

(c) Abusar de la bondad de Dios. Israel tentó a Dios de esta manera, como también los creyentes pueden hacerlo hoy. (Véanse Sal 78:18; Hch 5:9; Mat 4:7.)

(2) La fuente de la tentación.

(a) El mundo. (Véanse Mat 13:22; Jua 16:33; Tit 2:12; 2Pe 1:4; Gál 1:4; 2Ti 4:10; 1Jn 2:15.)

(b) La carne. (Véanse Mat 26:41; Rom 7:18; Gál 5:19-21.)

(c) El demonio. (Véanse 1Cr 21:1; Efe 4:27; Efe 6:11; 1Ti 3:6-7; Stg 4:7.)

(3) El propósito de la tentación. Como ya hemos visto, Dios permite la tentación para fortalecer a sus hijos. No es, por tanto, un pecado ser tentados. (Véanse Stg 1:2; Stg 1:12; 2Pe 1:6-7.)

(4) La victoria sobre la tentación. (Véanse 1Pe 4:19; 2Pe 2:9.)

3. El resumen (1Co 10:14-33). Después de tres ejemplos apropiados acerca de los derechos y las responsabilidades cristianas, el apóstol concluye de la siguiente manera en relación con el comer carne sacrificada a los ídolos:

a. Un creyente no debe convertirse en un espía cuando compren en los establecimientos públicos de comestibles (1Co 10:25).

b. Tampoco debe convertirse en un detective de cocina cuando le invitan a comer en la casa de personas no convertidas (1Co 10:27).

c. Debe, sin embargo, evitar comer carne sacrificada a los ídolos si es avisado de ello por un creyente más débil (1Co 10:28).

d. Debe recordar siempre que comparte el mismo cuerpo de Cristo con todos los demás creyentes (1Co 10:16-17).

e. Debe procurar siempre no ser «tropiezo ni a judíos, ni a gentiles, ni a la iglesia de Dios» (1Co 10:32).

Pregunta número 3: ¿Qué hay en cuanto a la conducta en la iglesia? (cap. 1Co 11:1-34).

A. Normas en relación con el vestir (1Co 11:1-16). En ningún lugar de la Biblia se nos dice cuál debe ser el largo de la falda de la mujer y del cabello del hombre. No obstante, Pablo nos da en este capítulo una lista de ciertos principios que deberían regir en la apariencia personal de los creyentes, especialmente cuando están en la casa de Dios.

1. La apariencia del hombre.

a. No debe llevar nada en la cabeza. Esto es para demostrar:

(1) Su relación con el Salvador. «Cristo es la cabeza de todo varón» (1Co 11:3). «Porque el varón no debe cubrirse la cabeza, pues él es imagen y gloria de Dios» (1Co 11:7).

(2) Su relación con su esposa. «Y el varón es la cabeza de la mujer» (1Co 11:3). «Pero la mujer es gloria del varón» (1Co 11:7).

Esto es, ningún hombre debe cubrir su cabeza en un culto cristiano, al contrario de como hacían los sacerdotes romanos y los rabinos judíos, quienes se la cubrían con una mitra o turbante. La costumbre empezó a causa de una interpretación errónea de Moisés y su velo. (Cp. Éxo 34:33 con 2Co 3:13.)

b. El hombre tenía que llevar el pelo más corto que la mujer. Dos factores parece que motivaron esta norma divina.

(1) A causa de sus implicaciones generales. «La naturaleza misma ¿no os enseña que al varón le es deshonroso dejarse crecer el cabello?» (1Co 11:14). En los días de Pablo el cabello largo en el hombre se asociaba con ser afeminado. Hoy más bien parece indicar (hasta cierto punto) rebeldía contra la autoridad.

(2) Debido a un voto específico. Este era el voto de los nazareos en el Antiguo Testamento. (Véanse Núm 6:1-22; Jue 13:4-5; 1Sa 1:11; Lev 1:15.)

2. La apariencia de la mujer.

a. Debía llevar su pelo largo para demostrar:

(1) Su sujeción a su esposo.

(2) Su nivel moral al mundo. Las rameras y las esclavas llevaban el pelo corto en los días de Pablo. Una mujer cristiana no era ni lo uno ni lo otro.

b. Debía cubrir su cabeza «por causa de los ángeles» (1Co 11:10). Algunos creen que este pasaje sugiere que los miembros de iglesia pueden compartir las bancas con ángeles. (Véanse Sal 138:1; Efe 3:10; 1Ti 5:21; Heb 1:14; 2Pe 1:10; 2Pe 1:12.)

B. Normas concernientes a la Cena del Señor (1Co 11:17-34).

1. La persona (1Co 11:23-25). Por medio de estos versículos aprendemos que:

a. El hecho más importante en la mesa del Señor es el Señor de la mesa. Es su mesa.

El la instituyó y sufrió por ella.

b. Pablo no recibió la información relacionada con los detalles históricos de la última cena por medio de alguno de los otros apóstoles, sino de Cristo mismo. Esto era también cierto en lo concerniente a los detalles que tenían que ver con la predicación, muerte y resurrección del Salvador. (Véanse 1Co 15:3; Hch 20:35; Gál 1:11-12.)

2. La perversión de la Cena (1Co 11:17-22). Aquellos volubles y egocéntricos corintios se habían involucrado a sí mismos de tal manera en la Cena que ignoraban por completo a los demás santos y al Salvador. Como resultados algunos (los acomodados) se atiborraban de comida y bebida mientras que otros (los pobres) salían hambrientos del templo. Muchas cosas ocurrieron en aquella noche en el aposento alto, pero aquí en 1Co 11:23 Pablo señala en especial la traición de Judas, lo que podía ser una insinuación para describir lo que los corintios estaban en realidad haciendo.

Debemos notar que Pablo no está hablando aquí (1Co 11:22) en contra de las comidas con fines de promover la comunión entre hermanos que la iglesia puede llevar a cabo en su salón de reuniones sociales. Pero sí está enseñando acerca de limitar el culto de comunión al compartimiento del pan y del vino. Es importante que en este momento consideremos la frase «en memoria de mí» (1Co 11:25) porque refuta dos errores adicionales en relación con la Cena del Señor.

a. El pan y el vino son memoriales y no sacramentos. El memorial tiene lugar porque ya hemos alcanzado la gracia, mientras que el sacramento se celebra para obtener gracia.

b. El pan y el vino son simbólicos en naturaleza y no se transforman en nada. Por el contrario, la doctrina católicorromana de la transubstanciación enseña que los elementos del pan y el vino son realmente transformados por el sacerdote en el altar en el cuerpo y la sangre de Cristo.

3. El propósito (1Co 11:26; 1Co 11:28). En la Cena del Señor se nos dice que:

a. Miremos al pasado. «Así, pues, todas las veces que comiereis este pan y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis.»

b. Miremos a nuestro interior: «Por tanto, pruébese cada uno a sí mismo.»

c. Miremos hacia el futuro: «Hasta que él venga.»

4. Los participantes. ¿Quiénes son los invitados a esta mesa? La Cena del Señor es sólo para creyentes, pero incluye a todos los creyentes. Este parece que es el caso, bien que sean miembros bautizados de una iglesia local determinada o no.

5. Los prerrequisitos. Dos clases de personas tienen prohibida la participación: los inconversos y los que no están limpios. El apóstol Juan (que participó en la primera celebración) ha dejado buenos consejos para ambos. Para el inconverso tiene Jua 3:16, y al creyente que no se halla limpio le ofrece 1Jn 1:9.

6. El castigo (1Co 11:29-30). «Porque el que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come y bebe para sí. Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros, y muchos duermen.» Aquí encontramos varias palabras que merecen nuestra consideración.

a. Indignamente. Esta palabra es un adverbio, no un adjetivo. Pablo no está diciendo: «Si alguien que no es digno participa», sino «si alguien participa de una manera indigna».

b. Juicio. Esta palabra en el griego es krima y a veces ha sido traducida por «condenación» o «castigo», pero es mejor «juicio». (Véanse Rom 11:33; 1Pe 4:17 y Apo 20:4.) Este juicio se puede manifestar en forma doble:

(1) Por medio de enfermedad física (1Co 11:30).

(2) Mediante la muerte física: «Y muchos duermen.» El término griego que tenemos aquí para dormir es koimao y se refiere a la muerte física. (Véanse Jua 11:11-12; Hch 7:60; 1Co 15:6; 1Co 15:18; 1Co 15:20; 1Co 15:51.)

7. El ruego (1Co 11:31-34).

Pregunta número 4: ¿Qué hay en cuanto a los dones espirituales? (1Co 12:1-31; 1Co 13:1-13; 1Co 14:1-40).

A. Definición de un don espiritual. Es una habilidad sobrenatural que Cristo da al creyente por medio del Espíritu Santo en el momento de su salvación. Debemos hacer dos distinciones en este momento:

1. La distinción entre el don del Espíritu y los dones del Espíritu. El don fue dado en pentecostés cuando el Espíritu fue enviado por el Padre como Cristo había prometido (Hch 1:4-8). Los dones nos son dados hoy.

2. La distinción entre don espiritual y talento humano. El talento es una facultad natural y humana que tenemos desde que nacemos. El don es sobrenatural y lo recibimos en nuestro segundo nacimiento.

3. La distinción entre un don espiritual y una posición oficial. El doctor Charles Ryrie ha escrito lo siguiente al respecto:

«Muchos piensan del don espiritual como de un oficio en la iglesia que solamente unos privilegiados pueden ocupar. O de otra manera piensan que los dones espirituales están lejos del alcance del creyente medio que lo más que se puede esperar es que algún día pueda descubrir algún pequeño don y que se le permita ejercitarlo de alguna manera. Ambas concepciones son equivocadas.

Un don espiritual es primeramente una habilidad concedida al individuo. Esto significa que el don no es un lugar de servició, ya que el don es la habilidad y no el lugar donde la misma se ejercita. El don de pastor, por ejemplo, se asocia comúnmente con el oficio o posición que una persona pueda ejercer en el pastorado, Pero el don es la habilidad de dar el cuidado de un pastor a la gente, sin tener en cuenta donde se lleva a cabo. Desde luego, el hombre que ocupa el oficio de pastor debe tener y ejercitar el don de pastor, pero lo mismo debe hacer el decano de una escuela cristiana. A decir verdad (aunque esto pueda parecer chocante al principio) ¿por qué no puede recibir una mujer

cristiana el don de pastor para usarlo entre los niños de su barriada o en la escuela dominical o como decana de mujeres? Ahora bien, yo no digo que las mujeres deban convertirse en pastores de iglesias para tomar a su cargo la predicación y la dirección de la congregación. Creo que semejante oficio o posición de pastorado se ha reservado a los hombres solamente. Pero esto no significa que el don o la habilidad no pueda recibirlo una mujer.» [[ Equilibrio en la vida cristiana, pp. 102103, Editorial Portavoz. ]]

B. La amplitud de los dones espirituales.

1. Cada creyente posee al menos un don espiritual (véanse 1Co 7:7; 1Co 12:7; 1Co 12:11; Efe 4:7; 1Pe 4:10).

2. Ningún creyente posee todos los dones espirituales (véase 1Co 12:29-30).

C. El propósito de los dones espirituales: glorificar al Padre (Apo 4:11), y edificar a los creyentes y a la iglesia (Efe 4:12-13). A fin de ilustrar estos dos propósitos, Pablo usa en 1Co 12:1-31 la analogía del cuerpo humano y declara lo siguiente:

1. Todos los creyentes son parte del cuerpo de Cristo (1Co 12:12-14).

2. No todos los creyentes (como sucede con los miembros del cuerpo humano) tienen la misma función dentro de ese cuerpo (1Co 12:14).

3. Cada miembro es igualmente importante para Dios (1Co 12:18).

4. Cada miembro necesita a los demás. Esto es:

a. El pie no debe decir: «Porque no soy mano, no soy del cuerpo» (1Co 12:15).

b. La oreja no debe decir: «Porque no soy ojo, no soy del cuerpo» (1Co 12:16). Esta actitud es de envidia.

c. El ojo no debe decir a la mano: «No te necesito» (1Co 12:21).

d. La cabeza no debe decir a los pies: «No tengo necesidad de vosotros» (1Co 12:21). Esta actitud es de orgullo.

5. Todos los miembros sufren y se gozan con los demás miembros (1Co 11:26).

D. El abuso de los dones espirituales.

1. No usando los dones que nos han sido impartidos (véanse 1Ti 4:14; 2Ti 1:6).

2. Intentando usar los dones que no nos han sido dados (véanse Núm 16:1-3; Hch 8:18-20).

E. ¿Cuántos dones espirituales hay? Pablo nos da en tres pasajes principales una lista de dieciocho dones diferentes. Dichos pasajes son: Rom 12:6-8; 1Co 12:4-10; 1Co 12:28; Efe 4:7-8.

F. El factor tiempo de estos dones espirituales. Tenemos evidencia bíblica que nos indica que Dios ha dispuesto estos dones en dos categorías de tiempo:

1. Los dones señales, que fueron dados durante el primer siglo y que luego desaparecieron. Estos son los dones de apostolado, profecía, sanidad, milagros, ciencia, lenguas e interpretación de lenguas. Estos dones fueron dados para satisfacer una doble necesidad:

a. Para validar la autoridad de los apóstoles y de los primeros cristianos. (Véanse 2Co 12:12; Heb 2:4; Rom 15:19; Jua 3:2; Jua 20:30-31; Mat 10:5-8.) Los dones de sanidad y milagros eran los que ayudaban a alcanzar este propósito. (Véanse también Mat 10:5-8; Mat 11:4-5.)

b. Para dar a conocer nueva información divina y revelación. Los dones que sirvieron para lograr este propósito fueron los de profecía, ciencia y lenguas.

Sin embargo, con la finalización del canon en el 95 d.C. los dones señales dejaron de ser necesarios. (Véanse 2Ti 3:14-17; 2Pe 1:16-21.)

Nota: De estos dos notables pasajes aprendemos que:

c. Que la Palabra escrita de Dios puede satisfacer por sí misma toda necesidad del hombre de Dios en la obra de Dios.

d. Este testimonio escrito es más apto para llevar hoy a cabo la obra de Dios que incluso la transformación milagrosa de Cristo que presenció Pedro.

2. Los dones permanentes (aquellos que han permanecido en la Iglesia a lo largo de su historia). Estos son los dones de sabiduría, fe, discernimiento de espíritus, servicio, enseñanza, exhortación, repartir, presidir, hacer misericordia, evangelismo y el de pastor-maestro.

G. La descripción de los dones espirituales.

1. El don del apostolado. (Véanse Efe 4:11; 1Co 12:28.) Se refiere a ciertos hombres llamados por Cristo mismo (Jua 15:16) y dotados con autoridad especial para funcionar como «miembros fundadores» de la iglesia primitiva.

a. Los requisitos. Según Pedro (Hch 1:22) y Pablo (1Co 9:1) para calificar tenían que haber visto al Cristo resucitado.

b. El número:

(1) Los doce que llamó Jesús (Lev 6:13).

(2) Matías (Hch 1:26).

(3) Pablo (Rom 1:1).

(4) Bernabé (Hch 14:14; Gál 2:9).

(5) Santiago (1Co 15:7; Gál 1:19).

2. El don de profecía. (Véanse Rom 12:6; 1Co 12:10; 1Co 14:1; 1Co 14:3-6; Efe 4:11.) Esta es la habilidad sobrenatural para recibir y transmitir una revelación de parte de Dios, especialmente aquella concerniente a eventos futuros. (Véanse Mat 13:14; 2Pe 1:20-21; Apo 1:3; Hch 11:27-28; Hch 21:10-11.)

3. El don de hacer milagros (véase 1Co 12:28). Consiste en la facultad sobrenatural de realizar aquellos hechos que están fuera y más allá del campo de lo natural. En la Biblia tenemos tres períodos que fueron testigos de una gran realización de milagros.

a. Durante el tiempo de Moisés y Josué.

b. En los días de Elías y Eliseo.

c. En el tiempo de Cristo y sus apóstoles.

4. El don de sanidad (véase 1Co 12:9; 1Co 12:28; 1Co 12:30). Es la habilidad sobrenatural de curar las enfermedades humanas, bien sean de origen físico, mental o demoníaco. Como hemos declarado anteriormente, hay evidencias de que los dones de señales desaparecieron en la última parte del siglo 1 cuando se completó el canon de las Sagradas Escrituras. Pablo poseyó sin duda alguna el don de sanidad (Hch 14:10; Hch 16:18; Hch 19:12; Hch 20:10; Hch 28:8-9), pero por alguna razón no lo usó durante los últimos meses de su ministerio. (Véanse Flp 2:26-27; 1Ti 5:23; 2Ti 4:20.) Debemos enfatizar aquí que el hecho de que Dios haya retirado estos dones no significa que hoy Dios no puede sanar, o que no sanará de forma sobrenatural a un creyente. Sí quiere decir, sin embargo, que el don de sanidad por medio de una persona ha cesado. El plan de Dios para sanar en el día de hoy lo encontramos en Stg 5:14-16.

5. El don de ciencia o conocimiento (véanse 1Co 12:8; 1Co 13:8). Hay cierta incertidumbre acerca de la naturaleza de este don. Sólo se le menciona dos veces. Lo más probable es que estuviera relacionado con el don de profecía y puede que involucrara la habilidad de recibir y registrar partes de la Palabra de Dios.

6. El don de lenguas. No hay quizá ningún otro asunto en toda la Biblia que haya generado más discusión, odio, confusión y división que el de las lenguas. Esta es la triste situación que existió en la iglesia de Corinto, aunque Pablo les escribiera al respecto. Hoy el movimiento carismático está literalmente invadiendo el mundo cristiano.

Interpretaciones del fenómeno de las lenguas. No hay acuerdo universal en ninguno de los campos, a favor ni en contra de las lenguas, sobre la naturaleza exacta de este fenómeno en el Nuevo Testamento.

a. El punto de vista de lenguas no aprendidas: esta opinión nos dice que todas las citas que aparecen en el Nuevo Testamento sobre el hablar en lenguas se refieren al mismo hecho, esto es, a la habilidad sobrenatural de hablar repentinamente en lenguas humanas que no se conocían previamente. Los siguientes argumentos respaldan esta opinión:

(1) Debido al uso del mismo vocabulario. El doctor John Walvoord escribe al respecto: «El uso de términos idénticos en referencia al hablar en lenguas en Hechos y 1 Corintios no nos da mucho fundamento para una distinción. Se usa el mismo vocabulario en todos los pasajes: laleo y glosa aparecen en varias construcciones gramaticales. En base del griego y de las declaraciones de los textos no hay razón para distinciones.» (The Holy Spirit, p.183.)

Señalan también que la palabra glosa aparece cincuenta veces en el Nuevo Testamento. De estas, dieciséis veces se refiere al órgano físico (véase Stg 3:5), y treinta y tres veces al lenguaje humano.

(2) A causa de que la palabra que se traduce «interpretarla» en 1Co 14:13 es diermeneu, que literalmente significa «traducir». De las veintiuna ocasiones en que encontramos esta palabra en el Nuevo Testamento, dieciocho veces se refiere claramente a traducción (véase Hch 9:36).

(3) Debido a la descripción de los eventos de pentecostés (Hch 2:6-11). Pedro nos dice también que la experiencia que vivió en Cesárea fue idéntica a la de pentecostés.

(4) Porque aquella jerigonza no podía ser una señal para los inconversos (1Co 14:22).

(5) Porque Jesús nos advirtió acerca de la palabrería. Los términos griegos battan y logeo que aparecen en Mat 6:7 se refieren al acto de hablar sin pensar.

(6) Porque Pablo no nos da una redefinición o clarificación de Hch 2:1-47 cuando escribe 1Co 14:1-40.

(7) Debido a que Pablo cita Isa 28:11-12 en 1Co 14:21, y esta referencia está relacionada claramente con el lenguaje humano. Necesitamos aquí una breve explicación del trasfondo de Isa 28:1-29.

(a) El reino del norte fue destruido en el 721 a.C.

(b) Isaías advierte al reino del sur (Judá) que le ocurrirá lo mismo si no se arrepiente.

(c) Es ridiculizado por un grupo de sacerdotes y profetas embriagados que no creen en su mensaje.

(d) Isaías les responde diciéndoles que debido a que no escucharán cuando Dios les hable en hebreo, lo harán cuando les hable en asirio (por medio de soldados enemigos). (Véanse también las palabras de Moisés en Deu 28:15-68, especialmente el v. Deu 28:49. Véase Jer 5:15 en relación con la invasión de Tito en el año 70 d.C.) De lo que concluimos que el hablarles en otras lenguas era para la mente hebrea símbolo de juicio.

(8) A causa de la aparición de la alta crítica durante los siglos XVIII y XIX. En otras palabras, los críticos de la Biblia rechazaron el milagro de hablar en lenguas humanas no aprendidas y defendieron el punto de vista de la articulación extática, con lo cual identificaban las lenguas bíblicas con otras antiguas religiones de misterio.

b. El punto de vista de la articulación extática no humana (¿angelical?): esta posición sostiene que la lengua hablada decididamente no es terrenal, es celestial en su estructura. Los razonamientos que apoyan esta opinión son:

(a) Los discípulos que hablaron en otras lenguas en pentecostés fueron acusados de estar embriagados (Hch 2:13), acusación que no habrían hecho si el lenguaje hubiera sido de naturaleza terrenal.

(b) Pablo dice que las lenguas cesarán (1Co 13:8), lo que es una declaración ridícula si el don consiste solamente en hablar en lenguas humanas no aprendidas.

(c) Debido a las palabras de Pablo en 1Co 14:2 : «Porque el que habla en lenguas no habla a los hombres, sino a Dios; pues nadie le entiende, aunque por el Espíritu habla misterios.»

(d) El apóstol tenía el don de hablar en lenguas (1Co 14:18), pero no pudo entender el idioma licaónico de la gente de Listra (Hch 14:11).

(e) A causa de la distinción hecha entre mente y espíritu en 1Co 14:14-15. Aquí alguien afirma que Dios usa la mente para dar cierta revelación en lenguaje humano y emplea el espíritu del hombre para dar a conocer otra información en lenguaje no humano.

(f) Debido a la frase «en otras lenguas» de Hch 2:4. Esta es una traducción de la palabra griega heteros, que significa «otra de clase diferente». (Véase también Gál 1:6-7.)

(g) A causa de lo que se dice en 1Co 13:1 : «Si yo hablase lenguas humanas y angélicas…» Nota: aquí podemos preguntar, ¿qué clase de idioma hablan los ángeles? Cuando hablaron con los hombres en la tierra sabemos que lo hicieron en hebreo (Gén 19:1-38) y en griego (Lev 1:1-17). Incluso durante su ministerio celestial hablaron en forma comprensible para el ser humano (véanse Isa 6:1-13; Apo 4:1-11; Apo 5:1-14).

c. El propósito de las lenguas.

(1) Negativo:

(a) No era para la edificación de la iglesia (1Co 14:4; 1Co 14:19).

(b) No era tampoco para la edificación personal. Alguien puede objetar diciendo: ¿No dice Pablo: «¿El que habla en lengua extraña, a sí mismo se edifica»? Ciertamente lo dice (1Co 14:4). Sin embargo, aquí tenemos un problema. Si las lenguas son para edificación personal y el templo estaba lleno de gente que hablaba en lenguas (como el contexto claramente indica en 1Co 14:23), ¿cómo explicamos entonces que, aparte de la iglesia de Laodicea (Apo 3:14-18), este grupo de Corinto era la iglesia más camal y confundida de toda la Biblia? Ningún don debe usarse para edificación personal en una forma egoísta. Lo que Pablo puede estar haciendo aquí en realidad es reprendiéndoles por el mal uso que estaban haciendo del don.

(c) No era para demostrar el bautismo del Espíritu. (Este concepto erróneo aparece totalmente refutado en 1Co 12:13; Rom 6:3-4; Col 2:9-12; Efe 4:5; Gál 3:27-28.)

(2) Positivo:

(a) Para validar la autoridad de los apóstoles y de los primeros cristianos.

(b) Para demostrar el juicio de Dios contra la incredulidad de Israel.

(c) Para que sirviera como una señal para judíos inconversos que estuvieran buscando [salvación].

(d) Para enseñar nuevas verdades antes de la terminación del canon. Cuando Pablo escribió 1Co 14:1-40 sólo existían tres libros del Nuevo Testamento (Santiago y 1 y 2 Tesalonicenses). No se disponía de un testimonio escrito en relación con asuntos tan importantes como:

La doctrina de la iglesia (posteriormente enseñada en Efesios y en Colosenses).

La doctrina de la justificación, santificación y glorificación (de la que Pablo hablaría más tarde en Romanos).

La doctrina de la apostasía (Judas).

La enseñanza sobre el perdón cristiano (Filemón). El sacerdocio de Cristo (hebreos).

La vida de Cristo (los cuatro evangelios).

El servicio cristiano práctico (1 y 2 Pedro).

El amor cristiano (como lo encontramos en 1, 2 y 3 Juan).

Consejo para pastores y diáconos (como se enseña en 1 y 2 Timoteo y Tito).

A la luz de todo esto ningún creyente podía citar o hablar de la bendita verdad que encontramos en 2Ti 3:16-17, simplemente porque no se había escrito.

d. La ordenación de las lenguas (1Co 14:1-40).

(1) El hablar en lenguas no ayuda a los cristianos en la iglesia (1Co 14:3-4).

(2) Hablar en una lengua conocida ayuda a todos (1Co 14:3-4).

(3) La lengua, a semejanza de un instrumento musical, no sirve de nada a menos que se escuche y se entienda distintamente (1Co 14:7).

(4) Esta distinción puede algunas veces significar la diferencia entre la vida y la muerte (1Co 14:8).

(5) Aunque Pablo dice que él había hablado en lenguas (1Co 14:18), no hace hincapié en ello para nada en ninguno de sus testimonios (como ante Félix o Agripa) o en sus viajes misioneros. Aunque no prohíbe hablar en lenguas, tampoco lo estimula, porque se dio cuenta de que no todos los cristianos, ni incluso en aquellos días, tienen ese don. (Véanse 1Co 12:30; 1Co 14:39.)

(6) Pablo enseñó que, en la iglesia, el predicar era muchísimo más preferible que el hablar en lenguas (1Co 14:19).

(7) Insistió en que no hablaran todos en lenguas a la vez (1Co 14:23).

(8) La predicación, no el hablar en lenguas, es el método de Dios para salvar a los perdidos (1Co 14:24-25).

(9) Limitó el número de los que hablarían en lenguas en la iglesia, y debía establecerse tumo (1Co 14:27).

(10) Prohibió por completo que las mujeres hablaran en lenguas (1Co 14:34). Pablo permite en 1Co 11:3-10 que la mujer hable en su idioma nativo, pero aquí les prohíbe hablar en lenguas extrañas.

(11) Todas las cosas que se hagan en la casa de Dios deben hacerse decentemente y con orden (1Co 14:40).

7. El don de interpretación de lenguas (véase 1Co 12:10). Esta era la habilidad sobrenatural de clarificar y traducir aquellos mensajes hablados en lenguas.

8. El don de sabiduría (véase 1Co 12:8). Consiste en la habilidad sobrenatural de aplicar correctamente el conocimiento divino y humano.

9. El don de discernimiento de espíritus (véanse 1Co 12:10; 1Jn 4:1). Es la facultad de distinguir entre las obras demoníacas, humanas y divinas. Tanto Pedro (Hch 8:23) como Pablo (Hch 13:10; Hch 16:16-18) poseían este don.

10. El don de repartir (véase Rom 12:8). Esta es la habilidad de acumular y dar grandes sumas de dinero para la gloria de Dios (véanse Hch 4:32-37; Gál 4:15; Flp 4:10-18; 2Co 8:1-5. Véase también Lev 21:1-4).

11. El don de la exhortación (véase Rom 12:8). Consiste en la capacidad de hablar palabras de estímulo y desafío (Pro 25:11). Varios personajes del Nuevo Testamento tenían este don:

a. Bernabé (Hch 11:22; Hch 11:24).

b. Judas (no el Iscariote) y Silas (Hch 15:32).

c. «Compañero fiel» (Flp 4:3).

12. El don de ayudar (véanse Rom 12:7; 1Co 12:28; Efe 4:12). Esta es la habilidad de ofrecer ayuda práctica tanto en asuntos físicos como espirituales.

a. Dorcas tenía este don (Hch 9:36-39).

b. Febe también lo tenía (Rom 16:1-2).

13. El don de hacer misericordia (Rom 12:8). Es la habilidad de ministrar a los enfermos y afligidos.

14. El don de administrar (Rom 12:8; 1Co 12:28). Consiste en la capacidad de organizar, administrar y promover personas o proyectos. (Véase Tit 1:4-5; ver también el libro de Nehemías.)

15. El don de la fe. La Biblia describe tres clases de fe básicas:

a. La fe que salva, que se da a todos los pecadores que se arrepienten (Hch 16:31; Rom 4:5; Rom 5:1; Rom 10:17).

b. La fe que santifica, disponible para todos los creyentes (Gál 2:20; Gál 3:11; Gál 5:22; Efe 6:16; Rom 1:17; Heb 10:38).

c. La fe de llevar a cabo grandes proyectos, que se le da a algunos creyentes (Rom 12:3; 1Co 12:9). Esta clase de don de fe es la facultad sobrenatural de creer y esperar grandes cosas de Dios.

16. El don de la enseñanza (véanse Rom 12:7; 1Co 12:28; Efe 4:11). Es la capacidad de comunicar la Palabra de Dios y clarificar los detalles.

a. Apolos tenía este don (Hch 18:24-25).

b. Aquila y Priscila lo poseían (Hch 18:26).

17. El don de evangelismo (véase Efe 4:11). Es la habilidad sobrenatural de llevar los pecadores a Cristo y de capacitar y estimular a los creyentes a ser ganadores de almas. Todos los creyentes, por supuesto, debemos dar testimonio de Cristo tengamos ese don en especial o no (2Ti 4:5). Felipe, entre otros en el libro de Hechos, tenía este don (Hch 8:5-12; Hch 8:26-40).

18. El don de pastor-maestro (véase Efe 4:11). Esta es la habilidad sobrenatural de predicar y enseñar la Palabra de Dios, y de alimentar y dirigir el rebaño de Dios (véanse 1Pe 5:1-4; Hch 20:28). Este es el único don entre los dieciocho que es doble en el que lo tiene. No todos los maestros son llamados a ser pastores, pero todos los pastores deben ser maestros.

H. El ingrediente indispensable en los dones espirituales (1Co 13:1-13). Podemos pensar de los dieciocho dones espirituales como ladrillos que Dios usa para la construcción de su templo santo y terrenal. En la analogía, la caridad (el amor) sirve como el «cemento celestial» que mantiene todos los ladrillos juntos.

Pablo termina el capítulo 12 con las palabras: «Procurad, pues, los dones mejores. Mas yo os muestro un camino más excelente» (1Co 12:31). De manera que el capítulo 1Co 13:1-13 es ese camino más excelente.

Debemos hacer notar, además, que Dios usó a Pablo, el gran teólogo, para escribir el más inspirador de los poemas sobre el amor en toda la historia del mundo. Cada Navidad, el Departamento Nacional de Seguridad en la Carretera nos hace la siguiente advertencia: «Si bebe, no maneje; y si maneja, no beba; porque el alcohol y la gasolina no ligan.» Algunos han sacado erróneamente la misma conclusión acerca de la teología y el amor, pero Dios ha ordenado que no se separen (véase Apo 2:1-4). La teología sin amor nos lleva a la fría ortodoxia, y el amor sin teología nos lleva directamente a la herejía.

1. La importancia del amor (1Co 13:1-3). Sin amor:

a. El don de lenguas es como metal que resuena y címbalo que retiñe.

b. El don de profecía no sirve para nada.

c. El entender todos los misterios no aprovecha.

d. La posesión de todo el conocimiento es de escaso beneficio.

e. El ejercer una fe que mueve montes es pura vanidad.

f. El dar grandes sumas de dinero no sirve para acumular puntos.

g. Sacrificar mi propio cuerpo no tiene valor.

2. La impecabilidad del amor (1Co 13:4-7).

a. Es sufrido. El amor es paciente.

b. Es benigno. El amor no es rudo ni grosero.

c. No tiene envidia. El amor no es celoso. No desea despojar al otro de lo que tiene.

d. No es jactancioso. El amor no es presuntuoso.

e. No se envanece. El amor no es arrogante.

f. No hace nada indebido. El amor no actúa en forma impropia.

g. No busca lo suyo. El amor no es egoísta.

h. No se irrita. El amor es bondadoso.

i. No piensa el mal. El amor no piensa en el mal que hacen otros y busca la venganza.

j. No se goza en la injusticia. El amor no encuentra placer en el mal.

k. Se goza en la verdad. El amor encuentra placer en el bien.

l. Todo lo sufre. El amor cubre (literalmente) todas las cosas.

m. Todo lo cree. El amor no es suspicaz.

n. Todo lo espera. El amor no se rinde, no pierde la esperanza.

3. La indestructibilidad del amor (1Co 13:8-13).

a. En contraste con la profecía, las lenguas y el conocimiento, el amor es permanente (1Co 13:8).

b. En contraste con la fe y la esperanza, el amor es superior (1Co 13:13). Nota: Pablo no está diciendo aquí que el amor es más duradero que la fe y la esperanza, sino simplemente que es más importante. En el cielo seguiremos ejerciendo en alguna forma divina estas virtudes, pero el amor es superior porque:

(1) Es la raíz de la fe y la esperanza.

(2) Es para otros, mientras que la fe y la esperanza son en gran medida personales.

(3) Es la misma esencia del ser de Dios.

Pregunta número 5: ¿Qué hay en cuanto a la resurrección? (cap. 1Co 15:1-58). Sin duda alguna, este capítulo, junto con Rom 8:1-39, debe ser considerado como uno de los grandes pasajes de toda la Biblia. Aquí tenemos el testimonio escrito más antiguo de la resurrección de Cristo.

A. La prominencia de la resurrección (1Co 15:1-4).

1. El hecho de la resurrección de Cristo: «resucitó» (1Co 15:4).

2. El factor tiempo en la resurrección de Cristo: «al tercer día» (1Co 15:4). Hay dos teorías principales en relación con esta frase.

a. Que fue crucificado el viernes. Es bien conocida la costumbre judía de contar una parte del día como todo un día. Es decir, que estuvo en la tumba una parte del viernes (de las 3:00 p.m. a las 6:00 p.m.), todo el sábado, y una parte del domingo.

b. Que fue crucificado el miércoles. Si la declaración de Mat 12:40 la tomamos literalmente, el miércoles es el único día que nos permite contar exactamente tres días y tres noches.

3. La razón de la resurrección de Cristo: «por nuestros pecados» (1Co 15:3). Cristo no fue un mártir que muriera por su fe, sino un Salvador que moría por nuestros pecados. El no dijo: «Estoy consumado», sino «Consumado es». Las tres personas de la Trinidad estaban involucradas en su muerte y resurrección.

a. El Padre (Jua 3:16; Hch 2:24).

b. El Hijo (Jua 10:11; Jua 10:18).

c. El Espíritu Santo (Heb 9:14; Rom 1:4).

4. Los resultados de la resurrección de Cristo: «Por el cual asimismo … sois salvos» (1Co 15:2).

B. La prueba de la resurrección (1Co 15:5-11) Pablo se refiere a cuatro de ellas aquí.

1. El Nuevo Testamento registra diez apariciones principales del Salvador resucitado, y son:

a. A María Magdalena (Jua 20:11-18).

b. A las otras mujeres (Mat 28:9-10).

c. A los dos discípulos (Luc 24:13-23).

d. A Simón Pedro (Luc 24:33-35).

e. A los diez apóstoles (Luc 24:36-43). (Nota: Estas cinco apariciones sucedieron en el primer día de la resurrección).

f. A los once apóstoles (Jua 20:26-31).

g. A siete apóstoles (Jua 21:1-14)

h. A quinientos discípulos (1Co 15:6).

i. A Santiago, su medio hermano (1Co 15:7).

j. A los once apóstoles en el monte de los Olivos (Luc 24:44-49; 1Co 15:7). (Estas últimas cinco sucedieron durante los cuarenta días hasta su ascensión.)

2. Pablo después habla de la aparición personal a él. De hecho, el Salvador se le apareció al apóstol en cinco ocasiones.

a. En el camino a Damasco (Hch 9:1-9; Hch 22:6-11; Hch 26:12-19).

b. En Corinto (Hch 18:9).

c. En Jerusalén (Hch 23:11).

d. En un barco que se hundía (Hch 27:23).

e. En un lugar desconocido (quizá Listra; 2Co 12:1-4).

C. La prioridad de la resurrección (1Co 15:12-19; 1Co 15:29-32).

En los días de Pablo, como en los nuestros, hubo algunos que negaban la resurrección en general. Los incrédulos de hoy abogan por varias teorías para explicar su interpretación de la resurrección.

1. La teoría del fraude. Que todo fue una patraña inventada por los discípulos.

2. La teoría del desvanecimiento. Que Cristo simplemente se desmayó en la cruz y que luego se recuperó en el frío de la tumba.

3. La teoría de la visión. Que los discípulos solamente se imaginaron que le habían visto.

4. La teoría del espíritu. Que sólo su espíritu se levantó de la tumba. Esto lo refuta Luc 24:39.

5. La teoría del corazón. Que sólo resucitó en el corazón de sus amigos.

Pero Pablo declara en estos versículos que, si se niega la doctrina de la resurrección, nos vemos obligados a nueve conclusiones horribles:

1. Toda la predicación del evangelio ha sido y continuará siendo completamente inútil.

2. Todos los predicadores del evangelio son unos necios y unos mentirosos bien notorios.

3. Todos los cristianos vivos permanecen todavía en sus pecados.

4. Todos los cristianos que partieron están en el infierno.

5. Toda razón y propósito de la vida misma queda destruido.

6. El Salvador mismo está todavía pudriéndose en una tumba del Cercano Oriente.

7. Todo culto cristiano se convierte en una farsa.

Notemos el versículo 1Co 15:29 : «De otro modo, ¿qué harán los que se bautizan por los muertos, si en ninguna manera los muertos resucitan? ¿Por qué, pues, se bautizan por los muertos?»

Estos versículos han sido algo problemáticos:

a. Aspecto negativo: Cualquiera que sea su significado, no apoya la práctica totalmente contraria a la Biblia de la iglesia de los mormones de que los vivos se bauticen por los muertos. Morir sin Cristo es permanecer para siempre sin él y, por consiguiente, perdido. (Véanse Luc 16:19-31; Heb 2:3; Apo 22:11.)

b. Aspecto positivo. Puesto que el bautismo nos habla de identificación, Pablo puede estar diciendo aquí que, si no hay resurrección de los muertos, ¿cuál es entonces el propósito de los cristianos que todavía viven en proseguir con el modelo de vida dejado por los creyentes que partieron?

8. Sufrir por Cristo no tiene sentido y es inútil (1Co 15:30; 1Co 15:32).

9. La satisfacción de los sentidos es el único camino. «… comamos y bebamos, porque mañana moriremos» (1Co 15:32).

D. La procesión de la resurrección (1Co 15:20-28).

«Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho» (1Co 15:20).

Pablo se refiere en estos versículos a la tercera de las siete fiestas religiosas judías mencionadas en Lev 23:1-44. Era llamada la fiesta de los primeros frutos. Notemos que:

1. En el primer día, los delegados elegidos marcaban en el campo de trigo el lugar en donde se iba a cortar la gavilla.

2. En el segundo día se cortaba la gavilla y se llevaba al templo.

3. En el tercer día se presentaba al Señor como una muestra y ofrenda de las primicias.

Notemos ahora los versículos 1Co 15:23-24 :

«Pero cada uno en su debido orden: Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo, en su venida. Luego el fin, cuando entregue el reino al Dios y Padre, cuando haya suprimido todo dominio, toda autoridad y potencia.»

La palabra griega para «orden» aquí es tagma, un término militar que se refiere a las tropas marchando en orden de rango, como en un desfile. De manera que vemos:

a. La resurrección de Cristo (Mar 16:2-8; Mat 28:5-8; Luc 24:18). Su resurrección encabeza el desfile porque era la primera de esta clase. El milagro que Cristo realizó con Lázaro (Jua 11:1-57), por ejemplo, no fue una verdadera resurrección, sino simplemente la restauración de un cuerpo mortal muerto a un cuerpo mortal vivo. Lázaro murió otra vez más tarde. La resurrección final conlleva la inmortalidad.

b. La resurrección del rapto. «Luego los que son de Cristo, en su venida» (1Co 15:23). Estas «tropas» desfilan inmediatamente después de la cabeza. (Véanse 1Co 15:53; 1Ts 4:16.)

c. La resurrección premilenaria de los santos del Antiguo Testamento y de la tribulación. «Luego el fin» (1Co 15:24; véanse Jua 5:24; Dan 12:2; Apo 20:5-6).

E. La demanda de la resurrección (1Co 15:33-34).

1. Se nos pide «velad debidamente, y no pequéis» (1Co 15:34).

2. Debemos evitar a aquellos que niegan la resurrección (1Co 15:33).

F. El modelo de la resurrección (1Co 15:35-38)

«Pero dirá alguno: ¿Cómo resucitarán los muertos? ¿Con qué cuerpo vendrán?» (1Co 15:35).

Pablo no describe el método que Dios va a usar para resucitar a los muertos, pero en su lugar nos ofrece un gran ejemplo mediante el grano de trigo (1Co 15:37).Podemos sacar varias conclusiones de esta excelente ilustración:

1. El cuerpo mortal, al igual que el grano de trigo, no tiene poder para cambiarse a sí mismo. Solamente Dios puede hacer crecer el trigo y resucitar a los muertos.

2. El cuerpo mortal, como el grano de trigo, debe morir a fin de ser transformado.

«De cierto, de cierto os digo, que, si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto» (Jua 12:24). De manera que la muerte no suprime al grano, sino que lo libera.

3. El nuevo cuerpo, a semejanza de un grano de trigo, no pierde su identidad. De alguna manera ambos retienen la semejanza de su estado anterior (1Co 13:12).

G. La perfección de la resurrección (1Co 15:39-49).

1. Los atributos del cuerpo mortal y pecaminoso:

a. Se siembra en corrupción (un cuerpo perecedero) (1Co 15:42).

b. Se siembra en deshonra (en un mundo de falso brillo) (1Co 15:43).

c. Se siembra en debilidad (sujeto a enfermedades y debilidades) (1Co 15:43).

d. Se siembra cuerpo animal (sujeto a las leyes de la naturaleza) (1Co 15:44).

2. Atributos del nuevo cuerpo sin pecado:

a. Resucitará en incorrupción (un cuerpo imperecedero) (1Co 15:42).

b. Resucitará en gloria (en un mundo perfecto) (1Co 15:43).

c. Resucitará en poder (no sujeto a enfermedades ni debilidades) (1Co 15:43).

d. Resucitará un cuerpo espiritual (no sujeto a las leyes de la naturaleza) (1Co 15:44).

Pablo dice en el versículo 1Co 15:44 : «Hay un cuerpo animal, y hay un cuerpo espiritual.» ¿Cuál es la diferencia? Pensemos en un libro con una hoja de papel blanco metida dentro. En esta ilustración el libro es el cuerpo humano y la hoja de papel es su espíritu. En esta tierra el libro «domina» al espíritu; tiene la última palabra. Este es el cuerpo natural gobernado por las leyes físicas de la gravedad y del tiempo.

Pero ahora saquemos del libro la hoja de papel blanco y usémosla como una en» voltura alrededor del libro. El papel (el espíritu) domina ahora; tiene la última palabra. Este es el cuerpo espiritual, que no está afectado por las leyes físicas de la gravedad y del tiempo, pero que goza de las bendiciones de la eternidad. En los versículos 1Co 15:39-41 Pablo sugiere que el nuevo cuerpo espiritual es tan superior al viejo cuerpo natural como:

(1) El cuerpo humano lo es en relación con el de los animales (1Co 15:39).

(2) Los cielos con la tierra (1Co 15:40).

(3) El sol con la luna (1Co 15:41).

H. La promesa de la resurrección (1Co 15:50-53).

«He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados. Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad» (1Co 15:51-53).

Notemos ahora las siguientes frases:

1. «He aquí, os digo un misterio.» ¿Qué misterio? Supongamos que usted empieza a leer la Biblia en Génesis capítulo 1 y lee hasta 1Corintios capítulo 1Co 14:1-40. Si para de leer ahí, usted habrá ya aprendido muchos hechos importantes relacionados con la creación, el pecado del hombre, el diluvio, Belén, el Calvario, la resurrección, y la existencia del cielo y el infierno.

Pero entonces se verá forzado a concluir que el cristiano sólo puede ir al cielo después de morir físicamente. Habrá notado, no obstante, dos excepciones, la de Enoc (Gén 5:24) y la de Elías (2Re 2:11), pero aparte de éstos se verá claro que los creyentes tienen que pasar por el camino de la tumba para alcanzar la meta de la gloria.

Pero ahora un secreto es revelado, y es: millones de cristianos llegarán un día al cielo sin haber muerto. «He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados» (1Co 15:51). Este es, pues, el misterio del rapto.

2. «Todos seremos transformados.» Notemos la palabra todos. La Biblia no apoya la teoría de un rapto parcial.

3. «En un abrir y cerrar de ojos.» Esto ocurre tan rápidamente como un destello de luz brilla en un ojo, en un quinto de un segundo.

4. «Esto corruptible se vista de incorrupción.» Esta es una referencia a los cuerpos de los creyentes que partieron.

5. «Esto inmortal se vista de inmortalidad.» Con esto se refiere a los cuerpos de los creyentes vivos. (Véase también 1Ts 4:16-17.)

I. El propósito de la resurrección (1Co 15:54).

«Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria» (véanse Isa 25:8; Ose 13:14).

Los cristianos deberíamos de comprender claramente el propósito de la resurrección. Es una trágica verdad que nuestro mundo es materialista, alguien ha definido el materialismo como el arte de conocer el precio de todo, pero no conocer el valor de nada. En ocasiones, sin embargo, en un intento de evitar esta filosofía, hay creyentes que van hasta el otro extremo y concluyen que Dios sólo está interesado en los asuntos no materiales. Este triste error lo vemos a veces en las iglesias cuando separamos las tareas a cumplir en espirituales y materiales. Sucede frecuentemente que esta actitud impone niveles morales más elevados en unos que en otros. Porque después de todo, ¿no son los asuntos «espirituales» más importantes que los «materiales»? La verdad es que Dios está muy interesado en los asuntos físicos o materiales, especialmente en los cuerpos de los cristianos. (Véanse 1Co 6:19-20; 2Co 6:16; Efe 5:28-29; Rom 12:1-2.)

¿Cuál es entonces el propósito de la resurrección? Es, entre otras cosas, destruir al enemigo último del hombre. Pablo había ya escrito: «Y el postrer enemigo que será destruido es la muerte» (1Co 15:26). Los cinco enemigos naturales de la humanidad son:

1. El mundo (Gál 1:4; 1Jn 2:15; Stg 4:4).

2. La carne (Rom 7:18; Rom 8:8; Gál 5:17; 1Jn 2:16).

3. El demonio (Mat 13:39; Efe 6:11).

4. La muerte espiritual (Jua 5:24; Jua 8:51; Apo 2:11).

5. La muerte física (Sal 55:4; Heb 2:15).

J. El poder de la resurrección (1Co 15:55-58).

«¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria? Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo» (1Co 15:55; 1Co 15:57). La muerte aparece aquí representada como una serpiente venenosa y su colmillo ponzoñoso es el pecado; pero Dios destruirá un día al reptil y su colmillo. Notemos también las frases gemelas:

1. «¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón?» Esto puede referirse a los cristianos vivos que no experimentarán la muerte física a la venida de Cristo.

2. «¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?» Aquí puede estar refiriéndose a los creyentes que ya partieron, cuyos cuerpos el sepulcro se verá obligado a devolver.

Pablo termina este grandioso capítulo de la siguiente manera: «Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano» (1Co 15:58).

Pregunta número 6: ¿Qué hay en cuanto a la ofrenda? (cap. 1Co 16:1-24).

A. La localización de la ofrenda: «las iglesias de Galacia» (1Co 16:1). Debemos notar la mención de «las iglesias de Galacia». El Nuevo Testamento nunca habla de la iglesia en o de un país o provincia. La situación que encontramos hoy en varios países de «iglesia estatal» institucionalizada es completamente ajena a la Biblia.

B. La fuente de la ofrenda: «cada uno de vosotros» (1Co 16:2). La iglesia local debe ser sostenida por sus miembros. Observamos también que era algo en lo que debían participar todos.

C. El tiempo de la ofrenda: «cada primer día de la semana» (1Co 16:2). Esto era, por supuesto, el domingo. (Véanse Mar 16:2; Mar 16:9; Lev 24:1; Jua 20:1; Jua 20:19; Hch 20:7).

D. La cantidad de la ofrenda: «según haya prosperado» (1Co 16:2). Aunque no se indica en realidad una proporción, es impensable que el creyente le dé menos a Dios que lo que le da al mesero en el restaurante.

E. El propósito de la ofrenda: «para los santos» (1Co 16:1). Esta era una ofrenda especial para atender a las necesidades inmediatas de los pobres en Jerusalén (véase Rom 15:26).

F. Los responsables de la ofrenda: «a quienes hubieres designado» (1Co 16:3). En todos los asuntos financieros de una asamblea, la responsabilidad debe estar en manos de más de un hermano, a fin de evitar la mínima sospecha de que se maneja de forma indebida.

Pablo concluye esta epístola con algunos comentarios personales y con un poderoso desafío.

A. Los comentarios:

1. Planeaba visitarles de nuevo pronto (1Co 16:5-9).

2. Timoteo quizá les visitara también (1Co 16:10-11).

3. Le había rogado a Apolos para que fuera a Corinto, pero la voluntad de Dios había sido otra (1Co 16:12).

4. Les insta a que sigan la dirección espiritual de Estéfanas, su primer convertido en Grecia (1Co 16:15-16).

5. Varios creyentes que estaban con Pablo en Éfeso les envían sus saludos (1Co 16:17-20).

B. El desafío:

«Velad, estad firmes en la fe; portaos varonilmente, y esforzaos. Todas vuestras cosas sean hechas con amor» (1Co 16:13-14).

«El que no amare al Señor Jesucristo, sea anatema. El Señor viene» (1Co 16:22).

1. La palabra «anatema» significa «listo para ser destruido». (Véanse Rom 9:3; Gál 1:8-9.)

2. La expresión «maranata» significa «el Señor viene». (Véanse Flp 4:5; Stg 5:7-8; Apo 1:7; Apo 3:11.)

Fuente: Auxiliar Bíblico Portavoz

INTRODUCCIÓN

1. El apóstol Pablo ha sido el más grande de los misioneros de todos los tiempos. Este ex fariseo, que una vez aborreció y persiguió a los cristianos, llevó a cabo tres grandes viajes misioneros, durante los cuales estableció docenas de iglesias cristianas locales. De manera que el que una vez fue el peor de los «lobos» se transformó en el mejor de los «perros pastores del rebaño».

2. El hecho es que el Nuevo Testamento está compuesto en buena medida por algunas de las cartas que Pablo escribió a estas iglesias que él empezó y a sus pastores. En la lista encontramos:

a. La epístola a la iglesia en Roma (Romanos).

b. La epístola a la iglesia en Éfeso (Efesios).

c. La epístola a la iglesia en Colosas (Colosenses).

d. La carta a la iglesia en Filipos (Filipenses).

e. La carta a la iglesia en Galacia (Gálatas).

f. Las dos cartas a la iglesia en Tesalónica (1 y 2 Tesalonicenses).

g. Los dos epístolas dirigidas a un pastor llamado Timoteo (1 y 2 Timoteo).

h. La carta dirigida a un pastor llamado Tito (Tito).

i. Las dos cartas dirigidas a la iglesia en Corinto (1 y 2 Corintios).

Tenemos aquí, pues, un hecho notable: de los veintisiete libros que componen el Nuevo Testamento, no menos de doce los dirigió Pablo a sus amadas iglesias.

3. Parece que Pablo habría tenido muy poco tiempo para estos «movimientos cristianos» modernos que ignoran y menosprecian el ministerio y la importancia de las iglesias locales.

4. De todas sus cartas a las iglesias, Romanos es, sin duda, la más importante, pero 1 Corintios es probablemente la segunda en importancia. Lo es a causa de su gran sección sobre la resurrección de Cristo y del creyente (1Co 15:1-58), y, si no por otra razón, por su extensión, porque 1 Corintios es con mucho la más larga de las escritas por Pablo.

5. No hay casi ningún problema de la iglesia local de hoy que no sea considerado en 1 Corintios. La iglesia estaba llena de problemas teológicos y personales.

a. Habían pervertido la doctrina del bautismo (1Co 1:1-31).

b. Se jactaban acerca de la poca sabiduría humana que tenían (1Co 1:1-31).

c. Eran muy camales (1Co 3:1).

d. Se habían engañado a sí mismos (1Co 3:18).

e. Habían profanado sus propios cuerpos (1Co 3:17).

f. Se habían hecho muy vanidosos (1Co 4:18).

g. Toleraban la inmoralidad (1Co 5:1).

h. Se llevaban a los tribunales unos a otros (1Co 6:1).

i. Estaban confundidos acerca del matrimonio (1Co 7:1).

j. Habían abusado de la doctrina de la libertad cristiana (1Co 8:9).

k. No iban vestidos en forma apropiada a la casa de Dios (1Co 11:6).

l. Habían hecho una farsa de la Cena del Señor (1Co 11:30).

m. Habían corrompido los dones del Espíritu, especialmente el de lenguas (1Co 14:1-40).

n. Estaban confundidos en cuanto a la resurrección (1Co 15:1-58).

ñ. Se habían olvidado de las ofrendas (1Co 16:1-24).

Se ha dicho que si estos pecados fueran caballos, esta iglesia podría haber llenado muchos establos.

Antecedentes de la fundación de la iglesia de Corinto

1. Fue fundada por Pablo durante su segundo viaje misionero.

2. Hch 18:1-28 nos relata el proceso de su fundación.

a. Parte con Silas en su segundo viaje misionero (Hch 15:40).

b. En Listra incorporan a Timoteo al equipo (Hch 16:1).

c. Pablo recibe en Troas su visión del varón macedonio (Hch 16:9).

d. En Filipos se convierten una mujer llamada Lidia, una joven poseída por el demonio y un carcelero romano (Hch 16:14-34).

e. Desde Filipos se van a Tesalónica (Hch 17:1).

f. De allí salen para Berea (Hch 17:10).

g. De Berea parten para Atenas (Hch 17:15).

h. De Atenas van finalmente a Corinto (Hch 18:1).

3. En Corinto Pablo se encuentra con Aquila y Priscila.

4. Crispo, el principal de la sinagoga, se convierte (Hch 18:8).

5. Dios conforta a Pablo mediante una visión (Hch 18:9).

6. Pablo permanece al menos dieciocho meses en aquella ciudad antes de marchar de allí (Hch 18:11).

7. La iglesia de Corinto fue después pastoreada por un hombre llamado Apolos.

Trasfondo de la Primera Epístola de Pablo a los Corintios

1. Pablo inicia su tercer viaje misionero durante el verano del año 53 d.C., aparentemente solo (Hch 18:23).

2. Llega a Éfeso y se queda allí por tres años (Hch 18:10).

3. Mientras que ministra en Éfeso le visita una delegación de Corinto informándole de la trágica situación de aquella iglesia local.

4. Pablo, con gran preocupación en su corazón, se sienta y escribe 1 Corintios.

Un análisis de 1 Corintios

I. Preámbulo: los saludos de Pablo (1Co 1:1-10).

A. Pablo y Sóstenes envían sus recuerdos. Este Sóstenes pudo haber sido el mismo que se cita en Hch 18:17, el principal de la sinagoga en Éfeso que instigó un tumulto contra Pablo, pero que le salió mal, porque algunos griegos enojados le golpearon a él. Aparentemente esto le llevó a la conversión.

B. Pablo dice (1Co 1:2): «Con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo. » De manera que la carta fue escrita para todos los creyentes, como lo fueron también las demás (véanse 1Ts 5:27; Col 4:16).

C. «Del Señor Jesucristo» (1Co 1:3). Se menciona seis veces este gran nombre en los diez primeros versículos de la epístola, a causa, sin duda, de que la iglesia no había honrado este gran título. Esta es la verdadera razón por la que cualquier iglesia puede tener dificultades.

D. «Fuisteis enriquecidos en él, en toda palabra y en toda ciencia» (1Co 1:5). Los creyentes corintios conocían la verdad Y podían hablar la verdad, pero no practicaban la verdad.

E. «De tal manera que nada os falta en ningún don.» La Biblia cita dieciocho dones y aparentemente la iglesia de Corinto los tenía todos.

F. El versículo 1Co 1:8 nos presenta una de las grandes declaraciones de la «seguridad del creyente» en toda la Biblia. Notemos las palabras:

1. Confirmará. Esto significa establecer y estar completamente seguros. Se usa el mismo verbo en Rom 15:8, donde Pablo declara que Dios confirmó en Cristo las promesas que hizo en el Antiguo Testamento.

2. Irreprensibles. Este es un término legal que significa «no llamado ante el tribunal, libre de cargos y acusaciones». No quiere decir sin pecado, sino que no hay cargos. (Véanse también Col 1:22; 1Ti 3:10.)

3. En el día de. Esta es una referencia al rapto.

Conclusión: Pablo está escribiendo a una de las iglesias más camales, confundidas, egoístas y apartadas de la sana doctrina que conocemos. El solamente podía predecir su salvación final en razón de la eterna seguridad de Dios, a pesar de su lamentable condición.

G. «Fiel es Dios» (1Co 1:9). Un breve resumen de su fidelidad incluiría lo siguiente:

1. Es fiel en defender a su pueblo.

«Hallé a David mi siervo; lo ungí con mi santa unción. No lo sorprenderá el enemigo, ni hijo de iniquidad lo quebrantará. Mi verdad y mi misericordia estarán con él…» (Sal 89:20, Sal 89:22, Sal 89:24).

2. Es fiel en tiempos de tentación.

«No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar» (1Co 10:13).

3. Es fiel conservando salvos a los cristianos.

«Pero fiel es el Señor, que os afirmará y guardará del mal» (2Ts 3:3).

«Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo. Fiel es el que os llama, el cual también lo hará» (1Ts 5:23, 1Ts 5:24).

4. Es fiel en corregir a sus hijos.

«Conozco, oh Jehová, que tus juicios son justos, y que conforme a tu fidelidad me afligiste» (Sal 119:75).

«Porque el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo» (Heb 12:6).

5. Es fiel en perdonar los pecados confesados.

«Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiamos de toda maldad» (1Jn 1:9).

6. Es fiel en escuchar nuestras oraciones.

«Oh Jehová, oye mi oración, escucha mis ruegos; respóndeme por tu verdad, por tu justicia» (Sal 143:1).

Esto nos enseña que dado que Dios era quien les había llamado, y como él es fiel, su salvación estaba asegurada. Notamos con tristeza que Pablo no dice nada acerca de condición presente (como en las cartas a las otras iglesias), solamente menciona su pasado y su futuro.

H. «A la comunión con su Hijo Jesucristo nuestro Señor» (1Co 1:9). A los cristianos de todo el mundo les encanta el hablar, escribir y cantar acerca de esta comunión, y bien hacen en ello; pero debemos tener en cuenta que esta comunión a veces también involucra sufrimiento. Como Pablo da testimonio:

«A fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte» (Flp 3:10).

Demasiado frecuentemente parece que queremos lo primero sin lo segundo, pero no hay poder de su resurrección sin la participación en sus padecimientos.

I. «No haya entre vosotros divisiones» (1Co 1:10). El erudito del griego W. E. Vine señala cuatro pasos diferentes que pueden llevarnos desde la armonía al rompimiento trágico de la unidad cristiana, y son:

1. Stasis: un fuerte desacuerdo, una disensión (véanse Hch 15:2; Hch 23:7, Hch 23:10).

2. Dichostasia: apartarse uno del otro (Gál 5:20; Rom 16:17).

3. Schisma: un cisma, un rompimiento fuerte (véanse 1Co 11:18; Jua 7:43; Jua 9:16; Jua 10:19).

4. Hairesis: una separación establecida y madura (véanse Hch 5:17; Hch 24:5, Hch 24:14; Hch 26:5; 2Pe 2:1; Tit 3:10).

Pablo usa aquí la tercera palabra, schisma, sugiriendo con ello que la iglesia en Corinto estaba en peligro de un cisma, una fuerte división.

J. «Sino que estéis perfectamente unidos» (1Co 1:10). La frase «perfectamente unidos» que aparece en este versículo proviene del mundo griego. Es la palabra katartizo. Este término se usa en otros tres pasajes importantes del Nuevo Testamento:

1. «Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios…» (Heb 11:3). Aquí tenemos traducida la palabra katartizo por «constituido».

2. «Por lo cual, entrando en el mundo dice: Sacrificio y ofrenda no quisiste; mas me preparaste un cuerpo» (Heb 10:5). Aquí la palabra es traducida por «preparaste».

3. «Pasando de allí, vio a otros dos hermanos, Jacobo hijo de Zebedeo, y Juan su hermano, en la barca con Zebedeo su padre, que remendaban sus redes; y los llamó» (Mat 4:21). En este último pasaje la palabra es traducida por «remendar».

La conclusión a la que llegamos es sencillamente esta: el deseo de Dios es que todos los creyentes estén unidos:

Tan perfectamente como lo están el sol, la luna y las estrellas en el universo (Heb 11:3). Tan perfectamente como lo era el cuerpo que Dios preparó para Jesús (Heb 10:5). Tan perfectamente como una red bien remendada. Las almas no se salvan en una iglesia plagada de problemas, simplemente porque la red está rota y huyen.

II. El informe (1Co 1:111Co 6:20). Pablo responde a un informe que le ha llegado acerca de la iglesia de Corinto.

A. Estaban siguiendo líderes humanos (1Co 1:11-17). Pablo comienza citando su fuente de información: «Porque he sido informado… por los de Cloé.» (Véase 1Co 1:11.) Muchas veces, los líderes cristianos reciben cartas de crítica sin firma, señalando las faltas del pastor o de algunos otros miembros en la iglesia. ¡Cuántas veces esos chismes procedentes de bocas anónimas (y sin fuerza moral) de miembros de la iglesia llevan a la destrucción de su propia congregación!

En los versículos 1Co 1:12 al 1Co 1:17 Pablo escribe para corregir su problema básico, el del bautismo. Desde entonces, muchas iglesias se han dividido por el asunto del bautismo. Pero aquí la discusión no era, sin embargo, acerca del modo, o incluso del propósito del bautismo, sino en relación con los diferentes hombres que habían bautizado a los creyentes en Corinto.

1. Pablo había bautizado a algunos de ellos, por supuesto (muy pocos en realidad), cuando estableció la iglesia.

2. Apolos, que pastoreó después la iglesia, bautizó también a algunos.

3. Pedro (Cefas) había bautizado aparentemente a algunos otros, aunque no sabemos cuándo sucedió esto. Algunos piensan que tuvo lugar en Pentecostés.

4. Cristo también es mencionado en la lista. Como en el caso de Pedro, no tenemos ningún conocimiento de cuándo y dónde pudo haberlo él hecho.

En cualquier caso, aquí tenemos una iglesia local neotestamentaria lamentablemente dividida en cuatro grupos, y cada uno de ellos pretendiendo ser superior al otro en razón del hombre que los había bautizado.

5. El grupo paulino. El razonamiento de este primer grupo debió de ser así: «Somos de Pablo y, por supuesto, mejores que vosotros. Todos sabemos que Pablo es un gran predicador doctrinal y eso es lo que verdaderamente cuenta.»

6. El grupo apolino. El segundo grupo probablemente diría: «Nosotros somos de Apolos, y cualquiera con un poco de sentido común estará de acuerdo en que es un predicador elocuente y supera con creces a Pablo.»

7. El grupo pedrino. El tercer grupo podría responder: «Nosotros somos de Cefas, y vosotros podéis jactaros todo lo que queráis acerca de doctrina y elocuencia, pero no hay nadie tan sencillo y práctico como Pedro.»

8. El grupo de Cristo. Este cuarto grupo podría ser retratado mirando por encima a todos los demás diciendo con un tono muy piadoso: «Nosotros somos de Cristo y, por tanto, no miramos a ningún predicador humano para seguirle y que nos alimente.» «¿Fue crucificado Pablo por vosotros?» (1Co 1:13). Podemos ver que Pablo amonesta a los de su propio club primero. Es fácil reprender a un grupo si están equivocados y son, además tus contrarios, pero es algo muy diferente corregir severamente a aquellos que están por completo a tu favor. Pablo estaba en verdad dedicado a Cristo.

El doctor James Boyer escribe lo siguiente en relación con 1Co 1:16 :

«El versículo 16 introduce una interesante excepción. Pablo de pronto recuerda a otros que también había bautizado Estéfanas y su familia. Por 1Co 16:15 y 1Co 16:17 sabemos que este Estéfanas estaba entre los que habían llegado de Corinto y se hallaba probablemente presente en el momento cuando Pablo dictaba su carta. Puede ser que su presencia le recordara que también le había bautizado a él, cuando mencionaba a los demás. Así que si Pablo se olvidaba de Estéfanas también pudo haberse olvidado de otros, por lo que admite la posibilidad de que otros hubieran sido bautizados por él. Esto no está en contra de la doctrina de la inspiración. La inspiración no interfiere con el estilo personal y las características de los escritores individuales, ni tampoco la inspiración produce omnisciencia. La inspiración garantiza que lo que se ha escrito es lo que el Señor quería que se escribiera.» (For a World Like Ours, p. 32.)

«Pues no me envió Cristo a bautizar, sino a predicar el evangelio» (1Co 1:17). Este es probablemente el texto bíblico más fuerte que refuta la doctrina de la regeneración bautismal (la enseñanza no bíblica que afirma que debemos ser bautizados para ser salvos).

Notemos que Pablo no dice que Cristo le ha prohibido bautizar, porque el apóstol bautizó frecuentemente a sus convertidos (véanse Hch 16:15, Hch 16:33; Hch 18:8; Hch 19:5). Lo que está aquí diciendo es simplemente que el agua bautismal no es parte del evangelio de Cristo. Más adelante en esta misma carta Pablo define lo que es el evangelio:

«Además os declaro, hermanos, el evangelio… que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras, y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras» (1Co 15:1, 1Co 15:3, 1Co 15:4). Este es el evangelio.

B. Favorecían la sabiduría humana (1Co 1:18-31; 1Co 2:1-13). Pablo les señala la necedad de esta tendencia, porque Dios había rechazado desde mucho tiempo ha la sabiduría humana.

«Pues está escrito: Destruiré la sabiduría de los sabios, y desecharé el entendimiento de los entendidos» (1Co 1:19). (Véanse también Job 5:12; Isa 29:14.)

Nota: En 1Co 3:19 Pablo escribe: «Él prende a los sabios en la astucia de ellos.» Podemos ver tres ejemplos clásicos en el Nuevo Testamento de esto mismo en Mat 21:23-27 (en relación con el bautismo de Juan); Mat 22:15-22 (en lo concerniente al tributo a César); y Jua 8:1-11 (en relación con una mujer adúltera). Dios en su eterna sabiduría eligió el método de la cruz para salvar a los hombres.

1. La reacción al plan de Dios.

a. «Es un plan de necios.» (La conclusión de los inconversos; véase 1Co 1:18.)

b. «Es poder de Dios.» (La conclusión de los creyentes; véase 1Co 1:18.)

Nota: En el original se declara que los inconversos perecen y los creyentes se salvan. Tanto la salvación como la condenación aparecen en tiempo presente. (Véase Jua 3:18, Jua 3:26 en relación con los inconversos.) En relación con los salvos, el Nuevo Testamento describe su salvación en tres tiempos:

(1) Tiempo pasado: Rom 8:24 (justificación).

(2) Tiempo presente: 1Co 1:18 (santificación).

(3) Tiempo futuro: Rom 5:9 (glorificación).

Al doctor Harry Ironside le preguntaron una vez si era salvo, a lo que el famoso pastor respondió: «Sí, he sido, lo estoy siendo, y lo seré.»

2. Los resultados del plan de Dios.

a. Para los judíos que demandaban señales, era un tropezadero (1Co 1:22, 1Co 1:23. Véanse también Mat 12:38; Mat 16:1; Luc 2:34.)

Nota: Israel había rechazado el plan de Dios a pesar del hecho de que les había provisto de varias señales. (Véanse Jua 3:2; Jua 20:30; Hch 2:19, Hch 2:43; Hch 5:12.)

b. Para los griegos que buscaban «sabiduría» era locura (1Co 1:22-23; véase también Hch 17:21, Hch 17:32.)

c. Para todos los creyentes, que simplemente lo reciben (sin demandas) es santificación (1Co 1:30).

3. Las razones para el plan de Dios (caps. 1Co 1:27-29).

«Sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en su presencia.»

Esto es, a fin de manifestar su gloria, Dios se deleita en escoger:

a. Lo necio del mundo:

(1) Un cordero que derrama su sangre en Éxo 12:1-51.

(2) Un roca golpeada en Éxo 17:1-16.

(3) Una serpiente de bronce en Núm 21:1-35.

b. Lo débil del mundo:

(1) Una vara para derrotar a los egipcios en Éxo 4:1-31.

(2) Una honda para derrotar a un poderoso gigante en 1Sa 17:1-58.

(3) Una quijada de asno para derrotar a los filisteos en Jue 15:1-20.

c. Lo vil del mundo y lo menospreciado:

(1) El hijo de una mujer ramera que llegó a ser un gran juez de Israel en Jue 11:1-40.

(2) Una joven pagana que llegó a ser la bisabuela de David en Rut 4:1-22.

(3) Una mujer inmoral que se transformó en una gran ganadora de almas en Jua 4:1-54.

Nota: Pablo recuerda con tacto a la iglesia que había sido bueno que Dios no eligiera a los intelectuales y prestigiosos del mundo.

«Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles» (1Co 1:26).

El gran Juan Wesley recibió frecuentemente durante su ministerio la ayuda de una mujer noble de la alta sociedad británica llamada Lady Huntington. Esta generosa mujer, que dio tanto de su tiempo, talento y dinero para la obra de Cristo, testificaba en muchas ocasiones:

«Voy solamente al cielo gracias a la letra M. Le estoy muy agradecida a Pablo porque no dijo ningún noble es llamado, sino ni muchos nobles son llamados. Por tanto, sólo voy al cielo por la letra M.» [En inglés esta anécdota queda mejor ilustrada por la forma en que se escriben las palabras ningún (any) y muchos (many). Como puede apreciar el lector, la diferencia es sólo la letra m.) (Nota del editor.)]

4. El examen del plan de Dios (1Co 2:1-13). En estos versículos Pablo repasa su estadía en Corinto durante su segundo viaje misionero, cuando en este tiempo estableció la iglesia allí.

Les recuerda:

a. Que el mensaje de la cruz no es del mundo (1Co 2:1-6).

«Así que, hermanos, cuando fui a vosotros para anunciaros el testimonio de Dios, no fui con excelencia de palabras o de sabiduría. Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado. Y estuve entre vosotros con debilidad, y mucho temor y temblor; y ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder» (1Co 2:1-4).

Antes de su visita a Corinto, Pablo les había hablado a los filósofos griegos en el Areópago de Atenas (Hch 17:16-34). Pronunció allí un discurso poderoso y elocuente, combinando la filosofía, la poesía y la historia grandes verdades bíblicas. El mensaje, no obstante, produjo poco fruto. Algunos (aunque no todos) han concluido que aquí el apóstol está expresando su determinación de depender única y exclusivamente del poder del Espíritu Santo y no confiar para nada en la elocuencia, filosofía, etc. Otros piensan que su condición, como se describe en 1Co 2:3, era simplemente física, debido quizá al agotamiento nervioso. (Véase también 2Co 7:5.)

b. Que el mensaje de la cruz había sido ordenado desde antes de la fundación del mundo (1Co 2:8).

«La que ninguno de los príncipes de este siglo conoció; porque si la hubieran conocido, nunca habrían crucificado al Señor de gloria.»

c. Que el mensaje de la cruz está reservado para los herederos de este mundo (1Co 2:9-13).

«Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman. Pero Dios nos la reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios» (1Co 2:9, 1Co 2:10).

C. Eran muy carnales (1Co 2:14-16; 1Co 3:1-7). En estos extraordinarios versículos, Pablo divide a todos los hombres en tres categorías espirituales. Son:

1. El cadáver (el hombre natural): el hombre psuchikos.

«Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente» (1Co 2:14).

Características del hombre psuchikos:

a. Quizá no esté completamente depravado (tanto como puede llegar a estar), pero es totalmente incapaz de comprender la Palabra de Dios (véase Hch 8:31).

b. Ha llegado a la conclusión de que las Escrituras no tienen sentido (véanse Hch 17:18, Hch 17:32; Hch 26:24).

c. Está muerto y necesita ser resucitado, porque no puede ser reavivado (véanse Rom 5:12; Efe 2:1).

2. El niño que llora (el hombre camal): el hombre sarkikos.

«De manera que yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a camales, como a niños en Cristo» (1Co 3:1).

Características del hombre sarkikos:

a. Es incapaz de valerse por sí mismo, como un recién nacido. La palabra «niños» que se usa aquí en el original es nepios, y tiene el sentido de debilidad, de incapacidad para hablar, de inmadurez e inexperiencia. Efe 4:14 también nos retrata esta condición:

«Para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina…» (véanse también Gál 4:3; 2Pe 1:9).

b. Sólo es capaz de tomar leche (1Co 3:2). Esta condición siempre habla de infancia o de enfermedad. La leche es apropiada por un tiempo (1Pe 2:2), «pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal» (Heb 5:14; véase también Heb 5:11-13).

c. Camina y habla como un hombre inconverso. «¿No sois carnales, y andáis como hombres?» (1Co 3:3). Todos los creyentes deberíamos pensar en esta penetrante pregunta: «Si fuéramos arrestados y acu sados de ser cristianos, ¿habría suficiente evidencia para condenarnos?» Los corintios al parecer podrían, en buena medida, haber salido inmunes.

d. Comparaban líderes espirituales en vez de verdades espirituales. (Véase 1Co 2:13 en oposición a 1Co 3:4.) Pablo responde a esto, diciendo: «Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios» (1Co 3:6). Sólo Dios puede hacerlo (véase también 1Re 18:30-38).

3. El conquistador (el hombre espiritual): el hombre pneumatikos.

«En cambio el espiritual juzga todas las cosas; pero él no es juzgado de nadie» (1Co 2:15).

Características del hombre pneumatikos:

a. No es un santurrón.

b. No es superior (en asuntos de talento, vigor, antecedentes, dinero, etc.).

c. No es sensacionalista.

d. No es un empalagoso.

e. No es excesivamente estricto.

f. No se separa de la sociedad.

g. No es superficial.

h. No es débil de carácter.

i. Es espiritual. Ser espiritual es estar en armonía con Dios, como lo están sus leyes (Rom 7:14). Es decir, un hombre espiritual es uno que está controlado y motivado por el Espíritu Santo. (Véanse 1Co 15:46; Gál 5:16, Gál 5:25.)

A causa de esto puede juzgar correctamente «todas las cosas» (1Co 2:15). (Véase también 2Ti 2:15 en oposición a 2Pe 3:14-17.)

Pablo declara que «nosotros tenemos la mente de Cristo» (1Co 2:16). Todos los creyentes gozan de ello posicionalmente (2Co 5:17), pero el hombre espiritual lo tiene experimentalmente (Flp 2:5).

D. Se olvidaban del juicio futuro (1Co 3:8-23).

1. El significado del bema. La palabra griega bema (que traducimos por «tribunal de Cristo» en la versión Reina-Valera), era un término familiar en los días del apóstol Pablo. El doctor Lehman Strauss escribe al respecto: «En el gran estadio donde se celebraban las olimpiadas de la antigua Grecia había un lugar elevado donde se sentaba el juez de los juegos. Después que se habían terminado las competencias, todos los que habían ganado se reunían ante el bema para recibir su galardón o corona. El bema no era un tribunal judicial donde la gente recibía condenas, sino que era el lugar de los premios. De igual manera, el tribunal de Cristo no es un lugar de juicio y condena. La vida cristiana es como una carrera y el gran árbitro observa a cada participante. Después que la iglesia haya corrido su carrera, congregará a cada miembro delante del bema con el propósito de examinarle y concederle el galardón que le corresponda.» (God’s Plan for the Future, p. 111.)

2. La realidad del bema. Muchos versículos del Nuevo Testamento hablan acerca de ello. «Pero tú, ¿por qué juzgas a tu hermano? O tú también, ¿por qué menosprecias a tu hermano? Porque todos compareceremos antes el tribunal de Cristo. Porque escrito está: Vivo yo, dice el Señor, que ante mí se doblará toda rodilla, y toda lengua confesará a Dios. De manera que cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí» (Rom 14:10-12).

«La obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará…» (1Co 3:13).

«Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo…» (2Co 5:10).

3. El propósito del bema.

a. Las consideraciones negativas.

(1) El propósito del bema no es determinar si una persona en particular entra en el cielo o no, pues el destino eterno de cada persona ya ha sido determinado antes de que él deje esta vida.

(2) El propósito del bema no es castigar a los creyentes por pecados cometidos antes o después de su salvación.

Las Escrituras son muy claras en indicar que ningún hijo de Dios tendrá que responder por sus pecados después de esta vida.

«No ha hecho con nosotros conforme a nuestras iniquidades, ni nos ha pagado conforme a nuestros pecados. Porque como la altura de los cielos sobre la tierra, engrandeció su misericordia sobre los que le temen. Cuanto está lejos el oriente del occidente, hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones» (Sal 103:10-12). «… mas a ti agradó librar mi alma del hoyo de corrupción; porque echaste tras tus espaldas todos mis pecados» (Isa 38:17).

«Yo deshice como una nube tus rebeliones, y como niebla tus pecados…» (Isa 44:22).

«… sepultará nuestras iniquidades, y echará en lo profundo del mar todos nuestros pecados» (Miq 7:19).

«Porque seré propicio… y nunca más me acordaré de sus pecados y de sus iniquidades» (Heb 8:12).

«… y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado » (1Jn 1:7).

b. Consideraciones positivas. ¿Cuál es, entonces, el propósito del bema (el tribunal de Cristo)? Pablo nos dice en 1Co 4:2 que todos los cristianos deben actuar como fieles mayordomos de Dios: «Ahora bien, se requiere de los administradores, que cada uno sea hallado fiel.» El apóstol Pedro escribió después de una manera similar: «… minístrelo… como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios» (1Pe 4:10).

En el mundo del Nuevo Testamento, un mayordomo era el responsable de la administración de los bienes de una familia. Era nombrado por el dueño y se le encargaba que cuidara de que todo funcionara bien. Tenía autoridad para contratar y despedir personal, para gastar y ahorrar, y era solamente responsable ante el propietario. Su única preocupación era la entrevista periódica con el amo en la que tenía que rendir cuentas de lo hecho hasta ese momento.

Con este trasfondo en mente, podemos decir que un día todos los mayordomos compareceremos ante el bema de Cristo, nuestro Señor y Maestro, y que nos pedirán que rindamos cuentas de lo que hayamos hecho con nuestros privilegios y responsabilidades desde el momento de nuestra conversión. En resumen, podemos decir que:

(1) En el pasado Dios trató con nosotros como pecadores (Efe 2:1-3; 1Co 6:9-11; Rom 5:6-8).

(2) En el presente Dios trata con nosotros como hijos (Rom 8:14; Heb 12:5-11; 1Jn 3:1, 1Jn 3:2).

(3) En el futuro Dios tratará con nosotros (en el bema) como mayordomos.

4. El material que será probado en el bema (tribunal de Cristo). En 1Co 3:11 el apóstol Pablo nos explica el hecho glorioso de que en el momento de la salvación, el pecador arrepentido es colocado firmemente sobre el fundamento de la muerte, sepultura y resurrección de Cristo mismo. Su instrucción continua después de la salvación es que edifique sobre este fundamento. Pablo dice:

«… pero cada uno mire cómo sobreedifica… y si sobre este fundamento alguno edificare oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, hojarasca, la obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará » (1Co 3:10, 1Co 3:12, 1Co 3:13).

a. Consideraciones negativas. Debemos hacer notar inmediatamente que este pasaje no enseña la falsa doctrina conocida como el purgatorio, porque son las obras del creyente, y no el creyente mismo, las que serán sometidas al fuego.

b. Consideraciones positivas. Parece ser, según estos versículos, que Dios clasifica las obras de los creyentes en las siguientes seis áreas: oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, hojarasca. Ha habido mucha especulación acerca de la clase de obras que se hacen en la tierra que constituirán oro y plata en el cielo. Parece más apropiado notar que estos seis objetos pueden ser fácilmente puestos en dos categorías:

(1) Aquellos objetos que son valiosos e indestructibles y que resisten el fuego, como el oro, la plata y las piedras preciosas.

(2) Aquellos que son objetos destructibles y menos valiosos, que son completamente consumidos por el fuego, como son la madera, el heno y la hojarasca.

c. Aunque es difícil saber exactamente qué es lo que compone una «obra de oro» o una «obra de hojarasca», la Palabra nos informa, no obstante, de ciertas áreas generales en las que Dios está muy interesado.

(1) Cómo tratamos a otros creyentes.

«Porque Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de amor que habéis mostrado hacia su nombre, habiendo servido a los santos y sirviéndoles aún» (Heb 6:10).

«El que recibe a un profeta por cuanto es profeta, recompensa de profeta recibirá; y el que recibe a un justo por cuanto es justo, recompensa de justo recibirá. Y cualquiera que dé a uno de estos pequeñitos un vaso de agua fría solamente, por cuando es discípulo, de cierto os digo que no perderá su recompensa» (Mat 10:41, Mat 10:42).

(2) Cómo ejercemos nuestra autoridad sobre otros.

«Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos; porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta; para que lo hagan con alegría, y no quejándose, porque esto no es provechoso» (Heb 13:17).

«Hermanos míos, no os hagáis maestros muchos de vosotros, sabiendo que recibiremos un juicio más severo» (Stg 3:1, La Biblia de las Américas).

(3) Cómo usamos los dones que Dios nos ha dado.

«Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti…» (2Ti 1:6).

«Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo… pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, distribuyendo individualmente a cada uno según la voluntad de Él» (1Co 12:4, 1Co 12:11, La Biblia de las Américas).

«Según cada uno ha recibido un don especial, úselo sirviéndoos los unos a los otros como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios» (1Pe 4:10, La Biblia de las Américas).

A estos versículos podemos añadir la enseñanza general de las parábolas de Jesús de las minas (Luc 19:11-26) y de los talentos (Mat 25:14-29).

(4) Cómo usamos nuestro dinero.

«A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos. Que hagan bien, que sean ricos en buenas obras, dadivosos, generosos; atesorando para sí buen fundamento para lo por venir, que echen mano de la vida eterna» (1Ti 6:17-19).

«Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará. Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre» (2Co 9:6, 2Co 9:7).

«Cada primer día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado…» (1Co 16:2).

(5) Cuánto sufrimos por Jesús. «Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros» (Mat 5:11, Mat 5:12).

«Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese, sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran alegría» (1Pe 4:12, 1Pe 4:13).

«Respondió Jesús y dijo: De cierto os digo que no hay ninguno que haya dejado casa, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por causa de mí y del evangelio, que no reciba cien veces más ahora en este tiempo; casas, hermanos, hermanas, madres, hijos, y tierras, con persecuciones; y en el siglo venidero la vida eterna» (Mar 10:29, Mar 10:30).

«Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria» (2Co 4:17).

«Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse» (Rom 8:18).

(6) Cómo usamos nuestro tiempo.

«Aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos» (Efe 5:16).

«Andad sabiamente para con los de afuera, redimiendo el tiempo» (Col 4:5).

«Y si invocáis por Padre a aquel que sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno, conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación» (1Pe 1:17).

(7) Cómo corremos esa carrera en particular que Dios ha escogido para nosotros.

«¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis» (1Co 9:24).

«Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús» (Flp 3:13, Flp 3:14).

«… despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante» (Heb 12:1).

«Asidos de la palabra de vida, para que en el día de Cristo yo pueda gloriarme de que no he corrido en vano, ni en vano he trabajado» (Flp 2:16).

(8) Cuán efectivamente controlamos la vieja naturaleza.

«Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible.

Así que, yo de esta manera corro, no como a la ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea el aire, sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado» (1Co 9:25-27).

(9) A cuántas almas he testificado y ganado para Cristo.

«El fruto del justo es árbol de vida; y el que gana almas es sabio» (Pro 11:30).

«Porque, ¿cuál es nuestra esperanza, o gozo, o corona de que me gloríe? ¿No lo sois vosotros, delante de nuestro Señor Jesucristo, en su venida? Vosotros sois nuestra gloria y gozo» (1Ts 2:19, 1Ts 2:20).

«Los entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento; y los que enseñan la justicia a la multitud, como las estrellas a perpetua eternidad» (Dan 12:3).

(10) Cómo reaccionamos a la tentación.

«Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia» (Stg 1:2, Stg 1:3).

«No temas en nada lo que vas a padecer. He aquí, el diablo echará a algunos de vosotros en la cárcel, para que seáis probados, y tendréis tribulación por diez días.

Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida» (Apo 2:10).

(11) Cuánto significa para nosotros la doctrina del rapto.

«Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida» (2Ti 4:8).

(12) Cuán fieles somos a la Palabra y al rebaño de Dios.

«Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto; no teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey. Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria» (1Pe 5:2-4).

«Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino, que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina» (2Ti 4:1, 2Ti 4:2).

«Por tanto, yo os protesto en el día de hoy, que estoy limpio de la sangre de todos; porque no he rehuido anunciaros todo el consejo de Dios. Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre» (Hch 20:26-28).

5. Los resultados del bema (tribunal) de Cristo,

a. Algunos recibirán recompensas.

«Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa» (1Co 3:14).

La Biblia menciona al menos cinco posibles galardones. Ya los describimos brevemente bajo la última sección. Estas recompensas son:

(1) La corona incorruptible, la cual se dará a aquellos que dominan su vieja naturaleza (1Co 9:25-27).

(2) La corona de gloria y gozo, la cual se dará a los ganadores de almas (Pro 11:30; 1Ts 2:19, 1Ts 2:20; Dan 12:3).

(3) La corona de vida, la cual se dará a aquellos que triunfan sobre la tentación (Stg 1:2, Stg 1:3; Apo 2:10).

(4) La corona de justicia, la cual se dará a aquellos que aman de manera especial la doctrina del rapto (2Ti 4:8).

(5) La corona de gloria, la cual se dará a los pastores y maestros fieles (1Pe 5:2-4; 2Ti 4:1, 2Ti 4:2; Hch 20:26-28).

Se ha sugerido que estas «coronas» serán en realidad talentos y habilidades con los cuales glorificar a Cristo. De manera que cuanto mayor sea el galardón, mayor será la habilidad.

b. Algunos sufrirán pérdidas.

«Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego» (1Co 3:15).

La palabra para «sufrir» que se usa aquí en el griego del Nuevo Testamento es zemioo, y Pablo la usa de nuevo en Flp 3:1-21 para describir aquellas cosas que fueron su mayor fuente de orgullo antes de su conversión. Nos dice:

«Circuncidado al octavo día, del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de hebreos; en cuanto a la ley, fariseo; en cuanto a celo, perseguidor de la iglesia; en cuanto a la justicia que es en la ley, irreprensible» (Flp 3:5, Flp 3:6). Pero después de su conversión, Pablo escribe: «… por amor del cual lo he perdido todo… para ganar a Cristo» (Flp 3:8). Lo que nos dice toda esta enseñanza es simplemente esto: ante el bema el cristiano carnal sufrirá la pérdida de muchos logros alcanzados en el pasado, como le sucedió a Pablo, pero con una excepción importante: Pablo quedó compensado con creces, porque lo perdió todo para ganar a

Cristo, mientras que el cristiano carnal no recibirá nada para reemplazar su madera, heno y hojarasca que el fuego consumió. Antes de dejar esta sección, podemos hacer la siguiente pregunta: «¿Es posible para un creyente perder a causa de la carnalidad los galardones que haya podido ganar aquí?» Algunos creen que esto es ciertamente posible en base de los siguientes versículos:

«Mirad por vosotros mismos, para que no perdáis el fruto de vuestro trabajo, sino que recibáis galardón completo» (2Jn 1:8).

«He aquí, yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona» (Apo 3:11).

«Nadie os prive de vuestro premió…» (Col 2:18).

c. El pasaje en 1Co 3:14-17 señala en realidad tres clases de edificadores:

(1) El edificador sabio (1Co 3:14).

(2) El edificador carnal (1Co 3:15).

(3) El edificador impío (1Co 3:17).

(4) El edificador inicuo no estará, por supuesto, ante el bema, pero sí estará en el juicio del gran trono blanco (Apo 20:11-15). La palabra «destruirá» en 1Co 3:17 es phtheiro en el original griego y aparece frecuentemente asociada en el Nuevo Testamento con doctrina falsa y maestros corrompidos. (Véanse 1Co 15:33; Efe 4:22; 2Pe 2:12; Jud 1:10; Apo 19:2.) Debemos también observar que nos pedirán cuentas no sólo por lo que hicimos, sino también por lo que podíamos haber hecho de haberlo hecho (Apo 3:1-3; Luc 12:48; 1Co 4:1), y de lo que hubiéramos hecho si hubiéramos podido (Mat 26:41; 1Re 8:18).

6. En el Antiguo Testamento encontramos prefigurado el bema, (el tribunal de Cristo). Aunque la Iglesia no aparece mencionada para nada en el Antiguo Testamento, hay no obstante un pasaje que puede ser fácilmente aplicado al bema. Lo podemos encontrar en las palabras de Booz (una prefiguración de Cristo) a Rut (una prefiguración de la Iglesia), cuando dice: «He sabido todo lo que has hecho… Jehová recompense tu obra, y tu remuneración sea cumplida de parte de Jehová Dios de Israel, bajo cuyas alas has venido a refugiarte» (Rut 2:11, Rut 2:12).

E. Se estaban agradando a sí mismos (1Co 4:1-21). Los líderes corintios estaban aparentemente hinchados de orgullo a causa de su autoridad en la iglesia local. Pablo intenta corregir esta pecaminosa actitud:

1. Mediante seis ejemplos gráficos. En los capítulos 1Co 3:1-23 y 1Co 4:1-21, el apóstol nos describe la obra de un verdadero ministro de Cristo.

a. Es un labrador (1Co 3:6). Tiene que cultivar.

b. Es un albañil (1Co 3:10). Tiene que construir.

c. Es un administrador (1Co 4:1). Tiene que estar en control.

d. Es un padre (1Co 4:15). Tiene que aconsejar.

e. Es un maestro (1Co 4:17). Tiene que comunicar.

f. Es uno que disciplina (1Co 4:21). Tiene que corregir.

2. Mediante dos ejemplos proféticos.

a. Concerniente al bema (1Co 4:3-5). Los corintios en su orgullo se habían sentido en perfecta libertad de enjuiciar a los obreros cristianos. Sin embargo, Pablo les advierte contra:

(1) Juzgar a otros.

(2) Juzgarse incluso a sí mismos. La razón, por supuesto, es que debían esperar «hasta que venga el Señor, el cual aclarará también lo oculto de las tinieblas, y manifestará las intenciones de los corazones; y entonces cada uno recibirá su alabanza de Dios» (1Co 4:5).

b. Acerca del milenio (1Co 4:8-10). Pablo emplea aquí uno de los mejores ejemplos de divino sarcasmo que tenemos en toda la Biblia. Hace la observación de que los corintios, por la manera en que se pavoneaban, parecían haberse convencido a sí mismos de que ya estaban realmente reinando en el milenio.

3. Por medio del ejemplo personal de la vida de Pablo.

a. Sus sufrimientos por el Salvador.

(1) Había sido golpeado (la palabra indica golpes con puño cerrado), despreciado, ultrajado, perseguido, difamado. Notemos, sin embargo, su reacción a todo esto:

«… nos maldicen, y bendecimos; padecemos persecución, y la soportamos. Nos difaman, y rogamos…» (1Co 4:12, 1Co 4:13).

(2) Había padecido hambre, sed, desnudez, y «no tenemos morada fija» (1Co 4:11).

(3) Había trabajado con sus propias manos para atender a sus necesidades. La palabra «trabajar» en 1Co 4:12 es kopiao en griego, que habla de la tarea que fatiga y aburre. No era simplemente el ganarse la vida, era un tipo de trabajo que requería bastante esfuerzo. (Véanse también 1Ts 2:9; 2Co 11:7.)

(4) Pablo era considerado la «escoria del mundo, y el desecho de todos».

(5) Era como un prisionero capturado y condenado que lo exhibían en un desfile romano, siendo un espectáculo para todos. Alguien ha señalado que el problema con los cristianos en muchos países hoy es que nadie trata de matarlos.

b. Su preocupación por los santos.

«No escribo esto para avergonzaros, sino para amonestaros como a hijos míos amados. Porque aunque tengáis diez mil ayos en Cristo, no tendréis muchos padres; pues en Cristo Jesús yo os engendré por medio del evangelio. Por tanto, os ruego que me imitéis» (1Co 4:14-16).

Notemos que Pablo les amonesta a que le imiten a él. Repite esta petición al menos en otras tres ocasiones (1Co 11:1; 2Ts 3:9; Flp 3:17). A la luz de esto no es muy bíblico para un pastor o líder cristiano (no importa cuán sincero sea) exhortar a su pueblo diciéndoles: «No miren a mi vida, no hagan lo que yo hago; ni incluso me miren como un ejemplo, solamente miren a Cristo.» Vean las palabras de Jesús sobre esto en Mat 5:13-16.

Notemos también las palabras de Pablo: «Yo os engendré por medio del evangelio» (1Co 4:15), que pueden compararse con las que encontramos en Gál 4:19 y 1Ts 2:11.

F. No estaban disciplinando (1Co 5:1-13).

1. La necesidad de disciplina: «De cierto se oye que hay entre vosotros fornicación» (1Co 5:1). La palabra griega para fornicación es porneia (que es la raíz de la palabra pornografía). Pablo usa esta palabra diecisiete veces en sus escritos, de las que once veces aparece en 1 Corintios. Aquí la situación es la de un hombre que tiene relaciones sexuales con su madrastra. Notamos que

a. Era un miembro de la iglesia. Se infiere:

(1) Porque su compañera de pecado no es amonestada. La preocupación de Pablo se centra en que el pecado había sido cometido por un creyente. Aparentemente la mujer no era miembro.

(2) Pablo ordena que sea expulsado de la comunión de la iglesia.

b. Era reconocido como culpable: «De cierto se oye» (1Co 5:1).

c. No se había arrepentido.

2. La falta de disciplina. «Y vosotros estáis envanecidos. ¿No debierais más bien haberos lamentado, para que fuese quitado de en medio de vosotros el que cometió tal acción?» (1Co 5:2). Estaban envanecidos, no por el pecado en sí, sino de su tolerancia y orgullo. A veces la tolerancia puede ser una manifiesta traición.

Pablo les reprende por no lamentarse por aquella tragedia. Cuanto mejor hubiera sido que aquellos envanecidos corintios hubieran seguido el consejo de los siguientes versículos:

«Afligíos, y lamentad, y llorad. Vuestra risa se convierta en lloro, y vuestro gozo en tristeza» (Stg 4:9).

«Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios» (Sal 51:17).

Pero aparte de esta actitud de altivez, la corrupción en la iglesia hacía llorar el tierno corazón de Pablo, quien después escribiría:

«Porque por la mucha tribulación y angustia del corazón os escribí con muchas lágrimas…» (2Co 2:4).

3. La autoridad para disciplinar. «En el nombre de nuestro Señor Jesucristo, reunidos vosotros y mi espíritu, con el poder de nuestro Señor Jesucristo» (1Co 5:4). Aunque se le advierte al cristiano individual que no juzgue a otro cristiano (1Co 4:5), la iglesia reunida en asamblea sí tiene ese derecho y la responsabilidad. (Véase también Mat 18:20.)

4. El procedimiento de la disciplina. El Nuevo Testamento presenta varios pasos específicos para el ejercicio de la disciplina.

a. Primero: «Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano» (Mat 18:15). En esta etapa inicial debe prevalecer el espíritu de Gál 6:1 :

«Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado.»

b. Segundo: «Mas si no oyere, toma aún contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra» (Mat 18:16).

c. Tercero: «Si no los oyere a ellos [que no les hiciera caso para nada], dilo a la iglesia» (Mat 18:17 a).

d. Cuarto: «Y si no oyere a la iglesia, tenle por gentil y publicano» (Mat 18:17 b). «Mas no le tengáis por enemigo, sino amonestadle como a hermano» (2Ts 3:15).

5. La seriedad de la disciplina.

«El tal sea entregado a Satanás para destrucción de la carne, a fin de que el espíritu sea salvo en el día del Señor Jesús» (1Co 5:5).

¿Qué significa hacer esto? El término griego para destrucción que tenemos aquí es olethros, una referencia al acto de dañarse o echarse a perder algo. Pablo aparentemente les estaba diciendo: «Si este hermano se lo está pasando tan bien en su pecado, retírenlo por completo de la comunión con la iglesia y déjenle que Satanás lo zarandee un poco. Déjenle que pruebe lo que significa vivir en un mundo hostil sin el apoyo de las oraciones y sin el ministerio de una iglesia local.»

De manera que cuando una iglesia local actúa así según la enseñanza y el espíritu de la Biblia, está cumpliendo literalmente el mandamiento divino de Job 2:6 :

«Y Jehová dijo a Satanás: He aquí, él está en tu mano; mas guarda su vida.» Pablo se vio forzado más tarde a tomar esta medida drástica con otras dos personas:

«Manteniendo la fe y buena conciencia, desechando la cual naufragaron en cuanto a la fe algunos, de los cuales son Himeneo y Alejandro, a quienes entregué a Satanás para que aprendan a no blasfemar» (1Ti 1:19, 1Ti 1:20).

6. La razón para la disciplina.

a. Ayudar a la persona a reconciliarse con Dios, lo cual se logró porque aquel hombre se arrepintió (véase 2Co 2:6-8).

b. Impedir que el pecado se extienda por toda la iglesia. «No es buena vuestra jactancia. ¿No sabéis que un poco de levadura leuda toda la masa?» (1Co 5:6). La levadura es un tipo del mal en la Biblia (véanse Mat 16:6; Gál 5:9).

c. Para mantener el ideal de Cristo ante un mundo que observaba. (Véase Hch 5:1-13.) Una de las razones por las que la iglesia tiene tan poca influencia en el mundo hoy es porque el mundo tiene demasiada influencia en la iglesia.

7. El alcance de la disciplina.

a. Negativo: la iglesia no está para juzgar al mundo; es decir, no está para criticar y regañar a los inconversos porque fumen, jueguen a los juegos de azar, etc., sino para llevarlos a Cristo.

b. Positivo: en el Nuevo Testamento aparecen al menos tres tipos de personas que deben ser separados de la comunión con la iglesia local.

(1) El que crea dificultades constantemente (Pro 6:19; 2Ts 3:6, 2Ts 3:11, 2Ts 3:14).

(2) La persona de conducta inmoral (como esta que hemos visto en 1Co 5:1-13).

(3) El herético (aquel que niega la divinidad de Cristo, el nacimiento virginal, etc.; Tit 3:10; Rom 16:17, Rom 16:18).

G. Estaban fragmentando el cuerpo de Cristo.

«¿Osa alguno de vosotros, cuando tiene algo contra otro, ir a juicio delante de los injustos, y no delante de los santos?» (1Co 6:1).

1. Ante los ojos de Dios esta era una conducta impropia (1Co 6:1-7).

a. Debido a quiénes estaban ellos juzgando en aquel momento, esto es, a otros creyentes. Pablo no está condenando aquí el sistema judicial como institución, porque él mismo lo había usado (véase Hch 25:10, Hch 25:11). Lo que está diciendo es que los cristianos que están reñidos deberían usar de todos los medios a su disposición para acabar con sus dificultades legales y no llevarse el uno al otro ante los tribunales paganos.

b. A causa de a quiénes tenían ellos que juzgar en el futuro, es decir, al mundo y a los ángeles (véanse Dan 7:18, Dan 7:22; Mat 19:28; 2Pe 2:4; Jue 6:1-40; Apo 20:4.)

2. Su acción era ilegal ante los ojos de Dios (1Co 6:8).

«Pero vosotros cometéis el agravio, y defraudáis, y esto a los hermanos.» En otras palabras, no sólo rehusaron arreglar sus problemas fuera de los tribunales, sino que planeaban defraudarse los unos a los otros en los tribunales.

3. Su acción era desmedida ante los ojos de Dios (1Co 6:9-14).

«Todas las cosas me son lícitas, mas no todas convienen; todas las cosas me son lícitas, mas yo no me dejo dominar de ninguna» (1Co 6:12).

Por «todas las cosas» Pablo se está refiriendo, por supuesto, a todas las cosas morales. La palabra lícitas es en griego sumphero y la encontramos en otros lugares, significando «conveniente», «prudente» «propio». (Véanse Jua 11:50; Jua 16:7 donde aparece la misma palabra.)

Los versículos 1Co 6:9 y 1Co 6:10 han preocupado a algunos cristianos, pero aquí el énfasis no está en la frase «no heredarán el reino de Dios» del versículo 1Co 6:9, sino en la frase «y esto erais algunos» del versículo 1Co 6:11. (Véanse Efe 2:1, Efe 2:2; Efe 5:5; Tit 3:3.)

4. La acción era inmoral a los ojos de Dios (1Co 6:15-20).

a. Porque nuestros cuerpos son los miembros del Salvador. Pablo pregunta:

«¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? ¿Quitaré, pues, los miembros de Cristo y los haré miembros de una ramera? De ningún modo» (1Co 6:15).

El creyente tiene prohibido involucrarse en forma no bíblica en el sistema de este mundo pervertido. El hijo de Dios debe huir de todo contacto indebido en cuanto al sexo (1Co 6:18; 2Ti 2:22), el dinero (1Ti 6:10, 1Ti 6:11), y la sociedad (1Co 10:14).

b. Porque nuestros cuerpos son templos del Espíritu Santo (1Co 6:19, 1Co 6:20). (Véase también 1Pe 1:18, 1Pe 1:19.)

III. La respuesta (caps. 1Co 7:1-401Co 16:1-24). Pablo les escribe ahora en relación a preguntas que le había hecho la iglesia de Corinto. En estos capítulos restantes Pablo responde al menos a seis de dichas preguntas.

Pregunta número 1: ¿Qué hay en cuanto al matrimonio? (cap. 1Co 7:1-40).

A. Dificultades en relación con este capítulo. De todas las epístolas de Pablo, que contienen en total 100 capítulos, ninguna sección ha sido tan mal entendida como esta de 1Co 7:1-40. Algunos han leído estos versículos y han sacado la conclusión errónea de que:

1. Pablo aborrecía el matrimonio en general y a las mujeres en particular. Esto es totalmente falso. (Véanse sus declaraciones en Heb 13:4; Efe 5:25-33; 1Ti 4:1-5; 1Ti 5:14.)

2. Pablo enseñaba que las personas solteras podían servir mejor a Dios que las casadas. ¡Eso no es cierto! (Véase 1Ti 3:2, 1Ti 3:11.)

3. Pablo admite que no habla por inspiración divina en este capítulo. Se ofrecen los siguientes cuatro versículos como «prueba» de ello:

a. «Mas esto digo por vía de concesión, no por mandamiento» (1Co 7:6).

b. «Y a los demás yo digo, no el Señor…» (1Co 7:12).

c. «En cuanto a las vírgenes no tengo mandamiento del Señor; mas doy mi parecer…» (1Co 7:25).

d. «Pero a mi juicio, más dichosa será si se quedare así; y pienso que también yo tengo el Espíritu de Dios» (1Co 7:40).

4. Examinemos ahora brevemente cada uno de estos pasajes:

a. Lo que Pablo estaba simplemente diciendo es que su opinión no era un mandamiento sino una sugerencia divina. Véase Rom 12:1 para un pasaje comparable.

b. El versículo Rom 12:12 lo podemos explicar comparándolo con el versículo 1Co 7:10. En el 1Co 7:10 Pablo cita un mandamiento dado por el mismo Señor Jesús mientras estaba en la tierra (véase Mat 19:6). Pero aquí tenemos una situación de grupo (uno de ellos convertido, el otro no) para el cual Jesús no había dado mandamiento mientras estuvo en la tierra, pero ahora lo hace desde el cielo por medio de la pluma inspirada de Pablo.

c. La misma respuesta que dimos para el versículo 1Co 7:12 se puede aplicar para el 1Co 7:25.

d. La palabra «pienso» que aparece aquí la podemos también traducir por «persuadido» (1Co 7:40). (Véanse Mat 22:42; 1Co 8:2 donde se usa el mismo término griego. Véase también la declaración de Pablo en 1Ti 3:16; 1Co 2:4.)

B. Varias soluciones para este capítulo. Admitamos que 1Co 7:1-40 es un capítulo difícil. No obstante, debemos tener en cuenta varios hechos.

1. Los capítulos 1Co 7:1-40; 1Co 8:1-13; 1Co 9:1-27; 1Co 10:1-33; 1Co 11:1-34; 1Co 12:1-31; 1Co 13:1-13; 1Co 14:1-40; 1Co 15:1-58; 1Co 16:1-24 contienen las respuestas de Pablo a varias preguntas que la iglesia de Corinto le había hecho. Debemos, pues, recordar que aquí sólo aparecen las respuestas. Es muy posible, por consiguiente, que el conocimiento de la naturaleza de las preguntas arrojaría mucha luz sobre las respuestas. Pero por alguna razón Dios no quiso conservar esta información para nosotros.

2. Ciertos versículos en esta capítulo nos indican que el apóstol estaba dando un consejo en particular para el gobierno de una iglesia en particular en un momento concreto de la historia. Algunos de estos versículos se aplican a todos los cristianos, pero otros no. (Véase especialmente 1Co 7:7, 1Co 7:26, 1Co 7:29, 1Co 7:35.)

C. Los varios grupos de este capítulo. El contenido está dirigido a tres grupos de personas.

1. Aquellos matrimonios en los que ambos cónyuges son creyentes (1Co 7:1-11).

a. Ambos cónyuges deben «cumplir» el uno con el otro (1Co 7:3). Esta frase se traduce por «buena voluntad» en Efe 6:7.

b. Ninguno de los cónyuges debe «negarse al otro (1Co 7:5). El contexto nos muestra que se refiere a los derechos del uso matrimonial. Pablo les recuerda a los dos que ninguno tiene «potestad» sobre su propio cuerpo. Esto no quiere decir que no exista en el matrimonio el derecho de propiedad por separado sobre uno mismo. Ningún esposo o esposa puede citar con derecho las palabras de Mat 20:15 a la otra parte: «¿No me es lícito hacer lo que quiero con lo mío?» Es decir, negar los derechos sexuales al cónyuge es invitar a Satanás a que nos tiente. (Véanse también 2Co 2:11; 1Pe 5:8.)

2. Aquellos matrimonios en que uno de los cónyuges no es convertido (1Co 7:12-24). Pablo da aquí un consejo básico y es que el creyente debe permanecer con el no creyente si es posible. Esto debe hacerse:

a. Porque la institución del matrimonio es ordenada por Dios (1Co 7:14).

b. Porque el cónyuge no creyente es «santificado» por el esposo creyente (1Co 7:14). Esto sencillamente quiere decir que el Espíritu Santo puede obrar más fácilmente en la vida de un esposo inconverso si hay en el hogar el ejemplo de una esposa fiel y piadosa.

3. Los individuos solteros (1Co 7:25-40).

a. Hay veces en que es mejor permanecer sin casarse por un tiempo (1Co 7:27).

b. Hay veces en que una persona puede hacer más por Cristo soltero que casado (1Co 7:32-34).

c. El creyente debe buscar en todo momento la voluntad perfecta de Dios en relación con casarse o permanecer soltero. (Véase especialmente 1Co 7:23-24.)

Pregunta número 2: ¿Qué hay en cuanto a libertad cristiana? (caps. 1Co 8:1-131Co 10:1-33). Como hijo de Dios he sido liberado de la ley del pecado y de la muerte. ¿No significa esto que puedo hacer todo lo que deseo con tal de que sea legal? Pablo responde dando tres ejemplos.

A. Un ejemplo actual: los creyentes corintios (1Co 8:1-13).

1. Su confusión: había muchos templos paganos en Corinto en los que se sacrificaban muchos animales a diario. Los sacerdotes consumían parte de esta carne, mientras que el resto se vendía en los diferentes mercados públicos de la ciudad. Probablemente se vendía más barata debido al uso previo que había tenido. Algunos creyentes, atraídos quizá por la oferta, compraban aparentemente esta carne para sus hogares. A otros cristianos, sin embargo, les perturbaba que se hiciera. Esta, pues, era la pregunta: ¿Pueden los creyentes comer carne que ha sido previamente sacrificada a los ídolos?

2. La corrección de Pablo:

«Si bien la vianda no nos hace más aceptos ante Dios; pues ni porque comamos, seremos más, ni porque no comamos, seremos menos» (1Co 8:8). (Véanse también Mat 15:11; Rom 14:17).

«Acerca, pues, de las viandas que se sacrifican a los ídolos, sabemos que un ídolo nada es en el mundo, y que no hay más que un Dios» (1Co 8:4).

«Pero no en todos hay este conocimiento… » (1Co 8:7).

3. La conclusión:

«Por lo cual, si la comida le es a mi hermano ocasión de caer, no comeré carne jamás, para no poner tropiezo a mi hermano» (1Co 8:13).

Pablo entonces advierte a los creyentes corintios:

a. Sobre el riesgo de convertirse en una piedra de tropiezo (1Co 8:1). «El conocimiento envanece, pero el amor edifica.» El término griego para edificar es oikodomeo, y habla de la acción para edificar una casa (véanse Jua 2:20; Mat 7:24). El Nuevo Testamento nos habla de eso:

(1) El creyente está llamado a edificarse a sí mismo (véase Jud 1:20).

(2) Debe edificar a otros creyentes (véanse 1Ts 5:11; Rom 14:19).

(3) Está llamado a ayudar a edificar a toda la iglesia (véase 1Co 14:12).

La palabra «envanece» la encontramos siete veces en el Nuevo Testamento griego, seis de las cuales aparece aquí en 1 Corintios. (Véanse 1Co 4:6, 1Co 4:18, 1Co 4:19; 1Co 5:2; 1Co 8:1; 1Co 13:4.) Aparece asociada en cada caso con conocimiento mundano. Notemos las siguientes tres citas:

«Y si alguno se imagina que sabe algo, aún no sabe nada como debe saberlo» (1Co 8:2).

«El conocimiento es el acto de pasar de un estado de ignorancia inconsciente a otro de ignorancia consciente» (L.S. Chafer).

«No sé lo que le puedo parecer al mundo, pero en mi opinión soy como aquel pequeño niño que se distrae en la playa jugando, de vez en cuando halla una piedrezuela más pulida o una concha más bonita que las demás, mientras que el gran océano de la verdad está ahí, desconocido ante mí» (Sir Isaac Newton).

b. Evitar convertirse en una piedra de tropiezo.

«Pero mirad que esta libertad vuestra no venga a ser tropezadero para los débiles» (1Co 8:9).

Las Escrituras nos declaran que el cristiano es responsable ante, al menos, cinco clases de personas:

(1) Ante el mundo en general (Mat 5:16; 1Ti 3:7).

(2) Ante su familia inmediata (Efe 5:1-33; Efe 6:1-24).

(3) Ante todos los creyentes en general (Efe 4:32).

(4) Ante los creyentes débiles en particular (Rom 14:1; Rom 15:1). Debe ser cuidadoso:

a. A fin de no causar problemas de conciencia a un hermano más débil (1Co 9:7, 1Co 9:10).

b. Para no ser causa de que un hermano más débil peque contra Cristo (1Co 8:12).

(5) La iglesia local (1Ti 3:10; 1Co 10:32).

c. ¿Cómo puede el creyente decidir acerca de lo que es correcto o incorrecto? La Biblia declara que una acción puede ser errónea en dos casos:

(1) Cuando hay un factor inherente pecaminoso. Hay algunas cosas que son siempre malas porque van absolutamente en contra de la santidad de Dios. Cosas tales como asesinar, mentir, adulterar, robar, adorar ídolos, etc.

(2) Cuando hay un factor de pecado adquirido. Hay ciertas cosas que en sí, y por sí mismas, no son malas, pero que a través del tiempo y la costumbre se han corrompido. Un ejemplo de ello es el maquillarse, que una vez se consideró malo, pero que ahora (si se aplica discretamente) es generalmente aceptado entre las mujeres cristianas. El primer factor es lo que se llama pecado de carácter, y al segundo podemos referimos como pecado de reputación. El hijo de Dios debe evitar los dos.

B. Un ejemplo personal: el apóstol Pablo (1Co 9:1-27). En estos versículos Pablo señala que nadie tenía más derecho a ejercer la libertad cristiana que él.

1. Las bases de sus derechos.

a. Era un apóstol y había visto a Cristo (1Co 9:1; véanse también Hch 9:17; 1Co 15:8).

b. Había fundado la iglesia en Corinto (1Co 9:1-2).

2. El alcance de sus derechos.

a. Comer y beber todo lo permitido (1Co 9:4).

b. Casarse y gozar de la vida familiar (1Co 9:5).

c. Que le sostuvieran las iglesias que había fundado (1Co 9:6-11; 1Co 9:13-14). Esto era razonable y apropiado porque:

(1) Al soldado se le paga por luchar y él era un soldado de Cristo.

(2) El labrador disfruta del fruto de la viña que ha plantado, y él había plantado muchas viñas.

(3) El pastor toma de la leche del rebaño, y Pablo había cuidado de muchas

ovejas.

(4) El sacerdote que ministra en las cosas santas vive del templo y Pablo era un ministro especial de Dios a los gentiles. «Así también ordenó el Señor a los que anuncian el evangelio, que vivan del evangelio» (1Co 9:14).

3. El uso que había hecho de sus derechos.

«Pero no hemos usado de este derecho, sino que lo soportamos todo…» (1Co 9:12).

Pablo después explica por qué decidió no hacer uso de sus derechos:

«… por no poner ningún obstáculo al evangelio de Cristo … porque prefiero morir, antes de que nadie desvanezca esta mi gloria … presente gratuitamente el evangelio de Cristo, para no abusar de mi derecho en el evangelio … Por lo cual, siendo libre de todos, me he hecho siervo de todos para ganar a mayor número … Me he hecho débil a los débiles, para ganar a los débiles; a todos me he hecho de todo, para que de todos modos salve a algunos» (1Co 9:12-22).

Su vida era un testimonio vivo de esas declaraciones. De este modo lo hizo:

a. Al ministrar a los judíos (1Co 9:20). Circuncidó a Timoteo en Listra porque los judíos

de aquella zona sabían que el padre del joven era griego. Tiempo después habló en

hebreo a un tropel de judíos en Jerusalén (véanse Hch 16:1-40 y Hch 22:1-30).

b. Al ministrar a los gentiles (1Co 9:21). Se puso en pie para predicar, que era una práctica común de los gentiles, mientras se dirigía a las personas en Antioquia. Intercaló citas de la literatura griega cuando habló a los atenienses en el Areópago (véanse Hch 13:1-52 y Hch 17:1-34).

c. Al ministrar a los creyentes débiles (1Co 9:22). Se abstuvo de comer carne y mandó que los cristianos débiles fueran aceptados siempre en todas partes en completa comunión (véanse 1Co 8:13; Rom 14:1; Rom 15:1).

d. Al ministrarse a sí mismo:

«Sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que, habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado» (1Co 9:27).

La palabra «eliminado» que aparece aquí es adokimos en griego, que significa «desaprobado», «descalificado». Encontramos la misma palabra en 2Ti 2:15.

C. Un ejemplo del Antiguo Testamento: Israel (1Co 10:1-33).

1. La narración (1Co 10:1-10). Ninguna otra nación en la historia del mundo ha gozado de la libertad y de la bendición de Dios como Israel, y, sin embargo, abusó de ello y fue juzgada por Dios.

a. El examen de esta libertad (1Co 10:1-4).

(1) Dios los había guiado mediante su nube de gloria (Éxo 13:21-22).

(2) Les dirigió para cruzar el mar Rojo (Éxo 14:22).

(3) Les proveyó de alimento y agua (Éxo 16:15; Éxo 17:6).

b. La rebelión contra esta libertad (1Co 10:5-10).

(1) Eran culpables de idolatría (Éxo 32:3-4).

(2) Eran culpables de inmoralidad (Éxo 32:6; Núm 25:1).

(3) Eran culpables de rebeldía (Núm 21:5).

c. La pérdida de esta libertad.

(1) Su idolatría fue castigada mediante la espada (Éxo 32:28).

(2) Su inmoralidad fue castigada por medio de la enfermedad (Núm 25:9).

Nota: Algunos han imaginado que hay una contradicción aquí, porque Moisés nos dice que murieron 24.000 en esta plaga (Núm 25:9), mientras que Pablo dice que murieron 23.000 (1Co 10:8). Debemos señalar, sin embargo, que el apóstol limita el número a aquellos que «cayeron en un día», mientras que Moisés nos da la cifra total de todo el período.

(3) Su rebeldía fue castigada mediante serpientes (Núm 21:6).

2. La aplicación (1Co 10:11-13). ¿Cuál era el propósito de Dios al dejar registrados todos estos sucesos tan morbosos relacionados con los fracasos de Israel? ¿Qué aplicación tienen para nosotros hoy? La respuesta es clara y concisa: «Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos» (1Co 10:11).

a. Están registradas para amonestarnos a nosotros acerca de nuestras propias debilidades.

«Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga» (1Co 10:12; véanse también 1Co 9:27; Gál 6:1).

Es especialmente importante aquí la palabra «mire» que Pablo usa. En la Biblia Dios nos manda que prestemos atención a:

(1) Nuestra manera de hablar (Sal 39:1).

(2) La presunción (1Co 10:12).

(3) Que otros nos engañen (Mat 24:4).

(4) Nuestra libertad cristiana (1Co 8:9).

(5) Nuestro ministerio a otros (Hch 20:28; 1Ti 4:16; Col 4:17).

b. Están ahí para damos seguridad acerca del poder de Dios.

«No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar» (1Co 10:13).

Nos será de gran ayuda en este momento repasar la doctrina bíblica de la tentación.

(1) Definición de tentación.

(a) Ser incitado a hacer lo malo. Satanás tentó a Cristo y tienta a los cristianos de esta manera. (Véanse Mat 4:1; Heb 2:18; Heb 4:15; Stg 1:13.)

(b) Probarnos con el propósito de hacernos más fuertes. Dios «tienta» a sus hijos de esta manera (Gén 22:1).

(c) Abusar de la bondad de Dios. Israel tentó a Dios de esta manera, como también los creyentes pueden hacerlo hoy. (Véanse Sal 78:18; Hch 5:9; Mat 4:7.)

(2) La fuente de la tentación.

(a) El mundo. (Véanse Mat 13:22; Jua 16:33; Tit 2:12; 2Pe 1:4; Gál 1:4; 2Ti 4:10; 1Jn 2:15.)

(b) La carne. (Véanse Mat 26:41; Rom 7:18; Gál 5:19-21.)

(c) El demonio. (Véanse 1Cr 21:1; Efe 4:27; Efe 6:11; 1Ti 3:6-7; Stg 4:7.)

(3) El propósito de la tentación. Como ya hemos visto, Dios permite la tentación para fortalecer a sus hijos. No es, por tanto, un pecado ser tentados. (Véanse Stg 1:2; Stg 1:12; 2Pe 1:6-7.)

(4) La victoria sobre la tentación. (Véanse 1Pe 4:19; 2Pe 2:9.)

3. El resumen (1Co 10:14-33). Después de tres ejemplos apropiados acerca de los derechos y las responsabilidades cristianas, el apóstol concluye de la siguiente manera en relación con el comer carne sacrificada a los ídolos:

a. Un creyente no debe convertirse en un espía cuando compren en los establecimientos públicos de comestibles (1Co 10:25).

b. Tampoco debe convertirse en un detective de cocina cuando le invitan a comer en la casa de personas no convertidas (1Co 10:27).

c. Debe, sin embargo, evitar comer carne sacrificada a los ídolos si es avisado de ello por un creyente más débil (1Co 10:28).

d. Debe recordar siempre que comparte el mismo cuerpo de Cristo con todos los demás creyentes (1Co 10:16-17).

e. Debe procurar siempre no ser «tropiezo ni a judíos, ni a gentiles, ni a la iglesia de Dios» (1Co 10:32).

Pregunta número 3: ¿Qué hay en cuanto a la conducta en la iglesia? (cap. 1Co 11:1-34).

A. Normas en relación con el vestir (1Co 11:1-16). En ningún lugar de la Biblia se nos dice cuál debe ser el largo de la falda de la mujer y del cabello del hombre. No obstante, Pablo nos da en este capítulo una lista de ciertos principios que deberían regir en la apariencia personal de los creyentes, especialmente cuando están en la casa de Dios.

1. La apariencia del hombre.

a. No debe llevar nada en la cabeza. Esto es para demostrar:

(1) Su relación con el Salvador. «Cristo es la cabeza de todo varón» (1Co 11:3). «Porque el varón no debe cubrirse la cabeza, pues él es imagen y gloria de Dios» (1Co 11:7).

(2) Su relación con su esposa. «Y el varón es la cabeza de la mujer» (1Co 11:3). «Pero la mujer es gloria del varón» (1Co 11:7).

Esto es, ningún hombre debe cubrir su cabeza en un culto cristiano, al contrario de como hacían los sacerdotes romanos y los rabinos judíos, quienes se la cubrían con una mitra o turbante. La costumbre empezó a causa de una interpretación errónea de Moisés y su velo. (Cp. Éxo 34:33 con 2Co 3:13.)

b. El hombre tenía que llevar el pelo más corto que la mujer. Dos factores parece que motivaron esta norma divina.

(1) A causa de sus implicaciones generales. «La naturaleza misma ¿no os enseña que al varón le es deshonroso dejarse crecer el cabello?» (1Co 11:14). En los días de Pablo el cabello largo en el hombre se asociaba con ser afeminado. Hoy más bien parece indicar (hasta cierto punto) rebeldía contra la autoridad.

(2) Debido a un voto específico. Este era el voto de los nazareos en el Antiguo Testamento. (Véanse Núm 6:1-22; Jue 13:4-5; 1Sa 1:11; Lev 1:15.)

2. La apariencia de la mujer.

a. Debía llevar su pelo largo para demostrar:

(1) Su sujeción a su esposo.

(2) Su nivel moral al mundo. Las rameras y las esclavas llevaban el pelo corto en los días de Pablo. Una mujer cristiana no era ni lo uno ni lo otro.

b. Debía cubrir su cabeza «por causa de los ángeles» (1Co 11:10). Algunos creen que este pasaje sugiere que los miembros de iglesia pueden compartir las bancas con ángeles. (Véanse Sal 138:1; Efe 3:10; 1Ti 5:21; Heb 1:14; 2Pe 1:10; 2Pe 1:12.)

B. Normas concernientes a la Cena del Señor (1Co 11:17-34).

1. La persona (1Co 11:23-25). Por medio de estos versículos aprendemos que:

a. El hecho más importante en la mesa del Señor es el Señor de la mesa. Es su mesa.

El la instituyó y sufrió por ella.

b. Pablo no recibió la información relacionada con los detalles históricos de la última cena por medio de alguno de los otros apóstoles, sino de Cristo mismo. Esto era también cierto en lo concerniente a los detalles que tenían que ver con la predicación, muerte y resurrección del Salvador. (Véanse 1Co 15:3; Hch 20:35; Gál 1:11-12.)

2. La perversión de la Cena (1Co 11:17-22). Aquellos volubles y egocéntricos corintios se habían involucrado a sí mismos de tal manera en la Cena que ignoraban por completo a los demás santos y al Salvador. Como resultados algunos (los acomodados) se atiborraban de comida y bebida mientras que otros (los pobres) salían hambrientos del templo. Muchas cosas ocurrieron en aquella noche en el aposento alto, pero aquí en 1Co 11:23 Pablo señala en especial la traición de Judas, lo que podía ser una insinuación para describir lo que los corintios estaban en realidad haciendo.

Debemos notar que Pablo no está hablando aquí (1Co 11:22) en contra de las comidas con fines de promover la comunión entre hermanos que la iglesia puede llevar a cabo en su salón de reuniones sociales. Pero sí está enseñando acerca de limitar el culto de comunión al compartimiento del pan y del vino. Es importante que en este momento consideremos la frase «en memoria de mí» (1Co 11:25) porque refuta dos errores adicionales en relación con la Cena del Señor.

a. El pan y el vino son memoriales y no sacramentos. El memorial tiene lugar porque ya hemos alcanzado la gracia, mientras que el sacramento se celebra para obtener gracia.

b. El pan y el vino son simbólicos en naturaleza y no se transforman en nada. Por el contrario, la doctrina católicorromana de la transubstanciación enseña que los elementos del pan y el vino son realmente transformados por el sacerdote en el altar en el cuerpo y la sangre de Cristo.

3. El propósito (1Co 11:26; 1Co 11:28). En la Cena del Señor se nos dice que:

a. Miremos al pasado. «Así, pues, todas las veces que comiereis este pan y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis.»

b. Miremos a nuestro interior: «Por tanto, pruébese cada uno a sí mismo.»

c. Miremos hacia el futuro: «Hasta que él venga.»

4. Los participantes. ¿Quiénes son los invitados a esta mesa? La Cena del Señor es sólo para creyentes, pero incluye a todos los creyentes. Este parece que es el caso, bien que sean miembros bautizados de una iglesia local determinada o no.

5. Los prerrequisitos. Dos clases de personas tienen prohibida la participación: los inconversos y los que no están limpios. El apóstol Juan (que participó en la primera celebración) ha dejado buenos consejos para ambos. Para el inconverso tiene Jua 3:16, y al creyente que no se halla limpio le ofrece 1Jn 1:9.

6. El castigo (1Co 11:29-30). «Porque el que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come y bebe para sí. Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros, y muchos duermen.» Aquí encontramos varias palabras que merecen nuestra consideración.

a. Indignamente. Esta palabra es un adverbio, no un adjetivo. Pablo no está diciendo: «Si alguien que no es digno participa», sino «si alguien participa de una manera indigna».

b. Juicio. Esta palabra en el griego es krima y a veces ha sido traducida por «condenación» o «castigo», pero es mejor «juicio». (Véanse Rom 11:33; 1Pe 4:17 y Apo 20:4.) Este juicio se puede manifestar en forma doble:

(1) Por medio de enfermedad física (1Co 11:30).

(2) Mediante la muerte física: «Y muchos duermen.» El término griego que tenemos aquí para dormir es koimao y se refiere a la muerte física. (Véanse Jua 11:11-12; Hch 7:60; 1Co 15:6; 1Co 15:18; 1Co 15:20; 1Co 15:51.)

7. El ruego (1Co 11:31-34).

Pregunta número 4: ¿Qué hay en cuanto a los dones espirituales? (1Co 12:1-31; 1Co 13:1-13; 1Co 14:1-40).

A. Definición de un don espiritual. Es una habilidad sobrenatural que Cristo da al creyente por medio del Espíritu Santo en el momento de su salvación. Debemos hacer dos distinciones en este momento:

1. La distinción entre el don del Espíritu y los dones del Espíritu. El don fue dado en pentecostés cuando el Espíritu fue enviado por el Padre como Cristo había prometido (Hch 1:4-8). Los dones nos son dados hoy.

2. La distinción entre don espiritual y talento humano. El talento es una facultad natural y humana que tenemos desde que nacemos. El don es sobrenatural y lo recibimos en nuestro segundo nacimiento.

3. La distinción entre un don espiritual y una posición oficial. El doctor Charles Ryrie ha escrito lo siguiente al respecto:

«Muchos piensan del don espiritual como de un oficio en la iglesia que solamente unos privilegiados pueden ocupar. O de otra manera piensan que los dones espirituales están lejos del alcance del creyente medio que lo más que se puede esperar es que algún día pueda descubrir algún pequeño don y que se le permita ejercitarlo de alguna manera. Ambas concepciones son equivocadas.

Un don espiritual es primeramente una habilidad concedida al individuo. Esto significa que el don no es un lugar de servició, ya que el don es la habilidad y no el lugar donde la misma se ejercita. El don de pastor, por ejemplo, se asocia comúnmente con el oficio o posición que una persona pueda ejercer en el pastorado, Pero el don es la habilidad de dar el cuidado de un pastor a la gente, sin tener en cuenta donde se lleva a cabo. Desde luego, el hombre que ocupa el oficio de pastor debe tener y ejercitar el don de pastor, pero lo mismo debe hacer el decano de una escuela cristiana. A decir verdad (aunque esto pueda parecer chocante al principio) ¿por qué no puede recibir una mujer

cristiana el don de pastor para usarlo entre los niños de su barriada o en la escuela dominical o como decana de mujeres? Ahora bien, yo no digo que las mujeres deban convertirse en pastores de iglesias para tomar a su cargo la predicación y la dirección de la congregación. Creo que semejante oficio o posición de pastorado se ha reservado a los hombres solamente. Pero esto no significa que el don o la habilidad no pueda recibirlo una mujer.» [[ Equilibrio en la vida cristiana, pp. 102103, Editorial Portavoz. ]]

B. La amplitud de los dones espirituales.

1. Cada creyente posee al menos un don espiritual (véanse 1Co 7:7; 1Co 12:7; 1Co 12:11; Efe 4:7; 1Pe 4:10).

2. Ningún creyente posee todos los dones espirituales (véase 1Co 12:29-30).

C. El propósito de los dones espirituales: glorificar al Padre (Apo 4:11), y edificar a los creyentes y a la iglesia (Efe 4:12-13). A fin de ilustrar estos dos propósitos, Pablo usa en 1Co 12:1-31 la analogía del cuerpo humano y declara lo siguiente:

1. Todos los creyentes son parte del cuerpo de Cristo (1Co 12:12-14).

2. No todos los creyentes (como sucede con los miembros del cuerpo humano) tienen la misma función dentro de ese cuerpo (1Co 12:14).

3. Cada miembro es igualmente importante para Dios (1Co 12:18).

4. Cada miembro necesita a los demás. Esto es:

a. El pie no debe decir: «Porque no soy mano, no soy del cuerpo» (1Co 12:15).

b. La oreja no debe decir: «Porque no soy ojo, no soy del cuerpo» (1Co 12:16). Esta actitud es de envidia.

c. El ojo no debe decir a la mano: «No te necesito» (1Co 12:21).

d. La cabeza no debe decir a los pies: «No tengo necesidad de vosotros» (1Co 12:21). Esta actitud es de orgullo.

5. Todos los miembros sufren y se gozan con los demás miembros (1Co 11:26).

D. El abuso de los dones espirituales.

1. No usando los dones que nos han sido impartidos (véanse 1Ti 4:14; 2Ti 1:6).

2. Intentando usar los dones que no nos han sido dados (véanse Núm 16:1-3; Hch 8:18-20).

E. ¿Cuántos dones espirituales hay? Pablo nos da en tres pasajes principales una lista de dieciocho dones diferentes. Dichos pasajes son: Rom 12:6-8; 1Co 12:4-10; 1Co 12:28; Efe 4:7-8.

F. El factor tiempo de estos dones espirituales. Tenemos evidencia bíblica que nos indica que Dios ha dispuesto estos dones en dos categorías de tiempo:

1. Los dones señales, que fueron dados durante el primer siglo y que luego desaparecieron. Estos son los dones de apostolado, profecía, sanidad, milagros, ciencia, lenguas e interpretación de lenguas. Estos dones fueron dados para satisfacer una doble necesidad:

a. Para validar la autoridad de los apóstoles y de los primeros cristianos. (Véanse 2Co 12:12; Heb 2:4; Rom 15:19; Jua 3:2; Jua 20:30-31; Mat 10:5-8.) Los dones de sanidad y milagros eran los que ayudaban a alcanzar este propósito. (Véanse también Mat 10:5-8; Mat 11:4-5.)

b. Para dar a conocer nueva información divina y revelación. Los dones que sirvieron para lograr este propósito fueron los de profecía, ciencia y lenguas.

Sin embargo, con la finalización del canon en el 95 d.C. los dones señales dejaron de ser necesarios. (Véanse 2Ti 3:14-17; 2Pe 1:16-21.)

Nota: De estos dos notables pasajes aprendemos que:

c. Que la Palabra escrita de Dios puede satisfacer por sí misma toda necesidad del hombre de Dios en la obra de Dios.

d. Este testimonio escrito es más apto para llevar hoy a cabo la obra de Dios que incluso la transformación milagrosa de Cristo que presenció Pedro.

2. Los dones permanentes (aquellos que han permanecido en la Iglesia a lo largo de su historia). Estos son los dones de sabiduría, fe, discernimiento de espíritus, servicio, enseñanza, exhortación, repartir, presidir, hacer misericordia, evangelismo y el de pastor-maestro.

G. La descripción de los dones espirituales.

1. El don del apostolado. (Véanse Efe 4:11; 1Co 12:28.) Se refiere a ciertos hombres llamados por Cristo mismo (Jua 15:16) y dotados con autoridad especial para funcionar como «miembros fundadores» de la iglesia primitiva.

a. Los requisitos. Según Pedro (Hch 1:22) y Pablo (1Co 9:1) para calificar tenían que haber visto al Cristo resucitado.

b. El número:

(1) Los doce que llamó Jesús (Lev 6:13).

(2) Matías (Hch 1:26).

(3) Pablo (Rom 1:1).

(4) Bernabé (Hch 14:14; Gál 2:9).

(5) Santiago (1Co 15:7; Gál 1:19).

2. El don de profecía. (Véanse Rom 12:6; 1Co 12:10; 1Co 14:1; 1Co 14:3-6; Efe 4:11.) Esta es la habilidad sobrenatural para recibir y transmitir una revelación de parte de Dios, especialmente aquella concerniente a eventos futuros. (Véanse Mat 13:14; 2Pe 1:20-21; Apo 1:3; Hch 11:27-28; Hch 21:10-11.)

3. El don de hacer milagros (véase 1Co 12:28). Consiste en la facultad sobrenatural de realizar aquellos hechos que están fuera y más allá del campo de lo natural. En la Biblia tenemos tres períodos que fueron testigos de una gran realización de milagros.

a. Durante el tiempo de Moisés y Josué.

b. En los días de Elías y Eliseo.

c. En el tiempo de Cristo y sus apóstoles.

4. El don de sanidad (véase 1Co 12:9; 1Co 12:28; 1Co 12:30). Es la habilidad sobrenatural de curar las enfermedades humanas, bien sean de origen físico, mental o demoníaco. Como hemos declarado anteriormente, hay evidencias de que los dones de señales desaparecieron en la última parte del siglo 1 cuando se completó el canon de las Sagradas Escrituras. Pablo poseyó sin duda alguna el don de sanidad (Hch 14:10; Hch 16:18; Hch 19:12; Hch 20:10; Hch 28:8-9), pero por alguna razón no lo usó durante los últimos meses de su ministerio. (Véanse Flp 2:26-27; 1Ti 5:23; 2Ti 4:20.) Debemos enfatizar aquí que el hecho de que Dios haya retirado estos dones no significa que hoy Dios no puede sanar, o que no sanará de forma sobrenatural a un creyente. Sí quiere decir, sin embargo, que el don de sanidad por medio de una persona ha cesado. El plan de Dios para sanar en el día de hoy lo encontramos en Stg 5:14-16.

5. El don de ciencia o conocimiento (véanse 1Co 12:8; 1Co 13:8). Hay cierta incertidumbre acerca de la naturaleza de este don. Sólo se le menciona dos veces. Lo más probable es que estuviera relacionado con el don de profecía y puede que involucrara la habilidad de recibir y registrar partes de la Palabra de Dios.

6. El don de lenguas. No hay quizá ningún otro asunto en toda la Biblia que haya generado más discusión, odio, confusión y división que el de las lenguas. Esta es la triste situación que existió en la iglesia de Corinto, aunque Pablo les escribiera al respecto. Hoy el movimiento carismático está literalmente invadiendo el mundo cristiano.

Interpretaciones del fenómeno de las lenguas. No hay acuerdo universal en ninguno de los campos, a favor ni en contra de las lenguas, sobre la naturaleza exacta de este fenómeno en el Nuevo Testamento.

a. El punto de vista de lenguas no aprendidas: esta opinión nos dice que todas las citas que aparecen en el Nuevo Testamento sobre el hablar en lenguas se refieren al mismo hecho, esto es, a la habilidad sobrenatural de hablar repentinamente en lenguas humanas que no se conocían previamente. Los siguientes argumentos respaldan esta opinión:

(1) Debido al uso del mismo vocabulario. El doctor John Walvoord escribe al respecto: «El uso de términos idénticos en referencia al hablar en lenguas en Hechos y 1 Corintios no nos da mucho fundamento para una distinción. Se usa el mismo vocabulario en todos los pasajes: laleo y glosa aparecen en varias construcciones gramaticales. En base del griego y de las declaraciones de los textos no hay razón para distinciones.» (The Holy Spirit, p.183.)

Señalan también que la palabra glosa aparece cincuenta veces en el Nuevo Testamento. De estas, dieciséis veces se refiere al órgano físico (véase Stg 3:5), y treinta y tres veces al lenguaje humano.

(2) A causa de que la palabra que se traduce «interpretarla» en 1Co 14:13 es diermeneu, que literalmente significa «traducir». De las veintiuna ocasiones en que encontramos esta palabra en el Nuevo Testamento, dieciocho veces se refiere claramente a traducción (véase Hch 9:36).

(3) Debido a la descripción de los eventos de pentecostés (Hch 2:6-11). Pedro nos dice también que la experiencia que vivió en Cesárea fue idéntica a la de pentecostés.

(4) Porque aquella jerigonza no podía ser una señal para los inconversos (1Co 14:22).

(5) Porque Jesús nos advirtió acerca de la palabrería. Los términos griegos battan y logeo que aparecen en Mat 6:7 se refieren al acto de hablar sin pensar.

(6) Porque Pablo no nos da una redefinición o clarificación de Hch 2:1-47 cuando escribe 1Co 14:1-40.

(7) Debido a que Pablo cita Isa 28:11-12 en 1Co 14:21, y esta referencia está relacionada claramente con el lenguaje humano. Necesitamos aquí una breve explicación del trasfondo de Isa 28:1-29.

(a) El reino del norte fue destruido en el 721 a.C.

(b) Isaías advierte al reino del sur (Judá) que le ocurrirá lo mismo si no se arrepiente.

(c) Es ridiculizado por un grupo de sacerdotes y profetas embriagados que no creen en su mensaje.

(d) Isaías les responde diciéndoles que debido a que no escucharán cuando Dios les hable en hebreo, lo harán cuando les hable en asirio (por medio de soldados enemigos). (Véanse también las palabras de Moisés en Deu 28:15-68, especialmente el v. Deu 28:49. Véase Jer 5:15 en relación con la invasión de Tito en el año 70 d.C.) De lo que concluimos que el hablarles en otras lenguas era para la mente hebrea símbolo de juicio.

(8) A causa de la aparición de la alta crítica durante los siglos XVIII y XIX. En otras palabras, los críticos de la Biblia rechazaron el milagro de hablar en lenguas humanas no aprendidas y defendieron el punto de vista de la articulación extática, con lo cual identificaban las lenguas bíblicas con otras antiguas religiones de misterio.

b. El punto de vista de la articulación extática no humana (¿angelical?): esta posición sostiene que la lengua hablada decididamente no es terrenal, es celestial en su estructura. Los razonamientos que apoyan esta opinión son:

(a) Los discípulos que hablaron en otras lenguas en pentecostés fueron acusados de estar embriagados (Hch 2:13), acusación que no habrían hecho si el lenguaje hubiera sido de naturaleza terrenal.

(b) Pablo dice que las lenguas cesarán (1Co 13:8), lo que es una declaración ridícula si el don consiste solamente en hablar en lenguas humanas no aprendidas.

(c) Debido a las palabras de Pablo en 1Co 14:2 : «Porque el que habla en lenguas no habla a los hombres, sino a Dios; pues nadie le entiende, aunque por el Espíritu habla misterios.»

(d) El apóstol tenía el don de hablar en lenguas (1Co 14:18), pero no pudo entender el idioma licaónico de la gente de Listra (Hch 14:11).

(e) A causa de la distinción hecha entre mente y espíritu en 1Co 14:14-15. Aquí alguien afirma que Dios usa la mente para dar cierta revelación en lenguaje humano y emplea el espíritu del hombre para dar a conocer otra información en lenguaje no humano.

(f) Debido a la frase «en otras lenguas» de Hch 2:4. Esta es una traducción de la palabra griega heteros, que significa «otra de clase diferente». (Véase también Gál 1:6-7.)

(g) A causa de lo que se dice en 1Co 13:1 : «Si yo hablase lenguas humanas y angélicas…» Nota: aquí podemos preguntar, ¿qué clase de idioma hablan los ángeles? Cuando hablaron con los hombres en la tierra sabemos que lo hicieron en hebreo (Gén 19:1-38) y en griego (Lev 1:1-17). Incluso durante su ministerio celestial hablaron en forma comprensible para el ser humano (véanse Isa 6:1-13; Apo 4:1-11; Apo 5:1-14).

c. El propósito de las lenguas.

(1) Negativo:

(a) No era para la edificación de la iglesia (1Co 14:4; 1Co 14:19).

(b) No era tampoco para la edificación personal. Alguien puede objetar diciendo: ¿No dice Pablo: «¿El que habla en lengua extraña, a sí mismo se edifica»? Ciertamente lo dice (1Co 14:4). Sin embargo, aquí tenemos un problema. Si las lenguas son para edificación personal y el templo estaba lleno de gente que hablaba en lenguas (como el contexto claramente indica en 1Co 14:23), ¿cómo explicamos entonces que, aparte de la iglesia de Laodicea (Apo 3:14-18), este grupo de Corinto era la iglesia más camal y confundida de toda la Biblia? Ningún don debe usarse para edificación personal en una forma egoísta. Lo que Pablo puede estar haciendo aquí en realidad es reprendiéndoles por el mal uso que estaban haciendo del don.

(c) No era para demostrar el bautismo del Espíritu. (Este concepto erróneo aparece totalmente refutado en 1Co 12:13; Rom 6:3-4; Col 2:9-12; Efe 4:5; Gál 3:27-28.)

(2) Positivo:

(a) Para validar la autoridad de los apóstoles y de los primeros cristianos.

(b) Para demostrar el juicio de Dios contra la incredulidad de Israel.

(c) Para que sirviera como una señal para judíos inconversos que estuvieran buscando [salvación].

(d) Para enseñar nuevas verdades antes de la terminación del canon. Cuando Pablo escribió 1Co 14:1-40 sólo existían tres libros del Nuevo Testamento (Santiago y 1 y 2 Tesalonicenses). No se disponía de un testimonio escrito en relación con asuntos tan importantes como:

La doctrina de la iglesia (posteriormente enseñada en Efesios y en Colosenses).

La doctrina de la justificación, santificación y glorificación (de la que Pablo hablaría más tarde en Romanos).

La doctrina de la apostasía (Judas).

La enseñanza sobre el perdón cristiano (Filemón). El sacerdocio de Cristo (hebreos).

La vida de Cristo (los cuatro evangelios).

El servicio cristiano práctico (1 y 2 Pedro).

El amor cristiano (como lo encontramos en 1, 2 y 3 Juan).

Consejo para pastores y diáconos (como se enseña en 1 y 2 Timoteo y Tito).

A la luz de todo esto ningún creyente podía citar o hablar de la bendita verdad que encontramos en 2Ti 3:16-17, simplemente porque no se había escrito.

d. La ordenación de las lenguas (1Co 14:1-40).

(1) El hablar en lenguas no ayuda a los cristianos en la iglesia (1Co 14:3-4).

(2) Hablar en una lengua conocida ayuda a todos (1Co 14:3-4).

(3) La lengua, a semejanza de un instrumento musical, no sirve de nada a menos que se escuche y se entienda distintamente (1Co 14:7).

(4) Esta distinción puede algunas veces significar la diferencia entre la vida y la muerte (1Co 14:8).

(5) Aunque Pablo dice que él había hablado en lenguas (1Co 14:18), no hace hincapié en ello para nada en ninguno de sus testimonios (como ante Félix o Agripa) o en sus viajes misioneros. Aunque no prohíbe hablar en lenguas, tampoco lo estimula, porque se dio cuenta de que no todos los cristianos, ni incluso en aquellos días, tienen ese don. (Véanse 1Co 12:30; 1Co 14:39.)

(6) Pablo enseñó que, en la iglesia, el predicar era muchísimo más preferible que el hablar en lenguas (1Co 14:19).

(7) Insistió en que no hablaran todos en lenguas a la vez (1Co 14:23).

(8) La predicación, no el hablar en lenguas, es el método de Dios para salvar a los perdidos (1Co 14:24-25).

(9) Limitó el número de los que hablarían en lenguas en la iglesia, y debía establecerse tumo (1Co 14:27).

(10) Prohibió por completo que las mujeres hablaran en lenguas (1Co 14:34). Pablo permite en 1Co 11:3-10 que la mujer hable en su idioma nativo, pero aquí les prohíbe hablar en lenguas extrañas.

(11) Todas las cosas que se hagan en la casa de Dios deben hacerse decentemente y con orden (1Co 14:40).

7. El don de interpretación de lenguas (véase 1Co 12:10). Esta era la habilidad sobrenatural de clarificar y traducir aquellos mensajes hablados en lenguas.

8. El don de sabiduría (véase 1Co 12:8). Consiste en la habilidad sobrenatural de aplicar correctamente el conocimiento divino y humano.

9. El don de discernimiento de espíritus (véanse 1Co 12:10; 1Jn 4:1). Es la facultad de distinguir entre las obras demoníacas, humanas y divinas. Tanto Pedro (Hch 8:23) como Pablo (Hch 13:10; Hch 16:16-18) poseían este don.

10. El don de repartir (véase Rom 12:8). Esta es la habilidad de acumular y dar grandes sumas de dinero para la gloria de Dios (véanse Hch 4:32-37; Gál 4:15; Flp 4:10-18; 2Co 8:1-5. Véase también Lev 21:1-4).

11. El don de la exhortación (véase Rom 12:8). Consiste en la capacidad de hablar palabras de estímulo y desafío (Pro 25:11). Varios personajes del Nuevo Testamento tenían este don:

a. Bernabé (Hch 11:22; Hch 11:24).

b. Judas (no el Iscariote) y Silas (Hch 15:32).

c. «Compañero fiel» (Flp 4:3).

12. El don de ayudar (véanse Rom 12:7; 1Co 12:28; Efe 4:12). Esta es la habilidad de ofrecer ayuda práctica tanto en asuntos físicos como espirituales.

a. Dorcas tenía este don (Hch 9:36-39).

b. Febe también lo tenía (Rom 16:1-2).

13. El don de hacer misericordia (Rom 12:8). Es la habilidad de ministrar a los enfermos y afligidos.

14. El don de administrar (Rom 12:8; 1Co 12:28). Consiste en la capacidad de organizar, administrar y promover personas o proyectos. (Véase Tit 1:4-5; ver también el libro de Nehemías.)

15. El don de la fe. La Biblia describe tres clases de fe básicas:

a. La fe que salva, que se da a todos los pecadores que se arrepienten (Hch 16:31; Rom 4:5; Rom 5:1; Rom 10:17).

b. La fe que santifica, disponible para todos los creyentes (Gál 2:20; Gál 3:11; Gál 5:22; Efe 6:16; Rom 1:17; Heb 10:38).

c. La fe de llevar a cabo grandes proyectos, que se le da a algunos creyentes (Rom 12:3; 1Co 12:9). Esta clase de don de fe es la facultad sobrenatural de creer y esperar grandes cosas de Dios.

16. El don de la enseñanza (véanse Rom 12:7; 1Co 12:28; Efe 4:11). Es la capacidad de comunicar la Palabra de Dios y clarificar los detalles.

a. Apolos tenía este don (Hch 18:24-25).

b. Aquila y Priscila lo poseían (Hch 18:26).

17. El don de evangelismo (véase Efe 4:11). Es la habilidad sobrenatural de llevar los pecadores a Cristo y de capacitar y estimular a los creyentes a ser ganadores de almas. Todos los creyentes, por supuesto, debemos dar testimonio de Cristo tengamos ese don en especial o no (2Ti 4:5). Felipe, entre otros en el libro de Hechos, tenía este don (Hch 8:5-12; Hch 8:26-40).

18. El don de pastor-maestro (véase Efe 4:11). Esta es la habilidad sobrenatural de predicar y enseñar la Palabra de Dios, y de alimentar y dirigir el rebaño de Dios (véanse 1Pe 5:1-4; Hch 20:28). Este es el único don entre los dieciocho que es doble en el que lo tiene. No todos los maestros son llamados a ser pastores, pero todos los pastores deben ser maestros.

H. El ingrediente indispensable en los dones espirituales (1Co 13:1-13). Podemos pensar de los dieciocho dones espirituales como ladrillos que Dios usa para la construcción de su templo santo y terrenal. En la analogía, la caridad (el amor) sirve como el «cemento celestial» que mantiene todos los ladrillos juntos.

Pablo termina el capítulo 12 con las palabras: «Procurad, pues, los dones mejores. Mas yo os muestro un camino más excelente» (1Co 12:31). De manera que el capítulo 1Co 13:1-13 es ese camino más excelente.

Debemos hacer notar, además, que Dios usó a Pablo, el gran teólogo, para escribir el más inspirador de los poemas sobre el amor en toda la historia del mundo. Cada Navidad, el Departamento Nacional de Seguridad en la Carretera nos hace la siguiente advertencia: «Si bebe, no maneje; y si maneja, no beba; porque el alcohol y la gasolina no ligan.» Algunos han sacado erróneamente la misma conclusión acerca de la teología y el amor, pero Dios ha ordenado que no se separen (véase Apo 2:1-4). La teología sin amor nos lleva a la fría ortodoxia, y el amor sin teología nos lleva directamente a la herejía.

1. La importancia del amor (1Co 13:1-3). Sin amor:

a. El don de lenguas es como metal que resuena y címbalo que retiñe.

b. El don de profecía no sirve para nada.

c. El entender todos los misterios no aprovecha.

d. La posesión de todo el conocimiento es de escaso beneficio.

e. El ejercer una fe que mueve montes es pura vanidad.

f. El dar grandes sumas de dinero no sirve para acumular puntos.

g. Sacrificar mi propio cuerpo no tiene valor.

2. La impecabilidad del amor (1Co 13:4-7).

a. Es sufrido. El amor es paciente.

b. Es benigno. El amor no es rudo ni grosero.

c. No tiene envidia. El amor no es celoso. No desea despojar al otro de lo que tiene.

d. No es jactancioso. El amor no es presuntuoso.

e. No se envanece. El amor no es arrogante.

f. No hace nada indebido. El amor no actúa en forma impropia.

g. No busca lo suyo. El amor no es egoísta.

h. No se irrita. El amor es bondadoso.

i. No piensa el mal. El amor no piensa en el mal que hacen otros y busca la venganza.

j. No se goza en la injusticia. El amor no encuentra placer en el mal.

k. Se goza en la verdad. El amor encuentra placer en el bien.

l. Todo lo sufre. El amor cubre (literalmente) todas las cosas.

m. Todo lo cree. El amor no es suspicaz.

n. Todo lo espera. El amor no se rinde, no pierde la esperanza.

3. La indestructibilidad del amor (1Co 13:8-13).

a. En contraste con la profecía, las lenguas y el conocimiento, el amor es permanente (1Co 13:8).

b. En contraste con la fe y la esperanza, el amor es superior (1Co 13:13). Nota: Pablo no está diciendo aquí que el amor es más duradero que la fe y la esperanza, sino simplemente que es más importante. En el cielo seguiremos ejerciendo en alguna forma divina estas virtudes, pero el amor es superior porque:

(1) Es la raíz de la fe y la esperanza.

(2) Es para otros, mientras que la fe y la esperanza son en gran medida personales.

(3) Es la misma esencia del ser de Dios.

Pregunta número 5: ¿Qué hay en cuanto a la resurrección? (cap. 1Co 15:1-58). Sin duda alguna, este capítulo, junto con Rom 8:1-39, debe ser considerado como uno de los grandes pasajes de toda la Biblia. Aquí tenemos el testimonio escrito más antiguo de la resurrección de Cristo.

A. La prominencia de la resurrección (1Co 15:1-4).

1. El hecho de la resurrección de Cristo: «resucitó» (1Co 15:4).

2. El factor tiempo en la resurrección de Cristo: «al tercer día» (1Co 15:4). Hay dos teorías principales en relación con esta frase.

a. Que fue crucificado el viernes. Es bien conocida la costumbre judía de contar una parte del día como todo un día. Es decir, que estuvo en la tumba una parte del viernes (de las 3:00 p.m. a las 6:00 p.m.), todo el sábado, y una parte del domingo.

b. Que fue crucificado el miércoles. Si la declaración de Mat 12:40 la tomamos literalmente, el miércoles es el único día que nos permite contar exactamente tres días y tres noches.

3. La razón de la resurrección de Cristo: «por nuestros pecados» (1Co 15:3). Cristo no fue un mártir que muriera por su fe, sino un Salvador que moría por nuestros pecados. El no dijo: «Estoy consumado», sino «Consumado es». Las tres personas de la Trinidad estaban involucradas en su muerte y resurrección.

a. El Padre (Jua 3:16; Hch 2:24).

b. El Hijo (Jua 10:11; Jua 10:18).

c. El Espíritu Santo (Heb 9:14; Rom 1:4).

4. Los resultados de la resurrección de Cristo: «Por el cual asimismo … sois salvos» (1Co 15:2).

B. La prueba de la resurrección (1Co 15:5-11) Pablo se refiere a cuatro de ellas aquí.

1. El Nuevo Testamento registra diez apariciones principales del Salvador resucitado, y son:

a. A María Magdalena (Jua 20:11-18).

b. A las otras mujeres (Mat 28:9-10).

c. A los dos discípulos (Luc 24:13-23).

d. A Simón Pedro (Luc 24:33-35).

e. A los diez apóstoles (Luc 24:36-43). (Nota: Estas cinco apariciones sucedieron en el primer día de la resurrección).

f. A los once apóstoles (Jua 20:26-31).

g. A siete apóstoles (Jua 21:1-14)

h. A quinientos discípulos (1Co 15:6).

i. A Santiago, su medio hermano (1Co 15:7).

j. A los once apóstoles en el monte de los Olivos (Luc 24:44-49; 1Co 15:7). (Estas últimas cinco sucedieron durante los cuarenta días hasta su ascensión.)

2. Pablo después habla de la aparición personal a él. De hecho, el Salvador se le apareció al apóstol en cinco ocasiones.

a. En el camino a Damasco (Hch 9:1-9; Hch 22:6-11; Hch 26:12-19).

b. En Corinto (Hch 18:9).

c. En Jerusalén (Hch 23:11).

d. En un barco que se hundía (Hch 27:23).

e. En un lugar desconocido (quizá Listra; 2Co 12:1-4).

C. La prioridad de la resurrección (1Co 15:12-19; 1Co 15:29-32).

En los días de Pablo, como en los nuestros, hubo algunos que negaban la resurrección en general. Los incrédulos de hoy abogan por varias teorías para explicar su interpretación de la resurrección.

1. La teoría del fraude. Que todo fue una patraña inventada por los discípulos.

2. La teoría del desvanecimiento. Que Cristo simplemente se desmayó en la cruz y que luego se recuperó en el frío de la tumba.

3. La teoría de la visión. Que los discípulos solamente se imaginaron que le habían visto.

4. La teoría del espíritu. Que sólo su espíritu se levantó de la tumba. Esto lo refuta Luc 24:39.

5. La teoría del corazón. Que sólo resucitó en el corazón de sus amigos.

Pero Pablo declara en estos versículos que, si se niega la doctrina de la resurrección, nos vemos obligados a nueve conclusiones horribles:

1. Toda la predicación del evangelio ha sido y continuará siendo completamente inútil.

2. Todos los predicadores del evangelio son unos necios y unos mentirosos bien notorios.

3. Todos los cristianos vivos permanecen todavía en sus pecados.

4. Todos los cristianos que partieron están en el infierno.

5. Toda razón y propósito de la vida misma queda destruido.

6. El Salvador mismo está todavía pudriéndose en una tumba del Cercano Oriente.

7. Todo culto cristiano se convierte en una farsa.

Notemos el versículo 1Co 15:29 : «De otro modo, ¿qué harán los que se bautizan por los muertos, si en ninguna manera los muertos resucitan? ¿Por qué, pues, se bautizan por los muertos?»

Estos versículos han sido algo problemáticos:

a. Aspecto negativo: Cualquiera que sea su significado, no apoya la práctica totalmente contraria a la Biblia de la iglesia de los mormones de que los vivos se bauticen por los muertos. Morir sin Cristo es permanecer para siempre sin él y, por consiguiente, perdido. (Véanse Luc 16:19-31; Heb 2:3; Apo 22:11.)

b. Aspecto positivo. Puesto que el bautismo nos habla de identificación, Pablo puede estar diciendo aquí que, si no hay resurrección de los muertos, ¿cuál es entonces el propósito de los cristianos que todavía viven en proseguir con el modelo de vida dejado por los creyentes que partieron?

8. Sufrir por Cristo no tiene sentido y es inútil (1Co 15:30; 1Co 15:32).

9. La satisfacción de los sentidos es el único camino. «… comamos y bebamos, porque mañana moriremos» (1Co 15:32).

D. La procesión de la resurrección (1Co 15:20-28).

«Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho» (1Co 15:20).

Pablo se refiere en estos versículos a la tercera de las siete fiestas religiosas judías mencionadas en Lev 23:1-44. Era llamada la fiesta de los primeros frutos. Notemos que:

1. En el primer día, los delegados elegidos marcaban en el campo de trigo el lugar en donde se iba a cortar la gavilla.

2. En el segundo día se cortaba la gavilla y se llevaba al templo.

3. En el tercer día se presentaba al Señor como una muestra y ofrenda de las primicias.

Notemos ahora los versículos 1Co 15:23-24 :

«Pero cada uno en su debido orden: Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo, en su venida. Luego el fin, cuando entregue el reino al Dios y Padre, cuando haya suprimido todo dominio, toda autoridad y potencia.»

La palabra griega para «orden» aquí es tagma, un término militar que se refiere a las tropas marchando en orden de rango, como en un desfile. De manera que vemos:

a. La resurrección de Cristo (Mar 16:2-8; Mat 28:5-8; Luc 24:18). Su resurrección encabeza el desfile porque era la primera de esta clase. El milagro que Cristo realizó con Lázaro (Jua 11:1-57), por ejemplo, no fue una verdadera resurrección, sino simplemente la restauración de un cuerpo mortal muerto a un cuerpo mortal vivo. Lázaro murió otra vez más tarde. La resurrección final conlleva la inmortalidad.

b. La resurrección del rapto. «Luego los que son de Cristo, en su venida» (1Co 15:23). Estas «tropas» desfilan inmediatamente después de la cabeza. (Véanse 1Co 15:53; 1Ts 4:16.)

c. La resurrección premilenaria de los santos del Antiguo Testamento y de la tribulación. «Luego el fin» (1Co 15:24; véanse Jua 5:24; Dan 12:2; Apo 20:5-6).

E. La demanda de la resurrección (1Co 15:33-34).

1. Se nos pide «velad debidamente, y no pequéis» (1Co 15:34).

2. Debemos evitar a aquellos que niegan la resurrección (1Co 15:33).

F. El modelo de la resurrección (1Co 15:35-38)

«Pero dirá alguno: ¿Cómo resucitarán los muertos? ¿Con qué cuerpo vendrán?» (1Co 15:35).

Pablo no describe el método que Dios va a usar para resucitar a los muertos, pero en su lugar nos ofrece un gran ejemplo mediante el grano de trigo (1Co 15:37).Podemos sacar varias conclusiones de esta excelente ilustración:

1. El cuerpo mortal, al igual que el grano de trigo, no tiene poder para cambiarse a sí mismo. Solamente Dios puede hacer crecer el trigo y resucitar a los muertos.

2. El cuerpo mortal, como el grano de trigo, debe morir a fin de ser transformado.

«De cierto, de cierto os digo, que, si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto» (Jua 12:24). De manera que la muerte no suprime al grano, sino que lo libera.

3. El nuevo cuerpo, a semejanza de un grano de trigo, no pierde su identidad. De alguna manera ambos retienen la semejanza de su estado anterior (1Co 13:12).

G. La perfección de la resurrección (1Co 15:39-49).

1. Los atributos del cuerpo mortal y pecaminoso:

a. Se siembra en corrupción (un cuerpo perecedero) (1Co 15:42).

b. Se siembra en deshonra (en un mundo de falso brillo) (1Co 15:43).

c. Se siembra en debilidad (sujeto a enfermedades y debilidades) (1Co 15:43).

d. Se siembra cuerpo animal (sujeto a las leyes de la naturaleza) (1Co 15:44).

2. Atributos del nuevo cuerpo sin pecado:

a. Resucitará en incorrupción (un cuerpo imperecedero) (1Co 15:42).

b. Resucitará en gloria (en un mundo perfecto) (1Co 15:43).

c. Resucitará en poder (no sujeto a enfermedades ni debilidades) (1Co 15:43).

d. Resucitará un cuerpo espiritual (no sujeto a las leyes de la naturaleza) (1Co 15:44).

Pablo dice en el versículo 1Co 15:44 : «Hay un cuerpo animal, y hay un cuerpo espiritual.» ¿Cuál es la diferencia? Pensemos en un libro con una hoja de papel blanco metida dentro. En esta ilustración el libro es el cuerpo humano y la hoja de papel es su espíritu. En esta tierra el libro «domina» al espíritu; tiene la última palabra. Este es el cuerpo natural gobernado por las leyes físicas de la gravedad y del tiempo.

Pero ahora saquemos del libro la hoja de papel blanco y usémosla como una en» voltura alrededor del libro. El papel (el espíritu) domina ahora; tiene la última palabra. Este es el cuerpo espiritual, que no está afectado por las leyes físicas de la gravedad y del tiempo, pero que goza de las bendiciones de la eternidad. En los versículos 1Co 15:39-41 Pablo sugiere que el nuevo cuerpo espiritual es tan superior al viejo cuerpo natural como:

(1) El cuerpo humano lo es en relación con el de los animales (1Co 15:39).

(2) Los cielos con la tierra (1Co 15:40).

(3) El sol con la luna (1Co 15:41).

H. La promesa de la resurrección (1Co 15:50-53).

«He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados. Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad» (1Co 15:51-53).

Notemos ahora las siguientes frases:

1. «He aquí, os digo un misterio.» ¿Qué misterio? Supongamos que usted empieza a leer la Biblia en Génesis capítulo 1 y lee hasta 1Corintios capítulo 1Co 14:1-40. Si para de leer ahí, usted habrá ya aprendido muchos hechos importantes relacionados con la creación, el pecado del hombre, el diluvio, Belén, el Calvario, la resurrección, y la existencia del cielo y el infierno.

Pero entonces se verá forzado a concluir que el cristiano sólo puede ir al cielo después de morir físicamente. Habrá notado, no obstante, dos excepciones, la de Enoc (Gén 5:24) y la de Elías (2Re 2:11), pero aparte de éstos se verá claro que los creyentes tienen que pasar por el camino de la tumba para alcanzar la meta de la gloria.

Pero ahora un secreto es revelado, y es: millones de cristianos llegarán un día al cielo sin haber muerto. «He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados» (1Co 15:51). Este es, pues, el misterio del rapto.

2. «Todos seremos transformados.» Notemos la palabra todos. La Biblia no apoya la teoría de un rapto parcial.

3. «En un abrir y cerrar de ojos.» Esto ocurre tan rápidamente como un destello de luz brilla en un ojo, en un quinto de un segundo.

4. «Esto corruptible se vista de incorrupción.» Esta es una referencia a los cuerpos de los creyentes que partieron.

5. «Esto inmortal se vista de inmortalidad.» Con esto se refiere a los cuerpos de los creyentes vivos. (Véase también 1Ts 4:16-17.)

I. El propósito de la resurrección (1Co 15:54).

«Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria» (véanse Isa 25:8; Ose 13:14).

Los cristianos deberíamos de comprender claramente el propósito de la resurrección. Es una trágica verdad que nuestro mundo es materialista, alguien ha definido el materialismo como el arte de conocer el precio de todo, pero no conocer el valor de nada. En ocasiones, sin embargo, en un intento de evitar esta filosofía, hay creyentes que van hasta el otro extremo y concluyen que Dios sólo está interesado en los asuntos no materiales. Este triste error lo vemos a veces en las iglesias cuando separamos las tareas a cumplir en espirituales y materiales. Sucede frecuentemente que esta actitud impone niveles morales más elevados en unos que en otros. Porque después de todo, ¿no son los asuntos «espirituales» más importantes que los «materiales»? La verdad es que Dios está muy interesado en los asuntos físicos o materiales, especialmente en los cuerpos de los cristianos. (Véanse 1Co 6:19-20; 2Co 6:16; Efe 5:28-29; Rom 12:1-2.)

¿Cuál es entonces el propósito de la resurrección? Es, entre otras cosas, destruir al enemigo último del hombre. Pablo había ya escrito: «Y el postrer enemigo que será destruido es la muerte» (1Co 15:26). Los cinco enemigos naturales de la humanidad son:

1. El mundo (Gál 1:4; 1Jn 2:15; Stg 4:4).

2. La carne (Rom 7:18; Rom 8:8; Gál 5:17; 1Jn 2:16).

3. El demonio (Mat 13:39; Efe 6:11).

4. La muerte espiritual (Jua 5:24; Jua 8:51; Apo 2:11).

5. La muerte física (Sal 55:4; Heb 2:15).

J. El poder de la resurrección (1Co 15:55-58).

«¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria? Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo» (1Co 15:55; 1Co 15:57). La muerte aparece aquí representada como una serpiente venenosa y su colmillo ponzoñoso es el pecado; pero Dios destruirá un día al reptil y su colmillo. Notemos también las frases gemelas:

1. «¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón?» Esto puede referirse a los cristianos vivos que no experimentarán la muerte física a la venida de Cristo.

2. «¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?» Aquí puede estar refiriéndose a los creyentes que ya partieron, cuyos cuerpos el sepulcro se verá obligado a devolver.

Pablo termina este grandioso capítulo de la siguiente manera: «Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano» (1Co 15:58).

Pregunta número 6: ¿Qué hay en cuanto a la ofrenda? (cap. 1Co 16:1-24).

A. La localización de la ofrenda: «las iglesias de Galacia» (1Co 16:1). Debemos notar la mención de «las iglesias de Galacia». El Nuevo Testamento nunca habla de la iglesia en o de un país o provincia. La situación que encontramos hoy en varios países de «iglesia estatal» institucionalizada es completamente ajena a la Biblia.

B. La fuente de la ofrenda: «cada uno de vosotros» (1Co 16:2). La iglesia local debe ser sostenida por sus miembros. Observamos también que era algo en lo que debían participar todos.

C. El tiempo de la ofrenda: «cada primer día de la semana» (1Co 16:2). Esto era, por supuesto, el domingo. (Véanse Mar 16:2; Mar 16:9; Lev 24:1; Jua 20:1; Jua 20:19; Hch 20:7).

D. La cantidad de la ofrenda: «según haya prosperado» (1Co 16:2). Aunque no se indica en realidad una proporción, es impensable que el creyente le dé menos a Dios que lo que le da al mesero en el restaurante.

E. El propósito de la ofrenda: «para los santos» (1Co 16:1). Esta era una ofrenda especial para atender a las necesidades inmediatas de los pobres en Jerusalén (véase Rom 15:26).

F. Los responsables de la ofrenda: «a quienes hubieres designado» (1Co 16:3). En todos los asuntos financieros de una asamblea, la responsabilidad debe estar en manos de más de un hermano, a fin de evitar la mínima sospecha de que se maneja de forma indebida.

Pablo concluye esta epístola con algunos comentarios personales y con un poderoso desafío.

A. Los comentarios:

1. Planeaba visitarles de nuevo pronto (1Co 16:5-9).

2. Timoteo quizá les visitara también (1Co 16:10-11).

3. Le había rogado a Apolos para que fuera a Corinto, pero la voluntad de Dios había sido otra (1Co 16:12).

4. Les insta a que sigan la dirección espiritual de Estéfanas, su primer convertido en Grecia (1Co 16:15-16).

5. Varios creyentes que estaban con Pablo en Éfeso les envían sus saludos (1Co 16:17-20).

B. El desafío:

«Velad, estad firmes en la fe; portaos varonilmente, y esforzaos. Todas vuestras cosas sean hechas con amor» (1Co 16:13-14).

«El que no amare al Señor Jesucristo, sea anatema. El Señor viene» (1Co 16:22).

1. La palabra «anatema» significa «listo para ser destruido». (Véanse Rom 9:3; Gál 1:8-9.)

2. La expresión «maranata» significa «el Señor viene». (Véanse Flp 4:5; Stg 5:7-8; Apo 1:7; Apo 3:11.)

Fuente: Auxiliar Bíblico Portavoz

INTRODUCCIÓN

1. Pablo y Corinto

En la ciudad de Corinto le tocó vivir a Pablo una de las más emocionantes y formidables aventuras de su misión apostólica. Llegó allí en el curso de su segundo viaje misionero después de pasar por Filipos, Tesalónica, Berea y Atenas (ver Hch 16:11Hch 18:1). Esto sucedía, aproximadamente, en el transcurso de la primera mitad del año 50 d. C. Con la colaboración de Silas y Timoteo, que se le unieron poco después procedentes de Macedonia, se consagró durante año y medio, más o menos, a una intensa labor evangelizadora que abarcó no solamente la ciudad de Corinto, sino también el cercano puerto de Cencreas (ver Hch 18:18; Rom 16:1) e incluso la provincia entera de Acaya (ver 2Co 1:1).

Corinto — en la actualidad una pequeña población de poco más de 25,000 habitantes — era por entonces una ciudad populosa. Algunos historiadores hablan de 200,000 ciudadanos libres y 400,000 esclavos. La colonia judía era, sin duda, numerosa. Capital de la provincia romana de Acaya y residencia oficial del procónsul romano, Corinto se había convertido en uno de los más importantes centros comerciales del Imperio. Estratégicamente situada en el istmo que lleva su nombre, disponía de dos puertos para el tráfico marítimo: Cencreas para las rutas orientales y Lequeo para las occidentales. Pero precisamente por todas estas razones, en Corinto se daban cita toda clase de cultos y creencias religiosas, y la ciudad era terreno abonado para las conductas y costumbres más licenciosas imaginables. Hasta tal punto había adquirido Corinto una bien cimentada fama de ciudad alegre y libertina, que se había hecho proverbial la expresión “vivir como un corintio” para referirse a alguien de conducta notoriamente inmoral. Era sobremanera famoso y conocido en toda la cuenca mediterránea el templo de Afrodita, la diosa del amor, donde más de un millar de servidoras de la diosa ejercían en su honor la prostitución sagrada.

Teniendo esto en cuenta, no debe causar extrañeza que en el seno de la comunidad cristiana fundada por Pablo en Corinto surgieran muy pronto serios problemas no sólo de tipo doctrinal sino sobre todo de carácter ético. El Apóstol no tuvo más remedio que hacer frente a estos problemas con toda solicitud y presteza.

2. Primera carta

Los problemas mencionados fueron multiplicándose y agravándose una vez que Pablo decidió marchar de Corinto. Ahora se encuentra probablemente en Éfeso y allí le van llegando, por distintos conductos, noticias no siempre halagüeñas de cómo va desenvolviéndose la iglesia de Corinto. Algunos problemas y situaciones requieren una solución urgente. No se descuida Pablo e inicia con los corintios un rico intercambio epistolar del que se han conservado dos cartas. Es casi seguro, sin embargo, que entre ellos se cruzaron algunas más: de otras dos de Pablo a los corintios y de una, al menos, de los corintios a Pablo, se encuentran referencias en las dos que han llegado hasta el presente (ver 1Co 5:9-11; 1Co 7:1; 2Co 2:3-4; 2Co 2:9).

Los familiares o empleados de Cloe — probablemente una acomodada comerciante cristiana de Corinto — (ver 1Co 1:11) y también Estéfanas, Fortunato y Acaico (ver 1Co 16:17-18) han puesto a Pablo al tanto de los graves problemas existentes en la comunidad. Además, los mismos corintios parecen haber escrito una carta a Pablo planteándole una serie de cuestiones concretas sobre la vida práctica cristiana (ver 1Co 7:1). A todo ello responde Pablo con una extensa carta, serena, bien organizada y de un singular valor histórico para conocer la fisonomía de las primeras comunidades cristianas. Es la que se conoce como primera carta a los Corintios (en adelante se utilizará preferentemente la abreviatura 1 Co). Debió redactarla — o dictarla — en Éfeso entre los años 53 y 55 d. C.

Además de las valiosas informaciones sobre la vida y el desenvolvimiento de las primeras iglesias cristianas — particularmente la de Corinto — y sobre la actividad y proyectos apostólicos de Pablo, hay que subrayar el valor literario de esta carta. Es, sin duda, a este respecto, el escrito más logrado del Apóstol. Sorprende la variedad de tonos: desde la más admirable sencillez hasta el lirismo más incomparable, pasando por la ironía, el sarcasmo y las explosiones de ternura o de indignación. El capítulo 1Co 13:1-13 de la carta es una página soberbia de la literatura universal, de belleza y profundidad difícilmente superables.

3. Contenido y claves de lectura

De lo dicho hasta aquí se desprende que las cartas de Pablo a la iglesia cristiana de Corinto, pero de manera especial esta primera que ahora nos ocupa, fueron motivadas por situaciones y problemas concretos a los que el Apóstol tuvo que hacer frente con cierta urgencia, sin tiempo, por tanto, para detenerse en exposiciones sistemáticas. Pero Pablo tiene el privilegio del genio, lo que le permite ennoblecer y sublimar todo cuanto toca. Es admirable observar cómo se eleva por encima de las pequeñas cosas de cada día para encararnos con los grandes principios cristianos.

En 1 Co no hay un tema central dominante. Estamos ante una serie de temas diversos sobre los que Pablo va reflexionando sucesivamente sin apenas relacionarlos entre sí. A lo sumo cabría establecer una cierta relación intencionada entre los temas primero y último: salvación a través de la cruz de Cristo (1Co 1:17-31) y salvación a través de la resurrección de Cristo (1Co 15:1-28).

Después de una breve introducción y la acostumbrada acción de gracias, Pablo aborda en primer lugar el grave problema de las rivalidades existentes entre los cristianos de Corinto. Se han formado varios grupos enfrentados entre sí como si en el cristianismo fuera posible la existencia de varias sabidurías y varios maestros de sabiduría. La verdad es — proclama Pablo — que existe una sola sabiduría, la de Dios, y un solo maestro de sabiduría, Jesucristo (1Co 1:101Co 4:21).

A continuación se hace eco la carta de algunas conductas absolutamente incorrectas existentes en el seno de la iglesia corintia: un caso de flagrante inmoralidad sexual, no difícil de explicar en una ciudad tan libertina como Corinto (1Co 5:1-13), el hecho de que los cristianos traten de resolver sus pleitos ante jueces paganos (1Co 6:1-8), y la permisividad sexual de que hacen alarde algunos miembros de la comunidad (1Co 6:10-20).

En 1Co 7:1-401Co 10:1-33 responde Pablo a dos cuestiones concretas que preocupaban a la iglesia de Corinto y sobre las que probablemente habían preguntado al Apóstol por escrito: a) cuál debe ser la actitud del cristiano ante la disyuntiva celibato o matrimonio; y b) cómo deben comportarse los cristianos ante el consumo de alimentos ofrecidos o sacrificados a los falsos dioses.

Seguidamente, en los cps. 1Co 11:1-34 al 1Co 14:1-40, se ocupa de varios temas relacionados con el buen funcionamiento de las reuniones litúrgicas: utilización del velo por parte de las mujeres (1Co 11:2-16), abusos en la celebración de la cena del Señor (1Co 11:17-34), problemas nacidos de la diversidad y ejercicio de los dones del Espíritu (1Co 12:11Co 14:40). Destaca en esta sección el relato de la cena del Señor con las consecuencias que de ella se derivan (1Co 11:23-34) y el magnífico canto al amor cristiano del cp. 1Co 13:1-13.

La carta alcanza su cima doctrinal en un largo y espléndido capítulo dedicado al tema central de la fe en Jesucristo: Cristo ha resucitado y su resurrección es garantía de la nuestra. Es este un acontecimiento fundamental sin el que nada tiene sentido en la vida del creyente (1Co 15:1-58).

El último capítulo contiene instrucciones sobre la colecta a favor de los hermanos necesitados de Judea, noticias sobre los planes de viaje de Pablo, recomendaciones y consejos, y los acostumbrados saludos finales (1Co 16:1-24).

4. Estructura de la carta

— Introducción (1Co 1:1-9)

I. — DIVISIONES DENTRO DE LA COMUNIDAD (1Co 1:101Co 4:21)

II. — CONDUCTAS INCORRECTAS DE ALGUNOS CORINTIOS (1Co 5:1-131Co 6:1-20)

III. — RESPUESTA A DOS CUESTIONES CONCRETAS (1Co 7:11Co 11:1)

IV. — PROBLEMAS EN LAS REUNIONES LITÚRGICAS (1Co 11:21Co 14:40)

V. — RESURRECCIÓN DE JESUCRISTO Y DE LOS CREYENTES (1Co 15:1-58)

— Conclusión (1Co 16:1-24)

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

Rom 1:1; 2Co 1:1; Gál 1:1.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

— Sóstenes: Sólo aquí se menciona en las cartas paulinas. Podría tratarse, aunque no es seguro, del mismo personaje que en Hch 18:17 aparece como jefe de la sinagoga de Corinto.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

Autores y Destinatarios

En la época de Pablo cuando se escribía una carta el autor comenzaba mencionando su nombre y luego el de aquellos a quienes estaba escribiendo. Pablo se refiere a sí mismo y a su autoridad para escribir; no es un maestro autodidacto ni un obrero cristiano por propia designación, sino alguien que ha sido comisionado para ser misionero y vocero de Cristo para cumplir los propósitos de Dios. La carta tiene como “coautor” a Sóstenes (1), a quien Pablo describe como el hermano. La inclusión de Sóstenes demuestra el concepto de Pablo del “trabajo compartido” en el ministerio apostólico. Pablo no era ninguna prima donna, y jamás se refiere a quienes comparten su tarea como “seguidores” o “discípulos”, sino como colegas (“compañeros de milicia”, Fil. 2:25; Film. 2). Tampoco la iglesia es “suya”, aunque él haya sido el apóstol fundador; es algo que Dios reunió, le pertenece a él (2).

Su posición está determinada por la obra de Cristo que declaró santificados a sus integrantes. Por consiguiente, ellos son una clase particular de personas: son santos. Para describirlos se utiliza la palabra “clase”. Esta misma palabra era utilizada para describir las clases seculares en la Corinto clasista (el verbo “ser” no está presente en el texto gr.). Su condición de “santos” no está dada por sus obras piadosas; en realidad, algunos de ellos han participado de obras impías (5:1; 6:1, 16; 8:10; 10:8, etc.). Se adquiere únicamente por lo que Cristo ha hecho (cf. 1:30). Pablo no se limita a enfatizar su con dición -los corintios seculares eran arrogantes y se consideraban superiores porque vivían en la capital de Acaya- sino el origen espiritual que compartían con todas aquellas personas del mundo que invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo para ser salvas (Rom. 10:13). Cristo es Señor de ellos y nuestro. 3 Al saludo normal de paz, o “salud”, utilizado secularmente, Pablo agrega gracia, que es algo dado como regalo y que no puede ser ganado (Rom. 6:23). Estas bendiciones son reales, por cierto, ya que proceden de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo (cf. 8:6).

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

1.1 Pablo escribió esta carta a la iglesia en Corinto mientras visitaba Efeso, en su tercer viaje misionero (Hechos 19.1-20.1). Corinto y Efeso estaban frente a frente, cruzando el mar Egeo. Pablo conocía muy bien a la iglesia en Corinto porque había permanecido dieciocho meses allí durante su segundo viaje misionero (Act 18:1-18). Estando en Efeso, se enteró de los problemas en Corinto (Act 1:11). Casi simultáneamente, una delegación de la iglesia de Corinto visitó a Pablo para pedirle su consejo en relación con las divisiones (Act 16:17). Pablo escribió esta carta para ayudarles a corregir aquellos problemas y también aprovechó la oportunidad para contestar las preguntas que la iglesia le había planteado en una misiva anterior (Act 7:1).1.1 Pablo había sido especialmente llamado por Dios para predicar acerca de Jesucristo. Cada cristiano tiene una tarea que cumplir, un papel que desempeñar o una contribución que hacer. Cualquier asignación puede parecer más espectacular que otra, pero todas son necesarias para llevar a cabo los planes grandiosos de Dios en favor del mundo (12.12-27). Sea útil a Dios, usando sus dones a su servicio. A medida que descubra lo que El quiere para usted, esté listo para servirle.1.1 Sóstenes pudo haber sido el secretario de Pablo, el que escribió la carta mientras Pablo dictaba. Fue posiblemente el líder de la sinagoga judía en Corinto (Act 18:17), el que fuera golpeado durante un ataque a Pablo y que más tarde llegó a ser creyente. Sóstenes era muy conocido por los miembros de la iglesia en Corinto, por eso, Pablo incluye su nombre en el inicio de su carta.1.2 Corinto era un depósito gigantesco de cultura, con una gran diversidad de riqueza, religiones, intelecto y normas morales. Tenía la reputación de ser apasionadamente independiente y tan decadente como cualquier otra ciudad en el mundo. Los romanos destruyeron Corinto en 146 a.C. después de una rebelión. Pero en 46 a.C., el emperador romano Julio César la reconstruyó por ser un puerto marítimo estratégico. En los días de Pablo (50 d.C.) los romanos habían hecho de Corinto la capital de Acaya (actualmente Grecia). Era una ciudad grande, ofrecía a Roma ingresos importantes por medio del comercio así como también por la protección militar de sus puertos. Pero la prosperidad de la ciudad la hizo presa de todo tipo de corrupción. La idolatría floreció, por lo tanto llegaron a existir más de una docena de templos paganos que empleaban, por lo menos, mil prostitutas. La reputación fue tal que las prostitutas en otras ciudades comenzaron a ser llamadas «chicas corintias»1.2 Una invitación personal hace que alguien se sienta querido y bienvenido. Nosotros somos llamados «a ser santos». Dios nos ha hecho llegar una invitación personal para que seamos ciudadanos de su reino eterno. Pero Jesucristo, el Hijo de Dios, es el único que puede llevarnos a su reino glorioso, porque es el único que quita nuestros pecados. Santificados significa que somos elegidos y apartados por Cristo y para su servicio. Aceptar la invitación de Dios significa aceptar a su Hijo, Jesucristo, y confiar en la obra que llevó a cabo en la cruz para perdonar nuestros pecados.1.2 Pablo al incluir en su saludo a todos los que «en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo» aclara que esta carta no es privada. A pesar de que tiene que ver con asuntos específicos que la iglesia de Corinto estaba enfrentando, todos los cristianos podrían leerla. La iglesia de Corinto debió haber incluido una gran variedad de creyentes: mercaderes ricos, obreros comunes, las que habían sido prostitutas en el templo así como familias de clase media. Por el hecho de que existía tal variedad de gente y trasfondos, Pablo hace un énfasis muy especial tanto en la unidad espiritual como en asemejarse al carácter de Cristo.1.3 Gracia es el regalo de la salvación que nos es dado en Cristo. Recibirlo nos da paz (Rom 5:1). En un mundo de ruido, confusión e implacables presiones, la gente busca la paz. Muchos se rinden en la búsqueda, pensando que es imposible hallarla, pero la verdadera paz de corazón y mente está disponible por medio de la fe en Jesucristo.1.4-6 En esta carta Pablo usó palabras fuertes para los de Corinto, pero prefirió empezarla con una nota positiva. Afirmó el privilegio que tenían de pertenecer al Señor y recibir su gracia, el poder que Dios da a los que hablan de El y entienden su verdad, y la realidad de los dones espirituales. Cuando tengamos que corregir a otros, ayudaría empezar refiriéndonos a lo que Dios ya ha logrado en ellos.1.7 Los miembros de la iglesia en Corinto tenían todos los dones espirituales que necesitaban para practicar la vida cristiana, testificar por Cristo y oponerse al paganismo y a la inmoralidad de Corinto. Pero en vez de usar lo que Dios les había dado, se pusieron a discutir en cuanto a qué dones eran más importantes. Pablo enfoca este tema en profundidad en los capítulos 12 al 14.1.7-9 Los creyentes de Corinto tenían la garantía de que serían considerados libres de culpa cuando Cristo volviera (véase Eph 1:7-10). Esto no se debía a que poseyeran dones especiales o una labor brillante, sino por lo que Cristo había logrado por medio de su muerte y resurrección. Todos los que creen en Cristo Jesús serán considerados sin culpa cuando Cristo vuelva (véase también 1Th 3:13; Heb 9:28). Si tiene fe en Cristo usted es y será salvo.1.10 Pablo fundó la iglesia en Corinto en su segundo viaje misionero. Después de su salida, dieciocho meses más tarde, aparecieron las divisiones y algunos miembros de la iglesia empezaron a deslizarse al estilo de vida inmoral que prevalecía en la ciudad. Pablo escribió esta carta recomendando que se aplicara un correctivo inmediato para aclarar su confusión en cuanto a lo correcto o incorrecto y remover la inmoralidad que se había introducido. Los de Corinto tenían una reputación, la de saltar de un capricho a otro, Pablo quiso librarlos de degenerar en otro capricho.1.10 Al decir «hermanos», Pablo estaba enfatizando que todos los cristianos forman parte de la familia de Dios y experimentamos una unidad que es mucho más profunda que un vínculo sanguíneo.1.10, 11 «Que habléis todos una misma cosa» permite «que no haya entre vosotros divisiones» y «que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer». Esto no requiere que todos piensen de la misma manera. Hay una diferencia entre tener puntos de vistas opuestos y ser divisionistas. Un grupo de personas no llegará a estar de acuerdo en todo pero pueden trabajar juntos, en armonía, si están de acuerdo en lo que realmente importa: Cristo Jesús como Señor de todo. En su iglesia, hable y actúe de tal manera que reduzca los argumentos e incremente la armonía. Diferencias insignificantes no debieran dividir a los cristianos nunca.1.12ss En esta iglesia de Corinto, numerosa y diversa, los creyentes se sentían atraídos por diferentes predicadores. Como todavía no se había escrito el Nuevo Testamento, dependían considerablemente de la predicación y enseñanza para asuntos internos dentro del significado del Antiguo Testamento. Algunos seguían a Pablo, que había fundado su iglesia; unos que habían oído a Pedro (Cefas) en Jerusalén lo seguían, mientras que otros sólo habían escuchado a Apolos, un predicador elocuente y popular que había tenido un ministerio dinámico en Corinto (Act 18:24; Act 19:1). A pesar de que estos predicadores estaban unidos en su mensaje, su personalidad atrajo a personas diferentes. Ahora la iglesia estaba ante el peligro de dividirse. Al mencionar a Jesucristo diez veces en los primeros diez versículos, Pablo aclara lo que todo predicador debe enfatizar. El mensaje es más importante que el mensajero.1.12, 13 El argumento de los corintios había «dividido a Cristo», una figura gráfica de lo que sucede cuando la iglesia (cuerpo de Cristo) se divide. Con las muchas oportunidades para adorar hoy, podríamos caer en el mismo juego de «mi predicador es mejor que el tuyo». Pero esto dividirá a Cristo una vez más. Asegúrese de que su aprecio por algún maestro, predicador o autor lo guíe a un orgullo espiritual. Nuestra lealtad debe ser a Cristo y a la unidad que El desea.1.17 Cuando Pablo dice que Cristo no lo envió a bautizar, no estaba invalidando la importancia del bautismo. Este fue ordenado por Cristo mismo (Mat 28:19) y practicado por la iglesia primitiva (Act 2:41). Pablo estaba enfatizando que él no podía hacerlo todo. El don de Pablo era predicar y eso es lo que hizo. El ministerio cristiano debe ser un esfuerzo de equipo, ningún predicador o maestro es un eslabón completo entre Dios y la gente, ninguna persona puede pensar que es capaz de hacer todo lo que los apóstoles hicieron. Debemos sentirnos satisfechos con la tarea que Dios nos ha dado y llevarla a cabo. (Para profundizar más en los diversos dones, véanse los capítulos 12 y 13.)1.17 Algunos predicadores son elocuentes, pero con poco contenido. Pablo enfatiza en un contenido sólido y en la ayuda práctica en favor de sus oyentes. Quería impresionarlos con su mensaje, no sólo con su estilo (véase 2.1-5). Usted no necesita ser un predicador famoso, con un amplio léxico, para anunciar el evangelio con efectividad. El poder persuasivo yace en la historia, no en el narrador. Pablo no hablaba en contra de aquellos que preparan cuidadosamente lo que van a decir (véase 2.6), sino de aquellos que intentan impresionar a otros sólo con su conocimiento o habilidad para hablar.1.22-24 Muchos judíos pensaron que las Buenas Nuevas de Jesús eran tontería, porque se les había enseñado que el Mesías sería un rey conquistador, al que acompañarían señales y milagros. Jesús no restauró el trono de David como ellos esperaban que lo hiciera. Además, fue ejecutado como un criminal común y, ¿cómo un criminal podría ser un salvador? Los griegos también consideraban que el evangelio era necio: no creían en la resurrección corporal; no veían en Jesús las características poderosas de los dioses de su mitología, y pensaban que una persona con reputación no debía ser crucificada. La muerte era una derrota, no una victoria.Las buenas nuevas de Jesús todavía parecen tontas para muchos. Nuestra sociedad rinde culto al poder, a la influencia y a la riqueza. Jesús vino como un siervo pobre y humilde, y ofrece su reino a aquellos que tienen fe, que no dependen de sus obras. Esto parece locura para el mundo, pero Cristo es nuestro poder, el único camino para ser salvo. Conocer a Cristo personalmente es la sabiduría más grande que uno puede tener.1.25 El mensaje de la muerte de Cristo suena insensato a los que no creen. La muerte parece ser el final del camino, la debilidad suprema. Pero Jesús no permaneció muerto. Su resurrección demostró su poder sobre la muerte. Y El nos salvará de la muerte eterna y nos dará vida eterna si confiamos en El como Salvador y Señor. Esto suena tan simple que muchos no lo aceptan. Buscan otras maneras de obtener la vida eterna (ser buenos, ser sabios, etc.). Pero todos sus intentos son en vano. Los «necios» que simplemente aceptan la oferta de Cristo resultan ser los verdaderos sabios, porque solo ellos vivirán eternamente con Dios.1.27 ¿Se opone el cristianismo al pensamiento racional? Definitivamente los cristianos creen que deben usar la mente para pesar las evidencias y llegar a conclusiones correctas. Pablo está declarando que no hay conocimiento humano que pueda reemplazar ni pasar por alto la obra de Cristo en la cruz. Si fuera así, Cristo sería accesible solo a los muy inteligentes y bien educados, y no a la gente común ni a los niños.1.28-31 Pablo sigue enfatizando que la manera de obtener salvación es tan simple que cualquier persona que lo desee lo puede entender. La habilidad y la sabiduría no hacen que una persona entre al reino de Dios, una fe sencilla sí lo hace. Dios lo planeó de esta manera para que nadie se gloríe de que sus logros le permitieron asegurar la vida eterna. No hay nada que podamos hacer para ganar nuestra salvación, sólo necesitamos aceptar lo que Jesús ya hizo por nosotros.1.30 Dios es la fuente y la razón de nuestra personal y viva relación con Cristo. Nuestra unión e identificación con Cristo nos llevó a alcanzar sabiduría y conocimiento (Col 2:3), buena posición ante Dios (justicia, 2Co 5:21) y santidad (1Th 4:3-7), y a que Jesucristo pagara nuestras culpas (redención, Mar 10:45).ASPECTOS SOBRESALIENTES DE 1 CORINTIOSEl significado de la cruz 1.18-2.16– Ser considerados unos con otros por lo que Cristo ha hecho por nosotros. No hay lugar para el orgullo o la prepotencia. Debemos tener la mente de Cristo.La última cena 11.23-29– La última cena es un tiempo de reflexión en las palabras finales de Cristo a sus discípulos antes de que muriera en la cruz; debemos celebrarla en una forma ordenada y correcta.El poema de amor 13.1-13– El amor es la guía para todo lo que hacemos. Tenemos diferentes dones, habilidades, deseos, gustos pero somos llamados, sin excepción, a amar.El destino del cristiano 15.42-58– Tenemos la promesa de Cristo, que murió por nosotros, que así como resucitó, de igual manera nuestros cuerpos mortales serán transformados en cuerpos celestiales. Luego viviremos y reinaremos con Cristo.

Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir

REFERENCIAS CRUZADAS

a 0 Hch 9:15; Rom 1:1; 1Ti 2:7

b 1 2Co 1:1; Col 1:1

c 2 Hch 18:17

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

apóstol. Véase coment. en Ro 1:1.

Sóstenes. Aunque es identificado sólo como un hermano en la fe, pudiera ser el oficial de la sinagoga mencionado en Hechos 18:17.

Fuente: La Biblia de las Américas

1 (1) Lit., apóstol llamado, como en Rom_1:1 . Un apóstol es una persona enviada. Eso era Pablo, alguien no designado por sí mismo, sino llamado por el Señor. Su apostolado era auténtico (9:1-5; 2Co_12:11-12 ; cfr. 2Co_11:13 ; Rev_2:2) y tenía la autoridad de la administración neotestamentaria de Dios ( 2Co_10:8 ; 13:10). Con base en esta posición y con dicha autoridad, el apóstol escribió esta epístola, no sólo para nutrir y edificar a los santos en Corinto, sino también para regular y corregir las anomalías de esa iglesia.

1 (2) La voluntad de Dios es la firme decisión que El tomó para cumplir Su propósito. Mediante tal voluntad Pablo fue llamado a ser un apóstol de Cristo. Aquí la aseveración de Pablo reforzó su posición y autoridad apostólicas.

1 (3) Este probablemente no es el mismo Sóstenes mencionado en Hch_18:17 , porque la Epístola a los Corintios fue escrita en Efeso (16:8) poco después de que el apóstol salió de Corinto, donde el Sóstenes mencionado en Hechos era dirigente de la sinagoga cuando Pablo fue perseguido allí. El Sóstenes de 1 Corintios, siendo hermano en el Señor, debe de haberse unido al apóstol mientras éste viajaba llevando a cabo su ministerio. La mención de Sóstenes aquí reforzó el apostolado de Pablo, y muestra el principio de funcionar en el Cuerpo.

Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro

INTRODUCCIÓN A LA PRIMERA EPÍSTOLA DE PABLO A LOS CORINTIOS

AUTOR: Pablo

FECHA: 56

La ciudad de Corinto Situada en el estrecho istmo entre los mares Egeo y Adriático, Corinto era una ciudad portuaria y un centro comercial rico. Los barcos que deseaban evitar el peligroso viaje en torno a la punta sur de Grecia, avanzaban lentamente a través de dicho istmo. La ciudad se jactaba de su teatro al aire libre, con capacidad para 20.000 personas; sus juegos atléticos sólo eran inferiores a los olímpicos; la población era una mezcla de griegos, romanos y orientales; y el gran templo de Afrodita con sus 1.000 prostitutas. La condición inmoral de Corinto se echa de ver claramente en el hecho de que el verbo griego korinthiazomai (literalmente, hacer el corintio), vino a significar «practicar la fornicación». Había tabernas en el lado sur de la plaza del mercado, y han sido excavadas muchas vasijas de beber de sus gavetas de licor. Corinto era bien conocida por toda clase de vicios.

La iglesia en Corinto El evangelio fue predicado primeramente en Corinto por Pablo en su segundo viaje misionero (año 50 d.C.). Mientras vivía y trabajaba con Aquila y Priscila, predicó en la sinagoga hasta que la oposición le forzó a trasladarse a la puerta próxima, a la casa de Ticio Justo. Los judíos le acusaron ante el gobernador romano Galión, pero la causa fue sobreseída, y Pablo se quedó durante 18 meses en la ciudad (Hch 18:1-17; 1Co 2:3). Después de marcharse, Pablo escribió una carta que se ha perdido (1Co 5:9), pero las noticias intranquilizadoras acerca de los creyentes, y las preguntas que éstos hicieron a Pablo en una carta que le enviaron (1Co 7:1) le apremiaron a escribir 1 Corintios. Los problemas allí incluían divisiones en el seno de la iglesia (1Co 1:11), inmoralidad (cap. 1Co 5:1-13 y 1Co 6:9-20), y preguntas acerca del matrimonio, los alimentos, el culto y la resurrección. Creencias aberrantes y prácticas de asombrosa variedad caracterizaban a esta iglesia.

Lugar en que fue escrita esta epístola Fue escrita en Éfeso (1Co 16:8).

Contenido La carta es de un énfasis ampliamente práctico, tratando acerca de problemas y preguntas de índole moral. Es como un manual de teología pastoral. Los puntos importantes incluyen: el tribunal de Cristo (1Co 3:11-15), el templo del Espíritu Santo (1Co 6:19-20), la gloria de Dios (1Co 10:31), la Cena del Señor (1Co 11:23-34), el amor (cap. 1Co 13:1-13), el ejercicio de los dones (caps. 1Co 12:1-31 al 1Co 14:1-40), y la resurrección (cap. 1Co 15:1-58).

BOSQUEJO DE 1 CORINTIOS

I) INTRODUCCIÓN, 1Co 1:1-9

A) El saludo, 1Co 1:1-3

B) La expresión de gratitud, 1Co 1:4-9

II) Divisiones en la iglesia, 1Co 1:101Co 4:21

A) El hecho de las divisiones, 1Co 1:10-17

B) Las causas de las divisiones, 1Co 1:181Co 2:16

1. El malentendido del mensaje de Dios sobre la Cruz, 1Co 1:181Co 2:5

2. El malentendido del ministerio revelador del Espíritu, 1Co 2:6-16

C) Las consecuencias de las divisiones, 1Co 3:11Co 4:5

1. El crecimiento espiritual es puesto en peligro, 1Co 3:1-9

2. Las recompensas se perderán, 1Co 3:101Co 4:5

D) El ejemplo de Pablo, 1Co 4:6-21

III) Desórdenes morales en la iglesia 1Co 5:11Co 6:20

A) El caso de incesto, 1Co 5:1-13

1. El problema planteado, 1Co 5:1-2

2. El castigo prescrito, 1Co 5:3-13

B) El problema de la litigación ante los tribunales paganos, 1Co 6:1-8

C) La advertencia contra la laxitud moral, 1Co 6:9-20

IV) Discusión acerca del matrimonio, 1Co 7:1-40

A) Matrimonio y celibato, 1Co 7:1-9

B) Matrimonio y divorcio, 1Co 7:10-24

C) Matrimonio y servicio cristiano, 1Co 7:25-38

D) Matrimonio y nuevas nupcias, 1Co 7:39-40

V) Discusión acerca de los manjares ofrecidos a los ídolos, 1Co 8:11Co 11:1

A) Consulta: ¿Puede un cristiano comer manjares consagrados a un Dios pagano?, 1Co 8:1-13

B) Ejemplo de Pablo, 1Co 9:1-27

1. Derechos de Pablo, 1Co 9:1-14

2. Restricciones de Pablo, 1Co 9:15-27

C) Exhortaciones, 1Co 10:11Co 11:1

1. Evitar el agradarse a sí mismo, 1Co 10:1-13

2. No participar en las fiestas de los ídolos, 1Co 10:14-22

3. Glorificar a Dios buscando el bien de nuestro hermano, 1Co 10:231Co 11:1

VI) Discusión acerca del culto público, 1Co 11:21Co 14:40

A) El velo de las mujeres, 1Co 11:2-16

B) La Cena del Señor, 1Co 11:17-34

C) El uso de los dones espirituales, 1Co 12:11Co 14:40

1. Las variedades de dones, 1Co 12:1-11

2. El objetivo de los dones: unidad en la diversidad, 1Co 12:12-31

3. La supremacía del amor sobre los dones, 1Co 13:1-13

4. La superioridad de la profecía sobre las lenguas, 1Co 14:1-25

5. La normativa para el uso de los dones, 1Co 14:26-40

VII) La doctrina de la resurrección, 1Co 15:1-58

A) La importancia de la resurrección, 1Co 15:1-11

B) Las consecuencias de negar la resurrección, 1Co 15:12-19

C) La esperanza cristiana, 1Co 15:20-34

D) El cuerpo de resurrección, 1Co 15:35-50

E) La victoria del cristiano mediante Cristo, 1Co 15:51-58

VIII) Asuntos prácticos y personales, 1Co 16:1-24

A) La colecta para los santos en Jerusalén, 1Co 16:1-4

B) La visita que Pablo planeaba, 1Co 16:5-9

C) Exhortaciones, saludos y bendición, 1Co 16:10-24

Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie

Sóstenes. Posiblemente el jefe de la sinagoga mencionado en Hch 18:17.

Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie

11 (I) Introducción: Saludo y acción de gracias (1,1-9). 1-3. La fórmula inicial sigue un modelo habitual (® Cartas del NT, 45:8A). 1. apóstol: Este título subraya la autoridad de Pablo como emisario de Cristo. Sóstenes. Posi­blemente se trata de la misma persona men­cionada en Hch 18,17. La ausencia del nombre de Timoteo (2 Cor 1,1) indica que éste se hallaba ya en camino hacia Corinto (4,17; 16,10-11). 2. Iglesia de Dios: ® Teología pauli­na, 82:134-35. santos en virtud de un llama­miento divino: La fórmula sumamente densa klétois hagiois significa que los creyentes han sido puestos aparte por Dios, no que sean in­trínsecamente santos. En este sentido han si­do «santificados» a través de Cristo (® Teolo­gía paulina, 82:77) y deben esforzarse por ser dignos de la oportunidad que se les brinda (1 Tes 4,3-7). con todos los que invocan en cual­quier lugar el nombre de nuestro Señor Jesu­cristo: Caben diversas interpretaciones (Ba­rrett), pero la tendencia general de 1 Cor hace pensar que Pablo está simplemente recordan­do a los corintios que no son los únicos cris­tianos (11,16; 2 Cor 1,1). Esto excluiría la posibilidad de que «lugar» signifique Iglesia doméstica (Barrett; véase U. Wickert, ZNW 50 [1959] 73-82). suyo y nuestro: «Lugar» es el an­tecedente inmediato, pero esto daría un signi­ficado trivial. Todos los cristianos sirven a un solo Señor.
12 4-9. Una acción de gracias resulta algo normal en este punto de una carta paulina (® Cartas del NT, 45:8B). 4. gracia: El motivo de la gratitud de Pablo es el don de Dios me­diado por Cristo, don que debe ser manifiesto. 5. con toda palabra y con todo conocimiento: La insinuación de que estaban dotados de do­nes espirituales (véase 1 Cor 12-14) halagaría a los corintios, pero en este punto Pablo los critica con una vaga alabanza. En otras comu­nidades, la gracia se manifiesta en forma de fe, esperanza y caridad (1 Tes 1,3), fe (Rom 1,8) o colaboración en el anuncio del evange­lio (Flp 1,5), cualidades todas ellas que en Co­rinto no resultaban de una evidencia notable. 6. el testimonio de Cristo: Puesto que el con­texto requiere que se trate de algo llevado a cabo por Dios en los corintios -nótese la pasi­va teológica «fue confirmado» (ZBG § 236)-, es probable que esta expresión, objeto de nu­merosas discusiones, signifique «dar testimo­nio de Cristo» (véase G. W. MacRae en Harry M. Orlinsky Volume [Erlsr 16, Jerusalén 1982] 171-75). 7. no os falta ningún don de gracia: Los corintios están debidamente provistos de dones espirituales, mientras esperáis: Los co­rintios tendían a centrarse en el entusiasmo del presente, de manera que Pablo tiene que recordarles que lo completo está reservado al futuro, se manifieste: La parusía o segunda ve­nida de Cristo. 8. él os mantendrá firmes: Te­nemos aquí la forma act. del vb. del v. 6. Dios es de nuevo el sujeto, irreprochables: Si los cre­yentes llegan a recibir un juicio escatológico favorable, será gracias a la asistencia divina. Véase el comentario a 10,13. día de nuestro Se­ñor Jesucristo: Adaptación cristiana del día de Yahvé (Am 5,18; J1 3,4 = Hch 2,20); véanse también 1 Cor 3,13; 4,3. 9. fiel es Dios: Dios no abandonará lo que ha empezado (1 Cor 10,13; 1 Tes 5,24). por quien fuisteis llamados: Los miembros de la Iglesia son frecuentemente de­nominados hoi klétoi, «los llamados» (1 Cor 2,2.24; Rom 1,6.7; 8,28), y kalein es un térmi­no técnico para designar la totalidad del pro­ceso de salvación (véase K. L. Schmidt, TDNT 3.492). Implícita en la llamada a la salvación (1 Cor 7,15.22; Gál 1,6; 5,13; 1 Tes 4,7) está la llamada a la gloria (Rom 8,28-30; Flp 3,14; 1 Tes 2,12), cuyo autor es siempre Dios ho kalón (Gál 5,8; 1 Tes 5,24; véase J. Murphy-O’Connor, Paul on Preaching [Chicago 1964] 21-26). común unión: Pablo utiliza koinónia para de­signar la unión vital de los creyentes entre sí, que es su unión con Cristo. Su existencia com­partida como miembros del cuerpo de Cristo (1 Cor 12,12-27) queda puesta de relieve en la eucaristía (1 Cor 10,16-17). (Véase G. Panilulam, Koinónia in the New Testament [AnBib 85, Roma 1979].)
13 (II) Parte primera: Divisiones en la comunidad (1,10-4,21)
(A) Grupos rivales en la comunidad (1,10-17). Dado que el fundamento de la vida cristiana y su única expresión auténtica es la koinónia, Pablo es particularmente sensible a cualquier falta de unidad dentro de la comu­nidad, y por eso aborda en primer lugar este aspecto de la situación en Corinto. 10. que to­dos vosotros digáis lo mismo: Se hace referen­cia a las divisas del v. 12, las cuales dejan pa­tente que los corintios son «hermanos» sólo de nombre. No comparten una visión común. 11. hay discordias: Los partidos eran hostiles unos a otros. Todavía no se daba, sin embargo, un desmembramiento completo, los de Cloe: Eran empleados o esclavos de una mujer gentil de­dicada a los negocios (cf. Hch 16,14); su lugar habitual de residencia era, muy probablemen­te, Éfeso, de ahí que fueran sensibles a las desviaciones de la otra comunidad. 12. Pablo: Este grupo probablemente se formó como reacción frente a los otros. Pablo podía insis­tir en su propio ejemplo (1 Cor 4,17; 11,1), sin hacer notar siempre que éste seguía el modelo del de Cristo (Flp 4,9; Gál 4,12). Apolo: Origi­nario de Alejandría (Hch 18,24-19,1), predicó en Corinto en ausencia de Pablo (1 Cor 3,6), con quien estaba en Éfeso cuando se escribió esta carta (1 Cor 16,12). Las personas con pre­tensiones de refinamiento tal vez encontraran más de su gusto la elocuencia de Apolo que la brusquedad de Pablo. Tal vez él fuera el cauce por el cual penetró en la comunidad la espe­culación filoniana sobre la sabiduría; → 18-21 infra. Cefas: Del ar. képa, «roca» (Jn 1,42; Mt 16,18; véase J. A. Fitzmyer, TAG 112-24); nom­bre que Pablo da habitualmente a Pedro (1 Cor 3,22; 9,5; 15,5; Gál 1,18; 2,9.11.14), aun­que también puede utilizar la forma gr., Petros (Gál 2,7-8). No es imposible que Cefas visitara Corinto. Si no lo hizo, los judeocristianos tal vez invocaran su nombre para legitimar una forma de cristianismo más observante de la ley que lo que Pablo encontraba aceptable (véase C. K. Barrett, «Cephas and Corinth», Abraham unser Vater [Fest. O. Michel, ed. O. Betz et al., AGJU 5, Leiden 1963] 1-12). Cristo: Éste es el más misterioso de los partidos. Al­gunos ultraespirituales tal vez se negaran a re­conocer la mediación de la Iglesia o el kerigma y hacían profesión de lealtad directamente a Cristo.
14 13. ¿no está dividido Cristo?: La forma de la pregunta exige una respuesta afirmativa, que sólo resulta inteligible si «Cristo» significa la comunidad, como en 1 Cor 6,15; 12,12. La Iglesia prolonga la misión del Jesús histórico; es la presencia de Cristo resucitado en el mun­do. Las dos preguntas siguientes contienen la partícula me, la cual indica que se cuenta con una respuesta negativa. 14-16. Nadie puede reclamar un puesto de privilegio por haber si­do bautizado por Pablo. Es de suponer que és­te bautizaba a los primeros convertidos de una región determinada y luego delegaba esa res­ponsabilidad en otros. 14. Crispo: Jefe de una sinagoga de Corinto (Hch 18,8). Gayo: Hom­bre acaudalado cuya casa podía albergar a la Iglesia entera (Rom 16,23; 1 Cor 14,23), una asamblea compuesta por varias Iglesias do­mésticas menores (1 Cor 16,19). 15. Esto ex­presa lo que de hecho resultó, no la intención de Pablo por aquel entonces. 16. Estéfanas: Véase el comentario a 16,15. familia: Puesto que la familia incluía hijos casi con certeza, este texto se ha utilizado para demostrar que la Iglesia primitiva bautizaba niños (véase J. Jeremías, Infant Baptism in the First Four Centuries [Filadelfia 1960-]). Tal interpretación queda excluida, sin embargo, por el hecho de que en 16,15 el oikos de Estéfanas se reduce a adultos (véanse A. Strobel, ZNW 56 [1965] 91-100; P. Weigandt, NovT 6 [1963] 49-74). 17. Sólo desde esta perspectiva del modo en que Pablo entiende su obligación principal se ve algo menospreciado el bautismo, no con sabi­duría de palabras: La auténtica predicación (véase el comentario a 2 Cor 4,7-12) libera la fuerza del evangelio (Rom 1,16). Dicha fuerza queda anulada por los intentos de hacerla ra­zonable mediante argumentos inteligentes, o atractiva mediante artificios retóricos, que la rebajan al nivel de la humanidad caída.
15 (B) Dios tiene criterios diferentes (1,18-31). Los creyentes deben distanciarse de los criterios de la humanidad caída -causa de las divisiones en Corinto si quieren llegar a entender el modo en que Dios se relaciona con ellos. Resultan poco convincentes los intentos (reseñados por V. Branick, JBL 101 [1982] 251- 69) de demostrar que en este punto Pablo empieza a reutilizar material compuesto para unos destinatarios diferentes. 18. El hecho de la aceptación o el rechazo constituye la base de la división de la humanidad en dos grupos. Dios no ha predestinado a unos a la salvación y a otros a la condenación. En el futuro, la condición de miembro de cada uno de esos grupos podría cambiar (1 Cor 5,5; 10,12). 19. La sabiduría mundana que rechaza el evange­lio fue condenada por Dios en Is 29,14 (LXX). 20. El significado de las preguntas retóricas (inspiradas por Is 19,11; 33,18; 44,25; Job 12,17) sólo se aclara con los dos versículos si­guientes, cada uno de los cuales va introduci­do por epeidé, «puesto que». 21. a través de la sabiduría divina: Esto no denota un plan divi­no, pues tal cosa privaría al argumento de to­da fuerza, sino la organización y belleza de la creación (Rom 1,19-20). mediante la sabiduría: La especulación racional, que en el mundo pa­sa por sabiduría, no se había dado cuenta de que Dios actuó a través de un salvador su­friente. la locura de lo que predicamos: Ésta es la palabra de la cruz (1,18). 22. piden signos: La exigencia de milagros es una negativa a confiar en Dios y camufla la satisfacción con el statu quo. griegos: Puesto que ethnoi apare­ce en el versículo siguiente, esta referencia de­be de apuntar a los gentiles en general (Gál 3,28). buscan sabiduría: Construyen un siste­ma religioso cuyas exigencias están dispuestos a aceptar. 23. La locura de Dios es un Cristo crucificado que los judíos rechazan debido a sus expectativas mesiánicas y los gentiles de­bido a su racionalismo. 24. los que son llama­dos: Aun cuando el evangelio se dirige a todos, Pablo reserva el término klétoi para aquellos que lo han aceptado (véase el comentario a 1,9). Cristo: La auténtica humanidad de Jesús hace visible el propósito de Dios para la raza humana e irradia una fuerza de atracción que posibilita una respuesta. 25. La paradoja se lleva al extremo al subrayar que los caminos de Dios no son los caminos de los hombres (Rom 11,33).
(K. Müller, «1 Kor 1:18-25: Die eschatologischkritische Funtion der Verkündigung des Kreuzes», BZ 10 [1966] 246-72. R. Penna, «La dynamis theou: Riflessioni in margine a 1 Cor 1:18-25», RivB 15 [1967] 281-94. U. Wilckens, Weisheit und Torheit [BHT 26, Tubinga 1959] 21-41.)
16 26-31. Los miembros de la comunidad corintia ejemplifican la paradoja de 1,25. Dios no llamó, para llevar adelante su plan para la humanidad, a los que el mundo habría escogi­do. 26. Este versículo se podría interpretar co­mo una pregunta que espera respuesta afir­mativa (así W. H. Wuellner, SE VI 666-672), pero tal interpretación destruiría el argumen­to de Pablo, según la carne: De acuerdo con los criterios de la humanidad caída. 27-28. del mundo: Según la valoración común. 29. presu­mir: En el vocabulario de Pablo, esto significa confianza pecaminosa en uno mismo, con­fianza que pasa por alto la pregunta de 1 Cor 4,7. Lo que se ha alcanzado en Corinto no se debe a cualidad alguna de los creyentes. 30. De él os viene que estéis en Cristo Jesús: El vb. se ha de acentuar esté (Alio) porque se trata de una nueva modalidad de existencia, funda­mentalmente un nuevo modo de mirar la rea­lidad. para nosotros sabiduría: Esta percep­ción nueva es comunicada a los creyentes por la sabiduría revelada en la humanidad de Cris­to, cuyo contenido se aclara mediante los tres términos colocados en aposición. Al ser sepa­rados de los pecadores (santificación), los cre­yentes dejan de estar bajo el control del peca­do (redención) y así se convierten en lo que deben ser ante Dios (justicia; véase W. Bender, ZNW 71 [1980] 263-68; ® Teología paulina, 82:68-70.75.77). 31. Aunque se presenta como una cita del AT, sólo ho kauchómenos y kauchasthó proceden de Jr 9,24 ó 2 Sm 2,10. en el Señor: Se hace referencia a la actividad de Dios en la historia. La misma fórmula aparece en 2 Cor 10,17 (véase Meeks, First Urban Christians 51-73).

Fuente: Nuevo Comentario Biblico San Jeronimo

Se inserta a ser para suplir elipsis del original; un apóstol…Rom 1:1.

Fuente: Biblia Textual IV Edición

M95 El término κλητός en los vv. 1 y 2 significa: (una persona) llamada, y se usa sencillamente como un sustantivo que está en el preciso lugar que le corresponde a un participio.

Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego

Lit., mediante

Lit., el

Fuente: La Biblia de las Américas

. a ser.

1.1 g Rom 1:1.

Fuente: La Biblia Textual III Edición

[1] Eidta-En el original Arameo. Todas las cartas de Pablo a las congregaciones usan esta palabra y es afín con el Arameo – del Hebreo edah usado a través del Primer Pacto, mostrando así que Pablo conocía que estos eran grupos Israelitas en el exilio.

[2] Referencia de las dos casas.

[3] Referencia de las dos casas.

[4] El poder y la sabiduría para salvar a los individuos, y reunificar a las dos casas a través de Moshiaj.

Fuente: Escrituras del Nombre Verdadero

[17] Y evitar que se atribuyera a la elocuencia la conversión del mundo, que es obra de la cruz.[19] Is 29, 14.[20] Con su desprecio de ella.[31] Jer 9, 23; Rom 3, 27.

Fuente: Notas Torres Amat

Biblia Peshitta 2006 Notas:

Escrita en Éfeso alrededor del 55 d.C., durante la estancia de Pablo allí. Corinto era una ciudad cosmopolita, de la mayor importancia para los negocios y las rutas de navegación del Imperio Romano, y por ende, un centro de vida licenciosa y extrema inmoralidad.

Fuente: Peshitta en Español