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Comentario de 1 Corintios 16:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de 1 Corintios 16:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

En cuanto a la ofrenda para los santos, haced vosotros también de la misma manera que ordené a las iglesias de Galacia.

16:1 — En cuanto a — Pablo usa varias veces esta expresión en su carta para introducir un tema diferente y nuevo. Véanse 7:1; 8:1, 12:1; 16:12, comentarios. La colecta “para los pobres que hay entre los santos que están en Jerusalén” (Rom 15:26) es el último tema principal que Pablo trata en esta carta a los corintios.

— la ofrenda para los santos — Muchas versiones buenas dicen, “colecta”.

Esta misma ocasión aquí tratada por Pablo se trata también en 2 Cor. capítulo 8 y 9; Rom 15:25-27; Hch 24:17. No debe confundirse con otro evento semejante que sucedió muchos años antes, y que está narrado en Hch 11:27-30. No sabemos la causa de la pobreza de esos santos en Jerusalén.

Según 2Co 9:12-14, esta colecta logró varios fines diferentes; a saber: (a) satisfizo la necesidad de los santos pobres (9:12); (b) provocó muchas acciones de gracias de parte de los hermanos judíos en Jerusalén (9:12); (c) los hermanos judíos quedaron convencidos de que los gentiles que proporcionaron la colecta eran cristianos genuinos (9:13); y (d) contribuyó al mejoramiento de relaciones entre los hermanos judíos y gentiles (9:14).

En todo pasaje bíblico, referente a la benevolencia de parte de iglesias de Cristo, el objeto de la referida colecta siempre es el santo; es decir, el cristiano. ¡No hay excepción! Como el bautismo es para perdón de los pecados (Hch 2:38), la colecta usada en la benevolencia siempre es para el santo (1Co 16:1, etcétera). Como el bautismo no es para otra cosa, tampoco es la colecta usada en benevolencia para el no santo. Usar del dinero de la colecta de cada domingo para hacer benevolencia a no santos es malversar los fondos de la iglesia, disponiendo ilícitamente de ellos.

Como la Cena del Señor es “comunión” (1Co 10:16, en el texto griego, koinoia), también es “comunión” la colecta usada en benevolencia (2Co 9:13, nuestra versión dice “contribución”, pero el texto griego dice, koinoia. Lacueva dice, “comunión”). Como la Cena del Señor es para los santos, también la ofrenda o colecta, usada en benevolencia, es para los santos. Como no se ofrece la Cena al no santo, tampoco debe ofrecerse la colecta al no santo. ¿Por qué? Porque las dos cosas son “comunión”, y ¡no hay comunión entre el santo y el no santo!

Los hermanos liberales se han valido de dos pasajes para tratar de justificar el uso de la tesorería de la iglesia local para hacer benevolencia al no santo. Notemos estos dos pasajes:

Hch 24:17. “El pasaje dice ‘nación’, palabra que incluye a los no santos”, nos dicen. Tal argumento ignora el contexto y lo fuerza. Pablo estuvo haciendo su defensa delante de un incrédulo, el gobernador romano, Félix. Por eso habló en términos generales, diciendo que vino “a hacer limosnas a mi nación”; es decir, a judíos. Ahora, escribiendo a cristianos en particular, Pablo es más explícito, al decir, “Mas ahora voy a Jerusalén para ministrar a los santos. Porque Macedonia y Acaya tuvieron a bien hacer una ofrenda para los pobres que hay entre los santos que están en Jerusalén” (Rom 15:25-26). ¿Qué puede ser más claro?

El otro pasaje es 2Co 9:13, “vuestra contribución para ellos y para todos”. Los liberales afirman que “ellos” son los santos y que “todos” son los no santos. Tal argumento no solamente ignora la declaración explícita de Pablo en los ver. 1 y 12, sino el contexto también. Pablo, en contexto, está hablando acerca de esa colecta en particular para los santos en Jerusalén (“ellos”), y acerca de otras colectas en ocasiones semejantes (“todos”), porque el versículo siguiente habla de cómo estos recipientes de la benevolencia oraban a Dios por los hermanos corintios, cosa que hacen los santos por otros santos. ¿Afirmarán los hermanos liberales que este versículo se refiere a oraciones de no santos por santos? Pablo no iba a mandar a las iglesias a recoger fondos para los santos, y luego a felicitarlas por haberlos gastado en no santos.

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Durante la década de los cincuenta, cuando surgió mucha controversia en la hermandad sobre la ola de proyectos de patrocinio de obras de benevolencia comenzados principalmente después de la Segunda Guerra Mundial (1945), los hermanos que combatían tales proyectos de centralización a veces empleaban la palabra “emergencia” para distinguir entre los casos de benevolencia narrados en las Escrituras y los proyectos de supuesta necesidad que los hermanos liberales ideaban. Ahora los liberales se valen mucho de la palabra “emergencia” para confundir la cuestión, alegando que el caso bajo consideración en este pasaje 1Co 16:1) no trataba de alguna emergencia, pues pasó todo un año antes de que llegara el dinero a los necesitados en Jerusalén. (“Si hubiera sido caso de emergencia, los pobres habrían muerto antes de recibir la ayuda,” dicen ellos).

El término “emergencia “ era usado para indicar un caso real de necesidad (o causado por calamidades naturales, Hch 11:28, o por persecución, Stg 2:6, o por otras condiciones negativas), y para distinguir tales casos bíblicos de los proyectos concebidos por iglesias grandes y ricas que entonces solicitaban dinero de otras muchas iglesias, entre ellas muchas pequeñas y de pocos recursos, proyectos como si fueran de toda la hermandad y en que se beneficiaran personas no cristianas (no santas).

En los casos bíblicos de benevolencia de parte de una iglesia de Cristo, o de varias, a beneficio de santos necesitados en otros lugares (Hch 11:27-30 y Rom 15:26), una sola ofrenda bastaba para aliviar la necesidad (“emergencia”), pero en el caso de los proyectos patrocinados a nivel de toda la hermandad, más y más dinero se pide y se va gastando y el proyecto continúa indefinidamente. ¡No hay justificación alguna para la llamada “Iglesia Patrocinadora”!

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Este pasaje, 1Co 16:1-2, no es usado para probar otros usos correctos de la tesorería de la iglesia local. Ella tiene otras obras aparte de la benevolencia que requieren fondos. Pero este pasaje es usado para mostrar ¡el plan que Dios ha dado a las iglesias locales para recoger fondos para sus obras! Estas instrucciones no eran solamente para la iglesia en Corinto (4:17; 11:16; 14:33; 2Ti 1:13, el patrón, modelo, o dechado).

— haced vosotros también — (En el texto griego esta frase sigue a la siguiente, en lugar de precederla). Los corintios habían de hacer de igual manera como Pablo había ordenado en las iglesias de Galacia.

Vemos que había uniformidad de prácticas en las iglesias del Nuevo Testamento. Lo que una hacía, lo hacían las demás. Si los corintios tenían que actuar según las iglesias de Galacia, las iglesias de Cristo de hoy en día tienen que actuar según la iglesia en Corinto, siglo primero. Véanse 4:17; 11:16; 7:17; 14:33, comentarios.

Compárense Rom 15:26; 2Co 9:2. El ejemplo de una iglesia servía de ánimo para otras iglesias, pues la práctica ha de ser uniforme. ¡El ejemplo es poderoso!

— de la manera que ordené en las iglesias de Galacia — El asunto tratado en este pasaje es uno de orden apostólica. Pablo emplea el vocablo griego, diatasso, que significa “ordenar, determinar, o mandar”. En nuestra versión, este vocablo se traduce “mandar” en estos pasajes: Luc 8:55; Luc 17:9; Hch 18:2; Hch 24:23; Tit 1:5. Aparece en estos otros pasajes: 7:17; 9:14; 11:34; Mat 11:1; Hch 7:44; Hch 23:31; Hch 20:13; Gál 3:19.

Véase 7:17, comentarios.

Es preciso notar que en este pasaje Pablo está mandando que todas las iglesias sigan cierto plan de recoger fondos para la obra de la iglesia local. ¡No es cuestión de opción!

No sabemos cuándo tal mandamiento fue dado por Pablo a los gálatas. Gál 2:10 alude a la prontitud con que él siempre procuraba con celo recordar a los pobres.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

En cuanto a la ofrenda. Hch 11:28, Hch 11:30; Hch 24:17; Rom 15:25, Rom 15:26; 2Co 8:1-24 2Co 9:1-15; Gál 2:10.

para los santos. Hch 9:41; Rom 12:13; 2Co 9:12-15; Flm 1:5, Flm 1:7; Heb 6:10; 1Jn 3:17.

las iglesias de Galacia. Hch 16:6; Hch 18:23; Gál 1:2.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Los exhorta a mitigar las necesidades de los hermanos en Jerusalén, 1Co 16:1-9.

Recomienda a Timoteo, 1Co 16:10-12;

y después de algunas amonestaciones amigables, 1Co 16:13-15,

concluye la epístola con varios saludos, 1Co 16:16-24.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

En cuanto a: Pablo una vez más va a responder una pregunta hecha por los corintios (1Co 7:11Co 7:251Co 8:11Co 12:1) sobre el dar (Hch 11:29Hch 11:30Hch 24:17Rom 15:25-282Co 8:1-242Co 9:1-15).

cada primer día de la semana: Era el día de reunión semanal de la iglesia primitiva.

ponga aparte algo: Expresa el concepto cristiano de dar en el NT. El diezmo del AT. (que ya alcanzaba al 23 por ciento) no fue adoptado por la iglesia del NT. aunque Cristo lo practicaba. Los creyentes del NT. fueron llamados a dar con liberalidad, pero nunca un monto o porcentaje específico (Rom 12:8). Pablo deseaba estar seguro que la ofrenda de los corintios se reuniría antes que él llegara para no tener la necesidad de presionar a las personas cuando las viera (2Co 9:5).

a quienes hubiereis designado: Se refiere a la persona que acompañaría a Pablo (v. 1Co 16:4) a Jerusalén para llevar la donación en nombre de la iglesia de Corinto.

 EN PERSONA

Amigos en la fe

Pablo fue un peligroso enemigo para los seguidores de Cristo. Pero su dramático encuentro con el Salvador y su consiguiente cambio de corazón lo introdujeron en la familia de Dios (Hch 9:1-30). Cristianos valientes como Ananías (Hch 9:10) y Bernabé (Hch 4:36, Hch 4:37) comenzaron a cuidar y ayudar al nuevo creyente. Ahora se había convertido en un hermano.

De la misma manera, Cristo hace que los creyentes de hoy en día entren en una nueva familia. Al recibir el mismo don de Dios (perdón y esperanza) ahora somos hermanos en Cristo.

Pablo reconoce a varios de su familia de fe al concluir 1 Corintios:

El joven Timoteo (1Co 16:10, 1Co 16:11), que necesitaba aceptación y confirmación.

 

El dotado Apolos (1Co 16:12), uno de los primeros líderes de los corintios (1Co 1:12), que no pudo visitarlos en aquel tiempo (Hch 18:24-28).

 

Estéfanas (1Co 16:15, 1Co 16:16), bautizado por Pablo en los primeros días de la iglesia de Corinto; era necesario que los corintios lo respetasen.

 

Fortunato y Acaico (1Co 16:17, 1Co 16:18), estimuladores de Pablo, que podrían ser los que le entregaron la carta de los corintios que él ahora respondía con 1 Corintios; como Estéfanas, ellos también necesitaban reconocimiento.

 

Priscila y Aquila (1Co 16:19), cofundadores de la obra de los corintios y compañeros de trabajo con Pablo (Hch 18:1-4); ahora estaban a cargo de una obra similar en Éfeso y enviaban calurosos saludos a sus hermanos del otro lado del Mar Egeo.

 

De ser un enemigo, Pablo llegó a ser un verdadero amigo, compañero y defensor de otros creyentes. Así como otros una vez cuidaron de él y de sus necesidades, escribe a los corintios acerca de las necesidades y preocupaciones de sus hermanos en Cristo.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

EN CUANTO A LA OFRENDA. En el cap. 1Co 16:1-24 Pablo da orientaciones sobre la ofrenda destinada a los creyentes pobres en Jerusalén, describe sus planes futuros y menciona a sus compañeros de trabajo en el Señor.

Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena

Epilogo, 16:1-24.

La Colecta en Favor de los Fieles de Jerusalén, 16:1-4.
1 Cuanto a la colecta en favor de los santos, haréis según lo que dispuse en las iglesias de Galacia. 2 El día primero de la semana, cada uno ponga aparte en su casa lo que bien le pareciere, de modo que no se hagan las colectas cuando yo vaya. 3 Y cuando llegue yo, aquellos que tengáis a bien, los enviaré yo con cartas, para llevar vuestro obsequio a Jerusalén. 4 Y si pareciese bien que también vaya yo, irán conmigo.

Como es habitual en sus cartas, San Pablo dedica este último capítulo a algunas cuestiones y noticias de índole más personal.
Comienza hablando a los corintios de la “colecta en favor de los santos” (v.1), y de cómo la deben organizar (v.2-4). Aunque habla sólo de colecta “en favor de los santos” y el término “santos” suele equivaler simplemente a “cristianos” (cf. Hec 9:13), en este lugar está refiriéndose ciertamente a los fieles de Jerusalén (cf. v.3). De esta colecta volverá a hablar en 2 Cor 8-9, y de ella habla también en Rom 15:25-28. No sólo la considera como una ayuda a los necesitados, sino, sobre todo y principalmente, como una muestra de unidad y comunión entre las iglesias fundadas por él y la iglesia madre de Jerusalén (cf. Rom 15:27; 2Co 9:12-14; Gal 2:10). Su modo de expresarse: “cuanto a la colecta.,.,” da claramente a entender que los corintios estaban ya informados de esos planes del Apóstol, sea que les hubiese hablado de ello durante los dos años de predicación en su ciudad (cf. Hec 18:1-18), sea que les hubiese escrito ya antes sobre el particular en alguna carta hoy perdida (cf. 5:9). Es posible que hubieran surgido dudas al respecto, e incluso que hubieran preguntado sobre ello al Apóstol, al igual que habían hecho sobre el matrimonio, idolotitos y carismas (cf. 7:1; 8:1; 12:1).
La respuesta del Apóstol abarca dos puntos. Primeramente, que cada domingo, según las posibilidades, pongan aparte para este fin algo de las ganancias de la semana (v.2). Era el domingo, como ya explicamos al comentar Hec 20:7, el día destinado a las asambleas litúrgicas y celebración de los misterios eucarísticos. Era, pues, el día más a propósito. Parece claro, sin embargo, que el dinero no había de ser entregado en la iglesia, sino reservado por cada uno en su “casa.” Lo que el Apóstol quería es que se fuesen haciendo las cosas poco a poco, con lo que la colecta podía ser, luego más espléndida y con menos sacrificios. Lo segundo que les encarga es que vayan pensando en designar delegados para llevar esas colectas a Jerusalén, a los cuales entregará él cartas de recomendación para aquella iglesia, a no ser que crean oportuno que vaya él mismo a la cabeza de la delegación (v.3-4). ¡Es admirable esta delicadeza de San Pablo en cuestiones tocantes al dinero! Quiere evitar cualquier sospecha y no dar ocasión ni de lejos a que le calumnien en esto sus enemigos (cf. 2Co 8:18-20). De hecho, en su viaje a Jerusalén para llevar la colecta, le acompañarán varios de estos delegados de las iglesias (cf. Hec 20:2-6; Hec 24:17).

Planes de viaje,Hec 16:5-12.
5 Yo iré después de atravesar la Macedonia, pues tengo el propósito de pasar por Macedonia, 6 y podría ser que me detuviese entre vosotros, y aun que pasara ahí el invierno, para que luego me encaminéis a donde fuere. 7 No quiero ahora veros de paso; espero más bien permanecer algún tiempo entre vosotros, si el Señor lo permitiere. 8 Me quedaré en Efeso hasta Pentecostés, 9 porque se me ha abierto una puerta grande y prometedora, aunque hay muchos adversarios. 10 Si llega Timoteo ahí, mirad que no se sienta acobardado entre vosotros, porque trabaja en la obra del Señor, igual que yo. 11 Que nadie, pues, le tenga en poco, y encaminadle en paz para que venga a mí, pues le espero con los hermanos.12 Cuanto al hermano Apolo, mucho le encarecí que se llegara a vosotros con los hermanos; pero no quiso en modo alguno ir ahora; irá cuando tenga oportunidad.

Estos versículos, en que el Apóstol ofrece datos tan concretos, son de gran importancia para determinar la fecha y circunstancias en que fue escrita la carta.
Habla primeramente de su proyectado viaje a Corinto, viaje que ya había anunciado anteriormente (cf. 4:19; 11:34), pero que ahora concreta más, señalando fecha y ruta que piensa seguir (ν .6-8; cf. Hec 20:1-2). La frase “no quiero ahora veros de paso” (ν·7) ha sido muy discutida. Hay autores que en ese adverbio “ahora” ven latente una alusión a alguna breve visita anterior del Apóstol a Corinto, en el decurso de su prolongada estancia en Efeso; sin embargo, como ya explicamos en la introducción a esta carta, dicha visita parece que debe ser excluida. A la frase, pues, en cuestión no ha de dársele sentido relativo, sino sentido puramente afirmativo, de que piensa estar en Corinto largo tiempo.
En cuanto al viaje de Timoteo (v.10-11), ya explicamos también en la introducción que probablemente se trata del mismo viaje a que se alude en Hec 19:22, y que incluía no sólo Corinto, sino también ciudades de Macedonia. Aunque la expresión “si llega Timoteo ahí” (εάν δ ελ 3η .), de suyo podría indicar duda en el Apóstol de si Timoteo llegaría o no a Corinto, parece más bien que la duda afectaba a que no sabía cuándo llegaría, incluso si habría llegado ya, pues de que iría por allí lo da por supuesto en 4:17. Podríamos, pues, traducir: “cuando llegue Timoteo ahí.” Tampoco es clara la frase “le espero con los hermanos” (v.11). Ese término “hermanos” puede unirse al complemento, es decir, Pablo espera a Timoteo y a otros cristianos de Efeso que habrían ido a Corinto y debían volver con él; o puede unirse al sujeto, y sería Pablo con los “hermanos” quienes esperan a Timoteo. En este último caso, esos “hermanos” serían o los fieles de Efeso en general o los “hermanos” mencionados en el v.12, que probablemente no son otros sino Estéfanas y sus dos compañeros, delegados de la iglesia de Corinto, a la sazón en Efeso (cf. v.17).
Lo que el Apóstol dice de Apolo (v.12) es prueba clara de la confianza que tenía en él. No teme que aumenten los disturbios con la ida de Apolo a Corinto. Probablemente es por eso, para no dar más auge al partido formado en torno a su nombre (cf. 1:12; 3-5; 4:6), por lo que Apolo no quiere ir entonces.

Exhortaciones y saludo final, 16:13-24.
13 Velad y estad firmes en la fe, obrando varonilmente y mostrándoos fuertes. 14 Que todas vuestras obras sean hechas en caridad. 15 Un ruego voy a haceros, hermanos: Vosotros conocéis la casa de Estéfanas, que es las primicias de Acaya y se ha consagrado al servicio de los santos. 16 Mostraos deferentes con ellos y con todos cuantos como ellos trabajan y se afanan. 17 Me alegré de la llegada de Estéfanas, Fortunato y Acaico, porque han suplido vuestra ausencia. 18 Han traído la tranquilidad a mi espíritu y al vuestro. Quedadles, pues, reconocidos. 19 Os saludan las iglesias de Asia. También os mandan muchos saludos en el Señor Aquila y Frisca, con su iglesia doméstica. 20 Os saludan todos los hermanos. Saludaos mutuamente con el ósculo santo. 21 El saludo de mi mano, de Pablo. 22 Si alguno no ama al Señor, sea anatema. Maran atha. 23 La gracia del Señor Jesús sea con todos vosotros. 24 Mi amor está con todos vosotros en Cristo Jesús.

El Apóstol ha llegado al final de la carta, y su principal encargo a los corintios, a vista de la situación de aquella iglesia, es una ardiente llamada a la vigilancia y a la valentía en la fe, procurando que todo vaya informado por la caridad, sin divisiones ni partidismos (v.13-14). Les pide también que sean agradecidos y deferentes con Estéfanas, Fortunato y Acaico, los tres delegados de Corinto, cuya presencia en Efeso a él le ha consolado tanto, pues veía con-densada espiritualmente en ellos la entera comunidad (v. 15-18). De la casa de Estéfanas, ya nombrada en 1:16, dice que es las “primicias de Acaya,” lo que significa que debió ser la primera familia de Corinto convertida en bloque a la fe. Es probable que Fortunato y Acaico, de los que no conocemos más que el nombre, fueran también de esa misma familia.
Vienen luego (v.19) los saludos de parte de las “iglesias de Asia,” es decir, las comunidades cristianas de la provincia romana de Asia que habían ido surgiendo durante la prolongada estancia de Pablo en Efeso, la capital (cf. Hec 19:10). Igualmente los saludos de Aquila y Frisca, bien conocidos en Corinto, en cuya casa se había hospedado Pablo cuando llegó por primera vez a esa ciudad (cf. Hec 18:2-3). Por fin (v.20), los saludos de “todos los hermanos” de Efeso y la invitación a que ellos mismos se saluden mutuamente “con el ósculo santo.” 195
Lo que sigue (v.21-24) es el propio saludo autógrafo de Pablo, que era como la firma o señal de autenticidad de sus cartas (cf. Gal 6:11; 2Te 3:17). En él suele expresar algún pensamiento que sea como resumen o quintaesencia de toda la carta; en este caso, la caridad. La expresión Maran atha es una frase aramea, que significa “nuestro Señor viene,” y que seguramente había pasado sin traducir de la comunidad de Palestina al uso litúrgico de las otras iglesias, igual que las palabras “amén” y “aleluya.” Algunos autores modernos prefieren leer Maraña that en imperativo, cuya traducción sería: “¡Señor nuestro, ven!” No es fácil decidir cuál de las dos lecciones debe preferirse. Ambas ofrecen buen sentido. De preferir la primera, sería un recordar la parusía o venida del Señor, como diciendo que El ratificará ese “anatema” o maldición (cf. 12:3) y que no escaparemos del juicio; si elegimos la segunda, sería una invocación al Señor, manifestándole nuestras ansias de que venga pronto (cf. Rev 22:20). Pablo termina deseando a todos “la gracia del Señor,” es decir, su benevolencia y los bienes que esa benevolencia trae consigo (cf. Rom 16:20; 2Co 13:13; Gal 6:18); al mismo tiempo les asegura del amor que a todos, amigos y enemigos, les tiene en Cristo.

162 La expresión “no tocar mujer” se refiere normalmente al uso del matrimonio (cf. Gen 20:6); pero aquí San Pablo parece que la toma en sentido más general, aplicándola no sólo bajo ese aspecto (v.3-s), sino también al hecho ya de contraer matrimonio (v.2). Al decir que es “bueno” no tocar mujer, no habla en sentido utilitario, de evitación de molestias, sino en sentido moral (cf. Rom 14:21), y con fuerza más bien de comparativo (= mejor;cf. Mar 14:21), como se deduce de todo el contexto (cf. v.8.26). – 163 Sobre cuál sea el fin principal del matrimonio, y discusiones habidas a propósito de la Encíclica Humanae vitae (1968), cf. A. Peinador, La encíclica “Humanae vitae” sobre la honesta propagación de la vida dentro del matrimonio: Salmant. 16 (1969) 3-66. – 164 Está claro que no se trata de santidad interior del alma, sino de cierta santidad extrínseca o legal, que deriva de la relación o contacto con las cosas santas, por el hecho de su unión a un miembro del pueblo “santo,” el cónyuge infiel queda vinculado en cierto modo al verdadero Dios y a su Iglesia. Esta concepción de la “santidad” es frecuente en el Antiguo Testamento; y los mismos corintios la admitían, como se lo hace notar San Pablo (v.14), en el hecho de que no consideraban a sus hijos, todavía no bautizados y nacidos muchos sin duda antes que ellos se hubiesen convertido, como algo “inmundo” que contaminase con su contacto, sino viceversa, como algo que formaba ya parte en cierto sentido de la comunidad :nstiana o de los “santos” (cf. 1:2; 6:1; 16:1). Es probable, además, que el Apóstol, al afirmar que el cónyuge fiel “santifica” al infiel, incluya en ese “santifica” no sólo la santidad extrínseca 0 legal, sino también cierta esperanza de santidad interior, como parece deducirse de lo que, aludiendo a la segunda hipótesis, dice en el v.16. – 165 Hay autores que dan a la frase “aprovéchate más bien” (μάλλον χρήσοα ) un sentido totalmente diferente, y traducen: “pero si también puedes hacerte libre, aprovéchate de esa posibilidad.” Se trataría, pues, de una excepción a la regla enunciada en los v. 17.20.24. Sin embargo, aparte de que la construcción εϊ και tiene siempre sentido concesivo, el contexto parece exigir claramente la otra interpretación, que es, además, la tradicional en los Padres y exegetas. Es cierto que San Pablo admite de buen grado la emancipación de los esclavos, como-vemos por la carta a Filemón; y es cierto también que la doctrina cristiana lleva en su misma esencia la abolición de la esclavitud. Sin embargo, respecto de esa grave cuestión social era necesario proceder con suma prudencia, y San Pablo aquí se contenta con insistir en una verdad fundamental, y es que Jesucristo nos redimió a todos, siervos y libres, sin hacer ninguna distinción; ni tienen importancia alguna, en orden a conseguir la salud, esas condiciones externas. La abolición de la esclavitud, si es que el mundo se hacía cristiano, ya vendría por su peso, sin revoluciones ni cataclismos. – 166 La primera de esas expresiones, “instante necesidad” (v.26), la explican algunos en sentido escatológico, con referencia a las tribulaciones y angustias que tendrán lugar en la paru-sía (cf. 2Te 2:3; Mat 24:22). De hecho el Apóstol, en los V.29-31, apela a esta motivación de lo transitorio del mundo. Sin embargo, sin negar cierta probabilidad a esa interpretación, parece más en consonancia con todo el contexto tomarla en el mismo sentido que “tribulación de la carne” y “preocupación por las cosas del mundo,” de que habla luego. – 167 Actualmente hay bastantes autores que dan otra interpretación a todo este pasaje (v-36-38). La nueva orientación comenzó hace ya años, cuando críticos alemanes, como Ju-licher, Bousset y Lietzmann, trataron de explicar esta perícopa en función de la costumbre de las “virgines subintroductae,” contra cuya práctica hablan frecuentemente algunos Santos Padres (cf. F. Vizmanos, Las vírgenes cristianas de la Iglesia primitiva [Madrid 1949] p.Qi. 116.146.464). Era una costumbre en virtud de la cual algunas vírgenes cristianas se acogían a la protección de algún varón de confianza, sacerdote o laico, viviendo juntamente como hermanos. Una especie de matrimonio espiritual. El principal defensor de la aplicación de esta idea al texto de San Pablo ha sido H. Achelis, en su obra Virgines subintroductae (Leip-‘ zig 1902). Hoy, matizándola un poco cada uno a su manera, defienden esta opinión Héring, Küm-mel, Kruse, Leal, González Ruiz y otros. En el texto paulino no se trataría del padre respecto de su hija, sino de hombre y mujer que mutuamente se habían comprometido más o menos al celibato. Creemos, sin embargo, que para llegar a esta interpretación hay que violentar mucho el texto bíblico, particularmente las palabras Οπέρακμοβ (= sobre la flor de la edad, v.36), a la que se da el sentido de “excesivamente ardiente” o “en la cumbre del enamoramiento,” y γαμίζω (= casar o dar en matrimonio, ν .βδ ) que tienen que traducir por “se casa.” Además, no hay el menor indicio de que existiera tal práctica en Corinto, ni parece concebible que los autores antiguos, mucho más cerca de los hechos que nosotros, no aludieran nunca a esto al comentar este texto paulino. Las primeras alusiones a las virgines subintroductae no aparecen hasta el siglo nr. – 168 Esta conclusión no la pone San Pablo explícitamente, pero es transparente. Por lo que se refiere a las expresiones “no hay más que un Dios, el Padre” y “un solo Señor, Jesucristo (y.6), no quiere decir el Apóstol que Jesucristo no sea “Dios” o que el Padre no sea “Señor,” sino que, como es habitual en la tradición evangélica, reserva para el Padre, de quien todo procede (cf. Rom 11:36), el nombre de Dios, y para Jesucristo, a quien el Padre concede el dominio sobre todas las cosas (cf. 15:24-25; Flp 2:9-11; Mat 28:28), el de Señor” (cf. 12:3-6; Rom 10:9; Rom 15:6; Efe 4:5-6; Hec 2:36). No es claro que entienda el Apóstol por dioses “en el cielo” y dioses “en la tierra” (v.s). Probablemente, bajo la primera expresión incluye los astros, a los que muchos pueblos daban culto, y los dioses del Olimpo, como Júpiter, Marte, Venus, etc.; bajo la segunda es probable que aluda a los hombres divinizados, como solía hacerse con los emperadores romanos y con muchos monarcas helenísticos. El título de “Señor” (κύριοβ ) era usual para designar a los monarcas en Oriente, y, a partir de Augusto, también para los emperadores romanos (cf. Hec 25:26), valiendo prácticamente en muchas ocasiones como epíteto divino. – 169 Ha habido autores, particularmente entre los acatólicos, que en esta descripción que San Pablo hace aquí de la γνώσιβ le suponen influenciado por el ambiente cultural helenístico de entonces, dando al término γνώσιβ no el significado simplemente de conocimiento intelectual o especulativo, como en la lengua griega clásica, sino el de contemplación, experiencia, con sentido místico-religioso, cuyo máximo exponente hallamos en las “religiones de losjnis-terios” y en los diversos sistemas gnósticos, donde el “conocimiento-contemplación (γνώσιβ ) de Dios” era la principal aspiración de los iniciados. De esa γνώσις sería de la que se gloriaban los corintios y en la que fundaban su libertad para no tener reparo en comer toda clase de carnes. Sin embargo, no hay razones para suponer este influjo del ambiente cultural helenístico en San Pablo por lo que respecta a la idea de γνώσι . Si él quiere una yvcoais. práctica y no meramente especulativa, ello se halla ya muy en armonía con el modo de pensar de los judíos, para quienes “conocer a Dios,” más que un conocimiento especulativo, implicaba una actitud religiosa de adhesión a su Ley. Es el sentido que encontramos en algunos pasajes de las cartas de San Pablo (cf. Flp 3:8). Por lo demás, no consta que esa corriente místico-religiosa, dando a la palabra yvcoais un valor de conocimiento contemplativo y experimental, se extendiese por el mundo helenístico antes del siglo II (cf. J. Dupont, Gnosis. La con-naissance religieuse dans les épüres de S. Paul, París 1949)’ – 170 Ciertamente, el término “mujer” (γυνή ) puede tener ambos sentidos (cf. 7.33-34)” y únicamente el contexto ha de ser el que lo aclare. Pues bien, nada en el contexto nos induce a suponer que todos los aludidos: apóstoles, hermanos del Señor y Cefas, estuviesen casados, aunque es lógico que algunos lo estuviesen; en cuyo caso, es lógico también que esa “mujer hermana” no fuera otra que la esposa. Pero ¿y los otros? Lo que parece más probable, en este contexto, es que se está apuntando a una “mujer hermana” que les sirva, como en el caso de Cristo (cf. Lev 8:2-3), sea o no “esposa,” cosa que aquí no se considera. Pablo renuncia a ese derecho, y él mismo cuidará de procurarse lo necesario para el sustento, con lo que, ni por razón de su persona ni por razón de las personas que lleva consigo, se convertirá en una carga para la comunidad (cf. v.1a). Lo de “mujer hermana” alude claramente a que se trata de mujer cristiana. – 171 Cf. G. Didier, Désintéressement du Chrétien: la retribution dans la morale de S. Paul: Rech. Scien. Relig. (1955) 228-251. – 172 En el v.22, la Vulgata, con algunos códices griegos, tiene: “para salvarlos α todos.” Es críticamente preferible la lección que damos en el texto, a la que se inclinan hoy prácticamente todos los autores. Ni con ello surge dificultad alguna contra la tesis de la voluntad salvífica universal de Dios (cf. 1Ti 2:4), aspecto que aquí no se considera (cf. v.1q). El Apóstol se refiere simplemente a los sacrificios y renuncias que ha hecho y quiere seguir haciendo, a fin de no poner trabas a la difusión del Evangelio y salvar cuantos más hombres pueda, al menos algunos, pues a todos bien sabe que no podrá llegar, y ni siquiera aquellos a los que llegue aceptarán todos su evangelio. – 173 San Pablo los designa con la expresión “nuestros padres” (v.1), en conformidad con la idea, para él tan querida, de que los verdaderos hijos de Abraham y herederos de las promesas somos los cristianos (cf. Rom 4:11; Rom 9:7; Gal 3:7; Gal 6:16). – 174 Cf. J. Daniélou, Traversée de la Mér Rouge et Baptéme aux premiers siécles: Rech. Se. Relg. 33 (1946) 402SS. – 175 La segunda parte del v.4: “pues bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo,” constituye una especie de paréntesis, con que el Apóstol trata de hacer resaltar que es de Cristo de donde proceden todas las gracias (cf. Rom 5:17; 1Co 1:13; Gal 2:16; Efe 1:5-10; Col 1:20); de ahí que incluso en la roca del desierto, de la que por virtud divina brotan aguas para los israelitas, ve prefigurado a Cristo. La ilación era tanto más sencilla cuanto que ya los doctores judíos, apoyados en la Biblia (cf. Exo 17:6), tendían a identificar esa roca con Yahvé, llamado con frecuencia “roca” o defensa de Israel (cf. Deu 32:4; Sal 18:3; Sal 95:1; Isa 44:8), y San Pablo no tiene sino atribuir a Cristo las prerrogativas de Yahvé, cosa que hace con frecuencia (cf. Rom 9:33; Rom 10:13; Efe 4:8). Según una leyenda rabínica, esa roca de la que Moisés hizo brotar las aguas acompañó a los israelitas en su peregrinación por el desierto, yendo detrás de ellos y suministrándoles el agua necesaria. Parece que San Pablo se valió de esta leyenda para expresar una realidad superior espiritual, la de presentar a Cristo en su preexistencia divina manifestando ya su poder salutífero en la marcha de los israelitas por el desierto, acompañándoles con su protección. – 176 En lugar de “veintitrés mil” (v.8), el libro de los Números tiene “veinticuatro mil” (Num 25:1-9). Es probable que se trate de error de algún copista de códices, que, en vez de la abreviatura τρσ (= τέσσαρεβ ), leyó τρεΐβ . Pero es simple conjetura. – 177 Referente a este ν . 16 queremos hacer algunas observaciones de detalle. La denominación “cáliz de bendición,” para designar el cáliz eucarístico (cf. 11:25; Mat 26:27; Mar 14:23; Luc 22:20), es posible que se deba simplemente a las preces que acompañan la consagración, aunque en ese caso no se ve qué diferencia haya de ponerse con la frase siguiente: “que bendecimos.” Más probable parece que se denomine así por referencia a la “bendición” histórica que sobre él pronunció el Señor en la última cena, y que nos mandó repetir (cf. 11:24). Incluso es posible que este nombre sea indicio de que Jesús en la última cena consagró precisamente la copa de vino denominada por los judíos “el cáliz de bendición,” tercera de la cena pascual judía, sobre la que el padre de familia pronunciaba oraciones especiales. El añadido “que bendecimos,” en paralelismo con “que partimos,” aludiría a las palabras de la consagración, sin excluir otras anteriores y posteriores a las de la estricta consagración. Cuando el Apóstol habla después del “cáliz de los demonios” (v.21), en contraposición con el cáliz del Señor, se refiere a la copa en que los sacerdotes gentiles hacían las libaciones en honor de los ídolos. La expresión “que partimos” alude al rito concreto de la fracción del pan eucarístico. El uso del plural “bendecimos-partimos” está como dando a entender que el que preside habla en nombre de la comunidad. En cuanto a la palabra “comunión” (κοινωνία ), no se trata de simple vinculación moral a Cristo, sino de un entrar físicamente en comunión con el cuerpo y la sangre de Cristo. El hecho de que San Pablo mencione expresamente y por separado el “cuerpo” y la “sangre de Cristo hace pensar necesariamente, no sólo en Cristo, sino en su sacrificio. Jesús volvía a hacerse presente en la hora solemne en que había entregado su cuerpo y derramado su sangre por la salvación de los hombres. La comida era, por tanto, una comida sacrificial; cosa que, además, lo está exigiendo el paralelismo con los sacrificios judíos y paganos. Y aún podemos añadir que se trataba de una doctrina por todos conocida, y que da por supuesta, como se deduce de la forma en que la presenta con esas interrogaciones. – 178 Damos a este versículo la interpretación hoy más corrientemente admitida, y que juzgamos más probable. En la antigüedad, con doctores tan eximios como San Agustín y Santo Tomás, fue corriente otra interpretación. Consideraban los términos “pan” (v.17: primer inciso) y “cuerpo” como dos sustantivos continuados, que formaban el predicado de un mismo sujeto y daban al texto paulino el siguiente sentido: Somos un solo pan (místico), un solo cuerpo (místico) los que considerados individualmente somos muchos; y la razón es porque todos participamos del pan eucarístico, que es Cristo. Sustancialmente es la misma idea que en la interpretación moderna; pero, mientras que los modernos conservan para el término “pan,” las dos veces, el sentido de “pan” eucarístico (Cristo), igual que en el v.16, los antiguos tomaban una vez el término “pan” como equivalente de “cuerpo” (místico), con alusión al conjunto de los fieles. Aplicaban aquí la imagen de muchos granos formando un pan, imagen que en la interpretación moderna no tiene aplicación. Sobre esta frecuente recomendación de Pablo, cf. D. M. Stanley, Become Imitation of me: The Pauline Conception of Apostolic Tradition: Bibl. 40 11959) 859-877. – 179 Nada decimos del v.1, pues éste, aunque agregado a este capítulo, pertenece más bien al anterior. Así resume Pablo todas las exhortaciones que ha venido haciendo a los corintios. Es la misma idea que repite también en otros lugares (cf. 4:16; Flp 3:17; 2Te 3:7). – 180 Cf. J. A. Fitzmyer, A Feature of Qumran Angelology and the Angels in 1 Cor. ι2Te 1:1ο : New Test. Stud. 4 (1957-58) 48-59. – 181 Es claro que esta disposición paulina, meramente disciplinar, puede cambiar con las circunstancias. No obstante la igualdad fundamental de los dos sexos, el Apóstol insiste en la diversidad de funciones entre el hombre y la mujer y en la subordinación de ésta al hombre en ese terreno. Es esa subordinación la que va simbolizada en el velo que deben llevar las mujeres en las asambleas litúrgicas. – 182 Sobre el sentido de la palabra “anatema,” cf. Rom 9:3. Denuncia así el peligro fundamental a que está expuesto el uso de los carismas, perdiendo el dominio de sí mismo, como a veces los paganos en sus trances extáticos, llegando incluso a proferir blasfemias. En el cristianismo el hombre no es un alienado, entregado a poderes invisibles, sino que sigue siendo dueño de sí mismo. – 183 Cf. C. Spicq, L’ágape de 1 Cor. XIII: Eph. Theol. Lov. (1955) 3S7-7O. – 184 Los rabinos, con quienes Pablo se había educado (cf. Hec 22:3), decían que las lenguas de los hombres eran 70, porque otras tantas eran las naciones del mundo (cf. Gen 10:1-32). El ángel Gabriel conocía todas esas lenguas y las enseñó a José en Egipto, pero los demás ángeles sólo conocen el hebreo, y por eso transportan ante el trono de Dios solamente las plegarias hechas en hebreo. Sin embargo, no creemos que Pablo, con la expresión “lenguas de ángeles,” este aludiendo a esas vacías elucubraciones rabínicas. – 185 Cf. Cicerón, Tuse. 22:2; Dión Cassio, Hisí. rom. 54:9. – 186 En la sociedad greco-romana era llamado “bárbaro” el que no hablaba griego o latín (cf. Hec 28:2). Pero a veces se usaba ese término en sentido más general, para designar los que hablaban una lengua para nosotros desconocida, fuese cuál fuese. Y así decía Ovidio, desterrado en el Ponto: “barbarus hic ego sum, quia non intelligor ulli” (Trist. 5:10). – 187 Cf. J. Kremer, Das dlteste Zeugnis von der Auferstehung Christi (Stuttgart 1966); B. Klapper, Zur Frage des semitischen oder griechischen Urtextes von I Kor. 15:3-5: New Test. Stud. 13 (1967) 168-173- – 188 Cf. L. Cerfaux, Jesucristo en S. Pablo (Madrid 1963) p.24-31; P. E. Longevin, Jesús Seigneur et l’eschatologie. Exégése de textes prepauliniens (Bruges 1967) p.31-35. – 189 Para estos críticos, la expresión habría nacido, no partiendo de un hecho histórico, sino para señalar simplemente que la estancia de Cristo en el sepulcro fue provisional y pasajera, sin dar lugar a la descomposición, dado que para la mentalidad semita ésta comenzaba a partir del tercer día,” como muy bien deja entender el texto de Jua 11:39 : “ya hiede, pues lleva cuatro días.” No creemos que haya base, dado como se presenta la expresión en el conjunto de los textos neotestamentarios, para buscar por ahí el origen de la expresión. (Cf. J. Dupont, Ressuscité “íe troisiéme jour”;) Bibl. 40, (1959) 742-761). – 190 La del Salmo no (v.25) no ofrece dificultad especial, pues es un salmo directamente mesiánico; en cambio, por lo que toca a la del salmo 8, debemos notar que las palabras del salmo se refieren en su sentido literal al hombre en general, creado a imagen de Dios y a cuyo – 191 Cf. Tert. , Contra Marc. 5:10; San Epifanio, Adv. Haer. i ,28; San Juan Crisóstomo, Hom. 40 – 192 Hace algunos años, el P. B. M. Foschini (Those who are baptisel for tbe Dtad 1 Cor. 15:29, Worcester 1951) propuso una interpretación que cortaría de raíz toda dificultad. Basta simplemente con cambiar la puntuación, dividiendo en dos la frase “bautizarse por les muertos.” Lee así: “Si fuese de otro modo, ¿qué sacarán los que se bautizan? ¿[Se bautizan] por los muertos? Si en ninguna manera resucitan los muertos, ¿por qué se bautizan? ¿[Se bautizan] por ellos?” No se trataría, pues, de bautismo alguno por los muertos, sino de que, si no hubiera resurrección de muertos, ¿a qué bautizarse? ¿Para unirnos luego a los muertos? ¡Bonito negocio el de los cristianos! Es la misma idea del v.19 y luego el v.32. Desde luego, la explicación es seductora. Sin embargo, resulta un poco extraño que, si ésa hubiera sido la lectura primitiva, no hallemos vestigios de ello en los antiguos expositores. Además, ¿es lícito dar a la preposición “por” (υπέρ ) ese sentido de movimiento hacia una cosa (= εϊβ ), que pide la nueva interpretación? Creemos que no. – 193 La Vulgata latina (v.49) y no pocos códices griegos, en vez de “llevaremos” (φορέσομεν ), leen “llevemos” (φορέσωμεν ) en subjuntivo. No es fácil demostrar cuál de las dos lecturas debe preferirse, y los críticos andan divididos. En caso de “llevaremos,” en futuro, San Pablo no hace sino anunciar a los cristianos su futura condición gloriosa en la resurrección; en caso de “llevemos,” en subjuntivo, no sólo les anuncia esa condición gloriosa, sino que les dice que es necesario ganarla, procurando conformarnos más y más cada día a la imagen de Cristo, que ya llevamos desde el bautismo (cf. Rom 6:3-11), pero que sólo será perfecta después de la resurrección (cf. Rom 8:23; Flp 3:21). – 194 Es de advertir que, en lugar de “no todos dormiremos, pero todos seremos transformados” (v.51), la Vulgata latina y algunos otros códices tienen: “todos resucitaremos, pero no todos seremos transformados,” trasladando la negación del primer inciso al segundo. El sentido cambia totalmente, pues se aludiría a la resurrección universal de buenos y malos y a que habrá reprobos además de los elegidos. En sustancia, esta lección de la Vulgata coincide con la de otra serie de códices (S G F G), que leen: “todos moriremos, pero no todos seremos transformados.” Sin embargo, actualmente la totalidad de las ediciones críticas se inclinan por la lección que hemos dado en el texto. Es la que tiene la gran mayoría de los códices antiguos y la que se halla en todos los Padres griegos. Además, es la que pide el contexto; pues las otras lecciones introducen la idea de resurrección de buenos y malos, mientras que San Pablo ha venido hablando sólo de la resurrección de los justos. Como ya hemos dicho, entre estas dos últimas lecciones existe poca diferencia de fondo, pues ambas señalan: de una parte, muerte -resurrección universal; y de otra, no transformación para todos. La única diferencia está en que la primera alude directamente a la resurrección de todos (suponiendo la muerte), y la segunda alude directamente a la muerte de todos (suponiendo la resurrección). Probablemente estas lecciones, dando por supuesto que la muerte afecta a todos, surgieron por escrúpulos doctrinales, para no dar lugar a que nadie creyese que también los pecadores serán “transformados” en gloria. – 195 Esta frase: “saludaos con el ósculo santo,” la encontramos también en otros lugares (cf. Rom 16:16; 2Co 13:12; 1Te 5:26; 1Te 5:11Pe 5:14). Es señal de la paz y unión por la caridad. La costumbre del beso como saludo era corriente entre los judíos (cf. Mat 26:48; Lev 7:45), de donde pasó a las comunidades cristianas y luego a la liturgia. El adjetivo “santo” da elevación sobrenatural al saludo, cual la deben tener todos los actos del cristiano.

Fuente: Biblia Comentada

ofrenda. Una ayuda que se recolectó para ayudar a creyentes necesitados en la ciudad de Jerusalén que tenía exceso de población y estaba acosada por el hambre (v. 1Co 16:3; vea Hch 11:28). Pablo había solicitado antes fondos de las iglesias de Galacia, Macedonia y Acaya (Rom 15:26; cp. Luc 10:25-37; 2Co 8:1-5; 2Co 9:12-15; Gál 6:10; 1Jn 3:17).

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

16:1 — En cuanto a – Pablo usa varias veces esta expresión en su carta para introducir un tema diferente y nuevo. Véanse 7:1; 8:1, 12:1; 16:12, comentarios. La colecta “para los pobres que hay entre los santos que están en Jerusalén” (Rom 15:26) es el último tema principal que Pablo trata en esta carta a los corintios.
— la ofrenda para los santos – Muchas versiones buenas dicen, “colecta”.
Esta misma ocasión aquí tratada por Pablo se trata también en 2 Cor. capítulo 8 y 9; Rom 15:25-27; Hch 24:17. No debe confundirse con otro evento semejante que sucedió muchos años antes, y que está narrado en Hch 11:27-30. No sabemos la causa de la pobreza de esos santos en Jerusalén.
Según 2Co 9:12-14, esta colecta logró varios fines diferentes; a saber: (a) satisfizo la necesidad de los santos pobres (9:12); (b) provocó muchas acciones de gracias de parte de los hermanos judíos en Jerusalén (9:12); (c) los hermanos judíos quedaron convencidos de que los gentiles que proporcionaron la colecta eran cristianos genuinos (9:13); y (d) contribuyó al mejoramiento de relaciones entre los hermanos judíos y gentiles (9:14).
En todo pasaje bíblico, referente a la benevolencia de parte de iglesias de Cristo, el objeto de la referida colecta siempre es el santo; es decir, el cristiano. ¡No hay excepción! Como el bautismo es para perdón de los pecados (Hch 2:38), la colecta usada en la benevolencia siempre es para el santo (1Co 16:1, etcétera). Como el bautismo no es para otra cosa, tampoco es la colecta usada en benevolencia para el no santo. Usar del dinero de la colecta de cada domingo para hacer benevolencia a no santos es malversar los fondos de la iglesia, disponiendo ilícitamente de ellos.
Como la Cena del Señor es “comunión” (1Co 10:16, en el texto griego, koinoia), también es “comunión” la colecta usada en benevolencia (2Co 9:13, nuestra versión dice “contribución”, pero el texto griego dice, koinoia. Lacueva dice, “comunión”). Como la Cena del Señor es para los santos, también la ofrenda o colecta, usada en benevolencia, es para los santos. Como no se ofrece la Cena al no santo, tampoco debe ofrecerse la colecta al no santo. ¿Por qué? Porque las dos cosas son “comunión”, y ¡no hay comunión entre el santo y el no santo!
Los hermanos liberales se han valido de dos pasajes para tratar de justificar el uso de la tesorería de la iglesia local para hacer benevolencia al no santo. Notemos estos dos pasajes:
Hch 24:17. “El pasaje dice ‘nación’, palabra que incluye a los no santos”, nos dicen. Tal argumento ignora el contexto y lo fuerza. Pablo estuvo haciendo su defensa delante de un incrédulo, el gobernador romano, Félix. Por eso habló en términos generales, diciendo que vino “a hacer limosnas a mi nación”; es decir, a judíos. Ahora, escribiendo a cristianos en particular, Pablo es más explícito, al decir, “Mas ahora voy a Jerusalén para ministrar a los santos. Porque Macedonia y Acaya tuvieron a bien hacer una ofrenda para los pobres que hay entre los santos que están en Jerusalén” (Rom 15:25-26). ¿Qué puede ser más claro?
El otro pasaje es 2Co 9:13, “vuestra contribución para ellos y para todos”. Los liberales afirman que “ellos” son los santos y que “todos” son los no santos. Tal argumento no solamente ignora la declaración explícita de Pablo en los ver. 1 y 12, sino el contexto también. Pablo, en contexto, está hablando acerca de esa colecta en particular para los santos en Jerusalén (“ellos”), y acerca de otras colectas en ocasiones semejantes (“todos”), porque el versículo siguiente habla de cómo estos recipientes de la benevolencia oraban a Dios por los hermanos corintios, cosa que hacen los santos por otros santos. ¿Afirmarán los hermanos liberales que este versículo se refiere a oraciones de no santos por santos? Pablo no iba a mandar a las iglesias a recoger fondos para los santos, y luego a felicitarlas por haberlos gastado en no santos.

Durante la década de los cincuenta, cuando surgió mucha controversia en la hermandad sobre la ola de proyectos de patrocinio de obras de benevolencia comenzados principalmente después de la Segunda Guerra Mundial (1945), los hermanos que combatían tales proyectos de centralización a veces empleaban la palabra “emergencia” para distinguir entre los casos de benevolencia narrados en las Escrituras y los proyectos de supuesta necesidad que los hermanos liberales ideaban. Ahora los liberales se valen mucho de la palabra “emergencia” para confundir la cuestión, alegando que el caso bajo consideración en este pasaje 1Co 16:1) no trataba de alguna emergencia, pues pasó todo un año antes de que llegara el dinero a los necesitados en Jerusalén. (“Si hubiera sido caso de emergencia, los pobres habrían muerto antes de recibir la ayuda,” dicen ellos).
El término “emergencia “ era usado para indicar un caso real de necesidad (o causado por calamidades naturales, Hch 11:28, o por persecución, Stg 2:6, o por otras condiciones negativas), y para distinguir tales casos bíblicos de los proyectos concebidos por iglesias grandes y ricas que entonces solicitaban dinero de otras muchas iglesias, entre ellas muchas pequeñas y de pocos recursos, proyectos como si fueran de toda la hermandad y en que se beneficiaran personas no cristianas (no santas).
En los casos bíblicos de benevolencia de parte de una iglesia de Cristo, o de varias, a beneficio de santos necesitados en otros lugares (Hch 11:27-30 y Rom 15:26), una sola ofrenda bastaba para aliviar la necesidad (“emergencia”), pero en el caso de los proyectos patrocinados a nivel de toda la hermandad, más y más dinero se pide y se va gastando y el proyecto continúa indefinidamente. ¡No hay justificación alguna para la llamada “Iglesia Patrocinadora”!

Este pasaje, 1Co 16:1-2, no es usado para probar otros usos correctos de la tesorería de la iglesia local. Ella tiene otras obras aparte de la benevolencia que requieren fondos. Pero este pasaje es usado para mostrar ¡el plan que Dios ha dado a las iglesias locales para recoger fondos para sus obras! Estas instrucciones no eran solamente para la iglesia en Corinto (4:17; 11:16; 14:33; 2Ti 1:13, el patrón, modelo, o dechado).
— haced vosotros también – (En el texto griego esta frase sigue a la siguiente, en lugar de precederla). Los corintios habían de hacer de igual manera como Pablo había ordenado en las iglesias de Galacia.
Vemos que había uniformidad de prácticas en las iglesias del Nuevo Testamento. Lo que una hacía, lo hacían las demás. Si los corintios tenían que actuar según las iglesias de Galacia, las iglesias de Cristo de hoy en día tienen que actuar según la iglesia en Corinto, siglo primero. Véanse 4:17; 11:16; 7:17; 14:33, comentarios.
Compárense Rom 15:26; 2Co 9:2. El ejemplo de una iglesia servía de ánimo para otras iglesias, pues la práctica ha de ser uniforme. ¡El ejemplo es poderoso!
— de la manera que ordené en las iglesias de Galacia – El asunto tratado en este pasaje es uno de orden apostólica. Pablo emplea el vocablo griego, diatasso, que significa “ordenar, determinar, o mandar”. En nuestra versión, este vocablo se traduce “mandar” en estos pasajes: Luc 8:55; Luc 17:9; Hch 18:2; Hch 24:23; Tit 1:5. Aparece en estos otros pasajes: 7:17; 9:14; 11:34; Mat 11:1; Hch 7:44; Hch 23:31; Hch 20:13; Gál 3:19.
Véase 7:17, comentarios.
Es preciso notar que en este pasaje Pablo está mandando que todas las iglesias sigan cierto plan de recoger fondos para la obra de la iglesia local. ¡No es cuestión de opción!
No sabemos cuándo tal mandamiento fue dado por Pablo a los gálatas. Gál 2:10 alude a la prontitud con que él siempre procuraba con celo recordar a los pobres.

Fuente: Notas Reeves-Partain

PROYECTOS PRÁCTICOS

1 Corintios 16:1-12

Por lo que se refiere a la colecta para el pueblo de Cristo, seguid vosotros también las instrucciones que les he dado a las iglesias de Galacia. Todos los domingos, que cada uno de vosotros aparte y ahorre lo que le permita su economía, para que no haya necesidad de hacer colectas cuando yo llegue.
Después de llegar, mandaré al que vosotros designéis para llevar vuestros dones a Jerusalén con una carta mía. Si es conveniente que yo vaya también, viajarán conmigo. Ya os visitaré después de pasar por Macedonia. Es posible que me quede con vosotros, y hasta que pase el invierno en vuestra compañía para que me dirijáis adonde haya de ir. No quiero veros ahora de pasada, porque espero quedarme algún tiempo con vosotros si el Señor lo permite. Me quedaré en Éfeso hasta Pentecostés porque se me ha abierto una puerta grande y efectiva, aunque son muchos los que están en contra.
Si llega Timoteo por ahí, aseguraros que puede quedarse con vosotros sin pegas. Él está dedicado a la obra del Señor lo mismo que yo, así que no le tratéis de cualquier manera. Ayudadle para que pueda venir adonde yo estoy con vuestra bendición de paz, pues tanto los hemiaanos como yo mismo estamos esperándole ansiosamente.
En cuanto al hermano Apolos, yo le he animado todo lo que he podido para que fuera a visitaros con los hermanos, pero él no parecía dispuesto a ir por ahora, aunque irá cuando tenga oportunidad.

Es típico del apóstol Pablo el cambio de tono tan abrupto que hay entre los capítulos 15 y 16. El capítulo 15 ha discurrido en las esferas más altas del pensamiento y la teología, y hablando de la vida del mundo venidero. El capítulo 16 trata de las cosas más prácticas de la manera más natural, y se ocupa de la vida cotidiana de este mundo y de la administración de la iglesia. No hay alturas de pensamiento demasiado elevadas para que Pablo intente alcanzarlas, ni detalles prácticos de administración demasiado insignificantes para que les dedique su atención. Estaba muy lejos de ser uno de esos visionarios que se sienten como en su propia casa en los reinos de la especulación teológica pero perdidos en los asuntos prácticos. Puede que hubiera veces que tenía la cabeza en las nubes, pero siempre tenía los pies bien plantados en la tierra.

Empieza por la colecta para los hermanos pobres de Jerusalén. Esa era una empresa que le era muy querida (cp. Gal 2:10 ; 2 Corintios 8 y 9; Rm 15:25 ; Hch 24:17 ). Había un cierto sentimiento fraternal en el mundo antiguo. En el mundo griego había asociaciones que se llamaban éranoi. Si una persona estaba pasando una mala racha o tenía una necesidad repentina, sus amigos se lo montarían para ofrecerle un préstamo libre de impuestos que le sacara de apuros. En la sinagoga había responsables encargados de recoger entre los que tenían para repartirlo entre los que no tenían. Era corriente que los judíos que se habían establecido en otras ciudades y habían tenido éxito en sus empresas mandaran a Jerusalén sus aportaciones para el templo y para los pobres. Pablo no quería que la Iglesia Cristiana fuera menos que las comunidades judía y gentil en materia de generosidad.

Para él, esta colecta para los pobres de Jerusalén quería decir todavía más que eso. (i) Era una manera de demostrar la unidad de la Iglesia. Era una manera de enseñar a los cristianos desperdigados que no eran sólo miembros de una iglesita local, sino de la Iglesia en su totalidad, cada una de cuyas partes tenía obligaciones con las demás. Un. enfoque estrechamente congregacionalista estaba muy lejos del concepto paulino de la Iglesia. (ii) Era una manera práctica de poner en acción la enseñanza del Evangelio. Al organizar esta colecta, Pablo estaba ofreciéndoles a los creyentes una oportunidad para trasladar a la acción la enseñanza cristiana acerca del amor.
Se ha hecho notar que, en diferentes cartas y sermones, Pablo usa no menos de nueve palabras distintas para describir esta colecta.
(i) Aquí la llama loguía, que quiere decir una colecta especial. Una loguía era lo contrario de un impuesto que se tuviera que pagar; era una donación extra. Un cristiano no cumple sus posibilidades limitándose a satisfacer legalmente el mínimo que se le exige. La pregunta de Jesús era: «¿Qué estás haciendo más que los demás?» (Mt 5:47 ).

(ii) A veces la llama una járis (1Co 16:3 ; 2Co 8:4 ). Como ya se ha visto, la característica de jaris es que des cribe un regalo que se da generosamente a alguien que no lo merece. Lo más encantador es que no es nada que se le saque a nadie, por mucho que sea, sino algo que se da de corazón, por muy poco que sea. Fijémonos en que Pablo no establece una cantidad fija que deba dar cada uno de los cristianos corintios, sino les dice que deben dar como permita su prosperidad. Es el corazón de cada uno el que debe decirle cuánto ha de dar.

(iii) Algunas veces usa la palabra koinónía (2Co 8:4 ; 2Co 9:13 ; Rm 15:6 ). Koinónía quiere decir solidaridad, y la esencia de la solidaridad está en compartir. La comunión cristiana se basa en el espíritu que no puede arrebujarse lo que tiene, sino que considera todo lo que posee como susceptible de ser compartido con otros. Su pregunta prioritaria no es «¿Con qué puedo quedarme?», sino «¿Qué puedo dar?»

(iv) A veces usa la palabra diakonía (2Co 8:4 ; 2Co 9:1; 2Co 9:12-13 ). Diakonía quiere decir servicio práctico cristiano. Es una palabra que transcribimos más que traducimos a veces, lo mismo que otra de la misma raíz, diákonos, diácono. Puede que las limitaciones de la vida le impidan a uno a veces ofrecer el servicio personal que quisiera aportar; pero nuestro dinero puede llegar adonde no llegamos nosotros.

(v) Una vez usa la palabra hadrótés, cuyo significado es abundancia (2Co 8:20 ). En ese pasaje Pablo habla de los mensajeros de la iglesia que le acompañan para garantizar que no malgaste la abundancia que se le ha confiado. Pablo no habría querido nunca esa abundancia para sí mismo. Estaba contento con lo que pudiera ganar con el trabajo de sus manos y el sudor de su frente. Pero estaba cordialmente contento cuando tenía abundancia para dar. Es un triste comentario sobre la naturaleza humana el que, cuando una persona está pensando en lo que podría hacer si tuviera mucho dinero, casi siempre empieza, y muchas veces también acaba, pensando en lo que se compraría para sí misma, y rara vez en lo que daría a otros.

(vi) A veces usa la palabra euloguía, que en este caso quiere decir liberalidad (2Co 9:5 ). Hay una clase de dar que no tiene nada de liberal. Se da lo que sea como un penoso e inevitable deber, con fastidio y no con deleite. Todo verdadero dar es una liberalidad que estamos inmensamente contentos de poder llevar a cabo.

(vü) A veces usa la palabra leiturguía (2Co 9:12 ). En griego clásico, esta era una palabra con una historia noble. En los días grandes de Atenas había ciudadanos generosos que ofrecían voluntariamente costear de sus propios bolsillos alguna empresa en que estuviera comprometida la ciudad. Podía ser pagar los gastos de la preparación del coro para algún nuevo drama; o de algún equipo atlético que representara a la ciudad en los juegos olímpicos; o podía ser pagar la dotación de un trirreme o barco de guerra cuando la ciudad estuviera en peligro. Una leiturguía era en su origen un servicio que se hacía al estado voluntariamente. El dar cristiano debería asumirse voluntariamente. Debería considerarse un privilegio el que se le ofreciera a uno la oportunidad de ayudar de alguna manera a la familia de Dios.

(viii) Una vez habla de la colecta como eleémosyné Hch 24:17 ). Esa era la palabra griega para limosna. Tan consustancial era la idea de la limosna a la de la religión entre los judíos que, en hebreo, limosna y justicia se expresaban con la misma palabra, como pasa en español con la palabra piedad.

La limosna que se le da a un padre no se borra, y quedará inalterable como expiación por el pecado; en el día aciago será recordada, obliterando tus iniquidades como la escarcha»

(Eclesiástico 14:15).

Un judío habría dicho: «¿Cómo puede un hombre demostrar su bondad mejor que siendo generoso?»

(ix) Por último, usa la palabra prosforá Hch 24:17 ). Lo interesante de esta palabra es que designa una ofrenda y un sacrificio. En el sentido más real, lo que se da a una persona necesitada es un sacrificio que se presenta a Dios. El mejor sacrificio que Le podemos ofrecer, después del de un corazón contrito y humillado, es la amabilidad que se tiene con uno de Sus hijos en angustia.

Al final de esta sección, Pablo recomienda a dos de sus colaboradores. El primero es Timoteo. Timoteo tenía la desventaja de ser joven. La situación de Corinto era bastante difícil para un hombre experimentado como Pablo; lo sería infinitamente más para Timoteo. La recomendación de Pablo es que respeten a Timoteo, no por lo que es en sí, sino por la obra que está llevando a cabo. No es la persona la que glorifica la obra, sino la obra la que glorifica a la persona. No hay dignidad como la de una gran tarea. El segundo es Apolos. Apolos surge de este pasaje como un hombre de gran sabiduría. Al principio de esta carta vimos que había un grupo en Corinto que, sin la menor sanción de Apolos, le consideraban su dechado. Apolos lo sabía y, sin duda, quería mantenerse lejos de Corinto, no fuera que aquel partido tratara de utilizarle. Era suficientemente sabio como para saber que, cuando una iglesia está dividida por la política de los partidos, lo más sabio y previsor es mantenerse lejos.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento

CAPÍTULO 16

Parte quinta

ASUNTOS MINISTERIALES Y PERSONALES 16,1-18

Ya se ha respondido a las grandes preguntas y se han agotado los grandes temas dogmáticos surgidos en aquel tiempo. En este sentido, el actual capítulo es sólo un epílogo. Pero importante para nosotros. ¿Es que acaso nuestras comunidades viven sólo de los grandes temas de la predicación? ¿No desempeñan un papel importante las tareas concretas, las ocupaciones y relaciones personales? Podría maravillarnos en gran medida el comprobar que también estas cosas forman parte de la Sagrada Escritura. Pero ¡cuánto interés tiene para nosotros llegar a comprobar esto! Porque así se reconoce, aunque tácitamente, no sólo que estas cosas existen y que hay que preocuparse por ellas, sino que pueden existir en la misma presencia de Dios. Por otra parte, estas mismas observaciones finales son como un sello de autenticidad. De hecho nadie pone en duda que esta carta procede de Pablo. Pero suponiendo que otro hubiera sido capaz de redactar nuestro escrito ¿se hubiera preocupado por dar noticias de su viaje y por hacer alusiones a este o aquel asunto o persona?

1. LA COLECTA EN FAVOR DE JERUSALéN (1Co/16/01-04).

1 En cuanto a la colecta en favor de los santos, habéis de actuar según las instrucciones que di a las Iglesias de Galacia. 2 El primer día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte lo que buenamente haya podido ahorrar, de modo que no tengan que hacer las colectas precisamente cuando yo vaya. 3 Y cuando llegue, enviaré a los que vosotros escojáis, con cartas de presentación, para llevar vuestro donativo a Jerusalén. 4 Y si parece conveniente que vaya yo también, irán conmigo.

Ocupa el primer lugar un tema al que nuestra vida actual nos tiene muy habituados: el anuncio de una colecta. Por lo demás, no se trata de su primer anuncio, porque, al igual que ocurre con la respuesta a las preguntas que le han planteado, lo que hace Pablo es regular el tema. Esto responde asimismo al hecho de que el Apóstol se preocupó por llevar adelante esta colecta en todas las comunidades por él fundadas. Aquí trata más bien de recordárselo y de dar instrucciones más detalladas para su realización práctica. Su resultado no debe depender del instante mismo en que se hace la colecta. Las disposiciones tomadas por el Apóstol tienen bastante parecido con una costumbre que ha vuelto a reintroducirse en nuestros días: que durante cierto tiempo se instale en cada familia un cepillo de ofrendas. Esta colecta familiar debe hacerse el primer día de la semana. Y esta observación es nada menos que el más antiguo testimonio en favor de la celebración cristiana del domingo.

Celebración no significa aquí la asamblea litúrgica, ya que ésta se celebraba por la noche, como afirma el segundo testimonio en favor del domingo, contenido en el relato de los Hechos de los Apóstoles (20,7). En este pasaje -y todavía de acuerdo con el calendario judío- se designa este día como «el primer día de la semana». El nombre de domingo procede de la división y nomenclatura romana de los días. Lo cual no cambia en nada el hecho de que nos hallamos aquí ante una de las más graves decisiones de la Iglesia apostólica. Celebrar el domingo equivalía prácticamente a abandonar el sábado. Esta decisión, que afecta al tercer mandamiento de la ley divina, no se encuentra proclamada en ningún pasaje de la Escritura. La Iglesia llegó a este resultado, por así decirlo, tácitamente. En efecto, lo único que hallamos en los lugares citados es, simplemente, la accidental consignación escrita de una tradición ya establecida. Esta colecta debe hacerse «en favor de los santos». Se alude aquí, como dice claramente el versículo 3, a la comunidad de Jerusalén. Y si bien todas las comunidades son «comunidades de santos» (l4,33), lo son tan sólo como sarmientos añadidos, injertados en la primitiva comunidad (cf. Efe 2:11-22). En la antigua Iglesia se cultivaba con predilección la conciencia de agradecer a la comunidad madre la fe recibida.

La colecta de dinero aquí anunciada se orienta, en primera línea, a dar expresión a este agradecimiento. Era, incluso, una ofrenda honorífica. Y a ella se había comprometido el Apóstol en el Concilio de Jerusalén (Gal 2:10). A esto se añadía que la primitiva comunidad estaba necesitada de tales ayudas, porque durante la persecución muchos se habían visto despojados de sus bienes y, por otra parte, tenían que soportar el boicoteo constante de la población judía. Además, se concedía importancia al hecho de que en la ciudad santa se siguiera invocando el nombre de Jesús. Y así, esta colecta, llevada a cabo en todas las comunidades misionadas, fue el gran ejemplo en favor del principio proclamado por Pablo en otra carta: «Si nosotros hemos sembrado para vosotros lo espiritual, ¿qué de extraño tiene que recojamos nosotros vuestros bienes materiales?» (9,11). Servía, también, para mantener vivo el sentimiento de la mutua vinculación de todas las Iglesias entre sí 59.

Era avisado y prudente, desde varios puntos de vista, que esta colecta fuera llevada a Jerusalén precisamente por los miembros de la comunidad corintia. De este modo, el esfuerzo por reunir una suma adecuada sería mucho más considerable; además, al conocerse personalmente, los lazos de unión se harían más vivos, y, finalmente, debía evitarse a toda costa dar la impresión de que se trataba de un asunto personal de Pablo. El apremio con que vuelve a insistir sobre este tema en la segunda carta a los Corintios (capítulos 8 y 9) no habla a favor de que el primer celo hubiera sido lo bastante grande. Y evidentemente tampoco puede prometerse ningún resultado más fructífero cuando alude a la posibilidad de acompañar personalmente a la comisión. El espíritu partidista e individualista, el afán de discusión, la soberbia espiritual, todo esto contra lo que Pablo tuvo que luchar en Corinto, no eran ciertamente el clima en el que pudiera crecer la generosidad para estos donativos.

El viaje a Jerusalén, aquí mencionado por primera vez, debía ser también el último, pues al llegar a la ciudad santa sería encarcelado.

……………

59. De esta colecta se habla además en 2Co 8 y 9; Rom 15:25 ss.

……………

2. PROYECTOS DE VIAJE (1Co/16/05-09).

5 Llegaré a vosotros después de pasar por Macedonia, pues paso por Macedonia; 6 tal vez me detendré con vosotros, y hasta quizá pase el invierno, y así me encaminaréis vosotros a donde tenga que ir. 7 Porque no quisiera haceros ahora una visita de paso; espero estar con vosotros una temporada, si el Señor lo permite. 8 En éfeso me quedaré hasta pentecostés; 9 porque una puerta grande y eficaz se me ha abierto, pero los enemigos son muchos.

Los proyectos de viaje son interesantes para los historiadores, que saben darles mayor interés aún planteando preguntas como ésta: ¿hasta qué punto se cumplieron, o se retrasaron, estos planes? El viaje cuyo plan se comunica aquí, y que contiene una parte de su tercer viaje misional, se corresponde exactamente con el que nos narra Lucas en los Hechos de los Apóstoles: «Después de estas cosas, se propuso Pablo, atravesando Macedonia y Acaya, dirigirse a Jerusalén, porque se decía: Después de estar allí, conviene que yo visite también Roma. Y enviando a Macedonia a dos de sus colaboradores, Timoteo y Erasto, él permaneció algún tiempo en Acaya» ( Hec 19:21-22).

Pero hay algo aquí que reviste más interés para la mayoría de los lectores que las preguntas sobre los detalles que se plantean los historiadores: Pablo incluye a la comunidad en sus planes misionales. Aunque todas estas comunidades son recientes, no las deja en el papel pasivo de meros receptores. Es evidente para él y para ellas que deben interesarse en la propagación de la palabra de Dios, en la fundación de nuevas Iglesias y en la marcha de las ya fundadas. Deben tomar parte en estas tareas, al menos mediante la oración. La expresión «y así me encaminaréis vosotros» no indica tan sólo un dejar partir, sino una participación mucho más activa en la próxima empresa del Apóstol. Pero aun en el caso de que tengan que limitarse sólo a orar con celo justo y perseverante, deben saber cuáles son los proyectos y los acontecimientos. El mismo Apóstol insinúa varias veces que hay que contar con posibles modificaciones: en la medida de lo posible; espero; si el Señor lo permite… Sabe por propia y repetida experiencia que el Señor quiere a veces cosas distintas de las planeadas por el Apóstol (cf. Hec 16:7). Y esto forma parte de aquel conjunto de cosas en las que a un apóstol no se le tienen más consideraciones que al resto de los hombres. De hecho, Pablo permaneció en éfeso, en conjunto, dos años y medio -hasta el motín del platero Demetrio, que casi costó la vida al Apóstol y puso un final violento a su actividad misionera.

La segunda visita a Corinto aquí anunciada tuvo lugar, efectivamente, pero más tarde. Corinto siguió siendo el centro misional, hasta ser desplazada por Roma. A todo lo largo de su segunda carta a los Corintios podemos comprobar, con mirada retrospectiva, cuán difícil y llena de amargura fue esta estancia de Pablo en aquella ciudad.

3. EL VIAJE DE LOS DOS ENVIADOS APOSTÓLICOS (1Co/16/10-12).

10 Si llega Timoteo, procurad que se encuentre sin temor entre vosotros; pues realiza la misma obra del Señor que yo. 11 Así pues, que nadie lo tenga en menos. Encaminadlo en paz, para que venga a mí, ya que lo estoy esperando con los hermanos. 12 En cuanto al hermano Apolo, le rogué insistentemente que fuera a vosotros con los hermanos; pero no quería en absoluto ir por ahora; irá cuando se presente la ocasión.

Ya en 4,17 se había anunciado a la comunidad el viaje de Timoteo: «Por eso mismo os envío a Timoteo, hijo mío querido y fiel en el Señor; él os recordará mi proceder en Cristo.» Para esta misión, en un lugar sometido a tantas tensiones, era casi demasiado joven. Si los corintios le creaban dificultades, podría sentirse desalentado. Por eso el Apóstol le equipara a sí mismo y adopta, ante él, el puesto y los sentimientos de un padre.

«Realiza la obra del Señor.» Al pie de la letra se afirma que hace la obra del Señor. Merece la pena dedicar alguna atención a esta frase. ¿En qué sentido puede un hombre hacer la obra del Señor? Cuando en otro pasaje se dice: «No destruyas, por cuestión de una clase de comida, la obra de Dios» (Rom 14:20), esta obra de Dios se refiere a la Iglesia, y más concretamente a la unidad de fe y amor de la Iglesia, a la que en nuestra carta se le aplican también los nombres de «labranza de Dios, edificio de Dios» (Rom 3:9). Que en esta obra los hombres pueden ser «colaboradores de Dios» (ibid. 3,9) no es algo tan evidente. Con todo, esta obra no es, en modo alguno, algo exclusivamente reservado a los apóstoles. A todos ha indicado Pablo: «permaneced firmes, inconmovibles, progresando constantemente en la obra del Señor» (15,58). La obra del Señor es, pues, tanto una actividad en favor de las cosas del Kyrios como, en última instancia, la actividad misma del Señor. Sólo él puede hacerla, pero la quiere hacer a través de la colaboración de los llamados a la Iglesia.

Existe, desde luego, la posibilidad de que a través del lenguaje de la Iglesia se haya generalizado excesivamente esta expresión. No existe garantía de que algún día no quede desgastada por el uso. Y es tanto más necesario precaverse contra este riesgo cuando no la vemos plenamente cumplida por una conciencia que no escucha y cuando en este mundo hay cosas en las que el Dios oculto está inmediatamente interesado, empeñado incluso, y en las que permite que el hombre también se empeñe a su vez, en cierto modo, activamente.

Pablo quiso enviar también a Apolo, no sabemos si junto con Timoteo, independientemente o con los hermanos que llevaban esta carta. El da mucha importancia al hecho de que no haya dependido de su propia decisión que Apolo no haya ido hasta ahora y que tampoco en esta ocasión quiera ir. Podemos entenderle fácilmente en vista de las tensiones entre el partido de Apolo y los demás. No es clara la razón que aduce para explicar su ausencia: «No quería» (en el original griego dice literalmente «no era voluntad») puede significar o bien que Apolo no tenía intención de ir, o bien que no era voluntad de Dios.

4. EXHORTACIONES FINALES (1Co/16/13-18).

13 Estad alerta, permaneced en la fe, portaos varonilmente, sed fuertes. 14 Todo lo vuestro hágase con amor. 15 Os hago una recomendación, hermanos: sabéis que los de la casa de Estéfanas fueron las primicias de Acaya y que se consagraron al servicio de los fieles. 16 Tened deferencia con ellos y con todo el que colabora y trabaja. 17 Me alegra de la presencia de Estéfanas, de Fortunato y de Acaico, porque éstos han llenado vuestra ausencia, 18 y así han tranquilizado mi espíritu y el vuestro. Estadles, pues, reconocidos.

Cada vez se ve más claro que Pablo se apresura por concluir. En las cuatro exhortaciones consecutivas de este pasaje pueden advertirse posturas una y otra vez repetidas en la primitiva cristiandad. Pero pueden advertirse asimismo, y con razón, alusiones a los defectos que se han evidenciado en este largo escrito y a los remedios necesarios para ellos. La exhortación a la vigilancia está justificada en todas las épocas cristianas, porque todas son tiempo escatológico, esta exhortación procede del mismo Jesús 60, y los apóstoles la repiten incesantemente 61. Había que prevenir a los corintios contra todo aquello que amenazaba vaciar el contenido de su fe. Deben procurar portarse varonilmente para superar las niñerías de que Pablo les ha advertido repetidas veces. Deben ser también fuertes en todas aquellas cosas en las que anteriormente mostraron flojedad o descuido. Es absolutamente evidente que la exhortación al amor -el tema desarrollado con mayor amplitud- vuelve sobre lo que se dijo al principio contra el peligro de las banderías o partidismos y al final sobre la custodia del orden, de la paz y de la auténtica perfección, que es superior a todos los carismas.

Los dos versículos que siguen son aún más concretos y personales. Se citan aquí tres nombres, el principal de los cuales es Estéfanas. Los otros dos pertenecen -¿tal vez en calidad de esclavos?- a su «casa», de la que sabemos que todos los pertenecientes a ella fueron bautizados por Pablo (1,16). Los tres se encuentran actualmente en éfeso. ¿Fueron acaso ellos los portadores del escrito de preguntas de los corintios, y los encargados de regresar con la carta de respuesta? 62.

Con todo, parece que su visita al Apóstol significaba mucho más y acaso también se prolongó por más tiempo de lo que la urgencia de la respuesta requería. Su presencia ha proporcionado al Apóstol consuelo y esperanza de que todo volvería a marchar bien en una comunidad de la que tales hombres salían. Estéfanas recibe el honroso título de «primicias de Acaya». Se trataba de un verdadero título, en el múltiple sentido de la palabra. Era usado también en otras comunidades y en cierto modo se trataba de un título que se otorgaba, en cuanto que llevaba aparejado un determinado reconocimiento, del que se derivaban a su vez ciertas consecuencias. En todo caso, el título no se apoyaba tanto en el hecho de que Estéfanas fuera la primera persona bautizada, sino en que puso inmediatamente su casa a servicio de la misión y de la comunidad que fue formándose y creciendo en torno a ella 63. Estos hombres estaban colocados, desde muchos puntos de vista, al frente de las comunidades. La natural autoridad que habían obtenido por su «servicio» dentro de la comunidad en formación es aquí reconocida y confirmada por el Apóstol. Efectivamente, los corintios deben someterse a él y escucharle; a él y a todos cuantos, de parecida manera, «colaboran y trabajan».

No hay aquí todavía un oficio ministerial institucionalizado, pero asistimos ya como testigos al proceso de transformación del oficio de director de la comunidad, que debía constituir en el futuro la columna vertebral de la Iglesia. Aquí se encuentra todavía en un espacio marginal de la carta, que Pablo ha dedicado a discutir, ante toda la comunidad, los temas y circunstancias comunitarios. Pero, una vez más, comprobamos que las mediaciones personales desempeñan un papel, y también que es voluntad expresa del Apóstol que se preste obediencia a hombres tales como Estéfanas y sus dos compañeros. En un sentido similar había escrito también a la comunidad de Tesalónica (1Te 5:12).

……………

60. Mar 13:37; Mat 24:37 ss.

61. Hec 20:31; 1Te 5:6

62. En este pasaje cabe preguntarse por qué al principio de la carta Pablo citó únicamente a la gente de Cloe, personaje por lo demás desconocido, cuando había recibido la visita de personas tan importantes de Corinto como Estéfanas. La opinión de J. Héring no está desprovista de buenas razones: acaso estos versículos 15-18 (al igual, por lo demás, que 5-9) hayan sido introducidos aquí procedentes de otra carta. Los saludos del versículo 19 se unirían bien con las exhortaciones finales del versículo 13.

63. Aun en el caso de que Estéfanas hubiera sido el primer hombre que recibió el bautismo en Corinto -y según Hec 18:8 no lo fue- no era ciertamente el primer bautizado de la provincia de Acaya. En efecto, en Atenas, de donde pasó Pablo a Corinto, algunos abrazaron la fe, contándose entre ellos Dionisio, miembro del Areópago, una mujer llamada Dámaris y algunos más con ellos (Hec 17:34).

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CONCLUSIÓN DE LA CARTA:

SALUDOS Y BENDICIÓN DEL APÓSTOL 1Co/16/19-24

19 Os saludan las Iglesias de Asia. Muchos saludos en el Señor de parte de Aquila y de Prisca, y de la asamblea que se congrega en su casa. 20 Os saludan todos los hermanos. Saludaos unos a otros con el ósculo santo. 21 Mi saludo de puño y letra: Pablo. 22 El que no ama al Señor, sea anathema. Marana tha. 23 La gracia del Señor Jesús sea con vosotros. 24 Mi amor con todos vosotros en Cristo Jesús.

Esta carta nos ha proporcionado pruebas abundantes del vivo sentimiento de unidad y de mutua vinculación que existía y se cultivaba en las primeras comunidades cristianas. Uno de los elementos constitutivos de toda comunidad en formación era saber que habían sido aceptados e incluidos en una comunión universal, en la comunión de la Iglesia católica. Los saludos de la carta testifican esta vinculación. Asia se refiere aquí a la provincia romana, que hoy llamamos Asia Menor, y fundamentalmente a las costas occidentales, con éfeso como metrópoli, circundada de un rosario de nacientes comunidades, entre las que se encuentran seis de las siete destinatarias de las cartas del Apocalipsis: Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardes, Filadelfia y Laodicea.

Aquila y Prisca estaban íntimamente unidos a la comunidad corintia, como vemos por los Hechos de los Apóstoles (Hec 18:1-3). Pero también hallamos al matrimonio en éfeso, donde Apolo les había conquistado para la fe cristiana y para la misión (Hec 18:26) y posteriormente en Roma (Rom 16:4). Debían tener, pues, «casas» o negocios en varias ciudades y en todas ellas debieron poner constantemente sus bienes y su influencia al servicio del Evangelio.

El ósculo era en la época apostólica la expresión del amor y de la unión fraternal. Cuando Pablo les pide aquí que se den el ósculo, da por supuesto que la carta será leída en la asamblea comunitaria, de modo que el intercambio de ósculos entre los presentes realice al mismo tiempo la unión con los que les envían los saludos. La práctica de este uso está atestiguada todavía por Clemente de Alejandría y Tertuliano, pero a partir del siglo lll se le empezó a mirar con cierto recelo y reserva. Queda una huella de esta costumbre en los ósculos que se intercambian los ministros de la liturgia que se encuentran en el coro. En nuestros días asistimos a la experiencia -en las grandes celebraciones eucarísticas- de nuevos ensayos que acaso encierren posibilidades para nosotros.

Hasta aquí Pablo dictaba. Ahora procura escribir de su propia mano algunas palabras que hacen en cierto modo el oficio de firma (cf. 2Te 3:17; Gal 6:11). Este último saludo contiene cuatro cortas sentencias. La primera de ellas es de una temerosa severidad, y nos pone en cierto modo ante una maldición. ¿Contra quién se orienta esta proscripción? Propiamente sólo puede dirigirse contra aquellas gentes que, de suyo, están dentro de la comunidad, pero que no están unidas de todo corazón a Cristo como Señor, sino que más bien se aman a sí mismos, dependen de los hombres, practican el culto personal y lastiman a la comunidad. La comunidad no debe permitir que sean estos tales quienes la marquen con su estilo y de ahí la severa fórmula de proscripción.

Su contrapartida positiva es la llamada suplicante Marana tha. Las dos palabras anathema y Marana tha ofrecen una total contraposición, de manera similar a la que se da entre el anathema sea Jesús y Jesús es Kyrios (Gal 12:3). La palabra aramea Marana-tha se ha dejado sin traducir, como ocurre con el Abba (Rom 8:15 y Gal 4:5) y, al igual que esta última, es un precioso testimonio del modo de orar de la primitiva comunidad de Palestina, cuyos textos fueron aceptados también por las comunidades de habla griega (al modo de nuestros actuales Amen, Allelluya, Hosanna).

Ahora bien ¿por qué no se ha conservado también en su lengua original el Marana tha? De acuerdo con la Doctrina de los doce apóstoles, la fórmula formaba parte de la liturgia eucarística: «Llegue la gracia y pase este mundo. Hosanna al Hijo de David. Si alguno es santo, que se acerque. Si no lo es, haga penitencia. Marana tha. Amen» (Gal 10:6). También el Apocalipsis recoge la expresión, aunque en lengua griega, colocándola como oración final y palabra con que se cierra todo el Nuevo Testamento: «Ven, Señor Jesús» (Rev 22:20). Esta traducción sugiere que de las dos posibles versiones: «El Señor viene» o «Ven, Señor nuestro» la segunda es probablemente la acertada. Y aquí debe verse justamente la razón de que más adelante se perdiera este grito de llamada, cuando ya la Iglesia no vivía en esta espera del Señor.

«La gracia del Señor Jesús sea con vosotros»; «Mi amor con todos vosotros en Cristo Jesús» son bendiciones de tipo litúrgico. Aun cuando Pablo escribe desde lejos, se hace la idea de que está hablando a la comunidad como si estuviera presente en medio de aquellos ante los que se debía leer la carta. De manera parecida, nuestras cartas pastorales concluyen con la bendición del obispo. Estos rasgos son enteramente vivos y originales y puede reconocerse aún en ellos un lenguaje litúrgico eclesial perfectamente marcado. Y si Pablo se atreve a expresar su amor totalmente personal a esta comunidad bajo la fórmula de bendición, tiene también buen cuidado de que este «mi» no sea la palabra final. Añade el origen de este amor y por qué puede y debe significar algo para los corintios: está incluido en el nombre del Señor Jesús.

MIRADA RETROSPECTlVA.

Llegados al final de esta gran carta, parece oportuno, una vez más, dirigir una mirada retrospectiva sobre el conjunto, para situar mejor algunas impresiones y poder comprender con mayor claridad su peculiaridad dentro del conjunto de las cartas paulinas.

Lo primero que salta a la vista es la multitud de temas. No sólo son muy numerosos, sino también muy diversos entre sí. Abarcan desde problemas sumamente prácticos del comportamiento cotidiano, pasando por otros más importantes sobre la forma justa y adecuada de celebrar las asambleas litúrgicas, hasta los artículos más centrales y fundamentales de la fe. A la multiplicidad de temas responde la diversidad del tono o del estilo. Una enseñanza expuesta en lenguaje suave y tranquilo cede el paso a una exhortación cordial o a un coloquio paternal. Un conjuro urgente e insistente recibe la gracia de una aguda ironía. Los más denodados esfuerzos por poner las cosas en claro y oponerse a las más enraizadas inclinaciones, se da la mano con el corazón y el espíritu del poeta que hace florecer su lenguaje en un elevado himno de alabanza al amor.

Hay cartas que se centran en la exposición y desarrollo de un gran tema, como la dirigida a los Romanos o a los Efesios; y hay otras en las que el Apóstol se permite abordar lo personal de manera más personal aún, por no decir más apasionada, como en la segunda a los Corintios. Pero, además de éstas, hay otras cartas en las que no hay propiamente unidad de tema o de estilo, que, por lo demás, no tendría cabida en la nuestra. Con todo, lo realmente peculiar de esta carta es que no hay ninguna otra a la que debamos agradecer tantos detalles concretos sobre la vida de una comunidad primitiva. Y aquí es donde manifiesta la primera carta a los Corintios su carácter de carta en su sentido más auténtico. En efecto, cuanto más se prescinde en una carta de la situación peculiar del remitente y del destinatario, cuanto más prevalece lo temático y lo determina todo, cuanto más, pues, se queda el escrito casi enteramente en el ámbito de lo exterior, más se parece al carácter literario de una epístola.

A pesar de la variedad de puntos tocados, nuestra carta tiene coherencia y unidad, y no sólo debido al estilo personal y al hecho de que se percibe por doquier la presencia vigorosa del gran espíritu del apóstol Pablo, sino por algo mucho más esencial, por la realidad de Cristo Jesús que todo lo abarca y lo penetra. De él proviene la luz decisiva para resolver todos los problemas, él es el fundamento sobre el que los creyentes están edificados. él es el misterioso espacio en el que los fieles pueden vivir, como comunidad santa, en medio de una gran ciudad pagana, pero separados de ella. Sólo desde Cristo puede verse a plena luz y ordenarse a él la total amplitud de la realidad de amor de esta comunidad, porque la experiencia personal de fe y de salvación del apóstol es «en Cristo», de igual extensión e intensidad. Cristo es el denominador común al que deben reducirse todos los problemas de la fe y de la vida. Pero sólo aquel que, como Pablo, vive enteramente entregado a Cristo, tiene en su mano, tan universalmente, esta llave. Sólo partiendo del hecho de que las trayectorias de ambas líneas, la que arranca del Apóstol lleno de Cristo y la que une a la comunidad con su Señor, se entrecruzan de mil modos, puede urdirse este amplio tejido en el que la luz se rompe en múltiples niveles y se refleja en variados colores. Recibimos así enseñanza objetiva sobre muchos temas y encontramos en todas las secciones un testimonio personal siempre renovado de un hombre abrasado en Cristo. Aunque ahora uno de los aspectos nos pueda parecer más importante que el otro, lo óptimo es la unión e interconexión indisoluble de ambos. Precisamente así es como mejor podemos obtener una amplia perspectiva de cómo un hombre de la era apostólica, un cristiano de las primeras generaciones se entiende a sí mismo y su ser cristiano, cómo a partir del mismo punto, a saber, desde Cristo, puede hacer luz sobre todos los problemas que se le presentan a un creyente en el mundo y cómo lleva finalmente, una y otra vez, los fieles al conocimiento de lo que son y tienen en Cristo.

Fuente: El Nuevo Testamento y su Mensaje

— en favor de los cristianos: Lit. en favor de los santos. Por lo que se refiere al término “santos” ver nota a Rom 1:7. Y en cuanto al tema de la colecta en favor de los cristianos necesitados de Judea, ver Rom 15:25-28 y 2Co 8:1-24; 2Co 9:1-15.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

Hch 11:29; Hch 24:17; Rom 15:25-28; 2Co 8:1-24; 2Co 9:1-15.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

Indicaciones sobre la ofrenda

Este es el quinto tema sobre el cual consultaron los corintios (7:1, 25; 8:1; 12:1). Pablo adjudicó gran importancia al dinero que se estaba reuniendo para los cristianos necesitados en Jerusalén. Esta colecta no sólo tenía una motivación filantrópica, sino que representaba un gesto único de solidaridad de los gentiles hacia los judíos. Normalmente, los judíos de la Diáspora enviaban ofrendas a sus hermanos judíos de Jerusalén, pero el hecho de que las iglesias gentiles reunieran dinero para los cristianos judíos, mostraba la naturaleza del evangelio que podía romper las duras barreras raciales. 2 La ofrenda debía ser sistemática, apartando el primer día de la semana una suma adecuada a sus ingresos, lit. “como hayan sido prosperados” por el Señor. Pablo prefería la ofrenda sistemática, pues no quería que se tuviera que reunir una colecta cuando él llegara. 3 Enviaría luego la ofrenda a Jerusalén por mano de personas elegidas por los corintios, con cartas de presentación para ellas. Se exigía que estas personas fueran responsables. El abu so de los fondos “comunitarios” había sido tan común entre los judíos que las autoridades romanas enviaban personas que escoltaran los fondos que eran enviados a Jerusalén, para su protección. 4 Si lo cree necesario, Pablo viajará con quienes lleven las cartas y el dinero. No habla de acompañarlos a ellos, sino de que ellos lo acompañen a él. Como apóstol de los gentiles claramente se ve a sí mismo yendo a la iglesia de Jerusalén con las ofrendas de los cristianos gentiles. Finalmente, la ofrenda fue reunida (Rom. 15:26), aunque, como muestra 2 Cor. 8-9, aparentemente los corintios no siguieron la enseñanza del dar en la forma sistemática indicada en los vv. 1-4. Cuánto tiempo y energía podría ahorrarse en la obra cristiana si el pueblo de Dios simplemente ejercitara la disciplina de reconocer a in tervalos regulares la bondad de Dios y apartar recursos para compartir cristianamente. Nótese también el cuidado con que Pablo manejaba el dinero con el fin de evitar cualquier insinuación de mal manejo, y la forma en que anima a los cristianos a hacer lo mismo.

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

16.1ss Pablo acaba de decir que ninguna obra es en vano (15.58). Ahora menciona algunas obras prácticas muy valiosas para todos los cristianos.16.1-4 Los cristianos en Jerusalén venían sufriendo pobreza y hambre, lo que motivó que Pablo recolectara dinero para ellos (Rom 15:25-31; 2Co 8:4; 2Co 9:1ss). Pablo sugirió que los creyentes apartaran una cierta cantidad cada semana y que la dieran a la iglesia hasta que él pudiera llevarla a Jerusalén. Pablo había planeado ir directamente a Corinto desde Efeso, pero cambió su forma de pensar (2 Corintios 1; 2). Cuando al fin llegó, tomó la ofrenda y la llevó a Jerusalén (Act 21:18; Act 24:17).16.10, 11 Pablo envió delante a Timoteo a Corinto. El respetaba a Timoteo y había trabajado muy cerca con él (Phi 2:22; 1Ti 1:2). Aunque Timoteo era joven, Pablo animó a los corintios para que le dieran la bienvenida porque estaba ocupado en la obra de Dios. La obra de Dios no está limitada por la edad. Pablo escribió dos cartas personales a Timoteo, las que han sido incluidas en la Biblia (1 y 2 Timoteo).16.12 Apolos, que había predicado en Corinto, estaba cumpliendo con su labor evangelística en Grecia (véase Act 18:24-28; 1Co 3:3ss). Apolos no fue a Corinto inmediatamente, en parte porque tenía conocimiento de la división existente y no quería causar una mayor división.16.13, 14 Mientras los corintios esperaban la próxima visita de Pablo, fueron instruidos para que estuvieran (1) alertas a los peligros espirituales, (2) se mantuvieran firmes en la fe, (3) portándose varonilmente (4) siempre esforzados y (5) llevando a cabo cualquier cosa con amor. Hoy, mientras esperamos el regreso del Señor, deberíamos seguir las mismas instrucciones.16.19 Aquila y Priscila hacían tiendas (obreros del cuero) y Pablo los conoció en Corinto (Act 18:1-3). Ellos lo siguieron hasta Efeso y vivieron con él allí, ayudándole a enseñar a otros acerca de Jesús (Rom 16:3-5). Muchos en esta iglesia de Corinto debieron conocer a esta pareja cristiana. También se mencionan en Act 18:18, Act 18:26; Rom 16:3; 2Ti 4:19.16.20 El ósculo o beso era una forma usual de saludo en los tiempos de Pablo. El los animó al «ósculo santo» como una manera de saludo entre los cristianos y como un medio para romper las divisiones en la iglesia.16.21 Pablo tenía un ayudante, o secretario, que escribió esta carta mientras él le dictaba. Sin embargo, Pablo escribió las palabras finales con su puño y letra. Es como agregar una posdata manuscrita (P.D.) a una carta escrita a máquina. También sirve para verificar que era una carta genuina del apóstol, no una falsificación.16.22 El Señor Jesucristo vendrá otra vez. Para Pablo, era una esperanza gloriosa, la mejor que podría mirar en el futuro. El no tenía temor de enfrentarse a Cristo, ¡casi no podía esperar ese momento! ¿Participa usted de la expectación de Pablo? Los que aman a Cristo esperan con ansiedad ese momento maravilloso de su regreso (Tit 2:13). A aquellos que no aman al Señor, Pablo dice: «sea anatema».16.24 La iglesia de Corinto era una iglesia con problemas. Pablo, cariñosamente y al mismo tiempo con energía, enfrentó sus problemas y los condujo a Cristo. Tuvo que ver con divisiones y conflictos, egoísmo, uso desordenado de la libertad, ausencia de orden en la adoración, uso equivocado de los dones espirituales y una posición equivocada frente a la resurrección.En cada iglesia, hay suficientes problemas para crear tensiones y divisiones. No debiéramos pasarlos por alto ni cubrirlos, estén relacionados con la iglesia o con nosotros mismos. Como en el caso de Pablo, deberíamos enfrentar los problemas en el momento en que surgen. La lección para nosotros se halla en 1 Corintios y es que la unidad y el amor en una iglesia son mucho más importantes que los líderes y títulos.RESURRECCION FISICA Y CORPORALCuerpos físicos Cuerpos resucitados Corrupción Incorrupción Deshonra Gloria Debilidad Poder Animal Espiritual De la tierra Del cieloTodos tenemos cuerpos, cada uno luce diferente, cada cual tiene cualidades distintas y también debilidades. Pero todos se asemejan en que son cuerpos físicos y terrenales. A todos los creyentes se les ha prometido vida después de la muerte y cuerpos como el de Cristo (15.49), cuerpos resucitados.

Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir

REFERENCIAS CRUZADAS

a 849 Hch 24:17; Rom 15:26

b 850 2Co 8:4

c 851 Gál 1:2

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

la ofrenda para los santos. Estos santos eran los cristianos en Jerusalén que estaban enfrentándose a la miseria causada por el hambre en aquella región (cp. Hch 11:28– 30). La ofrenda no era sólo para ayudar a los pobres, sino también para promover el interés y la unidad entre los creyentes gentiles y judíos (cp. Ro 15:27).

Fuente: La Biblia de las Américas

1 (1) Este es el undécimo asunto tratado por el apóstol en esta epístola, un asunto relacionado con el dinero, las riquezas y las posesiones materiales; Toda la humanidad caída está bajo el dominio de las riquezas y de las posesiones materiales ( Mat_6:19-21 , Mat_6:24-25 , Mat_6:30 ; 19:21-22; Luc_12:13-19). En el día de Pentecostés, bajo el poder del Espíritu Santo, todos los creyentes derribaron éste dominio y tenían en común todas sus posesiones, para distribuirlas a los necesitados ( Hch_2:44-45 ; 4:32,34-37). Debido a la debilidad de la naturaleza caída de los creyentes (cfr. Hch_5:1-11 ; 6:1), esa práctica no duró mucho tiempo. En la época del apóstol Pablo ya se había acabado. Por consiguiente, los creyentes necesitaban gracia para vencer el poder de las riquezas y de las cosas materiales y para liberar estas cosas del dominio de Satanás a fin de que fueran ofrecidas al Señor para el cumplimiento de Su propósito. La vida de resurrección es el suministro dado para que los creyentes vivan tal vida, una vida que consiste en confiar en Dios y no en las posesiones materiales, una vida que no es para el día de hoy sino para el futuro, que no es para esta edad sino para la edad venidera ( Luc_12:16-21 ; 1Ti_6:17-19), una vida que derriba la usurpación de las riquezas temporales e inciertas. Tal vez ésta sea la razón por la cual Pablo trató este asunto después de hablar de la realidad de la vida de resurrección. De todos modos, esto está relacionado con la administración de Dios entre las iglesias.

1 (2) Una vez más, esto indica claramente que todas las iglesias locales deben ser iguales en su práctica (7:17; 11:16; 14:33).

Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro

los santos. I.e., los de Jerusalén.

Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie

76 (VI) Conclusión (16,1-24).
(A) La colecta para Jerusalén (16,1-4). 1. en cuanto a: La fórmula indica que se trata de una cuestión planteada por los corintios (7,1). La colecta para los pobres de Jerusalén (Rom 15,26) fue decidida en la conferencia de Jeru­salén (Gál 2,10) a principios del otoño del 51 d.C., tras el viaje descrito en Hch 15,36-18,22 (véase J. Murphy-O’Connor, RB 89 [1982] 71-91; o tal vez en el 49 d.C.; ® Pablo, 79:31-33). Pablo esperaba que este gesto de buena volun­tad salvara la creciente distancia entre los sec­tores judío y gentil de la Iglesia (Rom 15,25-31). las Iglesias de Galacia: Pablo debió de informar a los gálatas durante la segunda visi­ta que les hizo (Hch 18,23) cuando se dirigía por tierra a Éfeso. haced vosotros también: La ayuda de los corintios se debió de solicitar du­rante la larga estancia del apóstol en Éfeso (Hch 19,8-10), tal vez en la carta anterior (1 Cor 5,9), ya que la pregunta atañe a los aspec­tos prácticos de la colecta. No se da a entender ningún contacto directo entre Corinto y Gala­cia, pues Pablo pasa a repetir las instrucciones dadas a los cristianos de esta región. 2. el pri­mer día de la semana: El domingo (véase W. Rodorf, Sunday [Filadelfia 1968]). La comu­nión expresada en la asamblea litúrgica debía servir de recordatorio para ser generosos con los demás, cada uno de vosotros: Ningún cre­yente de Corinto estaba en la indigencia (1,26), pero da la impresión de que la cantidad de di­nero sobrante era limitada. Para que el total pudiera hacer honor a la Iglesia, se tenía que ahorrar un poco cada semana. En cuanto a có­mo respondieron, véanse los comentarios a 2 Cor 8-9. 3-4. Estas instrucciones reflejan la in­quietud de Pablo por que el dinero no impida ver claramente el valor testimonial de su mi­nisterio (9,15; 1 Tes 2,5-9). Las teorías que sos­tienen que Pablo había sido acusado de mala gestión financiera son infundadas.
(Georgi, D., Die Geschichte der Kollekte des Paulus für Jerusalem [TF 38, Hamburgo 1965]. Nickle, K. F., The Collection [SBT 48, Londres 1966].)
77 (B) Planes de viaje de Pablo (16,5-9). 5-7. Las circunstancias obligaron a Pablo a cambiar este plan (® 2 Corintios, 50:9). 8. Es­to establece el lugar de composición de 1 Cor.
78 (C) Algunas recomendaciones (16,10-18). 10-11. Timoteo se había marchado ya, y la preocupación de Pablo por la recepción que aguarda a aquél en Corinto es manifiesta (4,17). 12. Apolo: Los corintios habían contra­puesto Apolo a Pablo (1,12; cf. 3,5-9; 4,6); Pa­blo deja claro que el hecho de que Apolo no volviera a Corinto no se debía a negativa algu­na por su parte. 15-18. Estéfanas, Fortunato y Acaico tal vez fueran los portadores de la car­ta de los corintios (7,1). En ese caso podrían haber confirmado los comentarios hechos por los de Cloe (1,11). 15. la familia de Estéfanas: Ya se ha dicho de él que recibió el bautismo de manos de Pablo (1,16); fue, por tanto, uno de los primeros convertidos de Corinto (cf. Hch 17,34). Acaya: Región del sur y centro de Gre­cia, provincia romana desde el 27 a.C. (Estrabón, Geogr. 17.3,25). se entregaron al servicio de los santos: Cuando veían una necesidad, se aplicaban a satisfacerla. 16. La base de la au­toridad cristiana es el servicio eficaz a la co­munidad. Pablo insta a los corintios a que re­conozcan la situación de facto insinuada en el v. 15. 17. Acaico: Este apodo («el hombre de Acaya») hace pensar que era un liberto que ha­bía vivido fuera de Grecia por algún tiempo.
79 (D) Saludos finales (16,19-24). 19. Áquila y Prisca: En Rom 16,3 se menciona a Prisca antes que a su marido (® Romanos, 51:132); lo mismo sucede en Hch 18,18.26. Es­to implica que era de posición social más alta que su marido (véase Meeks, First Urban Christians 59. la Iglesia que se reúne en su casa: Este tipo de reunión se ha de distinguir de la asam­blea de la Iglesia entera (14,23; Rom 16,23). Los grupos menores eran prácticamente una nece­sidad a la vista del espacio con que se podía contar en una casa corriente (véase el comenta­rio a 11,21). 20. con el beso santo: Véase el co­mentario a Rom 16,16. El beso entró cierta­mente a formar parte de la liturgia cristiana en el s. II d.C. (véase K.-M. Hofmann, Philema Hagion [BFCT 2, Gütersloh 1938]); que perte­neciera ya a ella en tiempos de Pablo es sólo una posibilidad (véase G. Stáhlin, TDNT 9.139-40). Así, este mandato no garantiza que sus cartas se leyeran en la asamblea litúrgica. 21. Puesto que las cartas eran escritas por diferen­tes secretarios (Rom 16,22; véase G. Bahr, CBQ 28 [1966] 465-77), tenían que ser autenticadas por Pablo (Gál 6,11; Flm 19; Col 4,18; véase G. Bahr, JBL 87 [1968] 27-41). Las falsificaciones no eran desconocidas (2 Tes 2,2; cf. 3,17); ® Car­tas del NT, 45:19-22. 22. si alguno no ama al Señor: El uso de philein, en lugar del agapan habitual de Pablo, indica la presencia de una fórmula cristiana tradicional, posiblemente de origen litúrgico (véase C. Spicq, NovT 1 [1956] 200-04). sea maldito: Véase el comentario a 12,3. Señor nuestro, ven: El discutidísimo maranatha (Did 10,6) probablemente transcribe con eli­sión el ar. marána ’átha. Hasta la fecha no exis­ten ejemplos contemporáneos de la forma de impv., pero el sustantivo con sufijo está ates­tiguado en 4QHenocb 1 iii 14 (véase Fitzmyer, TAG 223-29). La fórmula procede de la liturgia y pide la segunda venida (4,5; 5,5; 11,26; 15,23). 24. os amo a todos vosotros: Pese a todos los problemas que los corintios le causaron, el tono de afecto paternal resulta evidente (4,14-15; 2 Cor 12,14).
[Traducido por José Pedro Tosaus Abadía]

Fuente: Nuevo Comentario Biblico San Jeronimo

ofrenda…Rom 15:25-26; ordené… Esto es, di instrucciones.

Fuente: Biblia Textual IV Edición

R594 Εἰς con el acusativo se usa aquí donde sería suficiente el dativo simple: para los santos.

M63 Περί se usa en un sentido virtualmente absoluto: en cuanto a la contribución.

Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego

g Rom 15:25-26.

16.1 Esto es, di instrucciones.

Fuente: La Biblia Textual III Edición

[4] En el Griego: kata mia sabbaton literalmente “después de uno de los Shabbats.“

[5] El dar debe de ser preparado con antelación y con consideración, como una cosa seria y un acto consciente de adoración a YHWH. El deseaba colectas (u ofrendas), (no diezmos) para ser recojidas antes o después del Shabát.

[6] Pablo, igualmente que nosotros tenía que guardar las fiestas eternas de YHWH.

[1] Un término Arameo que significa “Ven Adon.”Como quiera que sea en el Hebreo , Mah-aaron-atah puede significar “estarás en la venida,” o “serás reunido en la venida.” Tanto la una como la otra son expresiones semíticas comprensibles y escriturales. Algunos mantienen que esta frase en Hebreo servía como una palabra codificada entre los creyentes para identificar a sus amigos de sus enemigos. Pablo colocando este dicho aquí, identifica su amor profundo y amistad aún para los creyentes Israelitas mundanos en Corintio a través de esta palabra codificada.

Fuente: Escrituras del Nombre Verdadero

[14] Por un principio de amor a Dios.[15] Al cuidado de los fieles pobres y a la asistencia de los predicadores.[22] Maran Atha es una expresión litúrgica de origen arameo, que se puede interpretar como afirmación, el Señor viene, o como invocación, ¡Ven, Señor!

Fuente: Notas Torres Amat