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Comentario de 1 Corintios 3:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de 1 Corintios 3:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Y yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niñitos en Cristo.

3:1

— De manera que yo, hermanos — Con estas palabras Pablo prosigue el tema en general sugerido por el mal de los corintios de formarse en grupos según sus predicadores favoritos. Al decirles “hermanos” suaviza la reprensión o censura necesaria. Habla lo que tiene que hablar, pero lo hace con ternura, porque les ama.

— no pude hablaros — cuando estuvo con ellos en Corinto en el tiempo de la conversión de ellos, Hch 18:1-28.

— como a espirituales — Pablo acabó de decir (2:15) que el espiritual es hombre, o inspirado como él, o hermano que acepta la inspiración del Espíritu Santo y sigue la enseñanza inspirada. Aunque los hermanos corintios no eran “naturales” (2:14), personas que rechazan la inspiración, tampoco mostraban madurez (2:6) al promover el espíritu sectario según los dictámenes de su cultura (1:12). Por eso no se portaban como “espirituales” (personas totalmente entregados con madurez a las direcciones del Espíritu Santo). En ese tiempo Pablo no pudo hablarles como a hermanos bien desarrollados en su crecimiento espiritual.

En el capítulo 2 el contraste presentado fue entre el hombre natural y el hombre espiritual (el carente de la inspiración del Espíritu Santo, y el poseedor de tal inspiración), y en el capítulo 3 es entre el discípulo carnal y el discípulo espiritual (el que no había alcanzado madurez, y el que había llegado a ella en las cosas reveladas por el Espíritu Santo).

— sino como a carnales — Es obvio que Pablo no está acusando a los corintios de carnalidad en el sentido de lo inmoral, sino que está diciendo que ellos, en el tiempo de haber estado él con ellos en el principio, tenían falta de espiritualidad (o de madurez en su aceptación de instrucción del Espíritu Santo). El vocablo griego aquí (sarkinos), y el que aparece en el ver. 3 (sarkikos), son distintos (aunque los dos básicamente hacen referencia a la carne). La versión católica, por Fuenterrabía, en lugar de “carnales” dice, “influenciados por la ‘carne’”, y agrega una nota que explica que el término griego no significa entregarse totalmente a vicios, sino tener un modo de pensar que es terreno y por debajo de lo que debe ser para el cristiano. El vocablo en el ver. 1 (sarkinos) significa “hecho de carne”, y el en el ver. 3 (sarkikos), “perteneciente a la carne, o caracterizado por ella”.

Al agregar Pablo la frase, “como a niños”, aclara el uso que él hace de la palabra “carnal”, que aparece aquí. Es ser no espiritual (maduro) porque la madurez o el desarrollo ha sido detenido. Es seguir la debilidad (Mat 26:41), usando pensamientos de un cristiano sin madurez.

— como a niños en Cristo — En su vida espiritual se quedaban de poca estatura, como niños. El vocablo griego para decir “niños” aquí es nepios, infante. Aparece en Mat 21:16; Heb 5:13; Gál 4:3; Efe 4:14. Aparece en otros pasajes en sentido figurado (por ej., Rom 2:20, y aquí). Siempre se asocia con esta palabra la idea de inmadurez.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

como a espirituales. 1Co 2:6, 1Co 2:15; Gál 6:1.

sino como a carnales. 1Co 3:3, 1Co 3:4; 1Co 2:14; Mat 16:23; Rom 7:14.

niños en Cristo. 1Co 14:20; Efe 4:13, Efe 4:14; 1Jn 2:12.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

La leche es apropiada para los niños, 1Co 3:1, 1Co 3:2.

Contiendas y divisiones, argumentos de una mente carnal, 1Co 3:3-6.

El que planta y el que riega, son nada, 1Co 3:7, 1Co 3:8.

Los ministros son obreros de Dios, 1Co 3:9, 1Co 3:10.

Cristo el único fundamento, 1Co 3:11-15.

Los hombres templos de Dios, que deben mantenerse santos,, 1Co 3:16-18.

La sabiduría de este mundo es necedad para con Dios, 1Co 3:19-23.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Pablo dice que él no puede hablarles como a espirituales sino como a carnales. ¿Cómo una persona puede ser espiritual y también carnal? Observe que los términos específicos carnal y natural no hablan de la misma verdad. La persona natural (1Co 2:14) está desprovista del Espíritu de Dios. La persona carnal no se compara con el natural sino con un bebé en Cristo. No ha alcanzado madurez espiritual, pero se considera unida con Cristo. La persona carnal es espiritual en el sentido de que tiene el Espíritu de Dios, pero no vive consistente ni maduramente. Esta es a menudo la experiencia de los cristianos de hoy en día, pero también era el problema de muchos cristianos del primer siglo (Heb 5:11-14).

 PARA VIVIRLO

¿De quién es el crédito?

Pablo señala que el trabajo de plantar la iglesia en Corinto fue tarea coordinada entre él, Apolos y el Señor (1Co 3:5-8). Desde entonces, muchos otros fueron involucrados también. Pero el punto era que la cooperación, no la competencia, era el deseo de Dios.

Pablo hablaba del comienzo de la iglesia, pero el principio se aplica también al lugar de trabajo. Una actitud de competencia conlleva a la preocupación de quién obtiene el crédito por el éxito. En contraste, los esfuerzos cooperativos generalmente tienen como resultado logros más grandes que los que cualquier individuo aislado podría obtener. Eso es porque la habilidad, intuición, y energía en una fuerza de trabajo organizada tiene un enorme potencial. Pero ese potencial nunca se hará realidad si el objetivo de cada uno es llevarse el crédito por los resultados.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

NO PUDE HABLAROS COMO A ESPIRITUALES. Uno de los principales problemas de la iglesia de Corinto era que procuraba experimentar las bendiciones de Dios mientras se negaba a apartarse de la maldad del mundo (véase el ARTÍCULO LA RELACIÓN DEL CREYENTE CON EL MUNDO, P. 1830. [1Jn 2:15-16]).

(1) Los pastores y dirigentes de la iglesia de Corinto estaban permitiéndoles la entrada en las congregaciones a supuestos convertidos sin que éstos dejaran sus prácticas mundanas. Dentro de su congregación, los corintios estaban tolerando: divisiones egoístas (1Co 11:18), la filosofía del mundo (v. 1Co 3:19; 1Co 1:18-25), celos y contiendas (v. 1Co 3:3), el orgullo (v. 1Co 3:21; 1Co 4:7), inmoralidad (1Co 5:1), pleitos insignificantes (1Co 6:1-8), asistencia a fiestas idólatras (caps. 1Co 8:1-13 y 1Co 10:1-33) y el rechazo de la enseñanza apostólica (1Co 14:36-37). Debido a que los corintios no vieron la necesidad absoluta de la verdad apostólica, el amor y las normas piadosas (1Co 6:9-10; 1Co 13:1-13), abusaron de los dones del Espíritu (caps. 1Co 12:1-31 y 1Co 14:1-40) y de «la Cena del Señor» (1Co 11:20-34), y tergiversaron el mensaje del evangelio (1Co 1:18-31).

(2) Cristo mismo advierte que Él rechazará a cualquier iglesia que tolere dentro de su congregación las costumbres impías del mundo o la tergiversación de la verdad bíblica (véase Apo 2:20, nota), y que tal iglesia perderá su lugar en el reino de Dios (cf. Apo 2:5; Apo 2:16; Apo 3:15-16). El Espíritu exhorta a tal iglesia a que se arrepienta de corazón (2Co 5:2), a que se aparte del mundo (2Co 6:16-18) y a que perfeccione «la santidad en el temor de Dios» (2Co 7:1).

Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena

Infancia espiritual de los corintios, 3:1-4.
1 Y yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo. 2 Os di a beber leche, no os di comida, porque aún no lo admitíais. Y ni aún ahora lo admitís, 3 porque sois todavía carnales. Si, pues, hay entre vosotros envidias y discordias, ¿no prueba esto que sois carnales y vivís a lo humano? 4 Cuando uno dice: Yo soy de Pablo, y otro: Yo de Apolo, ¿no procedéis a lo humano?

Trata San Pablo de justificar su modo de predicar entre los corintios. Ya había aludido a este punto anteriormente (cf. 2:1-5), pero bajo otro aspecto. Ahora (3:1-4) quiere explicarles, no ya por qué no se había valido de artificios de la retórica humana, sino por qué tampoco les había hablado de los altos misterios cristianos o “sabiduría” divina.
Lo que en sustancia viene a decirles es que esa “sabiduría” la predica sólo a los perfectos o espirituales (v.1; cf. 2:6), únicos que son capaces de comprenderla, y los corintios no habían llegado aún a esa condición. Hubo de tratarles como a “carnales” (σάρκινοι , v.1), término que viene a equivaler prácticamente al de “animales” (ψυχικοί ), usado ya anteriormente (cf. 2:14). Con el aditamento “como a niños en Cristo” (v.1), el Apóstol suaviza bastante la expresión, dando a entender que los corintios, puesto que habían sido regenerados por el Espíritu en el bautismo, de suyo no eran ψυχικοί , sino πνευματικοί ; sin embargo, su modo de proceder, dejándose guiar por principios humanos y no por el Espíritu, era el propio de los ψυχικοί , obligándole a él a tratarles como tales, sin poderles ofrecer los alimentos doctrinales fuertes, propios de personas adultas en la fe (v.2; cf. Heb 5:12-14). Se veía claro que el nuevo principio de acción, que es el espíritu, no había logrado todavía anular en ellos el principio meramente humano, que es la carne (cf. Rom 8:2-11). Y esto, añade el Apóstol, no solamente en los primeros días de la conversión (v.2), sino, lo que es más grave, también en la actualidad (v.3).
Esta última observación le lleva como de la mano al punto adonde quería llegar; es, a saber, al caso concreto de los partidos (v.3-4; cf. 1:11-12), haciendo así la aplicación de todo cuanto ha venido diciendo sobre las dos “sabidurías,” la humana y la divina. En efecto, el hecho de esas rivalidades y preferencias entre los corintios por este o aquel predicador indica que viven aún muy a lo humano, pues un “espiritual” debe ver en cada maestro un mero instrumento de Dios. Tal va a ser el tema fundamental de la siguiente perícopa.

Naturaleza del ministerio apostólico, 3:5-17.
5 Pues ¿qué es Apolo y qué es Pablo? Ministros según lo que a cada uno ha dado el Señor, por cuyo ministerio habéis creído. 6 Yo planté, Apolo regó; pero quien dio el crecimiento fue Dios. 7 Ni el que planta es algo ni el que riega, sino Dios que da el crecimiento. 8 El que planta y el que riega son iguales, cada uno recibirá su recompensa conforme a su trabajo. 9 Porque nosotros sólo somos cooperadores de Dios, y vosotros sois arada de Dios, edificación de Dios. 10 Según la gracia de Dios que me fue dada, yo, como sabio arquitecto, puse los cimientos, otro edifica encima. Cada uno mire cómo edifica, 11 que cuanto al fundamento, nadie puede poner otro sino el que está puesto, que es Jesucristo. 12 Si sobre este fundamento uno edifica con oro, plata, piedras preciosas o maderas, heno, paja, 13 su obra quedará de manifiesto; el día, efectivamente, la manifestará, ya que ha de manifestarse en el fuego, y es este fuego el que probará cuál fue la obra de cada uno. 14 Aquel cuya obra subsista recibirá el premio, 15 y aquel cuya obra sea abrasada sufrirá el daño; él, sin embargo, se salvará, pero como quien pasa por el fuego. 16 ¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros? Si alguno destruye el templo de Dios, Dios le destruirá a él. 17 Porque el templo de Dios es santo, y ese templo sois vosotros.

Pocos pasajes encontraremos en la Sagrada Escritura en que, como en el presente, se hable tan amplia y claramente sobre la naturaleza del ministerio apostólico. Dos son las verdades que principalmente se hacen resaltar; es, a saber, que el agente principal de toda obra apostólica es Dios, y que a nosotros, ministros y cooperadores de Dios, se nos pedirá cuenta de la misión que nos fue encomendada. Para el desarrollo de estas verdades, San Pablo, después de afirmada la tesis en forma general (v.5), se vale de dos imágenes sumamente expresivas: la de “arada” de Dios (v.6-8) y la de “edificación” (v. 10-17).
La tesis general es la de que somos “ministros” (διάκονοι ) ο servidores de Dios (v.5). Poco después se dirá (v.g) que somos “cooperadores” (συνεργοί ) de Dios. Son dos aspectos de la misma idea: “servicio” a las órdenes de otro y “cooperación” en una obra común, con lo que se insinúa que es un servicio no meramente de esclavos, sino de obreros libres, con derecho a recompensa. Y este servicio se ha de ejercer “según lo que a cada uno ha dado el Señor,” es decir, en conformidad con la misión que se asigna a cada uno, la cual, como es obvio, no para todos es igual.
A fin de declarar esto mejor, San Pablo se vale primeramente de la imagen de un campo cultivado o “arada” (v.6-8; cf. Jua 15:1). e1 campo es de Dios (cf. v.g), y nosotros somos los obreros: uno planta, otro riega., según la misión que el mismo Dios, dueño del campo, nos asigna. Pero bien entendido que todo nuestro trabajo sería totalmente estéril si no va acompañado de la acción interna e invisible de Dios, que es quien “da el crecimiento” (v.6-7), moviendo las almas con su gracia a la conversión y luego al desarrollo de la vida cristiana. Y añade el Apóstol (v.8) que, aunque la misión asignada a unos y otros sea diversa, todos los apóstoles “son una sola cosa” (εν εΐσιν ) ο , como puede también traducirse la expresión griega, son “iguales” (ministros o servidores), pues deben actuar coordinadamente en orden al mismo fin, de modo que no tiene sentido andar comparándolos entre sí, como si uno pudiese tener intereses distintos de los del otro; la única diferencia estará en la recompensa o premio, que no dependerá de la misión asignada o fruto obtenido, pero sí del “trabajo” o empeño que cada uno ponga en el cumplimiento de su misión.
En el v.9, que sirve como de transición, alude ya el Apóstol a la segunda imagen, la de una “edificación,” imagen que luego desarrolla ampliamente (v. 10-17; cf· Efe 2:20-22; 1Pe 2:4-8). Considera a la iglesia de Corinto como un edificio en construcción que Dios va levantando por medio de los predicadores evangélicos y en que podemos distinguir como tres fases: la inicial o puesta de fundamentos, que es lo que hizo él (v.10-11); la intermedia o de sobre edificación, que es lo que han hecho y siguen haciendo los que han ido allí después de él (v.12-14); y la final o de edificio ya construido, templo en que debe morar la divinidad (v. 16-17).
Por lo que atañe a la primera fase o puesta de fundamentos, el Apóstol se muestra totalmente seguro de su obra y no admite discusiones: nadie puede poner otro fundamento “sino el que está puesto, que es Jesucristo,” objeto de nuestra fe y principio único de salud (v.11; cf. 2Co 11:4; Gal 1:7-8; Efe 1:10; Hec 4:12) 153. Mas por lo que toca a la sobreedificación, es decir, a lo que otros predicadores han ido añadiendo después, da por supuesto que caben formas o enfoques doctrinales más o menos diversos, que pueden ser buenos (oro, plata, piedras preciosas, v.12), menos buenos (madera, heno, paja, v.12) y malos (que “destruyen,” ν . 16; cf. 5:1-13; 6:9-20); cómo sean de hecho, quedará de manifiesto en el “día” del Señor (ν .13). Creemos que es urgir demasiado el texto bíblico suponer, conforme hacen algunos autores, que los materiales menos buenos (madera, heno, paja) aluden a las doctrinas predicadas por los fautores del partido de Cefas, y las que “destruyen,” a las predicadas por los del partido de Cristo. Más bien parece que San Pablo habla en general, de modo que cada uno, en conformidad con lo que antes ha dicho de la “sabiduría” humana y divina y de lo que acaba de decir sobre el único fundamento que es Cristo, coja lo que le corresponda, pertenezca al partido de Pablo, al de Apolo, al de Cefas o al de Cristo.
Ese “día” del Señor, en que serán probados los materiales que cada predicador ha empleado en la construcción (v.13), es evidentemente el día del juicio final o de la parusía (cf. 1:8; 4:5; Rom 2:16; 13:12; 1Te 5:2; 2Te 1:10; 2Ti 1:18). Y es que en esto San Pablo, a imitación de los profetas del Antiguo Testamento, al hablar de los tiempos mesiánicos (cf. Act 15-16-17), suprime la perspectiva, colocando en ese “día” la separación de buenos y malos con la correspondiente distribución de penas y premios, sin que por ello excluya que ya antes, a raíz de la muerte de cada uno, conforme enseña la teología católica, haya de haber un juicio particular que establezca definitivamente para él esas recompensas. Cuando el Apóstol dice, y lo repite hasta tres veces (v.13-15), que la prueba de los materiales de construcción empleados por cada predicador la hará el “fuego,” ¿a qué fuego alude? Algunos autores han querido ver aquí una alusión al fuego del infierno, otros al del purgatorio; pero está claro que, al menos de modo directo, no se alude ni a uno ni a otro, pues lo mismo el fuego del infierno que el del purgatorio son para expiar culpas, no para probar culpables, y aquí emplea ese término San Pablo con relación a todos los predicadores, incluso los que usan materiales buenos y son dignos de recompensa. Parece, pues, evidente que se trata simplemente de una expresión metafórica para indicar el juicio divino, que es el que pondrá de manifiesto la solidez y verdad de la obra de cada predicador. Por lo demás, la imagen del fuego, inseparable casi de toda teofanía (cf. Exo 3:2; Exo 19:18; Dan 7:9; 2Te 1:8), está muy en consonancia con la alegoría general del edificio, dado que el fuego es el mejor discriminador de la solidez de los materiales. No queremos, sin embargo, dejar de advertir que, aunque no en el término “fuego,” sí en la contextura general de la argumentación, hay una clara alusión al purgatorio, así como también al infierno y a la bienaventuranza. En efecto, ¿qué otra cosa pueden significar ese “recibirá premio” del v.14 y ese “le destruirá” del v.16 sino que al juicio divino seguirá para unos recompensa y para otros castigo, es decir, cielo e infierno? Y en cuanto al purgatorio, no es menos clara la alusión, al afirmar el Apóstol en el ν .16 que aquellos predicadores que hayan empleado materiales menos buenos que no resistan la prueba divina, aunque ellos “se salvarán,” habrán de “sufrir daño”154, algo así como quienes escapan “a través del fuego” (nótese que aquí el término “fuego” se toma en sentido propio, no en sentido metafórico), que no pueden evitar las zozobras y quemaduras. No irán, pues, al infierno (se salvarán”); pero tampoco irán al cielo sin antes “sufrir daño.” Lo cual, lógicamente, nos lleva a establecer el principio de que hay faltas que no son tan graves como para cerrar el cielo; pero que, antes de entrar en él, Dios las castigará con una pena proporcionada temporal. En sustancia, eso es lo que enseña el dogma católico del purgatorio, aparte de que haya o no haya allí “fuego,” cosa que habrá de probarse por otras razones, no por este pasaje paulino.
Queda, por fin, decir algo sobre los v. 16-17. Estos dos versículos siguen aún en la línea de la imagen del “edificio,” que aquí se concreta en la de “templo,” dado que es un edificio de Dios, en que El mismo quiere morar. Se trata de una grave advertencia a los fautores de los partidos, como diciéndoles: No destruyáis la unidad de esa “edificación,” que es la iglesia de Corinto, pues es “templo” de Dios, algo que es “santo,” y Dios castigará severamente a los culpables. Evidentemente, en este contexto, el término “templo” de Dios, aunque por extensión pueda aplicarse a cada uno de los fieles, directamente se aplica a la comunidad de Corinto, es decir, tiene sentido colectivo (cf. 6 Cor 6:16; Efe 2:21), no individual (cf. 6:19). últimamente algunos autores, como B. Gártner 155, han querido encontrar aquí una dependencia de Qumrán, cuya comunidad se consideraba como un nuevo templo humano, en el que se tributaba a Dios un culto espiritual más genuino y auténtico que el que se le tributaba en el Templo de Jerusalén. Sin embargo, tal dependencia nos parece muy problemática, pues ya en el Antiguo Testamento se encuentran elementos suficientes para llegar a la idea de “nuevo templo,” y es probable que lo mismo Qumrán que Pablo están inspirándose en la misma fuente.

No hay que dejarse guiar de la sabiduría humana, 3:18-23.
18 Nadie se engañe; si alguno entre vosotros cree que es sabio según este siglo, hágase necio, para llegar a ser sabio. 19 Porque la sabiduría de este mundo es necedad ante Dios. Pues escrito está: “El caza a los sabios en su astucia.” 20 Y en otra parte: “El Señor conoce cuan vanos son los planes de los sabios.”21 Nadie, pues, se gloríe en los hombres, que todo es vuestro; 22 ya Pablo, ya Apolo, ya Cefas; ya el mundo, ya la vida, ya la muerte; ya lo presente, ya lo venidero, todo es vuestro; 23 y vosotros de Cristo, y Cristo de Dios.

Hace aquí San Pablo la aplicación de los principios anteriormente expuestos. Dos son las afirmaciones fundamentales. Primeramente (ν . 18-20), que no quieran dárselas de entendidos los corintios, juzgando según los criterios de la “sabiduría” humana y tomando partido por este o aquel predicador, pues esa “sabiduría” es necedad ante Dios, y lo que interesa es que se hagan sabios según la “sabiduría” divina, aceptando con humildad y sencillez la doctrina de la salud por Cristo. Con las citas (v. 19-20) de Job 5:13 y Sal 94:11, el Apóstol trata de apoyar su tesis, haciendo ver que los cálculos y planes de los “sabios” humanos no valen de nada ni pueden impedir los planes divinos.
La segunda idea (v.21-23), para hacer ver a los corintios lo absurdo de su proceder con eso de los partidos, es la de que en buena lógica no son los fieles para los apóstoles sino los apóstoles para los fieles, pues su misión es la de ser “ministros” o servidores, que trabajan en el campo de Dios (cf. ν .6). Υ no sólo los apóstoles, las criaturas todas están ordenadas por Dios al bien de los fieles (cf. Rom 8:28). Así es de grande la dignidad del cristiano. ¿Cómo, pues, os rebajáis, les viene a decir el Apóstol, a quereros hacer propiedad de este o aquel predicador, fomentando cismas y partidos ? Sin embargo, y aquí San Pablo lleva ya la argumentación hasta el final, no llevéis las cosas demasiado lejos, sino pensad que “vosotros sois de Cristo, y Cristo de Dios” (v.23). De esta nuestra pertenencia a Cristo, que fue quien nos redimió con su sangre (cf. 7:23; Rom 3:24; Efe 1:7), habla con frecuencia San Pablo (cf. 1:12-13; 6:19; Rom 6:11; 2Co 10:7; Gal 3:29). En cuanto a la pertenencia de Cristo a Dios, ha de entenderse, no de Cristo en cuanto Dios, igual al Padre, sino de Cristo en cuanto hombre, con misión de Mediador para llevar a los hombres al Padre (cf. 11:3; 15:24; Jua 14:31).

Fuente: Biblia Comentada

La causa de problemas en la iglesia no solo era la influencia externa del mundo. También era la carnalidad interna. Las presiones del mundo se habían combinado con la debilidad de la carne. carnales. Aunque los creyentes corintios ya no eran «naturales» tampoco eran «espirituales» (controlados del todo por el Espíritu Santo). De hecho, eran «carnales» (controlados por la carne caída). Aunque todos los creyentes tienen el Espíritu Santo (cp. Rom 8:9) todavía batallan con la carne o su propia naturaleza caída (vea las notas sobre Rom 7:14-25 ; Rom 8:23). niños en Cristo. La carnalidad de aquellos creyentes era indicación de su inmadurez. No tenían excusa alguna para no ser maduros, según Pablo dio a entender al decir que debió haber podido escribirles como maduros, a la luz de todo lo que les había enseñado (v. 1Co 3:2). Vea las notas sobre Heb 5:12-14; 1Pe 2:1-2

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

3:1 — De manera que yo, hermanos — Con estas palabras Pablo prosigue el tema en general sugerido por el mal de los corintios de formarse en grupos según sus predicadores favoritos. Al decirles “hermanos” suaviza la reprensión o censura necesaria. Habla lo que tiene que hablar, pero lo hace con ternura, porque les ama.
— no pude hablaros — cuando estuvo con ellos en Corinto en el tiempo de la conversión de ellos, Hch 18:1-28.
— como a espirituales — Pablo acabó de decir (2:15) que el espiritual es hombre, o inspirado como él, o hermano que acepta la inspiración del Espíritu Santo y sigue la enseñanza inspirada. Aunque los hermanos corintios no eran “naturales” (2:14), personas que rechazan la inspiración, tampoco mostraban madurez (2:6) al promover el espíritu sectario según los dictámenes de su cultura (1:12). Por eso no se portaban como “espirituales” (personas totalmente entregados con madurez a las direcciones del Espíritu Santo). En ese tiempo Pablo no pudo hablarles como a hermanos bien desarrollados en su crecimiento espiritual.
En el capítulo 2 el contraste presentado fue entre el hombre natural y el hombre espiritual (el carente de la inspiración del Espíritu Santo, y el poseedor de tal inspiración), y en el capítulo 3 es entre el discípulo carnal y el discípulo espiritual (el que no había alcanzado madurez, y el que había llegado a ella en las cosas reveladas por el Espíritu Santo).
— sino como a carnales — Es obvio que Pablo no está acusando a los corintios de carnalidad en el sentido de lo inmoral, sino que está diciendo que ellos, en el tiempo de haber estado él con ellos en el principio, tenían falta de espiritualidad (o de madurez en su aceptación de instrucción del Espíritu Santo). El vocablo griego aquí (sarkinos), y el que aparece en el ver. 3 (sarkikos), son distintos (aunque los dos básicamente hacen referencia a la carne). La versión católica, por Fuenterrabía, en lugar de “carnales” dice, “influenciados por la ‘carne’”, y agrega una nota que explica que el término griego no significa entregarse totalmente a vicios, sino tener un modo de pensar que es terreno y por debajo de lo que debe ser para el cristiano. El vocablo en el ver. 1 (sarkinos) significa “hecho de carne”, y el en el ver. 3 (sarkikos), “perteneciente a la carne, o caracterizado por ella”.
Al agregar Pablo la frase, “como a niños”, aclara el uso que él hace de la palabra “carnal”, que aparece aquí. Es ser no espiritual (maduro) porque la madurez o el desarrollo ha sido detenido. Es seguir la debilidad (Mat 26:41), usando pensamientos de un cristiano sin madurez.
— como a niños en Cristo — En su vida espiritual se quedaban de poca estatura, como niños. El vocablo griego para decir “niños” aquí es nepios, infante. Aparece en Mat 21:16; Heb 5:13; Gál 4:3; Efe 4:14. Aparece en otros pasajes en sentido figurado (por ej., Rom 2:20, y aquí). Siempre se asocia con esta palabra la idea de inmadurez.

Fuente: Notas Reeves-Partain

IMPORTANCIA SUPREMA DE DIOS

1 Corintios 3:1-9

En cuanto a mí, hermanos, no pude hablaros como si fuerais espirituales, sino que tuve que hablaros como a los que no habían pasado todavía de la etapa meramente humana, como a niños en Cristo. Como si dijéramos, os di a beber leche, no comida sólida. Y aun ahora, todavía no podéis digerir la comida sólida, porque seguía estando controlados por las pasiones humanas. Si hay entre vosotros envidia y rivalidad, ¿no quiere eso decir que estáis dominados por las pasiones humanas y que vuestro comportamiento no pasa del nivel puramente humano? Eso de que uno diga: «¡Yo soy de Pablo!» o «¡Yo soy de Apolos!», ¿no quiere decir que estáis actuando como seres humanos a secas? Porque, ¿qué son Apolos o Pablo? No son más que siervos que han actuado de intermediarios para que llegarais a creer; y el éxito que tuvo cada uno se lo debió a Dios. Yo fui el que planté; luego vino Apolos a regar; ¡pero fue Dios el que hizo crecer la semilla! Así que, ni el que planta ni el que riega son nada; sino Dios, Que hace crecer la semilla, es el todo. El que planta y el que riega están a un mismo nivel; cada uno recibirá la recompensa conforme a su labor. Nosotros somos compañeros de trabajo al servicio de Dios; y vosotros sois la labranza o el edificio de Dios.

Pablo ha estado hablando de la diferencia que hay entre una persona espiritual (pneumatikós), que es la que puede entender las cosas espirituales, y la que es psyjikós, cuyos intereses y objetivos no van más allá de las cosas materiales y que, por tanto, es incapaz de captar la verdad espiritual. Ahora pasa a acusar a los corintios de seguir en la etapa física, y usa dos palabras para describirlos.

En el versículo 1 los llama sárkinoi. Esta palabra se deriva de sarx, que quiere decir carne y que Pablo usa con frecuencia. Ahora bien: todos los adjetivos griegos que terminan en -¡nos quieren decir hecho de aquello. Así es que Pablo empieza por decir que los córintios están Hechos de carne. Eso no es tan despectivo como la expresión española de «ser un cacho de carne con ojos;» quiere decir que es una persona de carne y hueso, pero que no debe conformarse con vivir a ese nivel. El problema era que los corintios eran, no sólo sárkinoi, sino también sarkikoí, que quiere decir dominados por la carne. Para Pablo la carne es mucho más que una sustancia física; es la naturaleza humana separada de Dios, esa parte de la persona, tanto mental como física, que le ofrece una cabeza de puente al pecado. Así es que el fallo que Pablo les encuentra a los corintios no es que están Hechos de carne -eso tienen de común con todo el mundo-, sino que dejan que su naturaleza inferior domine todas sus actitudes y acciones.

¿Qué es lo que hay en su vida y conducta que hace que Pablo les dirija esta reprensión? Son sus partidismos, peleas y grupitos. Esto es sumamente significativo, porque quiere decir que se puede saber cómo está la relación de una persona con Dios viendo su relación con sus semejantes. Si nunca está de acuerdo con nadie, si siempre está peleándose y discutiendo con los demás y creando problemas, puede que asista regularmente a la iglesia y hasta que tenga algún cargo en ella, pero no es un hombre de Dios. Sin embargo, si uno se lleva bien con los demás y sus relaciones con ellos están inspiradas en el amor y la unidad y la concordia, entonces lleva camino de ser un hombre de Dios.

El que ama a Dios tiene que amar también a sus semejantes. Esta fue la verdad que Leigh Hunt tomó de un cuento oriental y plasmó en su famoso poema:

Abú Ben Ádjem -¡crezca para siempre su tribu!despertó cierta noche de un buen sueño de paz y vio en la habitación que la luna alumbraba convirtiéndola toda como en un lirio en flor un ángel escribiendo en un libro de oro. Larga vida de paz le había hecho atrevido, y a la extraña figura Abú se dirigió: -Di, ¿qué escribes?- El ángel volvió hacia él los ojos y con una mirada que era toda dulzura respondió: -Son los nombres de los que aman a Dios. , -¿Y está el mío entre ellos?- le preguntó Ben Ádhem. -No está -respondió el ángel. Con menos osadía, pero aún atrevido, Abú dijo: A lo menos, pon mi nombre como uno que ama a sus semejantes. El ángel lo escribió, y desapareció. A la noche siguiente, con deslumbrante luz, volvió el ángel de nuevo, en su libro mostrando los nombres de aquellos bendecidos por Dios, porque Su amor estaba reflejado en sus vida. ¡Y he aquí que el de Ben Ádjem estaba a la cabeza!

Pablo prosigue mostrando la esencial insensatez de ese espíritu partidista. En un huerto, puede que un hombre plante la semilla, y sea otro el que la riegue; pero ninguno de los dos pretende haber sido el que la ha hecho crecer: eso es cosa de Dios. El que planta y el que riega están al mismo nivel; ninguno puede pretender prioridad sobre el otro; no son más que servidores que han sido compañeros de trabajo al servicio de un Señor: Dios. Dios usa instrumentos humanos para hacer llegar a las personas el Mensaje de Su amor y Su verdad; pero Él es el Único que despierta el corazón humano a una nueva vida. Como lo creó, lo puede re-crear.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento

CAPÍTULO 3

b) Los corintios están aún muy alejados de esta sabiduría (1Co/03/1-4).

1 Yo, por mi parte, hermanos, no pude hablaros como a hombres espirituales, sino como a puramente humanos, como a niños en Cristo. 2 Os di a beber leche; no os di comida sólida; porque todavía no estabais capacitados, como tampoco ahora, 3 ya que aún sois puramente humanos. Porque, mientras entre vosotros haya contienda y discordia, ¿no continuais siendo puramente humanos, y no es vuestra conducta puramente humana? 4 Porque cuando uno dice: Yo soy de Pablo, y otro: Yo de Apolo, ¿no significa esto que sois simplemente humanos?

En el fondo, todo cuanto Pablo ha venido diciendo (en 2,6-16) es un lenguaje sapiencial espiritual, al menos en razón de sus insinuaciones. También lo que sigue es un ejemplo de la superioridad de juicio del hombre espiritual frente al hombre natural. En su primera evangelización no podía recurrir a este lenguaje. Entonces se trataba de exponer los rudimentos del cristianismo. No podía dar, por así decirlo, más que leche, pues no otra cosa hubieran podido soportar. Esta imagen responde a la idea de comparar la aceptación del cristianismo con una nueva generación o nacimiento. Pablo lleva adelante la comparación y se sirve de ella con frecuencia para expresar sus sentimientos paternales o maternales hacia una comunidad. Pero aquí se incluye un reproche, pues no sólo califica a los corintios de recién nacidos, sino que además son carnales, dominados por impulsos primitivos. Y esto no responde a la línea de una evolución y maduración normal, sino que contradice a lo espiritual, acentuando lo que se dijo del hombre natural y psíquico (en 2,14) 9.

Así, pues, Pablo devuelve el reproche. Si en su predicación no ofreció aún la cumbre de la sabiduría cristiana, la culpa fue de ellos. Y lo sigue siendo también ahora si, en vez de moverse en esta cima espiritual, se ve obligado a rodearla ante hechos tan vergonzosos. Sus rivalidades, la importancia que atribuyen a las cualidades humanas -hasta llegar a poner en riesgo los bienes esenciales de la realidad salvífica en Cristo- ¿no son prueba de cuán profundamente sumergidos están aún en lo excesivamente humano? Se podría aclarar más aún la imagen empleada por el Apóstol: han recibido el Espíritu y está en ellos, del mismo modo que está en un infante el alma y la mente; pero ha de pasar mucho tiempo hasta que el alma llegue a dominar totalmente el cuerpo; durante una larga etapa, la conducta del niño está condicionada y determinada en gran medida por su sensibilidad y sus necesidades meramente corporeo-animales. Se da, además, el hecho de que, dentro siempre de este ámbito natural, muchos hombres aun habiendo alcanzado la plenitud, utilizan sus facultades mentales para servicio exclusivo de sus necesidades animales. Una gran parte de la doctrina paulina se endereza, en todas sus cartas, a la tarea de ayudar a los cristianos, que viven fundamentalmente en el espíritu, a establecer una clara diferenciación entre una vida conforme al espíritu y otra conforme a la carne. Se trata de una tarea nunca acabada, de una guerra sin tregua ni paz. Nunca serán plenamente iluminados los abismos de la conciencia humana y menos aún los del subconsciente. Una y otra vez nos enfrentamos con la tarea de abrir espacio al Espíritu y ordenar y sanar la psykhe y el cuerpo por medio del Espíritu.

«¿No significa esto que sois simplemente humanos?» Aquí está el mal, pero esto no es disculpa para una comunidad de Dios en Jesucristo. Si han sido santificados por el Espíritu, esto quiere decir que han sido elevados por encima de lo meramente humano y que están capacitados para contemplar los valores humanos de sus pastores a la manera de Dios. De hecho, ésta es su obligación. Se hacen culpables cuando, desde una humanidad dada por Dios, reaccionan según los modos de una humanidad corrompida por la carne. De aquí se deriva un mal que no hará sino potenciarse y adquirir mayor virulencia entre ellos.

……………

9. Igualmente cargada de reproche se halla esta comparación en Heb 5:12.

……………

4. REMEDIOS (Heb 3:5-23).

Esta sección intermedia sobre la suprema sabiduría que se da en Cristo mediante el Espíritu Santo, y que los corintios echaban de menos, sin razón, en el Apóstol, ha despejado el camino para conseguir la curación de los partidismos en la comunidad. Ahora el Apóstol pasa a examinar directamente el fondo del asunto. Lo personal queda muy lejos. Es digna de admiración la habilidad que se emplea para restar importancia a los aspectos personales, haciendo que se contemple todo desde arriba, desde la perspectiva del Espíritu. Se establecen aquí unas normas válidas para todos los tiempos, según las cuales deben juzgar las comunidades a sus directores y éstos a sí mismos, para no destruir allí donde se debía edificar. En rápida sucesión, y a través de una contra posición de comparaciones (plantar, regar) y de un lenguaje directo (servidor, colaborador) se explica la importancia relativa de los hombres, que son algo, pero casi nada, en la obra salvífica de Dios.

a) La postura exacta frente a los jefes de la Iglesia (1Co/03/05-09).

5 «Pues ¿qué es Apolo? ¿Qué es Pablo? Unos servidores, por medio de los cuales abrazasteis la fe, y cada uno es según la gracia que le dio el Señor. 6 Yo planté, Apolo regó; pero el crecimiento lo produJo Dios. 7 Y así lo que cuenta no es el que planta ni el que riega, sino el que produce el crecimiento, Dios. 8 El que planta y el que riega son una misma cosa; eso sí, cada uno recibirá el salario a la medida de su trabajo. 9 Porque somos colaboradores de Dios, y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios.

De los cuatro nombres citados al principio, Pablo toma ahora sólo dos. Parece indudable que ya desde el comienzo, la punta más acerada de la polémica apuntaba especialmente contra el partido de Apolo (1,18 ss; 2,1 ss). Era, sin duda, el más peligroso, porque explotaba el punto débil de la mayoría de los corintios. Es preciso, por tanto, volver a insistir ahora expresa y nominalmente sobre este grupo para aplicar el remedio allí donde conviene. ¿Cómo se podría hablar sobre este tema con entera calma? Para los unos Pablo lo era todo. Estaban adheridos de todo corazón a aquel que les había traído la buena nueva y la gracia, y, muy a la ligera, acusaban de ingratitud e infidelidad a cuantos no se mantenían en esta actitud. Pero había otros a quienes el resplandor de la luz cristiana les había llegado a través de la actuación de Apolo, hombre inteligente e instruido. Cuando los primeros repetían acaso incesantemente el nombre de Pablo, estos últimos se apresurarían a añadir: «Esto no es absolutamente nada comparado con lo de Apolo», como niños que se pelean y zahieren entre sí. Sobre esta situación de fondo se pronuncia ahora la palabra clarificadora: ambos son servidores de vuestra salvación, cada uno según la gracia que le ha dado el Señor. Los servidores no son personas a las que pertenecemos, sino cuyo servicio aceptamos con agradecimiento. Los servidores son muchos, pero sólo se puede pertenecer al único Señor. Si a mí me agrada o me aprovecha una manera más que otra, también esto es algo que se debe al Señor, que concedió estas maneras a sus servidores. Ninguno de éstos puede elegir su propio modo. Es lícito pensar que el mismo Pablo se habrá consolado más de una vez con esta idea, cuando experimentaba que no en todas partes hallaba buena acogida su manera personal.

Este cuadro general de los servidores se hace, en las líneas siguientes, más concreto, más colorista y más diferenciado. En cada versículo recibe la relación que tienen entre sí ambas clases de servidores una nueva luz, ya positiva: plantar, regar; ya negativa: ninguno de ellos puede nada sin la bendición divina; ya los dos a la vez: ambos son iguales cuanto al no ser frente a Dios; ya por separado: cada uno de ellos recibe su especial recompensa. Sólo Dios puede juzgar sus diferencias auténticas. ¡Cuán insensato, pues, contraponerlos entre sí, como hacen los corintios! Si al uno se le han concedido muchos éxitos con poco esfuerzo, y el otro planta para obtener escasa cosecha, porque son otros los que la recogen más tarde, todo esto sólo Dios puede juzgarlo y recompensarlo con justicia. Para concluir, una definición a la vez humilde y orgullosa de todo auténtico pastor de almas: colaborador de Dios. La palabra colaborador se emplea mucho actualmente dentro del ámbito eclesial y fuera de él, pero aquí, una vez más, colaborador de Dios significa otra cosa. Su sentido se completa con lo que dice de la comunidad: es labranza preciosa de Dios, edificio de Dios. Esta segunda imagen lleva ya a la sección siguiente. Las dos comparaciones de cultivar y edificar van con frecuencia juntas en el Apóstol. Dado que de lo que se trata es de valorar exactamente la posición de los pastores que trabajan en la comunidad, ésta aparece en actitud pasiva en esta imagen; pero en otros numerosos pasajes se afirma la idea de que en la comunidad no puede haber ningún miembro enteramente pasivo, pues todos deben contribuir a edificarla.

b) El juicio de Dios amenaza a los responsables (1Co/03/10-17).

10 Conforme a la gracia que Dios me ha dado, yo, como sabio arquitecto, puse los cimientos; y otro va edificando encima. Pero cada uno mire cómo edifica. 11 Por lo que se refiere al fundamento, nadie puede poner otro, sino el que ya está puesto: Jesucristo. 12 Y si sobre este cimiento edifica uno con oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, paja, 13 la obra de cada uno quedará en evidencia; pues el día del juicio la manifestará, porque éste se revela en fuego, y el fuego verificará la calidad de la obra de cada uno: 14 si subsiste la obra de alguno, éste recibirá el salario; 15 si se quema la obra de alguno, éste sufrirá daño; él, desde luego, se salvará, pero como quien pasa por fuego.

Pablo es un hombre de ciudad, a quien se le acomodan mejor, en el fondo, la s imágenes de la construcción que las de la agricultura o la jardinería. En todo caso, sabe sacar de la imagen de la arquitectura algunos elementos que por un lado son más personales y más acomodados a su intención y por otro tienen mucho mayor alcance, porque llegan hasta la explicación del juicio definitivo. Pablo es consciente de que al fundar, como apóstol, la comunidad, actuó totalmente en el sentido de Dios y con su gracia, hasta tal punto que sabe que sus cimientos no vacilarán. Por eso mismo, los predicadores y pastores a quienes se encomiende la comunidad después de Pablo, deberán poner sumo cuidado para ver cómo llevan adelante el edificio. Dentro del estilo de parábolas de Jesús, Pablo expone dos posibilidades extremas, partiendo de las dos ternas posibles de materiales de construcción. En realidad, estos materiales se reducían a la madera, el heno y la paja. Con ellos alzaban los pobres sus cabañas, entonces como ayer, en el cinturón de las ciudades de millones de habitantes. Los ricos adornaban sus viviendas con oro, plata y piedras preciosas. Aquel que pretende reflexionar sobre la realidad intentada por Pablo a través de la imagen experimenta una sorpresa. Pablo quiere decir que así como puede construirse rápidamente una casa de madera, heno y paja, y luego, con una buena capa de pintura, puede hacerse olvidar el bajo material con que ha sido construida, así también algunos pastores pueden tener éxito aparente en sus comunidades. Todo marcha bien… mientras no haya un incendio. Pero, tan cierto como llegará aquel día en el que todo se ha de revelar, llegará el momento en que se prenda fuego en el edificio y ¡ay entonces de aquellos constructores! Podrán ponerse a salvo, pero como aquel que, de un incendio, sólo salva su vida. No se explicita la segunda mitad de la imagen: cuando la construcción se hace con oro, plata y piedras preciosas. Pablo debe abrir los ojos de aquellos corintios que se han dejado influir por las maneras cultas y subyugantes de Apolo, pero apreciándolas desde un punto de vista unilateral. Pablo no afirma que Apolo no haya edificado. Al menos no es necesario interpretarle en este sentido. Con la madera, el heno y la paja podrían darse por implícitamente aludidos algunos corintios. Pero la comunidad debe edificarse de «piedras vivas» (1Pe 2:4-6).

¿Qué quiere decir aquí exactamente la palabra fuego? En primer término, sin duda, el juicio. En él se revelará el valor auténtico de cada cosa. Pero dentro de este juicio entra también -en la mentalidad de la predicación veterotestamentaria de los profetas- lo que precede al último acto: tribulación, persecución. Aquel que ha seguido sólo a este predicador o aquél, no tendrá arrestos para soportar la persecución, no tendrá fuerzas para mantenerse en pie resistiendo las presiones 10.

¿Podría entenderse también aquí el fuego del purgatorio? En un sentido amplio cabría pensar en ello. En la perspectiva del Apóstol esta idea era tan desacostumbrada como en la tradición profética de esta imagen. Es cierto que aquí Pablo no amenaza con el infierno, lo que casi causa extrañeza. Pero, por otra parte, que un hombre sólo salve la vida, que todo cuanto de alguna manera constituía su existencia quede totalmente aniquilado , no es pequeño castigo.

La expresión «la obra de cada uno», dos veces repetida en el v. 13, y la expresión «la obra de alguno» (v. 1415) son mucho más genéricas que el concepto «edificación». Con aquéllas no se indica tan sólo la construcción y lo construido, sino todas las acciones de la vida, a través de las cuales se transparenta lo que cada cual es en su fondo íntimo. Si a los ojos de la eterna verdad todo ello se convierte en cenizas, porque en el fondo no era otra cosa, el hombre debe sentirse aniquilado, y sobrevivir a ello le parecerá pura maravilla. Llegará así a su fin una vida que estaba orientada al éxito, a la que siempre le fue posible eludir la verdad, que nunca siguió a Jesús, que sólo tuvo y ofreció a los demás las apariencias de fe, esperanza y caridad.

……………

10. «éste sufrirá daño» puede traducirse también por «éste será castigado», con lo que se establecería una contraposición más adecuada con la otra expresión «recibirá salario». Pero dentro de la imagen del incendio de una casa parece más adecuado traducir de acuerdo con la versión adoptada por nosotros, tanto más cuanto que la imagen continúa: este tal «se salvará como quien pasa por fuego».

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16 ¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros? 17 Al que destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él; pues el templo de Dios es santo, y ese templo sois vosotros.

De la imagen de la casa se pasa a la del templo. Apenas se reflexiona con qué clase de casa puede compararse la comunidad, surge la idea de «casa de Dios» y, más exactamente, de «templo». Y hablando de templo, sólo puede tratarse de aquel único templo que según los israelitas creyentes, había en el mundo: el templo de Jerusalén. Todo el Nuevo Testamento está penetrado de la convicción de que el lugar de este templo lo ocupa ahora la Iglesia, y que en vez de una casa de piedras hay otra casa construida de hombres vivos, congregados por el Espíritu Santo en una unidad viviente. Este mismo Espíritu lo es tanto de la totalidad como de cada hombre en particular. En todo caso, la morada de Dios adquiere mediante este Espíritu una proximidad y una sublimidad que deja muy atrás todas las anteriores moradas de Dios entre los hombres. Y siendo esto así, los corintios deben tener siempre ante los ojos aquella estricta ley de santidad vigente para el templo. Nosotros, los hombres de hoy, apenas si podemos hacernos una idea de la seriedad con que todo el mundo antiguo, también el pagano, respetaba la santidad de un templo y castigaba las irreverencias. No en vano amenaza Pablo aquí a los corintios con la destrucción. En este punto queda por ver si es posible que se dé, junto con la destrucción de la carne, la salvación para la eternidad (cf. 5,5).

Observemos la marcha ascendente: al principio se habló de una diferente recompensa; después, de los trabajadores que pueden sentirse satisfechos de serlo, a pesar de las adversidades, y se menciona finalmente la suprema amenaza, dirigida a aquellos que destruyen la santidad de la Iglesia.

c) Riesgo de transformar la sabiduría en necedad (1Co/03/18-23).

18 Que nadie se engañe. Si alguno entre vosotros se tiene por sabio según este mundo, que se haga necio para hacerse sabio; 19 pues la sabiduría de este mundo es necedad para Dios. Pues esta escrito: «El atrapa a los sabios en la astucia de ellos» (Job 5:13). 20 Y también: «Conoce el Señor que son vanos los razonamientos de los sabios» (Sal 94:11). 21 Así que nadie se gloríe en los hombres; porque todo es vuestro: 22 Pablo, Apolo, Cefas, el mundo, la vida, la muerte, lo presente, lo futuro: todo es vuestro. 23 Y vosotros, de Cristo; y Cristo, de Dios.

En esta corta sección se tratan dos cuestiones: una postura equivocada frente a un bien valioso en sí, es decir, la sabiduría, y una postura equivocada respecto de personas que en sí (y al menos en parte) son muy estimables. Ambas cuestiones están íntimamente entrelazadas en nuestro caso y llevan al mismo peligroso resultado, tanto más peligroso cuanto menos lo advierten los interesados. Transformación de la sabiduría en necedad, de la libertad en esclavitud. Como las gentes que subyugan a los corintios están relacionadas con la sabiduría, ponen todo el acento en esta última (ciencia y formación). Pero lo mismo que acontece con frecuencia en el ámbito humano, que hay gente que causa pena o risa cuando quiere deslumbrar con un par de cosas medio aprendidas, pero que dejan entrever la verdadera altura de su nivel cultural mezclando nombres o empleando equivocadamente los conceptos, esto mismo acontece, y con mayor certeza, delante de Dios. Hay quienes piensan que lo que saben, o lo que son, es algo maravilloso, pero esa misma necia opinión les hace ridículos y pobres.

Algo de esta fatal confusión a la que estos «sabios» necios están expuestos encuentra afirmada Pablo en dos lugares de la Escritura: «él atrapa a los sabios en la astucia de ellos.» La línea del pensamiento humano es a veces tan lógica y consecuente que lo ensambla todo dentro de un claro esquema. El hombre tiene una notable tendencia a la sistematización. Acaso, en el fondo, no sea cosa notable, sino algo tan evidente como opinar sobre el mundo que está en su horizonte. Pero aquella inclinación es más peligrosa. El pensador tiene una o dos buenas ideas sobre el tema, o el hombre más sencillo un par de experiencias, de las que extrae también un par de ideas. Pueden ser en sí muy buenas y útiles. Pero cuando se amplían y se quiere estructurar con ellas una filosofía o una concepción del mundo y hasta una concepción de la divinidad, entonces se corre el peligro de que el edificio conceptual resulte armónico, pero no tenga nada que ver con la realidad. Cuanto mayor fue el empuje mental con el que el hombre alzó el edificio, más trágica resulta la ausencia de verdad. Su sabiduría se convierte en necedad. De esto debería precaverle la revelación de Dios, que no se deja encerrar en ningún sistema. Todo teólogo debería llegar a estas conclusiones por personal experiencia. Aquel que se somete a la palabra de Dios y sacrifica en su obsequio la lógica de sus propios pensamientos, queda libre de la red que tiende a extenderse por propio impulso.

Si mediante la fe humilde se alcanza la libertad frente a la realidad misma, mucho más frente a todo culto personal. Se recibe en todo tiempo con gratitud todo cuanto de bello y grande quiere participarnos alguien; se le honra por ello, pero no se gira en torno a un nombre famoso. Se gira en torno a las cosas auténticas y buenas que nos tiene que comunicar. ¿Hemos observado cómo Pablo reduce a su justo límite lo que los corintios habían colocado a la cabeza? ¡Qué necias parecen ahora, en este contexto, sus palabras: yo soy de Pablo, yo soy de Cefas…! Pablo retrueca la frase: Pablo, Apolo, Cefas, ¡todos os pertenecen a vosotros! Todos y todo. Lo cual se da la mano con lo que dice en otra parte: «Sabemos que todas las cosas colaboran para bien de quienes aman a Dios» (Sal 8:28). Sólo que aquí enumera con mayor detalle el inventario de lo que poseen: el mundo, la vida, y la muerte; el presente y el futuro y, al mismo tiempo, con una frase más concisa: todo es vuestro.

Pero ¿hasta qué punto es «todo» de ellos, de los corintios, de los cristianos? Todo les pertenece en Cristo, por voluntad de Cristo, según la mente de Cristo. No es algo evidente en sí mismo que les pertenezcan todas las cosas, que todas les sirvan y les sean útiles. No siempre y en todas las circunstancias se ha mantenido en su justo puesto este dominio que, en realidad, depende total y exclusivamente de que ellos sean, a su vez, propiedad de Cristo y estén a disposición de Cristo. Cristo les ha librado del pecado y de la esclavitud al aceptarlos en sí mismo y en su libertad. Sólo en la realización de la figura y de la vida y esencia de Cristo puede mantenerse en pie su independencia frente al mundo, su libertad sobre todo lo mundano. La obediencia es la condición de la libertad.

Por eso podemos comprender, en definitiva, algo que inicialmente pudiera causarnos extrañeza: oír decir a Pablo, siguiendo la línea de su propio pensamiento, que también Cristo es de Dios. Todo pertenece a Cristo sólo porque él, a su vez, pertenece entera y totalmente a Dios. Cristo es de Dios. El Apóstol quiere llevar la enumeración, que contiene las relaciones exactas de las cosas, expuestas de dos en dos, y une a todos los miembros en la unidad hasta su vértice supremo, porque sólo desde aquí se sitúa cada cosa en su sitio justo. Y por eso no ha querido pararse en Cristo al enumerar la serie de eslabones. Pues ¿qué es Cristo? Es el Kyrios, el Señor; pero su dominio, que tiene su máxima expresión en el titulo de Kyrios, es algo que le ha sido dado por el mismo Dios, como recompensa a su obediencia (Flp 2:9-11). Y así, él pertenece (como Dios) a Dios, de modo parecido a como los cristianos pertenecen a Cristo.

En esta linea ascendente aparece también, en su dimensión exacta, lo que Pablo quiere indicar con la palabra «gloriarse». No es una jactancia exterior ante los demás por algo o por alguien, sino que es el fundamento íntimo y la postura del yo ante la divinidad. Al gloriarse, debe mirarse hacia lo alto. Aquel que se gloría por algo inferior a él es un insensato. Y dado que la línea ascendente de este gloriarse responde a la linea ascendente de la gracia, un gloriarse equivocado pervierte también este orden. Quien destruye el orden, interrumpe la corriente que, a partir de Dios, quiere comunicar riquezas. Es un insensato, que se hunde tanto más en su nada cuanto más altas palabras emplea en su propia glorificación; él, que podría haber tenido la sabiduría de Dios y verse así confirmado en su gloria correspondiente.

Fuente: El Nuevo Testamento y su Mensaje

— inmaduras: Lit. carnales. Reaparece aquí la oposición entre espíritu (o Espíritu) y carne, una de las antítesis favoritas de Pablo; para su correcta comprensión, ver nota a Rom 7:5.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

Jua 16:12.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

El problema permanente de los corintios

Tal como Pablo ilustró el tema que trata en 1:10-31 sobre gloriarse en el Señor, refiriéndose a su propia llegada a Corinto, actúa de la misma forma en 3:1-23. Habla del problema de los cristianos de Corinto, que es el mismo desde el principio, en relaci ón con su tendencia a las divisiones (1-9), del papel que desempeña como apóstol fundador, y del cui dado que se necesita para construir la iglesia en vista del juicio futuro (10-17), concluyendo con una corrección del malentendido de la relación de los maestros con el pueblo de Dios (18-23).

1 Como en 2:1 y 2:3, Pablo comienza con otro y yo para seguir hablando sobre sus experiencias en Corinto. Cuando llegó no podía referirse a ellos como espirituales, sino apenas como a carnales y “creyentes niños”. 2 La condición de ellos estaba determinada por lo que era entonces su dieta, y todavía lo es.3 Se ve claramente que aún son mundanos por la existencia de celos y contiendas en cuanto a los maestros. ¿No es cierto que sois carnales y andáis como humanos? es, lit., “andar según los hombres”, es decir, guiados por normas seculares. 4 Cuando ellos se aferran exclusivamente a los líderes, sean estos Pablo o Apolos, el Apóstol pregunta nuevamente: ¿No es cierto que sois carnales? La mundanalidad (carnalidad), en este caso, proviene de considerar el ministerio cristiano a partir de un concepto secular. 5 Los ciudadanos de Corinto reflejaban su mundo secular al evaluar a las personas en términos de sus privilegios, condición y riqueza; Pablo pregunta si acaso los cristianos no estaban haciendo eso mismo. Usa palabras indicadoras de bajo rango para describir a Apolos y a sí mismo como siervos por medio de los cuales habéis creído. Ellos no podían reclamar ningún mérito personal ya que en cada uno todo se hizo según el Señor le concedió. 6 En una colonia romana elitista, que despreciaba a los trabajadores manuales, Pablo designa tanto a Apolos como a sí mismo como jardineros con diversos deberes. 8 El que planta y el que riega tienen ambos un mismo propósito, no están compitiendo, y cada uno será recompensado sobre la base de su propio trabajo. 9 Ellos son colaboradores de Dios, así como los corintios son huerto de Dios, edificio de Dios. De la misma manera en que los magníficos edificios de Corinto llevaban inscripto en ellos el nombre de su benefactor, los corintios son edificio de Dios. No hay cosa tal como “mis convertidos” y tampoco “pertenecen” los creyentes en Cristo a un maestro o evangelista cristiano en particular.

10 Por la gracia de Dios Pablo es el apóstol fundador, o arquitecto de la iglesia. Los maestros que le siguen continúan levantando el edificio y deben hacerlo con mucho cuidado. 11, 12 Jesucristo es el único fundamento. Los materiales de construcción pueden ser temporales o de los que perduran (aunque el oro, la plata y las piedras preciosas no se utilizan normalmente, excepto para adornar el edificio).13 En el siglo primero existían constructores deshonestos, pero llegará el día de juicio cuando los hechos serán revelados y el fuego probará los materiales que fueron utilizados. 15 Los constructores deshonestos verán cómo toda su obra es destruida por las llamas, y ellos mismos saldrán chamuscados. Su salvación no está en tela de juicio, pero la función que Dios les ha dado en la iglesia ha sido totalmente desacreditada por sus propias ac tividades. 16 Además de la analogía que Pablo ha utilizado en el v. 9, describe aquí al pueblo de Dios como su santuario en el que mora el Espíritu.

18 Los corintios se han engañado a sí mismos en cuanto a la sabiduría. Pablo invita a quienes son reputados como sabios o elite intelectual entre los cristianos a reconocer su ignorancia para que pue dan llegar a ser verdaderamente sabios. 19, 20 Se expresa la razón de esto y se refuerza con citas de Job 5:13 y Sal. 94:11. 21 La expresión así que rescata para los corintios las implicancias de lo que va de su dis cusión: uno no debe jactarse de los hombres. Todas las cosas les pertenecen, si es que Cristo los ha enriquecido en todas las formas (cf. 1:4-7). 22 La comunidad cristiana no pertenece a uno u otro maestro, sino que los maestros pertenecen a la comunidad. Cada uno de ellos decía: “Yo soy de … ”, pero Pablo dice: Pablo, … Apolos, … Pedro … todo es vuestro. Todo lo que hay en la vida les pertenece, incluyendo el presente y el futuro.23 Ellos no pertenecen a los maestros, sino al Mesías que a su vez pertenece a Dios. Pablo nunca dice: Esta es “mi iglesia”, aun siendo su apóstol fundador.

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

3.1-3 Pablo llama a los corintios niños en la vida cristiana, porque aún no eran espiritualmente saludables y maduros. La prueba era que se peleaban como niños, permitiendo que las divisiones los distrajeran. Los cristianos inmaduros son «carnales», controlados por sus propios deseos; los creyentes maduros están a tono con los deseos de Dios. ¿Cuánta influencia ejercen sus propios deseos en su vida? Nuestra meta es permitir que los deseos de Dios sean los nuestros. Ser controlado por sus propios deseos impedirá su crecimiento.3.6 Pablo plantó la semilla del mensaje del evangelio en los corazones de las personas. Fue pionero en la misión, trajo el mensaje de salvación. El papel de Apolos fue regar: ayudar a los creyentes a crecer más fuertes en la fe. Pablo fundó la iglesia en Corinto y Apolos la construyó sobre dicho fundamento. Trágicamente, los creyentes en Corinto se habían divido en grupos, ofreciendo lealtad a diferentes maestros (véase 1.11-13). Después que el trabajo de los predicadores ha sido completado, Dios continúa haciendo crecer a los cristianos. Nuestros líderes, ciertamente, deben ser respetados, pero nunca debemos colocarlos en pedestales que creen barreras entre las personas o levantarlos como sustitutos de Cristo.3.7-9 La obra de Dios involucra a muchos individuos con una variedad de dones y habilidades. No hay superestrellas en esta tarea, sólo miembros de equipo que desarrollan sus funciones específicas. Nos convertimos en miembros útiles del equipo de Dios al poner a un lado el deseo de recibir gloria por lo que hacemos. La alabanza que viene de la gente es comparativamente sin valor, la aprobación de Dios es la que cuenta.3.10, 11 El fundamento de la Iglesia -de todos los creyentes- es Jesucristo, y este es el fundamento que Pablo estableció (al predicar a Cristo) cuando empezó la iglesia en Corinto. Cualquiera que edifica la iglesia -maestros, predicadores, padres y otros- debe construir con materiales de alta calidad (sana doctrina y testimonio 3.12ss) que encaje en las normas de Dios. Pablo no está criticando a Apolos, sino desafiando a los futuros líderes de la iglesia a tener una predicación, así como una enseñanza, sana y sólida.3.10-17 En la iglesia basada en Jesucristo, cada miembro debería ser maduro, espiritualmente sensible y sano en lo doctrinal. La iglesia en Corinto estaba construida con «madera, heno y hojarasca», con miembros que eran inmaduros, insensibles a los demás, y receptivos a las doctrinas erróneas (3.1-4). No nos extrañe que tuvieran tantos problemas. Las iglesias locales deben estar edificadas en Cristo. ¿Puede su carácter cristiano pasar la prueba?3.11 Un edificio será sólido tanto como lo sea su fundamento. El fundamento de nuestras vidas es Jesucristo, El es nuestra base, nuestra razón de ser. Cada cosa que somos y hacemos debe encajar en el molde que se ha dado por medio de Cristo. ¿Está usted edificando su vida en el único fundamento real y duradero o está edificando en un fundamento falso como la riqueza, la seguridad o el éxito?3.13-15 Dos maneras seguras de destruir un edificio son: dañar el fundamento o construir con material de mala calidad. La iglesia debe ser edificada sobre Cristo, no sobre alguna persona o principio. El evaluará la contribución de cada ministro a la vida de la iglesia y el día del juicio revelará la sinceridad de la obra de cada persona. Dios determinará si una persona fue o no fiel a las instrucciones de Jesús. El buen trabajo será recompensado, el trabajo infiel o inferior será descartado. El que edifica «será salvo, aunque así como por fuego» significa que el trabajador infiel será salvo, pero como alguien que escapa de un edificio en llamas. Todas sus posesiones (logros) se perderán.3.16, 17 Así como nuestro cuerpo es «templo del Espíritu Santo» (6.19), la iglesia local o la comunidad cristiana es el templo de Dios. Así como el templo de los judíos en Jerusalén no debía ser destruido, de igual manera la iglesia no debía ser estropeada y arruinada por las divisiones, controversias u otros pecados cuando los miembros se reunían para adorar a Dios.3.18-21 Pablo no dice que los corintios debían despreciar la búsqueda del conocimiento, sino que les advierte que deben escoger la sabiduría de lo alto que es de mucho más valor, aunque sea considerado necio por el mundo (1.27). Los corintios estaban empleando la llamada sabiduría de este mundo para evaluar a sus líderes y maestros. Su orgullo hizo que dieran mayor valor a la presentación del mensaje que a su contenido.3.22 Pablo dice que tanto la vida como la muerte son nuestras. ¿Cómo puede ser posible esto? Mientras los incrédulos son víctimas de la vida, arrastrados por su corriente y preguntándose si hay sentido en ella, los creyentes usan la vida bien porque comprenden su verdadero propósito. Los incrédulos sólo pueden temer a la muerte. Para los creyentes, sin embargo, la muerte no es motivo de temor porque Cristo la ha derrotado (véase 1Jo 4:18). La muerte es sólo el comienzo de la vida eterna con Dios.

Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir

REFERENCIAS CRUZADAS

a 108 Mat 5:3; 1Co 2:15; Col 1:9; Jud 1:19

b 109 1Co 14:20

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

carnales. Es decir, personas que aun conociendo a Cristo, todavía actuaban como el hombre natural del 2:14, siendo controlados por su naturaleza pecaminosa y carnal en lugar de por el Espíritu Santo (vers. 3).

Fuente: La Biblia de las Américas

1 (1) Un hombre espiritual no se comporta conforme a la carne ni actúa conforme a la vida del alma, sino que vive conforme al espíritu, a saber, su espíritu mezclado con el Espíritu de Dios. Tal hombre es dominado, gobernado, guiado, motivado y conducido por el espíritu mezclado.

1 (2) Esta es una expresión más grave y más repugnante que la palabra carnales del v.3 y denota ser hecho de carne; la palabra carnal denota que uno está bajo la influencia de la naturaleza de la carne y que uno participa del carácter de la carne. En este versículo el apóstol consideró que los creyentes corintios eran totalmente de la carne, hechos de la carne y que no eran más que la carne. ¡Qué expresión tan grave! Luego, en el v. 3 el apóstol consideró carnal la manera envidiosa y contenciosa en que ellos se comportaban y la condenó, indicando que tal comportamiento estaba bajo la influencia de su naturaleza carnal y que participaba del carácter de la carne. Este libro revela claramente que el creyente puede ser una de tres clases de personas: (1) un hombre espiritual, que vive en su espíritu bajo la unción del Espíritu Santo ( Rom_8:4 ; Gál_5:25); (2) un hombre del alma, que vive en su alma bajo la dirección del alma, la vida natural (2:14); ó (3) un hombre que es totalmente de la carne y carnal, el cual es de la carne y vive en ella bajo la influencia de la naturaleza de la carne. El Señor desea que todos Sus creyentes tomen Su gracia para que formen parte de la primera categoría, la de hombres espirituales. Esta era la meta de este libro: motivar a los creyentes corintios que eran del alma, de la carne y carnales para que aspiraran a crecer en vida a fin de que llegaran a ser espirituales (2:15; 3:1; 14:37). Ya que hemos sido llamados por Dios a la comunión de Cristo (1:9), quien ahora es el Espíritu vivificante (15:45), y puesto que somos un espíritu con El (6:17), podemos experimentarlo y disfrutarlo sólo cuando vivimos en nuestro espíritu bajo la dirección del Espíritu Santo. Cuando vivimos en el alma o en la carne, no podemos participar de El ni disfrutarle.

1 (3) Aunque los creyentes corintios habían recibido todos los dones iniciales en vida sin que les faltara ninguno (1:7), no crecían en vida después de recibirlos, sino que seguían siendo niños en Cristo, personas que no eran más de carne. Aquí el apóstol señaló la deficiencia y la necesidad que tenían, la de crecer en vida hasta alcanzar la madurez, es decir, hasta ser completamente maduros (2:6; Col_1:28).

Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro

carnales. El término gr., sarkinos significa «carnal» o «de la carne», con la idea de debilidad; en el v. 1Co 3:3, carnales tiene un marcado tono de voluntariedad. Los cristianos carnales (hermanos) son niños (pequeñitos) en Cristo (i.e., no desarrollados), que no pueden entender las verdades más profundas de la Palabra de Dios (v. 1Co 3:2) y que se caracterizan como contenciosos (v. 1Co 3:3).

Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie

21 3,1-4. Abandonando la gimnasia men­tal destinada a desconcertar a los corintios, Pablo pasa a expresar en este momento su ob­jeción básica a la actitud de aquéllos. No pue­den ser cristianos maduros dado que no han captado la índole de una auténtica comuni­dad. 1. gente carnal: La que sigue dominada por los criterios de un mundo caído; véase R. Bultmann, TNT 1. 232-39. 3. camináis a lo hu­mano: En oposición a kata theon (2 Cor 7,9-10), kata anthropon (1 Cor 9,8; 15,32; Gál 3,15; Rom 3,5) denota la valoración humana co­mún. Al aceptar las envidias y discordias como normales, dejan patente su aceptación del jui­cio común sobre lo que es posible para la hu­manidad. 4. al modo humano: Con su utiliza­ción de divisas partidistas (1,12) demuestran ser personas corrientes, y no los jefes espiri­tuales iluminados que afirman ser.
22 (E) La actitud correcta respecto a los pastores (3,5-4,5). El tema principal enuncia­do en 3,5-9 reaparece en 4,1-5. En medio (3,10-23) se sitúa una digresión menos directamente relacionada con el asunto en cuestión. 5. qué: Cabría esperar «quién», pero aquí y en el v. 7 se usa el neutro deliberadamente para subrayar el carácter instrumental del ministerio, por medio de los cuales llegasteis a la fe: Aunque es un don divino (12,9), la fe no prescinde de los conduc­tos encarnacionales. Un instrumento defectuo­so puede obstruir o distorsionar la acción de la causa principal (1,17). 6. Cronológicamente, Pablo y Apolo guardaban entre sí la relación existente entre evangelizador y catequista. 7. Dios no necesita instrumentos humanos, pero en su sabiduría decidió emplearlos. 8. son una misma cosa: En vista de su efecto, Pablo y Apolo constituyen un único instrumento complejo. ¡Qué estúpido, pues, resulta contraponer uno al otro! cada cual recibirá su salario: Aunque todo el mérito corresponde a Dios, éste reconoce la realidad de la contribución de los ministros. 9. colaboradores de Dios: Pese a V. P. Furnish (JBL 80 [1961] 364-70), la idea es la cooperación divino-humana (1 Tes 3,2), la modalidad de acti­vidad divina inaugurada en Cristo, cultivo/edifi­cación: La asociación de estas imágenes es muy común (véase Conzelmann, 1 Corinthians 75). En la pedregosa Palestina, limpiar los campos significaba construir muros (Jr 1,10).
23 10. La imagen de la construcción hace que Pablo se desvíe del tema y entre en una di­gresión sobre la calidad de las aportaciones mi­nisteriales que él espera que otros hagan. 11. Alusión parentética a una afirmación del parti­do de Cefas de que la Iglesia estaba cimentaba sobre Pedro (Mt 16,18); véase el comentario a 1, 12. 13. el día: El fuego es un elemento cons­tante (Is 26,11; Dn 7,9-11; Mal 4,1) en el marco del día escatológico de Yahvé (Is 2,12; Jr 46,10; Am 5,18), utilizado aquí por Pablo para desig­nar la segunda venida de Cristo (4,5; 5,5). 14. recompensa: Aprobación por parte de Dios del uso pleno hecho de los talentos personales en aportaciones adecuadas a la índole de la Igle­sia. 15. Dar de manera errónea (p.ej., el intento del partido de Cefas de imponer costumbres ju­días a la Iglesia) o en modo insuficiente desde el punto de vista de los talentos personales me­recerá salvación… pero sólo como quien sale corriendo de una casa en llamas. No hay refe­rencia alguna al purgatorio (véanse S. Cipriani, RivB 1 [1959] 25-43; J. Gnilka, Ist 1 Kor 3:10-15 ein Schriftzeugnis für das Fegfeuer? [Dusseldorf 1955], J. Michl, SPC 1. 395-401). 16. De la acti­vidad constructora, Pablo salta al edificio como tal. templo de Dios: En oposición a los esenios, que relacionan este concepto con el sacrificio espiritual (1QS 8,4-9; 9,3-5), Pablo convierte la presencia de Dios en la base (6,19; 2 Cor 6,16; véanse G. Klinzing, Die Umdeutung des Kidtus in der Qumrangemeinde und im Neuen Testa­ment [SUNT 7, Gotinga 1971] y mí recensión de esta obra, RB 79 [1972] 435-40). 17. templo santo: La comunidad es destruida por falta de santidad (véanse I. de la Potterie y S. Lyonnet, La vie selon l’Esprit [París 1965] cap. 7).
24 18. La santidad es un servicio de amor, la antítesis de las divisiones promovidas por la especulación sapiencial corintia que seguía cri­terios mundanos, vuélvase loco: Aceptando la lo­cura de la cruz (1,18-25). 19. En este texto, co­mo en Rom 11,35, Pablo utiliza una traducción de Job 5,13 que no es la de los LXX. Lo que los corintios tienen por sabiduría es sólo astucia. 20. Al citar Sal 94,11, Pablo sustituye «hom­bres» por «sabios». 21-22. Siguiendo el princi­pio estoico de que «todo pertenece a los sabios» (Dióg. Laercio, Vit. 7.125), los corintios debían haber cambiado radicalmente sus divisas (1,12). 23. El carácter ad hominem del argumento de los vv. 21-22 queda subrayado por la afirmación formal de la relación de todo con Cristo y de la subordinación de éste a Dios (15,28).

Fuente: Nuevo Comentario Biblico San Jeronimo

carnales… Es decir, inmaduros.

Fuente: Biblia Textual IV Edición

BD113(2) Σαρκικός (que pertenece a la σάρξ, de la naturaleza de la σάρξ [en contraste con πνευματικός]) a veces se confunde en los manuscritos con σάρκινος (hecho de carne). (Los adjetivos que terminan en ικός generalmente significan: como; los que terminan en ινος generalmente tienen la idea de hecho de. La terminación ινος denota una relación material, mientras que ικός denota una relación ética o dinámica con respecto a la idea precedente de la raíz. En este versículo se escogió deliberadamente σαρκίνοις para diferenciarlo de σαρκικοί que aparece en el v. 3. La inclusión de σαρκικοῖς en algunos manuscritos posteriores es una obvia corrección -H378; comp. R158 y 1Pe 2:11).

Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego

Es decir, inmaduros.

Fuente: La Biblia Textual III Edición

[1] La congregación es el Tabernáculo reedificado de David el verdadero edificio de YHWH, y el verdadero campo que El compró en Mateo 13.

[2] Israel tiene que ser reedificado de acuerdo al patron del primer pacto, siendo Moshiaj la Piedra Principal del Angulo.

[3] La reedificación de Israel y la restauración de los exiliados no puede ser edificada por ningun hombre, o religión que omite a la Piedra Principal del Angulo que es Yahshua el Moshiach. Al contrario de lo que otros enseñan, las Escrituras indican que ambas casas no pueden realmente unirse sin una fe de corazón en Yahshua como el Rey y Moshiaj prometido. Cualquier otro plan de edificación tendrá como resultado que se caiga, o las torres que se caen sin un sólido fundamente.

[4] Juicio.

[1] Individual y colectivamente nosotros somos el templo de Su morada.

Fuente: Escrituras del Nombre Verdadero

[3] Con miras humanas y de acuerdo con la naturaleza humana.[8] Sal 62 (61), 13; Mat 16, 27; Rom 2, 6; Gal 6, 5.[19] Job 5, 13.[20] Sal 94 (93), 11.

Fuente: Notas Torres Amat

* Probablemente durante su visita anterior.

Fuente: Versión Biblia Libre del NuevoTestamento