Comentario de 1 Corintios 5:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia
Ciertamente, se oye que hay entre vosotros inmoralidad sexual, y una inmoralidad tal como ni aun entre los gentiles se tolera; tanto, que hay quien tiene la esposa de su padre.
5:1 — De cierto se oye que hay entre vosotros fornicación — Otras versiones dicen: “Notoriamente se oye” (LAC., margen, “lit., totalmente”); “Es ya público” (N.C.); “Se oye decir, como cosa cierta” (H.A., L.A.); “Es voz corriente que” (P.B.); “De hecho se informa” (N.M., B.A.); “Se comenta por doquier” (NVI.); “Es ya del dominio público” (STR.).Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
se oye. 1Co 1:11; Gén 37:2; 1Sa 2:24.
fornicación. 1Co 5:11; 1Co 6:9, 1Co 6:13, 1Co 6:18; Hch 15:20, Hch 15:29; 2Co 12:21; Gál 5:19; Efe 5:3; Col 3:5; 1Ts 4:7; Apo 2:21; Apo 21:8.
y tal fornicación. Jer 2:33; Eze 16:47, Eze 16:51, Eze 16:52.
que alguno tenga. Gén 35:22; Gén 49:4; Lev 18:8; Lev 20:11; Deu 22:30; Deu 27:20; 2Sa 16:22; 2Sa 20:3; 1Cr 5:1; Eze 22:10; Amó 2:7; 2Co 7:12.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
La persona incestuosa, 1Co 5:1-5,
es causa más bien de vergüenza a ellos, que de regocijo, 1Co 5:6.
la vieja levadura es expurgada, 1Co 5:7-9.
Los ofensores infames han de ser avergonzados y evitados, 1Co 5:10-13.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Pablo concluyó un extenso segmento dirigido a las divisiones en la iglesia de Corinto (1Co 1:10-31; 1Co 2:1-16; 1Co 3:1-23; 1Co 4:1-21). Ahora pasa al problema del incesto en la iglesia y la renuencia de los corintios para tratar el tema.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
La fornicación y el incesto eran prohibidos por la Ley del AT. (Lev 18:8; Deu 22:30) y por la ley romana. Pablo usa la frase la mujer de su padre, en lugar de «su madre» probablemente para indicar que la mujer era la madrastra del ofensor. La omisión de la disciplina para la mujer implica que ella no era creyente. La iglesia es responsable de la disciplina sólo de sus miembros, no de los no creyentes.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
ENTRE VOSOTROS FORNICACIÓN. Pablo se refiere a un informe sobre inmoralidad en la iglesia de Corinto y a la manera como los dirigentes se niegan a habérselas con el transgresor (vv. 1Co 5:1-8). Él declara que la iglesia, como pueblo santo, no debe permitir ni tolerar la inmoralidad entre sus miembros. Da tres razones por las cuales la iglesia debiera disciplinar a los miembros transgresores:
(1) Por el bien de los transgresores (v. 1Co 5:5). La excomunión pudiera hacer que se dieran cuenta de la gravedad de su pecado y de su necesidad de perdón y de restauración.
(2) Para mantener la pureza de la iglesia (vv. 1Co 5:6-8). El tolerar la maldad dentro de una iglesia disminuirá poco a poco el nivel moral de toda la congregación.
(3) Por el bien del mundo (cf. v. 1Co 5:1). La iglesia no puede ganar hombres y mujeres para Cristo si se asemeja al mundo (cf. Mat 5:13). Para otros pasajes en el NT sobre la disciplina eclesial véanse Mat 5:22; Mat 18:15-17; 2Ts 3:6; 2Ts 3:14-15; y Apo 2:19-23.
Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena
TIENE LA MUJER DE SU PADRE. No está claro el pecado exacto. Es probable que la alusión de Pablo a «la mujer de su padre» quiera decir que el transgresor tenía relaciones sexuales con su madrastra.
(1) Pablo estaba consternado y asombrado de que la iglesia tolerara semejante inmoralidad en su medio. El considera eso como algo mucho más serio que la transgresión misma de la persona.
(2) La tolerancia de los corintios se asemeja a la de muchas iglesias en la actualidad que no denuncian la inmoralidad de algunos de sus miembros, como por ejemplo el adulterio y toda clase de inmoralidad sexual. La intimidad sexual fuera del matrimonio, sobre todo entre los jóvenes de la iglesia, no sólo se tolera sino que a veces se justifica como si fuera amor y compromiso. Hay demasiados dirigentes de la iglesia que dejan de impugnar en el nombre de Cristo los hábitos inmorales de la juventud de hoy. Al igual que los dirigentes de Corinto, se niegan a lamentarse por la contaminación del pueblo de Dios a medida que se asemejan más y más a la sociedad en que viven. Satisfechos de sí mismos, esos dirigentes admiten el pecado debido a que «vivimos en tiempos modernos y no debemos criticar a nadie», según afirman.
Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena
El caso del incestuoso, 5:1-5.
1 Es ya público que entre vosotros reina la fornicación, y tal fornicación, cual ni entre los gentiles, pues se da el caso de tener uno la mujer de su padre. 2 Y vosotros, tan hinchados, ¿no habéis hecho luto para que desapareciera de entre vosotros quien tal hizo? 3 Pues yo, ausente en cuerpo, pero presente en espíritu, he juzgado ya cual si estuviera presente al que eso ha hecho. 4 Congregados en nombre de nuestro Señor Jesús vosotros y mi espíritu, con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, 5 entrego a ese tal a Satanás, para ruina de la carne, a fin de que el espíritu sea salvo en el día del Señor Jesús.
San Pablo ha terminado de tratar la cuestión de los partidos y pasa a un nuevo tema, el de la moralidad pública entre los cristianos (5:1-6:20).
En la presente perícopa (5:1-5) se refiere a un caso verdaderamente escandaloso, que considera como deshonra de toda la comunidad. Se trata de un cristiano que vivía maritalmente con su madrastra (v.1), bien sea que hubiera muerto ya el padre, bien sea que se hubiera separado de la mujer por divorcio, circunstancias que aquí San Pablo no aclara. La Ley mosaica castigaba este pecado con la muerte (cf. Lev 18:8), y también estaba prohibido por la ley romana 159. Parece ser que la madrastra era pagana, pues San Pablo no alude para nada al pecado de ella.
La actitud de la iglesia de Corinto ante tal escándalo público era de pasividad, y seguían tan “hinchados,” sin tomar ninguna medida que alejara de la comunidad al culpable (v.2; cf. 4:18). Eso es, más que el mismo pecado en sí del culpable, lo que sobre todo critica el Apóstol. Con un vivo contraste entre su actitud y la de ellos, les dice: mientras vosotros, que estáis ahí presentes, no hacéis nada, yo, que estoy ausente, ya “he juzgado” (κέκρικα ) al culpable (v.3). En qué consista ese “juicio” condenatorio queda indicado en los v.4-5, e incluye dos cosas: exclusión de la comunidad, como claramente se supone en el v.13 (cf. Mat 18:17), Y entrega a Satanás, para que le atormente con males y enfermedades, como se da a entender en el v.5.
Desde luego, la fórmula “entregar a Satanás para ruina de la carne” (v.5; cf. 1Ti 1:20) no es del todo clara. Por supuesto que no se trata de muerte temporal, como en la Ley mosaica (cf. Lev 18:29) o en el caso de Ananías y Safira (Hec 5:3-10). Esto lo excluye claramente el contexto. Se trata más bien de condena en el orden moral, excluyendo al culpable de la Iglesia (excomunión), y esa condena se formula con la expresión “entregar a Satanás,” como dando a entender que, al ser expulsado del reino de Dios, cae de nuevo bajo el poder de Satanás, el jefe del reino de las tinieblas, opuesto al de Cristo, que fue quien nos libró de aquél (cf. 2Co 6:14-15; Col 1:13; Jua 12:31). Lo de “para ruina de la carne” incluye algo más que la simple exclusión de la comunidad, pues da a entender que Satanás atormentará al culpable con males y enfermedades, que pueden llegar incluso a la muerte. Claro que estos tormentos tienen sólo carácter medicinal, a fin de que el culpable se enmiende, y pueda .salvarse cuando llegue el “día del Señor” o parusia (v.5; cf. 1:7-8; 3:13; 4:5). Ni debe extrañarnos el que se atribuya a Satanás, no sólo el oficio de tentar (cf. 7:5; Efe 6:11; 1Pe 5:8), sino también el de actuar en lo físico con enfermedades. Tal era la creencia común entre los judíos (cf. Job 2:3-8; Lev 13:16), que también aparece en San Pablo (cf. 11:30; 2Co 12:7; 1Te 2:18). Por lo demás, siempre será cierto, como ya hicieron notar los Santos Padres, que los apóstoles gozaban de poderes para infligir esos castigos materiales (cf. Hec 13:11).
Lo que no se ve claro, dada la concisión del texto (v.3-5), es si San Pablo da ya la cosa por hecha y a los corintios sólo les manda que la cumplan (cf. v.13); o, por el contrario, les ordena que se reúnan efectivamente en asamblea (v.4), para que verifiquen la promulgación oficial de lo que él ha determinado. Hay bastantes autores que se inclinan a esto último. Sin embargo, bien pudiera ser que ese “congregados. vosotros y mi espíritu” (v.4) sea sólo algo teórico, como para significar la formalidad de la promulgación que ya él entonces hace. El término “espíritu” equivale prácticamente a “persona,” y lo mismo en el v.5.
Arrojemos de nosotros la vieja levadura,Hec 5:6-8.
6 No está bien vuestra jactancia. ¿No sabéis que un poco de levadura hace fermentar toda la masa? 7 Alejad la vieja levadura, para ser masa nueva, como sois ázimos, porque nuestra Pascua, Cristo, ya ha sido inmolada. 8 Así, pues, festejémosla, no con la vieja levadura, no con la levadura de la malicia y la maldad, sino con los ázimos de la pureza y la verdad.
Parece que San Pablo sigue refiriéndose al caso del incestuoso, quien, como la levadura en la masa, si no es arrojado fuera, hay peligro de que extienda su pernicioso influjo a toda la comunidad cristiana de Corinto (v.6; cf. Gal 5:9).
A fin de desarrollar mejor su pensamiento, el Apóstol toma pie de las festividades pascuales, que probablemente se estaban celebrando en esos días, y con imágenes tomadas de la actualidad (destrucción del pan fermentado-inmolación del cordero-consumición de sólo pan ázimo, cf. Exo 6:12-15; Luc 22:7), amonesta a los corintios a que arrojen de sí la “vieja levadura,” pues nuestro verdadero cordero pascual, Cristo, ya “ha sido inmolado (cf. Jua 19:36), y, consiguientemente, debemos festejar esa fecha con “ázimos” de pureza y de verdad (v.7-8).
La idea general del pasaje es clara, aunque no así la interpretación en detalle. Lo que, hablando en general, viene a decir el Apóstol, es que las obligaciones que la inmolación del cordero pascual imponía a los judíos, esas mismas impone figurativa o místicamente a los cristianos la inmolación de nuestro cordero pascual, que es Cristo; y como esta inmolación no ha de repetirse cada año, como entre los judíos, sino que se realizó de una vez para siempre (cf. Heb 9:12), sigúese que los cristianos estamos en perpetua fiesta de Pascua, debiendo estar incesantemente alejados de toda “levadura” y vivir de sólo “ázimos.” Todo esto es claro. Tanto más cuanto que ya entre los rabinos la “levadura” significaba la corrupción y malos hábitos, y los panes “ázimos” eran símbolo de pureza e integridad. Pero ¿a qué alude concretamente San Pablo bajo el término “levadura” y bajo el término “ázimos”? Si efectivamente está refiriéndose al caso del incestuoso, parece que es él esa “levadura” que debemos alejar, y “ázimos,” los hombres virtuosos en cuya compañía debemos celebrar los cristianos nuestra Pascua. Sin embargo, la manera de hablar del Apóstol, con expresiones tan generales, da más bien la impresión de que, partiendo del caso del incestuoso, ha extendido mucho más su visual, y que los términos “levadura” y “ázimos” vienen a equivaler prácticamente al “hombre viejo” y “hombre nuevo” de otros lugares (cf. Rom 6:6; Efe 4:22-24; Col 3:9-10). No se excluye, pues, el caso del incestuoso; pero creemos que queda rebasado ese sentido.
Sobre el trato con los pecadores públicos,Col 5:9-13.
9 Os escribí en carta que no os mezclarais con los fornicarios. 10 No, cierto, con los fornicarios de este mundo, o con los avaros, o con los ladrones, o con los idólatras, porque para eso tendríais que saliros de este mundo. 11 Lo que ahora os escribo es que no os mezcléis con ninguno que llevando el nombre de hermano sea fornicario, avaro, idólatra, maldiciente, borracho o ladrón; con éstos ni comer; 12 ¿pues qué a mí juzgar a los de fuera? ¿No es a los de dentro a quienes os toca juzgar? 13 Dios juzgará a los de fuera. ¡Extirpad al perverso de entre vosotros!
El Apóstol, tomando ocasión del caso del incestuoso, que evidentemente sigue todavía en su pensamiento (cf. v.13), establece las normas a seguir con los pecadores públicos, de que ya les había hablado en una carta anterior (v.9), que se ha perdido.
Parece ser que algunos corintios habían entendido mal esa carta, y lo que el Apóstol les decía de que debían evitar el “mezclarse con los fornicarios” (v.g), creían que debía aplicarse también a los fornicarios o pecadores no cristianos, cosa evidentemente imposible de observar, pues para ello “tendrían que salirse de este mundo” (v.10), y más habiendo de vivir en una ciudad tan corrompida como Corinto. Por eso les aclara ahora que se trata sólo de los que pertenecen a la Iglesia, cuando alguno de ellos degenera en pecador público (fornicario, avaro, idólatra, maldiciente, borracho, ladrón), con el cual no deben “ni comer” (v.11; cf. 2Te 3:14). San Pablo enumera seis vicios (v.11), pero evidentemente no pretende hacer una enumeración completa; si nombra especialmente ésos, quizá sea porque eran los de más actualidad en Corinto y también se daban o podían darse entre los mismos cristianos. Incluso el pecado de “idolatría” no quedaba totalmente descartado, dado el arraigo de antiguas prácticas idolátricas, que algunos fieles parece querían hacer compatibles con los principios cristianos (cf. 10:14).
Lo de “con éstos ni comer” (v.11), creemos que se refiere especialmente a las refecciones comunes de los fieles en las asambleas litúrgicas, de las que debían ser excluidos esos malos cristianos (cf. 11:21; Gal 2:12). Quiere con ello San Pablo evitar el contagio de los otros fieles, y, además, defender la buena fama de la Iglesia ante el mundo gentil (cf. 6:6; Col 4:5; 1Te 4:12; 1Ti 3:7), cosa esta última de gran importancia para el apostolado, más eficaz a veces que la misma predicación directa.
Si se trata de pecadores que son “de fuera,” es decir, que no pertenecen a la Iglesia, de ésos no tenemos por qué juzgar; ya los juzgará Dios a su debido tiempo (v.12). La última sentencia: “extirpad al perverso (τον πονερόν ) de entre vosotros,” inspirada literariamente en Deu 13:6, vuelve al tema central del capítulo, con alusión directa al caso del incestuoso.
Fuente: Biblia Comentada
fornicación. Este pecado era tan vil que hasta los vecinos paganos de la iglesia fueron escandalizados por él. Los corintios habían justificado o minimizado este pecado que era conocido por todos, a pesar de que Pablo les había escrito antes al respecto (v. 1Co 5:9). La palabra griega que se traduce «fornicación» es la raíz de la palabra «pornografía» y alude a una gran variedad de inmoralidades sexuales. la mujer de su padre. La relación sexual del hombre con su madrastra tenía el mismo estigma pecaminoso de una relación del mismo tipo con su madre natural. El incesto se castigaba con la muerte en el AT (Lev 18:7-8; Lev 18:29; cp. Deu 22:30) y era tanto inusual («ni se nombra») como ilegal bajo la ley romana.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
5:1 — De cierto se oye que hay entre vosotros fornicación — Otras versiones dicen: “Notoriamente se oye” (LAC., margen, “lit., totalmente”); “Es ya público” (N.C.); “Se oye decir, como cosa cierta” (H.A., L.A.); “Es voz corriente que” (P.B.); “De hecho se informa” (N.M., B.A.); “Se comenta por doquier” (NVI.); “Es ya del dominio público” (STR.).
Pablo expresa maravilla de que tal cosa exista a tal grado en la iglesia en Corinto. No fue un simple rumor, sino un hecho bien establecido. Esta iglesia de Cristo no obedecía el mandamiento de Efe 5:3 y sig. Dejaba que la cultura le guiara más bien que el evangelio de Cristo (Efe 5:6-7). Estaba teniendo comunión (participación) en las obras infructuosas de las tinieblas (Efe 5:11).
En lugar del vocablo “fornicación”, algunas versiones más modernas emplean la palabra “inmoralidad” (B.A., N.M., NVI., RVA., POP., NTP., B.J., LBL.). “Impureza”, dice la JTD.
Según el lexicógrafo, Thayer, el vocablo griego aquí (porneia) significa “relación sexual ilícita en general”. Por eso algunas versiones dicen “inmoralidad” o “impureza sexual”. (La idea que tienen algunos, de que la palabra “fornicación” se limita al acto sexual entre dos personas no casadas, la tienen porque no entienden ni el griego ni el uso bíblico de dicha palabra. Se equivocan grandemente en sus aplicaciones de esta palabra porque las formulan, apoyándose en una premisa equivocada). En este pasaje tenemos el caso de un hombre cometiendo fornicación con una mujer que es de su padre, con una mujer casada. En Oseas 2:2-,5; 3:1-3; etcétera, vemos que una “madre” y “esposa” fornicaba (o, se prostituía–porneia). Hablando de la idolatría, vemos que la esposa de Dios, Eze 16:8, cometía fornicación, ver. 15, etcétera.
El término “adulterio” (moicheia) se limita a casos de impureza sexual entre casados. Por eso en algunos pasajes se emplean los dos vocablos, “fornicación” y “adulterio”, como distintos (por ej., Mat 15:19), y para dar énfasis al caso. Pero el término porneia, siendo término general, abarca el adulterio, el incesto, la homosexualidad, la bestialidad, y todo otro acto de inmoralidad sexual. En este pasaje se refiere al incesto en particular entre un cristiano y la esposa (pagana) de su padre, su madrastra.
En Hch 15:20; Hch 15:29 vemos que los gentiles habían de ser exhortados a abstenerse de la fornicación. ¿Acaso el problema de la inmoralidad entre los gentiles era cosa que involucraba solamente a los solteros? ¿Eran puros todos los casados? Si el término “fornicación” se limita a los solteros, ¿por qué no incluyó Jacobo en su lista al adulterio para los casados? No, este vocablo griego incluye a toda clase de impureza sexual en conexión con cualquier persona.
— y tal fornicación cual ni aun se nombra entre los gentiles — Los mejores manuscritos no incluyen la palabra “nombrarse”. El texto griego dice sencillamente, “tal fornicación que ni entre los gentiles” (LAC.), o “tal fornicación cual ni aún entre los gentiles” (P.B.).
La gente corrupta de Corinto, siglo primero, no aprobaba, ni toleraba en general, tal pecado, pero una iglesia de Cristo, ¡sí! ¿Cómo puede la iglesia local influir para bien en la comunidad, ganando almas para Cristo, si es de conocimiento público que en la membresía de la iglesia se tolera la inmoralidad?
— tanto que alguno tiene la mujer de su padre — Ella no era su madre, sino su madrastra. Evidentemente era una pagana, pues se aplica la disciplina aquí solamente al hombre, y no a los dos.
2Co 7:12 indica que el marido de ella todavía vivía.
El verbo griego echo, tener (una mujer), a veces se usa en el sentido de poseer en matrimonio como esposa (7:2, 12, 29; Mat 14:4; Mat 22:28). Si este cristiano en Corinto no estaba casado con ella, la práctica de tenerla en el acto sexual fue habitual (el concubinato), y no singular (según la gramática del vocablo griego).
Si estaba casado con ella, entonces el texto ilustra la verdad de que puede un hombre “fornicar” con su propia esposa (esposa según las leyes del país, leyes que muchas veces contradicen las leyes de Dios, Rom 7:1-3). Véase Jua 4:18. (Es que hay hermanos en la fe que, defendiendo al fornicario divorciado como si tuviera derecho a las segundas nupcias, afirman que si él se casa, entonces con su propia esposa no puede estar fornicando).
En el Antiguo Testamento el incesto quedó condenado en términos explícitos; o sea, en modo de mandamiento (Lev 18:6-18; Deu 22:30; Deu 27:20; véase Gén 49:4). En el Nuevo Testamento se condena solamente en este pasaje, y esto por conducto de un ejemplo apostólico. (Los que rechazan el ejemplo apostólico, como avenida para establecer la autoridad, no pueden condenan el incesto, pues no estamos bajo la Ley de Moisés, Gál 5:4, y no hay mandamiento en el Nuevo Testamento que lo condene).
Fuente: Notas Reeves-Partain
PECADO Y PERMISIVIDAD
1 Corintios 5:1-8
Se dice por aquí que hay promiscuidad sexual entre vosotros, y hasta un punto que no se da ni entre los paganos, llegando a darse el caso de que uno mantiene relaciones con la mujer de su padre. ¡Y no le dais ninguna importancia, y hasta presumís de tolerantes, en lugar de lamentarlo y tomar medidas, como es vuestro deber, para que no sea admitido entre vosotros el que ha cometido tales desmanes!
En cuanto a mí, ausente físicamente pero identificado con vosotros en espíritu, ya me he pronunciado como si estuviera presente: Por lo que se refiere al que ha perpetrado tal acción, mi veredicto es que, reunidos en el nombre del Señor y contando con mi presencia en espíritu, respaldados por el poder del Señor Jesús, entreguéis al que así ha actuado a Satanás hasta que sea eliminada de su cuerpo la concupiscencia, para que su espíritu se salve el Día de nuestro Señor Jesús. Vuestra presunción no tiene ninguna gracia. ¿Es que no sabéis todavía que un poco de mala influencia puede corromper a toda una sociedad? ¡Limpiaos de la vieja mala influencia para que podáis empezar de nuevo con limpieza como Dios os ha limpiado! Porque nuestro Cordero pascual, Que es Cristo, ya ha sido sacrificado; así que hagamos fiesta, no a la manera corrompida de antes ni con la mala influencia de corrupción, sino con los ázimos de sinceridad y de integridad.
Pablo está tratando de lo que era para él un problema frecuente. En cuestiones sexuales, los paganos no conocían el sentido de la castidad. Se refocilaban donde y cuando se les ofrecía la oportunidad. Le era muy difícil a la Iglesia Cristiana el escapar del contagio. Era como una islita rodeada por todas parte del mar del paganismo. Hacía muy poco que habían entrado en el Cristianismo. ¡Era tan difícil desaprender las prácticas ancestrales en las que habían participado! Y, sin embargo, si la Iglesia había de mantenerse pura, tenían que decir adiós definitivamente a las viejas cosas paganas. En la iglesia de Corinto se había producido un caso verdaderamente escandaloso: un hombre había establecido una relación ilícita con su madrastra, que era algo que habría asqueado hasta a los paganos, y que estaba prohibido explícitamente en la ley judía Lv 18:8 ). La forma como se presenta puede sugerir que la mujer ya estaba divorciada de su anterior marido. Sería probablemente pagana, porque Pablo no se refiere a ella; estaría fuera de la jurisdicción de la Iglesia.
Aunque estaba horrorizado con aquel pecado, Pablo aún lo estaba más con la actitud de la iglesia corintia: parece que habían aceptado tolerantemente la situación, cuando debieran haberse mostrado apesadumbrados y haber reaccionado debidamente. La palabra que usa Pablo para pesadumbre (penthein) es la que se usa para el duelo que se hace por los difuntos (N B.E.: » poneros de luto»). Una actitud cachazuda en relación con el pecado es siempre peligrosa. Se ha dicho que nuestra única defensa frente al pecado está en la repulsa. Carlyle decía que debemos ver siempre la belleza infinita de la santidad y la repulsividad infinita del pecado. Cuando dejamos de tomar en serio el pecado estamos en peligro. No es cosa de ser crítico ni de condenarlo todo, sino de ser consciente de su peligro y daño. Fue el pecado lo que crucificó a Jesucristo; fue para libertarnos del pecado para lo que Él murió. Ningún cristiano puede reaccionar simplemente con pachorra ante el pecado.
El veredicto de Pablo era que había que hacer algo con aquel hombre. Con una frase gráfica dice que hay que entregárselo a Satanás. Quiere decir que debe ser excomulgado. El mundo se consideraba el dominio de Satanás (Jn 12:31 ; Jn 16:11 ; Hch 26:18 ; Col 1:13 ) como la Iglesia era el dominio de Dios. Devolver a ese hombre al mundo de Satanás al que pertenecía, era el veredicto de Pablo. Pero tenemos que darnos cuenta de que,, hasta un castigo tan serio, no era vindicativo, sino encaminado a hacer que se humillara, que domara y erradicara su concupiscencia para que, a fin de cuentas, su espíritu se salvara. Era disciplina ejercida, no solamente para castigar, sino principalmente para despertar; y era un veredicto que había que cumplir, no con crueldad sádica y fría, sino con el dolor que se siente cuando se pierde un ser querido. En la Iglesia Primitiva, detrás del castigo y de la disciplina estaba la convicción de que había que rehacer, no que deshacer al que había pecado.
Pablo pasa a dar un consejo muy práctico. Los versículos 6-8 aparecen modernizados en la traducción. En el original dice, como la Reina-Valera y muchas otras biblias «¿No sabéis que un poco de levadura leuda toda la masa? Limpiaos, pues, de la vieja levadura, para que seáis nueva masa, sin levadura como sois; porque nuestro sacrificio pascual, que es Cristo, ya ha sido sacrificado; para que celebremos la fiesta, no con la vieja levadura, que es la de la iniquidad y el mal, sino con los ázimos de la sinceridad y de la verdad.» Aquí tenemos un cuadro pintado con colores veterotestamentarios. En la literatura judía, con muy pocas excepciones, la levadura representa una mala influencia. Era una pizca de la hornada anterior, que se había fermentado totalmente. Los judíos identificaban la fermentación con la corrupción.
Ahora bien: el pan de la pascua era sin leudar (Ex 12:1 Sss; 13:7). Más que eso: el día antes de que empezara la fiesta de la pascua, la ley establecía que había que encender un candil y buscar la levadura ceremoniosamente por toda la casa, para que no quedara en ella ni una miguita de pan normal (Cp. la figura de la búsqueda de Dios en Sof 1:12 ). (Debemos notar de pasada que la fecha de esta limpieza era el 14 de abril, ¡y que de ahí deriva la costumbre de la limpieza de primavera!). Pablo adopta esa ilustración. Dice que nuestro Cordero pascual ya ha sido sacrificado: Cristo, Cuyo sacrificio nos ha librado del pecado, como el del cordero pascual libró a los primogénitos de Israel de la muerte, y consiguientemente a todo Israel de la cautividad de Egipto. Por tanto, prosigue Pablo, hasta la última miga de maldad tiene que desaparecer de nuestras vidas. Si dejamos una mala influencia en la Iglesia, puede corromper toda la sociedad de la misma manera que la pizca de levadura deuda toda la masa.
Aquí tenemos otra vez una gran verdad práctica. A veces hay que imponer una disciplina para bien de la iglesia. El cerrar los ojos a las ofensas no es lo más amable que se puede hacer: puede ser perjudicial. Hay que eliminar el veneno antes que se extienda. Es fácil arrancar una mala hierba; pero, si se deja, se apoderará de todo el terreno. Aquí tenemos el gran principio de la disciplina: nunca se debe ejercer para satisfacción del que la impone, sino para bien de la persona que ha pecado y de la iglesia entera; no debe ser vengativa, sino curativa y profiláctica.
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
CAPÍTULO 5
Parte segunda
CASOS DE DESVIACIONES MORALES 5,1-6,20
Después de analizar la raíz del mal de la comunidad corintia, bien porque eran muchos los que se habían dejado arrastrar, o al menos tenían propensión a ello, Pablo habría podido pasar ya a responder a las preguntas que la comunidad le había dirigido. Pero antes ha querido poner en claro algunos puntos de los que evidentemente no habían pensado que pudieran afectar al Apóstol. Pablo quiere que tengan bien presente la responsabilidad que, como comunidad de Jesucristo, les cabe, tanto frente a sí mismos como frente a los demás. Son tres los casos que Pablo toca: una crasa caída en incontinencia que tiene el agravante de llegar a incesto (cap. 5); los juicios ante los tribunales paganos (6,1-11); y un concepto laxo de la impureza (6,12-20). En ninguno de estos casos se contenta Pablo con dar las oportunas normas e instrucciones. Toma ocasión de ellos para hacer luz sobre toda la moral cristiana, de tal modo que aunque las causas concretas que las motivaron pueden ser cosas ya superadas para nosotros, estas secciones contienen ricas y preciosas enseñanzas para la vida de fe y costumbres.
1. EL CASO DEL INCESTUOSO (1Co/05/01-13).
a) El pecador debe ser excomulgado (5,1-5).
1 Por todas partes corre la noticia de un caso de lujuria, entre vosotros, pero tal lujuria que ni entre los paganos existe: de tal modo que uno vive con la mujer de su padre. 2 ¡Y vosotros continuáis inflados de orgullo! ¿Y no debierais más bien haberlo lamentado, para que fuera expulsado de en medio de vosotros el que cometió semejante acción? 3 Yo, por mi parte, aunque ausente en cuerpo, pero presente en espíritu, como si estuviera presente, he pronunciado ya mi sentencia contra el que cometió tal acción. 4 En el nombre de nuestro Señor Jesús, congregados vosotros y mi espíritu, con el poder de nuestro Señor Jesús, 5 que este hombre sea entregado a Satán para que se destruya lo puramente humano, y el espíritu sea salvo en el día del Señor.
Con cierta brusquedad aborda el Apóstol un tema del que no dice que haya llegado a su conocimiento a través de las gentes de Cloe. Se limita a decir que ha oído hablar de ello. No es que en la comunidad no se hubiera comentado el caso. El mal estaba en que todo se reducía a eso, a comentarios, cuando la comunidad debería haberse alzado en contra y haber actuado en consecuencia. Un caso de tan crasa incontinencia iba, incluso entre los paganos, contra el derecho vigente y las buenas costumbres, aunque evidentemente no se trataba aquí de la madre carnal del delincuente, sino probablemente de la segunda mujer de su padre y, además, el padre o habría muerto o, al menos, se habría divorciado. ¿Cómo no comprendía la Iglesia de Dios que su condición de elegida, su vocación santa quedaba mancillada? Todos ellos, los «santificados en Cristo Jesús» deberían haberse sentido profundamente afectados, deberían haber excluido de la comunidad a aquel pecador, en bien de la gloria de Cristo, vinculada a ellos desde el momento que Cristo los atrajo a su comunión (1,9). Ahora es el Apóstol el que toma la iniciativa. Ahora toma de verdad la vara con que en las líneas anteriores había amenazado, al parecer no sin dolor. Pide que la comunidad, reunida en un acto expreso y significativo, excluya de su seno a este pecador que ha mancillado su santidad. Esto es la excomunión, en su sentido original. Cuando un pecador es expulsado de la comunidad queda privado de los sacramentos y también de la salvación. En efecto, los sacramentos son, en razón de su misma esencia, sacramentos de la Iglesia. Pertenecer a ella es un sacramento permanente; cada sacramento particular debe ser considerado como la actualización concreta de esta inserción como miembro de la Iglesia.
El interés de esta perícopa radica en la relación que guarda con nuestro actual y progresivo conocimiento del sacramento de la penitencia. Después de siglos de individualismo, aparece de nuevo, poco a poco entre nosotros la plena realidad de la conexión entre pecado, penitencia e Iglesia, conexión que en una época estuvo muy alejada del concepto cristiano de la salvación, una época en que se opinaba (e incluso se ponía complacencia en esta idea) que los pecados eran asunto privado entre el pecador y Dios. Ahora empezamos a entender que el sacramento de la penitencia afecta a toda la Iglesia, como todo otro sacramento, cada uno a su manera.
La Iglesia tiene la responsabilidad de la santidad de todos sus miembros. Debe urgirlos constantemente y confirmarlos, fraternal y ministerialmente. Y cuando esto no basta, debe conminarlos y corregirlos, primero de manera fraternal y luego, si es necesario, en virtud de su oficio ministerial. La comunidad corintia parece haber olvidado estas normas. Cuando se produjo el hecho, debería haber avisado inmediatamente al hermano que su conducta era inconciliable con su vocación de cristiano. Y si ni la advertencia fraterna ni la ministerial obtienen fruto, deberían haberle expulsado, aun cuando, según la convicción y enseñanzas del Apóstol, esto significaba entregarle al poder maligno y a veces mortal de Satán. El precio no sería demasiado alto, si el pecador era inducido al arrepentimiento y así finalmente, salvado.
El proceso penitencial tiene, pues, en la Iglesia, dos aspectos, dos etapas de las que aquí se destaca claramente la primera, por así decirlo negativa, mientras que la segunda, la positiva, debe ser deducida a través de las insinuaciones. A la luz de la evolución posterior podemos decir que, en realidad, la primera misión divina de la Iglesia consiste en poner al pecador en la situación adecuada a cada momento, enfrentarle con su pecado, recordarle la distancia que le separa de su vocación a la santidad. Y esto es lo que ocurre también cuando le prohíbe el acceso a la comunión, aplicando estrictamente la doctrina del estado de gracia exigido para la misma. El caso extremo es la excomunión formal. Todo esto entra dentro de la plenitud de poder para atar y desatar que, en sentido estricto, compete al oficio apostólico, y en sentido amplio, a la comunidad como un todo 13. La segunda misión consiste -cuando el pecador ha hecho penitencia- en liberarle del poder de Satán y readmitirle en la comunión de la Iglesia, esto es, en la gracia de Dios. Porque lo que ocurre en la Iglesia de la tierra, sea atar o desatar, repercute en el cielo.
En consecuencia, al Apóstol no le basta con haber pronunciado ya inmediatamente su veredicto. La comunidad debe llevarlo a cumplimiento y extenderlo después, al romper todo contacto con el pecador, convencida de que ésta es la conducta que debe seguir en su presente, en virtud de su autoridad y por obediencia a Cristo.
El lector actual puede preguntarse, naturalmente: ¿adónde iríamos a parar si quisiéramos poner en práctica semejante norma? Pero también podemos preguntarnos, a la inversa: ¿dónde hemos parado de hecho, al no responsabilizarnos, como comunidad de Cristo, con los pecados de los que son miembros como nosotros? ¿Hasta qué punto no se ha oscurecido la gloria del nombre cristiano y no se ha debilitado la fuerza de su testimonio? Evidentemente, no se trata aquí de restaurar la antigua disciplina de la penitencia, pero debamos tener la mirada puesta en el intento de reanudar los hilos rotos. Debe renacer de nuevo la conciencia de que, por un lado, todo pecado hiere y debilita a la Iglesia, y, por otro, que el sacramento de la penitencia realiza la reconciliación con Dios precisamente a través de la Iglesia. Y entonces se encontrarán de nuevo las fórmulas concretas y adecuadas de la corresponsabilidad recíproca y comunitaria. La oración «por la conversión de los pecadores» tendría esta orientación que, liberada de su esclerosis, debería desembarazarse de toda sombra de justificación de sí mismo.
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13. Se pronuncia a favor de esto el contexto de Mat 18:18
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b) La comunidad debe conservar su pureza pascual (Mat 5:06-08).
6 ¡No está bien esta jactancia vuestra! ¿No sabéis que un poco de levadura hace fermentar toda la masa? 7 Echad fuera la levadura vieja, para que seáis masa nueva, lo mismo que sois panes ázimos. Porque ha sido inmolado nuestro cordero pascual: Cristo. 8 Así, pues, celebremos la fiesta, no con levadura vieja, ni con levadura de malicia y de perversidad, sino con ázimos de sinceridad y de verdad.
Estos versículos van dirigidos a una comunidad jactanciosa, satisfecha y segura de sí misma. El Apóstol desecha su excusa de que el caso de ese pecador era sólo una excepción, que recaía únicamente sobre el responsable. Este caso afectaba a todos. No que todos fueran a caer en el mismo pecado; pero disminuye en todos ellos la fuerza moral, de tal suerte que todos y cada uno se encuentran más inclinados a caer desde su debilitada posición. Pablo lo indica recurriendo a la imagen enteramente humana y proverbial de la fuerza y el peligro de contagio de la levadura. Entra aquí en otro campo, en el que la levadura desempeña un papel más importante aún: según el rito israelita de la pascua, al comienzo de la semana de fiestas debía echarse fuera de casa la levadura vieja y todo cuanto había sido cocido con ella. El Apóstol arranca de aquí para construir una imagen expresiva de la unidad y de la renovación propia de los cristianos. La sentencia, que se supone ya conocida por todos, «Ha sido inmolado nuestro cordero pascual: Cristo», es un testimonio de suma importancia, y el único del Nuevo Testamento que afirma que ya en la era apostólica se entendía a Cristo como cordero pascual. Lo cual significa que prácticamente toda la tipología pascual veterotestamentaria era entendida desde la perspectiva cristiana. La gran fiesta del recuerdo de la liberación de la antigua alianza fue trasladada a la fiesta del recuerdo de la liberación de la alianza nueva.
Queda por resolver el problema de si esta alusión fue sugerida al autor de la carta por la proximidad de la celebración pascual -en cuyo caso esta frase sería también el más antiguo testimonio a favor de una fiesta cristiana de la pascua- o si, lo que parece más probable, el autor entiende todo el ser cristiano como un vivir pascual en la liberación, y, por tanto, como una fiesta continua. En todo caso, se tiene en la mente este segundo aspecto: toda la época salvífica, a partir de la muerte de Cristo, es, en principio, una única y total fiesta solemne de pascua. Y por eso puede trasponerse el ceremonial judío a lo espiritual, a lo personal, a lo existencial.
Esta renovación y pureza no puede ser implantada por el hombre. Es un don de la gracia. Pero, al mismo tiempo, puede ser exigida. Del hecho de haber sido renovados se sigue la obligación de la renovación del ser. De aquí nace la exigencia: «¡Echad fuera!» Pero el Apóstol se apresura a añadir cuál es el fundamento único que hace posible esta exigencia: es aquel fundamento que el mismo Dios ha puesto. La gracia se anticipa siempre a nuestra voluntad: sois panes ázimos.
ésta es la «verdad» de la existencia cristiana, una verdad misteriosa y llena de tensión, no una verdad que pueda llevarnos a un cómodo descanso, ni a la consciente obscuridad de nuestro personal esfuerzo. En todo caso, es una verdad consoladora. Es, incluso, una verdad triunfal. Y notemos una vez más cuán rápidamente puede producirse el tránsito de la más seria advertencia a esta alegría de la fiesta pascual.
c) Deber de emplear la disciplina eclesial (5,09-13).
9 Os escribí en la carta que no os juntarais con los lujuriosos; 10 pero no me refería a los lujuriosos de este mundo, ni a los avaros, ladrones o idólatras; porque tendríais que saliros del mundo. 11 Lo que ahora os escribo es que no os juntéis con uno que, llamándose hermano, sea lujurioso, o avaro, o idólatra, o calumniador, o borracho, o ladrón: con estos tales, ni comer. 12 Pues ¿por qué meterme yo a juzgar a los de fuera? ¿No juzgáis vosotros a los de dentro? 13 A los de fuera los juzgará Dios. Expulsad de entre vosotros al perverso.
Después de este intermedio, que se mantiene en un plano general, Pablo vuelve sobre los casos -reales o posibles- de desvíos, o pecados similares. Ya en una carta anterior había advertido a los corintios que no se juntaran con los lujuriosos. Los corintios habían llegado fácilmente a la conclusión de declarar que este consejo era impracticable, porque no se refería a los miembros de su comunidad. Evidentemente, Pablo no pensó nunca que los cristianos que trabajaban en aquella metrópoli pudieran evitar el contacto con sus convecinos paganos, comerciantes y contratistas. Lo dice ahora con mayor claridad, para poder urgir con más energía la conducta en el seno de la comunidad. Los pecados más o menos públicos que enumera aquí por segunda vez casi con idénticas palabras pertenecen fundamentalmente a la zona del sexto y del séptimo mandamiento. Por lo que se refiere a la idolatría, cabría preguntarse si los miembros de la comunidad cristiana no habían renunciado de antemano a ella. Pero debe tenerse en cuenta que la idolatría estaba ligada de múltiples maneras a la vida ciudadana. Es indudable que no siempre resultaba fácil distinguir y decidir cuál de aquellas prácticas debía considerarse como idolátrica y cuál podía admitirse. El capítulo octavo nos pondrá ante los ojos un ejemplo detallado a propósito de la consulta sobre la carne ofrecida a los ídolos.
Respecto de los que han caído en semejantes pecados, lo que el Apóstol pide a la comunidad no es, ni más ni menos, que una especie de excomunión, ciertamente más suave que la anterior, tan solemnemente proclamada. Estos tales no pueden tomar parte en las comidas de la comunidad, ya estuvieran ligadas a la eucaristía o no lo estuvieran. Deben ser excluidos igualmente de las asambleas menos formales, de las invitaciones amistosas. Es preciso hacerles caer en la cuenta de que se han hecho indignos del nombre de cristianos. La eucaristía debe entenderse como una comida fraternal, y toda comida amistosa tiene entre los cristianos algo de la cena del Señor.
Nadie en la comunidad puede dispensarse de ello, como si los pecados públicos de los demás fueran algo que nada tiene que ver conmigo. No hay aquí lugar para el cómodo refugiarse en la desvinculación, o del mismo modo que no puede decirse en el seno de una familia: lo que mi hermano hace no me incumbe; ¿soy yo acaso el custodio de mi hermano? La posibilidad de implantar la disciplina eclesial presupone, por lo demás, comunidades concretas y definidas, que pueden entenderse como una gran familia. En este sentido puede decir el Apóstol que la Iglesia no tiene por qué juzgar a «los de fuera». Lo cual no se contradice con la siguiente afirmación de que los santos juzgarán el mundo en aquel día en que en todo se ha de revelar. Aquí se trata de la gracia y de la tarea de juzgarse cada uno a sí mismo ante aquel juicio inevitable y preocuparse de que también los demás se presenten en él irreprensibles.
Hay dos modos de juzgar. Puede juzgarse desde un plano de superioridad, que no se acuerda de sus propias debilidades (Gal 6:1 ss3. Este modo no sólo carece de amor, sino de justicia, y nos ha sido rigurosamente prohibido por el Señor (Mat 7:1-5). Pero hay también un dejar hacer, es decir, un abandonar a los demás al pecado y al juicio de la condenación. Y también esto es una falta contra el amor y el espíritu de la gracia. La Iglesia no puede permitirse ninguno de estos dos modos de juzgar. La conciencia de aquel que está iluminado por el Espíritu Santo puede establecer sin dificultad las distinciones adecuadas a cada caso.
Hoy día nos resulta difícil establecer una separación entre «los de dentro» y «los de fuera». Con todo, no es absolutamente imposible. Cierto que en la actualidad no podemos trazar las fronteras de la Iglesia con absoluta precisión, porque hay muchos grados de pertenencia a la misma, de tal suerte que, puestos en el límite, casi podría decirse que no existen tales fronteras. Pero, en el terreno práctico, y por lo que se refiere a la responsabilidad concreta que el Apóstol exige aquí con tanto ahínco, estas fronteras siguen existiendo. Y vienen marcadas precisamente por la posibilidad de una corresponsabilidad efectiva.
También en ésta caben grados: la influencia directa puede limitarse a unos pocos; la responsabilidad de intercesión o reconciliación puede abarcar a todos los cristianos, y aun a todos los hombres.
Fuente: El Nuevo Testamento y su Mensaje
— su esposa: Aunque pueda suponerse que el padre ha fallecido o se ha divorciado, tanto la ley judía (Lev 18:8; Lev 20:11) como el derecho romano prohibían severamente tal acción incestuosa.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
Lev 18:7-8; Deu 22:30; Deu 27:20.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
La inmoralidad y la legítima jurisdicción de la iglesia en la disciplina
La primera noticia que recibió Pablo fue sobre las divisiones (1:11); la segunda, sobre el incesto (5:1). Algunas veces se piensa que la inmoralidad co metida por este miembro de la iglesia era aprobada por otros cristianos. Esto es sólo una suposición. El texto no dice que los miembros se jactaran de esa inmoralidad. Parecería que la persona que cometía ese pecado era alguien de elevada condición y que eso era lo que le ganaba el aplauso de otros cristianos, no su abierta inmoralidad. Bajo la ley romana esta persona estaba expuesta a ser desterrada de esta prestigiosa colonia romana por una conducta tal, en caso de ser llevada a los tribunales. Dado que no existía un servicio de fiscalía pública, sería necesaria una acusación privada. Estos procedimientos legales podían ser realizados únicamente por una persona de igual o mayor condición social. La sociedad y la iglesia muchas veces desvían la mirada ante las “indiscreciones” de sus miembros socialmente poderosos, pero para la iglesia esto siempre ha significado una gran pérdida espiritual.
1 El delito es incesto con la esposa de su padre. La palabra tiene es un eufemismo común para referirse a las relaciones sexuales (cf. 7:2 y su comentario). Puede o no ser su madre natural; podría ser una madrastra. La ley romana no toleraba esta conducta, al igual que otros códigos legales (cf. Deut. 22:30). 2 En vez de estar orgullosa de este hombre por su condición social, la congregación debería haberlo expulsado de la comunión. 3 Pablo, como apóstol fundador, juzga tal conducta como si estuviera presente allí: estoy presente en el espíritu. 4 Pablo invoca el juicio más severo, llamando a la iglesia a reunirse en el nombre de (es decir, en el carácter y en el poder de) nuestro Señor Jesús, y estar conscientes de la presencia de Pablo como juez. El poder del Señor Jesús, aparentemente invocado por medio de la oración, estará presente para entregar a este hombre a Satanás (5), es decir, excluirlo de la comunidad creyente en el mundo, para la destrucción de la carne (cf. 11:30-32; Gál. 6:8). A este hombre no se lo considera como no cristiano. El propósito de esta acción por parte de la comunidad es la salvación del alma de este hombre en el juicio. 6 La jactancia de los corintios con respecto a esta persona es condenada, como lo ha sido en otros lugares (cf. caps. 1-4). 7 La razón de la excomunión está basada, en parte, en la celebración de la fiesta de los panes sin levadura en el AT (cf. Exo. 12:15-20), cuando la levadura, con su capacidad de impregnar, no debía ser utilizada en la elaboración del pan de la Pascua. Por el contrario, esta levadura debía ser echada fuera y, por implicación, el ofensor debía ser excluido de la esfera de la comunidad. La razón es que Cristo, nuestro Cordero pascual, ha sido sacrificado. 8 La fiesta de regocijo a la luz de la muerte de Cristo debe ser celebrada ahora no con la influencia penetrante de la malicia y la maldad, sino con sinceridad y verdad.
Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno
5.1ss La iglesia debe disciplinar el pecado flagrante entre sus miembros; esas actitudes, pasadas por alto, pueden polarizar y paralizar a la iglesia. La corrección, sin embargo, no debe ser vengativa. En cambio, debe proveer una cura. Había un pecado específico en la iglesia de Corinto, pero los creyentes rehusaron enfrentarlo. En este caso, un hombre tenía una relación con su madre (o madrastra) y los miembros de la iglesia procuraban pasarla por alto. Pablo les dijo que tenían la responsabilidad de mantener las normas de moralidad halladas en la Palabra de Dios. Dios nos dice que no juzguemos a otros, pero también nos dice que no toleremos pecados flagrantes que se oponen a su santidad y que tienen una influencia peligrosa en las vidas de los otros creyentes (5.6).5.5 «Entregado a Satanás» significa excluirlo de la comunión de los creyentes. Sin el apoyo espiritual de los creyentes quedaría solo con su pecado y Satanás, y quizá este vacío, motivaría en él arrepentimiento. «Para destrucción de la carne» manifiesta el deseo de que la experiencia lo pueda llevar a Dios y destruya su naturaleza pecaminosa con el arrepentimiento. Carne puede significar su cuerpo físico. Esta traducción puede sugerir que Satanás lo afligiría en lo físico para que en definitiva esto lo volviera a Dios. Expulsar a una persona de la iglesia debería ser el último recurso en la acción disciplinaria. No debe ser aplicada como un acto de venganza sino con amor, así como cuando los padres castigan a sus hijos para corregirlos y restaurarlos. La iglesia tiene como responsabilidad ayudar al ofensor, no herirlo, motivando que se arrepienta de sus pecados y regrese a la comunión de la iglesia.5.6 Pablo escribía a los que querían ignorar este problema de la iglesia, sin considerar que permitir un pecado conocido en la iglesia afecta a todos sus miembros. El no esperaba que todos estuvieran sin pecado. Todos los creyentes tienen dificultad con el pecado a diario. Más bien, estaba refiriéndose a los que pecan deliberadamente, sin sentir culpa alguna ni se arrepienten. Este tipo de pecado no puede ser tolerado en la iglesia porque afecta a los demás. Tenemos una responsabilidad con los otros creyentes. Los pecados conocidos, dejados sin corregir, confunden y dividen a la congregación. Al mismo tiempo que los creyentes debieran animarse, orar y edificarse mutuamente, deben también ser intolerantes con el pecado cuando atenta contra la salud espiritual de la iglesia.5.7, 8 Cuando los hebreos se prepararon para su éxodo de la esclavitud en Egipto, fueron instruidos para preparar pan sin levadura porque no tenían tiempo para que la masa se leudara. Como la levadura también es un símbolo de pecado, fueron instruidos a sacar toda levadura de sus hogares (Exo 12:15; Exo 13:7). Cristo es nuestro cordero pascual, el sacrificio perfecto por nuestros pecados. Debido a que nos libró de la esclavitud del pecado, no tenemos que hacer nada con el pecado del pasado («la vieja levadura»).5.9 Pablo se refería a una carta anterior dirigida a la iglesia en Corinto, conocida como la epístola extraviada ya que no fue preservada.5.10, 11 Pablo aclara que no debemos apartarnos de los no creyentes, de otra manera no podríamos cumplir con la misión que Cristo nos encomendó relacionada con la salvación (Mat 28:18-20). Pero debemos mantener distancia con las personas que dicen ser cristianas, y son indulgentes con pecados explícitamente prohibidos en las Escrituras y que luego racionalizan sus acciones. Al pecar, la persona hiere a otros por los cuales Cristo también murió, y opaca la imagen de Dios en la persona misma. Una iglesia que incluye a esta clase de individuos difícilmente podrá ser luz del mundo. Está distorsionando la imagen de Cristo que se presenta al mundo. Los líderes de la congregación deben estar prontos a corregir en amor para salvaguardar la unidad espiritual.5.12 La Biblia nos dice firmemente que no debemos criticar a otros con el chisme o emitiendo juicios temerarios. Al mismo tiempo, debemos juzgar y enfrentar al pecado que puede dañar a otros. Las instrucciones de Pablo no deben ser usadas para solucionar asuntos sin importancia o como venganza; no deben ser aplicadas a problemas individuales entre creyentes. Estos versículos son instrucciones para tratar problemas de pecado público en la iglesia con el que manifiesta ser cristiana y peca sin remordimiento. La responsabilidad de la iglesia es confrontar y disciplinar a tal persona en amor. Véanse también las notas a 4.5 y 5.1ss.LA DISCIPLINA EN LA IGLESIALa iglesia, a veces, debe aplicar disciplina a los miembros que pecan. Pero dicha disciplina debe usarse con mucho cuidado, con toda rectitud, y en amor.Situaciones y Pasos (Mat 18:15-17)Error no intencional y/o pecado privadoPecado público y/o aquellos que son cometidos con flagrancia 1. Buscar al hermano y reprenderlo en privado.2. Si no escucha, vaya con uno o dos testigos.3. Si se niega a oír, lleve el asunto ante la iglesia.Después que estos pasos se den y no exista arrepentimiento, los próximos serán:1. Apartar de la comunión al que pecó (1Co 5:2-13).2. La iglesia unida da su desaprobación pero alienta y perdona si la persona decide arrepentirse (2Co 2:5-8).3. No asociarse con la persona desobediente, si debe hacerlo, háblele como a alguien que necesita amonestación (2Th 3:14-15).4. Después de dos amonestaciones, separe a la persona de la comunión (Tit 3:10).
Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir
NOTAS
(1) “Fornicación.” Gr.: por·néi·a; lat.: for·ni·cá·ti·o. Véanse Núm 14:33, n: “Ustedes”; Ap. 5A.
REFERENCIAS CRUZADAS
a 213 Efe 5:3
b 214 Gén 35:22; Lev 18:8; Deu 22:30
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
gentiles. Este término es usado aquí para referirse a los no cristianos.
Fuente: La Biblia de las Américas
1 super (1) El primer problema, tratado en los caps. 1—4, es el asunto de la división, el cual está relacionado principalmente con la vida natural del alma. El segundo problema, tratado en el cap.5, la segunda sección del libro, es el pecado de la fornicación, el cual tiene que ver con los deseos de la carne. Este problema, tocante al incesto de cierto hombre con su madrastra, es moralmente más grave que el anterior. El anterior está relacionado con las contiendas que vienen por el orgullo; el último es un pecado grave que viene de la concupiscencia.
1 super (2) O, la esposa del padre.
Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro
fornicación. I.e., incesto, prohibido por la ley (Lev 18:8; Deu 22:22).
tiene. Sugiriendo cierta clase de relación permanente.
la mujer de su padre. No la madre del sujeto, sino la madrastra, posiblemente divorciada del padre de él.
Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie
28 (III) Parte segunda: La importancia del cuerpo (5,1-6,20). Los tres problemas, que se distribuyen según la estructura sexopleitos-sexo, ponen de manifiesto sin excepción la creencia corintia de que ninguna acción física tiene significación moral alguna (6,18b). Para Pablo, el cuerpo es la esfera en la cual se hace real el compromiso con Cristo; un cristianismo puramente espiritual no existe.
29 (A) Un caso de incesto (5,1-8). 1. El matrimonio o el concubinato con la madrastra eran condenados tanto por judíos (Lv 18,8; 20,11; mSanh. 7,4) como por gentiles (Cayo, Inst. 1.63). 2. andáis tan hinchados: La comunidad se enorgullecía de manera infantil (3,1) de ser, con ello, diferente, siendo así que debían haber hecho duelo y haber mostrado su sinceridad (el hiña es explicativo) expulsando al pecador. Puesto que no se menciona a la mujer, ésta probablemente no era cristiana. 3. presente en espíritu: Puesto que era deber de la comunidad purificarse, Pablo sólo podía hacerse oír en el consejo celebrado por aquélla reivindicando su presencia espiritual, al que así obró en nombre del Señor Jesús: Los corintios justificaban el acto como expresión de su nueva libertad en Cristo (véase J. MurphyO’Connor, RB 86 [1977] 239-45). 4. reunidos: La decisión la ha de tomar la comunidad entera. 5. entregar: Delante del infin. paradounai se ha de sobreentender chré o de i, «es necesario». Pablo señala, no impone, la decisión que él desea. Satanás: Fuerza maligna personalizada asociada por Pablo exclusivamente con los creyentes (véase T. Ling, The Significance of Satan [Londres 1961]). destrucción de la carne: La meta negativa de la expulsión de ese hombre de la comunidad es la supresión de su falsa orientación, no necesariamente por muerte o enfermedad (véase A. C. Thiselton, SJT 26 [1973] 204-28). para que su espíritu se salve: Positivamente, la excomunión pretende estimular una orientación auténtica hacia Dios. La acción de Satanás también es causa de un bien en 2 Cor 12,7. el día: Véase el comentario a 1,8; 4,5. 6. un poco de levadura: El mal ejemplo de uno tiene el riesgo de contagiar a todos los demás; todo pecado tiene una dimensión social (Rom 14,7; cf. Gál 5,9). 7. levadura vieja: Los restos de nuestro pasado pecador, que probablemente ya se han purgado (3,17).
(Collins, A. Y., «The Function of “Excommunication» in Paul», HTR 73 [1980] 251-63. Derretí, J. D. M., «‘‘Handing over to Satan”: An Explanation of 1 Cor 5:1-7», RIDA 26 [1979] 11-30. Forkman, G., The Limits of the Religious Community [ConBNT 5, Lund 1972], Roetzel, C. J., Judgement in the Community [Leiden 1972].)
30 (B) Aclaración de un malentendido (5,9-13). 9. Esta carta anterior se ha perdido. 10. Los corintios habían dado a su directriz una interpretación demasiado rigurosa, para de ese modo hacer caso omiso de ella. 11. La Iglesia no puede cumplir su misión a menos que su conducta sea inequívocamente mejor que la de la sociedad, el nombre de hermano: Alguien conocido como cristiano meramente nominal por su conducta. 12. La relación con no creyentes no está prohibida (10,27). 13. al malvado: El individuo condenado en los vv. 1-5. La formulación recuerda Dt 17,7.
(Dahl, N. A., «Der Epheserbrief und der verlorene, erste Brief des Paulus an die Korinther», Abraham unser Vater 65-77. Zaas, P. S., «»Cast Out the Evil Man from Your Midst” (1 Cor 5:13b)», JBL 103 [1984] 259-61.)
Fuente: Nuevo Comentario Biblico San Jeronimo
propio padre… → Deu 22:30.
Fuente: Biblia Textual IV Edición
R803 El verbo ἀκούεται (en voz pasiva) aparece con el sentido: se informa (reiterativo).
M140 En πορνεία … τοιαύτη … ὥστε, parece que la partícula ὥστε es más apositiva que consecutiva o final, aunque el uso de τοιαύτη bien pudo haber influido en la elección de ὥστε, al darle a la oración una forma consecutiva: que alguno tiene la esposa de su padre.
BD473(1) El pronombre (τινά) usualmente se coloca tan cerca como sea posible del comienzo de la oración. La posición de τινά aquí parece destacar el significado tanto de γυναικά como de πατρός.
Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego
g Deu 22:30.
Fuente: La Biblia Textual III Edición
[3] Note la diferencia entre creyentes de la nación de Israel, en oposición a los verdaderos gentiles, o paganos. El término desarcetado “gentiles salvos” es y séra siempre un oxímoron.
[1] Un término para excomunión, lo cual es un principio eterno en la Torah para tratar con conductas impropias o impuras.
[2] Nota que esta congregación Efraimita no-Judía, guardaba la fiesta como una orden Eterna de YHWH y se esperaba y ordenaba de que todos los creyentes en todos los tiempos se esperaba de ellos que guardásen las fiestas de YHWH. Esto no es una referencia a la barata communion sustitutoria hecha por el hombre. Esto es lo verdero.
[3] Solo y unicamente por la palabra de YHWH, no basado en rumores, alegaciones, o gustos o no gustos emocionales.
[6] Un poco de levadura, a diferencia de los Evangelios donde la imagen indica el crecimiento del reino, Pablo la emplea para señalar el poder corruptor de la maldad. Mat 13, 33; Luc 13, 20-21; Gal 5, 9.[7] Libres de toda corrupción, por el bautismo.[8] Con un corazón puro y libre de corrupción.
Fuente: Escrituras del Nombre Verdadero
Fuente: Notas Torres Amat