No améis al mundo ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él;
2:15 — Esta exhortación se dirige a las tres clases de cristianos ya referidos en los versículos 12-14. — “No améis al mundo,” El mundo aquí referido es la esfera de maldad, y no la creación física, cosa declarada como buena por Dios mismo (Gén 1:31), ni la humanidad que habita este globo (Jua 3:16). Es el mundo, o sociedad, sin Dios y contra Dios. Es el mundo que necesita salvación (4:14) por estar perdido (5:19). Es el mundo de Jua 12:31; el presente siglo malo (Gál 1:4) y cuya apariencia se pasa 1Co 7:31). El cristiano no se identifica con esta esfera de maldad y por eso el mundo le aborrece (Jua 17:14-16). El que vence al maligno (versículo 14), es el que no ama al mundo. Compárese Stg 1:27. Véanse también Jua 7:7; Jua 15:18; Jua 17:9; 1Co 1:20-21; 2Co 7:10; Col 2:8. Es el mundo que vino a amar Demas (2Ti 4:10).Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
No améis al mundo. 1Jn 4:5; 1Jn 5:4, 1Jn 5:5, 1Jn 5:10; Jua 15:19; Rom 12:2; Gál 1:10; Efe 2:2; Col 3:1, Col 3:2; 1Ti 6:10.
Si alguno. Mat 6:24; Luc 16:13; Stg 4:4.
el amor del Padre. 1Jn 3:17.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Luego de haber afirmado fehacientemente sus lazos espirituales, les advierte de los peligros que rodean a los creyentes, sin importar cuanto hayan avanzado en su cristianismo. El amor por el mundo es negación de nuestro amor por Dios y nos identifica con un sistema condenado a la destrucción.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
No améis al mundo se puede parafrasear como «deja de amar al mundo». Los lectores de Juan actuaban de una forma que no era consecuente con la relación con Cristo. Aquí mundo es el sistema malvado, moralmente opuesto a todo lo que Dios es y ama. En este sentido, el mundo es un sistema satánico que se opone al Reino de Dios en esta tierra (v. 1Jn 2:16; 1Jn 3:1; 1Jn 4:4; 1Jn 5:19; Jua 12:31; Jua 15:18; Efe 6:11, Efe 6:12; Stg 4:4).
amor del Padre: Se refiere al amor que se siente por Dios en respuesta a su amor, o al amor que Dios siente por nosotros. Con seguridad, el significado es el primero. No se puede amar al mundo y amar a Dios al mismo tiempo (Stg 4:4).
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
EL MUNDO. Véase el ARTÍCULO LA RELACION DEL CREYENTE CON EL MUNDO, P. 1830. [1Jn 2:15-16].
Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena
ARTÍCULO
La relación del creyente con el mundo
1Jn 2:15-16 No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo.
Con frecuencia la palabra «mundo» (gr. kosmos) se refiere al vasto sistema de esta época que Satanás promueve y que existe independiente de Dios. No solo consiste en los obvios placeres malos, inmorales y pecaminosos del mundo, sino que también se refiere al espíritu de indiferencia y rebelión contra Dios y su revelación, que hay en toda empresa humana que no se haya sometido al señorío de Cristo. En esta época Satanás emplea los conceptos del mundo, de la moralidad, de las filosofías, de la psicología, de los deseos, de los gobiernos, de la cultura, de la educación, de la ciencia, del arte, de la medicina, de la música, de los sistemas económicos, de las diversiones, de los medios informativos, de las religiones, de los deportes, de la agricultura, y de otros, para oponerse a Dios, a su pueblo, a su Palabra y a sus normas de justicia (Mat 16:26; 1Co 2:12; 1Co 3:19; Tit 2:12; 1Jn 2:15-16). Por ejemplo, Satanás usara la profesión medica para promover la matanza de niños antes de que nazcan, la agricultura para producir drogas que destruyen la vida como el alcohol y los narcóticos, los sistemas educativos para promover la filosofía impía y humanista, y los medios de diversión para destruir las normas divinas. Los creyentes deben estar conscientes de que detrás de toda empresa humana hay espíritus o poderes que se mueven contra Dios y su Palabra, algunos con más fuerza que otros. Por último, también el «mundo» abarca a todos los sistemas religiosos inventados por el hombre y a todas las organizaciones e iglesias llamadas «cristianas» que no son bíblicas, sino mundanas o tibias.
(1) Satanás (véase Mat 4:10, nota) es el dios del sistema del mundo actual (véanse Jua 12:31, nota; Jua 14:30; Jua 16:11; 2Co 4:4; 1Jn 5:19). Con un ejército de espíritus malos subordinados, lo domina (Dan 10:13; Luc 4:5-7; Efe 6:12-13; véase el ARTÍCULO PODER SOBRE SATANAS Y LOS DEMONIOS, P. 1354. [Mar 3:27]).
(2) Satanás ha organizado el mundo en sistemas políticos, culturales, económicos y religiosos que son por naturaleza hostiles a Dios y a su pueblo (Jua 7:7; Jua 15:18; Stg 4:4; 1Jn 2:16; 1Jn 2:18) y que se niegan a someterse a su verdad, la cual revela su maldad (Jua 7:7).
(3) El mundo y la verdadera iglesia son dos grupos diferentes de personas. El mundo está bajo el dominio de Satanás (véase Jua 12:31, nota); la iglesia pertenece solo a Dios (Efe 5:23-24; Apo 21:2; véase el ARTÍCULO TRES CLASES DE PERSONAS, P. 1614. [1Co 2:14-15]). Así que los creyentes deben separarse del mundo (véanse los ARTÍCULOs LA SEPARACION ESPIRITUAL DE LOS CREYENTES, P. 1654. [2Co 6:17-18], y LA SANTIFICACION, P. 1810. [1Pe 1:2]).
(4) En el mundo los creyentes son extranjeros y peregrinos (Heb 11:13; 1Pe 2:11).
(a) No deben adaptarse al mundo (véase Rom 12:2, nota) ni amar al mundo (1Jn 2:15), sino que deben salir del mundo (Jua 15:19), vencer al mundo (1Jn 5:4), odiar la maldad del mundo (véase Heb 1:9, nota), morir al mundo (Gál 6:14) y ser rescatados del mundo (Col 1:13-14).
(b) El amor al mundo (cf. 1Jn 2:15) profana la comunión con Dios y lleva a la destrucción espiritual. Es imposible amar al mundo y al Padre al mismo tiempo (Mat 6:24; Luc 16:13; véase Stg 4:4, nota). Amar al mundo significa estar en intima comunión con los valores, intereses, métodos y placeres del mundo, y estar entregado a ellos; significa complacerse en lo que ofende a Dios y se opone a Él, y disfrutar de eso (véase Luc 23:35, nota). Por supuesto, hay que saber que «mundo» y «tierra» no son términos sinónimos; Dios no prohíbe que se ame la tierra creada, es decir, la naturaleza, las montañas, los bosques, y todo lo demás.
(5) Según
1Jn 2:16, tres aspectos del mundo pecaminoso crean abierta hostilidad hacia Dios:
(a) «Los deseos de la carne» incluyen los deseos impuros y el correr tras los placeres pecaminosos y las satisfacciones sensuales (1Co 6:18; Flp 3:19; Stg 1:14).
(b) «Los deseos de los ojos» se refiere a la codicia o al apetito sensual por las cosas atractivas a la vista, pero prohibidas por Dios, incluso el deseo de observar lo que da un placer pecaminoso (Éxo 20:17; Rom 7:7). En la actualidad incluye el deseo de entretenerse viendo pornografía, violencia, impiedad e inmoralidad en el teatro y la televisión, o en películas y revistas (Gén 3:6; Jos 7:21; 2Sa 11:2; Mat 5:28).
(c) «La vanagloria de la vida» se refiere al espíritu de arrogancia e independencia autosuficiente que no reconoce a Dios como Señor ni su Palabra como la autoridad suprema. Es el espíritu que se exalta, glorifica y asciende como centro de la vida (Stg 4:16).
(6) Los creyentes no deben tener comunión íntima con los que participan del sistema malo del mundo (véanse Mat 9:11, nota; 2Co 6:14, nota), deben condenar en público su pecado (Jua 7:7; Efe 5:11, nota); deben ser luz y sal para ellos (Mat 5:13-14), deben amarlos (Jua 3:16) y procurar ganarlos para Cristo (Mar 16:15; Jud 1:22-23).
(7) Del mundo, el verdadero creyente experimentara problemas (Jua 16:2-3), odio (Jua 15:19), persecución (Mat 5:10-12) y sufrimiento (Rom 8:22-23; 1Pe 2:19; 1Pe 2:21). Valiéndose de las tentaciones del mundo, Satanás hará un esfuerzo incesante por destruir la vida de Dios en los creyentes (2Co 11:3; 1Pe 5:8).
(8) El sistema del mundo es temporal y Dios lo destruirá (Dan 2:34-35; Dan 2:44; 1Co 7:31; 2Ts 1:7-10; 2Pe 3:10, nota; Apo 18:2). Incluso ahora se está acabando (1Jn 2:17).
Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena
No améis al mundo. Aunque Juan repite la importancia del amor y que Dios es amor (1Jn 4:7-8) también revela que Dios aborrece cierto tipo de amor: El amor al mundo (Jua 15:18-20). En este texto Juan expresa una variación particular de la cuarta prueba que es la prueba del amor. En sentido positivo, el cristiano ama a Dios y a los demás cristianos, mientras que en sentido negativo una ausencia de amor al mundo debe ser la característica habitual de los que en verdad han nacido de nuevo. «Amor» significa aquí afecto y devoción. Es Dios y no el mundo quien debe ocupar el primer lugar en la vida del cristiano (Mat 10:37-39; Flp 3:20). el mundo. Esta no es una referencia al mundo físico y material, sino al sistema espiritual invisible de maldad que es dominado por Satanás (vea las notas sobre 2Co 10:3-5) y todo lo que ofrece en oposición a Dios, su Palabra y su pueblo (cp. 1Jn 5:19; Jua 12:31; 1Co 1:21; 2Co 4:4; Stg 4:4; 2Pe 1:4). el amor del Padre no está en él. Cada ser humano o bien es un cristiano genuino que se caracteriza por el amor y la obediencia a Dios, o un no cristiano en rebelión contra Dios, enamorado del mundo y esclavizado por el sistema mundano controlado por Satanás (Efe 2:1-3; Col 1:13; Stg 4:4). No existe terreno medio entre estas dos alternativas para alguien que afirme ser nacido de nuevo. Los falsos maestros no tenían amor verdadero, sino que estaban dedicados a la sabiduría y la filosofía del mundo, lo cual hacía evidente su amor por el mundo y por su condición no regenerada y ajena a la esfera de la salvación (cp. Mat 6:24; Luc 16:13; 1Ti 6:20; 2Pe 2:12-22).
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
2:15 — Esta exhortación se dirige a las tres clases de cristianos ya referidos en los versículos 12-14.
— “No améis al mundo,” El mundo aquí referido es la esfera de maldad, y no la creación física, cosa declarada como buena por Dios mismo (Gén 1:31), ni la humanidad que habita este globo (Jua 3:16). Es el mundo, o sociedad, sin Dios y contra Dios. Es el mundo que necesita salvación (4:14) por estar perdido (5:19). Es el mundo de Jua 12:31; el presente siglo malo (Gál 1:4) y cuya apariencia se pasa 1Co 7:31). El cristiano no se identifica con esta esfera de maldad y por eso el mundo le aborrece (Jua 17:14-16). El que vence al maligno (versículo 14), es el que no ama al mundo. Compárese Stg 1:27. Véanse también Jua 7:7; Jua 15:18; Jua 17:9; 1Co 1:20-21; 2Co 7:10; Col 2:8. Es el mundo que vino a amar Demas (2Ti 4:10).
— “ni las cosas que están en el mundo.” “El mundo” es término general, mientras que “las cosas” se refieren específicamente a lo que caracteriza a la esfera de maldad. Véase el versículo siguiente. Es posible estar libre de amor del mundo pero a la vez amar alguna de las muchas cosas del mundo. Por ejemplo, véase Mat 19:16-24. Estas “cosas” no son objetos materiales en sí, excepto en el sentido de servir éstas como instrumentos para seducir al hombre. Son las cosas que caracterizan a los que se oponen a Dios.
— “Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él.” Véanse Mat 6:24; Rom 8:5; 2Co 6:17-18; Stg 4:4.
Tal persona no ama a Dios, o no tiene amor a Dios (véase el versículo 5, comentarios) porque es imposible amar a Dios y al mundo al mismo tiempo. El amar a Dios y al mundo no pueden coexistir, como tampoco la luz y las tinieblas (1:5).
Otros entienden así, en cuanto a la expresión “amor del Padre:” El amor que Dios tiene para con el hombre no es el principio de vida en el que ama al mundo. Este amor produce un amor correspondiente en el hombre, pero si el amor de Dios (para con el hombre) no dirige a la persona, ésta no responde con amor a Dios, sino ama al mundo. Amar al mundo evita que el amor de Dios resida en tal persona.
Fuente: Notas Reeves-Partain
COMPITIENDO POR EL CORAZÓN HUMANO
1 Juan 2:15-17
No améis el mundo ni las cosas del mundo. Si uno ama el mundo, el amor del Padre no está en él; porque todo lo que hay en el mundo -el deseo de la carne, el deseo de los ojos, la vanagloria de la vida-no proceden del Padre, sino del mundo. Y el mundo y las cosas del mundo que deseamos son pasajeros; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.
Era característico del mundo antiguo ver el mundo en términos de dos principios en conflicto. Lo vemos muy claramente en el zoroastrismo, la religión de los persas.. Era una religión con la que los judíos habían estado en contacto, y que había dejado su impronta en el pensamiento judío. El zoroastrismo veía el mundo como el campo de batalla entre las fuerzas opuestas de la luz y de la oscuridad. El dios de la luz era Ahura-Mazdá, y el de la oscuridad Angra-Mainyu. Y la decisión suprema de la vida era qué lado se iba a servir. Todas las personas tenían que decidir aliarse ya fuera a la luz o a la oscuridad; ese era un dilema que los judíos conocían muy bien.
Pero para los cristianos la escisión entre el mundo y la Iglesia tenía otro trasfondo. Los judíos tenían desde hacía muchos siglos una creencia básica que dividía el tiempo en dos edades: esta edad presente, que era totalmente mala, y la edad por venir, que era la edad de Dios y, por tanto, totalmente buena. Era una creencia básica de los cristianos que en Cristo la era por venir había llegado, el Reino de Dios estaba ya aquí; pero el Reino de Dios no se había introducido en el mundo, ni había venido para el mundo, sino solamente a la Iglesia y para la Iglesia. De ahí que el cristiano estuviera abocado a trazar un contraste. La vida del cristiano dentro de la Iglesia era la de la era por venir, que era totalmente buena; por otra parte, el mundo estaba todavía viviendo en esta era presente, que era totalmente mala. La consecuencia inevitable de esta dualidad era una completa escisión entre la Iglesia y el mundo, entre los cuales no podría nunca haber ningún entendimiento, ni siquiera por compromiso temporal.
Pero debemos procurar entender debidamente lo que Juan quería decir por el mundo, el kosmos. El cristiano no odiaba el mundo como tal. Era la creación de Dios, y Dios lo había hecho bien. Jesús había amado la belleza del mundo; ni siquiera Salomón, con toda su gloria, se había vestido como una de las amapolas que florecían y morían en un día. Una y otra vez Jesús tomaba Sus ilustraciones del mundo. En ese sentido el cristiano no odiaba el mundo. La Tierra no pertenecía al diablo, sino era del Señor, con todo lo que contenía. Pero kosmos adquirió un sentido moral. Empezó por querer decir el mundo que está separado de Dios. C. H. Dodd define este sentido del kosmos diciendo: » Nuestro autor se refiere a la sociedad humana que se organiza sobre principios falsos y se caracteriza por deseos bajos, falsos valores y egoísmo.» En otras palabras: para Juan el mundo no era más que la sociedad pagana, con sus falsos valores y dioses falsos.
El mundo en este pasaje no quiere decir el mundo en general, porque Dios amaba al mundo que había hecho; quiere decir el mundo que, de hecho, había olvidado al Dios que lo había hecho.
Sucedía que había un factor en la situación del pueblo de Juan que hacía aún más peligrosas las circunstancias. Está claro que, aunque los cristianos fueran impopulares, no los estaban persiguiendo. Por tanto estaban bajo la tentación peligrosa de llegar a un acuerdo con el mundo. Siempre es difícil ser diferente de los demás, y el serlo se les hacía especialmente difícil a los cristianos en aquellas circunstancias.
Hasta día de hoy el cristiano no ha podido nunca evadirse de la obligación de ser diferente del mundo. En este pasaje Juan ve las cosas como siempre las veía: en blanco y negro. Como lo expresó Westcott: » No puede haber un vacío en el alma.» Esta es una cuestión en la que no cabe la neutralidad: o se ama el mundo, o se ama a Dios. Jesús mismo lo dijo: «Nadie puede servir a dos amos» (Mt 6:24 ). La decisión definitiva sigue siendo la misma. ¿Vamos a aceptar los principios del mundo, o los de Dios?
UNA VIDA SIN FUTURO
1 Juan 2:15-17 (conclusión)
Juan tiene dos cosas que decir acerca del que ama el mundo y se compromete con él.
Primera, presenta tres pecados que son típicos del mundo.
(i) Está el deseo de la carne. Esto quiere decir mucho más que lo que nosotros entendemos por los pecados de la carne. Muchas veces esto se limita exclusivamente a los pecados sexuales. Pero en el Nuevo Testamento la carne es la parte de nuestra naturaleza que, cuando está fuera de la gracia de Jesucristo, ofrece una cabeza de puente al pecado. De hecho incluye los pecados de la carne, pero también todas las ambiciones mundanas y los objetivos egoístas. El estar sujeto al deseo de la carne es juzgar todo lo que hay en el mundo con un baremo puramente materialista. Es vivir una vida dominada por los sentidos. Es ser glotón en la comida, rebuscado en el lujo, esclavo del placer, codicioso y relajado en la moral, egoísta en el uso de las posesiones, desinteresado en todos los valores espirituales, extravagante en la gratificación de los deseos materiales. El deseo de la carne no tiene en cuenta los mandamientos de Dios, ni Su juicio, ni Sus principios, ni aun la misma existencia de Dios. No tenemos por qué considerar estos como los pecados de los pecadores más groseros. Cualquiera que busque un placer que pueda ser la ruina de cualquier otra persona; cualquiera que no tenga respeto a las personalidades de los demás cuando se trata de la gratificación de sus propios deseos; cualquiera que viva en lujo mientras otros vivan en pobreza; cualquiera que haya hecho un dios de su propia comodidad y ambición en cualquier parte de la vida, es siervo del deseo de la carne.
(ii) Está el deseo de los ojos. Este, como C. H. Dodd especifica, «es la tendencia a dejarse cautivar por las apariencias.» Es el espíritu que identifica la ostentación excesiva con la prosperidad real; que no puede ver nada sin desear poseerlo y que, una vez que lo posee, se pavonea y hace gala de ello. Es el espíritu que cree que la felicidad se halla en las cosas que se compran con dinero y que se pueden ver con los ojos; que no reconoce otros valores que los materiales.
(iii) Está la vanagloria de la vida. Aquí usa Juan una palabra griega de lo más gráfica, alazoneía. Para los antiguos moralistas, el alazón era el hombre que pretendía tener más que nadie y valer más que nadie. El alazón era el fanfarrón; y C. H. Dodd llama a la alazoneía un egotismo desmedido. Teofrasto, el gran maestro griego del estudio de los caracteres, tiene una viñeta del alazón. Cuando está en un puerto, presume de los barcos que tiene en la mar; manda ostentosamente a un mensajero al banco, cuando no tiene ni una peseta en su cuenta; habla de los amigos que tiene entre los poderosos, y de las cartas de famosos que recibe; detalla extensamente sus contribuciones a la beneficencia y a los servicios del estado. Vive en una casa de alquiler, pero habla de comprar una casa más grande para poder celebrar fiestas lujosas. Su conversación versa continuamente en presumir de cosas que no posee, y se pasa la vida tratando de impresionar a todos los que encuentra con su importancia inexistente.
Según lo ve Juan, el hombre de mundo es el que lo juzga todo por sus apetencias, el que es esclavo de la ostentación desmedida, el presumido fanfarrón que trata de presentarse como mucho más de lo que es.
Y entonces viene la segunda advertencia de Juan. La persona que se adscribe a las metas y las maneras del mundo está dedicando la vida a cosas que, literalmente, no tienen ningún futuro. Todas estas cosas son pasajeras, y no tienen ninguna permanencia; pero la persona que ha puesto a Dios como el centro de su vida se entrega a cosas que duran para siempre. La persona del mundo está condenada a la desilusión; la que pertenece a Dios tiene seguro un gozo que nunca se acaba.
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
Jua 12:31; Jua 17:14; Stg 4:4.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
Amor por el mundo. 15 Juan enfatiza mundo por repetir tres veces el término aquí y tres veces más en los vv. 16 y 17. Es un concepto importante (en esta carta usa la palabra 23 veces). Dice: No améis al mundo, y algunos ven una contradicción con: “De tal manera amó Dios al mundo” (Juan 3:16). Pero el pasaje se refiere al amor salvador de Dios por todos los hombres, mientras aquí se trata de amar la mundanalidad. Juan señala dos he chos: primero, el amor por el mundo, en este sentido, es incompatible con el amor por el Padre (cf. Stg. 4:4) y, segundo, de todos modos el mundo y todo lo que en él hay es pasajero.
16 Los deseos de la carne significa satisfacer nuestros deseos carnales. Los deseos de los ojos indica un fuerte deseo por lo que se ve, por lo exterior de las cosas; es el deseo de lo superficial. La soberbia de la vida es la vacua altivez de los que tienen la mente puesta en las cosas del mundo. (Con estas compare las tres cosas que llevaron a Eva a desobedecer a Dios, Gén. 3:6). Ninguna de estas cosas se origina en Dios, no proviene del Padre. Son del mundo, ese mundo que no es más que un espectáculo pasajero en su camino a la ruina. Se implica que todo pasará; el mal se encuentra a través de todo el mundo. 17 Por contraste, el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre. La obediencia es una parte importante de la vida eterna.
Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno
REFERENCIAS CRUZADAS
l 67 Rom 12:2; 1Co 7:31; Efe 5:15
m 68 Mat 6:24; Stg 4:4
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
mundo. Se refiere al sistema controlado por Satanás y con el cual se opone a Dios y a todo lo que es de El (cp. vers. 16).
Fuente: La Biblia de las Américas
15 (1) Los vs.15-17 constituyen el desarrollo de las palabras dirigidas a los jóvenes en el v.13.
15 (2) La palabra griega se usa para referirse a diferentes cosas, como sigue: en Mat_25:34 , Jua_17:5 , Hch_17:24 , Efe_1:4 y Rev_13:8 , denota el universo material como un sistema creado por Dios. En Jua_1:29 ; 3:16; y Rom_5:12 , denota la humanidad caída, a la cual Satanás corrompió y usurpó para que los humanos fueran los componentes de su sistema mundial maligno. En 1Pe_3:3 denota adorno u ornamento. Aquí, como en Jua_15:19 ; 17:14; Stg_4:4 , denota un orden, una forma establecida, un arreglo, por lo tanto, un sistema ordenado (establecido por Satanás, el adversario de Dios), y no la tierra. Dios creó al hombre para que viviese sobre la tierra con miras al cumplimiento de Su propósito. Pero Su enemigo, Satanás, a fin de usurpar al hombre creado por Dios, estableció en la tierra un sistema mundial opuesto a Dios al sistematizar a los hombres con la religión, la cultura, la educación, la industria, el comercio, el entretenimiento, etc., por medio de la naturaleza caída de los hombres, por sus concupiscencias, placeres, pasatiempos, y aun por el exceso con que atienden a las cosas necesarias, tales como el alimento, la ropa, la vivienda y el transporte (véase la nota 31 (2) de Jn 12). La totalidad de este sistema satánico yace en poder del maligno (5:19), No amar tal mundo es la base para vencer al maligno. Amarlo sólo un poco da lugar a que el maligno nos derrote y ocupe nuestro ser.
15 (3) O, amor al Padre; se refiere al amor del Padre dentro de nosotros, el cual llega a ser nuestro amor hacia El. Amarle con tal amor es amarle con el mismo amor con el cual El nos amó a nosotros y que ahora disfrutamos.
15 (4) El mundo está en contra del Padre; el diablo está en contra del Hijo (3:8); y la carne está en contra del Espíritu ( Gál_5:17).
Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro
al mundo. El mundo (gr., cosmos) es un sistema organizado, a cuya cabeza está Satanás, y que hace a un lado a Dios en todo, oponiéndose a él. Aunque Dios ama al mundo de los hombres (Jua 3:16), los creyentes no pueden amar en modo alguno un sistema mundano organizado contra Dios. Cp. 1Jn 5:19; Jua 3:19; Stg 1:27; Stg 4:4.
Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie
al mundo… Esto es, a lo mundano.
Fuente: Biblia Textual IV Edición
Esto es, a lo mundano.