Comentario de 1 Juan 2:3 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia
En esto sabemos que nosotros le hemos conocido: en que guardamos sus mandamientos.
2:3 — “y en esto”; es decir, en guardar sus mandamientos.Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
y en esto. 1Jn 2:4-6; 1Jn 3:14, 1Jn 3:19; 1Jn 4:13; 1Jn 5:19.
sabemos. Isa 53:11; Jua 17:3; 2Co 4:6.
si guardamos sus mandamientos. 1Jn 3:22, 1Jn 3:23; 1Jn 5:3; Sal 119:6, Sal 119:32; Luc 6:46; Jua 14:15, Jua 14:21-24; Jua 15:10, Jua 15:14; 1Ts 4:1, 1Ts 4:2; Heb 5:9; Apo 22:14.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
En esta sección se exponen tres afirmaciones falsas, cada una de las cuales se introduce por la frase «el que dice».
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
le conocemos: El NT. habla de conocer a Dios en dos sentidos. Una persona que confía en Cristo lo conoce (Jua 17:3), o sea, lo ha encontrado. Alguien que ha encontrado previamente al Señor también puede llegar a conocerlo íntimamente (Flp 3:10). En este versículo Juan está hablando de conocer al Señor íntimamente. En todo el texto de (1 Jn), el apóstol usa «conocer» en este segundo sentido. Por ejemplo, dice que todo el que ama es nacido de Dios y conoce a Dios (1Jn 4:7), pero dice que no amar no significa que una persona no haya nacido de Dios, sólo que no conoce a Dios (1Jn 4:8). Por lo tanto, en 1 Juan, conocer a Dios es conocerlo íntimamente. La seguridad de que el creyente realmente llegó a conocer íntimamente al Señor es su actitud de querer obedecer los mandamientos de Dios (Jua 14:15, Jua 14:20, Jua 14:23, Jua 14:24; Jua 15:10-17).
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
sabemos … guardamos. La repetición de estas palabras recalca el hecho de que quienes de verdad han nacido de nuevo lo demuestran con el hábito de ser obedientes. La obediencia resulta en seguridad de salvación (cp. Efe 2:2; 1Pe 1:14). Es evidente que estas dos palabras eran favoritas para Juan, pues emplea «conocer» unas cuarenta veces y «guardar» unas diez veces en la epístola.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
La obediencia a los mandatos de Dios constituye una tercera prueba de comunión genuina. En Primera Juan se presentan dos pruebas externas que demuestran la salvación, a saber, la doctrinal y la moral. La prueba doctrinal consiste en confesar una visión correcta de Cristo y del pecado (vea 1Jn 1:1-4 y 1Jn 1:5-10; 1Jn 2:1-2) mientras que la prueba moral consiste en obediencia y amor prácticos (vea también los vv. 1Jn 2:7-11). Mientras que la seguridad subjetiva de salvación viene como resultado del testimonio interno del Espíritu Santo (1Jn 5:10; Rom 8:14-16; 2Co 1:12) la prueba de la obediencia constituye la seguridad objetiva de que uno en verdad es salvo. La obediencia es la evidencia externa y visible de salvación (vea las notas sobre Stg 2:14-25; 2Pe 2:5-11). Los falsos maestros no obedecían los mandatos de Dios y esta fue la demostración objetiva de que no eran salvos (Luc 6:46). Aquellos que en verdad han sido iluminados y conocen a Dios, son obedientes a su Palabra.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
2:3 — “y en esto”; es decir, en guardar sus mandamientos.
— “sabemos que nosotros le conocemos,” Tanto “sabemos” como “conocemos” son del verbo griego guinosko. Literalmente, “sabemos que le hemos conocido.” La Versión Hispanoamericana bien dice, “sabemos que hemos llegado a conocerle.” En el texto griego “conocemos” es del pretérito perfecto e indica pues que “hemos recibido conocimiento de él y continuamos ahora con ese conocimiento.” Esto es lo que sabemos si guardamos sus mandamientos. La misma forma gramatical se emplea para indicar acción en el pasado con resultados o efectos presentes.
La prueba de conocerle consiste en “guardar sus mandamientos.” Hay quienes profesan conocerle pero no es cierto (Tit 1:16). Conocer a Dios en realidad es aprobar sus caminos (por medio de andar en ellos), pues “conoce” se usa bíblicamente en este sentido (Mat 7:23; Jua 17:3). Los que admiten la mera existencia de Dios y su poder en la creación, pero no se sujetan a su voluntad, ¡no le conocen! ¡No le aprueban! ¡En el Día Final Cristo no les “conocerá” a ellos!
Los gnósticos se jactaban de tener “conocimiento” superior y especial, pero por su desobediencia probaban que no le conocían a él quien es luz (1:5). Compárese 2Pe 2:21. El camino a Dios no es por la inteligencia (conocimiento, ciencia) humana, según pensaban los filósofos griegos antiguos. Ellos no veían a Dios en términos de obediencia a su revelada voluntad. Por eso su gnosis les dejó en la corrupción del pecado y probó así en realidad que no conocían a Dios.
— “si guardamos sus mandamientos.” tiempo presente del subjuntivo = “si continuamos guardando sus mandamientos.” Aquí guardar equivale a hacer, a observar. Guardamos como preciosos y valiosos los mandamientos de Dios, y esto a cada momento (acción continua en el presente). Compárense 2:17; Mat 28:20; Jua 14:15; Jua 17:7-8; Sal 103:18.
“sus mandamientos” = “la verdad” (versículo 4); “su palabra” (versículo 5). Véase 1:10, comentarios sobre “palabra.”
Fuente: Notas Reeves-Partain
EL VERDADERO CONOCIMIENTO DE DIOS
1 Juan 2:3-6
Y es por esto por lo que sabemos que hemos llegado a copocerle: si guardamos Sus mandamientos. El que diga: «Yo he llegado a conocerle, » y no guarde Sus mandamientos, es un mentiroso, y la verdad no tiene cabida en su vida. El amor de Dios llega a su plenitud en cualquier persona .que guarda Su Palabra. Esta es la manera de saber si estamos en Él: el que pretenda permanecer en él, debe vivir la misma clase de vida que Él vivió.
Este pasaje contiene frases y pensamientos que eran muy familiares en el mundo antiguo. Habla acerca de conocer a Dios, y de estar en Dios. Es importante que veamos dónde está la diferencia entre el mundo pagano en toda su grandeza y el judaísmo y el Cristianismo. Conocer a Dios, permanecer en Dios, tener relación con Dios siempre ha sido el anhelo del corazón humano, porque Agustín tenía razón cuando decía que Dios nos ha hecho para Sí mismo, y que nuestros corazones están inquietos hasta que encuentran su reposo en Él. Podemos decir que en el mundo antiguo había tres lineas de pensamiento en relación con el conocimiento de Dios.
(i) En la gran era clásica de su pensamiento y literatura, en los siglos VI y V antes de Cristo, los griegos estaban convencidos de que podían llegar a Dios por un proceso de razonamiento y búsqueda intelectual. En El mundo del Nuevo Testamento, T. R. Glover tiene un capítulo sobre Los griegos en el que brillante e interesantemente bosqueja el carácter de la mente griega en sus grandes días, cuando los griegos glorificaban el intelecto. » Sería difícil encontrar un pensador más profundo y preciso que Platón,» decía Marshall Macgregor. Jenofonte nos cuenta la conversación que tuvo Sócrates con un joven. «¿Cómo sabes tú eso? -preguntó Sócrates-. ¿Lo sabes de veras, o lo supones?» El joven tuvo que confesar: «Lo supongo.» «Muy bien -respondió Sócrates-. Cuando hayamos pasado del suponer al saber podremos hablar de esto.» Las suposiciones no eran suficientemente buenas para el pensador griego.
Para el griego clásico la curiosidad no era un defecto, sino la más grande de las virtudes, porque era la madre de la filosofía. Glover escribe sobre esta actitud: «Hay que examinarlo todo; el mundo entero es el campo de estudio del hombre; no hay pregunta que le sea impropio al hombre hacer; la naturaleza tiene que acabar por dar la cara y responder; Dios mismo tiene que explicarse a Sí mismo; porque, ¿es que no hizo así al hombre?» Para los griegos de la gran era clásica el camino hacia Dios pasaba por la inteligencia.
Hay que notar que un enfoque intelectual a la religión no tiene que ser ético por necesidad. Si la religión es una serie de problemas mentales, si Dios es la meta que nos espera al final de una actividad mental intensa, la religión se convierte en algo así como las matemáticas superiores. Llega a ser cuestión de satisfacción intelectual y no de acción moral; y el hecho escueto es que muchos de los grandes pensadores griegos no eran precisamente morales. Aun hombres tan grandes como Platón y Sócrates no veían nada malo en la homosexualidad. Uno podía conocer a Dios en el sentido intelectual, pero eso no tenía por qué hacerle una buena persona.
(ii) Los griegos posteriores, en el trasfondo inmediato del Nuevo Testamento, trataban de encontrar a Dios en la experiencia emocional. El fenómeno religioso característico de aquellos días eran las religiones misteriosas. Sea cual fuere nuestro punto de vista de la historia de la religión, tenían unas características sorprendentes. Su objetivo era la unión con lo divino, y todas tomaban la forma de autos de pasión. Se fundaban en la historia de algún dios que vivía, y sufría terriblemente, y moría cruelmente, y resucitaba. Al iniciado se le daba un largo curso de instrucción; se le hacía practicar la disciplina ascética. Se le trabajaba emocionalmente, guiándole a un punto álgido de expectación y sensibilidad emocional. Entonces se le permitía pasar al auto de pasión en el que se representaba en la escena la historia de un dios doliente, que moría, y que resucitaba. Todo estaba diseñado para producir una atmósfera emocional. Había una iluminación sofisticada, una música sensual; un perfume de incienso, una liturgia maravillosa . En esta atmósfera se representaba la historia, y el iniciado se identificaba con las experiencias del dios hasta que podía exclamar: «¡Yo soy tú, y tú eres yo!»; hasta que compartía el sufrimiento del dios y también su victoria e inmortalidad. Esto no era tanto conocer a Dios como sentir a Dios. Pero era una experiencia altamente emocional; y, como tal, era pasajera por fuerza. Era una especie de droga religiosa. Pretendía encontrar a Dios en una experiencia anormal, y su objetivo era escapar de la vida ordinaria.
(iii) Por último estaba la manera judía de conocer a Dios, que estaba íntimamente relacionada con la manera cristiana. Para el judío, el conocimiento de Dios venía, no de la especulación humana, ni por una experiencia exótica de emoción, sino por la propia Revelación de Dios. El Dios que Se revelaba a Sí mismo era un Dios santo, y Su santidad conllevaba la obligación para el adorador de ser él también santo. A. E. Brooke dice: «Juan no puede concebir ningún conocimiento real de Dios que no desemboque en la obediencia.» El conocimiento de Dios se puede demostrar solamente por la obediencia a Dios; y el conocimiento de Dios se puede ganar solamente mediante la obediencia a Dios. C. H. Dodd dice: «Conocer a Dios es experimentar Su amor en Cristo, y devolver ese amor en obediencia.»
Aquí estaba el problema para Juan. En el mundo griego estaba frente a personas que veían a Dios como un ejercicio intelectual, y que podían decir: «Yo conozco a Dios» sin ser conscientes de ninguna obligación ética. En el mundo griego se enfrentaba con personas que habían tenido una experiencia emocional, y que podían decir: «Yo estoy en Dios y Dios está en mí,» y que sin embargo no veían a Dios en términos de mandamientos en absoluto.
Juan está decidido a establecer de manera inequívoca y sin compromiso alguno que la única manera en que podemos mostrar que conocemos a Dios es obedeciéndole, y la única manera en que podemos mostrar que estamos unidos a Cristo es la imitación de Cristo. El Cristianismo es la religión que ofrece el mayor privilegio y que impone la mayor obligación. El esfuerzo intelectual y la experiencia emocional no se menosprecian -¡lejos de ello!- pero deben combinarse para desembocar en la acción moral.
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
1Jn 3:22-24; 1Jn 5:2-3; 2Jn 1:6.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
Obediencia. 3 A continuación viene una prueba según la cual los hombres pueden saber si, a pesar de sus fracasos, están en buena relación con Dios. La prueba pregunta si guardamos sus mandamientos (de nuevo en el v. 4; 3:22, 24; 5:3; cf. 5:2). Es imposible que este conocimiento no afecte, en el diario vivir, a quienes realmente conocen a Dios. El conocimiento es un tema importante de la epístola. El verbo “conocer” (gr. ginosko) se repite 25 veces (y oida, otro verbo para conocer, 15 veces). Para Juan el conocimiento de Dios no es alguna visión mística o percepción intelectual. Se demuestra si guardamos sus mandamientos. La obediencia no es una virtud espectacular sino que subyace como fundamento de todo verdadero servicio cristiano. 4 Aquel que afirma poseer este conocimiento pero no guarda sus mandamientos, dice Juan sin reparos, es mentiroso. Y subraya esto último añadiendo las palabras la verdad no está en él.
5 Por contraste, el amor de Dios ha sido perfeccionado en el hombre que guarda su palabra. Juan no pretende reducir el cristianismo a una forma de legalismo. Significa que Dios se reveló en Cristo, quien es su palabra (1:1; Juan 1:1), y que su venida es un desafío a todo nuestro estilo de vida. Se nos desafía a dejar el egoísmo y tomar nuestra cruz; nada menos satisfará. Como corolario del v. 4 cabría esperar algo en el sentido de que el hombre obediente sea verídico o cuente con la verdad de Dios. Pero en lugar de ello resulta que el amor de Dios está en él, y no solamente en él, sino perfeccionado. El amor (gr. agape) es uno de los conceptos cumbres de esta carta. La palabra se repite 18 veces, cifra que supera a cualquier otro libro del NT (le sigue 1 Cor.; 14 veces). Este hecho es muy significativo dado lo reducido del libro. Juan ve el amor, principalmente, en la divina autoentrega de Cristo (4:10), pero el término también puede significar la respuesta del hombre a lo que Dios ha hecho; quizá ambos conceptos estén aquí. Y esta respuesta la vivimos en la medida de nuestra obediencia porque el amor se deleita en cumplir la voluntad de Dios.
Al fin del v. 5 Juan menciona el hecho de que sabemos que estamos en él. (¿Es Dios? ¿Es Cristo? Juan probablemente no haría mucha diferencia entre los dos en este punto.) Antes habló de comunión con él (1:3), o andar en la luz (1:7), y de conocerle (2:3), pero no debemos considerarlas como distintas, sin relación unas con otras. Si estamos en él disfrutamos comunión con él, le conocemos y andamos en luz. 6 De todo esto podemos estar seguros si andamos como él anduvo. Esta expresión se refiere a toda la vida de Jesús.
Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno
REFERENCIAS CRUZADAS
i 37 Jua 14:21; Jua 15:10
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
3 super (1) Los vs.1-2 concluyen lo dicho en 1:5-10 con respecto a nuestra confesión y al perdón de pecados, los cuales interrumpen nuestra comunión con Dios. Esa es la primera condición—el primer requisito— de nuestro disfrute de la comunión de la vida divina. Los vs.3-11 tratan de la segunda condición —el segundo requisito— de nuestra comunión con Dios: que guardemos la palabra del Señor y amemos a los hermanos.
3 super (2) O, percibimos, no en doctrina, sino en experiencia, guardando Sus mandamientos.
3 super (3) Lit, hemos llegado a conocer; denota que hemos empezado a conocerle y que le seguimos conociendo hasta el presente. Esto se refiere al conocimiento que tenemos de Dios por experiencia en nuestro andar diario y está relacionado con nuestra comunión íntima con El.
3 super (4) Véase la nota 34 super (1) de Jn 13. Así en todo el libro.
Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro
La obediencia a los mandamientos de Cristo es la prueba concreta y práctica de nuestra fe.
Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie
M77 Ἐν tiene aquí un sentido instrumental: por esto.
TGr153 Cuando la explicación era un hecho, Juan prefería una cláusula subordinada introducida por ὅτι (en vez de ἵνα). Así que la traducción para este versículo debe ser: El conocimiento consiste en esto: que hemos logrado nuestro conocimiento de él si guardamos sus mandamientos (comp. 1Jn 5:2; ἐάν está en aposición con ἐν τούτῳ -R700; ἐάν y ὅταν pueden usarse en aposición, si el hecho es sólo supuesto; comp. 1Jn 5:2 -BD394). [Editor. La cláusula ὅτι denota el contenido del verbo γινώσκομεν, mientras que la cláusula ἐάν está en aposición con ἐν τούτῳ. Ἐάν se usa aparentemente para evitar la repetición de ὅτι (comp. 1Jn 4:13).]