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Comentario de 1 Juan 3:24 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de 1 Juan 3:24 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Y el que guarda sus mandamientos permanece en Dios, y Dios en él. Y por esto sabemos que él permanece en nosotros: por el Espíritu que nos ha dado.

3:24 — “Y el que guarda sus mandamientos, permanece en Dios, y Dios en él.” Véase Jua 14:23.

Los dos verbos (guarda, permanece) son del tiempo presente durativo. Así es que el pensamiento de Juan es éste: “el que está guardando sus mandamientos, está permaneciendo en Dios, y Dios está permaneciendo en él.” Véase 4:16, la doble permanencia o

estancia. Compárese Jua 6:56, referente a Cristo en esto.

Permanecer en Dios significa estar en comunión con él (1:3,7), por medio de andar en la luz, en la verdad. Sobre permanecer, véanse 2:6,14,24,27,28; 3:6,9.

— “Y en esto sabemos que él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado.” Más bien, “que nos dio” (edoken, tiempo aoristo, que indica acción completada en el pasado.

Sabemos (por experiencia, guinosko) que Dios permanece en nosotros. Lo sabemos, dice Juan a sus lectores, por el Espíritu (Santo) que nos dio. Literalmente dice Juan, “sabemos que él permanece en nosotros del Espíritu (como fuente) que nos dio.” El Espíritu Santo que Dios nos dio es la fuente de este conocimiento, dice Juan.

Dios había dado el Espíritu a ellos en medida milagrosa. Véase 2:20,27, comentarios. Les enseñaba “todas las cosas” (2:27). También guió a los apóstoles a toda la verdad (Jua 16:13), y esta verdad los lectores habían recibido desde el principio (2:24). Fue, pues, el Espíritu Santo la fuente de la revelación de la voluntad de Dios. Ahora mora Dios en el que hace su voluntad. El tal sabe del Espíritu Santo, que Dios permanece en él, porque la verdad ha sido revelada por el Espíritu Santo.

Este versículo no hace referencia a cómo entra y mora el Espíritu Santo en uno hoy en día. ¡El punto tratado en este versículo no es tal! Mucho menos enseña que mora personalmente y aparte de la Palabra de Dios en el cristiano hoy en día.

El Espíritu Santo guiaba a los apóstoles y por medio de distintos “dones espirituales” (1Co 12:1) guiaba a la iglesia primitiva (2:20,27, comentarios). Ya pasaron esos dones, con el paso del siglo primero y de los apóstoles quienes impartían esos dones por la imposición de sus manos (Hch 8:18). No eran permanentes esos dones (1Co 13:8-13;. Efe 4:11-13).

Hoy en día el Espíritu Santo mora en el cristiano exactamente cómo moran Dios y Cristo en él; es decir, por medio de la Palabra escrita. ¡No mora en él aparte de la Palabra escrita! Véanse Efe 5:18-19 más Col 3:16 (pasajes paralelos); Efe 3:17 (Cristo habita en el corazón por la fe); Efe 2:22 (Dios mora en la iglesia). Hoy en día el cristiano tiene la misma fuente de información que tenían los lectores originales de Juan, referente al conocimiento de que Dios mora, o permanece, en el cristiano. Tiene al Espíritu Santo por medio de la Palabra escrita de Dios!

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

el que guarda sus mandamientos. 1Jn 3:22; Jua 14:21-23; Jua 15:7-10.

está en él. 1Jn 4:7, 1Jn 4:12, 1Jn 4:15, 1Jn 4:16; Jua 6:54-56; Jua 17:21; 1Co 3:16; 1Co 6:19; 2Co 6:16; 2Ti 1:14.

sabemos que él permanece. 1Jn 4:13; Rom 8:9-17; Gál 4:5, Gál 4:6.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

1Jn 4:1-6

Una confesión ortodoxa revela una relación viva. Aquellos que escuchan a los apóstoles en vez de a los falsos maestros evidencian su comunión con Dios.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

En este versículo permanece describe el morar mutuo de Jesús y los cristianos. El creyente permanece en Cristo al guardar sus mandamientos. Cristo permanece en el creyente obediente como Aquel que está «en casa» con ese creyente. Jesús habló de esta permanencia mutua en (Jua 15:4, Jua 15:5, Jua 15:7). Esto se evidencia más adelante por la presencia del Espíritu dado a los cristianos (1Jn 4:1-3). La prueba de la salvación de uno es la obediencia (la base de la salvación de uno es la gracia de Dios en Cristo, y el medio de la salvación es la fe, Efe 2:8, Efe 2:9). Esto no quiere decir que uno no es redimido si no juzgamos que sus acciones sean en conformidad con Cristo; sino solamente que la obediencia indica que una nueva vida creada por Dios y la falta de obediencia provocan interrogantes respecto a si esta nueva vida está presente. Esto recuerda las promesas del aposento alto en (Jua 14:1-31; Jua 15:1-27; Jua 16:1-33). Este versículo conecta este párrafo con la sección anterior por el uso de la palabra Espíritu, una referencia al Espíritu Santo en contraste con los espíritus de los falsos maestros.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

3:24 — “Y el que guarda sus mandamientos, permanece en Dios, y Dios en él.” Véase Jua 14:23.
Los dos verbos (guarda, permanece) son del tiempo presente durativo. Así es que el pensamiento de Juan es éste: “el que está guardando sus mandamientos, está permaneciendo en Dios, y Dios está permaneciendo en él.” Véase 4:16, la doble permanencia o
estancia. Compárese Jua 6:56, referente a Cristo en esto.
Permanecer en Dios significa estar en comunión con él (1:3,7), por medio de andar en la luz, en la verdad. Sobre permanecer, véanse 2:6,14,24,27,28; 3:6,9.
— “Y en esto sabemos que él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado.” Más bien, “que nos dio” (edoken, tiempo aoristo, que indica acción completada en el pasado.
Sabemos (por experiencia, guinosko) que Dios permanece en nosotros. Lo sabemos, dice Juan a sus lectores, por el Espíritu (Santo) que nos dio. Literalmente dice Juan, “sabemos que él permanece en nosotros del Espíritu (como fuente) que nos dio.” El Espíritu Santo que Dios nos dio es la fuente de este conocimiento, dice Juan.
Dios había dado el Espíritu a ellos en medida milagrosa. Véase 2:20,27, comentarios. Les enseñaba “todas las cosas” (2:27). También guió a los apóstoles a toda la verdad (Jua 16:13), y esta verdad los lectores habían recibido desde el principio (2:24). Fue, pues, el Espíritu Santo la fuente de la revelación de la voluntad de Dios. Ahora mora Dios en el que hace su voluntad. El tal sabe del Espíritu Santo, que Dios permanece en él, porque la verdad ha sido revelada por el Espíritu Santo.
Este versículo no hace referencia a cómo entra y mora el Espíritu Santo en uno hoy en día. ¡El punto tratado en este versículo no es tal! Mucho menos enseña que mora personalmente y aparte de la Palabra de Dios en el cristiano hoy en día.
El Espíritu Santo guiaba a los apóstoles y por medio de distintos “dones espirituales” (1Co 12:1) guiaba a la iglesia primitiva (2:20,27, comentarios). Ya pasaron esos dones, con el paso del siglo primero y de los apóstoles quienes impartían esos dones por la imposición de sus manos (Hch 8:18). No eran permanentes esos dones (1Co 13:8-13;. Efe 4:11-13).
Hoy en día el Espíritu Santo mora en el cristiano exactamente cómo moran Dios y Cristo en él; es decir, por medio de la Palabra escrita. ¡No mora en él aparte de la Palabra escrita! Véanse Efe 5:18-19 más Col 3:16 (pasajes paralelos); Efe 3:17 (Cristo habita en el corazón por la fe); Efe 2:22 (Dios mora en la iglesia). Hoy en día el cristiano tiene la misma fuente de información que tenían los lectores originales de Juan, referente al conocimiento de que Dios mora, o permanece, en el cristiano. Tiene al Espíritu Santo por medio de la Palabra escrita de Dios!

Fuente: Notas Reeves-Partain

LOS PRIVILEGIOS DE

LA VIDA EXHUBERANTE DEL ESPÍRITU

1 Juan 3:24-4:1

Así es como sabemos que Él mora en nosotros: por el Espíritu Que Él nos ha dado. Amados, no creáis a cualquier espíritu; sino probad los espíritus para ver si proceden de Dios; porque han salido por el mundo muchos falsos profetas.

Detrás de esta advertencia se encuentra una situación de la que sabemos muy poco o nada en muchas iglesias modernas. En la Iglesia original hubo un brotar vigoroso de la vida del Espíritu que conllevaba sus propios principios. Había tantas y tan diversas manifestaciones espirituales que se necesitaba alguna clase de comprobación. Tratemos de trasladarnos con el pensamiento a aquella atmósfera eléctrica.

(i) Ya en los tiempos del Antiguo Testamento se detectaron los peligros de los falsos profetas, que eran hombres con un cierto poder espiritual. Dt 13:1-5 demanda que el falso profeta que trató de seducir al pueblo para que se apartara del verdadero Dios fuera muerto; pero admite franca y abiertamente que este puede prometer señales y milagros, y realizarlos. El poder espiritual podía ser malvado y mal dirigido.

(ii) En la Iglesia original, el mundo considerado espiritual estaba muy cerca. Todo el mundo creía en un universo abarrotado de demonios y espíritus. Cada roca, y árbol, y río, y bosquecillo, y lago, ,y montaña tenían su poder espiritual; y estos poderes espirituales estaban siempre tratando de introducirse en los cuerpos y mentes de las personas. En los tiempos de la Iglesia original se vivía en un mundo obsesionado con los fenómenos espirituales en el que todos se sentían rodeados y acechados por poderes espirituales.

(iii) Ese mundo antiguo era muy consciente de la existencia del poder personal del mal. No especulaba acerca de su origen, pero estaba convencido de que existía, y de que estaba buscando personas para usarlas como instrumentos a su servicio. En consecuencia, no solamente el universo, sino también las mentes humanas eran el campo de batalla en el que contendían el poder de la luz y el poder de las tinieblas.

(iv) En la Iglesia original la venida del Espíritu era un fenómeno mucho más visible de lo que es corriente para muchos en nuestros días. Se relacionaba generalmente con el bautismo; y cuando el Espíritu venía, sucedían cosas que cualquiera podía constatar. La persona que recibía el Espíritu era afectada visiblemente. Cuando los apóstoles bajaron a Samaria después de la predicación de Felipe y confirieron el don del Espíritu a los nuevos convertidos, el efecto era tan sorprendente que el mago local, Simón, quería comprar el poder para producirlo (Hch 8:17 s). La venida del Espíritu sobre Comelio y los de su casa fue algo que todos pudieron constatar (Hch 10:44 s). En la Iglesia original, la venida del Espíritu iba acompañada de efectos sensibles y obvios.

(v) Esto tenía sus efectos en la vida congregacional de la Iglesia original. El mejor comentario a este pasaje de Juan sería 1 Corintios 14. Por el poder del Espíritu algunas personas hablaban en lenguas. Es decir: les salía un torrente de sonidos dados por el Espíritu que no correspondían a ninguna lengua conocida, que nadie podía entender a menos que hubiera en la congregación alguno que tuviera el don dado por el Espíritu de interpretar. Tan extraordinario era este fenómenos que Pablo no duda en decir que si un extraño entrara en la congregación cuando se estaba practicando pensaría que se encontraba en una reunión de locos (1Co 14:2; 1Co 14:23; 1Co 14:27 ). Hasta los profetas, que daban su mensaje en la lengua corriente, constituían un problema. Eran tan movidos por el Espíritu que no podían esperarse hasta que terminara el que estaba hablando, y cada uno se ponía en pie de un salto decidido a proclamar el mensaje que el Espíritu le daba (1Co 14:26 s,33). Un culto de adoración en alguna de las primeras congregaciones cristianas sería distinto de la mayor parte de los cultos de las iglesias modernas, tan plácidas. Tan diversas eran las manifestaciones del Espíritu que Pablo incluye el don del discernimiento de espíritus entre los dones espirituales que podía poseer un cristiano (1Co 12:10 ). Podemos figurarnos lo que podría suceder en tal caso cuando Pablo menciona la posibilidad de que alguien maldijera a Cristo hablando en un espíritu (1Co 12:3 ).

Cuando llegamos algo más adelante en la historia de la Iglesia encontramos el problema todavía más agudizado. La Didajé, La enseñanza de los Doce Apóstoles, es el primer libro de orden eclesiástico, y se puede fechar no después del año 100 d C. Contiene reglas acerca de cómo se han de tratar los apóstoles y profetas ambulantes que iban y venían por las congregaciones cristianas. «No todos los que hablen por un espíritu son profetas, sino sólo los que hablen de acuerdo con el Señor» (Didajé 11 y 12). El problema alcanzó su cima y ne plus ultra cuando, en el siglo III, Montano irrumpió en la Iglesia pretendiendo ser nada menos que el Paráclito prometido, y proponiéndose decirle a la Iglesia las cosas que Cristo había dicho a Sus apóstoles que no podían recibir entonces.

La Iglesia Primitiva estaba llena de esta vida desbordante del Espíritu. La exuberancia de la vida no se había podido organizar desde la Iglesia. Era una gran edad; pero su misma exuberancia tenía sus peligros. Si había un poder personal del mal, podía usar a algunas personas. Si había espíritus malos al mismo tiempo que el Espíritu Santo, podían habitar en algunos. Algunos podían engañarse produciéndose experiencias totalmente subjetivas en las que pensaban -honradamenteque tenían un mensaje del Espíritu.

Juan tenía todo esto en mente; y a la vista de esa atmósfera electrificada de vida espiritual desbordante presenta sus criterios para discriminar entre lo verdadero y lo falso. Nosotros, por nuestra parte, puede que tengamos el sentimiento de que, con todos sus peligros, la exuberante vitalidad de la Iglesia Primitiva era mucho mejor que la apática placidez de la vida de la iglesia moderna. Era mejor que se esperara al Espíritu en todo que que no se Le espere en nada.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento

1Jn 4:13; Jua 14:23; Rom 8:9.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

REFERENCIAS CRUZADAS

f 170 Jua 15:4; 1Jn 2:24

g 171 Jua 14:23

h 172 Rom 8:2; Rom 8:9

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

por el Espíritu que nos ha dado. El Espíritu Santo le da al creyente la seguridad de la presencia de Dios en su vida (Ro 8:15, 16).

Fuente: La Biblia de las Américas

24 (1) Este versículo es la conclusión de esta sección, la cual comienza en 2:28, acerca de permanecer en el Señor conforme a la enseñanza de la unción divina, como se da a conocer en la sección precedente (2:20-27). Esta sección revela que permanecer en el Señor es el vivir de los hijos de Dios mediante la vida eterna de Dios como simiente divina (vs.15, 9 y la nota 29 (7) del cap.2), la cual crece al practicar ellos la justicia del Dios que engendra (2:29; 3:7, 10) y el amor de su Padre que los engendró (vs.10-11, 14-23). Permanecer en el Señor y las bases en las cuales se funda tal permanencia -el nacimiento divino y la vida divina como la simiente divina- aunque son cosas misteriosas, también son reales en el Espíritu.

24 (2) Nosotros permanecemos en el Señor; entonces El permanece en nosotros. Es indispensable permanecer en Él para que El permanezca en nosotros ( Jua_15:4). Al permanecer en El disfrutamos Su permanencia en nosotros.

24 (3) Lit, a partir de. La frase por el Espíritu… modifica a sabemos.

24 (4) Hasta este punto, en esta epístola no se ha hecho referencia al Espíritu, aunque el Espíritu está implícito en la unción en 2:20 y 27. En realidad el Espíritu, esto es, el Espíritu todo-inclusivo, compuesto y vivificante (véase la nota 19 (3) de Fil 1), constituye el factor vital y crucial de todos los misterios revelados en esta epístola: la vida divina, la comunión de la vida divina, la unción divina, el permanecer en el Señor, el nacimiento divino y la simiente divina. Por este Espíritu nacemos de Dios, recibimos la vida divina como la simiente divina en nosotros, tenemos la comunión de la vida divina, se nos aplica el Dios Triuno como unción y permanecemos en el Señor. Este maravilloso Espíritu nos es dado como la bendición prometida del Nuevo Testamento ( Gál_3:14); El es dado sin medida por el Cristo que está por encima de todo, que hereda todo y que ha de incrementarse universalmente ( Jua_3:31-35). Este Espíritu y la vida eterna (v.15) son los elementos básicos por los cuales llevamos la vida que permanece continuamente en el Señor. Por consiguiente, mediante este Espíritu, el cual da testimonio seguro juntamente con nuestro espíritu, somos hijos de Dios ( Rom_8:16), y por El sabemos que el Señor de todo permanece en nosotros (4:13). Por medio de este Espíritu estamos unidos al Señor como un solo espíritu ( 1Co_6:17). Y por este Espíritu disfrutamos las riquezas del Dios Triuno ( 2Co_13:14).

Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro

permanece. Es la misma palabra que sale en Jua 15:1-10. Permanecer en Cristo exige guardar Sus mandamientos.

Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie

R679 El pronombre αὐτός aquí es enfático.

Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego

Lit., El

Fuente: La Biblia de las Américas