Comentario de 1 Pedro 1:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Pedro, apóstol de Jesucristo; a los expatriados de la dispersión en Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia,

1:1 — «Pedro». Sobre su persona, véase INTRODUCCIÓN, III. Su nombre era Simón (Mat 16:17; Jua 1:42; 2Pe 1:1; Hch 15:14). Jesús le dio el sobrenombre de Pedro (Jua 1:42). «Cefas» es de la palabra «piedra» en arameo y «Pedro» es de la palabra griega (Petros) que significa piedra. En Mat 16:18 Cristo distingue entre Pedro (en griego, Petros) y roca (en griego, Petra). «Petros» significa un fragmento grande de roca, mientras que «Petra» es la roca o peña misma.

— «apóstol de Jesucristo». Pedro dice que es apóstol para designar la autoridad con que les escribe. Esa autoridad vino de Jesucristo. La palabra «apóstol» viene de una palabra compuesta en el griego, APO y STELO («de», y «enviar»). Significa uno enviado de una parte a otra, con una comisión definida. Fue escogido y entrenado por Jesús (Mar 3:14-19). Fue guiado por el Espíritu Santo (Jua 14:25-26), capacitado con milagros (Mar 16:20; Heb 2:4), y enviado a todo el mundo con el evangelio (Mat 28:18-20; Mar 16:15-16). El y los demás apóstoles de Cristo todavía nos juzgan por sus escrituras (Mat 19:28; Hch 2:42; 1Jn 4:6). Los apóstoles no tienen sucesores (Hch 1:20-22; Hch 10:41), entre otras cosas, porque no hay ahora quiénes sean testigos oculares del Cristo resucitado.

Pedro dice sencillamente, «Pedro, apóstol de Jesucristo». No reclamó nada especial para sí mismo. Las reclamaciones católicas romanas, de que Pedro era el «Príncipe» de los apóstoles, etc., carecen de autorización bíblica.

— «a los expatriados de la dispersión». Véase INTRODUCCIÓN, V. Otras versiones (Ver. 1977, Ver. B.A., Ver. N.M.) dicen «esparcidos». La palabra griega hallada aquí también se emplea en 2:11 y en Heb 11:13, donde esta versión dice «peregrinos». Pedro dirige su epístola a los cristianos en general (a conversos judíos y gentiles) que viven como peregrinos entre los incrédulos de los lugares mencionados.

Es cierto que la palabra «dispersión» (griego, DIASPORA, y por eso algunas versiones dicen «diáspora») se aplicaba a los judíos esparcidos a través de las naciones (p. ej., Jua 7:35), pero es evidente que en esta epístola Pedro usa la palabra en sentido más extenso, incluyendo a los cristianos gentiles. Santiago usa la palabra «diáspora», dispersión, 1:1, pero al agregar «a las doce tribus» es evidente que se dirige a los cristianos judíos en particular. Véase INTRODUCCIÓN, IV de mi comentario sobre SANTIAGO.

Todo cristiano fiel en esta vida se considera como un peregrino en un mundo que no es su hogar. A ellos dirigió Pedro sus dos cartas.

— «en el Ponto… Bitinia». Búsquense estos lugares en un mapa bíblico. Componen una parte del país moderno de nombre Turquía.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

Pedro, apóstol. Mat 4:18; Mat 10:2; Jua 1:41, Jua 1:42; Jua 21:15-17.

a los expatriados. 1Pe 2:11; Hch 2:5-11; Efe 2:12, Efe 2:19; Heb 11:13.

de la dispersión. Lev 26:33; Deu 4:27; Deu 28:64; Deu 32:26; Est 3:8; Sal 44:11; Eze 6:8; Jua 7:35; Jua 11:52; Hch 8:4; Stg 1:1.

en el Ponto. Hch 2:5, Hch 2:9, Hch 2:10; Hch 18:2.

Galacia. Hch 16:6; Hch 18:23; Gál 1:2.

Capadocia. Hch 2:9.

Asia. Hch 6:9; Hch 16:6; Hch 19:10; Hch 20:16-18; 1Co 16:19; 2Co 1:8; 2Ti 1:15; Apo 1:11.

Bitinia. Hch 16:7.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

RESUMEN DE PRIMERA DE PEDRO

Como el diseño de esta epístola es excelente, comenta el Dr. Macknight, su ejecución, a juicio de los mejores críticos, no se queda atrás en su diseño. Ostervald dice de la primera Epístola de Pedro, «es uno de los mejores libros del Nuevo Testamento.» Erasmo lo dice «digno del príncipe de los Apóstoles, y lleno de dignidad apostólica y autoridad», y agrega: «es cortés en palabras, pero lleno de sentido – verbis pauca, sententiis differta.» «Como la verdadera iglesia de Cristo», dice el Dr. Clarke, «en general ha estado en un estado de sufrimiento, las Epístolas de San Pedro han sido muy apreciado por todos los creyentes. Lo que acabamos de terminar es una carta admirable que contiene algunas de las máximas y consuelos más importantes para la Iglesia en el desierto. Ningún cristiano puede leerlo sin derivar tanto de la luz como de la vida. Los ministros especialmente deben estudiarlo bien, para que puedan saber cómo consolar a sus rebaños cuando están en persecución y adversidad. Él nunca habla al bien en ningún caso espiritual que no esté provisto del tesoro divino. Las palabras de Dios invitan, solicitan y ordenan que un hombre pueda confiar confiadamente. Las palabras del hombre pueden ser ciertas, pero no son infalibles; este es el carácter de la palabra de Dios solo». A estos valiosos comentarios sobre las variadas excelencias y usos de esta inimitable Epístola, puede que solo sea necesario agregar que no solo es importante en estos aspectos, sino que es un rico tesoro. de doctrinas y deberes cristianos de los cuales la mente puede ser enriquecida y el corazón mejorado, con los sentimientos más ennoblecedores.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Pedro bendice a Dios por sus múltiples favores espirituales, 1Pe 1:1-9;

mostrando que la salvación en Cristo no es algo nuevo, sino algo profetizado en la antigüedad, 1Pe 1:10-12;

y los exhorta conforme a una conversación piadosa, puesto que ellos ahora son nacidos de nuevo por la palabra de Dios, 1Pe 1:13-25.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

————————

DEVOLVER BIEN POR MAL SUENA NOBLE, Y LOS CRISTIANOS ESTÁN DE acuerdo en que es lo correcto. Sin embargo, en medio de tribulaciones y persecuciones, puede resultar extremadamente difícil mostrar bondad. Los cristianos de Asia Menor que recibieron esta carta de Pedro descubrieron esto. Se habían dado cuenta que vivir para Dios suele ser una vida de muchas dificultades. Algunas de sus tribulaciones venían de sus vecinos, mientras otras venían de las autoridades del gobierno. Pedro le escribe a estos cristianos para animarlos, explicarles por qué ocurren los sufrimientos y recordarles su eterna recompensa al final de la vida terrenal.

Pedro reúne cinco temas diferentes en esta carta.

(1) Enfatiza que los cristianos pueden esperar el sufrimiento como parte natural de una vida dedicada a Cristo. El sufrimiento era el instrumento de Dios para formar el carácter piadoso en ellos (1Pe 1:6, 1Pe 1:7; 1Pe 3:14; 1Pe 4:12-14).

(2) Continúa exhortando a que lleven vidas justas y santas ante los males que sufren (1Pe 1:13-16, 1Pe 1:22; 1Pe 2:1-5, 1Pe 2:11, 1Pe 2:12; 1Pe 3:15; 1Pe 4:1-2, 1Pe 4:7-11; 1Pe 5:8-10). No importa cuán tentador fuera, los cristianos no debían devolver mal por mal. Esta es una respuesta mundana y no cristiana contra la persecución.

(3) No importa cuánto sufrimiento experimentaran, Pedro asegura a los cristianos de Asia Menor que no merecen esto. Su sufrimiento era parte del servicio a Dios y su Reino (1Pe 2:20; 1Pe 3:16, 1Pe 3:17; 1Pe 4:15-19). Aunque los cristianos sufran injusticia en la tierra, vendrá un tiempo cuando Dios rectificará toda injusticia y recompensará a quienes han soportado la persecución por su nombre.

(4) A la luz de esto, Pedro los estimula a someterse a los demás por amor al evangelio y en aras de las relaciones interpersonales armoniosas (1Pe 2:13-19; 1Pe 3:1-9; 1Pe 5:1-7). A la larga, Cristo juzgará las acciones de ellos, y las dificultades que sufrieron no serían una excusa para la rebelión y la disensión.

(5) Finalmente, usó la carta como una oportunidad para hacerles entender la verdad central del evangelio, que Jesús sufrió la agonía de la cruz para salvarnos de la esclavitud al pecado (1Pe 1:2-5, 1Pe 1:7-11, 1Pe 1:17-21; 1Pe 2:21-24; 1Pe 3:18-22). El ejemplo de Cristo: su vida sin pecado, su paciencia para soportar el sufrimiento, y su compromiso con la verdad, debería ser nuestro modelo en todas las dificultades de la vida.

Para llegar al centro de las provincias de la antigua Asia Menor (hoy Turquía) a los que Pedro escribió, su carta tenía que viajar muchos centenares de kilómetros por terrenos accidentados y mares traicioneros. El portador de la carta debió encontrar judíos y gentiles, cristianos y paganos, libres y esclavos. Algunos de los lugares en que se leyó la carta eran centros comerciales cosmopolitas que servían de enlace entre el Medio Oriente y Europa. Otros lugares eran aldeas aisladas. Sin embargo, a través de Asia Menor, se reunían pequeños grupos de cristianos de una variedad de trasfondos sociales, étnicos y culturales, para oír la Palabra de Dios, para alabar a Dios y animarse mutuamente en la fe.

Aunque el progreso cultural no alcanzara a muchas de las ciudades en que vivían los cristianos, sí había llegado la hostilidad al evangelio y contra los cristianos mismos. Los creyentes eran el blanco de ataque porque ya no participaban en las prácticas religiosas paganas. Puesto que eran los que abandonaban los así llamados dioses del pueblo, se acusaba a los cristianos tanto de cuanto desastre natural ocurriera como de las fluctuaciones negativas de la economía. Eran aun más vulnerables porque eran a menudo extranjeros en una ciudad, puesto que habían sido expulsados de otras ciudades por la persecución o por proceder de un trasfondo judaico. Normalmente estos primeros cristianos tenían poca seguridad, bajo estado social (muchos eran esclavos), y pocos recursos para la protección del gobierno. Pedro escribió para animarles. Eran peregrinos en la tierra, en viaje a su glorioso hogar en los cielos. La tradición de la iglesia primitiva afirma que el apóstol Pedro fue el autor de la carta conocida como 1 Pedro. Los que en la era moderna atacan su autoría argumentan que el vocabulario y estilo literario es más avanzado que el vocabulario de un pescador «ignorante y sin letras» (Hch 4:13). Muchos de tales críticos afirman que la teología de esta carta se asemeja mucho a la de Pablo. Refleja el pensamiento de Pablo más que la experiencia de la vida terrenal de Jesucristo, como se pudiera esperar de Pedro, uno de los amigos más íntimos de Jesús. Finalmente, los críticos pretenden que las persecuciones descritas en esta carta no ocurrieron durante la vida del apóstol Pedro. Pero ninguno de estos argumentos es conclusivo. Pedro era de Galilea, región bilingüe. Los habitantes de esa región tenían que saber dos idiomas, griego y arameo. Como pescador, dedicado a los negocios de su tiempo, Pedro tenía que tener un conocimiento razonablemente fluido del griego. Además, «habiendo estado con Jesús» (Hch 4:13), Pedro debió de aprender del mismo Maestro comunicador a expresarse. Como uno de los primeros predicadores y maestro del evangelio, Pedro debía ser capaz de expresarse elocuentemente en griego (Hch 2:1-47). Si su estilo no era del todo pulido, Pedro podría haber dictado sus cartas a Silvano (1Pe 5:12), que mejoraría su presentación (Hch 15:22-29). Es comprensible que la carta de Pedro refleje ideas similares a las del apóstol Pablo, porque los dos hombres se conocían (Gál 2:7-9). Pedro había leído las cartas de Pablo (2Pe 3:15, 2Pe 3:16). Y ambos hombres estuvieron bajo la dirección del Espíritu Santo cuando escribieron. En consecuencia, hallar conceptos Paulinos en esta carta no es un argumento poderoso en contra de la autoría de Pedro. El problema de la supuesta falta de familiaridad del autor con la vida terrenal de Jesús se trata en mejor forma analizando la carta misma, que revela que el autor está completamente familiarizado con los sufrimientos terrenales de Cristo y afirma haber sido testigo ocular de ellos (1Pe 2:21-23; 1Pe 3:18; 1Pe 4:1; 1Pe 5:1). Además, el propósito de la carta no era hacer un relato de la vida de Cristo. En cambio, Pedro tiene el propósito de animar a los cristianos con las consoladoras realidades espirituales que había tras la persecución que enfrentaban.

Finalmente, la persecución esporádica y local antes del reinado de Nerón (antes del año 68 d.C. probablemente sea la persecución aludida por Pedro en esta epístola. Aunque las persecuciones oficiales graves sólo comenzaron en los reinados de Domiciano (95 d.C. y Trajano (112 d.C. los cristianos antiguos sufrieron opresivas persecuciones locales desde el principio (Hch 14:19). En conclusión, no hay una evidencia sustancial que contradiga la clara afirmación de la carta de provenir del apóstol Pedro (1Pe 1:1).

La tradición de la iglesia nos dice que Pedro murió en Roma durante la persecución anticristiana que ocurrió durante el reinado de Nerón (54-68 d.C. de modo que el año 67 es el último en que pudo escribirse la epístola.

Hay diversos indicios en el sentido de que Pedro escribió la epístola entre los años 62-64 d.C. Primero, Pablo no hace referencias en cuanto a que Pedro estuviera en Roma cuando él escribió sus cartas desde allí (Efesios, Filipenses, Colosenses y Filemón), entre los años 60-62 d.C. Además, en su carta Pedro no hace referencia a que Pablo estaba en Roma, e identifica sólo a Silvano y Marcos como sus compañeros (1Pe 5:12, 1Pe 5:13). Estos hechos sugieren que Pedro escribió después del año 62 d.C. Pero el hecho de que amonesta a sus lectores a someterse a las autoridades del gobierno en 1Pe 2:13-15 puede indicar una fecha anterior a la más grave persecución que ocurrió después del incendio de Roma, en el año 64 d.C.

Por cierto, esta fecha supone que Pedro escribió desde Roma y no de otra localización. Pedro concluye su carta enviando saludos de la «que está en Babilonia» (1Pe 5:13). Se sugieren tres localizaciones para esta referencia: Babilonia sobre el Éufrates en Mesopotamia, un pueblo menos conocido en el mundo antiguo que se llamaba también Babilonia, y Roma.

El argumento en favor de la Babilonia mesopotámica es su identificación en el AT. como ciudad de gran poder, temida y odiada por los israelitas (2Re 24:1-20; 2Re 25:1-30; Isa 39:1-8; Jer 25:1-38). Sin embargo, hacia el primer siglo Babilonia era una insignificante aldea sin poder. Más importante, no hay indicios que Pedro estuviera allá. También se excluye otras ciudades llamadas Babilonia (como el puesto militar localizado en Egipto cerca de donde se encuentra actualmente El Cairo), porque ninguno de estos villorrios tuvo un papel significativo en la historia cristiana antigua.

Sin embargo, Roma era un centro de oposición al cristianismo ampliamente reconocido y el asiento del poder en el Imperio Romano. En el NT. Babilonia se usa como una referencia velada a la ciudad de Roma, centro del reino de las tinieblas (Apo 14:8; Apo 16:19; Apo 17:5; Apo 18:2, Apo 18:10, Apo 18:21). Además, muchos de los lectores de Pedro entenderían Babilonia como un lugar de exilio, algo con lo que ellos mismos se podrían identificar, puesto que Pedro se dirige a ellos como peregrinos dispersos por el Asia Menor. De esta manera, Pedro concluye su carta donde la comenzó, con una sensación de que él y sus compañeros cristianos no habían llegado aún al «hogar». Pedro usa Babilonia como un código fácil de entender por los cristianos primitivos para significar Roma, pero simbolizando al mismo tiempo más que una ciudad terrenal.

[image]

Bosquejo

I. Consuelo y seguridad en el sufrimiento 1Pe 1:1-25

A. Salutación 1Pe 1:1, 1Pe 1:2

B. Reafirmación en la gracia y salvación de Dios 1Pe 1:3-12

C. Reafirmación en la santidad 1Pe 1:13-25

II. Santidad práctica 1Pe 2:1-25; 1Pe 3:1-22

A. El fundamento de la santidad 1Pe 2:1-3

B. Participación en una comunidad santa 1Pe 2:4-10

C. Vida irreprochable, la respuesta a la persecución 1Pe 2:11-25; 1Pe 3:1-13

D. Victoria en el sufrimiento injusto 1Pe 3:14-22

III. Significación espiritual del sufrimiento 1Pe 4:1-19

A. Sufrimiento físico: un tipo de muerte para la carne 1Pe 4:1-6

B. Amor mutuo a pesar del sufrimiento 1Pe 4:7-11

C. Los fuegos purificadores de la persecución 1Pe 4:12-19

IV. El amor divino como guía en la vida de la Iglesia 1Pe 5:1-11

A. Los ancianos gobiernan con amor 1Pe 5:1-7

B. El diablo debe ser resistido por la gracia divina 1Pe 5:8-11

V. Salutación y bendición final 1Pe 5:12-14

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

Pedro, el autor de esta carta, le escribe a los cristianos que viven en Asia Menor (actualmente Turquía). A manera de estímulo, él los identifica como gente que vive bajo la luz de su relación con Dios el Padre, Dios el Espíritu Santo y Dios el Hijo (v. 1Pe 1:2).

apóstol: Pedro recibió una comisión especial de parte del Señor para actuar con autoridad oficial como representante de Dios entre los creyentes, a fin de llevarles el mensaje de Dios.

expatriados: Estos creyentes no pertenecen al mundo en que viven, sino a un mundo celestial.

dispersión: Este término comunica la idea de estar esparcidos entre extranjeros, en forma muy similar a los exiliados judíos del AT. quienes no vivían en suelo patrio sino en Babilonia.

Ponto … Bitinia: Pedro dirige su carta a los creyentes en las provincias de Asia Menor. Esta región la evangelizó en su totalidad Pablo durante sus viajes misioneros (Hch 2:9-11Hch 16:6Hch 16:7Hch 18:23Hch 19:26).

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

Introducción a 1 Pedro

Bosquejo

Saludos (1Pe 1:1-2)

I. La relación del creyente con Dios (1Pe 1:3-25; 1Pe 2:1-10)

A. Salvación mediante la fe (1Pe 1:3-12)

B. Santidad mediante la obediencia (1Pe 1:13-25; 1Pe 2:1-10)

II. La relación del creyente con los demás (1Pe 2:11-25; 1Pe 3:1-12)

A. Responsabilidades públicas (1Pe 2:11-17)

B. Responsabilidades familiares (1Pe 2:18-25; 1Pe 3:1-7)

1. Responsabilidad de los criados ante sus amos (1Pe 2:18-25)

2. Responsabilidad de la esposa ante su esposo (1Pe 3:1-6)

3. Responsabilidad del esposo ante su esposa (1Pe 3:7)

C. Resumen de los principios que gobiernan la relación del creyente con los demás (1Pe 3:8-12)

III. La relación del creyente con el sufrimiento (1Pe 3:13-22; 1Pe 4:1-19; 1Pe 5:1-11)

A. Paciencia frente al sufrimiento (1Pe 3:13-22; 1Pe 4:1-11)

1. Por la bendición de sufrir injustamente (1Pe 3:13-17)

2. Por el poderoso ejemplo de Cristo (1Pe 3:18-22; 1Pe 4:1-6)

3. Por la urgencia del tiempo del fin (1Pe 4:7-11)

B. Regocijo frente al sufrimiento (1Pe 4:12-19)

1. Porque prueba la realidad de la fe (1Pe 4:12)

2. Porque es participar de los sufrimientos de Cristo (1Pe 4:13 a, 1Pe 4:14-16)

3. Porque prepara al creyente para la gloria venidera (1Pe 4:13 b, 1Pe 4:17-19)

C. Exhortaciones frente al sufrimiento (1Pe 5:1-11)

1. A los ancianos a que pastoreen el rebaño (1Pe 5:1-4)

2. A los jóvenes (1Pe 5:5-11)

Conclusión (1Pe 5:12-14)

Autor : Pedro

Tema : El sufrimiento por Cristo Fecha: 60-63 d.C.

Trasfondo

Esta es la primera de las dos epístolas del NT escritas por el apóstol Pedro (1Pe 1:1; 2Pe 1:1). Pedro testifica que escribió la primera epístola con la ayuda de Silvano como su escriba (1Pe 5:12). En el texto se refleja el fluido griego de Silvano y su estilo de escribir, mientras que posiblemente el griego menos pulido de Pedro aparece en su segunda epístola. El tono y el contenido de 1 Pedro es compatible con lo que sabemos acerca de Simón Pedro. Sus años de estrecho compañerismo con el Señor Jesucristo sirven de fundamento a sus recuerdos de la muerte (1Pe 1:11; 1Pe 1:19; 1Pe 2:21-24; 1Pe 3:18; 1Pe 5:1) y resurrección de Jesucristo (1Pe 1:3; 1Pe 1:21; 1Pe 3:21); de modo indirecto parece referirse incluso a la aparición de Jesús a él, después de la resurrección, en Galilea (1Pe 2:25; 1Pe 5:2 a; cf. Jua 21:15-23). Además, hay muchas semejanzas entre esta epístola y los sermones de Pedro en el libro de Hechos.

Pedro dirige esta epístola a «los expatriados de la dispersión» por todas las provincias romanas de Asia Menor (1Pe 1:1). Algunos pudieran haber sido convertidos que respondieron al mensaje de Pedro el día de Pentecostés y volvieron a sus respectivas ciudades con su fe recién encontrada (cf. Hch 2:9-10). A esos creyentes se les llama «extranjeros y peregrinos» (1Pe 2:11) para recordarles que su peregrinaje como creyentes es en un mundo hostil a Jesucristo y del cual pueden esperar persecución. Es probable que Pedro escribiera esta epístola en respuesta a los informes de creyentes de Asia Menor de la creciente oposición (1Pe 4:12-16) que todavía no tenía la sanción gubernamental (1Pe 2:12-17).

Pedro escribió desde «Babilonia» (1Pe 5:13). Esto puede entenderse literalmente como el país de Babilonia en Mesopotamia o como una expresión figurada de Roma, el centro supremo de la impiedad organizada del primer siglo. Aunque Pedro pudo haber visitado alguna vez la gran colonia de judíos ortodoxos de Babilonia, se puede explicar más fácilmente la presencia de Pedro, Silvano (1Pe 5:12) y Marcos (1Pe 5:13) juntos en Roma (Col 4:10; cf. el comentario de Papías acerca de Pedro y Marcos en Roma) a principios de la década de los sesenta y no en Babilonia. Es más probable que Pedro escribiera desde Roma entre 60 y 63 d.C., y con seguridad antes que comenzara el terrible baño de sangre ordenado por Nerón en Roma (64 d.C.).

Propósito

Pedro escribió esta epístola de alegre esperanza para dar a los creyentes una perspectiva divina y eterna sobre su vida terrenal, y una guía práctica a quienes ya se veían sometidos a la prueba de fuego del sufrimiento de los seguidores de Cristo en un ambiente pagano. A Pedro le interesaba que los creyentes no provocaran a los gobiernos sin necesidad y que siguieran el ejemplo de Jesucristo al sufrir en inocencia, justicia y nobleza.

Visión panorámica

La primera epístola de Pedro comienza recordando a los creyentes

(1) que tienen un glorioso llamamiento y una herencia celestial en Jesucristo (1Pe 1:2-5);

(2) que su fe y amor en esta vida estarán sujetos a prueba y refinamiento y el resultado será alabanza, gloria y honor en la manifestación del Señor (1Pe 1:6-9);

(3) que esta gran salvación fue predicha por los profetas del AT (1Pe 1:10-12); y

(4) que los creyentes deben llevar una vida santa, muy distinta del mundo no regenerado que los rodea (1Pe 1:13-21), Los creyentes, elegidos y santificados (1Pe 1:2), son niños que están creciendo y que necesitan la leche no adulterada de la Palabra (1Pe 2:1-3), piedras vivas puestas en la edificación de una casa espiritual (1Pe 2:4-10) y forasteros que pasan por tierra extranjera (1Pe 2:11-12); que deben vivir honrada y humildemente en sus relaciones con todas las personas durante su viaje (1Pe 2:13-25; 1Pe 3:1-12).

El mensaje sublime de 1 Pedro se refiere a la sumisión y al sufrimiento del justo por amor a Cristo y según su ejemplo (1Pe 2:18-24; 1Pe 3:9-22; 1Pe 4:1-19; 1Pe 5:1-11). Pedro les asegura a los creyentes que por su sufrimiento de justos obtendrán el favor y la recompensa de Dios. En el contexto de esta enseñanza respecto al sufrimiento por Cristo, Pedro subraya los temas interrelacionados de salvación, esperanza, amor, gozo, fe, santidad, humildad, temor de Dios, obediencia y sumisión.

Características especiales

Son cinco las principales características de esta epístola.

(1) Junto con Hebreos y Apocalipsis, su mensaje se dirige a los creyentes que enfrentan la posibilidad de una severa persecución por su identificación con Jesucristo.

(2) Más que ninguna otra epístola del NT, instruye sobre la reacción del creyente a la persecución y al sufrimiento injustos (1Pe 3:9-22; 1Pe 4:1-19; 1Pe 5:1-11).

(3) Pedro subraya la verdad que los creyentes son extranjeros y peregrinos en la tierra (1Pe 1:1; 1Pe 2:11).

(4) A los creyentes del NT se les aplican muchos títulos que el AT daba al pueblo de Dios (e.g., 1Pe 2:5; 1Pe 2:9-10).

(5) Contiene uno de los pasajes del NT de más difícil interpretación: cuándo, dónde y cómo Jesús «fue y predicó a los espíritus encarcelados, los que en otro tiempo desobedecieron… en los días de Noé» (1Pe 3:19-20).

Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena

Capitulo 1.

Encabezamiento, 1:1-2.
1 Pedro, apóstol de Jesucristo, a los elegidos extranjeros de la dispersión del Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia, 2 elegidos según la presciencia de Dios Padre en la santificación del espíritu para la obediencia y la aspersión de la sangre de Jesucristo: la gracia y la paz os sean multiplicadas.

En este prólogo, el autor sagrado indica su nombre, su categoría dentro de la Iglesia y los destinatarios. Entre todas las epístolas católicas es aquí el único lugar donde el autor hace uso de su título apostólico. Pedro = Pétros es la forma griega del arameo Kefas-(= roca), nombre impuesto por Jesucristo a Simón.
Y puesto que sus lectores probablemente no le conocían personalmente, hace mención de su categoría de apóstol de Jesucristo 3, a fin de que le obedezcan y acepten sus enseñanzas.
Los destinatarios de la epístola son los elegidos extranjeros de la dispersión (v.1). Todos los cristianos son elegidos a la fe y a la gracia, porque han sido objeto de una elección especial y gratuita por parte de Dios. Pero esta elección no es una predestinación definitiva, sino inicial, pues ha de ser consumada en el cielo 4. Por este motivo, los destinatarios son considerados por el apóstol como peregrinos, como extranjeros en este mundo. El término griego παρεπίδημος se dice propiamente de los que habitan en un país extranjero temporalmente, sin convertirlo en su residencia continua, fija. Pero aquí tiene un sentido místico y espiritual. El autor sagrado ve en la vida terrena una morada provisoria, una especie de peregrinación hacia la vida eterna 5. Los cristianos, a los cuales se dirige el apóstol, son considerados como ciudadanos de la Jerusalén celestial 6. La idea de que la vida del hombre en este mundo es como un continuo peregrinar se encuentra ya en el Antiguo Testamento 7.
El término dispersión o diáspora designa ordinariamente todas las regiones en que vivían los judíos fuera de Palestina 8. En este sentido emplea diáspora Santiago en su epístola 9. Sin embargo, San Pedro aplica este término a los cristianos que, como desterrados en medio de un mundo hostil, vivían dispersos entre los paganos. Las cinco provincias romanas enumeradas: Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia, representan toda el Asia Menor, excepto la Cilicia. Todas ellas estaban situadas en la zona central y septentrional de la Anatolia actual. Algunas de las regiones que nombra San Pedro fueron evangelizadas por San Pablo y por sus discípulos 10. En otras, el cristianismo debió de ser predicado por los judíos y prosélitos convertidos por San Pedro el día de Pentecostés n. Por una carta de Plinio el Joven al emperador Trajano, sabemos que el cristianismo estaba muy floreciente en Bitinia hacia el año 111. El procónsul se muestra preocupado “propter periclitantium numerum. Multi enim omnis aetatis, omnis ordinis. vocantur in periculum. Ñeque civitates tantum, sed vicos etiam atque agros superstitionis istius contagio pervagata est.”12
Los cristianos han sido elegidos y llamados a la fe según la presciencia 13 de Dios Padre (v.2). La vocación o elección de los cristianos tiene por principio la previsión de Dios Padre, el cual, en virtud de un decreto eterno, providencial y misericordioso, nos eligió gratuitamente ab aeterno 14. San Pablo insiste sobre esta misma idea en la epístola a los Romanos 15 y a los Efesios 16. Dios Padre es, pues, la causa eficiente de nuestra elección. La ejecución en el tiempo de la elección hecha ab aeterno por el Padre se cumple por medio de la santificación (causa formal) 17, que obra en nosotros el Espíritu Santo 18 infundiendo en nuestra alma la gracia santificante. San Pedro atribuye, por apropiación, la santificación a la tercera persona de la Santísima Trinidad. Esta santificación se opera inicialmente en el bautismo, se va desarrollando en la vida cristiana y terminará en la gloria del cielo.
El efecto o el fin inmediato de la elección del cristiano es doble: los cristianos son elegidos para que obedezcan a la fe en Jesucristo, es decir, para que le estén sometidos y practiquen sus preceptos. El cristiano muestra su obediencia a Dios al abrazar el Evangelio. Al mismo tiempo, los cristianos son elegidos para recibir la aspersión de la sangre de Jesucristo, o sea para obtener la remisión de los pecados, participando de los frutos de la muerte salvadora de Cristo. La aspersión de la sangre de Jesucristo, que constituyó la sanción oficial de la Nueva Alianza 19, recuerda la aspersión de la sangre de las víctimas hecha por Moisés para renovar la alianza en el Sinaí 20. La idea de muerte expiatoria de Cristo y de la alianza son familiares a la 1 Pe 21. Por eso parece natural ver aquí una alusión esa muerte expiatoria, y no una simple alusión – como creen bastantes autores – a las abluciones del templo de Jerusalén y al agua de la aspersión 22.
Es digno de notarse que en este v.2 son mencionadas las tres divinas personas. Al Padre se atribuye la predestinación, al Espíritu Santo, la santificación, y al Hijo, la redención 23. Una fórmula trinitaria análoga la encontramos en la 1Co 13:13.
San Pedro termina el saludo deseando a sus lectores que la gracia y Ia Paz les sean multiplicadas. Gracia incluye todo favor y todo don divino que nos puede ayudar a conseguir la salvación. La paz es un efecto del amor de Dios por las criaturas 24. San Pedro desea que estos bienes y dones divinos se acrecienten cada día más en los fieles 25.

Acción de Gracias por la Regeneración, Bautismal,1Co 1:3-12.
Después de saludar a los cristianos, San Pedro comienza dando gracias a Dios por el beneficio de la salvación concedido a los cristianos. Y lo hace con una especie de doxología rica en conceptos dogmáticos, que recuerda el exordio de la epístola a los Efesios 26.

La salad de los cristianos,1Co 1:3-9.
3 “Bendito sea Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que por su gran misericordia nos reengendró a una viva esperanza por la resurrección de Jesucristo de entre los muertos, 4 para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, que os está reservada en los cielos 5 a los que por el poder de Dios habéis sido guardados mediante la fe para la salud que está dispuesta a manifestarse en el tiempo último. 6 Por lo cual exultáis, aunque ahora tengáis que entristeceros un poco en las diversas tentaciones, 7 para que vuestra fe probada, más preciosa que el oro, que se corrompe aunque acrisolado por el fuego, aparezca digna de alabanza, gloria y honor en la revelación de Jesucristo, 8 a quien amáis sin haberlo visto, en quien ahora creéis sin verle, y os regocijáis con un gozo inefable y glorioso, 9 recibiendo el fruto de vuestra fe, la salud de las almas.”

Gracias a la inmensa misericordia de Dios, los cristianos han sido hechos participantes de los méritos de la pasión y de los frutos £ la resurrección de Cristo. Han sido reengendrados 27 por medio del bautismo, que les ha comunicado una nueva vida 28, constituyéndolos hijos adoptivos suyos. Esta nueva vida ha infundido en el corazón de los cristianos una viva esperanza de la vida eterna. El fundamento de esta esperanza es la resurrección de Jesucristo, la cual es el modelo y causa de nuestra resurrección, porque del mismo modo que Jesús resucitó, así resucitaremos nosotros 29. La nueva vida conseguida en el bautismo obtendrá a los fieles la salvación definitiva, que todavía es considerada como futura. Pero la esperanza de conseguirla es una esperanza viva, que no engaña, sino que sostiene y conduce a la vida eterna 30.
La regeneración divina, que ha producido en los cristianos una nueva vida, confirió a éstos una esperanza viva de conseguir una herencia imperecedera y segura (v./j.). He aquí el objeto principal de nuestra esperanza. Por el hecho de ser hijos de Dios tenemos derecho a la herencia, que consiste en el reino de los cielos; pues, como dice San Pablo, “si somos hijos, también seremos herederos, herederos de Dios, coherederos de Cristo.” 31 Pedro describe con tres epítetos la excelencia de esta herencia: es incorruptible, incontaminada e inmarcesible, en cuanto que está libre de toda corrupción, de toda mancha, de toda marchitez. Siempre está llena de suavidad inefable y como reservada en los cielos, esperando el tiempo oportuno para ser revelada. Este tiempo es el día de la manifestación de Jesucristo, es decir, el día del juicio 32.
La herencia que está reservada a los cristianos difiere totalmente de la herencia terrena, que se puede perder y fácilmente se mancha con pecados cometidos en su adquisición o en su uso. Por eso, no es raro que produzca tedio y aborrecimiento por parte de los que la poseen 33. Dios ha preparado para los cristianos esa herencia desde el principio del mundo 34, y, además, la ha preparado en el cielo, es decir, en un lugar seguro, en “donde ni la polilla ni el orín la corroen y donde los ladrones no horadan ni roban.” 35
Dios tiene gran cuidado de los cristianos, y los defiende, como en una fortaleza, de todo peligro mediante la fe (ν.5), por la cual el fiel puede superar las insidias del diablo. Gracias a la fe, los cristianos escapan a los peligros que amenazan su salvación y logran llegar a las realidades invisibles de la esperanza cristiana 36. Por el hecho de que Dios defiende poderosamente a los cristianos, éstos deben tener una esperanza ciertísima y viva de que llegarán a poseer la herencia que les tiene reservada en el cielo, pues nadie podrá arrebatar de la mano de Dios lo que él tiene.
La fe y la esperanza de la gloria futura anima y alegra, al presente, a los cristianos (v.6) en medio de las dificultades y tentacioes de la vida terrena. Porque saben que Dios se sirve de las aflic para instruir a sus verdaderos hijos 37 y se dan cuenta que la tribulación será breve; en cambio, el fruto será abundantísimo y terno .38 Jesucristo, en el sermón de la Montaña 39, también habla ¿e la alegría de aquellos que son insultados y perseguidos, porque saben que su recompensa será grande en los cielos. Santiago también tiene expresiones parecidas sobre la alegría en el dolor40. El sentirse alegre en medio del dolor y de las persecuciones ha de ser una de las características del verdadero cristiano41. La 1 Pe habla con frecuencia del tema del dolor42, sin que parezca aludir a una persecución, sino a las pruebas comunes a todos los cristianos.
Las pruebas y tentaciones de la vida presente servirán para perfeccionar nuestra fe; porque, saliendo victoriosa de la lucha, será purificada y aparecerá incomparablemente más preciosa que el oro perecedero que ha pasado por el crisol (v.7) 43. Una tal fe purificada y perfeccionada por el sufrimiento será nuestro título de gloria en el día de la manifestación del Señor 44.
El triunfo de los fieles sobre las pruebas de esta vida supone un gran mérito, porque aman al Señor sin haberle visto45 nunca y creen 46 en El sin haberle contemplado 47. Esta fe les hace sentir un gusto anticipado del gozo inenarrable que experimentan los bienaventurados en el cielo. Y, al mismo tiempo, les hace saber que conquistan, mediante su fidelidad, el fin mismo de la fe, que es su propia salvación (v.8-9). La fe se ordena a la salvación del alma, que ya es iniciada en este mundo por la gracia y será consumada en la gloria. Por eso, los cristianos pueden alegrarse ya al presente, porque poseen en germen lo que esperan alcanzar en el cielo.

La esperanza de los profetas,1Co 1:10-12.
10 Acerca de la cual inquirieron e investigaron los profetas que vaticinaron la gracia a vosotros destinada, 11 escudriñando qué y cuál tiempo indicaba el Espíritu de Cristo, que en ellos moraba y de antemano testificaba los padecimientos de Cristo y las glorias que habían de seguirlos. 12 A ellos fue revelado que no a sí mismo, sino a vosotros, servían con esto, que os ha sido anunciado ahora por los que os evangelizaron, movidos del Espíritu Santo, enviado del cielo, y que los mismos ángeles desean contemplar.

En estos versículos muestra el apóstol la excelencia del misterio de nuestra redención, que llevó a cabo Cristo, por el hecho de que ya en el Antiguo Testamento fue el objeto principal de todos los oráculos y profecías. Y hasta los mismos ángeles lo deseaban contemplar 48. Los profetas se mostraban particularmente ansiosos por conocer el tiempo y las diversas circunstancias en que tendría lugar la pasión y glorificación del Mesías49. Este celo por penetrar el misterio de Cristo pone de relieve la ventaja de los cristianos, que son los beneficiarios inmediatos. A éstos ha sido revelado de una manera especial el misterio de Jesucristo, que permaneció, en cierto sentido, oculto a los justos del Antiguo Testamento.
Los profetas no veían claro la sucesión de los tiempos – sus visiones suelen ser cuadros sin perspectiva – ni conocían las circunstancias en que habían de suceder aquellas cosas que les revelaba el Espíritu de Cristo (v.10-11)50. Este Espíritu divino, que guiará e iluminará a los apóstoles en el Nuevo Testamento 51, moraba ya en los antiguos profetas y los dirigía hacia el conocimiento de la vida, muerte y resurrección de Jesucristo, que les era revelada de un modo misterioso 52. Los sufrimientos y triunfos del Mesías habían sido predichos en el Antiguo Testamento 53; pero sólo se comprendieron plenamente cuando Jesús cumplió en su persona aquellos oráculos 54. El Espíritu de Cristo testificaba a los profetas los padecimientos de Cristo y la gloria que les seguiría (v.11). Con esto quiere San Pedro consolar a los cristianos que se encontraban en la tribulación: lo mismo que Cristo, serán ahora atribulados, pero después serán, como El, glorificados 55.
El recurso al Antiguo Testamento para probar que Jesús debía sufrir, morir y resucitar es frecuente en los primeros discursos de San Pedro 56 y manifiesta la preocupación por evitar el escándalo de la cruz. Para los apóstoles, ambos Testamentos están en perfecta continuidad y Jesucristo es su más auténtica explicación 57.
A los profetas les fue revelado que ellos no serían los testigos de las maravillas que anunciaban 58. La teología judía enseñaba que la venida del Mesías era el secreto de Dios y que sería cosa vana el querer computar rigurosamente el tiempo59. La misión de los profetas era preparar la obra de Cristo y trabajar en beneficio de los cristianos. Los destinatarios de la epístola son los beneficiarios del don que deseaban los profetas 60.
La revelación que recibieron los profetas había de servir principalmente a los cristianos, que fueron evangelizados por hombres movidos por el Espíritu Santo (v.12). La evangelización del mundo fue obra del Espíritu Santo, que se derramó abundantemente sobre los apóstoles y sobre toda la Iglesia primitiva 61. Los apóstoles, impulsados por el Espíritu Santo 62, predicaron la buena nueva y revelaron al mundo las maravillas del misterio cristiano, cuya 63 contemplación extasía a los mismo ángeles. San Pablo dice que la contemplación de los misterios de la redención manifiesta a los ángeles “la multiforme sabiduría de Dios” 64 y constituye una gracia 65 que acrecienta la bienaventuranza angélica66. Lo mismo que los profetas deseaban saber el tiempo en que debía empezar la obra mesiánica, así los ángeles desean conocer el tiempo de su consumación.
La inspiración profética es atribuida (cf. v.11) a Cristo preexistente, que ya en la antigua economía, antes incluso de la encarnación, desempeñó un papel de suma importancia. Esta idea se encuentra ya en los apologistas cristianos67, que se esfuerzan por dar realce a la perfecta armonía y continuidad de ambos Testamentos con el fin de oponerse a los primeros ataques de la “gnosis.”

Exhortación a la Santidad, 1:13-2:10.
Después de una introducción de carácter más bien dogmático, el autor sagrado pasa a exhortar y a inculcar la práctica de las virtudes cristianas.

Exhortación a la vigilancia, 1:13-21.
13 Por lo cual, ceñidos los lomos de vuestra mente y apercibidos, tened vuestra esperanza completamente puesta en la gracia que os ha traído la revelación de Jesucristo.14 Como hijos de obediencia, no os conforméis a las concupiscencias que primero teníais en vuestra ignorancia, 15 antes, conforme a la santidad del que os llamó, sed santos en todo, 16 porque escrito está: “Sed santos, porque santo soy yo.” 17 Y si llamáis Padre al que sin acepción de personas juzga a cada cual según sus obras, vivid con temor todo el tiempo de vuestra peregrinación, 18 considerando que habéis sido rescatados de vuestro vano vivir según la tradición de vuestros padres, no con plata y oro, corruptibles, 19 sino con la sangre preciosa de Cristo, como cordero sin defecto ni mancha, 20 ya conocido antes de la creación del mundo y manifestado al fin de los tiempos por amor vuestro; 21 los que por El creéis en Dios, que le resucitó de entre los muertos y le dio la gloria de manera que en Dios tengamos nuestra fe y nuestra esperanza.

Por el hecho de ser tan grande la excelencia de la herencia, qué está reservada a los cristianos, San Pedro les exhorta a hacerse dignos de ella. Para progresar en la vida cristiana es necesario trabajar en la perfección, disciplinando nuestros pensamientos y sentimientos para que no nos impidan servir a Dios libremente. El autor sagrado se sirve de una metáfora tomada de las costumbres orientales: cuando un oriental se dispone a un viaje o a un trabajo fatigoso, se levanta un tanto la amplia túnica y la ciñe a la cintura con el fin de que los movimientos sean más fáciles 68.
San Pedro aplica la imagen al cristiano: la santificación es una labor ardua que exige que el espíritu esté libre de las preocupaciones terrenas y preparado para emprender el largo camino hacia el cielo. Con este mismo fin no han de preocuparse de los intereses y placeres de este mundo, sino poner toda su esperanza en la gracia que ha traído la revelación de Jesucristo (v.13). La gracia (÷Üñéâ) de que habla aquí la epístola es la gloria, la entrada definitiva en la herencia celestial. En esta primera epístola de San Pedro, χάριβ significa todo favor divino o el título que se tiene a los beneficios divinos. San Pablo y San Juan, en cambio, emplean χάρις para designar “la gracia santificante.”
Un motivo que debe impulsar a los cristianos a la santidad es el hecho de ser Dios santo (v. 15-16). Como hijos que en todo se muestran obedientes a la voluntad del Padre, los fieles se han de mostrar ajenos a las concupiscencias y malos deseos que habían tenido antes de convertirse, cuando se encontraban en las tinieblas del paganismo y desconocían a Dios, para tributarle el honor debido (v.14). Esto presupone que los destinatarios de la 1 Pe procedían del paganismo al menos en su mayoría. San Pablo también recuerda la ignorancia y las pasiones desenfrenadas de los paganos 69.
Los cristianos han de imitar la santidad de Dios70 porque tal es su voluntad 71. El ideal supremo de la vida cristiana es la santidad misma de Dios, el cual es, por esencia, todo bondad y justicia. A los cristianos se impone, más todavía que a los israelitas, la máxima del Levítico: “Sed santos, porque santo soy yo, Yahvé, vuestro Dios” 72. San Pedro había insistido ya en varias ocasiones en proclamar a Jesús “el Santo de Dios”73, “el santo y justo Siervo del Señor,” del que nos habla Isaías 74. La santidad implica la separación de las pasiones y de todo elemento profano e impuro. Esta separación se inicia por la vocación a la fe 75 y por la incorporación a Cristo mediante el bautismo. Pero la santidad exige un esfuerzo continuado durante toda la vida del cristiano. Por eso, los cristianos han de esforzarse por imitar la santidad de Cristo, ya que es su más perfecto modelo. Si la imitación de Cristo ha de ser la norma suprema de la moral cristiana, es porque la vida de Jesús es la manifestación humana más perfecta de la santidad de Dios 76.
También el santo temor del Dios-Juez (v.17) ha de ser un es eficaz para trabajar por adquirir la santidad 77. Aunque los cristianos invoquen a Dios como a su Padre, según la enseñanza del mismo Cristo 78, han de mantenerse siempre en una actitud de temor reverencial. Al mismo tiempo, no han de olvidar que es un Dios justo, que dará a cada uno según sus obras 79, sin hacer distinción ¿e personas 80. Por eso hay que vivir cristianamente, según el ideal de la santidad divina, manteniéndose ajenos a todo lo que pudiera desagradar al Padre celestial. Hay que tener confianza en la providencia paternal de Dios; pero, al mismo tiempo, hay que temer al Juez que puede precipitar el alma en la gehenna, como decía el mis-mo Jesús 81. Entre los antiguos la idea de paternidad evocaba no sólo el amor, sino también el temor reverencial que se debía tributar a los padres 82.
La verdadera patria del cristiano está en el cielo. Por eso, ha de trabajar por librarse de todo lo que le pudiera apartar de la meta durante su peregrinación por este mundo 83.
El apóstol recuerda un tercer motivo que ha de incitar a los fieles a la santidad: han sido rescatados con un altísimo precio, con la sangre preciosa de Cristo (v. 18-19). “La sangre de Cristo es llamada justamente preciosa – dice San Ambrosio – porque es sangre de un cuerpo inmaculado, porque es sangre del Hijo de Dios, que nos ha rescatado no sólo de la maldición de la Ley, sino también de la muerte perpetua” 84. Por eso, los cristianos han de recordar que fueron rescatados 85 del vano vivir que les habían transmitido sus padres. El autor sagrado se refiere evidentemente al culto de los ídolos 86, supremas vanidades de los paganos. Durante siglos y siglos sus padres fueron esclavos de la idolatría y de los vicios que llevaba consigo. Pero ahora Dios los ha rescatado no con plata y oro, sino con la sangre del cordero sin mancha. Es un precio infinito, divino87. San Pedro tal vez aluda al cordero pascual, que debía ser sin defecto, y cuya perfección física era figura de la perfección moral de Cristo y de la inmunidad de todo pecado 88. La representación de Cristo como cordero pascual era cosa conocida y corriente entre los primeros cristianos 89. De igual modo, el valor expiatorio de la sangre de Cristo formaba parte de la tradición primitiva cristiana.
El plan de la redención del mundo había sido decretado antes de la creación del mundo, desde la eternidad. Pero el cumplimiento estaba reservado al fin de los tiempos, es decir, a los tiempos mesiánicos (v.20), que eran considerados como la última etapa de la historia, como “la plenitud de los tiempos” 90. Semejante manifestación y redención de Cristo ha de excitar a los cristianos a la confianza y moverlos a la santidad, ya que Dios llevó a cabo la obra de la redención por amor de ellos 91. Los primeros cristianos tenían conciencia de esta predilección y se sentían objeto y centro de toda la historia de la redención 92.
La fe que poseen los fieles es obra también del Cordero inmaculado 93. Dios Padre, después de aceptar el sacrificio de su Hijo, inmolado por los cristianos, le resucitó de entre los muerto y le dio la gloria (v.21) para sostener la fe y la esperanza de esos fieles. Porque creyendo que Dios resucitó y glorificó a Jesús, también esperarán resucitar y ser glorificados, pues por su conversión han venido a ser miembros del Cuerpo de Cristo. Pedro presenta la resurrección de Cristo como fundamento de nuestra fe 94. La resurrección es el objeto principal de la fe cristiana en la primitiva Iglesia, porque mostraba a Cristo en su gloria más plena 95.

Exhortación a la caridad, 1:22-25.
22 Pues por la obediencia a la verdad habéis purificado vuestras almas para una sincera caridad, amaos entrañablemente unos a otros, 23 como quienes han sido engendrados no de semilla corruptible, sino incorruptible, por la palabra viva y permanente de Dios, 24 porque toda carne es como heno, y toda su gloria, como flor de heno. Secóse el heno y se cayó la flor, 25 mas la palabra del Señor permanece para siempre. Y esta palabra es la que os ha sido anunciada.

Después de hablar de los motivos de nuestra santificación, el autor sagrado pasa a tratar de la caridad fraterna. Supone que la fe ha obrado tan eficazmente sobre sus lectores, que ha purificado sus almas de motivos egoístas por la obediencia a la verdad 96 y ha dado origen en ellos a un sincero amor para con sus hermanos. La santidad del cristiano presupone como postulado fundamental el amor fraterno. El amor fraterno debe constituir el distintivo del cristiano 97. Por eso, San Pablo afirma que la caridad fraterna ha de ser preferida a todos los carismas 98. San Juan también habla de la unión en la caridad como señal de la santidad cristiana.
Por la obediencia a la verdad, es decir, al Evangelio 100, han purificado sus almas. Esta purificación tiene aquí sentido moral y ritual: por el bautismo han sido limpiados de sus pecados y han iniciado, de este modo, la vida de la santidad. Esta santificación se ordena no solamente a una perfección meramente personal, sino que también se ordena al amor fraterno. “La idea de santidad – como dice el P Spicq – es, pues, fundamentalmente comunitaria, eclesiástica”101
La razón por la cual han de amarse tan íntimamente es la de haber sido engendrados sobrenaturalmente a una nueva vida (v.23). Son hermanos en Cristo; y como hermanos, engendrados por un mismo Padre, han de quererse sinceramente. La vida sobrenatural la han recibido no de un padre terreno, sino del mismo Dios 102, mediante un semen incorruptible e inmortal, que es su palabra divina, es decir, el Evangelio. Esta palabra de Dios es viva, en cuanto comunica la vida sobrenatural103, y permanente, porque es eternamente eficaz 104. Tiene un poder divino, creador y eterno. Sólo esta virtud divina es capaz de fecundar el alma humana y hacer florecer el germen divino de la vida de la gracia 105. Algunos autores 106 prefieren ver en el semen de que habla la epístola una alusión al Espíritu Santo, considerado como fuente inmediata de nuestra divinización.
San Pedro pone de relieve en los v.24-25 el valor eterno y la eficacia inexhaurible de la palabra de Dios, contraponiéndola a la caducidad e inestabilidad de las cosas de este mundo. La cita con la que ilustra este pensamiento está tomada de Isa 40:6-8, según los LXX. Santiago en su epístola 107 aduce también este texto de Isaías.

1 Cf. Jua 1:42; ver Me 3:16; J. M. Bover, El nombre de Simón Pedro: EstEcl 24 (1950) – 2 Mat 16:16-18. – 3 El término apóstol fue sustituyendo paulatinamente al más primitivo de ios Doce. Cf. Erfaux, Pour l’histoire du títre Apostóles dans le T.N. – 4 RSR 48 (1960) 76-92. – 5 4.15-19; cf. 2Pe 1:10. – 6 2:11. – 7 Jua 3:20; Heb 12:228.cf· 2 Cor 5.6; Efe 2:19; Heb 11:13. Filón (De agricultura kpatr Ην’ 2’108) Va decía que toda alma sapiente considera realmente “el cielo como Por esrf’ tler.ra” como un destierro, y que posee la morada del cuerpo como una cosa extraña. se considera peregrina (παρεπιδημεΐν) sobre la tierra.” – 8 Mac 1:27; Jua 7:35. – 9 Stg 1:1. – 10 Hec 16:7; Hec 18:2; Hec 19:1-10. – 12 Epist. ίο ad Traianum 96:95.6. – 11 Act 2:9- – 13 El término πρόγνοοσις es una expresión petrina, que se encuentra sólo aquí y en Hec 2:24. Esta presciencia no implica únicamente un mero acto intelectual, sino que también supone el decreto y la intención divinas en orden a la elección y a la salud eterna de los cristianos. – 14 Gf. Hec 2:23. – 15 8:28-30. – 16 1:4s. – 17 Según el texto griego, εν άγιασμώ sería in sanctificatione, noín sanctificationem de la Vulgata, e indicaría el medio o el instrumento por medio del cual se ejecuta una acción. – 18 Efe 1:3-4; 2Te 2:135. – 19 Mat 26:28; Heb 12:24. – 20 Exo 24:1-8. – 21 lPe 2:9-10; – 22 Num 19:9.13.20. – 23 propósito de estas fórmulas trinitarias se puede consultar J. Lebreton, Histoire du ne de la Trinité (París 1927) vol.1 P-353S, y E. G. Selwyn, The First Epistle ofSt. Peter. “monal Notes: The Trinitarian formula in 1:2 p.247-250. – 24 3:18. – 25 Tn 14:27′ – 26 U- Holzmeister, Exordium prioris Epistolae Sti Petri: VD 2 (1922) 209-12. – 27 13:15·Sa ( αΥεννήσαβ) término propio de San Pedro (1:23), pero que expresa la misma idea que Juan cuando habla del nuevo nacimiento del cristiano: Jua 3:3-5; 1Jn 2:29; 1Jn 3:9. – 28 Cf. Gal 6:15; Tit 3:5- – 29 Rom 6:3-4; Rom 8:11; 1Co 15:16-19; 1Te 4:13. Véase S. Lyonnet, La valeur sotériolo-gique de la résurrection: Gregorianum 39 (1958) 295-318; J. M. González Ruiz, Muerto po* nuestros pecados y resucitado por nuestra justificación: Bi 40 (1959) 837-858. – 30 Rom 5:51 Tit 1:2; 3:7- – 31 Rom 8:17; Gal 4:7- – 32 Cf. Jua 6:39. – 33 Teófilo García De Orbiso, Praelectiones exegeticae de Novo Testamento (Roma 1958) p. 696. é – 34 Mat 5:34. l! – 35 Mat 6:20. – 36 Cf. Heb 11:1. – 37 Heb 12:6-8. – 38 2Co 4:17. – 39 Mat 5:11-12. – 40 Stg 1:2-3. – 41 Cf. Hec 5:41; Rom 5:35; 2Co 6:10. – 42 1Pe 1:6-9; 1Pe 2:20; 1Pe 3:13-17; 1Pe 4:12-19; 1Pe 4:5.9. – 43 Cf. Sal 66:10; Pro 17:3; 1Co 3:13; Rev 3:18. – 44 Mat 25:21.34; 1Co 4:5. – 45 El códice B, las versiones Peshitta, Sahídica, Vetus Latina, Vulgata, Armena y los Padres San Policarpo y San Ireneo tienen el partic. aoristo ιδόντες; en cambio, APL(K) y otros teñen el perfecto εϊδότες. – 47 Cf. Jua 20:29 – 48 M. Sales, o.c. p. 535. – 49 Cf. Mt 13:17- – 50 Lo que aquí llama el autor sagrado el Espíritu de Cristo es llamado en el v.12 Espíritu Sanio. Es llamado Espíritu de Cristo porque procede de El y es enviado por El. Este texto vale, por lo tanto, para demostrar que el Espíritu Santo procede también del Hijo. – 51 Cf. Jua 14:16-18; Jua 16:13. – 52 Cf. Epíst. de Bernabé 5:6; San Ignacio Mártir, Ad Magn. 8:2; Ad Philad. 5:2. – 53 Is 52:13-53:12; Sal 22. – 54 Luc 24:26-27. Cf. A. M. Vitti, La conoscenza del vero messianesimo dei vaticini presso ι Profeti: Gregorianum 18 (1937) 30-51. – 55 Cf. 2 Txim 2:5.ns. – 56 Hec 2:23-36; Hec 3:18. – 57 A. Charue, o.c. p. 446. – 58 Cf. Num 24:17; Deu 18:15. – 59 J. Bonsirven, Le Judaisme. I p.386s. – 60 Mat 13:16-17; Luc 10:24. – 61 Cf. G. Kittel, Theol. Wórterbuch G. ν.Τ. – 62 p.401-413. – 63 Cf. 2Pe 1:20. – 64 La Vulgata supone la lección εις δ = in quem, que está poco atestiguada. Es más segunda Acción εις ά = in quae, es decir, en aquellos bienes anunciados por los profetas, que los anseles desean ver. – 65 1Co 2:7-11. – 66 cf. Tomás, Suma Teol i q.57 3.5. – 67 Epíst. de Bernabé 5:6; el Pastor de Hermas, Sim. 9:12:1-3; San Ignacio Mártir, Ad n. 8:2; Ad Philad. 5:2; San Justino, Apoí. I 31-36. – 68 Exo 12:11; Tob 5:5; Efe 6:145. – 69 Hec 17:30; Rom 1:18.243; Efe 4:18. – 70 Mat 5:48. – 71 1Te 4:3. – 72 Lev 19:2s; cf. 11:443; 20:7-8. – 73Jn 1:6 :x69. – 74 Hec 3:14; Hec 4:27-30; cf. Is 52:13-53:12. – 75 Efe 4:1. – 76 A. Gharue, o.c. p-447. – 77 Cf. 1Co 9:27; 2Co 5:10; Flp 2:12; Heb 12:28. – 78 Mt 6:x9;cf. Dídaje’Mat 8:3. – 79 1Co 4:45; 2 Cor 5,ios. – 80 San Pedro emplea aquí el término raro οπτροσωττολήμτωβ = “sine acceptatione perso-narum,” que ya había sido usado por él mismo en el discurso al centurión Cornelio (Hec 10:34; cf. Stg 2:1). – 81 Mt 10:28; Luc 12:4-5. – 82 Cf. Lev 19:3; Eco 3:1-16. – 83 Cf. 1Pe 1:1. – 84 Lib. VII in Lucam c.12. – 85 El término έλυτρώ·9ητε, de λυτροώ, significa redimir dando un precio, dejar en libertad a un esclavo, o a un prisionero, después de pagar el precio del rescate. – 86 El vano vivir = μοτταίαβ es una expresión que se aplica en los LXX y en el Nuevo Testamento al culto de los ídolos: Lev 17:7; Jer 8:19; Jer 10:14; Sab 13:1ss; Hec 14:15; 1 Tes – 87 Cf. 1Co 6:20. “Si ením homo – dice Pelagio (In 1 Cor 6:20: PL 30:734) – a servo para la Pecunia comparato continuam exigit servitutem, quanto magis ille, qui nos sua morte re- – 88 Exo 12:5; cf. Lev 14:10; Lev 22:18; Is 53; Jua 1:29.36. Cf. de Ambroggi, La salvezza nelle Were di S. Pietro: Scuol. Catt. 61 (1933) I 431-446. – 89 1Co 5:7; Jua 19:36. – 90 Gal 4:4. – 91 Cf. Lev 22:20; Gal 2:20. – 92 Cf. 1 Cor io,n. – 93 En v.21, BA y Vg leen πιστούς = “fideles”; SCTR y sir. = πιστεύοντας: “creyentes”; el cod.33 = πιστεύσαντας. * – 94 Hec 2:32-36; Hec 2:3,15-17; Hec 4:10. – 95 Flp 2:9-11. – 96 La Vulgata, la Siríaca y la Bohaírica leen: “oboedientia caritatis.” Sin embargo, todos los códices griegos tienen “oboedientia veritatis,” que ha de ser preferido. En la segunda parte del v.22 leen con BA, Vg y algunos minúsculos: εκ καρδίας = “entrañablemente.” – 97 Jua 13:345; 1Jn 3:14. – 98 1 Cor 13. – 99 1Jn 4:16s; 1Jn 5:1. – 100 2Te 2:13.14. – 101 G. Spicq., ágape vol.2 (París 1959) p.315 nota 3. – 102 Jua 1:13. – 103 Cf. 1Pe 1:3. – 104 Cf. Santi.15. – 105 Bonnetain, Gráce: DBS III 1097; J- Starcky, Logos: DBS V 49?ss. – 106 Así G. Thils, L’ensegnement de S. Fierre (París 1944) P-77- – 107 Stg 1:1ο-ιι.

Fuente: Biblia Comentada

La Primera Epístola de Pedro

Título

La carta siempre ha sido identificada (como la mayoría de las epístolas generales lo son, tales como Santiago, Juan, y Judas) con el nombre del autor, Pedro, y con la notación de que era su primera carta inspirada.

Autor y fecha

El versículo de apertura de la epístola dice que fue escrita por Pedro, quien claramente fue el líder entre los apóstoles de Cristo. Los escritores del evangelio enfatizan este hecho al colocar su nombre a la cabeza de cada lista de los apóstoles (Mat 10:1-42; Mar 3:1-35; Luc 6:1-49; Hch 1:1-26), e incluyendo más información acerca de él en los cuatro Evangelios que de cualquier otra persona fuera de Cristo. Originalmente conocido como Simón (gr.) o Simeón (heb.), cp. Mar 1:16; Jua 1:40-41, Pedro era el hijo de Jonás (Mat 16:17) quien también era conocido como Juan (Jua 1:42), y un miembro de una familia de pescadores que vivían en Betsaida y más tarde en Capernaum. Andrés, el hermano de Pedro, lo trajo a Cristo (Jua 1:40-42). Él era casado, y su esposa aparentemente lo acompañaba en su ministerio (Mar 1:29-31; 1Co 9:5).

Pedro fue llamado a seguir a Cristo a principios del ministerio del Señor (Mar 1:16-17), y más tarde fue establecido al apostolado (Mat 10:2; Mar 3:14-16). Cristo lo renombró Pedro (gr.), o Cefas (aram.), ambas palabras quieren decir «piedra» o «roca» (Jua 1:42). El S eñor claramente escogió a Pedro para dar lecciones especiales a lo largo de los Evangelios (p. ej. Mat 10:1-42; Mat 16:13-21; Mat 17:1-9; Mat 24:1-7; Mat 26:31-33; Jua 6:6; Jua 21:3-7; Jua 21:15-17). Él era el vocero de los doce, expresando sus pensamientos y preguntas como también los suyos. Sus triunfos y debilidades están narrados en los Evangelios y en Hch 1:1-26; Hch 2:1-47; Hch 3:1-26; Hch 4:1-37; Hch 5:1-42; Hch 6:1-15; Hch 7:1-60; Hch 8:1-40; Hch 9:1-43; Hch 10:1-48; Hch 11:1-30; Hch 12:1-25.

Después de la resurrección y ascensión, Pedro inició el plan para escoger a un reemplazo para Judas (Hch 1:15). Después de la venida del Espíritu Santo (Hch 2:1-4), él fue capacitado para convertirse en el principal predicador del evangelio desde el día de Pentecostés en adelante (Hch 2:1-47; Hch 3:1-26; Hch 4:1-37; Hch 5:1-42; Hch 6:1-15; Hch 7:1-60; Hch 8:1-40; Hch 9:1-43; Hch 10:1-48; Hch 11:1-30; Hch 12:1-25). Él también llevó a cabo milagros notables en los primeros días de la iglesia (Hch 3:1-26; Hch 4:1-37; Hch 5:1-42; Hch 6:1-15; Hch 7:1-60; Hch 8:1-40; Hch 9:1-43), y abrió la puerta del evangelio a los samaritanos (Hch 8:1-40) y a los gentiles (Hch 10:1-48). De acuerdo a la tradición, Pedro tuvo que ver a su esposa siendo crucificada, pero la alentó con las palabras: «Recuerda al Señor». Cuando llegó el momento de que él fuera crucificado, se dice que él rogó y dijo que no era digno de ser crucificado como su Señor, sino que más bien debía de ser crucificado de cabeza (ca. 67 68 d.C.), lo cual la tradición dice que lo fue.

Debido a su prominencia única, no había carencia de documentos falsos en la iglesia primitiva que falsamente decían ser escritos por Pedro. No obstante, el hecho de que el apóstol Pedro es el autor de 1 Pedro, es cierto. El material en esta carta lleva el reflejo definitivo de sus mensajes en el libro de los Hechos. La carta enseña, p. ej. que Cristo es la Piedra rechazada por el edificador (1Pe 2:7-8; Hch 4:10-11), y que Cristo no es parcial (1Pe 1:17; Hch 10:34). Pedro le enseña a sus lectores a vestirse «de humildad» (1Pe 5:5), un eco del momento en el que el Señor se ciñó con una toalla y lavó los pies de los discípulos (Jua 13:3-5). Hay otras afirmaciones en la carta similares a los dichos de Cristo (1Pe 4:14; 1Pe 5:7-8). Además, el autor dice haber sido un testigo de los sufrimientos de Cristo (1Pe 5:1; cp. 1Pe 3:18; 1Pe 4:1). Por si estas evidencias internas fueran poco, es digno de notarse que los primeros cristianos universalmente reconocieron esta carta como la obra de Pedro.

La única duda significativa que surge acerca del hecho de que Pedro es el autor emana del estilo más bien clásico de griego empleado en la carta. Algunos han argumentado que Pedro, siendo un pescador «sin letras» (Hch 4:13), no podría haber escrito en griego sofisticado, especialmente a la luz del estilo menos clásico de griego empleado en la escritura de 2 Pedro. No obstante, este argumento no está sin una buena respuesta. En primer lugar, el hecho de que Pedro fuera «sin letras» no quiere decir que era analfabeta, sino que nada más carecía de preparación académica, rabínico en las Escrituras. Además, aunque el arameo pudo haber sido el idioma primordial de Pedro, el griego habría sido una segunda lengua hablada ampliamente en Palestina. También es aparente que por lo menos algunos de los autores del NT, aunque no estaban muy preparados académicamente, podían leer el griego del AT de la Septuaginta (vea el uso de Stg. de la LXX en Hch 15:14-18).

Más allá de estas evidencias de la capacidad de Pedro en griego, Pedro también explicó (1Pe 5:12) que él escribió esta carta «por conducto de Silvano», también conocido como Silas. Es probable que Silvano haya sido el mensajero designado para llevar la carta a sus lectores originales. Pero más se encuentra implícito por esta afirmación en que Pedro está reconociendo que Silvano sirvió como su secretario o amanuense. El dictado era común en el mundo romano antiguo (cp. Pablo y Tercio; Rom 16:22), y los secretarios frecuentemente podían ayudar con la sintaxis y la gramática. Entonces, Pedro, bajo la superintendencia del Espíritu de Dios, dictó la carta a Silvano, mientras que Silvano, quien también era un profeta (Hch 15:32), pudo haber ayudado en algo de la composición del griego más clásico.

Lo más probable es que Primera Pedro fue escrita poco antes o poco después de julio, 64 d.C. cuando la ciudad de Roma ardía, de esta manera una fecha de escritura de ca. 64 65 d.C.

Contexto histórico

Cuando la ciudad de Roma ardía, los romanos creyeron que su emperador, Nerón, había prendido fuego a la ciudad, probablemente por su increíble deseo perverso por construir. Para poder construir más, él tenía que destruir lo que ya existía.

Los romanos estaban totalmente devastados. Su cultura, en un sentido, desapareció con la ciudad. Todos los elementos religiosos de su vida fueron destruidos, sus grandes templos, reliquias, y aún los ídolos de su casa fueron quemados. Esto tuvo grandes implicaciones religiosas porque los hacía creer que sus deidades habían sido incapaces de lidiar con esta conflagración y también fueron víctimas de ella. Las personas estaban sin casa y sin esperanza. Muchas habían muerto. Su resentimiento amargo era severo, y Nerón se dio cuenta de que tenía que redirigir la hostilidad.

El chivo expiatorio del emperador fueron los cristianos, quienes ya eran odiados porque estaban asociados con los judíos, y porque eran vistos como personas que eran hostiles a la cultura romana. Nerón esparció esta idea rápidamente de que los cristianos habían prendido fuego a la ciudad. Como resultado, una intensa persecución en contra de los cristianos comenzó, y pronto se esparció a lo largo del Imperio Romano, tocando lugares al N de las montañas Tauro, tales como Ponto, Galacia, Capadocia, Asia, y Bitinia (1Pe 1:1), e impactando a los cristianos, a quienes Pedro llama «peregrinos». Estos «peregrinos», quienes probablemente eran gentiles, en su mayoría (1Pe 1:14; 1Pe 1:18; 1Pe 2:9-10; 1Pe 4:3), posiblemente llevados a Cristo por Pablo y sus asociados, y establecidos en las enseñanzas de Pablo, necesitaban fortalecimiento espiritual por sus sufrimientos. De esta manera el apóstol Pedro, bajo la inspiración del Espíritu Santo, escribió esta epístola para fortalecerlos.

Pedro escribió que él estaba en «Babilonia» cuando escribió la carta (1Pe 5:13). Tres lugares se han sugerido para esta «Babilonia». En primer lugar, una guardia romana en la parte norte de Egipto se llamaba Babilonia, pero ese lugar era demasiado oscuro, y no hay razones para pensar que Pedro llegó a estar ahí. En segundo lugar, Babilonia antigua en Mesopotamia es una posibilidad; pero sería muy poco probable que Pedro, Marcos, y Silvano estuvieran en este lugar que más bien era pequeño y distante al mismo tiempo. En tercer lugar, «Babilonia» es un alias para Roma; quizás una palabra código para Roma. En tiempos de persecución, los escritores eran más cuidadosos de lo normal para no poner en peligro a los cristianos al identificarlos. De acuerdo a algunas tradiciones, Pedro siguió a Santiago y a Pablo y murió como mártir cerca de Roma alrededor de dos años después de que escribió esta carta, y así podemos ver que él había escrito esta epístola cerca del fin de su vida, probablemente mientras se estaba quedando en la ciudad imperial. Él no quiso que la carta fuera encontrada y que la iglesia fuera perseguida, por esa razón pudo haber escondido su lugar bajo la palabra código, «Babilonia», la cual aptamente encaja debido a la idolatría de la ciudad (cp. Apo 17:1-18; Apo 18:1-24).

Temas históricos y teológicos

Debido a que los creyentes a quienes se dirige esta carta estaban sufriendo persecución que se incrementaba más y más (1Pe 1:6; 1Pe 2:12; 1Pe 2:19-21; 1Pe 3:9; 1Pe 3:13-18; 1Pe 4:1; 1Pe 4:12-16; 1Pe 4:19), el propósito de esta carta era enseñarles como vivir victoriosamente en medio de esa hostilidad: 1) sin perder la esperanza; 2) sin amargarse; 3) mientras confiaban en su Señor; y 4) mientras esperaban su Segunda Venida. Pedro deseó impresionar en sus lectores que al llevar una vida obediente, victoriosa bajo aflicción, un cristiano de hecho puede evangelizar su mundo hostil (cp. 1Pe 1:14; 1Pe 2:1; 1Pe 2:12; 1Pe 2:15; 1Pe 3:1-6; 1Pe 3:13-17; 1Pe 4:2; 1Pe 5:8-9).

Los creyentes constantemente están expuestos a un sistema del mundo energizado por Satanás y sus demonios. Sus esfuerzos consisten en desacreditar a la iglesia y destruir su credibilidad e integridad. Una manera en la que estos espíritus operan es encontrando a cristianos cuya vida no es coherente con la Palabra de Dios, y después desfilarlos frente a incrédulos para mostrar lo falso que la iglesia es. No obstante, los cristianos deben de permanecer firmes en contra del enemigo y callar a los críticos por el poder de una vida santa.

En esta epístola, Pedro es más bien efusivo al recitar dos categorías de verdad. La primera categoría es positiva e incluye una larga lista de bendiciones otorgadas a los cristianos. Conforme habla de la identidad de los cristianos y lo que quiere decir conocer a Cristo, Pedro menciona un privilegio y bendición, uno tras otro. Tejido en esta lista de privilegios está el catálogo del sufrimiento. Los cristianos, aunque extremadamente privilegiados, también deben saber que el mundo los tratará injustamente. Su ciudadanía está en el cielo y son extranjeros en un mundo hostil, energizado por Satanás. De esta manera la vida cristiana puede ser resumida como un llamado a la victoria y gloria a través del camino del sufrimiento. Entonces, la pregunta básica que Pedro responde en esta epístola es: ¿Cómo deben los cristianos lidiar con la enemistad? La respuesta incluye verdades prácticas y se enfoca en Jesucristo como el modelo de uno que mantuvo una actitud triunfal en medio de la hostilidad.

Primera Pedro también responde a otras preguntas prácticas acerca de la vida cristiana tales como: ¿Necesitan los cristianos un sacerdocio para interceder ante Dios por ellos (1Pe 2:5-9)? ¿Cuál debe ser la actitud del cristiano para con el gobierno secular y la desobediencia civil (1Pe 2:13-17)? ¿Cuál debe ser la actitud de un empleado cristiano hacia un jefe hostil (1Pe 2:18)? ¿Cómo debe una dama cristiana conducirse (1Pe 3:3-4)? ¿Cómo puede una esposa creyente ganar a su marido incrédulo a Cristo (1Pe 3:1-2)?

Retos de interpretación

Primera Pedro 1Pe 3:18-22 permanece como uno de los textos más difíciles del NT de traducir y después interpretar. Por ejemplo, ¿acaso «Espíritu» en el 1Pe 3:18 se refiere al Espíritu Santo, o al Espíritu de Cristo? ¿Predicó Cristo a través de Noé antes del diluvio, o predicó Él mismo después de la crucifixión (1Pe 3:19)? ¿Estaba compuesta la audiencia de esta predicación de humanos en el día de Noé o demonios en el abismo (1Pe 3:19)? ¿Enseña el 1Pe 3:20-21 regeneración bautismal (salvación), o salvación por fe únicamente en Cristo? Las respuestas a estas preguntas se encuentran en las notas.

Bosquejo

Salutación (1Pe 1:1-2)

I) Recuerden nuestra gran salvación (1Pe 1:3-25; 1Pe 2:1-10)

A) La certidumbre de nuestra herencia futura (1Pe 1:3-12)

1. Preservada por el poder de Dios (1Pe 1:3-5)

2. Probada por las pruebas de la persecución (1Pe 1:6-9)

3. Predicha por los profetas de Dios (1Pe 1:10-12)

B) Las consecuencias de nuestra herencia futura (1Pe 1:13-25; 1Pe 2:1-10)

1. Perseverancia de esperanza (1Pe 1:13-16)

2. Persistencia de asombro (1Pe 1:17-21)

3. Poder del amor (1Pe 1:22-25; 1Pe 2:1-3)

4. Alabanzas de Cristo (1Pe 2:4-10)

II) Recuerden nuestro ejemplo delante de los hombres (1Pe 2:11-25; 1Pe 3:1-22; 1Pe 4:1-6)

A) Vida honorable delante de los incrédulos (1Pe 2:11-25; 1Pe 3:1-7)

1. Sumisión al gobierno (1Pe 2:11-17)

2. Sumisión a los amos (1Pe 2:18-25)

3. Sumisión en la familia (1Pe 3:1-7)

B) Vida honorable delante de los creyentes (1Pe 3:8-12)

C) Vida honorable en medio del sufrimiento (1Pe 3:13-22; 1Pe 4:1-6)

1. El principio del sufrimiento por la justicia (1Pe 3:13-17)

2. El modelo de sufrimiento por la justicia (1Pe 3:18-22)

3. El propósito del sufrimiento por la justicia (1Pe 4:1-6)

III) Recuerden que nuestro Señor regresará (1Pe 4:7-19; 1Pe 5:1-11)

A) Las responsabilidades de la vida cristiana (1Pe 4:7-11)

B) Las recompensas del sufrimiento cristiano (1Pe 4:12-19)

C) Los requisitos para el liderazgo cristiano (1Pe 5:1-4)

D) La realización de la victoria cristiana (1Pe 5:5-11)

Conclusión (1Pe 5:12-14)

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

:1 Pedro. Vea la Introducción: Autor y fecha. apóstol de Jesucristo. Pedro formó parte de un grupo único y exclusivo de hombres que fueron llamados (Mat 10:1-4) y comisionados (Jua 20:19-23) de manera personal por Cristo, y que ministraron con Cristo después de su resurrección. Vea la nota sobre 1Pe 5:1. La iglesia fue edificada sobre el fundamento de su enseñanza (vea las notas sobre Hch 2:42; Efe 2:20). expatriados. Eran extranjeros que vivían desposeídos en una tierra ajena como residentes temporales. Como todos los creyentes, eran ciudadanos de una ciudad eterna (Flp 3:20; Heb 13:13-14). la dispersión. Junto al artículo griego definido, «dispersión» es casi siempre un término técnico que alude al esparcimiento de los judíos de Israel por todo el mundo conocido (Jua 7:35; Stg 1:1). No obstante, aquí aparece sin artículo en el original y se usa en un sentido no técnico para aludir a peregrinos espirituales y extranjeros en esta tierra, tanto judíos como gentiles (cp. el v. 1Pe 1:17; 1Pe 2:11), es decir, la iglesia. Ponto … Bitinia. La carta de Pedro va dirigida a iglesias ubicadas en provincias dentro del territorio actual de Turquía que formaban parte del Imperio Romano.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

1:1 — «Pedro». Sobre su persona, véase INTRODUCCIÓN, III. Su nombre era Simón (Mat 16:17; Jua 1:42; 2Pe 1:1; Hch 15:14). Jesús le dio el sobrenombre de Pedro (Jua 1:42). «Cefas» es de la palabra «piedra» en arameo y «Pedro» es de la palabra griega (Petros) que significa piedra. En Mat 16:18 Cristo distingue entre Pedro (en griego, Petros) y roca (en griego, Petra). «Petros» significa un fragmento grande de roca, mientras que «Petra» es la roca o peña misma.
–«apóstol de Jesucristo». Pedro dice que es apóstol para designar la autoridad con que les escribe. Esa autoridad vino de Jesucristo. La palabra «apóstol» viene de una palabra compuesta en el griego, APO y STELO («de», y «enviar»). Significa uno enviado de una parte a otra, con una comisión definida. Fue escogido y entrenado por Jesús (Mar 3:14-19). Fue guiado por el Espíritu Santo (Jua 14:25-26), capacitado con milagros (Mar 16:20; Heb 2:4), y enviado a todo el mundo con el evangelio (Mat 28:18-20; Mar 16:15-16). El y los demás apóstoles de Cristo todavía nos juzgan por sus escrituras (Mat 19:28; Hch 2:42; 1Jn 4:6). Los apóstoles no tienen sucesores (Hch 1:20-22; Hch 10:41), entre otras cosas, porque no hay ahora quiénes sean testigos oculares del Cristo resucitado.
Pedro dice sencillamente, «Pedro, apóstol de Jesucristo». No reclamó nada especial para sí mismo. Las reclamaciones católicas romanas, de que Pedro era el «Príncipe» de los apóstoles, etc., carecen de autorización bíblica.
–«a los expatriados de la dispersión». Véase INTRODUCCIÓN, V. Otras versiones (Ver. 1977, Ver. B.A., Ver. N.M.) dicen «esparcidos». La palabra griega hallada aquí también se emplea en 2:11 y en Heb 11:13, donde esta versión dice «peregrinos». Pedro dirige su epístola a los cristianos en general (a conversos judíos y gentiles) que viven como peregrinos entre los incrédulos de los lugares mencionados.
Es cierto que la palabra «dispersión» (griego, DIASPORA, y por eso algunas versiones dicen «diáspora») se aplicaba a los judíos esparcidos a través de las naciones (p. ej., Jua 7:35), pero es evidente que en esta epístola Pedro usa la palabra en sentido más extenso, incluyendo a los cristianos gentiles. Santiago usa la palabra «diáspora», dispersión, 1:1, pero al agregar «a las doce tribus» es evidente que se dirige a los cristianos judíos en particular. Véase INTRODUCCIÓN, IV de mi comentario sobre SANTIAGO.
Todo cristiano fiel en esta vida se considera como un peregrino en un mundo que no es su hogar. A ellos dirigió Pedro sus dos cartas.
–«en el Ponto… Bitinia». Búsquense estos lugares en un mapa bíblico. Componen una parte del país moderno de nombre Turquía.

Fuente: Notas Reeves-Partain

LA GRAN HERENCIA

1 Pedro 1:1-2

Pedro, apóstol de Jesucristo, al Pueblo Escogido de Dios diseminado como exiliados por todo el Ponto,

Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia. Yo soy un apóstol, y vosotros sois elegidos de acuerdo con el conocimiento

anticipado de Dios, por medio de la consagración del Espíritu, para la obediencia y para ser rociados con la sangre de Jesucristo. ¡Que la gracia y la paz se os multipliquen!

Sucede una y otra vez en el Nuevo Testamento que la verdadera grandeza de un pasaje no se encuentra solamente en la superficie y en lo que se dice de hecho, sino en las ideas y convicciones que subyacen ocultas. Eso es particularmente cierto en este caso.

Está claro que esta carta iba dirigida a personas de la gentilidad. Habían sido liberadas de la manera de vivir insustancial que habían aprendido de sus antepasados (1:1S). Los que antes no eran un pueblo habían llegado a ser nada menos que el Pueblo de Dios (2:10). En tiempos anteriores habían vivido de acuerdo con la voluntad y los deseos mundanos de los gentiles (4:3). Pero lo extraordinario de este pasaje está en que toma palabras y concepciones que originalmente se habían adscrito sólo a los judíos, el Pueblo Escogido, y se aplican a los gentiles, que anteriormente se había creído que estaban excluidos de la misericordia de Dios. Algunos judíos habían dicho que «Dios había creado a los gentiles para usarlos como leña para los fuegos del infierno.» Se había dicho que, como con las mejores serpientes no se puede hacer otra cosa que aplastarlas, así había que destruir hasta a los mejores de los gentiles y que Dios no amaba nada más que a Israel de todas las naciones de la Tierra. Pero ahora, la misericordia, los privilegios y la gracia de Dios se habían extendido por toda la Tierra y a todos los seres humanos, hasta a aquellos que nunca los habrían esperado.

(i) Pedro llama a las personas a quienes escribe los elegidos, el Pueblo Escogido de Dios. Anteriormente ese había sido el título que pertenecía exclusivamente a Israel: «Porque tú eres un pueblo santo del Señor tu Dios; el Señor tu Dios te ha escogido para que seas Su pueblo especial, entre todos los pueblos que hay sobre la superficie de la Tierra» (Dt 7:6 ; cp. 14:2). El profeta dice que Dios llama a Israel «Mi elegido» (Isa 45:4 ). El salmista habla de «los hijos de Jacob, Sus escogidos» (Sal 105:6; Sal 105:43 ).

Pero la nación de Israel falló en lo que Dios le había asignado; porque, cuando Dios envió a Su Hijo al mundo, Le rechazaron y crucificaron. Cuando Jesús contó la parábola de los Viñadores Malvados, dijo que la heredad de Israel se les iba a quitar y dar a otros (Mt 21:41 ; Mr 12:9 ; Lc 20:16 ). Esa es la base de la gran concepción novotestamentaria de la Iglesia Cristiana como el Nuevo Israel, el Israel de Dios (cp. Gal 6:16 ). Todos los privilegios que antes habían pertenecido a Israel, ahora pertenecían a la Iglesia Cristiana. La misericordia de Dios se había extendido hasta cubrir toda la Tierra, y todas las naciones habían visto la gloria y experimentado la gracia de Dios.


(ii) Aquí hay otra palabra que antes pertenecía exclusivamente a Israel. La dirección de la carta dice literalmente: «A los escogidos extranjeros de la Diáspora por todo el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia.» Diáspora,
literalmente dispersión, era el nombre técnico de los judíos diseminados en el exilio por todos los países fuera de las fronteras de Palestina. Algunas veces en su turbulenta historia, los judíos habían sido deportados a la fuerza de su tierra natal; otras veces se habían trasladado voluntariamente para trabajar, y a menudo prosperar, en otras tierras. Esos judíos constituían la Diáspora. Pero ahora, la verdadera Diáspora no son los judíos, sino la Iglesia Cristiana diseminada por todas las provincias del imperio romano y las demás naciones del mundo. Hubo un tiempo cuando los que eran extraños eran los judíos; ahora eran los cristianos. Son el pueblo cuyo Rey es Dios, cuyo hogar es la eternidad, y que están exiliados en el mundo.

LOS ESCOGIDOS DE DIOS

Y LOS EXILIADOS DE LA ETERNIDAD

1 Pedro 1:1-2 (continuación)

Lo que acabamos de decir significa que los dos grandes títulos en los que hemos estado pensando nos pertenecen a nosotros los cristianos.

(i) Somos el Pueblo Escogido de Dios. Aquí hay algo que eleva. Seguro que no puede haber mayor distinción o privilegio en el mundo que el ser escogidos de Dios. La palabra eklektós puede describir cualquier cosa que sea especialmente escogida; puede referirse a fruta selecta, artículos especialmente elegidos por estar excepcionalmente Hechos, tropas seleccionadas para una misión distinguida. Tenemos el honor de haber sido escogidos especialmente por Dios. Pero hay también desafío y responsabilidad aquí. Dios escoge siempre para un servicio. El honor que confiere a una persona es el de usarla en Su propósito. Fue precisamente ahí donde fallaron los judíos, y debemos poner todo nuestro empeño para que no marque nuestra vida la tragedia de un fracaso semejante.

(ii) Somos exiliados de la eternidad. Esto no es decir nunca que debemos retirarnos del mundo, sino que debemos de la manera más realista estar en el mundo y no ser del mundo. Se ha dicho sabiamente que el cristiano debe ser una persona aparte, pero no estar apartada del mundo. Dondequiera que los exiliados judíos se asentaban, sus ojos se dirigían a Jerusalén. En los países extranjeros construían sus sinagogas de forma que cuando entraba la congregación estaban orientados hacia Jerusalén. Por muy útil que fuera un judío como ciudadano en su país de adopción, su lealtad suprema era para con Jerusalén.

La palabra griega para un residente temporal en un país extraño era pároikos. Un pároikos era el que se encontraba en otro país, aunque con el pensamiento siempre estuviera en el suyo. Tal forma de residencia se llamaba paroikía; y paroikía es la palabra de la que deriva la española parroquia. Los cristianos en cualquier lugar son un grupo de gente cuya mirada se dirige siempre hacia Dios y cuya lealtad suprema está en el más allá. » Aquí -decía el autor de Hebreos- no tenemos ciudad de residencia estable, sino que buscamos la que está por venir» .(He 13:14 ).

Debemos repetir que. esto no quiere decir que nos retiremos del mundo, sino que el cristiano lo ve todo a la luz de la eternidad, y la vida como un viaje hacia Dios. De esto depende la importancia que concede a las cosas; es esto lo que dicta su conducta. Es la piedra de toque y la dinámica de su vida.

Hay un famoso dicho tradicional de Jesús -un ágrafon, es decir, no escrito en el Nuevo Testamento-: «El mundo es un puente. El sabio pasa por él, pero no construirá en él su morada.» Este es el pensamiento que hay detrás del famoso pasaje de la Epístola de Diogneto, uno de los escritos más conocidos de la era posapostólica: «Los cristianos no se distinguen del resto de la humanidad por su país o lengua o costumbres… Viven en ciudades tanto griegas como bárbaras, cada uno como le corresponde, siguiendo las costumbres de la región en cuanto a la ropa o la comida y en las cosas exteriores de la vida en general; sin embargo manifiestan el carácter maravilloso y abiertamente paradójico de su propio estado. Habitan las tierras de su nacimiento, pero como residentes temporales de las mismas; asumen su parte de todas las responsabilidades como ciudadanos, y sobrellevan todas las incomodidades como forasteros. Todas las tierras extranjeras son sus tierras nativas, y todas las tierras nativas les son extranjeras… Pasan la vida en la Tierra, pero su ciudadanía está en el Cielo.»

Sería erróneo pensar que esto hace que los cristianos sean malos ciudadanos en la tierra de su residencia. Precisamente porque ven todas las cosas bajo el punto de vista de la eternidad son los mejores ciudadanos; pues es sólo a la luz de la eternidad como se puede descubrir el verdadero valor de las cosas.

Nosotros, como cristianos, somos el Pueblo Escogido de Dios; somos exiliados de la eternidad. Ahí están nuestro inapreciable privilegio y nuestra inescapable responsabilidad.

LOS TRES GRANDES HECHOS

DE LA VIDA CRISTIANA

1 Pedro 1:1-2 (conclusión)

En el versículo 2 se nos presentan tres grandes Hechos de la vida cristiana.

(i) El cristiano es elegido de acuerdo con el conocimiento anticipado de Dios. C. E. B. Cranfield nos ofrece un hermoso comentario a esta frase: «Si concentramos toda nuestra atención en la hostilidad o la indiferencia del mundo o lo éxiguo de nuestro propio progreso en la vida cristiana, bien podemos sentirnos desanimados. En tales momentos necesitamos que se nos recuerde que nuestra elección es de acuerdo con el conocimiento anticipado de Dios Padre. La Iglesia no es simplemente una organización humana -aunque, por supuesto, también lo es. Su origen no se encuentra en la voluntad de la carne, o en el idealismo de algunos hombres, o en aspiraciones y proyectos humanos, sino en el propósito eterno de Dios.» Cuando estemos desanimados bien podemos recordar que la Iglesia Cristiana llegó a ser de acuerdo con el propósito y el plan de Dios y, si le es fiel, a fin de cuentas no puede nunca acabar en el fracaso.

(ii) El cristiano es elegido para ser consagrado por el Espíritu. Lutero decía: «Creo que no puedo con mi propia razón o esfuerzo creer en mi Señor Jesucristo o acudir a El.» Para el cristiano, el Espíritu Santo es esencial en todos los aspectos de la vida cristiana y en cada uno de sus pasos en ella. Es el Espíritu Santo quien despierta dentro de nosotros los primeros débiles anhelos de Dios y de bondad. Es el Espíritu Santo quien nos redarguye de pecado y nos guía a la Cruz de Cristo donde podemos encontrar el perdón. Es el Espíritu Santo quien nos capacita para ser librados de los pecados que nos tienen bajo su dominio, y para alcanzar las virtudes que son el fruto del Espíritu. Es el Espíritu Quien nos da la seguridad de que nuestros pecados son perdonados, y de que Jesucristo es el Señor. El principio, el medio y el final de la vida cristiana son la obra del Espíritu Santo.

(iii) El cristiano es elegido para la obediencia, y para ser rociado con la sangre de Jesucristo. En el Antiguo Testamento hay tres ocasiones en las que se menciona la aspersión con sangre. Puede que Pedro tenga en mente los tres, y que los tres tengan algo que contribuir al pensamiento que encierran estas palabras.

(a) Cuando un leproso se curaba, se le rociaba con la sangre de una avecilla (Lv 14:1-7 ). El rociar con sangre era por tanto símbolo de la purificación. Por el sacrificio de Cristo, el cristiano es purificado del pecado.

(b) El rociar con sangre era parte del ritual de la consagración de Aarón y de los sacerdotes (Ex 29:20-21 ; Lv 8:30 ). Era la señal de que se apartaban para el servicio de Dios. El cristiano es apartado especialmente para el servicio de Dios, no sólo dentro del templo, sino también en el mundo.

(c) La gran escena de la aspersión nos llega de la promulgación del pacto entre Dios e Israel. En el pacto, Dios, por Su voluntad misericordiosa, se acercó a Israel para que fuera Su pueblo, y Él sería su Dios. Pero esa relación dependía de que los israelitas aceptaran las condiciones del pacto y obedecieran la ley. La obediencia era una condición necesaria del pacto, y la desobediencia quebrantaba la relación del pacto entre Dios e Israel. Así es que se leyó el libro del pacto a oídos del pueblo, y este lo asumió diciendo: «Haremos todas las cosas que el Señor nos ha dicho que hagamos.» Como señal de la relación de obediencia del pueblo para con Dios, Moisés tomó la mitad de la sangre del sacrificio y roció con ella el altar, y con la otra mitad roció al pueblo (Ex 24:1-8 ). La aspersión significaba obediencia.

Mediante el sacrificio de Jesucristo, el cristiano entra en una nueva relación con Dios en la que sus pecados pasados son perdonados y él se compromete a obedecer a Dios en lo sucesivo.

El cristiano es llamado conforme al propósito de Dios. Su vida es consagrada a Dios mediante la obra del Espíritu Santo. Por la aspersión de la sangre de Cristo es limpiado de los pecados del pasado y dedicado a la obediencia a Dios.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento

CAPÍTULO 1

Introducción

GRACIA Y CRUZ

1. Juntamente con Silvano concluye san Pedro esta carta pastoral (cf. 5,2-4; 2,25), la más antigua en su género en la historia de la Iglesia, diciendo que ha escrito exhortando y conjurando, para asegurar a sus destinatarios de que, pese a sus tribulaciones, van indudablemente por el recto camino y se mantienen en la gracia de Dios (5,12). ¿Qué quiere decir este mantenerse en gracia de Dios?

En diferentes pasajes habla de ello san Pedro. Por ejemplo, si se mira con los ojos de la fe, se mantiene en gracia de Dios un esclavo que soporta sin odio vejaciones inmerecidas (2,19), que hace el bien y que, aunque tenga que sufrir por ello, sigue impertérrito su camino (2,20). Esta gracia, de la que habían hablado ya anticipadamente los profetas del Antiguo Testamento (1,10), que constituye el último fin de la vida cristiana (1,13; 3,7; 5,10), significa, pues, con frecuencia sufrimientos durante la vida terrena, sufrimientos que Dios no sólo permite, sino que hasta mira con complacencia (3,14). Sufrir conforme a la voluntad de Dios significa mantenerse en gracia de Dios.

La razón más honda de esta concepción de la gracia está en que en el sufrimiento se hace el hombre semejante al Señor que cargó con la cruz, semejante a Jesús que, «cuando lo insultaban no devolvía el insulto; cuando padecía, no amenazaba» (2,23), que nos precedió en el camino del sufrimiento, para dejarnos un «ejemplo» (2,21) conforme al cual podamos imitarle y que nos haga más fácil seguir sus huellas (2,21). Esta vía dolorosa, llena de gracia, de Cristo le llevó a la exaltación a la derecha del Padre (3,18-22). Por esto puede decirnos san Pedro: «A medida que tomáis parte en los padecimientos de Cristo, alegraos, para que también en la revelación de su gloria saltéis de gozo» (4,13).

La imagen de mantenerse en gracia constituye la clave para la inteligencia de la carta. Por lo demás, se trata de una imagen entre muchas, todas las cuales tienen un mismo objeto fundamental: exhortar y consolar a los cristianos en medio de sus sufrimientos.

2. La exhortación a la imitación de Cristo, que recorre toda nuestra carta, forma parte del núcleo de la enseñanza en la Iglesia primitiva. Pero también desde otros puntos de vista, apenas si hay otro escrito del Nuevo Testamento que refleje tan inmediatamente como la primera carta de san Pedro el espíritu de la comunidad primitiva. En esta carta, que sólo contiene los versículos, se descubren todos los puntos esenciales del pensar de la Iglesia primitiva. En una lectura meditada topamos siempre con esos pensamientos con que nos ha familiarizado la oración del Señor y el símbolo de los Apóstoles, es decir con los elementos más antiguos de la teología cristiana.

3. Si pensamos en una carta privada redactada en sentido moderno, con toda seguridad esta carta no provendría del pescador de Galilea. La historia de su origen puede más bien compararse con la de una encíclica pontificia de nuestros días. Se trata de un trabajo comunitario, aunque apoyado en la autoridad viva del apóstol san Pedro.

Tres colaboradores se destacan claramente. En primer lugar el evangelista Marcos, designado en 5,13 como «hijo» de Pedro. La tradición eclesiástica refiere también de él que ejerció en Roma la actividad de intérprete y catequista de san Pedro. Sin embargo, su Evangelio muestra que la forma refinada de la carta, la elección magistral de las palabras griegas y su estilo rítmico no pueden ser obra de Marcos.

Más importante que este colaborador parece, pues, ser Silvano, a quien también se menciona expresamente en la conclusión de la carta (5,12). Este Silvano era una figura destacada en la Iglesia primitiva. Gozaba de gran prestigio en la comunidad judeocristiana de Jerusalén (Hec 15:22). Además, dado que gozaba de la ciudadanía romana (Hec 16:25.35-39), había seguramente recibido una sólida formación. Había acompañado largo tiempo al apóstol san Pablo (Hec 18:5; 1Te 1:1), y en las comunidades cristianas procedentes del paganismo era considerado como «profeta», que poseía el don de exhortar y confirmar a los hermanos (Hec 15:32, donde se le llama Silas).

También al tercero y más importante de los colaboradores se cita en la conclusión de la carta: la comunIdad de Roma, «la Iglesia que está en Babilonia, elegida como vosotros» (Hec 5:13). En esta comunidad, en la única ciudad de millones de habitantes del mundo de entonces, había un continuo ir y venir, un trasiego de cristianos de toda la cuenca del Mediterráneo. Se había convertido ya en el corazón con que latía la Iglesia universal. Pese a toda la innegable colaboración ajena, quedan todavía en la carta suficientes pasajes, en los que se trasluce el espíritu y la viva personalidad de Cefas. La carta entera se apoya en la firmeza de su fe completamente personal y madurada en la humildad, en su adhesión a Cristo y en su amor a la cruz, en su solicitud pastoral y en su conciencia de su responsabilidad como «presbítero» dirigente (Hec 5:1-5).

4. Los destinatarios son los cristianos bautizados de las numerosas comunidades de las provincias de Asia, citadas en 1,2, a los que en consideración de su dignidad se exhorta como bautizados. Aquí y allá se entremezclan exhortaciones particulares dirigidas a determinadas categorías, como los criados (2,18-25), las esposas (3,1-6), los maridos (3,7), los clérigos (5,1-5). En diversas formas se hace alusión a la «vana manera de vivir» anterior (1,18), al tiempo de la «ignorancia» en que anteriormente vivían (1,14), a la idolatría y a los excesos de su vida pasada (4,3). Sin embargo, están ya bastante familiarizados con el Antiguo Testamento (1,16; 2,9; 3,6).

Las comunidades están, por tanto, constituidas, a lo que parece, principalmente por cristianos procedentes del paganismo, que antes de su conversión al cristianismo habían recibido ya la circuncisión o eran por lo menos «temerosos de Dios», que habían entrado ya en contacto con el monoteísmo judío y con las Sagradas Escrituras en la traducción griega de los Setenta 1. A tales cristianos adultos, maduros y probados, que se hallan plenamente en medio de la vida se refiere san Pedro en primera línea cuando los interpela como elegidos y peregrinos en la diáspora (1,1).

5. La carta fue llevada de Roma a Asia Menor por Silvano hacia el año 64, es decir, en vísperas de las persecuciones de Nerón contra los cristianos. Todavía no se ha derramado sangre, pero ya pesa sobre los cristianos la amenaza de crueles persecuciones. Se cuenta ya con interrogatorios oficiales (3,15), con calumnias y difamaciones privadas (2,13; 3,16). La fe de los destinatarios comienza ya a ser probada como oro en el crisol (1,7; 4,12). Con tremendo presentimiento pinta san Pedro el peligro amenazador del Anticristo en la imagen de un león rugiente que «ronda buscando a quién devorar», a quién seducir a la apostasía (5,8).

Así se explica que esta estimulante carta pastoral, que por los años sesenta del siglo X se escribió a cristianos probados por los sufrimientos, viniera a ser la carta consolatoria de la Iglesia perseguida de todos los siglos. En las cartas de despedida escritas en las cárceles y prisiones encontramos constantemente palabras tomadas precisamente de esta carta. Su visión grandiosa, llena de fe y de optimismo, de la historia universal, en la que las pruebas de la tierra duran «un poco» de tiempo (1,6; 5,10), ha logrado también infundir consuelo y fortaleza en los tiempos más difíciles. Así esta carta del vicario de Cristo vino a ser la carta de los mártires, de los mártires por su fe en Cristo (1,8), por su esperanza de la vida eterna (3,15) y por su fidelidad a la comunidad eclesial.

……………

1. La versión griega de todo el Antiguo Testamento, llamada de los Setenta, por haberse atribuido a la colaboración de setenta traductores, se produjo en Alejandría, entre los judíos de la diáspora, durante el siglo lll a.C. Entre los padres de la Iglesia, esta versión gozaba de gran prestigio: era sencillamente la Biblia de la Iglesia primitiva.

……………

ENCABEZAMIENTO /1P/01/01-02 1.

REMITENTE (1,1a).

1a Pedro, apóstol de Jesucristo…

Fuera de las palabras del Señor mismo, que nos han sido transmitidas en los Evangelios, ningún texto del Nuevo Testamento nos habla en forma tan autoritativa como aquí, en el comienzo de esta carta. Pedro, quiere decir exactamente lo que significaba originariamente la voz aramea con que Cristo había apellidado a Pedro: Cefas, kefa, la roca. Con esto quería indicar Jesucristo que Simón, conforme al plan salvífico de Dios, participaría en adelante de la firmeza en invencibilidad de Dios. En el Antiguo Testamento, con frecuencia, se designa a Yahveh como la «roca» de Israel, y en el Nuevo es Cristo la roca (1Co 10:4). Este nombre, que expresa una cualidad divina, se aplicó a un hombre débil. Sólo con la fe puede el hombre participar de la firmeza de Dios. Por esta razón el padre de nuestra fe, Abraham, fue ya designado como roca por el profeta Isaías (cf. Isa 51:1s). Había sido llamado por Dios a ser el fundamento de su pueblo elegido. Cefas ocupa este puesto con respecto al nuevo y verdadero Israel.

Pedro se llama a sí mismo apóstol. Apóstol era en aquel tiempo un concepto bien determinado. En él la idea de ser un enviado pasaba a segundo término frente a la de ser un mandatario, lugarteniente o vicario de otro. Naturalmente, lo que importaba saber era de quién era uno apóstol o enviado. En la segunda carta a los Corintios se habla de «enviados de las Iglesias» (Isa 8:23). Aquí en cambio se habla de un «apóstol de Jesucristo». En estas primeras palabras de la carta hay una tensión increíble: Pedro, que por su fe tiene parte en la firmeza de Dios y constituye el fundamento roqueño de la Iglesia, comienza a exhortar y a consolar por encargo de Jesucristo y como mandatario suyo

2. DESTINATARIOS (Isa 1:1b-2a).

1b …a los elegidos, peregrinos de la diáspora en el Ponto, Galia, Capadocia, Asia y Bitinia…

Aquí se dirige la palabra a elegidos, que al mismo tiempo, o precisamente por ello, son también peregrinos y viven en la diáspora, en la dispersión. El cristianismo primitivo sabía que ser cristiano implica ser elegido, ser uno llamado por la libre y eterna elección de Dios, sin mérito alguno personal, ser un preferido.

Este es el primer apelativo, el fundamento de nuestra vida. ¿Estamos bien convencidos de esto? El que ha sido llamado y elegido ha venido a ser por ello peregrino en su mundo anterior. Llamamiento a la santidad y renuncia son cosas que van de la mano. En estas dos palabras resalta algo fundamental sobre la posición del cristiano en el mundo no cristiano que le rodea. Como en otro tiempo el Israel carnal, así también el verdadero Israel, la Iglesia, vive lejos de la eterna patria, en el exilio, en la dispersión, en la diáspora. Esto resulta a menudo difícil de admitir. Pero, aun con la mejor voluntad del mundo, no cesamos de experimentar este hecho.

En aquel tiempo estaban los cristianos en el Estado romano privados de derechos desde el punto de vista de la práctica religiosa 2. Ahora bien, esos mismos hombres se ven interpelados ahora como «peregrinos elegidos» o también como «elegidos» y «peregrinos»; de esta manera se deja entrever que el remitente está informado de sus múltiples sufrimientos, pero al mismo tiempo se les insinúa cuán positivamente enjuicia tales pruebas.

Los cristianos son elegidos y peregrinos «de la diáspora», literalmente «de la dispersión». Y esto no sólo porque en Asia Menor viven geográficamente en la dispersión, sino porque la situación espiritual de todos los cristianos se asemeja a la del pueblo judío en la cautividad de Babilonia: vivimos lejos de nuestra patria, de la Jerusalén celestial. Pero en la cautividad estaba Israel al mismo tiempo diseminado entre los pueblos. Así la dispersión tiene también su lado y significado positivos. No obstante la segregación, por el hecho de ser llamados y elegidos tenemos una misión en el mundo incrédulo que nos rodea: con una vida de temor de Dios y con buenas obras hemos de ser testigos del Dios invisible…

2a …según el previo designio de Dios Padre, santificados por el Espíritu para recibir el mensaje de Jesucristo y la aspersión de su sangre.

Antes de pronunciar el saludo propiamente dicho, acompañado del deseo de paz, presenta san Pedro nuestra situación, y también su propio ministerio, sobre un fondo grandioso, todo ello motivado por la acción salvífica del Dios trino.

En primer lugar aparece el Padre. En el bautismo hemos sido llamados y elegidos según la presciencia, la providencia eterna del Padre. Esta es también predestinación amorosa y eficaz a la vida eterna. Lo que se dice de Cristo en términos análogos se aplica también a cada uno de nosotros: Desde la eternidad se ocupó de nosotros el amor de Dios.

Desde el día del bautismo el Espíritu Santo y santificante nos envuelve también a nosotros en su acción poderosa que impulsa hacia adelante. Y en la medida en que vamos desarrollándonos en sentido de esta nueva realidad se nos hace extraño el mundo profano. Con esta santificación por el Espíritu comienza la vida cristiana, que en la virtud santificante de este Espíritu se confirmará en forma de santidad.

Al hablar de nuestra relación con el Hijo de Dios emplea san Pedro palabras que, por primera vez, recuerdan el éxodo de Israel de Egipto, del que tantas veces se hablará todavía en esta carta. Después que el pueblo de Israel había sido elegido por la providencia de Dios, después que, anticipando en figura el bautismo, hubo atravesado el mar Rojo y emprendido la marcha hacia la tierra prometida, profesó en el Sinaí obediencia a todos los mandamientos de Dios. Y esta alianza fue sellada con aspersión de sangre3. Aquella alianza sangrienta fue la imagen de la que se había de consumar mediante la muerte de Jesucristo entre nosotros y el Dios uno y trino.

El «alimento» de Jesús era hacer la voluntad de su Padre celestial (Jua 4:34). Así pues, también nosotros somos elegidos con vistas a la obediencia, somos llamados a obedecer, a prestar oído al llamamiento del Padre y a secundarlo a la manera de Jesús. Para el hombre que va en seguimiento de Cristo, prestar oído a la voluntad de Dios en la vida cotidiana es la confirmación y la realización de su fe, de su humildad y también, y sobre todo, de su amor filial.

……………

2. Tras la muerte violenta del «hermano del Señor» y obispo de Jerusalén, Santiago, el año 62, fue ya un hecho patente la separación entre el naciente cristianismo y el judaísmo. Un cristiano ya no podía, como tal, invocar los privilegios de los judíos, que, por ejemplo, desde los tiempos de César estaban dispensados oficialmente de la obligación de tributar al emperador honores divinos en el culto público.

3. Cf. Exo 24:3-8.

……………

3. EL SALUDO (Exo 1:2b) .

2b Que abunden en vosotros la gracia y la paz.

Estos votos del cristianismo primitivo, gracia y paz, se distinguen de los saludos y parabienes que se hallan en el encabezamiento de las cartas no cristianas de todos los tiempos. En éstas se dice con frecuencia únicamente: «¡Salud!», o bien: «Te saludo», o: «¡Que te vaya bien!» ¡Cuánto más profundo es este saludo de la Iglesia primitiva! Además, aquí se añade todavía que esta paz y esta gracia deben desarrollarse y crecer.

Por lo pronto y ante todo debe abundar la gracia, a saber, la clemencia y condescendencia de Dios. Esto quiere decir que nos sea propicia la voluntad de Dios, libre y eterna, esa amorosa condescendencia con que Dios pensó especialmente en nosotros desde la eternidad y nos eligió para la santidad, para la obediencia y para una nueva alianza, sellada con la sangre del Hijo único. Esta clemencia de Dios hará además que nosotros mismos le seamos agradables. Al decir «gracia» pensamos sobre todo en la complacencia divina. ésta es la bondad y clemencia de Dios que se inclina hacia nosotros, que se nos da, y también el resultado de este don, a saber, la complacencia que halla Dios en un hombre dotado de su gracia. A lo largo de la carta se hablará con frecuencia de las cosas que son especialmente agradables a Dios: ante todo los sufrimientos inmerecidos y aceptados voluntariamente (Exo 2:19s) y la sumisión humilde (Exo 5:5). Más aún: en este tema de la gracia ve san Pedro el asunto principal de toda su carta y lo compendia diciendo que los cristianos en sus sufrimientos y dificultades se hallan en el verdadero camino, que precisamente así se mantienen en la gracia y en el beneplácito de Dios. La gracia de Dios adopta no pocas veces la forma de la cruz de Cristo…

Como en el saludo de los ángeles a los pastores de los alrededores de Belén se anunciaba la paz, también cn la Iglesia primitiva formó en todo tiempo parte del saludo el deseo y la certidumbre de la paz. Esta paz bíblica no consiste en una tranquilidad imperturbada. Según la Sagrada Escritura sólo reina la paz allí donde domina plenamente el Dios de la paz. Así la liberación de la servidumbre del pecado viene a ser el presupuesto de esta paz, que no se logra nunca con fuerzas humanas. Sólo cuando Dios reina soberanamente en nuestras almas tenemos participación en la paz victoriosa de Cristo.

Parte primera

GRANDEZA DE LA VOCACIÓN CRISTIANA 1,3-2,10

Una vez san Pedro ha formulado en el encabezamiento de la carta el deseo de gracia y de paz, luego, en el texto propiamente dicho, pasa a hacer presente a los destinatarios el gran misterio de la regeneración. Un consuelo y un estímulo se encierra para ellos en el hecho de haber sido llamados a formar el santo pueblo de Dios.

I. ACCIÓN DE GRACIAS (1,3-12).

1. ACCIÓN DE GRACIAS AL PADRE (1/03-05).

3 Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, quien, según su misericordia, nos reengendró a una esperanza viviente por la resurrección de Jesucristo de entre los muertos.

En primer lugar hallamos un homenaje al Padre, un agradecido grito de júbilo: Bendito sea, alabado y glorificado, pero el Padre es ya bendito por toda la eternidad gracias a su creación. La palabra «bendito» es reminiscencia del hebreo barukh 4. Un barukh es para el oriental uno a quien se rinde homenaje como de rodillas y haciendo votos por su prosperidad, uno a quien se glorifica de palabra y de obra. En el judaísmo tardío el título «el Bendito» había venido a ser sencillamente un nombre divino, el nombre de aquel cuya glorificación es el sentido de toda la creación y la meta y el honor supremo del hombre. El punto de vista especial desde el que aquí se bendice y se alaba a Dios como Padre de nuestro Señor Jesucristo es su paternidad para con nosotros. Dios es nuestro Padre. No sólo por razón de nuestra concepción natural en el seno materno, la cual hubiera sido imposible sin su voluntad, sino quizá todavía más porque él es quien engendró nuestra nueva vida, por ser la causa de nuestra regeneración. «Su gran misericordia» fue la que realmente le impulsó a este acto de darnos vida. Con el término «misericordia» no se entiende precisamente su compasión con los miserables y los pobres, sino más bien su íntima unión con la humanidad desde los tiempos del paraíso.

Más adelante vemos más claramente cómo se ha de entender esta «regeneración», este nuevo nacimiento. En efecto, «habéis sido reengendrados, no de una semilla corruptible, sino incorruptible, mediante la palabra viva y eterna de Dios» (1,23). Los cristianos deben recordar el día en que por primera vez tuvieron noticia de la muerte y sobre todo de la resurrección de Cristo, el día en que por primera vez cayó esta semilla del cielo en sus corazones y comenzó a germinar y a desarrollarse. Esta nueva vida con Cristo alcanzó su expresión visible, su obligación y vigencia externa por razón de la fe, en el bautismo, sacramento de la regeneración.

Esta admirable semilla que depositó Dios en nuestro corazón es la esperanza cristiana. Un tono fundamental de esperanza resuena a lo largo de toda la carta 5. La esperanza de que aquí se trata no es un deseo devoto, sino una realidad viviente y vital, más que nada comparable con un niño que lleva su madre en el seno en espera del acontecimiento feliz. La verdadera esperanza cristiana tiene puesta la mira en la segunda venida de Cristo y en la soberanía regia de Dios, pero con todo quiere ya comenzar a vivir y a crecer aquí en la tierra; esperanzadamente se interesa por el desamparo de los que carecen de esperanza; quiere contribuir al triunfo del bien y de la verdad ya en esta vida de todos los días en la medida de lo posible. De la esperanza se puede decir lo que se dice del reino de los cielos: Comienza ya en la tierra, aunque su fin último está situado más allá de la vida de la tierra. El hombre en quien se ha animado la esperanza con el mensaje de la resurrección de Cristo, mira anticipadamente al día de su muerte, como la madre que aguarda los dolores de parto, pero también las alegrías del nacimiento de su primer hijo.

……………

4. Cf. por ejemplo, una de estas fórmulas de barukh en Gen 9:26.

5. Cf.1,7.13; 5,4.10.

……………

4 …para una herencia incorruptible, pura e inmarchitable, reservada en el cielo para vosotros…

La nueva vida de hijos de Dios nos ha sido otorgada con vistas a una herencia que hemos de recibir. Debe de tratarse de una herencia maravillosa, pues se califica con adjetivos tan poco corrientes. En el Antiguo Testamento cada tribu israelita recibió su parte en herencia en la tierra prometida, el suelo y el terreno que le tocó en suerte. También a nosotros nos aguarda al final de nuestro camino, de nuestra vida, una «tierra» santa y gloriosa que hemos de recibir como recompensa. Si al hablar de esta tierra pensamos en el cuerpo del Resucitado, comprenderemos por qué se trata de algo incorruptible, puro e inmarchitable, algo que nos aguarda y nos está reservado, no en graneros o en arcas, sino en el corazón amoroso de Dios. Debido a su incorruptibilidad será algo semejante a Dios y libre de toda corrupción del pecado 6. Resplandecerá limpio, inmaculado y puro como nieve, puesto que está exento de toda suciedad de la tierra, y este don de Dios brillará lozano e inmarchitable con la belleza de una eterna juventud 7.

……………

6. En 1Co 15:52 emplea san Pablo la misma palabra («incorruptible») para calificar el cuerpo resucitado de los cristianos.

7. Los tres adjetivos se hallan en el libro de la Sabiduría (y el tercero exclusivamente allí). Los pasajes de Sb ilustran bien las tres aserciones formuladas aquí: Sab 12:1; Sab 18:4; Sab 3:13; 4 2; Sab 8:20; Sab 6:12.

……………

5 …que por el poder de Dios habéis sido custodiados mediante la fe, para la salvación, dispuesta a manifestarse en el último tiempo.

Lo peligroso de la vida cristiana está en las infinitas posibilidades de perder el camino emprendido y de no alcanzar ya la meta. San Pedro sabe de esta preocupación de los cristianos. Por esto, al mismo tiempo que mira a la meta resplandeciente, añade el consuelo de la asistencia divina en este intervalo transitorio de tiempo. Por el poder de Dios somos guardados y custodiados . La palabra «custodiados» que aquí se utiliza, aparece también en otros pasajes en que se trata de la protección y custodia de una ciudad. No sólo la entera Iglesia de Cristo, sino cada familia, cada comunidad, cada alma en particular es una ciudad, un baluarte, contra cuyos muros las huestes enemigas de Dios constantemente nos combaten y embisten, y con frecuencia insidiosamente (cf. 2,11). Pero en la poderosa custodia de Dios posee esta ciudad su firme protección, algo así como sus murallas de defensa. La unión de fe con Dios constituye estos muros sólidos e inexpugnables que nos han de resguardar a lo largo de nuestra vida.

Pero san Pedro no se detiene en la idea de los peligros del camino. Inmediatamente se levanta su mirada a la meta final, a la salvación que Dios nos tiene preparada. La salvación no es nunca asunto privado de los particulares. En la salvación se trata siempre de la consumación de la comunidad en que está integrado el cristiano; más aún, de la consumación de la entera Iglesia de Cristo. La salvación ha alboreado ya… En el futuro nos aguarda todavía su consumación y su gozosa manifestación. Desde el día que recibimos el bautismo poseemos la salud cultamente y en forma todavía invisible a nuestros semejantes. Todavía debe crecer y aguardar que se manifieste; debe aguardar el postrer día en que se descorrerá el velo.

2. ACCIÓN DE GRACIAS POR LA SALVACIÓN EN CRISTO (1/06-09).

6 Por ello vibráis de jubilo, aunque tengáis que sufrir por ahora un poco en diversas pruebas. 7 Así la calidad de vuestra fe, de más valor que el oro, que aun después de acrisolado por el fuego perece se convertirá en alabanza, gloria y honor en la manifestación de Jesucristo.

Por esta salvación (1,5) pueden y deben saltar de júbilo los cristianos, aunque este júbilo y este gozo está todavía turbado en la vida de la tierra, hallándose todavía los cristianos en diversas pruebas. Todavía no ha estallado la persecución de los cristianos decretada por el emperador Nerón, pero ya comienzan a mostrarse sus indicios. Pedro quiere decir a las nuevas comunidades cristianas que en el futuro tendrán probablemente que soportar cosas más duras, pero su gozo por la salvación es tan profundo, que la tribulación sólo los afligirá por poco tiempo. Todavía no se habla de persecuciones sangrientas de cristianos o de mártires gloriosos; solamente se trata de las dificultades cotidianas de los cristianos en su ambiente pagano, en el puesto de trabajo y también en las familias. Entonces exasperaban y escandalizaban gentes que tomaban en serio la obediencia humilde, el arrepentimiento de pecados humanos, la renuncia a la injusticia, la práctica de la castidad y privaciones voluntarias. Las pullas, las habladurías y los postergamientos personales son precisamente las «diversas pruebas» que a menudo nos afectan de manera tan dolorosa.

El sufrimiento que aflige al cristiano es en realidad una purificación un acrisolamiento de su verdadera y auténtica fe (cf. 4.12). Es sabido que ya en la antigüedad se ponían en circulación monedas que en realidad sólo estaban doradas. El plomo, debido a su elevado peso, se prestaba especialmente a semejantes adulteraciones. Pero en la prueba del fuego se veía muy pronto si en la pieza que se presentaba como de oro se había mezclado algún metal vulgar. Además, en el Antiguo Testamento nos encontramos con frecuencia con la imagen del hombre que ha sido probado y purificado en el crisol de Dios, para que gracias a esta prueba adquiera su pleno valor para la eternidad 8. El libro de la Sabiduría dice de tales personas: «Las almas de los justos están en las manos de Dios… Dios los probó y los halló dignos de sí, como oro en el crisol los probó» (Cf. Sab 3:1-7).

Con frecuencia son sólo las tentaciones al pecado las que se convierten en prueba para el hombre y en posibilidad de dar buena prueba de sí.

Hemos hablado ya de que la salvación de los cristianos se manifestará en el futuro (Sab 1:5). En último término se trata de una manifestación de Jesucristo mismo. Los cristianos -con frecuencia purificados tan dolorosamente- han de constituir un día el ornato de Cristo cuando, en el último día, se manifieste al mundo entero en su gloria. El pasaje que estamos comentando muestra de qué manera tan profunda y vital está Pedro penetrado de la verdad de la íntima unión de los cristianos con Cristo: estos son purificados, son educados por el Padre celestial, en último término a causa de la solicitud del Padre por la gloria de su Unigénito. Dios cuida de la gloria de Cristo cuando asaltan a los cristianos sufrimientos purificadores.

……………

8. Cf. Isa 1:25; Isa 48:10; Eze 22:17, Eze 22:22; Deu 4:20.

……………

8 Sin haberlo visto lo amáis, y sin verlo por ahora pero creyendo en él, vibrando de júbilo con gozo inefable y glorioso 9 al lograr la finalidad de la fe: la salvación de vuestras almas.

San Pedro traza un cuadro magnífico y espléndido del Señor en su segunda venida gloriosa 9. Sin embargo, su amor entrañable, completamente personal, tiene ante todo por objeto al hombre terreno de Nazaret, a ese Cristo cuyas pisadas se pueden seguir (2,21), que arrastró al Calvario la carga de nuestros pecados (2,25), por cuyas heridas sangrientas hemos sido curados (2,25). Aquí habla un amigo y testigo ocular apremiado por su amor a Cristo 10. Esto comunica calor a sus palabras. En ellas resuena todo lo que sabe Pedro acerca de cuán digno de nuestro amor es aquel hombre. Aquí nos parece ver alborear de nuevo la clara mañana a la orilla del lago de Tiberíades, en la que un pescador aún tosco y nada sentimental aseguró tres veces: «Señor, tú sabes que te amo» (Jua 21:15-17).

En los versículos 6-8 se habla dos veces del gozo jubiloso de los cristianos, pese a que antes deben mostrar todavía «un poco» su constancia en las pruebas. Con esto no se entiende, como pudiera parecer obvio, un gozo futuro en la gloria eterna, sino una alegría radiante realizada ya aquí en la tierra 11. Este saltar de júbilo se debe en primer lugar al conocimiento que se tiene de la salvación, la cual, aunque oculta, está ya a nuestra disposición, y también el gozo anticipado por el encuentro con Cristo, al que ahora ya vemos en cierta manera, aunque solamente con los ojos de la fe. Este gozo que se da ya en la tierra se puede comparar en cierta manera con la felicidad eterna como la alegría anticipada de los niños el 24 de diciembre con el júbilo de la nochebuena. Como esa alegría anticipada es ya una alegría real, así también para nosotros se da en esta tierra verdadera y auténtica alegría. Es un júbilo indescriptible, misterioso, que, a lo más, sólo se puede leer en el brillo de los ojos.

La misma palabra «vibrar de júbilo» usó María cuando pisó el umbral de la casa de Isabel (Luc 1:47), y saltando de júbilo se reunían también los cristianos de la lglesia primitiva en Jerusalén para celebrar la fracción del pan (Hec 2:46). En ambos casos había a la vez preocupaciones, desconocimientos y calumnias por parte del mundo ambiente. Pero parece ser que la alegría irradia con mayor pureza precisamente cuando se ve purificada por la aflicción y las pruebas. La radiante alegría cristiana la vemos reflejada constantemente desde los primeros siglos en los rostros de los santos de todas las épocas. En este pasaje toca san Pedro un punto crucial del cristianismo: la alegría cristiana en medio de la misma adversidad. La imagen del hombre que aquí se nos muestra es ya la realización de lo que Jesús anunció en las bienaventuranzas en el sermón de la Montaña (Mat 5:3-12).

El anuncio anterior de una «herencia incorruptible» (Mat 1:4) parece quedar un tanto desvirtuado por la circunstancia de que aquí sólo se habla de la salvación de las almas. Pero la Sagrada Escritura no entiende por alma, como nosotros, algo puramente espiritual, incorpóreo, sino que para ella es el alma el «yo», la persona entera. Esta «alma» quiere, por ejemplo, san Pedro «entregar» por Cristo (Jua 13:37 *). Se trata por tanto de la realización y satisfacción de la persona entera, de su vivificación, de su salvación y conservación eterna por Dios. Pero no se trata de la salvación del alma, sino de la «salvación de vuestras almas» (plural), puesto que la gloria eterna de los elegidos de Dios sólo es posible en unión con Cristo y en la comunión de sus santos.

……………

9. Cf. 3,22; 4,11; 5,4.

10. Cf. también 5,1.

11. Cf. la oración sobre las ofrendas en la octava de Pascua: «Recibe, Señor, las ofrendas de tu Iglesia exul- tante de gozo, y pues nos diste motivos de tanta alegría, concédenos también la felicidad eterna.

* En el texto original griego psykhe, que en este pasaje de Jn suele traducirse por «vida». Nota del traductor.

………………….

3. ACCIÓN DE GRACIAS POR LA COOPERACIÓN DEL ESPÍRITU (1/10-12).

10 Acerca de esta salvación indagaron y escudriñaron profetas que predicaron la gracia a vosotros destinada. 11 Ellos investigaban a qué tiempo y a qué circunstancias se refería el Espíritu de Cristo que estaba en ellos y que testificaba de antemano los padecimientos reservados a Cristo y la gloria que a éstos seguiría. 12a y les fue revelado que, no a sí mismos, sino a vosotros servían con este mensaje que ahora os anuncian los que os evangelizan por medio del Espíritu Santo enviado del cielo.

Aquí se eligieron dos verbos casi de idéntico contenido para describir el laborioso y anheloso meditar durante noches enteras, de los hombres de Dios del Antiguo Testamento, aquel escudriñar en oración las Sagradas Escrituras. Tenían puestos los ojos en el tiempo de la salvación mesiánica, en eso que en el pasaje precedente se ha descrito como la salvación cristiana.

Merece notarse que la palabra «profetas» no va precedida de artículo. El autor no piensa únicamente en algunos profetas determinados y conocidos por sus nombres, sino también en otros muchos santos varones que «día y noche» (Sal 1:2) meditaban la ley del Señor 12. Precisamente porque en el Antiguo Testamento se había revelado desde un principio un tiempo venidero de gracia, se procuraba una y otra vez escudriñar el misterioso cuándo. Cuanto más se acercaba la plenitud de los tiempos, tanto más insaciable era el deseo de ver con claridad. Y se tenía la convicción de que la investigación de las Sagradas Escrituras proféticas era un «preparar» espiritualmente «los caminos del Señor» a quien se aguardaba. Las palabras del libro de Henoc del siglo II a.C. pudieron incluso servir de esquema para nuestro texto: «Yo he meditado no sólo para generaciones presentes, sino para la venidera. Yo hablo acerca de los elegidos y he comenzado sobre ellos mi discurso figurado. El gran Santo dejará su residencia… y aparecerá venido del cielo… Hará paz con los justos y guardará a los elegidos. Gracia reinará sobre ellos y todos ellos pertenecerán a Dios. Gozarán de su complacencia y serán benditos…» (Henoc 1,2-8). Otros muchos textos se podrían citar, que sin excepción documentarían la meditación investigadora de la Sagrada Escritura y el anhelo del Redentor precisamente en los últimos decenios que precedieron a la venida de Cristo. Sólo sobre este fondo vivo, tan próximo a san Pedro, se hace comprensible por qué la referencia al ansia espiritual de los hombres de Dios de otro tiempo y a la realización presente constituye el punto culminante de toda la doxología que sirve de introducción a la carta.

Dos veces se habla del Espíritu en este pasaje y las dos veces resuena todo el misterioso soplo y aliento del hálito de vida de Dios. El Espíritu de Dios que actuaba en los profetas del Antiguo Testamento es el Espíritu de Cristo, y la actividad cristiana de predicación de los apóstoles se efectúa en el Espíritu del Señor, enviado del cielo y conocido por el Antiguo Testamento. Para san Pedro no comenzó la acción de Cristo cuando éste apareció en Galilea 13. En tal visión aparece el Antiguo Testamento ligado con el Nuevo como con un arco de puente de gran envergadura. Cristo fue quien envió aquel Espíritu que habló en los profetas, y él es también ahora aquel en cuyo nombre derramó el Padre su Espíritu sobre la Iglesia primitiva el día de pentecostés. Entonces, la primera mañana de pentecostés, fue también san Pedro quien anunció a la multitud: El Espíritu de Dios profetizado por Joel es el Espíritu Santo, al que Cristo había prometido enviar (Hec 2:33).

En estas palabras se destacan dos verdades del símbolo de fe de los apóstoles: en primer lugar, la creencia de que el Espíritu Santo había hablado al mundo por los profetas desde los tiempos más remotos, pero luego también la creencia de que este Espíritu no es sólo el hálito del Padre, sino también el del Hijo. La vida de los cristianos se ve a la vez incorporada a esta corriente del Espíritu de Dios que obra misteriosamente.

En el camino de Emaús habla Cristo de los padecimientos y de la gloria del Mesías que se podían reconocer en los escritos de los profetas (Luc 24:26). El caso más claro de esto es sin duda el capítulo 53 del profeta Isaías. Allí se pinta en primer lugar claramente la pasión del servidor de Dios, cómo es maltratado, cómo entrega su vida como víctima expiatoria por las culpas (Isa 53:1-11). Pero luego se habla inmediatamente de su glorificación: «Por eso le entregaré yo las muchedumbres, y se repartirá el botín con los poderosos, por haberse entregado él mismo a la muerte» (Isa 53:12). La muerte y la glorificación son inseparables en la imagen del servidor de Dios.

Lo que subyuga en esta visión es la asociación de la imagen del Señor glorificado y del Señor que sufre 14. Nosotros debemos tener parte en sus padecimientos para tener también participación en su gloria (Isa 4:13). En conocer y reconocer el sufrimiento se funda el carácter realista de la carta, la cual descubre, en la vida del cristiano, la cruz con toda sobriedad, sin ningún género de ilusiones. Ahora bien, precisamente en el hecho de no separar nunca la cruz de la gloria del Resucitado se muestra su gozoso optimismo, sus elevados sentimientos cristianos…

……………

13. Entre los monjes veterotestamentarios del mar Muerto se dice explícitamente que por lo menos uno de ellos debe ocuparse constantemente, día y noche, en la lectura espiritual de la Escritura: IQS VI, 6-8. 13. También en otros pasajes del Nuevo Testamento se habla de la existencia y acción de Cristo ya en el antiguo Israel: 1Co 10:4 (como roca); Hab 11:26 (los vituperios de Cristo); Jua 12:41 (la gloria de Cristo).

14. Cf. 2,21-25; 3,18-22.

……………

12b Y aun los ángeles se inclinan con anhelo por contemplar este mensaje.

A Pedro, dominado por la grandiosidad de los designios redentores que hay en el Dios uno y trino, le aparece todo este acontecer de salvación como un espectáculo para el cielo. Así cierra su himno de acción de gracias que había comenzado en 1, 3 del texto de la carta, con esta afirmación: Hasta los ángeles ansían contemplar esta admirable etapa de la historia salvífica de Dios. En la primera carta a los Corintios nos encontramos con un cuadro parecido. Allí habla san Pablo de las fatigas y luchas de la vida apostólica, que vienen a ser como una representación en el anfiteatro romano, en la que los ángeles están sentados en el gran círculo de los espectadores (1Co 4:9). Aquí no se concibe a los ángeles como espectadores en las filas de un teatro, sino que se los describe como mirando del cielo a la tierra. La celestial superioridad de los ángeles y la distancia entre nuestro mundo y el suyo aparece mayor en esta imagen; pero al mismo tiempo es más viva la sensación de su constante interés incluso en la vida de todos los días. El objeto al que dirigen los ángeles su mirada desde lo alto no es una injusticia sangrienta «que clama al cielo», ni tampoco exclusivamente el servicio litúrgico, sino la entera vida cristiana, oculta o incomprensible al mundo pagano circundante, o, para decirlo con más profundidad y verdad: «los sufrimientos y la gloria» de Cristo, que pervive en su Iglesia…

II. LA VIDA DE LOS CRISTIANOS. VERDADERO éXODO DE ISRAEL (,10).

Del gozo agradecido por nuestra redención se desprenden exigencias morales. éstas se exponen en las imágenes del éxodo de Israel de Egipto en estrecha conexión con la instrucción bautismal de la primitiva Iglesia.

1. PRIMERA RECOMENDACIÓN: ARMAOS DE ESPERANZA (1/13).

13 Por lo cual, ceñíos los lomos de vuestra mente; sed sobrios y poned toda vuestra esperanza en la gracia que os llegará cuando Cristo se manifieste.

Tras el júbilo y el entusiasmo domina de repente un tono muy distinto. Precisamente por razón de la salud que se nos ha otorgado debemos ser sobrios. En el cristianismo deber ir de la mano el júbilo y la sobriedad. El gozo del Espíritu Santo es una «ebriedad sobria», que se distingue esencialmente de todo entusiasmo de religiones y cultos no cristianos. El gozo supraterreno, reposado, del Espíritu Santo hace al hombre interiormente fuerte para que pueda emprender un gran quehacer de la vida. Por esta razón la primera exhortación enlaza mediante «por lo cual» con el versículo precedente: Ya que vosotros ahora sois fuertes en este gozo, ceñíos, poned haldas en cinta. Y a la vez sed sobrios. Esta última palabra subraya todavía la idea del fortalecimiento y de la preparación para luchar y dar buena prueba de sí…

En la imagen de ceñirse, surge ante nuestros ojos aquella noche sagrada, en la que una comunidad se aprestó por primera vez para una gran expedición: «Habéis de comerlo así: ceñidos los lomos, calzados los pies…» (Exo 12:11). Con esta imagen se da enérgicamente ese tono fundamental que había sonado ya suavemente en 1,2 y que de aquí en adelante dominará toda la sección que se extiende hasta 2,10: el motivo del éxodo del pueblo de Israel de Egipto. Pero la imagen tiene sentido no sólo con vistas a una expedición. También para el trabajo se alzaba la ropa en la antigüedad, como lo muestran numerosas representaciones romanas de esclavos que trabajan. También Cristo, como pastor que trabaja, fue representado desde los primeros tiempos con la túnica remangada. A él debemos mirar, cada día y en nuestro ajetreo anormal».

Se trata, naturalmente, de una lucha, de un trabajo y de una marcha espiritual. Por ello san Pedro habla, con una imagen atrevida, de un ceñirse «la mente». Se refiere al entero querer del hombre, a sus más profundas fuerzas motrices. Estas deben movilizarse para un camino de la vida en el que el caminante se ve movido por la esperanza que tiene puesta en la meta, a saber, la segunda venida del Señor.

2. SEGUNDA RECOMENDACIÓN: SED SANTOS (1/14-16)

14 Como hijos obedientes, no os amoldéis a las pasiones que teníais cuando estabais en vuestra ignorancia; 15 sino, como es santo el que os llamó, sed también santos en toda vuestra conducta; 15 porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo.

A la imagen de ceñirse se añade ahora, en el texto original, la del camino de vuelta. Porque el concepto griego que hemos traducido por «conducta» dice más que los nuestros. Abarca además de lo que nosotros expresamos con este término «conducta» o modo de proceder en la vida, la idea de «marcha atrás», de «retroceso» o de «regreso». Así en la Escritura dice siempre a la vez algo de esa marcha atrás, que es un regreso a Dios de tierra extranjera. Una imagen de nuestro regreso a la casa paterna procedentes de la tierra del pecado, una imagen de nuestro esfuerzo moral, era la vuelta del pueblo de Israel de Egipto a la tierra prometida.

Dado que todo pecado es en definitiva desobediencia, la vuelta de la tierra del pecado al Dios santo sólo puede efectuarse con la obediencia, con el prestar oído a la voz del Padre que llama. Los caminantes que se han puesto en marcha son interpelados como hijos obedientes. Este obedecer comienza para los cristianos el día mismo de su bautismo. Ahora deben ya seguir el llamamiento de Dios y marchar por sus caminos aun en el caso en que según su propio modo de pensar o por temores humanos preferirían elegir otros derroteros.

Cada cual quiere significar algo en el mundo, por lo cual en su modo de vida, en sus diversiones, en sus gastos de lujo y de pasatiempos se amolda al espíritu de la época. Esta forma anterior de vida, en la que lo que importaba en primer lugar era representar algún papel ante los demás, deben abandonarla los destinatarios directos de la carta, que del paganismo habían venido a Cristo, pero también nosotros, que distamos bastante de vivir realmente como cristianos. La carta no permite la menor duda de que nosotros, a pesar de nuestra buena voluntad de colaborar en el sector social y político del ambiente en que vivimos (cf. 2,13-17), debemos distinguirnos de nuestro ambiente en muchas cosas, incluso en algunas que parecen puramente externas. El tema de la condición de peregrinos, que se dejaba oír ya en el encabezamiento (1,1), se percibe aquí con toda claridad 15.

La vida anterior de los cristianos en la incredulidad la concibe aquí san Pedro como tiempo de la ignorancia. Está convencido de que todo el que quiera conocer el verdadero ser de Dios, debe modificar su forma de vida, su conducta. El conocimiento de Dios significa con frecuencia en la Escritura lo mismo que la adoración de Dios, la cual halla su expresión no sólo en el culto, sino ante todo en la santificación de la vida.

Con esto hemos llegado al tema capital: Sed santos. Los cristianos de las más variadas condiciones, esos hombres a los que Dios ha llamado a un gran camino, deben santificarse en esta marcha y mediante esta marcha, mediante esta forma de vida. El llamado debe mostrarse digno del que lo llama. Los santos, miembros del pueblo de Dios, fueron los que huyeron de Egipto para estar cerca de Dios. Dios es el santo por antonomasia, el inaccesible, el segregado, el puro que irradia pureza, cuyo símbolo son la luz y el fuego. Está segregado de todo lo no divino e impuro. El empeño del judaísmo tardío, sobre todo en los círculos sacerdotales, expresado en sus prescripciones de segregación y de pureza legal, sólo se comprende en este marco: el pueblo debe estar en consonancia con el Dios completamente otro, completamente puro, completamente segregado, y hacerse digno de servirle en su presencia.

La carta del apóstol cita literalmente el comienzo de la ley de santidad en el capítulo 19 del Levítico. Aquí vuelve a ponerse en vigor para los creyentes de la nueva alianza. Una vez que Israel, al tercer mes de su salida de Egipto, hubo alcanzado el desierto del Sinaí, acampó al pie de la montaña de Dios. Moisés, en cambio, subió al monte y Dios le habló: «Habla a toda la asamblea de los hijos de Israel y diles: Sed santos, porque santo soy yo, Yahveh, vuestro Dios» (Lev 19:2). Una explicación rabínica pone de manifiesto el sentido más profundo de este precepto: «Cuando os santificáis os lo tomo en cuenta como si me santificarais a mí, y cuando no os santificáis os lo tomo en cuenta como si no me santificarais a mí.» Así esta exhortación responde a la gran petición que Jesús nos recomienda en primer lugar: «Santificado sea el tu nombre» (Mat 6:9).

En una mirada retrospectiva a estos versículos (Mat 1:14-16) podemos hacer la siguiente recapitulación: A los peregrinos elegidos, a los que Pedro exhortó a ceñirse llenos de esperanza para la marcha (Mat 1:13), se les propone la meta de la marcha: ese santuario que representa la propia santidad. Este santificarse es por parte del hombre una manera agradecida de asimilarse filialmente a Dios después de desprenderse de la impiedad, por lo cual representa la mayor alabanza que tributamos a Dios no sólo con palabras, sino también con obras. Es el más bello quehacer de nuestra vida. Lo especial está en el camino que indica Pedro para llegar a esta meta: desprenderse de los viejos apetitos, incluso de los propios deseos, y seguir obedientes los caminos de Dios: Como hijos obedientes, sed santos.

……………

15.Cf. también 2,11s; 4,2-4.

…………………

3. TERCERA RECOMENDACIÓN: VIVID PRONTOS A OBEDECER (1/17-21).

17 Y si invocáis como Padre al que, sin acepción de personas, juzga a cada uno según su obra, conducíos con temor en el tiempo de vuestra peregrinación…

De las seis recomendaciones que contiene la sección, sólo esta tercera está estrechamente ligada con la precedente mediante la conjunción «y». En ella se reasumen también, en cuanto al contenido, y se profundizan tres de las ideas allí expuestas: de nuevo se hace presente la relación de filiación, de nuevo se pone todo bajo el signo de la marcha y de la peregrinación, y una vez más se inculca el espíritu de obediencia, pues esto es lo que en el fondo se expresa con el conducirse con temor.

El Antiguo Testamento no posee ningún término especial para expresar la obediencia, sino que menciona esta virtud fundamental 16 con diferentes perífrasis, las más de las veces con la expresión «temor de Dios». Como en el caso del conocimiento de Dios, en el del temor de Dios tampoco se trata ya con frecuencia del comportamiento formulado directamente, o sea del conocer y temer respectivamente, sino de las consecuencias que de ello resultan cuando hay fe viva: de la veneración de Dios, de la voluntad de prestar obediencia a Dios sin la menor resistencia, del deseo de cumplir plenamente la voluntad de Dios.

Hemos visto anteriormente que el precepto de la santificación traía a la memoria las palabras del Señor: «Santificado sea el tu nombre.» Aquí, en cambio, la recomendación de conducirse con temor hace pensar espontáneamente en la tercera petición del Señor: «Hágase tu voluntad.»

No hay nada de arbitrario en poner nuestro texto en conexión con el padrenuestro. No sólo una vez, digamos en el momento del bautismo, deben los cristianos invocar solemnemente a Dios como «Padre», sino que una y otra vez, hasta a diario, deben llamar a Dios su Padre en la oración 17. Aquí no se pone precisamente ante los ojos la imagen del Padre celestial que Jesús trazó al pueblo en las parábolas en el lago de Tiberíades, sino más bien la imagen veterotestamentaria del Padre. Allí es el padre de familia la autoridad que da órdenes y que enseña a los hijos la ley de Dios. Ya al comienzo mismo de la carta (1,2) se había hecho visible esta gran imagen de un Padre omnisciente y omnipotente, que se mantiene por tanto en vigor también en el cristianismo. Es éste el Padre al que la Iglesia tiene presente en la mayoría de sus oraciones litúrgicas…

El deseo de cumplir cada día, mediante las obras, la voluntad de Dios se hace especialmente comprensible por el hecho de que Dios no mira lo exterior, las bellas palabras, sino el cumplimiento callado -con frecuencia ignorado incluso por los otros- del deber en la vida de todos los días. No puede caber la menor duda de que para Pedro sólo cuentan ante Dios los creyentes cuya fe se muestra en las obras 18. Téngase a la vez en cuenta que en el texto no se usa el plural: no se dice que Dios juzga a cada uno «según sus obras» (en plural), sino «según su obra» (en singular). La vida entera es una gran obra, y el trabajo sobre uno mismo no constituye la parte más pequeña de esta obra.

……………

16. Cf. el relato del paraíso y la vocación de Abraham (,24; Gen 12:1-9).

17. A más tardar a comienzos del siglo II está ya documentada por escrito la costumbre de la primitiva Iglesia de recitar tres veces al día la oración dominical: Didakhe 8,3.

18. Cf. por ejemplo, Mat 16:27; 2Co 5:10; 2Co 11:15; Gal 5:6; Rev 2:23.

……………

18…sabiendo que habéis sido rescatados de vuestra vana manera de vivir, recibida de vuestros padres, no con cosas corruptibles, plata u oro, 19 sino con sangre preciosa, como de cordero sin defecto ni tacha, la de Cristo,…

Durante el tiempo en que nos hallamos en país extraño y sin patria, en la gran peregrinación de la vida, debe por una parte elevarse nuestra mirada al Padre eterno y justo (de ahí toda nuestra voluntaria y filial sumisión), pero por otra parte debemos también volver nuestro pensamiento al pasado, a la sangre de Cristo que fue derramada por nuestra redención. La especial belleza de este pasaje reside en la palabra sabiendo. La carta no expone prolijamente que de este pensar en la sangre de Cristo ha de resultar un entrañable amor y agradecimiento. Se limita a mencionar los hechos. Tácitamente nos deja que saquemos nosotros las consecuencias. ¿Cuáles son estos hechos?

En primer lugar debemos tener muy presente que hemos sido rescatados de la vana manera de vida recibida de los antepasados. El verbo «rescatar» hace pensar no sólo en la paga del precio de una compra, sino también en la liberación de la miseria y de la ignominia, y ello a costa de la propia persona y de la sangre misma. Como una pobre sirvienta, a la que un señor poderoso ha escogido por esposa, así -con una imagen aplicable a nosotros- fue rescatado Israel de Egipto. En segundo lugar hemos de recordar la sangre del cordero. Israel había gemido en la esclavitud de Egipto, y los destinatarios de la carta bajo la férula del pecado. En otro tiempo, en ocasión de la de las diez últimas plagas, todo Egipto hubo de ser castigado por Dios en sus primogénitos. Para ser perdonado no podía Israel ofrecer a Dios oro o plata. Gratis, no por bienes o dinero, quería Dios liberarlo. El cordero pascual tomó sobre sí el derramamiento de sangre en su lugar para aplacar al Señor: es decir, en lugar de los primogénitos de Israel 19. El ángel pasó por alto las casas en las jambas de cuyas puertas goteaba la sangre del cordero pascual. También nosotros hemos sido rescatados a gran precio.

El cordero sacrificado es para nosotros Cristo. Se hizo semejante al cordero pascual en Egipto 20. Este cordero es sin defecto ni tacha: «sin defecto» se dice de víctima material irreprochable; «sin tacha» se refiere a una cualidad espiritual y moral del hombre. Así la imagen del «cordero sin defecto ni tacha» aparece bajo una doble luz: hace pensar en la figura, el cordero pascual, y también en la calidad espiritual y moral del Crucificado. Irradia toda la belleza corporal y espiritual del Hijo del hombre. Lo que sigue a la palabra «sabiendo» viene a ser cada vez más la razón más profunda del comportamiento en temor de Dios; cada vez, en efecto, se hace visible con más claridad la tremenda prueba de amor por parte de Dios.

……………

19. Cf. Ex 13,1s.15; Exo 4:22; Hab 11:28.

20. Cf. Jua 19:33-36; Exo 12:46

……………

20 …reconocido desde antes de la creación del mundo y manifestado en estos últimos tiempos en atención a vosotros, 21 los que por él creéis en Dios, que lo resucitó de entre los muertos y le dio la gloria, de modo que vuestra fe y vuestra esperanza estén puestas en Dios.

Cristo viene a centrarse todavía más en el campo de nuestras meditaciones. Después de haber hablado de la pasión sangrienta le urge a Pedro hablar también de la resurrección. Cristo en su pasión, y a través de este su sufrimiento expiatorio vicario vino a ser el primero en la resurrección, el que precede victoriosamente a los libertados. En él se cifra la esperanza y la firme seguridad de todos. Bajo la triunfante frase final late la convicción del valor del sufrimiento vicario reconocido por primera vez por Isaías. Sólo puede conducir realmente a la esperanza, a la victoria y a la vida eterna en unión con Dios aquel que tomó sobre sí el pecado que separaba de Dios y despejó el obstáculo constituido por el pecado. Como tal, precisamente en calidad de cordero de Dios, había sido previsto, «reconocido» de antemano Cristo desde toda la eternidad, y manifestado al cumplirse los tiempos, cuando el Bautista dijo de él: «éste es el cordero de Dios» (Jua 1:29.36).

Dios se manifestó en atención a vosotros. Las comunidades cristianas entendían entonces exactamente este «en atención a vosotros», y todavía hoy confiesa la Iglesia apostólica: «Que por nosotros los hombres y por nuestra salvación bajó del cielo… y por nuestra causa fue crucificado…» Cristo vino a ser para el hombre la posibilidad de llegar a la unión con Dios. «Por él» se realizó la salvación: aquí «por» indica tanto el camino del Padre y al Padre (como una puerta), como también la cooperación activa de Cristo. La historia entera de la salvación es referida a Cristo. La posición singular del Padre que «resucitó» y «dio gloria», tan enérgicamente subrayada en esta carta, no merma la posición central y regia de Cristo, del Cordero «degollado», al que rinden homenaje las multitudes (Rev 5:12).

4. CUARTA RECOMENDACIÓN: AMAOS UNOS A OTROS (1/22-25).

22 Después que os habéis purificado con la obediencia a la verdad ordenada a un sincero amor fraterno, amaos de corazón unos a otros intensamente.

La idea de la obediencia, tan decisiva para Pedro, vuelve a aparecer aquí, descrita más en concreto como obediencia a la verdad. El sentido de esta frase es sencillo: en verdadera obediencia 21. Con esto se da a entender un obedecer y un prestar oído a Dios, auténtico y sincero, una vida en que se toman en serio los mandamientos de Dios. La profesión de obediencia en el bautismo no era sino la expresión exterior de esta actitud interior, fundamental que se manifestaba en las obras.

Anteriormente se recomendó la obediencia en la vida cotidiana como el camino mejor y más sencillo para la santificación (Rev 1:14-16). Aquí se dan ya por supuestas estas fatigas de la propia santificación. Pedro escribe: Después que os habéis purificado (de modo que ahora estáis ya purificados). Sigue manteniéndose en el marco de su gran comparación, en la que se contempla la vida de los cristianos como el verdadero éxodo de Egipto. Aquí la palabra «purificar» hace pensar en la purificación ritual del pueblo de Dios antes de su gran hora decisiva junto al Sinaí. De él se refiere que al pie del monte de Dios se purificó, se santificó y se preparó para el encuentro con Yahveh.

La vida conforme al modelo de Cristo, que ve y afronta las dificultades precisamente como voluntad de Dios, es para el cristiano esa purificación y santificación que el Israel del Antiguo Testamento procuraba lograr en el Sinaí con lavatorios y privaciones. Esto significa con frecuencia renuncia y abnegación…

Pero esta purificación se efectúa en «sincero amor fraterno». éste es, en efecto, como la primera voluntad de Dios. El que se ha hecho obediente y avanza por el camino de la santificación, reconoce que todo obrar desemboca en el amor. Cuanto más se vacía uno de sí mismo en la renuncia y la privación, tanto más libre se hace para el amor fraterno. Por eso se dice aquí: los cristianos deben amarse unos a otros intensamente, entrañablemente, amarse con un amor intenso y constante, que esté fundado en el amor de Dios. Tan infatigable y tan poco sujeto a desilusiones como nuestra oración debe ser también nuestro amor.

……………

21. Cf. 2Pe 2:2; «El camino de la verdad» = el verdadero camino = la verdadera practica de la religión.

……………

23 Habéis sido reengendrados, no de una semilla corruptible, sino incorruptible, mediante la palabra viva y eterna de Dios. 24 Porque: «Toda carne es como heno y toda gloria como flor de heno. Secóse el heno y se cayó la flor, 25 mas la palabra del Señor permanece siempre.» Esta es la palabra evangelizada a vosotros.

El presupuesto para la incorporación a la nueva familia como hermanos o hermanas es un renovado nacimiento espiritual, un nuevo empezar a vivir. Una vez se aludió ya en nuestra carta (1,3) a esta hora tan decisiva del nuevo comienzo. También el Israel veterotestamentario había pasado por tal hora, en la que le fue otorgada nueva vida por la palabra del Señor, en el Sinaí. Los antiguos comentaristas entendieron esta hora, no sólo en el sentido de gracia, en cuanto que Israel se mantuvo en vida en cada encuentro con Dios y no fue pulverizado por la fuerza y poder de Dios, sino ante todo en el sentido de que, mediante la alianza con Dios y la ley, le fue otorgada nueva vida.

La situación de los cristianos es comparable con esto. También a ellos los había interpelado Dios poderosamente, también a ellos les alcanzó su palabra cuando entraron por primera vez en contacto con Jesucristo, «palabra viva de Dios» (Heb 4:12). El encuentro del hombre con Cristo es asunto de vida y muerte, como para Israel en el Sinaí. Al que cree y se somete a la ley de Cristo se le otorga por segunda vez la vida.

Muchos textos del cristianismo primitivo muestran que no precisamente el bautismo, sino ya la primera vez que conscientemente oyeron el Evangelio, la buena nueva de la muerte y resurrección de Jesús de Nazaret, fue concebida como regeneración o nuevo nacimiento. Aquí deben los lectores recordar la hora en que por primera vez prestaron atención a la predicación de los mensajeros de la fe y sintieron que la palabra de Dios hería su corazón. Algo de esto se verifica cada vez que prestamos atención a la palabra de salvación y la aceptamos.

El curso de las ideas en esta sección es el siguiente: Cuando oísteis hablar de Jesucristo comenzasteis a ser hombres nuevos. Entonces os esforzasteis también por llevar una vida verdaderamente cristiana y por despojaros de vuestros vicios paganos. Ahora coronad este proceso con un crecimiento en el amor cristiano. La vivencia individual del primer sí y el trabajo, distinto para cada uno, sobre su propio yo deben tener por meta la comunión en el amor, es decir, en definitiva la Iglesia.

La exhortación pasa a un anuncio jubiloso de la amplitud y profundidad de la vida con Cristo, un anuncio que nos habla de la buena nueva. La palabra de Dios procede del libro de la consolación del profeta Isaías (Isa 40:6-8). Toda carne es, en verdad, una pobre hierba flaca, pero Dios es constante y firme. Estas palabras se concluyen con una orden de Dios: Ve a la montaña y alegra a esa carne, anuncia a esa carne, anuncia a esa hierba perecedera la buena nueva. «Ahí está vuestro Dios.» Mirad, el Señor viene con poder. Pero no sólo con poder; viene también como pastor que lleva en sus propios brazos a los débiles corderos (cf. Is 40.9-11).

Y de esta palabra eterna de Dios, de esta promesa de Dios, de venir a los hombres como rey y pastor, dice nuestro versículo final: Esto se ha cumplido en vosotros. Esta es la palabra de Dios que da vida, esta es la palabra que se os ha evangelizado como buena nueva.

Fuente: El Nuevo Testamento y su Mensaje

INTRODUCCIÓN

1. De los doce apóstoles que Jesús llamó, tres fueron escogidos para escribir libros o epístolas inspirados del Nuevo Testamento. Estos tres son Mateo, Juan y Pedro.

2. Pedro continúa cumpliendo en sus dos epístolas el mandamiento que Cristo le dio de apacentar sus corderos y ovejas. (Véase Jua 21:15-17.)

3. El nombre de Pedro aparece 210 veces en el Nuevo Testamento. Él nombre de Pablo aparece 162 veces. Los nombres de todos los demás apóstoles juntos aparecen 142 veces.

4. Pedro ha sido llamado el «apóstol de la esperanza» (véanse 1Pe 1:3; 1Pe 1:13; 1Pe 1:21; 1Pe 3:15). Podríamos entonces clasificar a Pablo como el apóstol de la fe y a Juan como el apóstol del amor.

5. «Sufrimiento» es una de las palabras clave de esta epístola. Esta, o sus equivalentes, se usan dieciséis veces. Seis veces para hablar de los sufrimientos de Cristo y diez veces de los padecimientos de los creyentes. Otra palabra importante es «gracia», que aparece ocho veces.

6. La carta fue probablemente escrita al final de su vida. Se piensa que fue arrestado y juzgado poco después de escribirla; escribió 2 Pedro en el intervalo entre su juicio y ejecución (2Pe 1:13-21).

Debió haber sido escrita sobre el año 64 d.C., o en las vísperas de la persecución ordenada por Nerón. Este emperador murió en el 68 d.C.

7. En 1Pe 5:13 identifica a Babilonia como el lugar desde donde escribió. Se han producido dos teorías principales sobre la ubicación de Babilonia.

a. Es literalmente la Babilonia asentada a orillas del río Éufrates. Esta sería la interpretación natural del pasaje. Además de que la lista de países en 1Pe 1:1, que abarca del Oriente al Occidente, sugiere que el escritor estaba en el Oriente en el momento de escribir.

Vernon McGee escribe: «Había en este tiempo una amplia colonia de judíos en la antigua Babilonia, quienes habían huido de Roma durante la severa persecución de Claudio y en el tiempo en que el sanguinario Nerón estaba en el trono.» (Through the Bible, p. 256.)

Además, los descendientes de los judíos que fueron llevados cautivos por Nabucodonosor todavía vivían en Babilonia y sus alrededores.

b. Se refiere a Roma. Charles Ryrie escribe al respecto:

«El lugar de la redacción fue “Babilonia” (1Pe 5:13), nombre simbólico de Roma, muy usado por escritores que deseaban evitar problemas con las autoridades romanas. Pedro estuvo en Roma durante la última década de su vida y escribió esta epístola hacia el año 63, justamente antes de que estallase en el año 64 la persecución de Nerón. Pedro fue martirizado hacia el 67.» (Biblia de estudio Ryrie, p. 1748.)

Se argumenta, además, que Pedro declara que Marcos estaba con él (1Pe 5:13) cuando la epístola fue escrita. Sin embargo, poco antes de esto Pablo había escrito a Timoteo pidiéndole que fuera a verle a Roma y llevara a Marcos con él (2Ti 4:11).

8. Aparentemente la iglesia estaba afectada por la mundanalidad (1Pe 2:11) en los miembros y por el materialismo en el púlpito (1Pe 5:1-3).

9. Pedro desarrolla la doctrina de Cristo de una manera notable en esta corta epístola. Trata en ella:

a. La encamación de Cristo (1Pe 1:20).

b. Los nombres de Cristo:

(1) Cordero sin mancha (1Pe 1:19).

(2) La principal piedra del ángulo: su relación con las Escrituras (1Pe 2:6).

(3) Piedra preciosa: su relación con los creyentes (1Pe 2:7).

(4) Piedra de tropiezo: su relación con los incrédulos (1Pe 2:8).

(5) Pastor y Obispo de vuestras almas (1Pe 2:25).

(6) El Príncipe de los pastores (1Pe 5:4).

c. Su vida sin mancha y sin contaminación (1Pe 1:19; 1Pe 2:22).

d. Sus sufrimientos y muerte (1Pe 1:11; 1Pe 2:23-24; 1Pe 3:10; 1Pe 4:1; 1Pe 4:13; 1Pe 5:1).

e. Su resurrección (1Pe 3:21-22).

f. Su ascensión (1Pe 3:22).

g. Su presencia en los cielos a la diestra de Dios (1Pe 3:22).

h. Su Segunda Venida (1Pe 1:13; 1Pe 1:17; 1Pe 4:13; 1Pe 5:1; 1Pe 5:4).

10. Pedro también nos da una serie de títulos que describen a los creyentes. Quizá en ningún otro libro del Nuevo testamento hallaremos tantos. Se habla de nosotros como:

a. Hijos obedientes (1Pe 1:14).

b. Niños recién nacidos (1Pe 2:2).

c. Piedras vivas (1Pe 2:5).

d. Sacerdocio santo (1Pe 2:5).

e. Real sacerdocio (1Pe 2:9).

f. Nación santa (1Pe 2:9).

g. Pueblo adquirido (1Pe 2:9).

h. Extranjeros y peregrinos (1Pe 2:11).

i. Cristianos (1Pe 4:16).

j. Justos (1Pe 4:10).

k. Elegidos de Dios (1Pe 1:2).

l. Pueblo de Dios (1Pe 2:10).

m. Oráculos de Dios (1Pe 4:11).

n. Grey de Dios (1Pe 5:2).

11. Se considera generalmente que el Evangelio de Marcos refleja las enseñanzas de Pedro. Sin duda que el joven Juan Marcos había escuchado frecuentemente a Pedro predicar y hablar.

12. Pedro y Juan son los dos únicos escritores del Nuevo Testamento que hablan de Cristo como un Cordero (Jua 1:29; Jua 1:36; Apo 5:6; 1Pe 1:19).

13. Una lectura cuidadosa de 1 Pedro y Efesios muestra más de cien paralelismos en la enseñanza y en el vocabulario.

Notemos:

1 Pedro

Efesios

1Pe 1:3

Efe 1:3

1Pe 1:12

Efe 3:5; Efe 3:10

1Pe 4:11

Efe 3:6; Efe 3:21

1Pe 1:8

Efe 3:8

1Pe 3:9

Efe 4:2

1Pe 4:10

Efe 4:7; Efe 4:11

1Pe 2:2

Efe 4:13; Efe 4:15

Pedro estaba familiarizado con la carta a los Romanos y quizá también con otras epístolas de Pablo (véase 2Pe 3:15-16).

I. La salvación de Dios: los detalles de la soberanía (1Pe 1:1-25).

A. La fuente de nuestra salvación: la Trinidad (1Pe 1:1-2).

1. El Padre nos eligió. «Elegidos según la presciencia de Dios Padre» (v. 1Pe 1:2). Observemos que no se nos dicen las bases de esta elección. Sin embargo, la elección de Dios está basada en su presciencia. Notemos: «Porque a los que antes conoció, también los predestinó…» (Rom 8:29).

Debemos, no obstante, advertir también rápidamente que tanto la responsabilidad del hombre (Jua 3:16; Rom 10:13; Apo 22:17) como la soberanía de Dios (Efe 1:4-5) se enseñan claramente en la Biblia.

Nuestro Señor combina en una sola declaración ambas doctrinas de la elección y el libre albedrío. Veamos sus palabras:

«Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí [esto es elección]; y el que a mí viene, no le echo fuera [esto es libre albedrío]» (Jua 6:37).

2. El Espíritu nos santifica. «En santificación del Espíritu» (1Pe 1:2). Después que hemos sido elegidos, el Espíritu nos separa (el significado de la santificación), nos convence de pecado (Jua 16:8), nos guía a Cristo (Jua 16:13-14).

Esto se alcanza mediante la obediencia del pecador creyente. Se ha dicho que solamente el que cree obedece, y sólo el que obedece cree.

3. El Hijo nos redime. «Y ser rociados con la sangre de Jesucristo» (1Pe 1:2).

Richard De Haan escribe:

«Encontramos las bases para esta declaración en el sistema ceremonial del Antiguo Testamento. En algunos de los rituales la sangre de los animales sacrificados era rociada en áreas especiales. Este rociamiento tenía tres significados diferentes:

1. Primero, hablaba de limpieza. La persona que había sido curada de lepra, por ejemplo, se presentaba ante el sacerdote y era rociado con sangre para indicar que estaba limpio de la enfermedad (Lev 14:1-7).

2. Segundo, este acto se usaba para simbolizar la ratificación del pacto entre Dios y el hombre. Cada vez que Jehová y su pueblo hacían un pacto era sellado mediante el rociamiento de la sangre del animal sacrificado (véase Éxo 24:3-8).

3. Tercero, la aplicación de la sangre designaba a ciertos artículos del tabernáculo o del templo como apartados para la adoración. A partir de aquel momento aquellos objetos se usaban para el servicio exclusivo al Señor (véase Éxo 29:20-22).» (Good News for Bad Times, p. 15.)

A la luz de todo esto, el trino Dios debe ser bendecido por el creyente (v. 1Pe 1:3). El término griego para «bendito» es eulogetos, que significa «hablar bien de». De aquí nos viene nuestra palabra elogiar. Se espera, pues, que el hijo de Dios hable bien del trino Dios; al hacerlo así «bendecimos» a Dios. Notemos su reacción:

«Entonces los que temían a Jehová hablaron cada uno a su compañero; y Jehová escuchó y oyó, y fue escrito libro de memoría delante de él para los que temen a Jehová, y para los que piensan en su nombre» (Mal 3:16).

B. Las bendiciones de nuestra salvación (1Pe 1:3-4).

1. Una esperanza viva. «Según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva» (1Pe 1:3). Pedro menciona en su epístola tres cosas vivas:

a. Una esperanza viva (1Pe 1:3).

b. La palabra viva (1Pe 1:23).

c. Una piedra viva (1Pe 2:4).

2. Un hogar permanente. «Para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para nosotros.»

a. Este hogar (herencia) es perfecto (incorruptible).

b. Este hogar es puro (incontaminado).

c. Este hogar es permanente (inmarcesible).

C. Las pruebas en nuestra salvación (1Pe 1:5-9).

«En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo» (vv. 1Pe 1:6-7).

Pedro habla de cuán preciosa es la prueba de nuestra fe. En su epístola también se refiere a la sangre preciosa (1Pe 1:19), una piedra preciosa (1Pe 2:4; 1Pe 2:6-7), un espíritu afable y apacible (1Pe 3:4). Todas estas cosas, dice Pedro, son preciosas. Añade dos más en su segunda epístola: «Una fe igualmente preciosa» (1Pe 1:1) y «preciosas y grandísimas promesas» (1Pe 1:4).

El doctor Kenneth Wuest escribe lo siguiente en relación con el versículo 1Pe 1:7 :

«Pedro nos está diciendo que la aprobación de nuestra fe es mucho más preciosa que la aprobación del oro, aunque el oro se prueba por medio del fuego…. La imagen aquí es la de los antiguos orfebres que ponían el oro bruto en el crisol, sometiéndolo al fuego intenso hasta que se fundía y se formaba una masa líquida. Las impurezas se concentraban entonces en la superficie y eran retiradas. Cuando el orfebre era capaz de verse reflejado nítidamente en la superficie del líquido lo retiraba del fuego, pues sabía que ya era oro puro. Así es con Dios y su hijo. Nos pone en el crisol del sufrimiento, y en el proceso el pecado es gradualmente eliminado de nuestras vidas, nuestra fe es purificada de la escoria de la incredulidad que con tanta frecuencia se mezclan, y el resultado es el reflejo del rostro de Cristo Jesús en el carácter del cristiano. Esto es lo que Dios el Padre desea ver sobre todas las cosas en nosotros. Ser semejantes a Cristo es el ideal de Dios para sus hijos. El sufrimiento cristiano es uno de los medios más eficaces para alcanzar ese fin.» (First Peter in the Greek New Testament, p. 27.)

D. Los profetas del Antiguo Testamento y nuestra salvación (1Pe 1:10-12). Estos extraordinarios versículos nos declaran lo siguiente:

1. Los profetas del Antiguo Testamento (como Isaías) no siempre entendieron sus profecías inspiradas acerca del futuro Mesías.

2. Cuando procuraron saber se les dijo que las predicciones serían sólo entendidas en una fecha posterior (en el tiempo del Nuevo Testamento). Nuestro Señor se refirió a esto durante su ministerio terrenal mientras hablaba con sus discípulos.

«Porque de cierto os digo, que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron» (Mat 13:17).

Debemos notar especialmente el versículo 1Pe 1:11 del capítulo 1. Todas las profecías bíblicas concernientes al Señor Jesucristo (el autor de nuestra salvación) se resumen en esta corta frase: «Los sufrimientos de Cristo, y las glorias que vendrían tras ellos.»

Pedro conecta aquí la Primera Venida de Cristo (los sufrimientos) con su Segunda Venida (la gloria). Este es, en pocas palabras, un panorama del propósito, plan y programa del Dios todopoderoso. Notemos este bello bosquejo a medida que lo trazamos por medio de la Palabra de Dios:

a. Los sufrimientos: un Bebé envuelto en pañales (Luc 2:12). La gloria: un Rey vestido de ropas reales (Sal 93:1).

b. Los sufrimientos: un viajero cansado (Jua 4:6). La gloria: un Dios que no se cansa ni desfallece (Isa 40:28-29).

c. Los sufrimientos: no tenía dónde recostar su cabeza (Luc 9:58). La gloria: será heredero de todo (Heb 1:2).

d. Los sufrimientos: fue rechazado por Israel (Jua 1:11). La gloria: será aceptado por todas las naciones (Isa 9:6).

e. Los sufrimientos: hombres impíos tomaron piedras para arrojárselas (Jua 8:59). La gloria: los impíos clamarán a los montes y a las peñas que caigan sobre ellos para ocultarse de su presencia (Apo 6:16).

f. Los sufrimientos: un humilde Salvador, familiarizado con el dolor (Isa 53:3). La gloria: el Dios todopoderoso ungido con el óleo de alegría (Heb 1:9).

g. Los sufrimientos: fue vestido con un manto escarlata de mofa (Luc 23:11). La gloria: irá vestido con ropas teñidas de la sangre de sus enemigos (Apo 19:13).

h. Los sufrimientos: lo golpearon en la cabeza con una caña (Mat 27:30). La gloria: regirá a las naciones con vara de hierro (Apo 19:15).

i. Los sufrimientos: soldados malvados doblaron su rodilla para burlarse de Él (Mar 15:19). La gloria: toda rodilla se doblará ante El y todos lo reconocerán (Flp 2:10).

j. Los sufrimientos: llevó una corona de espinas (Jua 19:5). La gloria: llevará una corona de oro (Apo 14:14).

k. Los sufrimientos: sus manos fueron traspasadas con clavos (Jua 20:25). La gloria: llevará en su mano una hoz aguda (Apo 14:14).

l. Los sufrimientos: sus pies fueron traspasados con clavos (Sal 22:16). La gloria: sus pies se afirmarán sobre el monte de los Olivos (Zac 14:4).

m. Los sufrimientos: no tuvo belleza ni esplendor (Isa 53:2). La gloria: será hermoso (Sal 27:4).

n. Los sufrimientos: entregó su espíritu (Jua 19:30). La gloria: vive para siempre (Apo 1:18).

ñ. Los sufrimientos: fue puesto en una turnba (Mat 27:59-60). La gloria: se sentará en su trono (Heb 8:1).

E. Los santos ángeles y nuestra salvación (1Pe 1:12).

«Cosas en las cuales anhelan mirar los ángeles.» Uno de los logros de nuestra salvación es servir como lección objetiva para los ángeles del cielo. Ellos no experimentan nuestra redención, pero están intensamente interesados en observarla. Los siguientes pasajes lo muestran claramente:

«Y yo Daniel miré, y he aquí otros dos que estaban en pie, el uno a este lado del río, y el otro al otro lado del río. Y dijo uno al varón vestido de lino, que estaba sobre las aguas del río: ¿Cuándo será el fin de estas maravillas?» (Dan 12:5-6).

«Porque según pienso, Dios nos ha exhibido a nosotros los apóstoles como a postreros, como a sentenciados a muerte; pues hemos llegado a ser espectáculo al mundo, a los ángeles y a los hombres» (1Co 4:9).

«Para que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora dada a conocer por medio de la iglesia a los principados y potestades en los lugares celestiales» (Efe 3:10).

F. Las demandas de nuestra salvación (1Pe 1:13-17). A fin de estar a la altura de esta gloriosa salvación, Pedro exhorta al creyente a:

1. «Ceñid los lomos de vuestro entendimiento.» Pedro lo repetirá en su segunda carta: «Amados, esta es la segunda carta que os escribo, y en ambas despierto con exhortación vuestro limpio entendimiento» (2Pe 3:1).

Este ceñirse los lomos nos recuerda una práctica de las gentes del Antiguo Testamento que llevaban aquellas túnicas largas. Un cinturón sujetaba la túnica en la cintura. Cuando llegaba el momento de tener que moverse con rapidez, se subían la túnica y se la sujetaban a la cintura. De esta manera se ceñían los lomos y estaban listos para la acción.

2. Sed sobrios.

3. Esperad por completo en la gracia de Dios.

4. No os volváis a vuestro antiguo estilo de vida.

5. Sed santos (separados) en toda vuestra manera de vivir.

6. Conducíos en temor (un temor reverente de no desagradar al Salvador).

G. El tremendo costo de nuestra salvación (1Pe 1:10-22).

«Sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación» (vv. 1Pe 1:18-19).

H. El método de nuestra salvación (1Pe 1:23-25).

«Siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre. Porque: Toda carne es como hierba, y toda la gloria del hombre como flor de la hierba. La hierba se seca, y la flor se cae; mas la palabra del Señor permanece para siempre. Y esta es la palabra que por el evangelio os ha sido anunciada» (vv. 1Pe 1:23-25).

II. La salvación de Dios: Los deberes de los santos (1Pe 2:1-25; 1Pe 3:1-13).

A. Los deberes en relación con las Escrituras (1Pe 2:1-2).

«Desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación» (1Pe 2:2).

La palabra «desear» habla de un anhelo intenso. David tenía ese deseo por la Palabra de Dios.

«El temor de Jehová es limpio, que permanece para siempre; los juicios de Jehová son verdad, todos justos. Deseables son más que el oro, y más que mucho oro afinado; y dulces más que miel, y que la que destila del panal» (Sal 19:9-10).

La nación de Israel no había mostrado deseo por la Palabra de Dios en el Antiguo Testamento. De manera que cuando el Hijo de Dios apareció lo vieron de la misma manera.

«… le veremos, mas sin atractivo para que le deseemos» (Isa 53:2).

La expresión «no adulterada» significa «pura», es decir, sin mezcla de ninguna clase. Apo 14:10 es un pasaje similar que trata de la ira pura, no adulterada, de Dios durante la tribulación.

B. En relación con el Salvador (1Pe 2:3-8). Deben ver al Salvador como la Piedra preciosa de Dios. La palabra «piedra» aparece cinco veces, y «preciosa» la encontramos tres veces en estos versículos. Notemos los varios usos de esta analogía del Redentor como piedra como se le describe en la Biblia.

1. Él es la peña golpeada de la que todos beberán (Éxo 17:6; 1Co 10:4; Jua 4:13-14; Jua 7:37-39).

2. Él es la piedra preciosa para todos aquellos que han bebido (1Pe 2:3; 1Pe 2:7).

3. Él es la principal piedra del ángulo para la Iglesia (Efe 2:20).

4. El es la piedra de tropiezo para los judíos en su Primera Venida (Rom 9:32-33; 1Co 1:23).

5. Él es la primera piedra para los judíos en su Segunda Venida (Zac 4:7).

6. Él es la piedra desmenuzadora, no cortada por mano humana, para los poderes del mundo gentil en su Segunda Venida (Dan 2:34).

7. Él es la piedra quebrantadora de juicio para todos los incrédulos (Mat 21:44).

Pedro dice (1Pe 2:4) que esta gran piedra fue «desechada» por Israel. Esta palabra quiere decir «probada y después repudiada». Después de tenerle presente y examinarle durante treinta y tres años, Israel lo «desechó». Él no era lo que estaban esperando en un Mesías.

Notemos, además, la declaración del apóstol en 1Pe 2:6 :

«Por lo cual también contiene la Escritura: He aquí, pongo en Sion la principal piedra del ángulo….» Aquí tenemos un cumplimiento de la promesa de Cristo en Mat 16:16; Mat 16:18. Pedro no era el fundamento, sino Cristo. Finalmente (veamos 1Pe 2:5), todos los creyentes somos «piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo.» (Véase también Apo 1:6.)

C. En relación con el cuerpo de Cristo (1Pe 2:9-10).

1. Servir como sacerdotes de Dios. «Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido» (1Pe 2:9 a).

El Israel del Antiguo Testamento tenía un sacerdocio, pero la Iglesia es un sacerdocio. La Biblia Anotada de Scofield nos ofrece el siguíente excelente resumen del sacerdocio:

a. «Antes de la proclamación de la ley, el que era cabeza de la familia ejercía también las funciones sacerdote para los suyos (Gén 8:20; Gén 26:25; Gén 31:54).

b. Cuando la ley fue propuesta, la promesa divina para la perfecta obediencia a dicha ley fue que Israel sería para Dios “un reino de sacerdotes” (Éxo 19:6); pero Israel violó la ley, y Dios limitó el oficio sacerdotal a la familia de Aarón, designó a la tribu de Leví para que asistiera a los sacerdotes Aarónicos e instituyó de esta manera un sacerdocio que es típico del sacerdocio que ejerce el cristiano (Éxo 28:1).

c. En la dispensación de la gracia, todos los creyentes son incondicionalmente constituidos “reyes y sacerdotes” (1Pe 2:9; Apo 1:6), una distinción que Israel no logró obtener por medio de obras. El sacerdocio del creyente es, por lo tanto, un derecho de nacimiento, así como cada descendiente de Aarón nacía para ser un sacerdote (Heb 5:1).

d. El principal privilegio de un sacerdote es el tener acceso a Dios. Bajo la ley sólo el Sumo Sacerdote podía entrar en “el lugar santísimo”, y esto una sola vez al año (Heb 9:7). Pero cuando Cristo murió, el velo, que es un tipo del cuerpo de Cristo (Heb 10:20), fue roto, de modo que ahora los sacerdotes neo testamentarios, que son todos los creyentes, tienen acceso a Dios en el lugar santísimo, al igual con Cristo, el Sumo Sacerdote (Heb 10:19-22).» (Biblia Anotada de Scofield, pp. 12691270.)

e. En el ejercicio de su función sacerdotal, el sacerdote neotestamentario es:

(1) un sacrificador que ofrece un cuádruple sacrificio:

(a) su propio cuerpo (Rom 12:1; Flp 2:17; 2Ti 4:6; 1Jn 3:16; Stg 1:27);

(b) alabanza a Dios, «el fruto de labios que confiesan su nombre», que ha de presentarse a El «de continuo» (Heb 13:15, V.M.; Éxo 25:22 : «y hablaré contigo de sobre el Propiciatorio»);

(c) sus bienes (Heb 13:16; Rom 12:13; Gál 6:6; Gál 6:10; 3Jn 1:5-8; Heb 13:2; Heb 13:16; Gál 6:10; Tit 3:14);

(d) su servicio, esto es, «hacer el bien» (Heb 13:16).

(2) Un intercesor (Col 4:12; 1Ti 2:1).

2. Brillar como faros de luz.

«Para que anuncies las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable» (1Pe 2:9 b).

D. En relación con el gobierno (1Pe 2:11-17).

1. Cumplir fielmente. «Manteniendo buena vuestra manera de vivir entre los gentiles» (1Pe 2:12).

2. Ser obedientes. «Por causa del Señor someteos a toda institución humana» (1Pe 2:13). Esto se refiere a todas aquellas ordenanzas que no contradicen la Biblia (Hch 5:29).

E. En relación con sus trabajos (1Pe 2:18-20).

«Criados, estad sujetos con todo respeto a vuestros amos; no solamente a los buenos y afables, sino también a los difíciles de soportar» (1Pe 2:18).

F. En relación con los sufrimientos (1Pe 2:21-25).

«Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas» (1Pe 2:21).

«La palabra “dejándonos” significa literalmente “dejando atrás”.

Cuando Pedro usó la palabra que aquí traducimos por “ejemplo” echó mano de sus recuerdos infantiles para hacer una ilustración. El término significa literalmente “copiar debajo de”. Era usada para palabras que se les daba a los niños para que las copiaran, como un ejercicio escrito y para ayudarles a aprender verdades morales. Algunas veces se usaba en relación con escribir sobre letras que ya estaban trazadas … como es el caso de los niños que con aplicación y esmero siguen los modelos escritos de sus maestros y así aprenden a escribir. De igual modo, los santos deben, mediante esfuerzo laborioso y buena aplicación, ser semejantes al Señor Jesucristo en sus propías vidas personales.» (First Peter in the Greek New Testament, p. 67.)

Ese es el gran ejemplo del Salvador sufriente. Nuestro Señor sufrió de manera inocente, virtuosa y confiada. Cuando lo insultaban no respondía con insultos. Cuando lo hicieron sufrir no amenazaba. ¿Qué es lo que entonces hizo? «Encomendaba la causa al que juzga justamente» (1Pe 2:23).

Notemos especialmente la declaración de Pedro: «Y por cuya herida fuisteis sanados» (1Pe 2:24). ¿Hay sanidad física en el sacrificio de Cristo? Según Mat 8:16-17 eso fue predicho por Isaías (Isa 53:4) y se cumplió durante el ministerio terrenal de Cristo. Pero en 1Pe 2:1-25 el apóstol vincula claramente las heridas de Cristo con la sanidad de nuestras almas, no de nuestros cuerpos.

Kenneth Wuest escribe:

«La palabra “herida” en el griego presenta un cuadro de nuestro Señor con la espalda herida por los azotes que sufrió de manos de los soldados romanos. Los romanos usaban un látigo compuesto de tiras de cuero al que se ataban en las puntas pequeñas piezas de metal o de hueso puntiagudos. Los malhechores condenados a morir crucificados eran generalmente azotados antes de ser ejecutados. La víctima era desnudada hasta la cintura y luego atada, encorvada y con las manos atadas sujetas a la espalda, a un poste o columna. El cuerpo quedaba terriblemente herido. Los mártires cristianos de Esmirna, en el 155 d.C., fueron tan maltratados con los látigos que sus venas se veían, y sus músculos y tendones, y hasta los intestinos, quedaban al descubierto. Pedro recordaba el cuerpo de nuestro Señor después del azotamiento, la carne tan maltratada que la forma desfigurada se le aparecía ante sus ojos como una completa magulladura.» (First Peter in the Greek New Testament, p. 69.)

G. En relación con su hogar (1Pe 3:1-7).

1. La esposa creyente (1Pe 3:1-6) está Hamada a:

a. Estar sujeta a su marido.

b. Ser casta.

c. Ser bella interiormente. «Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos» (1Pe 3:3).

Debemos indicar claramente que este versículo no prohíbe a la mujer cristiana ir a la peluquería ni a la joyería. Aquellos que insisten en que sí lo hace tienen un problema aquí, porque Pedro también habla de prendas de vestir. Lo que este pasaje está enseñando es que la mujer creyente no debe vestirse en una mañera exagerada y lujosa. La historia nos cuenta que las mujeres romanas eran muy ostentosas y ridículas en el adorno del pelo. La cabellera era arreglada en capas, entrelazadas entre sí por peines de oro y redecillas. Después que terminaba todo el proceso, muchas permanecían despiertas toda la noche a fin de no estropearse el peinado para las fiestas del día siguiente. Esa ostentosa exhibición externa ya había sido condenada siglos antes por el profeta Isaías (Isa 3:16-26). ¿De dónde debía proceder su belleza?

«Sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios» (1Pe 3:4).

Mediante el despliegue de la belleza interna (a la vez que se mantiene una apariencia exterior atractiva y pulcra) la mujer cristiana tiene una mejor oportunidad para ganar para Cristo a su marido no creyente (1Pe 3:1).

Pedro pone como ejemplo a una esposa del Antiguo Testamento que mostró estas virtudes femeninas. A Sara, la esposa amada de Abraham.

2. El esposo creyente (1Pe 3:7).

«Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo» (1Pe 3:7).

Aquí se le pide al esposo cristiano que haga dos cosas en relación con su esposa:

a. Debe «vivir con ella sabiamente». Esto es, debe tener un conocimiento inteligente de la relación matrimonial. Debe sencillamente entender que:

(1) Su esposa es el vaso más frágil. Esta debilidad está limitada, sin embargo, a la esfera física; ella no es más débil intelectual ni espiritualmente.

(2) La esposa es su coheredera. Ella comparte con el varón igualdad espiritual ante Dios. De manera que el esposo arrogante que limita a su esposa a las tareas «de la cocina y de la alcoba», no sólo la ofende a ella sino también a Dios.

b. Debe «dar honor a la mujer». Esto es, asignarle un lugar especial en su corazón. Si estos principios no son seguidos, toda oración que se eleva desde aquella familia está obstaculizada.

H. En relación con la iglesia local (1Pe 3:8-13).

1. Ser de un mismo sentir (mantener un espíritu de armonía).

2. Amarse el uno al otro.

3. Ser compasivos.

4. No devolviendo mal por mal, «sino por el contrario, bendiciendo» (1Pe 3:9). Devolver mal por bien no es natural. Devolver mal por mal es lo natural. Devolver bien por mal es sobrenatural.

La salvación de Dios: la disciplina del sufrimiento (1Pe 3:14-22; 1Pe 4:1-19).

A. El sufrimiento justifica al pecador.

«Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios» (1Pe 3:18).

Notemos la ruta y los resultados de este sufrimiento.

1. Él «fue y predicó a los espíritus encarcelados» (1Pe 3:19). ¿Qué significan estas palabras? ¿Quiénes son esos espíritus? Richard De Haan, en su libro Good News for Bad Times [Buenas noticias para tiempos malos], menciona las cuatro principales teorías que se han dado para explicar estas preguntas:

«En el cual también fue y predicó a los espíritus encarcelados, los que en otro tiempo desobedecieron, cuando una vez esperaba la paciencia de Dios en los días de Noé, mientras se preparaba el arca, en la cual pocas personas, es decir ocho, fueron salvadas por agua» (1Pe 3:19-20).

«¿Quiénes eran estos espíritus? Su respuesta determina su interpretación de este intrincado e intrigante pasaje, y determina la respuesta a la segunda pregunta: “¿Qué mensaje se predicó?” La palabra “predicar” significa “proclamar” y puede referirse a la comunicación del evangelio o a dar un anuncio. Cuatro puntos de vista se han dado en relación con la identificación de estos “espíritus encarcelados”.

a. Eran las almas de aquellos a los que Cristo predicó por el Espíritu Santo por medio de Noé durante los 120 años que duró la construcción del arca. Muchos buenos eruditos comparten esta opinión, pero no está exenta de dificultades. La antítesis expresada en las palabras “siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu” (v. 1Pe 3:18), algunos dirían que se refiere más naturalmente al cuerpo humano y espíritu de nuestro Señor que al Espíritu Santo. Además, objetan que es cuestionable aplicar el término “espíritus” a las personas. La Biblia habla algunas veces de los seres humanos como “almas” y menciona “los espíritus de los justos hechos perfectos” (Heb 12:23), pero la Palabra de Dios nunca llama “espíritus” a los seres humanos. Este término parece más bien reservado para los seres sobrenaturales y los seres no humanos.

b. Los “espíritus encarcelados” eran los descendientes mestizos de los ángeles caídos (los “hijos de Dios” de Gén 6:1-2) y las hijas de los hombres. Los que han adoptado esta interpretación sostienen que cuando Jesús murió descendió inmediatamente al Hades y anunció a estos espíritus encarcelados que él había pagado el precio por el pecado. Se objeta a esta opinión que no se nos da el propósito para esta declaración, y que debemos aceptar la teoría de que los ángeles caídos eran capaces de vivir en relación matrimonial con las hijas de los hombres y producir descendencia.

c. Que estos espíritus eran ángeles malvados del tiempo de Noé que se habían involucrado gravemente en el mal, pero que probablemente no se habían unido en realidad con mujeres. Aquellos que sostienen este punto de vista consideran que “los hijos de Dios” de Gén 6:1-22 son ángeles caídos que entraron o se posesionaron de los cuerpos de hombres violentos. Como resultado, estos hombres procrearon hijos con tendencias aún más depravadas. El término nephilum que traducimos por “gigantes” en Gén 6:4, indica más bien hombres que “caen sobre o atacan a otros” más que “caídos” o “gigantes”. Algunos eruditos que apoyan esta explicación de los “espíritus encarcelados” ven a los ángeles que pecaron de Génesis como los mismos a los que Pedro se refiere como “arrojándolos … a prisiones de oscuridad” (2Pe 2:4). Dicen que el propósito de la entrada de Cristo en el Hades fue el de declarar a estos ángeles impíos que el juicio era seguro. Él había pagado el precio por el pecado, y les demostraría muy pronto que Él era en verdad su Señor al resucitar de entre los muertos. Esta interpretación es solamente posible para aquellos que creen que los “hijos de Dios” de Gén 6:1-22 eran ángeles caídos, y que se posesionaron de cuerpos y personalidades humanas con el único propósito de arrastrar a la raza humana lejos de Dios.

d. Los “espíritus encarcelados” son seres malvados y creyentes del Antiguo Testamento. Aquellos que defienden esta opinión dicen que Cristo descendió al Hades en el intervalo entre su muerte y resurrección para hacer una declaración a todos los espíritus inicuos y para liberar a todos los santos del Antiguo Testamento que estaban esperando allí en un lugar especial. Pablo nos dice que Jesús “descendió primero a las partes más bajas de la tierra” y “llevó cautiva la cautividad” (Efe 4:8-10). Algunos eruditos de la Biblia ven un doble propósito en el descenso de nuestro Señor al Hades. Dicen que primero anunció a los ángeles caídos que Él había conquistado el pecado y pagado su castigo. Después, sosteniendo que los creyentes de todas las edades antes del Calvario no estaban completamente perdonados hasta que Cristo hubiera realizado su sacrificio, mantienen que Cristo fue inmediatamente después de su muerte a tomarlos para llevarios al cielo. Este punto de vista se puede sostener solamente si estamos convencidos de que la teoría de los “comportamientos” del Hades es bíblica, y que a los santos del Antiguo Testamento no les fue permitido entrar en el cielo hasta que Jesús murió en la cruz.

No es posible una identificación exacta de estos “espíritus encarcelados”. Debido a la referencia que se hace a Noé, es muy probable, no obstante, que sean criaturas sobrenaturales relacionadas con las terribles condiciones que llevaron al diluvio, o aquellos a los que Noé predicó mientras preparaba el arca» (pp. 103,104).

2. Él ahora «habiendo subido al cielo está a la diestra de Dios; y a él están sujetos ángeles, autoridades y potestades» (1Pe 3:22).

Nos encontramos aquí con otra sección difícil de las Escrituras. De nuevo Richard De Haan nos ayuda con esta apropiada explicación:

«Pedro escribió: “Los que en otro tiempo desobedecieron, cuando una vez esperaba la paciencia de Dios en los días de Noé, mientras se preparaba el arca, en la cual pocas personas, es decir, ocho, fueron salvadas por agua. El bautismo que corresponde a esto ahora nos salva (no quitando las inmundicias de la carne, sino como la aspiración de una buena conciencia hacia Dios) por la resurrección de Jesucristo” (1Pe 3:20-21).

La mejor manera de abordar estos versículos es examinar uno por uno los pensamientos según los expresó Pedro.

a. Noé y su familia fueron “salvados por agua”. Un poco de reflexión nos lleva inmediatamente a la conclusión de que el agua no habría salvado a Noé y familia, sino que los habría destruido de no haber estado metidos en el arca. El diluvio, que destruyó al resto de la humanidad, vino a ser el medio intermediario de liberación al elevar el arca. Si no hubiera sido así, el arca habría quedado cubierta por las aguas como les sucedió a todas las demás cosas incluidos los montes.

b. La escena de seguridad en medio del juicio está representada por el bautismo. Pedro escribió al respecto: “El bautismo que corresponde a esto ahora nos salva” (1Pe 3:21).

El término griego que traducimos por “corresponde” o “representa” es antitupon, de la que viene nuestra palabra “prototipo”. El agua del bautismo, por tanto, es un prototipo del agua del diluvio. Nos “salva”, por consiguiente, en la misma forma que el diluvio “salvó” a Noé y su familia. Él agua, que representaba juicio y muerte, sostuvo el arca a fin de que sus ocupantes no se hundieran. De igual manera, cuando nosotros entramos en las aguas del bautismo, símbolo de juicio y muerte, declaramos que hemos encontrado liberación de la ira divina porque estamos seguros en el arca; esto es, en Cristo. Mediante su muerte en la cruz cargó con el juicio de Dios contra el pecado, y por la fe en Él vivimos en seguridad. Cuando un creyente es bautizado proclama que mediante su unión con Cristo es rescatado de la condenación y de la muerte.

c. El agua del bautismo no es un agente limpiador. El versículo dice: “No quitando las inmundicias de la carne” (1Pe 3:21). El bautismo, más que ser un agente purificador, es “la aspiración de una buena conciencia hacia Dios”. La palabra griega que traducimos aquí por “aspiración” es epejvtema, que también puede significar “pregunta”, “apelación”, o “promesa”. Quizá el último sentido es el que mejor cuadra aquí, porque el bautismo es la declaración del cristiano de su intención de “andar en vida nueva” (véase Rom 6:4). Esta promesa que brota de su limpia conciencia como antiguo pecador, libre ahora de culpa por su unión con Cristo Jesús por la fe» (Op. cit. y pp. 104, 105).

B. El sufrimiento purifica al santo.

1. Le da prosperidad espiritual.

«Mas también si alguna cosa padecéis por causa de la justicia, bienaventurados sois…» (1Pe 3:14).

El apóstol está diciendo que en vista de que son vituperados son bienaventurados. Este término es la traducción de una palabra griega que significa también «próspero» o «dichoso». Se usa en Mat 5:3-11 donde se traduce también por bienaventurado. Se refiere en este contexto a aquel estado o condición de prosperidad espiritual del creyente. Es decir, si el mundo persigue a un cristiano, eso es una indicación de la prosperidad espiritual de su vida. El mundo no persigue al cristiano carnal, sino al espiritual. Es la espiritualidad lo que le molesta al mundo.

«Pero no es solamente el hecho de la persecución una indicación de una vida espiritual próspera, sino también el hecho de que el Espíritu Santo reposa sobre el creyente. Las palabras “reposa sobre vosotros” (1Pe 4:14) es la traducción de una palabra griega usada en un manuscrito del año 103 a.C. como un término técnico en la agricultura. El escritor habla de un agricultor que hace descansar su tierra sembrando en ella productos ligeros. Eso libera a la tierra de producir cultivos más pesados y así se le da una oportunidad de recuperación. La palabra se usa en Mat 11:28, donde nuestro Señor dice: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.’’ Literalmente: “Yo os descansaré.” La imagen que nuestro Señor nos proporciona aquí es que él hace que el pecador que acude a él cese en sus propios esfuerzos de llevar su carga de culpabilidad y sufrimiento, echándola sobre sí mismo, permitiendo que el creyente funcione en el poder de su nueva vida como un hijo de Dios. En nuestro pasaje de 1 Pedro, el Espíritu Santo descansa y refresca al creyente en el sentido que Él se hace cargo de su batalla contra el pecado y de su inútil esfuerzo de vivir una vida que agrade a Dios, dándole la victoria sobre el mal, cuyo poder fue quebrantado desde el momento en que Dios le salvó, y produciendo en su vida su propio fruto. El Espíritu de Dios descansa con poder refrescante y renovador sobre el hijo de Dios, permitiéndole vivir una vida que agrada al Señor y contra la cual el mundo arroja su veneno y odio.» (K. Wuest, First Peter, p. 120.)

2. Le da respuestas bíblicas.

«Sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros» (1Pe 3:15).

Podemos afirmar que, en general, los santos que sufren buscan más las Escrituras que otros, si no por otra razón para encontrar consuelo en ellas y respuestas para sus dolores. El doctor Kenneth Wuest escribe:

«No solamente encontraban estos cristianos judíos refugio en Cristo Jesús al recibirle como Señor de sus vidas, sino que también debían estar listos para dar respuesta a los perseguidores que los atacaban a ellos y a la Palabra de Dios que ellos creían. La expresión “presentar defensa” es la traducción de una palabra griega que se usaba en el ámbito de los tribunales de justicia. Significa literalmente “convencer al acusador antes del juicio”, y se refiere al abogado que convence al acusador de los cargos ilógicos contra su cliente. La exhortación aquí es convencer a los que critican a la Biblia y la acusan ilógica e injustamente, presentando una defensa verbal de ella.» (Op. cit., p. 89.)

3. La da la victoria sobre su vieja naturaleza (1Pe 4:1-3).

C. El sufrimiento unifica a la iglesia (1Pe 4:7-11).

«Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios. Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios; si alguno ministra, ministre conforme al poder que Dios da, para que en todo sea Dios glorificado por Jesucristo, a quien pertenecen la gloría y el imperio por los siglos de los siglos. Amén» (vv. 1Pe 4:10-11).

Pedro exhorta en estos versículos a los creyentes a que:

1. Sean fieles al hablar la Palabra de Dios.

2. Sean cabales al cumplir la voluntad de Dios.

D. El sufrimiento glorifica al Salvador (1Pe 4:12-19).

«Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese, sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloría os gocéis con gran alegría» (vv. 1Pe 4:12-13). Notemos que Pedro en su epístola (1Pe 4:16) se refiere a los creyentes como cristianos. Este título es usado solamente otras dos veces en toda la Biblia (Hch 11:26 y Hch 26:28). Lo que Pedro está diciendo en estos versículos es que el sufrimiento glorifica al Salvador si sufrimos como cristianos, es decir, por nuestra fe; pero si sufrimos como malhechores el Señor no es glorificado. Tenemos que sufrir a causa de nuestra posición, no por nuestra disposición. En 1Pe 4:19 encontramos la gran conclusión en relación con todo el asunto del sufrimiento:

«De modo que los que padecen según la voluntad de Dios, encomienden sus almas al fiel Creador, y hagan el bien.»

IV. La salvación de Dios: los deleites del servicio (1Pe 5:1-14).

A. Servir como pastor (1Pe 5:1-4).

«Ruego a los ancianos que están entre vosotros, yo anciano también con ellos, y testigo de los padecimientos de Cristo, que soy también participante de la gloria que será revelada: Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente, no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto; no como teniendo señorío sobre los están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey. Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria.»

Pedro se presenta a sí mismo en su epístola como un apóstol (1Pe 1:1), un anciano, testigo y participante (1Pe 5:1). Otra vez, como ya hemos visto (1Pe 1:11), vuelve a unir «los padecimientos de Cristo con… la gloria que será revelada» (1Pe 5:1).

1. Las responsabilidades del pastor (1Pe 5:1-3).

a. Apacentar la grey de Dios (véase Hch 20:28). Esta responsabilidad incluye el cuidar, guiar y guardar las ovejas.

b. Hacerlo de buena voluntad y no por obligación.

c. Hacerlo humildemente, no como si fueran los dueños.

d. Siendo un ejemplo para ellos.

2. Los galardones del pastor (1Pe 5:4).

«Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria.»

Este es uno de al menos cinco posibles galardones que el creyente puede obtener. Son:

a. La corona incorruptible, que será dada a todos aquellos que dominen su vieja naturaleza (1Co 9:25-27).

b. La corona de gozo, que será para los ganadores de almas (Pro 11:30; 1Ts 2:19-20; Dan 12:3).

c. La corona de vida, para aquellos que resistan con éxito la tentación (Stg 1:12; Apo 2:10).

d. La corona de justicia, que será dada a aquellos que aman de manera especial la doctrina del rapto (2Ti 4:8).

e. La corona de gloria, que será dada a los predicadores y maestros fieles (1Pe 5:2-4; 2Ti 4:1-2; Hch 20:26-28).

Se ha sugerido que estas «coronas» serán en realidad talentos y habilidades con las cuales glorificar a Cristo. De manera que cuanto mayor sea el galardón, tanto más será la habilidad.

B. Servir como un santo (1Pe 5:5-7).

«Igualmente, jóvenes, estad sujetos a los ancianos; y todos sumisos unos a otros, revestíos de humildad; porque: Dios resiste a les soberbios, y da gracia a los humildes. Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo; echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros.»

C. Servir como un soldado (1Pe 5:8-14).

«Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; al cual resistid firmes en la fe, sabiendo que los mismo padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo» (vv. 1Pe 5:8-9).

Pedro termina ahora su magnífica carta recordando una vez más a sus lectores el ministerio del sufrimiento:

«Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca» (1Pe 5:10). Debemos notar especialmente las palabras «el Dios de toda gracia». Esta es la historia de la vida cristiana. El creyente está llamado a ir de gracia en gracia (véase Jua 1:16). Santiago dice: «El da mayor gracia» (Stg 4:6). Las Escrituras hablan de:

1. La gracia salvadora (Efe 2:8-9).

2. La gracia para servir (1Co 15:9-10).

3. La gracia santificadora (Rom 5:17; Rom 6:17).

4. La gracia de darse (2Co 8:1-9).

5. La gracia de cantar (Col 3:16).

6. La gracia de hablar (Col 4:6).

7. La gracia que fortalece (2Ti 2:1).

8. La gracia para sufrir (1Pe 5:10; 2Co 12:9).

Antes de terminar Pedro cita a Silvano, un «hermano fiel» (1Pe 5:12). Él fue el escribano y el mensajero de esta carta. Parece que Silvano es la forma completa de Silas, y sin duda es el mismo que fue compañero de viaje de Pablo (véanse Hch 15:40; 2Co 1:19; 1Ts 1:1; 2Ts 1:1).

Fuente: Auxiliar Bíblico Portavoz

INTRODUCCIÓN

1. De los doce apóstoles que Jesús llamó, tres fueron escogidos para escribir libros o epístolas inspirados del Nuevo Testamento. Estos tres son Mateo, Juan y Pedro.

2. Pedro continúa cumpliendo en sus dos epístolas el mandamiento que Cristo le dio de apacentar sus corderos y ovejas. (Véase Jua 21:15-17.)

3. El nombre de Pedro aparece 210 veces en el Nuevo Testamento. Él nombre de Pablo aparece 162 veces. Los nombres de todos los demás apóstoles juntos aparecen 142 veces.

4. Pedro ha sido llamado el «apóstol de la esperanza» (véanse 1Pe 1:3; 1Pe 1:13; 1Pe 1:21; 1Pe 3:15). Podríamos entonces clasificar a Pablo como el apóstol de la fe y a Juan como el apóstol del amor.

5. «Sufrimiento» es una de las palabras clave de esta epístola. Esta, o sus equivalentes, se usan dieciséis veces. Seis veces para hablar de los sufrimientos de Cristo y diez veces de los padecimientos de los creyentes. Otra palabra importante es «gracia», que aparece ocho veces.

6. La carta fue probablemente escrita al final de su vida. Se piensa que fue arrestado y juzgado poco después de escribirla; escribió 2 Pedro en el intervalo entre su juicio y ejecución (2Pe 1:13-21).

Debió haber sido escrita sobre el año 64 d.C., o en las vísperas de la persecución ordenada por Nerón. Este emperador murió en el 68 d.C.

7. En 1Pe 5:13 identifica a Babilonia como el lugar desde donde escribió. Se han producido dos teorías principales sobre la ubicación de Babilonia.

a. Es literalmente la Babilonia asentada a orillas del río Éufrates. Esta sería la interpretación natural del pasaje. Además de que la lista de países en 1Pe 1:1, que abarca del Oriente al Occidente, sugiere que el escritor estaba en el Oriente en el momento de escribir.

Vernon McGee escribe: «Había en este tiempo una amplia colonia de judíos en la antigua Babilonia, quienes habían huido de Roma durante la severa persecución de Claudio y en el tiempo en que el sanguinario Nerón estaba en el trono.» (Through the Bible, p. 256.)

Además, los descendientes de los judíos que fueron llevados cautivos por Nabucodonosor todavía vivían en Babilonia y sus alrededores.

b. Se refiere a Roma. Charles Ryrie escribe al respecto:

«El lugar de la redacción fue “Babilonia” (1Pe 5:13), nombre simbólico de Roma, muy usado por escritores que deseaban evitar problemas con las autoridades romanas. Pedro estuvo en Roma durante la última década de su vida y escribió esta epístola hacia el año 63, justamente antes de que estallase en el año 64 la persecución de Nerón. Pedro fue martirizado hacia el 67.» (Biblia de estudio Ryrie, p. 1748.)

Se argumenta, además, que Pedro declara que Marcos estaba con él (1Pe 5:13) cuando la epístola fue escrita. Sin embargo, poco antes de esto Pablo había escrito a Timoteo pidiéndole que fuera a verle a Roma y llevara a Marcos con él (2Ti 4:11).

8. Aparentemente la iglesia estaba afectada por la mundanalidad (1Pe 2:11) en los miembros y por el materialismo en el púlpito (1Pe 5:1-3).

9. Pedro desarrolla la doctrina de Cristo de una manera notable en esta corta epístola. Trata en ella:

a. La encamación de Cristo (1Pe 1:20).

b. Los nombres de Cristo:

(1) Cordero sin mancha (1Pe 1:19).

(2) La principal piedra del ángulo: su relación con las Escrituras (1Pe 2:6).

(3) Piedra preciosa: su relación con los creyentes (1Pe 2:7).

(4) Piedra de tropiezo: su relación con los incrédulos (1Pe 2:8).

(5) Pastor y Obispo de vuestras almas (1Pe 2:25).

(6) El Príncipe de los pastores (1Pe 5:4).

c. Su vida sin mancha y sin contaminación (1Pe 1:19; 1Pe 2:22).

d. Sus sufrimientos y muerte (1Pe 1:11; 1Pe 2:23-24; 1Pe 3:10; 1Pe 4:1; 1Pe 4:13; 1Pe 5:1).

e. Su resurrección (1Pe 3:21-22).

f. Su ascensión (1Pe 3:22).

g. Su presencia en los cielos a la diestra de Dios (1Pe 3:22).

h. Su Segunda Venida (1Pe 1:13; 1Pe 1:17; 1Pe 4:13; 1Pe 5:1; 1Pe 5:4).

10. Pedro también nos da una serie de títulos que describen a los creyentes. Quizá en ningún otro libro del Nuevo testamento hallaremos tantos. Se habla de nosotros como:

a. Hijos obedientes (1Pe 1:14).

b. Niños recién nacidos (1Pe 2:2).

c. Piedras vivas (1Pe 2:5).

d. Sacerdocio santo (1Pe 2:5).

e. Real sacerdocio (1Pe 2:9).

f. Nación santa (1Pe 2:9).

g. Pueblo adquirido (1Pe 2:9).

h. Extranjeros y peregrinos (1Pe 2:11).

i. Cristianos (1Pe 4:16).

j. Justos (1Pe 4:10).

k. Elegidos de Dios (1Pe 1:2).

l. Pueblo de Dios (1Pe 2:10).

m. Oráculos de Dios (1Pe 4:11).

n. Grey de Dios (1Pe 5:2).

11. Se considera generalmente que el Evangelio de Marcos refleja las enseñanzas de Pedro. Sin duda que el joven Juan Marcos había escuchado frecuentemente a Pedro predicar y hablar.

12. Pedro y Juan son los dos únicos escritores del Nuevo Testamento que hablan de Cristo como un Cordero (Jua 1:29; Jua 1:36; Apo 5:6; 1Pe 1:19).

13. Una lectura cuidadosa de 1 Pedro y Efesios muestra más de cien paralelismos en la enseñanza y en el vocabulario.

Notemos:

1 Pedro

Efesios

1Pe 1:3

Efe 1:3

1Pe 1:12

Efe 3:5; Efe 3:10

1Pe 4:11

Efe 3:6; Efe 3:21

1Pe 1:8

Efe 3:8

1Pe 3:9

Efe 4:2

1Pe 4:10

Efe 4:7; Efe 4:11

1Pe 2:2

Efe 4:13; Efe 4:15

Pedro estaba familiarizado con la carta a los Romanos y quizá también con otras epístolas de Pablo (véase 2Pe 3:15-16).

I. La salvación de Dios: los detalles de la soberanía (1Pe 1:1-25).

A. La fuente de nuestra salvación: la Trinidad (1Pe 1:1-2).

1. El Padre nos eligió. «Elegidos según la presciencia de Dios Padre» (v. 1Pe 1:2). Observemos que no se nos dicen las bases de esta elección. Sin embargo, la elección de Dios está basada en su presciencia. Notemos: «Porque a los que antes conoció, también los predestinó…» (Rom 8:29).

Debemos, no obstante, advertir también rápidamente que tanto la responsabilidad del hombre (Jua 3:16; Rom 10:13; Apo 22:17) como la soberanía de Dios (Efe 1:4-5) se enseñan claramente en la Biblia.

Nuestro Señor combina en una sola declaración ambas doctrinas de la elección y el libre albedrío. Veamos sus palabras:

«Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí [esto es elección]; y el que a mí viene, no le echo fuera [esto es libre albedrío]» (Jua 6:37).

2. El Espíritu nos santifica. «En santificación del Espíritu» (1Pe 1:2). Después que hemos sido elegidos, el Espíritu nos separa (el significado de la santificación), nos convence de pecado (Jua 16:8), nos guía a Cristo (Jua 16:13-14).

Esto se alcanza mediante la obediencia del pecador creyente. Se ha dicho que solamente el que cree obedece, y sólo el que obedece cree.

3. El Hijo nos redime. «Y ser rociados con la sangre de Jesucristo» (1Pe 1:2).

Richard De Haan escribe:

«Encontramos las bases para esta declaración en el sistema ceremonial del Antiguo Testamento. En algunos de los rituales la sangre de los animales sacrificados era rociada en áreas especiales. Este rociamiento tenía tres significados diferentes:

1. Primero, hablaba de limpieza. La persona que había sido curada de lepra, por ejemplo, se presentaba ante el sacerdote y era rociado con sangre para indicar que estaba limpio de la enfermedad (Lev 14:1-7).

2. Segundo, este acto se usaba para simbolizar la ratificación del pacto entre Dios y el hombre. Cada vez que Jehová y su pueblo hacían un pacto era sellado mediante el rociamiento de la sangre del animal sacrificado (véase Éxo 24:3-8).

3. Tercero, la aplicación de la sangre designaba a ciertos artículos del tabernáculo o del templo como apartados para la adoración. A partir de aquel momento aquellos objetos se usaban para el servicio exclusivo al Señor (véase Éxo 29:20-22).» (Good News for Bad Times, p. 15.)

A la luz de todo esto, el trino Dios debe ser bendecido por el creyente (v. 1Pe 1:3). El término griego para «bendito» es eulogetos, que significa «hablar bien de». De aquí nos viene nuestra palabra elogiar. Se espera, pues, que el hijo de Dios hable bien del trino Dios; al hacerlo así «bendecimos» a Dios. Notemos su reacción:

«Entonces los que temían a Jehová hablaron cada uno a su compañero; y Jehová escuchó y oyó, y fue escrito libro de memoría delante de él para los que temen a Jehová, y para los que piensan en su nombre» (Mal 3:16).

B. Las bendiciones de nuestra salvación (1Pe 1:3-4).

1. Una esperanza viva. «Según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva» (1Pe 1:3). Pedro menciona en su epístola tres cosas vivas:

a. Una esperanza viva (1Pe 1:3).

b. La palabra viva (1Pe 1:23).

c. Una piedra viva (1Pe 2:4).

2. Un hogar permanente. «Para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para nosotros.»

a. Este hogar (herencia) es perfecto (incorruptible).

b. Este hogar es puro (incontaminado).

c. Este hogar es permanente (inmarcesible).

C. Las pruebas en nuestra salvación (1Pe 1:5-9).

«En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo» (vv. 1Pe 1:6-7).

Pedro habla de cuán preciosa es la prueba de nuestra fe. En su epístola también se refiere a la sangre preciosa (1Pe 1:19), una piedra preciosa (1Pe 2:4; 1Pe 2:6-7), un espíritu afable y apacible (1Pe 3:4). Todas estas cosas, dice Pedro, son preciosas. Añade dos más en su segunda epístola: «Una fe igualmente preciosa» (1Pe 1:1) y «preciosas y grandísimas promesas» (1Pe 1:4).

El doctor Kenneth Wuest escribe lo siguiente en relación con el versículo 1Pe 1:7 :

«Pedro nos está diciendo que la aprobación de nuestra fe es mucho más preciosa que la aprobación del oro, aunque el oro se prueba por medio del fuego…. La imagen aquí es la de los antiguos orfebres que ponían el oro bruto en el crisol, sometiéndolo al fuego intenso hasta que se fundía y se formaba una masa líquida. Las impurezas se concentraban entonces en la superficie y eran retiradas. Cuando el orfebre era capaz de verse reflejado nítidamente en la superficie del líquido lo retiraba del fuego, pues sabía que ya era oro puro. Así es con Dios y su hijo. Nos pone en el crisol del sufrimiento, y en el proceso el pecado es gradualmente eliminado de nuestras vidas, nuestra fe es purificada de la escoria de la incredulidad que con tanta frecuencia se mezclan, y el resultado es el reflejo del rostro de Cristo Jesús en el carácter del cristiano. Esto es lo que Dios el Padre desea ver sobre todas las cosas en nosotros. Ser semejantes a Cristo es el ideal de Dios para sus hijos. El sufrimiento cristiano es uno de los medios más eficaces para alcanzar ese fin.» (First Peter in the Greek New Testament, p. 27.)

D. Los profetas del Antiguo Testamento y nuestra salvación (1Pe 1:10-12). Estos extraordinarios versículos nos declaran lo siguiente:

1. Los profetas del Antiguo Testamento (como Isaías) no siempre entendieron sus profecías inspiradas acerca del futuro Mesías.

2. Cuando procuraron saber se les dijo que las predicciones serían sólo entendidas en una fecha posterior (en el tiempo del Nuevo Testamento). Nuestro Señor se refirió a esto durante su ministerio terrenal mientras hablaba con sus discípulos.

«Porque de cierto os digo, que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron» (Mat 13:17).

Debemos notar especialmente el versículo 1Pe 1:11 del capítulo 1. Todas las profecías bíblicas concernientes al Señor Jesucristo (el autor de nuestra salvación) se resumen en esta corta frase: «Los sufrimientos de Cristo, y las glorias que vendrían tras ellos.»

Pedro conecta aquí la Primera Venida de Cristo (los sufrimientos) con su Segunda Venida (la gloria). Este es, en pocas palabras, un panorama del propósito, plan y programa del Dios todopoderoso. Notemos este bello bosquejo a medida que lo trazamos por medio de la Palabra de Dios:

a. Los sufrimientos: un Bebé envuelto en pañales (Luc 2:12). La gloria: un Rey vestido de ropas reales (Sal 93:1).

b. Los sufrimientos: un viajero cansado (Jua 4:6). La gloria: un Dios que no se cansa ni desfallece (Isa 40:28-29).

c. Los sufrimientos: no tenía dónde recostar su cabeza (Luc 9:58). La gloria: será heredero de todo (Heb 1:2).

d. Los sufrimientos: fue rechazado por Israel (Jua 1:11). La gloria: será aceptado por todas las naciones (Isa 9:6).

e. Los sufrimientos: hombres impíos tomaron piedras para arrojárselas (Jua 8:59). La gloria: los impíos clamarán a los montes y a las peñas que caigan sobre ellos para ocultarse de su presencia (Apo 6:16).

f. Los sufrimientos: un humilde Salvador, familiarizado con el dolor (Isa 53:3). La gloria: el Dios todopoderoso ungido con el óleo de alegría (Heb 1:9).

g. Los sufrimientos: fue vestido con un manto escarlata de mofa (Luc 23:11). La gloria: irá vestido con ropas teñidas de la sangre de sus enemigos (Apo 19:13).

h. Los sufrimientos: lo golpearon en la cabeza con una caña (Mat 27:30). La gloria: regirá a las naciones con vara de hierro (Apo 19:15).

i. Los sufrimientos: soldados malvados doblaron su rodilla para burlarse de Él (Mar 15:19). La gloria: toda rodilla se doblará ante El y todos lo reconocerán (Flp 2:10).

j. Los sufrimientos: llevó una corona de espinas (Jua 19:5). La gloria: llevará una corona de oro (Apo 14:14).

k. Los sufrimientos: sus manos fueron traspasadas con clavos (Jua 20:25). La gloria: llevará en su mano una hoz aguda (Apo 14:14).

l. Los sufrimientos: sus pies fueron traspasados con clavos (Sal 22:16). La gloria: sus pies se afirmarán sobre el monte de los Olivos (Zac 14:4).

m. Los sufrimientos: no tuvo belleza ni esplendor (Isa 53:2). La gloria: será hermoso (Sal 27:4).

n. Los sufrimientos: entregó su espíritu (Jua 19:30). La gloria: vive para siempre (Apo 1:18).

ñ. Los sufrimientos: fue puesto en una turnba (Mat 27:59-60). La gloria: se sentará en su trono (Heb 8:1).

E. Los santos ángeles y nuestra salvación (1Pe 1:12).

«Cosas en las cuales anhelan mirar los ángeles.» Uno de los logros de nuestra salvación es servir como lección objetiva para los ángeles del cielo. Ellos no experimentan nuestra redención, pero están intensamente interesados en observarla. Los siguientes pasajes lo muestran claramente:

«Y yo Daniel miré, y he aquí otros dos que estaban en pie, el uno a este lado del río, y el otro al otro lado del río. Y dijo uno al varón vestido de lino, que estaba sobre las aguas del río: ¿Cuándo será el fin de estas maravillas?» (Dan 12:5-6).

«Porque según pienso, Dios nos ha exhibido a nosotros los apóstoles como a postreros, como a sentenciados a muerte; pues hemos llegado a ser espectáculo al mundo, a los ángeles y a los hombres» (1Co 4:9).

«Para que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora dada a conocer por medio de la iglesia a los principados y potestades en los lugares celestiales» (Efe 3:10).

F. Las demandas de nuestra salvación (1Pe 1:13-17). A fin de estar a la altura de esta gloriosa salvación, Pedro exhorta al creyente a:

1. «Ceñid los lomos de vuestro entendimiento.» Pedro lo repetirá en su segunda carta: «Amados, esta es la segunda carta que os escribo, y en ambas despierto con exhortación vuestro limpio entendimiento» (2Pe 3:1).

Este ceñirse los lomos nos recuerda una práctica de las gentes del Antiguo Testamento que llevaban aquellas túnicas largas. Un cinturón sujetaba la túnica en la cintura. Cuando llegaba el momento de tener que moverse con rapidez, se subían la túnica y se la sujetaban a la cintura. De esta manera se ceñían los lomos y estaban listos para la acción.

2. Sed sobrios.

3. Esperad por completo en la gracia de Dios.

4. No os volváis a vuestro antiguo estilo de vida.

5. Sed santos (separados) en toda vuestra manera de vivir.

6. Conducíos en temor (un temor reverente de no desagradar al Salvador).

G. El tremendo costo de nuestra salvación (1Pe 1:10-22).

«Sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación» (vv. 1Pe 1:18-19).

H. El método de nuestra salvación (1Pe 1:23-25).

«Siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre. Porque: Toda carne es como hierba, y toda la gloria del hombre como flor de la hierba. La hierba se seca, y la flor se cae; mas la palabra del Señor permanece para siempre. Y esta es la palabra que por el evangelio os ha sido anunciada» (vv. 1Pe 1:23-25).

II. La salvación de Dios: Los deberes de los santos (1Pe 2:1-25; 1Pe 3:1-13).

A. Los deberes en relación con las Escrituras (1Pe 2:1-2).

«Desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación» (1Pe 2:2).

La palabra «desear» habla de un anhelo intenso. David tenía ese deseo por la Palabra de Dios.

«El temor de Jehová es limpio, que permanece para siempre; los juicios de Jehová son verdad, todos justos. Deseables son más que el oro, y más que mucho oro afinado; y dulces más que miel, y que la que destila del panal» (Sal 19:9-10).

La nación de Israel no había mostrado deseo por la Palabra de Dios en el Antiguo Testamento. De manera que cuando el Hijo de Dios apareció lo vieron de la misma manera.

«… le veremos, mas sin atractivo para que le deseemos» (Isa 53:2).

La expresión «no adulterada» significa «pura», es decir, sin mezcla de ninguna clase. Apo 14:10 es un pasaje similar que trata de la ira pura, no adulterada, de Dios durante la tribulación.

B. En relación con el Salvador (1Pe 2:3-8). Deben ver al Salvador como la Piedra preciosa de Dios. La palabra «piedra» aparece cinco veces, y «preciosa» la encontramos tres veces en estos versículos. Notemos los varios usos de esta analogía del Redentor como piedra como se le describe en la Biblia.

1. Él es la peña golpeada de la que todos beberán (Éxo 17:6; 1Co 10:4; Jua 4:13-14; Jua 7:37-39).

2. Él es la piedra preciosa para todos aquellos que han bebido (1Pe 2:3; 1Pe 2:7).

3. Él es la principal piedra del ángulo para la Iglesia (Efe 2:20).

4. El es la piedra de tropiezo para los judíos en su Primera Venida (Rom 9:32-33; 1Co 1:23).

5. Él es la primera piedra para los judíos en su Segunda Venida (Zac 4:7).

6. Él es la piedra desmenuzadora, no cortada por mano humana, para los poderes del mundo gentil en su Segunda Venida (Dan 2:34).

7. Él es la piedra quebrantadora de juicio para todos los incrédulos (Mat 21:44).

Pedro dice (1Pe 2:4) que esta gran piedra fue «desechada» por Israel. Esta palabra quiere decir «probada y después repudiada». Después de tenerle presente y examinarle durante treinta y tres años, Israel lo «desechó». Él no era lo que estaban esperando en un Mesías.

Notemos, además, la declaración del apóstol en 1Pe 2:6 :

«Por lo cual también contiene la Escritura: He aquí, pongo en Sion la principal piedra del ángulo….» Aquí tenemos un cumplimiento de la promesa de Cristo en Mat 16:16; Mat 16:18. Pedro no era el fundamento, sino Cristo. Finalmente (veamos 1Pe 2:5), todos los creyentes somos «piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo.» (Véase también Apo 1:6.)

C. En relación con el cuerpo de Cristo (1Pe 2:9-10).

1. Servir como sacerdotes de Dios. «Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido» (1Pe 2:9 a).

El Israel del Antiguo Testamento tenía un sacerdocio, pero la Iglesia es un sacerdocio. La Biblia Anotada de Scofield nos ofrece el siguíente excelente resumen del sacerdocio:

a. «Antes de la proclamación de la ley, el que era cabeza de la familia ejercía también las funciones sacerdote para los suyos (Gén 8:20; Gén 26:25; Gén 31:54).

b. Cuando la ley fue propuesta, la promesa divina para la perfecta obediencia a dicha ley fue que Israel sería para Dios “un reino de sacerdotes” (Éxo 19:6); pero Israel violó la ley, y Dios limitó el oficio sacerdotal a la familia de Aarón, designó a la tribu de Leví para que asistiera a los sacerdotes Aarónicos e instituyó de esta manera un sacerdocio que es típico del sacerdocio que ejerce el cristiano (Éxo 28:1).

c. En la dispensación de la gracia, todos los creyentes son incondicionalmente constituidos “reyes y sacerdotes” (1Pe 2:9; Apo 1:6), una distinción que Israel no logró obtener por medio de obras. El sacerdocio del creyente es, por lo tanto, un derecho de nacimiento, así como cada descendiente de Aarón nacía para ser un sacerdote (Heb 5:1).

d. El principal privilegio de un sacerdote es el tener acceso a Dios. Bajo la ley sólo el Sumo Sacerdote podía entrar en “el lugar santísimo”, y esto una sola vez al año (Heb 9:7). Pero cuando Cristo murió, el velo, que es un tipo del cuerpo de Cristo (Heb 10:20), fue roto, de modo que ahora los sacerdotes neo testamentarios, que son todos los creyentes, tienen acceso a Dios en el lugar santísimo, al igual con Cristo, el Sumo Sacerdote (Heb 10:19-22).» (Biblia Anotada de Scofield, pp. 12691270.)

e. En el ejercicio de su función sacerdotal, el sacerdote neotestamentario es:

(1) un sacrificador que ofrece un cuádruple sacrificio:

(a) su propio cuerpo (Rom 12:1; Flp 2:17; 2Ti 4:6; 1Jn 3:16; Stg 1:27);

(b) alabanza a Dios, «el fruto de labios que confiesan su nombre», que ha de presentarse a El «de continuo» (Heb 13:15, V.M.; Éxo 25:22 : «y hablaré contigo de sobre el Propiciatorio»);

(c) sus bienes (Heb 13:16; Rom 12:13; Gál 6:6; Gál 6:10; 3Jn 1:5-8; Heb 13:2; Heb 13:16; Gál 6:10; Tit 3:14);

(d) su servicio, esto es, «hacer el bien» (Heb 13:16).

(2) Un intercesor (Col 4:12; 1Ti 2:1).

2. Brillar como faros de luz.

«Para que anuncies las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable» (1Pe 2:9 b).

D. En relación con el gobierno (1Pe 2:11-17).

1. Cumplir fielmente. «Manteniendo buena vuestra manera de vivir entre los gentiles» (1Pe 2:12).

2. Ser obedientes. «Por causa del Señor someteos a toda institución humana» (1Pe 2:13). Esto se refiere a todas aquellas ordenanzas que no contradicen la Biblia (Hch 5:29).

E. En relación con sus trabajos (1Pe 2:18-20).

«Criados, estad sujetos con todo respeto a vuestros amos; no solamente a los buenos y afables, sino también a los difíciles de soportar» (1Pe 2:18).

F. En relación con los sufrimientos (1Pe 2:21-25).

«Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas» (1Pe 2:21).

«La palabra “dejándonos” significa literalmente “dejando atrás”.

Cuando Pedro usó la palabra que aquí traducimos por “ejemplo” echó mano de sus recuerdos infantiles para hacer una ilustración. El término significa literalmente “copiar debajo de”. Era usada para palabras que se les daba a los niños para que las copiaran, como un ejercicio escrito y para ayudarles a aprender verdades morales. Algunas veces se usaba en relación con escribir sobre letras que ya estaban trazadas … como es el caso de los niños que con aplicación y esmero siguen los modelos escritos de sus maestros y así aprenden a escribir. De igual modo, los santos deben, mediante esfuerzo laborioso y buena aplicación, ser semejantes al Señor Jesucristo en sus propías vidas personales.» (First Peter in the Greek New Testament, p. 67.)

Ese es el gran ejemplo del Salvador sufriente. Nuestro Señor sufrió de manera inocente, virtuosa y confiada. Cuando lo insultaban no respondía con insultos. Cuando lo hicieron sufrir no amenazaba. ¿Qué es lo que entonces hizo? «Encomendaba la causa al que juzga justamente» (1Pe 2:23).

Notemos especialmente la declaración de Pedro: «Y por cuya herida fuisteis sanados» (1Pe 2:24). ¿Hay sanidad física en el sacrificio de Cristo? Según Mat 8:16-17 eso fue predicho por Isaías (Isa 53:4) y se cumplió durante el ministerio terrenal de Cristo. Pero en 1Pe 2:1-25 el apóstol vincula claramente las heridas de Cristo con la sanidad de nuestras almas, no de nuestros cuerpos.

Kenneth Wuest escribe:

«La palabra “herida” en el griego presenta un cuadro de nuestro Señor con la espalda herida por los azotes que sufrió de manos de los soldados romanos. Los romanos usaban un látigo compuesto de tiras de cuero al que se ataban en las puntas pequeñas piezas de metal o de hueso puntiagudos. Los malhechores condenados a morir crucificados eran generalmente azotados antes de ser ejecutados. La víctima era desnudada hasta la cintura y luego atada, encorvada y con las manos atadas sujetas a la espalda, a un poste o columna. El cuerpo quedaba terriblemente herido. Los mártires cristianos de Esmirna, en el 155 d.C., fueron tan maltratados con los látigos que sus venas se veían, y sus músculos y tendones, y hasta los intestinos, quedaban al descubierto. Pedro recordaba el cuerpo de nuestro Señor después del azotamiento, la carne tan maltratada que la forma desfigurada se le aparecía ante sus ojos como una completa magulladura.» (First Peter in the Greek New Testament, p. 69.)

G. En relación con su hogar (1Pe 3:1-7).

1. La esposa creyente (1Pe 3:1-6) está Hamada a:

a. Estar sujeta a su marido.

b. Ser casta.

c. Ser bella interiormente. «Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos» (1Pe 3:3).

Debemos indicar claramente que este versículo no prohíbe a la mujer cristiana ir a la peluquería ni a la joyería. Aquellos que insisten en que sí lo hace tienen un problema aquí, porque Pedro también habla de prendas de vestir. Lo que este pasaje está enseñando es que la mujer creyente no debe vestirse en una mañera exagerada y lujosa. La historia nos cuenta que las mujeres romanas eran muy ostentosas y ridículas en el adorno del pelo. La cabellera era arreglada en capas, entrelazadas entre sí por peines de oro y redecillas. Después que terminaba todo el proceso, muchas permanecían despiertas toda la noche a fin de no estropearse el peinado para las fiestas del día siguiente. Esa ostentosa exhibición externa ya había sido condenada siglos antes por el profeta Isaías (Isa 3:16-26). ¿De dónde debía proceder su belleza?

«Sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios» (1Pe 3:4).

Mediante el despliegue de la belleza interna (a la vez que se mantiene una apariencia exterior atractiva y pulcra) la mujer cristiana tiene una mejor oportunidad para ganar para Cristo a su marido no creyente (1Pe 3:1).

Pedro pone como ejemplo a una esposa del Antiguo Testamento que mostró estas virtudes femeninas. A Sara, la esposa amada de Abraham.

2. El esposo creyente (1Pe 3:7).

«Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo» (1Pe 3:7).

Aquí se le pide al esposo cristiano que haga dos cosas en relación con su esposa:

a. Debe «vivir con ella sabiamente». Esto es, debe tener un conocimiento inteligente de la relación matrimonial. Debe sencillamente entender que:

(1) Su esposa es el vaso más frágil. Esta debilidad está limitada, sin embargo, a la esfera física; ella no es más débil intelectual ni espiritualmente.

(2) La esposa es su coheredera. Ella comparte con el varón igualdad espiritual ante Dios. De manera que el esposo arrogante que limita a su esposa a las tareas «de la cocina y de la alcoba», no sólo la ofende a ella sino también a Dios.

b. Debe «dar honor a la mujer». Esto es, asignarle un lugar especial en su corazón. Si estos principios no son seguidos, toda oración que se eleva desde aquella familia está obstaculizada.

H. En relación con la iglesia local (1Pe 3:8-13).

1. Ser de un mismo sentir (mantener un espíritu de armonía).

2. Amarse el uno al otro.

3. Ser compasivos.

4. No devolviendo mal por mal, «sino por el contrario, bendiciendo» (1Pe 3:9). Devolver mal por bien no es natural. Devolver mal por mal es lo natural. Devolver bien por mal es sobrenatural.

La salvación de Dios: la disciplina del sufrimiento (1Pe 3:14-22; 1Pe 4:1-19).

A. El sufrimiento justifica al pecador.

«Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios» (1Pe 3:18).

Notemos la ruta y los resultados de este sufrimiento.

1. Él «fue y predicó a los espíritus encarcelados» (1Pe 3:19). ¿Qué significan estas palabras? ¿Quiénes son esos espíritus? Richard De Haan, en su libro Good News for Bad Times [Buenas noticias para tiempos malos], menciona las cuatro principales teorías que se han dado para explicar estas preguntas:

«En el cual también fue y predicó a los espíritus encarcelados, los que en otro tiempo desobedecieron, cuando una vez esperaba la paciencia de Dios en los días de Noé, mientras se preparaba el arca, en la cual pocas personas, es decir ocho, fueron salvadas por agua» (1Pe 3:19-20).

«¿Quiénes eran estos espíritus? Su respuesta determina su interpretación de este intrincado e intrigante pasaje, y determina la respuesta a la segunda pregunta: “¿Qué mensaje se predicó?” La palabra “predicar” significa “proclamar” y puede referirse a la comunicación del evangelio o a dar un anuncio. Cuatro puntos de vista se han dado en relación con la identificación de estos “espíritus encarcelados”.

a. Eran las almas de aquellos a los que Cristo predicó por el Espíritu Santo por medio de Noé durante los 120 años que duró la construcción del arca. Muchos buenos eruditos comparten esta opinión, pero no está exenta de dificultades. La antítesis expresada en las palabras “siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu” (v. 1Pe 3:18), algunos dirían que se refiere más naturalmente al cuerpo humano y espíritu de nuestro Señor que al Espíritu Santo. Además, objetan que es cuestionable aplicar el término “espíritus” a las personas. La Biblia habla algunas veces de los seres humanos como “almas” y menciona “los espíritus de los justos hechos perfectos” (Heb 12:23), pero la Palabra de Dios nunca llama “espíritus” a los seres humanos. Este término parece más bien reservado para los seres sobrenaturales y los seres no humanos.

b. Los “espíritus encarcelados” eran los descendientes mestizos de los ángeles caídos (los “hijos de Dios” de Gén 6:1-2) y las hijas de los hombres. Los que han adoptado esta interpretación sostienen que cuando Jesús murió descendió inmediatamente al Hades y anunció a estos espíritus encarcelados que él había pagado el precio por el pecado. Se objeta a esta opinión que no se nos da el propósito para esta declaración, y que debemos aceptar la teoría de que los ángeles caídos eran capaces de vivir en relación matrimonial con las hijas de los hombres y producir descendencia.

c. Que estos espíritus eran ángeles malvados del tiempo de Noé que se habían involucrado gravemente en el mal, pero que probablemente no se habían unido en realidad con mujeres. Aquellos que sostienen este punto de vista consideran que “los hijos de Dios” de Gén 6:1-22 son ángeles caídos que entraron o se posesionaron de los cuerpos de hombres violentos. Como resultado, estos hombres procrearon hijos con tendencias aún más depravadas. El término nephilum que traducimos por “gigantes” en Gén 6:4, indica más bien hombres que “caen sobre o atacan a otros” más que “caídos” o “gigantes”. Algunos eruditos que apoyan esta explicación de los “espíritus encarcelados” ven a los ángeles que pecaron de Génesis como los mismos a los que Pedro se refiere como “arrojándolos … a prisiones de oscuridad” (2Pe 2:4). Dicen que el propósito de la entrada de Cristo en el Hades fue el de declarar a estos ángeles impíos que el juicio era seguro. Él había pagado el precio por el pecado, y les demostraría muy pronto que Él era en verdad su Señor al resucitar de entre los muertos. Esta interpretación es solamente posible para aquellos que creen que los “hijos de Dios” de Gén 6:1-22 eran ángeles caídos, y que se posesionaron de cuerpos y personalidades humanas con el único propósito de arrastrar a la raza humana lejos de Dios.

d. Los “espíritus encarcelados” son seres malvados y creyentes del Antiguo Testamento. Aquellos que defienden esta opinión dicen que Cristo descendió al Hades en el intervalo entre su muerte y resurrección para hacer una declaración a todos los espíritus inicuos y para liberar a todos los santos del Antiguo Testamento que estaban esperando allí en un lugar especial. Pablo nos dice que Jesús “descendió primero a las partes más bajas de la tierra” y “llevó cautiva la cautividad” (Efe 4:8-10). Algunos eruditos de la Biblia ven un doble propósito en el descenso de nuestro Señor al Hades. Dicen que primero anunció a los ángeles caídos que Él había conquistado el pecado y pagado su castigo. Después, sosteniendo que los creyentes de todas las edades antes del Calvario no estaban completamente perdonados hasta que Cristo hubiera realizado su sacrificio, mantienen que Cristo fue inmediatamente después de su muerte a tomarlos para llevarios al cielo. Este punto de vista se puede sostener solamente si estamos convencidos de que la teoría de los “comportamientos” del Hades es bíblica, y que a los santos del Antiguo Testamento no les fue permitido entrar en el cielo hasta que Jesús murió en la cruz.

No es posible una identificación exacta de estos “espíritus encarcelados”. Debido a la referencia que se hace a Noé, es muy probable, no obstante, que sean criaturas sobrenaturales relacionadas con las terribles condiciones que llevaron al diluvio, o aquellos a los que Noé predicó mientras preparaba el arca» (pp. 103,104).

2. Él ahora «habiendo subido al cielo está a la diestra de Dios; y a él están sujetos ángeles, autoridades y potestades» (1Pe 3:22).

Nos encontramos aquí con otra sección difícil de las Escrituras. De nuevo Richard De Haan nos ayuda con esta apropiada explicación:

«Pedro escribió: “Los que en otro tiempo desobedecieron, cuando una vez esperaba la paciencia de Dios en los días de Noé, mientras se preparaba el arca, en la cual pocas personas, es decir, ocho, fueron salvadas por agua. El bautismo que corresponde a esto ahora nos salva (no quitando las inmundicias de la carne, sino como la aspiración de una buena conciencia hacia Dios) por la resurrección de Jesucristo” (1Pe 3:20-21).

La mejor manera de abordar estos versículos es examinar uno por uno los pensamientos según los expresó Pedro.

a. Noé y su familia fueron “salvados por agua”. Un poco de reflexión nos lleva inmediatamente a la conclusión de que el agua no habría salvado a Noé y familia, sino que los habría destruido de no haber estado metidos en el arca. El diluvio, que destruyó al resto de la humanidad, vino a ser el medio intermediario de liberación al elevar el arca. Si no hubiera sido así, el arca habría quedado cubierta por las aguas como les sucedió a todas las demás cosas incluidos los montes.

b. La escena de seguridad en medio del juicio está representada por el bautismo. Pedro escribió al respecto: “El bautismo que corresponde a esto ahora nos salva” (1Pe 3:21).

El término griego que traducimos por “corresponde” o “representa” es antitupon, de la que viene nuestra palabra “prototipo”. El agua del bautismo, por tanto, es un prototipo del agua del diluvio. Nos “salva”, por consiguiente, en la misma forma que el diluvio “salvó” a Noé y su familia. Él agua, que representaba juicio y muerte, sostuvo el arca a fin de que sus ocupantes no se hundieran. De igual manera, cuando nosotros entramos en las aguas del bautismo, símbolo de juicio y muerte, declaramos que hemos encontrado liberación de la ira divina porque estamos seguros en el arca; esto es, en Cristo. Mediante su muerte en la cruz cargó con el juicio de Dios contra el pecado, y por la fe en Él vivimos en seguridad. Cuando un creyente es bautizado proclama que mediante su unión con Cristo es rescatado de la condenación y de la muerte.

c. El agua del bautismo no es un agente limpiador. El versículo dice: “No quitando las inmundicias de la carne” (1Pe 3:21). El bautismo, más que ser un agente purificador, es “la aspiración de una buena conciencia hacia Dios”. La palabra griega que traducimos aquí por “aspiración” es epejvtema, que también puede significar “pregunta”, “apelación”, o “promesa”. Quizá el último sentido es el que mejor cuadra aquí, porque el bautismo es la declaración del cristiano de su intención de “andar en vida nueva” (véase Rom 6:4). Esta promesa que brota de su limpia conciencia como antiguo pecador, libre ahora de culpa por su unión con Cristo Jesús por la fe» (Op. cit. y pp. 104, 105).

B. El sufrimiento purifica al santo.

1. Le da prosperidad espiritual.

«Mas también si alguna cosa padecéis por causa de la justicia, bienaventurados sois…» (1Pe 3:14).

El apóstol está diciendo que en vista de que son vituperados son bienaventurados. Este término es la traducción de una palabra griega que significa también «próspero» o «dichoso». Se usa en Mat 5:3-11 donde se traduce también por bienaventurado. Se refiere en este contexto a aquel estado o condición de prosperidad espiritual del creyente. Es decir, si el mundo persigue a un cristiano, eso es una indicación de la prosperidad espiritual de su vida. El mundo no persigue al cristiano carnal, sino al espiritual. Es la espiritualidad lo que le molesta al mundo.

«Pero no es solamente el hecho de la persecución una indicación de una vida espiritual próspera, sino también el hecho de que el Espíritu Santo reposa sobre el creyente. Las palabras “reposa sobre vosotros” (1Pe 4:14) es la traducción de una palabra griega usada en un manuscrito del año 103 a.C. como un término técnico en la agricultura. El escritor habla de un agricultor que hace descansar su tierra sembrando en ella productos ligeros. Eso libera a la tierra de producir cultivos más pesados y así se le da una oportunidad de recuperación. La palabra se usa en Mat 11:28, donde nuestro Señor dice: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.’’ Literalmente: “Yo os descansaré.” La imagen que nuestro Señor nos proporciona aquí es que él hace que el pecador que acude a él cese en sus propios esfuerzos de llevar su carga de culpabilidad y sufrimiento, echándola sobre sí mismo, permitiendo que el creyente funcione en el poder de su nueva vida como un hijo de Dios. En nuestro pasaje de 1 Pedro, el Espíritu Santo descansa y refresca al creyente en el sentido que Él se hace cargo de su batalla contra el pecado y de su inútil esfuerzo de vivir una vida que agrade a Dios, dándole la victoria sobre el mal, cuyo poder fue quebrantado desde el momento en que Dios le salvó, y produciendo en su vida su propio fruto. El Espíritu de Dios descansa con poder refrescante y renovador sobre el hijo de Dios, permitiéndole vivir una vida que agrada al Señor y contra la cual el mundo arroja su veneno y odio.» (K. Wuest, First Peter, p. 120.)

2. Le da respuestas bíblicas.

«Sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros» (1Pe 3:15).

Podemos afirmar que, en general, los santos que sufren buscan más las Escrituras que otros, si no por otra razón para encontrar consuelo en ellas y respuestas para sus dolores. El doctor Kenneth Wuest escribe:

«No solamente encontraban estos cristianos judíos refugio en Cristo Jesús al recibirle como Señor de sus vidas, sino que también debían estar listos para dar respuesta a los perseguidores que los atacaban a ellos y a la Palabra de Dios que ellos creían. La expresión “presentar defensa” es la traducción de una palabra griega que se usaba en el ámbito de los tribunales de justicia. Significa literalmente “convencer al acusador antes del juicio”, y se refiere al abogado que convence al acusador de los cargos ilógicos contra su cliente. La exhortación aquí es convencer a los que critican a la Biblia y la acusan ilógica e injustamente, presentando una defensa verbal de ella.» (Op. cit., p. 89.)

3. La da la victoria sobre su vieja naturaleza (1Pe 4:1-3).

C. El sufrimiento unifica a la iglesia (1Pe 4:7-11).

«Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios. Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios; si alguno ministra, ministre conforme al poder que Dios da, para que en todo sea Dios glorificado por Jesucristo, a quien pertenecen la gloría y el imperio por los siglos de los siglos. Amén» (vv. 1Pe 4:10-11).

Pedro exhorta en estos versículos a los creyentes a que:

1. Sean fieles al hablar la Palabra de Dios.

2. Sean cabales al cumplir la voluntad de Dios.

D. El sufrimiento glorifica al Salvador (1Pe 4:12-19).

«Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese, sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloría os gocéis con gran alegría» (vv. 1Pe 4:12-13). Notemos que Pedro en su epístola (1Pe 4:16) se refiere a los creyentes como cristianos. Este título es usado solamente otras dos veces en toda la Biblia (Hch 11:26 y Hch 26:28). Lo que Pedro está diciendo en estos versículos es que el sufrimiento glorifica al Salvador si sufrimos como cristianos, es decir, por nuestra fe; pero si sufrimos como malhechores el Señor no es glorificado. Tenemos que sufrir a causa de nuestra posición, no por nuestra disposición. En 1Pe 4:19 encontramos la gran conclusión en relación con todo el asunto del sufrimiento:

«De modo que los que padecen según la voluntad de Dios, encomienden sus almas al fiel Creador, y hagan el bien.»

IV. La salvación de Dios: los deleites del servicio (1Pe 5:1-14).

A. Servir como pastor (1Pe 5:1-4).

«Ruego a los ancianos que están entre vosotros, yo anciano también con ellos, y testigo de los padecimientos de Cristo, que soy también participante de la gloria que será revelada: Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente, no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto; no como teniendo señorío sobre los están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey. Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria.»

Pedro se presenta a sí mismo en su epístola como un apóstol (1Pe 1:1), un anciano, testigo y participante (1Pe 5:1). Otra vez, como ya hemos visto (1Pe 1:11), vuelve a unir «los padecimientos de Cristo con… la gloria que será revelada» (1Pe 5:1).

1. Las responsabilidades del pastor (1Pe 5:1-3).

a. Apacentar la grey de Dios (véase Hch 20:28). Esta responsabilidad incluye el cuidar, guiar y guardar las ovejas.

b. Hacerlo de buena voluntad y no por obligación.

c. Hacerlo humildemente, no como si fueran los dueños.

d. Siendo un ejemplo para ellos.

2. Los galardones del pastor (1Pe 5:4).

«Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria.»

Este es uno de al menos cinco posibles galardones que el creyente puede obtener. Son:

a. La corona incorruptible, que será dada a todos aquellos que dominen su vieja naturaleza (1Co 9:25-27).

b. La corona de gozo, que será para los ganadores de almas (Pro 11:30; 1Ts 2:19-20; Dan 12:3).

c. La corona de vida, para aquellos que resistan con éxito la tentación (Stg 1:12; Apo 2:10).

d. La corona de justicia, que será dada a aquellos que aman de manera especial la doctrina del rapto (2Ti 4:8).

e. La corona de gloria, que será dada a los predicadores y maestros fieles (1Pe 5:2-4; 2Ti 4:1-2; Hch 20:26-28).

Se ha sugerido que estas «coronas» serán en realidad talentos y habilidades con las cuales glorificar a Cristo. De manera que cuanto mayor sea el galardón, tanto más será la habilidad.

B. Servir como un santo (1Pe 5:5-7).

«Igualmente, jóvenes, estad sujetos a los ancianos; y todos sumisos unos a otros, revestíos de humildad; porque: Dios resiste a les soberbios, y da gracia a los humildes. Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo; echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros.»

C. Servir como un soldado (1Pe 5:8-14).

«Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; al cual resistid firmes en la fe, sabiendo que los mismo padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo» (vv. 1Pe 5:8-9).

Pedro termina ahora su magnífica carta recordando una vez más a sus lectores el ministerio del sufrimiento:

«Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca» (1Pe 5:10). Debemos notar especialmente las palabras «el Dios de toda gracia». Esta es la historia de la vida cristiana. El creyente está llamado a ir de gracia en gracia (véase Jua 1:16). Santiago dice: «El da mayor gracia» (Stg 4:6). Las Escrituras hablan de:

1. La gracia salvadora (Efe 2:8-9).

2. La gracia para servir (1Co 15:9-10).

3. La gracia santificadora (Rom 5:17; Rom 6:17).

4. La gracia de darse (2Co 8:1-9).

5. La gracia de cantar (Col 3:16).

6. La gracia de hablar (Col 4:6).

7. La gracia que fortalece (2Ti 2:1).

8. La gracia para sufrir (1Pe 5:10; 2Co 12:9).

Antes de terminar Pedro cita a Silvano, un «hermano fiel» (1Pe 5:12). Él fue el escribano y el mensajero de esta carta. Parece que Silvano es la forma completa de Silas, y sin duda es el mismo que fue compañero de viaje de Pablo (véanse Hch 15:40; 2Co 1:19; 1Ts 1:1; 2Ts 1:1).

Fuente: Auxiliar Bíblico Portavoz

INTRODUCCIÓN

1. Características generales

Este escrito, unánime y constantemente atribuido hasta el siglo XIX al apóstol Pedro, presenta de entrada todas las características de una carta, y de una carta cristiana. Comienza con la mención del remitente y de los destinatarios y con los habituales deseos de gracia y paz (1Pe 1:1-2); en el cuerpo del escrito se incluyen varias indicaciones personales referidas tanto al remitente (1Pe 1:8; 1Pe 2:23-25; 1Pe 5:1-2) como a los destinatarios (1Pe 2:12; 1Pe 2:18; 1Pe 2:25; 1Pe 3:1-5; 1Pe 3:13-17; 1Pe 4:1-6; 1Pe 4:12-17); y el final es también inequívocamente epistolar (1Pe 5:12-14).

Es una carta escrita, como confiesa el propio autor, para animar y asegurar (1Pe 5:12), para exhortar y confirmar en la fe a los destinatarios que parecen estar pasando por momentos de prueba y dificultad. Tiene todas las apariencias de ser una carta circular que ha de ser leída públicamente en las asambleas litúrgicas; así lo sugieren las varias doxologías intercaladas en el curso de la carta (1Pe 1:3-12; 1Pe 4:11; 1Pe 5:10-11). Escrita en un griego de buena calidad (las citas del AT están tomadas de la Biblia griega de los LXX), transmite una sensación tal de seguridad, de entusiasmo y de alegría, que el lector queda cautivado desde el primer momento. Es como un grito de esperanza para tiempos de inclemencia. Alguien ha escrito que es la carta que cabía esperar de aquel a quien Jesús había encomendado la misión de ayudar a los hermanos a permanecer firmes en la fe (Luc 22:32).

2. Marco histórico

Siguen siendo numerosos los biblistas que piensan en el apóstol Pedro como autor responsable personal de la carta. La habría redactado con la ayuda de Silvano (Silas) y tal vez de Marcos (1Pe 5:12-13) poco antes el año 64 d. C., probablemente en Roma, a la que designaría con el nombre simbólico de Babilonia (1Pe 5:13). Los argumentos en contra de tal atribución (la buena calidad del griego, los contactos con la teología paulina, un pretendido desconocimiento de la figura histórica de Jesús, una cristología bastante desarrollada y el ambiente de persecución generalizada contra el cristianismo que se reflejaría en la carta y que no habría tenido lugar hasta los tiempos del emperador Domiciano en la década de los 80) no parecen decisivos, aunque tampoco son desdeñables. En la hipótesis de la no autenticidad petrina, habría que pensar en alguien perteneciente a la “escuela” de Pedro que no muchos años después de la muerte de su maestro se dirige a una serie de iglesias cristianas con problemas; unas iglesias a las que intenta confortar manteniendo vivo el recuerdo y la tradición del apóstol Pedro. La cuestión está aún sin resolver.

En cualquier caso, se trataría de comunidades establecidas en zonas más bien rurales, no muy comunicadas entre sí, compuestas de gente sobre todo humilde — campesinos y pastores (1Pe 2:18-25) — y oriunda en su mayor parte del paganismo (1Pe 1:14; 1Pe 1:18; 1Pe 4:3). Comunidades, sin embargo, que ya han adquirido una cierta familiaridad con la Escritura del AT y que, al menos en parte, podrían situarse en la órbita paulina. La mención del Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia como regiones donde están asentadas las iglesias destinatarias de la carta (1Pe 1:1), puede entenderse en sentido estricto, pero también como representación de un amplio círculo de cristianos que, dispersos en un ambiente hostil, viven una situación de inseguridad y de amenaza constante (1Pe 2:11-12; 1Pe 3:13-17; 1Pe 4:1-6).

3. Contenido

A primera vista puede parecer que la primera carta de Pedro (en adelante se utilizará preferentemente la abreviatura 1 Pe) no aporta nada verdaderamente importante a la teología del NT. Si acaso, la consideración de los cristianos como sacerdocio consagrado, sacerdocio real (1Pe 2:5; 1Pe 2:9) y el dato de la predicación de Jesucristo a los espíritus encarcelados (1Pe 3:19). Pero si bien se mira, 1 Pe constituye una magnífica síntesis de la fe cristiana y de la conducta vinculada a dicha fe. De ahí el interés que actualmente despierta entre los comentaristas del NT.

En líneas generales puede decirse que el tema de la pasión-resurrección de Cristo constituye la clave doctrinal de la carta. Tanto literaria como teológicamente, este tema ocupa el centro de la exposición (1Pe 3:181Pe 4:11) e inspira el resto de las enseñanzas y exhortaciones del autor. Destacan particularmente dos textos cristológicos (1Pe 2:21-25 y 1Pe 3:18-22), que son como dos primitivos credos cristianos. Sobre ellos se hace gravitar la esperanza y casi la seguridad de poder superar cualquier clase de dificultades (1Pe 3:13-17; 1Pe 4:19-19) y de alcanzar la salvación definitiva (1Pe 1:3-12; 1Pe 5:10-11) mediante una vida libremente entregada al servicio de Dios (1Pe 2:16) y de la comunidad humana (1Pe 4:8-11). Este servicio, concretado en una vida santa (1Pe 1:15-16), debe ejercerse en el seno de la Iglesia, el nuevo pueblo de Dios constituido en raza elegida, sacerdocio real, nación consagrada (1Pe 2:9), y compromete absolutamente a todos los cristianos cualquiera sea su condición o situación social (1Pe 1:13-16; 1Pe 2:18; 1Pe 3:1-8; 1Pe 5:1-3; 1Pe 5:5-7).

Y junto al tema de la pasión-resurrección de Cristo, destaca también el de la esperanza. Una esperanza que tiene su origen en Dios (1Pe 1:3), que aspira a una herencia incorruptible e imperecedera en los cielos (1Pe 1:4-5), que es fuente de una vida activa y comprometida (1Pe 1:13) y que está en la raíz del optimismo y confianza que rezuma la carta (1Pe 1:6-9; 1Pe 3:14-15).

4. Estructura

Alternan en la carta breves exposiciones con exhortaciones más extensas, indicativos con imperativos; se repiten términos claves y se observa una cierta disposición simétrica del material. Aun reconociendo la dificultad para establecer una estructura concreta y bien definida, pueden señalarse los siguientes momentos principales de la carta:

— Saludo (1Pe 1:1-2)

I. — UNA HERENCIA RESERVADA EN LOS CIELOS (1Pe 1:3-12)

II. — UN NUEVO ESTILO DE VIDA (1Pe 1:131Pe 2:18)

III. — TRAS LAS HUELLAS DE CRISTO RESUCITADO (1Pe 2:191Pe 4:19)

IV. — CONSEJOS DIVERSOS (1Pe 5:1-14)

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

1Pe 2:4; 1Pe 2:9; 1Pe 5:13; (ver 2Pe 1:1).

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

— dispersos: El texto griego utiliza el vocablo diáspora que es el término técnico para designar a los judíos que vivían fuera de Palestina (ver Jua 7:35). Aquí se aplica a los cristianos que viven dispersos por el mundo (ver nota a Stg 1:1).

— Asia: No se trata del continente asiático, ni tampoco de toda la península del Asia Menor (actual Turquía), sino de una de las provincias (se enumeran otras cuatro) en que Roma tenía dividida dicha península. Ver nota a Rom 16:5.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

el Autor Saluda a Sus Lectores

Pedro comienza su carta, como era la costumbre entonces, diciendo quién es y con qué autoridad escribe. Entonces menciona a aquellos a quienes escribe. Estos son cristianos ahora esparcidos por todas las provincias romanas del Asia Menor. Su fe consistía en una relación con cada una de las personas de la Trinidad. El Padre los había elegido y separado (santificado) por el Espíritu para que pudieran obedecer a Jesucristo, habiendo sido limpiados al ser rociados con su sangre. Tal privilegio lleva al autor a ampliar el saludo normal a undeseo de que puedan experimentar de parte de Dios gracia y paz (que) os sean multiplicadas. Aquí hay un juego de palabras. El saludo gr. habitual (chairé) es reemplazado por la oración profundamente cristiana pidiendo la bendición por medio de la gracia de Dios (charis). Además, el saludo acostumbrado por los judíos de shalom (paz) se agrega para mostrar que en Cristo hemos heredado las bendiciones prometidas tanto bajo el antiguo como el nuevo pactos.

Notas . 1 Apóstol en gr. significa “enviado” (ver detalles en la introducción sobre el autor y los destinatarios). 2 Rociados con su sangre tiene la idea de obtener los beneficios de la muerte de Cristo (Heb. 9:13, 14), compartir las bendiciones del nuevo pacto (cf. Exo. 24:3-8 con Mar. 14:24) y la limpieza regular diaria que todos necesitamos durante nuestro viaje por la vida (ver 1 Jn. 1:7-9). Cuando Dios hizo el antiguo pacto con Moisés, la promesa de obediencia del pueblo de Dios fue sellada por el rociamiento de la sangre del sacrificio del pacto sobre el altar y sobre el pueblo (Exo. 24:1-11).

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

1.1 El apóstol Pedro escribió esta carta para animar y fortalecer a los creyentes que enfrentaban pruebas y persecución bajo el emperador Nerón. En gran parte del primer siglo, la persecución no era la regla en todo el Imperio Romano. Los soldados no buscaban a los cristianos para torturarlos. Los cristianos, sin embargo, podían esperar persecución social y económica de tres fuentes principales: los romanos, los judíos y sus propios familiares. Todos serían mal entendidos. Algunos serían hostigados; otros serían torturados e incluso condenados a muerte.El estado legal de los cristianos en el Imperio Romano no era muy claro. Muchos romanos seguían pensando que los cristianos eran una secta judía. Como la religión judía era legal, consideraban al cristianismo también legal, siempre y cuando los cristianos cumplieran con las leyes del imperio. Sin embargo, si los cristianos se negaban a adorar al emperador o a inscribirse en el ejército, o si participaban en disturbios civiles (tal como el que ocurrió en Efeso según Act 19:23ss), podían ser castigados por las autoridades civiles.A muchos judíos no les gustaba que se les asociara en lo legal con los cristianos. Tal como lo consigna Hechos, a menudo los judíos maltrataron a los cristianos, los expulsaron de la ciudad o intentaron poner en su contra a los funcionarios romanos. Saulo, más tarde el gran apóstol Pablo, fue al comienzo un perseguidor judío de los cristianos.Otra fuente de persecución fueron los propios familiares de los cristianos. Bajo la ley romana, la cabeza del hogar tenía autoridad absoluta sobre todos sus miembros. A menos que el hombre que dirigía el hogar fuera cristiano, la esposa, los hijos y los criados cristianos podían afrontar el sufrimiento extremo. Si eran expulsados, no hallarían sitio adonde dirigirse salvo la iglesia; si eran golpeados, ningún tribunal defendería sus derechos.La carta de 1 Pedro pudo haberse escrito sobre todo para los nuevos cristianos y para los que planeaban bautizarse. Debía advertírseles acerca de lo que tenían por delante y requerían las palabras de aliento de Pedro para ayudarles a enfrentar dicha experiencia. Esta carta es todavía de ayuda para los cristianos que enfrenten pruebas. Muchos discípulos de Cristo en todo del mundo viven bajo gobernantes mucho más represivos que el Imperio Romano del primer siglo. En todas partes los cristianos están sujetos a malos entendidos, ridiculizados y hasta hostilizados por sus amigos incrédulos, empleadores y miembros de la familia. Nadie está libre de catástrofes, dolor, enfermedad y muerte, pruebas que, como la persecución, nos hacen depender por completo de la gracia de Dios. Para los lectores de hoy, como también para los lectores originales de Pedro, el tema de esta carta es la esperanza.1.1 Pedro (también llamado Simón y Cefas) fue uno de los doce discípulos escogidos por Jesús (Mar 1:16-18, Joh 1:42) y, con Jacobo y Juan, formó el grupo íntimo que Jesús seleccionó para una preparación y una comunión especiales. Pedro fue uno de los primeros en reconocer que Jesucristo era el Mesías, el Hijo de Dios, y Jesús le dio un puesto de liderazgo especial en la iglesia (Mat 16:16-19, Luk 22:31-32; Joh 21:15-19). Aunque durante el juicio de Jesús Pedro negó conocerlo, luego se arrepintió y llegó a ser un gran apóstol. Para mayor información sobre Pedro, véase Mateo 27.1.1 Esta carta está dirigida a «los expatriados de la dispersión» o a los cristianos judíos que fueron esparcidos por el mundo como consecuencia de la persecución a los creyentes en Jerusalén y sus alrededores. Los primeros creyentes y líderes de la Iglesia primitiva fueron judíos. Cuando se hicieron cristianos, no renunciaron a su herencia judía, así como nosotros no renunciamos a nuestra nacionalidad cuando comenzamos a seguir a Cristo. Debido a la persecución, estos creyentes fueron esparcidos por todo el mundo romano (se menciona esta dispersión en Act 8:1-4). La persecución no detuvo la difusión del evangelio; por el contrario, sirvió para que entrara en todo el imperio. Así que entre las iglesias a las que Pedro escribió también se incluyó a cristianos gentiles.1.2 Pedro animó a sus lectores mediante la firme declaración de que ellos habían sido escogidos por Dios el Padre. En una época únicamente la nación de Israel pudo decir que era el pueblo escogido de Dios; pero por medio de Cristo todos los creyentes, judíos y gentiles, pertenecen a Dios. La salvación y seguridad radican en la elección libre y misericordiosa del Dios omnipotente. Ni pruebas ni persecución pueden privar de la vida eterna que El da a quienes creen en su nombre.1.2 Este versículo menciona a las tres personas de la Trinidad: Dios el Padre, Dios el Hijo (Jesucristo) y Dios el Espíritu Santo. Los tres se dedican a lograr nuestra salvación. El Padre nos escogió antes que nosotros lo eligiéramos a El (Eph 1:4). Jesucristo el Hijo murió por nosotros siendo aun pecadores (Rom 5:6-10). El Espíritu Santo obra en nuestra vida para darnos salvación y nos aparta (santifica) para el servicio a Dios (2Th 2:13).1.3 El término renacer se refiere al nacimiento espiritual (regeneración), el acto del Espíritu Santo de llevar creyentes a la familia de Dios. Jesús empleó este término cuando le explicó a Nicodemo lo que es la salvación (véase Juan 3).1.3-6 ¿Necesita usted aliento? Las palabras de Pedro ofrecen gozo y esperanza en tiempos de problemas, y él basa su confianza en lo que Dios está haciendo por nosotros en Jesucristo. Se nos llama a una esperanza viva de la vida eterna (1.3). Nuestra esperanza no es solo futurista; la vida eterna empieza cuando creemos en Dios y nos unimos a su familia. Por mucha aflicción o prueba que estemos pasando en la vida, sabemos que no es nuestra experiencia definitiva. Finalmente viviremos con Cristo para siempre.1.4 Los judíos habían mirado a su herencia en la tierra prometida de Canaán (Num 32:19; Deu 2:12; Deu 19:9). Los cristianos ahora miran a su herencia familiar en la eterna ciudad de Dios. Dios ha reservado esa herencia que nunca se desvanecerá ni decaerá; tampoco será manchada por el pecado. Lo mejor es que usted tiene una herencia si confía en Cristo como su Salvador.1.5 Dios nos ayudará a permanecer fieles a nuestra fe sin importar los momentos difíciles que afrontemos. El «tiempo postrero» es el día del juicio de Cristo descrito en Rom 14:10 y Rev 20:11-15. Podríamos tener que soportar dificultades, persecución o muerte violenta, pero se ha de dañar nuestra alma si hemos aceptado el don de salvación de parte de Cristo. Sabemos que recibiremos la recompensa prometida.1.6 ¿Por qué fueron los cristianos objeto de persecución? (1) Se negaron a adorar al emperador como un dios y por lo tanto se les consideraba ateos y traidores. (2) Se negaron a adorar en los templos paganos, de modo que los negocios en los templos perdían dinero donde muchos se convertían al cristianismo. (3) No apoyaron los ideales de Roma del ego, poder y conquista; y los romanos rechazaron el ideal cristiano del servicio altruista. (4) Pusieron al descubierto y rechazaron la terrible inmoralidad de la cultura pagana.1.6, 7 Pedro menciona el sufrimiento varias veces en esta carta: 1.6, 7; 3.13-17; 4.12-19; 5.9. Cuando él habla de pruebas, no se refiere a los desastres naturales ni a los castigos de Dios, sino a la reacción de un mundo incrédulo a las personas de fe. Todos los creyentes se enfrentan ese tipo de pruebas cuando dejan que su luz brille en medio de las tinieblas. Debemos aceptar las pruebas como parte del proceso de refinamiento que consume las impurezas, y nos prepara para nuestra reunión con Cristo. Las pruebas nos enseñan a ser pacientes (Rom 5:3-4; Jam 1:2-3) y nos ayudan a crecer para ser la clase de personas que Dios quiere que seamos.1.7 Se calienta el oro para que suban las impurezas y así poder quitarlas, y asimismo se calienta el acero. De igual manera, nuestras pruebas, dificultades y persecuciones fortalecen nuestra fe y nos hacen útiles para Dios.1.10-12 Aunque el plan de salvación fue un misterio para los profetas del Antiguo Testamento, aun así sufrieron persecución por su fe en Dios y algunos hasta la muerte. Algunos cristianos judíos al leer la carta de Pedro, por contraste, vieron a Jesucristo por sí mismos y dedujeron por qué había venido. Basaron su confianza en la muerte de Cristo y en su resurrección. Con su conocimiento personal de Cristo, su fe llegaría a ser mucho más sólida que la de los profetas del Antiguo Testamento.1.11 El Espíritu de Cristo es otro nombre que se da al Espíritu Santo. Antes que Cristo dejara su ministerio en la tierra para volver al cielo, prometió enviar al Espíritu Santo, el Consolador, para enseñar, ayudar y guiar a sus seguidores (Joh 14:15-17, Joh 14:26; Joh 16:7). El Espíritu Santo hablaría de Jesucristo y revelaría su gloria (Joh 15:26; Joh 16:14). Los profetas del Antiguo Testamento, que escribieron bajo la inspiración del Espíritu Santo (2Pe 1:20-21), describieron la venida del Mesías. Los apóstoles del Nuevo Testamento, inspirados por medio del Espíritu mismo, predicaron acerca del Señor crucificado y resucitado.1.13 El inminente retorno de Cristo debe motivarnos a vivir para El. Eso significa estar mentalmente vigilantes («ceñid los lomos de vuestro entendimiento»), disciplinados («sed sobrios»), y concentrados («esperad por completo»). ¿Está usted listo para encontrarse con Cristo?1.14-16 El Dios de Israel y de la iglesia cristiana es santo; El determina las normas para la moralidad. A diferencia de los dioses romanos, El no es belicoso, adúltero ni rencoroso. A diferencia de los dioses populares de los cultos paganos en el primer siglo, El no es sanguinario ni promiscuo. El es un Dios de misericordia y justicia que cuida personalmente de cada uno de sus discípulos. Nuestro Dios santo espera de nosotros que lo imitemos al aplicar sus normas morales elevadas. Así como El, debemos ser misericordiosos y justos, y también sacrificarnos por los demás.1.15, 16 Después que las personas dedican su vida a Cristo, aun sienten cierta atracción por sus costumbres pasadas. Pedro nos dice que debemos ser como nuestro Padre celestial, santos en cada cosa que hacemos. Santidad significa mantenerse totalmente devotos o dedicados a Dios, separados para su uso especial, y apartados del pecado y de su influencia. Debemos mantenernos apartados y ser diferentes, no mezclándonos con la multitud. No debemos ser diferentes solo por el hecho de serlo. Lo que nos hace diferentes son las virtudes de Dios aplicadas a nuestra vida. Nuestras prioridades deben ser las de El. Todo eso va en contraste directo con nuestras costumbres anteriores (1.14). No podemos llegar a ser santos por nuestros propios esfuerzos, por lo que Dios nos da su Espíritu Santo para ayudarnos a ser obedientes y nos da poder para vencer el pecado. No use la excusa de que no puede evitar cometer pecado. Pídale a Dios que le ayude a ser librado de las garras del pecado.1.17 «En temor» no es el temor del esclavo a su amo insensible sino el respeto de un creyente a su Dios todopoderoso. Ya que Dios es el juez de toda la tierra no debemos pasarlo por alto ni tratarlo con indiferencia, ni suponer que nuestra posición privilegiada como hijos de Dios nos da la libertad de hacer lo que queramos. No debemos ser hijos mimados sino hijos agradecidos y respetuosos a nuestro Padre celestial.1.18, 19 Un esclavo era «redimido» cuando alguien pagaba el dinero para comprar su libertad. Dios pagó por nuestro rescate para librarnos de la tiranía del pecado, no con dinero sino con la sangre preciosa de su propio Hijo (Rom 6:6-7; 1Co 6:20; Col 2:13-14; Heb 9:12). No podemos escapar del pecado por nuestros propios medios; solamente la vida del Hijo de Dios puede librarnos.1.20 El sacrificio de Cristo por nuestros pecados no fue una reflexión tardía, ni algo que Dios decidió hacer cuando el mundo estaba fuera de control. Ese plan lo estableció el omnisciente y eterno Dios antes que fuera creado el mundo. Qué bendición debió haber sido para los creyentes judíos enterarse de que la venida de Cristo y su obra de salvación fueron planeadas por Dios mucho antes de que comenzara el mundo. Eso les dio la seguridad de que la ley no fue descartada porque no dio resultados, sino porque tanto la ley como la venida de Cristo eran parte del plan eterno de Dios.1.22 El amor no fingido implica una entrega desinteresada; por esa razón, una persona egoísta no puede amar de verdad. El amor de Dios y su perdón nos libra de la posibilidad de mirarnos a nosotros mismos y nos motiva a satisfacer las necesidades de los demás. Al sacrificar Cristo su vida, nos probó que en realidad nos ama. Ahora usted puede amar a los demás siguiendo su ejemplo y entregándose de un modo altruista.1.24, 25 Al hacer referencia a Isa 40:6-8, Pedro les recuerda a los creyentes que todo en esta vida -bienes, logros, personas- finalmente se marchitará y desaparecerá. Solo son permanentes la voluntad de Dios, su Palabra y su obra. Debemos evitar la codicia de lo temporal y hemos de concentrar nuestro tiempo, dinero y energías en lo permanente: la Palabra de Dios y nuestra vida eterna en Cristo.

Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir

NOTAS

(1) “Pedro.” Gr.: Pé·tros, que significa: “Un Trozo de Roca”.

(2) Lit.: “residentes forasteros de dispersión”. Véase Stg 1:1.

REFERENCIAS CRUZADAS

a 0 Mat 10:2

b 1 Jua 15:19; Heb 11:13

c 2 Stg 1:1

d 3 Hch 2:9

e 4 Rom 1:7

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

apóstol. Se refiere a Pedro como uno de los doce apóstoles escogidos por Cristo, que anduvieron con el Señor desde el tiempo de Juan el Bautista hasta la ascensión de Cristo (Hch 1:9– 11). A los apóstoles se les dio un poder especial y autoridad para proclamar el evangelio (v. también coment. en Ro 1:1).

expatriados. Los que han sido exiliados por la persecución, o sea, los extranjeros y peregrinos de 2:11.

Ponto…Bitinia. Regiones del Asia Menor donde se habían establecido numerosos creyentes que habían huido de la persecución.

elegidos. Véase coments. en Ro 1:6; Ef 1:4. Esta verdad fortalecería a los lectores en medio de sus aflicciones.

Fuente: La Biblia de las Américas

1 (1) El nombre Pedro denota su hombre regenerado y espiritual, mientras que el nombre Simón denota su hombre natural por nacimiento ( Jua_1:42 Mat_16:17-18).

1 (2) Apóstol a los judíos ( Gál_2:8).

1 (3) Hablando con propiedad, en este libro se refiere a los creyentes judíos que eran peregrinos y extranjeros y que estaban dispersos por el mundo gentil (2:11-12). Sin embargo, el principio de ser peregrinos podría aplicarse a todos los creyentes, judíos y gentiles, porque todos ellos son peregrinos celestiales que andan peregrinando como extranjeros en la tierra. Estos peregrinos son los elegidos de Dios, escogidos por El de entre el linaje humano, de entre todas las naciones ( Rev_5:9-10), según Su presciencia (v.2).

1 (4) Un término conocido por todos los judíos dispersos entre las naciones, lo cual indica que esta epístola fue escrita a los creyentes judíos. Proviene de la palabra griega que significa dispersar o esparcir, cuya raíz significa sembrar. Esto implica que los judíos dispersos fueron sembrados como semillas entre los gentiles.

1 (5) Las cinco provincias aquí mencionadas están en Asia Menor, entre el mar Negro y el Mediterráneo.

Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro

INTRODUCCIÓN A LA PRIMERA EPÍSTOLA DE PEDRO

AUTOR: Pedro

FECHA: 63

Destinatarios Esta epístola está dirigida «a los expatriados de la dispersión» (1Pe 1:1) o, literalmente, a «los forasteros de la dispersión». Estos eran creyentes que, como el Israel de la antigüedad, estaban esparcidos por el mundo, aunque los destinatarios de esta carta eran predominantemente de trasfondo gentil más bien que judío (1Pe 1:14; 1Pe 2:9-10; 1Pe 4:3-4). Su situación era de sufrimiento y prueba (1Pe 4:12), pero no precisamente por la proscripción del cristianismo a escala mundial», pues ésta vino después. Los sufrimientos a que se refiere la carta son los que con frecuencia sobrevienen a los cristianos cuando viven fielmente en una sociedad pagana y hostil. La persecución tomaba las formas de calumnia, revueltas, acciones de las fuerzas locales del orden, y también ostracismo social. Pedro anima a los lectores a que se regocijen y remonten su vida por encima de tales contrariedades, sin ofrecer ocasión de reproche.

Circunstancias del escrito Que el apóstol Pedro fue el escritor de esta carta (conforme se afirma en 1Pe 1:1) se confirma por las muchas semejanzas entre esta epístola y los mensajes de Pedro registrados en Hechos (cp. 1Pe 1:20 con Hch 2:23, y 1Pe 4:5 con Hch 10:42). El mismo Silvano (también llamado Silas), que acompañó a Pablo en el segundo viaje misionero fue su amanuense o secretario (1Pe 5:12; Hch 15:40).

El lugar de la redacción fue «Babilonia» (1Pe 5:13), nombre simbólico de Roma, muy usado por escritores que deseaban evitar problemas con las autoridades romanas. Pedro estuvo en Roma durante la última década de su vida y escribió esta epístola hada el año 63, justamente antes de que estallase en el año 64 la persecución de Nerón. Pedro fue martirizado hada el 67.

Contenido Pedro mismo expresa el tema de la carta en 1Pe 5:12; «la verdadera grada de Dios» en la vida del creyente.

BOSQUEJO DE 1 PEDRO

I) Saludo, 1Pe 1:1-2

II) Gracia significa seguridad, 1Pe 1:3-12

A) Doxología, 1Pe 1:3-9

B) Los profetas y el evangelio, 1Pe 1:10-12

III) Gracia significa sobriedad, 1Pe 1:131Pe 2:10

A) En la santidad, 1Pe 1:13-16

B) En el temor, 1Pe 1:17-21

C) En el amor, 1Pe 1:22-25

D) En el crecimiento, 1Pe 2:1-10

IV) Gracia significa sumisión, 1Pe 2:111Pe 3:12

A) A los gobiernos, 1Pe 2:11-17

B) A los amos, 1Pe 2:18-25

C) A los maridos, 1Pe 3:1-7

D) Recapitulación, 1Pe 3:8-12

V) Gracia significa sufrimiento, 1Pe 3:131Pe 4:19

A) Razones para el sufrimiento, 1Pe 3:131Pe 4:6

B) Reacciones en el sufrimiento, 1Pe 4:7-19

VI) Gracia significa servicio, 1Pe 5:1-11

VII) Observaciones finales, 1Pe 5:12-14

Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie

expatriados. Mejor, forasteros. I.e., peregrinos, exilados, residentes que pertenecen a otro país. El término se aplica a quienes se instalan en un lugar sin hacer de él su residencia permanente. Los lectores, cuya verdadera ciudadanía estaba en los cielos, son considerados como temporales residentes de las provincias de Asia Menor que se nombran en este versículo.

Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie

7 (I) Introducción: dirección y saludos (1,1-2). Nos encontramos aquí con un tipo de fórmula inicial corriente en la corresponden­cia oficial judía (Cartas del NT, 45:6-8A). 1. Pedro: Versión gr. del ar. Képa, «roca» (véase Mt 16,17-18). Su posición central en la Iglesia primitiva queda reflejada en los evangelios (p.ej., Mt 16,16-19; Lc 22,32; Jn 21,15-19). Es el jefe de los primeros apóstoles (Mc 3,16 par.; Gál 1,18). a los elegidos extranjeros: Este últi­mo término significa, más técnicamente, «ex­tranjeros que están de paso». Esto, junto con los «forasteros y extranjeros» de 2,11, designa a los cristianos como una clase social inferior sin derechos ciudadanos, de la Diáspora: Tér­mino técnico que denota a los judíos que en la época helenística vivían en grupos fuera de la tierra santa (Dt 28,25 LXX; 30,4); se aplicaba a los cristianos (Sant 1,1) y en este caso a comu­nidades cristianas mayoritariamente gentiles. Ponto, Galacia, Capadocia, Asia, Bitinia: O provincias romanas (Ponto y Bitinia constituían una sola provincia), o nombres de regiones an­teriores. 2. según el previo conocimiento de Dios Padre, con la acción santificadora del Es­píritu, para obedecer a Jesucristo y ser rociados con su sangre: La elección del cristiano para la nueva alianza (cf. Éx 24,8) entraña la cooperación de Padre, Espíritu e Hijo. Esta referencia trinitaria se amplía en 1,3-12. gracia y paz: Al saludo normal se le añade la expresión típica­mente judía «se os acrecienten» (véanse Dn 4,1; 6,25).

8 (II) Primera parte: la dignidad de la vocación cristiana y sus responsabilidades (1,3-2,10).
(A) La vocación cristiana (1,3-25).
(a) La salvación realizada por el Padre, me­diante el Hijo, revelada por el Espíritu (1,3-12). 3. bendito sea el Dios y Padre de nuestro Se­ñor Jesucristo quien… nos ha hecho nacer de nuevo: La iniciativa del Padre en la elección del cristiano es celebrada con una forma de bendi­ción que es común dentro de la tradición judía
(véanse Gn 9,26; Sal 66,20; 68,20; 72,18; 1 Re 1,48; 2 Mac 15,34). Él se revela y hace todas las cosas mediante su Hijo. Los cristianos entran en la nueva vida divina por medio de «la pala­bra de Dios viva y permanente» (1,23), «la pa­labra que les fue anunciada» (1,25). a una espe­ranza viva: Tema dominante de 1 Pe, en una medida mucho mayor de lo que un simple cómputo de palabras haría pensar (1,3.13.21;
3,5.15) . mediante la resurrección: Esto no se re­fiere sólo a «viva», sino también a «nos ha he­cho nacer de nuevo». 4. a una herencia inco­rruptible: Las promesas hechas a Israel se ven también cumplidas en la Iglesia cristiana. En el AT, la herencia es principalmente la tierra de Is­rael (Dt 15,4). En contraste con la tierra, la he­rencia cristiana es «incorruptible», reservada en los cielos para vosotros: cf. Col 1,5; Flp 3,20; Gál 4,26.
5. por medio de la fe: «Fe» posee en 1 Pe una amplia gama de significados (1,5.7.9.21; cf.1, 8.21; 2,6.7). En este caso hace referencia a la confianza en Dios que es esencial para la salva­ción. Salvación dispuesta ya a ser revelada: La salvación escatológica (véanse 1,9.10; 3,21) es inminente (véanse 1,20; 4,5.13.17; 5,10). 6. por lo cual rebosáis de alegría: «Lo cual» hace refe­rencia al pensamiento entero de 1,3-5. «Rebo­sáis de alegría» expresa el gozo religioso esca­tológico (véanse 4,13; Mt 5,12; Jds 24; Ap 19,7). Nótese la inclusión formada por este versículo y 4,12-13. pruebas: En 1 Pe, la experiencia cris­tiana de dislocación social en medio de un mundo pagano se denomina normalmente «sufrimiento» (tanto con formas nominales co­mo verbales): 1,11; 4,13; 5,9; 2,19.20; 3,14.17; 4,1.15.19; 5,10. Esto se vincula con los «sufri­mientos» de Cristo (5,1; 2,21.23; 3,18; 4,1). 8. sin haberle visto: El autor de 1 Pe se presenta en 1,1 como uno de los apóstoles primeros que habían «visto» a Jesús (cf. Hch 1,21-22). 9. al­canzáis la meta de vuestra fe, la salvación de vuestras almas: Las realidades escatológicas se inauguran hoy en la Iglesia por la fe. En 1 Pe, «alma» (1,9.22; 2,11.25; 3,20; 4,19) tiene el sig­nificado de «yo» o «persona» (→ Teología pau­lina, 82:104). 10. sobre esta salvación: La pala­bra gancho «salvación» indica un tema nuevo, el papel del Espíritu (1,10-12; cf. 1,2). profetas: No los profetas cristianos, sino los del AT (véa­se Mt 1,22-23; Rom 1,2; 4,23; Hch 3,18). 11. el Espíritu de Cristo: Lo más probable es que se refiera al Espíritu Santo (véanse 1,12; Rom 8,9; Flp 1,19; Hch 16,7). los sufrimientos destinados a Cristo y las glorias que les seguirían: La pasión de Cristo y las etapas de su glorificación tienen que ver con el mensaje de 1 Pe (véanse 1,6-7; 4,13; 5,1-10). 12. les fue revelado: Los profetas habían de servir a aquellos a los que «ahora», en el tiempo de la Iglesia, se ha proclamado el evangelio, cosas que los ángeles ansian contem­plar: La imagen es la de atisbar por una venta­na (cf. 1 Hen 9,1 gr.).
9 (b) Exhortación a la santidad (1,13-25). 13. ceñios los lomos de vuestro espíritu: La imagen de un hombre que remete su larga tú­nica en su cinturón y se prepara para actuar (véanse 1 Re 18,46; Jr 1,17; Lc 17,8) se aplica en este texto a la preparación para la parusía (véase Lc 12,35). 14. obediencia: El cristiano ha de obedecer la ley de santidad de la nueva alianza (cf. 1,2). de antes, del tiempo de vuestra ignorancia: La mayoría de los destinatarios de la carta habían sido paganos (véanse 1,18; 4,3-4). 15. santo: El significado básico es «separa­do», «consagrado», lo contrario de «profano». La relación de alianza con Dios no sólo ponía aparte a Israel, sino que además exigía el cum­plimiento de normas éticas. 16. Véanse Lv11, 44; 19,2; 20,7.26. 17. llamáis Padre: La inti­midad de los cristianos con Dios como Padre no es excusa para una conducta irreflexiva (cf. 4,17; Heb 12,5-11; Hch 10,34; Rom 2,10-11). el tiempo de vuestro destierro: Esto no hace refe­rencia a un «exilio del cielo», sino a la disloca­ción social que los cristianos experimentan en medio de un mundo pagano. 18. rescatados… no con… plata: Alusión a Is 52,3 (véase el co­mentario a Rom 3,24). 19. sangre preciosa… de… Cristo: Según la concepción judía del sa­crificio, la sangre representaba la vida (véase Lv 17,14). En este caso se hace referencia a la sangre del cordero pascual (véanse Ex 12,7.13; Ap 5,9; Ef 1,7; Heb 9,12; cf. 1 Cor 5,7; Jn 1,29;19,36) . como… cordero sin tacha: Este requisi­to debía cumplirlo toda víctima (véase Lv22,19-25) y particularmente el cordero pascual (véase Éx 12,5). 20. predestinado… manifesta­do: Probablemente esto es un fragmento de un antiguo credo o himno (cf. 2 Tim 1,9-10; véase M.-É. Boismard, Quatre hymnes 57-109). El designio eterno de Dios (cf. Rom 16,25-26; 1 Cor 2,7; Col 1,26; Ef 3,9-10; Tit 1,2-3) se «da a conocer» con la encarnación en la inaugura­ción de los «últimos tiempos» (véase el co­mentario a Rom 5,14; 1 Cor 10,11). 21. de mo­do que vuestra fe pueda ser también vuestra esperanza en Dios: O, «de modo que vuestra fe y vuestra esperanza estén en Dios» (véase W. J. Dalton, «“So that Your Faith May Also Be Your Hope”», Reconciliation and Hope [Fest. L. L. Morris, ed. R. J. Banks, Exeter 1974] 262-74).1,22-25 está añadido para completar la tríada de fe, esperanza y amor. 23. habéis nacido de nuevo: La recepción del evangelio por la fe (cf.1,24) produce el nuevo nacimiento (cf. 1,3). vi­va y permanente: Estos epítetos se deben en­tender referidos a «palabra» y no a «Dios». 24. Is 40,6-8 LXX.

Fuente: Nuevo Comentario Biblico San Jeronimo

un apóstol…Rom 1:1.

Fuente: Biblia Textual IV Edición

Lit., del

Fuente: La Biblia de las Américas

g Rom 1:1.

Fuente: La Biblia Textual III Edición

[1] Todas las áreas de exilio de Israelitas. Las siete congregaciónes de Apocalipsis en Asia Menor también.

[2] Escribiendo al pueblo escogido Israel.

[3] Guardando Torah.

[4] Una referencia clave a la recompensa de nuestro espíritu en los cielos. La fe en la vida en los cielos con YHWH es originalmente un concepto Hebraico, no uno Greco-Romano.

[5] Guardadores de Torah.

[6] Pedro aplica una Escritura acerca del sacerdocio de Israel en el Prime Pacto al Israel del Pacto Renovado, ya que sólo a Israel siempre se le llama los sacerdotes de YHWH.

[7] YHWH sí toma en cuenta la lealtad a la Torah en las vidas de los creyentes.

[8] La Torah y la sangre de Yahshua.

[9] El vínculo de perfección que sostendrá unido a todo el Israel creyente.

Fuente: Escrituras del Nombre Verdadero

[2] Al Padre se le atribuye la predestinación, al Espíritu Santo la santificación, y al Hijo de Dios la redención.[16] Lev 11, 44; 19, 2.[21] Que os promete resucitaros algún día a vosotros, como a vuestra cabeza, Jesucristo.[25] Palabra vivificante, que os ha engendrado en Jesucristo cuando recibisteis el bautismo.

Fuente: Notas Torres Amat

Biblia Peshitta 2006 Notas:

Escrita por el apóstol Pedro alrededor del 64 d.C. Él mismo afirma ser el autor, y la evidencia interna aunada al testimonio de muchos escritores de los albores de la era cristiana, lo confirman. Aunque algunas porciones sugieren que la epístola estaba dirigida a paganos convertidos, la encomienda de Pedro a «la circuncisión» ( Gál_2:7), es un fuerte argumento para indicar que estaba dirigida a judíos convertidos. (1Pe 2:10. Compárese con Ose 1:9-10; Ose 2:23).

Fuente: Peshitta en Español