¿Quién es aquel que os podrá hacer daño, si sois ávidos por el bien?
3:13 — Pedro da tres razones por qué practicar la vida virtuosa y de santidad: procura la felicidad ahora (ver. 10,11); procura el favor y la protección de Dios (ver. 12), y desarma la malicia del hombre mundano (ver.13). — «¿Y quién… el bien?» Pedro da una regla general; trata de circunstancias ordinarias (hay excepciones, ver. 14). La vida celosa de buenas obras quita al malhechor motivo de maltratar al cristiano.Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
quien os podrá hacer daño. Pro 16:7; Rom 8:28; Rom 13:3.
si vosotros seguís el bien. Sal 38:20; Pro 15:9; 1Co 14:1; Efe 5:1; 1Ts 5:15; 1Ti 5:10; 3Jn 1:11.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
quién es aquel que os podrá hacer daño: Bajo circunstancias normales, los que hacen lo correcto están menos expuestos que los que hacen lo malo a ser heridos por los demás.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
¿ … quién es aquel que os podrá hacer daño … ? Es inusual que las personas traten mal a los que se dedican con fervor a hacer el bien. Ni siquiera el mundo hostil se apresura a hacer daño a personas que son benefactoras de la sociedad y tratan a todos con amabilidad y cuidado (cp. 1Pe 4:12), aunque sucede en algunos casos (v. 1Pe 3:14).
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
3:13 — Pedro da tres razones por qué practicar la vida virtuosa y de santidad: procura la felicidad ahora (ver. 10,11); procura el favor y la protección de Dios (ver. 12), y desarma la malicia del hombre mundano (ver.13).
–«¿Y quién… el bien?» Pedro da una regla general; trata de circunstancias ordinarias (hay excepciones, ver. 14). La vida celosa de buenas obras quita al malhechor motivo de maltratar al cristiano.
Fuente: Notas Reeves-Partain
LA SEGURIDAD CRISTIANA
EN UN MUNDO EN PELIGRO
1 Pedro 3:13-15a
¿Quién será el que os pueda hacer daño si amáis entrañablemente la bondad? Aun en el caso de que tengáis que sufrir por causa de la justicia, ¡felices vosotros! No les tengáis miedo; ni tampoco os inquietéis, sino dadle a Cristo en vuestro corazón el lugar supremo que Le pertenece.
En este pasaje podemos ver hasta qué punto estaba Pedro empapado del Antiguo Testamento; aquí hay dos pasajes fundamentales. No es tanto que los cite de hecho como que no habría podido escribir esta pasaje a menos que los hubiera tenido presentes en su mente. El primero es una reminiscencia de Isa 50:9 : «He aquí que el Señor Dios me ayudará; ¿quién puede haber que me condene?» Y también, cuando Pedro está hablando de dEsterrar el miedo, está pensando en Isa 8:13 : «Pero es al Señor de los ejércitos al que debéis considerar santo; a Él es al único Que debéis tener miedo, y tener como el objeto de vuestro temor.»
Hay tres grandes concepciones en este pasaje.
(i) Pedro empieza insistiendo en un amor entrañable a la bondad. Una persona puede tener más de una actitud ante la bondad. Puede ser para ella una carga, o un aburrimiento, o algo que desea vagamente pero cuyo precio no está dispuesta a pagar en términos de esfuerzo. La palabra que hemos traducido por amar entrañablemente es zélótés, que se traduce corrientemente por celota. Los celotas eran patriotas fanáticos que se juramentaban para usar todos los medios a su alcance para liberar al pueblo de Israel del poder extranjero. Estaban dispuestos a jugarse la vida, a sacrificar la tranquilidad y la comodidad, el hogar y a sus seres queridos por un amor apasionado a su país. Lo que Pedro está diciendo es: «Amad la bondad con la intensidad apasionada con que aman a su país los más fanáticos patriotas.» John Seeley decía: » Un corazón no puede ser puro si no es apasionado; ni una virtud segura si no es entusiasta.» Sólo cuando uno se enamora de la bondad pierden su fascinación y su poder sobre él las cosas mundanas.
(ii) Pedro pasa a hablar de la actitud cristiana ante el sufrimiento. Ya se ha hecho notar suficientemente que estamos cercados por dos clases de sufrimiento. Está el sufrimiento al que estamos expuestos a causa de nuestra humanidad. Por ser personas, nos alcanza el sufrimiento físico, la muerte, la preocupación, la angustia de la mente y el cansancio y el dolor del cuerpo. Pero hay también un sufrimiento en el que nos vemos involucrados a causa de nuestro Cristianismo. Puede que sea la impopularidad, la persecución, el sacrificio por los principios y la elección deliberada del camino difícil, la disciplina y la brega necesarias de la vida cristiana. Sin embargo, la vida cristiana tiene una cierta bienaventuranza que la acompaña siempre. ¿Por qué razón?
(iii) La respuesta de Pedro es que el cristiano es una persona para quien Dios y Jesucristo son supremos en su vida; su relación con Dios en Cristo es lo de más valor en su vida. Si el corazón de una persona está anclado en cosas terrenales como las posesiones, la felicidad, el placer, la buena vida… es un ser lastimosamente vulnerable. Porque, tal como son las cosas, puede perderlas en cualquier momento. Tal persona sufre con la máxima facilidad. Por otra parte, el que Le da a Jesucristo el lugar único y exclusivo en su vida que Le pertenece, lo más precioso para él es su relación con Dios, y nada se la puede quitar. Por tanto, está completamente a salvo.
Así que, hasta en el sufrimiento es bendecido el cristiano. Cuando se está sufriendo por Cristo, se Le está mostrando fidelidad y se está participando de Su sufrimiento. Cuando el sufrimiento es parte de la condición humana, no puede privar al cristiano de las cosas más preciosas de la vida. Nadie puede evadir el sufrimiento; pero para el cristiano no puede tocar las cosas que le importan supremamente.
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
Vivir por Cristo ante la oposición
Desde el generalizado colapso del comunismo, hay menos países en el mundo donde es posible que los cristianos sean perseguidos o encarcelados por su fe. Sin embargo, sólo se necesita un gobierno totalitario (de derecha o izquierda) para hacer volver los intentos oficiales de suprimir a aquellos que hablan en el nombre de Cristo. En la sociedad occidental moderna es más probable que los cristianos sean perseguidos por ponerse firmes contra los falsos valores y normas. (En El Peregrino, Bunyan describe esto en cuanto a Cristiano y Fiel en la ciudad de la Feria de las Vanidades.)
13-16 La confianza de Pedro en la soberanía de Dios así como en su justicia lo lleva a una pregunta retórica: ¿Quién es aquel que os podrá hacer daño, si sois ávidos por el bien? Lo que sigue sugiere que el celo de parte de los cristianos porque se haga el bien no es probable que lleve a la persecución. Esto suena extrañamente inconsecuente con la advertencia de Jesús (p. ej. Mat. 5:10-12), la enseñanza y experiencia de Pablo (p. ej. Hech. 14:22), las mismas palabras de Pedro en el capítulo siguiente (4:12-19) o aun los vv. 16 y 17 de este capítulo. En vista de ello, probablemente es correcto poner énfasis en el verbo hacer daño que aparece en esta pregunta (13). La persecución bien puede venir al cristiano, pero en última instancia no lo puede lastimar. De hecho, la experiencia puede conducir a una bendición (14; cf. 1:6-9), y el resultado debe quedar en las manos de Dios (4:19) que vela sobre los suyos y sus perseguidores (3:12). Por eso, los creyentes son instados a no ser atemorizados. El antídoto positivo contra el temor se encuentra en dar a Cristo el lugar especial que merece en el centro de nuestras vidas. Allí él debe reinar como Señor. El verdadero temor del Señor, que se expresa tanto en una conduc ta correcta y en una afirmación de fe bien definida, sacará fuera todos los temores secundarios y finalmente avergonzará a los detractores.
17-22 Estos vv. contienen la línea de pensamiento más compleja de toda la carta. La idea clave que le da coherencia es la del sufrimiento (ver 3:17 y 4:1). Pedro ha estado preparando a sus lectores pa ra el sufrimiento futuro y preve que pueden tener la reacción humana normal ante el sufrimiento; ¡qué desperdicio! Así nos señala el sufrimiento de Jesús y lo que le permitió lograr: él nos lleva a Dios; ha sido levantado de los muertos; ha predicado a los espíritus en prisión (ver luego); hace posible la limpieza y salvación que simboliza el bautismo; y ahora es exaltado a su prominente posición de poder y gloria.
Obviamente, ese sufrimiento está lejos de ser inútil y de hecho era la voluntad de Dios para Cristo y podría serlo para sus seguidores. Esto no tiene el sentido de que podrían morir para llevar a otros a Dios, sino que el modelo de sufrimiento que lleva a la gloria es el que Jesús invitó a sus seguidores a adoptar (p. ej. Mat. 16:24-26). Esta mención lleva a Pedro a recordarnos cómo el sufrimiento, ordena do por Dios, del Cristo inocente tiene siete características: fue hecho una vez para siempre (18); es el camino para tratar con el pecado (por los pecados; ver Rom. 8:3); era un justo actuando en favor de los injustos; era para llevarnos a Dios (el verbo gr. prosago es un término técnico que se refiere a la introducción de alguien a la presencia de un superior); era una muerte física para ganar la vida es piritual; era una oportunidad para ir y predicar a los espíritus encarcelados (ver luego); llevaba a la reividicación divina de Jesús por medio de su resurrección y exaltación (22).
El v. 18 es una de las afirmaciones sucintas y, sin embargo, profundas del NT sobre la doctrina de la expiación. Jesús se ve como quien trata con el problema de la relación quebrada de la humanidad con Dios en tres formas.
1. Proveyó la ofrenda perfecta por el pecado (cf. Heb. 9:11-14; 10:1-10) y por lo mismo cumple los requerimientos de la ley.
2. Soportó la muerte debido a la injusticia como pena impuesta por la ley a los pecadores (cf. Rom. 6:23; 2 Cor. 5:21).
3. De ese modo removió la barrera producida por el pecado y abrió el camino para volver a Dios (Juan 14:6).
Luego de afirmar el valor de los sufrimientos de Cristo como ejemplo para nosotros (p. ej. 2:21), Pedro retoma el equilibrio afirmando también cuán únicos y eficaces son aquellos. El justo implica que su sufrimiento fue propiciatorio (satisfaciendo todas las demandas de Dios), mientras que por (lit. “a favor de”) muestra que también era vicario. El único cuya perfecta justicia significaba que nunca mereció morir pero soportó los dolores de la muerte a favor de todos los que sí merecieron morir. Así, Jesús tomó nuestro lugar y sobrellevó nuestro castigo. El lenguaje refleja fuertemente el de Isa. 53:6.
En el espíritu (BA, “según el Espíritu”) señala la obra del Espíritu restaurando a Jesús a la vida. Murió físicamente en la cruz, o sea que cesaron sus funciones corporales (respiración, circulación sanguínea, etc.). También murió espiritualmente en cuanto sobrellevó la separación de Dios como conse cuencia de llevar los pecados de este mundo. Esto fue expresado en su clamor sobre el abandono del Padre (Mar. 15:34). Pero la muerte espiritual no es una aniquilación, y una vez que Jesús pasó todo el juicio de Dios su espíritu fue liberado del cuerpo. El gr. de Mar. 15:37 y pasajes paralelos usa la metáfora común pero vívida de “expirar” (respirar hacia afuera) el espíritu. En el tercer día, ese espíritu volvió a retomar su cuerpo en la resurrección. La expresión vivificado en el espíritu puede ser entendida, como alternativa, como si se refiriera a la actividad del espíritu de Jesús durante el período entre su muerte y resurrección.
La referencia a los espíritus encarcelados (19) lleva al autor a los días de Noé, cuya experiencia de salvación es un paralelo notable al bautismo.
La fe que es la respuesta del creyente a Dios en el bautismo se hace posible por la resurrección de Cristo de entre los muertos. Ahora Pedro relaciona ambas líneas de pensamiento. Ve la glorificación de Jesús no sólo como la secuela divina de su muerte en sacrificio, sino también como la razón que compele a la humanidad para responder en fe (véase comentarios en las Notas).
1-6 (Cap. 4) Padecido en la carne debe aceptarse tal cual porque: sigue el ejemplo de Jesús; une al creyente con su actitud; y capacita al que sufre para vivir en la voluntad de Dios. Es importante sopesar pasajes como éste frente a algunas enseñanzas contemporáneas sobre “la salud y la riqueza”. En ninguna parte de la Biblia se nos enseña que los cristianos gozarán siempre de prosperidad y escaparán del sufrimiento; más bien, Jesús sugiere que lo opuesto puede ser a menudo la realidad (véase Luc. 6:20-26; Juan 16:1-4).
La mención del bautismo en 3:21 ha llevado a Pedro a seguir el mismo tipo de argumento que usa Pablo en Rom. 6. El bautismo simboliza el ingreso del cristiano a los beneficios obtenidos por los sufrimientos y la muerte de Cristo. Al pasar por él, la persona bautizada se ve como compartiendo místicamente aquellos sufrimientos y muerte. La consecuencia de tal muerte en Rom. 6:11 es la de considerarnos “muertos para el pecado, pero … vivos para Dios en Cristo Jesús”. Eso es lo que Pe dro está afirmando aquí, agregando una nota de urgencia al contrastar el tiempo invertido en el pasado con el descuido de la oportunidad de servir a Dios en el futuro.
Aquellos cuya conducta y hábitos han sido tan cambiados llegan a ser el blanco de la persecución. Sin embargo, el cristiano debe recordar que es a Dios a quien deben rendir cuentas de su conducta. Lo comprensivo de este juicio (5) lleva a Pedro a decir al margen que la muerte de los cristianos comprueba el valor de predicar el evangelio a los demás mientras aún están con vida. Aunque ahora en la muerte han recibido en sus cuerpos el juicio de Dios sobre el pecado, sus espíritus todavía están con vida en él. (Para otras interpretaciones de este versículo, véase las Notas.)
Por lo tanto, en esta sección Pedro alienta a los cristianos que están enfrentando el sufrimiento (y quizá aun el martirio) mostrándoles con el ejemplo de Jesús que el plan de Dios puede ser puesto en acción por medio de ese sufrimiento, y que en definitiva ello llevará a la victoria (véase 1:11).
Notas. 3:14 Las distintas versiones nos muestran que la cita de Isa. 8:12, 13 se puede tomar de dos maneras: “no teman lo que ellos temen” (Besson, “de su temor no temáis”) o “no teman lo que ellos amenazan”. Una tercera posibilidad es que el mandamiento aquí y en Isaías es una advertencia contra la apostasía: “No compartan sus objetos de reve rencia religiosa” (el verbo gr. se usa en este sentido cultural, p. ej. en Luc. 1:50; 18:2, 4; Hech. 13:16, 26). 17 Si la voluntad de Dios así lo quiere, en gr. dice “si llegara a ser”. Esto sugiere que la posiblidad de tener que padecer haciendo el bien es más bien remota, como en el v. 14. Pedro puede haber dicho esto para aliviar los temores de sus lectores.
19 Este versículo presenta las dos cuestiones más difíciles de la carta. ¿Cuándo predicó Jesús a los espíritus encarcelados y quiénes eran éstos? Algunos creen que el versículo se refiere a la secuela cronológica de la muerte de Cristo, cuando su espíritu pasó a la esfera de los que han muerto. De ese modo, como en Hech. 2:31 y Ef. 4:9, este versículo establece la cláusula del Credo de los Apóstoles sobre el descenso de Jesús a los muertos. En ese caso debe haber predicado a todos los muertos en una de tres formas: para ofrecerles una segunda oportunidad de salvación; para proclamar su victoria sobre la muerte, y el triunfo sobre el poder del mal, y confirmar así la sentencia sobre los incrédulos, y anunciar la liberación para los creyentes; para proclamar la liberación del purgatorio a aquellos que se han arrepentido justo antes de perecer en el diluvio (interpretación popular entre los auto res católicos).
Ni la primera ni la tercera pueden ser apoyadas por la Escritura, pero la segunda ha sido sostenida por muchos comentaristas como la más adecuada a la evidencia del NT en otros lugares. Algunos consideran que la mención de los espíritus encarcelados se refiere a los ángeles caídos de Gén. 6:1-8 que aparece en 2 Ped. 2:4-10 y Jud. 6 así como en el apócrifo 1 Enoc. La intención de Pedro en este contexto es la de demostrar que el propósito de Dios está siendo puesto en acción aun en tiempos de sufrimiento. De modo que sería mejor entender la predicación como una declaración del triunfo de Cristo, a fin de aseverar (22) que todos los ángeles, las autoridades y los poderes están sujetos a él. Grude resume los criterios y afirmaciones de que los espíritus eran los contemporáneos de Noé que rechazaron la predicación del espíritu de Cristo por medio de Noé (ver 2 Ped. 2:5) y ahora están en prisión en la morada de los muertos. La interpretación de vivificado en el espíritu (18), como una referencia a la resurrección, y los espíritus encarcelados como los ángeles caídos se presenta en forma coherente por R. T. France. Declara que el NT y el uso contemporáneo favorecen esta interpretación de la palabra espíritus cuando se usa aparte en vez de aplicarla a hombres y mujeres que murieron antes que Jesús viniera para traer el evangelio.
Ninguna interpretación carece de problemas, pero el uso de un verbo que implica una progresión definida y decidida (fue, [19] y habiendo subido [22] son la misma palabra en gr., poreutheis) sugiere que Pedro está repasando lo que Jesús realizó entre su muerte y exaltación.
20 En otro tiempo fueron desobedientes se refiere, de acuerdo con las intepretaciones citadas, a los sucesos de Gén. 6:1-4 o al rechazo de la predicación de Noé (ver 2 Ped. 2:5). La referencia a Dios esperando con paciencia mientras que se construía el arca (Gén. 6:13; y cf. 2 Ped. 3:5-9) también se adecua a cualquiera de estas posibilidades. Pocas personas es un énfasis bíblico (cf. Mat. 7:14; Luc. 13:23, 24). En el AT la idea equivalente es la de “remanente” (Isa. 10:20-23; Jer. 23:3; cf. Rom. 9:27-29). Aun así, Pablo también habla de los “muchos” que serán hechos justos por medio de la muer te de Jesús (Rom. 5:19), y esto debería ser un motivo para el evangelismo. A través del agua tiene dos significados. En cuanto a lugar, el arca llevó a Noé y su familia con seguridad a través del agua que trajo el juicio de Dios a otros. La locución prepositiva a través de también sugiere el instrumento, es decir, el agua fue tanto el medio de destrucción para sus contemporáneos y el medio de liberación para un nuevo comienzo para Noé y su familia.
21 La palabra gr. antitypon, traducida corresponde (VP, “representaba”; NC, “como antitipo”) describe originalmente la impresión dejada sobre una superficie por un sello (typos), y así se usaba del tipo de relación que la impresión de un sello tiene con su cuño. Pedro ve el cuadro como un paralelo del bautismo, porque aquí el agua simboliza el juicio de Dios sobre el pecado y la liberación a una nueva vida. El único camino para pasar de un estado de rebelión pecaminosa contra Dios a una nueva vida es a través de las aguas de juicio. Noé y su familia lo hicieron simbólicamente en el arca. Jesús habló de su próxima muerte como de un bautismo (Mar. 10:38, 39) cuando soportó en nuestro lugar la ira de Dios. En Rom. 6:3, 4, Pablo ve el bautismo como un cuadro del ingreso del cristiano a esa experiencia de la muerte y resurrección. Para Jesús su muerte era la forma de llevar el juicio de Dios sobre el pecado y el preludio de la resurrección; para el creyente la muerte de Jesús es el medio para la limpieza del pecado y el ingreso a una nueva vida. Pedro libera a sus lectores de cualquier idea mágica sobre el bautismo dejando en claro que la eficacia del bautismo no está en el simbolismo externo de quitar las impurezas de la carne, sino en la respuesta íntima de fe hacia Dios. Apelación (BA, “petición”) es una palabra que se usó en el mundo del siglo I para referirse al compromiso solemne de cualquiera de las partes que suscriben un contrato y por eso se lo traduce como “respuesta”. La resurrección de Jesucristo es el hecho más grande que hizo real y posible todo lo que simboliza el bautismo, y es sólo por este medio que somos salvos (cf. 1:3 con 1 Cor. 15:1, 2, 14). 22 Esa referencia lleva a Pedro a repetir poreutheis luego del v. 19 (ver allí). Esto describe la procesión triunfal de Jesús, que lleva a que esté sentado en el cielo (cumpliendo así el Sal. 110:1) y su posición de supremo poder.
Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno
REFERENCIAS CRUZADAS
f 167 Dan 6:5; Rom 13:3
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
celosos… M↓ imitadores.
Fuente: Biblia Textual IV Edición
M i registran imitadores.