EN PROFUNDIDAD

Un pollo en cada olla

Cuando una nación disfruta de las bendiciones de la paz y la prosperidad, tiene mucho para estar agradecida. Sin embargo, con la abundancia y el poder viene la tentación de olvidar que Dios es quien hace posible todas las cosas buenas. Podemos darnos cuenta de esto al ver la historia de Israel.

Bajo el mando de Salomón, Israel emergió brevemente como una potencia militar y de riqueza. Su influencia se extendió desde el Éufrates hasta Egipto (1Re 4:21) y la abundancia llegó a la mayoría de los ciudadanos, cuya prosperidad se resume en: «comer, beber y alegrarse» (1Re 4:20). Cuando el reino de Salomón hizo una pausa a las amenazas externas y a las disputas internas, todo el mundo estuvo seguro, «cada uno debajo de su parra y de su higuera» (1Re 4:25). En términos actuales, lo que hizo el sucesor de David fue: «poner un pollo en cada olla».

Sin embargo, se asomaban nubes de tormenta. El costo de mantener la corte de Salomón era enorme (1Re 4:22, 1Re 4:23). Sus numerosos proyectos inmobiliarios, dentro de los que se encuentran su templo dorado y sus suntuosos palacios, requerían de fuertes impuestos, los que por cierto crearon inquietud y provocaron finalmente la rebelión (1Re 10:14, 1Re 10:15; 1Re 12:4, 1Re 12:18). El sistema también creó una sociedad de dos clases, una con ciudadanos privilegiados y otra con trabajadores serviles que estaba formada en gran parte por extranjeros (1Re 9:15, 1Re 9:20-23). Además, por otra parte, el comercio activo (1Re 9:26-28; 1Re 10:22, 1Re 10:23) contribuyó al agotamiento de los recursos naturales.

Sin embargo, estos problemas están en el segundo plano de 1Re 4:1-34; 1Re 5:1-18; 1Re 6:1-38; 1Re 7:1-51; 1Re 8:1-66; 1Re 9:1-28; 1Re 10:1-29, que describe la paz y la prosperidad general que disfrutaba Israel después de muchos años de alborotos. Las maravillosas noticias sobre el poder y el prestigio del imperio se desmoronan al principio del capítulo 1Re 11:1-43 donde las buenas noticias se estancan con la transición: «Pero el rey Salomón amó a muchas mujeres extranjeras» (1Re 11:1).

Las cosas se vinieron abajo desde entonces, cuando Salomón se alejo del Señor y adoró a los ídolos (1Re 11:4-8). Dios pronunció el juicio sobre él (1Re 11:9-13) y levantó a los adversarios en su contra (1Re 11:14-25). Jeroboam se rebeló (1Re 11:26-28) y el reino se dividió después de la muerte de Salomón (1Re 12:1-19).