Comentario de 1 Reyes 18:42 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia
Acab subió para comer y beber. Entonces Elías subió a la cumbre del Carmelo, y postrándose en tierra puso su rostro entre sus rodillas.
Elías. 1Re 18:19; Mat 14:23; Luc 6:12; Hch 10:9.
postrándose. Gén 24:52; Jos 7:6; 2Sa 12:16; Dan 9:3; Mar 14:35; Stg 5:16-18.
puso su rostro. 1Re 19:13; Esd 9:6; Sal 89:7; Isa 6:2; Isa 38:2; Dan 9:7.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
ELÍAS… PUSO SU ROSTRO ENTRE LAS RODILLAS. El NT cita la fe y la oración persistente de Elias como ejemplo y aliento para todo el fiel pueblo de Dios con respecto al poder de la oración (Stg 5:18; véase el ARTÍCULO LA ORACIÓN EFICAZ, P. 464. [1Re 18:42-45]). La oración de Elias fue
(1) la oración de un hombre justo (Stg 5:16; cf. Sal 66:18),
(2) la oración de un hombre con una naturaleza humana como la de cualquier persona (Stg 5:17),
(3) una oración ferviente y persistente de fe (vv. 1Re 18:42-44; Stg 5:17; cf. Mat 21:21-22; Mar 9:23; Luc 18:1; Efe 6:18; Heb 11:6), y
(4) una oración que logró mucho (v. 1Re 18:45; Stg 5:16-17).
Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena
ARTÍCULO
La oración eficaz
1Re 18:42-45 b-45 Y Elias subió a la cumbre del Carmelo, y postrándose en tierra, puso su rostro entre las rodillas. Y dijo a su criado: Sube ahora, y mira hacia el mar. Y él subió, y miró, y dijo: No hay nada. Y él le volvió a decir: Vuelve siete veces. A la séptima vez dijo: Yo veo una pequeña nube como la palma de la mano de un hombre, que sube del mar. Y él dijo: Ve, y di a Acab: Unce tu carro y desciende, para que la lluvia no te ataje. Y aconteció, estando en esto, que los cielos se oscurecieron con nubes y viento, y hubo una gran lluvia. Y subiendo Acab, vino a Jezreel.
La oración se refiere a la multifacética comunicación de los creyentes con el Señor Dios. Además del verbo «orar» y sus respectivas conjugaciones, se describe esta actividad como invocación a Dios (Sal 17:6), invocación del nombre de Jehová (Gén 4:26), clamor a Jehová (Sal 3:4), levantar el alma a Dios (Sal 25:1), buscar a Jehová (Isa 55:6), acercarse confiadamente al trono de la gracia (Heb 4:16) y acercarse a Dios (Heb 10:22).
RAZONES PARA LA ORACIÓN. La Biblia proporciona algunas razones claras por las cuales los creyentes deben orar.
(1) Ante todo, Dios les ordena a los creyentes que oren. La orden de orar sale de los labios de los salmistas (1Cr 16:11; Sal 105:4), de los profetas (Isa 55:6; Amó 5:4; Amó 5:6), de los apóstoles (Efe 6:17-18; Col 4:2; 1Ts 5:17) y del Señor Jesús mismo (Mat 26:41; Luc 18:1; Jua 16:24). Dios desea la comunión de los seres humanos; mediante la oración se mantiene la relación con El.
(2) La oración es el vínculo necesario para recibir las bendiciones y el poder de Dios, y el cumplimiento de sus promesas. Numerosos pasajes bíblicos ilustran este principio. Jesús, por ejemplo, prometió que sus seguidores recibirían el Espíritu Santo si persistían en pedir, buscar y llamar a la puerta de su Padre celestial (Luc 11:5-13). Por eso, después de la ascensión de Jesús, sus seguidores constantemente se dedicaron a la oración en el aposento alto (Hch 1:14) hasta que con poder (cf. Hch 1:8) el Espíritu Santo se derramó el día de Pentecostés (Hch 2:1-4). Cuando los apóstoles se reunieron después de su arresto y liberación por parte de las autoridades judías, ellos oraron fervientemente para que el Espíritu Santo les diera denuedo y autoridad para hablar su palabra. «Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios» (Hch 4:31). Con frecuencia el apóstol Pablo pidió oraciones por sí mismo, sabiendo que su obra no tendría éxito a menos que los creyentes estuvieran orando por él (e.g., Rom 15:30-32; 2Co 1:11; Efe 6:19-20; Flp 1:19; Col 4:3-4; véase el ARTÍCULO LA INTERCESIÓN, P. 1156. [Dan 9:3]). Santiago declara explícitamente que la sanidad física puede llegar al creyente en respuesta a «la oración de fe» (Stg 5:14-15).
(3) En su plan de salvación para el género humano, Dios ha establecido que los creyentes sean sus colaboradores en el proceso redentor. En algunos respectos, Dios se ha limitado a sí mismo a las oraciones santas, fieles y perseverantes de su pueblo. Hay muchas cosas que no se realizarán en el reino de Dios sin las oraciones intercesoras de los creyentes (véase Éxo 33:11, nota). Por ejemplo, Dios desea enviar obreros a la mies evangelística; Cristo enseña que no se cumplirá a plenitud ese propósito de Dios sin las oraciones de su pueblo: «Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies» (Mat 9:38). En otras palabras, se pone en acción el poder de Dios para realizar muchos de sus propósitos sólo mediante las oraciones fervientes y eficaces de su pueblo por el progreso de su reino. Si se deja de orar, en realidad se pudiera estar obstaculizando la realización del propósito redentor de Dios, para el creyente como individuo y para la iglesia como un cuerpo.
REQUISITOS DE LA ORACIÓN EFICAZ. Para que sea eficaz la oración, se deben llenar varios requisitos.
(1) Las oraciones no tendrán respuesta a menos que se tenga una fe sincera y genuina. Jesús declara explícitamente: «Os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá» (Mar 11:24). Al padre de un muchacho poseído de un demonio, le dijo estas palabras: «Al que cree todo le es posible» (Mar 9:23). El autor de la Epístola a los Hebreos exhorta a los creyentes a acercarse a Dios «con corazón sincero, en plena certidumbre de fe» (Heb 10:22), y Santiago los anima a que le pidan a Dios «con fe, no dudando nada» (Stg 1:6; cf. Stg 5:15).
(2) Debe hacerse la oración en el nombre de Jesucristo. Jesús mismo expresó ese principio cuando dijo: «Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré» (Jua 14:13-14). Las oraciones deben estar en armonía con la persona, el carácter y la voluntad del Señor (véase Jua 14:13, nota).
(3) La oración sólo puede ser eficaz si se hace conforme a la perfecta voluntad de Dios: «Y esta es la confianza que tenemos en él, que, si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye» (1Jn 5:14; véase el ARTÍCULO LA VOLUNTAD DE DIOS, P. 966. [Isa 53:10]). Una de las peticiones en la oración modelo de Jesús, el padrenuestro, lo confirma: «Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra» (Mat 6:10; cf. Luc 11:2; nótese la propia oración de Jesús en Getsemani, Mat 26:42). En muchos casos se conoce la voluntad de Dios porque El la ha revelado en las Escrituras. Se puede estar seguro de que será eficaz cualquier oración que de veras se base en las promesas de Dios en su Palabra. Elias estaba seguro de que el Señor Dios de Israel respondería su oración con fuego y más tarde con lluvia porque la palabra profética del Señor había venido a él (1Re 18:1), y él estaba plenamente confiado de que ninguno de los dioses paganos era mayor que o siquiera tan poderoso como el Señor Dios de Israel (1Re 18:21-24). En otros momentos la voluntad de Dios llega a ser clara sólo cuando se procura fervientemente determinar cuál es. Entonces una vez que se conoce su voluntad acerca de cualquier asunto, se puede orar con la confianza y la fe de que Dios responderá (véase 1Jn 5:14, nota).
(4) No sólo se debe orar conforme a la voluntad de Dios, sino que se debe estar en la voluntad de Dios para que Él oiga y responda. Dios dará lo que se le pide sólo si se busca primero su reino y su justicia (véase Mat 6:33, nota). El apóstol Juan declara sin ambages: «Y cualquiera cosa que pidiéremos la recibiremos de él, porque guardamos sus mandamientos, y hacemos las cosas que son agradables delante de él» (1Jn 3:22, véase nota). Obedecer los mandamientos de Dios, amarlo a Él y agradarle son condiciones indispensables para recibir respuestas a la oración. Cuando Santiago escribió que las oraciones de los justos son eficaces, quiso decir tanto una persona que ha sido justificada por la fe en Cristo como una que lleva una vida justa, devota y obediente, tal como el profeta Elias (Stg 5:16-18; cf. Sal 34:13-14). Ya en el AT se pone de relieve este mismo punto. Dios puso en claro que las oraciones de Moisés por los israelitas fueron eficaces por causa de su obediente relación con el Señor y su fidelidad a Él (véase Éxo 33:17, nota). Por el contrario, el salmista afirma que si se abriga pecado en la vida, el Señor no oirá las oraciones (Sal 66:18; véase Stg 4:3, nota). Esa fue la razón principal por la que el Señor apartó su oído de las oraciones de los israelitas idólatras e impíos (Isa 1:15). Pero si el pueblo de Dios se arrepiente de sus pecados y se vuelve de sus malos caminos, el Señor promete oírlos otra vez, perdonar sus pecados y sanar su tierra (2Cr 7:14; cf. 2Cr 6:36-39; Luc 18:14-15). Nótese que la oración del sumo sacerdote por el perdón de los pecados de los israelitas en el día de la expiación no sería oída hasta que su propia condición pecaminosa había sido purificada (véanse Éxo 26:33, nota, y el ARTÍCULO EL DÍA DE LA EXPIACIÓN, P. 164. [Lev 16:33]).
(5) Por último, para que la oración sea eficaz hay que ser persistente. Este es el punto principal de la parábola de la viuda persistente (véanse Luc 18:1-7; Luc 18:1, nota). La instrucción de Jesús de pedir, buscar y llamar (Mat 7:7-8) enseña la perseverancia en la oración (véase Mat 7:7-8, nota). También el apóstol Pablo advierte que se debe ser perseverante en la oración (Col 4:2, nota; 1Ts 5:17, nota). Asimismo, los santos del AT reconocieron ese principio. Por ejemplo, sólo mientras Moisés perseveraba en oración con las manos levantadas hacia Dios tenían los israelitas éxito en su batalla contra los amalecitas (véase Éxo 17:11, nota). Después que Elias recibió la palabra profética de que iba a llover, todavía persistió en la oración hasta que llegó la lluvia (1Re 18:41-45). En una ocasión anterior, este gran profeta había orado persistente y fervientemente para que Dios le devolviera la vida al hijo muerto de la viuda de Sarepta hasta que el Señor respondió su oración (1Re 17:17-23).
ELEMENTOS Y MÉTODOS BÍBLICOS DE LA ORACIÓN EFICAZ.
(1) ¿Qué elementos constituyen la oración eficaz?
(a) Para orar eficazmente, se debe alabar y adorar a Dios (Sal 150:1-6; Hch 2:47; Rom 15:11; véase el ARTÍCULO LA ALABANZA, P. 714. [Sal 9:1-2]).
(b) Estrechamente relacionado e igualmente importante es la acción de gracias a Dios (véanse Sal 100:4; Mat 11:25-26; Flp 4:6).
(c) La sincera confesión de los pecados conocidos es esencial para la oración de fe (Stg 5:15-16; cf. Sal 51:1-19; Luc 18:13; 1Jn 1:9).
(d) También Dios ordena que se le pida a Él según las necesidades; como escribe Santiago, no se recibe lo que se desea porque no se sabe pedir, o se pide con motivos incorrectos (Stg 4:2-3; cf. Sal 27:7-12; Mat 7:7-11; Flp 4:6).
(e) Y se debe orar fervientemente por los demás; sobre todo hay que hacer oraciones de intercesión (Núm 14:13-19; Sal 122:6-9; Luc 22:31-32; Luc 23:34; véase el ARTÍCULO LA INTERCESIÓN, P. 1156. [Dan 9:3]).
(2) ¿Cómo se debe orar? Jesús subraya la sinceridad del corazón, porque no se oye al que pide por su palabrería (Mat 6:7). Se puede orar en silencio (1Sa 1:18; Neh 2:4) o se puede orar en voz alta (Neh 9:4; Eze 11:13). Se puede orar en las propias palabras o empleando las palabras de las Escrituras. Se puede orar con la mente o se puede orar con el Espíritu (i.e., en lenguas, 1Co 14:14-18). Incluso se puede orar gimiendo, sin emplear ninguna palabra humana (Rom 8:26), sabiendo que el Espíritu llevará esas peticiones inaudibles al Señor. Otra manera de orar es cantar al Señor (Sal 92:1-2; Efe 5:19-20; Col 3:16). A veces la oración ferviente al Señor irá acompañada de ayuno (Esd 8:21; Neh 1:4; Dan 9:3-4; Mar 9:29; Luc 2:37; Hch 14:23; véase Mat 6:16, nota).
(3) ¿Qué posición es apropiada para la oración? La Biblia registra oraciones hechas de pie (1Re 8:22; Neh 9:4-5), sentados (1Cr 17:16; Luc 10:13), de rodillas (Esd 9:5; Dan 6:10; Hch 20:36), acostados en una cama (Sal 63:6), bajando la cabeza al suelo (Éxo 34:8; Sal 95:6), acostado en tierra (2Sa 12:16; Mat 26:39) y levantando las manos al cielo (Sal 28:2; Isa 1:15; 1Ti 2:8).
EJEMPLOS DE ORACIÓN EFICAZ. La Biblia está llena de ejemplos de oraciones que fueron poderosas y eficaces.
(1) Moisés tuvo numerosas oraciones intercesoras que Dios respondió, aun cuando Él le había dicho a Moisés que seguiría un curso de acción distinto (véase el ARTÍCULO LA INTERCESIÓN, P. 1156. [Dan 9:3]).
(2) Un Sansón arrepentido pidió una oportunidad más para cumplir la tarea de su vida de derrotar a los filisteos; Dios respondió a esa oración al darle la fuerza para derribar las columnas del edificio en el cual ellos estaban festejando el poder de sus dioses (Jue 16:21-30).
(3) El profeta Elias recibió respuestas a por lo menos cuatro oraciones poderosas, todas las cuales dieron gloria al Dios de Israel (véase 1Re 17:1-24; 1Re 18:1-46; cf. Stg 5:17-18).
(4) El rey Ezequías se enfermó e Isaías le dijo que moriría (2Re 20:1; Isa 38:1). Presintiendo que su vida y su obra estaban incompletas, Ezequías volvió el rostro a la pared y oró intensamente para que Dios le diera más tiempo. Dios envió a Isaías a que le dijera a Ezequías que sería sanado y que se le añadirían quince años más de vida (2Re 20:2-6; Isa 38:2-6).
(5) Sin duda alguna Daniel oró al Señor en el foso de los leones, pidiendo liberación de su boca, y el Señor le concedió su petición (Dan 6:10; Dan 6:16-22).
(6) Los primeros cristianos oraron fervientemente por la liberación de Pedro de la cárcel, y Dios envió a un ángel para liberarlo (Hch 12:3-11; cf. Hch 12:5, nota). Tales ejemplos deben llenar al creyente de santo deseo y fe para orar eficazmente conforme a los principios esbozados en las Escrituras.
Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena
REFERENCIAS CRUZADAS
t 1443 Jos 7:6; Stg 5:16
u 1444 Sal 89:7; Heb 12:28; Stg 5:17
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
su rostro entre las rodillas. La postura de Elías es una señal de humildad, mencionada a menudo en la literatura del antiguo Cercano Oriente.