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Comentario de 1 Reyes 22:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de 1 Reyes 22:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Tres años pasaron sin que hubiera guerra entre Siria e Israel.

Año 900897 a.C. 1Re 20:34.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Acab, seducido por falsos profetas, conforme a la palabra de Miqueas, es muerto en Ramot de Galaad, 1Re 22:1-36.

Los perros lamieron su sangre, y Ocozías lo sucedió, 1Re 22:37-40.

El buen reinado de Josafat, 1Re 22:41-44.

Sus hechos, 1Re 22:45.

Joram lo sucede, 1Re 22:46-50.

El reinado malo de Ocozías, 1Re 22:51-53.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Frente a la creciente amenaza de Asiria, Acab no fue capaz de sacar provecho a esos tres años. No recuperó los terrenos altos de Ramot de Galaad. En los días de Salomón esta área servía como centro administrativo (2Re 4:13), pero al parecer, se perdió durante el reinado de Omri. Ahora que Siria e Israel tuvieron éxito como aliados al hacer retroceder a Salmanasar III de Asiria en Qarqar (853 a.C el control sobre Ramot de Galaad resultaba fundamental.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

Profetas a sueldo (22:1-12).
1 Tres años pasaron sin que hubiera guerra entre Siria e Israel. 2 Al tercer año, Josafat, rey de Judá, bajó a ver al rey de Israel. 3 El rey de Israel dijo a sus servidores: “¿No sabéis que Ramot Galaad es nuestra? Y nosotros nada hacemos para tomársela al rey de Siria.” 4 Y dijo a Josafat: “¿Quieres venir conmigo para atacar a Ramot Galaad?” Josafat respondió al rey de Israel: “Yo como tú, mi pueblo como tu pueblo, y mis caballos como tus caballos.” 5 Luego dijo Josafat al rey de Israel: “Consulta, te ruego, la palabra de Yahvé.” 6 El rey de Israel reunió a los profetas, en número de unos cuatrocientos, y les preguntó: “¿Iré a atacar a Ramot Galaad o he de desistir de ello?” Y ellos le respondieron: “Sube, que Yahvé la entregará en manos del rey.” 7 Pero Josafat preguntó: “¿No hay aquí ningún profeta de Yahvé para que podarnos consultarle?” 8 El rey de Israel respondió a Josafat: “Queda todavía aquí un hombre por el que podríamos consultar a Yahvé, Miqueas, hijo de Yemla; pero yo le aborrezco, porque no me profetiza bien alguno: nunca me profetiza más que mal”; y Josafat dijo: “No hable así el rey.” 9 Entonces el rey de Israel llamó a un eunuco y le dijo: “Trae luego a Miqueas, hijo de Yemla.” Jo Estaban el rey de Israel y Josafat, rey de Judá, sentados cada uno en su trono, vestidos de sus reales vestiduras en la plaza, cerca de la entrada de la puerta de Samaría, y todos los profetas estaban delante de ellos profetizando. π Sedecías, hijo de Canana, se había hecho unos cuernos de hierro, y decía: “Así habla Yahvé: Con estos cuernos heriré yo a los sirios hasta destruirlos.” 12 y todos los profetas profetizaban igualmente, diciendo: “Sube a Ramot Galaad y tendrás buen suceso, pues Yahvé la pondrá en manos del rey.”

Desvanecido por el momento el peligro asirlo, la coalición de las doce naciones se disolvió. Ben Hadad II no cumplió su palabra de restituir a Israel todas las ciudades de Israel que estaban bajo su poder (20:24); en particular negóse a devolver la ciudad de Ramot Galaad (4:13), en Transjordania. El rey de Israel y Josafat (870-848), rey de Judá (15:24), llegaron a un acuerdo para arrebatársela. Ajab reunió a unos cuatrocientos profetas (18:19), Que querían pasar por profetas de Yahvé, cuando en realidad eran farsantes que halagaban al rey anunciándole siempre cosas agradables, comprometiendo el nombre de Yahvé. A Josafat no gustaron las respuestas de aquellos profetas venales, por lo que reclamó la presencia de uno que fuera verdadero mensajero de Yahvé. Había uno al cual Ajab aborrecía por decirle la verdad amarga; el rey mandó llamarle por medio de un eunuco (1Cr 28:1; 1Sa 8:15). Entre tanto, los profetas áulicos, a las órdenes de Sedecías, emitían uno tras otro sus mensajes. Sedecías, con unos cuernos de hierro, aseguraba al rey que cornearía hasta el último arameo. Simbolizaban estos cuernos el ímpetu con que Ajab se apoderaría de Ramot Galaad y destruiría al ejército sirio (Deu 33:17; etc.).

La profecía de Miqueas (Deu 22:13-28).
13 El mensajero que había ido en busca de Miqueas le habló así: “Todos los profetas a una voz profetizan el bien al rey; que sea, pues, tu palabra como la de todos ellos; anuncíale el bien.” 14 Pero Miqueas le respondió: “Vive Yahvé que yo anunciaré lo que Yahvé me diga.” 15 Llegado al rey, díjole éste: “Miqueas, ¿iremos a atacar a Ramot Galaad o hemos de desistir de ello?” El respondió: “Sube, tendrás buen éxito, y Yahvé la entregará en manos del rey.” 16 El rey le dijo entonces: “¿Cuántas veces habré de conjurarte que no me digas más que la verdad en nombre de Yahvé?” 17 Miqueas respondió: “Yo he visto a todo Israel disperso por los montes, como ovejas sin pastor, y Yahvé me dijo: Son gentes que no tienen señor; que se vuelva cada uno en paz a su casa.” 18 El rey de Israel dijo a Josafat: “¿No te lo había dicho yo? No me profetiza nada bueno, no me profetiza más que mal.” 19 Díjole entonces Miqueas: “Oye, pues, Ja palabra de Yahvé: He visto a Yahvé sentado sobre su trono y rodeado de todo el ejército de los cielos, que estaba a su derecha y a su izquierda; 20 y Yahvé decía: ¿Quién inducirá a Ajab para que suba a Ramot Galaad y perezca allí? Unos respondieron de un modo, otros de otro; 21 pero vino un espíritu a presentarse ante Yahvé y dijo: Yo, yo le induciré. ¿Cómo? preguntó Yahvé. 22 Y él respondió: Yo iré, y seré espíritu de mentira en la boca de todos sus profetas. Yahvé le dijo: Sí, tú le inducirás y saldrás con ello. Ve, pues, y haz así. 23 Ahora, pues, he aquí que Yahvé ha puesto el espíritu de mentira en boca de todos tus profetas y ha decretado perderte.” 24 Llegóse entonces Sedecías, hijo de Canana, que golpeó a Miqueas en la mejilla, diciendo: “¿Cómo se ha retirado de mí el espíritu de Yahvé para hablarte a ti?” 25 Y Miqueas respondió: “Ya lo sabrás el día en que vayas de cámara en cámara para esconderte.” 26 El rey de Israel dijo: “Toma a Miqueas y llévalo a Amón, prefecto de la ciudad, y a Joás, hijo del rey, 27 y diles: “Así dice el rey de Israel: Poned preso a este hombre y mantenedlo con pan escaso y agua tasada hasta que yo vuelva en paz.” 28 Y Miqueas respondió: “Si tú vuelves en paz, no ha hablado Yahvé por mí.”

El eunuco recomendó a Miqueas que se plegara a los deseos del rey anunciándole feliz éxito en la empresa de Ramot Galaad. Repitió Miqueas lo que otros habían anunciado, pero debió de poner en sus palabras un dejo de ironía, de que se dio cuenta el rey. ¿Para qué reclamaba el rey su presencia? ¿No deseaba Ajab que Miqueas uniera su voz al coro de los profetas falsos? Si así lo quería el rey, le hablará Miqueas palabras de hombre, pero no le comunicará el mensaje divino. Puesto que el rey reclama esto último, Miqueas le dirá toda la verdad, aunque veladamente: Israel será dispersado, y el rey herido de muerte. Pudo comprender Ajab que, si Israel es como rebaño sin pastor (Num 27:17; Eze 34:5-6), es porque el que debía de hacer las veces de pastor había perecido. Faltando el amo, cada uno volverá en paz a su casa. A la observación que hizo Ajab a Josafat respondió Miqueas refiriendo una visión profética. Sedecías reclamó para sí el derecho de hablar en nombre de Yahvé; Miqueas le anuncia un castigo como el que sufrió Ben Hadad (Eze 20:30), profetizándole que imploraría clemencia. El texto hebreo pone en boca de este profeta desconocido las palabras con que empieza la profecía de su homónimo, clasificado entre los profetas menores (Miq 1:2).

Muerte de Ajab en Ramot Galaad (Miq 22:29-40).
29 Subieron a Ramot Galaad el rey de Israel y Josafat, rey de Judá. 30 El rey de Israel dijo al de Judá: “Voy a disfrazarme para ir al combate, pero tu vístete tus vestiduras.” El rey de Israel se disfrazó y fue al combate. 31 El rey de Siria había dado a los jefes de sus carros esta orden: “No ataquéis a ninguno, ni chico ni grande, sino sólo al rey de Israel.” 32 Cuando los jefes de los carros vieron a Josafat, se dijeron: “Seguro que éste es el rey de Israel,” y todos se dirigieron a él para atacarle. Josafat gritó, 33 y, viendo los jefes de los carros que no era el rey de Israel, le dejaron. 34 Entonces uno disparó su arco al azar, e hirió al rey de Israel por entre las junturas de la armadura, y el rey dijo a su auriga: “Vuélvete y sácame del campo, porque estoy herido.” 35 El combate fue muy encarnizado aquel día. El rey estuvo retenido en su carro frente a los sirios, y por la tarde murió. La sangre de la herida corría por dentro de su carro. 36 A la puesta del sol se gritó por todo el campo: “Cada uno a su ciudad, cada uno a su tierra.” 37 Así murió el rey, que fue llevado a Samaría y en ella le sepultaron. 38 Cuando lavaron el carro en el estanque de Samaría, los perros lamieron la sangre de Ajab y las rameras se lavaron en ella, según las palabras que había dicho Yahvé. 39 El resto de los hechos de Ajab, lo que hizo, la casa de marfil que construyó, las ciudades que edificó, ¿no está escrito en el libro de las Crónicas de los reyes de Israel? 40 Ajab se durmió con sus padres, y le sucedió Ocozías, su hijo.

A pesar de la profecía de Miqueas, los dos soberanos marcharon contra Ramot Galaad. Disfrazóse Ajab con el fin de pasar inadvertido. Arreció el combate. Quiso la Providencia que una flecha lanzada al azar penetrara por entre una juntura del escudo del rey y le hiriera mortalmente. Los escudos eran de cuero, con placas de metal, a manera de escamas. Para no alarmar a los suyos, nada dijo Ajab; pero se desangraba lentamente en su carro. Su entereza permitió que el combate se prolongara hasta la caída del sol. Fue entonces cuando la voz del heraldo repitió las palabras de Miqueas: “Cada uno a su ciudad, cada uno a su tierra; el rey ha muerto.” A esta noticia se dispersó el ejército. Ajab fue llevado a Samaría y enterrado. Al lavarse el carro real, los perros lamieron la sangre de Ajab, conforme a las palabras de Elías (Miq 21:19-29). Los LXX añaden que lo hicieron también los cerdos, que también eran animales impuros, noticia que añadió un escriba poco simpatizante con Ajab. A este mismo origen se debe el informe de que las rameras se lavaron en la sangre del rey. La mención de las rameras es asociada a la de los perros, ya que se daba este nombre a los hombres que se prostituían (Deu 23:19; Rev 22:15). Debe relegarse al fondo folklórico la creencia de que la sangre era tenida como precioso cosmético. Dotado Ajab de grandes cualidades, pudo llegar a ser un gran monarca y un émulo de David y de Salomón. Prisionero en manos de una mujer cuyo fanatismo religioso y pasión de mando eran capaces de cometer los mayores crímenes, atrajo sobre sí la maldición de Dios, dejando para la posteridad el recuerdo de haber sido uno de los más detestables reyes de Israel (Mediebelle).

Josafat, rey de Judá (Rev 22:41-51).
41 Josafat, hijo de Asa, comenzó a reinar en Judá el año cuarto de Ajab, rey de Israel. 42 Tenía treinta y cinco años cuando empezó a reinar, y reinó en Jerusalén veinticinco años. Su madre se llamaba Azuba, hija de Silji. 43 Marchó por todos los caminos de Asa, su padre, sin apartarse, haciendo lo que es recto a los ojos de Yahvé. 44 Pero no desaparecieron los altos, y el pueblo siguió ofreciendo sacrificios y perfumes en ellos. 45 Josafat estuvo en paz con el rey de Israel. 46 El resto de los hechos de Josafat, sus gestas y sus guerras, ¿no está escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Judá? 47 Barrió también de la tierra el resto de los consagrados a la prostitución idolátrica que quedaban del tiempo de Asa, su padre. 48 No había entonces rey en Edom; un gobernador la gobernaba. 49 Josafat construyó naves de Tarsis para ir a Ofir en busca de oro; pero no fueron, porque las naves se destrozaron en Asiongaber. 50 Entonces Ocozías, hijo de Ajab, dijo a Josafat: “¿Quieres que vayan mis servidores con los tuyos en las naves?” Pero Josafat se negó. 51 Josafat se durmió con sus padres y fue sepultado con ellos en la ciudad de David, su padre. Le sucedió Joram, su hijo.

De Josafat (870-848) se ha ocupado anteriormente el texto sagrado; de sus actividades habla largamente 2 Crón 17:11-21:1. De él se dice que obró rectamente a los ojos de Yahvé, achacándosele únicamente haber autorizado el funcionamiento de altares erigidos en honor de Yahvé fuera del templo de Jerusalén (2Cr 17:6). Fue aliado del rey de Israel, Ajab, con el que tomó parte en la expedición contra Ramot Galaad (2Cr 22:1-38). Luchó contra los amonitas y míneos (2Cr 20:1-30) y los moabitas (2 Re c.3). Casó a su hijo Joram (848-841) con Atalía, hermana, probablemente, de Ajab. La alianza con Israel le permitió reafirmar sus pretensiones sobre Edom y continuar la tradición marítima de Salomón en el puerto de Asiongaber; el vasallaje de Edom continuó hasta su revuelta en tiempos de Joram (2Re 8:20). Los reyes de Judá y de Israel equiparon conjuntamente “naves de Tarsis” para ir, como en tiempos de Salomón, a la busca de oro (2Re 9:28; 2Re 10:22). Pero un profeta hizo saber a Josafat que, en castigo de haberse aliado con el impío Ocozías, fracasaría aquella empresa (2Cr 20:37). Una tempestad deshizo la flota.

Reinado de Ocozías (2Cr 22:52-54).
52 Ocozías, hijo de Ajab, comenzó a reinar sobre Israel en Samaría el año diecisiete de Josafat, rey de Judá, y reinó dos años sobre Israel. 53 Hizo el mal a los ojos de Yahvé y marchó por los caminos de su padre y los de su madre y por el camino de Jeroboam, hijo de Nabal, que hizo pecar a Israel. 54 Sirvió a Baal y se prosternó ante él, y provocó a Yahvé, Dios de Israel, como lo había hecho su padre.

Con esta historia debía comenzar el libro II de los Reyes. Ocozías (853-852) siguió en todo la política religiosa de su padre y de su madre. Rindió culto a Baal, como en tiempos de su padre (2Cr 16:31; 2Cr 18:26; 2Cr 19:18), irritando con ello a Yahvé (2Cr 14:9-15; 2Cr 16:27 Tv 21:22).

1 R. De Vaux, Les livres des Rois τ i; Elle le prophéte sehm les Ecritures et les traditions chrétiennes (París 1956) 53.
2 Géographie II 486.
3 Ant. lucí. 8:13:2
4 De Vaux, Elie 56.
1 Véase B. N. Wambacq, L’Epithéte divine Yahvé-Sebaot (Bruges 1047). En un tiempo era considerada el arca como un palladium militar, al cual se recurría e/i los momentos difíciles ; sobre ella “se invoca el nombre de Yahvé Sebaot, que tiene su trono entre los querubines” (2Sa 6:2).
2 A. Guillaume, Prophecy and Divination among the Hebrews and ather Semites (lon dres 1938); A. Haldar, Associations o/ Cult Prophets among the AnaenSernas Upsa a 1945); A. neher, L’Essence du prophétisme (París 1955): aprés les recherches recentes: «Revue d’Histoire et de Philosophíe Religieuse,” 32 (1952) 59-69,
3 A. alt, Das Gottesurteil auf dem Karmel: “Festschrift G. Beer” (Stuttgart 1935) 1-l8 R. De Vaux, Les prophétes de Baal sur le Mont Carmel: “Bulletin de Musée de Beyrouth,” 5 (i94i) 7-20. Según O. Eissfeld, Elías combatió al dios Baal-Shamen, o sea, “señor del cielo” (Baalshamen und Yahvé: Zaw 57 [1939] 1-31; K. Galling, Der Gott Karmel und die Achtung der fremden Gótter: “Festschrift A. Alt” [Tübingen 1953] 105-125).
4 La describe Heliodoro de Emesa (Ethiop. 4:17:1) con estas palabras: “Enardecidos al son de los instrumentos músicos, danzaban vertiginosamente, ya levantándose en alto con ligeros saltos, ya cayendo repetidamente con las rodillas en el suelo y dando vueltas sobre sí mismos, como si estuvieran poseídos.”
5 Según Menandro, el rey Hiram, contemporáneo de Salomón, celebró “el primer despertar de Herakles el mes de Peritios.” En las inscripciones fenicias de Chipre, Rodas y Cartago se habla de “despertadores” del dios esposo de Astronoé, forma de Astarté, pareara de Baal. El esposo de Astronoé es, pues, Herakles-Melqart, el baal de los profetas del Ciármelo. Los despertadores del dios eran grandes personajes, altos funcionarios, constituyendo el acto del despertar del dios una ceremonia ordinaria de culto (De Vaux, Elie 61).
6 En efecto, cuenta Apuleyo (Met. 7,27-28; Luciano, De dea syria 50) que en las fiestas en honor de la diosa siria “prorrumpían en alaridos discordantes, como si estuvieran fanatizados; por mucho tiempo tenían la cabeza colgante, el cuello torcido, ejecutando movimientos audaces, dando vueltas y mordiéndose las carnes. Finalmente, con la espada de doble hoja que llevaban consigo hacíanse incisiones en el brazo.”
7 Desde muy antiguo existía sobre el Carmelo un lugar alto dedicado a Baal, como indica el nombre de rusha qadesh, “promontorio sagrado,” que se da a la montaña en las listas de I utmosis III (Pritchard, 243). Probablemente, en tiempos de David y de Salomón el lugar ito cananeo fue anexionado al culto de Yahvé.
8 En este supuesto, la zanja ocupaba unos 1.660 metros con un cuadrilátero de 40 metros Por cada lado. Lo más razonable, escribe Steinmann, es decir que los 26 litros indican la anchura del canal. En cuanto a las doce ánforas de agua, se ha hecho notar que es curioso que se malgaste tanta agua; pero el mar estaba cerca y aún más el manantial de Bir-el-Man-sura. El agua servía para hacer incombustible la leña del altar (J. Steinmann, Elle dans l’An-cien Testament: “Elie le prophéte,” l.c., 104; Montgomery, 308; A. Junker, Der Graben en Altar des Elías. Eine Untersuchung über die kultische Uberlieferung^ von I Kg. 18,29-38: «Trierer Theologische Zeitschrift,” 69 [1960] 65-74). El agua, al mismo tiempo que purificaba el altar, lo aislaba de los alrededores a fin de que, al caer el fuego del cielo (Num 11:1; Job 1:16; 2Re.1.12) no devorara el terreno y personas de las inmediaciones,
9 “En una tarde calurosa de primavera he observado largo tiempo el punto del horizonte que oteaba el criado de Elías, y en donde vio cómo subía del mar la nubécula, símbolo de la gracia fecunda que la Virgen Inmaculada debía enviar sobre la tierra, y me alegré de que eetos lugares, tan cercanos al corazón, estén todavía, hoy como ayer, rodeados del silencio y de la más impresionante soledad” (Paul Marie De La Croix, Hauts Lieux Elianiques: “Ehe le prophéte,” l.c., 22-23), En el palacio de Arslan Tash, al este del Eufrates, se ha encontrado una placa de marñl n la inscripción de Jazael (parrot, Le Musee de Louvre et la Bible 90-91)·
1 El coloso asirio despertóse con Assurdan II (c.934-911) y Adadnirari I (c.91 1-891)· Assurbanipal II (c.884-860) invadió el territorio de Siria septentrional. A él le sucedió Salmanasar III (0.859-824), quien al segundo año de su reinado se adueñó del reino de B¿í-Adini y de las ciudades del Orontes inferior. Al año siguiente (857) se apoderó de unos doscientos poblados y de Karkemish, sobre el Eufrates, amenazando con extender sus conquistas hacía Siria y Palestina. Los reyes de Fenicia apresuráronse a ofrecerle donativos. Inmediatamente se formaron alianzas contra el peligro asirio. Los reinos de Hamat y de Damasco se unieron y obligaron a otros a entrar en la liga antiasiria, consiguiendo la coalición de doce reyes. Cuando Salmanasar hubo reducido a los de Urartu (Armenia), dirigió sus ejércitos contra Siria. Los reyes aliados le salieron al encuentro, trabándose la célebre batalla de Qar-qar, sobre el Orontes, el año 853. Los aliados opusieron al monarca asirio setenta mil soldados. A pesar de lo que dice Salmanasar en su monolito, el éxito del combate fue indeciso. Buena prueba de ello está en que Salmanasar regresó a Asiría. Entre los vencidos señala Salmanasar a diez mil soldados de Ajab el Israelita (A-ha-ab-bu mat Sir-i-la-a-a; P Ritchard, 279). Ben Hadad es llamado en este prisma Adad-idri, esto es, Hadacjézer.

Cuadro Sincrónico de los Reyes de Juda e Israel.

Reyes De Juda. Reyes De Israel.
Roboam. 931-913 Abiam. 913-911 Asa. 911-870 Josafat. 870-848 Joram. 848-841 Ocozías. 841 Atalía. 841-835 Joás. 835-796 Amasias. 796-781 Azarías. 781-740 Jotam. 740-736 Ajaz. 736-716 Ezequías. 716-687 Manases. 687-642 Amen. 642-640 Josías. 640-609 Joacaz. 609 Joaquím. 609-598 Joaquín. 598 Sedéelas. 598-587 Toma de Jerusalén. 587 JeroboamI. 931-910 Nadab. 910-909 Basa. 909-886 Ela. 886-885 Zímri. 885 Omri. 885-874 Ajab . 874-853 Ocozías. 853-852 Joram. 852-841 Jehú. 841-814 Joacaz. 814-798 Joás. 798-783 Jeroboam II. 783-743 Zacarías. 743 Selum. 743 Menajem. 743-738 Pecajya . 738-737 Pecaj. 737-732 Oseas. 732-724 Toma de Samaría. 722

Fuente: Biblia Comentada

Tres años. Israel gozó de paz durante tres años después de los dos años de guerra con Siria que se describen en 1Re 20:1-34. Durante esta paz, Ben-adad, Acab y otros diez reyes formaron una coalición para repeler una invasión de los asirios. Los registros históricos asirios describen la importante batalla librada en Qarqar sobre el río Orontes en 853 a.C. Aunque Asiria pretendió la victoria, los acontecimientos posteriores demuestran que se vieron impedidos de avanzar hacia el sur en aquel tiempo. Con la amenaza de Asiria neutralizada, Acab volvió su atención al conflicto no resuelto con Siria.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

Micaías y la guerra con Siria. En el tercer año del convenio de Acab con Ben-hadad las hostilidades comenzaron de nuevo. Parece que la iniciativa la tomó Acab, y la razón fue que deseaba controlar nuevamente a Ramot de Galaad, en las colinas al este del Jordán.

En primer lugar, formó una alianza con Josafat, rey de Judá (4). Josafat insistió en que se pidiera el consejo de Jehovah antes de que se tomara ninguna acción, así que Acab reunió 400 profetas que contestaron al unísono que la campaña sería un gran éxito. Evidentemente Josafat sospechaba que estos profetas obsecuentes decían lo que Acab quería oír y preguntó directamente si no había algún profeta de Jehovah en la corte de Acab.

Acab admitió que quedaba un profeta al que no había llamado porque tenía el hábito de decirle al rey lo que no le gustaba oír. El piadoso Josafat reprendió a Acab por su actitud y trajeron a Micaías. De ahora en adelante la historia da varios giros inesperados. Cuando los mensajeros del rey le instaron a que estuviera de acuerdo con los otros profetas, Micaías dijo que él solo podía decir lo que Dios le diera para hablar (13, 14). Sorprendentemente sus palabras concordaron con las de los demás profetas de manera que parece que siempre habían tenido la razón (15). Pero lo que es más sorprendente es que Acab le manda que diga la verdad. El estaba seguro de que una buena palabra de Micaías no podía ser genuina (8). Volvemos ahora a esos asuntos difíciles que mencionamos en el cap. 13: ¿Cómo se puede discernir la profecía verdadera? Pero esta vez hay un giro irónico en la historia porque Acab, el rey que había resistido tanto la palabra de Jehovah, reconoció la mentira rápidamente y demandó que se le diera una profecía verdadera. El resultado fue que Acab cayó en una trampa: Si ignoraba las palabras alentadoras de Micaías porque le parecían que eran mentira, también debía ignorar las palabras alentadoras de los otros 400 profetas.

Micaías respondió con una visión en la cual se indicaba claramente que Acab habría de morir en el campo de batalla (17). ¡Si Acab rechazaba la profecía anterior, no tenía más alternativa que aceptar esta otra! Pero otra sorpresa sigue cuando Micaías procede a contar de la experiencia que tuvo al estar presente en el concilio de Jehovah, una experiencia que en otras partes distingue al profeta verdadero de los que no lo son (Jer. 23:17, 18). Reveló que las palabras de los otros 400 profetas (a los cuales llama sus, o sea profetas de Acab y no de Jehovah) habían sido inspiradas por un espíritu de mentira enviado por Dios para atraer a Acab a su muerte sin que lo advirtiera. El resultado de las palabras de Micaías fue que confirmaron la conclusión a la que Acab había hecho llegar a Micaías: que la profecía con más esperanza era una mentira.

La intervención de Sedequías (portavoz de los 400 en el v. 11) alude a una pregunta oscura (24). Probablemente esta fue una observación sarcástica con la intención de negar que Micaías había recibido una palabra verdadera de Dios. La respuesta de Micaías fue que Sedequías descubriría la verdad cuando tuviera que esconderse para salvar el pellejo. Pero al negar la validez de las palabras de Micaías, Sedequías estaba volviendo al mismo problema: ¿Quién tenía la verdad, Micaías o Sedequías y sus socios? Acab tenía que elegir: ¿Creerle al profeta que odiaba, o creer las palabras que anteriormente había percibido (de forma indirecta) que eran una mentira?

Actuó de acuerdo con su odio personal por Micaías y su profundamente arraigado antagonismo a la palabra de Dios. Es paradójico que también actuó de acuerdo con la palabra que había decretado el mal con respecto a él (23).

Esta extraña historia presenta la siguiente pregunta: ¿Es posible saber si alguna profecía es verdadera o falsa? No hay una solución fácil a este problema. El criterio que Deut. 18:22 ofrece sólo se puede aplicar retrospectivamente. Otra alternativa se da en Deut. 13:1-3, donde el énfasis está en si el profeta dirige al pueblo a servir al Dios verdadero o no, y no en si sus palabras se cumplen o no.

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

22.6 Estos cuatrocientos profetas pudieron haber sido los cuatrocientos sacerdotes de Asera que Elías dejó con vida en el monte Carmelo, a pesar de que cuatrocientos cincuenta profetas de Baal fueron muertos (véase 18.19-40).22.7 Josafat sabía que había una diferencia entre estos profetas paganos y el «profeta de Jehová», de modo que preguntó si había alguno disponible. Era evidente que Josafat quería hacer lo correcto, a pesar de Acab. Sin embargo, ambos reyes menospreciaron el mensaje de Dios y escucharon solo a los profetas paganos.22.15, 16 ¿Por qué dijo Micaías a Acab que atacara cuando previamente había hecho un voto de hablar sólo lo que Dios le dijera? Quizá estaba hablando sarcásticamente, burlándose de los mensajes de los profetas paganos al mostrar que estaban diciéndole al rey sólo lo que él quería escuchar. De alguna manera, el tono de voz de Micaías dejó saber a todos que se estaba burlando de los profetas paganos. Cuando el rey lo confrontó, predijo que el rey moriría y que se perdería la batalla. Aun cuando Acab se arrepintió temporalmente (21.27), siguió manteniendo su sistema de falsos profetas, los cuales instrumentarían el camino hacia su propia ruina.22.19-22 La visión que tuvo Micaías pudo haber sido una imagen de un incidente verdadero en los cielos, o bien una parábola de lo que estaba ocurriendo en la tierra, ilustrando que la influencia seductora de los falsos profetas sería parte del juicio de Dios sobre Acab (22.23). Ya sea que Dios enviara un ángel disfrazado o no, utilizó el sistema de los falsos profetas para tender una trampa a Acab en su pecado. El espíritu mentiroso (22.22) simbolizaba la forma de vida de esos profetas, quienes dijeron al rey sólo lo que él quiso escuchar.22.20-22 ¿Acaso permite Dios que los ángeles seduzcan a las personas para hacer el mal? Para entender el mal, primero debemos entender a Dios. (1) Dios mismo es bueno (Psa 11:7). (2) Dios creó un mundo bueno que cayó debido al pecado del hombre (Rom 5:12). (3) Algún día Dios volverá a crear el mundo y este será bueno otra vez (Rev 21:1). (4) Dios es más fuerte que el mal (Mat 13:41-43; Rev 19:11-21). (5) Dios permite el mal, y por lo tanto tiene control sobre él. Si bien Dios no creó el mal, ofrece ayuda a aquellos que desean superarlo. (Mat 11:28-30). (6) Dios utiliza todo, tanto bueno como malo, para sus buenos propósitos (Gen 5:20; Rom 8:28).La Biblia nos muestra un Dios que odia todo mal y que algún día acabará con él completamente y para siempre (Rev 20:10-15). Dios no induce a ninguno para volverse malo. Aquellos que se comprometen con el mal, sin embargo, pueden ser usados por Dios para que pequen aun más para poder apresurar el juicio que se merecen (Exo 11:10). No necesitamos entender cada detalle de cómo obra Dios para poder tener una confianza perfecta en su poder absoluto sobre el mal y su total bondad hacia nosotros.22.34 Acab no pudo escapar del juicio de Dios. El rey de siria envió a treinta y dos de sus mejores capitanes de carros con el único propósito de matar a Acab. Pensando en que podía escapar, Acab trató de disfrazarse, pero una flecha perdida le pegó mientras los carros perseguían al rey equivocado, Josafat. Fue muy tonto por parte de Acab pensar que podría escapar con un disfraz. A veces la gente trata de escapar de la realidad disfrazándose: cambian de trabajo, se mudan a una nueva ciudad, hasta cambian de cónyuge. Sin embargo, Dios ve y evalúa los motivos de cada persona. Cualquier intento de disfrazarse es fútil.22.35 Tal y como lo había predicho el profeta (20.42), Acab fue muerto. Véase el perfil de Acab en el capítulo 19 para mayor información sobre su triste historia.22.41-50 Para mayores detalles acerca de Josafat, véase el otro registro de su reinado en 2 Crónicas 17-20.22.43 Del mismo modo que sus antepasados Salomón y Asa, Josafat siguió a Dios, pero no eliminó los lugares altos: los santuarios paganos de las colinas (2Ch 20:33). Era contra la ley de Dios adorar ídolos en los santuarios (Num 33:52), y al principio Josafat intentó quitarlos (2Ch 17:6). Eran tan populares, sin embargo, que fue muy difícil hacerlo. A pesar de las muchas contribuciones a la salud espiritual, moral y material de su país, Josafat no tuvo éxito en la erradicación de los santuarios de las colinas.22.52, 53 El primer libro de Reyes comienza con una nación unida bajo David, el rey más devoto en la historia de Israel. El libro termina con un reino dividido y con la muerte de Acab, el rey más perverso de todos. ¿Qué sucedió? El pueblo olvidó reconocer a Dios como su líder máximo, designó líderes humanos que ignoraron a Dios, y luego se conformó al estilo de vida de esos líderes perversos. Una mala acción ocasional gradualmente se volvió en un estilo de vida. Su maldad flagrante sólo podría enfrentarse con el gran juicio de Dios, que permitió que las naciones enemigas se levantaran y derrotaran a Israel y Judá en batalla como castigo por sus pecados. Fracasar en reconocer a Dios como el máximo líder de nuestra vida es el primer paso hacia la ruina. LOS INVASORES DEL TEMPLO

Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir

sin que hubiera guerra. Este período fue probablemente durante el tiempo de la alianza de Israel con Siria, después que ambos reinos combatieron contra Asiria en la batalla de Karkar en el 853 a.C.

Fuente: La Biblia de las Américas

Lit., Se sentaron por tres años

Fuente: La Biblia de las Américas

[11] Con esta alegoría, quería anunciar este falso profeta el gran poder de Acab.[21] El demonio se serviría de engaños para castigo de Acab.[32] 2 Cro 18, 31.[36] Diciendo: El rey ha muerto; vuélvase cada cual a su país y ciudad.

Fuente: Notas Torres Amat